Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Hablo a quien todo lo sabe, a quien son manifiestos todos los secretos
de mi corazón, y a quien sólo me puede consolar y ayudar
perfectamente.
Tú sabes los bienes que más falta me hacen y cuán pobre soy en
virtudes.
2) COMUNIÓN ESPIRITUAL
Amén
Amén".
4) VISITA
5) ORACIÓN FINAL
ADORACION A CRISTO
VISITA DIARIA AL SANTÍSIMO
MI VISITA A JESÚS SACRAMENTADO
ACTOS DE ADORACIÓN:
Vengo, Jesús mío, a visitarte.
Te adoro en el sacramento de tu amor.
Te adoro en todos los Sagrarios del mundo.
Te adoro, sobre todo, en donde estás más
abandonado y eres más ofendido.
Te ofrezco todos los actos de adoración que has
recibido desde la institución de este Sacramento y
recibirás hasta el fin de los siglos.
Te ofrezco principalmente las adoraciones de tu
Santa Madre, de San Juan, tu discípulo amado, y
de las almas más enamoradas de la Eucaristía.
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu
Santo.
Ángel de mi Guarda, ve y visita en mi nombre
todos los Sagrarios del mundo.
Di a Jesús cosas que yo no sé decirle, y pídele su bendición para mí.
ACTOS DE FE:
Creo, Jesús mío, que eres el Hijo de Dios vivo que has venido a salvarnos.
Creo que estás presente en el augusto Sacramento del Altar.
Creo que estás, por mi amor, en el Sagrario noche y día.
Creo que has de permanecer con nosotros hasta que se acabe el mundo.
Creo que bendices a los que te visitan, y que atiendes los ruegos de tus
adoradores.
Creo que eres el viático de los moribundos que te aman para llevarlos al
cielo.
Creo en Ti, y creo por los que no creen. (Comunión espiritual).
ACTOS DE ESPERANZA:
Espero en Ti, Jesús mío, porque eres mi Dios y me has creado para el cielo.
Espero en Ti, porque eres mi Padre. Todo lo he recibido de tu bondad. Sólo lo
malo es mío.
Espero en Ti, porque eres mi Redentor.
Espero en Ti, porque eres mi Hermano y me has comunicado tu filiación
divina.
Espero en Ti, porque eres mi Abogado que me defiendes ante el Padre.
Espero en Ti, porque eres mi Intercesor constante en la Eucaristía.
Espero en Ti, porque has conquistado el cielo con tu Pasión y muerte.
Espero en Ti, porque reparas mis deudas.
Espero en Ti, porque eres el verdadero Tesoro de las almas.
Espero en Ti, porque eres tan bueno que me mandas que confíe en Ti bajo
pena de condenación eterna.
Espero en Ti, porque siempre me atiendes, y me consuelas, y nunca has
defraudado mi esperanza.
¡Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío!
ACTOS DE CARIDAD:
Te amo, Jesús mío, y te amo con todas las veras y como a nadie.
Porque Tú me has amado infinitamente,
Porque Tú me has amado desde la eternidad.
Porque Tú has muerto para salvarme
Porque Tú no has podido amar más.
Porque Tú me has hecho participante de tu divinidad y quieres que lo sea de
tu gloria.
Porque Tú te entregas del todo a mi en la Comunión.
Porque Tú me das en manjar tu Cuerpo y en bebida tu Sangre.
Porque Tú estás siempre por mi amor en la Santa Eucaristía.
Porque Tú me recibes siempre en audiencia sin hacerme esperar.
Porque Tú eres mi mayor Amigo.
Porque Tú me llenas de tus dones.
Porque Tú me tratas siempre muy bien, a pesar de mis pecados e
ingratitudes.
Porque Tú me has enseñado que Dios es Padre que me ama mucho.
Porque Tú me has dado por Madre a tu misma Madre.
¡Dulce Corazón de Jesús, haz que te ame cada día más y más!
Dulce Corazón de Jesús, sé mi amor.
Te amo por los que no te aman.
Te amo por los que nunca piensan en Ti.
Te amo por los que no te visitan.
Te amo por los que te ofenden e injurian.
¡Que pena por esto!
Te amo y te digo con aquel tu siervo:
¡Oh Jesús, yo me entrego a Ti para unirme al amor eterno, inmenso e infinito
que tienes a tu Padre celestial! ¡Oh Padre adorable! Te ofrezco el amor
eterno, inmenso e infinito de tu amado Hijo Jesús, como mío que es. Te amo
cuando tu Hijo te ama. (S. Juan Eudes).
ACTOS DE CONTRICIÓN:
¡Jesús mío, misericordia!
