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Antofagasta o la nueva Dubai

No habrá aquí un Big Ben, pero algunos dicen que esta zona se parece al
Reino Unido porque al igual que esas tierras, produce cerca de US$ 37 mil per
cápita. Otros, todavía más entusiastas, se refieren a la ciudad como “la nueva
Dubai”: ambas están insertas en el desierto, las dos viven un boom inmobiliario
y mientras una brilla por el petróleo, la otra lo hace por el cobre.

Y hay una tercera visión: “la fiebre del oro” que se vivió en Nueva California
durante la década de 1850, donde miles de personas llegaron desde otras
ciudades de Estados Unidos buscando oro para hacerse ricos.

Sin embargo, ninguna de esas comparaciones es reflejo de lo que se vive en


Antofagasta. Efectivamente tiene un potencial económico enorme porque
produce el 54% del cobre nacional y un interés de inversión que cualquier
región de Chile soñaría. Pero Antofagasta, por mucho que pueda ser un
fenómeno, no está ni cerca de ser un paraíso.

¿La razón principal? No más del 10% de sus habitantes recibe los millonarios
bonos que entrega la minería –que en diciembre pasado bordeó, en el caso de
Codelco y Escondida, los $20 millones–, y, en cambio, todos conviven con una
ciudad con altos costos de vida, arriendos caros, escasez de fuerza laboral
capacitada, pocos espacios públicos, una zona industrial saturada y un largo
etcétera.

Antofagasta tiene muchas caras. Aquí, siete claves de esta ciudad al borde del
desborde.

1, Qué caro es vivir

Antofagasta es la ciudad de Chile más cara para vivir.

Lo primero que advierte cualquier corredora de propiedades es que el arriendo


de un departamento o casa en un buen barrio de la ciudad, bordea el millón de
pesos. Nadie que haya llegado aquí no se sorprende con estos precios. De
hecho, un estudio realizado por la Universidad del Desarrollo sobre los costos
de vida de un ejecutivo ABC1 reveló que este ítem es el que más subió
respecto del año pasado. El índice de la UDD se construyó mediante la
elaboración de una canasta de bienes y servicios representativa, y ubicó a
Antofagasta en el primer lugar con un gasto mensual estimado de $2.250.000
(un 2% más que Santiago y 5% más respecto al año anterior).

En el costo de arriendo de oficinas el panorama es similar. Para tener una idea,


el metro cuadrado de una planta libre sin habilitación en el sector del parque
Brasil de la ciudad, cuesta lo mismo que el mismo metro cuadrado en el barrio
El Golf en Santiago (60 UF).

Los antofagastinos sostienen que una de las razones de los elevados precios
se debe a que el 70% de los terrenos de esta ciudad son fiscales. Por lo tanto,
advierten, las transacciones son mayores con el Estado que entre privados y
los precios del Estado son caros.

No es la misma visión que tiene el subsecretario de Bienes Nacionales, Juan


Carlos Bulnes. Al contrario; sostiene que hay que desmitificar que el alto precio
de los terrenos en Antofagasta sea responsabilidad del fisco. “Durante este
gobierno se han efectuado en esa región más licitaciones que en ningún
gobierno anterior y el hecho que los precios sean tan elevados se debe al auge
de la minería”, asegura. Y aunque reconoce que ha habido una explosión en
los precios de venta de terrenos, aclara que esos valores son fijados por una
comisión especial de enajenaciones y responden al valor comercial de
mercado.

La cadena de los altos costos sigue. Si más cara es la vivienda, más cara es la
vida. El tema lo ha estudiado bien el sociólogo de la Universidad de
Antofagasta, César Trabucco. Para él, este hecho lleva a que las cifras de
pobreza en esa ciudad sean “mentirosas”. “Acá el sueldo de una empleada
doméstica que trabaja medio día es de $200 mil, que está sobre el básico, pero
resulta que el costo de vida es dos y tres veces superior al resto y por tanto,
ella es una persona pobre en la región de Antofagasta, pero no en la medición
nacional”. Dos cifras más: el arriendo de una pieza en la zona norte cuesta casi
$100 mil y el kilo de manzanas cuesta 500 pesos más que en Santiago.

“No es lo mismo ganar $300 mil acá que en el sur”, sostiene el gobernador de
la ciudad, Constantino Zafirópulos. Claro que no.
2. Ya no sólo croatas

Andrónico Luksic Abaroa nació en Antofagasta e hizo su fortuna acá.


Como hijo de una de las familias inmigrantes más reconocidas de la ciudad,
comenzó a construir su imperio en esta región. Aquí adquirió su primera mina y
no paró más.

Así como los Luksic, otras familias también integran la lista de croatas que
armaron su fortuna en Antofagasta. Están los Trevizan y los Kutulas, por
ejemplo.

