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EL RETRATO DE DORIAN GRAY
Ángela Vicario Barrios
2º Comunicación Audiovisual
ENERO 2017
Índice
Oscar Wilde, un Henry Wotton de carne y hueso……………………III
Análisis de la obra en su contexto histórico:
La Inglaterra Victoriana………………………………….....................VI
Niveles y proceso de vértigo en El Retrato de Dorian Gray……….XI
Temas profundos de la obra…………………………………………XVI
Generalidades………………………………………………………...XXII
Personajes ……………………………………………………..XXII
recursos literarios……………………………………………..XXIII
Sinopsis………………………………………………………………..XXV
Lo más impactante…………………………………………………..XXVI
La tortura del Capítulo 11 y la mujer como florero……………..XXVIII
Lo positivo…………………………………………………………….XXX
Basil y las rosas………………………………………………….…XXXI
Final alternativo……………………………………………………..XXXII
El romance de Margaret Devereux………………………………XXXIV
Bibliografía……………………………………………….………….XXXV
II
Oscar Wilde,
Un Henry Wotton de carne y hueso.
Oscar Wilde, cuyo nombre completo era Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde,
nació el 16 de octubre de 1854 en una Irlanda perteneciente al reino unido en el
seno de una familia de intelectuales dublineses, y murió el 30 de noviembre de
1900, arruinado, en París. Dramaturgo, escritor y poeta, fue toda una celebridad
en su época debido a su carácter, su ingenio agudo y mordaz y su natural
excentricidad.
Fue el segundo de los tres hijos de sir William Wilde, cirujano especialista en
otología y oftalmología;; y Jane Wilde, poetisa simpatizante con el nacionalismo
irlandés que escribía bajo el pseudónimo Speranza.
Estudió en casa hasta los nueve años, edad a la cual ya demostró facilidad
para aprender idiomas a través del francés y el alemán. En 1872 accedió al
Trinity College en Dublín donde estudió durante los próximos tres años. Allí
descubrió su amor por la literatura y la Grecia clásicas gracias a su tutor J. P.
Mahaffy, con quien trabajó en su obra La vida social en Grecia, que le llevó a
ganar la medalla de oro Berkeley. Se le concedió así una beca de 95 libras
anuales, que utilizó para estudiar en el Magdalen College de Oxford hasta 1878.
Durante esta época escribió obras de teatro como La Duquesa de Padua o Vera,
que no gozaron de demasiado éxito. También comenzó a escribir y a dar
conferencias sobre el buen gusto, el taste: daba consejos sobre vestimenta o
decoración, que fueron muy bien recibidos por el público, lo que le llevó a dar
una serie de conferencias tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos. Se
convirtió en todo un maestro del dandismo, hábito que, dentro de El Retrato de
Dorian Gray, practican sus protagonistas y en particular Dorian, que se
transforma en todo un referente estético para la aristocracia inglesa.
Durante estos años en los que se convirtió en un faro de la estética
desempeñó un importante papel como abanderado de los movimientos estético
y decadente. Rechazó abiertamente aquellos deportes que se consideraban
masculinos y se dejó crecer el cabello;; decoró su habitación del College con
objetos de arte, plumas de pavo real y flores, rompiendo con la norma masculina
de la época. Wilde y los esteticistas, que al principio eran considerados
extravagantes y minoritarios, hicieron que el esteticismo se extendiera a ciertos
sectores de la sociedad hasta convertirse en algo generalizado. Para Wilde, el
arte es inútil, y toda obra artística está carente de ética o moral, tesis que afirma
al comienzo de El Retrato de Dorian Gray, siguiendo firmemente los cánones del
esteticismo. Durante todo el capítulo11, Wilde hace, a través de Dorian, todo un
III
alarde de sus conocimientos artísticos y estéticos.
Desde su estancia en el Trinity, y a lo largo de los años que pasó en el
Magdalen College, publicó sus poemas en revistas como Ottabos y Dublin
University Magazine
Ya en 1878, se había convertido en toda una personalidad dentro del mundo
universitario. Se licenció en el Magdalen College en estudios clásicos con los
reconocimientos más altos a través de los Mods, considerados tradicionalmente
los exámenes más difíciles del mundo. En 1881 reunió los poemas que había
escrito desde sus tiempos en el Trinity College, publicándolos en su ópera prima:
Poemas. La primera edición vendió 750 copias, y tuvo tal éxito que otras cuatro
ediciones fueron vendidas en pocas semanas.
Después de graduarse, Wilde volvió a Dublin, y allí conoció a Florcence
Balcombe, de la que se enamoró. Sin embargo, ella acabó casándose con Bram
Stoker, compañero de estudios de Oscar Wilde, y aunque este se sintió en un
principio ofendido por la decisión de su amada, Stoker consiguió más tarde
reanudar la amistad, e incluso fue a visitarle al continente tras el escándalo que
llevaría a Wilde al fracaso. Tal vez este (y la evolución de su futura relación con
Constance) sea el motivo por el cual El Retrato de Dorian Gray presenta casi
una continua disertación contra el sexo femenino por parte de Henry Wotton, que
no es sino la personificación en la novela del propio Oscar Wilde.
Fue en Londres donde conocería a su futura esposa: Constance Lloyd, con la
que se casó el 29 de mayo de 1881. Tuvieron dos hijos, Constanve y Vyvyan.
Durante los años siguientes dio varias conferencias acerca del Renacimiento
Inglés de la época en Estados Unidos, y trabajó como revisor para la Pall Mall
Gazette antes de convertirse, en 1887, en el director de una revista femenina:
Woman’s World.
En 1891 Oscar Wilde conoció a Alfred Douglas, quién se convirtió en su amigo
y amante. El padre de Alfred, el Marqués de Queenberry comenzó a sospechar
que la relación entre los dos hombres era algo más que una amistad y envió una
carta a su hijo acusándole de haber dejado Oxford sin haber terminado la carrera
y amenazándole de cortar su suministro económico. Alfred respondió con un
what a funny Little man you are (qué hombrecito más gracioso eres) que
enfureció a su padre, que en sucesivas cartas eliminó el nombre de su hijo del
sobre para llamarlo criatura miserable. Lo amenazó con desenmascararlo en
público y acusarlo de locura;; lo llamó demente y dejó claro la vergüenza que
sentía por haber traido al mundo semejante criatura. Alfred respondió que
defendería a Wilde revolver en mano.
IV
El Retrato de Dorian Gray es casi una oda a la homosexualidad. Cualquier
lector mínimamente avispado se percatará de la atracción que siente Basil
Hallward hacia Dorian. Y si a mitad de la obra el lector no se ha dado cuenta,
Wilde se encarga de dejarlo claro a través de la declaración de Basil hacia
Dorian, más explícita en el borrador original que en la versión final de la novela.
1895, en la cima de su carrera, el secreto salió a la luz. Wilde demandó al
Marqués de Queensberry por calumnias, pero el escritor hubo de enfrentarse a
un juicio en mayo de 1895 acusado de sodomía y de grave indecencia. Fue
condenado a dos años de trabajos forzados. La sentencia tuvo como
consecuencia un recrudecimiento de las medidas en contra de la libertad sexual
en toda Europa, donde artistas e intelectuales homosexuales sufrieron a causa
de la intolerancia de la sociedad, y algunos se vieron abocados al exilio.
Wilde pasó dos años en la cárcel, donde escribió una carta dirigida a Alfred
llamada De Profundis y un poema, La balada de la cárcel de Reading. Cuando
salió en 1897, arruinado y profundamente desengañado con la sociedad que lo
había condenado. Oscar Wilde se reunió con Douglas, y ambos vivieron juntos
durante unos meses en Nápoles. Sin embargo, sus familias amenazaron con
cortarles los fondos, y la mujer de Wilde se negó a volver a encontrarse con él,
se cambió el apellido y consiguió que su marido perdiera la patria potestad de
sus hijos.
Oscar Wilde se mudó a Paris, donde se convirtió al catolicismo, vivió con el
nombre falso de Sebastián Belmonth y murió a causa de una meningitis cerebral
arruinado y desprestigiado el 20 de Noviembre de 1900.
V
Análisis de la obra en su contexto histórico:
La Inglaterra Victoriana.