Jesús mío; te pido perdón por los muchos pecados que he cometido durante
mi vida.
Por los de mi niñez y adolescencia.
Por los de mi juventud.
Por los de mi edad adulta.
Por los que conozco y no conozco.
Por lo mucho que te he disgustado con ellos.
Por lo mal que me he portado contigo.
Siento mucho haberte ofendido.
¡Perdóname, perdóname, perdóname!
Perdóname según tu gran misericordia.
Perdóname por lo ingrato que he sido para Ti.
Perdóname y no quieras ya acordarte de mis pecados.
Perdóname y limpia mi alma de toda basura e infidelidad.
Perdóname y ten misericordia de este pobre pecador.
Perdóname, porque estoy muy arrepentido.
Perdóname, que quiero ser bueno en adelante con tu divina gracia.
Perdóname y aparta tu rostro de mis ingratitudes.
Perdóname, que me causan mucho miedo mis pecados.
Perdóname, porque me reconozco pecador y reo.
Perdóname, porque no obstante Tú sabes que te quiero mucho.
Jesús, sé para mí Jesús.
Madre mía, intercede por mí ante tu divino Hijo Jesús.
¡Dulce Corazón de María, sé mi salvación!
ACTOS DE GRATITUD:
Oh Jesús, te doy rendidas gracias por los beneficios que me has dado.
Yo no sabré nunca contarlos sino en el cielo, y allí te los agradeceré
eternamente.
Padre Celestial, te los agradezco por tu Santísimo Hijo Jesús.
Espíritu Santo que me inspiráis estos sentimientos, a Ti sea dado todo honor
y toda gloria.
Jesús mío, te doy gracias sobre todo por haberme redimido.
Por haberme hecho cristiano mediante el Bautismo, cuyas promesas
renuevo.
Por haberme dado por Madre a tu misma Madre.
Por haberme dado un grande amor a tan tierna Madre.
Por haberme dado por Protector a San José, tu Padre adoptivo.
Por haberme dado al Ángel de mi Guarda.
Por haberme conservado hasta ahora la vida para hacer penitencia.
Por tener estos deseos de amarte y de vivir y morir en tu gracia.
ACTOS DE SÚPLICA:
Te ruego, Jesús mío, que no me dejes, porque me perderé.
Que persevere siempre en tu amor.
Que estés siempre conmigo, sobre todo cuando esté en peligro de pecar, y
en la hora de mi muerte.
Que no permitas que jamás me aparte de Ti.
Que sepa padecer con resignación por Ti.
Que no me preocupe sino de amarte.
Que ame también a mis prójimos.
Que ame mucho a los pecadores.
Que ame mucho a los pobres y a los enfermos.
Que ame mucho a las almas del Purgatorio. Que saque muchas almas del
Purgatorio con mis obras, que te las ofrezco a este fin.
Que ampares a tu Iglesia.
Al romano Pontífice, tu Vicario visible en la tierra.
A los Prelados y a los Sacerdotes.
A los Religiosos y Religiosas.
A los que mandan en tu nombre.
A los que gobiernan nuestra nación
A nuestra querida patria.
A mis amados parientes y allegados.
Que pagues a mis bienhechores
Que favorezcas a los que ruegan por mí.
Que bendigas a los que me miren con indiferencia y no me quieran.
Que trabaje mucho por Ti hasta la muerte.
Que me concedas una muerte santa.
Que diga al morir: ¡Jesús, Jesús, Jesús!
Que me lleves al cielo cuando muera.
Amén.
ORACIÓN FINAL
Jesús mío, échame tu bendición antes de salir, y que el recuerdo de esta
visita, que acabo de hacerte, persevere en mi memoria y me anime amarte
más y más. Haz que cuando vuelva a visitarte, vuelva más santo. Aquí te dejo
mi corazón para que te adore constantemente y lo hagas más agradable a tus
divinos ojos.
Adiós, adiós, Jesús mío.
ORACIONES A JESÚS
EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Señor mío Jesucristo, que por el amor que tenéis a los hombres, permanecéis
de día y noche en este Sacramento, lleno de misericordia y ternura,
esperando, llamando y acogiendo a todos los que vienen a visitaros, yo creo
que estáis aquí presente. Os adoro desde el abismo de mi nada, os doy
gracias por todos los favores, y especialmente por haberos Vos mismo dado a
mí en este Sacramento; por haberme concedido a María vuestra propia Madre,
como intercesora; y por haberme llamado a visitaros en esta iglesia.
Yo saludo hoy a vuestro amadísimo Corazón y deseo adorarle, en
agradecimiento por este grande don, en reparación de todos los ultrajes que
Vos mi amado Jesús, recibís en este Sacramento de vuestros enemigos.