Pero hoy la cosa es distinta. La inmigración ya no está ligada a relatos de


grandes fortunas, sino a la mano de obra. Una mano de obra hoy crucial en la
ciudad y que está presente en todos los servicios. El que atiende en la bomba
de bencina es peruano, la vendedora en el mall es colombiana, el garzón del
restaurante viene de Argentina, y el conserje del edificio, español.

En la gobernación explican que si hace ocho años la mayoría de los


inmigrantes eran peruanos, luego bolivianos, y en tercer lugar, colombianos,
desde hace un par de años la situación se dio vuelta y los colombianos pasaron
a llevar la delantera. Según las cifras oficiales, hay 35 mil inmigrantes en la
provincia. Un crecimiento explosivo que reflejan también las solicitudes de visa:
el 2006 se atendieron 1.800 casos. El año pasado la cifra llegó a 10.200.

Y hay un grupo que todavía no ha sido cifrado pero que se deja sentir en la
ciudad. “Han empezado a llegar españoles con títulos universitarios, técnicos e
ingenieros. No están cifrados, pero deben andar en el orden de 800 estos dos
últimos años”, explica el gobernador Zafirópulos. Otro dato: el aeropuerto Cerro
Moreno es el segundo más importante de Chile. Una losa testigo de la enorme
población flotante de esta ciudad nortina.

3. Ciudad-campamento

En la práctica no hay desempleo en Antofagasta (5,4%) y los técnicos aquí son


escasos. Además, es la localidad con mayor porcentaje de profesionales
foráneos. Si un electricista gana en Viña del Mar $600 mil pesos, acá junta el
doble. Vive en Antofagasta 20 días y 10 días en la ciudad jardín. El costo
familiar es alto, pero económicamente no tiene dónde perderse porque aloja
donde un familiar, trabaja y se va. Ciudad-campamento, se llama el fenómeno
en el norte de Chile.

Sin embargo, este mismo fenómeno puede llevar a conclusiones equívocas.


Así lo explica el sociólogo Trabucco: “Aquí se habla siempre de los ingresos
promedio, pero eso es un problema porque los sueldos de la minería elevan el
promedio generando una sensación que la media está en una muy buena
situación que no es efectiva. El porcentaje de población que trabaja
directamente en la minería es bajo; el porcentaje más importante es el de
servicios ligados a la minería.

Además, de este pequeño porcentaje de trabajadores directamente


relacionados con la minería, muchos son población flotante. Es decir, no es de
acá y gastan sus recursos fuera de la ciudad”.

Aunque a lo largo del borde costero se pueden observar antiguas grúas


portuarias, la real grúa laboral se encuentra en la industria minera, la cual en
diez años duplicó sus puestos de trabajo (pasando de 369 mil personas en
2002, a 729 mil en 2011).

Empresarios de todos los rubros que actualmente presentan servicios a la


minería –puertos, construcción, informática, enfermería– son testigos de la
facilidad con que la industria minera levanta a tus trabajadores. Además,
acusan que distorsiona el mercado laboral porque esos empleados comparan
sus sueldos y retenerlos se hace imposible. La rotación y el síndrome de sillas
vacías en una oficina es pan de cada día, sostienen.

4. Saturación industrial

A 150 kilómetros a la redonda, está el 80% de la minería del país. Esta


industria es la protagonista y ha provocado que la zona se posicione como un
polo económico cada vez más atractivo y relevante. En la región hay 16 minas
–entre ellas Escondida (BHP Billiton), Mantos Blancos (AngloAmerican) y
Esperanza (Antofagasta Minerals)–, todas faenas que aportan más del 50% de
la producción nacional de cobre.

De la minería se descuelga otra industria, y que es cada vez más fuerte. Una
serie de empresas que le prestan servicios y que están instaladas
mayoritariamente en “La Negra”, una zona industrial a 20 kilómetros de la
ciudad, donde hay 400 hectáreas saturadas de instalaciones.
“Hoy hay 100 empresas esperando un sitio industrial. No hay suelo, Bienes
Nacionales no se organiza para disponer terrenos industriales a la venta y
cuando los pone, los valores son altísimos”, dice Mauricio Medel, gerente de
Alta Ltda. y uno de los “fundadores” de La Negra.

800 millones de pesos cuesta actualmente una hectárea en esa zona. Una cifra
que asombra si se repasa la historia de este paño en medio del desierto donde
hace 15 años sólo había un servicentro y el metro cuadrado costaba 0,19 UF.
Hoy hay dos terrenos a la venta por 4,5 UF el m2.