El Retrato de Dorian Gray se escribe y acontece durante la Época Victoriana,
que lejos de coincidir al completo con el Reinado de la Reina Victoria, transcurre,
más bien, durante la segunda mitad del siglo XIX. Aunque esta etapa de la
historia ha tendido a mitificarse, y bien es cierto que fue la era del desarrollo
industrial, el progreso democrático, y la mayor expansión territorial del Imperio
Británico;; los políticos que protagonizaron estas cinco décadas fueron incapaces
de dar una solución a la cuestión irlandesa, y las condiciones de vida de las
clases obreras británicas empeoraron con respecto a primeros de siglo.
El Retrato de Dorian Gray (al igual que cualquier novela) no puede
entenderse sin el contexto histórico del momento en el que fue escrito, sobre
todo teniendo en cuenta que la novela realiza una profunda crítica sobre la
hipocresía de la aristocracia británica de la época:
Amanece 1870, y con el comienzo de la séptima década de siglo, nace una
gran crisis económica que afectará a la sociedad europea hasta comienzos del
s.XX. El aparentemente imparable progreso británico se ve afectado por la crisis
que afectará tanto a la agricultura como al comercio exterior que ese mismo año
alcanzó su máximo apogeo, con el valor global de 547 millones de libras,
superando el valor del comercio exterior de Alemania, Francia e Italia juntas. Sin
embargo, ya en 1989 (un año antes de la publicación del Retrato de Dorian Gray)
llevaba varios años sin mantener esos números desorbitados, comenzó a caer,
y ya en los 90 Gran Bretaña perdió la supremacía mundial.
TORIES, WHIGS, Y LA CUESTIÓN IRLANDESA
Las andanzas de la política inglesa del s.XIX podrían resumirse en la
conclusión de que la tradición del parlamento aristocrático consiguió perpetuarse
a pesar de haberla adaptado a una sociedad que trataba de democratizarse y
que se estaba industrializando a ritmos exagerados. Y es que las distintas
reformas políticas1 que tanto Whigs (pertenecientes a la Federación Liberal
Nacional) como Tories (pertenecientes a la Unión Nacional) lucharon entre sí por
conseguir abrían poco a poco la política a todos los sectores de población.
1
La reforma de 1867, la primera que se puede considerar democrática en Reino Unido.
VI
Ambos partidos estaban de acuerdo en tres principios básicos, lo que hizo que
el sistema se perpetuase: Constitución, monarquía y régimen parlamentario.2
Diez años después del comienzo de la crisis, y como consecuencia de la
misma, los conservadores perdieron el poder y fueron reemplazados por los
liberales, lo que conllevó a que en 1884 se llevara a cabo una nueva reforma
electoral que elevó el número de electores de Reino Unido a los cinco millones3.
Los distritos se redistribuyeron, y el sistema de un diputado por distrito favoreció
a establecer definitivamente el sistema bipartidista. Sin embargo, los grandes
favorecidos por el cambio fueron los nacionalistas irlandeses.
Y es que la cuestión Irlandesa ya llevaba siendo un tema de larga duración en
Gran Bretaña en el s.XIX. Por parte de los ingleses el factor Imperialista era
evidente, y aunque tratara de enmascararse la situación con las diferencias
religiosas entre el norte y sur de Irlanda4, la tensión fue creciendo poco a poco y
se disparó a raíz de la crisis de 1870. Y es que en 1877, 2.177 arrendatarios
fueron expulsados de las tierras que cultivaban, dos años después fueron 6.239
y en 1880 la cifra se expandió a 10.457. La única respuesta del gobierno a la
tensión social que se estaba generando en Irlanda fue implantar nuevas medidas
de excepción contra los irlandeses en 1881.
Durante el último cuarto de siglo las fuerzas nacionalistas irlandesas tuvieron
más representación que nunca en el parlamento: Debido a la reorganización de
los distritos que promulgaba la reforma de 1884, los nacionalistas se hicieron un
hueco en la Cámara de los Comunes, y tanto whigs como tories necesitaban de
su apoyo para desequilibrar la balanza y gobernar. Es por ello que en 1886, el
Primer Ministro liberal Gladstone presentó Home Rule, proyecto que pretendía
convertir a Irlanda en un estado federado en el Reino Unido. Sin embargo, la
propuesta nunca se llevó a cabo, y a pesar de que Gladstone promulgó un nuevo
intento en 1893, el nuevo proyecto también fracasó. Un año después, Gladstone,
máximo símbolo político de la época victoriana, se retiró de la política.
LA SOCIEDAD VICTORIANA
Puede que lo que más caracterice a la sociedad de la segunda mitad del siglo
XIX sea el marcado contraste de las estrechas y cerradas normas de conducta
2
GAY ARMENTEROS, Juan C.. “Las grandes potencias europeas en el último tercio
del siglo XIX” en PAREDES, J (dir.) Historia Universal Contemporánea, Barcelona: Sello
Editorial S. L, 2009. P.436
3
La Representation of people Act de 1884 equiparó el voto rural con el urbano. El 40% de
hombres y mujeres seguía sin tener derecho al voto, pero en Inglaterra 2 de cada 3 hombres
adultos podía votar;; en Escocia, 3 de 5;; y en Irlanda, 1 de cada 2. La única condición para
acceder al voto era ser hombre adulto y con una vivienda en propiedad.
4
O.C, p.439
VII
implantadas por la aristocracia inglesa con la terrible realidad del East End
londinense y la forma de vida a la que se daba sin miramientos la misma
aristocracia que mostraba su cara más moralizante mientras ocultaba sus malas
acciones en una hipocresía que era vox populi.
Gran Bretaña estaba sumida en plena Revolución Industrial, y eso conllevaba
que durante la primera mitad de siglo los campesinos hubieran emigrado del
campo a la ciudad, éxodo que se seguiría dando también durante los últimos
cincuenta años de s.XIX. Sin embargo, a partir de los años 50 las condiciones
de vida de los pobres en la ciudad de Londres empeoraron. Las nuevas
construcciones públicas, como estaciones de ferrocarril o los edificios de la Feria
Internacional de 1851 Obligaron a demoler parcialmente los barrios obreros del
centro, dejando a las familias desalojadas sin hogar y sin transporta para poder
desplazarse de barrios más alejados a sus trabajos en el centro. Esto provocó
un hacinamiento mayor del que ya se daba en el East End.
En Vida y trabajo del pueblo de Londres, resumen de un estudio realizado por
Charles Booth, aparece que en 1889 en la ciudad había un 35% de personas
pobres5, y un tercio de estos pobres sufría de aguda necesidad. Al contrario de
lo que se defendía en la Cámara de los Comunes y en los salones de la
aristocracia y burguesía londinenses, el 85% de los casos de pobreza
investigados por Booth se debían a un salario insuficiente o irregularidad del
empleo, o a circunstancias como familia demasiado numerosa o enfermedad, así
como la vejez. Solo un 15% podía explicarse por la pereza o la embriaguez. Así
que a finales del siglo XIX, de un cuarto a un tercio de la población urbana en
Inglaterra vivía en la miseria total y las causas estaban lejos de ser el alcohol o
la vagancia.
Durante la realización del estudio, la crisis económica internacional que
llevaba azotando Europa desde 1870 empezó a dejar estragos en Inglaterra. El
malestar entre desempleados, peones y trabajadores eventuales se transformó
en una amenaza social que dio muestras de su existencia en 1886. El frío de
aquel invierno paralizó los trabajos al aire libre aumentó el desempleo en uno de
los inviernos más fríos del siglo: El 8 de febrero de aquel año se concentraron
20.000 personas en Trafalgar Square para protestar por las condiciones de vida
y trabajo a las que se veían sometidas, y durante su marcha por la ciudad fueron
provocadas por los miembros de algunas clubes privados. Los manifestantes
comenzaron a apedrear a los clubes y acabaron saqueando las tiendas de los
alrededores, lo que derivó en una oleada de terror entre la burguesía y la
aristocracia, que, ante las perspectiva de una revolución del proletariado,
implantaron políticas que fomentaran la emigración de los más pobres a
ultramar.
5
314.000 personas de un total de 900.000
VIII
En estas circunstancias de pobreza extrema entre las masas, Londres
contaba con una población de hasta 120.00 prostitutas. Olvidando por un
momento la aristocracia de la profesión, la mayoría de estas mujeres repetía
noche tras noche su habitual paseo callejero o se anunciaba sin pudor alguno
con carteles en las ventanas de los edificios. Incluso entre las gentes que vivían
en la miseria, la prostitución era la última opción: Los médicos calculaban la
esperanza de vida de una prostituta, desde el momento en que debutaba en la
profesión, era de cuatro años. En las zonas industrializadas como Londres era
frecuente que una mujer casada completara los ingresos de su marido en las
calles. Que un trabajador alquilase su mujer a un compañero o la vendiera en el
mercado de Nottingham no sorprendían a nadie.
