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Title Tema 1 - Introducción general a la teoría de la traducción


Description
Keywords
Objectives
Author Javier Franco / J.A. Albaladejo
Organisation
Version
Date 23/01/2019
Copyright

Datos básicos del tema


Unidad: 1 - Introducción general a la teoría de la traducción.

Objetivos:
1. Conocer las principales virtudes de la teoría de la traducción como instrumento de
reflexión sobre la propia labor.
2. Conocer las líneas rectoras básicas de la teoría de la traducción.
3. Conocer la terminología propia de la disciplina.

¿Para qué sirve la teoría de la traducción?


La mayoría de los autores modernos coinciden en que, del mismo modo en que es perfectamente
posible hablar con la máxima corrección sin nociones explícitas de gramática o escribir una buena
novela sin nociones de teoría literaria, una persona puede traducir de maravilla sin tener nociones
explícitas de teoría de la traducción. ¿Para qué sirve entonces teorizar sobre traducción?

Puntos principales sobre la utilidad de la teoría de la traducción


 Según qué entendamos por teoría, cabe decir que todos tenemos una teoría (un modelo
explicativo y conductual) para todos los actos humanos. Si por teoría entendemos un
conjunto de conocimientos elaborados, clasificados y explícitos sobre un fenómeno,
entonces debe decirse que muchos traductores actúan de manera intuitiva, asumiendo de
manera acrítica una teoría implícita (Presas Corbella y Martín de León 2014) derivada de la
imagen social de la traducción, sin una verdadera teoría (explícita), y es preciso reconocer
que eso no les impide traducir de manera satisfactoria para sus lectores. Sin embargo, la
reflexión teórica nos permite ser conscientes de cuál es nuestro modelo y cuestionárnoslo.
La teoría de la traducción nos permite entender por qué los traductores actúan de una
manera determinada.
 La teoría de la traducción nos indica que siempre es posible traducir de diversas maneras y
nos ayuda a entender las causas y las consecuencias de elegir una u otra. Por ello, cabe decir
que la teoría nos permite elegir libremente, que nos libera de actuaciones mecánicas o
meramente intuitivas.
 La teoría nos permite ver más allá de los sentidos, incluido el sentido común. La teoría nos
capacita especialmente para cuestionar mitos muy poderosos, como el de Babel, según el
cual una traducción es un mal (necesario) y siempre peor que un original perfecto, cuando
en realidad la mayoría de los originales distan mucho de ser perfectos y es muy posible que
una traducción sea igual o mejor que el original.
 La teoría demuestra que efectivamente una traducción es siempre distinta del original, pero
con el mismo tipo esencial de asimetría que tiene lugar en cualquier acto de comunicación,
incluidos los intralingüísticos o monolingües, donde el receptor nunca entiende lo mismo

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que ha querido transmitir el emisor. Por eso, la traducción no tiene ningún componente
intrínsecamente maligno que convierta a los traductores en traidores o perdedores natos.
 La teoría también nos permite ver más allá de las metáforas con que se suele presentar la
traducción actualmente, en especial dos metáforas, la del cristal transparente y la del
puente.
- La metáfora del cristal transparente como suposición y objetivo, contradictoria con el
mito de Babel, indica que una traducción es igual que el original, la también llamada
ilusión de identidad. La teoría de la traducción moderna ha demostrado que, debido a
una serie de asimetrías o anisomorfismos sistemáticos que veremos en la siguiente
unidad, la identidad es imposible y que en realidad la metáfora del cristal constituye una
necesidad social para que el lector crea estar leyendo el original.
- La metáfora del puente plantea que las traducciones son vehículos neutros de
enriquecimiento cultural, instrumentos que potencian la comprensión entre culturas y
la paz universal. Sin embargo, la teoría demuestra que el flujo universal de traducciones
es tremendamente asimétrico (con unas culturas claramente exportadoras y otras
importadoras) y que dependiendo de cómo se traduzca, la traducción puede ayudar a
conocer mejor la otra cultura (traducción exotizante) o a ocultarla, equiparándola a la
nuestra (traducción domesticadora).
 La teoría nos permite comprender mejor el entramado de lealtades del traductor, que no se
limita al texto original, sino que incluye de manera muy importante su propia ideología y
poética, al iniciador (cliente) y, sobre todo, al lector. Esa cuádruple lealtad acarrea un
conflicto siempre latente y obliga al traductor a establecer prioridades en distintos niveles.
 La teoría de la traducción moderna también atiende por primera vez en la historia a las
condiciones laborales y la imagen social del traductor, que ejercen una notable influencia en
cómo se traduce.
 En lo que respecta a la imagen social, resulta muy importante mencionar el papel
desempeñado por la universidad como factor de prestigio de la traducción a partir de su
entrada en los años noventa en las licenciaturas en igualdad de condiciones con otras
disciplinas.
 La teoría de la traducción también ha tomado conciencia de la necesidad de confrontar
todos sus modelos y explicaciones con la realidad, con lo que se crea un movimiento
dialéctico de ida y vuelta entre la realidad y la teoría que sirve para que esta última pase de
la mera opinión a basarse en el fenómeno traductor tal como realmente es.

Lectura principal sobre la utilidad de la teoría de la traducción


A continuación, se reproduce una conferencia en la que se intenta explicar la utilidad de la teoría de
la traducción para el traductor. Se trata de una utilidad centrada en la posibilidad de que la teoría
permita al traductor abrir los ojos y darle la posibilidad de elección, en lugar de actuar de manera
meramente intuitiva y mecánica.

Franco Aixelá, Javier. (2012) “La teoría os hará libres.” Vasos Comunicantes 43, pp. 31-48. Versión
electrónica: <http://www.acett.org/>

Resumen
Parafraseando las conocidas palabras bíblicas, la tesis principal de mi conferencia consiste en que
“la teoría os hará libres”. Concuerdo con los que afirman que no es necesario saber teoría de la
traducción para traducir bien, del mismo modo que no es necesario saber teoría literaria para
escribir buenas novelas. Sin embargo, creo que sí es necesario saber teoría de la traducción para
convertir nuestra labor de traductores en un quehacer mucho más humano en dos sentidos
esenciales: empezar a saber por qué traducimos de una manera determinada y darnos cuenta de que
existen muchas otras maneras posibles. Con ello conseguiríamos que la nuestra sea siempre
resultado de una elección consciente y no de un impulso meramente mecánico. Con ese fin,
intentaré destacar algunos de los hallazgos más interesantes de las nuevas corrientes teóricas, que
han convertido a los estudios de traducción en una disciplina autónoma y esclarecedora.
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En esta breve reflexión intentaré poner de manifiesto la relación dialéctica, de apoyo mutuo e
intercomunicación, que creo deberían mantener teoría y práctica de la traducción. La idea central
que sostengo radica en que el traductor sin conciencia de teoría puede ser un profesional excelente
y de merecido prestigio, pero que al mismo tiempo será preso de una serie de limitaciones que cabe
superar mediante el conocimiento de lo que en la actualidad es una teorización plural y sistemática
en torno al fenómeno traductor. Para ello, haré repaso de la distinción entre teoría y práctica, así
como de algunas ideas centrales de los nuevos estudios de traducción que pueden resultar
especialmente útiles para el traductor que aspire a trascender la práctica con un andamiaje teórico
capaz de hacerle más dueño de sus propios actos.
La palabra "teoría" procede del griego a través del latín, y etimológicamente quería decir algo
así como "el acto de ver, contemplar o considerar". Desde ese punto de vista, que resulta bastante
ilustrativo de la realidad, una teoría es una manera de ver algo, un detenerse en la contemplación
con, entre otros, dos fines en parte convergentes que nos interesan especialmente aquí: entender
mejor cualquier aspecto del mundo y cuestionar las verdades heredadas que cada cultura impone a
sus miembros. Esas verdades suelen acogerse bajo el paraguas del sentido común y actúan como
parámetros axiomáticos a partir de los cuales interpretar lo que nos rodea de un modo que garantice
cierto consenso y agilice la comunicación. Entendida así -y así es como básicamente funciona-, la
teoría es un conjunto de modelos y criterios entrelazados que todos llevamos puesto. Nadie
funciona sin teorías, primero porque el ser humano necesita creer que entiende los mecanismos que
rigen el mundo y, segundo, porque sin ellas careceríamos de una concepción previa que nos
permitiera interpretar de un modo socialmente aceptable y comunicable lo que nos rodea.
Otra cosa distinta es la conciencia individual de la teoría, de los modelos y criterios rectores
por los que nos guiamos. Por poner un ejemplo sencillo, probablemente ninguno de los presentes -
al menos yo no- ha estudiado ni desarrollado una teoría del saludo. Sin embargo, todos los
miembros de la misma cultura compartimos de forma intuitiva un modelo y normas básicos a la
hora de saludarnos. Así, sabemos que si saludamos a nuestra pareja con un beso en la boca, nos
estaremos acogiendo a las pautas de comportamiento esperables en nuestro ámbito cultural,
especialmente el mediterráneo, pero no sucederá lo mismo si utilizamos igual gesto con un policía
que nos pida la documentación en un control de alcoholemia. En el plano intercultural,
probablemente muchos de nosotros nos hemos topado con la perplejidad de personas del norte de
Europa o Estados Unidos cuando como buenos latinos empezamos a repartir besos a diestro y
siniestro -ahora en las mejillas- que en nuestro contexto cultural son prácticamente obligatorios si
no queremos pecar de antipáticos.
Como se puede observar en este ejemplo y sucede de manera similar en casi cualquier ámbito
de comportamiento humano, efectivamente existen un modelo y unas normas de raíz
profundamente sociohistórica que todos conocemos y que es posible describir y explicar
sistemáticamente, aunque en realidad no resulta necesario hacerlo para saludar correctamente, al
menos mientras no cambiemos de entorno cultural. En el seno de cada sociedad, aprendemos casi
por osmosis esas normas, que vamos integrando en nuestro subconsciente y acabamos
considerando axiomas enmarcados en el sentido común. Si le preguntamos a alguien por qué le da
un beso en la boca a su novia pero no a la dependienta del supermercado, nos mirará como si
estuviéramos locos. Lo ha hecho porque así se hacen las cosas, porque es lo natural, porque nos lo
dicta el sentido común, y porque es lo que se espera de nosotros y todo el mundo actúa igual. Eso
sí, la falta de conocimientos teóricos y la fe ciega en el sentido común nos puede impedir poseer la
flexibilidad necesaria en un mundo mucho más complejo de lo que parece y jugar una mala pasada
cuando vamos a plantarle sendos besos en las mejillas a la señora noruega que nos va a hacer una
entrevista de trabajo. Un conocimiento explícito y crítico de lo que podríamos llamar la teoría del
saludo nos permitiría comprender y ser dueños de nuestros actos en ese ámbito. Ese conocimiento
teórico nos liberaría del carácter mecánico de nuestros gestos y nos daría la oportunidad de elegir
conscientemente a quién besar y dónde, además de evitar meter la pata cuando nos cruzamos con
prójimos provenientes de otras culturas. Desde mi punto de vista, esta es la mayor virtud de la
teoría aplicada a actividades humanas y con un fuerte componente cultural e histórico, como es el
caso de los saludos o de la traducción. Realmente no es en absoluto necesario tener nociones
teóricas para saludar ni para traducir de manera satisfactoria a ojos de la inmensa mayoría de los
observadores. Sin embargo, esos conocimientos teóricos nos permitirían empezar a sacudirnos

