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-¡Salid ya mismo! - les dijo Ana- Están cerca de aquí.

La oscuridad era extraña, confusa, casi total, la noche sin luna los impregnaba a ellos
que se iban, a los que se quedaban, y a todo en derredor, del mismo color negro de los
llantos de despedida de los que se exilian. Ellos habían preparado a las apuradas muy
pocas cosas. Unas mantas, algo de comer y unos abrigos, y acomodando todo sobre el
lomo de una mula, comenzaron un extraño y apresurado viaje.

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