Pero si de las 900.000 personas que vivían en Londres alrededor de 120.000
eran prostitutas, era porque había negocio. ¿Cómo aceptar esas cifras cuando
la sociedad inglesa predicaba todo lo contrario? La explicación reside en que la
moral victoriana y la mitificación de la sociedad de aquellos años constituye una
falsificación de la realidad.
La obsesión puritana de la sociedad de la época hizo que se silenciase todo
aquello relacionado con el sexo, al menos de puertas para afuera, que los
jóvenes no recibieran ningún tipo de instrucción sexual y que las mujeres no
supieran qué les esperaba en su noche de bodas. La razón de la cerrazón y el
prejuicio respecto a las relaciones sexuales surge en un intento de las clases
medias de establecer un diferenciante entre ellas y las clases bajas, además de
acercarlas al estilo de vida que predicaba la aristocracia a través de manuales
como Maneras y tono de la buena sociedad o Solecismos que deben evitarse.
Lejos estaban la nobleza inglesa de comportarse como pretendía hacer ver al
resto de la sociedad.
El propio Príncipe de Gales (el que sería después Eduardo VII), tenía como
amantes a Llillie Langtry y a la famosísima Sarah Bernhardt y su amigo, lord
Harrington, que estuvo a punto de llegar a convertirse en Primer Ministro tenía
contratados los servicios de la prostituta más famosa de Londres: Catherine
Skittles Walters6. No eran los únicos: muchos aristócratas acaudalados llegaron
a mantener burdeles con cuatro o cinco prostitutas, vigiladas por una alcahueta
o abadesa, y otros, lejos de mantener burdeles, preferían encargar y contratar a
jóvenes vírgenes7.
6
Skittles causaba tal impresión durante sus paseos a caballo por Hyde Park (costumbre que
la aristocracia de la prostitución compartía con las mujeres aristócratas), quienes se
detenían a contemplarla llegaban a detener el tráfico.
7
Los hospitales de Londres llegaron a atender en 8 años hasta 2700 casos de
enfermedades venéreas en muchachas de once a dieciséis años.
IX
LA MUJER
La mujer, siempre tratada a lo largo de la historia como bien de intercambio y
monumento de contemplación fue víctima durante el siglo XIX de nuevas
invenciones en la moda que perpetuaron la visión del sexo femenino como un
mero objeto a contemplar y no tocar: El corsé y la crinolina.
Esta segunda, con el armazón y las enormes cantidades de tela que se
necesitaban para cubrirla (hasta cincuenta metros de tejido para un solo vestido)
contribuyó firmemente a este propósito. Y es que la crinolina (que no era sino
una evolución del miriñaque) y el corsé eran imposibles de poner y quitar sin
fuerza, paciencia y una doncella, por lo que las damas que podían permitirse las
tres cosas estaban a salvo de violaciones, un delito más que frecuente en la
Inglaterra de finales del siglo XIX.
X
Niveles y Proceso de vértigo en
El Retrato de Dorian Gray
Nunca he buscado felicidad, ¿quién quiere felicidad? Yo he buscado el placer.8
El sistema ideado por López Quintás para analizar la forma en la que el
hombre mira la vida y pasa por ella es ideal para echar un vistazo a la forma en
que Dorian Gray y el resto personajes de la novela se mueven por el universo
del dandismo victoriano que nos pinta Oscar Wilde en El Retrato de Dorian Gray.
Y es que la base de este sistema es la creencia en la dualidad del hombre: El
ser humano está dividido en cuerpo y alma, dos dimensiones que, unidas,
conforman a la persona.
Para López Quintás esa dualidad es asimismo una unidad: alma y cuerpo no
pueden separarse, sin embargo, Dorian Gray vende su alma, que se asienta en
el cuadro, y queda vacío de ese ente responsable de nuestros sentimientos,
moral y conciencia. Es por ello necesario partir en este análisis de los niveles
teniendo en cuenta que, al carecer de un alma unida a su cuerpo, Dorian no
puede comportarse con el resto de seres humanos más allá del Nivel 1.
Excepto Basil Hallward todos los personajes de la obra se mueven
constantemente en este Primer Nivel. La sociedad planteada por Oscar Wilde es
profundamente hedonista y solo se preocupa por los placeres mundanos de la
vida. Ve el mundo desde el punto de vista del uso, posesión y disfrute, y el autor
nos lo refleja mediante el personaje conductor de la novela: Lord Henry Wotton.
No dilapide el oro de sus días escuchando a gente
aburrida, tratando de mejorar a los fracasados sin remedio,
o entregando su vida a gentes ignorantes, ordinarias y
vulgares. Ésos son los objetivos malsanos, los falsos
ideales de nuestra época. ¡Viva! ¡Viva la maravillosa vida
que hay en usted! No deje que nada se pierda, busque
constantemente nuevas sensaciones. No tenga miedo de
nada… un nuevo hedonismo… eso es lo que nuestro siglo
necesita. (Lord Henry)9
8
WILDE, Oscar, El Retrato de Dorian Gray, Barcelona, España: Espasa Libros S. L. U
2016 p. 252
9
O. C, p. 52
XI
Lord Henry se mueve en un constante hedonismo que no tiene problema en
confesar. Es un provocador que escupe al lector la cara más zafia del
dandismo inglés del siglo XIX, y todas sus disertaciones, ya sean críticas o
alabanzas, se encuentran en el más profundo Nivel 1.
[…] pero las emociones medievales se han quedado
obsoletas. Se pueden utilizar en la ficción, por supuesto.
Pero a decir verdad las únicas cosas que pueden utilizarse
en la ficción con las que de hecho han dejado de utilizarse.
Créeme, ningún hombre civilizado se arrepiente nunca de
un placer.10
Sin embargo, y a pesar de que la mayor parte de la novela se mueve por el
Nivel 1, hay personajes que viven en otros niveles. Basil Hallward se encuentra
a caballo entre los Niveles 2 y 3, pues aunque no es una persona que se
mantiene en el nivel de las virtudes de forma constante, sí es cierto que es el
único que verdaderamente aprecia a Dorian Gray. Es un hombre recto que busca
lo mejor para el hombre al que ama de forma tan desesperada, y es el único que,
llegado el final de la novela le advierte de las habladurías que corren sobre él,
de la corrupción a la que conduce a todos los que se acercan a él. Es un
verdadero amigo que trata, en vano, de volver a encauzar a Dorian.
Sí quiero sermonearte. Quiero que lleves una vida que te
asegure el respeto del mundo. Quiero que tengas un
nombre limpio y un pasado claro. Quiero que te libres de
esa gente horrorosa con la que tratas.11
Sin embargo no llega al Nivel 3. Es profundamente celoso de Lord Henry
Wotton, que ejerce una influencia muy fuerte en Dorian y es –aunque no tanto
que los que le rodean– caprichoso.
No lo eches a perder. No trates de influirle. Tu influencia
sería nefasta. El mundo es grande y hay en él muchas
personas maravillosas. No me arrebates a la única persona
que da a mi arte el único encanto que posee: mi vida como
artista depende de él. 12
Dorian es, desde el punto de vista de los niveles, el personaje más interesante
de la novela para analiza en clave de proceso de éxtasis–vértigo. Como se
introducía al principio del apartado, es necesario empezar la observación de
10
O.C,
p.
116
11
O.
C,
p.
201
12
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C,
p.
43
XII
Dorian teniendo en cuenta de que su alma y su cuerpo están separados. Una
persona íntegra reflejará en su cuerpo los pecados que ha cometido su alma,
serán visibles en su rostro, en sus manos o en su mirada. Sin embargo, Dorian
jamás sufrirá en sus carnes el castigo por sus malas acciones, que se reflejarán
únicamente en el retrato que le regala Basil Hallward.
Sufre por tanto, desde el principio de la novela hasta el final, un proceso de
vértigo atroz irreversible: Dorian llega hasta el Nivel –4. Pero para entender
verdaderamente a este personaje es necesario comparar su primer yo con el
escabroso final. Dorian Gray comienza la novela siendo un joven caprichoso e
ingenuo que ni siquiera es consciente de su propio egoísmo.
