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Tabla de Contenidos
Sumario
Introducción
Temas que subyacen a los desafíos de maternar en el contexto del abuso hacia
la mujer:
o El maternaje puede ser afectado por la experiencia de la violencia.
o El esfuerzo de los profesionales para diferenciar conflicto de violencia.
o Las mujeres abusadas enfrentan con frecuencia continuos riesgos por
parte de su pareja luego de la separación.
o La violencia doméstica es altamente relevante para la determinación de
la tenencia de los hijos.
o Con frecuencia la significancia de la violencia doméstica es pasada por
alto por la familia, los tribunales, abogados y los servicios relacionados
con la justicia.
o Las mujeres abusadas experimentan con frecuencia dificultades en el
acceso a apropiados servicios de asesoramiento legal y de salud
mental para ellas y para sus hijos.
Recomendaciones para los prestadores de los servicios comunitarios y
judiciales:
o Entrenamiento para la evaluación y el manejo del riesgo actual.
o Entrenamiento para los prestadores de servicios relativo a la exposición
de los niños a la violencia doméstica, y cómo discutir estas
preocupaciones con las madres.
o Priorizar la necesidad de seguridad en la planificación de la
intervención.
o Evaluar la violencia doméstica en los procesos por custodia.
o Brindar entrenamiento específico al personal judicial.
Conclusiones
Referencias
Sumario
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Traducción de Licenciada en Trabajo Social
Susana Tesone
2
Introducción
preocupaciones que sienten las madres por sus hijos en estas circunstancias varían
desde la supervivencia básica (es decir, refugio y comida), a las preocupaciones
acerca de la intervención de los servicios de protección infantil respecto de la
percepción del daño emocional sufrido por los hijos que no tienen contacto con una
figura paterna. En muchos casos, las mujeres pueden inadvertidamente ponerse en
riesgo a sí mismas, manteniendo el contacto con una ex pareja peligrosa a fin de
facilitar el contacto padre-hijo, creyendo que ‘cualquier padre es mejor que ninguno’.
Muchas mujeres que experimentan violencia en sus relaciones íntimas tienen contacto
con una amplia variedad de prestadores de servicios sociales y de salud. No todas las
mujeres revelan la violencia íntima de su pareja, y no todos los prestadores de servicio
saben cómo preguntar acerca del abuso. Recientemente se han desarrollado algunas
iniciativas para implementar una exploración universal del abuso femenino en los
servicios médicos, de salud mental, asesoramiento en adicciones y sociales (Ebell,
2004; Little, 2000). Además de que preguntar acerca del abuso sea un paso
importante, existe un gran vacío en el entrenamiento en estrategias de intervención
que incluyan una exhaustiva evaluación del riesgo, derivación a los servicios
especializados, y manejo del riesgo. Este vacío se hace aún mayor cuando los
profesionales consideran el impacto de la violencia doméstica en el maternaje y en el
bienestar de los niños.
Existe una disyunción similar entre lo que los profesionales preguntan y saben hacer y
la información en el escenario (setting) judicial. En el peor de los escenarios, “qué
hacer” puede variar desde culpar a la víctima por no proteger a los niños, a sospechar
que la misma está haciendo acusaciones falsas como una táctica para obtener la
mejor parte en los arreglos procesales financieros y por custodia. Un extremo menor,
pero de respuesta demasiado habitual, es creer en la revelación, pero no ver la
relevancia de los procedimientos judiciales. Reconocer la relevancia de la violencia
doméstica en los procedimientos de tenencia de los hijos requiere un significativo
cambio de paradigma desde las nociones prevalecientes acerca del cada vez mayor
rol de los padres varones, la preferencia por tenencia conjunta y planes compartidos
de parentalidad, énfasis en la mediación y en la resolución de conflictos, y lo notable
de la construcción “padre amistoso”. En particular, la construcción del padre amistoso
es ampliamente adoptada por los jueces, los abogados en familia, mediadores, y
evaluadores para premiar al padre que tenga más probabilidades que el otro de
promover un contacto y una relación positiva con los niños. En los casos de violencia
doméstica, una víctima de abuso que intenta limitar el contacto con un abusador
puede ser considerada hostil y poco amistosa, y ser castigada por sus protestas y
vigilancia.
Temas que subyacen a los desafíos del maternaje en el contexto del abuso hacia
la mujer.
Hemos identificado siete temas que creemos son centrales para la comprensión de las
dinámicas de la violencia doméstica y el maternaje. Más aún, argumentaríamos que es
esencial para los prestadores de servicios comprender estas dinámicas a fin de
proveer servicios apropiados a las mujeres que son víctimas de violencia doméstica.