Oh Jesús mío, os amo de todo corazón. Me arrepiento de haberos ofendido
tantas veces. Me propongo con vuestra gracia no ofenderos más en adelante,
y ahora, aunque, estoy lleno de faltas e imperfecciones me consagro todo a
Vos. Haced de mi, lo que os agrade. Yo sólo os pido y sólo deseo vuestro
santo amor, y la perseverancia hasta el fin.
Os encomiendo también las almas del purgatorio, especialmente a aquellas
que han sido más devotas del Santísimo Sacramento y de María Inmaculada.
Por fin, mi amado Salvador, uno todos mis afectos a los de vuestro
amorosísmo Corazón, y los ofrezco a vuestro Padre Eterno, suplicándole que
por amor a Vos, se sirva aceptarlos y escucharlos. Así sea.
Señor Jesús:
Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que
nos amas tal como somos.
«Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos
creído y conocido que tú eres el Hijo de Dios» (Jn. 6,69).
Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena
y continúa como comunión y donación de todo lo que eres.
Aumenta nuestra FE.
Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al
Padre para decirle nuestro SÍ unido al tuyo.
Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.
Siguiéndote a ti, «camino, verdad y vida», queremos penetrar en el aparente
«silencio» y «ausencia» de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la
voz del Padre que nos dice: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi
complacencia: Escuchadlo» (Mt. 17,5).
Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras
situaciones personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y
social.
Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y
amigo.
Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives «siempre
intercediendo por nosotros» (Heb. 7,25).
Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino
apresurado contigo hacia el Padre.
Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú
eres el centro, el principio y el fin de todo.
Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta escala de
valores evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer
lugar en el corazón y en las actitudes de la vida concreta.
Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que
eres.
Quisiéramos decir como San Pablo: «Mi vida es Cristo» (Flp. 1,21).
Nuestra vida no tiene sentido sin ti.
Queremos aprender a «estar con quien sabemos nos ama», porque «con tan
buen amigo presente todo se puede sufrir». En ti aprenderemos a unirnos a la
voluntad del Padre, porque en la oración «el amor es el que habla» (Sta.
Teresa).
Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes
básicas, decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia
vocación cristiana.
CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una actitud
sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación,
como respuesta a tus palabras: «Quedaos aquí y velad conmigo» (Mt. 26,38).
Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras;
por eso queremos aprender a adorar admirando el misterio, amándolo tal
como es, y callando con un silencio de amigo y con una presencia de
donación.
El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir
esos «gemidos inenarrables» (Rom. 8,26) que se traducen en actitud
agradecida y sencilla, y en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu
presencia, tu amor y tu palabra.
Dame, Señor, imitarte, uniéndome a Ti por el Silencio cuando alguien me haga sufrir. Yo lo
merezco. ¡Ayúdame! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Que
yo comprenda, Señor, el valor de la cruz, de mis pequeñas cruces de cada día, de mis
achaques, de mis dolencias, de mi soledad.
Dame convertir en ofrenda amorosa, en reparación por mi vida y en apostolado por mis
hermanos, mi cruz de cada día. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Haz
Señor, que me encuentre al lado de tu Madre en todos los momentos de mi vida.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Cada
uno de nosotros tenemos nuestra vocación, hemos venido al mundo para algo concreto,
para realizarnos de una manera particular.
¿Cuál es la mía y cómo la llevo a cabo? Pero hay algo, Señor, que es misión mía y de
todos: la de ser Cirineo de los demás, la de ayudar a todos. ¿Cómo llevo adelante la
realización de mi misión de Cirineo? Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Y en tantas otras ocasiones. Ayúdame a no dejarme llevar por el respeto humano, por el
"qué dirán". Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Caes,
Señor, por segunda vez. El Via Crucis nos señala tres caídas en tu caminar hacia el
Calvario. Tal vez fueran más.
Caes delante de todos... ¿Cuándo aprenderé yo a no temer el quedar mál ante los demás,
por un error, por una equivocación?. ¿Cuándo aprenderé que también eso se puede
convertir en ofrenda? Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Debería llorar por mi falta de correspondencia a tus innumerables beneficios de cada día,
que me manifiestan, Señor, cuánto me quieres. Dame profunda gratitud y
correspondencia a tu misericordia. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Yo digo que me pesan los años, que no soy el de antes, que me siento incapaz. Dame,
Señor, imitarte en esta tercera caída y haz que mi desfallecimiento sea beneficioso para
otros, porque te lo doy a Ti para ellos. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Dame responder a tu amor con amor, cumplir tu Voluntad, trabajar por mi salvación,
ayudado de tu gracia. Y dame trabajar con ahínco por la salvación de mis hermanos.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.