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2016 - ÁLGEBRA Y CÁLCULO NUMÉRICO

Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas – UNLPam

Capítulo 1

CONCEPTOS FUNDAMENTALES DEL ÁLGEBRA

El álgebra y su área de conocimientos. Razones de su aprendizaje en el área de


las ciencias económicas. Sus aportes

Las ciencias económicas tratan conceptos que son de naturaleza cuantitativa, como precios, cos-
tos, salarios, capital, stocks, ingresos, beneficios, compras, ventas, etc.. Por lo tanto, gran parte del análi-
sis económico requiere del apoyo de las matemáticas, puesto que éstas le proporcionan una estructura
sistemática y lógica dentro de la cual pueden estudiarse las relaciones económicas.
No es que las matemáticas por sí solas sean suficientes y menos aún un factor decisivo en los
complicados problemas económicos, financieros y administrativos que debe enfrentar un profesional de
las ciencias económicas, pero sin ellas no podrían solucionarse. Tan indispensables como el aire de los
neumáticos en un automóvil.
No podría ser de otra manera, las ciencias económicas tratan de bienes, objetos, productos, facto-
res, rentas, ... que se pueden contar, medir, valuar, computar, distribuir, asignar, ... y para ello deben va-
lerse de las matemáticas.
La economía como ciencia social tiene como objeto el estudio de las leyes que regulan la produc-
ción, circulación, distribución y consumo de los bienes económicos para satisfacer las necesidades del
hombre. Hombre que inserto en una sociedad, nace, consume, gasta, invierte, trabaja, produce, vive, mue-
re, ...; actividades que se deben medir, proyectar, pronosticar, estimar, ... en la investigación y análisis de
los problemas económicos que ellas conllevan, siendo necesario pues el uso de las matemáticas para tal
fin.
Nos hemos referido a “las matemáticas” y conviene aclarar que este plural es de uso bastante fre-
cuente para designar la ciencia que reúne una serie de ramas que han tenido distinta evolución histórica,
pero cuyas fronteras a veces no están tan delimitadas, porque se nutren mutuamente. Así, la aritmética, la
geometría, la estadística, el análisis matemático, el álgebra, con sus distintas subdivisiones forman parte
de esta gran ciencia.
Es por ello que la asignatura que nos ocupará en este curso “Álgebra y Cálculo Numérico” si bien
en su mayor parte se orientará al uso de la herramienta algebraica, no por ello dejará de utilizar alguna de
las otras especialidades de la disciplina, tales como la aritmética o la geometría, cuando resulte necesario.
El álgebra puede definirse como una generalización de la aritmética, puesto que en esta última las
cantidades se representan mediante números que expresan valores determinados y en el álgebra las canti-
dades se expresan de este modo, pero también mediante letras. Así, en el álgebra se emplean símbolos de
dos tipos, números y letras. Los primeros representan cantidades conocidas y determinadas, en tanto que
las segundas pueden representar todo tipo de cantidades desconocidas o variables.
Esta característica facilita la resolución de ciertos problemas, donde se desconocen los resultados,
pero se sabe que deben satisfacer una serie de condiciones. Si esas condiciones pueden expresarse utili-
zando el lenguaje del álgebra, es posible que realizando ciertas operaciones se pueda encontrar la solución
al problema, que de otra manera podría resultar complicado.
Justamente, la utilización del álgebra para la resolución de situaciones problemáticas es uno de
los aportes que el desarrollo del presente curso hace a la formación del estudiante y futuro profesional, ya
que le permite:

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a) conseguir o afirmar las habilidades que integran la reflexión crítica (definición del problema me-
diante una buena lectura comprensiva, ponderar las alternativas y escoger un curso de acción comproban-
do luego si ha sido el adecuado);
b) capacitarse en el análisis, identificación y evaluación de las soluciones de diferentes problemas,
aunque correspondan a situaciones muy simplificadas de la realidad;
c) practicar, agilizar y afirmar el razonamiento lógico deductivo;
d) alcanzar y distinguir soluciones teóricas de soluciones viables y reales frente a distintos proble-
mas que utilizan en su solución herramientas del área;
e) asumir que un mismo problema puede tener múltiples estrategias de solución, y que algunas de
ellas pueden resultar más eficientes que otras, reconociendo precisamente la conveniencia de unas sobre
otras y distinguiendo los requerimientos exigidos por cada una de ellas.

Revisión del concepto de número y los diferentes campos numéricos.


El álgebra para afrontar los diferentes problemas utiliza un lenguaje que es propio, compuesto de
símbolos y signos. Los primeros, tal como lo hemos visto, representan cantidades a través del uso de nú-
meros o letras. Antes de avanzar sobre los segundos, nos dedicaremos a repasar los números en sus dife-
rentes campos numéricos.
El desarrollo de los denominados campos numéricos ha sido un proceso largo en el tiempo, que
comenzó con los primeros números que el hombre utilizó, aquellos que le permitieron contar los objetos o
cosas de la naturaleza, identificados actualmente como 1, 2, 3, etc.. Estos números, reciben hoy el nombre
de NÚMEROS NATURALES.
El conjunto o colección de estos números, que se simboliza con una N, tiene como primer ele-
mento el número 1 y presenta la característica que todo número que pertenece a N tiene uno que le sigue
en la sucesión, razón por la cual podemos decir que este grupo tiene un único primer elemento, no presen-
ta bifurcaciones y es infinito.
Si nos detenemos brevemente en la comparación de dos números naturales entre sí. De esta com-
paración surge una y sólo una de las siguientes tres posibilidades:
a) que el primero de los números considerados sea mayor que el otro;
b) que el primero sea igual al segundo; o
c) que el primero sea menor que el segundo;
donde el cumplimiento de una de las alternativas señaladas elimina automáticamente a las otras dos, o
sea, que se dan tres posibilidades y que las mismas resultan ser excluyentes entre sí. Esta circunstancia se
ha dado en llamar LEY DE TRICOTOMIA (TRI de tres).
No realizaremos análisis de las operaciones elementales con números naturales por considerarlas
conocidas y, además, por entender que se ven mejor en la práctica que en la teoría. Basta por ahora con
decir que sólo analizaremos respecto de estas operaciones si el conjunto N resulta ser un conjunto cerrado
o no respecto de las mismas.
Para poder hacer este análisis diremos que un conjunto cualquiera de números recibe el nombre
de conjunto cerrado, respecto de una operación determinada, cuando al realizar dicha operación con ele-
mentos cualesquiera de dicho conjunto, su resultado se encuentra SIEMPRE dentro del mismo conjunto
en análisis.
Así entonces, si analizamos la operación suma de números naturales, diremos que este grupo
resulta ser un grupo o conjunto cerrado respecto de la operación indicada, ya que si elegimos dos números
naturales cualesquiera y los sumamos entre sí, el resultado logrado será siempre un nuevo número natural
y por lo tanto perteneciente a dicho grupo o conjunto.

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La misma situación se presenta si analizamos la multiplicación, ya que esta operación con núme-
ros naturales puede ser considerada como una suma abreviada. Así, por ejemplo, si multiplicamos el nú-
mero 7 (multiplicando) por el número 3 (multiplicador), es evidente que resulta equivalente a realizar la
suma de 3 veces 7, o sea, 21. O sea, que la multiplicación o producto de números naturales puede consi-
derarse como una suma de tantos sumandos iguales al multiplicando como indique el multiplicador, don-
de multiplicando y el multiplicador reciben también el nombre de factores. En consecuencia, podemos
decir que este conjunto numérico resulta cerrado para la operación de multiplicación o producto.
Si analizamos la potenciación en el campo natural, podemos decir que esta operación es un pro-
ducto abreviado, ya que tiene por objeto multiplicar por sí mismo un número llamado base tantas veces
como indica otro número llamado exponente. Así, si tenemos la expresión 53, siendo el número 5 la base
y el número 3 el exponente, resulta equivalente al producto de tres veces cinco, o sea, 5 x 5 x 5 = 125. En
consecuencia, también podemos concluir que el campo natural resulta cerrado para la operación de poten-
ciación.
Sin embargo, al realizar un análisis similar respecto de la operación de resta, sustracción o dife-
rencia, no podemos concluir lo mismo, ya que elegidos dos números cualesquiera naturales no siempre el
resultado de dicha diferencia resulta ser un número que pueda incluirse en el propio campo. Basta con
pensar en quitar 9 de 2.
A muy poco de analizar la operación de diferencia entre dos números naturales, se cayó en la
cuenta que si de un número cualquiera de elementos de la naturaleza se quitaba (o restaba) un número
equivalente no quedaba nada, pero la diferencia podía resolverse. Esta circunstancia, hoy identificada
como la situación en la que el minuendo resulta coincidente con el sustraendo, tenía como resultado en
todos los casos la misma respuesta: NADA. Se recurrió entonces a la incorporación del símbolo 0 (cero)
que identificó esa nada, produciéndose de este modo la primer ampliación del campo numérico N.
Este primer agregado que se realiza a los números naturales trae aparejado la conformación de un
nuevo campo que resulta ser el conjunto integrado por la reunión de N y el número cero, reservándose el
símbolo N* o N0 para identificarlo. Esta reunión puede expresarse del siguiente modo:

N (naturales)
N*
0 (cero)

Sin embargo, esta ampliación del campo numérico no lograba un nuevo grupo que resultara ser
cerrado respecto de la operación resta en general, ya que persistía aún la dificultad en la resolución de
diferencias en las que el minuendo resultara ser menor que el sustraendo.
Se crea entonces un nuevo grupo de números al que se le asigna el nombre de números negativos
y que responde al ordenamiento de los números naturales pero precedidos de un signo negativo, es decir,
-1, -2, -3, y así sucesivamente. Al incorporarse estos números se dice que los naturales resultan ser positi-
vos, mientras que el 0 resulta ser un número sin signo, ni positivo ni negativo.
La reunión de los números simbolizados como N* con los números negativos recibe el nombre de
campo de los NÚMEROS ENTEROS, y se los simboliza con Z, resultando entonces:

N (naturales)
N*
0 (cero) Z (números enteros)

Números negativos

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Si analizamos este nuevo grupo advertimos que resulta cerrado respecto de las operaciones de
suma, resta, producto (recuérdese que este último también puede considerarse una suma abreviada en este
campo numérico) y de la operación de potencia con exponente natural (ya que hemos visto que es un
producto abreviado).
Sin embargo, al pretender analizar la operación de división, descubrimos que para que el conjun-
to en análisis resulte ser cerrado debería darse la circunstancia de que el divisor estuviera contenido en el
dividendo un número exacto de veces. Así, por ejemplo, si dividimos el número 21 (dividendo) por 3
(divisor) el resultado obtenido es 7 (cociente) que nos está indicando que el número 3 está contenido 7
veces en el dividendo. Esto es lo mismo que decir que el dividendo resulta divisible por el divisor o que el
dividendo resultara ser múltiplo del divisor.
En general, diremos que un número m es múltiplo de otro número p cuando m contiene a p un
número exacto de veces. En tal situación, también podemos decir que m es divisible por p. Pero, esta
circunstancia evidentemente no siempre ocurre, por lo tanto el nuevo campo de los números enteros no es
cerrado respecto de la operación división.
Surge entonces la necesidad de una nueva ampliación del campo numérico con el objeto de poder
lograr uno que, manteniendo las condiciones de ser cerrado respecto de las operaciones de suma, resta,
producto y potencia con exponente natural, brinde la condición de ser cerrado respecto de la operación de
división.
Se crea entonces un nuevo grupo de números que se dan en llamar números fraccionarios que no
son sino la representación del cociente entre dos números enteros donde el divisor no puede ser nulo, y
donde, por otra parte, el dividendo no resulta ser múltiplo del divisor ya que si así lo fuera resultaría coin-
cidente con un número entero.
La reunión o colección de este nuevo grupo al ya existente de los números enteros, da por resul-
tado un nuevo campo de números que se denomina campo de los NÚMEROS RACIONALES y que se
simboliza con una Q.
Resulta entonces que:

N (naturales)
N*
0 (cero) Z (números enteros)
Q (Números Racionales)
Números negativos

Números fraccionarios

Estos números racionales son expresados frecuentemente a través de una nomenclatura especial
que liga al dividendo y al divisor a través del uso de una línea oblicua u horizontal, o bien dos puntos,
indicativos de la operación cociente entre ambas cifras.
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Así, suelen observarse las expresiones de números racionales tales como: 1/2, ó 3:7.
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En estas expresiones al número que actúa como dividendo, colocado en primer término o por
encima de la línea horizontal, suele conocérselo también con el nombre de numerador de la expresión; en
tanto que al número que actúa como divisor, colocado en último término o por debajo de la línea horizon-
tal, recibe el nombre de denominador de la expresión; denominándose fracción a la expresión completa.
Los números racionales presentan una propiedad importante que los distingue de los números
enteros, y es que conforman un campo denso, o sea, que entre dos números racionales cualesquiera existe
siempre otro número racional. Es decir, que dados dos números racionales diferentes entre sí, digamos r1

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y r2, donde r1 < r2, existe siempre un número r, también racional, que resulta ser mayor que r1 y menor
que r2. Este número r se encuentra entre ambos, aunque debe destacarse que no necesariamente está
exactamente al medio de los otros dos, aunque evidentemente puede estarlo.
Una forma simple de probar lo dicho consiste en encontrar precisamente el número ubicado en la
mitad del intervalo, entre el menor y el mayor de los considerados, aunque se insiste que existen otros
números racionales que están dentro de dicho intervalo y no precisamente en la mitad del mismo.
Así, para probarlo basta con decir que el número:
r1  r 2
r
2
resultará ser mayor que r1 y menor que r2, y en consecuencia será interior al intervalo fijado por r1 y r2.
Por ejemplo, si r1 fuera 1/3 y r2 fuera 1/2 es evidente que 1/3 es menor que 1/2 y entonces
r1 < r2. Al hacer:
1 1 2 3 5
 
r1  r 2 3 2 6 6 6 5
r =   
2 2 2 2 12
puede verificarse que 5/12 resulta ser mayor que 1/3 y menor que 1/2, lo que implica que 5/12 está entre
ambos números racionales dados.
Los números racionales también pueden expresarse de otra forma que se denomina expresión de-
cimal de un número racional o simplemente número decimal.
Así, el número 3/2 suele expresarse como 1,5, el número 1/4 como 0,25, el número 2/5 como 0,4
ó 0,40.
Pero, hay algunas circunstancias en las que nos encontramos con expresiones tales como:
1/3 = 0,3333... o bien 30/11 = 2,72727272... o también 21/90 = 0,2333...
donde los puntos que acompañan a la cifra final del segundo miembro de las igualdades, indican que en
dicho número se produce una repetición sucesiva e ininterrumpida de una o más cifras. También suele
utilizarse un arco sobre las cifras que se repiten, que conforman lo que se da en llamar “período”.
De allí que, este tipo de expresiones decimales reciba el nombre de expresiones decimales perió-
dicas mixtas o expresiones decimales periódicas puras, según tengan una parte decimal inicial que no se
repita o toda la parte decimal se repita indefinidamente.
Retornando al análisis relativo a si el grupo de los números racionales resulta ser cerrado respecto
a las diferentes operaciones, puede comprobarse fácilmente que lo es con respecto a las operaciones de
suma, resta, producto, potenciación (con exponente entero) y cociente o división. En lo referente a esta
última operación cabe aclarar que el cociente entre dos números racionales siempre es posible y arrojará
un nuevo número racional con la condición de que el divisor sea distinto de cero. Ello es así porque si
dividimos a un número D (dividendo) por otro número d (divisor) y resulta igual a c (cociente), entonces
el producto de c x d debe ser igual a D. Pero, si d = 0, siendo D no nulo, no existirá un valor de c que
multiplicado por d arroje como resultado D, porque el producto de c x d será siempre igual a cero. En
consecuencia, el cociente en el cual el divisor es nulo, resulta ser indeterminado.
Por otro lado, si d = 0, siendo D nulo, cualquier valor de c multiplicado por d arrojaría como re-
sultado D, o sea, que el producto de c x d será siempre igual a cero. En consecuencia, el cociente en el
cual el divisor y dividendo resultan nulos, es infinito.
D
En símbolos: si c entonces c x d = D siempre que d  0
d
Continuando con el análisis de las operaciones, si tomamos la radicación con índice natural, surge
casi en forma inmediata que hay circunstancias en las que el resultado de la operación se encuentra dentro
del campo mismo y otras en las que dicho resultado no existe en ese campo.

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Así, mientras que en la operación 3  tanto radicando como resultado forman parte del
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campo de números racionales, la expresión 2 , por tomar un ejemplo cualquiera, no encuentra su resul-
tado en el campo en análisis. No existe en verdad ningún número racional que, elevado a la potencia dos,
arroje por resultado el propio número 2. Podría encontrarse una solución aproximada por defecto o por
exceso pero no la exacta.
Esto nos permite concluir que, a pesar de la densidad que presenta el campo de los números ra-
cionales conforme a lo expresado anteriormente, este campo presenta huecos o espacios no cubiertos, no
siendo cerrado respecto de la operación de radicación.
Se hace necesario entonces recurrir a una nueva ampliación del campo numérico de los raciona-
les, lo que se logra creando un nuevo grupo de números denominados irracionales. Estos son aquellos que
resultan ser las soluciones no racionales de radicaciones y que no se pueden expresarse como el cociente
entre dos números enteros, tal el caso de los números  (pi), 3 ó.
Si se reúnen los números racionales con los irracionales, se forma un nuevo conjunto o grupo que
se da en llamar campo de los NÚMEROS REALES y que se los simboliza como R, o sea:

N (naturales)
N*
0 (cero) Z (números enteros)
Q (Números Racionales)
Números negativos R (Números
Reales)
Números fraccionarios
Números irracionales

Si bien éstos no son todos los campos numéricos conocidos, para la mayoría de los fines de este
curso el campo real resulta suficiente. De ahí que, de ahora en más, y salvo que adicionemos a la palabra
número algún calificativo, cada vez que hagamos referencia a un número, éste será real.

Números reales y sus propiedades.

Analizaremos seguidamente algunas propiedades que cumplen los números reales y que considera-
mos importantes conocer por su uso habitual en la operatoria con este tipo de números.
En el desarrollo de estas propiedades utilizaremos letras que representan números reales cualesquiera,
haciendo aplicación de la característica principal del álgebra, cual es la utilización de símbolos para hacer
referencia a cantidades no determinadas o desconocidas:

a) Propiedad transitiva de la igualdad: Si un número es igual a otro y éste es igual a un tercero,


entonces este último es igual al primero.
En símbolos, si a, b y c son números reales y se verifica que:
a = b y b = c, entonces a=c
Esta propiedad nos permite resolver situaciones como la siguiente: si conocemos que a = b y
b = 3, entonces podemos afirmar que a = 3.

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b) Propiedades asociativas: Tenemos dos propiedades asociativas, la propiedad asociativa de la


adición y la propiedad asociativa de la multiplicación, que dicen, respectivamente, que cuando se tienen
que sumar o multiplicar dos o más números se pueden agrupar en cualquier forma arribando a idéntico
resultado.
En símbolos, si a, b y c son tres números cualesquiera, entonces:
(a + b) + c = a + (b + c) y (a . b) c = a (b . c)
Haciendo aplicación de estas propiedades si tres o más números se deben sumar (o multiplicar) a
la vez, no importa cuales de ellos se suman (o se multiplican) en primer término y cuales luego, porque de
todas maneras se obtiene la misma respuesta.
Por ejemplo:
12 + (5 + 3) - 7 = (12 + 5) + (3 -7) 6 (0,5 . 8) = (6 . 0,5) 8
12 + 8 - 7 = 17 - 4 6 .4 = 3 .8
13 = 13 24 = 24
En virtud de ello es innecesario escribir los paréntesis en las expresiones anteriores.

c) Propiedad conmutativa: Para la suma o el producto de dos o más números el orden en que apa-
rezcan los mismos es indiferente. En consecuencia ambas operaciones son conmutativas, lo que en símbo-
los se expresa como:
a+b =b +a y a.b=b.a
Por ejemplo: 4 + 5 = 5 + 4 y 6 (-2) = (-2) 6.

d) Elementos neutros: Un elemento neutro es aquel que con su presencia no afecta al resultado de
una operación. Así, en la operación de suma el elemento neutro es el número cero, ya que se puede igno-
rar su presencia porque no cambia el resultado de la suma. Es decir, que:
a+0 =0 +a =a
En la multiplicación el elemento neutro es el número 1, ya que:
a.1=1.a =a

e) Inversos: Los elementos inversos actúan de a pares y se neutralizan entre sí. Para la operación de
suma los elementos inversos se denominan inversos aditivos. Todo número tiene su inverso aditivo, que
no es ni más ni menos que el mismo número con signo contrario, por lo que también se lo llama opuesto.
Para un número a cualquiera su único inverso aditivo es –a, de manera que:
a + (- a) = (-a) + a = 0
Por ejemplo, el inverso aditivo de -1/5 es 1/5 porque -1/5 + 1/5 = 0 y el inverso aditivo de 8 es -8
porque 8+ (-8) = 0.
Obsérvese que los inversos aditivos son aquellos que la suma entre ellos da por resultado el ele-
mento neutro de esta operación, en tanto que este elemento neutro es inverso aditivo de sí mismo.
De manera similar todo número a, distinto de cero, tiene un único inverso multiplicativo que es
1
a-1, que puede expresarse como y se denomina también recíproco de a, de tal forma que:
a
a . a-1 = a-1 . a = 1

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Por ejemplo: el inverso multiplicativo de 3/4 es 4/3, ya que 3/4. 4/3 = 1 y el inverso multiplica-
tivo de 5 es 1/5 porque 5. 1/5 = 1, mientras que el inverso multiplicativo de -2 es -1/2 porque
(-2) . (-1/2) = 1.
1
Tómese en consideración que el número cero no tiene recíproco, ya que el cociente siendo a
a
nulo es indeterminado.
Obsérvese también que el producto de los inversos multiplicativos da por resultado el elemento
neutro de esa operación, y que este elemento neutro es inverso multiplicativo de sí mismo.

f) Propiedad distributiva: Antes de analizar la propiedad conviene aclarar que cuando se trabaja
con sumas y multiplicaciones en cualquier expresión sin paréntesis, se realizan primero todas las multipli-
caciones y luego se suman los resultados. Así,
3 . 5 + 2 + 10 . 3 = 15 + 2 + 30 = 47
Por el contrario, si se han utilizado paréntesis en la expresión se está indicando que primero debe
resolverse la operación encerrada dentro de dichos signos y luego proceder con el resto. Así,
( 4 + 3) 5 = 7 . 5 = 35
Sin embargo, no necesariamente debe ser siempre así. Es posible efectuar el producto entre el
factor que se encuentra fuera del paréntesis por cada uno de los sumandos que aparecen dentro del mis-
mo. Esta posibilidad es lo que se conoce como la propiedad distributiva, en este caso, del producto res-
pecto de la suma.
En símbolos, dicha propiedad puede ser expresada como:
a (b + c) = a b + a c y ( b+c ) a = b a + c a
Como la sustracción o resta puede ser definida en términos de adición o suma, ya que a - c puede
ser expresada como a + (-c), podemos decir que también se verifica la propiedad distributiva del producto
respecto de la resta.
Obsérvese, que la propiedad distributiva del producto respecto de la suma o de la resta se verifica
tanto si el factor se encuentra a la izquierda como a la derecha de dicha suma o resta.
Como la división puede ser definida en términos de multiplicación, ya que a : b = a . b-1, siempre
y cuando b sea diferente de cero, la propiedad distributiva del producto se hace extensiva a la división
respecto de la suma o de la resta. Sin embargo, en el caso del cociente la distributividad es válida sólo a
derecha, es decir, cuando la suma o resta es el dividendo de la operación.

En símbolos: (b + c) : a = b : a + c : a

Operaciones elementales con números reales.

En álgebra, tal como lo hemos visto, se utilizan para representar cantidades dos tipos de símbolos:
los números y las letras. Los números representan cantidades determinadas y conocidas, en tanto que las
letras se usan para cantidades desconocidas o variables.
Ahora bien, además de estos símbolos, el álgebra también se vale de signos, los cuales son de tres
tipos: de relación, de agrupación y de operación.
Los signos de relación son aquellos que se utilizan para indicar precisamente una relación entre
dos cantidades. Los más usados son: = (igual),  (distinto o no igual), > (mayor), < (menor),  (mayor o
igual) y  (menor o igual).

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Para definir la relación entre dos cantidades es necesario compararlas y para realizar esta compa-
ración debemos definir qué se entiende por valor absoluto de un número.
Lleva este nombre el valor representativo de un número prescindiendo de su signo. Bajo este con-
cepto, el valor absoluto del número 4 resulta igual al del número –4, ya que ambos valen 4. También,
suele definirse como valor absoluto de un número real a la distancia o separación entre dicho número y el
cero en la recta numérica.
-4 0 4

4 4
Para simbolizar el valor absoluto de un número se ha convenido en encerrar al mismo entre dos
barras verticales. Así se tiene que:
3 3
5  5 y 
5 5
Cuando se compara dos números cualesquiera puede ocurrir que ambos sean positivos, que am-
bos resulten ser negativos, o bien que uno de ellos resulte ser positivo mientras que el otro es negativo. En
estos casos, realizada la comparación sólo pueden lograrse tres conclusiones, y verificada una de ellas se
excluyen las otras dos.
Si los dos números son positivos es evidente que resultará mayor aquel cuyo valor absoluto resul-
te superior; si uno es positivo y otro negativo es mayor el positivo y si ambos son negativos resultará ma-
yor el de menor valor absoluto. De acuerdo con ello:
4>2 2 > -7 -1/2 > - 8
Si ambas cifras tuvieran el mismo valor absoluto y el mismo signo, diremos que ambas resultan
también ser iguales entre sí, pero si uno de ellos resultara ser positivo y el otro negativo es evidente que
resulta ser mayor el positivo. O sea, que:
-5 = -5 3/2 = 3/2 2>-2
Los signos de agrupación son los paréntesis ( ), corchetes   y llaves   que sirven para indi-
car que la operación encerrada en su interior debe efectuarse en primer lugar. Así, 5 (4 – 7) está indican-
do que debe realizarse la resta (4 - 7) y al resultado logrado se lo debe multiplicar por 5.
Los signos de operación son aquellos utilizados para identificar las operaciones. En tal sentido,
conviene aclarar que dentro de las operaciones matemáticas se consideran algebraicas la suma o adición,
resta, multiplicación o producto, división, potenciación y radicación. El resto de las operaciones, tal el
caso de la logaritmación, son operaciones no algebraicas, o también llamadas trascendentes, porque tras-
cienden el ámbito del álgebra.
Al operar con números podemos encontrarnos con cifras de diferentes signos. Si la operación a
realizar es una suma o resta debemos distinguir entre los signos de operación (suma o resta) y los signos
propios de los números a utilizar en la misma. Por otra parte, una cuestión de ordenamiento en la infor-
mación hará que formemos conjuntos con las cifras a incorporar en los cálculos, circunstancia ésta que
expresamos con el uso de paréntesis, corchetes, llaves, etc., símbolos éstos reconocidos en general como
paréntesis.
Del uso de estos paréntesis, surge la denominada REGLA DE LOS SIGNOS PARA LA SUMA
Y RESTA DE NÚMEROS
Es de destacar, que en general y por una razón convenida, el signo propio de los números positi-
vos se omite en la escritura de los mismos y, por esta circunstancia, no se usa el símbolo paréntesis en
cálculos de sumas y/o restas de cifras que resulten ser todas positivas.

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En cambio, es frecuente encontrar expresiones de operaciones de sumas y restas como la que se


transcribe a continuación:
3
4 + (-3) - (-5/2) - (-2) - 3 + 8 + 7 + (-1) - (-6)
Frente a estas circunstancias enunciaremos las siguientes reglas:
a) Para sumar dos números con diferente signo, se procede a restar los valores absolutos de ambos
en el único orden posible, o sea, considerando como minuendo al mayor, y agregando luego al resultado
el signo del número con valor absoluto superior. Si los números en cuestión coinciden en el valor absolu-
to el resultado será cero. Por ejemplo:
9 + (-3) = 6 -7 + 7 = 0 - 3 + 1/2 = -5/2
b) Para sumar dos números del mismo signo se procede a sumar sus valores absolutos asignando al
resultado el signo coincidente con el que acompaña a los números sumados. Por ejemplo:
- 9 –16 = -25 -3/5 – 1/8 = -29/40 1/2 + 5/2 = 3
En el caso de la resta, como esta operación puede ser fácilmente transformada en una suma cam-
biándole el signo al sustraendo, una vez efectuado ello se procede a sumar aplicando la operatoria señala-
da para los casos de suma. Así:
9 – (-5) = 9 + 5 = 14 – 4 – (- 7) = -4 + 7 = 3 - 9 – 5 = -9 + (-5) = -14
Si se observa lo comentado respecto de las reglas de operaciones entre números negativos entre sí
o de diferentes signos entre sí puede generalizarse la conclusión de que, si se presenta una operación en la
que aparecen los números separados de las operaciones mediante el empleo de paréntesis, la extracción de
éstos se encuentra sujeta a las siguientes circunstancias:
a) Extraer de una expresión un paréntesis que resulte estar precedido por un signo de operación posi-
tivo (suma), implica eliminar dicho paréntesis con el correspondiente compañero (el cerrado para lograr el
conjunto), eliminando simultáneamente el signo positivo que precede al paréntesis aludido. De acuerdo
con lo dicho:
4 + (-8) = 4 – 8 = -4 3 + (3/2 - 4/5) = 3 + 3/2 – 4/5 = 3,7
Obsérvese que en el segundo caso el signo + que aparece entre 3 y 3/2 es el que corresponde a 3/2
y que se había omitido en la escritura inicial.
b) Extraer de una expresión un paréntesis que resulte estar precedido por un signo de operación ne-
gativo (resta), implica eliminar el par de paréntesis junto con el signo que lo precede, y simultáneamente,
cambiar el signo a los números que resultaban estar encerrados entre dicho par de paréntesis, transfor-
mando de este modo los positivos en negativos y los negativos en positivos. Conforme a lo expuesto:
3 – (-5) = 3 + 5 = 8 -1/2 – (5/2 – 1) = -1/2 – 5/2 + 1 = -2
Obsérvese que en el segundo ejemplo el signo - que aparece antes de 5/2 es el que surge de trans-
formar el signo + de este número omitido en la expresión original.
Ahora bien, existen otras operaciones con números, tales como la multiplicación o producto y la
división o cociente, que, al realizarse con números de diferentes signos presentan algunas particularidades
y que dan origen a la denominada REGLA DE LOS SIGNOS EN EL PRODUCTO Y COCIENTE DE
NÚMEROS.
Esta regla se enuncia diciendo que: "El producto o cociente entre dos números arroja como resul-
tado un número que se obtiene del producto o cociente de los valores absolutos de los números que inter-
vienen en la operación, siendo su signo positivo si ambos números resultan tener igual signo y negativo
en caso contrario."
Como ejemplos de la aplicación de esta regla tenemos:
4 x 3/2 = 6 4 (-5) = -20 –8 (-5/4) = 10 -8 : (-1/2) = 16

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Como extensión del producto, suele decirse que, si se deben multiplicar varios números entre sí,
puede hallarse el resultado buscado multiplicando primero los valores absolutos de todos los factores
dados. Luego, se asignará al resultado obtenido el signo positivo cuando la cantidad de cifras con signo
negativo es nula o par, o el signo negativo si el número o cantidad de cifras con este signo resulta ser
impar.

Potenciación y radicación con números reales.

Cuando enumeramos las operaciones que utiliza el álgebra, habíamos señalado que las mismas
son la suma o adición, resta o sustracción, multiplicación o producto, división o cociente, potenciación y
radicación. En ese momento desarrollamos las cuatro primeras, dejando para más adelante las dos últi-
mas. Por ello, ahora nos referimos a éstas.
Ya hemos dicho que la potenciación es una expresión abreviada del producto y esto es así porque
en principio se denomina potencia enésima de un número b al producto de n factores iguales a b.
En símbolos: b
.b .....b  b n
.b.b
"n"veces

donde el factor b es la base de la potencia y el número n, que indica las veces que se repite la base como
factor, recibe el nombre de exponente.
La base de la potencia puede ser cualquier número real, pero al exponente lo limitaremos al cam-
po racional. De ahí que el concepto de potencia desarrollado anteriormente se amplía a situaciones donde
no necesariamente el exponente es un número natural.
Cuando estamos en presencia de una potencia de un número b con exponente negativo ello es
equivalente a una fracción cuyo numerador es 1 y el denominador una potencia de la misma base b, pero
de exponente opuesto.
1
b n 
bn
Obviamente para que la anterior expresión tenga un resultado posible, b debe ser distinto de cero,
ya que si asumiera este valor el cociente sería indeterminado.
1
Si el exponente de la potencia resulta ser un número fraccionario, por ejemplo, a n , donde n es
distinto de cero, esta expresión también puede ser escrita utilizando el signo radical de la siguiente
manera:
1
an  n a
dando origen a la operación algebraica radicación.
La radicación de índice n de un número a es la operación que consiste en encontrar un número b
tal que elevado a la potencia n nos dé como resultado a.

En símbolos:
n
a b  bn  a
El número a es llamado radicando y puede ser cualquier número, aunque trabajaremos con radi-
candos reales. El índice n será un número natural y el número b un real que recibe el nombre de raíz.
Desarrollaremos a continuación las propiedades más significativas de la potenciación utilizando,
en principio exponente natural, y luego las haremos extensivas a la potenciación con exponente entero y
exponente racional, indicando en cada caso las limitaciones que operan. Cuando ampliemos las propieda-
des a potenciación con exponente racional, al resultar equivalente a la operación de radicación estaremos

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haciendo referencia a las propiedades de esta operación, por lo cual no las demostraremos específicamen-
te para la misma.

a) Propiedad uniforme: Elevando a una misma potencia ambos miembros de una igualdad, se obtiene
otra igualdad.
En símbolos: si a=b entonces an = bn
Por aplicación del concepto de potenciación resulta que:
a n  a
.a
.a.a......
a
"n"veces

pero como sabemos que a es igual a b, podemos reemplazar a a por su igual en el segundo miembro de la
igualdad anterior, en consecuencia:
an  b
.b
.b.b
 ......
b
"n"veces

Ahora en el segundo miembro nos queda el producto de n factores iguales entre sí, lo que se pue-
de escribir como bn , resultando que:
an = bn
con lo que demostramos la propiedad.

b) Propiedad distributiva con respecto a la multiplicación: La potencia enésima de un producto de dos


o más factores, es igual al producto de las potencias enésimas de cada uno de los factores.
En símbolos:
(a.b.c)n = an.bn.cn
Esta propiedad la podemos demostrar desarrollando el primer miembro haciendo aplicación del
concepto de potenciación.

a.b.cn  (
a.b.c).(a.b.c).(a.b.c)....(a.b.c)

"n"veces

Si extraemos los paréntesis del segundo miembro de esta última igualdad y ordenamos los facto-
res, resultaría que:
(a.b.c)n  a
.
a.
a.....
 a.b
 .
b.
b.....
 b.c
.
c.
c.....
c
"n"veces "n"veces "n"veces

lo que, por aplicación del concepto de potenciación resulta:


(a.b.c)n = an.bn.cn
demostrando de esta manera la validez de la propiedad.

c) Propiedad distributiva con respecto a la división: La potencia enésima de un cociente, es igual al


cociente de las potencias enésimas del dividendo y del divisor.
n
a an
En símbolos:    n
b b
Esta propiedad también la podemos demostrar desarrollando el primer miembro ya que haciendo
aplicación del concepto de potenciación, de manera similar a lo efectuado en la demostración de la pro-
piedad del inciso b), resulta:

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n
 
"n"  
veces

a a a a a a.a.a....a a n
   . . ....  
b b 
 b b
 b  b.b
.b....
  b bn
"n"veces "n"veces

d) Producto de potencias de igual exponente: El producto de potencias de igual exponente es otra po-
tencia del mismo exponente cuya base es el producto de las bases de las potencias dadas.
En símbolos: a n . b n  (a . b ) n
Esta propiedad es la inversa de la propiedad distributiva de la potenciación con respecto a la mul-
tiplicación, en consecuencia no la demostraremos.

e) Cociente de potencias de igual exponente: El cociente de potencias de igual exponente es otra po-
tencia del mismo exponente cuya base es el cociente de las bases de las potencias dadas.
n
an  a 
En símbolos:  
bn  b 
Esta propiedad es la inversa de la propiedad distributiva de la potenciación con respecto a la divi-
sión, por lo tanto tampoco la demostraremos.

f) Producto de potencias de igual base: El producto de potencias de igual base es otra potencia de la
misma base cuyo exponente es la suma de los exponentes de las potencias dadas.

En símbolos: a m . a n . a p  a m n p
igualdad que debemos demostrar.

Por definición de potenciación:

a m  a
.a
.a
.a
.a
.a....
 a
"m"veces

a n  a
.a
.a.a......
a
"n"veces

a p  a
.
a.a
......
a
"p"veces

Multiplicando miembro a miembro las tres igualdades anteriores, resulta:


a m .a n .a p  a
.a
.a
.a
.a.
a......
a.a.a
.a
.a
.....
a.a
.
a.
a.....
 a
"m"veces "n"veces "p"veces

de donde surge que:


m n p
a m .a n .a p  a
.a
.a
.a.
a.a
 .a
.a a  a
.a......
"m n p"veces

que es lo que queríamos demostrar.

g) Cociente de potencias de igual base: El cociente de potencias de igual base es otra potencia de la
misma base cuyo exponente es la diferencia de los exponentes de las potencias del dividendo y divisor.

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am
En símbolos: n
 a m n
a
Esta propiedad la demostraremos en forma similar a la anterior, aplicando el concepto de poten-
ciación y teniendo en cuenta que se pueden presentar tres situaciones distintas, aunque para todas ellas se
debe verificar que a debe ser distinto de cero:
 que m > n, en consecuencia:
a m  a
.a
.a
.a
.a
.a....
 a
"m"veces

a n  a
.a
.a.a......
a
"n"veces

Dividiendo miembro a miembro:


" m 
"veces
m
a a.a.a.a.a.a.....a

a n a .a
.a.a
.....
a
"n"veces

por la aplicación de las propiedades del cociente, se simplifican tantos factores a en el dividendo como
los indicados en el divisor, quedando en consecuencia (m-n) factores a en el dividendo, ya que hay más
factores en éste que en el divisor:

"m  
n"veces
am
 a .a ....a  a m n
an
quedando lo que queríamos demostrar.
 que m < n y en consecuencia cuando se realiza el cociente miembro a miembro, resultará:
" m 
"veces
m
a a.a.a.....a

an a.a
.a
.a.a
.a.....
 a
"n"veces

donde aparecen más factores en el denominador que en el numerador, por lo tanto cuando realizamos la
simplificación de factores coincidentes en numerador y denominador quedan en este último tantos facto-
res como (n-m), o sea:
am 1
n

a a.a
  ...
 a
"n m"veces

de ahí que, cuando m < n, resulte:


am 1
n
 n m
a a
Obsérvese que n  m  m  n pero ambas diferencias tienen distinto signo, siendo el de (m-n)
negativo, situación que trata específicamente en otra propiedad más adelante.
 que m = n en cuyo caso cuando se realiza el cociente miembro a miembro resulta:
" m 
"veces
m
a a.a.a.a.a.a.....a

an a.a
.a
.a.a
.a.....
 a
"n"veces

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donde la cantidad de factores en el denominador y numerador es coincidente, por lo tanto cuando se reali-
za la simplificación se eliminan todos, quedando en consecuencia la fracción con valor 1. De ahí entonces
que:
am
Cuando m = n 1
an
Esto también da lugar a otra propiedad que comentaremos más adelante.

h) Potencia de una potencia: La potencia de una potencia es otra potencia de la misma base y cuyo ex-
ponente es el producto de los exponentes dados.
En símbolos: (a m ) n  a mn
igualdad que deberemos demostrar.
Por concepto de potenciación sabemos que el primer miembro resulta:
(a m ) n  a
m m m
.a.
a.....
a
m

"n"veces

pero por lo visto en producto de potencias de igual base el segundo miembro resulta una potencia de a
elevada a n veces m, es decir:
 "n
"veces

m  m  m .... m
(a )  a
m n
 a mn
que es lo que pretendíamos demostrar.

i) Potencia con exponente par: El resultado de toda potencia de exponente par es positivo con indepen-
dencia del signo de la base.
En símbolos a2n = + a2n (-a)2n = + a2n
donde n es natural por lo tanto 2n será siempre par.
Sabemos que de acuerdo al concepto de potenciación esta operación es el producto de la base
tantas veces como indica el exponente de la potencia, por lo tanto esta operación tiene las propiedades de
la multiplicación. En esta última operación el signo del resultado se asigna de acuerdo al número de facto-
res negativos que aparezcan en el producto. Si el número de factores negativos es par el signo será positi-
vo, en caso contrario, si el número de factores negativos es impar el signo del resultado será negativo. De
ahí que, cuando en la potenciación el exponente es par, indica que el número de factores del producto es
par y en consecuencia el resultado de la potencia será positivo, independientemente del signo de la base,
ya que si la base es positiva el número de factores negativos es nulo y si la base es negativa el número de
factores negativos es par.

j) Potencia con exponente impar: El resultado de toda potencia de exponente impar conserva el signo de
la base.
En símbolos: a2n+1 = + a2n+1 (-a)2n+1 = - a2n+1
siendo n natural por lo tanto 2n+1 será impar.

Lo expresado en oportunidad de fundamentar la propiedad anterior se aplica a la presente, tenien-


do en cuenta que en este caso al ser el número de factores impar, debemos considerar el signo de la base.
Si la base es positiva el resultado será positivo independientemente del número de veces que deba apare

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cer como factor dentro del producto. Si la base es negativa al aparecer un número impar de veces dentro
del producto, el resultado será negativo.
Si ampliamos lo dicho a potencias con exponente entero, las propiedades enunciadas anterior-
mente siguen siendo válidas, excepto en el caso de que el exponente sea negativo. En esta situación será
necesario, para que las propiedades se verifiquen, que la base de la potencia no sea nula.
Recordemos que ello debe ser así, porque una potencia de exponente negativo resulta equivalente
a la inversa multiplicativa de la base de la potencia elevada al valor absoluto del exponente dado, por lo
tanto si la base de la potencia fuera nula la potencia sería indeterminada.
p
p 1
En símbolos: a   siendo a distinto de cero
a
Por otro lado, al efectuar la ampliación a potencias con exponente entero hay que agregar la si-
guiente propiedad:

k) Potencia con exponente nulo: Toda potencia de exponente cero, cualquiera sea el valor de la base,
pero con la condición de que no sea nula, es igual a uno.
En símbolos a0  1 siempre que a sea distinto de cero.
Esta propiedad se demuestra rigurosamente y no es aceptada por convención matemática como
suele decirse equivocadamente, ya que a0 puede expresarse como an-n, expresión que puede provenir de
un cociente de potencias de igual base como:

an
1
an
cociente que es igual a uno, de acuerdo a lo visto en oportunidad de desarrollar la propiedad del inciso g),
siempre que a sea distinto de cero.
Al incorporar los números fraccionarios como exponentes debemos tener presente que toda
potencia con exponente fraccionario resulta ser equivalente a la raíz de índice coincidente con el denomi-
nador de la fracción que actúa como exponente y radicando igual a la base de la potencia original elevada
al numerador de la fracción dado como exponente.
n
n
En símbolos: am  m a
Para las potencias con exponente fraccionario resultan válidas las propiedades enunciadas ante-
riormente en los incisos a) a h), las que pueden demostrarse igualmente trabajando con exponente racio-
nal o con el signo radical.
Con respecto al uso de los signos en este tipo de potencias hay que agregar las siguientes propie-
dades:

a) La raíz de índice impar tiene el mismo signo que el radicando.


2n 1
En símbolos: a  2n1 a
2n 1
 a  2n1 a
Siendo n natural 2n+1 es con seguridad un número impar.
Trabajaremos con la primera igualdad y demostraremos su validez aplicando el concepto de radi-
cación. Si dicha igualdad es verdadera al elevar el segundo miembro a una potencia cuyo exponente es

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igual al índice de la raíz del primer miembro, su resultado deberá ser el radicando del primer miembro, o
sea:
2n 1
a   2n1 a   2n1 a   2n 1
a
Observando la segunda igualdad de la anterior relación surge que es válida, ya que si expresamos
la raíz como potencia con exponente fraccionario, y luego resolvemos la potencia de potencia, surge:
2n 1
 1 
 
2n 1
2n 1
2n 1
a   a 2n 1   a 2n 1 a
 
 
con lo cual se demuestra la validez de la primera igualdad inicial.
Aplicando idéntico procedimiento demostraremos la propiedad cuando el radicando sea negativo.
En tal caso, tendremos que:
2n 1
 a  2n1 a   2n1 a  
2n 1
 a
Al analizar la segunda igualdad de la anterior relación surge que resulta válida de acuerdo a la
siguiente demostración:
2n 1
 
2n 1
2n 1  
  a  2n 1 
1
2n 1
a  a 2n 1  a
 
quedando de esta manera demostrada la validez de la propiedad.

b) La raíz de índice par de un número positivo tiene dos resultados reales iguales en valor absoluto,
pero de distinto signo.

En símbolos 2n
a   2n a siendo n natural 2n es con seguridad par.
Nuevamente demostraremos su validez valiéndonos del concepto de radicación. Es decir, que la
igualdad resultará válida si al elevar el segundo miembro a una potencia cuyo exponente es igual al índi-
ce de la raíz del primer miembro, su resultado es el radicando del primer miembro, o sea:
2n
a   2 n a   2n a  
2n
a
Demostraremos primero si es válido el resultado positivo, es decir, si se cumple la segunda igual-
dad de la relación anterior siendo la base de la potencia la raíz positiva. Para ello expresaremos la raíz
como potencia con exponente fraccionario y luego resolveremos la potencia de potencia:
2n
 1 
 a 
2n
2n
  a 2n 
 
 a  2n  a
2n

 
resultando válida la igualdad y por lo tanto es correcto el resultado positivo de la raíz de índice par.
Veamos que pasa con el resultado negativo, si resulta válido debe cumplir la segunda igualdad de
la relación expresada inicialmente para la base negativa de la potencia. Para ello nuevamente expresare-
mos la raíz como potencia con exponente fraccionario y luego resolveremos la potencia de potencia, te-
niendo en cuenta que al tener una potencia de índice par su resultado es siempre positivo:
2n
 
 a 
1 2n
   a 2n 
2n
2n
 a 2n  a
 
 

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resultando verdadera la igualdad, demostramos que también es válido el resultado negativo de la raíz de
índice par, confirmando entonces lo expuesto por la propiedad.

c) La raíz de índice par de radicando negativo no tiene solución dentro del campo de los números
reales.
2n
 a   2n  a
Demostraremos la validez de lo dicho suponiendo que resulta válido lo contrario, es decir, que:
2n
 a   2n  a ó 2n
 a   2n  a
Si fuera verdadera la primera de las igualdades precedentes, de acuerdo al concepto de radicación,
debería cumplirse:

 2n
a 
2n
 a
sin embargo, esta igualdad nunca puede resultar verdadera porque en el primer miembro tenemos una
potencia con exponente par por lo tanto nunca puede darnos como resultado un valor negativo, indepen-
dientemente de cual sea el signo de la base (propiedad enunciada en el inciso i) anterior). Por lo tanto:

 
2n
 
  a  2n 
2n 1
2n
a a
 
En consecuencia, no es válida la primera igualdad, es decir, la raíz de índice par de un número
negativo no da un resultado positivo. Probemos si nos da un resultado negativo. Para que ello sea verda-
dero deberá cumplirse:

 2n
a 
2n
 a
sin embargo, tampoco esta igualdad es verdadera dado que también se presenta una potencia con expo-
nente par y no puede obtenerse de ello un resultado negativo, o sea, que:

 
2n
 
   a  2n 
2n 1
2n
a a
 
En consecuencia, como tampoco esta segunda alternativa es posible, se confirma la propiedad, lo
que resulta lógico puesto que no existe valor positivo, ni negativo que elevado a exponente par dé por
resultado un valor negativo.

Operaciones sin solución en el campo numérico real.

Si bien hemos trabajado hasta el momento con números reales, es necesario aclarar que no son és-
tos todos los conocidos, ya que dentro de este campo subsisten algunos inconvenientes con la operación
radicación.
Tal como lo acabamos de ver, si enfrentamos la necesidad de encontrar el número que elevado a
una potencia par dé por resultado un número negativo no encontraremos solución dentro del campo real,
porque toda potencia par, independientemente del signo de la base, resulta ser un número positivo. En
consecuencia, no es posible resolver la radicación de índice par de un número negativo en el citado cam-
po.
Por ello, se enfrenta la necesidad de ampliación del campo numérico de los reales mediante el
agregado de un nuevo grupo o conjunto de números. Ese nuevo grupo que se crea resulta ser el de los

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denominados números imaginarios, entendiéndose por tales precisamente a aquellos que permiten resol-
ver la situación planteada como irresoluble en el campo real, y que responden a una generalización del
imaginario por excelencia que resulta ser:

i  1
Si se procede a la reunión del campo real ya visto con el nuevo campo de los números imagina-
rios, se completa el campo más amplio de los números conocidos y que se da en llamar NÚMEROS
COMPLEJOS, simbolizados con C, o sea:

N (naturales)
N*
0 (cero) Z (números Q (Números
Números negativos enteros Racionales)
R (Números C (Números
Reales) Complejos)
Números fraccionarios
Números irracionales

Números imaginarios

Lenguaje textual o coloquial y lenguaje simbólico o algebraico.

Muchas veces nos encontramos ante la dificultad de encontrar una solución a determinado pro-
blema o situación problemática. En tales circunstancias se suele contar con cierta información expresada
en el lenguaje que hablamos habitualmente, ya sea través de un texto escrito o una exposición oral. Pero,
para arribar a la solución matemática del problema es necesario o conveniente efectuar una traducción de
lo que se lee o escucha a un lenguaje que permita o facilite operar matemáticamente.
El lenguaje que hablamos o escribimos cotidianamente recibe el nombre de lenguaje textual o co-
loquial. Los siguientes ejemplos están en este tipo de lenguaje:
"Juan gana una suma fija de $ 300 más $ 15 por cada hora extra que realiza"
"La obra social se hace cargo del 50% del precio promedio del medicamento AXMED. Dicho
precio promedio se determina calculando la media entre el precio más elevado y él más barato al cual se
vende ese medicamento en el mercado"
En cambio, el lenguaje matemático, que habitualmente se utiliza para operar y arribar a la solu-
ción del problema en cuestión, requiere una cierta estructura simbólica con lógica y orden. El álgebra
utilizando los símbolos y signos, que hemos visto anteriormente, permite en general traducir a expresio-
nes matemáticas un texto (oral o escrito). Por ello, este lenguaje del álgebra recibe el nombre de lenguaje
algebraico o simbólico.
La traducción del lenguaje coloquial al lenguaje simbólico, cuando es posible hacerlo, requiere
seguir una serie de pasos, como los siguientes:
 el análisis de la situación descripta por el texto,
 la definición de las incógnitas o valores desconocidos o variables,
 la identificación de esos valores no conocidos o variables, y
 el planteo simbólico de lo leído o escuchado.

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A efectos de clarificar lo dicho utilizaremos unos ejemplos. Supongamos que la expresión


a traducir fuera "Juan gana una suma fija de $ 300 más $ 15 por cada hora extra que realiza", los pasos a
seguir serían:
a) análisis de la situación descripta por el texto: De ella surge que lo que gana Juan es un valor
no conocido que, a su vez es igual al resultado de una operación de suma (la palabra más así lo indica)
entre dos cantidades. Una de ellas está perfectamente determinada, es la suma fija de $ 300, pero la otra
se obtiene del producto entre el valor de $ 15 y un número desconocido y variable, que es la cantidad de
horas extras que realiza.
b) la definición de las incógnitas o valores desconocidos o variables: Del análisis anterior de de-
duce que hay dos elementos desconocidos o incógnitas, que, además, son diferentes entre sí, ya que uno
es lo que gana Juan y otro representa la cantidad de horas extras que realiza.
c) la identificación de esos valores no conocidos: Cada uno de esos elementos es en realidad un
número que nos resulta desconocido, por lo tanto es necesario identificarlo de alguna manera. Ya hemos
visto que el álgebra utiliza letras para identificar cantidades desconocidas o no determinadas. A tal fin,
podríamos usar una letra minúscula diferente para cada elemento. Diferente por cuanto cada una de ellas
representa un concepto distinto y probablemente también valores no iguales entre sí.
En tal sentido, cabe aclarar que si bien suele ser de uso bastante frecuente utilizar las últimas le-
tras del alfabeto para designar las incógnitas nada impide usar otras. Es más, en problemas de varias in-
cógnitas, es más conveniente utilizar letras que nos permita asociarlas a lo que representan.
Así, por ejemplo, para el caso en cuestión podríamos identificar con:
la letra g (de gana) a lo que gana Juan; y
la letra h (de horas) a la cantidad de horas.
d) el planteo simbólico de lo leído o escuchado: De acuerdo con lo expuesto el texto podría tradu-
cirse de la siguiente manera:
Lo que gana Juan = 300 + 15 x cantidad de horas extras que realiza
Reemplazando los conceptos variables o desconocidos por su respectiva identificación se lograría
el planteo simbólico de la expresión:
g = 300 + 15 h
Si la expresión a traducir fuera: "La obra social se hace cargo del 50% del precio promedio del
medicamento AXMED. Dicho precio promedio se determina calculando la media entre el precio más
elevado y él más barato al cual se vende ese medicamento en el mercado", tendríamos que:
a) análisis de la situación descripta por el texto: De la situación expuesta podemos observar que
el monto que se hace cargo la obra social, primer valor desconocido por el momento, puede determinarse
calculando el 50% del promedio entre el precio más elevado del medicamento, segundo valor desconoci-
do, y el precio más barato, tercer valor no conocido.
Recordemos que un promedio se determina sumando los valores que intervienen y dividiendo, luego,
a dicha suma por el número de valores que se consideró. Aquí tenemos dos precios, el más elevado y él
más barato, para calcular el promedio debemos sumarlos y al resultado dividirlo por dos que es la canti-
dad de valores que computamos en dicho promedio.
b) la definición de las incógnitas o valores desconocidos o variables: Del análisis anterior se de-
duce que hay tres elementos desconocidos o variables, diferentes entre sí, el monto a cargo de la obra
social, el precio más elevado y el precio más barato del medicamento.
c) la identificación de esos valores no conocidos: A dichos valores desconocidos o variables po-
dríamos identificarlos como:
m = monto a cargo de la obra social
e = precio más elevado

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b = precio más barato


d) el planteo simbólico de lo leído o escuchado: Lo expuesto por el texto podría escribirse así:
Monto a cargo de la obra social = 50% (Precio más elevado + Precio más barato) /2
Por lo que la expresión en lenguaje algebraico resultaría igual a:
m = 0,5 (e + b) / 2
Cabe aclarar que la traducción que se realice requiere siempre de una comprobación. Para ello es
conveniente tomar la expresión en lenguaje simbólico y llevarla al lenguaje coloquial, si la traducción
lograda coincide con la expresión original, al menos en su estricto sentido, se puede tener mayor seguri-
dad en haber logrado un planteo correcto de la situación.
Ahora bien, también nos pueden dar una expresión en lenguaje algebraico y solicitarnos la tra-
ducción al lenguaje coloquial, que no es sino un trabajo casi idéntico a lo comentado como recomendable
en el párrafo precedente. En este aspecto, debe tenerse presente que para efectuar dicha traducción debe-
ríamos conocer que representan cada una de las letras utilizadas como símbolos en la expresión algebrai-
ca, pues de lo contrario podríamos encontrar infinitas expresiones coloquiales.
Supongamos que tenemos la siguiente expresión:
2
m= a
10
y nos requieran su traducción al lenguaje coloquial, podríamos decir, entre otras cosas, que dicha expre-
sión significa que:
2
a) el número m es igual a el número a
10
b) si a la cantidad a la dividimos en diez partes y tomamos dos de ellas nos da la cantidad m
c) si tenemos dos elementos a y lo repartimos entre 10 a cada uno le toca una porción igual a m
Sin embargo, si nos dicen que a representa el número de accidentes de tránsito fatales que ocurren
en el país y m es el número de accidentes de tránsito fatales que ocurren en el país protagonizados por
mujeres, podríamos encontrar que la expresión en cuestión puede representar que:
sólo 2 por cada 10 accidentes de tránsito fatales son protagonizados por mujeres (1)
o una expresión semejante que tendrá idéntico significado.

Ecuación. Concepto. Identidad. Concepto.

Tal como hemos visto, el álgebra utiliza símbolos y signos para expresar situaciones en lenguaje
algebraico. Cuando estamos en presencia de dos expresiones escritas en lenguaje algebraico unidas o
vinculadas por un signo igual, decimos que estamos ante una igualdad.
Entonces, podemos decir que una igualdad es la relación que existe entre dos expresiones diferen-
tes de una misma cantidad.
Así :
8= 5 +3 2x=x -3 y2 - x2 = (y - x) (y + x)
son igualdades.
En todas ellas aparecen números y/o letras que representan números variables o desconocidos,
signos de operación y el signo de relación = (igual).

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Las letras que intervienen en la igualdad, justamente por la circunstancia que representa números
no conocidos o variables, reciben el nombre de incógnitas o variables.
Ahora bien, podemos encontrarnos ante dos tipos de igualdades. Cuando la relación de igualdad
que se presenta entre dos expresiones, resulta verdadera con independencia del valor que se le atribuya a
las letras, estamos ante una relación que recibe el nombre de identidad.
Ejemplo de este tipo de igualdades son:
x2 - 25 = (x - 5) (x + 5) x+3=5+x-2 x2 + 2 xy + y = (x + y )2
Si por el contrario la relación de igualdad se satisface sólo cuando se le asigna a las incógnitas
determinados valores (o existen asignaciones de valores que no verifican la igualdad) estamos en presen-
cia de una ecuación.
Son ecuaciones:
3y+2x=8 3x=2x-5 5 - 3 x2 = 2 x
Cuando se escribe una identidad se está realizando una afirmación. Así ante la igualdad x2 - 25 =
(x - 5) (x + 5) se está diciendo que sin importar el valor que asuma x la expresión del primer miembro y
la del segundo representan el mismo número. En tanto que, cuando se escribe una ecuación se está ha-
ciendo la pregunta, ¿qué valor o valores simbolizan las variables para que ambos miembros representen la
misma cantidad?. Así ante la ecuación 3 x = 2 x - 5 nos interrogamos sobre qué valor debe asumir x para
que ambos miembros resulten iguales.
De ahí pues, que las operaciones a realizar con ambos tipos de igualdades, identidades y ecuacio-
nes, sean diferentes. Las identidades se demuestran y las ecuaciones se resuelven.
Tomemos en cuenta, pues, que no cualquier igualdad es una ecuación.

Una ecuación es una proposición que expresa la igualdad condicional entre dos ex-
presiones.
Se dice que la igualdad es condicional porque resulta cierta para algunos valores de las variables,
pero no para cualquiera.

Utilización de ecuaciones en la solución de problemas.