Si Lord Henry Wotton se marcha también yo me voy. Nunca
despegas los labios cuando pintas, y es terriblemente
aburridos estar de pie en una tarima tratando de poner cara
agradable. Pídele que se quede. Insisto, de veras. 13
Es Lord Henry quien le abre las puertas a su descarnado hedonismo, pero
cuando Dorian Gray comienza su proceso de vértigo es cuando abandona a Sibyl
Vane. Crudo, insensible y cruel, deja desamparada a la muchacha por la que
decía sentir un amor tan puro. Ella mata su amor a causa de una mala
interpretación en el teatro, y Dorian decide que Sibyl no es la heroína que
representa como actriz, sino una mujer vulgar y que no merece la pena.
Solías despertar mi imaginación. Ahora ni siquiera
despiertas mi curiosidad […] Te amaba porque eras
maravillosa, porque tenías genio e inteligencia […] Y has
tirado todo eso a la basura. Eres superficial y estúpida. […]
Ahora ya no significas nada para mí. Nunca volveré a verte.
Nunca pensaré en ti. Nunca mencionaré tu nombre. 14
Es en el mismo instante en el que ella deja de importarle de un momento a
otro cuando su alma se corrompe por primera vez.
La miró desde arriba mientras sus labios finamente
cincelados se torcían en una mueca de desdén exquisito.
Siempre hay algo ridículo en las emociones de personas a
las que se ha dejado de amar. Sibyl Vane le parecía
absurdamente melodramática. Sus lágrimas y sollozos le
molestaban. 15
13
O.
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46
14
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125
15
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p.
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XIII
Comienza el proceso de vértigo, y Dorian acaba por ser consciente de su
egoísmo. Es un hombre narcisista que solo busca su propio bien, sin embargo,
a lo largo de la novela, comienza a frecuentar los peores antros londinenses,
corrompe a todos los que le rodean y, como último punto de inflexión, asesina a
Basil Hallward y hace desaparecer su cuerpo. Comete un asesinato y ultraja a
su amigo disolviendo su cuerpo y quemando sus pertenencias descendiendo a
los niveles –3 y –4. Para esta tarea soborna a Alan Campbell, antiguo amigo que
cumple la tarea que Dorian le ordena y acaba suicidándose capítulos después.
Campbell se volvió y, al mirar a Dorian Gray, vio que sus
ojos estaban llenos de lágrimas. Había algo en la pureza y
en el refinamiento de aquella cara triste que pareció
enfurecerle.
–Eres infame, absolutamente infame
–Calla, Alan: Me has salvado la vida –dijo Dorian.
–¿Tu vida? ¡Santo Cielo! ¿Qué vida es ésa? Has ido de
corrupción en corrupción y ahora la has culminado en
crimen. Al hacer lo que voy a hacer, lo que me has obligado
a hacer, no es en tu vida en lo que estoy pensando. 16
El proceso de vértigo de Dorian se hace más acuciante a partir de este
momento. Después del asesinato de Basil las acciones empiezan a sucederse
cada vez más deprisa: Enloquece de pánico, la sombra de su pasado aparece
encarnada en el hermano de Sibyl Vane, la sociedad inglesa lo aparta cada vez
más y, sin poder soportarse a sí mismo, acaba apuñalando su propia alma. Y al
final, decide destruir cualquier resquicio de remordimiento y de conciencia que
pueda quedarle, pues los tormentos a los que está sometido después de una
vida de corrupción se acaban volviendo insoportables.
Contra él sólo quedaba una pequeña prueba. El cuadro
mismo: ésa era la prueba. Lo destruiría. […] Le impedía
dormir por la noche. Cuando estaba fuera, le llenaba de
terror la idea de que otros ojos pudieran verlo. Había teñido
sus pasiones de melancolía. Su simple recuerdo había
echado a perder muchos instantes de alegría. Había sido
para él como la conciencia. Sí, había sido su conciencia.
Lo destruiría.17
16
O.
C,
p.
224
17
O.C,
p.
282
XIV
Temas profundos de la obra.
El Retrato de Dorian Gray es una novela que trata muchos temas, y todos
ellos son encierran crítica sutil, a la par que descarnada, de la sociedad inglesa
de finales del Siglo XIX. El tema principal, que planea sobre toda la obra es La
Corrupción del Alma a través del Narcisismo.
CORRUPCIÓN Y DESHUMANIZACIÓN
La corrupción del alma es a la vez tema y argumento. Dorian Gray pierde su
unidad como ser humano y separa su cuerpo de su alma, que queda imprentada
en el retrato que pinta para él Basil Hallward. Al darse cuenta de que no será él
quien envejezca, sino el cuadro, el pánico que siente en un principio se ve
sustituido en seguida por un leve sentimiento de aceptación. Sin embargo, en
vez de optar por mantener su alma incorrupta y el cuadro intacto, toma el camino
contrario: Su belleza exterior nunca cambiará, así que para el, pecar no tendrá
consecuencias, por lo tanto tiene total libertad para entregarse al hedonismo
desenfrenado que le inculca Lord Henry.
Esto plantea la siguiente pregunta al terminar el libro: ¿Se comportaría con
rectitud el ser humano si no hubiera consecuencias tras sus actos? Dorian acaba
atormentado por sus malas acciones, pero ese tormento viene más de la
aparición de James Vane y del hecho de que el cuadro se estropea cada vez
más que de su supuesta conciencia. Él mismo admite, al final del libro, que su
última buena acción se ha debido a la vanidad y no a un verdadero deseo de
redención.
Por vanidad la había salvado. Por hipocresía se había
puesto la máscara de bondad. Por curiosidad había
probado la negación de sí mismo.18
Sin embargo, jamás se culpa a sí mismo por su desgracia, sino a Basil
Hallward o incluso a su propia belleza.
Era su belleza lo que le había traído la ruina, su belleza y
la juventud por la que había rezado. Sin esas dos cosas,
su vida tal vez hubiese estado libre de mancha. 19
18
O.
C,
p.
282
19
O.
C,
p.
279
XV
Es esta corrupción la que provoca la deshumanización de Dorian Gray, que
pierde todo resquicio de humanidad: Se transforma poco a poco en un ser vacío
únicamente preocupado por el placer y la belleza. Sólo quiere deshacerse de
cualquier sensación negativa: la culpabilidad y el remordimiento que le persiguen
son insoportables para quien vive en la eterna juventud, sin sufrir ningún tipo de
dolor físico. Además trata a todos los que le rodean de una forma completamente
superficial. Únicamente siente aprecio por Lord Henry, pero no de una forma
emocional, sino puramente intelectual: le estimulan las teorías políticamente
incorrectas de Harry, y a Lord Henry le encanta la influencia que ejerce sobre
Dorian. Es por ello que se mantienen tan unidos. Mas el resto de personas que
le rodean no son para Dorian Gray más que objetos para su uso y disfrute: los
persuade y los utiliza a su antojo. De hecho, Basil, al que considera su amigo,
es eliminado en cuanto se convierte en un estorbo para él, al igual que lo habría
sido Lord Henry si se hubiese dado el caso.
Dorian Gray echó una mirada al cuadro y de repente se
apoderó de él un incontrolable sentimiento de odio hacia
Basil Hallward […] Las locas pasiones de un animal
acorralado se agitaron en su interior, y odió al hombre que
estaba sentado a la mesa más de lo que había odiado a
nada en su vida. 20
HEDONISMO Y ANTINOMIANISMO
Tal vez sea el tema más claro de la obra. En El Retrato de Dorian Gray el
hedonismo se respira. Se presenta a través de Lord Henry Wotton, también
partidario del rechazo de las leyes morales. La sociedad inglesa es retratada de
forma ligeramente paródica mediante los pensamientos que expone Harry y que
transforman a Dorian en lo que se convertiría un hombre que solo se guía por
los placeres sensibles y los impulsos físicos sin ningún tipo de reserva moral.
Es constante por parte de Henry el rechazo total a la moral, que es palpable
en muchas ocasiones en sus opiniones acerca del amor y el matrimonio –que
serán tratadas más adelante–, del valor de la persona, o incluso de la propia
belleza, que sólo contempla como algo exterior.
La Belleza, la verdadera belleza, acaba donde empieza
una expresión intelectual. La inteligencia es en sí misma
una forma de exageración […]. Fíjate en los hombres que
triunfan en las profesiones cultas. ¡Son totalmente
horrorosos!21
20
O.
