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La cultura guaranítica

Las culturas precolombinas. Muy desigual era el nivel cultural de los pueblos indígenas del
nuevo mundo cuando comenzó la conquista. Cuando aparecieron los españoles, sólo subsistían,
y en todo su esplandor, la primera y la segunda de esas civilizaciones: la incaica y la Azteca,
últimas etapas de culturas más antiguas, de que incas y aztecas no fueron si no conquistadores.
La tercera civilización, de los mayas y los quichés, estaba en plena decadencia sino en ruina
completa, conservado sólo su espléndido monumento y rica literatura.

Los guaraníes

Las tierras situadas al oriente del rio Paraguay donde los españoles erigieron en 1537 la Casa
Fuerte de Nuestra Señora de la Asunción transformada en Ciudad en 1541, eran centro de los
indios carios, una de las principales parcialidades de la gran nación guaraní.

Los guaraníes se hallaban extendidos por casi toda la América del sur, pero no en una forma
continua, sino a lo largo de las costas del mar y de los grandes ríos y en los prolongados valles
que serviría también de ruta de comunicación. Las zonas intermedias eran habitadas por GES o
ARAWAKS de culturas mucho más primitivas, generalmente se distinguía dos grandes ramas
principales: los TUPÍES que habitaban el actual Brasil y los GUARANIES moradores del
actual Paraguay.

Organización política. A pesar de sus fuentes afinidades, los tupi-guaraníes no formaron un


solo cuerpo político. Y tampoco dentro de cada una de las grandes parcialidades existió una
organización política común. Los cários, estaban constituidos por cierto número de tribus
unidas por vínculos de parentesco, amistad o defensa común, pero sin dependencia de una sola.
La unidad era la tava, compuesta de 50 a 100 familias, de vida independiente, economía
particular y gobierno propio, a cuyo frente estaba un cacique, o ruvicha, elegido por el Consejo
de ancianos.

Organización social. La familia era la base de la organización social y era patrilineal. Los
carios, por lo general, era monógamos, aunque era obligado que los caciques tuvieran varias
mujeres por constituir ellas el signo de amistad o de alianza con las otros tribus; cuando mayor
fuera el número de mujeres provenientes de otras tavas, mayor era la seguridad de la propia
tribu. La mujer desempeñaba un papel político de primer orden.

La vida familiar era muy cuidada, los matrimonios eran tratados entre los padres, cuando los
hijos eran pequeños. La ceremonia nupcial se efectuaba al llegar la mujer a la pubertad.

Artes. Poco es lo que se conoce de su arte material por lo perecedero de las materiales que
usaba: Madera, plumas y arcilla. Daban nombres a los distintos metales pero los conocían sólo
a través de sus contactos con las naciones metalúrgicas, como los incas, no lo sabían trabajar.
En el teñido del plumaje, de los arcos y de las flechas, se manifestaba un rico sentimiento
pictórico. Extraían los tintes de vegetales y animales y con ello también se pintaban el cuerpo
para las ceremonias rituales y para la guerra.

Ciencias. Carecían de numerales propios para más allá del cuatro y con la ayuda de la mano
sabían contar grandes cantidades. Sus conocimientos astronómicos eran rudimentarios; se
servían de las cabrillas para regular las sementeras. Sobresalieron en botánica y zoología.

Extraordinarios observadores, llegaron al utilizar el moho de las rocas de los arroyos para curar
infecciones (Anticipo del penicilium).

Guerra. Su nombre les viene de su calidad de guerra. Ponían la hazaña bélica entre lo más altos
valores humanos. Los carios mantenían guerra casi perpetua con los guaycurúes del Chaco.

No fueron menos bravos los carios que encontraron los primeros españoles. Quienes caían
prisioneros, hombres o mujeres, no salvaban su vida. Bien cuidados y mejor alimentados, se los
llenaban de agasajos, para luego descuartizarlos y consumir sus restos en medio de grandes
fiestas y danzas en que participaba toda la tribu, incluso los niños. La antropofagia era habitual.
Tenía por objeto la adquisición de las cualidades heroicas del vencido.

La salutación lacrimosa. La llegada de los forasteros y ausentes era recibidas con grandes
llantos recordándose, con lágrimas la alegría que les producía el encuentro.

La hospitalidad. Después de la salutación lacrimosa se desvivían por atender al recién llegado,


proporcionándole vivienda, hamaca, comida y bebida abundante.

Religión. Indudablemente que vivían los primitivos guaraníes en un mundo mágico, en que
resaltaba a cada momento lo sobrenatural o la presencia de maléficios o sortilegio. Los
hechiceros o payes desempeñaban una importante misión para acentuar el ambiente mágico, sin
lograr, con todo, monopolizar el conocimiento religioso.

La cosmogonía y la mitología. Sus creencias sobre el origen y fin del universo, sobre la
aparición del hombre, la creación del fuego y del lenguaje, la implantación de la agricultura, se
traducían en ricas mitologías y cosmogonías en que la ciencia europea ha visto dioses grandes y
pequeños que en realidad no eran si no genios o espíritus que explicaban o manejaban cada uno
de los misterios y fuerzas de la naturaleza y la humanidad.

Creadores y civilizadores. Había una profusa serie de dioses creadores y civilizadores; esa
diversidad era aparente. En el fondo eran una sola divinidad, que bajo diferentes formas y
genealogías crearon y transformaron todo lo existente.

