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Ooho.

Botella de agua biodegradable y comestible (eco-invention


magazine, 9 agosto, 2018, Rodrigo García González, Pierre Paslier)
Ooho, más sencilla y simple imposible, tan sencilla que hasta la gente podría hacerla
en sus casas. Ooho es una pequeña membrana transparente llena con agua, una
gran gota de agua comestible y biodegradable. Su gasto de producción es de solo
2 céntimos. Ooho surge de la necesidad de buscar una alternativa a las millones de
botellas de plástico que se usan y se desechan cada día para el consumo de agua,
y nota importante, la gran mayoría no se recicla y acaba dañando el medio
ambiente.

Rodrigo García González, Pierre Paslier y Guillaume Couche crearon Ooho, ahora
quieren introducirlo en el mercado a través de Skipping Rocks Lab.

Ooho es un recipiente que contiene agua en una doble membrana, usando una
técnica para dar forma a los líquidos en esferas llamada “esferificación”. Una técnica
que encapsula alimentos con texturas de gelatina, de manera que tengan
consistencia similar a la hueva de pescado.

Alternativas del plástico (NY times Feb 2015, Mark Sommer,)


Mientras los combustibles tradicionales proyectan cada vez más consecuencias
indeseables, las algas, esa suciedad de los estanques, ofrecen una alternativa
sencilla, de corto plazo y con muy poco de los costos escondidos de fuentes de
energía más aparatosas y complejas.

La primera y más simple forma de vida, las algas prometen convertirse en un recurso
fundamental para el futuro del planeta como base de un biodiésel de gran calidad
que –al contrario del maíz—no desvía alimentos humanos.

Y no son sólo combustibles. Son alimento animal y humano –pensemos en la


proteica y vitamínica spirulina—y el componente esencial de una amplia gama de
plásticos biodegradables para reemplazar a los producidos a partir de
hidrocarburos.

Las algas hacen todo eso mientras crecen absorbiendo prodigiosas cantidades de
dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero que más necesitamos reducir de
la atmósfera para frenar el cambio climático.
Por ahora no son una prioridad en la investigación y desarrollo de los países ni de
las grandes empresas, pero están ganando fuerza en el sector privado y académico,
a medida que se revela su potencial.

Ya hay gigantes de la energía investigado sobre ellas como subproductos del


desarrollo del llamado “carbón limpio”, puesto que absorben el dióxido de carbono
que genera la quema de ese mineral. Pero el carbón no es más que algas de 500
millones de años de antigüedad.

Entonces, ¿por qué no dejar de buscar carbón escarbando montañas, y dedicarse


en cambio a cultivar algas de rápido crecimiento y gran absorción de dióxido de
carbono?

No es un sueño distante. Un factor que pone a las algas por encima de casi todas
las opciones energéticas, convencionales o alternativas, es su simplicidad,
ubicuidad y disponibilidad.

Los investigadores sostienen que, si bien subsisten obstáculos técnicos para una
producción a gran escala de bajo costo en varios de sus usos, ninguno parece
infranqueable.

Gracias a su capacidad de enorme crecimiento, las algas en cultivo no requieren


control estrecho. Su florecimiento es natural, pero se incentiva con la contaminación
química y agrícola.

La eutrofización asfixia ríos y arroyos y afecta la vida acuática y marina, pues


bloquea el flujo de oxígeno, un proceso conocido como hipoxia. Es un problema
grave, que debe considerarse en los cultivos de algas que se hacen en espacios
abiertos, en lugar de ambientes controlados como los biodigestores, donde se
produce el biodiésel.

Pero, al contrario de una reacción nuclear en cadena, incluso si la proliferación de


algas se vuelve excesiva, sus consecuencias no se acercarían siquiera a la
gravedad de una fusión atómica.

En una visita a ENN Group, una firma china de energía situada a una hora de
automóvil desde Beijing, este corresponsal recorrió un laboratorio donde los
científicos desarrollan microalgas para una variedad de usos, como parte de un
proyecto de riesgo compartido entre ENN y Duke Energy, una de las mayores
prestadoras de servicios públicos de Estados Unidos.
La contaminación del plástico no entiende de fronteras (RES, 20
septiembre 2013, eco-inteligencia)

Son miles las toneladas de plástico de diversos tamaños lo que contaminan


nuestros océanos y que tienen un efecto devastador sobre la fauna marina y las
aves. El ser humano, al estar en la cúspide de la pirámide trófica, no está exento de
los peligros que comporta esta grave contaminación.

El plástico tarda cientos de años en descomponerse en el medio ambiente, hasta


1.000 años según el tipo de plástico.
Utilizar masivamente un material tan duradero para objetos desechables es un error
de consecuencias catastróficas a nivel global.

Los plásticos que entran en contacto con los alimentos envenenan a los seres
humanos

Algunos de los aditivos tóxicos del plástico, como el potente disruptor endocrino
bisfenol A, contaminan la sangre de más del 90% de la población, incluidos los
niños recién nacidos.
El plástico en el medio ambiente se va fragmentando en trocitos cada vez más
diminutos que atraen y acumulan sustancias tóxicas

Estos fragmentos contaminan ya todos los mares y costas del planeta y están
presentes en prácticamente todos los ecosistemas.
Los fragmentos de plástico son ingeridos por animales, incluso por seres
microscópicos como el plancton, contaminando la cadena alimentaria de la que
dependemos.

El reciclaje de los plásticos NO es una solución sostenible

La gran mayoría de los desechos plásticos recogidos para reciclar en realidad son
exportados a países pobres, incinerados, convertidos en objetos no reciclables, o
arrojados directamente al vertedero.
La verdadera solución es RECHAZAR el plástico de usar y tirar
La contaminación por plásticos no es un problema solo de gestión de residuos, sino
de mal diseño, de ausencia de diseño sostenible.
La solución es ponerle fin a nuestra adición a los plásticos de usar y tirar.

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