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supuestas verdades dictadas por un sentido común y unas apariencias que ante la lupa del análisis
sistemático se muestran arbitrarias y eminentemente cuestionables.
Efectivamente, el sentido común y lo que nos transmiten los sentidos no viene constituido por
la realidad misma, sino por una mera representación de la realidad, una invención interpretativa y
taxonómica del continuum que nos rodea y condiciona. Podemos encontrar una forma obvia de
ilustrarlo en el carácter cultural de las creencias y percepciones en las que incurrimos los seres
humanos, con el ejemplo clásico de las decenas de colores distintos que perciben y expresan los
esquimales donde los de clima templado sólo vemos a lo sumo blanco brillante y blanco mate. Por
lo demás, los ejemplos de limitaciones y engaños de los sentidos son también múltiples. Así, los
sentidos (el común incluido) nos muestran que el Sol gira alrededor de la Tierra y es sólo la teoría la
que nos convence a duras penas de que sucede exactamente lo contrario. Y digo a duras penas
porque ese sentido común es tan poderoso que incluso siglos después de que Galileo nos
confirmara en contra de las apariencias refrendadas por la iglesia católica que es la Tierra la que gira
en torno al Sol, continuamos diciendo que el sol sale o se pone. Otros ejemplos clásicos son los
límites de la visión o de la audición humana, incapaz de percibir espectros luminosos como el
infrarrojo o frecuencias auditivas que sí detectan otros animales y que por supuesto forman parte de
la realidad, por no mencionar la necesaria parcialidad del observador obligado a interpretar los
datos. Nuestra percepción intuitiva y cultural del mundo siempre es parcial y simplificadora, de tal
modo que sin investigación científica, sin teoría, estaríamos condenados a una especie de oscuridad
perpetua dictada por tópicos consensuados a partir de las apariencias y las conveniencias sociales.
Existen múltiples clasificaciones de las teorías, básicamente en función de su grado de
cientificidad y del enfoque metodológico que se adopte (cf. por ejemplo Chesterman 2007). En lo
que respecta a la traducción, resulta especialmente interesante detenernos aquí un momento en el
primer estadio de teorización social: los mitos, que no por constituir el modelo teórico primordial
de la fase precientífica han dejado de ejercer una gran influencia en el mundo moderno, que
continúa matándose por mitos y verdades reveladas. Tal como nos comenta Chesterman (2007: 5)
con el refrendo de Derrida (1985), que lo considera uno de los mitos más trascendentales de la
humanidad, la traducción en Occidente está tristemente lastrada por el mito fundacional de Babel,
una visión del mundo tremendamente nociva para la traducción y que aún nos afecta en la
actualidad. Según este mito, la necesidad misma de la traducción es nada menos que una maldición
divina que sitúa nuestra actividad como un mal menor, siempre deslucido y traidor frente a la
comunicación perfecta y siempre monolingüe que habría existido antes del supremo cabreo divino
por la arrogancia de los seres humanos. Podría afirmarse que la traducción es incluso especialmente
pecaminosa -lo que sin duda le añade atractivo-, puesto que pretende resistirse a los designios
divinos. Claro que la faceta negativa del pecado original traductor consiste en que la supuesta
traición a la verdad (léase original perfecto) es inmanente, en que haga uno lo que haga está
condenado al fracaso, a la mancha perpetua. Como muestra del carácter cultural de los mitos,
Chesterman también nos comenta que en Oriente parece existir un mito paralelo, de naturaleza
budista, que asemeja la traducción a la reencarnación de las almas, con lo que traducir ya no sería
consecuencia de una condena divina, sino parte del proceso natural de regeneración, un acto de
renacimiento de un ser que privado del aire revivificante de la traducción perdería vida. Sin duda,
cualquier traductor preferirá ser capaz de resucitar textos desfallecientes antes que matarlos a
traición, y sin embargo al menos a este lado de los Urales continuamos siendo víctimas de ese
pecado original que envilece nuestro trabajo.
Dentro de esta idea de clasificación de las diversas modalidades que adopta la teoría quizá la
clave del desencuentro entre teóricos y practicantes radique en lo que podríamos calificar como
distinción entre teoría como descripción-explicación y teoría aplicada, tal como hace Holmes (1972)
en su famoso esquema global de la disciplina. Gran parte de las reflexiones sobre la traducción
previas a la segunda mitad del siglo XX se han centrado en la teoría aplicada, defendiendo como
axiomas maneras concretas de traducir. Afirmaciones lapidarias y contradictorias del tipo de que
hay que traducir de manera que siga pareciendo el original o que no parezca una traducción, o de
que la poesía sólo puede traducirse en prosa o sólo en formato poético abundan en las antologías
que recogen las reflexiones clásicas. Se trata casi siempre de intentos de proporcionar recetas de
aplicabilidad universal más o menos sofisticadas. Para el traductor que está buscando una guía
estable en su proceder, este tipo de tesis resulta muy atractivo por su simplicidad y detrás de las
quejas sobre la inutilidad de la teoría moderna de la traducción suele subyacer la idea de que la

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teoría debería mostrarnos fórmulas sencillas e inteligibles que nos permitieran traducir mejor, en
lugar de enfrascarse en discusiones supuestamente estériles sobre el sexo de los ángeles traductores.
En la actualidad, la faceta de los estudios de traducción más acorde con esa línea de
aplicabilidad práctica gira en torno a la lingüística contrastiva, que conoció su cénit en las dos
décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. En un primer momento y en clara complicidad
con los objetivos de la traducción automática, esta línea de investigación contemplaba la traducción
como una operación básicamente matemática y planteaba que la teoría debía buscar equivalentes
fijos de palabras y partes de la oración para parejas de idiomas dados. El famoso informe ALPAC
puso fin en 1966 a este enfoque simplista.
La polisemia y la consiguiente ambigüedad de las lenguas naturales se alzaban como grandes
impedimentos para la existencia de una traducción perfecta del original, y esto sin contar con
elementos esenciales que en la época apenas se consideraban a efectos de la traducción, como la
apertura interpretativa, la historicidad y diversidad cultural que condicionan la esencia misma de la
actividad traductora. Sea como fuere, la idea de imposibilidad de la lectura y la traducción perfectas
es muy relevante para el objetivo que me he impuesto aquí. Resulta sencillamente imposible que la
teoría de la traducción sirva para obtener una supuesta traducción universal y única que subyacería
bajo cada texto original. Esa idea es también un mito y la concepción de la teoría de la traducción
como un listado de recetas infalibles para resolver problemas de asimetría cultural o lingüística
carece de todo sentido. Cabe hallar una buena manera de plasmar esto en la famosa definición de
Levy (1967), que describe la traducción como un “proceso de toma de decisiones”, un proceso de
reescritura en el que nunca existe una solución única, sino una diversidad de opciones entre las que
el traductor debe elegir constantemente. Si algo ha quedado demostrado en estas últimas décadas de
estudios de traducción es que el concepto clave que rige la traducción es la variabilidad, que no
viene determinada tanto por el original como por las necesidades comunicativas en el nuevo
contexto en el que se inserta el texto traducido. Siempre es posible traducir cualquier texto de
múltiples maneras distintas y las diferencias entre hacerlo de una u otra manera no tienen con
frecuencia nada que ver con la competencia ni con el sentido artístico del traductor, sino con
parámetros escurridizos y polémicos como las convenciones del momento y sociedad en la que se
produce el acto de traducción, los objetivos del traductor o del cliente, o la relación de poder entre
las dos sociedades implicadas. Así, el original actúa como punto de partida necesario, pero son las
condiciones de recepción las que dictan el enfoque traductor. Por poner un ejemplo sencillo, el
hecho de que la Odisea o la poesía rimada en general se tradujera mayoritariamente en verso rimado
en el pasado y mayoritariamente en prosa o en verso libre en la actualidad no tiene nada que ver
con la Odisea y sí todo que ver con las condiciones de recepción de la sociedad para la que se
traduce. Más allá de gustos particulares, afirmar que cualquiera de los dos enfoques es
axiomáticamente superior al otro implica cerrar los ojos ante el carácter esencialmente histórico y,
por tanto, cambiante de la actividad traductora (por otro lado, al igual que sucede con la producción
literaria original, lo que sitúa la traducción en un plano alejado del malditismo y paralelo a las demás
actividades textuales). Conscientes de esta variabilidad, la mayoría de los estudiosos hace tiempo
que, como diría Dante, abandonaron toda esperanza en ese sentido y se han centrado en intentar
entender mejor el fenómeno, en describirlo de la manera más sistemática posible y, a partir de su
conocimiento descriptivo, de explicar las causas y consecuencias de los diversos enfoques
traductores, en lugar de dictar recetas de obligado cumplimiento y éxito supuestamente seguro.
Esa descripción acompañada de una explicación de causas y consecuencias carece
normalmente de una aplicabilidad práctica directa que permita al traductor delegar sus
responsabilidades a la hora de tomar decisiones. La idea central aquí radica en abrir los ojos más allá
del sentido común y la intuición, en hacer al traductor consciente de que siempre existen múltiples
posibilidades de respuesta que históricamente han tenido unas causas y consecuencias
determinadas. A partir de ahí, cada profesional debe tomar una decisión, ahora informada, por su
cuenta y riesgo. La diferencia que aporta la teoría en este caso, desde mi punto de vista esencial para
el traductor, radica en la toma de conciencia de su capacidad de elección. Saber que no es culpa
suya si no es capaz de dar con la traducción perfecta subyacente debería resultar liberador. Una vez
interiorizado el hecho de que la interpretación única no existe, se abren las puertas del libre albedrío
a partir de una concepción realista del hecho traductor. Toda traducción se puede hacer de formas
diversas y es el traductor el que debe juzgar a partir de su lectura, de las necesidades del cliente y de
los lectores qué tipo de relación desea que guarde su interpretación con el original. Por continuar

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con nuestro ejemplo, traducir la Odisea en verso épico no es en absoluto imposible, aunque sí pueda
resultar socialmente inconveniente en la España del siglo XXI. Con todo, la alternativa continúa
presente y el conocimiento teórico conferiría al traductor una posición de fuerza que le permitiría
argumentar más allá del “suena mal” a favor de sus opciones personales. ¿Prefiero resistirme a la
muerte de la poesía épica en la sociedad occidental moderna? ¿Prefiero, por tanto, retraducir la
Odisea en verso tradicional, para así darle al lector la oportunidad de hacer el esfuerzo de enfrentarse
a un texto difícil de digerir pero que formalmente resonará con tonalidades antiguas y heroicas en
sus oídos? ¿O debo por el contrario ser más realista y buscar en prosa narrativa el máximo posible
de lectores para una historia que merece ser rescatada de un más que incipiente olvido? La mayor
parte de los actuales estudiosos de la traducción renunciarán de partida a resolver este dilema y se
centrarán en explicar posibles causas y consecuencias para que cada uno elija en libertad.
Otra manera secular de buscar el consenso social y todavía muy vigente también son las
metáforas, que nos permiten un entendimiento por analogía de objetos y fenómenos complejos que
de otro modo resultarían muy difíciles de aprehender. Las metáforas están presentes en todos los
planos del lenguaje y de la ciencia, desde los agujeros negros cósmicos hasta las decenas que ha
merecido la traducción. Dos de esas metáforas aplicadas a nuestro ámbito resultan especialmente
relevantes en el tema que hoy nos ocupa: la necesidad de que un texto traducido sea como el
original visto a través de un cristal y la de nuestra actividad como puente neutro entre culturas. Se
trata de metáforas especialmente perdurables y poderosas, tanto que de manera similar a lo que
sucede con el movimiento de nuestra estrella, continúan ocupando el núcleo duro de la imagen
social y el discurso cotidiano sobre la traducción aún cuando la teoría ha demostrado que están
repletas de lacras.
La metáfora del cristal transparente como suposición y objetivo o de la identidad perfecta
persiste en la actualidad con un poderío paradójicamente babélico que no deja de sorprender en un
tiempo en que se supone que han caído mitos tan poderosos como el del autor. La teoría de la
traducción tras los últimos treinta años de andadura sistematizadora ha dejado muy claro que una
traducción no es igual que el original, que no puede serlo porque traducir acarrea una serie de
anisomorfismos o asimetrías sistemáticas que imposibilitan dicha identidad. Este hecho aceptado
por todos los teóricos trae consigo un refuerzo de la maldición divina que hemos comentado con el
argumento de que los traductores vendemos humo, de que nuestra tarea es imposible y por tanto
necesariamente imperfecta. Sin embargo, resulta que desde el punto de vista de la identidad entre lo
emitido y lo recibido cualquier acto de comunicación es también necesariamente imperfecto. Uno
de los anisomorfismos más interesantes que imposibilitan la identidad de mensajes es el
interpretativo, una asimetría que ahora explicaré y que resulta aplicable a cualquier acto de
comunicación, llámese traducción interlingüística o lectura monolingüe. El anisomorfismo
interpretativo nos indica que cualquier texto, en mayor o menor medida, está necesariamente
dotado de apertura interpretativa, lo que implica que no existan dos lecturas iguales. No es
necesario recurrir a la literatura experimental de escritores conscientemente ambiguos como Joyce o
Rulfo para demostrarlo. El hecho rutinario de que dos jueces interpreten de manera distinta la
misma ley en el transcurso de un pleito que pasa del tribunal de primera instancia al de apelación
constituye una prueba palmaria de ello. Y se supone que las leyes están redactadas para que todo el
mundo comparta el mismo baremo claro de comportamiento y que los jueces son profesionales de
la interpretación de la ley, profesionales que, por así decirlo, se han formado todos en la misma
escuela. Por supuesto, leer una traducción implica leer una lectura, lo que supone una vuelta de
tuerca suplementaria y está en la base de la popular tesis de la intraducibilidad. Sin embargo, lo
sorprendente es que en el imaginario social no se haya instalado también la tesis de que la lectura o
la comunicación son imposibles y que leer es traicionar, ya que nunca cabe la posibilidad de
entender exactamente lo mismo que pretendía el emisor de un mensaje, a poco elaborado o
complejo que este sea. Nos hallamos, pues, ante la paradoja de que dos actividades -la lectura y la
traducción- sujetas a la misma limitación esencial a causa del anisomorfismo interpretativo acaban
experimentando suertes radicalmente opuestas en el imaginario social: la lectura sí es posible y
enriquecedora, pero la traducción resultaría imposible y empobrecedora (un delicioso oxímoron,
dicho sea de paso).
¿Por qué si esto es tan obvio se mantiene tan potente la metáfora del cristal? En parte, una
posible explicación de la fuerza paradójica de esta metáfora radica como tantas otras veces en una
necesidad social. Cuando leemos a Proust o a Mishima traducidos nuestra necesidad de goce

