Вы находитесь на странице: 1из 2

EDITORIAL

Aunque el término utopía proviene de la obra homónima de Tomás Moro,


la necesidad de imaginar una sociedad ideal, más justa, más armonio-
sa y pacífica es tan antigua que resulta imposible de fech ar. Según los
relatos referidos por Dión Crisóstomo, Heródoto o Plinio el Viejo, la
historia está llena de intentos de hombres y muJeres que han planeado
sociedades en donde los seres humanos pudieran alcan zar un estado
de mayor felicidad. La distopía en cambio es más moderna. Se atribuye
la primera utilización documentada del térm ino a u na intervención de
John Stuart Mill en 1868. Pero fue sobre todo durante el siglo XX cuan-
do alcanzó un auge en la lit eratura, el cine y la novela gráfica.
Tanto las primeras como las segundas se in spiran en la realidad y
hacen una crítica de ella. En ese sentido fun gen como puntos de refe-
rencia, blancos hacia los cuales las reform as políticas deberían apun-
tar o, por el contrario, alejarse a t oda costa. Las utopías y las distopías
reflejan con frecuencia los anhelos y las inquietudes de toda una socie-
dad. Se trata de relatos de ficción , pero con una carga crítica insosla-
yable a los sist emas sociopolíticos conocidos y, por lo tanto, dotados de
un gran poder subversivo. De esto nos habla Margaret Atwood en un
texto autobiográfico, aquí publicado, en el que cuenta cómo escribió su
célebre novela feminista El cuento de la criada y de las repercusiones
sociales que esa obra ha tenido en todo el mundo.
En este número hemos querido presentar textos tanto ensayísticos
como de creación en torno a ambas visiones, como una manera de apro-
ximarnos a los fantasmas, anhelos y obsesiones de nuestra sociedad.
¿Cómo son las utopías y las distopías de esta época? Los textos de
nuestro dossier confirman una sospecha que ya flotaba en el aire: vivi-
mos en tiempos de desesperanza en los que los mundos felices resultan
poco creíbles. Hemos perdido la capacidad de imaginarnos no digamos
escenarios mejores sino cualquier futuro más allá de unas cuantas ge-
neraciones, tan asustados y convencidos estamos del inminente fin de

1 4 1
, ,-. ~
~
' '
,

~
, , i,.

~
·~
~ ~·

~
~
. . ~
~
~
1 u~ ~
2~
~l -:
.~j ◄
\'ft¡
-1:~
Everything, juego de simulación desa rrollado por O'Reilly. © Double Fine Productions, San Francisco. Cal1 forn 1a

la humanidad. De esto nos habla Michael Chabon, ganador del premio


Pulitzer de periodismo, en su texto llamado "El futuro tendrá que es-
perar". Adrián Cunel, a quien este número le debe muchos con sejos y
recomendaciones, establece un recorrido por las distopías literarias más
acertadas del siglo XX en las que Orwell, Huxley, Dick y Ballard vatici-
naron con gran tino las sociedades en las que hoy vivimos. También lo
hacen a su manera Hernán Lara Zavala, Bernardo Esquinca y BEF.
En sus "Instantáneas de utopías religiosas", Elvira Liceaga enumera
una sene de comunidades que abominaron de la sociedad para cons-
truir una alternativa en sus pequeños y no tan pequeños asentamientos,
comenzando por los esenios hasta Rajneeshpuram, la ciudad creada
por Osho en el estado de Oregon. Este texto muestra clarament e cómo
con frecuencia las utopías terminan convirtiéndose en distopías. Ése
fue finalmente el destino de los fascismos, por un lado, y de los Estados
socialistas, por otro, que en sus orígenes se planteaban como proyec-
tos más justos e igualitarios y terminaron convirtiéndose en socieda-
des ultra vigiladas al igual que la nuestra.
¿Cómo creer en la utopía después de semejantes fracasos? Sobre esto
discurre Michael Shermer en su texto "La utopía es un lugar peligro-
so", en el que propone el neologismo protopía para referirse a un pro-
greso incremental compuesto de pasos hacia la mejora, n o hacia la
perfección . Así, más que un cambio global, lo que necesitamos son mi-
crorrevoluciones. Por esta razón hemos incluido "Un relato del Viejo
Antonio", escrito por el subcomandante Galeano (antes llamado Mar-
cos), en donde nos plantea el sueño como una semilla para la utopía, en
su dimensión revolucionaria.
Desocupado lector, ojalá encuentres en las siguientes páginas un res-
piro de pasado o de futuro (puede ser una península del siglo XVII o un
pueblecito de los Andes) para imaginar otras vidas posibles, tanto peores
como mejores que la nuestra. Como decía don Alfonso Reyes, la utopía
-y la distopía, agrego yo- son asuntos relevantes "para todo un orbe
de sociedades humanas".
Guadalupe N ettel

1 5 1

Вам также может понравиться