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1 EL PÁJARO DE ORO

-El pájaro de oro se ha llevado otra de mis manzanas -dijo el Rey-. Tenemos que
capturarlo.
-Lo intentaré, señor -respondió el joven-. Pero sólo soy el hijo del jardinero, no uno
de tus soldados.
Al día siguiente cuando el pájaro intentó robar otra manzana, el hijo del jardinero le
disparó una flecha y le arrancó una pluma dorada.
-¡Una pluma no es bastante! -gritó el rey-. Quiero capturar vivo a ese pájaro ladrón.
El hijo del jardinero recorrió todos los bosques del país en busca del pájaro, pero
no lo encontró.
-Sube encima de mí -le dijo un zorro muy simpático que encontró- y te llevaré
hasta el pájaro que buscas.
-¿Ves aquel castillo? -le dijo el zorro al muchacho-. Delante de su puerta
encontrará un grupo de guardias durmiendo. No les hagas caso y entra. En el
centro del aposento encontrarás al pájaro de oro. Para llevártelo, utiliza una jaula
de madera.
A Gabriel, que así se llamaba el joven, no le costó mucho encontrar el aposento
indicado por el zorro. Pero, olvidando el consejo de su amigo, metió al pájaro en
una jaula de oro.
-¡Socorro! ¡Favor! -gritó el pájaro-. ¡Quieren robarme!
Los guardias atraparon al muchacho y le condujeron a presencia del rey del
castillo.
-Te perdonaré la vida -dijo el Rey -si me traes el caballo dorado que puede correr
tan aprisa como el viento.
-Aquí esta el caballo de oro -dijo el zorro-, pero ponle la silla de montar vieja si
quieres evitar que relinche y llame la atención a los soldados.
-¡Que tontería! -objetó Gabriel-. Un caballo así merece una silla de oro.
El caballo se puso a relinchar, y los guardias apresaron a Gabriel y le condujeron
de nuevo a presencia del rey del castillo.
-Te personaré de nuevo la vida -dijo el rey -si me traes a la princesa Lina para
casarme con ella.
-¿Por qué no me hiciste caso? -le reprochó el zorro-. Voy a aconsejarte por última
vez. Al sonar las doce, la princesa Lina vendrá a bañarse los pies en este
riachuelo. Si le besas la mano, consentirá en ser llevada a presencia del Rey.
Yo no quiero casarme con el rey -dijo la princesa-. Llévame contigo.
-Sea como tú quieres -dijo Gabriel-.
Monta en la grupa del caballo de oro y te llevaré lejos. También nos llevamos el
pájaro, pues es lo primero que vine a buscar.
Gabriel y la princesa se alejaron rápidamente del castillo, llevándose en su jaula
dorada el pájaro de oro.
-¡Qué alegría tendrá el rey cuando vea que he capturado al pájaro de oro y que ya
no podrá robarle ninguna manzana!
Los jóvenes se casaron, y como eran muy agradecidos, invitaron al simpático zorro
al banquete de bodas.

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