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estético y cultural nos dicta que debemos creer que estamos leyendo a esos autores y no una
reescritura de los mismos que haya pasado por el tamiz de una interpretación idiosincrásica previa y
de las convenciones literarias de la sociedad de recepción. Lo contrario a esta ilusión de identidad
supondría renunciar a la posibilidad misma de “auténtico” acceso a la literatura universal. Dado que
como hemos visto el eslabón interpretativo es inevitable, consideramos ahora sí aceptable que la
interpretación proporcionada por el traductor se una a la nuestra como lectores de la traducción y
que esta interpretación en segundo grado actúe como texto original idéntico a un supuesto original
por lo demás intrínsecamente incognoscible.
He aquí pues un componente central de la traducción que la teoría ha sido capaz de resituar y
que debería servir para mejorar la autoestima de los traductores. Desde aproximadamente los años
ochenta las nuevas corrientes teóricas, los llamados estudios de traducción, han insistido en que este
cilicio de fracasados natos que los traductores llevamos puesto al menos desde la época romántica
es tremendamente injusto. La identidad entre original y traducción es ciertamente imposible, pero
en lo esencial no más imposible que la identidad entre lo emitido y lo recibido en cualquier acto de
comunicación monolingüe. Resulta pues urgente y necesario redefinir el fenómeno traductor para
comprenderlo mejor y, de paso, para liberar al traductor del inmerecido lastre de traidor. Este
empeño constituye uno de los mejores ejemplos de cómo la teoría puede ser manifiestamente útil
para los traductores, no susurrándoles recetas de traducción universales e imposibles, pero sí
permitiéndoles andar por la calle con la cabeza un poco más alta. No hay aquí espacio ni
probablemente sea el momento para desarrollar las distintas tesis que los teóricos han propuesto
para redefinir la traducción, desde la idea de la teoría del escopo, que presenta la traducción como
oferta de información en gran medida autónoma a partir de una oferta de información previa
planteada por el original, o la provocativa tesis de la necesaria manipulación suscrita por los
polisistémicos, pasando por la aplicación de la diferencia de los postestructuralistas. Sin embargo, sí
podemos dejar constancia de ese empeño, con resultados que al menos nos hacen abrir un poco
más los ojos si deseamos comprender qué estamos haciendo cada vez que reescribimos una novela,
un certificado de nacimiento o un folleto turístico.
En esta misma línea de cuestionamiento de la relación con un original al mismo tiempo
sagrado e incognoscible, y entrando de rondón en el campo de la ética, una de las aportaciones más
interesantes de los estudios de traducción consiste en presentar un cuadro mucho más realista y
complejo de las lealtades del traductor, que además de al autor incluyen como mínimo al cliente y al
destinatario final (cf. Nord 1991). Las reflexiones tradicionales sólo tienen en cuenta la relación de
la traducción con un texto original que por definición es perfecto, lo que les impide analizar -más
allá de llamarlo error- cualquier comportamiento del traductor que suponga un apartamiento
consciente del original para mejor cumplir los objetivos de la traducción en el nuevo contexto, ya
sea por cambio de objetivos, ya por limitaciones del original.
Un muy buen ejemplo para entender la diversidad de lealtades nos lo proporciona Wagner
(Chesterman & Wagner 2002) cuando plantea el dilema a la hora de traducir un curriculum mal
redactado. Si la lealtad principal del traductor se dirige hacia el autor original, en su condición de
experto textual más le valdrá al traductor arreglar las torpezas del autor para ayudarle a encontrar
trabajo. Si, por el contrario, su lealtad se dirige principalmente al destinatario, dejará visibles esas
torpezas para que el futuro patrono perciba claramente a qué tipo de candidato se enfrenta.
Por supuesto, la realidad no suele suministrarnos ejemplos tan nítidos, pero una de las cosas -
en este caso herejías- que sí plantean los estudiosos actuales es la posibilidad de que el original no
sea una obra maestra y que necesite revisión. Un porcentaje altísimo de los textos que se traducen
de forma cotidiana está constituido por obras escritas por seres humanos eminentemente normales,
cuyo principal activo no consiste precisamente en redactar de manera profesional. Si se acepta que
una traducción posee sus propias lealtades y objetivos, que incluyen, pero trascienden al texto
original, el horizonte de posibilidades aumenta de manera notable.
Por hablar de casos que conozco personalmente, cuando un químico o un sociólogo nos piden
que traduzcamos textos suyos al inglés para publicar en revistas internacionales, uno sabe de
antemano que con toda probabilidad parte del trabajo va a consistir en mejorar estilísticamente el
original, algo impensable a partir de la metáfora del cristal. La posibilidad de mejora del original no
supone ciertamente un comportamiento revolucionario que los teóricos hayan propuesto
súbitamente, ya que los traductores llevamos siglos arreglando en el otro idioma fragmentos y hasta
manuscritos enteros más o menos deleznables. La diferencia que marca la teoría consiste en aportar

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un cuadro mucho más realista de nuestra labor, en la que esta tarea de redacción profesional tan
propia de los traductores deja de ser clandestina y vergonzante para encuadrarse en un fenómeno
mucho más complejo y multilateral protagonizado por expertos textuales que trascienden el famoso
“limitarse a traducir”, según parece consistente en poner “mesa” donde ponía “table”.
La otra gran metáfora que domina la imagen social de la traducción y que se repite con la
precisión de un reloj suizo en todos los discursos oficiales a la entrega de premios de traducción es
la del puente, la de la traducción como polinizadora neutral, facilitadora del entendimiento entre
culturas y arquitecta de la paz y la armonía universales. Al igual que sucedía con la metáfora del
cristal, la del puente está basada en una verdad a medias cuya justificación conviene reconocer de
antemano. Ciertamente, la traducción constituye el mecanismo esencial de relación intercultural y
sin ella el progreso humano, tanto científico como artístico, sería prácticamente inimaginable. La
traducción ha sido y es el eslabón imprescindible que nos ha permitido disfrutar de nuevos géneros
literarios, enfoques filosóficos, conocimientos científicos y hasta alfabetos enteros creados ex novo
para posibilitar la introducción de textos centrales como la Biblia. Dicho esto, el estudio sistemático
de las políticas y sociología de la traducción que se ha llevado a cabo en los últimos treinta años nos
indica que, puestos a buscar metáforas, el movimiento de importación y exportación de
traducciones se asemeja bastante más a un embudo que a un bucólico puente entre culturas. La
mención de una única cifra resulta muy ilustrativa al efecto. En la actualidad, en España
aproximadamente un 25% de los libros son traducciones (cf. Libro Blanco de la Traducción en
España 2010), mientras que en Estados Unidos o Gran Bretaña (cf. Venuti 1998) esa cifra ronda el
3%, y esto sin entrar en la cuestión de que el nicho cultural de superventas que adoptan tantas
traducciones en nuestro país no es comparable al espacio minoritario que tradicionalmente suelen
ocupar las traducciones al inglés. Por lo demás, la situación actual no parece demasiado novedosa,
ya que el carácter de lengua franca que tuvieron el latín en la Edad Media o el francés durante el
siglo XIX y primera mitad del XX nos indican que esta situación de desequilibrio debe ser bastante
habitual en la historia de la traducción y las relaciones interculturales. Son además múltiples los
ejemplos en los que distintos estudiosos presentan el carácter estratégico e ideológico de los flujos
de traducción, que distan mucho de ser casuales (cf. por ejemplo Baker 2007 sobre el conflicto
palestino-israelí o Waisman 2005 sobre el cambio de autores importados tras la independencia
argentina en 1816, Jacquemond 2010 sobre la política de traducción al árabe de las potencias
occidentales, Antochi 2011 sobre censura y dirigismo cultural en el régimen comunista rumano,
etc.). Lo cierto es que en paralelo a su carácter de puente entre culturas, la traducción también
desempeña una y otra vez un papel de refuerzo de los desequilibrios globales, no está muy claro en
qué medida como causa y en cuál como consecuencia inevitable. Si el conjunto del mundo
alfabetizado y buena parte del analfabeto sabe perfectamente qué se come en Oklahoma el día de
Acción de Gracias o si es consciente de lo heroica que fue la conquista del Lejano Oeste en
comparación con la cruel carnicería llevada a cabo por los españoles en Latinoamérica, si el género
actualmente de moda es la historia-ficción con tintes religiosos o si tantas otras cosas, la traducción
siempre se alza como mecanismo privilegiado de transmisión de todos esos valores uniformes y
globalizados.
Para el traductor, ser consciente de la posibilidad de que su trabajo actúe como correa de
transmisión de mecanismos de dominación o imágenes injustamente distorsionadas del otro puede
constituir un toque de atención importante. Ahora mismo, cientos si no miles de traductores actúan
como voluntarios (cf. por ejemplo Granada Declaration 2010; Simon 2005; Baker 2006; Calzada
2007; etc.) trabajando para muchas ONG en defensa de los derechos de los inmigrantes o en pos de
traducciones socialmente relevantes de y a culturas minoritarias. Uno de los asuntos teóricos más
candentes en los estudios de traducción es el de la ética del traductor y del intérprete, con un
enfoque que trasciende ampliamente la cuestión de la fidelidad. En el campo de la interpretación
social o comunitaria -también una novedad por sí mismo como objeto de estudio- se está
debatiendo acaloradamente sobre la supuesta neutralidad de los intérpretes en situaciones de
desequilibrio de poder manifiesto, como puede suceder con las entrevistas para solicitar asilo
político, en consultas médicas o en los juicios -por no hablar de los interrogatorios tipo
Guantánamo-. En el terreno de la traducción escrita, existen dos grandes temas de debate, el de la
oposición al neocolonialismo (cf. Venuti 1992, Cheung 2007, Zauberga 2000 et al.) a través, entre
otras medidas, de políticas de resistencia a la globalización entendida como homogeneización de
sentido único, y, en segundo lugar, el debate que gira en torno a la tradicional invisibilidad del

8
traductor (cf. Venuti 1995), con la cuestión del dilema entre domesticación o exotización en primer
plano.
Junto al cuestionamiento de metáforas y verdades reveladas del que hemos visto un par de
ejemplos, uno de los objetivos centrales de buena parte de los estudios de traducción consiste en la
búsqueda de componentes comunes que caractericen a la traducción en su conjunto. Son lo que
podríamos denominar universales o elementos al menos generalizados en la traducción. Uno de los
universales que emergen con mayor fuerza entre lo estudiado hasta el momento es el de la
normalización (Even-Zohar 1979, Toury 1995, Kenny 1998, Paloposki & Oittinen 2000, Olohan
2003, Mossop 2010, etc.), que no debe confundirse con la idea de mejora de originales defectuosos
antes comentada. Básicamente, normalizar consiste en convertir en uso habitual o en convención
aceptada lo que en el original es un intento de desviarse del uso normal del lenguaje y de las
convenciones. Un par de ejemplos claros serían el ya citado de traducir en verso libre la rima clásica
o hacer caso omiso de las variantes fonéticas que se apartan de la pronunciación estandarizada tan
habituales en la literatura en inglés.
La teoría de la traducción parece haber demostrado de manera muy convincente que las
traducciones presentan una tendencia muy marcada a la normalización en todos los planos, ya sean
estilísticos, culturales o ideológicos. Elementos como los dos citados o el uso de dialectos, las
palabras malsonantes, las estructuras ajenas a lo idiomático, las repeticiones léxicas, las metáforas
originales, los elementos culturales específicos y un largo etcétera que en los originales,
especialmente literarios, buscan quebrar los caminos más trillados suelen presentarse en las
traducciones rebajados o reordenados para evitar reacciones de extrañeza o rechazo en el lector, o
simplemente para ajustarse a las convenciones de la sociedad de acogida. Se trata de un
procedimiento que en la mayoría de los casos es inconsciente o se justifica a partir de argumentos
muchas veces basados en razones defendibles, aunque expresados de manera muy impresionista del
tipo “es que no sonaba bien”, “no se entendería” o “no tendría el mismo efecto”. Ortega y Gasset
(1937) en un artículo pionero lo achacaba a un “adocenamiento” intrínseco del traductor, Kundera
(Kuhiwczak 1990) califica el resultado de literatura de supermercado, mientras que en las tesis
modernas (Toury 1995) esta necesidad de fluidez y corrección más allá del original se suele achacar
a la necesidad de aceptabilidad, esto es, de producir textos traducidos que cuenten con la
aprobación del cliente, lector y agentes con capacidad sancionadora como los críticos literarios.
Lo cierto es que la normalización constituye una constante que surge sistemáticamente en los
análisis de todo tipo de traducciones. Por poner algunos ejemplos que conozco personalmente algo
mejor, en traducción médica del inglés al español es sistemática la preferencia por términos de
origen grecolatino o tecnicismos frente a los procedentes del lenguaje general a los que los
investigadores ingleses suelen dar prioridad. Conviene añadir al respecto que, por supuesto, no se
trata de una cuestión de disponibilidad, ya que en ambos idiomas existen ambas posibilidades de
manera casi sistemática. En la traducción de nombres propios, se produce una neutralización
cultural casi sistemática en cuanto el traductor sospecha de opacidad en el original. En la traducción
al español de variantes fonéticas y dialectales, la estandarización es igualmente constante en la
mayoría de las traducciones de textos escritos, y así podríamos continuar citando un ejemplo tras
otro, algunos de los cuales resultan perfectamente confesables y otros más vergonzantes.
En la teoría tradicional de la traducción, la normalización suele justificarse a partir del famoso
mandato de “que no parezca una traducción”, la también llamada traducción comunicativa, cuyo
imperativo de fluidez continúa dominando de manera acrítica el imaginario social de la traducción
óptima en la actualidad, tal como atestiguan los alumnos que entran en las aulas año tras año. Una
vez más, la teoría de la traducción moderna mayoritariamente se centra en describir estos
comportamientos y en tratar de explicar sus causas y consecuencias. La normalización en sus
distintas variantes presenta consecuencias en principio deseables para el traductor, ya que facilita la
lectura, prestigio y comprensibilidad del texto resultante, y no tan deseables si se desea obtener
representaciones relevantes del original, ya que puede suponer una uniformización de las
traducciones que anule componentes del original que pudieran considerarse esenciales. De hecho,
una parte de los estudiosos de la traducción tienden a criticar esta manera de traducir con el
argumento ya adelantado por Schleiermacher (1813) de que traducir como si la obra se hubiese
escrito originalmente en lengua término elimina las diferencias existentes entre las culturas y da la
impresión de que nuestra cosmovisión, tablas de valores y maneras de expresión son las únicas