Hemos hecho referencia, al principio de este capítulo, el gran aporte del álgebra en la resolución
de problemas. Cuando se desconocen los resultados de ciertas situaciones, pero se sabe que deben satis-
facer una serie de condiciones, estas condiciones pueden expresarse utilizando el lenguaje algebraico, de
manera que, realizando ciertas operaciones se pueda encontrar la solución al problema, que de otra forma
podría resultar más complicado.
De todos los problemas que pueden enfrentarse nos abocaremos, en esta oportunidad, a aquéllos
que pueden ser resueltos aplicando ecuaciones.
La resolución de este tipo de problemas requiere seguir una serie de pasos, como los siguientes:
 el análisis de la situación descripta por el texto,
 la definición de las incógnitas o valores desconocidos,
 la identificación de esos valores no conocidos,
 la estimación del resultado probable,
 el planteo simbólico del problema,
 la determinación del valor de cada incógnita, y

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 la verificación del resultado


A fin de facilitar la comprensión de lo expuesto utilizaremos un ejemplo. Supongamos que se nos
presenta el siguiente problema:
“Una empresa de software ha sido contratada para desarrollar una aplicación en un organismo
público. Las especificaciones de la contratación establecen que 2/3 del tiempo total empleado para reali-
zar el trabajo, será destinado al análisis y diseño del proyecto, que 4/7 del tiempo restante deberá desti-
narlo al desarrollo del mismo y 18 días hábiles a la puesta en funcionamiento. ¿En cuántos días hábiles
deberá realizar el trabajo, si en todas las etapas sólo se trabajó en tales días?”
a) el análisis de la situación descripta por el texto: Del texto surge que se debe determinar la can-
tidad de días hábiles que se requiere para realizar el trabajo, conociendo la proporción de días destinada a
cada una de las etapas y que, la puesta en funcionamiento insume 18 días hábiles.
b) la definición de las incógnitas o valores desconocidos: esto en general puede lograrse exitosa-
mente a partir de la lectura de la pregunta formulada, es decir cantidad de días hábiles que se requieren
para la realización de la aplicación.
c) la identificación de esos valores no conocidos: la identificación de las incógnitas nos permite
la traducción del problema al lenguaje algebraico, así en este caso,
t = cantidad de días hábiles necesarios para realizar la aplicación
d) la estimación del resultado probable: Antes de avanzar en el desarrollo es importante autocues-
tionarse sobre los resultados probables del problema. En la situación planteada, como la incógnita es can-
tidad de días hábiles, será un entero positivo y, dado que la última etapa del trabajo requiere de 18 días, el
total deberá ser mayor que dieciocho.
e) el planteo simbólico del problema:

f) la determinación del valor de cada incógnita: en este caso, despejamos t y encontra-


mos que,

días hábiles
g) la verificación del resultado: Esta verificación debe realizarse de dos formas. Una verificación
lógica que consistirá en corroborar si el resultado obtenido es coherente con el problema y coincide razo-
nablemente con el estimado previamente.
La otra verificación, es la numérica, que consiste en reemplazar el valor de la incógnita en el
planteo simbólico del problema y comprobar si satisface el mismo.

Factoreo de expresiones algebraicas

Si se combinan por medio de distintas operaciones números fijos y números representados por le-
tras, y las operaciones utilizadas son algebraicas, la expresión resultante recibe el nombre de expresión
algebraica.
Si en las expresiones algebraicas se da la circunstancia de que las letras se encuentran sometidas a
operaciones racionales (suma, resta, producto, cociente y potenciación con exponente entero), diremos
que dichas expresiones algebraicas revisten el carácter de expresiones algebraicas racionales. Si entre
las operaciones indicadas respecto de las letras de la expresión, intervienen todas, salvo el cociente y la

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potenciación con exponente no natural, diremos que la expresión resulta ser una expresión algebraica
racional de tipo entero o directamente una expresión algebraica entera.
En el álgebra es a menudo conveniente y necesario determinar los factores de una expresión alge-
braica entera. La operación que permite hallar los factores de una expresión (cuando existen), recibe el
nombre de factorización, descomposición en factores o factoreo de una expresión algebraica.

Concepto de factoreo. Casos posibles.

Así como al multiplicar dos números cualesquiera se dice que estos números resultan ser factores
del resultado logrado, al multiplicar dos expresiones algebraicas A y B, se dice que estas expresiones
resultan ser factores de la expresión resultado C.
Por ejemplo, si se multiplica la expresión 2ab por la expresión (x + y) se obtiene el resultado
2abx + 2aby, pudiéndose decir que las expresiones originales 2ab y (x + y) son factores de la expresión
hallada como resultado del producto.
Al igual que al factorear números, en la descomposición factorial de expresiones algebraicas es
posible encontrar diferentes descomposiciones que, a pesar de sus diferencias, al realizar el producto de
los factores logrados permiten obtener la misma expresión dada para factorear. Por ese motivo, se han
convenido una serie de criterios o reglas, que permiten adoptar uniformidad en la factorización. Dichas
reglas reciben el nombre de casos de factoreo.
Se detallarán a continuación dichos casos, dejándose aclarado que de ningún modo el orden de la
enumeración indica orden a seguir en el análisis o bien orden de prioridades de un caso sobre otro cuando
hay que aplicar más de un caso para factorear totalmente una expresión.

Factor común

Al estudiar la propiedad distributiva hemos visto que era posible efectuar el producto de dos ex-
presiones algebraicas, una que se encontraba como factor fuera del paréntesis, por otra que se encontraba
dentro del mismo. En tal situación, se multiplicaba la expresión de afuera del paréntesis por cada uno de
los sumandos que aparecían dentro del mismo. Un ejemplo de lo dicho sería la siguiente operación:
2y(x + 2y +3z) = 2yx + 4y2 + 6yz

Ahora bien, si en lugar de contar con el producto tuviéramos como dato la expresión algebraica
entera obtenida como resultado, el proceso de factorización sería encontrar el primer miembro de la
igualdad precedente, en definitiva el procedimiento de factoreo implica revertir el proceso del producto.
Este caso de factoreo recibe el nombre de factor común y dicho nombre surge porque a todos los
términos de la expresión a factorear, es posible escribirlos como un producto de dos factores, uno de
ellos, común en todos.
Para el ejemplo se tiene que:

2yx puede escribirse como 2y multiplicado por x;


4y2 puede escribirse como 2y multiplicado por 2y; y
6yz puede ser escrito como 2y multiplicado por 3z

donde 2y resultaría ser un factor común en todos los términos. O sea que:

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2yx + 4y2 + 6yz = 2y x + 2y 2y + 2y 3z


Si extraemos a dicho factor común y lo colocamos multiplicando a la reunión de todos los no
comunes, se tiene:
2yx + 4y2 + 6yz = 2y(x + 2y + 3z)
que resulta ser la igualdad entre la expresión original y su factorización.
El factor común es siempre una expresión de un solo término compuesta por signo, coeficiente
numérico, y una o más variables o parte literal.
Por lo tanto, sabiendo esto, como regla práctica para la extracción del factor común puede enun-
ciarse la siguiente:

a) El signo es el predominante en la expresión o positivo si existe igual cantidad de unos que de


otros. Si el signo es positivo generalmente se omite escribirlo.
b) el coeficiente resulta ser el máximo común divisor de los coeficientes de los términos de la expre-
sión a factorear si son enteros, o cualquiera en caso contrario. Si el coeficiente numérico es igual
a la unidad, tampoco se suele consignar.
c) la o las variables serán las letras que aparezcan en todos los términos, consideradas con su menor
exponente. Si la parte literal no se consigna podemos decir que está elevada a exponente cero.
Así por ejemplo, el factor común existente en la expresión:
6x2y + 3xy - 9xy2
resulta ser +3xy donde el signo resulta ser positivo ya que existen dos términos positivos y uno negativo
(preponderancia de los primeros sobre los segundos), el coeficiente es 3 (que resulta ser el máximo co-
mún divisor de los coeficientes 6, 3 y 9) y la parte literal está integrada con las letras que aparecen en los
tres términos (ambas para el caso) con su menor exponente. En consecuencia se tiene que la expresión
dada puede factorearse como:
6x2y + 3xy - 9xy2 = 3xy (2x + 1 - 3y)
De este modo puede concluirse entonces que, para factorear una expresión algebraica entera que
presente un factor común en sus términos, se procede a determinar dicho factor común conforme a lo
indicado precedentemente y luego se presenta el producto de dicho factor común por la expresión que
resulta de dividir la expresión original por dicho factor común.

Descomposición de una expresión algebraica en grupos de igual número de tér-


minos con un factor común en cada uno de ellos.

Este caso es comúnmente conocido con el nombre de factoreo por grupos con el objeto de sim-
plificar su nombre, aunque el nombre correcto es el que se transcribe en el título previo.
Si se observa el resultado logrado al multiplicar dos expresiones algebraicas con más de un tér-
mino cada una de ellas, como por ejemplo:

(2x + y)(a2 + 2ab + c2) = 2xa2 + 4abx + 2x c2 + a2y + 2aby + c2y

el resultado es la suma de dos o tres grupos de igual número de términos, cada uno de los cuales presenta
un factor común.. Ello es así porque la expresión resultado es la suma de los productos parciales, obteni-
dos al multiplicar cada uno de los términos de una de las expresiones factor por cada uno de los términos
de la otra, siendo para el caso:

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(2xa2 + 4abx + 2x c2) + (a2y + 2aby + c2y)


o bien:
(2xa2 + a2y) + (4abx + 2aby) + (2x c2 + c2y)

según que el orden en que efectuemos el producto.


Si de cada uno de los grupos logrados se extrae el factor común existente se pueden tener tantos
grupos de productos parciales como grupos se han armado, y en cada uno de ellos habrá una expresión
que, ella misma resultará ser un factor común entre todos los grupos de productos parciales logrados.
Así para la situación presentada a través de dos grupos se tiene que en el primero de ellos existe el
factor común 2x mientras que en el segundo de los grupos aparece como factor común la letra y, de don-
de, extrayéndolos se tiene:
2x (a2 + 2ab + c2) + y (a2 + 2ab + c2)

apareciendo la expresión (a2 + 2ab + c2) como común a ambos productos parciales.
Si se extrae precisamente como factor común a dicha expresión, se logra:

(a2 + 2ab + c2) (2x + y)

quedando factoreada entonces la expresión originalmente enfrentada.


De cualquier modo, a igual resultado se hubiera arribado trabajando con un agrupamiento diferen-
te, tal el caso del realizado a través de tres grupos, donde se tendría:

a2 (2x + y) + 2ab (2x + y) + c2 (2x + y)


y de aquí:
(2x + y)(a2 + 2ab + c2)

quedando de este modo factoreada la expresión dada, y donde, respecto de la situación lograda con el
agrupamiento anterior alternativo, lo único que puede observarse es la alteración en el orden de los facto-
res, lo que, debido a la conmutatividad del producto, resulta indiferente.
En general, podemos decir que una expresión para que pueda ser factoreada, aplicando este caso,
la cantidad de términos que la componen debe ser un número compuesto (no primo), ya que de otro modo
no podría lograrse el armado de grupos de igual número de términos en cada uno de ellos.
Además, los grupos deben armarse de modo tal que coincidan en la cantidad y tipo de sus signos
positivos y negativos o bien que los que posean sean exactamente inversos en dicha cantidad. Así, si en-
frentamos una expresión de 9 términos que permitiría realizar tres grupos de 3 términos en cada uno de
ellos, y los términos fueran tales que existieran 3 positivos y 6 negativos, los grupos a armarse y que pu-
dieran permitir concluir satisfactoriamente el factoreo deberían contar cada uno de ellos con dos signos
negativos y uno positivo o bien uno de ellos con todos los signos positivos y los otros dos con todos sus
signos negativos (todos los grupos con signos iguales en cantidad o bien todos diferentes respectivamen-
te), pero de ningún modo podría ser uno de los grupos con sus tres signos negativos y luego otro con dos
positivos y uno negativo y el último con dos negativos y uno positivo.

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Trinomio cuadrado perfecto

Si efectuamos el producto de dos expresiones iguales de dos términos (binomios) el resultado


logrado recibe el nombre de trinomio cuadrado perfecto, porque presenta dos términos que son cuadrados
perfectos y el restante es el doble producto de las bases de dichos cuadrados.
(a + b) (a + b) = (a + b)2 = a2 + 2 ab + b2
Como consecuencia, si la expresión a factorear resulta ser un trinomio cuadrado perfecto, la mis-
ma podrá ser factoreada como el producto de dos binomios idénticos entre sí, cuyos términos son las ba-
ses de los cuadrados perfectos del trinomio y que los mismos serán sumados entre sí si el signo del doble
producto del trinomio cuadrado perfecto es positivo y restados en el caso contrario.
Si la expresión a factorear fuera:
m2n4 + 2mn2z3 + z6,
se observa que resulta ser un trinomio cuadrado perfecto, y puede ser factoreado como:
(mn2 + z3) (mn2 + z3) o bien como (mn2 + z3) 2

Cuatrinomio cubo perfecto

Si efectuamos el producto de tres expresiones iguales de dos términos (binomios) el resultado


logrado recibe el nombre de cuatrinomio cubo perfecto, porque presenta dos términos que son cubos y los
restantes son el triple producto del cuadrado de una de las bases por la otra base de dichos cubos.
(a + b) (a + b) (a+b) = (a + b)3 = a3 + 3 a2b +3 ab2 + b3
Ahora bien, si la expresión a factorear resulta ser un cuatrinomio cubo perfecto, la misma puede
ser factoreada de modo tal que resulta equivalente al producto de tres binomios coincidentes entre sí, cu-
yos términos resultan ser las bases de los cubos perfectos integrantes del cuatrinomio y cuyos signos se-
rán precisamente los que acompañen a dichos cubos perfectos.
Sin embargo, también puede expresarse el factoreo de un cuatrinomio cubo perfecto como la
potencia con exponente tres del binomio logrado de la forma indicada.

También debido a la simplicidad del caso comentado sólo nos limitaremos a presentar un cuatri-
nomio como el siguiente:
a3b6 + 3a3b2z2 + a3z3 + 3a3b4z
que reviste las características necesarias para que sea considerado un cuatrinomio cubo perfecto y que en
consecuencia puede ser factoreado como:
(ab2 + az)(ab2 + az) (ab2 + az) o bien (ab2 + az)3

Diferencia de cuadrados

Se da el nombre de binomio suma a aquel integrado por dos términos con signo positivo, mientras
que se reserva el nombre de binomio resta para aquellos binomios en los que sus términos resultan tener
uno de ellos el signo positivo y el otro el signo negativo.
Si se realiza el producto de dos binomios conformados por iguales términos, pero uno de ellos es
un binomio suma y el otro un binomio resta o diferencia, como por ejemplo el binomio suma a + b con el
binomio diferencia a - b, se tiene:

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(a + b) (a – b) = a2 + ab - ab - b2 = a2 - b2
o sea que el resultado evidentemente es un nuevo binomio, en este caso binomio diferencia, cuyos térmi-
nos resultan ser cuadrados perfectos, de los términos que integraban a cada uno de los binomios factores,
y que en consecuencia, es conocido con el nombre de diferencia de cuadrados.
Ahora bien, si la expresión que se pretende factorear resulta ser una diferencia de cuadrados, es
evidente entonces que la misma podría factorearse como el producto entre dos binomios, uno de ellos
binomio suma y el otro binomio diferencia, cuyos términos son las bases de los cuadrados que integran la
diferencia de cuadrados que se pretende factorear.
Si la expresión a factorear fuera:

m2n4 - z6
puede ser factoreada como:

m2n4 - z6 = (mn2 + z3) (mn2 - z3)

Suma o diferencia de potencias de igual grado con exponente impar y con exponente par

Recibe este nombre todo binomio (suma o resta) cuyos términos pueden ser escritos como poten-
cias de exponente coincidente.
Así si se tiene el binomio x3 + y3 puede decirse que estamos frente a una suma de potencias de
grado 3, mientras que si enfrentamos el binomio x5 - a5 podemos decir que estamos ante una diferencia de
potencias de igual grado, en este caso 5.
Frente a lo comentado, podemos decir entonces que las posibilidades que pueden encontrarse
pueden resumirse en el siguiente esquema:
a) Suma de potencias de igual grado con exponente par
b) Suma de potencias de igual grado con exponente impar
c) Diferencia de potencias de igual grado con exponente par, y
d) Diferencia de potencias de igual grado con exponente impar
En los casos indicados, si la expresión resultara factoreable, lo sería como el producto entre bi-
nomio compuesto por la suma o por la diferencia de las bases de dichas potencias por alguna otra expre-
sión algebraica.
A modo de resumen, puede hacerse el siguiente cuadro:

CASO FORMA DE FACTOREO


Suma de potencias de igual No resulta factoreable
grado con exponente par
Suma de potencias de igual Se factorea como el producto entre la suma de las bases por otra
grado con exponente impar expresión
Diferencia de potencias de Se factorea como el producto entre la suma de las bases por otra
igual grado con exponente par expresión o producto entre la diferencia de las bases y otra expre-
sión
Diferencia con exponente impar Se factorea como el producto entre la diferencia de las bases por
otra expresión

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Comentaremos ahora, para aquellos casos en que la suma o diferencia de potencias de igual grado
resulta ser factoreable por la suma y/o la diferencia de las bases de dichas potencias, cómo resultará com-
puesta la expresión que actuará como segundo factor en dicho factoreo.
En primer lugar diremos que es evidente que dicha expresión debe ser equivalente al cociente
entre la suma o diferencia dada para factorear y el binomio suma o diferencia de bases de las potencias.
Podríamos expresar entonces que la expresión factor buscada puede anticiparse que resultará ser
de un grado menor en una unidad a aquel que corresponde a la expresión a factorear, que todos los térmi-
nos "corresponderían" a igual grado, estando sus términos integrados por potencias de la primera de las
bases de la suma o diferencia a factorear, sucesivamente decrecientes en una unidad y hasta llegar a su
nulidad y por potencias de la segunda de las bases de la suma o diferencia a factorear, crecientes sucesi-
vamente en una unidad desde la nulidad y hasta un grado menor al de la suma o diferencia dada. Los sig-
nos de estos términos resultarán ser todos positivos si el otro factor que interviene en el factoreo resulta
ser una diferencia entre las bases, mientras que serán alternados, comenzando con el positivo, cuando el
otro factor resulte ser la suma de las bases de las potencias de igual grado que se está factoreando.
A modo de ejemplo entonces, y con el fin de que sobre los mismos se analice lo anterior, se pre-
senta a continuación una diferencia de potencias de igual grado con exponente impar, que en consecuen-
cia permite el factoreo a través de la diferencia de las bases y una suma de potencias de igual grado con
exponente impar que se factorea a través de la suma de las bases de las potencias que integran la expre-
sión a factorear, indicando la igualdad con el factoreo correspondiente:
x5 - y5 = (x - y)(x4 + x3y + x2y2 + x y3 + y4)
x5 + y5 = (x + y)(x4 - x3y + x2y2 - x y3 + y4)
Al indicar el grado de los términos de la expresión que multiplicará a la suma o diferencia de
bases de las potencias que integran la expresión a factorear, se dijo que el mismo "correspondería", y
este uso de un condicional podría llevar a algún tipo de mala o confusa interpretación. Aclararemos en-
tonces lo que se pretende indicar con dicha expresión. Y probablemente un ejemplo lo aclare con mayor
precisión.
Sea factorear la expresión x5 + 32 que no es sino una suma de potencias de igual grado, ya que
puede ser escrita como x5 + 25 y que por lo tanto puede ser factoreada como:

x5 + 32 = (x + 2) (x4 - x32 + x222 - x 23 + 24)


donde puede observarse que la suma de los exponentes de los elementos que integran cada uno de los
términos resulta ser en todos los casos equivalentes al valor 4. Sin embargo, realizados los cálculos perti-
nentes se tiene en definitiva que:
x5 + 32 = (x + 2) (x4 - 2 x3 + 4 x2 - 8 x + 16)
donde evidentemente los términos del segundo factor en el segundo miembro, si bien surgidos de poten-
cias crecientes de la base 2 del segundo término de la expresión que se factorea, resultan tener grados
diferentes entre sí, debido a que el segundo término del binomio a factorear resulta un número, que al
carecer de parte literal, no contribuye a sostener que todos los términos de dicho factor sean un grado
menor que la expresión a factorear.

(1)
NOTAS: Extraído de un artículo de Ámbito Financiero del día 11-09-2003

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Capítulo 2

FUNCIONES

Función. Concepto.

El concepto de función es una de las ideas fundamentales de las Matemáticas y específicamente


del Álgebra, pero a su vez también es usado por otras disciplinas. Tal es así, que en las materias del área
económica, se estudia el comportamiento de una serie de funciones como “función de demanda”, “fun-
ción de oferta”, “función de costo”, “función de ingresos”, etc., obviamente basándose en los conoci-
mientos de funciones matemáticas como las que veremos seguidamente, si bien a veces obviando la rigu-
rosidad con que suele encararse en este área de las ciencias.
Así, al observar las personas y objetos que nos rodean resulta fácil establecer relaciones que aso-
cian miembros de un grupo con miembros de otro. Por ejemplo, si entramos a un supermercado podemos
observar que cada producto que se expende tiene asignado un precio, cada automóvil que circula tiene
asignada una patente, a cada provincia de nuestro país le corresponde una capital, para cada nombre
que aparece en la guía telefónica le corresponde al menos un número de teléfono, etc.
También es posible observar cómo dos cantidades o magnitudes se relacionan de modo que una
depende de la otra, bajo ciertas condiciones. Así, podemos decir que el área de un círculo depende de la
longitud de su radio, dicho de otra manera el área de un círculo está en función de la longitud de su radio.
La recaudación de un espectáculo depende del número de espectadores, el monto de la factura de gas
depende de los metros cúbicos consumidos, etc.
Es importante aclarar que no todas las relaciones entre elementos de distintos conjuntos describen
una función desde el punto de vista estrictamente matemático, aunque en el lenguaje común a veces se las
suele denominar de esta manera.
Para que la relación entre los elementos de dos conjuntos describan una función a cada elemento
del primer conjunto, que se denomina dominio, le corresponde exactamente un elemento en el segundo
conjunto, que se llama rango, imagen o contradominio.
Por ejemplo, la relación entre los ciudadanos del padrón electoral y los números de documentos
es una función porque a cada ciudadano le corresponde un único número de documento.
Sin embargo, no estaríamos en presencia de una función si hubiera algún elemento del primer
conjunto que no se correspondiera con un elemento del segundo conjunto. Si tomamos el ejemplo de los
automóviles y sus patentes, se describiría una función si todos los automóviles tienen su patente, pero no
existiría una función si en el dominio hubiera un automóvil sin patentar.
En el ejemplo de la guía telefónica si hubiera abonados que tienen más de un número de teléfono
la relación no describe una función.
A veces esa dependencia no se produce sólo entre los elementos de dos conjuntos exclusivamen-
te, sino tres o más. Por ejemplo, el consumo de combustible de un vehículo puede depender principalmen-
te de la distancia recorrida, pero también de la velocidad que desarrolló en recorrer esa distancia. El aho-
rro que una persona realiza mensualmente está en función de lo que gana y de lo que gasta en dicho pe-
ríodo de tiempo.

Resumiendo lo expuesto:

Una relación entre elementos de dos conjuntos, que se denominan dominio y rango,
describe una función si a cada elemento del dominio le corresponde uno y sólo un
elemento del rango

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Formas de definir una función.

Ya vimos que en toda función existe una relación de dependencia, asignación o corresponden-
cia entre los elementos de los conjuntos dominio y rango.

Ejemplos:

El monto de la factura de gas depende de los metros cúbicos consumidos


Cada artículo del supermercado tiene asignado un precio
A cada ciudadano le corresponde un número de documento

Dicha relación se puede definir de distintas maneras, entre ellas mencionaremos la definición a
través de enunciados, tablas, pares ordenados, gráficos o fórmulas.
Cabe destacar que no todas las funciones pueden expresarse de todas estas formas. Además, en
algunas ocasiones no resulta posible pasar de una forma a otra, y en otras, si bien es viable ese pasaje,
suele ser muy complejo lograrlo.
Ejemplificaremos a continuación las mencionadas formas de definir una función:

a) Definición a través de un enunciado: consiste en una descripción de la relación con palabras,


indicando además los conjuntos dominio y rango en esa enunciación. Tal el ejemplo donde el dominio
fuera las provincias de nuestro país, el rango sus capitales y su relación estuviera descripta como “su capi-
tal es”.
b) Definición a través de tablas: Esta forma, también denominada presentación tabular, consiste en
disponer en una primera línea, fila o columna, los elementos del dominio y en otra los del rango, de ma-
nera que se muestre la correspondencia entre unos y otros.
Así, la siguiente tabla muestra la población de nuestro país en distintos años:

Año 1869 1895 1914 1947 1960 1970 1980 1991 2001
Población (en
(millones de 1,83 4,04 7,90 15,89 20,01 23,36 27,95 32,62 36,22
personas)

(Fuente: INDEC)
En este ejemplo, los distintos años conforman el dominio de la función y las imágenes o valores
del rango lo conforman la población de la Argentina (en millones de habitantes) existente en cada uno de
dichos años. Verifíquese que esta tabla representa una función ya que a cada elemento del dominio le
corresponde exactamente un valor del rango.
c) Definición a través de pares ordenados: Se llama "par ordenado" a un par de elementos ence-
rrados entre paréntesis y separados entre sí por un punto y coma, de tal manera que el que aparece en
primer término recibe el nombre de "primera componente" y el otro, "segunda componente" del par. Uti-
lizando esta notación una función puede expresarse detallando los pares que registran los elementos vin-
culados entre sí por la relación, de modo que en ellos la primera componente pertenece al dominio y la
segunda al rango. La enumeración de pares se encierra entre llaves y los pares se separan por punto y
coma.
Así la relación funcional que vincula los años con la población argentina podría expresarse como:
R = (1869; 1,83) ; (1895; 4,04) ; (1914; 7,90) ; (1947; 15,89) ; (1960; 20,01) ; (1970; 23,36) ;
(1980; 27,95) ; (1991; 32,62) ; (2001; 36,22)

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d) Definición a través de fórmulas: Para describir una relación que constituye una función, los ma-
temáticos utilizan la notación funcional. Esto implica darle un nombre a la función. Generalmente el
nombre que se le da es una sola letra minúscula como f (g, h o cualquier otra).
Así la relación “elevar al cuadrado” se denota como f(x) = x2, donde f (x) se lee “efe de x” ó
“función de x” y denota el valor que f le asigna o le hace corresponder a x a través de la relación dada o
pretendida. La expresión del segundo miembro x2, nos indica de una manera matemática concisa lo que
hace f con cualquier valor que se le asigne a x. En este caso lo que la función hace es "elevar al cuadra-
do" el valor de x. Así, si a x le asignamos los valores -2, 2 y -1 resultará, respectivamente:
f(-2) = 4 f(2) = 4 f(-1) = 1
Cada uno de estos resultados, segundos miembros de las igualdades anteriores, son las imágenes
de los valores del dominio -2, 2 y -1, es decir que son elementos del rango, los que podemos simbolizar
genéricamente como y. El elemento y que está asociado con x por medio de la función f se escribe:
y = f(x)
lo cual se lee “y es igual a f de x”. También se dice que el número f(x) es el valor de la función f en x o la
imagen de x en o a través de f.
La relación de dependencia o correspondencia de un conjunto de valores con otro conjunto de va-
lores, que se denota con las letras f, g ó h, etc., representa en última instancia la transformación que su-
fren los valores de uno de los conjuntos, para el ejemplo x, que mediante operaciones se transforman en el
conjunto de los valores y.
Por ello, además de la notación funcional, se puede describir la relación funcional utilizando una
ecuación. Así la función f(x) = x2 , también puede ser descripta como y = x2. De ahí que, a veces en el
lenguaje informal se suelen utilizar las palabras ecuación y función como sinónimos. Sin embargo, no
toda función requiere de una ecuación para expresar la regla de correspondencia, y en caso de que una
ecuación defina la función, ésta no es sólo la ecuación o fórmula que la describe, sino el conjunto de pares
ordenados (x ; y).
Si bien no todas las funciones admiten la posibilidad de expresarse mediante ecuaciones o utili-
zando la notación funcional, aquellas que sí pueden expresarse de esta manera, suelen recibir el nombre
de funciones analíticas.

e) Definición a través de gráficos: Pueden utilizarse distintos tipos de gráficos para representar una
función. El más común y práctico, cuando se trata de graficar funciones de dos variables, es el sistema
cartesiano, o de ejes coordenados ortogonales, o también denominados ejes de coordenadas cartesianas
ortogonales, el cual describiremos detalladamente más adelante.
De acuerdo a lo expuesto, entonces:

Una función se puede definir utilizando un enunciado, una tabla, un gráfico, una
fórmula matemática o pares ordenados.

Variables y constantes.

Al describir una función aparecen dos tipos de magnitudes. Unas que se denominan variables de-
bido a que pueden adoptar diferentes valores, y otras que reciben el nombre de constantes ya que en la
situación que plantea la función no varían, es decir que, asumen siempre un único valor.
Así, si decimos que lo que gana un empleado en una determinada empresa resulta igual a una su-
ma fija de $ 300 más $ 15 por cada hora extra que realiza, podemos decir que el sueldo de dicho emplea-
do está en función de las horas extras que trabaja, lo cual podemos expresarlo como:
g = f(h) = 300 + 15 h

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En donde g (sueldo del empleado) y h (cantidad de horas extras) resultan ser magnitudes va-
riables y los valores 300 y 15, que no sufren alteraciones, son las constantes de la relación.
Dentro de las magnitudes variables es necesario hacer una diferenciación, ya que sabemos que
una depende o está en función de otra u otras. Si una función se expresa como y = f(x), significa que el
valor de y depende del valor asignado a la variable x, de ahí entonces que y se conoce como variable
dependiente y x recibe el nombre de variable independiente o argumento de f.
En el ejemplo y = x2 la variable independiente x puede adoptar cualquier valor real, en conse-
cuencia el dominio resulta ser el conjunto de los números reales. Los resultados que se logren al elevar los
números reales al cuadrado constituirán los valores de la variable y, y conforman el rango de la función,
que en este caso serán valores positivos más el cero. En consecuencia, el rango de la función lo constitu-
ye el conjunto de los números reales no negativos.
Si tomamos la función que describe el área de un círculo, sabemos que dicha área depende de la
longitud del radio del círculo. En tal situación, r (longitud del radio) resulta ser la variable independiente
y a (área del círculo) la variable dependiente, por lo tanto la relación constituye una función que se expre-
sa como:
a = f(r) =  r2
en la cual el dominio (conjunto de valores que puede adoptar la variable independiente r) es el conjunto
de los números reales positivos, ya que obviamente la longitud del radio no puede asumir valores negati-
vos y, tampoco, r puede valer cero, pues no existiría círculo alguno. Ello significa que asignados los valo-
res posibles a r, los resultados que se logren al realizar  r2 conformarán los valores de la variable a,
rango de la función que serán también valores reales positivos.
En esta relación interviene el número , valor que se mantiene inalterable cualquiera sea el círcu-
lo al cual se le pretenda determinar el área. En consecuencia, el número  es una constante de la función.
En los problemas puramente matemáticos en los que intervengan más de una variable, la elección
de las variables independiente y dependiente es cuestión de conveniencia, generalmente más vinculada
con la representación gráfica, ya que por lo común se suele utilizar como variable independiente la letra x
ó la que se represente en el eje de abscisas y como dependiente la letra y o la ubicada en la ordenada. No
obstante, cuando las variables representan cantidades en el contexto de un tema particular, es la lógica de
la situación la que determina la selección de las variables independiente y dependiente. Así, si el costo de
producción de cierto objeto depende de la cantidad fabricada, la variable independiente es la cantidad de
producto y la dependiente el importe del costo.
También, es de destacar que en muchas situaciones particulares (sobre todo en aplicaciones a
otras áreas de conocimiento) esta costumbre o uso matemático de representar la variable independiente en
el eje de abscisas, suele verse alterada en atención a otras conveniencias o por hábito en el uso de la in-
formación con una disposición diferente. Ello ocurre, por ejemplo, en las funciones de demanda u oferta
de un producto determinado, donde la cantidad demandada u ofrecida del producto en cuestión está en
función del precio, en consecuencia, la variable independiente es el precio y la dependiente la cantidad de
producto. Sin embargo, cuando se grafican las mencionadas funciones en un par de ejes cartesianos el
precio se representa en el eje de ordenadas y la cantidad en el de abscisas.
Las letras que se usen para representar las variables dependientes e independientes de las funcio-
nes no tienen ninguna relevancia, pudiéndose utilizar cualquiera, preferentemente minúsculas.
Con lo dicho anteriormente podríamos expresar el concepto de función de la siguiente manera:

Para que la relación entre las variables determine una función a cada valor de la
variable independiente le corresponde uno y sólo un valor de la variable dependiente
Las variables, según los valores que pueden asumir, se clasifican como continuas o discretas.
Se denominan continuas aquellas cuyos valores pueden lograrse a través de una medición, o sea
cuando pueden asumir cualquier valor real dentro de un intervalo dado. Esto indica por un lado que una
variable de este tipo puede asumir valores posibles entre dos valores enteros sucesivos, y por otro, que

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dados dos valores cualesquiera y distintos para esta variable, se podrá encontrar siempre un nuevo valor
que resulte mayor al más pequeño de ellos pero simultáneamente menor al mayor de los dados. La gráfica
de las relaciones que utilizan este tipo de variables, como veremos más adelante, es una línea que no pre-
senta interrupciones.
Por otra parte, reciben el nombre de variables discretas (o también discontinuas por oposición a
las anteriores), aquellas que asumen sólo valores enteros, es decir que, dados dos valores enteros sucesi-
vos, que son viables de ser valores para esa variable, no hay posibilidad alguna que entre ellos la variable
pueda asumir valor alguno. Se dice que son variables de este tipo aquellas que se pueden contar y no me-
dir. En estos casos, como también podremos observar más adelante, la gráfica de una relación que las
incluya no es una línea continua de puntos, sino que por el contrario podrían ser puntos aislados o líneas
discontinuas.
Sin embargo, existe un gran número de funciones usadas en problemas de administración o eco-
nomía que en principio utilizan variables discretas, o que vinculan variables de dos tipos diferentes, (co-
mo las funciones de oferta y demanda de productos no fraccionables que vinculan cantidad de producto
con precio), que por conveniencia se trabajan como funciones con variables continuas porque ello permi-
te análisis que de otra manera no se podrían realizar. Pero, en estas situaciones al interpretar los resulta-
dos de tales análisis debe tenerse presente la verdadera naturaleza de la variable a la que se refieran las
conclusiones antes de volcarlas, sobre todo en el caso de variables discretas.
En la práctica hay múltiples ocasiones en las que se toman variables que por definición resultan
ser de tipo continuo pero terminan usándose como si fueran discretas. Es el caso de la variable que repre-
senta la edad de una persona, o la que refleja la antigüedad de una maquinaria en el patrimonio de una
empresa. Ambas miden tiempo, y por lo tanto un concepto que admite valores no enteros. Sin embargo,
rara vez suele decirse por ejemplo, que una persona tiene determinada cantidad de años, tantos meses, y
tantos días (por no entrar en más subdivisiones), sino que durante todo un año, esa persona mantiene un
valor para su edad a pesar de que a cada instante lo cambia. Se usa en forma discreta una variable que
más que claramente implica una medición.
Digamos finalmente que una variable de tipo continuo podría utilizarse como discreta pero eso no
podría hacerse a la inversa, o sea, que una variable discreta pudiera emplearse como si fuera continua. En
la primera circunstancia, el uso limita valores, pero termina asignando alguno de los posibles, mientras
que en el segundo, se podría estar asignando a la variable, algún valor que por naturaleza nunca podría
asumir.

Condiciones que conforman las funciones.

De acuerdo a lo expresado hasta el momento para que exista una función es necesario tres elementos:
a) un conjunto denominado dominio, que es el conjunto de valores posibles que puede asumir la va-
riable independiente.
b) un conjunto denominado rango, aunque también suele llamarse imagen o contradominio, es el
conjunto de valores de la variable dependiente
c) una relación de asignación, correspondencia o dependencia entre los elementos de ambos conjun-
tos que puede estar definida mediante un enunciado, una tabla, un gráfico, una fórmula matemática o a
través de pares ordenados.
Desde el punto de vista matemático, generalmente se conviene en considerar como dominio al
conjunto de valores para los cuales resulta válida la regla de correspondencia. Así, si la relación fuera
1
y el dominio sería el conjunto de todos los números reales, excepto el uno, con lo cual dicha rela-
x1
ción es una función. Si se hubiera definido a los valores de x como los elementos del conjunto de todos
los números reales, la relación no sería una función porque habría un valor de x, en este caso x = 1, que
no tendría su correspondiente imagen.

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También desde el punto de vista estrictamente matemático la relación y = x no resulta ser una
función porque a un mismo valor de x le corresponde más de un valor de y. Por ejemplo si x = 4, y resul-
ta ser igual a 2 y a -2.

Funciones simples y de más de dos variables.

Una función analítica simple es aquella que presenta una única ecuación o fórmula que la defina.
Sin embargo, puede darse el caso que la relación funcional se exprese por varias ecuaciones o expresio-
nes, como por ejemplo:

 1 si  1  x 1,
 2
f ( x)  x si 1  x  2
2 x  1 si 2 x  3

Se trata de una única función definida por tres ecuaciones diferentes, cuyo dominio es el conjunto
de los reales mayores o iguales a –1 y menores o iguales a 3. Se dice que esta función es una función
compuesta o que está definida por intervalos, por partes o trozos.
Si el costo del alquiler de un automóvil durante un día se pactó en $ 120 más $ 0,10 por cada ki-
lómetro recorrido que supere los 100 km. que se incluyen en el precio fijo inicial, la variable independien-
te resulta ser los kilómetros recorridos y la dependiente el costo del alquiler, las que están relacionadas de
la siguiente manera:
 120 si 0  x  100
f ( x)  
 120  0,10 ( x  100) si x  100
Por otro lado, no siempre las funciones están definidas para dos variables únicamente, la depen-
diente y la independiente. Suelen presentarse ocasiones donde el dominio está conformado por dos o más
variables. Un ejemplo de este tipo de funciones es:
f (x, y )  2x 2  5 y 2
cuyo dominio es el conjunto de todos los pares ordenados (x , y) y su rango el conjunto de los reales no
negativos. El consumo de combustible de un automóvil puede decirse que está en función de la distancia
recorrida y la velocidad promedio que desarrolla.
En geometría es habitual encontrar ejemplos de fórmulas que requieren de más de una variable
independiente. Para calcular el volumen de un cilindro se necesita conocer la longitud del radio y la altu-
ra, ya que V =  r2 h o para determinar el área de un trapecio se requiere la longitud de ambas bases,
mayor y menor, y la altura, dado que A = 1/2 h (a + b). Lo que se expresa utilizando la notación funcio-
nal como V(r, h) =  r2 h y A(h, a, b) = 1/2 h (a + b), respectivamente.

Representación gráfica de funciones.

Tal como lo expresamos anteriormente, existen varios métodos para representar gráficamente
funciones, pero el más común y práctico, cuando se trata de graficar funciones de dos variables, es el
sistema cartesiano, o de ejes coordenados ortogonales, o también denominados ejes de coordenadas carte-
sianas ortogonales.
Este sistema de representación consiste en un par de ejes o rectas numéricas perpendiculares (es-
calas métricas concurrentes perpendiculares) que en un plano se intersecan en un punto, que se corres-

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ponde con el número cero de ambas rectas. El punto de intersección se llama origen de coordenadas, o
simplemente origen, y se denota con la letra O. Al eje horizontal se lo denomina eje x o eje de abscisas,
con sentido de crecimiento hacia la derecha y decrecimiento hacia la izquierda. A su vez, el eje vertical se
denomina eje y o eje de ordenadas, y tiene sentido de crecimiento hacia arriba y decrecimiento hacia
abajo. En ambos ejes se adopta una unidad de medida que no necesariamente debe ser igual para los dos.
Las unidades de medida se eligen arbitrariamente de acuerdo al tamaño del dibujo y a las necesidades de
mayor o menor precisión en la representación. Ubicado el cero en la intersección de ambos ejes, los mis-
mos quedan divididos en dos semiejes, los positivos hacia la derecha o hacia arriba y los negativos hacia
la izquierda y hacia abajo.
Así, entonces, seleccionada la unidad de medida de cada eje, partiendo del origen O que hace las
veces de cero, marcamos las escalas numéricas, disponiendo los números positivos a la derecha de O para
el eje x y por encima del origen para el eje y.
eje y

6
5
4
3
2
origen 1

-40 -30 -20 -10 0 -1


10 20 30 40 eje x
-2
-3
-4
-5
-6

El plano donde se hallan los ejes se denomina plano cartesiano, plano de coordenadas o plano
xy y los ejes lo dividen en cuatro regiones, llamadas cuadrantes, que se numeran de uno a cuatro en sen-
tido contrario a las agujas del reloj, asignando el número uno a la zona limitada por los dos semiejes posi-
tivos. Para representar cualquier punto P en dicho plano es necesario conocer dos valores vinculados a P,
su valor de abscisa y su valor de ordenada. Se llama abscisa del punto P a la distancia del punto P al eje
de ordenadas; y ordenada del punto P a la distancia de P al eje x. Esos dos valores se denominan coorde-
nadas del punto, en este caso P, y se escriben encerrados entre paréntesis, colocando primero el valor de
abscisa y luego el de ordenada, separándolos por un punto y coma. Si el valor de abscisa de P fuera x1 y
el de ordenada y1, las coordenadas de P se escribirían (x1 ; y1) y su representación en el plano cartesiano
sería:
eje y

y1 P

0 x1 eje x

Para indicar si ese punto P resulta quedar a la izquierda del eje de ordenadas o debajo del eje de
abscisas se antepone a la distancia correspondiente un signo negativo. Así, si tuviéramos que graficar los
puntos A (4 ; 0), B (-1 ; 3), C (2 ; -3) y D (-3; -2) su ubicación en el plano sería, respectivamente:

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eje y

6
5
4
B 3
2
1
-3 0 1 2 3 4
-4 -2 -1 A eje x
-1
D -2
-3 C
-4
-5
-6

Diremos por ahora que, cuando los elementos del dominio y el rango de una función lo constitu-
yen números reales, es posible representar a la función en el plano cartesiano. La gráfica consiste en el
conjunto de puntos de coordenadas (x ; y) en donde x pertenece al dominio de la función e y resulta igual
a f(x). Generalmente es conveniente encontrar algunos puntos de la función confeccionando una tabla de
valores.
Tomando la función f(x) = x2 la tabla de valores podría ser:

x 1 2 -2 0 3 -3
y = f(x) 1 4 4 0 9 9
los que representados en el plano cartesiano:
eje y

10
9
8
7
6
5
4
3
2
1 eje x
-4 -3 -2 -1 -1 0 1 2 3 4
-2

Cada uno de los puntos (x ; y) es una solución de la ecuación de la función. Dado que la ecuación
tiene generalmente una cantidad infinitamente grande de soluciones, parece imposible determinar su grá-
fica con precisión. Sin embargo, la mayoría de las veces sólo se requiere obtener la forma general de la
gráfica. Para ello se traza una cantidad suficiente de puntos de manera que puede conjeturarse su forma
específica, después se unen esos puntos, comenzando por los puntos que tienen menor valor de abscisa y
avanzando luego por los que tiene abscisas cada vez mayores.
Dado que la gráfica de la función pasa necesariamente por los puntos marcados, al unirlos con
trazas suaves nos permite deducir el formato de la gráfica de la función, que en este caso es una curva
con forma de U que pasa por el origen de coordenadas.
Por supuesto, cuanto mayor sea el número de puntos que se ubican, mejor será la gráfica que se
obtiene.

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eje y

10
9
8
7
6
5
4
3
2
1 eje x
-4 -3 -2 -1 -1 0 1 2 3 4
-2

Es conveniente aclarar que la gráfica de una función no siempre es una línea continua, todo de-
pende del campo numérico más restringido al cual pertenece el dominio y rango de la función. Si las va-
riables que intervienen en la relación son continuas, también lo será la gráfica de la función.
En cambio, si el dominio de la función C(x) = 0,25 x + 2 representara el número de artículos pro-
ducidos por una empresa, siendo éstos no fraccionables, y el rango el costo de dichos artículos, entonces
el dominio pertenecería al conjunto de los números enteros no negativos y la variable independiente x
adoptaría este tipo de valores.
Para representar gráficamente dicha función podríamos confeccionar la siguiente tabla de valores:

Unidades de producto Costo en $


x C(x)
0 2
1 2,25
2 2,50
3 2,75
4 3
5 3,25
6 3,50
7 3,75

En consecuencia, el gráfico sería un conjunto discontinuo de puntos, todos ubicados a la derecha


del eje de ordenadas, debido a que como ya dijimos la variable x puede adoptar sólo valores enteros no
negativos. En este caso, estamos en presencia de al menos una variable discreta, siendo para el caso la
independiente.

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C
Costo
4,00
3,50

3,00

2,50
2,00

1,50
1,00

0,5
0
x
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Unidades de
producto

Otra situación se puede dar con las funciones definidas por intervalos o partes. Supongamos que
una empresa de transporte de encomiendas tiene tarifas determinadas de acuerdo al peso del paquete,
según la siguiente tabla:

Peso de paquete en kilogramos Tarifa en $


k T(k)
Menos que 1 3
1 o más, pero menos que 2 4
2 ó más, pero menos que 4 6
4 ó más, pero menos de 6 8
6 ó más, pero menos de 10 10
10 ó más 15

Esta tabla está definiendo una función, que podríamos denominar T (tarifa) que depende del peso del
paquete, variable que podemos identificar como k. En consecuencia, la citada función también puede ser
expresada como un conjunto de ecuaciones:
3 si k  1

5 si 1  k  2
 6 si 2  k  4
T(k )  
8 si 4  k  6
10 si 6  k  10

 15 si k  10
y su gráfico sería el siguiente:

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T
tarifa

15

10

8
6
5
3

k
0 1 2 4 6 10 Peso en kg.

Este tipo de funciones suele conocerse con el nombre de funciones escalonadas, así como la que
tiene como rango a un único valor se reconoce con el nombre de función constante.
Observando una gráfica representada en un plano cartesiano es posible determinar si pertenece o
no a una función. Para ello podemos aplicar el criterio que expresa que cualquier línea o conjunto de pun-
tos en el plano cartesiano es la gráfica de una función (en la cual y es la variable dependiente) si cualquier
línea vertical que se trace corta a la gráfica en no más un punto. Ello es así debido a que por la definición
de función a cada elemento del dominio x le corresponde exactamente un elemento del rango y.

eje y eje y eje y

0 eje x 0 eje x 0 eje x

Con este criterio la gráfica del medio no representa una función puesto que hay múltiples líneas
verticales que cortan a la función en dos puntos. Las restantes figuras sí corresponden a la gráfica de una
función, al menos en el recorrido que se representa.
Ahora bien, hay funciones que tienen la particularidad adicional de que cada elemento del rango
le corresponde exactamente un elemento del dominio. Este tipo de funciones recibe el nombre de funcio-
nes uno a uno, biunívocas o biyectivas.
Para comprender lo expresado observemos las siguientes gráficas:

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eje y y

y2
10
9
8 y1
7
6 0
5
x1 x2 x
4
3
2
1 eje x
-4 -3 -2 -1 -1 0 1 2 3 4
-2

La gráfica de la izquierda corresponde a la función f(x) = x2 que no es una función uno a uno, ya
que para un mismo valor del rango mayor que cero le corresponden dos del dominio. Por ejemplo el valor
4 de ordenada se corresponde con 2 y -2 de abscisa, ya que f(2) = 4 y f(-2) = 4.
La gráfica de la derecha representa una función uno a uno, ya que para cada valor de y le corres-
ponde sólo un valor de x y viceversa.
Cuando una función reviste el carácter de biunívoca es posible determinar su inversa, que es
aquella función cuyo dominio coincide con el rango de la original y cuyo rango coincide con el dominio
de la original. Así, para hallar la inversa de, por ejemplo, la función y = 2 x -1 debemos intercambiar las
variables, quedando en consecuencia x = 2 y -1. Luego, para una mejor exposición podemos despejar la
variable y, resultando la inversa y = 1/2 (x + 1).
Hemos dicho que la función debe ser uno a uno para poder determinar su inversa. Observemos
qué sucedería si no lo fuera. Si tomamos, por ejemplo, la función y = x2 e intercambiamos sus variables
para hallar la inversa, resultará que x = y2. Despejando la variable y en esta última ecuación se obtiene
y  x , expresión, que como ya hemos visto, no reúne las condiciones de función.
Cabe aclarar que no debemos confundir la función inversa con aquella que invierte la relación ex-
presada por la regla de correspondencia, pero sin efectuar el intercambio de variables, ya que en tal caso
se mantiene el dominio y el rango de la original. Tomemos, por ejemplo, la función y  3 x , la que pue-
de ser expresada como x = y3 expresión que resulta equivalente a la original en tanto se mantenga el
mismo dominio. Esto puede probarse si se arma una tabla asignándole valores a x y determinando los de
y, ya que cualquiera de las dos expresiones que se usen para dicha determinación el resultado será coin-
cidente y los pares ordenados que describan la relación serán idénticos.

X y3 x
-27 -3
-64 -4
0 0
1/27 1/3
8 2

Sin embargo, si intercambiamos las variables en cualquiera de las anteriores expresiones, resulta-
rá x  3 y , o bien y = x3, las cuales son equivalentes entre sí, pero resultan ser las inversas a las dos
primeras.

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Esto último también podemos probarlo confeccionando la tabla de valores de las dos últimas
igualdades.

X y = x3
-3 -27
-4 -64
0 0
1/3 1/27
2 8

Si observamos esta tabla podemos concluir fácilmente que los valores de la primera columna
coinciden con los de la segunda de la tabla confeccionada anteriormente, y que los valores de y de esta
última son iguales a los x de la anterior.

Clasificación de funciones.

Las funciones analíticas, es decir aquellas que están expresadas mediante ecuaciones o utilizando
la notación funcional, pueden ser clasificadas de distintas formas y conforme a distintos criterios. En este
curso nos limitaremos a describir una clasificación que nos será de utilidad durante su desarrollo, ya que
nos permitirá organizar el estudio de las diferentes funciones que debemos abordar.

Aquellas funciones que presentan su variable independiente sometida a las llamadas operaciones
algebraicas se denominan funciones algebraicas. Recuérdese que se denominan operaciones algebraicas
aquellas operaciones de las cuales se ocupa el álgebra, a saber: suma, resta, multiplicación, división, po-
tenciación y radicación, éstas últimas cuando el exponente o el índice son números y no variables.
Así las funciones:

a) f(x) = x2
b) g(x) = x2 + 15 x3 - ½
c) f(x) = x2 + 3 x
2
d) h(z) =
z2

son funciones algebraicas.

A su vez, las funciones algebraicas se dividen en racionales o irracionales, según que la variable
independiente no esté o esté bajo el signo radical. En nuestro ejemplo la función c) es una función alge-
braica irracional, en tanto que las restantes son algebraicas racionales.
Es importante señalar que la clasificación en racional o irracional está dada por las operacio-
nes a la cual está sometida la variable independiente y no las constantes numéricas. Así la función
g(x) = x2 + 3
7 es una función racional puesto que el signo radical no afecta a la variable.
Por otro lado, las funciones racionales se dividen en fraccionarias o enteras según que la variable
independiente esté o no como divisor en la expresión. De acuerdo a esto, la función d) resulta ser una

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función fraccionaria, en tanto que la a) y b) son enteras. Téngase en cuenta que si la variable indepen-
diente apareciera sometida a un exponente numérico negativo ello implica que dicha variable está actuan-
do como divisor.
Cuando la variable independiente está sometida a operaciones no algebraicas o que trascienden el
ámbito del álgebra, como por ejemplo la función exponencial, logarítmica, trigonométrica, etc. las fun-
ciones en cuestión se denominan funciones trascendentes.
Ejemplos de funciones trascendentes son:

a) f(x) = log x2 (función logarítmica)


z
b) f(z) = 10 (función exponencial)
c) w(x) = tg x (función trigonométrica)

de las que nos ocuparemos más adelante en este curso.

Nuevamente es necesario aclarar que las operaciones trascendentes deben afectar a alguna de
las variables para que la función pueda ser clasificada como tal. Así, por ejemplo, la función
f(x) = x + log 100 no es una función trascendente puesto que la operación de logaritmación afecta a un
número, y por otro lado “log 100” es equivalente al número 2, siendo en consecuencia una constante
numérica.
La clasificación expuesta puede ser representada en el siguiente cuadro:

Enteras
Racionales
Algebraicas Fraccionarias

Funciones
analíticas
Irracionales

No algebraicas o trascendentes

Asíntotas.

Se denomina asíntota de una función a la línea recta a la cual se acercan los puntos de la gráfica
de la función, pero nunca llegan a encontrarla por más que se las prolongue al infinito.
1
Tomemos para ilustrar lo dicho la función racional f ( x)  . Esta función no está definida para
x
el valor cero de x, puesto que el cociente que tiene como divisor a dicho valor es indeterminado. Por otro
lado, por más grande que resulte el valor de x, nunca la función resulta igual a cero, aunque pueda darse
un valor muy cercano al nulo.
Si hacemos una tabla de valores resulta:

43
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x 1
f ( x) 
x
-1.000.000 -0,000001
-10.000 -0,0001
-0,1 -10
-0,001 -1000
0 indeterminado
0,0001 10.000
0,01 100
10 0,1
100 0,01
100.000 0,00001

y su gráfico sería el siguiente:

0
x

Como podemos apreciar en esta figura, la gráfica de la función nunca llega a tocar a los ejes, por-
que conforme la variable x asume valores positivos próximos a cero la función adopta valores positivos
1
cada vez mayores y cuando x asume valores negativos próximos a cero adopta valores negativos muy
x
1
pequeños, pero como x nunca puede asumir el valor cero porque el cociente resulta indeterminado y
x
nunca habrá un valor de y justo sobre el eje de ordenadas. En consecuencia, la recta coincidente con el eje
1
de ordenadas resulta ser la asíntota vertical de la gráfica y = .
x

44
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Por otro lado, la función nunca llega a valer cero porque no existe ningún valor de x que haga que
1
= 0 . Por ello, la gráfica de la función tampoco toca el eje de abscisas y la recta coincidente con este
x
eje resulta ser la asíntota horizontal de la gráfica.
En resumen, para determinar las asíntotas verticales, porque puede haber más de una para una
misma función, es necesario determinar los valores de la variable independiente para los cuales no existe
valor de la función, o dicho de otro modo, los valores que no forman parte del dominio de la función.
Una vez encontrados estos valores la o las asíntotas verticales resultan ser las rectas que paralelas al eje
de ordenadas cortan al de abscisas en dichos valores.
En el caso, de las funciones racionales fraccionarias esto es fácil determinar ya que son los valo-
x2
res que hacen que el denominador resulte nulo. Así, para la función f(x) cuando x = 3 el
x3
denominador es igual a cero y es indeterminado el cociente. Por lo tanto, la asíntota vertical de f(x) es la
recta que paralela al eje de ordenadas pasa por el valor x = 3
Para encontrar las asíntotas horizontales es necesario determinar los valores reales que no forman
parte del rango de la función o dicho de otra manera, los valores que la función nunca adopta. Así, si to-
x2
mamos la función f(x) que está definida por la ecuación y  debemos determinar el o los valores
x3
que y nunca llega a asumir.
x2
Para ello, tomando la ecuación y  trataremos de despejar la variable x en el primer
x3
miembro de la igualdad.
Si pasamos el denominador del segundo miembro multiplicando al primero, resulta:
y  x  3  x  2
de donde:
yx  3 y  x  2
Por pasaje de términos:
yx  x  3 y  2
Sacando factor común x en el primer término:
x( y  1 )  3 y  2
Pasando el paréntesis del primer miembro al segundo de la igualdad, resulta:
3y  2
x
y1
donde hemos expresado la ecuación despejando en el primer miembro la variable x, lo que nos posibilita
determinar a simple vista qué valores la variable y no puede asumir, ya que hacen indeterminado el co-
ciente. En este caso, y no puede asumir el valor 1, lo que nos permite afirmar que 1 no forma parte del
rango de la función f(x). Por lo tanto, la asíntota horizontal de esta función es una recta que paralela al eje
de abscisas pasa por el valor 1 de ordenadas.
Para mayor claridad de lo expuesto, haremos una tabla de valores y el gráfico correspondiente:

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X x2
f ( x) 
x3
-10 0,61538462
-9 0,58333333
-8 0,54545455
-7 0,5
-6 0,44444444
-5 0,375
-4 0,28571429
-3 0,16666667
-2 0
-1 -0,25
0 -0,66666667
1 -1,5
2 -4
3 indeterminado
4 6
5 3,5
6 2,66666667
7 2,25
8 2
9 1,83333333
10 1,71428571

1
0
3 x

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Obsérvese en el gráfico que las dos rectas representadas con líneas de guiones constitu-
yen las dos asíntotas de la función.
x2
Veamos otro ejemplo. Para la función g( x)  existen dos valores de x que anulan el de-
x2  1
nominador x = 1 y x = -1. En consecuencia, dichos valores no forman parte del dominio de la función
porque hacen indeterminado el cociente. De ahí que, las asíntotas verticales de g(x) son dos rectas que
siendo paralelas al eje y pasan respectivamente por los valores de x = 1 y x = -1.
Para encontrar la o las asíntotas horizontales debemos despejar la variable x en la ecuación
2
x
y , para lo cual debemos realizar los siguientes pasos:
x 1
2

 
y x2  1  x2

yx 2  y  x 2

yx 2  x 2  y

x 2 y  1  y
y
x2 
y 1
De lo anterior, podemos concluir que y no puede asumir el valor 1, porque para dicho valor el co-
ciente resulta indeterminado. En consecuencia, la asíntota horizontal es una recta que paralela al eje de
abscisas pasa por el valor 1 de ordenadas.
Una tabla de valores y el gráfico correspondiente de la función g(x) confirmará lo antes dicho.

x2
g( x )  y
x x2  1

0 0
1/2 -1/3
3/4 -9/7
5/4 1
25/9
3/2 9/5 -1 0 1 x
2 4/3
3 9/8

Existen otros tipos de asíntotas que son las oblícuas, pero que no se indica cómo determinarlas
porque escapan al contenido de este curso. El siguiente gráfico muestra una función que presenta asínto-
tas oblícuas.

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Capítulo 3

FUNCIONES TRASCENDENTES

Concepto

Cuando efectuamos la clasificación de las funciones de acuerdo a la operación a la cual está so-
metida la variable independiente, definimos como funciones trascendentes a aquellas en las cuales di-
cha variable está afectada a operaciones no algebraicas o que trascienden el ámbito del álgebra.
Como ejemplos de dichas funciones trascendentes habíamos señalado las siguientes:
a) f(x) = log x2 (función logarítmica)
z
b) f(z) = 10 (función exponencial)
c) w(x) = tg x (función trigonométrica)
En todas ellas la variable independiente está afectada por una operación trascendente. En tal sen-
tido, recordemos que si las operaciones trascendentes afectaran sólo a números el resultado sería una
constante numérica y en consecuencia, la función no cumpliría con la condición de trascendente. Así, la
función f(x) = 5 x + log 1000 no es una función de este tipo puesto que la operación de logaritmación
afecta a un número, y el resultado de aplicar la operación de logaritmación indicada al número 1000 es
igual a 3, por lo tanto la función puede ser expresada como f(x) = 5 x + 3, lo que resulta ser una función
algebraica.

Función exponencial

La función exponencial es un tipo de función muy utilizado en administración, economía y otras


áreas, de ahí la importancia de su estudio en este curso.

Se denomina función exponencial a la función f(x) = bx, en donde b es un número


real positivo y distinto de uno y el exponente x, que resulta ser variable, es cual-
quier número real.