Los espíritus. Los guaraníes se sentían rodeados por una multitud de espíritus a los cuales
temían, erraban principalmente durante la noche por el bosque, en los lugares oscuros y casi
siempre tenían una fisonomía siniestra.
Los genios del bosque. Aparte de los espíritus propiamente dichos, de carácter impersonal y
muy numerosos, los guaraníes creían poblado el bosque de genios o demonios con formas
propias y a los cuales también temían.

El “payé”. El payé no era el intérprete de la religión sino el poseedor de poderes sobre los
espíritus capaces de ser ejercidos sobre los miembros de la tribu o sobre el curso de las cosas.
Generalmente eran ancianos y algunas veces mujeres carecían del poder político pero ejercían
una verdadera tiranía. Se los temía, se lo respetaba y aun se les tenía pánico.

La tierra sin mal. En ocasiones los payes provocaba grandes movimientos colectivos, de
traslación en masa hacia tierra distantes. Cuando se producía fenómenos naturales insólitos,
como un eclipse total del sol, un tornado, una inundación, o cuando una peste azolaba a la
religión, los payes persuadían a los indios que el fin del mundo se aproximaba y le exhortaban a
buscar refugio en el yvy Marae Y, o tierra sin mal, donde estarían al abrigo de todo cataclismo.

La amalgama hispano-guaraní

La política de la corona ante los indígenas. Cuando comenzó la conquista del Paraguay, se
hallaba en su apogeo una controversia sobre los cocedimientos que España debía seguir para la
cristianización de la Ameca.

La opinión se dividió acerca de la naturaleza de los indios, especialmente su capacidad para


vivir como los españoles y recibir en la fe cristiana. De un lado, el padre Bartolomé de las casas
consideraba a los indios sin maldades ni dobleces, sumisos, pacientes, pacíficos y virtuosos.

La opinión contraria, representada en primer lugar por el historiador Gonzalo Fernández de


Oviedo, juzgaba a los indios, vagos y viciosos, embusteros y holgazanes, idólatras y sensuales.

Como una transacción entre ambas tendencias extremas, surgió la institución de las
encomiendas que regularizó la relación entre conquistadores e indios y al mismo tiempo reflejó
el deseo de cumplir la obligación de la corona de convertir a estos últimos.

Al dictarse en 1512 es las leyes de Burgos, el primer código de legislación indiana, quedó
consagrada la institución de la encomienda en la forma estatuida por los conquistadores.

Las leyes de Burgos no ha callaron la polemica, pues continuaron los abusos de los
encomenderos. El dominico Matías de paz, catedrático de Salamanca, ha pedido de la corona
escribió un tratado impugnando el modo despótico con que eran tratados los indios y probando
que debían ser gobernados como personas y gentes libres.

Fray Bartolomé de las casas se convirtió en el apóstol de los indios.

Carlos V escuchó la opinión de las casas y en 1542 promulgó las leyes nuevas que revocaron o
limitaron los derechos de los españoles a obtener servicio y tributo a los indios, a quien se puso
bajo amparo de la corona, representada por funcionarios reales a sueldo, en compañía de otros
indígenas, conocidos como los indios de la corona.
Conquistadores e indígenas en el Paraguay. Cuando los españoles aparecieron en el Paraguay
advirtieron que no era necesaria la imposición de la encomienda para regular sus relaciones con
los guaraníes.

Los guaraníes se enorgullecían de su parentesco con los españoles, que les confería
superioridad sobre sus enemigos del Chaco, y venían a servir a su tovayas (cuñados) en las
chacras y en todos los menesteres, sin necesidad de ser encomendados.

No fue sino en las postrimerías de su gobierno que Irala, mal de su creado y por la presión de
nuevos conquistadores, implantó el sistema de encomiendas, pero mucho se cuidó de incluir en
los repartos a los antiguos aliados carios.

La relación entre los españoles y sus indios no era puramente carnal o por el interés económico
de la ayuda de los parientes varones en los trabajos agrícolas. Hay muchas constancias de que
el hogar del conquistador, aunque casi nunca sellado por la Iglesia, se basaba en sólidos
fundamentos de amor.

La hábil política indígena, principalmente debida al genio de Irala, aseguró la estabilidad de la


colonia española en el Paraguay y al mismo tiempo sirvió para una íntima compenetración de
ambas culturas, cuyo primer encuentro fue así en el lecho nupcial.

Alternativas de la alianza hispano-guaraní. La alianza de los guaraníes no era desinteresada. Al


cambio de su amistad, mujeres y víveres exigían la ayuda española para sus guerras contra los
indios del Chaco.

Los mancebos de la tierra. Como resultado del cruce hispano guaraní, practicado en vasta
escala, pronto hubo en el Paraguay una numerosa prole mestiza. Fueron los famosos mancebos
de la tierra.

Significación cultural del mestizaje. Las especiales características del mestizaje en el Paraguay
dieron a su fruto, los mancebos de la tierra, peculiaridades sociales que no se presentaron en
otras partes del continente indiano.

Fuera del Paraguay los mestizos ocupaban la más baja escala en la estructura de las castas se les
atribuía toda clase de vicios y depravadas costumbres.

En el Paraguay no ocurrió nada de eso. Poco a poco, los mestizos fueron dominando la vida de
la provincias y las alarmas que subsistaron en los primeros tiempos se desvanecieron pronto al
comprobarse lo singularmente dotados que estaban para la vida civil y política.

La amalgama de las instituciones. No solamente los españoles también, las instituciones


sufrieron al implantarse en el Paraguay la profunda influencia del nuevo ambiente.

Las condiciones que presidieron la formación de la sociedad hispano guaraní impulsaron al


pueblo desde edad muy temprana a asumir la responsabilidad de su propio gobierno.

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