9
posibles porque los extranjeros coinciden esencialmente con nosotros, tal como demostrarían las
propias traducciones.
Un traductor puede, por supuesto, continuar normalizando de manera acrítica y recibir el
aplauso de lectores y editores. Sin embargo, la conciencia de esta tendencia universal en traducción
le conferiría el poder de elegir, la posibilidad de ser dueño de sus actos, de resistirse de manera tan
selectiva como le pareciese adecuado o aconsejable para, por ejemplo, continuar recibiendo
parabienes al mismo tiempo que transmitía una imagen del otro que marcase más las diferencias,
que confiriese a los lectores una experiencia un poco más viajera en todos los planos.
Hasta ahora, hemos comentado hallazgos de la teoría de la traducción que pueden resultar
especialmente relevantes para los traductores, pero en este breve análisis de la relación entre teoría y
práctica es esencial mencionar también la enorme importancia de la práctica para el desarrollo de la
teoría moderna de la traducción. Así, los traductores y la práctica de la traducción son elementos
fundamentales para la teoría en dos sentidos: como fuente de datos y como campo de validación.
Si la reflexión sobre la traducción quiere dejar de lado el componente idealizador, impresionista
y subjetivo que la ha caracterizado durante siglos, sólo la observación cuidadosa de la práctica de la
traducción podrá empezar a ayudarnos a entender que parte de las explicaciones de la respuesta
elegida por los traductores debe buscarse, por ejemplo, en sus condiciones laborales. Factores como
los medios de documentación (especialmente patentes si comparamos la era anterior a Internet con
la actual), las posibilidades de formación específica, la urgencia, las bajas tarifas o un estatus social
bajo de nuestra actividad, que conlleva la contratación de traductores sin formación, ayudan a
entender comportamientos que tradicionalmente se han achacado a la incompetencia del
profesional sin más.
En esta misma línea, una teoría de la traducción que no extraiga sus datos de la realidad
traductora está condenada a la irrelevancia de las opiniones personales. Tras siglos de reflexiones
idealizadas, los últimos treinta años de estudios de traducción se han centrado en buena medida en
situar el proceso inductivo en primer plano, en un intento de que generalizaciones, explicaciones y
modelos se encuentren sólidamente anclados en la realidad. De igual modo, la validez de las
regularidades halladas y modelos teóricos propuestos sólo se podrá defender mediante un
cuidadoso cotejo deductivo con la realidad, lo que obliga al estudioso a analizar detalladamente
traducciones reales para comprobar que sus características se ajustan al modelo descriptivo y
explicativo postulado. Así, el movimiento clásico inductivo-deductivo que tan bien caracteriza el
método científico ha ocupado la primera línea del pensamiento moderno de la traducción, algunos
de cuyos resultados he tratado de mostrar hoy aquí.
Antes de finalizar esta pequeña charla, no quisiera dejar de mencionar la vertiente institucional
que ha acompañado al enorme crecimiento vivido por los estudios de traducción en España.
Efectivamente, desde los años noventa, la traducción ha pasado de desempeñar un papel muy
marginal en la universidad española, con apenas tres diplomaturas y por supuesto sin estudios de
doctorado propios, a ofrecerse como licenciatura o grado completo en más de veinte universidades
españolas, lo que también ha supuesto la oferta de decenas de masters y programas de doctorado
específicos para la traducción y la interpretación. Por si fuera poco, ahora mismo se publica una
veintena de revistas especializadas sólo en España, con más de 150 en el mundo. El paso de copista
más o menos bilingüe a experto en mediación intercultural e interlingüística -al menos nominal- que
ha supuesto la implantación de los estudios de traducción en la universidad constituye sin duda un
espaldarazo a la visibilidad y al prestigio del traductor, al que socialmente se empieza a percibir con
un rango equiparable al de un licenciado en filología o periodismo, algo que no sucedía en el
pasado.
Esta misma integración de la traducción en el circuito investigador institucionalizado también
ha aportado al traductor un metalenguaje propio y altamente desarrollado del que carecía hasta el
momento. Efectivamente, conceptos como domesticación/exotización, variabilidad, normalización,
lealtad frente a fidelidad, anisomorfismos, (in)visibilidad, historicidad o tantos otros que los
estudios de traducción ha introducido en estas últimas décadas permiten al traductor consciente de
la teoría disponer de una terminología específica y con prestigio científico a la que recurrir para
explicar sus traducciones más allá del cansino y frágil "es que no sonaba bien" con el que
tradicionalmente se han justificado las decisiones traductoras.
Para concluir esta reivindicación de la utilidad de la teoría para el traductor les ruego me
perdonen si cuento ahora una anécdota personal, que tuvo lugar hace casi treinta años, en el

10
neblinoso inicio de mi propia actividad como traductor. Mi primer encargo profesional consistió en
la traducción de las ponencias de un congreso, creo que de jóvenes hispanistas. Los estudiosos no
debían ser muy duchos porque incluso a mis 20 años ya me sorprendió cierta dejadez estilística y,
sobre todo, una enorme pobreza investigadora. A modo de ejemplo un poco extremo, nunca se me
olvidará la afirmación de que había quedado nada menos que demostrado que durante la Edad
Media en España se había ajusticiado a entre 30 y 30.000 brujas, todo un prodigio de precisión y
relevancia. Como buen seguidor de la metáfora social del cristal, intenté ser un buen traductor
invisible y presentar una traducción igual de mediocre, pero como sucede habitualmente en
traducción se me fue la mano hacia la corrección y la fluidez estilísticas. Por supuesto, aquello no
había por dónde cogerlo ni con mis torpes e inconscientes tentativas de arreglo ni sin ellas, y al final
decidieron no publicar el libro. Lo relevante de esta historia es que a los pocos días de entregar mi
traducción me llamó el responsable de la editorial y antes de anunciarme que el libro no se iba a
publicar me comentó, literalmente, que mi traducción estaba mejor que el original, supongo que
para que no me sintiese culpable. Por supuesto, me tomé la frase como una acusación en toda regla,
me sonrojé y pensé que la había pifiado y que más me valía intentar ganarme los garbanzos con
alguna otra actividad. Cuando empecé a balbucear excusas, me quedé perplejo al ver que el editor,
perro viejo en el negocio, me estaba alabando. En aquel momento, no entendí cómo me podían
felicitar por haber sido infiel. Con unos poquitos conocimientos teóricos, seguramente me hubiese
evitado el sofoco y a lo mejor hasta podría haber actuado conscientemente para conseguir que aquel
engendro alcanzase cierto grado de dignidad y coherencia al menos estilísticos y hubiera sido
finalmente publicado, con lo que mis autores seguro que hubiesen quedado encantados de mi
traición.

Referencias bibliográficas

Antochi, Roxana Mihaela. (2011) “Behind the Scene: Text selection Policies in Communist
Romania. The case of Spanish and Latin-American drama − a preliminary study.” Leuven:
CETRA, University of Leuven.
Baker, Mona. (2006) “Translation and Activism: Emerging Patterns of Narrative Community.” MR.
The Massachusetts Review 47:3, pp. 462-484.
Baker, Mona. (2007) “Reframing Conflict in Translation.” Social Semiotics 17:2, pp. 151-169.
Calzada Pérez, María. (2007) “Translators and Translation Studies: Scholars as Inoculators of
Resistance.” The Translator 13:2, pp. 243-269.
Chesterman, Andrew & Emma Wagner. (2002) Can Theory Help Translators? A Dialogue between the
Ivory Tower and the Wordface. Manchester: St. Jerome.
Chesterman, Andrew. (2007) “On the Idea of a Theory.” Across Languages and Cultures 8:1, pp. 1-16.
Cheung, Martha P. Y. (2007) “On Thick Translation as a Mode of Cultural Representation.” En:
Kenny, Dorothy & Kyongjoo Ryou (eds.) 2007. Across Boundaries: International Perspectives on
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Jacquemond, Richard. (2010) “’To win hearts and minds’: Western translation policies towards the
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Kuhiwczak, Piotr. (1990) “Translation as Appropriation: The Case of Milan Kundera’s The Joke.”
En: Bassnett, Susan & André Lefevere (eds.) 1990. Translation, History and Culture. London:
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11
Levy, Jirí. (1967) “Translation as a Decision Process.” En: Varios autores. 1967. To Honor Roman
Jakobson. Essays on the occassion of his seventieth birthday, 11th October 1966. Den Haag & Paris:
Mouton de Gruyter. Vol. II, pp. 1171-1182.
Mossop, Brian. (2010) “Translating What Might Have Been Written.” En: Baker, Mona; Maeve
Olohan & María Calzada Pérez (eds.) 2010. Text and Context. Essays on Translation and Interpreting
in Honour of Ian Mason. Manchester: St Jerome.
Nord, Christiane. (1991) “Scopos, Loyalty, and Translational Conventions.” Target 3:1, pp. 91-109.
Olohan, Maeve. (2003) “How Frequent Are the Contractions?: A Study of Contracted Forms in the
Translational English Corpus.” Target 15:1, pp. 59-89.
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Natividad Gallardo San Salvador & Yves Gambier (eds.) 2000. Translation in Context.
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Schleiermacher, Friedrich Daniel Ernst. (1813). Über die verschiedenen Methoden des Übersetzens. Madrid:
Gredos. Traducción y comentarios de Valentín García Yebra.
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Versión electrónica: <http://www.erudit.org/revue/ttr/>
Toury, Gideon. (1995) Descriptive Translation Studies - and Beyond. Amsterdam: John Benjamins.
Varios autores. (2010) Libro blanco de la traducción editorial en España. Madrid: AceTT (Sección de
Traductores de la Asociación Colegial de Escritores). Versión electrónica:
<http://www.acett.org/INDICE>
Varios autores. (2010) “Granada Declaration Traducción/Interpretación y Compromiso Social.”
En: Boéri, Julie & Carol Maier (eds.) 2010. Translation / Interpreting and Social Activism. Granada:
ECOS. Versión electrónica: <http://www.translationactivism.com/Manifest.html>
Venuti, Lawrence. (1992) “Introduction to Rethinking Translation.” En: Venuti, Lawrence (ed.)
1992. Rethinking Translation: Discourse, Subjectivity, Ideology. London: Routledge, pp. 1-17.
Venuti, Lawrence. (1995) The Translator's Invisibility: a History of Translation. London: Routledge.
Venuti, Lawrence. (1998) The Scandals of Translation: Towards an Ethics of Difference. London:
Routledge.
Waisman, Sergio. (2005) Borges y la traducción. La irreverencia de la periferia / Borges and Translation. The
Irreverence of the Periphery. Buenos Aires / Lewisburg: Adriana Hidalgo / Bucknell University
Press.