C,
208
21
O.C,
p.31
XVI
Dorian Gray es contagiado por su amigo casi desde el mismo instante en
que se conocen y acaba cayendo también en la trampa de los placeres
sensibles. Su comportamiento, que se dedica exclusivamente a la obtención
del placer, es sobre todo palpable a lo largo del capítulo 11, en el que Oscar
Wilde retrata todas las actividades de culto a la belleza a las que se da Dorian:
Creación de perfumes, contemplación de tapices y alfombras o colección de
piedras preciosas.
Trataba de elaborar algún esquema nuevo de vida que
tuviese una filosofía razonada propia y unos principios
ordenados propios, y encontrar en la espiritualización de
los sentidos su más alta realización.
El culto a los sentidos ha sido censurado con frecuencia,
y con mucha injusticia […] surgiría un nuevo hedonismo
que recrearía la vida y la salvaría de ese puritanismo
grosero y bronco que conoce en nuestros días un curioso
renacimiento.22
LAS PASIONES
El Retrato de Dorian Gray es un libro sobre pasiones y sobre cómo el ser
humano que se deja dominar por ellas acaba por perder el norte. Y es que la
corrupción y la deshumanización de Dorian no serían posibles sin el
enaltecimiento de las pasiones que se da durante toda la novela y que, una vez
más, defiende Lord Henry.
La única manera de librarse de la tentación es caer en ella.
Si uno resiste, el alma queda infectada por el deseo de
cosas que ella misma se ha prohibido, por el deseo de lo
que sus leyes monstruosas han hecho monstruoso e
ilegal.23
Todo el libro parece tratarse de una disertación para justificar el caer en la
tentación, en el pecado o en la infidelidad. Lord Henry, embajador de la
inmoralidad, es el abogado de todo lo que la sociedad y la propia conciencia del
ser humano ve como incorrecto.
El pecado cometido una vez, y cometido con aversión,
volveremos a cometerlo muchas veces, y con alegría.
[…]Las pasiones sobre cuyo origen nos engañamos son las
22
O.
C,
p.
174–175
23
O.
C,
p.
48
XVII
que ejercen la mayor tiranía sobre nosotros. Nuestras
motivaciones más débiles son aquellas cuya naturaleza
conocemos. 24
LA BELLEZA
Uno de los temas principales y sin embargo, parece que pasa desapercibido,
siendo tan obviado que el resto le hacen sombra. Como perteneciente al
movimiento estético, Oscar Wilde no podía desechar la belleza como uno de los
temas fundamentales de su obra. Aunque bien es cierto que el concepto de la
belleza planea sobre todo el libro, no es un objeto de crítica, de debate, ni de
denuncia por parte del autor: y es que el momento esteticista reivindicaba la
belleza como algo positivo y objeto de disfrute, uniéndose a una visión hedonista
del mundo.
La belleza está presente porque Dorian está presente. Dorian Gray teme
perder la belleza que le otorga la juventud, y debido al hedonismo que puede
respirarse en la atmósfera de cada página, la belleza se convierte en fiel
compañera de éste, y lo sigue capítulo a capítulo.
Para Henry la belleza es meramente física. No puede ir unida a la inteligencia,
pues alguien inteligente denotará en sus rasgos que su mente desgasta el
cuerpo al pensar.
La belleza, la verdadera belleza, acaba donde empieza una
expresión intelectual. La inteligencia es en sí misma una
forma de exageración, y destruye la armonía de cualquier
cara.25
Sin embargo, la novela discrepa, y la belleza está íntimamente unida, si no al
intelecto, a los actos del hombre. El envejecimiento lo da el tiempo, pero la forma
en que envejecemos la modelan nuestros actos. Son nuestros pecados los que
dan forma a nuestra vejez, que será prematura y horrenda si no nos
comportamos conforme a una moral recta. El retrato de Dorian es la plasmación
física de esta teoría:
Un ser humano con cuerpo y alma unidos reflejará en sus facciones su pasado
–ya sea corrupto o no– pero en Dorian, cualquier rastro de sus pecados será
borrado de su cuerpo para implantarse en la pintura en la que ha ido a vivir su
alma. La belleza es pues, objeto de deseo y preservación, pero tan puro que en
los hombres es efímera y pasajera. Y es que el hombre es un ser inmoral,
24
O.
C,
p.
93
25
O.
C,
p.31
XVIII
hedonista, y pecador por naturaleza, pero debe recibir su castigo, y eso es algo
que Dorian trató de evitar en balde.
CRÍTICA AL AMOR Y MENOSPRECIO DE LA MUJER
El amor, en el sentido más puro de la palabra, solo aparece reflejado en dos
personas en toda la novela. Sibyl Vane y Basil Hallward están perdidamente
enamorados de Dorian Gray y sin embargo, el amor que sienten por él carece
de dimensión intelelcual. Su atracción por él se debe meramente a la poderosa
influencia que Dorian parece ejercer sobre todos los que le rodean. Es un amor
que, aunque poderoso, es superficial. Para Sibyl, Dorian es el Príncipe Azul, y
en cuanto a Dorian, su amor por Sibyl Vane no es más que un capricho que se
desvanece en cuanto desaparece la imagen que se había formado de ella.
Sin embargo, y aunque lo que siente Basil por Dorian se fundamenta en la
inspiración que le infunde, Hallward tiene verdadero aprecio por él, y, como ya
se ha mencionado, teme por la rectitud de Dorian y trata de protegerlo de la
influencia de Henry y de reconvertirlo en una persona recta.
He sido dominado, alma, cerebro, y energía por ti. Te
convertiste para mí en la visible encarnación de ese ideal
invisible cuyo recuerdo nos obsesiona a nosotros los
artistas como un sueño exquisito. Te adoraba.26
Como refuerzo a la visión de la negación del amor, aparecen una y otra vez
las teorías de Lord Henry acerca de la infidelidad, que respalda poniendo como
ejemplo su propio matrimonio.
El único encanto del matrimonio es que hace del engaño
una necesidad absoluta para ambas partes. Nunca sé
dónde está mi esposa y nunca sabe lo que yo estoy
haciendo. 27
Estas exposiciones critican la rectitud que la sociedad inglesa pretende tener
y exaltan las pasiones.
¡Qué alboroto arma la gente con eso de la fidelidad! –
exclamó Lord Henry–. Pero si hasta el amor es una pura
cuestión de fisiología. No tiene nada que ver con nuestra
propia voluntad. Los jóvenes pretenden ser fieles, y no lo
26
O.
C,
p.
156
27
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C,
p.33
XIX
son;; los viejos pretenden ser infieles, y no pueden: eso es
todo lo que se puede decir.28
Además, durante toda la novela aparece un constante descrédito a la mujer.
Lord Henry la plantea como un ser inferior, con tan buena memoria que resulta
desagradable y cuya única utilidad es ser encantadora, pues si resulta
demasiado inteligente pierde todo su encanto.
Las mujeres son un sexo decorativo. Nunca tienen nada
que decir, pero lo dicen de una manera encantadora. Las
mujeres representan el triunfo de la materia sobre el
espíritu, lo mismo que los hombres representan el triunfo
de la mente sobre la moral. 29
Presenta a la mujer como un ser que, a la par de estar hecha para servir al
hombre también le resulta una profunda molestia. Son bobas, pero con gran
memoria y exigen del hombre cosas que a este no quiere entregar, y si lo hace,
las dará a disgusto.
–Has de admitir, Harry, que las mujeres dan a los
hombres el verdadero oro de sus vidas.
–Es posible–suspiró Lord Henry–, pero invariablemente
exigen que se les devuelva la calderilla. Y esa es la lata […]
La mujeres nos inspiran el deseo de hacer obras maestras,
y siempre nos impiden llevarlas a cabo.30
CRÍTICA A LA SOCIEDAD INGLESA
No está exenta la novela de crítica a la sociedad del momento en el que fue
escrita. El mundo de El Retrato de Dorian Gray es el de una cerrada Inglaterra
Victoriana que impone sobre sí misma y el resto del mundo una moral rígida
tratando de ocultar su propia hipocresía. Los acaudalados lores viven en su
mundo de cócteles y cenas, y organizan actos benéficos en las zonas
empobrecidas de Londres como una forma de auto–engaño para su conciencia.
Y la nota discordante que abre los ojos al lector es, como siempre, Lord Henry.