La base b se limita a los números reales positivos porque expresiones como (-b)1/2 no tienen solu-
ción dentro de ese campo numérico. También se elimina la posibilidad de que b resulte igual a la unidad
porque 1x es siempre igual a uno, cualquiera fuera el valor de x. Recordar que una función que para cual-
quier valor del dominio tenga una misma imagen recibe el nombre, justamente por esa característica, de
función constante, no siendo en consecuencia una función exponencial.
Para deducir la forma de la función exponencial armemos una tabla de valores con algunas fun-
ciones de este tipo:
x x x x
x f(x)=2 f(x)=3 f(x)=(1/2) f(x)=(1/3)

-2 1/4 1/9 4 9
-1 1/2 1/3 2 3
0 1 1 1 1
1 2 3 1/2 1/3
2 4 9 1/4 1/9

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Representando los puntos de las funciones con base mayor que uno en un plano cartesiano y
uniendo entre sí aquellos pertenecientes a la misma función, obtendremos el gráfico que aparece a conti-
nuación:

9 9
y
8
y=3x

7 7

5 5

y=2x
3 3

1 1

0
x
-2 -1 ,6 -1 ,2 -0 ,8 -0 ,4 0 0 ,4 0 ,8 1 ,2 1 ,6 2

-2 -1 0 1 2

Si repetimos la operación para las funciones con base menor que uno, los gráficos resultan ser los
siguientes:

10
y
9 9

y=(1/3)x 7 7

5 5

y=(1/2)x
4

3 3

1
1

x
0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21

-2 -1 0 1 2

De acuerdo a lo expuesto, y observando los gráficos precedentes, podemos concluir que las fun-
ciones exponenciales presentan las siguientes características:

1.- el dominio de la función son todos los números reales;


2.- el rango está formado por todos los números reales positivos;
3.- la gráfica siempre corta al eje de ordenadas en el valor 1, porque b0 = 1, cualquiera sea el valor de b;
4.- la gráfica no corta al eje de abscisas puesto que b > 0;
5.- Si b > 1:

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a) la gráfica de la función es creciente de izquierda a derecha, es decir que al aumentar x también se


incrementa el valor de y;
b) cuando x asume valores muy pequeños, la variable y adopta valores muy cercanos a cero, aunque
nunca se anula; o sea, que el eje de abscisas coincide con la asíntota horizontal de la función;
c) para un mismo valor de x mayor que cero, el valor de la función es mayor cuanto mayor es el va-
lor de b, pero cuando x es menor que cero, la función adopta menores valores a mayores valores de b.
Compárense las gráficas de f(x)=2x y f(x)=3x y los valores de las respectivas tablas.

6.- Si 0 < b < 1:

a) la gráfica es decreciente de izquierda a derecha, puesto que al aumentar x disminuye el valor de


y;
b) la variable y adopta valores muy cercanos a cero, cuando x es muy grande, pero nunca se anula.
c) para un mismo valor de x menor que cero, el valor de la función es mayor cuanto menor es el va-
lor de b; pero cuando x es mayor que cero, a mayores valores de b la función adopta valores mayores.
Compárense las gráficas de f(x)=(1/2)x y f(x)=(1/3)x y las tablas respectivas.

Función logarítmica

Otra función que responde a la clasificación de función trascendente es la función logarítmica.

Se denomina función logarítmica a la función y = f(x) = logb x , en donde siendo b > 0


y distinto de uno y x un número real positivo cualquiera, se verifica que by = x.

La función logarítmica invierte la acción de la función exponencial, y viceversa. Ello es así por-
que el logaritmo de un número x es un exponente y, con el cual se debe elevar la base b para obtener el
número x. Por ejemplo, log2 16 = 4 porque 24 = 16, de donde log2 16 = 4 es la forma logarítmica de la
forma exponencial 24 = 16. En general, podemos decir que las ecuaciones y = logb x y by = x son equi-
valentes y podemos utilizar la que nos resulte más conveniente.
Veamos seguidamente algunos ejemplos de enunciados logarítmicos y exponenciales equivalen-
tes:

Forma logarítmica Forma exponencial equivalente


log3 9 = 2 32 = 9
-3
log10 0,001 = -3 10 = 0,001
log8 4 = 2/3 82/3 = 4

Observemos, además, que si a las funciones equivalentes entre sí y = logb x y by = x le inter-


cambiamos las variables, logramos las funciones x = logb y y bx = y que resultan también equivalentes
entre sí pero que son las inversas de las primeras. Con lo cual podemos concluir que la función logarítmi-
ca resulta ser la inversa de la función exponencial, siempre que en ambas la variable x se comporte como
independiente.
De lo anterior podemos deducir que logb b = 1 y logb 1= 0 ya que b1 = b y b0 = 1. También po-
demos notar que logb x no tiene sentido para valores de x menores o iguales a cero, pues no hay expo-
nente y que haga que b y  0 para los valores posibles de b.
Para observar la forma de la función logarítmica comenzaremos por graficar una función donde b
resulte mayor que 1 (por ejemplo y = f(x) = log2 x). Generalmente, para confeccionar la respectiva tabla
de valores suele resultar más fácil usar la forma exponencial equivalente (en nuestro ejemplo 2y = x). Así
se eligen valores de y y se encuentran los correspondientes de x. De esta manera la tabla de valores sería:

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x y
1/4 -2
1/2 -1
1 0
2 1
4 2
8 3

y la gráfica resultaría ser la siguiente:

y=log2 x
3

1
1 x
-1 0 2 3 4 5 6 7 8
-1
-2

Observando la gráfica obtenida, la cual es típica de las funciones logarítmicas con base mayor
que uno, podemos deducir que el rango son todos los números reales. Los números entre 0 y 1 tienen
logaritmos negativos y, conforme más cercano es el número a 0, tanto más negativo es el logaritmo, aun-
que nunca llega la gráfica a cortar al eje de ordenadas, ya que éste coincide con la asíntota vertical de la
función. El logaritmo de 1 es cero y se corresponde con la intersección de la gráfica con el eje de absci-
sas.
Para analizar otras características de la función vamos a graficar una función logarítmica donde el
valor de b resulte mayor que cero y menor que 1 (por ejemplo y = f(x) = log1/2 x). Al igual que lo hicimos
anteriormente, para armar la tabla de valores vamos a usar la forma exponencial equivalente, (en nuestro
caso (1/2)y = x). Así se eligen valores de y y se encuentran los correspondientes de x. De esta manera la
tabla de valores sería:

x y
4 -2
2 -1
1 0
1/2 1
1/4 2
1/8 3

La gráfica de la función resultará:

52
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3 y=log0,5 x

1
0 x
-1 2 3 4 5 6 7 8
1
-1

-2

-3

De todo lo visto anteriormente pueden extraerse las siguientes propiedades de la función logarít-
mica:

1.- El dominio de la función es el conjunto de los números reales positivos.


2.- El rango de la función es el conjunto de los números reales.
3.- Puesto que el logb 1 = 0 porque b0 = 1 cualquiera sea el valor de b, la gráfica corta siempre al eje de
abscisas en el valor 1.
4.- Dado que b no asume valores negativos, el resultado de la potencia by tendrá siempre valores positi-
vos, y entonces la gráfica no corta al eje de ordenadas, ya que este actúa como asíntota vertical de la fun-
ción.
5.- La gráfica de la función es creciente si b > 1 y decreciente si 0< b < 1.

Comparando el dominio y el rango de las funciones y = log2 x e y = log1/2 x con los correspon-
dientes a las funciones exponenciales y = 2x e y = (1/2)x , y sus respectivas gráficas y tablas, podemos
concluir lo expuesto anteriormente, respecto a que las primeras resultan las inversas de las segundas o
viceversa.
Para una mejor comprensión de estas propiedades analizaremos la operación de logaritmación y
sus propiedades.

Logaritmación. Concepto

Se llama logaritmo de un número positivo x, en la base b, siendo b>0 y b distinto de 1,


al exponente al que hay que elevar b para obtener x.
En símbolos: si logb x = y entonces by = x
para x>0 (cero), b>0 (cero) y b distinto de 1

Ejemplos:

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log2 1 = 0 porque 20 = 1
log2 2 = 1 porque 21 = 2
log2 8 = 3 porque 23 = 8
log10 100 = 2 porque 102 = 100
log10 0,01 = - 2 porque 10-2 = 0,01
log3 (1/27) = -3 porque 3-3 = 1/27

Debe ser b diferente del valor 1 en razón de que si b=1, para todo y resultaría by = 1, por lo tanto,
ningún número distinto de 1 tendría logaritmo y si el número fuera 1 cualquier valor sería su logaritmo.
Por razones similares la base debe ser distinta de cero, dejando la inquietud de analizar cuáles serían las
situaciones si se diera esa circunstancia.
Por otro lado, si bien conforme con la definición o concepto de logaritmación, existen números
negativos que podrían tener logaritmo en determinada base, como por ejemplo:

log(-3) (-27) = 3 ya que: (-3)3 = -27

esa circunstancia no es siempre posible de resolver, ya que podríamos enfrentar otros casos en los que el
resultado buscado no existiría. Así por ejemplo, si buscamos:

log2 (-8) = x de modo tal que: 2x sea igual a (-8)

evidentemente no existiría ningún exponente real que, actuando sobre la base de valor 2 positiva, diera
por resultado un número negativo.

Hay múltiples ejemplos como el planteado donde un número negativo tiene logaritmo, pero tam-
bién podrían encontrarse muchos otros correspondientes al tipo de los planteados en el segundo de los
ejemplos. En consecuencia, puede decirse que la logaritmación de números negativos no siempre es po-
sible de realizar, y de allí entonces que se haya limitado el valor de x al campo positivo o a los valores
mayores que cero.
Otra consideración a tener en cuenta respecto de esta operación que tratamos es que, si pretende-
mos que el logaritmo crezca o aumente a medida que aumenta el número x manteniéndose constante la
base, el valor de esta base debe ser positiva y mayor que la unidad, mientras que si la base resulta ser
positiva pero menor que la unidad (0<b<1), al aumentar el número x al que se le pretende calcular el lo-
garitmo, disminuye precisamente su logaritmo.
Si bien los valores que puede adoptar la base b son múltiples o infinitos, los logaritmos más usua-
les son los decimales y los naturales o neperianos. Los primeros son aquellos que tienen como base al
número 10 y se simbolizan directamente como log x (omitiendo el registro del valor 10 en la base), y los
segundos, que deben su nombre al matemático Nepper que fue quien los introdujo en el cálculo, son aque-
llos que tienen como base al número decimal no periódico e = 2,7182... y se simbolizan como ln x (omi-
tiendo en este caso la base e).

Propiedades de la logaritmación

De las propiedades notables o más importantes, detallaremos a continuación las más útiles y co-
munes.

1.- El logaritmo de la propia base resulta siempre igual a la unidad, con independencia del valor de dicha
base, a condición de que la misma resulte válida.

En símbolos:

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logb b = 1 para cualquier b válido


De acuerdo a la definición de logaritmación, el resultado de un logaritmo es un valor tal que, ac-
tuando como exponente de la base del logaritmo, permite encontrar como resultado el número dado para
logaritmar. En consecuencia, el exponente que debe actuar sobre la base b para que el resultado sea preci-
samente b, independientemente de cuál es el valor de esta b (que debe ser positivo y distinto de 1), no
puede ser otro que el valor 1.
Esta propiedad nos permitiría deducir la base de una función logarítmica con la sola observación
de su gráfica, ya que el valor 1 de ordenada se corresponde con un valor de abscisa igual a la base. Obser-
vando las gráficas de las funciones logarítmicas vistas anteriormente podemos confirmar lo expuesto.

y
y

3 y=log0,5 x
y=log2 x
3 2

2 1
0 x
1
x -1 2 3 4 5 6 7 8
1 1
-1 0 -1
2 3 4 5 6 7 8
-1 -2

-2 -3

2.- El logaritmo de una potencia exacta de la base de dicho logaritmo, resulta ser coincidente con el expo-
nente aplicado a la mencionada base.

En símbolos:

logb by = y ya que by = by

La evidencia de esta propiedad invita a obviar explicaciones.

3.- Si se aplica logaritmo en una misma base a una igualdad de números, se logra una nueva igualdad.

En símbolos:

Si a=c entonces logb a = logb c

Para probar lo dicho podemos decir que:

si es logb a = x entonces resulta: bx = a (1)

mientras que

si es logb c = y entonces resulta: by = c (2)


Si los segundos miembros de las dos últimas igualdades de (1) y (2) son iguales entre sí (a=c por
condición inicial), entonces los dos primeros miembros de dichas igualdades resultan ser, ellos mismos,
iguales entre sí, o sea: bx = by.

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Ahora bien, para que la anterior igualdad se cumpla, en razón de que las bases son coincidentes,
es evidente que debe darse la circunstancia de que x resulte ser igual a y. Y como x e y representan,
respectivamente, a las expresiones logb a y logb c , se concluye que:

logb a = logb c

que es lo que pretendíamos demostrar.

4.- Si se aplica logaritmos a una multiplicación, el resultado buscado equivale a la suma de los logaritmos
de los factores intervinientes, en la misma base del logaritmo aplicado. Esto suele enunciarse de otro mo-
do diciendo que el logaritmo de un producto equivale a la suma de los logaritmos de los factores.

Simbólicamente se tiene que:

logb (a . c) = logb a + logb c

Para demostrarlo llamemos:

logb a = x lo que implica que bx = a (3)


y
logb c = y lo que implica que by = c (4)

Si se efectúa el producto miembro a miembro de las segundas igualdades de (3) y (4) resulta que
x y
b . b = a . c o lo que es lo mismo:

a . c = bx . by

Si aplicamos logaritmo a ambos miembros de la igualdad anterior, sabemos por la propiedad 3.-
que:

logb (a . c) = logb (bx . by)

Si aplicamos la propiedad del producto de potencias de igual base en el segundo miembro de la


anterior igualdad resultará:

logb (a . c) = logb (bx+y)

y luego, por la propiedad de los logaritmos enunciada en 2.- resulta que:

logb (bx+y) = x + y

Los sumandos del segundo miembro pueden ser reemplazados por sus equivalentes de acuerdo a
las primeras igualdades de (3) y (4), y en consecuencia quedará que:

logb (bx+y) = logb a + logb c

Por otro lado, sabemos que logb (bx+y) = logb (a . c), de ahí que realizando el reemplazo resulta:

logb (a . c) = logb a + logb

que es lo que queríamos demostrar.

56
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5.- Si se aplica logaritmo a un cociente, el resultado logrado equivale a la diferencia entre el logaritmo del
número que actúa como dividendo y el logaritmo del número que actúa como divisor, en ese orden y en la
misma base del logaritmo dado para resolver.
Esta propiedad también suele tener otra enunciación la que dice que, el logaritmo de un cociente
resulta equivalente a la resta entre el logaritmo del dividendo y el logaritmo del divisor ambos en la mis-
ma base dada.
Dado que la demostración de esta propiedad no presenta variantes significativas de la realizada
anteriormente para el logaritmo de un producto salvo en la propiedad de la potenciación a aplicar (sobre
el cociente y no sobre el producto), se deja al lector la realización de la misma.

6.- El logaritmo de una potencia resulta equivalente al producto entre el exponente por el logaritmo de la
base de dicha potencia, siempre utilizando el logaritmo en la misma base. En símbolos:

logb an = n . logb a

Como en los casos anteriores se tiene que:

Si logb a = y ello implica que by = a (5)

Ahora bien, si en la segunda igualdad de (5) elevamos ambos miembros al exponente n se tiene
que:

(by)n = an

y luego, aplicamos logaritmo en una misma base:

logb an = logb( by)n

Si en esta última igualdad utilizamos la propiedad de potencia de una potencia, el segundo miem-
bro quedaría:

logb an = logb bny

y si operamos en el segundo miembro de esta última expresión de acuerdo a la propiedad de los logarit-
mos enunciada en 2.- resultaría:

logb an = ny (6)

Ahora bien, si en (6) reemplazamos a y por su igual según la primera igualdad de (5) se tiene:

logb an = n . logb a

que es lo que nos habíamos propuesto demostrar.

7.- Al aplicar logaritmo a una radicación el resultado logrado es equivalente al cociente entre el logaritmo
del radicando en la misma base dada y el índice de la raíz.

En símbolos:
log b  a   logn a
n b

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Para demostrarlo, digamos que como la radicación puede ser expresada como potencia con expo-
nente fraccionario, la expresión del primer miembro de la relación anterior pueda ser escrita como:

log b a n

y al aplicar la propiedad demostrada en último término (logaritmo de una potencia), resulta que:

1
1
log b a
log b a n    log b a 
n n

que es lo que pretendíamos demostrar.

8.- El logaritmo de la unidad en cualquier base (a condición de que ésta sea válida), resulta ser siempre
equivalente a 0 (cero).

En símbolos:
logb 1 = 0 (cero)
Es evidente que conforme a la definición de logaritmo el resultado de logb 1 debe ser un número
tal que, actuando como exponente de b de por resultado el valor 1. Si b es distinto de 1 (ya que esa es una
de las condiciones fijadas sobre los valores posibles de la base de un logaritmo), el valor que actuando
como exponente de dicha base arroje por resultado el número 1 no puede ser sino el valor 0 (cero).
Fuera de las propiedades anteriormente enunciadas, digamos que la logaritmación no es una
operación que resulte ser distributiva respecto de las restantes operaciones matemáticas. Es evidente que,
como se ha demostrado, el logaritmo de un producto no equivale al producto de los logaritmos de los
factores; el logaritmo de un cociente no equivale al cociente entre los logaritmos de los números intervi-
nientes; etc.. Por otra parte, debe dejarse aclarado que, si se enfrenta la necesidad de aplicar logaritmo a
una suma o a una resta de números, debe primero obtenerse el resultado de dicha suma o resta y recién
luego aplicar el logaritmo al resultado logrado.
Las propiedades enunciadas las podemos resumir en el siguiente cuadro:

1.- logb b = 1
2.- logb by = y
3.- Si a=c entonces logb a = logb c
4.- logb (a . c) = logb a + logb c
5.- logb (a : c) = logb a - logb c
6.- logb an = n . logb a

7.- logb (n a ) = lognb a

8.- logb 1 = 0 (cero)

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Logaritmos decimales

Dijimos anteriormente que entre todos los valores posibles que puede adoptar la base de un loga-
ritmo, existen dos de ellas que revisten un carácter especial, una cuyo valor coincide con el número 10, lo
que da lugar a los denominados logaritmos decimales, y otra cuyo valor resulta ser el número e que da
lugar a los llamados logaritmos naturales o neperianos.
En la mayoría de los cursos que hacen uso frecuente en sus cálculos de las herramientas del álge-
bra, independientemente de cuáles sean éstos, cada vez que se emplea logaritmos se utilizan los logarit-
mos decimales, y por ese motivo nos ocuparemos en este apartado de las partes que componen el logarit-
mo decimal de un número.
Recordemos que la nomenclatura a emplear en este caso para el logaritmo es la de registrar la si-
gla log omitiendo consignar el número 10 correspondiente a la base y dándola por sobrentendida.
Si representamos gráficamente la función y = log x podremos comprobar su forma. Para ello uti-
lizaremos una tabla donde aparecen los logaritmos decimales de algunos valores de x para los cuales po-
demos calcular dichos logaritmos sin dificultad:

x y = log x
0,01 -2
0,1 -1
1 0
10 1
100 2

luego representaremos en un par de ejes de coordenadas los puntos obtenidos:

y
y = log x
1

1 10 x

-1

Ahora bien, si se quiere determinar el logaritmo decimal de un número positivo cualquiera, es de-
cir asignarle a x un valor mayor que cero cualquiera, nos encontraremos que el valor de la función no
necesariamente resultará un número entero. Esto último sólo sucederá en el caso que el número asignado
a x resulte una potencia exacta de 10, de acuerdo a lo expuesto en la propiedad identificada como 2.-
En consecuencia, podemos decir que el valor de la función logarítmica es un número que tendrá
una parte entera y una parte decimal.

y = log x = ...., ................

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La parte entera del logaritmo decimal se denomina característica y la parte decimal mantisa. Es-
tos logaritmos pueden ser encontrados mediante el empleo de calculadoras, apareciendo el mismo ya
conformado por la característica y la mantisa correspondiente. También, puede determinarse la mantisa
utilizando tablas de logaritmos.

Antilogaritmo. Concepto

Se llama antilogaritmo de un logaritmo a la operación mediante la cual, conocido el logaritmo de


un número, se busca cual es precisamente el número que le dio origen al logaritmo dado. O sea que:

si logb a = x el antilogaritmo en base b de x = a

que se simboliza:
antilogb x = a

En el caso concreto de los logaritmos decimales, si log a = x el antilogaritmo en base 10 de x = a


se registra como antilog x = a, omitiendo consignar el valor de la base. Para los logaritmos naturales o
neperianos se consigna antiln x = a.
Debe destacarse que a diferencia de lo que habitualmente suele expresarse, el antilogaritmo no es
la operación contraria al logaritmo, sino que es el proceso inverso de cálculo que parte de conocer el loga-
ritmo y culmina en encontrar el número al cual corresponde dicho logaritmo, conforme a la base que in-
terviene.
En el presente curso utilizaremos particularmente antilogaritmos decimales, los que pueden de-
terminarse sin inconvenientes mediante el uso de calculadora, o bien, a través del empleo de tablas de
logaritmos.

Funciones Trigonométricas

Las funciones trigonométricas, o también llamadas circulares, son funciones que describen el
comportamiento de las líneas trigonométricas para ángulos que van variando en su medida. Son aquellas
en las cuales las medidas de los ángulos actúan como variable independiente, o dicho de otra manera el
dominio está conformado por medidas de ángulos. La regla de correspondencia de estas funciones está
determinada por relaciones trigonométricas y el rango son los valores que adoptan dichas relaciones para
las posibles medidas de ángulo. Dado que los valores de las relaciones pueden ser representados mediante
una línea se los denomina también líneas trigonométricas. Como en las funciones trigonométricas la va-
riable independiente está sometida a operaciones que trascienden el álgebra se clasifican como funciones
trascendentes.
Se pueden definir seis tipos de funciones trigonométricas que reciben nombres especiales, según
el tipo de relación que vincula al ángulo en variación. Así, la relación que se define como seno es descrip-
ta por la función f(x) = sen x que recibe el nombre de senoide; si la relación es coseno la función será
f(x) = cos x y recibe el nombre de cosenoide. Se denomina tangentoide a la función f(x) = tg x, cotan-
gentoide a la que se representa como f(x) = cotg x, secantoide a la función f(x) = sec x y cosecantoide a
f(x) = cosec x, cuyas reglas de correspondencia son, respectivamente, las relaciones tangente, cotangen-
te, secante y cosecante.
Lo expuesto entonces, se puede resumir de la siguiente manera:
Las funciones trigonométricas son funciones trascendentes porque la
relación que las define es alguna de las seis relaciones trigonométricas (seno,
coseno, tangente, cotangente, secante y cosecante), son operaciones que trascien-
den el ámbito del álgebra.

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El dominio de estas funciones está conformado por la medida de los


ángulos, por lo tanto el rango de cada una de ellas estará determinado por los
valores que arrojan las relaciones trigonométricas ante las distintas medidas de
ángulos.

Si la variable independiente de estas funciones son las medidas de ángulos conviene que defina-
mos qué se entiende por ángulo, medidas de éstos y los distintos sistemas de medida.

Ángulos

Si se toma una semirrecta cualquiera y se la hace girar sobre su origen, con ese desplazamiento se
produce un barrido en el plano. Este barrido se denomina ángulo.
Así si tomamos la semirrecta OA y la hacemos girar sobre el origen O en el plano, de la posición
inicial OA pasa a la final OB, describiendo de esta manera el ángulo AOB.

Seguidamente se presentan distintos tipos de ángulos, generados de la forma descripta, de modo


que la posición inicial de la semirrecta se representa con una línea llena, la posición final con una línea
de puntos y la flecha indica el sentido del giro sobre el origen O.

B
D

O C
O A

El desplazamiento de la semirrecta puede hacerse en dos sentidos opuestos, uno se considera po-
sitivo, que es el contrario al del movimiento de las agujas de un reloj, llamado también sentido antihora-
rio. El opuesto es el sentido negativo, cuando el sentido de giro coincide con el de las agujas, denomina-
do sentido horario.

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De acuerdo a lo expuesto podemos decir que un ángulo cualquiera está compuesto por cuatro
elementos:
 el vértice: que es el origen de la semirrecta y punto sobre el cual gira la misma. En nuestros
ejemplos lo hemos llamado punto O;
 los lados: son las posiciones que adopta la semirrecta antes y después del desplazamiento. La
posición inicial recibe el nombre de lado fijo, lado inicial o primer lado, y la posición final se
conoce como lado móvil, lado terminal o segundo lado. En nuestros ejemplos anteriores OA,
OC y OE son lados iniciales de los respectivos ángulos y OB, OD y OF son los lados termi-
nales de los mismos.
 la amplitud: es el “barrido” o zona del plano que se cubre con el desplazamiento de la semi-
rrecta. Así la amplitud del ángulo AOB resulta mayor que la del ángulo COD, puesto que la
zona que cubre el desplazamiento de la semirrecta es mayor.
 el sentido que puede ser negativo o positivo según coincida o no con el sentido de giro de las
agujas de un reloj. En los ejemplos anteriores los ángulos AOB y COD tienen sentido positi-
vo y el ángulo EOF tiene sentido negativo.
Conviene aclarar que hay autores que los dos últimos elementos suelen reunirlos en uno solo,
considerando que la amplitud indica barrido y sentido a la vez.
Cuando el desplazamiento del lado móvil del ángulo da una vuelta completa, quedando posicio-
nado justo sobre el lado inicial se ha generado un ángulo de giro completo. También se lo suele llamar
ángulo de circunferencia porque un punto cualquiera del lado móvil, al producirse su desplazamiento en
el plano, está describiendo una circunferencia. El recorrido de ese punto móvil sobre la circunferencia que
va generando al moverse recibe el nombre de arco.
Si el lado móvil en su desplazamiento sobrepasa la posición del lado inicial, el ángulo generado
recibe el nombre de ángulo de más de un giro, identificando habitualmente la cantidad de giros con el
número de veces que el lado móvil ha pasado por la posición del lado inicial.
Cuando el desplazamiento del lado móvil adopte la perpendicularidad con el fijo por primera vez,
al ángulo generado se lo denomina recto y si ese desplazamiento es tal que el lado móvil queda posicio-
nado como una semirrecta opuesta a lo que resulta ser el primer lado, el ángulo generado se da en llamar
llano.
Además, cualquier ángulo que se genere entre el nulo (sea sin desplazamiento del lado terminal
desde su posición inicial) y un recto, recibe el nombre genérico de ángulo agudo, mientras que cualquier
ángulo cuya amplitud supere el recto, pero no alcance a un llano, se reconoce con el nombre de ángulo
obtuso.
En la siguiente figura se muestra un ángulo de giro completo positivo y un ángulo negativo de
más de dos giros.

O
o

Ángulo de giro Ángulo de más de


completo un giro

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Ángulo en posición común

Recibe este nombre un ángulo situado en un plano de coordenadas cartesianas de manera que su
vértice esté ubicado en el origen de dichas coordenadas y su lado inicial coincida con el semieje positivo
de las abscisas.
La siguiente figura muestra dos ejemplos de ángulos en posición común:

y
y
Lado
terminal
Vértice
Vértice
Lado inicial

O x O x
Lado inicial
Lado
terminal

Ángulo positivo en Ángulo negativo en


posición común posición común

Sistemas de medidas de ángulos

Medir un ángulo o un arco es compararlo con otro que se toma como unidad. La medida del ángu-
lo o del arco es la razón entre la longitud de éste y la unidad que se ha elegido. Geométricamente pode-
mos decir que la medida de un ángulo es el tamaño del recorrido que realiza su lado móvil desde la posi-
ción inicial a la final. Ese recorrido es la amplitud del ángulo acompañada con el signo que indica el sen-
tido del desplazamiento.
Existen varios sistemas que permiten indicar la medida de un ángulo. Entre los más usados se en-
cuentran:

a) Sistema sexagesimal: La unidad de medida es el grado sexagesimal, o simplemente grado. De


acuerdo con este sistema un ángulo de giro completo positivo mide 360 grados, que se escribe 360°.
El grado se divide en 60 partes iguales llamadas minutos, y el minuto, a su vez se divide en 60
partes iguales llamadas segundos.
En este sistema un ángulo recto mide 90°, por tratarse de un cuarto de un ángulo de giro completo
y un ángulo llano 180°, ya que es igual a la mitad de un ángulo de circunferencia. Si los ángulos están
generados en sentido negativo se antepone este signo a la medida. Así, el ángulo de -180° es un ángulo
de medio giro generado en sentido horario.

b) Sistema radial: La unidad de medida es el radián, que surge de la relación entre la longitud del
arco de circunferencia y su radio. En este sistema la medida de los arcos se expresan en radios de circun-
ferencia, en vez de las unidades corrientes de longitud. Así, si la fórmula que nos permite calcular la lon-
gitud de una circunferencia es igual a 2  r, ello resulta igual a decir que la longitud de la circunferencia
2 r
es igual a 2  veces la longitud de su radio, independientemente de cuanto mida éste, ya que  2 .
r

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De acuerdo a este sistema el ángulo con vértice en el centro de una circunferencia, cuyo arco tie-
ne una longitud igual al radio de la circunferencia, mide un radián.

De acuerdo a lo expuesto, si tomamos como unidad de medida el radián = radio = 1, un ángulo


de giro completo, que describe una circunferencia completa en el desplazamiento de su lado móvil mide
2 , en tanto que, un ángulo de medio giro mide  y un ángulo recto, cuarto de giro, será igual a /2.
En el caso de ángulos generados en sentido horario se antepone el signo negativo a la medida.

c) Sistema decimal de radianes: Este sistema no varía significativamente del anterior, ya que sim-
plemente se reemplaza a  por su valor, o sea, el número irracional 3,1415...., acotado a la cantidad de
decimales que se estime conveniente de acuerdo a la aplicación que se haga de la medida. Generalmente
se usa redondeado a cuatro decimales, es decir como 3,1416.
De acuerdo a lo expresado el ángulo de giro completo mide 6,2832 decimal de radianes, el de
medio giro 3,1416 decimal de radianes y el ángulo recto 1,5708 decimal de radianes.
Resumiendo lo expuesto podemos confeccionar la siguiente tabla de equivalencia entre los distin-
tos sistemas de medida de ángulos:

Ángulo Sistema sexagesimal Sistema radial Sistema decimal de


radianes
De giro completo 360° 2 6,2832
Llano 180°  3,1416
Recto 90° /2 1,5708

Relación entre los sistemas de medidas de ángulos

Como hay más de una forma de medir ángulos es bueno saber cómo hacer para pasar de una a la
otra. Partiendo de las equivalencias mostradas en la tabla del punto anterior, donde por ejemplo, un ángu-
lo de giro completo mide 360° , 2  ó 6,2832, y haciendo aplicación de la denominada "regla de tres sim-
ple" podemos pasar de un sistema a otro.
Así:
a) para pasar del sistema sexagesimal al radial: Si queremos pasar la medida de un ángulo cual-
quiera expresada como a° al sistema radial, partimos de la relación inicial:

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360° - - - - - - - - - - - 2 

de donde obtendríamos, obviando la reducción a la unidad, que la medida a° es:

a° - - - - - - - - - - - a°(2  / 360°) = a  radianes

En caso que el ángulo logrado quiera expresarse en decimal de radianes bastará reemplazar a 
por su valor.

b) para pasar del sistema radial al sexagesimal: partiendo de la relación inicial:

2  - - - - - - - - - - - 360"

y expresando la medida de un ángulo cualquiera términos de , como a , resultaría que:

a  - - - - - - - - - - - a  (360° / 2 ) = a°

En general, para pasar de un sistema a otro la medida de un ángulo cualquiera, bastará con multi-
plicar a ésta por el cociente formado por la medida de un ángulo de giro completo, expresada en el siste-
ma al que queremos pasar, sobre la medida de un ángulo de giro completo expresada en el sistema en el
cual estaba el ángulo que queremos convertir.
En símbolos:

Para pasar la medida del ̂ del sistema A al sistema B se realiza el siguiente


procedimiento:
ang. giro completo en sistema B
ˆ en sistema A .  ˆ en sistema B
ang. giro completo en sistema A

Ángulos complementarios y suplementarios

Dos ángulos son complementarios entre sí cuando la suma de sus medidas resulta igual a la de un
ángulo recto.
Ejemplos: si  = 30° y  = 60° entonces,  y  son complementarios entre sí. Si  = 100° y
 = -10° entonces,  y  son complementarios entre sí.
Dos ángulos son suplementarios entre sí cuando la suma de sus medidas resulta igual a la de un
ángulo llano.
Ejemplos: si  = 1/2  y  = 1/2 , entonces,  y  son suplementarios uno del otro. Si
 = 220° y  = -40° se puede afirmar que,  y  son suplementarios entre sí.

Relaciones trigonométricas

Para poder generar la gráfica de cada una de las funciones trigonométricas y estudiar su compor-
tamiento, necesitamos conocer cada una de las relaciones trigonométricas que las definen.

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Para ello ubicamos el ángulo en cuestión en posición común en el plano cartesiano. Luego, se eli-
ge un punto cualquiera del lado terminal y se lo proyecta ortogonalmente, es decir en forma perpendicu-
lar, sobre el primer lado o prolongación del mismo, o dicho de otro modo sobre el eje de abscisas.


O B x

Respecto al punto elegido se puede determinar su ordenada y su abscisa (las coordenadas del pun-
to) y un segmento que representa la distancia entre dicho punto y el origen de coordenadas, la que se da
en llamar radio vector.
Para definir las distintas relaciones, las coordenadas del punto se consideran con el signo que co-
rrespondan de acuerdo a la ubicación del punto elegido en el plano cartesiano. En cuanto al radio vector,
dado que representa la distancia entre dos puntos, y resulta ser la misma tomada desde el punto elegido al
origen de coordenadas o viceversa, se considera siempre positivo.
A estas tres magnitudes las podemos expresar con el segmento que las representa en el gráfico
anterior. Así, llamamos OB a la abscisa del punto A, AB a la ordenada y OA al radio vector, y podemos
definir las distintas relaciones trigonométricas, como uno de los seis posibles cocientes entre dos de estos
segmentos.

a) Seno: dado un ángulo ubicado en posición común, se denomina seno de dicho ángulo a la razón o
cociente entre la ordenada y el radio vector correspondientes a un punto cualquiera de su lado terminal
ordenada AB
En el ejemplo propuesto: Sen  = 
radio vector OA
Debido a que la ordenada es positiva para puntos del primer y segundo cuadrante, la relación seno
tendrá también valores positivos para todos los ángulos cuyo lado terminal esté ubicado en estos cuadran-
tes, y resultará negativa para aquellos ángulos cuyo lado terminal se ubique en el tercer o cuarto cuadran-
te, resultando sin signo alguno cuando se trate de un ángulo nulo, llano o cualquier otro que tenga su lado
terminal superpuesto al eje de las abscisas, porque en esos casos la ordenada será nula y nulo el valor del
seno.

b) Coseno: se denomina coseno de un ángulo, ubicado en posición común, a la razón o cociente en-
tre la abscisa y el radio vector correspondiente a un punto cualquiera de su lado terminal.
abscisa OB
En el ejemplo propuesto: Cos  = 
radio vector OA
Dado que toma en consideración la abscisa, y el signo de ésta es positivo para puntos ubicados en
el primer y cuarto cuadrante, la relación será positiva para los ángulos cuyo lado terminal se ubique en

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estos cuadrantes. En tanto, la relación coseno tendrá signo negativo para los ángulos cuyo lado terminal
esté ubicado en el segundo y tercer cuadrante, por ser la abscisa negativa en estos cuadrantes.
Obsérvese, además, que para todo ángulo cuyo lado terminal se superponga con el eje de ordena-
das, el valor de coseno será nulo porque nulo será el valor de la abscisa.

c) Tangente: se llama tangente de un ángulo, ubicado en posición, a la razón o cociente entre la or-
denada y la abscisa de un punto cualquiera de su lado terminal.
ordenada AB
En el ejemplo propuesto: Tg  = 
abscisa OB
La relación será positiva si ambas magnitudes tienen el mismo signo, en tanto será negativa cuan-
do difieran en el signo. En consecuencia, la tangente es positiva para ángulos cuyo lado terminal se ubi-
que en el primer o tercer cuadrante y será negativa para los ángulos cuyo lado terminal esté situado en
segundo o cuarto cuadrante.
Para los ángulos cuyo lado terminal coincida con el eje de abscisas, el valor de la ordenada será
cero y el valor de la tangente nulo. En tanto, que para aquellos ángulos cuyo lado terminal coincide con el
eje de ordenadas, el valor de la abscisa será igual a cero y el valor de la tangente será indeterminado (por
resultar de un cociente con divisor nulo).
La relación tangente de un ángulo cualquiera  también puede definirse como el cociente entre el
seno y el coseno de dicho ángulo. En efecto, si:
ordenada AB abscisa OB
Sen  =  y Cos  =  , entonces:
radio vector OA radio vector OA
𝑨𝑩
Sen α 𝑶𝑨 𝑨𝑩
= = = Tg α
Cos α 𝑶𝑩 𝑶𝑩
𝑶𝑨

d) Cotangente: Se llama cotangente de un ángulo a la relación inversa multiplicativa de la tangente de


dicho ángulo y puede definirse como el cociente entre la relación coseno y la relación seno.

En el ejemplo propuesto:

1 𝐜𝐨𝐬 𝛂 𝒂𝒃𝒔𝒄𝒊𝒔𝒂 𝑂𝐵
Cotg α = = = =
Tg α 𝐬𝐞𝐧 𝛂 𝒐𝒓𝒅𝒆𝒏𝒂𝒅𝒂 𝐴𝐵

Lógicamente los signos serán coincidentes con los de la relación tangente en cada cuadrante.
Para los ángulos cuyo lado terminal coincida con el eje de ordenada, el valor de la abscisa será ce-
ro y el valor de la cotangente nulo. En tanto, que para aquellos ángulos cuyo lado terminal coincide con el
eje de abscisas, el valor de la ordenada será igual a cero y el valor de la cotangente será indeterminado.

e) Secante: Se llama secante de un ángulo a la relación inversa multiplicativa del coseno de dicho
ángulo.
1 radio vector OA
En el ejemplo propuesto: Sec  =  
cos  abscisa OB

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Lógicamente los signos serán coincidentes con los de la relación coseno en cada cuadrante.
Para los ángulos cuyo lado terminal coincida con el eje de ordenada, el valor de la abscisa será ce-
ro y la secante del ángulo arrojará un resultado indeterminado.

f) Cosecante: se llama cosecante de un ángulo a la relación inversa multiplicativa del seno de dicho
ángulo. En consecuencia los signos de esta relación son coincidentes con los del seno en cada cuadrante.
1 radio vector OA
En el ejemplo propuesto: Cosec  =  
sen ordenada AB

Para los ángulos cuyo lado terminal coincida con el eje de abscisa, el valor de la ordenada será ce-
ro y la cosecante del ángulo arrojará un resultado indeterminado.
Ahora bien, estas razones o cocientes son dependientes del ángulo  porque variando la medida
de éste, variarán los valores de abscisa, ordenada y radio vector y con ellos los resultados del cociente. En
cambio, son independientes de la ubicación del punto elegido del lado terminal. Observemos al respecto
la siguiente figura:

y
A’’

A’
A


x
O B B’ B’’

Se ha elegido al azar varios puntos sobre el lado terminal de  y se los ha proyectado perpendi-
cularmente sobre el eje de abscisas, determinando los triángulos OAB, OA'B', OA''B''. De dichos trián-
gulos podemos decir:

a) que son rectángulos por construcción, ya que los ángulos con vértice en los puntos B'', B' y B son
rectos.
b) los ángulos A''OB'', A'OB' y AOB son iguales (en realidad es el mismo ángulo)
c) si dos ángulos interiores de los triángulos son iguales, el restante también lo será, ya que deberá
tener la medida necesaria para alcanzar los 180°. A idéntica conclusión puede arribarse considerando que
los ángulos B''A''O, B'A'O y BAO son ángulos correspondientes entre paralelas.

De lo expuesto podemos concluir que los tres triángulos son semejantes entre sí. En consecuen-
cia, sus lados homólogos son proporcionales y los cocientes que se calculen entre sus lados resultarán ser
una constante. Así:

OA'' OA' OA
   ....
OB'' OB' OB

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A'' B'' A' B' AB


   ...
OB'' OB' OB

A'' B'' A' B' AB


   ...
OA'' OA' OA

o sus inversas.

Por lo tanto, las razones que se formen con abscisa, ordenada y radio vector dependen únicamente
de la medida del ángulo y no de la longitud de los segmentos que se tomen. Ello nos permite aseverar lo
anticipado, o sea que en tanto no cambie el ángulo, las relaciones trigonométricas son iguales, indepen-
dientemente del punto elegido sobre el lado móvil.
De acuerdo a lo visto, si conocemos los valores de abscisa, ordenada y radio vector para un punto
cualquiera del lado terminal de un ángulo, podemos encontrar los valores de las distintas relaciones trigo-
nométricas de dicho ángulo. Supongamos que conocemos las coordenadas de un punto cualquiera sobre el
lado terminal del ángulo  graficado en la figura siguiente:

A
4


x
-3 O

Si las coordenadas de A fueran (-3 ; 4), nos faltaría calcular el valor del radio vector y con ello
podríamos determinar el valor de las relaciones trigonométricas para el ángulo .
La medida del radio vector al ser la longitud de la hipotenusa del triángulo rectángulo AOB pue-
de calcularse aplicando el Teorema de Pitágoras, el cual dice que el cuadrado de la hipotenusa de un
triángulo rectángulo resulta igual a la suma de los cuadrados de los catetos del mismo triángulo.
En consecuencia:
(AO)2 = (AB)2 + (BO)2
(AO)2 = (4)2 + (-3)2

Resolviendo resultaría que AO = 25  5 , lo cual nos permitiría calcular los valores de las rela-
ciones trigonométricas del ángulo .

ordenada 4 1 radio vector 5


Sen  =  Cosec  =  
radio vector 5 sen  ordenada 4

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abscisa 3 1 radio vector 5


Cos  =  Sec  =  
radio vector 5 cos  abscisa 3
ordenada 4 abscisa 3
Tg  =  Cotg  = 
abscisa 3 ordenada 4

Cabe aclarar que hay infinitos ángulos cuyas relaciones trigonométricas son iguales a las calcu-
ladas; tantos como ángulos pueden construirse que tengan el lado terminal ubicado en la misma posición
que , o dicho de otra manera que el punto (-3; 4) forma parte del lado terminal. Algunos ángulos que
cumplan esa característica son representados en la siguiente figura:

-3 O x

Esta característica de repetición de valores para las funciones trigonométricas ante variaciones del
valor del ángulo, es la causa por la cual suele decirse que esas funciones son de tipo cíclico, porque pre-
sentan un ciclo que se repite sucesivamente uno después de otro y también uno antes de otro.

Ángulos que corresponden a un determinado valor de una relación trigonométri-


ca

En muchas oportunidades en lugar de tener que determinar el valor de la relación interesa conocer
la medida del ángulo (o medidas porque, como ya dijimos, para un mismo valor de la relación se corres-
ponden distintos ángulos). Por ello, para poder determinar inequívocamente la medida del ángulo, es ne-
cesario contar con algunos datos más, como cuadrante en el que se ubica el lado terminal, sentido del
ángulo, cantidad de giros, etc.
Como el proceso de encontrar el ángulo consiste en determinar la medida del mismo y ello impli-
ca encontrar el arco vinculado (recuérdese que la medida del ángulo es el cociente entre la longitud del
arco de la circunferencia y el radio de la misma), el proceso se denomina arcoseno, arcocoseno, arcotan-
gente, arcocotangente, arcosecante o arcocosecante, según sea la relación que se toma como dato.
Ejemplo:
arcocoseno -0,6 = 126,8698° = 126° 52' 12''

Este resultado es coherente con uno de los ángulos que muestra la figura anterior, aquel que es
positivo, menor a un giro y cuyo lado terminal se ubica en el segundo cuadrante.
Sin embargo, si se recurre a la calculadora para la determinación de los arcos hay que tener cui-
dado porque ésta arroja siempre como resultado el ángulo más pequeño posible, el que varía entre -90° y
180°. Por ejemplo, si pretendemos encontrar el arcoseno 0,8 la calculadora arroja como resultado un
ángulo que mide 53° 7' 48''. Obviamente este ángulo no es el representado en la figura precedente, el

70
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ángulo encontrado tiene el mismo valor de la función seno que el ángulo buscado, pero áquel no pertene-
ce al mismo cuadrante. El ángulo que se desea encontrar corresponde al segundo cuadrante y el hallado
al primero.
Para solucionar todo tipo de posibilidades de esta naturaleza es necesario conocer que todo ángu-
lo está asociado a un ángulo agudo positivo, llamado ángulo de referencia.

Ángulo de referencia

Se denomina ángulo de referencia de un ángulo θ cualquiera a aquel ángulo agudo positivo cu-
yos valores de las funciones trigonométricas coinciden en valor absoluto con las de θ, pudiendo diferir o
no en el signo.
Obviamente al ser un ángulo agudo positivo sus funciones trigonométricas tendrán signo positivo
siempre, de ahí que cuando ingresamos a la calculadora el valor de una función trigonométrica con signo
positivo para calcular el arco, la calculadora siempre nos dará la medida de un ángulo del primer cuadran-
te o sea el ángulo de referencia del que finalmente queremos calcular, si es que éste no es justamente el
hallado. De ahí pues la utilidad de este concepto.
Por lo tanto, procederemos a encontrar una regla práctica que nos permita determinar el ángulo de
referencia de un ángulo cualquiera o bien que, conocido el ángulo de referencia podamos determinar el
asociado, aunque para ello debamos conocer otros datos, como sentido del ángulo, cuadrante en el que
cae, número de giros, etc.

Ubicado en posición común un ángulo cualquiera θ, geométricamente el ángulo de referencia


de θ (θr) es el ángulo agudo formado entre el lado terminal θ y el semieje de las abscisas más próximo; o
entre éste y el lado terminal del ángulo θ, si θ pertenece al tercer o primer cuadrante.

Lo expuesto lo podemos visualizar en el siguiente gráfico:

71
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Tomando en consideración los gráficos anteriores, para calcular algebraicamente el valor del án-
gulo de referencia de θ debemos considerar si θ es:
a) positivo y menor a un giro y:
a. pertenece al primer cuadrante: su ángulo de referencia es coincidente con θ, por lo
tanto no es necesario hacer cálculo alguno.

b. pertenece al segundo cuadrante: el ángulo de referencia resulta igual a 180° - θ

c. pertenece al tercer cuadrante: el ángulo de referencia resulta igual a θ - 180°

d. pertenece al cuarto cuadrante: el ángulo de referencia a 360° - θ

b) Si θ fuera un ángulo positivo de más de un giro, algebraicamente bastará con restar a la medida
de θ la medida de la cantidad de giros completos que contenga y al resultado tratarlo de acuerdo
al cuadrante en que cae de la forma ya vista. Así, si el ángulo dado mide 570°, le restamos un gi-
ro completo y da un ángulo de 210°. Para encontrar el ángulo de referencia se trabajará con este
último.

c) Si θ fuera un ángulo negativo de menos de un giro las relaciones trigonométricas dependerán


de la ubicación del lado terminal, por lo tanto el valor de las mismas será coincidente con la de un
ángulo positivo que tenga el mismo lado terminal. Así el ángulo de -60° pertenece al cuarto cua-
drante sus relaciones trigonométricas serán coincidentes con las del ángulo de 360° - 60° = 300°,
ya que ambos tienen el lado terminal ubicado en el mismo lugar.
Por lo tanto, si tenemos un ángulo negativo para calcular su ángulo de referencia algebraicamente
bastará con encontrar el ángulo positivo que tiene las mismas relaciones trigonométricas restando
de 360° el valor absoluto de la medida del ángulo dado. Luego, se encontrará el ángulo de refe-
rencia del resultado, de acuerdo al cuadrante en que cae, de la forma ya vista.

d) Si θ fuera un ángulo negativo de más de un giro algebraicamente bastará con sumar a la medi-
da de θ la amplitud de la cantidad de giros completos que contenga y al resultado tratarlo como
un ángulo negativo de menos de un giro. Así, en el caso del ángulo de -570° como contiene un
giro completo, haremos -570° + 360° = -210°.

e) Para ángulos cuyo lado terminal se superpone con un semieje de coordenadas: Si el lado
terminal se superpone con el eje de abscisas, tal el caso del ángulo nulo, llano o cualquier otro de
un número de giros completos más medio giro, tienen la característica de que la ordenada resulta-
rá igual a cero y la abscisa coincidirá en valor absoluto con el radio vector, pudiendo variar el
signo si la superposición se da con el semieje negativo de las abscisas.
En cambio, si el lado terminal se superpone con el eje de ordenadas, la abscisa será nula y la orde-
nada será coincidente en valor absoluto con el radio vector, pudiendo diferir en el signo si la su-
perposición se da en el semieje negativo de las ordenadas.
En cualquiera de las situaciones, los ángulos de referencias son innecesarios determinar ya que las
relaciones trigonométricas son muy fáciles de calcular por las características señaladas anterior-
mente respecto a los valores que pueden adoptar la abscisa, la ordenada y el radio vector de cual-
quier ángulo cuyo lado terminal se superponga a alguno de los ejes.

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Funciones trigonométricas

Para analizar el comportamiento de las funciones trigonométricas resulta conveniente generar la


gráfica de cada una de ellas. Una forma de hacerlo consiste en armar una tabla de valores que contenga la
medida de diferentes ángulos y el valor de la relación trigonométrica para cada uno de dichos ángulos.

Los puntos que surgen de la tabla de valores se representan en un par de ejes cartesianos. Cada
uno de dichos ejes, para este tipo de funciones, tiene la particularidad de utilizar la misma unidad de me-
dida, representándose en las abscisas la medida de los ángulos, en radianes, y en la ordenada el valor de la
relación trigonométrica correspondiente a esa medida.

 2
0 1 2 3 4 5 6 x

-1

Una vez representados algunos puntos de la gráfica de la función será posible hacer la traza del
total de la función.

Utilizando este procedimiento trataremos de determinar la gráfica de las siguientes funciones tri-
gonométricas:

a) Función seno o senoide:

Para efectuar la gráfica la función seno o senoide f(x) = sen x confeccionaremos una tabla
de valores donde se determinan algunos puntos de la función, sabiendo que cada punto de la grá-
fica de la función seno tendrá la forma (x; sen x ), donde x representa la medida de los diferentes
ángulos en radianes y sen x el valor de la función seno para esa medida de ángulo.

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x ( en grados) x (radianes) Sen x (x ; sen x )

0º 0 0 (0; 0)

30º 𝜋 1 𝜋 1
6 ( ; )
2 6 2

𝜋 𝜋 √2
45º √2
4 ( ; )
2 4 2

𝜋 𝜋 √3
60º √3
3 ( ; )
2 3 2

90º 𝜋 1 𝜋
( ; 1)
2 2

120º 2 √3 2 √3
𝜋 ( 𝜋; )
3 2 3 2

135º 3 √2 3 √2
𝜋 ( 𝜋; )
4 2 4 2

150º 5 1 5 1
𝜋 ( 𝜋; )
6 2 6 2

180º Π 0 (π ; 0)

225° 5 √2 5 √2
𝜋 − ( 𝜋; − )
4 2 4 2

270° 3 -1 3
𝜋 ( 𝜋; −1)
2 2

315° 7 √2 7 √2
𝜋 − ( 𝜋; − )
4 2 4 2

360° 2π 0 (2 π; 0)

Se han encontrado algunos puntos de la gráfica para medidas de ángulos entre 0 y 2 π, los cuales
son suficientes para obtener la traza de un período de la función. Ubicamos dichos puntos en el
plano cartesiano, pero como sabemos que los puntos de la función son infinitos, si pudiéramos
representarlos a todos lograríamos una curva continua como la siguiente:

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Sin embargo, si continuáramos determinando los valores de la función seno para los ángulos que
superan el giro completo y para aquellos negativos observaríamos que dichos valores se repiten, de ahí
que la traza de la función continúa hacia la derecha y hacia la izquierda, generándose una gráfica de tipo
cíclico como la siguiente:

Si observamos la gráfica obtenida podemos concluir que tiene las siguientes características:

 se trata de una curva sinusoide;


 su dominio es el conjunto de los números reales;
 su rango varía entre -1 y 1;
 como los valores de la función se repiten cíclicamente cada 2 π, se cumple que Sen (x+ k 2 π)
= sen x para todo k entero, por eso la función seno es periódica, siendo su período igual a
2 π, que es la longitud del ciclo más corto en el que sus imágenes se repiten;
 la gráfica de y = sen x intercepta al eje x en los puntos de abscisas x = k. π para todo nú-
mero entero k;
 el gráfico corta al eje de las ordenadas en el punto (0; 0);
 la función seno está acotada por 1, es decir |sen(x)| ≤ 1;
𝜋
 la función seno tiene máximos de valor 1, que se dan cuando x = 2 + 2 π k , siendo k un va-
lor entero;
3
 la función seno tiene mínimos de valor −1, cuando la variable x = 𝜋 + 2 π k, siendo k un
2
valor entero.

a) Función coseno o cosenoide:

Para graficar la función coseno o cosenoide f(x) = cos x en un par de ejes cartesianos, partiremos
también armando una tabla de valores con algunos puntos de la traza. Por ejemplo:

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x ( en grados) x (radianes) cos x (x ; cos x )

0º 0 1 (0; 1)

𝜋 𝜋 √3
30º √3
6 ( ; )
2 6 2

45º 𝜋 √2 𝜋 √2
( ; )
4 2 4 2

60º 𝜋 1 𝜋 1
( ; )
3 2 3 2

90º 𝜋 0 𝜋
( ; 0)
2 2

120º 2 1 2 1
𝜋 − ( 𝜋; − )
3 2 3 2

135º 3 √2 3 √2
𝜋 − ( 𝜋; − )
4 2 4 2

150º 5 √3 5 √3
𝜋 − ( 𝜋; − )
6 2 6 2

180º Π -1 (π ; -1)

225° 5 √2 5 √2
𝜋 − ( 𝜋; − )
4 2 4 2

270° 3 0 3
𝜋 ( 𝜋; 0)
2 2

315° 7 √2 7 √2
𝜋 ( 𝜋; )
4 2 4 2

360° 2π 1 (2 π; 1)

Representando los mismos en el plano cartesiano y luego completando la traza con una línea con-
tinua, lograríamos la siguiente gráfica:

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También aquí, no debemos olvidar que en el gráfico anterior sólo aparecen los ángulos positivos
de hasta un giro, pero que la gráfica continúa hacia la derecha para los mayores y hacia la izquierda para
los negativos, pudiéndose generar una gráfica de tipo cíclico como la siguiente:

Si observamos la gráfica obtenida podemos concluir que tiene las siguientes características:

 se trata de una curva cosenoide;


 su dominio es el conjunto de los números reales;
 su rango varía entre -1 y 1;
 como los valores de la función se repiten cíclicamente cada 2 π, se cumple que cos (x + k 2 π)
= cos x para todo k entero, por eso la función seno es periódica, siendo su período igual a
2 π, que es la longitud del ciclo más corto en el que sus imágenes se repiten;
𝜋
 la gráfica de y = cos x intercepta al eje x en los puntos de abscisas x = (2 k- 1) 2 para to-
do número entero k;
 el gráfico corta al eje de las ordenadas en el punto (0; 1);
 la función coseno está acotada por 1, es decir |cos (x)| ≤ 1;
 la función coseno tiene máximos de valor 1, que se dan cuando x = 2 π +2 π k, siendo k un
valor entero;
 la función coseno tiene mínimos de valor −1, cuando la variable x = π +2 π k, siendo k un
valor entero;
𝜋
 la gráfica de la función coseno es igual a la de la función seno, pero desplazada unidades, de
2
𝜋
donde podemos concluir que cos x = sen (x + 2 ).

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b) Función tangente o tangentoide:

Para generar la gráfica de la función tangente f(x) = tg x también confeccionaremos una tabla con
algunos valores, de la misma manera que lo hicimos con las funciones anteriores.

x ( en grados) x (radianes) tg x (x ; tg x )

0º 0 0 (0; 0)

𝜋 𝜋 √3
30º √3
6 ( ; )
3 6 3

45º 𝜋 1 𝜋
( ; 1)
4 4

𝜋 𝜋
60º √3 ( ; √3)
3 3

90º 𝜋 indeterminada 𝜋
( ; 𝑖𝑛𝑑𝑒𝑡𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑎𝑑𝑎)
2 2

120º 2 − √3 2
𝜋 ( 𝜋; − √3)
3 3

135º 3 −1 3
𝜋 ( 𝜋; −1)
4 4

150º 5 √3 5 √3
𝜋 − ( 𝜋; − )
6 3 6 3

180º π 0 (π ; 0)

225° 5 1 5
𝜋 ( 𝜋; 1)
4 4

270° 3 indeterminada 3
𝜋 ( 𝜋; 𝑖𝑛𝑑𝑒𝑡𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑎𝑑𝑎)
2 2

315° 7 -1 7
𝜋 ( 𝜋; −1)
4 4

360° 2π 0 (2 π; 0)

En este aspecto, tal como lo hemos dicho anteriormente, hay infinitos ángulos que se corresponde
con cada valor consignado de la función, pero optaremos por tomar sólo algunos de los positivos de hasta
un giro, que resultan ser los mismos que se determinaron en oportunidad de analizar las funciones seno y

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coseno, los que volcados en el plano cartesiano y unidos por una línea continua, resultaría la siguiente
gráfica:

Si observamos la gráfica obtenida podemos concluir que tiene las siguientes características:

 se trata de una curva tangentoide;


 la función f(x) = tg x es discontinua, ya que no está definida para los valores de
1
𝑥 = (𝑘 + 2) 𝜋, siendo k un número entero. Esto es así ya que si recordamos que la relación
tangente de un ángulo puede definirse como el cociente entre la relación seno y la relación coseno
del mismo ángulo, para aquellos ángulos para los cuales el valor de la función coseno sea igual a
cero, el valor de la función tangente será indeterminada. Situación que podemos corroborar en la
tabla de valores anterior para los ángulos de 90° y 270°;
 el dominio de la función es el conjunto de los números reales excluidos aquellos donde
1
𝑥 = (𝑘 + 2) 𝜋, para todo k entero;
 por lo anteriormente dicho presenta asíntotas verticales ubicadas en los valores de 𝑥=
1
(𝑘 + 2) 𝜋, para todo k entero;
 su rango varía entre (−∞; ∞);
 como los valores de la función se repiten cíclicamente cada π, la función tangente es periódi-
ca, siendo su período igual a π, que es la longitud del ciclo más corto en el que sus imá-
genes se repiten;
 la gráfica de y = tg x intercepta al eje x en los puntos de abscisas x = k. π para todo nú-
mero entero k;
 el gráfico corta al eje de las ordenadas en el punto (0; 0);
 la función tangente no está acotada, no tiene máximos, ni mínimos.

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c) Función cotangente o cotangentoide:

La gráfica que aparece a continuación representa a la función cotangente o cotangentoide f(x) =


cotg x:

y tiene las siguientes características:

 se trata de una curva cotangentoide;


 la función f(x) = cotg x es discontinua, ya que no está definida para los valores de
x = k . π para todo número entero k. Dichas indeterminaciones son coincidentes con las
medidas de ángulos para los cuales el valor de la función seno es igual a cero;
 su dominio, en consecuencia, es el conjunto de los números reales excluidos aquellos donde
x = k . π para todo número entero k;
 por lo anteriormente dicho presenta asíntotas verticales ubicadas en los valores de x = k . π para
todo número entero k ;
 su rango varía entre (−∞; ∞);
 como los valores de la función se repiten cíclicamente cada π, por eso la función cotangente
es periódica, siendo su período igual a π, que es la longitud del ciclo más corto en el que
sus imágenes se repiten;
𝜋
 la gráfica de y = cotg x intercepta al eje x en los puntos de abscisas x = 2 + π k para todo
número entero k;
 el gráfico no corta al eje de las ordenadas porque justamente es una de las asíntotas de la
función;
 la función tangente no está acotada, no tiene máximos, ni mínimos.