Otras lecturas complementarias y accesibles sobre la utilidad (o no) de la teoría de


la traducción
 Aubin, Marie-Christine. (2003) “L’enseignement théorique dans un programme de
formation universitaire en traduction.” Meta 48:3, pp. 439-449. Versión electrónica:
<http://www.erudit.org/revue/meta/2003/v48/n3/007604ar.html>
Resumen en inglés: Theory can be considered as an organized set of principles devised to explain
facts or phenomena. Translatology – the theory of translation – therefore should help professional
translators perform faster and more efficiently, especially at a time when everything seems geared to
speed. Theory and practice go hand in hand. In training programs, the methodology used to impart
translation skills draws heavily on theory. In other words, if theory did not exist, it would have to be
invented, since no program could survive without some theorizing on the practice of the
profession. [Fuente: Autor]
Resumen en francés: Si on prend le terme théorie dans son sens de « construction intellectuelle
méthodique et organisée », il ne fait aucun doute que celle-ci doit permettre aux traducteurs, à une
époque où tout s’accélère, de travailler plus vite et plus efficacement. En effet, la théorie soutient la
pratique et n’apparaît le plus souvent que dans ses résultats dans les programmes de formation,
permettant aux étudiants d’accélérer leur acquisition des compétences essentielles à la pratique.
Autrement dit, si la théorie n’existait pas, il faudrait l’inventer car aucun programme de formation
ne serait viable sans une réflexion théorique sur la pratique du métier. [Fuente: Autor]

12
 Calzada Pérez, María. (2005) “Applying Translation Theory in Teaching.” New Voices in
Translation Studies 1, pp. 1-11. Versión electrónica:
<http://www.iatis.org/oldsite/newvoices/issues/2005/calzada-NV2005.pdf>
Resumen: A basic premise of this article is that the institutional teaching of translation studies
hasevolved in the past decades partly due to a growing connection between theory and teaching
practice. The present article focuses on how seven proponents of various translation theories teach
in classrooms, on why theory is important for the teaching of the profession, and on the nature of
theory. This discussion leads to a fundamental concern for the training of future translators for
professional work. It is argued that translation trainees should be exposed to a variety of
approaches to translation which are inspired by and connect to different theoretical schools so that
students are in this way taught to be flexible in their approach to texts and will also learn theory in
practical application. [Fuente: Autor]

 Chesterman, Andrew. 2007. "On the Idea of a Theory". Across Languages and Cultures 8:1,
pp. 1-16. Versión electrónica:
<http://www.akademiai.com/content/f86v8r98g8287v12/fulltext.pdf>
Resumen: This article is based on a lecture that has been given to several groups of doctoral
students at various times and in various places. It outlines five notions of what has been taken to
constitute a “theory”: myth, metaphor, model, hypothesis and structured research programme. The
most fundamental of these is the hypothesis. These different ideas of what a theory can be are
illustrated with examples from Translation Studies. Any theory aims at description and explanation,
and these two concepts are also discussed. A final comment takes up the idea that translations
themselves are theories, and that a translator is thus a theorist or theôros. [Fuente: Autor]

 Chesterman, Andrew & Emma Wagner. 2002. Can Theory Help Translators? A Dialogue
between the Ivory Tower and the Wordface. Manchester: St. Jerome. Disponible en la BUA.
Resumen: This book is a dialogue between a theoretical scholar and a professional
translator, about the usefulness (if any) of translation theory. Andrew Chesterman and
Emma Wagner argue about the problem of the translator's identity, the history of the
translator's role, the translator's visibility, translation types and strategies, translation
quality, ethics, and translation aids.
Chapter 1 addresses the aims of theory, the needs of translators and the role of conceptual
tools. In Chapter 2 the authors debate issues of identity, metaphors of translation and
translation history. Chapter 3 covers visibility, authors and professional status. Chapter 4
deals with classification of purposes, types and readerships, and Chapter 5 with strategies,
unblocking, distancing, and motivating. The following chapter engages with issues of
quality assessment, standards and norms, and the final chapter with translation aids,
machine translation and translation memory. [Fuente: editorial]

 Guhl, Mercedes. (2000) “La brecha entre teoría y práctica de la traducción.” Ikala 5:9-10,
pp. 89-105. Versión electrónica:
<http://quimbaya.udea.edu.co/ikala/images/PDFs/art6_vol5.pdf>
Resumen: Este artículo es una reflexión alrededor de la ambivalencia de los términos sobre los que
se apoyan algunas teorías y perspectivas para definir la traduc¬ción. Esta ambivalencia hace que las
teorías sean herramientas útiles para el análisis de una traducción y su crítica a posteriori, pero para
la enseñanza de la traducción no ofrecen orientación sólida. Para mostrar esta ambivalencia, la
autora se centra en dos experiencias de traducción en América Latina, la retraducción de las obras
completas de Shakespeare y la de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carrol. [Fuente: Autor]

 Katan, David. (2009) “Translation Theory and Professional Practice: A Global Survey of
the Great Divide.” Hermes: Journal of Language and Communication Studies 42, pp. 111-154.
Versión electrónica:
<http://download2.hermes.asb.dk/archive/download/Hermes-42-7-katan_net.pdf>
Resumen: This paper is the result of a global survey carried out this year to around 1000 translators
and interpreters, the majority of whom had university training in the area. The object of the survey

13
was to investigate the habitus of the translator and to compare it with the academic belief in
functionalism and the empowerment of the translator either as a mediator or as a social agent. The
replies indicated strong responsibility towards the original text, and very little towards the reader or
the wider community. Also, while the scholars appear to be convinced that their theories support
the professional translator, in practice it would seem that university trained translators (and
interpreters) rate theory very low on their list of ideal university training. Literature regarding the
term "profession" is discussed as is what distinguishes an occupation from a profession. Classic
trait theory suggests that a profession requires a number of minimum requisites, such as a well-
grounded school of theory, influential professional bodies and professional exams. The
‘professional' translators and interpreters were asked to explain in their own words what makes
translating a profession. They also replied to questions on status. As a result of the replies it was
possible to identify a large homogeneous yet scattered cottage industry. Their ‘professionality' lies in
their individually honed competencies in the field. They are dedicated and mainly satisfied
wordsmiths, who take pride in their job. They decry "the cowboys" (from secretaries to students)
while realising the seriousness of the competition due mainly to the very low status accredited to
translators worldwide. Interpreters, on the other hand, saw themselves – and were seen by
translators – as having a relatively high professional autonomy. Interestingly, relatively few of the
respondents had only one "main role". Gender is seen here as an important factor in this grouping.
Finally, as a result of the replies, it is asked whether we (academics/translation trainers) are
providing the theory and the training that will encourage the development of the profession – if
indeed it can be defined as one. [Fuente: Autor]

 Mayoral Asensio, Roberto. (2000) “Teoría y práctica de la traducción.” RedVista Picodeoro 2,


s/p. Versión electrónica:
<http://206.19.144.9/spanish/story/archive2/story/story1.html>
Resumen: Pocas pretensiones puede tener la "teoría" de la traducción sobre la práctica profesional
o la formación de traductores cuando esta supuesta teoría, en medio siglo de existencia, no ha sido
siquiera capaz de ofrecernos una definición universalmente aceptada de qué es la traducción o cuál
es su carácter. Si los traductores o los profesores de traducción no deducen toda su actividad de la
teoría no es porque no quieran, por ignorancia, pereza o desinterés, sino porque esta teoría les
ofrece más bien poco aprovechable en su actividad cotidiana. [Fuente: Autor]

 Vega Cernuda, Miguel Ángel. 2003. "Una mirada retrospectiva y escéptica a la teoría de la
traducción". Hieronymus Complutensis 9-10, pp. 63-78. Disponible en:
http://cvc.cervantes.es/lengua/hieronymus/pdf/09_10/09_10_063.pdf
Resumen: Hablar hoy en día de "teoría de la traducción" es referirse a una infinidad de propuestas
teóricas que han convertido esta disciplina, recientemente constituida, en un caos conceptual rayano
en el absurdo. En los últimos 30 años, la sucesión de propuestas, supuestamente "orientadas" a
"orientar", más que al profesional, al docente de la traducción, ha sido tan continua, repetitiva y
contradictoria que el efecto conseguido ha sido el contrario del pretendido: la desorientación. No
obstante, el docente y el profesional deben tener en cuenta las formulaciones hechas por esta
disciplina, tanto por su valor cognitivo como por su valor, aunque menor, pragmatizable.
Permítasenos hacer aquí un breve repaso a las propuestas de esa teoría, al que añadiremos algunos
apuntes críticos, producto de los convencimientos obtenidos tanto en la práctica como de la
enseñanza de la traducción que hemos ejercido desde ya hace largo tiempo. Con ello solo
pretendemos aquilatar los rendimientos y fallos de esta teoría. [Fuente: Autor]

 Venuti, Lawrence. 2000. “¿Será útil la teoría de la traducción para los traductores?” Vasos
comunicantes 16, pp. 26-35. Versión electrónica:
<http://www.acett.org/documentos/vasos/vasos16.pdf>
Resumen: He tomado el título de un sugerente ensayo del teórico checo de la traducción Jirí Levý,
quien me ayudará a plantear una serie de preguntas sobre los actuales estudios de traducción y la
formación de traductores. El artículo de Levý apareció en 1965, lo cual significa no sólo que estas
preguntas continúan vigentes, sino que deben entenderse en el contexto de las principales
tendencias de los estudios de traducción tras la Segunda Guerra Mundial. La adopción de una
perspectiva amplia resulta esencial en cualquier valoración del presente de la traducción, pero

14
también lo es en cualquier proyección de las direcciones futuras; en la medida en que toda crítica
implica estándares, un conjunto de valores a partir de los cuales realizarla, será inevitable que mis
preguntas proyecten cierto futuro en relación con el papel de la teoría en los estudios de traducción.
Quizá el papel más importante sea criticar las ideologías presentes en la traducción, los valores, las
creencias y las representaciones que moldean toda práctica cultural y, en última instancia, favorecen
los intereses de algunos grupos sociales sobre otros. [Fuente: Autor]

Principales objetivos de la teoría de la traducción


En esta sección veremos muy brevemente el recorrido histórico y los principales cometidos de los
estudios de traducción o teoría de traducción moderna.

Puntos principales sobre los objetivos de la teoría de la traducción


 Contexto histórico: la reflexión sobre traducción hasta pasada la segunda mitad del siglo
XX se centraba en cuatro ejes: 1) visión del lenguaje como mero vehículo neutral que sirve
para etiquetar realidades idénticas; 2) carácter eminentemente práctico o directamente
aplicable; 3) obsesión por la Biblia y los clásicos; y 4) planteamiento dual entre las llamadas
traducción literal y libre o entre palabra y sentido.
 Todas estas líneas de pensamiento constituían la base de una teoría prescriptivista de la
traducción, que se planteaba como objetivo principal producir recetas directamente
aplicables que permitieran traducir “siempre bien”, entendiendo traducir como reproducir
el texto original en otro idéntico, pero escrito en otro idioma.
 A partir de los años 50, la lingüística moderna (estructuralista y generativa principalmente)
intenta estudiar la traducción desde un punto de vista sistemático que comienza a
permitirnos entender el fenómeno y vislumbrar anisomorfismos sistemáticos como el
lingüístico y el cultural. Sin embargo, la teoría continúa centrada en la idea de reproducción
idéntica y en buena medida en intentar producir reglas aplicables a la traducción
automática, lo que les sigue situando muy cerca de la idea de receta de aplicación universal
y no les permite comprender la complejidad del fenómeno.
 A partir de los años 80 se comienza a imponer una nueva perspectiva que ya asume la
variabilidad sociohistórica e interpretativa como algo connatural a la traducción (y a las
propias lenguas -cf. Fawcett 1997:75-) y que, por tanto, se centra en la explicación del
fenómeno, en lugar de la imposición mediante supuestas recetas axiomáticas. Las
principales escuelas nacidas en este periodo son la polisistémica o descriptivista y la del
escopo (skopos).
 La escuela polisistémica presenta tres postulados básicos: el descriptivismo como único
método científico válido, la hegemonía del polo de recepción en todo el proceso traductor
y la existencia de un conglomerado dinámico de sistemas que señalan la historicidad de la
traducción y su sometimiento a normas variables en cada sociedad y momento concretos.
 La escuela del escopo plantea también la hegemonía del polo de recepción, aunque aplicado
ahora a la traducción en lugar de a la investigación en traducción. Se llama así por la
importancia dada a la función (escopo) del nuevo texto traducido, que no tiene por qué ser
la misma que la del texto original y para cuyo cumplimiento tendrán que utilizarse con
frecuencia recursos distintos a los elegidos en el original.
 La escuela deconstructora o postestructuralista, por su parte, es la tercera gran pata de los
estudios de traducción modernos. Esta línea defiende ante todo la idea de diferencia
(identidad imposible entre un texto y su lectura, traducción incluida) y la necesidad de
desenmascarar las contradicciones inscritas en cualquier texto, para lo que la traducción
puede ser un instrumento clave. Movimientos políticos como el anticolonialismo o el
feminismo han utilizado las claves deconstructuras para exigir un modo de traducción
distinto, que respete la diferencia de culturas postergadas o del género femenino.
 Uno de los principales objetivos de la teoría es hallar las tendencias o elementos comunes
(universales) en la traducción. Una de las tendencias universales más claras es la
normalización, que consiste en hacer normal lo que en el original era especial porque se
desviaba de la norma, de lo esperable. Ejemplos habituales de normalización se producen
en la traducción de las variantes dialectales o en la reducción de repeticiones.