–A pesar de todo, el East End es un problema muy
importante –observó Sir Thomas, con un grave movimiento
de cabeza.
28
O.C,
p.
60
29
O.
C,
p.
80
30
O.
C,
p.116
XX
–Desde luego– replicó el joven Lord (Lord Henry)–. Es el
problema de la esclavitud, y nosotros tratamos de
resolverlo divirtiendo a los esclavos.31
Además, el Colonialismo Inglés se encuentra en decadencia, y la sociedad
victoriana –sobre todo la de clase alta, que es la que refleja la novela– se siente
amenazada por la nueva forma de vida americana.
¿Qué es esa patraña que me cuenta tu padre de que
Dartmoor quiere casarse con una americana? ¿Es que las
inglesas no son bastante buenas para él?32
–Dicen que, cuando mueren, los americanos buenos
van a París –dijo con una risita sir Thomas, que tenía un
gran armario lleno de desechos de humor.
–¿De veras? Y cuando mueren, ¿dónde van los
americanos malos? –preguntó la duquesa.
–Van a América. –Murmuró Lord Henry.33
31
O.
C,
p.
71
32
O.
C,
p.
65
33
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C,
p.
70
XXI
Generalidades
El retrato de Dorian Gray es una novela escrita en tercera persona en narrador
omnisciente dividida en 20 capítulos. Tiene tres protagonistas: Dorian Gray y
Lord Henry Wotton, y un tercero: Basil Hallward. Como personajes secundarios
adquieren relevancia Sibyl y Jim Vane y Alan Campbell. Encontramos otros
personajes a lo largo de la novela que hacen de coro, como los aristócratas con
quienes los protagonistas se relacionan;; la mujer, el tío o la prima de Henry;; los
mayordomos de Dorian o incluso los distintos personajes que se encuentra
Dorian Gray en los barrios bajos de Londres.
PERSONAJES
DORIAN GRAY
Protagonista de la historia. Es un joven aristócrata inglés, de cabello rubio y
ojos azules, muy bello, que comienza a corromper su carácter cuando conoce a
Lord Henry y empieza a dar rienda suelta a su egoísmo. Al implantar su alma en
el retrato que pinta Basil Hallward, no envejece, y toda corrupción queda
reflejada en el cuadro, por lo que pronto dará rienda suelta a sus pasiones y a
su amor por el placer sin reparar en las consecuencias. Poco a poco se va
convirtiendo en un ser corrupto que destroza las vidas que los jóvenes que rodea
y a los que influencia de una forma poderosa.
LORD HENRY WOTTON
Podría decirse que también es una especie de protagonista del libro. Es el
conductor, que guía a Dorian a lo largo de su trayectoria hasta que el joven toma
su propio camino de deshumanización. Está casado pero no cree realmente en
el amor y la fidelidad en el matrimonio, su cinismo hace que sea una presencia
gratamente recibida en las reuniones sociales. Sus contertulios mencionan en
varias ocasiones que su cinismo es simplemente una pose, y aunque implanta
la semilla de las pasiones en Dorian, su alumno sigue sus consejos de forma
más ferviente que él, cuya principal ocupación parece consistir en asistir a cenas
para dar buena conversación, y observar la transformación de Dorian.
BASIL HALLWARD
Pintor. Es el personaje que nos introduce a Dorian. De buen corazón y
voluntad, resulta a Henry y a Dorian terriblemente aburrido, tal vez por su poca
picardía. Está profundamente enamorado de Dorian Gray, quien es también su
XXII
fuente de inspiración, y siente celos de que Henry se haya convertido en la nueva
mejor amistad de su amigo. Es el único que realmente se preocupa por la rectitud
de Dorian, sin embargo, esa bondad acaba llevándolo a la tumba.
SIBYL VANE
Es una muchacha de diecisiete años que interpreta a las mujeres de las obras
de Shakespeare en un teatrillo de poca monta en Londres. Sin embargo es muy
buena interpretando sus papeles y tiene un gran genio. A la par que gran actriz,
es también ingenua, jovial y alegre: acostumbra a llamar a Dorian Príncipe Azul
y está convencida de que se casará con él. Quiere con locura a su hermano Jim,
que está a punto de partir hacia ultramar y adopta con él una actitud
tranquilizadora con respecto a Dorian. Sin embargo, es también sentimental y
muy pasional, lo que le llevará al suicidio tras el desplante de su Príncipe Azul.
JIM VANE
Hermano pequeño de Sibyl Vane. Cuando aparece por primera vez, va a
enrolarse en un barco, y deja a su hermana en tierra con reticencia debido a que
no confía en ese Príncipe Azul del que ella está tan enamorada. Es vehemente
y ofuscado y no atiende a las explicaciones de su hermana. Promete que si ese
enamorado le hace algún daño a Sibyl acabará matándolo, y siendo fiel a su
promesa, lo intenta, y casi lo consigue. Se deduce por tanto que es un hombre
firme en sus propósitos, aunque claramente proveniente de una familia humilde.
ALAN CAMPBELL
En el momento de la historia en el que Dorian acaba con Basil, Alan ya ha
cortado toda relación con él. Se deduce que fue gran amigo de Dorian y que por
razones desconocidas se distanció de él deliberadamente. Alan es un hombre
horrorizado por el comportamiento, la forma de vida y las acciones de Dorian,
trata de ser íntegro, pero ante la sutil amenaza de Dorian acaba cediendo a sus
deseos: Le preocupa más su reputación y su futuro que la atrocidad que el
protagonista de la novela le obliga a cometer.
RECURSOS LITERARIOS
Si hay un recurso imperante en El Retrato de Dorian Gray ese es la hipérbole:
No es el autor quien la emplea para sus descripciones, sino los propios
personajes quienes la utilizan a la hora de expresarse. Basil es el más propenso
a hablar de forma hiperbólica, sobre todo cuando se refiere a Dorian.
XXIII
He sido dominado, alma, cerebro y energía por ti.34
Nunca he tenido un amigo como tú y nunca tendré otro
igual. ¿No tendrás celos de las cosas materiales,
¿verdad?, ¡Tú eres mucho más hermoso que cualquiera de
ellas!35
Oscar Wilde también utiliza la elipsis temporal para hacer avanzar la obra con
mayor rapidez. De hecho, los primeros capítulos transcurren de forma
continuada en el tiempo, y en los centrales comienza a saltar, hasta el punto de
que la narración llega a saltarse décadas.
Durante años, Dorian Gray no pudo liberarse […]36
Fue el nueve de noviembre, la víspera de su trigésimo
octavo cumpleaños.37
No queda exenta la novela de la enumeración, que está presente durante
todo el Capítulo 11.
Los discordantes intervalos y las estridentes disonancias
de la bárbara música le conmovían en los momentos en
que la gracia de Schubert, los belos sufrimientos de Chopin
y las poderosas armonías del mismo Beethoven no
ofrecían interés alguno para su oído.38
Y con las enumeraciones aparece también el polisíndeton.
Tenía los misteriosos juruparis de los indios del río Negro
[…] y las vasijas de barro de los peruanos […] y las flautas
de huesos humanos […] y los sonoros jaspes verdes [...]39
34
O.
C,
p.
156
35
O.C,
p.
56
36
O.C,
p.
171
37
O.
C,
p.
196
38
O.C,
p,
179.
39
O.V,
páginas
179–180
XXIV
Sinopsis
Dorian Gray es un adolescente perteneciente a la aristocracia inglesa del siglo
XIX. No hay nada comparable a su belleza, y su carácter es dócil e inocente. Sin
embargo, su vida cambia cuando conoce a Lord Henry, que comienza a
exponerle sus cínicas y hedonistas teorías que harán que Dorian desee no
envejecer nunca y acabe, sin proponérselo, desdoblando su cuerpo y su alma,
que se instalará en el retrato que acaba de regalarle su amigo Basil. Desde
entonces no envejecerá y todos sus pecados se reflejarán, ya no en su rostro,
sino en su yo retratado en el cuadro, haciendo que al no ver mermada su belleza
ni juventud, Dorian acabe corrompiéndose a sí mismo y también a todos los que
le rodean.
XXV
Lo más impactante
[…] de repente se apoderó de él un incontrolable
sentimiento de odio hacia Basil Hallward, como si la imagen
del lienzo se lo hubiese sugerido, como si selo hubiesen
sugerido al oído aquellos labios burlones. Las locas
pasiones de un animal acorralado se agitaron en su interior,
y odió al hombre que estaba sentado a la mesa más de lo
que había odiado a nada en su vida. […] Cuando estuvo a
su espalda lo empuñó (el cuchillo) y se dio la vuelta.