Estos siete temas incluyen: 1) La capacidad de maternaje de las mujeres puede estar
afectada por la experiencia de la violencia; 2) Los profesionales luchan para diferenciar
conflicto de violencia; 3) Las mujeres abusadas enfrentan con frecuencia riesgos
continuos luego de la separación de su pareja; 4) Los niños son afectados
negativamente por la exposición a la violencia doméstica; 5) La importancia de la
violencia es pasada por alto con frecuencia por los juzgados de familia, los abogados,
y los servicios judiciales relacionados; y 7) Las mujeres abusadas experimentan con
frecuencia dificultades para acceder a un apropiado asesoramiento legal y en salud
mental para ellas y para sus hijos.
Vivir con violencia puede afectar el maternaje de una mujer de formas directas e
indirectas. Algunos investigadores han encontrado que las mujeres abusadas ejercen
su maternidad tan efectivamente como sus contrapartes no abusadas, a pesar de los
obstáculos que enfrentan (Holden y Ritchie, 1991; Edleson, Mbilinyi y Shetty, 2003).
Las mujeres abusadas pueden ser tan nutrientes como cualquiera otras madres y aún
tratar de compensar por la violencia de sus parejas (Sullivan, Nguyen, Allen, Bybee y
Juras, 2000). Sin embargo, el estrés que experimentan las mujeres en una relación
violenta puede llevar a crecientes síntomas físicos y psicológicos, así como a una
efectividad reducida en el manejo de los niños (Jaffe, Wolfe y Wilson, 1990;
Levendosky y Graham-Bermann, 2000). Los efectos del abuso pueden incluir niveles
más altos de depresión maternal, que ha mostrado estar relacionada a la severidad del
abuso, en donde niveles de violencia más severos están asociados con niveles más
elevados de depresión (Campbell, Kub, Belknap y Tempin, 1997). Las mujeres que son
abusadas pueden sentirse abrumadas/agobiadas por intentar sobrevivir en el día a
día. Al mismo tiempo tienen que proporcionar un cuidado sensible y efectivo a los
niños, quienes probablemente estarán exhibiendo sus propios síntomas de
angustia/aflicción. Cuando los niños más necesitan que su cuidadora primaria esté
disponible y contenedora, ella está en peores condiciones para responder a estas
demandas. Algunas mujeres experimentan consecuencias en su salud física y mental
a largo plazo que finalmente afectarán su maternaje, incluyendo índices elevados de
abuso de sustancias y problemas de salud mental. Para otras mujeres, separarse de
5
durante la relación hubo violencia doméstica (Hirst, 2002). En la mayoría de los casos,
los mediadores no reconocieron la violencia doméstica como un tema y mantuvieron
sesiones conjuntas contrariamente a las regulaciones que protegen a las víctimas en
estas circunstancias. La necesidad de una evaluación y seguimiento apropiados es
resaltada por otros estudios que subrayan la prevalencia de violencia entre las parejas
que se separan. Ciertamente, en la investigación hecha por líderes en el campo, la
mayoría de los padres derivados por el tribunal de familia para asesoramiento por
fracaso en la mediación o continuas disputas por el cuidado de sus hijos, describen
historias maritales que incluían agresión física (Johnston y Campbell, 1988).
Las mujeres abusadas enfrentan con frecuencia riesgos continuos por parte de
su pareja luego de la separación.
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La mayoría de las personas supone que la violencia doméstica se acaba cuando una
víctima de abuso abandona finalmente a su pareja. En realidad, la separación puede
ser una señal para el perpetrador para escalar su conducta en un intento por continuar
controlando o castigando a su pareja por dejarlo. Cada año en los EE.UU. unas 1.600
mujeres son asesinadas por su pareja íntima, más frecuentemente después de una
historia de violencia y de un intento de poner fin a la relación (Fox y Zavitz, 1999).
Algunos analistas han señalado la importancia de proporcionar a las víctimas servicios
apropiados, con un claro foco en mantener al perpetrador alejado de la víctima para
prevenir nuevas ofensas , y, en el extremo, homicidios (Dugan, Nagin, y Rosenfeld,
2003). Cuando la víctima es una madre, ella se enfrenta con las contradictorias tareas
de buscar seguridad, pero también proporcionarles a los niños las visitas acordadas
con su padre. Para ilustrar este punto, una víctima de violencia doméstica que
recientemente brindó testimonio a un comité revisor de muertes dijo a uno de los
autores (Jaffe) que en un tribunal penal se la había ofrecido un plan de seguridad, pero
que el tribunal de familia ordenó promover el acceso al padre. El plan permitió al
perpetrador ir a la residencia de la víctima a buscar a los niños. Este contacto forzado
permitió al perpetrador atentar en contra de su vida. La necesidad de un sistema que
evite estas órdenes judiciales contradictorias reclama un sistema judicial
especializado, en el que un entrenamiento y colaboración mejorados puedan prevenir
estas tragedias (Sack, 2002).