15
* Recapitulando, los siguientes puntos constituirían principios básicos en torno a los que una
mayoría de los teóricos modernos estarían de acuerdo:
1) la traducción es una actividad sociohistórica cuya naturaleza es dinámica y que evoluciona a la par
que las distintas sociedades y de modo similar a como lo hacen otras actividades humanas, como la
propia lengua o las convenciones pragmáticas de los distintos tipos textuales;
2) la traducción es una actividad que tiene lugar fundamentalmente en el nivel concreto y
contextualizado del habla o textual, no en el de la lengua como ente abstracto;
3) el estudio de la traducción es esencialmente autónomo e interdisciplinar;
4) en este sentido, la lingüística, especialmente en sus paradigmas más actuales, como la pragmática,
ocupa un lugar sin duda central en tanto que instrumento necesario para las reflexiones sobre
traducción, pero ésta precisa de un campo de actuación propio y no se limita de ningún modo a ser
una suerte de rama aplicada de la lingüística;
5) la comunicación que constituye toda traducción supone un cambio de contexto comunicativo
que necesariamente acarrea la creación de un texto nuevo, con su propia jerarquía funcional y sus
necesidades específicas, por lo que no se limita en absoluto a un intento pasivo de reproducción del
original, sino que constituye también una tentativa activa de producción de un texto que debe
responder a nuevos criterios de eficacia;
6) por ello, el equilibrio respectivo entre la atracción centrípeta del original y la atracción centrífuga
del nuevo contexto de la traducción constituye un hecho cambiante tanto en el tiempo como en lo
geográfico cuyo estudio es precisamente uno de los objetivos fundamentales de unos estudios de
traducción que, si desean entender los motivos y concepción subyacentes en cualquier texto
traducido, no se pueden limitar a estudiar las relaciones entre original y traducción, sino que deben
ir también más allá para analizar las relaciones entre la traducción y el nuevo contexto comunicativo
en que ésta se inserta.

Lecturas complementarias y accesibles sobre los objetivos de la teoría de la


traducción
 Chesterman, Andrew & Emma Wagner. 2002. Can Theory Help Translators? A Dialogue
between the Ivory Tower and the Wordface. Manchester: St. Jerome. Disponible en la BUA.
Abstract: This book is a dialogue between a theoretical scholar and a professional translator, about
the usefulness (if any) of translation theory. Andrew Chesterman and Emma Wagner argue about
the problem of the translator's identity, the history of the translator's role, the translator's visibility,
translation types and strategies, translation quality, ethics, and translation aids.
Chapter 1 addresses the aims of theory, the needs of translators and the role of conceptual tools. In
Chapter 2 the authors debate issues of identity, metaphors of translation and translation history.
Chapter 3 covers visibility, authors and professional status. Chapter 4 deals with classification of
purposes, types and readerships, and Chapter 5 with strategies, unblocking, distancing, and
motivating. The following chapter engages with issues of quality assessment, standards and norms,
and the final chapter with translation aids, machine translation and translation memory. [Source:
Publisher]

 Chesterman, Andrew. (2006) “Vers une traductologie poppérienne.” En: Ballard, Michel
(ed.) 2006. Qu'est-ce que la traductologie? Arras: Artois Presses Université, pp. 171-178.
Versión electrónica: <http://www.helsinki.fi/~chesterm/2006d.Trad.Popper.html>
Resumen: Je propose une traductologie fondée sur la formulation et la vérification d’hypothèses,
d’après l’esprit philosophique de Karl Popper. L’objectif est de développer à la fois des hypothèses
et les méthodes de leur évaluation. Plusieurs types d’hypothèses se présentent: des hypothèses
d’interprétation (questions de définition et de catégorisation); des hypothèses de description
(questions de généralisation, par exemple concernant les traits universaux de la traduction); des
hypothèses d’explication (relations de causalité entre textes et contextes, culture, cognition); et des
hypothèses de prédiction (par ex. les conditions conduisant à une traduction acceptable / non-
acceptable, ou à une réception favorable / non-favorable). Une telle traductologie pourrait réussir à
combiner les approches traditionnelles dites linguistique, culturelle et prescriptive. [Source: Author]

 Hurtado Albir, Amparo. 2001. Traducción y traductología. Madrid: Cátedra. [También existe
reedición revisada en 2011]. Disponible en la BUA.

16
Resumen: Este libro pretende analizar el hecho traductor en sus diversas manifestaciones y desde
diferentes perspectivas, al tiempo que ofrecen un panorama del desarrollo alcanzado por la
Traductología, recogiendo las investigaciones realizadas y caracterizando la disciplina. [Fuente:
Editorial]

 Toury, Gideon. 1995. Descriptive Translation Studies - and Beyond. Amsterdam: John
Benjamins. Disponible en la BUA.
Abstract: A replacement of the author's well-known book on Translation Theory, In Search of a
Theory of Translation (1980), this book makes a case for Descriptive Translation Studies as a scholarly
activity as well as a branch of the discipline, having immediate consequences for issues of both a
theoretical and applied nature. Methodological discussions are complemented by an assortment of
case studies of various scopes and levels, with emphasis on the need to contextualize whatever one
sets out to focus on. Part One deals with the position of descriptive studies within TS and justifies
the author's choice to devote a whole book to the subject. Part Two gives a detailed rationale for
descriptive studies in translation and serves as a framework for the case studies comprising Part
Three. Concrete descriptive issues are here tackled within ever growing contexts of a higher level:
texts and modes of translational behaviour - in the appropriate cultural setup; textual components -
in texts, and through these texts, in cultural constellations. Part Four asks the question: What is
knowledge accumulated through descriptive studies performed within one and the same framework
likely to yield in terms of theory and practice? [Source: Publisher]

Para orientarse en los Estudios de Traducción: el famoso mapa de Holmes 1972


En 1972, James S. Holmes publicó un estudio llamado “The Name and Nature of Translation
Studies” (En: Holmes, James S. 1988. Translated!: Papers on Literary Translation & Translation Studies.
Amsterdam: Rodopi, pp. 67-80) en el que presenta un mapa o esquema muy famoso en la disciplina
donde se traza lo que podríamos denominar la división del trabajo en investigación sobre
traducción. El mapa puede verse al final de este apartado. A partir de dicho esquema recibió nuestra
disciplina el nombre por el que es habitualmente conocida en la actualidad: translation studies o
estudios de traducción. La mayor virtud del esquema de Holmes consiste en que cuando la
disciplina autónoma actual aún no existía, distribuyó de manera muy clara, y deslindada los objetos
que debían abordar los estudios de traducción y las relaciones entre dichos objetos. En este sentido
y en esta unidad, resulta especialmente importante mencionar la relación que propuso entre los
estudios teóricos (o puros) y los aplicados (dirigidos hacia la práctica de la traducción), donde los
aplicados debían obtener sus postulados y bases de los teóricos.
En dicho mapa, Holmes divide la disciplina en dos grandes grupos: los estudios de traducción
“puros” o teóricos y los estudios de traducción aplicados.

1/ Estudios de Traducción “puros” (científicos, explicativos, no evaluativos)


1.a. Descriptivos (producto; función; proceso)
1.b. Teóricos (explicación y predicción: modelos)
Los teóricos pueden a su vez enfocarse hacia el: agente (humano/máquina), área
(idioma/cultura), categoría (verbos, artículos…), género, periodo (sincrónicos,
diacrónicos), problema (metáfora, humor).

2/ Estudios de Traducción aplicados (derivados de los puros, instrumentales y/o evaluativos)


2.a. Didáctica.
2.b. Herramientas (documentación, ordenadores)
2.c. Política de traducción.
2.d. Crítica y evaluación.
En el siguiente artículo puede verse un comentario sobre el mapa de Homes: Hurtado
Albir, Amparo. (1996) “La traductología: lingüística y traductología.” Trans (Revista de
Traductología) 1, pp. 151-160. Versión electrónica:
<http://www.trans.uma.es/pdf/Trans_1/t1_151-160_AHurtado.pdf>

17
Terminología esencial de la teoría de la traducción
Desgraciadamente, la terminología de los estudios de traducción se caracteriza por cierto caos que
parece bastante habitual en las disciplinas humanistas. Tanto la polisemia (distintos significados para
el mismo término, según el autor) como la sinonimia (distintos términos para el mismo o parecidos
conceptos, también según el autor) constituyen problemas muy frecuentes, muy especialmente en lo
referente a estrategias de traducción. En este apartado, intentaremos definir los principales términos
usados en la disciplina para la traducción (la interpretación se verá en los cursos correspondientes) y
recoger las principales variantes tal como los utilizan la mayoría de los investigadores, aunque es
importante ser consciente de que no todos los definirían del mismo modo.

Adaptación: El concepto se deriva de una distinción clásica, entre “verdadera” traducción y


adaptación, donde la adaptación supone tantos cambios traductores que el resultado no merecería el
nombre de traducción. En el ámbito teatral el término continúa usándose con frecuencia. El
problema del concepto es que no resulta posible establecer una frontera objetiva entre traducción y

18
adaptación. Con frecuencia se ha utilizado el término para desprestigiar traducciones realizadas de
manera distinta a la que prefiere la persona que lo utiliza.

Asistida con ordenador (Traducción) o TAO (en inglés CAT): Traducción realizada
fundamentalmente por un ser humano, pero con ayuda importante de las nuevas tecnologías. En la
actualidad, casi todas las traducciones se realizan con ordenador y medios de documentación
electrónicos, por lo que el término se suele reservar a traducciones realizadas con la ayuda de
medios que proponen posibilidades de traducción sin traducir ellos directamente el texto,
especialmente los programas conocidos como “memorias de traducción” (q.v.).

Audiovisual (Traducción): Traducción en la que intervienen códigos no lingüísticos, como la


música o las imágenes. Se refiere con frecuencia a la traducción cinematográfica, pero también se
usa para traducción de canciones o la traducción mediante subtítulos de intervenciones
audiovisuales. Otros términos: subordinada; multimedia (aunque en esta última etiqueta se añade la
localización (q.v.)

Automática (Traducción): Traducción realizada completa y autónomamente por un ordenador.


En la actualidad y debido sobre todo a la polisemia que caracteriza al lenguaje natural, la traducción
automática es bastante deficiente, a poco que el texto sea mínimamente complejo. Sin embargo, sí
suele ser útil para hacerse una idea rápida de en qué consiste un texto que no entendemos.

Calco: Los términos relacionados con la importación de términos y estructuras de otros idiomas
(calco -léxico o de expresión-, préstamo, extranjerismo, anglicismo, galicismo, germanismo, etc.)
son especialmente caóticos en nuestra disciplina y los veremos más adelante con una calma y un
detalle que no podemos dedicar aquí. Teniendo en cuenta, pues, que se podría matizar mucho,
hablamos de calco o préstamo cuando se importa una palabra o expresión que no existía
previamente en la lengua meta (q.v.), ya sea de manera aislada (por ejemplo, kindergarten), ya sea
por razones estructurales (por ejemplo, ciencia ficción –sustantivo+sustantivo-).

Cambio: Variante de traducción que no parece deberse a una necesidad sistémica de la lengua meta
(q.v.), como traducir “Voltaire” por “un filósofo”, anular repeticiones, variantes fonéticas como las
dialectales, etc. Los cambios son muy habituales en traducción y su análisis suele proporcionar
datos clave para entender las estrategias y objetivos traductores empleados en cada caso. Sinónimos:
desvíos, desviaciones. Con frecuencia en español se denominan con la palabra inglesa: shifts.

Comparables (Textos): Son textos comparables los escritos originalmente en una lengua (no
traducidos) que tratan el mismo tema o pertenecen al mismo tipo textual que uno desea traducir.

Compensación: Compensar en traducción consiste en introducir un elemento que antes se había


anulado. Las compensaciones son habituales por ejemplo en traducción del humor, donde el
traductor puede aprovechar ocasiones para introducir humor donde antes no lo había para
compensar otras situaciones donde se sintió obligado a anular el humor del original.

Competencia traductora: Capacidad para la transferencia interlingüística, que incluye una


competencia suficiente en ambas lenguas, culturas, documentación y capacidad interlingüística de
reescritura.

Comunicativa (Traducción): Término propuesto por Peter Newmark en los años 70-80, muy
similar al de equivalencia dinámica (q.v.) propuesto por Nida.

Corpus: Un corpus (plural invariable en español) es un conjunto de documentos que tienen en


común al menos una característica esencial para la investigación o el uso que se les dé (todos en el
mismo idioma, o del mismo tipo textual, etc.) Los corpus son una herramienta central en
investigación y documentación.

19
Dinámica (Equivalencia): Término propuesto por Eugene A. Nida en los años 50-60 como
complemento a equivalencia formal (q.v.) La gran diferencia con traducción libre (q.v.) es que no se
plantea como algo imprevisible donde el traductor actúa a sus anchas, sino como un tipo de
equivalencia que frente a las características del original prioriza la comprensión y la obtención de un
texto óptimo con las necesidades y expectativas del lector meta (q.v.) como criterio claro. En
general y con excepciones, se puede afirmar que la equivalencia dinámica es el criterio rector en
traducción en la actualidad, al menos en Occidente.

Directa (Traducción): Traducción a la lengua materna del traductor. Es lo contrario de inversa


(q.v.)

Doblaje: Formato de traducción audiovisual (q.v.) que consiste en volver a grabar en lengua meta
(q.v.) los diálogos sincronizados en boca de los personajes de un texto cinematográfico.