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d) Función cosecante o cosecantoide:

La gráfica siguiente representa la función cosecante f(x) = cosec x:

cuyas características son:

 se trata de una curva cosecantoide;


 Su traza es discontinua, ya que no está definida para los valores de
x = k . π para todo número entero k. Dichas indeterminaciones son coincidentes con las
medidas de ángulos para los cuales el valor de la función seno es igual a cero (recorde-
mos que la relación cosecante de un ángulo es la inversa multiplicativa de la relación
seno del mismo ángulo);
 su dominio, en consecuencia, es el conjunto de los números reales excluidos aquellos donde
x = k . π para todo número entero k;
 por lo anteriormente dicho presenta asíntotas verticales ubicadas en los valores de x = k. π para
todo número entero k ;
 su rango varía entre (−∞; −1] 𝑦 [1; ∞);
 como los valores de la función se repiten cíclicamente cada 2π, la función es periódica;
 la gráfica de y = cosec x no corta a ninguno de los ejes;
 la función cosecante no está acotada.

e) Función secante o secantoide:

La gráfica que se presenta a continuación es de la función secante f(x) = sec x :

81
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la cual presenta las siguientes características:

 se trata de una curva secantoide;


1
 su traza es discontinua, ya que no está definida para los valores de 𝑥 = (𝑘 + ) 𝜋,
2
siendo k un número entero. Dichas indeterminaciones son coincidentes con las medidas
de ángulos para los cuales el valor de la función coseno es igual a cero (recordemos que
la relación secante de un ángulo es la inversa multiplicativa de la relación coseno del
mismo ángulo);
 su dominio, en consecuencia, es el conjunto de los números reales excluidos aquellos donde
1
𝑥 = (𝑘 + ) 𝜋 para todo número entero k;
2
 por lo anteriormente dicho presenta asíntotas verticales ubicadas en los valores de 𝑥 =
1
(𝑘 + 2) 𝜋 para todo número entero k ;
 su rango varía entre (−∞; −1] 𝑦 [1; ∞);
 como los valores de la función se repiten cíclicamente cada 2π, la función es periódica;
 la gráfica de y = sec x no corta al eje de las abscisas;
 la traza de la función secante corta al eje de las ordenadas en el punto (0 ; 1);
 la función secante no está acotada.

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Capítulo 4

FUNCIONES Y ECUACIONES LINEALES

Función lineal. Concepto

En el capítulo 2 vimos la clasificación de las funciones, en trascendentes y algebraicas, y durante


el capítulo anterior nos dedicamos a analizar las funciones trascendentes más importantes. Ahora nos
abocaremos a las funciones algebraicas, aunque específicamente a un tipo de ellas. En tal sentido,
recordemos que las funciones algebraicas son aquellas en las cuales las variables están sometidas a
operaciones algebraicas (suma, resta, multiplicación, división, potenciación y radicación, éstas últimas
cuando el exponente o el índice son números), y que se subdividen en racionales e irracionales, y dentro
de las primeras se encuentran las enteras y las fraccionarias.
Las funciones enteras son aquellas cuyas variables están sometidas a operaciones de suma, resta,
multiplicación o potenciación con exponente natural. Una función del tipo y = f(x) (en dos variables) que
reuniera la característica de algebraica entera, tendría una forma genérica como la siguiente:

y = f(x) = an x n + an-1 xn-1 + a n-2 x n-2 + . . . + a1 x + a0

donde an , an-1, a n-2, .... , a1, a0 son constantes numéricas y n es un número natural.
La expresión anterior representa una función polinomial de grado n. Se denomina polinomial
porque la regla de correspondencia está dada por un polinomio, expresión algebraica entera de varios
(poli = muchos) términos o monomios, y es de grado n porque es el grado correspondiente al término de
mayor grado que lo compone. Así las funciones:

g(x) = 2 x7 + 3 x2 - 9 y h(x) = - 2 x + 3 + x3

son funciones polinomiales de grado 7 y 3, respectivamente.


Si el grado de una función polinomial es uno, la función recibe el nombre de función lineal. La
forma general de una función lineal en dos variables es igual a:

y = f(x) = a1 x + a0

donde a1 y a0 son constantes numéricas.


Si bien una función lineal puede tener más de dos variables, en principio nos concentraremos en
aquellas que tienen sólo dos, una variable independiente y otra dependiente. En tal situación, la función se
halla definida por una ecuación del tipo y = a1 x + a0, que recibe el nombre de ecuación lineal puesto
que sus variables están elevadas a exponente uno, y para la que su dominio y rango es el conjunto de los
números reales.

Ecuación lineal. Concepto

Ya habíamos visto en el capítulo 1 el concepto de ecuación, donde dijimos que se define como tal
a una proposición que expresa la igualdad condicional entre dos expresiones. Las letras que aparecen en
dichas expresiones, que representan valores no conocidos, se denominan incógnitas (ó variables si la
ecuación define una función).

83
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De ahí que suele interesar analizar el número de incógnitas que contenga una ecuación, ya que
se dice que una ecuación tiene una, dos, tres o más incógnitas según presente respectivamente, una, dos,
tres o más letras que representan cantidades desconocidas.
Así la ecuación 3 x + 2 y = 8 tiene dos incógnitas y la ecuación 3 x = 2 z + y - 5 tiene tres.
Otro aspecto que se analiza generalmente es el grado de una ecuación, el cual está dado por la
suma de los exponentes de las incógnitas en el término que esta suma resulte mayor. Así se denomina
ecuaciones de primer grado o lineales a aquellas en que dicha suma es igual a uno. Por ejemplo:

3x+2y=8 3x=2z+ y-5 5 x + 3 = -1

son ecuaciones de primer grado o lineales.


Son ecuaciones de segundo grado, de grado dos o cuadráticas,

x2 - x = 4 -2 y2 - 4 = 0 z - 3 z2 = 9

en tanto que

x2 = 6 + x3

es una ecuación de grado tres, de tercer grado o cúbica.


Dicho de otro modo, el grado de la ecuación es el grado del polinomio que se logra al pasar todos
los términos de la misma a un solo miembro. En los ejemplos propuestos anteriormente los polinomios
serían:

3x+2y-8 3x-2z-y+5 5 x + 3 +1

para las ecuaciones de grado uno,

x2 - x - 4 -2 y2 - 4 z - 3 z2 - 9

para las de grado dos, y

x3 + x2 - 6

para la de grado tres.


En este capítulo concentraremos nuestra atención en las ecuaciones lineales con dos incógnitas.

Rectas. Ecuación general.

Una función lineal de dos variables es un conjunto de pares ordenados (x ; y) tales que
representados en un plano cartesiano dan por resultado una recta. Geométricamente una recta es una línea
sin curvatura alguna que en todo su recorrido reúne los puntos de un plano que están alineados entre sí.
Partiendo del concepto geométrico de recta procuraremos encontrar la expresión matemática que
nos permita describir a través de una fórmula, el conjunto de puntos que componen la recta, y luego
verificaremos si dicha expresión es una ecuación lineal que puede definir una función también lineal.
Evidentemente una línea de este tipo puede adoptar cualquier posición en el plano. De todas las
posiciones posibles que puede presentar tomaremos en primer término una que pase por el origen de
coordenadas, como la siguiente:

84
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0
x

Si sobre dicha recta tomamos diferentes puntos y trazamos sus coordenadas, así como lo hemos
hecho en la figura siguiente, donde marcamos los puntos A (x1 ; y1), B (x2 ; y2), C (x3 ; y3) y D (x4 ;
y4), con sus respectivas coordenadas, quedan determinados una serie de triángulos diferentes entre sí, pero
que tienen las siguientes características:

a) Son rectángulos dado que los ángulos OA’A, OB’B, OC’C y OD’D miden 90°;
b) Tienen en común el vértice O y el ángulo interior con vértice en dicho punto;
c) Si dos ángulos en cada triángulo son iguales, el tercero también lo será dado que los ángulos
internos de los triángulos suman 180°. También podemos asegurar que los ángulos OAA’, OBB’, OCC’
y ODD’ tienen la misma medida por ser correspondientes entre paralelas.

y
D
C
B

0
A’ B’ C’ D’ x

Por lo expuesto, los triángulos OAA’, OBB’, OCC’ y ODD’ son semejantes y al reunir esta
condición sabemos que sus lados homólogos son proporcionales, por lo tanto, los cocientes que se
calculen entre sus catetos resultan ser una constante, es decir que:

85
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AA' BB' CC' DD'


  
OA' OB' OC' OD'

lo que en definitiva es el cociente entre ordenada y abscisa de cada uno de los puntos, o sea que:

y1 y 2 y 3 y 4 y
   lo que podemos generalizar como
x1 x 2 x 3 x4 x

porque en cualquier punto de la recta el cociente resulta ser coincidente.


Queda a consideración del lector demostrar que lo anteriormente dicho resulta también válido
para los puntos P y Q marcados en la siguiente figura:

y
D
C
B

0
P’ Q’
A’ B’ C’ D’ x
Q

y y
Si llamamos a al cociente resulta que a  , de donde puede obtenerse que
x x

y=ax

Ésta es la ecuación de una recta que pasa por el origen de coordenadas, en la cual la constante a
recibe el nombre de pendiente de la recta e indica la inclinación de la recta respecto de la horizontal.
Si bien con esta ecuación podríamos describir todas las rectas que pasan por el origen de
coordenadas, por supuesto que con diferentes valores de a, existen otras rectas que no pasan por el origen.
Para cualquiera de éstas últimas siempre existe otra, que siendo paralela, pase por el origen de
coordenadas y en consecuencia tiene una ecuación conocida.
Así podemos observar que para cualquier valor de x que consideremos, el valor de y en la nueva
recta se logra sumando al valor de y de la paralela que pasa por el origen, una cantidad constante (que
llamaremos b) y que es la distancia vertical que separa a las dos rectas paralelas entre sí. Dicho de otro
modo, los valores de ordenada de ambas rectas difieren en una cantidad constante b, para un mismo valor
de abscisa.

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x
0

Este valor de b puede ser positivo o negativo, y es una constante que no es ni más ni menos que
la distancia que hay entre el origen de coordenadas y el punto de intersección de la recta con el eje de
ordenadas. Si b es positivo el punto de intersección será sobre el semi-eje positivo de ordenadas, por lo
tanto la ecuación de la recta será:

y=ax+b

Si en cambio la recta corta al eje negativo de las ordenadas, el valor de b será negativo y la
ecuación de la recta igual a:

y=ax-b

En general se adopta la fórmula y = a x + b que se da en llamar ECUACIÓN GENERAL DE


LA RECTA.
Con esta fórmula podemos determinar la ecuación de la recta que pasa por el origen de
coordenadas cuando b es igual a cero, de una que corte el eje de ordenadas por encima del origen cuando
el valor de b adopta un valor positivo, o bien de una recta que corte al eje de ordenadas en su parte
negativa cuando b es negativo.
De acuerdo con lo visto, b mide la distancia vertical entre cualquier ordenada de una recta que
pasa por el origen y la de una paralela a ella que no pasa por dicho origen. Si bien esta distancia puede
medirse para cualquier valor de abscisa, cuando la medimos en el valor cero, para la recta que pasa por el
origen es justamente cero (o sea el origen), y para la recta que no pasa por el origen es b, (el valor de
ordenada). Por ello el valor de b se conoce con el nombre de ordenada al origen o ordenada al origen
de coordenadas.
En consecuencia, podemos decir que la ecuación de una recta adopta la forma esquemática:

y = a . x + b

variable dependiente = pendiente . variable independiente + ordenada al origen

Los valores de a y b son constantes numéricas, que las podemos asimilar a las constantes
numéricas de a1 y a0 de la expresión y = f(x) = a1 x + a0 , de ahí que podemos confirmar que la ecuación
de la recta define a una función lineal de dos variables, o que, el conjunto de puntos que conforman una

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línea sin curvatura es la gráfica de una función lineal, cuyo dominio y rango coincide con el conjunto de
números reales y su regla de correspondencia es una ecuación lineal de dos variables o ecuación de una
recta.

Gráfica de la recta

Si tenemos la ecuación de una recta es posible que se nos presente la necesidad de graficarla. Para
ello, una de las formas de hacerlo es confeccionar una tabla de valores, que contenga como mínimo dos
puntos que pertenecientes a la recta en cuestión nos permita su ubicación en el plano. Por ejemplo, si
queremos representar la ecuación y = 2 x + 5 la tabla podría ser la siguiente:

x y
1 7
-3 -1

Dado que por dos puntos pasa una única recta, una vez marcados en el plano los puntos obtenidos
en la tabla anterior y trazando una línea recta que pase por los mismos, se obtiene el gráfico de la recta
dada como ejemplo:

y
7
6
5
4
3
2
1
-4 -3 -2 -1 0
1 2 3 4 x
-1
-2
-3
-4
-5
-6

Ahora bien, cuando se cuenta con la ecuación de la recta, presentada de acuerdo a la forma de la
ecuación general, es posible mediante la simple observación tener una idea bastante aproximada de la
forma que tendrá su gráfica.
Uno de los aspectos a tener en cuenta es la ordenada al origen, ya que el valor de la misma nos
indica el punto donde la gráfica corta al eje de ordenadas. Es decir que, en la ecuación dada como ejemplo
anteriormente, el valor 5 nos está determinando que la recta corta al eje de ordenadas en dicho valor,
situación que se puede confirmar en el gráfico obtenido precedentemente. En consecuencia, uno de los
puntos por donde pasa la recta puede ser establecido sin cálculo alguno.
Otro aspecto a tener en cuenta que nos ayudará a precisar la forma de la gráfica es la pendiente o
la inclinación de la recta. Al respecto, es necesario aclarar que se llama pendiente de la recta a la medida
de la inclinación de dicha recta con respecto a la horizontal, la que se determina a través de la tangente
trigonométrica del ángulo positivo que forma la recta con el eje de las abscisas. Observemos que la

88
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y
pendiente en la ecuación general de la recta es el valor a que provenía del cociente , o sea el cociente
x
entre ordenada y abscisa.
eje y

0 
x eje x

Recordemos que la función trigonométrica que relaciona ordenada con abscisa es la función
tangente, por lo tanto si llamamos  al ángulo positivo que determina la recta con el eje de x, resulta que:
ordenada
Tg ˆ  a
abscisa
Dicho de otro modo, la pendiente de la recta, representada por el coeficiente a que acompaña a
la x en la ecuación general de la recta, es igual a la tangente trigonométrica del ángulo positivo formado
por la recta y el sentido positivo del eje de abscisas, que nace en éste y muere precisamente en la recta.
Ahora bien, el ángulo que forma la recta con el eje x puede variar entre 0° y 180°. Si mide menos
de 90°, es decir, que pertenece al primer cuadrante, la función tangente tendrá un valor positivo, en
consecuencia a será mayor que cero. En este caso gráficamente la recta se desplazará de izquierda a
derecha, de abajo hacia arriba, o sea que tendrá sentido creciente.
Los siguientes son ejemplos gráficos de rectas con valores de a positivos:
y y y

 0 0  0 
x x x

89
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Si el ángulo que forma la recta con el eje positivo de las x es mayor de 90° y menor a 180°, al ser
un ángulo del segundo cuadrante la función tangente es negativa, por lo tanto el valor de a es también
menor que cero. La gráfica de una recta de este tipo va de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo, es
decir que tien sentido decreciente.
Los siguientes son ejemplos gráficos de rectas con valores de a negativos:

y y y

  

0 x 0 x 0 x

Cuando la recta es paralela al eje de abscisas forma con dicho eje un ángulo de 0°, cuya función
tangente es también nula, por lo tanto aplicando la ecuación general de la recta, la expresión resultaría
y = 0 x + k, de donde surge que la ecuación será en definitiva y = k, donde k es la ordenada al origen
positiva o negativa según corte al eje de ordenadas por encima o por debajo del origen. Dicho de otro
modo la ecuación y = k define una función constante porque todos los valores del dominio (conjunto de
los números reales) tienen una misma imagen k.
La siguiente figura muestra tres rectas de este tipo:
y

y=k

0 x
k

y=-k

destacándose entonces que la ecuación de la recta que representa al eje de abscisas es y = 0 ya que k
adopta valor nulo.
Cuando la recta es paralela al eje de ordenadas forma con el eje de abscisas un ángulo de 90°, por
lo tanto como la función tangente de un ángulo de esa medida es indeterminada, también lo es la
pendiente de la recta. Si llamamos h a la abscisa del punto en donde la recta corta al eje x, todos los
puntos de la recta tendrán la misma abscisa h, es decir que para todos esos puntos se verificará que x = h.
Esta relación como es cumplida por todos los puntos de la recta y solamente por ellos, es la ecuación de la
recta.
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La siguiente figura muestra tres rectas de este tipo:

y
x = -h x=h

h h

0 x

ya que cuando h = 0 tenemos la ecuación x = 0 que representa a la recta que coincide con el eje de
ordenadas. Téngase presente que esta ecuación lineal no define una función lineal, ya para un mismo
valor del dominio existen múltiples imágenes o valores del rango, en consecuencia no estamos en
presencia de una función.
La pendiente también puede determinarse analíticamente si conocemos dos puntos cualesquiera
de la recta distintos entre sí, por ejemplo los puntos A (x1 ; y1) y B (x2 ; y2), que suponemos ubicados de
acuerdo al siguiente gráfico:

y
y2 B

A
y1

0
x1 x2 x

Si trazamos una paralela al eje de abscisas que pase por el punto A y corte a la proyección de B
sobre el eje x en el punto C, queda determinado un triángulo rectángulo en C, como muestra la siguiente
figura. En este triángulo ABC el ángulo BAC es igual al ángulo que forma la recta con el eje de abscisas
que llamamos , por tratarse de ángulos correspondientes entre paralelas. De ahí pues que al ángulo BAC
lo denominaremos directamente .

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y
y2 B

A 
y1 C

0

x1 x2 x

En el triángulo ABC la tangente de  resulta igual al cociente BC , pero como el segmento BC


AC
es igual a la diferencia entre las ordenadas de B y A, es decir y2 - y1, y el segmento AC es equivalente a
la diferencia entre las abscisas de los mismos puntos, o sea x2 - x1, resulta que:

y  y1
Tg  = BC = 2
AC x 2  x1

Como ya hemos visto que la función tangente del ángulo que forma la recta con el eje de las x es
el valor de pendiente, podemos decir que:

y 2  y1
a=
x 2  x1

De ahí que:

la pendiente de una recta puede definirse como el cociente obtenido al dividir la diferencia
entre las ordenadas por la diferencia entre las abscisas de dos puntos distintos cualesquiera
de la recta.

Ejemplo: Si los puntos P (-1; 5) y Q (1; 3) pertenecen a una determinada recta, la pendiente de la
misma resultaría igual a:

y 2  y1 3 5  2 1
a= =   =-1
x 2  x1 1  ( 1) 2 1

Este cociente nos está indicando que por cada unidad de abscisa positiva la recta decrece una
unidad de ordenada; o dicho de otra manera, por cada unidad de x que nos movamos a la derecha en el
plano, la recta disminuye una unidad en la ordenada. En el siguiente gráfico podemos corroborar lo
expresado:

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y
7
6
5
4
3
2
1
-4 -3 -2
-1 0 1 2 3 4 x
-1
-2
-3
-4
-5
-6

Por lo tanto, también podríamos decir que la pendiente de la recta nos está indicando que
por cada (x2 - x1) unidades de abscisa, la recta se incrementa (si el signo es positivo) o disminuye (si el
signo es negativo) (y2 - y1 ) unidades de ordenada; o dicho de otro modo, en el recorrido de x1 a x2 la
recta se eleva (o decrece si el signo es negativo) desde y1 a y2. Por lo tanto, partiendo de un punto
cualquiera de la recta si nos movemos en forma horizontal tantas unidades como indica el denominador
de la pendiente y luego, en forma vertical tantas unidades como indica el numerador de la pendiente,
hacia arriba si el valor tiene signo positivo o hacia abajo si tiene signo negativo, al concluir el trayecto,
quedaríamos posicionados en otro punto de la recta. Si trazamos una línea recta que una el primer y
segundo punto obtendríamos la gráfica de la recta.
De acuerdo con lo visto, y volviendo a la ecuación y = 2 x + 5 planteada al inicio como ejemplo,
podemos efectuar su graficación sin necesidad de armar una tabla de valores. En tal sentido, habíamos
dicho que la recta cortaba al eje de ordenadas en el valor 5 (ordenada al origen) y ahora, según lo
expuesto respecto a la pendiente, podríamos graficar la recta analizando el valor de la misma en la
ecuación. Dicho valor nos está indicando que por cada unidad de abscisa la ordenada se incrementa en
dos unidades. Por lo tanto, partiendo del punto que identifica la ordenada al origen de la recta, si nos
desplazamos en forma horizontal tantas unidades como indica el denominador de la pendiente y luego, en
forma vertical tantas unidades como indica el numerador de la pendiente, en este caso hacia arriba porque
el valor tiene signo positivo, al concluir el trayecto, quedaríamos posicionados en un segundo punto por
donde pasa la recta. Unido con una línea recta este punto con aquel que identifica la ordenada al origen,
nos daría la gráfica de la recta.
Para nuestro ejemplo, a partir del valor 5 de ordenada al origen, punto (0; 5), tomamos la
2
pendiente que es igual a 2, expresión que puede escribirse como , lo que nos permite decir que por cada
1
unidad de abscisa que nos desplacemos hacia la derecha (sentido positivo), la recta aumenta dos unidades
de ordenada. Por lo tanto, el segundo punto es (1 ; 7), con lo cual uniendo ambos puntos obtenemos la
gráfica de la recta:

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y
7
Ordenada al 2 unidades hacia arriba
origen 6
5 1 unidad a la derecha
4
3
2
1
-4 -3 -2 -1 0
1 2 3 4 x
-1
-2
-3
-4
-5
-6

El signo positivo de la pendiente está indicando que la gráfica formará con el eje de abscisas un
ángulo agudo, circunstancia que se puede verificar en la recta obtenida.
Siguiendo este mismo procedimiento de graficación si la ecuación de la recta fuera 2 x + 3 y = -6,
la primera tarea sería expresar la ecuación dada, en la forma de la ecuación general, es decir, y = a x + b,
2
lo que nos daría para este ejemplo y   x  2 . Luego, ubicamos en el plano cartesiano un primer punto
3
por donde pasa la recta que es la ordenada al origen, en nuestro caso -2, a partir de este punto nos
desplazamos hacia la derecha tres unidades (denominador de la pendiente) y hacia abajo (por el signo
negativo) dos unidades (numerador de la pendiente) concluyendo en el segundo punto por donde pasa la
recta. Por los dos puntos obtenidos se traza la recta que representa la ecuación dada.
El gráfico logrado sería el siguiente:

y
7
6
5
4
3
2
1
-4 -3 -2 -1 0 1 2 3 4

-1 3 unidades a la derecha x
-2 2 unidades
Ordenada al -3
hacia abajo
origen -4
-5
-6

Si tal como expresamos anteriormente, sólo es necesario determinar dos puntos para graficar una
recta, otra forma fácil de trazarla es determinar las coordenadas al origen de la recta o sea los puntos en
que la gráfica corta a los ejes de coordenadas. La abscisa al origen es el punto en que la recta intersecta al
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eje x, también conocida como raíz de la función, y la ordenada al origen, como ya lo hemos visto es el
punto en que la gráfica corta el eje y.
Dada la ecuación 2 x – 3 y = 6, para determinar la abscisa la origen basta con determinar el valor
de x cuando y = 0, o sea
2 x – 3. 0 = 6 de donde surge que x = 3
De manera similar, para hallar la ordenada al origen se calcula el valor de y asignando a x el
valor cero, o sea:
2 . 0 – 3 y = 6 de donde surge que y = -2
Ubicados ambos puntos en el plano cartesiano resulta sumamente sencillo trazar la gráfica de la
recta.

y
3

2
Abscisa al origen
1

-4 -3 -2 -1 0 1 2 3 4
x
-1

-2

-3 Ordenada al
origen

A pesar de ser un método sumamente sencillo de utilizar, en algunas ocasiones no es posible


usarlo, tal el caso de aquellas rectas que pasan por el origen de coordenadas, ya que tanto la abscisa, como
la ordenada al origen son nulas, y de aquellas cuya gráfica es paralela a algunos de los ejes, puesto que
sólo puede determinarse una de las coordenadas.

Otros tipos de ecuaciones de rectas.

En algunas situaciones se conocen ciertos datos de una recta pero no su ecuación. Sin embargo, es
posible encontrar la misma si por lo menos se cuenta con al menos dos datos sobre su comportamiento.
Entre otros, se nos pueden presentar los siguientes casos:
 que conozcamos únicamente la pendiente de la recta y un punto de la misma;
 que conozcamos dos puntos de la recta;
 que conozcamos las coordenadas al origen de la recta.
En todas estas situaciones, con lo visto hasta ahora, es posible determinar la ecuación de la recta,
partiendo de los datos conocidos para obtener los desconocidos, lo cual queda a consideración del lector a
partir del desarrollo de ejercicios prácticos.
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Rectas paralelas.

Dos rectas resultan paralelas entre sí cuando en todo su recorrido no cuentan con
punto en común alguno, o dicho de otro modo cuando no se cortan entre sí.

y
r2

r1

x
0

Frente a la gráfica de dos rectas, suele resultar en la mayoría de los casos la condición de
paralelismo casi evidente, pero puede ocurrir que algunas rectas aparezcan a simple vista como paralelas
y en realidad no lo sean, mientras que otras que no lo parecen en principio, lo sean en realidad. Por ello es
necesario que contemos con herramientas matemáticas para determinar en forma categórica si dos rectas
resultan paralelas o no.
Dadas dos rectas, una denominada r1 cuya ecuación es y = a1 x + b1 y otra llamada r2 cuya
ecuación es y = a2 x + b2 si son paralelas los ángulos que cada una de ellas forman con el eje de abscisas
deben ser iguales, por tratarse de ángulos correspondientes entre paralelas.

y r
r2

 
0 x

Para el caso mostrado gráficamente, si r1 es paralela a r2 entonces:

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ˆ 1  ˆ 2
Si aplicamos la función tangente a cada uno de los miembros de la anterior igualdad, resulta una
nueva igualdad que será:
Tg 
ˆ 1  Tg
ˆ2 (6)

y como por lo visto en oportunidad de tratar el concepto de pendiente resulta que Tg 


ˆ 1  a1 que es la
pendiente de r1 y Tg  ˆ 2  a2 que es la pendiente de r2. Por lo tanto, reemplazando en la igualdad (6) por
sus equivalentes, determinamos que:
a1 = a 2
con lo cual concluimos que dos rectas para ser paralelas deben tener necesariamente iguales pendientes.
Cabe aclarar que algunos autores consideran también paralelas a dos rectas que tienen pendiente y
ordenada al origen iguales. Este caso especial de paralelismo recibe el nombre de rectas coincidentes, ya
que todos los puntos de su gráfica coinciden. Estos mismos autores suelen denominar rectas paralelas
propiamente dichas a aquellas que no tienen punto en común alguno.

Rectas perpendiculares.

Dos rectas resultan ser perpendiculares entre sí cuando al cortarse forman cuatro
ángulos iguales, los cuales obviamente serán rectos.

y
r2
r1

90°

0 x

Al igual que lo hicimos con las rectas paralelas es necesario determinar qué condiciones deben
reunir las ecuaciones de las rectas para que sea posible afirmar que son perpendiculares.
Para ello utilizaremos dos rectas perpendiculares entre sí, una denominada r1 cuya ecuación es
y = a1 x + b1 y otra llamada r2 cuya ecuación es y = a2 x + b2, que se cortan en un punto que llamaremos
P.
Si trazamos una circunferencia con centro en el punto P y denominamos A y B a los puntos en los
cuales dicha circunferencia corta a cada recta, de la forma que muestra la siguiente figura:

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y
r2
r1
B
A

P
C D
0 x

quedan determinados dos segmentos BP y PA, que resultan tener igual longitud por tratarse de radios de
la circunferencia.
Luego, trazaremos una paralela al eje de abscisas que pase por P y sobre esta línea proyectaremos
los puntos A y B en forma perpendicular. Al hacer esta proyección quedan determinados los puntos C y
D, respectivamente, sobre la paralela antes citada, tal como muestra la gráfica anterior.
Sobre dicha gráfica han quedado determinados dos triángulos rectángulos por construcción, el
BPC y el APD, respecto a los cuales podemos decir que:

 los ángulos internos BPC y APD son complementarios entre sí, ya que suman en conjunto
90°. Esto es simple de observar dado que el ángulo CPD es llano y el ángulo BPA es recto
porque es el que forman las rectas perpendiculares entre sí;
 como en cualquier triángulo rectángulo, los ángulos agudos son complementarios entre sí
porque en conjunto miden 90°, por lo tanto el ángulo PAD es complementario del APD en el
triángulo APD;
 por lo antes expuesto, si los ángulos BPC y APD son complementarios y los ángulos PAD y
APD son complementarios, entonces BPC y PAD miden lo mismo, porque dos ángulos
complementarios a un tercero resultan ser iguales entre sí;
 las hipotenusas, segmentos BP y PA, son iguales por construcción;
por lo tanto, los lados homólogos de estos triángulos resultan ser iguales, es decir que:
BC = PD por ser lados opuestos a ángulos iguales; y
CP = AD debido a que son lados adyacentes a ángulos iguales.
AD
Ahora bien, si determinamos la pendiente de la recta r1 resulta ser a1  ; en tanto que la
PD
BC
pendiente de r2 es igual a a 2   . Si en esta última igualdad realizamos el reemplazo de los
CP
segmentos por sus equivalentes según lo demostrado anteriormente, resulta que:

BC PD
a2    
CP AD

98
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En consecuencia, si registramos las dos pendientes logradas tenemos:

AD PD
a1  y a2  
PD AD

lo que nos permite observar que la pendiente de una de las rectas es la inversa multiplicativa de la otra
cambiada de signo. Para una mejor visualización podemos expresar la pendiente de r2 como
1
a2   con lo cual podemos llegar a la conclusión de que:
AD
PD

1 1
a1   o también a2  
a2 a1

Por lo tanto, si dos rectas resultan ser perpendiculares entre sí, debemos observar sus pendientes.
Serán perpendiculares si la pendiente de una de ellas resulta ser la inversa multiplicativa de la pendiente
de la otra, cambiada de signo.

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Capítulo 5

MATRICES Y DETERMINANTES
Generalidades

Noción y definición de matriz.

Las matrices fueron creación de Arthur Cayley. Como muchas invenciones, sus comtemporáneos
no apreciaron su importancia. Sin embargo, más de medio siglo más tarde sus estudios aportaron una
herramienta perfecta para la física moderna, y años después fue reconocido su aporte invalorable para el
planteo y resolución de muchos problemas de la economía, la administración y de otras ciencias sociales
Contra lo que piensan muchas personas a los matemáticos no les satisface involucrarse en largos
y complicados cálculos, muy por el contrario les gusta encontrar los caminos más cortos para la
resolución de los problemas, a fin de ahorrarse trabajo y hacer las cosas de la manera más sistemática
posible. Justamente, el álgebra matricial proporciona una notación clara y concisa para la formulación y
solución de problemas, muchos de los cuales sería casi imposible plantear utilizando la notación
algebraica tradicional.
Es común que cuando se cuente con un conjunto de datos de tipo cuantitativo o cualitativo se
busque organizarlos en una tabla o cuadro, ya que ello facilitará su lectura o interpretación. Así, por
ejemplo, si se quisiera mostrar la cantidad de alumnos aprobados, desaprobados y ausentes a un
determinado examen de una materia, discriminados por comisión a la que asisten, una forma de hacerlo
sería utilizar una tabla de doble entrada como la siguiente:

Comisión Aprobados Desaprobados Ausentes


A 25 10 2
B 30 20 0
C 34 15 3
D 17 15 5
E 28 12 3

Un contador que desee informar al titular de la empresa los ingresos por ventas de ciertos
productos en los primeros cuatro meses del año, es probable que opte por utilizar una tabla como la que
aparece a continuación:

Meses Producto A Producto B Producto C


Enero 252.500 300.500 34.000
Febrero 284.000 285.200 35.600
Marzo 302.000 272.500 28.000
Abril 354.000 270.000 32.000

Si a esta forma casi natural de ordenar datos se le suprimen las identificaciones de las filas y las
colunmas, la información restante puede ser arreglada de la siguiente manera:

100
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25 10 2
   252.500 300.500 34.000
30 20 0  284.000 285.200 35.600
34 15 3 
   302.000 272.500 28.000
17 15 5  
28 12 3  354.000 270.000 32.000

Lo hallado precedentemente constituyen dos matrices, que muestran la misma información de las
tablas de doble entrada anteriores. Por ello, suele decirse en forma general que una matriz es simplemente
una disposición ordenada de elementos numéricos, o sea, una tabla de doble entrada, que organiza cierta
información ya sea de tipo cuantitativo o de tipo cualitativo.
Sin embargo, matemáticamente hablando y en un sentido restringido, se llama matriz a un
conjunto ordenado de números, dispuestos en p filas o líneas horizontales y q columnas o líneas
verticales, donde el número p puede ser mayor, menor o igual que el número q, o dicho de otro modo,
donde la cantidad de filas puede coincidir o no con la cantidad de columnas. También, las líneas
horizontales suelen recibir el nombre de renglones o hileras.
En un sentido amplio, una matriz puede contener, en lugar de un conjunto ordenado de números,
un conjunto ordenado de funciones, de variables, etc., en definitiva, un conjunto ordenado de símbolos
matemáticos. Debe quedar perfectamente claro que entre los elementos de una matriz dada, no debe
efectuarse ninguna operación de tipo matemático.
La representación de una matriz suele hacerse encerrando los elementos que la conforman con
corchetes, paréntesis, llaves o dobles barras e identificándola con una letra mayúscula imprenta que
precede al signo igual, después del cual se transcribe la matriz propiamente dicha, tal como se presenta
seguidamente. Cabe aclarar que la nomenclatura más frecuente, y que utilizaremos en lo sucesivo, es la
que emplea los corchetes.

 1 1 
1 8 1 1
A =  4 1/4  B =  
  1  3   0 2 5 3 

1 2 1
3 4
C=   D= 2 3 5
2 6 
1/2 1 0

Elementos de una matriz.

Los números, aunque también pueden ser variables, funciones, etc., que componen una matriz se
denominan elementos de la matriz, los que se disponen en filas o líneas horizontales que se numeran de
arriba hacia abajo y en líneas verticales o columnas que son contadas de izquierda a derecha. Así, en la
matriz A anterior la primera fila es la que está cubierta con los números 1 y -1, siendo la tercera fila la que
tiene a los elementos -1 y -3, mientras que en esa misma matriz, la primera columna está cubierta por los
elementos 1, 4 y -1, siendo los elementos que cubren la segunda y última columna para el caso, los
números -1, 1/4, y -3.
En cuanto a la notación de los elementos que integran una matriz, si bien existen varios criterios
diferentes seguidos por distintos autores, adoptaremos el que identifica a cada uno de ellos, en forma
genérica, con una letra minúscula cursiva, coincidente con la mayúscula que corresponde a la matriz que
los contiene. Dicha letra se acompañada por dos subíndices numéricos. El primero de ellos indica la fila
en la que se encuentra ubicado el elemento aludido mientras que el segundo, señala la columna que lo

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contiene en la matriz. En caso de tener alguno de ellos, o ambos números más de una cifra, se escriben
separados por una coma.
Así, el elemento de valor 3 en la matriz B anterior, escrito en forma genérica, adoptaría la forma
b24, que se lee “b sub dos cuatro” (y no “b sub veinticuatro”). De acuerdo a esta notación, la letra b
indica que el elemento pertenece a la matriz B, el número 2 que dicho elemento está ubicado en la
segunda fila y el 4 que el mismo está posicionado en la cuarta columna de dicha matriz.
Si se nos presenta la nomenclatura c12,8 estaremos ante un elemento de una matriz C que se
encuentra en la intersección de la fila 12 y la octava columna de la misma; mientras que si tenemos el
elemento p27,43, podemos decir que pertenece a una matriz P, y que está posicionado en la fila numerada
como 27 y la columna 43 de esa matriz.
En general, decimos que un elemento cualquiera de una matriz A se escribe como aij, donde i es
la fila i-ésima de la matriz, en donde está ubicado ese elemento, y j indica la columna j-ésima sobre la
que se encuentra el mismo, pudiendo expresar a esa matriz como A[aij].
Resumiendo, entonces en lo que hace a notación matricial, podemos escribir genéricamente a una
matriz cualquiera K como:
 k 11 k 12 ... k 1q 
 
k 21 k 22 ... k 2q 
K 
 ... ... ... ... 
 
p xq

 k p1 k p2 ... k pq 

Obsérvese que por debajo de la letra K que identifica la matriz hemos consignado el orden de la
misma, el cual está dado por la cantidad de filas y columnas que posee dicha matriz. En general, una
matriz con p filas y q columnas se dice que es de orden p x q (que se lee p por q y no como el resultado
del producto matemático entre los valores que asuman en cada caso p y q).
Siempre se coloca en primer lugar el número de filas y seguidamente la cantidad de columnas.
Dicho orden suele expresarse encerrado entre paréntesis separando entre sí los valores que lo indican por
una coma o punto y coma, o sea en la forma (p,q) o bien (p;q). Debe hacerse notar que cuando p y q
coinciden, suele simplificarse la expresión del orden de esa matriz a la mención única de su número de
filas o de columnas.

Así, para los ejemplos dados en el título anterior, se puede decir que la matriz A es de orden 3x2
o bien (3,2), la B es de orden 2x4 o bien (2;4), la C resulta ser de 2x2 o también (2,2) o directamente de
orden 2, y la D de orden 3, de orden 3x3 o bien (3,3).

Clasificación de matrices.

Conforme a la relación entre el número de filas y columnas, las matrices reciben diferentes
denominaciones. Si la cantidad de filas no coincide con el número de columnas, se dice que la matriz es
rectangular, y si ambas cantidades son coincidentes se dice que esa matriz es cuadrada. En el caso de
matrices rectangulares se pueden distinguir dos situaciones, cuando la cantidad de columnas supera al
número de filas se dice que estamos frente a una matriz rectangular horizontal, y en caso contrario, que
estamos en presencia de una matriz rectangular vertical.
En los ejemplos planteados anteriormente, la matriz A resulta ser rectangular vertical, la B
rectangular horizontal y las otras dos son cuadradas.
Dentro de las matrices cuadradas, existen ciertos tipos que desempeñan papeles importantes en la
teoría de matrices que hacen necesario su estudio en particular. Estas matrices, que también suelen
denominarse matrices especiales, se distinguen por las características de los elementos que las componen
y por su disposición en la matriz, más que por la cantidad de filas o columnas que posean. Entre ellas, se
destacan las que se mencionan seguidamente.
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a) Matriz diagonal

Antes de definir este tipo de matrices nos detendremos a aclarar qué se entiende por diagonal
principal de una matriz cuadrada.
Si tomamos un cuadrado cualquiera, sabemos que tiene dos diagonales, o sea dos líneas que unen
los extremos opuestos de la figura. De la misma manera si tomamos una matriz cuadrada, es posible
trazar dos diagonales. Así, pues tenemos la que parte desde el extremo superior izquierdo de esa matriz
hasta el extremo inferior derecho de la misma, y por otro lado, la que parte del extremo inferior izquierdo
y llega hasta el superior derecho. La primera línea recibe el nombre de diagonal principal,
denominándose todos los elementos que se hallan sobre dicha línea elementos de la diagonal principal. En
tanto que la segunda diagonal nombrada se denomina diagonal secundaria, llamando a los elementos que
se ubican sobre ella, elementos de la diagonal secundaria.
Dicho de otro modo, y con un enfoque más matemático que literal, se llama diagonal principal de
una matriz cuadrada A, a la línea imaginaria que se logra uniendo entre sí los elementos aij de esa matriz
que exhiben una igualdad entre el valor de i y el valor de j. Es decir, que una matriz A de orden n, los
elementos a11, a22, a33, ... ann se denominan elementos de la diagonal principal o también elementos
diagonales
Así, en la matriz C que se presentó anteriormente la diagonal principal es la línea compuesta por
los elementos 3 y 6, mientras que en la matriz D, los elementos 1, 3 y 0 cubren su diagonal principal.
La diagonal secundaria de una matriz cuadrada es la cubierta por los elementos para los que la
suma de los subíndices de posición resultan superiores en una unidad al orden de la matriz. Así, para la
matriz C presentada antes, que es de orden 2, los elementos de la diagonal secundaria son c12 y c21 para
los que la suma indicada es 3, una unidad más que el orden de la matriz.
Ahora bien, comentado lo anterior expresemos que una matriz cuadrada, recibe el nombre de
“matriz diagonal” cuando los elementos que no están en la diagonal principal son todos nulos. Téngase
presente que nada se dice respecto de los elementos que cubren la diagonal principal, motivo por cual
éstos pueden adoptar cualquier valor, incluso el 0 en alguno o todos sus elementos, si bien en este último
caso presentaría una particularidad aún más significativa que permitiría, como veremos más adelante,
clasificarla en otro grupo especial de matrices.
Como ejemplos de matrices diagonales podemos tener:
2 0 0 0
5 0 0  0 2 0 0
0 2 0   2 0 0  0 0 0
  0 0 2 0  
 0 0  1     0 0 1 
0 0 0 2

b) Matriz triangular

Si en una matriz se observa que todos los elementos que están por encima de la diagonal
principal, o bien por debajo de la misma, resultan ser nulos, esta matriz recibe el nombre de “matriz
triangular”, pudiendo distinguirse entre ellas dos tipos, denominados matrices triangulares superiores y
matrices triangulares inferiores.
Pertenecen al primer grupo aquellas matrices que cuentan con todos los elementos ubicados por
debajo de la diagonal principal iguales a cero; mientras que estamos frente a una matriz triangular
inferior, cuando todos los elementos ubicados por encima de la diagonal principal deben ser nulos.
Obsérvese que a diferencia de las matrices diagonales, donde los elementos nulos debían ser los
que estaban por encima “y” por debajo de la diagonal principal, una matriz triangular es la que los tiene
todos sobre ésta “o” bien todos por debajo, pero no de ambos lados. Si se presentara esta última situación
dejaría de ser una matriz triangular para ser una matriz diagonal, aunque a veces suele decirse que esta

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matriz sería doblemente triangular. Téngase presente, también, que en las características descriptas se
guarda silencio respecto del valor que pueden tener los elementos de la diagonal principal, así como
aquellos que no deben ser específicamente nulos.
Matemáticamente, se define como matriz triangular superior a aquella matriz que tiene sus
elementos aij = 0 cuando i > j, con al menos un aij distinto de cero cuando i  j, y triangular inferior
cuando aij = 0, siendo i < j, con al menos un aij no nulo cuando i  j).
Como ejemplos de matrices triangulares pueden tenerse:
3 2 1 0 
 1 0 0  
  1 2 0 0 2 0 
P  2 1 0  T   S 
0 5 0 0 1 3 
 4 1 2   
0 0 0 1
de las cuales la matriz P es una matriz triangular inferior y las matrices T y S son triangulares superiores.

c) Matriz escalar

Se denomina matriz escalar a la matriz diagonal que tiene todos los elementos que cubren su
diagonal principal coincidentes entre sí.
Matemáticamente hablando una matriz de este tipo tiene todos los elementos aij = 0 cuando i
distinto de j y todos los aij = λ, cuando i = j, siendo λ un escalar cualquiera.
Cuando el escalar λ resulta igual a cero, daría como resultado una matriz cuadrada cuyos
elementos son todos nulos. Una matriz de este tipo si bien sería una matriz diagonal, es más
específicamente una matriz escalar, particularmente denominada “matriz cero” o “matriz nula”. Cabe
aclarar que con este último nombre, suele conocerse también a aquellas matrices no cuadradas (en
consecuencia rectangulares de cualquiera de sus tipos) en los que todos sus elementos son de valor 0
(cero).
Como ejemplos de matrices escalares tendríamos:

5 0 0 0
0  1 0 0 
 5 0 0  2 0  0 1 0 
0 0 5 0 0 2  
   0 0  1 
 
0 0 0 5

d) Matriz identidad

Recibe el nombre de “matriz identidad” o también “matriz unidad”, aquella matriz escalar en la
que la diagonal principal resulta estar cubierta por el número 1.
Esta matriz es una matriz especial muy significativa por su uso en el trabajo en forma matricial,
motivo por el que para designarla se ha reservado la letra I. Suele definírsela como la matriz cuadrada en
la que se verifica que sus elementos valen 1 para todas las posiciones en las que i = j, mientras que los
que ocupan lugares en los que i resulta diferente de j, son de valor nulo.
Así, por ejemplo, son matrices unidades o identidades las siguientes:

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1 0 0 0
   1 0 0
0 1 0 0 1 0  
I I  I   0 1 0
0 0 1 0 0 1
   0 0 1 
0 0 0 1

e) Matriz simétrica

Es una matriz cuadrada que presenta la particularidad de que los elementos que ocupan el lugar aij
con los que ocupan el lugar aji para cualquier i y j, resultan coincidentes entre sí.
Son simétricas, por ejemplo, las siguientes matrices:

 1 2 - 4
 2 3 5  1 3 
   3 7
 - 4 5 0   

ya que en las mismas puede observarse el comportamiento descripto en sus elementos componentes.

f) Otras matrices especiales

Además de las descriptas, suelen tratarse como matrices especiales algunas otras, como la matriz
adjunta y la matriz inversa, que desarrollaremos más adelante; así como otras que escapan a los
contenidos de este curso, como la matriz antisimétrica, matriz insumo-producto, etc.

Vector fila y vector columna

Cuando se grafica en un par de ejes de coordenadas un vector o un segmento orientado con origen
en el origen de coordenadas, para identificarlo inequívocamente basta con conocer las coordenadas de su
punto extremo, las que serán dos si estamos frente a un espacio de dos dimensiones, tres si estamos en el
espacio tridimensional y m cuando se trata de un espacio de m dimensiones.
En consecuencia, si se nos ordenara graficar el vector v1 = 3 ; 2 o al vector v2 = 1; 4 ;  2 ,
tendríamos respectivamente:

y
z
4

2 1 2 3 4
y
1
1 v1
-1 v2
x
-2
0 1 2 3 x -z

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Conforme a lo expresado, una matriz que tenga m elementos dispuestos en una sola fila, es decir
una matriz de orden 1xm, representaría un vector fijo en un espacio de m dimensiones, recibiendo el
nombre de matriz fila o también vector fila.
Asimismo, y por razones similares, una matriz que contenga p elementos ubicados en una sola
columna, es decir una matriz de orden px1, se denomina matriz columna o vector columna y representa
un vector fijo en un espacio de p dimensiones.
De acuerdo a lo dicho la matriz A que aparece seguidamene constituye un vector fila de 4
componentes, en tanto que la matriz B representa un vector columna de 3 dimensiones.

2 
A  5  1 1/ 2 3 B    9
 15 

Operaciones elementales entre matrices:

Las diferentes operaciones que pueden realizarse entre matrices constituyen un álgebra particular
denominada álgebra matricial. Algunas de dichas operaciones son análogas a la de los números reales, sin
embargo y considerando que una matriz es una disposición de números reales y no un solo número,
algunas propiedades entre números no tienen su equivalente entre las matrices, y vicerversa.
Las operaciones más elementales resultan ser la suma, la resta o diferencia, el producto por un
número o escalar, el producto entre matrices y la trasposición o transposición. Existen otras operaciones
posibles que por su particularidad serán tratadas más adelante y que se refieren a la inversión de matrices
y a la combinación lineal, y otras que escapan al contenido de este curso tales como la partición de
matrices, las transformaciones, la diagonalización y otras menos conocidas o difundidas, que el interesado
podrá consultar en cualquier bibliografía que trate específicamente el tema.

a) Suma de matrices

Dadas dos matrices del mismo orden, A y B, la suma de A más B resulta igual a una nueva
matriz C, denominada matriz suma, del mismo orden que las dadas, en la que cada elemento surge de
sumar los elementos de las matrices sumandos que ocupan igual posición.
Así, si C = A + B, entonces cada elemento cij de la matriz resultado sería igual a aij + bij.
Si, por ejemplo, las matrices a sumar fueran:
 4 1 1  7 1 5 
A  B 
2 0 3   3 2 6 
la matriz que se obtiene de la suma de ambas sería:
 47 1  (1) (1)  5   11 0 4 
C  
 2  ( 3) 0  (2) 3  6    1  2 9 

donde puede observarse la coincidencia en el orden entre las tres matrices y la forma en que se ha logrado
cada uno de los elementos componentes de la matriz resultado.
De acuerdo a las características que reúnan las matrices sumandos, se pueden observar algunas
particularidades. Se enuncian seguidamente los casos más destacables, dejando la ejemplificación de cada
uno de ellos a cargo del lector.

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 Al sumar cualquier matriz con la matriz nula (siempre que los órdenes lo permitan), la matriz
resultado es coincidente con la matriz que se ha sumado a la nula.
 Si al sumar dos matrices se obtiene como resultado una matriz nula, entonces las matrices
sumandos resultan ser opuestas entre sí. Al respecto, aclaremos que dos matrices son opuestas
entre sí cuando, teniendo el mismo orden, los elementos que ocupan igual posición en cada
una de ellas coinciden en valor absoluto, pero con signo contrario. De lo comentado se extrae
que una matriz es la inversa aditiva de su opuesta, o que la opuesta de una matriz es su
inversa aditiva.
 Si se suman entre sí dos matrices simétricas del mismo orden, el resultado es una nueva
matriz simétrica.
 Si se suman entre sí dos matrices triangulares superiores de orden coincidente, el resultado
logrado es una nueva matriz triangular superior. Esta suma podría arrojar una matriz
doblemente triangular (diagonal) si los elementos ubicados por encima de la diagonal
principal y en igual posición en ambas matrices fueran coincidentes en valor absoluto pero
con signo contrario.
 Si se suman dos matrices triangulares inferiores entre sí, el resultado que se alcanza es una
nueva matriz triangular inferior, siempre que esa suma sea factible de realizar. También aquí
cabe la misma advertencia expuesta en el apartado anterior sobre la posibilidad de que la
suma arroje como resultado una matriz diagonal.
 Si se tienen dos matrices diagonales para sumar y dicha suma es posible, entonces el
resultado es una nueva matriz diagonal.
 La suma de una matriz diagonal con una matriz simétrica, cuando es posible, tiene por
resultado una nueva matriz simétrica.
 La suma de una matriz triangular con una matriz diagonal da como resultado una nueva
matriz triangular del mismo tipo que la sumada, siempre que la suma sea posible de realizar.

b) Diferencia o resta de matrices

Dadas dos matrices del mismo orden, que podemos denominar A y B, con elementos genéricos aij
y bij respectivamente, se define la diferencia A - B como una nueva matriz C, de orden coincidente con
las restadas, cuyas componentes que llamamos cij se obtienen de sumar a los elementos aij de la matriz
minuendo A, los elementos correspondientes de la matriz opuesta de la sustraendo B.
Expresando lo anterior en símbolos se tiene que:
C = A - B = A + (- B)
Consideremos las matrices:
1 2  3  1
P  y Q 
5 0   2 4 

y con ellas realicemos el cálculo P - Q, que llamaremos M. Se tiene:

1 2  3 1   2 3 
M P Q  P  ( Q)    
5 0  2  4  7  4

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c) Producto entre una matriz y un escalar

Cuando se tiene una matriz cualquiera A de elemento genérico aij, y se pretende multiplicarla por
un número , decimos que estamos frente a un producto de una matriz por un número o frente al producto
de una matriz por un escalar.
Este producto se define como una nueva matriz, digamos B, de igual orden que la matriz factor A
y en la que cualquiera de sus elementos (que genéricamente identificamos como bij) se obtiene de
multiplicar al correspondiente aij en la matriz A por el número o escalar .
Suele decirse también, que la matriz B, resultado de multiplicar a la matriz A del mismo orden
por un escalar cualquiera , se obtiene de multiplicar a cada elemento de la matriz A por dicho escalar,
conservando el resultado la posición del elemento factor.
Así, el producto de A por el número ½, siendo:
 3 1 4 
A 
  6 2 3/2 
resulta:
1 1  3 1 4   3/2 1/2 2 
B A    
2 2   6 2 3/2    3 1 3/4 
El producto por un escalar es conmutativo, por lo cual la operación arroja idéntico resultado tanto
si el factor escalar premultiplica a la matriz o como si la postmultiplica. O sea que en el ejemplo anterior:
1  3 1 4  1  3/2 1/2 2 
B A     
2   6 2 3/2  2   3 1 3/4 
Igual que en otras operaciones entre matrices, en el producto entre una matriz y un número suelen
observarse algunas situaciones que presentan particularidades que merecen ser destacadas. Entre los casos
especiales que pueden presentarse, destacamos los siguientes, cuya ejemplificación dejamos al lector.
 Cuando se multiplica cualquier escalar por la matriz nula, el resultado es una matriz nula
coincidente en su orden con la matriz factor.
 El producto entre una matriz cualquiera y el escalar nulo da por resultado una matriz de igual
orden que la matriz factor, pero en la que todos sus elementos resultan ser nulos.
 Si se multiplica una matriz cualquiera por el escalar 1 el resultado coincide con la matriz
factor, lo que permite decir que el escalar 1 es elemento neutro para este tipo de operación.
 Si se multiplica una matriz unidad por un escalar se logra una matriz escalar cuya diagonal
coincide precisamente con el valor de dicho escalar.
 Suele agruparse en una única situación particular para esta operación y bajo el nombre de
preservación de características, la circunstancia de que el producto de un escalar no nulo por
una matriz diagonal, escalar, simétrica, triangular superior o triangular inferior, tiene por
resultado una nueva matriz que no altera la característica que se observa en la matriz factor.
 Si se multiplica una matriz por una suma algebraica de escalares el resultado logrado es
coincidente si primero se suman los escalares y el resultado logrado es multiplicado por la
matriz que si se multiplica primero cada escalar por la matriz factor y luego se suman los
resultados logrados de cada uno de los productos anteriores.
 Si se debe multiplicar un escalar por una suma algebraica de matrices el resultado es
coincidente cuando se realiza primero la suma entre las matrices y luego se multiplica al
resultado por el escalar, con el que se logra de multiplicar a cada matriz por dicho escalar
sumando luego los resultados parciales logrados.
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Las dos últimas propiedades anteriores suelen conocerse con el nombre de propiedades
distributivas del producto de una matriz por la suma de varios escalares y de un escalar por la suma de
varias matrices respectivamente.

d) Producto entre matrices

Producto entre dos matrices: La condición necesaria para que dos matrices puedan ser
multiplicadas entre sí es que la cantidad de columnas de la matriz multiplicando coincida con la cantidad
de filas de la matriz multiplicador. Esta coincidencia se denomina requisito de conformabilidad, de ahí
que, para que dos matrices puedan ser multiplicadas entre sí deben ser conformables.
De la condición expresada anteriormente, se desprende que no todos los productos entre matrices
se pueden efectuar. Por esta circunstancia, el producto entre matrices no puede ser conmutativo, al menos
no con carácter general, ya que como se verá más adelante existen excepciones a esta negación.
Para poner en claro lo dicho, supongamos que tenemos a la matriz A como multiplicando, que es
de orden (2 x 3), y como multiplicador una que llamaremos B y que cuenta con tres filas y cuatro
columnas o sea, de orden (3 x 4). Conforme a lo dicho el producto A x B es viable de realizar, mientras
que el producto B x A no sería factible de concretar ya que la cantidad de columnas de B (que ahora
actuaría como multiplicando) no coincidiría con la cantidad de filas de la matriz A (que ahora reviste el
caracter de multiplicador).
Cuando el producto es viable en virtud de que las matrices resultan ser conformables, existe un
procedimiento que permite lograr el resultado de dicho producto, el que se describe seguidamente.
Supongamos que tenemos una matriz A[aij] de orden (n,p) como multiplicando y otra matriz
B[bij] de orden (p,q) como multiplicador. El producto A x B será una nueva matriz, que denominaremos
C[cij] sobre la que podemos decir:

1. Tendrá un orden tal que su número de filas coincidirá con la cantidad de filas con que cuente la matriz
multiplicando, para el caso la matriz A, y un total de columnas coincidente con las que posea la matriz
multiplicador, para el caso la matriz B. Lo dicho nos lleva a afirmar que el orden de la matriz resultado,
en el ejemplo planteado, será (n,q).

Anxp . Bpxq = Cnxq

2. Cada elemento cij de esta matriz surgirá de realizar una suma algebraica de tantos productos parciales
como columnas tenga la matriz multiplicando o filas tenga la multiplicador (para nuestro ejemplo p
productos).

Cada uno de estos productos parciales constan de dos factores, uno es un elemento de la fila
i-ésima de la matriz multiplicando, y el otro un elemento de la columna j-ésima de la matriz
multiplicador, interviniendo en forma simultánea aquellos en que la columna a la que pertenece el
elemento de la matriz multiplicando considerada, coincide con la fila a la que corresponde el elemento
tomado de la matriz multiplicador.
Lo expuesto, se puede representar en el siguiente esquema:

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Columna j-ésima

a11 a12 ... a1p 


a ... a 2p  b11 b12 ... b1j ... b1q 
 
 21 a 22  
 ... ...    
... ...  b 21 b 22 ... b 2 j ... b 2q 
    cij 
 a i1 a i 2 ... aip  .  ... ... ... ... ... ...   
 ... ...    
... ...  bp1 bp 2 ... bpj ... bpq   
 
an1 an 2 ... anp 

Fila i-ésima

Matriz multiplicando Matriz multiplicador Matriz resultado

de donde el valor del elemento cij es igual a:

cij = ai1 . b1j + ai2 . b2j + ... + aip . bpj


Así por ejemplo, para encontrar el elemento c13 de la matriz resultado del producto entre las
matrices A y B en ese orden, se debe hacer el cálculo:
c13 = a11.b13 + a12.b23 + a13.b33 + ... + a1p.bp3
Con la finalidad de ejemplificar el producto entre dos matrices, y poder revisar simultáneamente
lo expresado anteriormente, consideraremos las matrices A y B siguientes y efectuaremos el producto
A x B.
 2 3 4 3 
1  2  1
A  B  1  1 0  1 

2x3  0 3 2  3x4 
  1 2 2 1 

Obsérvese en primer lugar que las matrices dadas resultan ser conformables para el producto
solicitado, porque la matriz A tiene tres columnas y la matriz B tres filas, y que, conforme al orden de las
mismas puede anticiparse que la matriz C resultado de dicho producto será de orden (2,4).
Se tiene entonces:
 1.2  ( 2).1  ( 1).(1) 1.3  ( 2).(1)  ( 1).2 1.4  ( 2).0  ( 1).2 1.3  ( 2).(1)  ( 1).1 
C  
2x4  0.2  3.1  2.( 1) 0.3  3.( 1)  2.2 0.4  3.0  2.2 0.3  3.( 1)  2.1

o sea:
1 3 2 4 
C  
2x4  1 1 4  1 

Téngase presente que en general, al realizar el producto que se requiera, se omite el detalle de los
cálculos que permiten obtener cada uno de los elementos de la matriz resultado, transcriptos en esta
ocasión en virtud de tratarse de un ejemplo orientador y para que le facilite al lector hacer un seguimiento
de la obtención de cada uno de ellos conforme al texto previamente transcripto.