Además de la posibilidad de una agresión seria o que atente contra la vida, el abuso
puede ser más insidioso y estar relacionado con los temas de custodia y visita. Por
ejemplo, en un estudio de hombres abusivos derivado a un grupo de padres, una
estrategia comúnmente identificada por los propios hombres era la utilización de las
demandas de custodia para controlar u hostilizar/hostigar a la ex pareja (Francis,
Scott, Crooks y Kelly, 2002). Por cierto, las amenazas para obtener la custodia son
utilizadas con frecuencia por los abusadores como un arma contra la víctima del abuso
para aumentar su poder y control después de la separación. Más aún, la investigación
ha mostrado que los golpeadores solicitan más probablemente la custodia y tienen la
misma probabilidad de que les sea otorgada que los padres no violentos (Liss y Stahly,
1993, Zorza, 1995). Por otra parte, los golpeadores pueden usar el acceso a los niños
para obtener el acceso a sus ex esposas. Como se señaló, el pasaje/transición de un
padre al otro permite la proximidad que brinda la oportunidad para un posterior abuso.
Además de las preocupaciones planteadas acerca dela violencia letal, los niños
pueden estar expuestos a las amenazas y el hostigamiento actuales durante las
transiciones, lo cual va minando la frágil sensación de seguridad que la madre y los
niños pueden estar desarrollando luego de la separación. En un estudio, la cuarta
parte de las mujeres reportaron que sus vidas estaban amenazadas durante las visitas
(Leighton, 1989). Realmente, los riesgos presentes para los mujeres abusadas y los
niños son tan elevados al momento de la separación que los centros de visitas
supervisadas se han transformado en un servicio esencial en violencia doméstica
(Sheeran y Hampton, 1999). Aunque estos centros aumentan la seguridad para la
mayoría de los clientes, no son un resguardo de seguridad garantizado; en verdad,
existen casos documentados de homicidio doméstico que han ocurrido en estos
centros.
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El efecto de la violencia doméstica atraviesa todas las edades y etapas del desarrollo
de los niños. El impacto de la violencia sobre niños muy pequeños sugiere que pueden
ocurrir permanentes cambios negativos en la mente y en el desarrollo neuronal del
niño , tales como alteración del desarrollo del sistema nervioso central, predisponiendo
al individuo a conductas más impulsivas, reactivas y violentas (Perry, 1995). Más aún
los efectos adversos de la exposición a la violencia no están limitados a los niños
pequeños. En la adolescencia, la exposición a la violencia doméstica está asociada
con el abuso de drogas s y alcohol, ausencias, relaciones de pareja violentas e
involucración en el sistema penal juvenil (Buel, 2002). La exposición a la violencia
doméstica en la infancia también está asociada con problemas importantes en la
adaptación social adulta (Henning, Leitenberg, Coffey, Turner y Bennett, 1996).
La violencia doméstica tiene un impacto sobre las víctimas y sus hijos, que no es
conducente a una relación presente segura y a salvo con el golpeador. La base para
un plan de paternaje compartido exitoso o el contacto regular – confianza,
comunicación, respeto e igualdad – han sido seriamente erosionadas por el
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La violencia doméstica es pasada por alto con frecuencia por los tribunales de
familia, los abogados, y los servicios judiciales relacionados.
La violencia doméstica puede ser pasada por alto o minimizada en los procesos de
custodia por tres razones: primero, las mujeres pueden no plantear el tema en
absoluto o, por el contrario, plantearlo pero tener dificultad para probar la violencia;
segundo, la experiencia de la violencia doméstica puede afectar el modo en el que las
madres victimizadas se presentan en una evaluación; y tercero, aún cuando la
violencia doméstica ha sido planteada y validada, puede ser pasada por alto en el
proceso de la toma de decisiones.
requerida por los tribunales está frecuentemente ausente (Statistics Canada, 2001;
Tjaeden y Thoennes, 2000). Esta evidencia es crecientemente crítica ya que los
tribunales se han puesto más escépticos respecto de la motivación de las madres que
plantean acusaciones de violencia en el contexto de disputa por custodia.