Domesticación: Término consolidado por Lawrence Venuti en los años 90. Denomina un tipo de
traducción que busca anular las diferencias que presenta el texto original (q.v.) y da la impresión de
que no existen grandes distancias entre la visión del mundo de las otras culturas. Sería un tipo de
traducción similar a la comunicativa (q.v.) o a la dinámica (q.v.) Venuti critica este tipo de
traducción realizado desde las grandes potencias culturales y económicas por lo que tiene de
ocultación del otro.

Equivalencia: Concepto clave en teoría de la traducción y de gran complejidad. Le dedicaremos


gran parte de la unidad 2. Simplificando, equivalencia es el nombre que se le da al tipo de relación
que de hecho se establece (o se debería establecer) entre el original y la traducción. Expresiones
como “traducción libre” o “traducción literal” denominan tipos de equivalencia.

Escopo: Término procedente del griego skopos, que significa objetivo, finalidad. Se refiere a la
función o finalidad principal de la traducción, que no tiene por qué coincidir con la del texto
original (q.v.) Ha dado nombre a una de las teorías de la traducción modernas más importantes, la
del escopo o skopos.

Especializada (Traducción): Es traducción especializada la que se refiere a un tipo de textos


claramente homogéneos. Con frecuencia se usa como sinónimo de traducción técnica (q.v.), aunque
no es así si se entiende que la técnica precisa de la existencia de un tecnolecto propio. Así, la
traducción literaria o la audiovisual se podrían considerar traducción especializada, pero no técnica.

Estudios de traducción: Procede del “Translation Studies” propuesto por Holmes en 1972 (ver
apartado en esta misma unidad) y es el término más habitual para denominar a nuestra disciplina en
la actualidad. En español también se usa bastante “traductología” (este término suelen preferirlo los
partidarios de una teoría de la traducción basada en la lingüística) o teoría de la traducción.

Exotización: Término propuesto por Venuti en los años 90 para indicar un tipo de traducción que
mediante una traducción muy conservadora en lo estilístico y en lo cultural presenta el texto original
(q.v.) lo más posible en sus propios términos, de modo que a cambio de un mayor esfuerzo el lector
del texto meta (q.v.) puede percibir las diferencias de visión del mundo y modo de expresarse de las
diferentes culturas.

Explicitación: Explicitar es introducir en el texto meta información que en el original no está o se


halla implícita, normalmente porque el autor supone que sus lectores ya la conocen y resultaría
redundante. Se ha postulado como universal (q.v.) de traducción. Un ejemplo clásico de
explicitación consiste en añadir un clasificador a un elemento cultural específico, como traducir
“Montmartre” por “el barrio bohemio de Montmartre”.

Formal (Equivalencia): Término propuesto por Eugene A. Nida en los años 50-60, es similar a
traducción literal (q.v.), aunque insistiendo en la necesidad de corrección en el texto meta (q.v.)

20
Inequivalencia: Terreno donde supuestamente no existe posibilidad de traducción idéntica. Es un
concepto conflictivo porque aceptarlo supone aceptar también que sí hay terrenos donde la
equivalencia sí es total, lo que resulta muy discutible. Un ejemplo de inequivalencia sería el tipo de
hostal inglés llamado “Bed and Breakfast”, que no tiene paralelo en la cultura española.

Interferencia: Introducción en el texto meta (q.v.) de elementos procedentes del texto original
(q.v.) que normalmente no estarían en él de manera espontánea, si no fuese una traducción. La
interferencia incluye los calcos (q.v.), pero va más allá y se refiere también a todo tipo de cuestiones
estilísticas o estructurales. Muchos autores consideran la interferencia, producida por la atracción
del original, un universal de traducción. Suele considerarse un rasgo negativo de las traducciones,
pero puede perfectamente ser voluntaria y producir efectos positivos.

Intraducibilidad: Imposibilidad de traducción. Es un concepto conflictivo en estudios de


traducción porque se basa en la idea de que otros elementos sí son traducibles en el sentido de que
se puede obtener una versión idéntica en el otro idioma, lo que muchos teóricos negarían. El
concepto de intraducibilidad va muy unido, por ejemplo, a la reflexión sobre traducción poética o
sobre los juegos de palabras.

Intralingüística (Traducción): La traducción intralingüística es la reformulación de un texto en el


mismo idioma. Se usa con frecuencia en la modernización de textos antiguos en el “mismo” idioma
o con el fin de hacer más inteligible con palabras más sencillas o actuales un mensaje difícil de
entender.

Inversa (Traducción): Traducción a la lengua no materna del traductor. Es la más difícil por el
menor dominio de la lengua meta (q.v.) y hay autores que afirman que un traductor no debería
hacer traducciones inversas. Sin embargo, la realidad del mercado es que buena parte del trabajo
existente nos exige precisamente hacer traducciones inversas, especialmente de carácter técnico
(q.v.)

Lector tipo: Lector típico, el tipo de lector al que va destinado principalmente un texto. Sus
características principales son: comunidad lingüística-cultural, edad, nivel cultural y grado de
especialización. El lector tipo de un tratado de leyes, por ejemplo, podría ser: español, adulto, de
cultura alta y especializado en asuntos legales.

Libre (Traducción): Denominación clásica un tanto confusa de un tipo de equivalencia (q.v.)


Indicaría que el traductor ha aplicado las técnicas que mejor le han parecido, sin tener
especialmente en cuenta las características del original. Sin embargo, la llamada traducción libre en
realidad no suele indicar que el traductor haya hecho lo que le haya dado la gana, sino que ha puesto
las expectativas del lector meta por encima de las características del texto origen.

Literal (Traducción): Tipo de equivalencia (q.v.) en la que el traductor se esfuerza por mantenerse
muy pegado al original, especialmente en los aspectos formales. La traducción literal pura sería la
traducción palabra por palabra. La traducción literal es típica de textos muy canónicos, como
sucede frecuentemente en textos religiosos como la Biblia o el Corán.

Localización: Localizar es traducir modificando todo aquello que sea cultural o lingüísticamente
específico para que el nuevo lector o usuario perciba el nuevo texto como escrito originalmente en
lengua meta (q.v.) Es posible afirmar que se lleva localizando desde el principio de los tiempos,
pero en la actualidad el término se usa de forma casi exclusiva para la traducción de textos con un
componente informático (páginas web y programas). En este sentido, localizar implica también
conocimientos de informática para que la traducción sea utilizable directamente, sin necesidad de
que un técnico intervenga para ajustarla al lenguaje o formato informático necesario.

Memoria (de traducción): Programa informático que incluye un glosario y un corpus de textos
paralelos (q.v.) Cuando uno traduce con una memoria de traducción, el programa nos va avisando
cuando aparece algún término o fragmento incluido previamente en el glosario o en el corpus,

21
indicándonos además qué traducción propusimos en la ocasión anterior. Es actualmente el tipo de
programa que mejor encarna la traducción asistida por ordenador (q.v.) Las memorias de
traducción pueden ser muy útiles cuando el traductor trabaja frecuentemente con un tipo de textos
muy repetitivo.

Meta (Lengua / Texto / Cultura): Es la manera habitual de refererirse al texto, cultura o lengua
de destino en traducción. Es un calco de expresión del inglés (target) porque en la sintaxis española
no se usa un sustantivo con función de adjetivo. Debería ser por ejemplo “lengua de destino”. Un
sinónimo muy usado es “término” (que también es un calco). En teoría de la traducción se usan
mucho las siglas correspondientes (LM, TM y CM, o bien LT, TT y CT). Es lo contrario a origen
(q.v.)

Normalización: Normalizar es convertir elementos sorprendentes del original en elementos


normales en la traducción. Por ejemplo, traducir metáforas originales por metáforas acuñadas,
evitar repeticiones o estandarizar pronunciaciones dialectales o sociolectales del original serían casos
de normalización. Muchos autores proponen la normalización como un universal (q.v.) de
traducción.

Origen (Lengua / Texto / Cultura): Es un calco de expresión del inglés (source) que se refiere al
texto, cultura o lengua original. Es un calco porque con la morfología española debería ser “lengua
de origen” o “lengua original” (expresiones que también se usan bastante en español en estudios de
traducción). En teoría de la traducción se usan mucho las siglas correspondientes (LO, TO y CO).
Es lo contrario a meta (q.v.) o término.

Paralelos (Textos): Un texto paralelo, o bitexto, es la pareja formada por un original y su


traducción. Los textos paralelos son parte esencial de una memoria (q.v.) de traducción y de la
investigación en traducción.

Proceso: El proceso es lo que tiene lugar en el cerebro del traductor mientras traduce. También se
puede referir a las fases de la traducción (selección del texto, lectura y comprensión del mismo,
documentación, traducción, revisión). El estudio del proceso mental es un elemento central de la
teoría de la traducción, pero se enfrenta al grave problema de la imposibilidad de introducirse
físicamente en el cerebro para averiguar cuáles son los procesos que tienen lugar en el interior del
traductor. Con todo, en interpretación al menos constituye uno de los principales objetos de
investigación.

Producto: Las traducciones ya realizadas son el producto de la traducción. Constituyen el objeto


habitual de la investigación en traducción porque el producto sí es fácilmente observable, aunque
eso no significa que la interpretación de los datos no sea también discutible.

Pseudotraducción: Texto original que se presenta como traducción, normalmente para evitar
reacciones negativas por parte de los lectores o de autoridades que puedan sancionar al autor si
creen que la obra es originalmente suya. El estudio de las pseudotraducciones puede ser muy útil
porque indican las características que el autor considera que debería tener una traducción para
parecerlo.

Retraducción: Nueva traducción de un texto anteriormente traducido. La retraducción es muy


habitual en la transferencia de los clásicos. Desde el punto de vista investigador es muy interesante
porque permite ver cómo se traduce el mismo texto en épocas distintas.

Subtitulado: Procedimiento de traducción audiovisual que consiste en traducir un mensaje sonoro


mediante textos en la parte inferior de la pantalla. El subtitulado es especialmente interesante desde
el punto de vista investigador porque con frecuencia obliga al traductor a resumir el mensaje
original dadas las limitaciones de espacio en pantalla y capacidad de lectura del espectador.

22
Técnica (Traducción): Normalmente se entiende por traducción técnica la de textos
pertenecientes a un campo especializado con un tecnolecto propio. Es traducción técnica la jurídica,
la económica, la biomédica, la de ensayos académicos, la de manuales de instrucciones…
Traducibilidad: Posibilidad de traducción. Al igual que la intraducibilidad, es un concepto
conflictivo porque da por sentado que existe la posibilidad de producir un texto idéntico al original.

Traductología: Ver Estudios de traducción.

Transliteración: Reescritura en el alfabeto latino de palabras escritas en otros distintos (árabe,


cirílico, chino, etc.) Es importante saber que cada idioma tiene sus propios sistemas de
transliteración, lo que implica que la transliteración que nos llega en un texto alemán, francés o
inglés, por ejemplo, puede no ser válida para nuestro texto traducido.

Universal (de traducción): Elemento o procedimiento siempre o al menos muy frecuentemente


presente en traducción. La búsqueda de universales en traducción es importante porque supone
buscar aquellos elementos que caracterizan a la traducción por oposición a otros fenómenos
comunicativos. Su búsqueda es muy compleja dada la naturaleza cambiante (sociohistórica) de la
traducción. Se han propuesto varios universales de traducción (normalización (q.v.), explicitación
(q.v.), interferencia (q.v.)…), pero en general se trata de fenómenos que pueden considerarse muy
habituales aunque nunca intrínsecos u obligatorios.

Lectura principal sobre terminología de la traducción


Marco Borillo, Josep. (2007) “The terminology of translation.” Target 19:2, pp. 255-269. En:
Gambier, Yves & Luc van Doorslaer (eds.) 2007. The Metalanguage of Translation.
Resumen: This article focuses on three kinds of problems besetting the terminology of
translation. Firstly, the weak epistemological status of Translation Studies as a discipline
does not favour consensus among specialists. Secondly, conceptual difficulties arise from
the fact that the relationship between concepts and terms is far from univocal: conceptual
similarities are clouded by terminological differences, and conceptual differences lurk
beneath apparent synonymy. Thirdly, both conceptual and terminological practices are
often rooted in different national traditions and may be school-specific. These three sets of
problems are interrelated, and they are shown at work in a concept that has often been
referred to as technique or shift. They have not only inward academic and theoretical but
also outward social and professional consequences, as the social projection of professional
translators vis- -vis other professions may depend to a certain extent on their ability to use
an acknowledged terminology. The same may be true of the translation scholar community.
[Fuente: Autor]
Este artículo está disponible a través de la suscripción a revistas electrónicas que tiene
contratada la BUA y puede accederse a él conectándose a la red de la UA por “Recursos de
información” (http://biblioteca.ua.es/es/recursos-de-informacion.html ), tanto desde un
ordenador situado en la universidad como desde fuera de ella (en la propia página de la
BUA se explica cómo).