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Tal como lo hemos comentado esta operación tiene una particularidad que merece destacarse. Es
la referida a la no conmutabilidad en general del producto, ya que, hay oportunidades en las que el
producto entre dos matrices puede realizarse en un orden pero no en el otro debido a la conformabilidad
de las matrices intervinientes.
Sin embargo, podría pensarse que cuando las matrices son de órdenes tales que se verificara la
conformabilidad entre ellas en ambos sentidos, el producto final sería conmutativo. Esto no es verdad y
pensemos por ejemplo en el producto entre un vector columna y un vector fila que tengan varios
elementos e igual cantidad de ellos. Esa circunstancia permitiría lograr viabilidad del producto tanto entre
el vector fila por el vector columna como en el producto entre el vector columna por el vector fila. A
pesar de ello, en el primero de los productos el resultado sería una matriz con un único elemento, mientras
que en el segundo sería una matriz cuadrada de orden equivalente a la cantidad de elementos con que
cuenta cualquiera de las matrices factores, evidentemente diferente del resultado anterior, y en
consecuencia, suficiente para indicar que el producto entre matrices resultará no conmutativo.
Una duda similar podría plantear el caso de matrices cuadradas de igual orden, que presentarían
conformabilidad para el producto en uno u otro sentido. Sin embargo, salvo situaciones en especial,
tampoco en este caso, a pesar de la coincidencia en el orden de la matriz resultado lograda, existiría
coincidencia de elementos componentes, lo que permite afirmar nuevamente la regla general de no
conmutatividad del producto. Baste para ejemplificar el caso del producto AxB o BxA con las matrices A
y B siguientes:
1 2  4 -1 
A  B 
3 4  3 -2 
mientras el producto AxB daría como resultado:
 10 - 5 
AxB   
 24 - 11 
el producto BxA sería:

 1 4
BxA  
 3 2 
evidentemente coincidente en el orden con el producto anterior, pero no en los elementos componentes de
una y otra matriz resultado tal como se anticipara.
A pesar de ello, hay casos particulares en los que dicha conmutatividad se observa, enunciando
seguidamente los más notables, de los que, algunos dejamos al lector analizar genéricamente y luego
verificar con ejemplos, mientras que en otros, incursionaremos específicamente más adelante en este
mismo trabajo.
Así se tiene entonces:
 Si una de las matrices es la matriz nula, el producto entre ella y otra matriz, siempre que sea
conformable, dará igual resultado al conmutarlo.
 Si una de las matrices es la matriz identidad, el producto de ella con cualquier otra matriz será
coincidente cualquiera sea el orden en que se realice, a condición que sea conformable.
 El producto entre una matriz cuadrada cualquiera y otra matriz escalar del mismo orden,
resulta ser también conmutable. Téngase presente que ello es así porque una matriz escalar
constituye la forma matricial de representar un escalar determinado, cuyo valor coincide con
él del elemento ubicado en la diagonal principal de la matriz factor.
 Es también conmutable el producto entre dos matrices diagonales de igual orden.

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 Si se multiplica una matriz cuadrada por sí misma, el producto resulta ser conmutable, lo que
es sumamente evidente dada la composición de cada uno de los términos que definen a cada
uno de los elementos de la matriz resultado.
 Si se multiplica una matriz cuadrada por su matriz adjunta (concepto éste que desarrollaremos
más adelante en este mismo trabajo), el producto es coincidente con independencia del orden
en que se realiza.
 El producto entre una matriz cuadrada y su inversa (concepto que también veremos más
adelante) es siempre conmutativo conforme a la definición de esta última. Sobre este
particular volveremos al tratar precisamente el tema referido a matriz inversa de otra matriz.

Producto entre más de dos matrices: Para que el producto entre más de dos matrices resulte
posible es necesario que se cumpla el requisito de conformabilidad, es decir que si observamos la
secuencia en que debe efectuarse el producto, la matriz que se encuentre como primer factor deberá
tener un número de columnas coincidente con la cantidad de filas de la matriz ubicada inmediatamente a
su derecha; en tanto, que la cantidad de columnas de ésta deberá ser idéntica al número de filas de la que
le sigue y así sucesivamente hasta agotar los factores intervinientes. El resultado del producto será una
nueva matriz que tendrá tantas filas como la primera matriz factor y tantas columnas como la última.
Lo expuesto en símbolos resulta:
Anxp . Bpxq . Cqxr . Drxt = Znxt
Si bien, como es obvio, no puede permutarse el orden en que debe realizarse el producto, esta
operación admite otras propiedades, tal el caso de la asociatividad que puede ser expresada como:
(A . B) C = A (B . C)
Lo cual significa que el orden en que se multiplican tres o más matrices no altera el resultado,
siempre y cuando se conserve la secuencia de los factores.
Asimismo, la multiplicación de matrices resulta distributiva respecto a la suma, lo que se puede
simbolizar como:
A (B + C) = A B + A C
(B + C) A = B A + C A

e) Transposición o trasposición

Dada una matriz A de elemento genérico aij y de orden (n,p), se llama matriz transpuesta de esa
matriz A y se la simboliza como A’ o bien AT, a una matriz de orden (p,n) que se obtiene intercambiando
las filas de A por columnas o bien las columnas por filas.
Dicho de otro modo, la matriz transpuesta de otra matriz es aquella que, teniendo un orden
inverso, cambia los elementos aij de la matriz dada, pasándolos a ocupar el lugar aji en esta nueva matriz
denominada precisamente transpuesta.
Así por ejemplo, si se tiene la matriz:
 2 1 
A    3 0 
 4  5 

su transpuesta será:
 2 3 4
A'  
 1 0  5 

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donde puede observarse que mientras el orden de la matriz A es (3,2) el de la transpuesta es (2,3) y que
A’ tiene como filas las columnas de A y como columnas las filas de A. Es decir, que cualquier elemento
de A ha pasado a ocupar un lugar tal en A’, cuya posición se logra cambiando el orden de los subíndices
(la fila por la columna y viceversa). Por ejemplo el elemento -3 que se identificaba como a21, ha quedado
posicionado en A’ como a12.
Esta operación es una operación “monaria” porque para efectuarla se requiere de una única
matriz, a diferencia de otras operaciones como la suma, la diferencia o el producto, que para concretarlas
se requiere más de una matriz.
Existen algunos casos de transposición que presentan algunas particularidades. Entre ellos se
destacan los que se describen a continuación, cuya comprobación y ejemplificación dejamos a cargo del
lector.
 La transpuesta de una suma de matrices es igual a la suma de las transpuestas de dichas
matrices.
En símbolos: (A + B)’ = A’ + B’
 La transpuerta de un producto de matrices resulta igual al producto en orden inverso de las
transpuestas de las matrices factores
En símbolos: (A . B)’ = B’ . A’
 El producto de toda matriz por su transpuesta es igual a una matriz simétrica
En símbolos: A . A’ = una matriz simétrica
 La suma de toda matriz cuadrada con su transpuesta da por resultado una matriz simétrica
En símbolos: A + A’ = una matriz simétrica
 La transposición de una matriz diagonal arroja una matriz igual a la original
 La transpuesta de una matriz triangular superior es una matriz triangular inferior y la de una
matriz triangular inferior es una matriz triangular superior.

Noción y definición de determinante.

Se denomina determinante a una tabla ordenada de n x n escalares o números situados entre dos
líneas verticales, que en su conjunto representan un valor que se logra sometiendo dichos escalares a
operaciones específicas.
Para indicar que una tabla de este tipo representa un determinante se la identifica con una letra
mayúscula cualquiera seguida del signo igual, ubicando a continuación sus elementos encerrados entre las
líneas verticales mencionadas.
Así, los siguientes resultan ser ejemplos de determinantes:

1 2 0
0 1
A 5 3 1/ 2 B
3 2
7 2 1

los que simbolizaremos como A y  B, respectivamente.

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Elementos de un determinante. Clasificación.

Cada uno de los elementos que componen un determinante es identificado con una letra
minúscula coincidente con la mayúscula utilizada para denominar el determinante, acompañada por dos
subíndices numéricos. El primero de ellos indica la fila en la que se encuentra ubicado el elemento
aludido, mientras que el segundo señala la columna que lo contiene.
Así, los ejemplos presentados anteriormente escritos en forma genérica serían:
a 11 a 12 a 13
b 11 b 12
A  a 21 a 22 a 23 B
b 21 b 22
a 31 a 32 a 33

Obsérvese que aquellos elementos en los cuales el primer subíndice coincide con el segundo,
conforman la diagonal principal del determinante, en tanto que la otra diagonal, es reconocida como
diagonal secundaria del mismo.
Los determinantes son clasificados de acuerdo a su orden. En tal sentido, es necesario aclarar que
se denomina orden de un determinante a la cantidad de líneas (horizontales o verticales ya que coinciden
entre sí) que lo componen. Así, un determinante de orden 1 sería aquel que cuenta con un solo elemento y
en consecuencia, una sola fila y una sola columna; un determinante de orden 2 es el que tiene 2 filas y 2
columnas como el B del ejemplo anterior; un determinante de orden 3 está compuesto por 3 filas y 3
columnas como el determinante A precedente; y, en general, un determinante de orden n o de orden nxn,
como puede aparecer en alguna bibliografía, adoptaría la siguiente forma:
d 11 d 12 ... d 1n
d 21 d 22 ... d 2n
D
... ... ... ...
d n1 d n2 ... d nn

Determinante de una matriz. Determinante extraído.

Para cada matriz cuadrada A es posible asociar un determinante, o sea un número, obtenido a
partir de los elementos de la matriz, ubicados en igual posición que en la matriz que le dio origen. Dicho
determinante se denota encerrando entre dos barras verticales los elementos de la misma, el que a su vez
se simboliza como A , o sea utilizando la misma letra que identifica la matriz a la cual corresponde
encerrada entre dos barras verticales.
Así, por ejemplo, dada la siguiente matriz cuadrada de orden dos:
a a 12 
A   11 
a 21 a 22 
el determinante de A, que simbolizaremos como A ó det. A, será igual a:

a 11 a 12
A
a 21 a 22

No debemos confundir un determinante con una matriz, son objetos matemáticos diferentes.
Mientras el determinante es un número, la matriz es una magnitud que no tiene un valor numérico, sino
que está caracterizada por sus elementos y la ubicación de ellos dentro del cuadro de valores.
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De acuerdo a lo expresado, solamente a las matrices cuadradas es posible calcularles un


determinante. Sin embargo, y a pesar de lo dicho, puede conformarse un determinante considerando en su
composición elementos que forman parte o pertenecen a algunas líneas de una matriz. El determinante
formado de esta manera lo llamaremos determinante extraído.
De una misma matriz pueden extraerse más de un determinante, pero su orden debe ser a lo sumo
el número de filas o columnas, el que resulte menor, de la matriz de la cual se extrae, de ahí que ésta no
necesariamente debe ser cuadrada. Conocido el orden del determinante que se pretende extraer, se
seleccionan tantas filas y columnas de esa matriz, como el orden pretendido. Los elementos que
componen el determinante son los que corresponden simultáneamente a las líneas seleccionadas
respetando el orden de aparición en la matriz.
Supongamos la matriz:
2 1 2
1 0 4

A  3 1 6
 
4 2 4
2 1 / 2 5
De ella podemos extraer determinantes de orden dos, los que pueden estar formados por
elementos de la primera y segunda columna, por la primera o la tercera, o por la segunda y la tercera. En
cada una de estas alternativas tenemos a su vez seis filas de donde extraer elementos. Así, algunos
determinantes posibles de orden dos serían:
2 1 0 4 4 4 2 4
1 0 1 6 2 5 1/ 2 5
El determinante de mayor orden que se puede extraer de la matriz dada será de orden tres, dado
que la matriz tiene seis filas y tres columnas, por lo tanto el número menor es tres. De este orden pueden
extraerse también varios determinantes según las filas que se tomen. Así:
2 1 2 1 0 4 2 1 2 2 1 2
1 0 4 4 2 4 3 1 6 1 0 4
3 1 6 2 1/ 2 5 2 1/ 2 5 4 2 4

son algunos de los determinantes posibles de extraer.


Téngase presente que un determinante de orden dos que puede lograrse con elementos que
forman parte de la matriz A sería por ejemplo:

2 2
M=
1 6
siendo estos elementos los que genéricamente para A serían a11, a13, a21 y a33. Sin embargo, este
determinante no reviste el carácter de determinante extraído desde la matriz A porque si bien surge de dos
columnas de A los elementos pertenecen a tres filas y no de dos como se indicó precedentemente.

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Capítulo 6
MATRICES Y DETERMINANTES
Temas especiales
Valor de un determinante.

Ya hemos expresado que un determinante es un conjunto de nxn escalares que representa un


valor, el cual se logra sometiendo dichos escalares a determinadas operaciones. Justamente ese valor
recibe el nombre de valor del determinante y se lo simboliza encerrando entre dos barras verticales la letra
que identifica al determinante que le dio origen.

Métodos de cálculo.

Según el orden del determinante, existen diferentes reglas para hallar su valor, aunque también
existen métodos aplicables a determinantes de cualquier orden.
Así, si el determinante es de orden uno, su valor coincide con él del único elemento que lo
compone.
Ejemplo: dado el determinante A= 2 su valor es ΔA = -2

Si el determinante es de orden dos, su valor se logra realizando la diferencia entre el producto


de los elementos que componen la diagonal principal menos el producto de los elementos que ocupan la
diagonal secundaria del mismo.
d 11 d 12
Ejemplo: dado el determinante genérico D  su valor es ΔD
d 21 d 22
 d 11 . d 22  d 21 . d 12
Siguiendo este procedimiento, si el determinante al cual se le pretende hallar el valor fuera:
0 1
B su valor sería ΔB = 0 . (-2) - 3 . 1 = 0 - 3 = -3
3 2
Este método suele conocerse con el nombre de método directo.
Si el determinante es de orden tres puede resolverse aplicando diferentes métodos, pero existe
uno denominado Regla de Sarrus que se aplica sólo a determinantes de este orden.
Dicha regla establece que para alcanzar el valor de un determinante de orden tres se recurre a un
cuadro auxiliar que consiste en considerar los elementos del determinante tal como aparecen, y, a ese
conjunto repetirle a continuación de la tercera línea (fila o columna) los elementos de las dos primeras
líneas (filas o columnas respectivamente) en el mismo orden que están dispuestos en el determinante
dado.
Si consideramos el siguiente determinante de orden tres:
2 8 0
Q  4 3 5
9 4 6

el cuadro auxiliar a realizar sería:

116
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2 8 0
4 3 5 2 8 0 2 8
9 4 6 o bien 4 3 5 4 3
2 8 0 9 4 6 9 4
4 3 5
Luego, el valor del determinante se obtendrá de realizar una resta entre el resultado de dos sumas.
La suma que actúa como minuendo se logra al reunir los resultados de tres productos parciales, cada uno
de los cuales consta de tres factores, compuesto uno de ellos por el producto de los elementos de la
diagonal principal del determinante y, los otros dos, por los productos de los elementos de cada una de las
líneas paralelas a la diagonal aludida que tienen tres elementos. La suma que actúa como sustraendo
estará compuesta por la suma de otros tres productos parciales, uno ellos logrado al multiplicar los tres
elementos que cubren la diagonal secundaria del determinante y los otros dos con los productos de los
elementos que cubren cada una de las líneas paralelas a esta diagonal que presentan tres elementos en el
cuadro auxiliar.
Para el ejemplo anterior sería:

o bien,

Cualquiera sea la disposición elegida para confeccionar el cuadro auxiliar, puede observarse que:
a) el valor del determinante surge de una resta;
b) el minuendo de la resta está compuesto por tres sumandos;
c) el sustraendo de la resta está integrado por tres sumandos;
d) cada sumando (tanto del minuendo como del sustraendo) queda integrado por el producto de
tres elementos;
e) uno de los sumandos del minuendo se logra del producto entre los tres elementos que cubren,
en el determinante dado, la diagonal principal (primer línea oblicua y llena del cuadro auxiliar);

117
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f) los otros dos sumandos del minuendo se logran de multiplicar los tres elementos que están
sobre las líneas paralelas a la diagonal principal en el cuadro auxiliar (las otras dos líneas de trazo lleno de
izquierda a derecha en dicho cuadro)
g) uno de los sumandos del sustraendo surge de multiplicar entre sí los tres elementos que cubren
la diagonal secundaria del determinante dado (línea de puntos de la izquierda en el cuadro auxiliar);
h) los otros dos sumandos del sustraendo surgen de multiplicar entre sí los tres elementos que
quedan ubicados sobre una misma línea oblicua y paralela a la aludida en el item anterior (ambas de
líneas de puntos en el cuadro auxiliar);
i) si bien en el cuadro auxiliar, tanto la diagonal principal como la secundaria presentan otras
líneas paralelas además de las consideradas, ninguna de ellas cuenta con tres elementos.
Además de los métodos expuestos, existen otros que son aplicables a determinantes de cualquier
orden, inclusive a los de orden dos o tres que expusimos anteriormente. A continuación desarrollaremos
específicamente los más usados.

Método de adjuntos o cofactores.

Antes de enunciar el método en sí, es necesario aclarar qué se entiende por adjunto o cofactor.
Cabe indicar que cada elemento de un determinante de orden mayor o igual a dos tiene asociado un
adjunto o cofactor. El mismo resulta igual a un determinante de un orden menor al original, llamado
menor complementario, al cual se le antepone un signo positivo o negativo, según que la suma de los
subíndices del elemento al cual está asociado el cofactor, sea par o impar.
Se denomina menor complementario de un elemento cualquiera aij de un determinante de orden
n, siendo n  2, al determinante de orden n-1 obtenido al suprimir la fila i y la columna j del determinante
dado.
Ejemplo: dado el determinante:
2 8 0
Q  4 3 5
9 4 6

el menor complementario del elemento q13, el cual se denota con una letra M mayúscula con subíndices
coincidentes (M13), estará conformado por los elementos que no pertenecen a la fila 1 o a la columna 3.
Es decir que siendo:

2 8 0
Q 4 3 5 el menor complementario M13 =
4 3
9 4
9 4 6

De la misma manera pueden ser calculados los menores complementarios de los elementos q23 y
q33,

2 8 0
Q 4 3 5 el menor complementario M23 =
2 8
9 4 6 9 4

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2 8 0
Q 4 3 5 el menor complementario M33 =
2 8
9 4 6 4 3

como de cualquiera de los elementos que componen el determinante Q.


Tal como lo dijimos, para lograr el cofactor de un determinado elemento, al menor
complementario de dicho elemento se le debe anteponer un signo, llamado signo de posición del
elemento. Este signo será positivo si la suma de los subíndices del elemento es par y negativo si es impar.
Por lo tanto, puede expresarse como una potencia de base -1 y exponente igual a la suma de los citados
subíndices.
De acuerdo a lo expuesto, para cada elemento aij de un determinante le corresponde su menor
complementario Mij, que permite determinar a su vez su “cofactor o adjunto” que es denotado como Aij
y que resulta ser igual a:
A i j 1 i  j M i j

Utilizando esta expresión y los menores complementarios calculados previamente, es posible


determinar los adjuntos o cofactores de los elementos de la tercer columna del determinante Q, los que
resultarán igual a:
4 3 4 3 2 8 2 8 2 8 2 8
A13 = (-1)1+3 = A23 = (-1)2+3 =- A33 = (-1)3+3 =
9 4 9 4 9 4 9 4 4 3 4 3
Ahora bien, el método que se aplica para calcular el valor de un determinante de un orden
cualquiera mayor o igual que dos, denominado método de adjuntos o cofactores, enuncia que el valor de
un determinante se puede encontrar multiplicando cada uno de los elementos de cualquier línea (fila o
columna) por su cofactor y sumando, luego los productos obtenidos.
Siguiendo este método, y si tomáramos los elementos de la tercera columna del determinante Q
anterior, elementos de los cuales por otro lado hemos calculado sus respectivos adjuntos o cofactores, el
valor del determinante Q será igual a:
2 8 0
4 3 2 8 2 8
Q  4 3 5 =0. +5 - +6 = 0 + 5 [- ( 8 - 72)] + 6 (6 - 32) = 5 . 64 + 6 (-26) =
9 4 9 4 4 3
9 4 6

Q = 320 - 156 = 164

Como se podrá apreciar el valor obtenido por este método resulta coincidente con el hallado
según la Regla de Sarrus.
Si bien, tal como se ha enunciado, el valor del determinante se obtiene multiplicando cada uno de
los elementos de cualquier línea por su cofactor y sumando los productos parciales, desde el punto de
vista práctico, en la elección de la línea a utilizar en el desarrollo, debe tenerse presente los elementos que
la componen, ya que siempre resultará más conveniente usar aquella que contenga más elementos nulos y
a falta de ellos los de menor valor entero, de manera que los cálculos a realizar resulten más simples.

Método pivotal o de Ghío.

Este método se enuncia diciendo que el valor de un determinante resulta ser equivalente al
producto entre el valor de un pivote (elemento del determinante que se selecciona y que no debe ser nulo),
acompañado de su signo de posición y un determinante, de un orden menor que el dado, cuyos elementos
se logran de restar a cada uno de los elementos ajenos a las líneas del pivote, el producto entre los
elementos de la fila y columna del pivote que pertenecen simultánea y respectivamente a la columna y fila

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del elemento minuendo y el inverso multiplicativo del pivote seleccionado (de aquí que dicho pivote no
pueda ser nulo).
Lo anterior, expresado simbólicamente resulta ser, para un determinante A genérico de orden n, y
considerando a a21 como pivote no nulo:

1 1 1
a 12  a 11a 22 a 13  a 11a 23 ... a 1n  a 11a 2n
a 11 a 12 ... a 1n a 21 a 21 a 21
1 1 1
a 21 a 22 ... a 2n a 32  a 31a 22 a 33  a 31a 23 ... a 3n  a 31a 2n
A   a 21 a 21 a 21 a 21
... ... ... ...
... ... ... ...
a n1 a n2 ... a nn 1 1 1
a n2  a n11a 22 a n2  a n1 a 23 ... a nn  a n1 a 2n
a 21 a 21 a 21
donde el pivote seleccionado por estar ubicado en la segunda fila y primera columna resulta quedar
acompañado de signo negativo.
Para clarificar lo expuesto, tomemos un ejemplo numérico y aprovechemos el determinante Q
presentado para el cálculo de su valor en el método que se explicó anteriormente. Si calculamos su valor
por este método, eligiendo al elemento a23 como pivote, se tiene:
1 1
2 8 0 2  4.0. 8  3.0. 2 8
5 5 = -5 21  4 168 
Q  4 3 5 = 5 (-1)2+3 2 = -5    = 164
9 4 6 9  4.6.
1
4  3.6.
1
5 5 5 5 
5 5
Podemos fundamentar el método realizando algunas transformaciones, de manera que el
determinante dado se transforme por propiedades adecuadas, en otro de igual orden y valor, pero que
exhiba en el lugar del pivote seleccionado un 1 y los restantes elementos de la columna del pivote nulos.
En esas transformaciones intervienen únicamente operaciones elementales (suma, resta y
producto) y lograda la composición de la columna que contiene al pivote en la forma indicada, se aplica el
método de los adjuntos o cofactores utilizando como línea de desarrollo precisamente esa columna.
Para transformar a la fila que contiene al pivote, de modo que el valor del determinante no se
altere y en el lugar del mismo se registre un elemento de valor unitario, se multiplica a toda la fila por el
inverso multiplicativo del valor del elemento que se elige como pivote y a todo el determinante por un
escalar de igual valor que dicho pivote para contrarrestar el efecto de esa transformación.
Si para el mismo determinante Q que se presentó para calcular su valor por el método de adjuntos
o cofactores, elegimos como pivote al elemento a23, se tendrá que para el caso:

2 8 0 2 8 0
4 3
Q  4 3 5 =5 1
5 5
9 4 6 9 4 6
Luego, se transforma cada una de las restantes filas restando de cada elemento, el producto entre
el valor del elemento que ocupa en esa fila la columna del pivote y el elemento que en la columna del
elemento que estamos transformando ocupa la fila del pivote. Esta transformación, como se verá un poco
más adelante al tratar las propiedades de los determinantes, no altera el valor del determinante, motivo
por el cual no hay que recurrir a la realización de compensación alguna que evite cambios en el valor del
determinante que nos interesa.
Aplicando el procedimiento antes descripto al caso que nos ocupa, se tendrá:

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4 3
2  0. 8  0. 0  0 .1
2 8 0 2 8 0 5 5 2 8 0
4 3 4 3 4 3
Q  4 3 5 =5 1 =5 1 =5 1
5 5 5 5 5 5
9 4 6 9 4 6 4 3 21 2
9  6. 4  6. 6  6 .1 0
5 5 5 5
Si aplicamos el método de adjuntos o cofactores para hallar el valor del último determinante,
utilizando como línea de desarrollo la tercera columna, se tendría que:
2 8
2 = -5  
4 168 
= 5. 1. (-1)2+3 21  = 164
5 5 5 5 

Suele encontrarse la expresión de lo realizado, escrita para el caso, como: se multiplica la segunda
línea por el valor 1/5 y a todo el determinante por 5 para compensar el efecto de ese producto por el
quinto, y luego se hace:
F1 - 0F2 para determinar el valor nulo de la posición a13
F3 - 6F2 para determinar el valor nulo de la posición a33
aplicándose luego el desarrollo por adjuntos o cofactores por la tercera columna del determinante
transformado.

Propiedades de los determinantes.

Conocidos los métodos de cálculo del valor de un determinantes de cualquier orden, trataremos
de fundamentar en forma teórica y generalizada las propiedades que se verifican en éstos, algunas de las
cuales se utilizaron precedentemente.
Esas propiedades se verifican para los determinantes, cualquiera sea su orden, y con
independencia de los valores que lo conforman, salvo cuando para los mismos se indique lo contrario y en
forma específica. De entre las principales destacamos las que se detallan seguidamente.

1. Si se cambia la posición de una línea cualquiera de un determinante por la de otra, el valor


absoluto del determinante se mantiene pero cambia su signo.
Consideremos el determinante genérico A siguiente:
a 11 a 12 ... a 1n
a 21 a 22 ... a 2n
A = a 31 a 32 ... a 3n
... ... ... ...
a n1 a n2 ... a nn

y calculemos su valor haciendo el desarrollo por la tercera fila por ejemplo, conforme al método de los
adjuntos o cofactores:
a 12 a 13 ... a 1n a 11 a 13 ... a 1n a 11 a 12 ... a 1,n 1
a 22 a 23 ... a 2n a 21 a 23 ... a 2n a 21 a 22 ... a 2,n 1
a 31 a 42 a 43 ... a 4n  a 32 a 41 a 43 ... a 4n  ...  ( 1) 3n a 3n a 41 a 42 ... a 4,n 1
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
a n2 a n3 ... a nn a n1 a n3 ... a nn a n1 a n2 ... a n,n 1

Si en el determinante dado cambiamos la tercera fila por la segunda, nos queda un nuevo

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determinante, que llamaremos A’, y que adopta la conformación:


a 11 a 12 ... a 1n
a 31 a 32 ... a 3n
A’ = a 21 a 22 ... a 2n
... ... ... ...
a n1 a n2 ... a nn

de modo tal que al hacer el desarrollo por la misma línea que antes (ahora segunda en el determinante que
hemos obtenido), queda:

a 12 a 13 ... a 1n a 11 a 13 ... a 1n a 11 a 12 ... a 1,n 1


a 22 a 23 ... a 2n a 21 a 23 ... a 2n a 21 a 22 ... a 2,n 1
2n
 a 31 a 42 a 43 ... a 4n  a 32 a 41 a 43 ... a 4n  ...  ( 1) a 3n a 41 a 42 ... a 4,n 1
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
a n2 a n3 ... a nn a n1 a n3 ... a nn a n1 a n2 ... a n,n 1

Obsérvese que cada término de este desarrollo es coincidente en su composición o integración


con el efectuado con el determinante A, excepto por los signos que son exactamente los contrarios. Ello
debido al cambio de posición de los elementos usados en el desarrollo, porque los signos de los factores
que acompañan a cada determinante no coinciden con los que resultarían de aplicar como exponentes de
la potencia de base (-1) la suma de los subíndices, ya que éstos indican ahora una identificación no
coincidente con el lugar que ocupaban.
Si en esta última expresión del valor del determinante extraemos como factor común de todos los
términos a (-1) es evidente que se lograría:
 a 12 a 13 ... a 1n a 11 a 13 ... a 1n a 11 a 12 ... a 1,n 1 
 
 a 22 a 23 ... a 2n a 21 a 23 ... a 2n a 21 a 22 ... a 2,n 1 
 
( 1) a 31 a 42 a 43 ... a 4n  a 32 a 41 a 43 ... a 4n  ...  ( 1) 2n a 3n a 41 a 42 ... a 4,n 1 
 ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 
 
 a n2 a n3 ... a nn a n1 a n3 ... a nn a n1 a n2 ... a n,n 1 

donde puede observarse que la expresión entre llaves coincide con el desarrollo del determinante original.
Esto nos permite concluir que el cambio de línea ha generado un cambio en el signo del valor del
determinante pero no en su valor absoluto. Como la línea elegida para el desarrollo lo ha sido al azar, esta
observación se hubiera alcanzado cualquiera hubiera sido la selección, permitiéndonos confirmar de este
modo lo dicho respecto del signo del determinante cuando se altera la posición de una línea del mismo.
A efectos de ejemplificar lo dicho, consideremos el valor del determinante S que se da a
continuación y observemos el del S’ presentado a su derecha, que se obtiene de cambiar la primera fila
por la segunda en el original S, ambos resueltos por el método directo.
3 5 1 4
S  12  5  7 S'   5  12   7
1 4 3 5

2. Si se practican dos cambios de posiciones de líneas de un determinante, el determinante


mantiene su valor original.
Consideremos un determinante cualquiera y supongamos que hacemos un cambio de líneas, tal
como se hizo con el determinante A que se dio inicialmente transformándolo en A’ cuando cambiamos la
tercera fila por la segunda. Ese cambio provocará indudablemente un cambio en el signo del determinante
original pero no en el valor absoluto del mismo, o sea que A’ tiene un valor coincidente con el de A
cambiado de signo. Sobre este determinante A’ pensemos en la realización de un cambio entre una y otra
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línea, de modo de alcanzar un nuevo determinante, que identificaremos como A”, el que evidentemente
cambiará el signo del valor de A’ aunque no el valor absoluto de ese determinante. Ese cambio en
consecuencia, hará que el valor de A” coincida (en su valor y en su signo) con el del determinante
original A, lo que nos lleva a concluir entonces que, realizando dos cambios de líneas el determinante no
altera su valor.
La simpleza de los argumentos comentados invitan a evitar comentarios adicionales quedando a
cargo del lector la ejemplificación correspondiente como para verificar con un caso particular todo lo
expresado.

3. Si se practica una cantidad par de cambios de posiciones de líneas de un determinante, el


determinante mantiene su valor original.
Con apoyo ahora en la propiedad del cambio de dos líneas en un determinante ya comentada,
puede concluirse que la realización de un total par de cambios mantendrá tanto el valor como el signo del
determinante original en el nuevo, ya que el total de cambios puede ser descompuesto en una serie de
cambios pares (conjuntos de dos cambios), donde cada uno de ellos mantendrá el valor original del
determinante incluso en su signo, lo que se mantendrá hasta el final de los cambios.
Nuevamente dejamos a criterio del lector la verificación de lo dicho para un caso
particular que el mismo diseñe, obviando explicaciones adicionales por entenderlas innecesarias debido a
la simplicidad de los argumentos indicados.

4. Si se practica una cantidad impar de cambios de posiciones de líneas de un determinante, el


determinante mantiene su valor absoluto original, pero cambia su signo.
Si nos apoyamos en las propiedades comentadas previamente, podemos generalizar las
consecuencias del cambio en el signo del valor de un determinante cuando se efectúa un cambio impar de
líneas, ya que todo impar puede ser descompuesto en un total de cambios pares (conjuntos de pares o dos
cambios) y un cambio adicional final. Como cada par de cambios mantiene el valor original del
determinante incluso en su signo, el definitivo depende únicamente del último cambio, que al ser uno
único hará que, manteniéndose el valor, cambie el signo.
Como ejemplo consideremos los determinantes S y S’ siguientes, cuyos valores han sido
determinados por el método directo por tratarse de determinantes de orden dos, y en donde se ha hecho un
cambio de primera fila por segunda, primera columna por segunda y finalmente primera fila por segunda:
3 5 5 3
S  12  5  7 S'   5  12   7
1 4 4 1

5. Multiplicando todos los elementos de una línea de un determinante por un escalar cualquiera,
el determinante resultante tiene por valor el del original multiplicado por dicho escalar.
Sea el determinante genérico que ya hemos considerado, y multipliquemos todos los elementos de
una línea, por ejemplo la tercera, por un escalar cualquiera p, de modo tal que se alcanza el determinante
que adopta la forma:
a 11 a 12 ... a 1n
a 21 a 22 ... a 2n
p.a31 p.a32 ... p.a3n
... ... ... ...
a n1 a n2 ... a nn

Si desarrollamos el determinante por la tercera línea horizontal, el valor del mismo resulta
equivalente a:

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a 12 a 13 ... a 1n a 11 a 13 ... a 1n a 11 a 12 ... a 1,n 1


a 22 a 23 ... a 2n a 21 a 23 ... a 2n a 21 a 22 ... a 2,n 1
2n
p.a31 a 42 a 43 ... a 4n  p. a 32 a 41 a 43 ... a 4n  ...  ( 1) p.a3n a 41 a 42 ... a 4,n 1
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
a n2 a n3 ... a nn a n1 a n3 ... a nn a n1 a n2 ... a n,n 1

que permite extraer a p como factor común de todos los sumandos, resultando entonces:

 a 12 a 13 ... a 1n a 11 a 13 ... a 1n a 11 a 12 ... a 1,n 1 


 
 a 22 a 23 ... a 2n a 21 a 23 ... a 2n a 21 a 22 ... a 2,n 1 
 2n 
p  a 31 a 42 a 43 ... a 4n  a 32 a 41 a 43 ... a 4n  ...  ( 1) a 3n a 41 a 42 ... a 4,n 1 
 ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 
 
 a n2 a n3 ... a nn a n1 a n3 ... a nn a n1 a n2 ... a n,n 1 

Si observamos el factor que multiplica al escalar p veremos que es igual al del desarrollo por la
tercera fila del determinante original, lo que nos lleva a concluir que el valor del determinante,
modificado en la forma indicada, coincide con el producto entre el escalar p y el valor que tenía el
determinante original, confirmando lo expresado en la propiedad enunciada.
A modo de ejemplo consideremos el determinante S de la izquierda y el S’ de la derecha que
surge de multiplicar por el escalar 3 a los elementos de la primera fila del anterior. Resueltos ambos,
permiten confirmar lo dicho, ya que el valor 21 del segundo de los determinantes no es sino el producto
entre el escalar 3 y el valor del determinante original que es de 7.
3 5 9 15
S  12  5  7 S'   36  15  21
1 4 1 4

Esta propiedad es la que se ha tenido en cuenta al aplicar la fundamentaciópn del cálculo de un


determinante por el método pivotal, y permite justificar el proceso compensatorio oportunamente
comentado.

6. Si todos los elementos de un determinante se multiplican por un mismo escalar, el valor del
nuevo determinante resulta igual al del original multiplicado por una potencia que tiene por base a dicho
escalar y por exponente al orden del determinante.
Como por la propiedad anterior, si multiplicamos los elementos de una línea por un escalar el
valor del determinante logrado equivale al del inicial multiplicado por dicho escalar. Si multiplicáramos
dos líneas del determinante por un mismo escalar, el valor del que se logre debiera quedar, respecto del
original, multiplicado por el cuadrado de dicho escalar.
En consecuencia, si multiplicamos todos los elementos de un determinante por un mismo escalar,
el determinante quedará multiplicado sucesivamente por dicho escalar tantas veces como líneas (filas o
columnas) posea el determinante. Como el total de líneas del determinante original se supone son n,
multiplicar n veces por el mismo escalar equivale a multiplicar por la potencia enésima de dicho escalar y
de aquí lo enunciado en la propiedad que nos ocupa.
La facilidad de la comprensión de lo dicho nos lleva a presentar un ejemplo para verificar lo
expresado sin necesidad de comentarios adicionales. Supongamos que tengamos el determinante S dado
en los ejemplos de las propiedades anteriores, y luego el S’ que se obtiene de multiplicar a todos los
elementos de S por el escalar –3. Este determinante tendría un valor de 63 que surgiría de hacer el cálculo
(-3)2 . 7 = 9 . 7 = 63, donde el –3 es el escalar factor, el exponente 2 es el orden del determinante S o del
S’ (ya que son coincidentes) y 7 es el valor del determinante original.

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 9  15
S'   108  45  63
 3  12

7. Si un determinante posee una línea totalmente conformada por elementos nulos, el valor del
mismo resulta ser 0 (cero).
Sea el determinante S siguiente:
s 11 s 12 ... s 1n
s 21 s 22 ... s 2n
S 0 0 ... 0
... ... ... ...
s n1 s n2 ... s nn

Considérese que cada uno de los elementos de una línea del determinante S dado (para el caso la
tercera fila) resultará estar cubierta por elementos todos de valor nulo. Como su valor, logrado por el
desarrollo de esa línea resulta equivalente a:
s 12 s 13 ... s 1n s 11 s 13 ... s 1n s 11 s 12 ... s 1,n 1
s 22 s 23 ... s 2n s 21 s 23 ... s 2n s 21 s 22 ... s 2,n 1
0 0  ...  0
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
s n2 s n3 ... s nn s n1 s n2 ... s nn s n1 s n2 ... s n 1,n 1

y al ser cada uno de los elementos a3j nulo, el cálculo anterior arroja un resultado nulo, con independencia
del valor del menor complementario.
Como la línea elegida para el caso lo ha sido al azar, es evidente que la conclusión resulta válida
cualquiera resulte ser ésta.
Si se toman los ejemplos numéricos siguientes, puede confirmarse en dos casos concretos lo
expresado al respecto:
3 5 4 0
000 000
0 0 -3 0

8. Si un determinante tiene dos líneas iguales entre sí es nulo.


Para demostrar esta propiedad partiremos de un determinante genérico de orden dos como el
siguiente:
a 11 a 11
a 21 a 21

donde es evidente que su valor es igual a cero porque el producto de los elementos de la diagonal
principal y el de la diagonal secundaria resultan coincidentes.
Consideremos ahora un nuevo determinante, también genérico, pero de orden tres.
a 11 a 11 a 13
a 21 a 21 a 23
a 31 a 31 a 33

el cual desarrollándolo por la tercera columna, resulta:

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a 21 a 21 a 11 a 11 a 11 a 11
a13 - a23 + a33
a 31 a 31 a 31 a 31 a 21 a 21

donde cada determinante de orden dos factor de cada término, resulta ser nulo por contar con dos líneas
iguales.
Si pasamos a un determinante genérico de orden cuatro,
a 11 a 11 a 13 a 14
a 21 a 21 a 23 a 24
a 31 a 31 a 33 a 34
a 41 a 41 a 43 a 44

y lo desarrollamos por la última columna se tendrá:


a 21 a 21 a 23 a 11 a 11 a 13 a 11 a 11 a 13 a 11 a 11 a 13
-a14 a 31 a 31 a 33 + a24 a 31 a 31 a 33 - a34 a 21 a 21 a 23 + a44 a 21 a 21 a 23
a 41 a 41 a 43 a 41 a 41 a 43 a 41 a 41 a 43 a 31 a 31 a 33

donde cada determinante factor de cada término es nulo por tratarse de un determinante de orden tres con
dos líneas iguales.
Luego, por recurrencia podríamos generalizar diciendo que cualquiera sea el orden del
determinante, si el mismo tiene dos líneas iguales entre sí, su valor es nulo.

9. Si una línea de un determinante es reemplazada por la que se obtiene de sumarle a ésta, otra u
otras líneas de igual disposición, el valor del determinante no se altera.
Para demostrar esta propiedad partiremos del siguiente determinante genérico:
a 11  a 12 a 12 a 13 ... a 1n
a 21  a 22 a 22 a 23 ... a 2n
a 31  a 32 a 32 a 33 ... a 3n
... ... ... ... ...
a n1  a n 2 a n2 a n3 ... a nn

Si aplicamos la propiedad enunciada en 9. desdoblando la primera columna, resulta que:


a 11  a 12 a 12 a 13 ... a 1n a 11 a 12 a 13 ... a 1n a 12 a 12 a 13 ... a 1n
a 21  a 22 a 22 a 23 ... a 2n a 21 a 22 a 23 ... a 2n a 22 a 22 a 23 ... a 2n
a 31  a 32 a 32 a 33 ... a 3n = a 31 a 32 a 33 ... a 3n + a 32 a 32 a 33 ... a 3n
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
a n1  a n 2 a n2 a n3 ... a nn a n1 a n2 a n3 ... a nn a n 2 a n2 a n3 ... a nn

En la suma del segundo miembro, el segundo de los determinantes es nulo, ya que tiene dos líneas
exactamente iguales, por lo tanto la anterior igualdad puede expresarse como:

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a 11  a 12 a 12 a 13 ... a 1n a 11 a 12 a 13 ... a 1n
a 21  a 22 a 22 a 23 ... a 2n a 21 a 22 a 23 ... a 2n
a 31  a 32 a 32 a 33 ... a 3n = a 31 a 32 a 33 ... a 3n
... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
a n1  a n 2 a n2 a n3 ... a nn a n1 a n2 a n3 ... a nn

con lo cual podemos concluir que el valor de un determinante no cambia si a una de sus líneas se la
reemplaza por la reunión de sus propios elementos con los elementos de otra u otras.
Consideremos como original el determinante S y a partir de él logramos el S’, en el cual la primer
columna resulta coincidente con la misma columna de S y la segunda columna se reemplaza por la que se
obtiene sumando a los elementos de ella los de la segunda columna del original. Los valores de estos
determinantes resultan coincidentes y el caso verifica entonces la propiedad enunciada.
3 5 3 8
S  12  5  7 S'   15  8  7
1 4 1 5

10. Si una línea de un determinante es reemplazada por la que se obtiene de sumarle a ésta, otra
u otras líneas de igual disposición, el valor del determinante no se altera, incluso si antes de sumar o restar
los valores de otras líneas éstos son premultiplicados por un número no nulo.
Evidentemente lo expresado se puede considerar como la aplicación de la propiedad anterior un
número reiterado de veces con la misma línea. Es evidente también que si se hiciera la operación vez a
vez, el determinante original se transformaría sucesivamente en nuevos que mantendrían como valor el
del original. Como la suma de varias veces un mismo elemento puede considerarse como la suma de una
vez ese elemento premultiplicado por un escalar coincidente con la cantidad de veces que se realiza la
suma, lo expresado en esta propiedad es verdadero, y también válido para determinantes de cualquier
orden.
A fin de ejemplificar lo dicho, al determinante S dado en la propiedad anterior, transformémoslo
en el S’ que se presenta seguidamente, donde la segunda fila ha sido reemplazada por los elementos que
cubrían a ella misma aumentados en el doble de los que ocupan igual columna en la primera fila. El valor
final sigue siendo coincidente con el original del determinante S.
3 5
S'   42  35  7
7 14

Esta es la propiedad que se aplicó en oportunidad de fundamentar el método pivotal o de Ghío.

11. Cuando un determinante tiene una de sus líneas que resulta ser combinación lineal de otra u
otras, el valor del determinante resulta ser nulo.
Antes de fundamentar esta propiedad debemos aclarar cuándo existe combinación lineal entre las
líneas de un determinante. En tal sentido, se dice que dos o más líneas de un determinante que presentan
igual posición (horizontal o vertical) están ligadas entre sí en forma lineal, cuando cada uno de los
elementos de una de ellas surge de sumar los correspondientes de otra u otras, incluso con la posibilidad
de que los de una misma línea puedan estar premultiplicados por un escalar cualquiera no nulo.
Cuando ello ocurre se dice que una línea del determinante depende en forma lineal de otra u otras
del mismo determinante ubicadas en igual posición, o que hay combinación lineal entre líneas de igual
posición de ese determinante,
Si identificamos a cada línea del determinante como li, y con i a un escalar cualquiera, se verifica
una combinación lineal cuando:

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1.l1 + 2.l2 + ... + i-1.li-1 + i+1.li+1 + n-1.ln-1 + n.ln = li


si no resultan simultáneamente nulos todos los i aunque sí pudieran serlo alguno o algunos de ellos.
Así por ejemplo, en los determinantes T y W siguientes se observa una combinación de líneas:
1 1 0 1
1 3 2
5 2 1 3
T = 2 6 4 W=
4 6 2 2
1 3 0
9 1 0 6

ya que en el primero de los casos los elementos de la segunda columna se logran de multiplicar a los de la
primera columna que están en la misma fila, por el escalar -3, o sea que los elementos de la segunda
columna resultan de:
a12 = (-3) . a11 + 0 . a13 = (-3) . 1 + 0 . 2 = -3
a22 = (-3) . a21 + 0 . a23 = (-3) . 2 + 0 . 4 = -6
a32 = (-3) . a31 + 0 . a33 = (-3) . (-1) + 0 . (-1) = 3
En consecuencia, se dice que la segunda columna resulta ser combinación lineal de la primera, o
viceversa, o también que el determinante presenta combinación lineal entre sus líneas.
En el segundo de los ejemplos, cada uno de los elementos de la cuarta fila del determinante se
obtiene de multiplicar adecuadamente por 2 los elementos de la primera, por 1 los de la segunda y por ½
los de la tercera, tal como se expresa seguidamente:
a41 = 2 . a11 + 1 . a21 + 0,5 . a31 = 2 . 1 + 1 . 5 + 0,5 . 4 = 2 + 5 + 2 = 9
a42 = 2 . a12 + 1 . a22 + 0,5 . a32 = 2 . (-1) + 1 . (-2) + 0,5 . 6 = -2 + -2 + 3 = -1
a43 = 2 . a13 + 1 . a23 + 0,5 . a33 = 2 . 0 + 1 . 1 + 0,5 . (-2) = 0 + 1 + (-1) = 0
a44 = 2 . a14 + 1 . a24 + 0,5 . a34 = 2 . 1 + 1 . 3 + 0,5 . 2 = 2 + 3 + 1 = 6
Dado que se ha confirmado la propiedad que indica que si una línea de un determinante es la
suma de sus valores originales con los de otra u otras, el determinante no cambia de valor, cuando se
enfrenta un determinante en el que una de sus líneas es combinación lineal de otra u otras pueden
reemplazarse los elementos de alguna de estas líneas vinculadas entre sí, por el resultado que se logra de
sumarles a los elementos de una de ella, los de otra u otras, incluso premultiplicadas por un escalar.
Al efectuar ese reemplazo, la línea que se transforma queda evidentemente cubierta de elementos
nulos, cayendo entonces en que el valor de este nuevo determinante debe ser nulo debido a la propiedad
vinculada al caso ya comentada. Como el determinante no cambia de valor al realizar la transformación
citada, es evidente que el original también era nulo.
Supongamos que el determinante R fuera:
r11 r12 2r11 ... r1n
r r22 2r21 ... r2n
R  21
... ... ... ... ...
rn1 rn2 2rn1 ... rnn

del que desconocemos su valor, pero del cual sabemos que presenta combinación lineal porque la tercera
columna es igual al doble de la primera. Si sobre él aplicamos la transformación consistente en
reemplazar los elementos de la tercera columna por sus propios valores disminuidos en el doble de los de
la primera, obtenemos el determinante R’, que adopta la forma:

128
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r11 r12 0 ... r1n


r21 r22 0 ... r2n
R' 
... ... ... ... ...
rn1 rn2 0 ... rnn
Este determinante, por la propiedad enunciada anteriormente, tiene valor nulo como consecuencia
de tener nulos todos los elementos de la tercera columna.
Como R y R’ deben tener igual valor conforme a la propiedad enunciada en 8, el valor del
determinante original R también tiene que ser nulo, lo que verifica lo comentado, ya que al considerar una
línea al azar, el comportamiento debe verificarse en todos los casos.
Como ejemplo consideremos el determinante de orden dos que se expone seguidamente, donde
puede observarse que la segunda fila coincide con el doble de la primera y para el que, efectivamente, el
valor representado, resulta ser nulo:
3 5
 30  30  0
6 10

Nótese que si al realizar el cálculo 1.l1 + 2.l2 + ... + i-1.li-1 + i+1.li+1 + n-1.ln-1 + n.ln = li hay
algunos i nulos, eso indica que la línea li depende de aquellas para los que los i son distintos de cero,
resultando independiente de las líneas para las que el i factor resulta nulo.

12. Un determinante que tiene todos los elementos que están por encima de su diagonal principal
nulos, tiene un valor equivalente al producto entre los elementos que cubren su diagonal principal.
Un determinante que reuniera estas características podría ser el siguiente:
b 11 0 0
B  b 21 b 22 0
b 31 b 32 b 33

cuyo desarrollo, utilizando por ejemplo, la primera fila:


b 22 0 b 21 0 b 21 b 22
b 11 0 0 = b11 . b22 . b33
b 32 b 33 b 31 b 33 b 31 b 32

donde puede observarse que sólo el primer término asume un valor no nulo, que coincide con el producto
de los valores que componen la diagonal principal del determinante, verificándose en este caso la
propiedad.
Siguiendo idéntico procedimiento con determinantes de un orden mayor, por ejemplo de orden
cuatro, su desarrollo sería igual al producto del elemento que se ubica en la primer fila primer columna
por un determinante de orden tres, de estructura similar al B anterior, cuyo valor sabemos que es posible
obtenerlo mediante el producto de los elementos que componen la diagonal principal. Con lo cual
también el valor del determinante de orden cuatro, puede ser obtenido de la misma manera. Si
pretendemos calcular un determinante de orden cinco, también será posible hacerlo mediante el producto
del elemento que ocupa la primer fila y primer columna por un determinante de orden cuatro, que ya
sabemos a que es igual. En definitiva entonces, es posible probar que para un determinante de cualquier
orden su valor coincidirá con el producto de todos los elementos de su diagonal principal y de allí lo
expresado en esta propiedad.
La simplicidad de lo expresado hace innecesario abundar en mayores fundamentaciones.

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13. Un determinante que tiene todos los elementos que están por debajo de su diagonal principal
nulos, tiene un valor que equivale al producto entre los elementos de su diagonal principal.
La fundamentación de esta propiedad es coincidente con la realizada para la anterior y en
consecuencia se obvian nuevos comentarios.

14. Un determinante que tiene todos los elementos que están por encima y por debajo de su
diagonal principal nulos, tiene un valor que equivale al producto entre los elementos de su diagonal
principal.
Como consecuencia de las dos propiedades anteriores, se enuncia la presente que no requiere de
fundamentación adicional, quedando al lector la justificación de la misma luego del análisis
correspondiente.

15. Si A y B son dos matrices de orden n, entonces el determinante del producto entre ambas,
cualquiera sea el orden que se efectúa el mismo, es igual al producto de los determinantes de cada una de
ellas.
La demostración rigurosa de esta propiedad requiere una elaboración que excede, en principio, los
objetivos perseguidos en este curso. Sin embargo, podría inducirse su cumplimiento general, a partir de la
verificación del mismo para matrices de orden dos, ya que la prueba para órdenes superiores se complica
significativamente.
Consideremos en primer lugar el producto de las siguientes matrices A y B de orden dos:

a a  b b  a11 . b11  a12 .b21 a11 . b12  a12 .b22 


A.B   11 12  .  11 12    
a21 a22  b 21 b 22  a21 . b11  a22 .b21 a21 . b12  a22 .b22 
 
siendo en consecuencia, el valor del determinante de esta última matriz, el siguiente:
A. B  (a11 . b11  a12 .b21 )(a21 . b12  a22 .b22 )  (a21 . b11  a22 .b21 )(a11 . b12  a12 .b22 )

lo que operado convenientemente resulta igual a:


A . B =a11 b11 a22 b22 + a12 b21 a21 b12 - a21 b11 a12 b22 - a22 b21 a11 b12 (1)

Si por otro lado, consideramos el valor de los determinantes de las matrices A y B, tendremos:
a 11 a 12 b 11 b 12
A  a 11a 22  a 12a 21 B  b 11b 22  b 12b 21
a 21 a 22 b 21 b 22

con lo cual el producto del determinante de A por el determinante de B, resulta:


A . B  ( a 11a 22  a 12a 21 ).(b 11b 22  b 12b 21 )

Si realizamos el producto del segundo miembro, queda:


A . B = a11 a22 b11 b22 - a11 a22 b21 b12 - a21 a12 b11 b22 + a21 a12 b21 b12 (2)

A poco de analizar los segundos miembros de las igualdades (1) y (2) podemos concluir que son
iguales, comprobando en este caso la propiedad.
Si hubiéramos partido del producto B . A, tendríamos que:
b b 12  a 11 a 12   b 11 .a 11  b 12 .a 21 b 11 . a 12  b 12 .a 22 
B.A   11 
.
b 21 b 22 

a 21 a 22   b 21 . a 11  b 22 .a 21 b 21 . a 12  b 22 .a 22 

siendo el valor del determinante de la matriz resultado:


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B.A  (b 11 .a 11  b 12 .a 21 ) (b 21 .a 12  b 22 .a 22 )  (b 21 .a 11  b 22 .a 21 )(b 11 .a 12  b 12 .a 22 )

lo que operado resulta igual a:


B.A = b11 a11 b22 a22 + b12 a21 b21 a12 - b21 a11 b12 a22 - b22 a21 b11 a12 (3)

En tanto que si realizamos el producto:


B . A  (b 11b 22  b 12b 21 ). ( a 11a 22  a 12a 21 )

B . A = b11 b22 a11 a22 - b11 b22 a21 a12 - b21 b12 a11 a22 + b21 b12 a21 a12

Este último desarrollo coincide con lo hallado en (3) con lo cual se confirma la propiedad y
también con obtenido en (2), lo que nos lleva concluir que no interesa el orden en que se efectúa el
producto de las matrices y los determinantes respectivos.
A modo de ejemplo, consideremos las siguientes matrices:
1 2 0  4  1  1
   
R   4 5  3 y S  1 2 3
 1 2 0  0 2  1

cuyos determinantes resultan igual a R  12 y S  35 y el producto entre ambas en el orden expuesto
es:
 6 3 5
R . S   21 0 14
 2 5 7 

El lector podrá comprobar que el determinante de esta última matriz vale -420, valor coincidente
con el producto del determinante de R por el determinante de S.

Otras matrices especiales: Matriz adjunta y Matriz inversa.

En el capítulo anterior habíamos visto algunas matrices, que por sus características recibían el
nombre de especiales. Sin embargo, quedaron sin tratar dos tipos de matrices que por su importancia
dentro del álgebra matricial requieren un tratamiento más detallado. Tal el caso de la matriz adjunta y de
la matriz inversa, las cuales pasaremos a desarrollar.

Matriz adjunta

La palabra “adjunta” da una idea de que se pretende hacer referencia a una pareja, ya que algo
resulta ser adjunto de algún otro concepto o entidad cuando está unido o “junto a” otro objeto.
Tratándose de matrices, una matriz se llama adjunta de otra, cuando se cumplen u observan entre
ambas, algunas relaciones particulares que se expondrán seguidamente, destacándose en principio, que las
matrices adjuntas lo son únicamente de otras matrices que resultan ser cuadradas.
Se define como adjunta de otra matriz cuadrada A a la traspuesta de la matriz de cofactores de A,
siendo esta última la que resulta de reemplazar cada elemento de A por su respectivo cofactor. Esta matriz
denominada adjunta es también cuadrada y de orden coincidente con la de referencia. También podría
decirse que dada una matriz cuadrada A su adjunta sería la matriz de cofactores de la traspuesta de A, de
donde se deriva que la trasposición señalada es indiferente que se considere antes o después de calcular
los cofactores.

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Cabe aclarar que cada elemento de una matriz cuadrada tiene asociado un adjunto o cofactor que
se determina de manera análoga al adjunto o cofactor de un elemento del determinante.
Para indicar que una matriz es adjunta de otra se utiliza la expresión “Adj.” antepuesta a la letra
que identifica a la matriz vinculada. Así, si se nos da una matriz B cuadrada para que se determine su
adjunta, ésta se identificará como Adj. B.
Supongamos la matriz A siguiente, de orden 3 o de orden 3x3:
1 3 0
 
A   2 4  1
 5  2 6 

La matriz traspuesta de esa matriz A resulta ser, conforme al concepto de matriz traspuesta:
1 2 5
A'   3 4  2

 0  1 6 

Si ahora reemplazamos a cada elemento de A’ por su adjunto o cofactor, se tiene:


 4 2 3 2 3 4 
  
 1 6 0 6 0 1 
 2 5 1 5 1 2 
Adj. A     
 1 6 0 6 0 -1 
 2 5 1 5 1 2 
  
 4 2 3 2 3 4 

Si ahora continuamos con el proceso calculando cada uno de los determinantes, y operando con el
valor logrado conforme al signo que lo precede, se tiene:
 22  18  3 
Adj. A    17 6 1 
  24 17  2 

Existe una forma de verificar si la matriz hallada es en realidad la adjunta de la matriz A. Si se


realiza el producto entre la matriz dada y la adjunta determinada, o bien el producto entre la matriz
adjunta determinada y la dada, el resultado debe ser una nueva matriz, que reúne las características de ser
una matriz escalar de orden coincidente con las multiplicadas y para la que sus elementos significativos
serán iguales al valor del determinante de la matriz original dada.
La circunstancia apuntada en el párrafo anterior es de suma importancia para el cálculo o
determinación de otro concepto del álgebra matricial que se verá más adelante, por lo que se solicita se
tenga presente y se recuerde a tales efectos.
Obsérvese para el caso dado, que el determinante de la matriz dada vale -29 y que los productos
indicados precedentemente resultan ser:
1 3 0   22  18  3    29 0 0 
  
A x Adj. A   2 4  1 x   17 6 
1  0  29 0 
 5  2 6    24 17  2   0 0  29

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 22  18  3   1 3 0    29 0 0 

Adj. A x A    17 6    
1  x  2 4  1   0  29 0 
  24 17  2   5  2 6   0 0  29

Si se tiene en cuenta que los dos productos realizados arrojan el mismo resultado, puede
obtenerse una nueva conclusión respecto del comportamiento de una matriz y su adjunta, que es la que
fija una de las excepciones al producto entre matrices, tal como se anticipara. En este caso, dicho
producto resulta ser conmutativo, lo que, conforme también a lo dicho anteriormente, no se observa en
general en esta operación entre matrices.
Se deja como inquietud para el lector determinar la matriz de cofactores de la A dada y trasponer
ésta para confirmar lo dicho respecto de la oportunidad de trasposición de elementos, siempre necesaria
como parte del proceso de determinación.