Hallward se movió en la silla como si fuese a levantarse.
Se abalanzó sobre él y le clavó el cuchillo en la gran vena
que hay detrás de la oreja, aplastando contra la mesa la
cabeza del hombre y apuñalándola una y otra vez. […] Tres
veces se tensaron de forma convulsa los brazos hacia
arriba, agitando en el aire de una manera grotesca unas
manos de dedos rígidos. Le clavó el cuchillo dos veces
más, pero el hombre no se movió.
El Retrato de Dorian Gray no es un libro de acción, sino de pensamiento. Está
plagado de frases sagaces, de pullas suaves (y no tan suaves) y de indirectas
escondidas para que el lector hábil las capte. Sin embargo, no es un libro en el
que abunden las escenas de acción, y tal vez por eso el pasaje que más me
sorprendió fue el asesinato de Basil. A pesar que todo lo que ocurre
anteriormente nos conduce a pensar que la secuencia no puede acabar de otra
manera, la saña con la que Dorian lo apuñala y la descripción de la muerte son
turbadoras. Mientras leía podía imaginarme perfectamente a Basil
convulsionando violentamente mientras Dorian lo sujetaba con fuerza para
seguir clavándole el cuchillo una vez tras otra.
Pero no es solo el asesinato de Basil lo más impactante, sino todo lo que rodea
su muerte: la forma tan vil en la que Dorian se deshace del cuerpo y como
coacciona a Alan Campbell para que le ayude es también un punto de inflexión
en la forma en la que el lector ve a Dorian. Creo que a esas alturas de la novela
a todos nos había quedado claro que Dorian Gray no era el hombre más virtuoso
sobre la faz de la tierra, pero el asesinato es otra cosa muy diferente a meras
fiestas desenfrenadas y unas cuantas visitas a fumaderos de opio. Y deshacerse
del cadáver de alguien a quien consideraba su amigo disolviéndolo es el límite
para quién no se hubiera enemistado con Dorian decida que ya es hora de
considerarlo un ser completamente corrupto.
XXVI
En comparación con la forma tan liviana en que está escrito el resto del libro,
el pasaje del asesinato y de cómo se deshace Dorian el cuerpo está relatado de
una manera oscura y muy gráfica. Tal vez es por eso que es la parte que más
me sorprendió y que más me gusta: Vemos por primera vez a Dorian Gray como
verdaderamente es, sin máscara, sin la cara que da a la sociedad. Se transforma
de repente en su propio cuadro y todo raciocinio desaparece durante unos
instantes en lo que lo único en lo que puede pensar es en eliminar a Basil, en
dejar de escuchar su aburrida y odiosa perorata.
De repente, la atmósfera de amigable hipocresía en la que se desarrolla la
novela desaparece y nos vemos envueltos en la oscuridad, la humedad y la
polvorienta atmósfera del estudio de la casa de Dorian, en mitad de la noche,
sintiendo la quietud y respirando la tensión que da saber que todos los criados
están dormidos pero que podrían despertarse en cualquier momento, descubrir
a Dorian, o escuchar las gotas de sangre de Basil caer al suelo, que parecen ser
el único sonido audible en todo Londres en ese mismo instante. Es un pasaje
asfixiante, violento y oscuro. ¿Qué otra escena podría haberme impactado
más?
XXVII
La tortura del capítulo 11 y la mujer como florero.
Es difícil plantear aspectos negativos en una novela como El Retrato de
Dorian Gray, un símbolo de una mezcla casi perfecta (y también desconcertante)
entre esteticismo y decadentismo.
Tal vez el punto negativo más importante de la obra sea la aparente ambición
de Wilde por dejar claro su suprema sabiduría en cuanto a arte y estética. Como
ya se ha mencionado, todo el capítulo 11 es una sucesión de nombres, objetos,
estilos y descripciones extensísimas acerca de piedras preciosas, tapices,
alfombras y personajes renacentistas que –en mi opinión–, poco tienen que ver
con la historia. Si bien es cierto que Wilde defendía el arte por el arte, postularse
y luchar por una postura es completamente legítimo siempre que se haga de
forma lógica. Cuando leía el capítulo 11, me quedó bien claro tres páginas
después de comenzarlo que Dorian decidió darse al noble arte de la
contemplación y el aprendizaje de todo lo bello. Como lectora, no necesito
tragarme la extensa disertación acerca de a quién perteneció cierta tiara
valorada en doscientos mil florines40, o tratar de descifrar qué pintan Riario, Gian
Maria Visconti, Ezzelenio, Giambattista Cibo y Sigismondo Malatesta reunidos
en una única página.
Entiendo pues que todo el capítulo 11 constituye un pretencioso intento de
realizar una lista de conocimientos que creo innecesarios, tal vez por falta de
cultura, por edad y época en que he leído el libro. Cabe la posibilidad, sin
embargo, de que realmente en 1890 resultaran los personajes y las obras
presentadas conocidos, y los lectores del El Retrato de Dorian Gray apreciaran
y se sorprendieran ante la declamación de nombres que presentó Oscar Wilde.
Eso sí, no retiro el que el capítulo 11 sea presuntuoso.
Otro punto sobre el que tengo el corazón dividido es la visión que plantea Lord
Henry Wotton respecto a las mujeres. Las proyecta como un bonito florero, inútil
y vacío que no debe mostrar inteligencia: si la mujer es inteligente pierde todo
interés y todo valor. ¿Era tan radical el pensamiento de la época hacia las
féminas? ¿Es la visión real de Oscar Wilde? ¿Es una exageración cómica con
intención de denuncia? No lo tengo muy claro.
El caso es que, a pesar del indudable ingenio de las declaraciones de Lord
Henry, sus afirmaciones me dolían cada vez más conforme avanzaba en la
40
Paulo II, veneciano que trató de hacerse con el título de Formosus y que se menciona
en la página 194 de la obra citada, así como el resto de nombres que vienen a
continuación.
XXVIII
novela. Además, no hay personajes femeninos realmente significantes: Sibyl es
utilizada como desencadenante y el resto de damas que aparecen en la obra
son parlanchinas, superficiales y secundarias. Se presentan como anfitrionas de
cenas y comidas a las que asisten los personajes principales que son, como no
podía ser de otra manera, hombres. Incluso los secundarios relevantes, los que
realizan acciones y no observan lo que ocurre de forma pasiva son también
varones, como el hermano de Sibyl o Alan Campbell.
Pero esta crítica está realizada desde el punto de vista de una mujer que lee
un libro escrito hace 126 años, por lo que tal vez el tema de la invisibilización de
la mujer no sea en este caso realmente criticable.
De todas maneras, intentar buscar lo negativo en una obra de la escala de El
Retrato de Dorian Gray es casi como buscar una aguja en un pajar. Es cierto que
yo habría eliminado el capítulo 11 de la faz de la tierra, pero eso es solamente
opinión. Ya he leído el libro dos veces y esta segunda ocasión lo he apreciado
más que la primera, y con mucha diferencia. Tal vez la próxima vez sea capaz
de aceptar el capítulo 11 y hacerle un hueco en mi memoria.
XXIX
Lo positivo
No es extraño que los jóvenes lectores del siglo XXI tengamos, a veces,
reticencias a la hora de aventurarnos con un clásico. A pesar de haber perdido
el miedo a los libros anteriores a 1950 hace tiempo, no es raro que George R.R
Martin y Patrick Rothfuss tiren de mi con una soga, y yo tenga que hacer un
esfuerzo relativamente fuerte para escoger un libro que no sea fenómeno actual
de masas. Y es que cuando una tiene poco tiempo para leer, tiende a escoger lo
que sabe que le resultará cómodo, fácil, y rápido. Sin embargo, normalmente el
esfuerzo de ignorar de vez en cuando las súplicas de los tentadores libros de
fantasía, merece la pena.
Es difícil reírse leyendo, y lo es aun más cuando el humor es de otra época.