Otras lecturas accesibles sobre terminología de la traducción


 Delisle, Jean; Hannelore Lee-Jahnke & Monique Catherine Cormier (eds.) (1999)
Terminologie de la traduction = Translation terminology = Terminología de la traducción = Terminologie
der Übersetzung. Amsterdam: John Benjamnins. Disponible en la BUA
Resumen: This book presents some 200 concepts that can be considered the basic
vocabulary for the practical teaching of translation. Four languages are included; French,
English, Spanish and German, and tree structures are used to examine concept systems,
with entries based on conceptual sub-fields. [Fuente: Editorial]
 Baker, Mona (ed.) (1998) Routledge Encyclopedia of Translation Studies. London: Routledge.
[Edición revisada de 2008 coordinada por Mona Baker & Gabriela Saldanha] Disponible en
la BUA.
Resumen: Drawing on the expertise of over ninety contributors from more than thirty
countries, the Encyclopedia offers a comprehensive and unique overview of translation

23
studies as an academic discipline. The variety of themes, views and research issues outlined
in this pioneering volume bears witness not only to the complexity of translation as an
activity, but also to the richness of the academic discipline itself.
The Encyclopedia is divided into two parts and ordered alphabetically for ease of
reference. Part One covers the conceptual framework of the discipline, with entries on
central issues such as equivalence and norms as well as various approaches to the study of
translation. Part Two covers the history of translation in major linguistic/cultural
communities.
An international team of specialist contributors ensures the broadest possible
representation of views and theoretical perspectives, never before drawn together. [Fuente:
Editorial]
 Gambier, Yves & Luc van Doorslaer (eds.) (2010) Handbook of Translation Studies. Volume 1.
Amsterdam: John Benjamins. Disponible en la BUA.
Resumen: The HTS aims at disseminating knowledge about translation and interpreting to
a relatively broad audience: not only students who often adamantly prefer user-friendliness,
researchers and lecturers in Translation Studies, Translation & Interpreting professionals;
but also scholars, experts and professionals from other disciplines (among which
linguistics, sociology, history, psychology).
Moreover, the HTS is the first handbook with this scope in Translation Studies that
has both a print edition and an online version. The HTS is variously searchable: by article,
by author, by subject. [Fuente: Editorial]
 Santoyo Mediavilla, Julio César & Rosa Rabadán Alvarez. (1991) “Basic Spanish
Terminology for Translation Studies: A Proposal.” Meta 36: 1, pp. 318-322. Versión
electrónica: <http://www.erudit.org/revue/meta/1991/v36/n1/004028ar.pdf>
Resumen: Récente dans le monde hispanophone, la théorie de la traduction a généré une
grande quantité de livres, d'articles, de conférences, etc. Toutefois, elle souffre d'une
carence terminologique. Puisqu'elle dépend des corpus lexicaux étrangers, elle prend
graduellement du retard par rapport aux langues qu'elle imite, principalement le français et
l'anglais. Le lexique d'appellations nouvelles proposé compte quelque soixante-dix mots-
clés, accompagnés de brèves définitions en espagnol et de la traduction anglaise, lorsqu'elle
existe. [Fuente: Autores]

Fragmentos para comentar en la 3ª hora de teoría


Los siguientes fragmentos se proponen como materia de debate para la tercera hora de
teoría. En esta hora cualquier alumno podrá también presentar sus dudas o deseo de
comentar cualquier otro fragmento de la unidad, ya sea procedente de los apuntes del
profesor o de cualquiera de las lecturas recomendadas.
 Fawcett, Peter. (1997) Translation and Language. Linguistic Theories Explained. Manchester: St.
Jerome. Versión electrónica:
<http://www.erudit.org/revue/meta/2003/v48/n3/007604ar.html>
[pág. 51] [It] may be that translators who have never learnt to think of such things as
'hypernymic' or 'antonymic' translation in any systematic way have an impoverished
vocabulary to talk to themselves about what they are doing. […] Maybe the quality of their
translations could be improved by enriching the quality of their monologues, to the extent
that they can replace vague concepts such as 'sounds right', 'clumsy' and 'flow' by a more
precise vocabulary.
[pág. 52] Komissarov (1977: 46) is no doubt right when he says the ability to translate
does not mean the ability to formulate one's thought processes explicitly in this way. But he
also says that a translator's intuitive ideas on translation may be false. Rejecting translation
theory on the grounds that 'it's just putting fancy names to what I do already' is perfectly
acceptable if translators are indeed 'doing these things already' and doing them well. But if
not, then knowing the names and practising the techniques of translation, having a 'science'
of translation to start with, may correct the deficiencies and the wrong intuitions, creating a
liberating effect without being a constraint. The 'art' of translation comes from the
accumulated experience of enriching and applying the 'science' of translation.

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 Aubin, Marie-Christine. (2003) “L’enseignement théorique dans un programme de
formation universitaire en traduction.” Meta 48: 3, pp. 439-449. Versión electrónica:
<http://www.erudit.org/revue/meta/2003/v48/n3/007604ar.html>
[Pág. 439] “Malgré tous les efforts que la plupart des universités et leur programme de
traduction ont multipliés pour ancrer leur enseignement dans la pratique, on entend
toujours répéter ce même cliché : «On apprend la théorie à l’université et ce n’est qu’après
avoir quitté l’université qu’on apprend la pratique du métier. » Si l’on en croit ce cliché, il y
aurait deux mondes, le monde de la théorie, celui de l’université, et le monde de la pratique,
celui des professionnels de la traduction qui oeuvrent dans des bureaux spécialisés.
Présentés ainsi, ces deux mondes apparaissent distincts, séparés l’un de l’autre par un fossé
infranchissable. Pire, la formation se trouve dévalorisée, accusée d’être inadaptée à la réalité
du métier.”
Pregunta: ¿Es cierto que en la universidad se imparte teoría, pero no práctica?
 Calzada Pérez, María. (2005) “Applying Translation Theory in Teaching.” New Voices in
Translation Studies 1, pp. 1-11. Versión electrónica:
<http://www.iatis.org/oldsite/newvoices/issues/2005/calzada-NV2005.pdf>
[Págs. 6-7] Firstly, there are academics who believe that theory helps in practical translation
work. Reiß (originally 1992, as cited in Díaz Fouces 1999: 16-17), for instance, argues that
theory is necessary on at least two accounts, namely for the practical tasks of a) revision,
and, b) criticism of translation. Secondly, some teachers such as Snel Trampus claim that
theory may be used: “[W]hile working towards an ‘open minded’ general coordination of all
translation classes in order to facilitate students in developing self-confidence” (Snel
Trampus 2002: 38). And, finally, scholars as different as Hatim (2001: 7) and Venuti (2000:
26) argue that theory helps to raise awareness amongst students and encourages them to
make conscious decisions, and to explain these decisions to other students participating in
the translating process. Venuti (2000: 33-34) compares translators to cooks. Cooks may be
able to prepare wonderful dishes without any theoretical knowledge. But when they
research the origins and usages of (multicultural) foods, cooks stop reproducing learnt
knowledge and instead start creating personal menus. Hence, there are three potential
reasons for introducing theory in translation classes.
Pregunta: ¿Con cuál estás más de acuerdo y por qué?
 Katan, David. (2009) “Translation Theory and Professional Practice: A Global Survey of
the Great Divide.” Hermes: Journal of Language and Communication Studies 42, pp. 111-154.
Versión electrónica: <http://download2.hermes.asb.dk/archive/download/Hermes-42-7-
katan_net.pdf>
Resumen: This paper is the result of a global survey carried out this year to around 1000
translators and interpreters, the majority of whom had university training in the area. The
object of the survey was to investigate the habitus of the translator and to compare it with
the academic belief in functionalism and the empowerment of the translator either as a
mediator or as a social agent. The replies indicated strong responsibility towards the
original text, and very little towards the reader or the wider community. Also, while the
scholars appear to be convinced that their theories support the professional translator, in
practice it would seem that university trained translators (and interpreters) rate theory very
low on their list of ideal university training.
Preguntas: ¿Crees también que para traducir bien uno debe fijarse casi únicamente
en el texto original? ¿Te parece también que la teoría es esencialmente inútil para
traducir bien?
 Mayoral Asensio, Roberto. (2000) “Teoría y práctica de la traducción.” RedVista Picodeoro 2,
s/p. Versión electrónica:
<http://206.19.144.9/spanish/story/archive2/story/story1.html>
Resumen: Pocas pretensiones puede tener la "teoría" de la traducción sobre la práctica
profesional o la formación de traductores cuando esta supuesta teoría, en medio siglo de
existencia, no ha sido siquiera capaz de ofrecernos una definición universalmente aceptada
de qué es la traducción o cuál es su carácter. Si los traductores o los profesores de
traducción no deducen toda su actividad de la teoría no es porque no quieran, por

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ignorancia, pereza o desinterés, sino porque esta teoría les ofrece más bien poco
aprovechable en su actividad cotidiana.
Pregunta: ¿Crees también que la traducción es una mera actividad operativa donde
la teoría no tiene mucho que decir?
 Venuti, Lawrence. 2000. “¿Será útil la teoría de la traducción para los traductores?” Vasos
comunicantes 16, pp. 26-35. Versión electrónica:
http://www.acett.org/documentos/vasos/vasos16.pdf
[pág. 29] Una teoría de la traducción de orientación pedagógica que hace hincapié en el
análisis textual puede dar lugar en los traductores principiantes a diversas impresiones
erróneas. Pueden pensar que una traducción debe abarcar el campo del análisis para que sea
"exacta" o "equivalente", cuando lo cierto es que tales juicios dependen en el fondo del uso
que se le dé a la traducción. O, peor, los traductores principiantes pueden pensar que los
problemas de traducción se resuelven con la simple aplicación de un procedimiento",
cuando lo cierto es que traducir es algo mucho menos exacto y más heterogéneo, algo lleno
de problemas inesperados y hallazgos casuales. Pueden incluso creer que los propios
"procedimientos" no modifican el significado, el valor ni la función en contextos
diferentes, cuando lo cierto es que las traducciones que "modulan", "explicitan", "adaptan",
etcétera, producen efectos textuales diferentes en públicos diferentes.
[pág. 30] Sin embargo, cabe preguntarse si esta ética puede significar algo más que una
buena práctica comercial. La pura abstracción de la teoría de Holz-Mänttäri reduce la
traducción a un proceso en la cadena de montaje de la producción del texto, un fordismo
que valora la simple eficiencia. Este enfoque funcionalista corre el riesgo de producir en el
traductor principiante la errónea impresión de que la traducción sólo responde y sólo debe
responder a las consideraciones económicas. Se arriesga a excluir de las acciones del
traductor los valores que carezcan de una orientación comercial. Incluso los traductores de
documentos técnicos deben decidir si aceptan o no un proyecto; si aceptan, por ejemplo,
traducir para una institución que explota y pone en peligro el bienestar de sus trabajadores,
destruye el medio ambiente o colabora con gobiernos opresores. El término abstracto
"cliente" no ofrece modo alguno de articular y pensar en tales cuestiones. Los enfoques
funcionalistas, ya sea la teoría de la acción de Holz-Mäntärri o la noción de Vermeer del
"skopos" u objetivo del traductor, están inspiradas por una ideología comercialista que, en
última instancia, limita la reflexión ética del traductor.
[página 33] […] "Un traductor sin conciencia histórica", escribe Berman, "se convierte
en prisionero de su representación de la traducción y de las representaciones que
transmiten los 'discursos sociales' del momento". Un enfoque de la traducción que sea al
mismo tiempo teórico e histórico permite al traductor evaluar las propias prácticas
traductoras y ampliar la gama de estrategias discursivas disponibles. Este enfoque conducirá
a una crítica de las ideologías presentes en las teorías de la traducción y pondrá de
manifiesto el modo en que un enfoque de apariencia inocente, como la lingüística del texto,
podría privilegiar un valor político o social particular (por ejemplo, el comercialismo o el
propio campo académico de la lingüística) por medio de la limitación al lenguaje del análisis
de las traducciones.
[…] Los traductores, pues, necesitan estudiar teoría de la traducción, así como historia
de la traducción. Necesitan un terreno teórico e histórico que los ayude a ser flexiblemente
inventivos en el desarrollo de las diferentes estrategias de traducción y conceptualmente
sofisticados a la hora de evaluar su valor cultural y su función social. Con la emergencia, a
lo largo de los últimas dos décadas, de estudios de traducción de orientación cultural, la
teoría de la traducción y la formación de traductores pueden utilizar de forma más
productiva los conceptos analíticos de la lingüística. Vinay & Darbelnet concebían en
términos generales el significado del lenguaje como una construcción cultural, pero
distinguían entre los procedimientos lingüísticos del traductor y la "información
metalingüística", definida como "el estado actual de la literatura, la ciencia, la política, etc.
de ambas comunidades lingüísticas". Berman muestra que cualquier intento de establecer
de forma nítida esta distinción esconde el hecho de que el lenguaje en las traducciones ya
está siempre cargado de valores culturales y funciones sociales que merecen una reflexión
ética y una crítica ideológica. Los traductores principiantes que realizan cursos prácticos de

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traducción pueden sacar provecho de la lectura y la consideración no sólo de Vinay &
Darbelnet, sino también de Berman.
Pregunta: ¿Realmente hace falta conciencia histórica y por qué?

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