Matriz inversa

Otra vez aquí la referencia es a dos matrices, una dada y su propia inversa. Para definir este nuevo
concepto en este álgebra particular, recurramos a la operación cociente entre números del campo racional.
Supongamos que debemos realizar el cociente entre el racional a y el racional b, o sea:
a/b
el que resulta ser equivalente a:
a/b = a . (1/b) = a . b-1
donde se ha reemplazado a la fracción 1/b por su equivalente b-1 que no es sino otra forma de expresar
dicho cociente.
El segundo factor de la última expresión anterior recibe el nombre de inverso multiplicativo o
simplemente inverso de b, o sea, el inverso multiplicativo de la base de esa potencia de exponente
negativo.
Si tuviéramos que realizar una división entre matrices, como por ejemplo A/B, ese cociente,
siguiendo la secuencia expresada para el cociente de racionales anteriores, podría expresarse como:
A/B = A . (1/B) = A . B-1
y entonces, con igual criterio, podríamos decir que B-1 es la matriz inversa de la matriz B.
Téngase presente ahora que, dado un número a no nulo cualquiera, su inverso multiplicativo
resulta ser escrito como 1/a o bien a-1, y su valor es tal que, multiplicado con el número dado a, se alcanza
como resultado el número 1, que es el elemento neutro del producto numérico.
Con igual criterio entonces, se define a la matriz inversa de otra dada, como aquella matriz que,
premultiplicada o postmultiplicada por la matriz dada, permite alcanzar como resultado la matriz
elemento neutro del producto de matrices, que no es sino la matriz identidad, identificada como matriz I.
De aquí se desprende otra de las excepciones a la no conmutatividad del producto de matrices, o
dicho de otra manera, que el producto entre una matriz y su inversa resulta ser conmutativo. Cabe aclarar
que no cualquier matriz tiene inversa, pero cuando la tiene recibe el nombre de invertible, inversible o
regular o también no singular. Cuando una matriz A es invertible, al premultiplicarla o postmultiplicarla
por su inversa, el resultado logrado es coincidente, y en ambos casos resulta ser la matriz identidad del
mismo orden.
Veamos ahora qué condiciones debe reunir una matriz para que tenga inversa. Obsérvese que al
ser conmutativo el producto de una matriz por su inversa, los órdenes de las matrices factores y del
resultado deben ser coincidentes. Esta condición evidentemente se cumple sólo cuando las matrices son
cuadradas. En consecuencia, esta es la primera condición para que una matriz tenga inversa, es decir que

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para una matriz sea regular debe ser cuadrada. También, se deriva de esta serie de consideraciones que la
matriz inversa de otra dada, tiene igual orden que esa.
Consideremos ahora el determinante del producto de una matriz por su inversa y el producto de
los determinantes de ambas. Como ya hemos visto, en oportunidad de desarrollar las propiedades de los
determinantes, el producto entre dos determinantes puede hallarse calculando cada uno de ellos y
realizando luego el producto entre esos dos valores, o bien, multiplicando las matrices cuyos
determinantes se pretenden multiplicar y calcular luego el número que corresponde al determinante de
esta nueva matriz.
Lo anterior, vinculado con lo dicho respecto del producto entre una matriz y su inversa nos lleva a
decir que, siendo A-1 la inversa de la matriz A, entonces:
A . A 1  A . A 1

El determinante del segundo miembro de la anterior igualdad puede determinarse calculando el


que se corresponda con la matriz resultado, el cual será evidentemente igual a uno, independientemente
del orden que tenga, por ser ese resultado una matriz identidad.
Dicho de otro modo, el determinante del resultado, que sabemos es de valor 1 (uno), equivale al
producto entre el valor del determinante de la matriz dada A y el de su inversa A 1 , o sea:

A . A 1  A . A 1  1

Ahora bien, si observamos esta igualdad, para que se cumpla, A y A 1 pueden adoptar
cualquier valor significativo (distinto de cero), ya que si uno o ambos fueran nulos, el resultado de dicho
producto no podría nunca resultar equivalente a la unidad.

Como A y A 1 son los valores de los determinantes de la matriz dada y su inversa, puede
decirse entonces que para que una matriz sea no singular, además de la condición de su cuadratura ya
comentada precedentemente, debe observarse que su determinante no sea nulo.
Todo lo anterior permite resumir entonces las condiciones que debe cumplir una matriz para que
resulte ser invertible y además las conclusiones que pueden extraerse sobre la inversa en caso de existir.
Puede decirse entonces que:
 Para que una matriz sea inversible debe ser cuadrada y de determinante no nulo.
 La inversa de una matriz cuadrada es también cuadrada, de orden coincidente con la de referencia y
determinante no nulo.
 Si una matriz A tiene como inversa a A-1 entonces la inversa de A-1 es la matriz A.
Para el caso que una matriz reúna las condiciones que permitan calcular su inversa, existen
diferentes métodos para realizar dicha determinación. Sin embargo, en este curso se detallarán dos
procedimientos distintos. Uno de ellos que se conoce como “Método de determinación de la inversa a
través de la adjunta”, justamente por hacer uso en el cálculo de la matriz adjunta de la dada, y otro que,
por utilizar operaciones elementales (suma, resta y producto) entre los elementos que componen la matriz
dada u otros adecuadamente transformados, recibe el nombre de “Método de determinación de la
inversa a través de operaciones elementales”o “Método de inversión de matrices de Jordan-Gauss”.
Esta última denominación se debe que precisamente este par de matemáticos fueron quienes lo
propusieron y desarrollaron.

a) Método de inversión de una matriz a través de la adjunta

Si tenemos en cuenta que el producto entre una matriz cuadrada cualquiera y su adjunta da por
resultado una matriz escalar, cuya diagonal principal queda cubierta por elementos que coinciden con el

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valor del determinante de la matriz dada, entonces, tomando el ejemplo utilizado en oportunidad de tratar
la matriz adjunta, resulta que:
1 3 0   22  18  3    29 0 0 
  
A x Adj. A   2 4  1 x   17 6 
1  0  29 0 
 5  2 6    24 17  2   0 0  29

Si en el segundo miembro de esta igualdad se pretendiera alcanzar la matriz unidad, bastaría con
multiplicar a la matriz existente por el inverso multiplicativo del det. A. En consecuencia, se daría que:
  29 0 0  1 0 0
1 
x 0  29 0    0 1 0 
 29
 0 0  29  0 0 1 

Ahora bien, para que la igualdad que refleja el producto entre A y su adjunta no se altere si al
segundo miembro lo multiplicamos por el inverso multiplicativo del determinante de A, debemos
multiplicar el primero también por ese escalar, o sea entonces que:
1 1
x A x Adj. A  A x Adj. A x I
A A

expresión que puede ser escrita como:


1 1
x A x Adj. A  A x (Adj. A x )I
A A

ya que el producto entre matrices y un escalar es conmutativo y asociativo.


Por otra parte, por definición de matriz inversa de otra matriz dada se tiene que:
A x A-1 = I

y si comparamos las dos últimas igualdades registradas, realizando un apareamiento elemento a elemento,
se podrá concluir que:
1 adj.A
A-1 = Adj.A. =
A A

lo que nos permite concluir que cuando existe, la inversa de una matriz dada coincide con el cociente que
se obtiene entre su matriz adjunta y su determinante, o también que, la inversa de una matriz regular dada,
coincide con el producto entre su matriz adjunta y el inverso multiplicativo del determinante de la matriz
de referencia.
Si consideramos la matriz A utilizada anteriormente para el cálculo de la matriz adjunta, para la
que det.A = -29 se tiene que:

 22  18  3 
  17  22 
1 
18 3
 6  
 22  18  3   29 29 29

Adj. A   24 17  2  1 
1   
17 6 1
A -1     17 6   
A - 29  29   29 29 29 
  24 17  2   24 17 2 
 29  
 29 29 
que verifica que:

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 22 18 3 

1 3 0   29 29 29 
 1 0 0
A x A -1   2 4  1 x  0 1 0
17 6 1
 
 29 29 29   
 5  2 6   24 17 2   0 0 1 
 29  
 29 29 

y también que:
 22 18 3 
  29 
 1 3 0  1 0 0
29 29
 17
 x  2 4  1   0 1 0 
6 1
A -1 x A    
 29 29 29     
 24 17 2   5  2 6   0 0 1 
 29  
 29 29 
cálculos éstos que confirman además, lo dicho respecto de la conmutatividad de este producto.

b) Método de inversión de una matriz a través de operaciones elementales o Método de Jordan-


Gauss

Tal como se anticipara, este método hace uso de operaciones elementales de suma, resta y
producto en el campo real entre los valores de los elementos que componen la matriz a invertir y otros
adecuadamente seleccionados, todo conforme a un proceso que fue analizado y propuesto por los
matemáticos Jordan y Gauss y que dieron sus nombres para identificar al procedimiento.
El proceso se basa en el uso de un cuadro de trabajo y algunas reglas generales (con alguna
adicional particular para casos especiales), tal como se expone a continuación.
El cuadro de trabajo consiste en un conjunto de tres o cuatro columnas tal como se presenta
seguidamente, y requiere para el trabajo, casi siempre, un total de tantas filas como el número que se
obtiene de aumentar en el orden de la matriz a invertir, el cuadrado de dicho orden:

PRESENTACION Y DE A a I DE I a A-1 CONTROL


OPERACIONES

Se dice que el cuadro puede contar con tres o cuatro columnas en razón de que la cuarta columna,
titulada “CONTROL”, es de uso optativo, no incidiendo en el proceso su existencia o no. Como se
desprende de su título, esta columna sirve al operador que hace el proceso, para confirmar paso a paso si
ha existido la comisión de algún error al concluirlos. Un avezado o seguro operador, puede omitirla sin
que ello implique la imposibilidad de alcanzar su cometido. También, puede omitirla un operador
inexperto, pero en general, si se comete un error, se hace necesario revisar todo el proceso, y hasta incluso
repetirlo, para detectarlo.
La primera columna del cuadro sirve para registrar los pasos que se hacen en cada oportunidad y
de allí su título “PRESENTACION Y OPERACIONES”, y sirve fundamentalmente para conservar la
tarea realizada sobre todo por su aporte frente a revisiones.
La segunda columna lleva el título “DE A a I” y en ella, inicialmente, se vuelca la matriz a
invertir (genéricamente llamada A), registrándose luego en la misma, los resultados de las

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transformaciones sucesivas que se realizan hasta alcanzar la matriz unidad o identidad de igual orden que
la dada para invertir. Si consideramos que la matriz identidad se nota como I, esas transformaciones
permitirán ir desde A a I.
La tercera columna del cuadro de trabajo, que se ha titulado como “DE I a A-1”, parte de una
presentación consistente en una matriz identidad de igual orden que la que se ha dado para invertir, y en
ella se realizan idénticas transformaciones que las practicadas en la columna anterior, pero sobre los
elementos de esa matriz identidad o sobre los que se van obteniendo en los diferentes pasos sucesivos.
Cuando en la segunda columna del cuadro se ha alcanzado la matriz identidad conforme a lo dicho en el
párrafo precedente, esta columna muestra, a igual nivel, la matriz inversa pretendida. Como las
transformaciones que se realizan tienden a cambiar la matriz identidad para alcanzar precisamente esa
inversa, esta columna ha recibido el título de lo que ocurre sobre ella en todo el proceso.
Si se trabaja con la cuarta columna denominada como “CONTROL”, en ella se deben practicar
idénticas transformaciones que las realizadas en las dos columnas anteriores a partir de sus valores de
presentación, que se comentará más adelante cómo se obtienen y cómo permiten concretar el control
aludido.
Antes de continuar, digamos que este método permite encontrar la matriz inversa de otra matriz
que sea regular, ya que, si una matriz no cumple las características generales enunciadas como
condiciones para contar con inversa, ésta no podrá encontrarse ni por éste ni por ningún otro método,
motivo por el cual, cuando nos referimos a inversa, nos referimos a la inversa de una matriz que la tiene.
Si bien lo que decimos puede parecer oscuro o complejo, se invita a que el lector repita la lectura
luego de haber realizado la experiencia de inversión con este método, con el ejemplo presentado o con
cualquier caso de su interés, y al hacer el apareamiento entre los comentarios y la tarea concreta, acabará
por comprender sin dificultad lo expresado.
El método trabaja con filas pero por columnas, y dentro de éstas, encontrando primero el
elemento de valor unitario para luego proceder a la búsqueda de los elementos nulos, destacándose que no
debe iniciarse la transformación de una nueva columna si antes no se ha completado la precedente.
Para encontrar los elementos de valor 1 (uno) se aplica la transformación:
Fila en que debe aparecer el 1 (uno)
x Inverso multiplicativo del número que ocupa ese lugar
Para encontrar cualquiera de los ceros se aplicará la regla:
Fila en la que debe aparecer el cero
 Número que ocupa el lugar del cero 
  
x Fila que tiene el 1 (uno) en esa columna,bien ubicado conforme a lo pretendido

Debe tenerse presente que la expresión “fila en que debe ...” o “... esa columna ...” se está
refiriendo a las líneas de la matriz dada (consignada en la segunda columna) o a las que se obtienen por
sucesivas transformaciones en la misma columna, y su vinculación con la que se pretende lograr que es la
matriz unidad, o sea que esas líneas son las que correspondería transformar para alcanzar el cometido.
Observemos por una parte que en los cálculos presentados para lograr las transformaciones
sucesivas, se hace mención a las filas, lo que confirma lo dicho respecto a que el proceso trabaja con filas,
y en segundo lugar, tengamos presente que en esas expresiones sólo se ha operado con la resta (que frente
a un sustraendo de valor negativo se transformará en suma) y el producto, operaciones elementales que
dan el nombre del método.
Apliquemos lo expuesto a un ejemplo concreto, utilizando para ello la matriz A siguiente:

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 2 -1 4 
A   1 0 2 
 3 - 2 1 

Antes de iniciar el proceso es necesario determinar si la matriz dada reúne las condiciones de ser
inversible, condiciones que en este caso se verifican por tratarse de una matriz cuadrada y de
determinante no nulo, ya que el mismo vale -5.
Luego, se comienza con el método en sí mismo, cuya primera etapa del proceso quedará
registrada como:

PRESENTACION Y DE A a I DE I a A-1 CONTROL


OPERACIONES
2 -1 4 1 0 0 6
Presentación del caso 1 0 2 0 1 0 4
3 -2 1 0 0 1 3

donde puede observarse que en la primera columna se ha consignado “Presentación del caso”, sin proceso
alguno, lo que se ha logrado registrando en la segunda columna del cuadro la matriz A dada para invertir
y en la tercera, una matriz unidad de orden tres por ser éste el orden de la matriz A.
Si bien se insiste en que la cuarta columna puede ser omitida, en esta oportunidad se la ha
colocado, destacándose que se utiliza en todos los casos, y en esta etapa de presentación, para consignar
el resultado de la simple suma de todos los valores registrados de las dos columnas anteriores. Obsérvese
que el número 6 consignado en la primera línea surge de realizar la suma de los números de esa misma
línea, o sea (2+(-1)+4+1+0+0), el segundo, de valor 4, de sumar (1+0+2+0+1+0) y el 3 de la tercera fila
de la columna de control de realizar la suma (3+(-2)+1+0+0+1).
Observemos ahora la segunda columna del cuadro. La matriz que se ha presentado para invertir
posee al valor 2 como elemento ubicado en la primera fila y primera columna, en donde debería lograrse
un elemento de valor equivalente a la unidad, ya que en esta columna del cuadro debemos obtener una
matriz identidad de orden tres.
Para lograr dicho uno en la primera fila debemos realizar una operación sobre el elemento
existente, de manera de obtener precisamente ese valor unitario. La transformación a realizar conforme a
lo visto anteriormente es:
F1 x ½
donde se ha reemplazado simplificadamente con F a la leyenda fila, acompañándola con el número
correspondiente a la fila que se transforma (en este caso el subíndice 1 indica que es la primera), y donde
el valor ½ resulta ser el inverso multiplicativo del número 2 que es el que ocupa el lugar en donde debe
quedar registrado el valor unitario que pretendemos lograr.
La expresión que nos refleja la transformación a realizar, tanto en esta oportunidad como en las
que puedan determinarse posteriormente, se registra en la primera columna del cuadro, precisamente
destinada a registrar los pasos que se hacen y las operaciones practicadas para transformar las matrices.
Esta transformación, tal como se indica en la expresión, afecta el total de elementos que se ubican
en la fila considerada (incluso la de control si se utiliza), y en todos esos elementos se produce idéntica
transformación.
El resultado logrado se registra en la próxima línea del cuadro de trabajo, de tal modo que se
tendría:

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PRESENTACION Y DE A a I DE I a A-1 CONTROL


OPERACIONES
2 -1 4 1 0 0 6
Presentación del caso 1 0 2 0 1 0 4
3 -2 1 0 0 1 3
F1 x ½ 1 -1/2 2 1/2 0 0 3

Aquí pueden observarse tres cuestiones. La primera es que los valores de la nueva línea surgen de
multiplicar por ½ los elementos de la primera línea del cuadro (primera fila a transformar), como por
ejemplo 1, que surge de 2 x ½, o bien 3 en la columna de control, que surgió de hacer 6 x ½.
La segunda cuestión destacable es que si se suman los elementos de esta línea transformada, para
el caso (1+(-½)+2+½+0+0), se obtiene como resultado 3, que coincide precisamente con el valor
consignado en la columna de control. Esto nos permite afirmar que esa transformación ha sido realizada
correctamente. Si el resultado de la suma no coincidiera con el valor consignado en la columna de control,
significa que se ha producido un error de cálculo que obliga a una revisión del proceso realizado con esa
fila.
Finalmente debe destacarse una tercera cuestión. En este momento, las matrices transformadas
son:
 1   1 
1  2 2  2
0 0
1 0 2 y  0 1 0
   
3 2 1  0 0 1
   
de las cuales la primera corresponde a la de la segunda columna y la segunda a la de la tercera columna.
Ello es así porque la primera fila del cuadro ha quedado transformada en la nueva registrada en la cuarta
línea del mismo, mientras las otras dos, sin transformación alguna hasta el momento, se mantienen como
estaban registradas en la segunda y tercera línea del cuadro de trabajo.
Como se ha dicho que deben completarse las transformaciones de una columna antes de
comenzar con las correspondientes a una de nivel superior, (la primera antes de comenzar con la segunda,
la segunda antes de iniciar la transformación de la tercera, etc.), se deben transformar entonces los
elementos de valor 1 y 3, que completan la primera columna en las filas 2 y 3, en valores nulos. Se
destaca que aquí sí resulta indistinto el orden de transformación, pudiéndose transformar primero el 1 que
ocupa en la primera columna la segunda fila y luego el 3 que ocupa la otra fila de esa misma columna, o
bien, a la inversa.
Si bien una cuestión de orden práctico invita a transformar el elemento que ocupa la segunda fila
en esa primer columna, se transformará primero el de la posición correspondiente a la tercera fila en esa
misma columna para indicar con mayor claridad un aspecto a considerar en el proceso.
Como el lugar en que debe aparecer el cero está ocupado por el elemento de valor 3, se deberá
realizar el cálculo:
F3 - 3 x F1
destacándose que:
F3 representa la tercera fila, que es en la matriz transformada, la fila en la que debe aparecer el
cero
3 es el número que ocupa el lugar en donde se pretende lograr el cero que estamos buscando, en

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la columna que estamos transformando


F1 es la fila que en la columna primera, tiene ubicado correctamente el uno, teniéndose presente
que el otro uno existente en esa columna, no resulta bien ubicado conforme a la pretensión de alcanzar la
matriz identidad en esa columna del cuadro.
Como la transformación que vamos a realizar nos dará la tercera fila de las matrices, ya
transformadas, en el cuadro de trabajo dejaremos una línea libre para registrar posteriormente la segunda
fila transformada, y completar de ese modo las nuevas matrices que se van logrando. En consecuencia, se
tendrá:
PRESENTACION Y DE A a I DE I a A-1 CONTROL
OPERACIONES
2 -1 4 1 0 0 6
Presentación del caso 1 0 2 0 1 0 4
3 -2 1 0 0 1 3
F1 x ½ 1 -1/2 2 1/2 0 0 3

F3 – 3 x F1 0 -1/2 -5 -3/2 0 1 -6

La sexta línea del cuadro recoge los valores de la transformación que se practicó conforme a lo
dicho precedentemente sobre la tercera fila de las matrices originales y la columna de control. A modo de
ejemplo, verifíquese que el valor -½ que aparece en esta tercera fila transformada, surge del cálculo (-2-
3x(-½)) conforme a la aplicación de la fórmula de transformación que se dedujo y teniendo en cuenta que
el número -2 resulta ser el que ocupaba el lugar a transformar (en esa misma columna) en la tercera fila
original de la matriz dada, el valor 3 es el número que ocupaba el lugar del cero que estamos buscando y
el número –½ es el que en la fila uno (la de referencia para el caso) ocupaba esa columna en
transformación. El valor -5 de esa misma fila, se obtuvo de hacer (1-3x2) con igual criterio y similar
representatividad de los números intervinientes en el mismo.
Obsérvese que como se anticipó, la quinta fila del cuadro ha quedado vacía, reservándola para
ubicar en ese espacio la segunda fila una vez lograda su transformación. Por otra parte, se destaca que las
matrices en transformación están en este momento, representadas por las siguientes:

 1   1 
1  2 2   2 0 0
1 0 2   0 1 0
   
 0  1/2 - 5   - 3/2 0 1 
   

De las cuales la primera corresponde a la segunda columna y la segunda a la tercera columna del
cuadro. En estas matrices, sus primeras y terceras filas coinciden con las filas ya transformadas y
posicionadas en la cuarta y sexta líneas del cuadro de trabajo, mientras que sus filas segundas son las
originales ya que no han sufrido transformación alguna todavía y coinciden entonces con los valores que
recoge la segunda línea del cuadro de trabajo.
Como no puede avanzarse sobre la próxima columna hasta no lograr la transformación completa
de la que estamos trabajando, debemos ahora conseguir el último cero (para el caso) que debe completar
la primera columna en su segunda fila. Para lograrlo haremos:
F2 – 1 x F1 o directamente F2 – F1

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dejando la interpretación de lo expresado al lector. Realizada esta transformación se logra la nueva


segunda fila de ambas matrices transformadas, la que se consigna en la quinta línea del cuadro de trabajo
y que invitamos a verificar, tanto en sus determinaciones como en el cumplimiento de la condición
respecto del control.
PRESENTACION Y DE A a I DE I a A-1 CONTROL
OPERACIONES
2 -1 4 1 0 0 6
Presentación del caso 1 0 2 0 1 0 4
3 -2 1 0 0 1 3
F1 x ½ 1 -1/2 2 1/2 0 0 3
F2 – F1 0 1/2 0 -1/2 1 0 1
F3 – 3 x F1 0 -1/2 -5 -3/2 0 1 -6

Asimismo, digamos que hemos perdido para ambas matrices sus expresiones originales,
quedando ahora ambas tal como aparecen en el segundo tramo del cuadro anterior, conformadas con los
elementos que para cada una se consignan en la cuarta, quinta y sexta líneas del cuadro de trabajo.
En esa presentación, puede observarse que la primera columna de la matriz de la segunda
columna del cuadro de trabajo, ha adoptado la forma en que debiera aparecer en una matriz identidad de
orden coincidente con el de la matriz dada. Debemos entonces comenzar ahora con las transformaciones a
realizar para alcanzar con estructura conceptualmente similar, la segunda columna de esta matriz que
estamos buscando en la segunda columna del cuadro.
Como en cada columna debemos primero determinar el valor unitario y luego los valores nulos, y
la posición en que el uno debe aparecer en la segunda columna es la correspondiente a la segunda fila,
debemos transformar el número ½ en un elemento de valor uno. Para lograrlo haremos:
F2 x 2
y registraremos los sucesivos valores que se van obteniendo en la octava línea del cuadro, que será la
posición a ocupar por esa fila transformada, ya que debemos dejar la séptima libre para consignar luego la
transformación que se obtenga para la primer fila. Es así entonces que se tiene:

PRESENTACION Y DE A a I DE I a A-1 CONTROL


OPERACIONES
2 -1 4 1 0 0 6
Presentación del caso 1 0 2 0 1 0 4
3 -2 1 0 0 1 3
F1 x ½ 1 -1/2 2 1/2 0 0 3
F2 – F1 0 1/2 0 -1/2 1 0 1
F3 – 3 x F1 0 -1/2 -5 -3/2 0 1 -6

F2 x 2 0 1 0 -1 2 0 2

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donde pueden revisarse todas las transformaciones y practicar los controles posibles, para luego pasar a
buscar los elementos nulos que deben lograrse en las restantes posiciones de esta segunda columna.
Si pasamos a buscar los ceros que deben aparecer en esta columna, haremos las transformaciones:

F1 - (- ½) x F2 o F1 + ½ F2 para el cero de la primera fila y segunda columna


F3 - (- ½) x F2 o F3 + ½ F2 para el cero de la tercera fila y segunda columna

Estas transformaciones nos dejan el cuadro de trabajo completo como sigue, y las matrices
transformadas hasta el momento como las que aparecen consignadas en el tercer tramo del cuadro de
trabajo.

PRESENTACION Y DE A a I DE I a A-1 CONTROL


OPERACIONES
2 -1 4 1 0 0 6
Presentación del caso 1 0 2 0 1 0 4
3 -2 1 0 0 1 3
F1 x ½ 1 -1/2 2 1/2 0 0 3
F2 – F1 0 1/2 0 -1/2 1 0 1
F3 – 3 x F1 0 -1/2 -5 -3/2 0 1 -6
F1 + ½ F2 1 0 2 0 1 0 4
F2 x 2 0 1 0 -1 2 0 2
F3 + ½ F2 0 0 -5 -2 1 1 -5

Con criterio similar al anterior, transformamos la tercera columna de la matriz que se tiene
registrada en la segunda columna del cuadro de trabajo, haciendo primero la búsqueda del valor uno en la
tercera fila y luego (en cualquier orden), los ceros de la primera y segunda filas de esa misma columna.
Mientras que para lograr el uno se hace:
F3 x (- 1/5)
para alcanzar los ceros se hace:
F1 - 2 x F 3 para el cero de la tercera columna en la primera fila
F2 - 0 x F 3 o F2 invariable, para el cero de la tercera columna y segunda fila
Realizadas las operaciones que nos permiten lograr sucesivamente estas transformaciones
indicadas anteriormente, el cuadro de trabajo adopta la forma:

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PRESENTACION Y DE A a I DE I a A-1 CONTROL


OPERACIONES
2 -1 4 1 0 0 6
Presentación del caso 1 0 2 0 1 0 4
3 -2 1 0 0 1 3
F1 x ½ 1 -1/2 2 1/2 0 0 3
F2 – F1 0 1/2 0 -1/2 1 0 1
F3 – 3 x F1 0 -1/2 -5 -3/2 0 1 -6
F1 + ½ F2 1 0 2 0 1 0 4
F2 x 2 0 1 0 -1 2 0 2
F3 + ½ F2 0 0 -5 -2 1 1 -5
F1 – 2 F3 1 0 0 -4/5 7/5 2/5 2
F2 invariable 0 1 0 -1 2 0 2
F3 x (-1/5) 0 0 1 2/5 -1/5 -1/5 1

Si observamos ahora el cuadro de trabajo, en el último tramo vemos que se presentan dos
matrices, en la segunda columna la identidad que se pretendía lograr, y en la tercera una nueva matriz, de
igual orden que la original dada para invertir, que es precisamente, la inversa buscada, o sea entonces que:
  4/5 7/5 2/5 
A -1 
  1 2 0 
 2/5  1/5  1/5 

Observemos ahora que si multiplicamos a la matriz A original por ésta que hemos encontrado
como inversa, se llega a:
 2 - 1 4    4/5 7/5 2/5   1 0 0 
  
A x A   1 0 2  x  1
-1
2 0    0 1 0 
 3 - 2 1   2/5  1/5  1/5   0 0 1 

mientras que si hacemos el producto entre esta matriz A-1 por la original se tiene:
  4/5 7/5 2/5   2 - 1 4   1 0 0 

A x A   1
-1
2 0  x  1 0 2    0 1 0 
 2/5  1/5  1/5   3 - 2 1   0 0 1 

verificándose que una es la inversa de la otra y simultáneamente la conmutatividad del producto entre
estas dos matrices.
Se sugiere al lector como un buen ejercicio que determine por el método de operaciones
elementales la matriz inversa de la que se dio para explicar el cálculo a través de la adjunta, como
asimismo, el cálculo de la inversa lograda por operaciones elementales con el cálculo a través de la
adjunta. Evidentemente los resultados logrados debieran ser coincidentes ya que la inversa de una matriz
es única e independiente del procedimiento usado para hallarla.

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Capítulo 7

SISTEMAS DE ECUACIONES LINEALES

Concepto. Clasificación

Generalidades

Si uno busca en el diccionario la palabra “sistema” es probable que encuentre varias definiciones,
cada una de ellas adaptada al ámbito en el que se usa esa palabra, pero en el fondo con una coincidencia
básica conceptual que se adapta a cada caso. Así en general, puede decirse que un sistema es “el conjunto
de cosas que, ordenadamente relacionadas entre sí, contribuyen a un determinado objeto”.
Al referenciar el concepto en forma más restringida, y referida al área de las matemáticas, nos en-
contramos que aún dentro de esta ciencia, hay varias posibles acepciones para la palabra sistema. Así
solemos hablar de “sistema de coordenadas”, de “sistema de numeración”, de “sistema de representa-
ción”, de “sistema de unidades de medida”, de “sistema decimal”, de “sistema sexagesimal de medida de
ángulos”, etc.
En este caso en particular, nos referiremos a lo que se pretende expresar con “sistema de ecuacio-
nes”, y dentro de éste, particularmente, con “sistema de ecuaciones lineales”.
Decimos que un “sistema de ecuaciones” es un conjunto de al menos dos relaciones de igualdad
(ecuaciones) en las que interviene un número determinado de variables o incógnitas diferentes, de modo
tal que el valor o valores que satisfacen o verifican a una de esas igualdades, también lo hace con el resto
de las que integran dicho conjunto. Ese conjunto de valores recibe entonces el nombre de solución del
sistema.
Para indicar que un conjunto de estas relaciones integra efectivamente un sistema, se lo expresa
específicamente o bien se consigna dicha nómina o registro de ecuaciones de a una por línea horizontal o
fila, anteponiéndole al grupo una llave que las reúne para indicar precisamente esa condición de sistema
que debe observarse entre ellas.
Así, los siguientes podrían ser ejemplos de sistemas de ecuaciones:
 x  y  2 z  1
 2x 3y 5 
 3 p  q  5  2xy  z 7
a) x 2  y  z  2 b)  c) 
 3xy z p  2 q  0 4 z  2 x  2 y  2
  x  3 y  2 z  3

para los que puede verificarse que se podría considerar la terna (x;y;z) = (1;1;2) como solución del pri-
mero, la dupla (p;q) = (2;1) como solución para el segundo, y la terna (x;y;z) = (3;2;3) como una posible
solución para el tercero.

Particularidades

Sin embargo, debe decirse que los sistemas de ecuaciones en general, presentan algunas particula-
ridades a la hora de su análisis desde el punto de vista matemático, y fundamentalmente desde la búsque-
da de la solución respectiva cuando la misma existe, ya que no siempre un sistema de este tipo tiene solu-
ción, y destacándose que en otras ocasiones, los hay que tienen mucho más que una única solución posi-
ble.

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En este sentido digamos entonces que los sistemas de ecuaciones suelen clasificarse según dife-
rentes criterios, siendo los más importantes a los efectos de este curso, el que se basa en la cantidad de
relaciones que aparecen, en el tipo de las relaciones que lo componen, en la cantidad de variables que lo
integran, y en vínculos entre estas características.
Así conforme al número de relaciones que conforman el conjunto a considerar diremos que los
sistemas pueden ser de dos, de tres, de cuatro, etc. ecuaciones. Al respecto podríamos decir entonces que
de los ejemplos anteriores, el que se ha identificado como a) sería un sistema de tres ecuaciones, mientras
que el presentado como b) sería un sistema de dos ecuaciones.
Conforme al número de variables o incógnitas que integran dicho sistema, los mismos pueden ser
de dos, de tres, de cuatro, o de más incógnitas. Entre los ejemplos anteriores, los identificados con a) y c)
serían sistemas de tres incógnitas mientras que el b) sería un sistema con dos incógnitas.
Si observamos el tipo de las relaciones que conforman los sistemas, llegamos a otra posible forma
de identificación o clasificación de los mismos. Así el primero de los sistemas presentados a modo de
ejemplo anteriormente, está integrado por ecuaciones lineales y cuadráticas (de grado uno y dos respecti-
vamente), mientras que los otros dos lo están sólo por ecuaciones lineales (todas de grado uno).
La observación de estas características en forma combinada entre sí, permite entonces hacer una
identificación o clasificación más detallada de los posibles sistemas de ecuaciones con los que uno pueda
trabajar o a los que uno deba resolver, destacando que:

Se entiende por resolución de un sistema cualquiera de ecuaciones, la determinación


de los valores que deben o pueden adoptar las variables que conforman las relaciones
que integran el sistema para que se verifiquen todas ellas en forma simultánea.

En nuestros ejemplos anteriores, el primer sistema, presentado como a), puede decirse que es un
sistema de tres ecuaciones, dos lineales y otra cuadrática, con tres incógnitas (la identificada con x, la
representado por y, y la que hemos indicado con z). En cambio, el ejemplo presentado como b) resultaría
ser un sistema de dos ecuaciones lineales con dos incógnitas. Finalmente, el que se presentó como c) po-
dría identificarse en principio (más adelante se volverá sobre este particular), como un sistema de cuatro
ecuaciones lineales (cuatro relaciones) con tres incógnitas.

Sistemas de ecuaciones lineales. Distintos tipos.

Cuando todas las ecuaciones que conforman un sistema de ecuaciones resultan ser precisamente
ecuaciones lineales, (o sea que todas sus variables están sometidas a exponente de valor uno únicamente y
en cada término hay una única variable), decimos que ese es un “sistema de ecuaciones lineales”, conser-
vándose para el caso, la misma característica apuntada respecto de la verificación simultánea de esas
igualdades por parte de los valores que pueden adoptar las variables para que ello ocurra, o sea que todas
esas ecuaciones deben ser satisfechas por los mismos valores.
Así los ejemplos generales dados como b) y c) anteriormente, resultan ser sistemas de ecuaciones
lineales, ya que todas las variables o incógnitas que intervienen en las relaciones que los integran resultan
quedar sometidas a exponente de valor equivalente a la unidad.
Estos son los sistemas que ocuparán principalmente nuestra atención en este curso, motivo por el
que abundaremos un poco más en su análisis.
Digamos que la representación genérica habitual de este tipo de sistemas, adopta la forma si-
guiente:

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 a 11 x 1  a 12 x 2  a 13 x 3  ...  a 1p x p  b 1

 a 21 x 1  a 22 x 2  a 23 x 3  ...  a 2p x p  b 2

 ... ...
a n1 x 1  a n2 x 2  a n3 x 3  ...  a np x p  b n

donde:
 cada uno de los primeros factores de cada término del primer miembro de las relaciones o
ecuaciones que intervienen en el sistema, que se han identificado con la letra a acompañada
de dos subíndices, resultan ser números reales (no todos nulos aunque alguno puede serlo), y
se denominan en general coeficientes;
 cada uno de los elementos, identificados con la letra b acompañada con un subíndice, que
aparecen registrados en el segundo miembro de cada relación o ecuación del sistema, también
resultan ser números reales, y reciben el nombre de términos independientes;
 con x1 , x2 , …, xp se ha identificado a cada una de las incógnitas que integran las ecuaciones
del sistema planteado;
 los subíndices dobles que acompañan a los coeficientes o letras a indican, el primero la ecua-
ción a la que corresponde el mismo, y el segundo a la incógnita que acompaña o a la que per-
tenece;
 los subíndices que acompañan a los términos independientes señalan la ecuación a la que co-
rresponde cada uno de ellos, de las que integran o conforman el sistema;
Cuando en un sistema las variables o incógnitas aparecen dispuestas en igual orden en todas las
ecuaciones como en el caso planteado, decimos que el sistema resulta ordenado, reservándose la expre-
sión de sistema desordenado cuando no se observa precisamente esa disposición de incógnitas en su con-
formación. Asimismo, digamos que cuando las variables del sistema aparecen en todas las ecuaciones con
coeficiente diferente de cero, se dice que el sistema está conformado por ecuaciones completas estando
incompletas si alguno de esos coeficientes resultan ser nulos.
Entre estos sistemas podemos determinar dos subcategorías o tipos principales, si bien algunos
autores prefieren hacer la cita de tres diferentes. Cuando el sistema tiene igual cantidad de ecuaciones que
lo integran que variables que lo componen (o dicho de otro modo cuando n = p), decimos que ese sistema
es un sistema cuadrado, mientras que en caso contrario, o sea, cuando la cantidad de relaciones difiere de
la cantidad de incógnitas que participan, se los denomina rectangulares. Estos últimos (y de ahí la opción
seguida por algunos autores) suelen dividirse en dos tipos, los que tienen más relaciones que incógnitas
que se identifican como rectangulares verticales (para los que se verificaría que n > p), y los que tienen
más incógnitas que ecuaciones o relaciones, a los que se los denomina rectangulares horizontales (y en los
que se observaría que n < p).
Así a modo de ejemplo, podemos decir que los siguientes sistemas, todos ellos de ecuaciones
lineales, resultan ser cuadrados:

 2x 3y z7  2x  2y 1 1
   a  0,75b  13
a)  x  2 y  z  0 b) 2 y  4 z   1 c) 2
 x  y  2 z   1  3x  z 1  4 a  3 b  4
 
destacando además, que en estos casos, cuando uno sabe que el sistema es cuadrado y de ecuaciones li-
neales, suele simplificarse su identificación diciendo que el sistema resulta de orden n, reemplazando la
cita de n aludida con el número ya sea de las relaciones ya de las incógnitas que intervienen en el mismo,
en razón de que son coincidentes. Bajo este criterio, el primero y segundo de los ejemplos anteriores se-
rían sistemas de orden tres mientras que el último sería un sistema de orden 2. Digamos además que
mientras los sistemas a) y b) anteriores resultan estar ordenados, el último tiene una presentación desor-

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denada. A su vez el sistema identificado con a) es un sistema integrado por ecuaciones completas, mien-
tras que las tres ecuaciones del sistema identificado con b) resultan ser incompletas. El tercer sistema de
los presentados, a pesar de su desorden, resulta quedar conformado por ecuaciones completas.
En cambio, ejemplos de sistemas de ecuaciones lineales rectangulares podrían ser los que se con-
signan seguidamente:
3 x  y  2
2 x  3 y  z  4  x  3 y  5
a)  b)  x  y  0 c) 
 x2y z 2 x  y  3 2 y  z  1

de los cuales, el primero resulta ser un sistema de dos ecuaciones lineales con tres incógnitas al igual que
el tercero, y el segundo, identificado como b), es un sistema de tres ecuaciones lineales con dos incógni-
tas.
Sin embargo, no siempre es simple determinar el subtipo o categoría de sistema de que se trata,
aún luego de haber determinado que es un sistema de ecuaciones lineales. Es muy frecuente que un siste-
ma de este tipo presente a la simple observación la forma de una de estas categorías y sin embargo resulte
ser de otra. Consideremos para comprender mejor lo expresado el sistema de ecuaciones lineales que
registramos como ejemplo c) en la presentación inicial en este mismo trabajo y que era:
 x  y  2z  1

 2xy  z7

4 z  2 x  2 y  2
 x  3 y  2 z  3

La observación directa del mismo nos podría llevar a concluir que este sistema es de tipo rectan-
gular vertical, ya que presenta cuatro relaciones o ecuaciones lineales y contiene o lo integran tres varia-
bles o incógnitas. Sin embargo, si nos detenemos en observar las relaciones que aparecen registradas en
este conjunto, podemos caer en la cuenta de que si a la igualdad que se presenta en primer término (x + y
– 2z = -1) la multiplicamos miembro a miembro por un mismo factor no nulo, la misma adoptará otra
forma de escritura pero en definitiva será la misma. Si utilizamos al efecto el factor (-2), esa igualdad
adoptaría la forma: – 2x – 2y + 4z = 2. Ahora bien, al revisar las restantes relaciones o ecuaciones que se
registran como componentes del sistema de ecuaciones lineales presentado, caemos en la cuenta de que la
que se registra en tercer término no es sino esta que acabamos de encontrar con el producto realizado,
aunque escrita en forma diferente, y por lo tanto, concluimos que la primera y la tercera relación registra-
das en este sistema son en realidad una única escrita de dos formas diferentes. Eso implica que entonces
podamos derivar de que las relaciones integrantes de este sistema, en definitiva, resultan ser tres y no
cuatro como aparentemente se nos mostraba en un inicio, y por lo tanto, concluir que en realidad este
sistema de ecuaciones lineales resulta ser un sistema de tipo cuadrado y para el caso de orden 3.
De igual modo, podría ocurrir que un sistema de ecuaciones lineales que en principio pudiera
parecer de la categoría identificada como de sistema cuadrado, fuera en realidad un sistema rectangular.
Así por ejemplo, el siguiente sistema, de apariencia cuadrada, resulta ser en realidad un sistema rectangu-
lar horizontal:
 xyz3

2 x  2 y  2 z  6
 x  y  z 1

ya que al ser evidentemente iguales la primera y segunda relaciones, resulta ser un sistema de dos ecua-
ciones lineales con tres incógnitas.
Desde el punto de vista de las soluciones, los sistemas pueden clasificarse como consistentes
(también llamados compatibles) cuando tienen solución, o inconsistentes (denominados también incom-
patibles) cuando carecen de ella. A su vez, los sistemas consistentes se subdividen en determinados o de
solución única, e indeterminados o de solución múltiple.

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Cuando el sistema es determinado existe un único conjunto de valores que lo verifica, de manera
tal que cada variable puede asumir un solo valor. Si el sistema es indeterminado eso indica que tiene infi-
nitas soluciones, o sea que habrá muchos valores para cada una de las variables que verifican todas las
ecuaciones que lo integran (lo que no debe interpretarse sin embargo como cualesquiera valores).
Finalmente, en los sistemas inconsistentes no existe un conjunto de valores que lo verifique, o no
al menos que satisfaga en forma simultánea a todas las ecuaciones que lo conforman, que es precisa-
mente la condición a contemplarse para configurar lo que hemos dado en llamar sistema de ecuaciones.
Como se anticipara, en este curso nos limitaremos al trabajo con sistemas de ecuaciones lineales
de cualquier orden, o sea, con sistemas de este tipo que cuentan con dos o más ecuaciones lineales, ha-
ciendo algunos comentarios particulares para los casos de sistemas de ecuaciones lineales de orden 2 y de
orden 3 (dos o tres ecuaciones lineales con dos o tres incógnitas respectivamente), para luego abordar
sistemas de ecuaciones lineales de cualquier otro orden, y hasta incluso determinando algunos métodos de
solución que podrán hacerse extensivos a los de estos dos órdenes aludidos como casos particulares o más
sencillos.

Sistemas de ecuaciones lineales de orden dos.

Tal como se indicara precedentemente estamos frente a un sistema de este tipo cuando tiene dos
variables o incógnitas y las mismas están conformando dos ecuaciones lineales (apareciendo en cada tér-
mino sólo una de ellas elevada a exponente unitario).
En general, estos sistemas suelen ser presentados del siguiente modo:
 a 11 x 1  a 12 x 2  b 1

a 21 x 1  a 22 x 2  b 2
donde, además de observarse lo expresado respecto a la estructura general, debe decirse que los coeficien-
tes de una misma incógnita no pueden ser simultáneamente nulos.
Observemos que el sistema planteado en forma genérica exhibe las variables ordenadas de igual
forma en todas las ecuaciones, y de allí que se diga que ese planteo es un “sistema de dos ecuaciones li-
neales con dos incógnitas ordenado”, pudiendo sin embargo revestir el carácter de sistema de dos ecua-
ciones lineales con dos incógnitas cuando las variables aparezcan consignadas en diferente orden de apa-
rición en una respecto de otra ecuación, lo que para las identificaciones realizadas, deberá procederse
antes, y en esos casos, a realizar un adecuado ordenamiento del que se haya planteado.
Estos sistemas, dependiendo de los valores que adopten los coeficientes, o éstos y los respectivos
términos independientes, terminará siendo un sistema de dos ecuaciones lineales con dos incógnitas de
solución única, de solución múltiple, o bien carente de solución.
Para comprender mejor lo expresado, digamos que en realidad este tipo de sistemas, termina es-
tando conformado por dos ecuaciones de rectas que para el caso podrían haberse escrito como:
 a 12 b1
 y   a x  a

11 11
a 22 b2
 y  x
 a 21 a 21

en donde se ha reemplazado la identificación de la variable x1 por y, y la de la variable o incógnita x2 por


x para dar una escritura más similar a la que regularmente se ha empleado para las rectas en general.
Nótese además que los cocientes que se han registrado resultan ser también y en general números reales,
y surgen de los valores que actúan como coeficientes y términos independientes del sistema original plan-
teado.
Por lo tanto, si esas ecuaciones resultan ser rectas, podría darse que las mismas:

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a) resulten incidentes (son concurrentes o se cortan entre sí) y por lo tanto habría un único punto en
común entre ambas. Entonces hay un único par de valores para las variables o incógnitas que satisfacen a
la vez a ambas ecuaciones (las coordenadas de ese punto de incidencia) y de allí que en ese caso el siste-
ma termine teniendo solución única.
b) resulten ser en realidad una única recta escrita en forma diferente. En estos casos cualquiera de
los puntos que esté sobre esa recta satisfará simultáneamente a ambas ecuaciones (lo que no implica que
cualquier punto lo haga), y por lo tanto habrá múltiples soluciones para ese sistema.
c) resulten ser paralelas entre sí, es decir no se cortan en ningún punto, y por lo tanto no presentan
ningún punto que satisfaga a ambas a la vez, lo que deriva en decir que en estos casos entonces, estaremos
frente a un sistema del tipo de los comentados, que no tiene solución alguna.
Una visualización de lo expresado podría darse en los siguientes esquemas, que muestran preci-
samente de izquierda a derecha, un caso con solución única, un caso con solución múltiple y otro caso de
un sistema de dos ecuaciones lineales con dos incógnitas carente de solución, habiéndose registrado bajo
cada caso, el planteo concreto del sistema posible que se ha representado en el gráfico.

 3x2y4  x2y 5  x2y 5


a)  b)  c) 
 2x2y6  3 x  6 y  15  2 x  4 y  16

Como puede apreciarse, la situación planteada en el esquema de la izquierda de este trío, tiene
como única solución la dada por x = 2 e y = 1, mientras que el de la situación presentada al centro cual-
quiera de los puntos que están sobre la aparente única recta graficada (aunque estén las dos pero han que-
dado superpuestas) satisface a ambas resultando entonces un sistema de soluciones múltiples. Finalmente,
el caso presentado a la derecha, al no tener punto alguno en común entre ambas rectas, es precisamente el
de un sistema que carece de solución.
Ahora bien, conociendo las condiciones generales sobre sistemas de ecuaciones y las particulares
que pueden observarse frente a un sistema de dos ecuaciones lineales con dos incógnitas, debemos decir
que resolver un sistema de este tipo, cuando la solución existe (sea única o múltiple), implica determinar
los valores que deben aparearse con cada una de las dos incógnitas que lo conforman, de modo tal que se
verifiquen simultáneamente las dos ecuaciones lineales que intervienen en dicho sistema. Los valores de
esa solución o soluciones, cuando se los encuentra, suele decirse que conforman el conjunto de soluciones
del sistema planteado, o simplemente la solución común de las ecuaciones que integran ese sistema. Esta
forma de expresarse respecto de los valores, es extensivo a cualquier sistema de ecuaciones, aparte de los
que específicamente nos están ocupando en esta oportunidad, que son los de dos ecuaciones lineales con
dos incógnitas.
Podría pensarse en varios métodos posibles para lograr las soluciones que se pretenden, destacán-
dose entre ellas tres de corte notoriamente diferencial, a saber: el de tablas, el gráfico y el analítico o al-
gebraico.

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Solución de un sistema de ecuaciones lineales a través del método gráfico.

En cuanto al método que hemos identificado como gráfico, el mismo consiste en realizar un es-
quema en coordenadas cartesianas de las dos rectas que resultan ser las integrantes del sistema planteado
(recordar que en definitiva se trata de la ecuación de dos rectas), y observar la gráfica pertinente buscando
el punto de intersección si existiere y fuera único, alguno de los puntos de la gráfica de las ecuaciones si
quedaran superpuestos, o bien la confirmación de inexistencia de punto en común si el gráfico mostrara
rectas paralelas. Los esquemas de este tipo presentados para ejemplificar la visualización geométrica de
los tipos de sistemas respecto de su solución o soluciones, sirven de ejemplo claro de lo expuesto. No
abundamos en comentarios respecto de este método de solución, en razón de que se trata específicamente
más adelante en este mismo trabajo.
Sin embargo, también este método presenta algunos inconvenientes que pueden enumerarse en
forma no taxativa, y de entre los que se destacan los siguientes:
 Si frente a un caso de rectas incidentes (solución única entonces), se pretendieran determinar
las coordenadas del punto de incidencia por observación de la gráfica, es muy probable que
esa asignación se haga en forma aproximada al carecer de detalles y suficiente prolijidad en la
confección del esquema utilizado al efecto. Así, si la solución del sistema implicara un valor
de x = 3,9765 por ejemplo, es muy probable que de la observación se derivara que el valor de
la incógnita x es 4 y no el efectivamente correspondiente.
 En algunos casos de rectas incidentes que no se corten en la zona próxima a la nulidad para
ambos ejes sino muy alejado de ese origen de coordenadas, si las rectas resultaran de pen-
diente muy similar, la gráfica podría llevar a pensar que se está frente a rectas paralelas y en
consecuencia sin solución, cuando en realidad la misma existe y es única.
 En algunos casos de rectas incidentes que se corten en un punto próximo a la zona represen-
tada para esas rectas, pero cuyas pendientes resulten ser muy similares a pesar de ser diferen-
tes, derivar que se trata de un sistema de solución múltiple cuando en realidad es un sistema
de solución única.

Solución analítica o algebraica de un sistema de ecuaciones lineales.

Finalmente, los valores exactos que coinciden con la solución de un sistema del tipo que nos ocu-
pa y que tiene solución única, y por supuesto más confiables entonces como tales, son los que se alcanzan
o logran a través de los denominados métodos algebraicos, de los que para el caso de sistemas de ecua-
ciones lineales de orden dos (y también para sistemas de este tipo y de orden tres) son contenido propio
de los programas de las diferentes asignaturas del área matemática que se desarrollan en los niveles
preuniversitarios, sin perjuicio de la existencia de otros que no se alcanzan a desarrollar en ese nivel edu-
cativo y de los que algunos serán abordados en este curso.
Entre los métodos de solución algebraicos o analíticos que se pueden aplicar para resolver un sis-
tema de dos ecuaciones lineales con dos incógnitas, podemos citar los denominados “método de iguala-
ción”, “método de sustitución”, “método de reducción por suma o resta” (que podría limitarse en realidad
a un “método de reducción por suma” y que también suele identificarse como “método de eliminación”),
los que se dan por conocidos por los educandos y sólo serán abordados en algún proceso práctico sin de-
tenernos en los fundamentos correspondientes que justifican su validez. También en el nivel medio o
preuniversitario suele hacerse alguna incursión en un método que se conoce como “método de los deter-
minantes” y que en realidad en este curso abordaremos un poco más detenidamente por su viabilidad de
aplicación a sistemas de ecuaciones lineales de cualquier orden (con cualquier cantidad de ecuaciones
lineales e incógnitas a condición de que coincidan), pero que daremos en llamar “método de Cramer”, ya
que se debe a este matemático su diseño, haciendo en el proceso uso del cálculo de determinantes y de allí
probablemente el nombre con que habitualmente se lo conoce como se ha indicado.

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De todos modos, digamos que todos esos métodos que se estudian en el nivel medio, terminan
intentando reducir los sistemas en un orden, para continuar el trabajo con ecuaciones lineales o sistemas
de ecuaciones lineales de un orden menor al planteado hasta agotar las determinaciones requeridas. En el
caso de sistemas de dos ecuaciones con dos incógnitas, apuntan a quedar con una única ecuación que
cuente con una sola incógnita que permita determinar su valor para luego dar a la misma por conocida y
calcular la otra.
Otra cuestión relativa a los diferentes métodos de solución que se abordan en la educación media
y que vale la pena destacar en esta ocasión, es que esos métodos abordan el proceso para encontrar la
misma a través de los denominados sistemas equivalentes, de los que nos ocuparemos más adelante.

Sistemas de ecuaciones lineales de orden tres.

Reciben este nombre aquellos sistemas que tienen tres ecuaciones lineales con tres incógnitas, y
en general se escriben con la estructura simbólica:
 a 11 x 1  a 12 x 2  a 13 x 3  b 1

 a 21 x 1  a 22 x 2  a 23 x 3  b 2
 a x a x a x b
 31 1 32 2 33 3 3

respetándose en cuanto a los subíndices de los coeficientes de los diferentes términos de las ecuaciones,
iguales consideraciones que las efectuadas al hablar de los sistemas de ecuaciones lineales de orden dos, y
ocurriendo otro tanto respecto de lo expresado para los coeficientes independientes y a las incógnitas.
Encontrar la solución de estos sistemas, cuando la tienen, implica ahora determinar una terna de
valores que, apareado con la terna de incógnitas en forma adecuada, permita verificar a las tres ecuacio-
nes que integran el sistema en forma simultánea.
En estos sistemas es evidente que también debe darse la circunstancia de que no todos los coefi-
cientes que cuentan con idéntico segundo subíndice resulten ser nulos, ya que si lo fueran en realidad eso
haría que se redujera el número de incógnitas al desaparecer una por efecto precisamente, de la nulidad de
esos coeficientes.
Así como en el caso de los sistemas de dos ecuaciones lineales con dos incógnitas dijimos que
cada ecuación estaba representando una recta, podemos decir ahora que cada ecuación que conforma un
sistema de tres ecuaciones con tres incógnitas está representando un plano, o sea un concepto matemático
propio de los espacios de tres dimensiones, donde precisamente cada variable que interviene en la ecua-
ción está representando una diferente dimensión, que reciben para el caso el nombre de abscisa y ordena-
da (como en el caso de dos dimensiones), agregándose como tercera la que se da en llamar “cota”, y que
en general se representa con una variable para la que se reserva la letra z. Abordaremos la representación
gráfica de este tipo de sistemas un poco más adelante en este mismo trabajo.
Si en el planteo de un sistema de este tipo, las variables aparecen con idéntico orden en todas las
ecuaciones que intervienen, y dispuestas además en un mismo miembro de cada igualdad del sistema, se
dice que ese sistema resulta estar ordenado.
Debemos decir que estos sistemas de tres ecuaciones con tres incógnitas también pueden resultar
tener solución única, solución múltiple o carecer de solución. Si el sistema está integrado por ecuaciones
que se correspondieran con planos incidentes en un único punto, la solución será única, mientras que si
hay más de un punto de incidencia entre los planos que determinan esas tres ecuaciones que lo integran,
tendrá múltiples soluciones, una por cada asignación voluntaria que pueda darse a una de sus variables.
Por otra parte, si las tres ecuaciones resultan apareables respectivamente con planos que no tuvieran punto
alguno en común, carecerá de solución.
Resolver un sistema de este tipo implica encontrar la solución si existe, o un conjunto de solucio-
nes del mismo cuando existen múltiples. Para lograr esa solución es frecuente que en nivel medio se

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aborden varios procedimientos que en general intentan reducir el orden del sistema de ecuaciones lineales
a uno de igual tipo pero de orden dos, resolviendo éste conforme a los métodos o procedimientos que se
conocen y con las soluciones encontradas para dos incógnitas determinar posteriormente la tercera que
interesa. Entre esos métodos es frecuente que se conozcan los denominados “método de sustitución”,
“método de igualación” y “método de reducción por suma o resta”, siendo además frecuente que suela
incursionarse en un método diferente a éstos y que suele conocerse con el nombre de “método de los de-
terminantes” si bien en este curso identificaremos con otro nombre. Sugerimos al lector a que recurra a
cualquier bibliografía propia del nivel medio a efectos de realizar el repaso correspondiente si no se re-
cordara lo aludido sobre métodos de solución para este tipo de sistemas.
También puede realizarse la búsqueda de la solución utilizando una tabla para cada ecuación que
recoja los valores de las incógnitas que satisfacen a cada una de ellas hasta dar con una terna de valores
que se encuentre simultáneamente en las tres tablas realizadas. Sin embargo, este método tiene idénticas
dificultades que las comentadas al explicar la solución de sistemas de dos ecuaciones lineales con dos
incógnitas por esta alternativa, potenciando las dificultades registradas en su momento. También podría
determinarse la solución en forma gráfica, repitiéndose las dificultades comentadas antes para la represen-
tación de la solución en sistemas de ecuaciones lineales de orden 2. De todos modos, abordaremos más
adelante posibilidades de graficación para estos casos, ejemplificando diferentes situaciones particulares
que pudieran observarse.

Sistemas equivalentes.

Dos sistemas de ecuaciones lineales son equivalentes si tienen las mismas incógnitas y además
tienen el mismo conjunto solución.
Esta equivalencia entre sistemas suele ser de mucha utilidad cuando se quieren encarar procesos
de solución de un sistema de ecuaciones lineales, ya que la mayoría de ellos recurren a esta idea para
realizar adecuadas transformaciones de un sistema planteado en otros que pudieran ser más simples y que,
siendo equivalentes con el planteado, permiten encontrar su solución con menos dificultades, las que ha-
lladas, pueden hacerse extensivas al original precisamente por esta condición de equivalencia entre ellos.
Conforme al concepto vertido entonces, diremos en principio que dos sistemas de ecuaciones
resultan equivalentes entre sí cuando tienen las mismas incógnitas y además, resultan ser satisfechos por
idénticos valores asignados a las mismas, o sea que cuentan con la misma solución. Es evidente entonces
que esos sistemas debieran ser coincidentes en su tipo, tanto en lo que hace a formas e integración como
en lo que hace a tipos de soluciones cuando las tienen, o bien a que carecen de solución si ese fuera el
caso.
Nótese que los sistemas que se presentan seguidamente:
 x y  2 2 x  y  1
 2 y 
2 x  y  0 x  2 y  3
resultan tener al valor x = 1 e y = 1 como solución, ya que con ellos se verifican las ecuaciones de ambos
sistemas. Sin embargo, no resultan ser equivalentes porque en primer lugar los sistemas no son del mis-
mo tipo, y en segundo lugar, porque el primero de los sistemas, además de este par de valores, cuenta con
otra solución por tratarse de la segunda ecuación de una de las denominadas ecuaciones de segundo gra-
do, y entonces puede ser satisfecha por dos pares de valores diferentes.
Y también ocurre algo similar con los sistemas que se presentan a continuación:
 x y  z 1
  x y  z 1
 2x  y  2z  3 y 
 x  2y  2z   3  2x  2y  2z  2

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que también resultan tener como una posible solución a la terna (x;y;z) = (1;1;1), pero mientras el primer
sistema tiene esa única solución el segundo tiene muchas otras, como por ejemplo (x;y;z) = (2;3;2). Esto
nos permite concluir que el primer sistema es de solución única mientras que el segundo de solución múl-
tiple, además de observar que uno es un sistema de tres ecuaciones lineales con tres incógnitas y el otro es
un sistema de dos ecuaciones lineales con dos incógnitas, y por lo tanto tenemos múltiples razones para
indicar que no resultan ser sistemas equivalentes entre sí.
Otro tanto debe afirmarse respecto de los sistemas:
 x y  2  2a  b  1
 y 
 x y 0  a  2b  3
que si bien en este caso coinciden en tipo y solución, al contar con diferentes incógnitas no pueden ser
considerados como equivalentes entre sí.
En cambio, los sistemas:
 x  2y  1  3x  y  3
 
 2x  y  2  x  3y  1
resultan ser de igual tipo y además tener la misma solución (para el caso (x;y) = (1;0)) y entonces sí resul-
tan equivalentes entre sí.
Se dice entonces que para que dos sistemas de ecuaciones lineales resulten equivalentes entre sí,
deben estar integrados por ecuaciones que arrojen las mismas soluciones, y por lo tanto, si hay una solu-
ción que satisface a todas las ecuaciones lineales del nuevo sistema, esa solución podrá satisfacer también
a las ecuaciones del sistema original precisamente por ser cada una de las nuevas equivalentes a las inicia-
les, y entonces se podrá extender la solución hallada al sistema planteado.
Hay un conjunto de operaciones que pueden hacerse con o entre las ecuaciones lineales que inte-
gran un sistema de modo tal que las mismas se vean alteradas en su forma, pero que permitan conformar
un nuevo sistema equivalente, o sea que mantenga las mismas soluciones.
Veremos cuáles son esas operaciones a efectos de valernos de las mismas cuando se requiera
aplicar algún proceso de solución a efectos de resolver uno de esos sistemas.

1. La solución de un sistema de ecuaciones lineales no se altera, si a cualquiera de sus ecuaciones se la


multiplica en todos sus términos por un mismo valor no nulo. Esto equivale a lograr un sistema con nue-
vas ecuaciones que resultan ser múltiplo (al menos alguna de ellas) de las que estaban en la presentación
original.
2. Un sistema de ecuaciones lineales no cambia su solución cuando las ecuaciones que lo integran se dis-
ponen en diferente orden de aparición. Esta alteración no es sino una cuestión de presentación del sistema
dado, que no incide ni en las características del sistema ni en las condiciones requeridas para considerar a
esas ecuaciones como integrantes de tal sistema.
3. En un sistema de ecuaciones lineales no se altera la solución si una de sus ecuaciones es reemplazada
por la que se obtenga de sumarle otra u otras de las ecuaciones que intervienen, incluso tampoco si antes
de realizar la suma indicada, a la que se agrega se la multiplica por un número cualquiera no nulo.