puede ubicar a las mujeres abusadas en la posición de tener que elegir entre una auto
representación o un asesoramiento inadecuado, limitado por una dedicación mínima o
falta de experiencia y especialización en el campo (Neilson, 2001). Alguna
investigación ha indicado que en casi la mitad de los casos el acceso limitado a la
representación legal puede ser un factor que favorezca la permanencia o el retorno a
relaciones abusivas (Ontario Association for Interval & Transition Houses, 1996).
regulares, basadas en la evaluación caso por caso. El rol de las visitas supervisadas o
de los intercambios supervisados puede ser esencial para la protección de las mujeres
y de los niños de la continuación del abuso. Estas opciones pueden incluir/considerar
el supuesto prevaleciente de que todos los niños necesitan un contacto frecuente con
ambos padres luego de la separación (Saunders, 1998).
Por regla general, los servicios comunitarios y judiciales se han enfocado en las
necesidades de los niños que son física o sexualmente abusados por adultos. Se ha
asumido que la exposición a la violencia doméstica es inocua y no merece una
atención especial, menos una intervención especializada. Sin embargo, la
investigación emergente sobre el daño potencial asociado a la exposición a la
violencia doméstica sugiere que estos niños pueden requerir una evaluación e
intervención exhaustiva de los servicios. Además de familiarizarse con las
consecuencias de la exposición a la violencia doméstica, los prestadores de servicios
deberían recibir entrenamiento y ser alentados a discutir estos temas con las madres.
Brindar a las madres una información precisa acerca de algunos de los documentados
efectos negativos de la exposición a la violencia doméstica puede ayudarlas a tomar
decisiones. Los prestadores de servicios también necesitan entrenarse en cómo
juegan estos temas en la corte (es decir, si el planteo del tema por parte de la madre
puede llevar a que sea rotulada como “poco amistosa”/”hostil” y la necesidad para los
profesionales de estar involucrados en el proceso judicial).
Aunque las mujeres abusadas y sus hijos pueden requerir de una variedad de
servicios, la seguridad debe ser la primera prioridad. Tal como señalaron otros
investigadores, es improbable que cualquier intervención que apunte simplemente a
las consecuencias/secuelas de la violencia (tales como la depresión y los síntomas de
trauma de las mujeres golpeadas) tenga una influencia beneficiosa sobre las madres y
sus hijos cuando el golpeador no ha sido excluido del hogar (Levendosky y Graham-
Bermann, 2000). En las situaciones en que la madre ha elegido permanecer
cohabitando con el golpeador en la esperanza de que él se beneficiará con la
intervención, es esencial el contacto entre la madre y el programa de intervención con
el golpeador. Por lo menos, debería proveérseles a las madres información acerca de
la naturaleza del programa, notificarlas si su pareja lo abandona, y brindarles
información de derivación a servicios adicionales según lo indicado. La madre también
puede requerir de apoyos adicionales. Hasta donde tales programas están disponibles,
las intervenciones adicionales que abordan el paternaje de hombres abusadores están
indicadas (ej., Scott, Francis, Crooks y Kelly, 2002). Muchos profesionales se sienten
desafiados por el dilema planteado por las mujeres abusadas que eligen permanecer
en una relación violenta, por una gama de complejos factores que pueden incluir
dependencia económica, apegos emocionales, y creencias religiosas. En estas
situaciones el empoderamiento de la víctima puede ser sostenido por el acceso a la
13
información y recursos que permitan una permanente evaluación del riesgo y de los
potenciales impactos sobre los niños (Campbell et al., 2001). También está disponible
la información específica sobre el planeamiento de la seguridad para los niños, y
debería ser compartida con las madres para ayudarlas en su proceso de toma de
decisiones (Hardesty y Campbell, 2004)
Los oficiales de los juzgados de familia, los abogados y los prestadores de servicios
judiciales relacionados necesitan entrenamiento para mejorar sus habilidades para
responder a la violencia doméstica. Aunque los lineamientos que subrayan la
importancia de la violencia doméstica han sido desarrollados para la mayor parte de
los servicios judiciales relacionados y aprobados/respaldados por varios cuerpos
profesionales, no se ha alcanzado su implementación generalizada y la adherencia a
estos principios. Por ejemplo, los lineamientos para completar las evaluaciones de
custodia infantil para los psicólogos incluyen la importancia de evaluar una historia de
violencia doméstica al determinar la idoneidad de un padre para detentar la custodia
principal de los niños (American Psychological Association, 1996). El hueco entre
estos lineamientos y la práctica profesional ha sido confirmada por la investigación
reciente (Logan, Walker, Jordan, Horvath y Leukefeld, 2003; Horvath, Logan, y Walker,
2003).
Conclusiones
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