Para el segundo semestre, el Ministerio de Bienes Nacionales confirmó a


Revista Capital la licitación de 120 nuevas hectáreas en zona de La Negra y
300 hectáreas en la intersección de la ruta minera con la ruta B1 –camino a
Mejillones– donde se pretende crear un nuevo polo industrial. “Estamos
reaccionando a la demanda”, señala el subsecretario de la cartera.

5. Gastar para no aburrirse

Cuentan que en Calama, cuando la minería entrega el bono, se ven muchos


vehículos con cinta de regalo en el techo. Por lejos, autos y tecnología es lo
que más se consume en esta región, y la percepción es que se gasta más que
en Santiago.
En Antofagasta hay un centro comercial que los viernes se repleta. El minero
terminó su turno 4×3, bajó a la ciudad, está de día libre y sale a vitrinear y a
consumir. Es el Mall Plaza, el cual se levantó el 2006 y de un día para otro
duplicó el suelo comercial. Fue una revolución, reconocen los antofagastinos.

Es que aquí hay poco espacio para actividades extraprogramáticas. En


Antofagasta el déficit de parques o plazas es gigantesco, lo que hace que el
mall tenga mucho protagonismo. “La sociedad, además, está acostumbrada a
que los espectáculos no se pagan porque las mineras los traen gratis”, explica
Giancarlo Coronata, presidente de la Cámara de Comercio y Turismo de la
región.

La última noticia que apareció en la prensa es que la cadena Parque Arauco


anunció para el 2015 la construcción de un nuevo pequeño centro comercial en
la zona norte, asociado a un conjunto habitacional. Otros dos proyectos
comerciales –aún no confirmados–, estarían emplazados al costado de la
Ruinas de Huanchaca (en el sector del Hotel Enjoy) y un tercer, al costado del
Lider, en el centro.

Pero como todo en la vida, este consumismo también tiene una contracara: el
antofagastino es mal pagador. Según un estudio de realizado por la
Universidad San Sebastián en abril pasado, esta ciudad ocupa el primer lugar
en el ranking de morosidad.

6. El colegio top

Al aterrizar en Antofagasta con hijos en edad escolar, comentario obligado es el


colegio AIS (Antofagasta Internacional School). Existe hace una década y el
año pasado ocupó el lugar número 13 en el ránking nacional de la PSU, antes
que el Verbo Divino o el Saint George. Es totalmente bilingüe, laico y mixto.

El AIS está ubicado en el sector abc1 de la ciudad –el sector sur– es el colegio
más caro de Antofagasta y entre sus alumnos está la mayoría de los hijos de
ejecutivos foráneos que llegan a trabajar a esta localidad. A la fecha sólo
quedan cupos en playgroup. Todo un fenómeno por el nivel de inglés que
adquieren los alumnos.

“Es el único colegio en Chile –a excepción del Nido de Águilas– que entrega
educación bilingüe con profesoras de lengua nativa desde playgroup hasta
octavo básico. Además, certificamos el colegio a través de la Universidad de
Cambridge. Es un lujo de educación para esta región”, explica Carlos Figueroa,
director del colegio AIS.

A su vez, un importante número de apoderados del colegio AIS son socios del
Autoclub, un club deportivo también ubicado en el sector sur. Su mayor
atractivo es que posee cancha de golf frente al mar, playa privada, canchas de
tenis y piscina. La cuota de incorporación para ser socios es de
aproximadamente 500 UF con una mensualidad de $100 mil. Además el
Autoclub es un punto de reunión social porque en Antofagasta la oferta de
restaurantes, eventos culturales o recitales es bastante escasa.

7. Planes de cirugía

Hace pocos meses el proyecto CREO Antofagasta está siendo tema en la


ciudad. Se trata de un plan de desarrollo integral público-privado que busca
responder al explosivo crecimiento de la ciudad, pero en beneficio de sus
habitantes.

“En Antofagasta se requiere un planificación inteligente y si se hace bien puede


convertirse en la mejor ciudad de Chile en calidad de vida. Por la minería,
existen los recursos para hacer los proyectos y las empresas quieren invertir.
Lo que hay que hacer es coordinarlos bajo un plan maestro”, explica el
arquitecto Alejandro Gutiérrez, director ejecutivo del programa.

Otro de los rostros detrás de esta idea es el sociólogo Eugenio Tironi. Con su
consultora está asesorando al proyecto en el área de participación y
comunicación. Así, sostiene que “el gran problema es que el actual crecimiento
de Antofagasta puede ser caótico y dañar mucho a la ciudad. El proyecto Creo
apunta a que ese crecimiento sea armónico y permita transformar Antofagasta
en una ciudad de nivel mundial”.

El proyecto se levanta a partir de la sociedad civil, el gobierno, la empresa


privada y el municipio. Cuatro patas de esta mesa que ya era hora de restaurar.
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