Estas operaciones que se realizan sobre las ecuaciones de un sistema y que se han consignado
precedentemente, suelen identificarse como operaciones elementales y cuando son realizadas en forma
ordenada, simplifican notablemente los procesos de solución de cualquier sistema de los que nos están
ocupando, aún cuando resulten de presentación sumamente compleja. Debe hacerse notar que precisa-
mente la aplicación de este concepto de equivalencia entre sistemas, y el uso de estas operaciones elemen-
tales descriptas, son los recursos que se utilizan en la mayoría de los métodos de solución de sistemas de
ecuaciones lineales que han sido abordados en la educación preuniversitaria.

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Con el ánimo de ejemplificar lo expresado, intentemos encontrar la solución del siguiente siste-
ma:
 2x  y  5

 x  2y  5
observando, antes de encarar el proceso de solución analítico, que en realidad este sistema está configura-
do o integrado por dos ecuaciones que son ecuaciones de rectas y que por lo tanto, podría escribirse co-
mo:
 y  2x - 5

y  - x  5
 2 2
cuya representación gráfica resulta ser la que se presenta seguidamente y de donde podemos derivar que
el conjunto de solución es (x;y) = (3;1) que verifica a ambas ecuaciones originales y también a los dos
sistemas planteados:

Digamos que los dos sistemas anteriores resultan ser equivalentes entre sí, aunque en realidad la
transformación realizada no va más allá de un cambio de escritura por pasaje de términos y factores de un
miembro a otro, o sea, no alterando en ninguna expresión de fondo, a las ecuaciones iniciales respecto de
las nuevas escritas.
Ahora bien, multipliquemos a la segunda de las ecuaciones que teníamos en el sistema planteado
por el factor 2, eso dejaría el sistema, transformado en:

 2x  y  5

2x  4y  10

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cuya representación gráfica resultaría la que se logre de representar las rectas dadas por las expresiones
que integran el nuevo sistema, y que evidentemente se cortarán en el punto (x;y) = (3;1) aunque se deja al
lector realizar ese esquema con el objeto de confirmarlo.
Ahora reemplacemos a la primera ecuación del sistema anterior, equivalente con el inicial, por la
que se obtiene de restarle la segunda. El nuevo sistema quedará entonces como:
  5y   5  y 1
 o también 
2x  4y  10 2x  4y  10
siendo la representación gráfica del mismo:

y donde puede observarse que la solución del sistema se mantiene como en el caso anterior a pesar de que
las rectas que se han logrado en esta ocasión resultan ser distintas de las iniciales, confirmándose además
que este nuevo sistema, también resulta entonces equivalente con los anteriores que estamos vinculando
al efecto.
Si ahora reemplazamos en la segunda ecuación a la incógnita y por el valor que se indica para la
misma en la primera, se tiene que se llega al sistema:
 y 1

 x 3
que implica una representación gráfica como la que se expone seguidamente, y que permite confirmar que
el corte de las rectas se da en el punto cuyas coordenadas venían siendo hasta ahora la solución de todos
los anteriores, y entonces, permite decir que también este sistema resulta equivalente con el inicial.

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Resolución gráfica de un sistema de ecuaciones lineales en el plano y en el es-


pacio.

Observemos que en múltiples oportunidades en el curso del desarrollo de este capítulo, se ha he-
cho uso de esquemas gráficos para la representación de un par de ecuaciones lineales con dos variables,
que evidentemente no son sino rectas. El conocimiento previo de los procesos de gráfica de las rectas,
cualesquiera sean ellas, obvia entonces incurrir en explicaciones adicionales, remitiéndonos en su caso a
las partes de este trabajo dedicadas a ese tema en particular.
Agregaremos a ello que al realizar estas representaciones, además de poder determinar con cierto
grado de simpleza el tipo de sistema de que se trata, cuando se sabe que las soluciones si existen son ente-
ras, es relativamente simple determinarlas con el uso de esta alternativa de solución, pero en los restantes
casos habrá que tener en cuenta lo expresado en su momento respecto de la confiabilidad sobre los resul-
tados que pudieran darse por definitivos para el sistema, y la complejidad en algunos casos, de lograr
dicha determinación.
Sin embargo, no hemos abordado representaciones de sistemas de tres ecuaciones lineales con
tres incógnitas en coordenadas cartesianas, en razón de que hasta el momento no se ha hablado de este
tipo de coordenadas para espacios de tres dimensiones, donde para las representaciones se debe contar
con un eje para cada una de esas tres dimensiones, tal como se anticipara al tratar el tema relativo a siste-
mas de tres ecuaciones lineales con tres incógnitas o sistemas de ecuaciones lineales de orden tres.
Para poder comprender en qué forma se disponen esas coordenadas y algunos conceptos adiciona-
les vinculados, supongamos por un momento la existencia de ocho cubos con los que se forma una pila
que tenga a cuatro dispuestos en forma contigua y de a dos por fila en una primera línea y encima de
ellos, con igual disposición otros cuatro, tal como se presenta en el siguiente dibujo:

156
2016 - ÁLGEBRA Y CÁLCULO NUMÉRICO
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En este esquema, llamemos O al punto central, único que en la pila realizada, permite la coinci-
dencia o contacto entre los ocho cubos. Por ese punto pasarían tres rectas, coincidentes con algunas aris-
tas de los cubos que allí coinciden, dos horizontales y perpendiculares entre sí y que separan los cubos
izquierdos de los derechos, y delanteros de los traseros, justo por la mitad de la pila, y una vertical, que
pasa justo por las aristas comunes entre los cuatro cubos superiores y los cuatro inferiores. Si hacemos
omisión de los cubos dispuestos en el esquema anterior, tendríamos el esquema de rectas que se presenta
seguidamente, todas perpendiculares entre sí y con un único punto en común, precisamente el O mencio-
nado.

Si se observa esta gráfica se tienen en forma horizontal (aunque dibujados con perspectiva) los
ejes de coordenadas cartesianas utilizadas habitualmente en las dos dimensiones, y a las que se ha incor-
porado una tercera dimensión, que como se anticipó en este trabajo recibe el nombre de “cota”, represen-
tando cada uno de ellos a la variable x, a la variable y, y a la variable nueva que en general se identifica
con la letra z.
Como puede apreciarse cada eje indicado es dividido por el punto O en dos semiejes que están
destinados a conservar los valores positivos a la derecha de O o hacia arriba en el caso de la cota, y los
negativos en los restantes semiejes.
Digamos que con estos ejes, el espacio de tres dimensiones queda dividido en ocho sectores dife-
rentes, recibiendo cada uno el nombre de octante (precisamente a partir de ser ocho), y se numeran a par-

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2016 - ÁLGEBRA Y CÁLCULO NUMÉRICO
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tir del I al VIII siguiendo el sentido contrario a las agujas del reloj, haciéndolo primero con los superiores
y luego con los inferiores, y asignando el I al que tiene por límite todos los semiejes positivos. O sea que
los octantes quedarían limitados entonces:
 Primer octante u octante I: x positiva, y positiva, z positiva
 Segundo octante u octante II: x negativa, y positiva, z positiva
 Tercer octante u octante III: x negativa, y negativa, z positiva
 Cuarto octante u octante IV: x positiva, y negativa, z positiva
 Quinto octante u octante V: x positiva, y positiva, z negativa
 Sexto octante u octante VI: x negativa, y positiva, z negativa
 Séptimo octante u octante VII: x negativa, y negativa, z negativa
 Octavo octante u octante VIII: x positiva, y negativa, z negativa

Para poder ahora graficar o ubicar un punto en este espacio, se requiere conocer la separación que
se observa desde dicho punto a cualquiera de los ejes en que se representan las diferentes variables, o sea
en definitiva las tres coordenadas de ese punto. Así, si se debe representar el punto P  (2;3;1) o el punto
Q  (-3;-4;2), debemos considerar que en ellos la primera coordenada se corresponde con la x, la segunda
con la y y la tercera con la z, lo que haría que resultaran respectivamente conforme al siguiente esquema:

El trazado de cada coordenada se hace partiendo desde cada eje en forma paralela a los restantes o
al plano que determinan los otros dos en conjunto.
Para graficar un plano en este espacio, debe tenerse presente que suele ser de utilidad hacer la
gráfica de las ecuaciones de dos variables que se obtienen al anular a una de las que intervengan en dicha
ecuación del plano, lo que se logra precisamente en el plano que determinan las variables que quedan en
la expresión. Luego de dibujar las tres alternativas que se tienen frente a un plano, se puede visualizar con
cierta facilidad parte de ese plano graficado. Téngase presente que si en la ecuación del plano figura una
única variable, eso indica que el plano resulta ser paralelo a los otros dos ejes precisamente en el valor
que adopta esa única variable.
Así si tenemos que graficar los planos x = 4 y 6x + 3y + 2z = 6 se tendrá:

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2016 - ÁLGEBRA Y CÁLCULO NUMÉRICO
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x=4 6x + 3y + 2z = 6
Los sistemas de tres ecuaciones lineales con tres incógnitas, terminan siendo en realidad sistemas
integrados por tres planos, y de allí la necesidad de representarlos en un espacio precisamente de tres
dimensiones si lo que se pretende es una visualización del mismo.
Luego, si los tres planos se cortan entre sí en un único punto, diremos que el sistema que repre-
sentan resulta ser un sistema de solución única, pudiendo existir soluciones múltiples cuando esos planos
se cortan de modo tal que generan una recta en común, aunque ahora en el espacio, y no tendrá solución
cuando no exista punto en común entre los tres planos equivalentes uno a uno con las tres ecuaciones del
sistema planteado.
Veamos gráficamente lo expresado con algunos ejemplos vinculados a cada uno de los casos
apuntados. Por ejemplo, el sistema que se da seguidamente y cuya gráfica es la que se acompaña junto a
su presentación algebraica, resulta ser un sistema del tipo que estamos abordando que cuenta con solución
única. Obsérvese que en la gráfica se puede observar un único punto en común a los tres planos, precisa-
mente el punto P.

 y  2
 x y
  1
- 3 4
 z  4

Seguidamente presentamos un sistema carente de solución, dando la presentación algebraica a la


izquierda y acompañándola con el gráfico respectivo, donde fácilmente puede verse que los tres planos
que representan a las ecuaciones del sistema no tienen punto alguno en común entre ellos.

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 x  2
x y
  1
4  3
 x  2y  10

Finalmente, el caso que se plantea seguidamente es el de un sistema de tres ecuaciones lineales


con tres incógnitas que tiene soluciones múltiples dadas para el caso por cualquier punto que esté justo en
la evidente coincidencia entre los tres planos representados.

 x  4y  4z  6

  2x  7y  2z   4
 3x  3y  2z  10

Resolución de sistemas de ecuaciones lineales de cualquier orden.

Al hablar de la solución analítica de sistemas de ecuaciones lineales se apuntó que entre los mé-
todos a aplicar para lograrla, hay uno en particular que suele abordarse en el curso de la educación media
con el nombre de “método de determinantes” y que en este curso denominaríamos “método de Cramer”.
Haremos una rápida consideración sobre este método en razón de la utilidad que tiene para resolver sis-
temas de ecuaciones de este tipo, con independencia del orden del mismo, a condición de que efectiva-
mente tenga solución

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2016 - ÁLGEBRA Y CÁLCULO NUMÉRICO
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Digamos también que la solución de cualquier sistema de ecuaciones lineales que la tenga, con
independencia del orden del mismo, puede lograrse por aplicación adaptada de otros métodos conocidos,
pero que lo tedioso de los cálculos que pudieran implicar esas alternativas, hace que se justifique abordar
este método de solución, como asimismo el que surge de utilizar matrices en el proceso, cuestión particu-
lar que específicamente abordaremos más adelante.
El “método de Cramer” o la denominada “regla de Cramer” para la solución de este tipo de siste-
mas de ecuaciones que nos está ocupando en esta oportunidad, hace uso de dos conceptos muy simples
pero que anticiparemos para facilitar la comprensión de lo que expresa dicha regla: el concepto de “de-
terminante de una variable de un sistema de ecuaciones lineales” y el de “determinante de un sistema de
ecuaciones lineales”.
Destaquemos antes de continuar, que para poder aplicar la regla que se comentará, el sistema que
se nos presente al efecto, debe estar previamente ordenado, y en caso de que alguna ecuación resultara
incompleta, debiéramos completarla en forma previa de modo que todas las ecuaciones en definitiva pre-
sentaran a todas las variables en forma explícita y a éstas en igual orden de aparición dentro de las distin-
tas ecuaciones del sistema.
Así, si se nos diera el sistema de ecuaciones lineales:
 2x  z  3y   4

  3x  6z  15
 z  0,5x  2y  9,5

deberíamos primero ordenarlo (no importando cuál de las variables se consigne antes de cuál otra u otras
aunque sí que se respete el mismo orden en todas las ecuaciones) y también completarlo (ya que en este
caso se puede observar que la variable y no aparece explícitamente en la segunda de las ecuaciones). Una
posible alternativa entonces, sería la de lograr el sistema presentado del siguiente modo:
 2x  3y  z   4

 3x  0y  6z  15
 0,5x  2y  z  9,5

Ahora bien, sobre esta presentación, diremos que el determinante del sistema, que identificaremos
como S, será el que se logra de disponer en un determinante de orden coincidente con el del sistema
planteado, los coeficientes de las variables en igual orden relativo de aparición que el que presentan en
ese planteo, o sea para el caso:
2 3 1
3 0 6
0,5  2 1

En cambio, diremos que tendremos tantos determinantes de variable como variables tenga el sis-
tema, o sea que para el caso tendremos tres, y concretamente serán uno para cada variable, resultando
identificados en esta oportunidad como x para la variable x, y para esta otra variable del sistema y z
para la tercera de las variables que conforman el planteo realizado.
De todos modos, la forma de obtener cualquiera de los determinantes de variable es coincidente, y
cada uno de ellos surge de armar un determinante absolutamente coincidente con el del respectivo siste-
ma, pero en el que se reemplazan los coeficientes correspondientes a la variable de nuestro interés por los
términos independientes del sistema planteado. Así entonces, para nuestro caso se tendría que:

 4 3 1 2 4 1 2 3 4
x = 15 0 6 y =  3 15 6 y z =  3 0 15
9,5  2 1 0,5 9,5 1 0,5  2 9,5

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donde puede observarse lo expresado respecto a la similitud de integración de cada uno de ellos con la
que se observa en el denominado determinante del sistema y donde en el caso de la variable x por ejem-
plo, se han reemplazado los coeficientes de esa variable en cada una de las ecuaciones por los respectivos
valores independientes registrados en el sistema planteado.
Definidos los dos conceptos anteriores, volvamos sobre la denominada “regla de Cramer” y di-
gamos que esta se expresa diciendo:

Para determinar la solución de cualquier sistema de ecuaciones lineales que la tenga,


cada variable del mismo resultará equivalente al cociente entre el determinante de la
variable que se pretende lograr y el determinante del sistema

Conforme a lo enunciado en la regla y para el caso que hemos presentado como ejemplo, se ten-
dría que cada variable resultaría entonces equivalente a:

4 3 1
15 0 6
x 9,5  2 1 108
x = ─── = ────────── = ─── = 3
S 2 3 1 36
3 0 6
0,5  2 1

2 4 1
 3 15 6
y 0,5 9,5 1 -72
y = ─── = ────────── = ─── = -2
S 2 3 1 36
3 0 6
0,5  2 1

4 3 1
15 0 6
z 9,5  2 1 144
z = ─── = ────────── = ─── = 4
S 2 3 1 36
3 0 6
0,5  2 1

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lo que indicaría que la terna (3;-2;4) sería la de probables valores para (x;y;z) como solución del sistema
dado, y que al verificar todas las ecuaciones puede darse entonces como la solución definitiva para el
mismo.

Representación matricial de un sistema de ecuaciones lineales.

Supongamos que tenemos un producto de dos matrices, una cuadrada de orden n y otra que resul-
ta ser una matriz columna que cuenta con n filas. Ese producto es posible y evidentemente arroja como
resultado una nueva matriz, también columna y con tantas filas como las dos que se multiplicaron.
Llamemos A a la matriz cuadrada de orden n, y X a la matriz columna que se multiplicará por la
matriz A en el único orden posible, o sea:
 a 11 a 12 a 13 ... a 1n  x1 
a a 22 a 23 ... a 2n   
 21 x 2 
A  a 31 a 32 a 33 ... a 3n  X  x 3 
   
 ... ... ... ... ...   ... 
a n1 a nn  x n 
 a n2 a n3 ...  
Si realizamos el producto entre estas dos matrices, encontraremos una nueva matriz, que llama-
remos para el caso B, y que tendrá la forma:
b 1 
 
b 2 
B  b 3 
 
 ... 
b n 
 
con la particularidad de que cada bi que resulta ser elemento de esta matriz resultado del producto, surge
para el caso de la siguiente operatoria:
a 11 x 1  a 12 x 2  a 13 x 3  ...  a 1n x n  b 1
a 21 x 1  a 2 x 2  a 23 x 3  ...  a 2n x n  b 2
a 31 x 1  a 32 x 2  a 33 x 3  ...  a 3n x n  b 3
... ... ... ... ... ...
a n1 x 1  a n2 x 2  a n3 x 3  ...  a nn x n  b n
donde es evidente que en todas las relaciones, se observa que los xj que intervienen resultan tener el mis-
mo valor (por ser únicos), en todas ellas, motivo por el que en realidad estas relaciones conforman un
sistema de ecuaciones, y en este caso, un sistema de n ecuaciones lineales. Ahora bien, si los valores de x j
fueran incógnitas, o sea de valor desconocido, ese sistema de n ecuaciones lineales sería un sistema con n
incógnitas y por lo tanto uno de los que nos está ocupando en este capítulo.
Lo anterior nos permite decir entonces, que un sistema de ecuaciones lineales, puede ser represen-
tado en forma matricial a través de una igualdad que tiene en el primer miembro un producto entre dos
matrices y en el segundo una matriz acorde con el producto indicado en el primero.
En el producto del primer miembro, la matriz multiplicando estará conformada por tantas filas
como ecuaciones tenga el sistema y tantas columnas como incógnitas participen del mismo, siendo cada
elemento coincidente con un coeficiente del sistema, previamente ordenado si no lo estuviera.

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La matriz multiplicador del primer miembro será una matriz de tantas filas como incógnitas y una
única columna, y sus elementos, también ordenados, coinciden uno a uno con las sucesivas incógnitas del
sistema de ecuaciones vinculado.
Finalmente, la matriz del segundo miembro tendrá tantas filas como las que tiene la matriz de
coeficientes, o sea tantas filas como ecuaciones tiene el sistema que se representa, y una única columna
que recogerá como elementos, a los términos independientes de las ecuaciones del sistema vinculado, en
el orden en que se han registrado las ecuaciones.
O sea entonces, que un sistema de ecuaciones lineales, podría ser representado como:
AxX=B
donde A es la matriz de coeficientes del sistema ya ordenado, X es la matriz de incógnitas de dicho siste-
ma y B es la matriz de los términos independientes del sistema dado.
Así, los siguientes sistemas:
 2 x  3y  z  4 2 x  5 y   1
3 x  2 y  z  4  
a)  b)   3x  6z 5 c)  x  3y  4
 x  5 y - 2z  7 0,5 x  2 y  z  9,2 x 3y  3
 
pueden representarse respectivamente como:

x  2 3  1  x   4  2 5   1
3 2 1    4  x  
a)   x y     b)   3 0 6  x  y    5   
c)  1  3 x     4 
 1  5  2  z   7  0,5  2 1   z  9,2   1 3      3
y
 

donde puede observarse que la matriz de coeficientes resulta ser en su forma, coincidente con la forma del
sistema que representa, cuadrado cuando el sistema tiene esa forma y rectangular del tipo correspondiente
según el tipo del sistema rectangular vinculado.
Si se pretendiera aislar o despejar el vector columna que en todos los casos recoge las incógnitas
del sistema, en virtud de no poder realizar la división entre matrices, deberíamos premultiplicar ambos
miembros de cada igualdad, por una matriz adecuada para que el producto con la de coeficientes arrojara
como resultado una matriz unidad, o sea simbólicamente, que si tenemos la situación:
AxX=B
y teniendo en cuenta que para lograr que un producto entre dos matrices dé por resultado una matriz uni-
dad, es evidente que esas matrices deben ser inversas entre sí, de manera que:
A-1 x A x X = A-1 x B
que nos lleva a:
I x X = A-1 x B
De ese modo, el producto entre esa matriz unidad y la matriz de incógnitas dejaría exclusivamen-
te en el primer miembro a la matriz de coeficientes y entonces:
X = A-1 x B
Esto lleva a concluir entonces que los sistemas que podrían resolverse en forma matricial, en
principio serían aquellos que tuvieran por matriz de coeficientes a una matriz cuadrada, o sea que el sis-
tema debería ser cuadrado, y además, el determinante de esa matriz de coeficientes debe ser no nulo, lo
que indicaría inexistencia de combinación lineal entre las líneas de ese determinante y en consecuencia,
independencia entre las ecuaciones del sistema.

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Conforme a lo dicho, de los sistemas presentados antes como ejemplo para la representación ma-
tricial, es evidente que el único que tendría solución sería precisamente el identificado con b) que resulta
cuadrado y para el que la matriz de coeficientes resulta ser una matriz cuadrada de determinante no nulo
(dejamos verificar su valor al lector).
Para evitar posibles interpretaciones erróneas hagamos hincapié en la expresión “en principio” del
anteúltimo párrafo, ya que más adelante veremos que también podremos encontrar la solución para los
casos en que el sistema planteado resultara contar con soluciones múltiples y sobre lo que volveremos
más adelante.

Resolución matricial de un sistema de ecuaciones lineales.

Si bien ya se anticipó que en la educación media se ha abordado el conocimiento de algunos mé-


todos de solución de este tipo de sistemas, sobre todo para cuando tienen solución única, en general las
experiencias realizadas fueron limitadas a aplicaciones en sistemas de dos ecuaciones lineales con dos
incógnitas y sistemas de orden tres.
Encararemos ahora un proceso de solución que es de aplicación para sistemas de ecuaciones li-
neales de cualquier orden, haciendo primero las consideraciones para situaciones en que esos sistemas son
compatibles de solución única para luego encarar la solución extendida a sistemas de este tipo pero con
solución múltiple. Digamos de paso que este método lógicamente no servirá para resolver sistemas in-
compatibles, en razón de que evidentemente no puede encontrarse una solución donde ésta no existe.
Al efecto, digamos que para aplicar el método matricial de solución de sistemas de ecuaciones
lineales, tenemos que partir de la presentación de tal sistema a través del uso de matrices, lo que damos
por sentado ha quedado debidamente comprendido a partir de lo expresado al respecto previamente.
Digamos en primer lugar que si al sistema de ecuaciones lineales con solución única:

AxX=B

lo premultiplicamos en ambos miembros por la inversa de la matriz A, conforme a lo dicho antes en este
mismo trabajo, podemos lograr aislar a la matriz de incógnitas en el primer miembro y de ese modo, con
el producto resultante en el segundo de los miembros de la relación, poder hacer un apareo directo entre
incógnitas y valores, encontrando de ese modo la solución buscada, que lógicamente deberá verificarse
antes de darla definitivamente por buena, ya sea en el planteo recibido, ya en el sistema que se pretende
resolver.
Consideremos el sistema de tres ecuaciones lineales:
 3 x  6y  4z  3

x  y 3
 2 x  4 y  3z  1

que se representa matricialmente como:
 3 6  4  x   3
 1 1 0  x  y    3
     
 2 4 - 3   z  1

Considerando que la inversa de la matriz cuadrada del primer miembro resulta ser:
 3 2 4
 
 3  1  4
 2 0  3

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al realizar lo indicado se tiene sucesivamente:


 3 2 4   3 6  4  x  3 2 4   3
 3  1  4  x  1 1 0  x  y    3  1  4  x  3
         
 2 0  3  2 4 - 3   z   2 0  3 1

 1 0 0  x    3 2 4   3 1 
 0 1 0 x  y    3  1  4  x  3   2
         
0 0 1  z   2 0  3 1  3

x 1
 y    2
   
 z   3

lo que por apareo por idéntica ubicación entre uno y otro vector, permite concluir que x = 1, y = 2 y que
z = 3, o sea que la terna solución resultaría ser (x;y;z) = (1;2;3) que se deja al lector comprobar que veri-
fica al sistema planteado.
Lógicamente la determinación de la matriz inversa que se emplea en este cálculo puede lograrse
por cualquier método que sea posible, resultando lo dicho independiente de dicho método de determina-
ción. Por lo tanto podría calcularse la inversa ya sea por el método de operaciones elementales, ya calcu-
lando como paso previa la adjunta para luego arribar a ésta que es la de nuestro interés.
Sin embargo, el método de operaciones elementales explicado para la determinación de la matriz
inversa de otra dada, permite, con alguna modificación simple, determinar simultáneamente la inversa
pretendida y la solución de un sistema cuadrado de ecuaciones de solución única. Es más, permite resol-
ver ese sistema sin necesidad de determinar la matriz inversa de la matriz de coeficientes si es que la
misma no se necesitara para otros fines diferentes de la mera resolución del sistema dado.
Explicaremos a continuación la metodología a seguir para esa solución por dicho método, dejan-
do constancia desde ya que, si bien en la explicación dada se determina simultáneamente la matriz inversa
de la matriz de coeficientes, si la misma no interesa lograrla, basta con eliminar del proceso la columna de
transformaciones elementales titulada De I a A-1, manteniendo el resto tal como se explica seguidamente.
El proceso implica el agregado de una columna adicional, que se ubica justo sobre el final del
cuadro de trabajo e inmediatamente antes de la columna de control si es que la misma se ha incorporado,
columna ésta que recoge en la suma también a los valores que se registren en la columna agregada.
Esa columna agregada se titula “De B a X” y en ella se vuelcan inicialmente los términos inde-
pendientes de cada una de las ecuaciones, cada uno de ellos precisamente en la fila en la que en la segun-
da columna del cuadro se han ubicado los coeficientes del sistema a resolver previamente ordenado.
En esta columna agregada se realizan iguales transformaciones elementales que en las preceden-
tes y en la de control (si se la emplea), en un todo de acuerdo con lo dicho al tratar el tema de inversión de
una matriz por el método de operaciones elementales o de Jordan-Gauss.
Cuando en la segunda columna del cuadro se ha logrado la matriz unidad, esta columna recoge
los valores de las variables, de arriba hacia abajo, en la forma en que se hubieran dispuesto en la columna
de la matriz presentada y referida a los coeficientes del sistema.
Se debe destacar que si en alguna etapa del proceso se debe realizar el cambio de filas para la
continuidad del método, ello no altera el orden de aparición de los valores de variable, lo que sí ocurre si
en medio del proceso, por cualquier causa se hace un canje de columnas, ya que esto implica evidente-
mente un cambio en la presentación y representación de las variables. Considérese que el orden de co-
lumnas está vinculado al orden de variables y entonces una alteración en el orden de aquellas deriva en un
cambio igual en el orden de aparición de los valores buscados.
Sea el sistema de tres ecuaciones lineales con tres incógnitas:

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2 x 1  x 2  4 x 3  10

 x1  2 x 3  4
3 x  2 x  x  11
 1 2 3

y realicemos la solución del mismo siguiendo para ello los lineamientos y los comentarios realizados. Se
tendrá:

PRESENTACION Y OPERA- DE A a I DE I a A-1 DE B A X CONTROL


CIONES
2 -1 4 1 0 0 10 16
Presentación del caso 1 0 2 0 1 0 4 8
3 -2 1 0 0 1 11 14
F1 x ½ 1 -1/2 2 1/2 0 0 5 8
F2 – F1 0 1/2 0 -1/2 1 0 -1 0
F3 – 3 x F1 0 -1/2 -5 -3/2 0 1 -4 -10
F1 + ½ F2 1 0 2 0 1 0 4 8
F2 x 2 0 1 0 -1 2 0 -2 0
F3 + ½ F2 0 0 -5 -2 1 1 -5 -10
F1 – 2 F3 1 0 0 -4/5 7/5 2/5 2 4
F2 invariable 0 1 0 -1 2 0 -2 0
F3 x (-1/5) 0 0 1 2/5 -1/5 -1/5 1 2
que indica los valores de las incógnitas como x1 = 2, x2 = -2 y x3 = 1, coincidentes, como no podría ser de
otro modo, con los valores encontrados en la solución por aplicación del otro proceso viable, y cuya veri-
ficación dejamos al lector.
Observemos que a iguales resultados habríamos llegado sin determinar la inversa, siguiendo el si-
guiente proceso:

PRESENTACION Y OPERACIONES DE A a I DE B A X CONTROL


2 -1 4 10 15
Presentación del caso 1 0 2 4 7
3 -2 1 11 13
F1 x ½ 1 -1/2 2 5 15/2
F2 – F1 0 1/2 0 -1 -1/2
F3 – 3 x F1 0 -1/2 -5 -4 -19/2
F1 + ½ F2 1 0 2 4 7
F2 x 2 0 1 0 -2 -1
F3 + ½ F2 0 0 -5 -5 -10
F1 – 2 F3 1 0 0 2 3
F2 invariable 0 1 0 -2 -1
F3 x (-1/5) 0 0 1 1 2

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donde no se ha calculado la inversa pero se ha alcanzado de igual modo el valor de cada una de las incóg-
nitas.
También puede observarse en la asignación de valores a las respectivas incógnitas en ambos pro-
cesos anteriores, que el primer valor encontrado en la columna adicional con que se ha trabajado (2 para
el caso), debe corresponder a la variable que se hubiera conservado en la primer columna de la matriz
consignada en la segunda del cuadro, y que esa columna, conforme a los elementos registrados, se corres-
ponde con la incógnita x1. De forma similar puede asignarse los otros dos valores de incógnitas.
Es evidente que el sistema que hemos resuelto anteriormente, puede ser escrito como:
4x 3  2 x 1  x 2  10

 2x 3  x 1  4
 x  3 x  2 x  11
 3 1 2

que resulta ser equivalente con el dado ya que lo único que se observa en el mismo es una alteración en la
presentación de las incógnitas en cada ecuación que integra el sistema. Si aplicamos el método de opera-
ciones elementales para la solución de sistemas de ecuaciones lineales a este sistema se tiene, sin deter-
minar la matriz inversa de la matriz de coeficientes:

PRESENTACION Y OPERACIONES DE A a I DE B A X CONTROL


4 2 -1 10 15
Presentación del caso 2 1 0 4 7
1 3 -2 11 13
F1 x ¼ 1 ½ -¼ 5/2 15/4
F2 – 2 x F1 0 0 ½ -1 -½
F3 – F1 0 5/2 -7/4 17/2 37/4
F1 invariable 1 ½ -¼ 5/2 15/4
F2 la F3 anterior 0 5/2 -7/4 17/2 37/4
F3 la F2 anterior 0 0 ½ -1 -½
F1 - ½ F2 1 0 1/10 8/10 19/10
F2 x 2/5 0 1 -7/10 17/5 37/10
F3 invariable 0 0 ½ -1 -½
F1 – 1/10 F3 1 0 0 1 2
F2 + 7/10 F3 0 1 0 2 3
F3 x 2 0 0 1 -2 -1

donde debe realizarse el apareo entre variables y valores alcanzados en la tercera columna del cuadro, la
que resulta para el caso, conforme a la disposición inicial de los coeficientes, x3 = 1, x1 = 2 y x2 = -2,
coincidiendo esta asignación de valores con la realizada conforme a la solución anterior lograda con una

disposición de coeficientes diferente de la presente. De este modo la terna probable de solución sería la
que viene expresada por (x1;x2;x3) resulta ser (2;-2;1) o sea que es la misma que la determinada preceden-
temente y que se deja al lector verificar una vez más en todas las ecuaciones del sistema.
Obsérvese simultáneamente que en el segundo proceso del trabajo en el cuadro auxiliar, con mo-

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tivo de encontrar un valor nulo en la posición de la segunda columna en la que debe aparecer la unidad, se
ha debido realizar un cambio de filas. Sin embargo ese cambio no alteró el orden de aparición final de las
variables porque las columnas del cuadro, que recogen los coeficientes del sistema o de otro equivalente
logrado por transformaciones elementales, no han alterado su posición.
Como particularidad a destacar en el proceso de operaciones elementales seguido, destaquemos
que en cualquiera de las etapas del mismo, las sucesivas matrices que se van logrando, corresponden a
sistemas de ecuaciones equivalentes con el original.
Así, si observamos la primera etapa del esquema de solución presentado inicialmente, el sistema
de ecuaciones que se ha transformado a partir del original sería:

 x 1  1/2 x 2  2x 3  5

 1/2 x 2  1
  1/2 x 2  5x 3   4

para el que la solución es x2 = - 2 (de la segunda ecuación), x3 = 1 (de la tercera ecuación luego de reem-
plazar a x2 por su igual conforme al valor hallado en la segunda ecuación), y x1 = 2 (al despejarla de la
primer ecuación una vez considerado el reemplazo de las incógnitas x2 y x3 por sus valores anteriores)
conforman la terna solución del sistema (x1;x2;x3) = (2;-2;1), y que puede confirmarse coincide con la
solución del sistema original ya resuelto.
Asimismo, la segunda etapa del esquema de solución presentado en esa misma tabla presenta una
matriz que se corresponde con el sistema:

 x1  2x 3  4

 x2 2
  5x 3   5

que se satisface con la terna (x1;x2;x3) = (2;-2;1) lograda de obtener directamente el valor de la variable x2
en la segunda ecuación, x3 en la tercera (por simple pasaje de términos) y reemplazar a ésta en la primera
para determinar como última variable a x1.
Finalmente la matriz que se obtiene en el último segmento de la tabla que comentamos, permite
generar el sistema:

 x1  2

 x2   2
 x3 1

en el cual es evidente la terna de valores que lo satisface, y entonces, como todos los sistemas generados
han sido satisfechos con iguales ternas de valores, puede concluirse que todos esos sistemas son equiva-
lentes entre sí.
Dejamos al lector hacer comprobación similar a la anterior en las diferentes etapas del proceso
que, para el mismo sistema fue presentado alterando el orden de aparición de las incógnitas dentro de
cada ecuación.

Matrices representativas de un conjunto de vectores.

Si se tiene una matriz de m filas y n columnas, los m elementos de una columna pueden ser con-
siderados como las componentes de un vector ubicado en el espacio m-dimensional y con igual razona-

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miento, los n valores que aparecen en una fila cualquiera podrían ser considerados como las componen-
tes de un vector n-dimensional.
De acuerdo a ello la matriz de orden m x n sería un conjunto de n vectores columna de m ele-
mentos o de un espacio de m dimensiones, o bien, un conjunto de m vectores filas de n elementos o de un
espacio de n dimensiones. De ahí entonces que una matriz suele considerarse como representativa de un
conjunto de vectores, tantos vectores como una de las dimensiones de la matriz y cada uno de ellos con
tantas componentes, o de un espacio de tantas dimensiones, como lo indica la otra dimensión de dicha
matriz.
Por ejemplo la matriz:
1 4 
 5 10 
 
 3 2 

puede considerarse constituida por dos vectores columna, cada uno de ellos con tres componentes o per-
tenecientes al espacio de tres dimensiones:
1  4 
5 y  10 
   
 3   2 

o bien, compuesta por tres vectores fila de dos componentes cada uno, o lo que es lo mismo, pertenecien-
tes al espacio bidimensional o de dos dimensiones:
1 4 , 5 10  y 3 2

Combinación lineal de vectores

Con un criterio análogo al utilizado para determinar si existía combinación lineal entre las líneas
de un determinante, analizaremos si existe combinación lineal entre vectores componentes de una matriz.
Dada una serie de vectores a1 , a2 , a3 , ..., an y la misma cantidad de escalares λ1 , λ2 , λ3 , ... λn
se llama combinación lineal de los vectores dados al vector v no nulo que resulta de:
v = λ1 a1 + λ2 a2 + λ3 a3 + . . . . + λ n an
La definición anterior se aplica tanto a vectores columnas como vectores filas.

Ejemplo: Dados los siguientes vectores:


 2  1 1 1
v   3  a 1   1  a 2   1  a 3   0 
  6   1   0   2 

El vector v será combinación lineal de a1 , a2 y a3 si se verifica la siguiente ecuación vectorial:


 2  1 1 1
 3    1   1     0 
  1   2   3  
  6   1   0   2 

Ello significa que la componente de valor 2 del vector v surge de la ecuación 2 = λ1 + λ2 + λ3, el
valor 3 del mismo vector se obtiene de la ecuación 3 = λ1 + λ2 + 0 λ3 y el valor -6 de la ecuación -6 = λ1 +
0 λ2 + 2 λ3 . Dichas ecuaciones se verifican para los valores de λ1 = -4 , λ2 = 7 y λ3 = -1, por lo tanto
podemos concluir que el vector v resulta combinación lineal de los vectores a1 , a2 y a3 .

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En otras palabras:
v = - 4 a1 + 7 a 2 - 1 a3
Aplicando lo antes expuesto, y considerando los siguientes n vectores genéricos de m componen-
tes todos ellos:
 a 11   a 12   a 13   a 1n 
    a   
 a 21   a 22   23   a 2n 
 ...   ...   ...   ... 
       
 a m1   a m2   a m3   a mn 
diremos que resultan ser combinación lineal del siguiente vector b
 b1 
b 
 2 
 ... 
 
 bm 
si se verifica que:
 a 11   a 12   a 13   a 1n   b1 
a         
 21  x   a 22  x   a 23  x  ...   a 2n  x   b2 
 ...  1  ...  2  ...  3  ...  n  ... 
         
 a m1   a m2   a m3   a mn   bm 
En esta ecuación vectorial los valores de x1 , x2 , x3 , .... y xn son escalares que satisfacen la
igualdad.

Dependencia e independencia lineal entre vectores. Condiciones de dependencia


e independencia lineal.

La dependencia lineal de vectores puede expresarse del siguiente modo: dado un conjunto de n
vectores a1 , a2 , a3 , ... an cada uno con m elementos, se dice que son linealmente dependientes entre sí
o que existe dependencia lineal entre dichos vectores, cuando existe un conjunto de números λ1 , λ2 , λ3 ,
... λn , con al menos uno de ellos distinto de cero, de manera que:
λ1 a1 + λ2 a2 + λ3 a3 + . . . . + λn an = 0
Si no existe un conjunto de valores, excepto cuando todos los λi sean ceros, que satisfagan la igualdad:
λ1 a1 + λ2 a2 + λ3 a3 + . . . . + λn an = 0
se dice que el conjunto de vectores es linealmente independiente.

Ejemplo: dada la matriz:


  1  2 3/2 
 1 2  3/2 

 3 6  9/2 
 
 2 4 3 

puede considerarse constituida por tres vectores columna:

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 1   2   3/2 
 1   2    3/2 
     
 3   6    9/2 
     
 2   4   3 
los cuales serán linealmente dependientes si existe un conjunto de valores λ1 , λ2 y λ3 , con al menos uno
de ellos distinto de cero, tales que:
λ1 a1 + λ2 a2 + λ3 a3 = 0
Si λ1 = 1 , λ2 = 1 y λ3 = 2
 1   2   3/2   0 
 1   2     
1  1   2   3/2    0 
 3   6    9/2   0 
       
 2   4   3  0
de donde se concluye que los vectores son linealmente dependientes entre sí.
Por el contrario, si la única forma de lograr el vector nulo fuera que λ1 , λ2 y λ3 fueran todos
iguales a cero, podemos afirmar que el conjunto de vectores dados es linealmente independiente o existe
independencia lineal entre ellos.

Representación vectorial de un sistema de ecuaciones lineales.

Si observamos cada ecuación integrante de un sistema de ecuaciones lineales podemos concluir


que resulta ser en realidad el producto de dos vectores, uno fila y otro columna, que lógicamente dará,
haciendo la multiplicación en ese orden, una matriz de orden 1x1 que cuenta con un único elemento, y
que coincidiría con el término independiente de la ecuación lineal respectiva.
Así el producto entre un vector fila de n elementos y un vector columna con tantas variables co-
mo elementos tiene la matriz multiplicando resulta:
 x1 
 
a 11 ... a 1n  x  2   a 11 x x 1  a 12 x x 2  ...  a 1n x x n   b 1 
x
a 12
 ... 
 
x n 
En forma similar si consideramos los vectores que integran la matriz A de coeficientes de un sis-
tema de ecuaciones lineales ordenado, que resultan tener dimensión nx1, nos encontraríamos con un total
de n vectores del tipo, que podríamos identificar con v1, v2, v3, …, vn. Estos vectores presentarían la parti-
cularidad de que estarían integrados por los coeficientes de una misma incógnita del sistema, dispuestos
ordenadamente según el orden de las ecuaciones de dicho sistema.
Si escribiéramos a cada vector columna multiplicado por un escalar, que coincide en cada vector
con la variable de la que los elementos integrantes resultan ser coeficientes, y sumáramos esos productos
parciales, es evidente que esa operación nos daría por resultado un nuevo vector, de nx1 dimensiones
coincidentes con la de los vectores que intervienen en el cálculo, que resulta ser el vector de términos
independientes del sistema en cuestión.
Veamos lo expresado para un sistema de ecuaciones lineales genérico como el que se presenta se-
guidamente:

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 a 11 x 1  a 12 x 2  a 13 x 3  ...  a 1n x n  b 1
 a x  a x  a x  ...  a x  b
 21 1 22 2 23 3 2n n 2

 ... ...
a n1 x 1  a n2 x 2  a n3 x 3  ...  a nn x n  b n

Conforme a lo expresado los vectores columnas que podrían extraerse desde la matriz de coefi-
cientes del sistema serían:
 a 11   a 12   a 13   a 1n 
       
a a a a 2n 
v1 =  21  v2 =  22  v3 =  23  … vn = 
 ...   ...   ...   ... 
       
a n1  a n2  a n3  a nn 
y con ellos podría armarse la expresión:
 a 11   a 12   a 13   a 1n 
    a   
a a a 2n 
x 1  21   x 2  22   x 3  23   ...  x n
 ...   ...   ...   ... 
       
a n1  a n2  a n3  a nn 
que lógicamente por lo dicho daría como resultado un vector columna de orden nx1, que no podría ser
otro que el logrado de disponer ordenadamente los elementos que en el sistema actúan en las sucesivas
ecuaciones que lo integran, como términos independientes. O sea:
 a 11   a 12   a 13   a 1n   b 1 
    a     
a a a 2n   b 2 
x 1  21   x 2  22   x 3  23   ...  x n
 ...   ...   ...   ...   ... 
         
a n1  a n2  a n3  a nn  b n 
De lo comentado entonces se desprende que en realidad un sistema de ecuaciones lineales resulta
ser consecuencia de un conjunto de productos vectoriales o bien una suma de productos escalares como
suele expresarse, y que, si dicho sistema tiene solución, es decir si existe un conjunto de valores (al me-
nos uno por cada incógnita) que satisfaga la igualdad, el vector de términos independientes resulta ser
combinación lineal de los otros vectores del sistema.
Se destaca que esta segunda alternativa resulta ser un conjunto de productos entre incógnitas y sus
coeficientes debidamente ordenados y con igual orden en todos los que intervengan, y un segundo miem-
bro con un vector de igual orden pero que recoge los términos independientes del sistema planteado.

Análisis de consistencia de un sistema de ecuaciones lineales.

Rango de una matriz.

Dada una matriz de cualquier orden se llama rango de dicha matriz al número que representa la
cantidad de líneas (filas o columnas) linealmente independientes que posee. Si consideramos que una
matriz puede ser representativa de un conjunto de vectores podemos decir también‚ que el rango es la
cantidad de vectores independientes que tiene la matriz en cuestión.
Por lo visto en el capítulo anterior al tratar la dependencia de líneas de un determinante, sabemos
que si existe dependencia lineal entre las líneas de un determinante el valor del mismo es igual a cero, de
ahí que el rango de una matriz también puede definirse como el orden del determinante de mayor orden
no nulo que puede extraerse de dicha matriz.

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Dada la matriz:
1 4 
 
 5 10 
 3 2 

de dimensiones (3x2), el mayor determinante que de ella se puede extraer es de orden 2, y al contar evi-
dentemente con al menos un determinante de este orden no nulo el rango es igual a 2.
Tal como lo expresáramos, si existe dependencia lineal entre las líneas de un determinante su
valor es igual a cero, por lo tanto para calcular el rango es importante determinar si las líneas de la matriz
presentan dependencia lineal.
Obsérvese la siguiente matriz:
1 4 
 
 5 20 
 3 12 

No puede extraerse de la misma ningún determinante de orden dos que sea no nulo por lo tanto su
rango es 1, ya que la matriz tiene al menos un elemento distinto de cero.
Si bien un método para calcular el rango es buscar el determinante no nulo de mayor orden de la
matriz, no es este el proceso más adecuado, ni más eficiente, cuando se trata de una matriz de varias lí-
neas. Por lo tanto otra forma de determinar el rango consiste en encontrar el número que representa la
cantidad de líneas independientes de la matriz a través de un proceso de aproximaciones sucesivas. Par-
tiendo del número 0 ó 1 (por simple observación), y tomando como límite superior la cantidad de filas o
columnas (el menor) de la matriz, se va haciendo el análisis para sucesivos valores crecientes de modo tal
que por acotación o limitación doble (por encima y por debajo) se logre la determinación del verdadero y
definitivo valor.
Para mayor claridad, efectuaremos el análisis a través de una situación numérica.
Sea la matriz A siguiente de orden (5 x 4):

2 3 1 2
 1 3/2 1/2 4 
 
A   3 4,5 3/2 6 
 
4 6 3 4
 2 3 1/2 5 

Por simple observación de los números componentes (donde al menos uno es diferente de cero),
podemos decir que el rango de esta matriz es mayor o al menos igual a 1, dicho de otro modo, que existe
al menos una línea independiente, precisamente la que contiene a dicho elemento no nulo. Pero también
por simple observación vemos que el número máximo de líneas que pueden llegar a ser independientes
(menor número entre filas y columnas de la matriz dada) resulta ser cuatro, o sea que podemos afirmar
que el determinante de mayor orden que podemos extraer sería de orden cuatro y en consecuencia el ran-
go sería menor o igual a 4.
En definitiva, identificando al rango con r, podemos expresar que:
1 r  4

teniendo de este modo, doblemente acotado (por encima con 4 y por debajo con 1) al valor del rango co-
rrespondiente.
Para poder salir de la acotación inferior deberá probarse que hay más de una línea o vector inde-
pendiente. Si esto se prueba para dos líneas por ejemplo, diremos que el rango es mayor o igual a 2 pero

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menor o igual que 4. Si por el contrario no pudiera probarse que existe más de una línea o vector inde-
pendiente el rango se mantendrá con límite inferior igual a 1.
Ya hemos visto que un vector es combinación lineal de otro, si el producto de sus elementos por
una constante o escalar da por resultado el otro vector. El análisis que se describirá seguidamente puede
hacerse trabajando con los vectores filas o los vectores columnas de la matriz, dado que por ambos cami-
nos se obtiene el mismo resultado. Por ello, resulta conveniente hacerlo con aquellos cuyo número sea
menor. En el ejemplo dado son menos los vectores columnas, por lo tanto sería conveniente el análisis de
éstos, pero se repite que se arribaría a idéntico resultado si se efectuara el análisis a través de los vectores
filas.
Analizaremos ahora si hay combinación lineal entre la primera y segunda columna, o primer y
segundo vector columna. Si llamamos a1 al primer vector columna y a2 al segundo, de acuerdo a lo
visto al tratar el tema referido precisamente a combinación lineal de vectores, resultaría a2 combinación
lineal de a1 si se verificara que:
a1 ß = a2 (I)
Es decir, que si existe alguna constante o escalar ß, que al multiplicar por ella los elementos de
la primera columna nos da por resultado la segunda, habrá combinación lineal entre ambos vectores.
Si efectuamos pasaje de términos a la expresión (I) resulta:
a1 ß - a2 = 0
o lo que es lo mismo:
a1 ß + (-1) a2 = 0
de donde también podemos concluir que si existe el valor de ß que verifique esta última expresión, ambos
vectores serán linealmente dependientes de acuerdo a lo visto al tratar este tema anteriormente. En caso
contrario podremos afirmar que ambas líneas son linealmente independientes.
Comenzaremos por analizar cual sería el valor de dicha constante que verifica la expresión (I)
para los primeros elementos de ambas columnas:
2ß=3
De esta igualdad surge que el valor de ß es 3/2. El segundo vector (o segunda columna) resultará
ser combinación lineal del primer vector (o primera columna) si todos sus elementos son iguales al pro-
ducto de los elementos de la primera columna por el valor de ß. Al multiplicar por el valor de ß cada ele-
mento de la primer columna se obtiene el valor del elemento de la misma fila en la segunda columna,
razón por la que puede afirmarse que esta columna resulta ser LINEALMENTE DEPENDIENTE de la
primera, o bien que se cuenta con dos vectores en la matriz que resultan ser combinación lineal uno del
otro. En consecuencia podemos afirmar entonces que:
1 r  3

acotando de este modo al rango entre valores diferentes a los anteriores y en un intervalo de menor ampli-
tud, ya que una de las dos columnas no puede ser computada para determinar el rango, puesto que a lo
sumo la matriz tendrá ahora tres líneas independientes.
Por ello, y a los efectos de determinar el rango, descartaremos la segunda columna, aunque tam-
bién podríamos haber dejado de lado la primera y continuar trabajando con la segunda.
Con igual criterio, se tratará de probar si los elementos que componen la tercera columna de la
matriz resultan ser o no independientes de la primera. Para ello habrá que determinar un valor de ß que
permita lograr el tercer vector de la matriz a partir de los elementos de la primera columna. O sea:
a1 ß = a3 (II)
Comenzaremos a determinar cual sería ese valor para los primeros elementos de ambas columnas.
Así:
2ß=1

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de donde surge que ß debería ser igual a ½ para cumplir la igualdad. Al multiplicar por ß al elemento de
la segunda fila de la primer columna se obtiene el valor del elemento de la misma fila en la tercer colum-
na. Si se repite la operación con el elemento de la tercer fila primer columna también se obtiene el ele-
mento de la tercer columna en esa fila, pero cuando se pretende efectuar la misma multiplicación con el
elemento de la cuarta fila no se verifica la igualdad con el elemento de la tercer columna en dicha fila,
razón por la que podemos concluir que esta última columna es LINEALMENTE INDEPENDIENTE
de la primera, o bien que se cuenta con dos vectores en la matriz que no resultan ser combinación lineal
uno del otro. En consecuencia, podemos afirmar que:
2r 3

Pasamos a analizar si la cuarta columna resulta ser combinación lineal de la primera y la tercera
columna de la matriz, o al menos de una de ellas. Para ello habrá que determinar un conjunto de valores
ß1 y ß2 que permitan lograr el cuarto vector de la matriz a partir de los elementos de los vectores primero
y tercero, únicos independientes hasta el momento. O sea:

2  1  2
1  1/2   4 
     
β1  3   β 2  3/2    6 
     
4  3  4
 2   1/2   5 

Como las incógnitas son ß1 y ß2 armaremos entonces un sistema de ecuaciones con dos incóg-
nitas, y en función del mismo determinaremos los valores buscados. Como las incógnitas son dos bastará
con armar dos ecuaciones tomando dos filas de componentes de los vectores. Pero en este aspecto debe-
mos tener en cuenta que el sistema que se integre con las componentes de las filas primera a tercera de los
vectores, tendrá un determinante del sistema nulo ya que para estas líneas se verificó la igualdad (II). En
tal sentido, obsérvese que si armamos el sistema con las componentes que pertenecen a las filas primera y
tercera, resultaría:
 2 ß1  1 ß2  2

1 ß1  1/2 ß2  4
sistema cuyo determinante es nulo, y en consecuencia no tiene solución única (recuérdese lo dicho en
oportunidad de tratar el tema “representación vectorial de un sistema de ecuaciones” en este mismo capí-
tulo).
Por ello, debemos elegir para armar el sistema al menos una fila de componentes en donde no se
haya verificado la igualdad (II), en tal sentido el sistema armar podría ser:
 2 ß1  1 ß2  2

4 ß1  3 ß2  4
el cual resuelto por cualquier método da el siguiente resultado:
ß1 = 1 ß2 = 0
valores que utilizados en todos los demás elementos componentes de los vectores primero y tercero per-
miten verificar que el cuarto vector no resulta ser combinación lineal de los dos primeros. En consecuen-
cia, la cuarta columna de la matriz es LINEALMENTE INDEPENDIENTE de la primera y tercer co-
lumnas, y entonces se puede computar para determinar el rango de la matriz presentada, y en consecuen-
cia podemos afirmar que:
3r 3

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Al tratarse el rango de un número natural (cantidad de líneas), podemos concluir que la matriz en
cuestión tiene solamente tres líneas o vectores linealmente independientes y por lo tanto no cabe otra
alternativa que:
r 3
Matriz ampliada.

Digamos ahora que cuando pretendemos resolver un sistema de ecuaciones lineales, como así
también efectuar el análisis de consistencia del mismo (determinar si tiene o no solución, y en el primer
caso de qué tipo), recurrimos a la presentación matricial expuesta en el punto anterior. Sin embargo, en
ciertas circunstancias suele ser más conveniente limitarse sólo a la utilización de la matriz conformada
exclusivamente con los datos conocidos, coeficientes y términos independientes del sistema, excluyendo
las incógnitas. La matriz constituida de esta manera se denomina matriz ampliada.
De acuerdo a lo expuesto, y tomando el sistema genérico presentado oportunamente, la matriz
ampliada estaría compuesta de la siguiente forma:
 a 11 a 12 ... a 1p b 1 
 
 a 21 a 22 ... a 2p b 2 
 a 31 a 32 ... a pn b 3 
 
 ... ... ... ... ... 
 a n1 a n2 ... a np b n 

Nótese que en esta presentación anterior, el sistema del que hemos partido no necesariamente es
un sistema cuadrado, ya que los subíndices de los elementos que representan a los coeficientes del sistema
ordenado así lo señalan, pero que si se tratara de un sistema cuadrado, es evidente que n = p e igual podría
representarse la matriz ampliada del modo anterior.

Aplicación del rango al análisis de consistencia de un sistema de ecuaciones.

Muchos análisis de modelos económicos requieren la resolución de conjuntos de ecuaciones si-


multáneas. Los métodos analíticos de solución de sistemas son útiles en general para resolver los mismos
cuando tienen solución única, pero cuando no la tienen o no se sabe si la tienen, se presentan dificultades
para determinar si estamos en presencia de un sistema de solución única, múltiple o directamente ante un
sistema sin solución. Los conceptos y las operaciones del álgebra matricial, y en especial el desarrollado
referido al rango de una matriz, son de gran utilidad en la determinación de la existencia y naturaleza de
soluciones de los sistemas de ecuaciones lineales, y en la obtención de dichas soluciones cuando existen.
Recordemos que los sistemas de ecuaciones lineales pueden clasificarse en:
- Consistentes: cuando tienen solución
- Inconsistentes: cuando no tienen solución
Y en el primer caso, a su vez pueden subdividirse en determinados, cuando la solución es única, o
indeterminados, cuando tienen múltiples soluciones.
En el álgebra matricial existe una serie de principios, que no demostraremos, pero cuyas conclu-
siones nos proporcionan los criterios para reconocer los distintos tipos de sistemas, vinculando una serie
de conocimientos, entre ellos, el referido al rango de una matriz recientemente desarrollado.
1.- Un sistema de ecuaciones lineales es consistente, si y sólo si el rango de la matriz ampliada es igual al
rango de la matriz de coeficientes del sistema.
Para ejemplificar trabajaremos con el sistema de dos ecuaciones con dos incógnitas:

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3x- y 1

2 x  2 y  14
La matriz de coeficientes es:
 3 1 
 
2 2 
cuyo rango es 2, ya que el determinante de la misma no es nulo.
La matriz ampliada sería para el caso:
 3 1 1 
 
 2 2 14 
cuyo rango también es 2. Esto nos permite concluir, conforme a lo anterior, en que el sistema es consis-
tente. No sabemos, sin embargo, si tiene solución única o múltiple. Para ello debemos tener en cuenta la
siguiente regla.

2.- Un sistema consistente de ecuaciones lineales es determinado (tiene solución única) si el rango del
sistema es igual al número de incógnitas. En el ejemplo propuesto el rango del sistema es dos y el número
de incógnitas también es dos, por lo tanto se trata de un sistema consistente de solución única. Situación
que podemos verificar si resolvemos el sistema mediante cualquier método, determinamos que la solu-
ción es x = 2 e y = 5, siendo ésta única.
Por otro lado la gráfica del sistema muestra dos rectas cuya intersección es el punto de solución
citado.
15

10

0
-4 -3 -2 -1 0 1 2 3 4 5 6

-5

-10

-15

3.- Un sistema consistente de ecuaciones lineales es indeterminado (tiene múltiples soluciones) cuando el
rango de la matriz de coeficientes del sistema y de la matriz ampliada coinciden, pero éste es menor que
el número de incógnitas.

Supongamos el siguiente sistema:


4x2y 8

8 x  4 y  16
La matriz de coeficientes es:

178
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4 2
 
8 4

cuyo rango es 1, dado que el determinante de orden dos es nulo, ya que existe combinación lineal entre
las líneas de la matriz.
La matriz ampliada sería ahora:
4 2 8 
 
 8 4 16 

y su rango también es 1, porque tampoco existe determinante de orden dos no nulo. Esto nos permite
concluir que el sistema es consistente, pero al comparar el rango obtenido con el número de incógnitas
observamos que el rango es menor a la cantidad de incógnitas por lo que el sistema tiene solución múlti-
ple. Esta situación la podemos confirmar efectuando la gráfica del sistema que consiste en dos rectas su-
perpuestas, por lo que cualquier punto perteneciente a las mismas satisface al sistema.

15
Y
10

0
-4 -3 -2 -1 0 1 2 3 4 5 X 6
-5

-10

-15

4.- Si el rango de la matriz ampliada es distinto del rango de la matriz de coeficientes del sistema, éste es
inconsistente.
Supongamos el siguiente sistema:
4x2y 8

8 x  4 y  10
La matriz de coeficientes es:
4 2
 
8 4

cuyo rango es 1, ya que el determinante de orden dos es nulo, dado que existe combinación lineal entre
las líneas de la matriz, mientras que la matriz ampliada correspondiente es:
4 2 8 
 
 8 4 10 

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cuyo rango es 2, porque el determinante de orden dos formado por la primera y tercer columna no es nulo.
Esto nos permite concluir que el sistema es inconsistente, y por lo tanto no es necesario efectuar ningún
cálculo para resolverlo, ya que el conjunto solución del sistema es vacío. Esta circunstancia la podemos
verificar con la gráfica del sistema propuesto que muestra dos rectas paralelas y que obviamente no pre-
senta punto en común que satisfaga al sistema.

15

10

0
-4 -3 -2 -1 0 1 2 3 4 5 X 6

-5

-10

-15
Método de Gauss.