Pero con el retrato de Dorian Gray me he reído. Sí, me he reído de verdad, y con
reírme me refiero a que no solo he esbozado una sonrisa burlona mientras
pasaba las páginas, sino que he soltado verdaderas carcajadas con el cinismo
de Lord Henry. ¿Y por qué? Por una razón muy sencilla: El personaje, quien no
es otro que el propio Oscar Wilde, escupe a la cara del lector de una forma
mordaz y sin reparos verdades como templos… O pensamientos tan
escandalosos para la sociedad victoriana que no podía sino preguntarme cómo
el libro de Wilde no fue censurado. Cada vez que lord Henry abría la boca me
imaginaba a dandis ingleses leyendo lo mismo que yo hace ciento veinte años,
preguntándose si lo que habían entendido era realmente lo que acababan de
leer.
Así que lo mejor del libro no es la idea del desdoble del alma en un cuadro,
no es la descarada presencia de la homosexualidad, ni los discursos sobre la
belleza: la guinda del pastel, es, sin duda, Lord Henry Wotton.
Pero como toda gran obra, El Retrato de Dorian Gray no es potente solamente
gracias a Lord Henry: Aunque Wilde afirmara y reafirmara que todo arte es
amoral (e inútil), su libro critica a la sociedad en la que vivía poniendo de
manifiesto la hipocresía en la que nadaba la aristocracia inglesa, y plantea
brillantemente el proceso de deshumanización de Dorian Gray, que pasa de ser
un joven ingenuo a un hombre sin escrúpulos y falto de conciencia que, sin
embargo vive torturado por las sombras de su pasado. ¿Es Dorian la evolución
de una sociedad que creía que hiciera lo que hiciere quedaría impune?
Hedonista, consumidor de opio y asesino, Dorian oculta todo lo malo tras una
fachada amable y bella, tal y como lo hacía la sociedad de la era victoriana. Pero
nadie puede huir de sus actos. La muerte llega, y a veces de las formas más
terribles.
XXX
Basil y las rosas.
Basil Hallward caminaba con dificultad a través de la niebla londinense del
West End. Llevaba bajo el brazo derecho un maletín cargado con pinceles y
trataba sin mucho éxito de mantener cerrado un estuche con óleos añejos con
la mano izquierda. Bajo su enorme gabán, la humedad de la ciudad seguía
siendo capaz de alcanzarle, pero el haber salido de casa a aquellas horas
intempestivas y cargado de sus utensilios más preciados tenía un motivo de
peso.
No era muy habitual que llegaran flores a casa de Basil. No le gustaba
demasiado dejarse ver en sociedad, por lo que pocas personas solían escribirle
o enviarle regalos. Pero aquella mañana el olor a rosas le recibió de la vuelta de
su viaje a París. Tendría que ir de nuevo a Francia para ultimar los detalles de
su primera exposición en la capital, pero entretanto, había preferido volver a
casa. Y cuan grata fue su sorpresa al encontrar un ramillete de rosas en el
recibidor acompañadas por una carta de su querido Dorian Gray.
Hacía mucho tiempo que no lo veía. Basil había comenzado a oír rumores
acerca del comportamiento de Dorian, y temía por la buena reputación de su
amigo. No sabía si las habladurías acerca de la terrible influencia que había
ejercido Dorian sobre sus jóvenes compañeros era cierta, pues no lo había
corroborado de primera mano, pero si así era, debía abrirle los ojos. Cómo se
arrepentía de haberle presentado a Henry… Todo había sido hasta entonces tan
maravilloso, tan puro, tan bello… Desde que no tenía noticias de Dorian, su arte
se había ido consumiendo poco a poco, y había perdido, casi sin darse cuenta,
contacto con sus dos amigos más preciados.
Pero las rosas de Dorian le habían devuelto la vida. Qué ganas tenía de verle,
de confirmar que todo lo que había oído sobre él no eran más que rumores, de
hablarle de París, y, ¿por qué no? pintarle otro retrato. Dorian siempre había sido
su inspiración, no se negaría a que lo pintara de nuevo. No, no lo haría. Además,
hacía tanto que no se veían…
Cuando llegó a la casa, le abrió un mayordomo que él no conocía. ¿Acaso se
había ido el francés? ¿O lo había despedido? Se lo preguntaría más tarde. El
hombre que estaba frente a él lo miró con desconfianza. Le dijo que el señor no
se encontraba en casa, y que no sabía cuándo volvería. Ni siquiera le invitó a
esperar a Dorian en el salón. Cerró la puerta, y a Basil se le cayó el maletín que
con tanto afán había tratado de sujetar durante todo el camino bajo el brazo
derecho.
XXXI
Final alternativo
CAPÍTULO 20
Era una noche preciosa, tan tibia que se echó la chaqueta sobre el brazo y no
se anudó siquiera la bufanda de seda alrededor del cuello. Cuando regresaba
tranquilamente a casa, fumando un cigarrillo, dos jóvenes con traje de etiqueta
lo adelantaron. Oyó a uno cuchichearle al otro: Es Dorian Gray. Recordó cuánto
le gustaba en el pasado que lo señalasen con el dedo, que lo mirasen fijamente
o que se hablase de él. Ahora estaba cansado de oír su propio nombre.41
Siguió caminando, pero para cuando prestó atención a dónde se encontraba,
se dio cuenta de que se había pasado varias manzanas. Decidió que ya no
merecía la pena volver atrás: Hacía una noche maravillosa, y aquella zona de
Londres era muy agradable cuando la transitaba tan poca gente. Mucho mejor
que los fumaderos de opio que había frecuentado durante los últimos años sin
duda. Así que no se detuvo hasta llegar hasta las casas del parlamento. Se dijo
a sí mismo que jamás se había propuesto sentarse en la cámara de los comunes,
pero si hubiera querido, con toda seguridad lo habría logrado.
Estaba agotado de sí mismo y de los demás. Del placer de vivir y de la mera
contemplación de la belleza. Y aunque Jim Vane había desaparecido para
siempre y Basil Hallward, el único testigo de su secreto, se había desvanecido
sin dejar rastro, los rostros de aquellos dos hombres se le aparecían
constantemente, recordándole los pecados que había cometido, obligándole a
imaginar las circunstancias en las que se encontraría su retrato. Deforme,
horrendo, corrompido tras años de actos infames. Alan Campbell, que había
decidido quitarse la vida a causa de los remordimientos, también chillaba dentro
de su cabeza. Todos aullaban haciéndole olvidar los tiempos en los que Dorian
se había convertido en un dandi de la belleza y el hedonismo. Las enseñanzas
de lord Henry habían llegado a un lugar tan profundo dentro se sí mismo, que se
habían excedido, y lo habían convertido en un Adonis monstruoso.
¿Qué hacer entonces, ahora que su alma, oculta bajo una pesada tela rogaba
por hacerse eco de sus remordimientos? Destruir el lienzo fuera, tal vez, el
camino más recto. Pero Dorian nunca había seguido el sendero de la virtud:
había engañado a la sociedad londinense durante un tiempo, convenciéndolos
de que era un hombre ejemplar, utilizando su rostro como arma, mas aquella
farsa no podía durar eternamente. La tregua se había acabado, y la solución a
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He comenzado con el fragmento original con el que empieza el último capítulo.
XXXII
los remordimientos que poco a poco le quitaban las ganas de seguir viviendo era
destruir el origen de su tortura o tomar la decisión de los cobardes: Desaparecer.
Desaparecer para siempre de Londres. Huir al continente o al otro extremo del
mundo y vivir bajo otro nombre, bajo otra personalidad, bajo otra mentira, hasta
ser de nuevo descubierto, o hasta que su propio retrato acabara por pudrirse y
desaparecer bajo las polillas y el moho.
No estaba acostumbrado ni despuesto a optar por el camino de la rectitud, por
lo que, así como sin darse cuenta había llegado casi hasta los límites del Hyde
Park, continuó, paso tras paso, avanzando sin pensar, sin un lugar al que llegar,
pero alejándose poco a poco de una ciudad de la que debía desaparecer para
siempre.
XXXIII
El romance de Margaret Devereux
Siempre en Londres fue sabido
el deshonor que causó.
Bella, joven y lozana,
con un hombre se fugó.
Oficial, dicen que era.
Ni una libra poseyó,
mas se hizo con aquella
que rechazó a Carlinton.
El padre de ella, se cuenta,
al hombre mandó matar.
Pero en el vientre la hija
un niño llegó a ocultar.
No pudo el furioso abuelo
Con su nieto terminar.
Margaret de pena enferma
poco más llegó a aguantar.
Fue ese el último castigo,
lacrimosa expiración,
la que contempló el abuelo,
el huraño Devereux.
XXXIV
Bibliografía
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XXXV