Lo desarrollado anteriormente nos da información sobre las características del sistema, pero no
nos da la o las soluciones del mismo cuando existe/n. Presentamos aquí un método de solución de siste-
mas lineales y que a su vez permite conocer la naturaleza del sistema y la o las soluciones posibles si las
hubiera. Se denomina método de reducción o de eliminación de Gauss, método de Gauss o de triangula-
ción.
De acuerdo a lo expresado por Francis G. Florey en Fundamentos del Algebra Lineal y Aplica-
ciones este método es el utilizado por las computadoras para la resolución de sistemas por cuando puede
arribarse a la solución con un menor número de operaciones matemáticas que el método de Jordan-Gauss.
Para un sistema de n ecuaciones con n incógnitas el método de Gauss requiere aproximadamente 1/3 n3
sumas y multiplicaciones, en cambio el método de Jordan-Gauss ½ n3.
El método de Gauss se compone de dos partes, que se denominan fase progresiva y fase regresi-
va. En la fase progresiva se parte de la matriz ampliada y mediante operaciones elementales se la trans-
forma en una matriz escalonada (o triangular superior si fuera cuadrada). En la matriz ampliada los coefi-
cientes del sistema deben haber sido ordenados previamente conforme al orden de las variables por vecto-
res columnas.
La mencionada matriz escalonada reúne las siguientes características:
a) El primer elemento no nulo de cada fila que no tenga todos sus elementos nulos es un 1.
b) Todos los elementos de la columna que aparecen ubicados debajo de dicho uno deben ser ceros.
c) El número de ceros al comienzo de una fila aumenta a medida que descendemos.
d) Cualquier fila cuyas componentes sean todas cero, debe estar debajo de aquellas filas que tengan
alguna componente no nula. La presencia de una fila con todas sus componentes nulas indica la existencia
de una línea dependiente linealmente de otra u otras líneas de la matriz original

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Resumiendo es una matriz donde los aij son iguales a la unidad cuando i=j e iguales a cero cuan-
do i > j, característica en realidad que permite decir que esta matriz resulta ser una matriz de tipo triangu-
lar.
Las operaciones elementales, o también llamadas transformaciones elementales, ya fueron deta-
lladas precedentemente, y servirán para convertir las ecuaciones del sistema (filas de la matriz) en ecua-
ciones de un sistema equivalente en el que la primera ecuación contiene hasta n variables, la segunda
hasta n-1 variables, la tercera hasta n-2 variables, y así sucesivamente hasta que la enésima ecuación ten-
ga una sola variable.
Efectuando este tipo de operaciones sobre las filas o columnas de una matriz, se obtiene otra ma-
triz, pero su rango no varía. Por ello el método, en su fase progresiva únicamente, es utilizado también
para determinar el rango, ya que puede calcularse la cantidad de líneas independientes de una matriz
computando, luego de practicadas las transformaciones elementales, las líneas que quedaron con al menos
un elemento no nulo.
En la fase regresiva se utiliza el valor conocido de la última variable y sustituyéndola‚ en la ecua-
ción anterior (que contiene esa variable y otra más), se despeja en ésta el valor de la penúltima variable.
Ambos valores se sustituyen en la ecuación anterior, y así sucesivamente, una a una, hasta obtener los
valores de todas las variables del sistema.
Ejemplifiquemos inicialmente con el siguiente problema: "Un empresario tiene tres máquinas que
son empleadas en la fabricación de tres productos diferentes (A, B y C). Estas máquinas están en opera-
ción 8 horas diarias y el número de horas que cada máquina es usada en la producción de una unidad de
cada uno de los productos está dado por el siguiente cuadro:

Máquinas Requerimientos
A B C
M1 1 2 1
M2 2 0 1
M3 1 2 3

Encuentre el número de unidades que deben producirse de cada uno de los productos en un día,
bajo el supuesto de que cada máquina se usa 8 horas completas."
El planteo del problema sería el siguiente:
 a  2b c8

2a  0 b  c  8
a  2 b  3 c  8

siendo a, b y c el número de unidades a producir en un día de los productos A, B y C, respectivamente.
Disponemos los coeficientes del sistema y los términos independientes en el siguiente cuadro:

1 2 1 8
2 0 1 8
1 2 3 8

Mediante operaciones elementales, vistas anteriormente, convertiremos la primera columna de


manera que el elemento de la primera fila sea unitario y el resto iguales a cero:

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F1 = F1 1 2 1 8
F2 = F2 - 2 F1 0 -4 -1 -8
F3 = F3 - F1 0 0 2 0

Ahora transformaremos la segunda columna de manera que el elemento de la segunda fila sea
unitario y el de las filas de abajo nulos, pero no se realiza ninguna transformación a las filas de arriba.

F1 = F1 1 2 1 8
F2 = F2 (- 1/4) 0 1 1/4 2
F3 = F3 0 0 2 0

Transformaremos en uno el elemento de la tercera fila y tercera columna:

F1 = F1 1 2 1 8
F2 = F2 0 1 1/4 2
F3 = F3 (1/2) 0 0 1 0

Mediante las operaciones realizadas se ha transformado el sistema original en uno equivalente,


más fácil de resolver, y que tiene el mismo campo de solución:
 a  2b c  8

 b  1/4 c  2
 c 0

de donde fácilmente puede deducirse que c = 0, y de allí determinarse que b = 2 y a = 4, que es la so-
lución del sistema que dejamos para que el lector verifique.
Se trata pues de un sistema de solución única, situación que podemos verificar calculando el ran-
go de la matriz de coeficientes y de la matriz ampliada en cualquiera de las tablas precedentes, dado que
todas ellas representan sistemas equivalentes y por lo tanto el valor del rango es el mismo en cualquiera
que se lo pretenda calcular. Sin embargo, resulta más fácil determinarlo en la tabla final, cuando se ha
concluido con la operatoria, ya en esta situación el rango está dado por la cantidad de filas que cuentan
con al menos un elemento no nulo. En el ejemplo propuesto, tanto en la matriz de coeficientes como la
ampliada el número de filas que cumplen con esta condición son tres, por lo tanto podemos afirmar que
ambas tienen rango igual a 3. Por otro lado, como el número de incógnitas del sistema es 3, podemos
concluir que el sistema tiene solución única conforme a los criterios enunciados en el punto 2 del apartado
anterior.
Sobre el mismo problema anterior, supongamos una variación, consistente en que las horas má-
quinas requeridas por cada uno de los productos son las siguientes:

Máquinas Requerimientos
A B C
M1 1 2 1
M2 2 4 1
M3 1 2 3
El planteo del sistema sería bajo estas circunstancias:

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 a 2b c 8

2 a  4 b  c  8
 a  2b  3c8

Resolvámoslo aplicando el método de Gauss:

1 2 1 8
2 4 1 8
1 2 3 8
F1 = F1 1 2 1 8
F2 = F2 – 2 F1 0 0 -1 -8
F3 = F3 - F1 0 0 2 0

Al querer transformar la segunda columna hallamos un cero en el lugar donde debería ir un uno,
procederemos pues a permutar columna dos por columna tres, única alternativa ya que no es posible per-
mutar filas. Pero téngase presente que el cambio de columnas altera la ubicación de las variables, ya que
la incógnita “c” estará en la segunda columna y la “b” en la tercera.

1 1 2 8
0 -1 0 -8
0 2 0 0
F1 = F1 1 1 2 8
F2 = F2 (- 1) 0 1 0 8
F3 = F3 - 2 F2 0 0 0 -16

Analizado el rango de la matriz de coeficiente y de la matriz ampliada en la tabla final, podemos


observar que la matriz de coeficiente tiene rango 2, por cuanto cuenta con sólo dos filas con al menos un
elemento no nulo, en tanto que la matriz ampliada tiene rango 3, porque cuenta con tres filas en la condi-
ción descripta. Téngase en cuenta, que de acuerdo a las propiedades de los determinantes, si un determi-
nante presenta una línea con todos sus elementos nulos es igual a cero. De ahí entonces, que el determi-
nante de la matriz de coeficientes resulta nulo, lo cual revela la existencia de dependencia lineal entre la
líneas de dicha matriz, conforme a lo visto anteriormente.
Ante esta situación, y considerando los criterios expuestos anteriormente, podemos concluir que
estamos en presencia de un sistema inconsistente. Esto se puede verificar puesto que si intentáramos ar-
mar el sistema de acuerdo a la tabla final, se presentaría un absurdo, ya que la última ecuación estaría
representada por la relación 0 b = -16.
Supongamos ahora, y siempre sobre el mismo problema, una variación consistente en que las ho-
ras máquinas requeridas por cada uno de los productos son las siguientes:

Máquinas Requerimientos
A B C
M1 1 2 1
M2 2 4 1
M3 1 2 1

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El planteo de la nueva situación se reflejaría con el sistema:


 a  2b c 8

2 a  4 b  c  8
 a  2b  c8

Trataremos de resolverlo aplicando el método de Gauss:

1 2 1 8
2 4 1 8
1 2 1 8
F1 = F1 1 2 1 8
F2 = F2 – 2 F1 0 0 -1 -8
F3 = F3 - F1 0 0 0 0

Nuevamente nos encontramos ante la situación de querer transformar la segunda columna y ha-
llamos un cero en el lugar donde debería ir un uno. Procederemos entonces, a permutar columna dos por
columna tres, única alternativa ya que no es posible permutar filas:

1 1 2 8
0 -1 0 -8
0 0 0 0
F1 = F1 1 1 2 8
F2 = F2 (-1) 0 1 0 8
F3 = F3 0 0 0 0

Al anularse la última fila revela la existencia de combinación lineal en la matriz original. De ahí
que el rango de la matriz de coeficientes y de la matriz ampliada es igual a dos, pero como el número de
incógnitas es tres podemos concluir que estamos en presencia de un sistema consistente de soluciones
múltiples. Situación que podemos confirmar armando el sistema tomando los datos de la tabla final. Este
sistema sería:
a  c  2b  8

 c  0b  8

de donde c = 8 y a = - 2 b con lo que se verifica la existencia de soluciones múltiples, algunas de las


cuales serían:

A 0 6 -2 -4 4
B 0 -3 1 2 -2
C 8 8 8 8 8

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En el caso particular que nos ocupa al tratarse las variables de unidades de producto, la única
solución lógica, entre las presentadas, sería la primera.

El método descripto también puede ser aplicado a sistemas no cuadrados. Para comprobarlo va-
mos a suponer una nueva variación al problema planteado consistente en la decisión del empresario de
fabricar un nuevo producto, que llamaremos D, sin dejar de hacerlo con los productos A, B y C. Para ello
utilizará las mismas máquinas y la misma cantidad de horas. Bajo tal suposición el requerimiento de horas
máquinas de cada uno de los productos sería el siguiente:

Máquinas Requerimientos
A B C D
M1 1 2 1 2
M2 2 0 1 1
M3 1 2 3 0

El planteo del problema sería ahora:

 a  2b  c 2d  8

 2a  0b  c d  8
 a  2b  3c 0d  8

Disponemos los coeficientes del sistema y los términos independientes en el siguiente cuadro:

1 2 1 2 8
2 0 1 1 8
1 2 3 0 8
F1 = F1 1 2 1 2 8
F2 = F2 - 2 F1 0 -4 -1 -3 -8
F3 = F3 - F1 0 0 2 -2 0
F1 = F1 1 2 1 2 8
F2 = F2 ( - 1/4) 0 1 1/4 3/4 2
F3 = F3 0 0 2 -2 0
F1 = F1 1 2 1 2 8
F2 = F2 0 1 ¼ 3/4 2
F3 = F3 (1/2) 0 0 1 -1 0

Mediante las operaciones realizadas se ha transformado el sistema original en uno equivalente:

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 a  2b c 2d 8

 b¼c¾d 2
 c- d  0

Este sistema, al igual que el original, tiene más incógnitas que ecuaciones. Por otra parte el valor
del rango de la matriz de coeficientes y de la matriz ampliada son ambos iguales a 3, número inferior a la
cantidad de incógnitas. Estamos, pues en presencia de un sistema consistente de solución múltiple, y para
hallar los valores posibles que pueden asumir las variables debemos asignar valores a una de ellas y cal-
cular luego el de las restantes. Ordenemos el sistema resultante de la siguiente manera:
a -2b-c-2d  8

b  - 1/4 c - 3/4 d  2
c  d

Aquí podemos darle valores a la variable “d”, y calcular las restantes, teniendo en cuenta que
para el problema planteado ninguna de las variables puede asumir valores negativos. Si suponemos que
tampoco podrían las variables ser fraccionarias, las soluciones posibles serían las siguientes:

A 4 3 2
B 2 1 0
C 0 1 2
D 0 1 2

ya que para mayores valores de “d” las variables “a” y “b” resultan ser negativas.

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Capítulo 8

INECUACIONES

Concepto

Cuando comparamos dos números o dos expresiones puede suceder que ambos coincidan, o sea,
que a = b, en cuyo caso se trata de una igualdad como las vistas en el capítulo uno, o que sean diferentes
y en tal situación puede ocurrir que a resulte menor que b, lo que se simboliza como a < b, o que a sea
mayor que b, lo que se escribe como a > b.
Dos números o dos expresiones algebraicas relacionadas entre sí por el signo > (mayor) ó < (me-
nor), forman una desigualdad. A veces los signos mayor y menor se unen al signo de igualdad =, por
ejemplo a  0 ó b  0 . Tales desigualdades se denominan no estrictas, no rigurosas ó indeterminadas,
a diferencia de las estrictas, rigurosas o determinadas como a < b ó b > a. Hay autores que las llaman
relativas y absolutas, respectivamente, pero estas denominaciones no las compartimos por prestarse a
confusión con la clasificación que enunciamos más adelante.
Si dos o más desigualdades tienen el mismo signo de desigualdad, por ejemplo a > b y d > c, se
dice que las desigualdades tienen el mismo sentido, por el contrario si presentan signos distintos, como a
> b y c < d, se dice que tienen signos opuestos o contrarios.
Las desigualdades pueden clasificarse en desigualdades absolutas, es decir, que se cumplen para
cualquier valor que adopten las variables ó desigualdades condicionales o relativas porque están condi-
cionadas o sujetas a determinados valores de las variables. Ejemplo del primer tipo de desigualdades se-
rían:

b2  2 > 1 a  b 2  4 > 0
donde cualquiera sea el valor de las variables b ó a la desigualdad se mantiene.
Ejemplo de las desigualdades condicionales o relativas, también llamadas inecuaciones, serían:
x-3<7 x2  4 x+2y>5
pues están condicionadas a los valores que asuman las variables para que resulten válidas. Por ejemplo en
la primera de ellas, siempre que la variable x adopte valor inferior a 10, la desigualdad se verificará.
En el presente curso nos abocaremos a las desigualdades condicionales, o también llamadas
inecuaciones. Digamos que las inecuaciones reciben clasificación similar que la conocida para las ecua-
ciones (ya sea desde el punto de vista de la cantidad de variables que intervienen o también desde el grado
o exponente al que están sometidas las variables), y que dentro de ellas en este curso nos ocuparemos de
las desigualdades o inecuaciones lineales.

Inecuaciones lineales y determinación de variables

Este tipo de inecuaciones, a similitud de las ecuaciones lineales, reciben el nombre de lineales
cuando las expresiones algebraicas que la componen son de grado uno, o sea que la o las variables que
presentan están elevadas a exponente uno y en ningún caso aparecen multiplicadas entre sí. De esta cir-
cunstancia es que también suela reconocérselas como inecuaciones de primer grado. Pudieran existir al-
gunas inecuaciones lineales que presentan una única variable y otras que tuvieran más de una, pero no por
ello perderían el carácter de lineales.

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Inecuaciones lineales en una variable

Una desigualdad lineal que revista el carácter de inecuación lineal, puede contar con varias va-
riables como se anticipó, pero en principio trabajaremos con inecuaciones de una variable, las que genéri-
camente podemos simbolizar como:
ax+b<0 ax+b>0 a x + b 0 a x + b 0
donde x es la variable, a y b son constantes reales y a es distinto de cero.
Así son inecuaciones lineales o de primer grado con una variable:
½ x - 5  - 2 x +2 4 - 3 x < x + 11
Las inecuaciones lineales de una variable se resuelven, lo que significa encontrar todos los valo-
res para los cuales se verifican. La búsqueda de la solución de cualquier inecuación de primer grado con
una incógnita implica hallar una relación elemental de la forma:
x>a x a x<b x  b
que resulte equivalente a la que se pretende resolver. Al igual que con las ecuaciones se dice que dos
inecuaciones son equivalentes si tienen exactamente la misma solución.
Cuando la solución encontrada es de la forma x > a se dice que el número “a” es el límite infe-
rior de los valores de la incógnita, lo que significa que cualquier número mayor que el número “a” es
solución de la inecuación original. Gráficamente se representa la solución en un eje numérico real hori-
zontal en el cual se ubica el punto x = a y todos los valores de x > a se representan por los puntos que se
encuentran a la derecha del punto x = a, que son los que verifican la inecuación.

En este caso el punto x=a no verifica la relación por lo tanto no integra la solución de la misma,
lo que gráficamente se indica con un paréntesis en el valor “a” del eje numérico.
Si la solución encontrada hubiera sido x  a significa que además de los valores ubicados a la
derecha de x=a, también verifica la inecuación el valor “a”. Dicha situación se indica gráficamente con
un corchete en el valor x=a del eje numérico.

En la inecuación elemental x < b el número “b” se denomina límite superior de la incógnita, lo


que significa que cualquier número menor que “b” es una solución de esta desigualdad. Gráficamente se
marca el punto correspondiente al número “b” en el eje numérico y cualquier punto ubicado a la izquierda
de “b” representa un valor que la verifica. En este caso el valor x = b no forma parte de la solución de la
inecuación, por lo que gráficamente se indica con un paréntesis precisamente en ese punto.

Si la solución encontrada hubiera sido x  b significa que además de los valores ubicados a la
izquierda del punto x=b también integra la solución justamente este valor, situación que se indica gráfi-
camente con un corchete en el valor “b”.

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Hay otros métodos de graficación usados comúnmente que recomendamos conocer a través de la
lectura de algún texto vinculado al tema.
La solución de una inecuación de una variable es el conjunto de todos los valores de la variable
para las cuales la relación resulta una proposición verdadera. A semejanza de las ecuaciones, la solución
de una inecuación, se encuentra efectuando ciertas operaciones basadas en las propiedades de las opera-
ciones con desigualdades, ya que son en realidad un tipo especial de desigualdades y por lo tanto le son
extensivas las mismas, a saber:

1.- Si a ambos miembros de una desigualdad se les suma o se les resta un mismo número, se obtendrá
una desigualdad del mismo sentido que la original
Si a > b y c es un número cualquiera, entonces a + c > b + c (1)
Si a < b y c es un número cualquiera, entonces a + c < b + c (2)
Si a > b y c es un número cualquiera, entonces a - c > b - c (3)
Si a < b y c es un número cualquiera, entonces a - c < b - c (4)
Demostraremos (1). Si a > b, entonces a - b > 0 y siendo c un número real cualquiera se tendrá
que la diferencia (a + c) - (b + c) debería ser mayor que cero, porque:
(a + c) - (b + c) = a + c - b - c = a - b que resulta mayor que 0
Si la diferencia (a + c) - (b + c) es positiva significa que
a+c>b+c
que es lo que queríamos demostrar.
Las afirmaciones (2), (3) y (4) se demuestran en forma similar, dejándolas como práctica para el
interesado.
Si nuestro objetivo fuera resolver la desigualdad 4 + 2 x < x + 11, podríamos restar en ambos
miembros el valor 4 con lo cual obtendríamos una desigualdad del mismo sentido que la dada e equiva-
lente a la misma:
4 + 2 x - 4 < x + 11 - 4
resolviendo:
2x <x+7 (5)
Obsérvese que lo efectuado es equivalente al pasaje de un miembro a otro de la desigualdad del
valor 4 cambiándolo de signo, de ahí que la propiedad 1 nos permite decir que cualquier término puede
pasarse de un lado a otro de una desigualdad cambiando su signo sin alterar el sentido de la desigualdad.
Aplicando esta regla en la expresión (5) es posible pasar el término x del segundo miembro al
primero cambiando su signo, en cuyo caso resultaría:
2x-x< 7
de donde:

x < 7
La solución hallada puede representarse gráficamente de la siguiente manera:

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de donde surge que todos los valores de x que resulten menores a 7 deberán satisfacer la inecuación dada,
situación que podemos corroborar asignando a “x” diferentes valores que cumplan esa condición. Por
ejemplo:
Si x = 2 entonces 4 + 2 (2) < 2 + 11
de donde 4 + 4 < 13
8 < 13 se verifica

Si x = -1 entonces 4 + 2 (-1) < -1 + 11


de donde 4 - 2 < 10
2 < 10 se verifica

Si x = 1/2 entonces 4 + 2 (1/2) < 1/2 + 11


de donde 4 + 1 < 23/2
5 < 23/2 se verifica

2.- Si se multiplican o dividen ambos miembros de una desigualdad por un número positivo, el sentido de
la desigualdad no varía.
Si a > b y c es un número positivo, entonces a c>bc (6)
Si a < b y c es un número positivo, entonces a c<bc (7)
a b
Si a > b y c es un número positivo, entonces > (8)
c c

a b
Si a < b y c es un número positivo, entonces < (9)
c c

De lo expuesto en (6) se sabe que si a > b entonces a - b > 0. Entonces como a - b y el número c
son valores positivos, el producto de ambos también dará un resultado positivo, o sea:
(a - b) c > 0
de donde distribuyendo el producto:
ac-bc>0
Por pasaje de términos aplicando la propiedad 1, quedaría:
ac>bc
que es lo que queríamos demostrar. Lo expuesto en (7), (8) y (9) se demuestra de similar manera, quedan-
do como práctica para el interesado.

3.- Si se multiplican o dividen ambos miembros de una desigualdad por un número negativo, cambia el
sentido de la desigualdad.
Si a > b y c es un número negativo, entonces ac< b c (10)
Si a < b y c es un número negativo, entonces ac> bc (11)

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a b
Si a > b y c es un número negativo, entonces < (12)
c c
a b
Si a < b y c es un número negativo, entonces > (13)
c c
Para demostrar lo expuesto en (10) partimos de que si a > b entonces a - b > 0, por lo tanto el
producto de (a - b) por c que es un número negativo nos dará un resultado negativo, o sea:
(a - b) c < 0
de donde distribuyendo el producto:
ac-bc<0
Por pasaje de términos aplicando la propiedad 1, quedaría:
ac<bc
que es lo que queríamos demostrar. Lo expuesto en (11), (12) y (13) se demuestra de similar manera y se
deja hacerlo al interesado.
Si aplicamos la propiedad 3 para resolver la desigualdad - 4 x < 7 quedaría:
4x 7

4 4
de donde:
x > -7/4
lo que significa todo valor de la variable x mayor a -7/4 verifica la desigualdad. Dicho de otra manera
todos los valores reales mayores a -7/4 constituyen el conjunto solución de la desigualdad - 4 x < 7. Lo
dicho se representa gráficamente:

Podemos probar lo anterior, asignando a “x” distintos valores que cumplan con la condición de
resultar mayores que -7/4, por ejemplo: -1, 0, 4:
Si x = -1 - 4 (-1) < 7
4 <7 se verifica

Si x = 0 - 4 (0) < 7
0<7 se verifica

Si x = 4/3 - 4 (4/3) < 7


- 16/3 < 7 se verifica

Si tuviéramos que hallar la solución a la desigualdad ½ x - 5  - 2 x +2 podemos encontrarla


haciendo en principio pasajes de términos de manera que queden en el primer miembro los términos que
contienen la variable y en el segundo las constantes. Por aplicación de la propiedad 1 quedaría:
½x+2x  5 +2

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de donde:
5/2 x  7
Por aplicación de la propiedad 2 si dividimos ambos miembros de la desigualdad anterior por 5/2
ó multiplicamos por 2/5 el sentido de la desigualdad no se altera en consecuencia resultaría:
x  14/5
lo que significa que todos los valores que adopte la variable x que resulten iguales o superiores a 14/5
verifican la desigualdad. Lo dicho se representa gráficamente:

Inecuaciones lineales en dos variables

Una inecuación lineal con dos variables puede escribirse de la forma:


ax+by+c>0 ax+by+c<0 ax+by+c  0 ax+by+c  0
en donde x e y son variables y a, b y c son constantes, siendo a y b distintos de cero.
Así como las soluciones de las desigualdades lineales de una variable se representaron en forma
geométrica sobre la recta de los números reales, para una desigualdad con dos variables debemos repre-
sentar su solución mediante una zona o región del plano ordenado, ya que dicha solución consistirá en
todos los puntos del plano cuyas coordenadas satisfacen la desigualdad.
La gráfica de una recta y = a x + b no vertical divide al plano en tres partes distintas:
y
y=ax+b
y>ax+b

y<x+b

0 x

1.- La recta misma, o sea todos los puntos cuyas coordenadas (x ; y ) satisfacen la igualdad y = a x + b.
2. - El semiplano que se encuentra por encima de la recta, o sea todos los puntos cuyas coordenadas
(x ; y) satisfacen la desigualdad y > a x + b.
3.- El semiplano que se encuentra por debajo de la recta, o sea todos los puntos cuyas coordenadas (x ; y )
satisfacen la desigualdad y < a x + b.
Si se tuviera la recta y = 2 x - 4 su gráfica sería:

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6
y
y
4

0
-1 0 1 2 x3 x
-2

-4

-6

Obsérvese que cuando x asume por ejemplo el valor 3 la ordenada será y = 2 . 3 - 4 = 2, es decir
que el punto (3 ; 2) forma parte de la recta. Pero los puntos de forma (3 ; y) en donde y > 2 estarán por
encima de la recta y verificarán la desigualdad y > 2 x - 4. Así por ejemplo el punto (3 ; 4) satisface la
desigualdad o inecuación planteada ya que 4 > 2 . 3 - 4. A su vez los puntos de forma (3; y) para los que
se de que y < 2, se encuentran por debajo de la recta y cumplen la relación y < 2 x - 4, por ejemplo el
punto (3 ; 1) dado que 1 < 2 . 3 - 4.
Para una recta vertical x=a también su gráfica determina tres zonas, la recta misma x = a, la zona
que se encuentra a su izquierda (x < a) y el semiplano ubicado a su derecha (x > a).

y x=a

0 x

x<a x>a

Si tuviéramos que resolver la inecuación:


3x+y<6 (13)
en primer lugar deberíamos graficar la recta para nuestro ejemplo representada por la ecuación 3 x + y =
6, o su equivalente y = - 3 x + 6. Para ello marcaremos dos puntos cualesquiera por donde pasa la recta y
luego la trazaremos. Así los puntos a determinar podrían ser entre otros los de corte con los ejes, o sea
(0 ; 6) y (2 ; 0):

193
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12 y
10
8
6
4
2
x
0
-2 -1 -2 0 1 2 3 4

-4
-6

Para determinar el semiplano solución de la inecuación puede ser de utilidad escribirla en su for-
ma equivalente y < - 3 x + 6, donde en el primer miembro queda la variable “y” despejada. Así resulta
fácil deducir que los puntos que la satisfacen son todos aquellos que se encuentran por debajo de la recta,
lo que gráficamente se puede señalar sombreando dicho semiplano. Si lo expresado es correcto, cualquier
punto de dicha región deberá verificar la relación (13). Tomemos por ejemplo el punto (0 ; 0):
3.0 +0<6
de donde:
0< 6 se verifica
Ahora bien, todos los puntos que se encuentran sobre la recta no verifican la relación (13) ya que
se trata de una desigualdad estricta que no incluye la igualdad. De ahí entonces que dicha circunstancia se
indica graficando la recta con línea de trazos discontinuos o punteada. Por lo tanto la solución gráfica de
la relación (13) es la siguiente:
12- y
10-
8-
6-
4-

2-
x
0
-
-

-2 -1 1 2 3 4
-2-
-4-
-6-

Si por el contrario, la inecuación a resolver hubiera sido 3 x + y  6 al tratarse de una desigual-


dad no estricta, los puntos que se encuentran sobre la recta forman parte de la solución, situación que se
indica gráficamente representando la recta como una línea de trazo continuo o trazo lleno.

194
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12-
y
10-
8-

6-
4-
2-
x
0

-
-

-
-2 -1 1 2 3 4
-2-
-4-
-6-

Sistemas de inecuaciones lineales

En muchas oportunidades se presentan situaciones que requieren para su planteo la utilización de


más de una inecuación lineal que deben satisfacerse simultáneamente, de ahí que dichas desigualdades
conforman un sistema de inecuaciones lineales. La solución de un sistema de este tipo consiste en el
conjunto de puntos cuyas coordenadas verifican todas las relaciones que intervienen.
Si el sistema está compuesto por inecuaciones en una variable, como el siguiente:
7  2x  1

2x  1  5
para resolverlo debemos hallar las soluciones de cada relación por separado y luego compararlas para
determinar los valores en común entre ambas. Transformaremos pues, cada una de las expresiones del
sistema en una inecuación elemental, de solución obvia. Así la primera de ellas resultará:
-7 -1 < 2x
-8/2 < x
-4 < x
en tanto que la segunda:
2x 5 -1
x  4/2
x 2

Como ambas relaciones deben satisfacerse simultáneamente el valor de la variable x deberá resul-
tar mayor a -4 y menor ó igual que 2, lo que se escribe para el caso como el intervalo:
-4<x 2

y gráficamente se representa:

195
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Cualquier punto dentro del intervalo constituye una solución del sistema y el conjunto de los va-
lores que se encuentran comprendidos en el intervalo recibe el nombre de conjunto solución del sistema.
Si al comparar las soluciones de las inecuaciones que componen el sistema no existen valores en
común estaríamos en presencia de un sistema incompatible o sin solución. Un sistema de este tipo sería
por ejemplo:
3x  4  0

3  x  0
Resolviendo separadamente las relaciones que lo componen resultaría que la solución de la pri-
mera sería:
3x<4
de donde:
x < 4/3
y la solución de la segunda sería:
- x < -3
de donde:
x>3
La solución del sistema deberían ser todos los valores de la variable que fueran menores a 4/3 y
simultáneamente mayores a 3. Como no existe número que pueda cumplir con esas condiciones en forma
simultánea, el sistema no tiene solución.
Si el sistema estuviera compuesto por inecuaciones en dos variables como el siguiente:

 7
y   x  7
 6
y  x  2

su solución en términos geométricos es la región común a los semiplanos solución de cada una de las
expresiones o dicho de otro modo es la intersección de dichos semiplanos.

y
7

x
0 2 6

-2

196
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Si el sistema no tuviera solución se dice que el conjunto solución es vacío.


Si las relaciones que componen el sistema tuvieran tres variables el conjunto solución dejaría de
ser una figura plana para transformarse en un volumen, debiendo graficarlo en el espacio tridimensional.
Así el siguiente gráfico puede ser el conjunto solución de un sistema de desigualdades de este tipo:

Si el sistema estuviera compuesto por las siguientes desigualdades condicionales:

x  0

x  3
 z  6

y  7
z  4

 y  0

su conjunto solución estaría representado por el siguiente paralepípedo:

x3

D G
J H
F
A I x1
B
C E
A: (0,0,0)
B: (2,0,0)
x2 C: (0,1,0)
Generalizando podemos decir, que en este tipo de sistemas el conjunto solución resulta ser un
D: (0,0,3)
poliedro (cuerpo geométrico limitado por varias caras poligonales). De ahí entonces que dicho conjunto
recibe el nombre de conjunto poliedral.
Los sistemas de inecuaciones lineales de dos variables equivalen a un sistema de inecuaciones de
tres variables en el cual la tercer variable tiene coeficiente nulo, por ello genéricamente, el conjunto solu-
ción de un sistema de desigualdades lineales recibe el nombre de conjunto poliedral.

197
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En un sistema de inecuaciones lineales de “n” variables pueden intervenir relaciones de una sola,
dos, ...., “n-1” variables, es decir que no necesariamente cada una de las inecuacones que lo conforman
deben presentar la misma cantidad de variables.
Por ejemplo en el sistema que aparece a continuación:

y  2x  5

y  x  2
x  4

aparecen dos relaciones en dos variables y otra de una sola variable.


Cuando los sistemas tienen hasta tres variables, si bien pueden existir oportunidades en que su
solución puede describirse en forma analítica, es siempre posible presentarla en forma gráfica con cierto
grado de simplicidad. Sin embargo, suele ser dificultoso lograrlo cuando por ejemplo, se conocen limita-
ciones a los valores de las variables (por ejemplo que los mismos no puedan ser fraccionables), ya que de
ese modo la graficación correspondiente dejaría de ser un volumen sólido a los que estamos acostumbra-
dos a visualizar en el plano como simulación de las tres dimensiones, para pasar a ser un conjunto de
puntos más o menos cercanos unos de otros pero sin existencia de valores entre dos de ellos seguidos o
próximos.

Sistemas entre ecuaciones e inecuaciones lineales

En algunas ocasiones, los sistemas suelen incluir en forma simultánea, tanto ecuaciones como
inecuaciones lineales. En esos casos, para hallar la solución desde el punto de vista gráfico, debe conside-
rarse que la existencia de una igualdad, implica la eliminación de los puntos que no estén justamente veri-
ficando a ésta, o sea que para el caso de la situación planteada, de existir una o más ecuaciones en el sis-
tema, bastará con eliminar las zonas del plano que resultan ajenas a la traza de dicha igualdad y continuar
el análisis de la búsqueda de solución como se ha indicado en el caso de coexistencia de sólo inecuacio-
nes.

Una consideración de tipo práctico

Cuando se trabaja con la búsqueda de la solución de un sistema de inecuaciones lineales (o tam-


bién con uno de inecuaciones acompañadas con ecuaciones aunque en forma menos útil), y se recurre a la
determinación de áreas o volúmenes en dibujos realizados en el plano directamente o en el plano como
perspectiva de las tres dimensiones, es frecuente que el método de rayado comentado se abandone si exis-
te un número considerable de relaciones a representar.
En estos casos, suele optarse por hacer el sombreado no del área o volumen que resulta ser solu-
ción de la relación representada, sino por el contrario, sombrear precisamente la zona que la relación eli-
mina como solución. De ese modo, cuando se reúne un conjunto de gráficas de este estilo resulta más
simple la visualización de una zona libre o sin sombreado que determinar aquella que cuenta con todos
los tipos de sombreado que se hayan utilizado.
Para comprender mejor lo expresado miremos las dos gráficas que se presentan seguidamente,
que representan en ambos casos el mismo sistema de cuatro inecuaciones lineales. El de la izquierda utili-
za en la representación el sombreado de la zona que es solución para cada una de las relaciones del siste-
ma, mientras que el de la derecha ha sido confeccionado sombreando la zona que incluye los puntos que
no deben considerarse solución de cada relación. La claridad de este último por sobre el primero obvia
comentarios adicionales.

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Aplicaciones sencillas a problemas de optimización

Hasta aquí hemos visto la forma de encontrar el conjunto solución a un sistema de inecuaciones
lineales. Ahora aplicaremos estos conocimientos a la solución de problemas sencillos relacionados con la
toma de decisiones, en el ámbito de los negocios, la industria, el comercio y demás áreas de la economía
y la administración.
Muchos de los problemas a los que se enfrentan quienes tienen a su cargo la toma de decisiones
se relacionan con la asignación de recursos generalmente escasos (dinero, materias primas, equipos, tiem-
po, personal, etc) con el objetivo de maximizar alguna medida de funcionamiento (utilidad, producción,
ventas, etc.) o bien minimizar costos.
Uno de los procedimientos matemáticos que sirve para dar solución a este tipo de problemas es el
denominado programación lineal, que fuera diseñado por George Dantzig en el año 1940 con el fin de
encontrar una forma de distribuir hombres, armamento y suministros en los diferentes frentes durante la
Segunda Guerra Mundial.

El término programación implica planear, organizar. Por su parte, el vocablo lineal es aplicable
dado que se trata de modelos matemáticos que reflejan situaciones que pueden ser representadas utilizan-
do ecuaciones e inecuaciones lineales.
En términos generales podemos decir que la programación lineal se trata de maximizar o minimi-
zar una función lineal de varias variables no negativas, llamada función objetivo, sujeta a un conjunto de
inecuaciones lineales, llamadas restricciones.

Programación lineal

Utilizaremos sólo el método geométrico para resolver problemas a los cuales resulta aplicable
este tipo de procedimiento matemático y en consecuencia, nos limitaremos a situaciones donde participen
sólo dos variables lineales. Sin embargo, cabe aclarar que el método es aplicable a problemas de más
variables, siempre lineales, pero su solución requiere de métodos analíticos que no desarrollaremos en
este curso.
Plantearemos un problema al cual puede ser aplicado este método de toma de decisiones.

199
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Supongamos que un comerciante de bicicletas vende dos tipos de bicicletas (de paseo y safari) que
las compra desarmadas a un fabricante. Tiene dos empleados, A y B, que entre otras actividades se dedi-
can a armar las bicicletas que ingresan para la venta. El empleado A puede dedicar 8 horas semanales
para tal actividad, en tanto que B cuenta con 10 horas semanales para dedicar al armado de las bicicle-
tas. Para el armado de cada bicicleta deben trabajar ambos empleados, de manera que para armar el
modelo de paseo se necesita 24 minutos de trabajo del empleado A y 36 minutos del empleado B, en tanto
que para el modelo safari se requiere ½ hora del empleado A y ½ hora del empleado B. Si la ganancia
que obtiene el comerciante por la venta del modelo de paseo es de $ 600 y por el modelo safari $ 550 y
puede vender todas las bicicletas que arme, ¿cuántas bicicletas de cada modelo debe armar en la semana
para obtener la máxima ganancia?

Como en todo problema de programación lineal, debemos identificar las variables, el objetivo y las
restricciones. Las variables son:

 la cantidad de bicicletas de paseo a armar en la semana, que podemos identificar con la letra
“p”, y
 la cantidad de bicicletas modelo safari a armar en la semana, que podemos identificar con la
letra “s”

El objetivo en este caso es el de maximizar la utilidad de la semana, que podríamos identificar


con la letra Z, y como dicha utilidad se obtiene de la ganancia por la venta de las bicicletas de paseo y por
la venta de las bicicletas safari, la función objetivo que describe matemáticamente dicha utilidad puede
ser escriba como:

Función objetivo = Z (Max) = utilidad por la venta de una bicicleta de paseo x p + utilidad por la venta
de una bicicleta safari x s

Función objetivo = Z (Max) = 600 p + 550 s

Ahora bien, dicha función objetivo está sujeta a restricciones, que en el ejemplo es el tiempo que
los empleados pueden dedicar al armado de las bicicletas, recurso escaso para el problema planteado, ya
que el empleado A tiene disponible 8 horas semanales y el empleado B 10 horas semanales.
Para plantear el problema debemos transformar esas restricciones en desigualdades lineales, sa-
biendo el tiempo que le insume el armado de cada modelo de bicicleta a cada empleado y la disponibili-
dad de tiempo de cada empleado. Así:
Tiempo del empleado A en armar una bicicleta de paseo x la cantidad de bicicletas de paseo + Tiempo
del empleado A en armar una bicicleta safari x la cantidad de bicicletas safari ≤ tiempo disponible del
empleado A en la semana
Tiempo del empleado B en armar una bicicleta de paseo x la cantidad de bicicletas de paseo + Tiempo
del empleado B en armar una bicicleta safari x la cantidad de bicicletas safari ≤ tiempo disponible del
empleado B en la semana
Lo que traducido al lenguaje algebraico sería:
2 1
p+2s≤8
5
3 1
p + 2 s ≤ 10
5
Como las variables p y s no pueden asumir valores negativos, al planteo anterior deben agregarse
las restricciones de no negatividad:
p≥ 0 y s≥0

Por lo expuesto, el planteo del problema sería:

200
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Función objetivo = Z (Max) = 600 p + 550 s

Sujeta a las siguientes restricciones:


2 1
𝑝+ 𝑠≤8
5 2
3 1
𝑝 + 𝑠 ≤ 10
5 2
𝑝≥0
{ 𝑠≥0

Un modo de encontrar la solución al problema planteado, es a través del planteo gráfico de las
inecuaciones que representan las restricciones, obteniendo de este modo un conjunto de solución denomi-
nado polígono de soluciones factibles, es decir todas aquellas combinaciones posibles de p y s que veri-
fican las restricciones del problema. Dicho polígono es el polígono no sombreado del siguiente gráfico:

p
2/5 p +1/2 s = 8
20

16

12

4 3/5 p + 1/2 s = 10

0 4 8 12 16 20
s

Todos los puntos del polígono de soluciones factibles satisfacen las restricciones del problema pero,
¿cuál será la combinación óptima? Es decir, ¿cuál será la combinación de p y s que maximice la utilidad
semanal? Un modo de hallarla sería evaluar la función objetivo en todos los puntos del polígono, pero
esto es a todas luces imposible en la mayoría de los casos.
Entonces lo que hacemos es asignarle un valor arbitrario a dicha utilidad (Z) y despejar una de las
variables, la que se represente en el eje de ordenadas. O sea, para nuestro ejemplo, a partir de Z = 600 p
+ 550 s despejando p obtenemos:
550 𝑍
𝑝=− 𝑠+
600 600
En esta recta la pendiente es un dato que no varía para el problema ya que surge del cociente de las
utilidades unitarias de cada tipo de bicicleta, mientras que la ordenada al origen depende del valor que
arbitrariamente le asignemos a la utilidad semanal. Es decir, ante distintas utilidades (Z) se presentarán
rectas paralelas a la dada, con pendiente -550/600, tanto más alejadas del origen de coordenadas, o con
mayor ordenada al origen, cuanto mayor sea el valor dado a Z.
Si suponemos para el problema una utilidad Z = $6600, resultaría:

201
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550 6600
𝑝=− 𝑠+
600 600
Esta utilidad se podría obtener armando 11 bicicletas de paseo y ninguna de safari, o todas las
combinaciones posibles de p y s que se encuentren sobre la recta de ordenada al origen igual a 11, siem-
pre que se encuentren dentro de las soluciones factibles.
Si el valor asignado a Z fuera $12000, obviamente la utilidad planteada es mayor que en el caso
anterior, resultando:
550 12000
𝑝=− 𝑠+
600 600

En este caso la ordenada al origen es igual a 20, por lo tanto dicha utilidad se lograría si se arma-
ran 20 bicicletas de paseo y ninguna de safari, como cualquier otra combinación de p y s que se encuen-
tre sobre la misma recta. Atractivo este supuesto, pero imposible de alcanzar con las restricciones del
problema, porque con este nivel de utilidades la recta que representa la función objetivo no tiene contacto
con la zona de soluciones factibles.
Entonces, ¿cómo lograr maximizar la utilidad atendiendo a las restricciones del problema? Si
partimos de la función objetivo con Z = 6600, y gráficamente desplazamos la recta que la representa,
manteniendo su pendiente, lo más lejos posible del origen de coordenadas hasta llegar al último punto de
contacto con el polígono de soluciones factibles, nos aseguramos que la utilidad sea máxima y posible
con las restricciones del problema.
550 6600
O sea que si representamos la recta que representa la función objetivo 𝑝 = − 600 𝑠 + 600 en el
mismo plano cartesiano en el cual habíamos graficado las restricciones, obtendríamos el siguiente gráfico,
donde la función objetivo es la línea de guiones:

p
2/5 p +1/2 s = 8
20

16
F. O.
12

4 3/5 p + 1/2 s = 10

0 4 8 12 16 20
s

Luego, si desplazamos gráficamente dicha recta, manteniendo su pendiente, lo más lejos posible
del origen de coordenadas, hasta el último punto de contacto con el polígono de soluciones factibles, pun-
to A, tal como lo muestra el siguiente gráfico:

202
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p
2/5 p +1/2 s = 8
20
F. O.

16

12
A
8

4 3/5 p + 1/2 s = 10

0 4 8 12 16 20
s

determinamos así el punto donde la utilidad resulta máxima y cumple con las restricciones del problema.

Con igual criterio, si partimos de un Z = 12000, la recta que representa la función objetivo:
550 12000
𝑝=− 𝑠+
600 600
graficada con línea de guiones en el mismo plano cartesiano donde se encuentra el polígono de soluciones
factibles, resulta:
F. O.
p
20
2/5 p +1/2 s = 8

16

12
A
8

4 3/5 p + 1/2 s = 10

0 4 8 12 16 20
s

Si desplazamos gráficamente dicha recta, respetando su pendiente, hacia abajo hasta hacer con-
tacto con el primer punto del polígono de soluciones factibles, punto A, determinamos también el punto
donde la utilidad es la máxima posible.

203
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En estos desplazamientos no siempre nos encontremos con un único punto de contacto, sino con
un segmento que resultara ser uno de los límites del polígono. Esto se dará cuando la función objetivo
tenga igual pendiente que una de las restricciones del problema y en tal situación, deberá acudirse a crite-
rios adicionales para determinar cuál de todos los puntos tomar.
Tal como lo hemos expuesto, en nuestro ejemplo el punto A resulta ser el punto en común entre la
recta que representa la función objetivo y el polígono de soluciones que arrojará la máxima utilidad.
Cualquier recta que tuviera una ordenada al origen mayor no tendría ningún punto en común con el polí-
gono de soluciones, en consecuencia no cumpliría con las restricciones, y toda recta que tuviera una orde-
nada al origen menor, si bien tendría muchos puntos en común con el polígono de soluciones factibles
que cumplirían con las restricciones, estas combinaciones de p y s no arrojarían la máxima utilidad.
De ahí entonces, que el punto A es el punto óptimo, porque cumple con las restricciones y arroja
la mayor utilidad, o dicho de otro modo en dicho punto Z es máximo.
Ahora bien, debemos determinar la combinación óptima de p y s, en ese punto. Para ello debemos
encontrar las coordenadas del punto A y como dicho punto resulta ser la intersección de las ecuaciones:
2 1
p+ s=8
5 2
3 1
p+ s = 10
5 2
debemos resolver el sistema compuesto por ambas, de donde resulta p = 10 y s = 8, lo que significa que
se obtendrá la máxima utilidad cuando se logren armar 10 bicicletas de paseo y 8 bicicletas modelo safari
en la semana.
Con dicha combinación se obtiene una utilidad:
Z (Max) = 600 p + 550 s = 600 x 10 + 550 x 8 = $ 10.400 semanales.
Si en lugar de enfrentar un problema de maximización como el visto, tuviéramos ante una situación
que requiere minimizar la función objetivo (por ejemplo minimizar costos, utilización de determinados
recursos, horas de trabajo, materias primas, etc.), la recta que representa la función objetivo deberá ubi-
carse lo más cercano posible al origen de coordenadas, dado que su ordenada al origen debe asumir un
valor mínimo.
Para clarificar lo expuesto, supongamos que el polígono de soluciones factibles del problema que
enfrentamos estaría representado por la zona sin sombrear del siguiente gráfico:

15

12
A
9

C
3
B

0 3 6 9 12 15 18 21 x

204
2016 - ÁLGEBRA Y CÁLCULO NUMÉRICO
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Y que la función objetivo, estuviera dada por la recta Z (Min) = x + y o su equivalente y = - x + Z,


donde resulta muy fácil de deducir que para que Z sea mínimo la ordenada al origen debe estar lo más
cercana posible al origen de coordenadas.
Graficando en principio, una recta que tenga la pendiente igual a -1 con un valor cualquiera de Z,
supongamos Z = 6, en el mismo plano cartesiano que el polígono de soluciones factibles resultaría:

15

12
A
9
F.O.

C
3
B

0 3 6 9 12 15 18 21 x

La recta que representa la función objetivo, graficada con líneas de guiones, deberíamos desplazarla
hasta tocar el punto del polígono de soluciones factibles más cercano al origen de coordenadas, como lo
muestra el siguiente gráfico:

15

12
F.O. A
9

C
3
B

0 3 6 9 12 15 18 21 x

Así el punto C resulta ser el punto óptimo, cuyas coordenadas representan la combinación óptima de
x e y que arrojan el mínimo valor de Z. Cualquier recta que tuviera una ordenada al origen menor no
tendría ningún punto en común con el polígono de soluciones, en consecuencia no cumpliría con las res-

205
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tricciones, y toda recta que tuviera una ordenada al origen mayor, no arrojaría un valor mínimo de Z,
aunque cumpliera o no con las restricciones del problema.
Otra alternativa para hallar el punto óptimo consiste en determinar el valor de la función objetivo en
todos los vértices del polígono de soluciones factibles, el que arroje el valor mínimo si el problema es de
minimización o el valor máximo, si lo es de maximización, será la solución óptima, la cual siempre se
encontrará en uno de los vértices. Podría darse el caso que más de un vértice arroje el mismo valor para la
función objetivo, situación que se dará cuando la pendiente de la función objetivo coincida con la de una
de las ecuaciones que integran las restricciones del problema, tal como lo vimos anteriormente.
No todas las situaciones generan zonas de soluciones factibles que resulten ser polígonos cerrados,
sino que también es posible hallar zonas abiertas e incluso no tener una zona de soluciones factibles. En
esta última situación, nos olvidamos de la optimización ya que el problema no tendría solución.

206
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Capítulo 9

FUNCIONES Y ECUACIONES NO LINEALES

Funciones no lineales

A lo largo de varios de los capítulos anteriores, hemos visto el concepto de función y su clasifica-
ción primaria, llegando incluso a definir lo que dimos en llamar “funciones polinómicas”, que no eran
sino expresiones funcionales que respondían a la regla:

y = f(x) = an x n + an-1 xn-1 + a n-2 x n-2 + . . . + a1 x + a0

donde an , an-1, a n-2, .... , a1, a0 son constantes numéricas y n es un número natural.
Luego centramos la atención para aquellos casos en que todos los ai, con i ≥ 1 resultaban nulos,
derivando entonces en el análisis de la función lineal y como caso particular de ésta, la función constante.
Digamos entonces que cuando en este tipo de expresión genérica aparece algún coeficiente con subíndice
mayor al de valor 1 que resulta no nulo, la función polinómica que se describe por la expresión reviste el
carácter de función no lineal.
Si nos concentramos en aquellas expresiones de tipo polinómico como la planteada, donde a2 no
es nulo, pero sí todos los coeficientes de subíndice mayor a 2, por lo que existirá en la expresión la poten-
cia de exponente 2 para la variable x como potencia máxima, la función entonces no será lineal sino que
será del tipo de las denominadas funciones cuadráticas, por la existencia de ese cuadrado. Si en cambio
tuviéramos una expresión en la que el coeficiente no nulo de mayor subíndice fuera el a3, la expresión
obtenida de ese modo revestiría la característica de las denominadas funciones cúbicas, y así sucesiva-
mente, se tendrían las funciones cuárticas (cuando el coeficiente no nulo de mayor subíndice es el a4), y a
partir de allí las denominadas funciones de grado n, todas ellas no lineales, coincidiendo el valor de n con
el subíndice del coeficiente no nulo de mayor subíndice que se registre en la expresión.
En este curso abordaremos puntualmente las denominadas funciones cuadráticas, o sea aquellas
que implican como potencia máxima en la relación polinómica, al cuadrado de la variable independiente.

Parábola

Se define como parábola, desde la forma analítica de la expresión que la representa, a la función
de tipo polinómico que adopta la forma general:
y = a 2 x 2 + a1 x + a 0
o también, más generalizada y específica aún que la anterior, en la forma:
y = a x2 + b x + c
con los coeficientes de las variables o constantes pertenecientes al campo numérico real, y denominados
respectivamente:
a = Coeficiente del término cuadrático o coeficiente principal de la parábola
b = Coeficiente del término lineal de la parábola
c = Coeficiente o término independiente de la parábola

207
2016 - ÁLGEBRA Y CÁLCULO NUMÉRICO
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Lógicamente el coeficiente principal no puede ser nulo, ya que de serlo la expresión dejaría de ser
de las que corresponden en la clasificación a las denominadas funciones cuadráticas porque por esa cir-
cunstancia, perdería precisamente el término con el grado 2 que caracteriza a este tipo de funciones. Pero
no puede anticiparse que no sean nulos en cambio los otros dos coeficientes.
Si en la expresión se observara que los tres coeficientes son distintos de cero, entonces diremos
que esa función o esa parábola reviste la característica de ser una parábola “completa”, mientras que si es
nulo b, es nulo c, o son nulos ambos, en todos los casos decimos que esa parábola resulta “incompleta”.

Análisis del caso y = x2

Para observar el comportamiento de esta función en forma analítica, comenzaremos trabajando


con una parábola incompleta, para la que resultan ser nulos los coeficientes b y c simultáneamente, y de
todos los casos posibles, empezaremos con aquel para el que el valor de a resulta ser la unidad, o sea que
la función en realidad está adoptando la forma:
y = x2
situación ésta que se da en llamar “parábola matriz”, ya que a partir de ella, y por análisis de las variacio-
nes que puedan observarse en los parámetros (los coeficientes de la función), puede determinarse el com-
portamiento que tendrán otras parábolas respecto de esta considerada como matriz.
Obsérvese que en esta expresión la existencia del exponente 2, que afecta a la variable indepen-
diente, implicará que los valores de la dependiente resulten siempre positivos, salvo el caso en que x = 0
(cero), para el que también adoptará ese valor esta variable dependiente. Esto nos llevaría a poder afirmar
que mientras el dominio para esta función resulta ser todo el campo numérico real, el codominio o con-
junto de imágenes, es el de los reales no negativos, o sea los reales positivos y el cero.
A su vez, la expresión permite concluir con cierta facilidad y simpleza que cualquiera sea el valor
de variable independiente considerado, la función tendrá el mismo valor para su opuesto. Esto permite
afirmar entonces y como consecuencia que, para cualquier valor de x, se verifica que f(x) = f(-x), lo que a
su vez implica que esta función presente un eje de simetría en este caso vertical como consecuencia de
esta última igualdad registrada.
Finalmente y por ahora, también podemos derivar que de lo dicho respecto de los valores que
conforman el codominio, y de la igualdad de la función ante coincidentes valores absolutos de la variable
independiente, existe un punto extremo en la función, o sea un punto donde la curva deja de crecer para
comenzar a decrecer o a la inversa, deja de decrecer para comenzar a crecer.
Para poder visualizar lo expresado, confeccionemos una tabla de valores para esta función asig-
nando algunos valores a la variable independiente y grafiquemos luego la traza de dicha función en coor-
denadas cartesianas asumiendo comportamiento suave entre un valor y otro de la función para los puntos
no calculados. Tendremos:

x -5 -4 -3 -2 -1 0 1 2 3 4 5
y 25 16 9 4 1 0 1 4 9 16 25

lo que nos lleva al esquema gráfico siguiente:

208
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En el esquema previo puede observarse que en realidad se verifica por este medio:
a) Todos los valores de x tienen imagen (dominio de la función el campo numérico real)
b) El codominio de la función está conformado por los reales positivos y el cero.
c) La función presenta un extremo (en este caso mínimo) que coincide con el punto en el que la fun-
ción, ante el crecimiento de la variable x deja de decrecer para comenzar a crecer.
d) La función presenta una simetría vertical, siendo el eje de simetría en este caso, coincidente con el
eje de ordenadas.
e) Para cualquier valor de x que se considere, puede verificarse que f(x) resulta coincidente con el va-
lor de f(-x).
Consideremos que la función cambiara de la que analizamos especialmente hasta el momento, a
la que viene dada por la expresión:
y = − x2
que presenta, respecto de la anterior, un cambio en el signo del coeficiente principal aunque el valor abso-
luto del mismo se mantiene coincidente como en el caso anterior. Esta expresión también corresponde a
una parábola incompleta (los coeficientes lineal e independiente se mantienen nulos), pero a diferencia de
la anterior, para cualquier valor significativo que adopte la variable independiente el resultado del cuadra-
do será positivo y en consecuencia, por efecto del signo menos del coeficiente cuadrático, todas las imá-
genes coincidirán en su signo con este último. Si el valor de x resultara ser nulo, la función también lo
sería. Esto nos permite concluir que mientras el dominio se mantiene como en el caso anterior en todos
los reales, el codominio resulta ser ahora el conjunto de reales negativos y el cero.
Para visualizar lo comentado confeccionaremos también una tabla de valores, como la siguiente:

x -5 -4 -3 -2 -1 0 1 2 3 4 5
y -25 -16 -9 -4 -1 0 -1 -4 -9 -16 -25

209
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de donde resulta:

Observando la gráfica se puede efectuar un análisis similar al realizado con la parábola de coefi-
ciente cuadrático positivo, aunque adecuándolo a la incidencia del signo del término cuadrático. Puede
decirse además, que el punto de cambio de comportamiento de la función también es un punto extremo
para el recorrido de la función, y que mientras que en el primer caso ese extremo resultaba un mínimo por
ser el valor más pequeño que podía adoptar la función en todo su espectro, ahora ese extremo es un má-
ximo, ya que coincide con el mayor valor posible para todos los posibles de la función.

Vértice de la parábola y ramas de la misma

Este punto extremo es de tal importancia en el trabajo con la parábola que al mismo se lo recono-
ce con un nombre muy particular: VERTICE DE LA PARABOLA o simplemente vértice.
A cada una de las partes netamente diferentes a un lado y otro del eje de simetría vertical, y que
presentan igual comportamiento (o bien crece en todo el recorrido o decrece en todo el recorrido, e inclu-
so para ambos casos, el de coeficiente cuadrático positivo o el de signo negativo para este coeficiente),
también se le da un nombre particular que es el de RAMA de la parábola. En consecuencia puede decirse
que una parábola presenta dos ramas en su recorrido, pudiendo anticiparse que si el coeficiente cuadrático
es positivo ello derivará en que las ramas de la parábola (del punto mínimo a la izquierda la rama izquier-
da y desde ese mínimo a la derecha la rama derecha), están orientadas hacia arriba. En cambio, si el signo
del término cuadrático es negativo, tanto la rama izquierda (a izquierda del punto máximo) como la rama
derecha (la que está precisamente a la derecha del punto extremo), terminan orientadas hacia abajo.
Esta referencia a las ramas de la parábola, y la realizada respecto del punto extremo (sea mínimo
o máximo según el caso), se observa incluso en parábolas que tengan otra estructura definitiva diferente, e
incluso en las que revisten el carácter de completas, y también con cambios en el valor que adopte el coe-

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ficiente cuadrático, lo que dejamos al interesado verificar con algunos ejemplos que él mismo proponga,
calcule y grafique, si bien en el avance de estas explicaciones se podrá confirmar lo que se dice.

Variación de la parábola cuando varía el coeficiente cuadrático

Pasemos ahora al análisis del comportamiento de la parábola cuando, aún siendo incompleta con
iguales características que las consideradas (se mantiene nulo tanto el coeficiente lineal como el indepen-
diente), cambia el valor del coeficiente cuadrático, el que deja de ser igual a la unidad con signo positivo
o negativo que ya fueron analizados. O sea entonces que consideraremos aquellas parábolas que adoptan
la forma:
y = a x2

y dentro del caso, analicemos la incidencia de a cuando es positivo y cuando es negativo.


Consideremos para ejemplificar, distintas parábolas con coeficientes cuadráticos diferentes según
lo indicado en el siguiente cuadro o conjunto de tablas, donde cada línea horizontal excepto la primera
que recoge los valores de la variable independiente, tienen el valor de la función para el valor de coefi-
ciente cuadrático que inicia la fila respectiva y conforme a la expresión anterior:

x -5 -4 -3 -2 -1 0 1 2 3 4 5
a

a=-3 -75 -48 -27 -12 -3 0 -3 -12 -27 -48 -75

a=-2 -50 -32 -18 -8 -2 0 -2 -8 -18 -32 -50

a=-1/2 -25/2 -8 -9/2 -2 -1/2 0 -1/2 -2 -9/2 -8 -25/2

a=-1/4 -25/4 -4 -9/4 -1 -1/4 0 -1/4 -1 -9/4 -4 -25/4

a=1/4 25/4 4 9/4 1 1/4 0 1/4 1 9/4 4 25/4

a=1/2 25/2 8 9/2 2 1/2 0 1/2 2 9/2 8 25/2

a=2 50 32 18 8 2 0 2 8 18 32 50

a=3 75 48 27 12 3 0 3 12 27 48 75

Presentemos la gráfica de todas ellas junto con la denominada parábola matriz, que como se re-
cordará es la que corresponde a una que tenga el coeficiente cuadrático igual a la unidad, y su simétrica
respecto al eje de abscisas, lograda cuando el coeficiente cuadrático vale -1. Se tendrá:

211
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En este esquema anterior puede observarse que cuando el valor absoluto del coeficiente cuadráti-
co aumenta su valor, las ramas, manteniendo la orientación que corresponden al signo de dicho coeficien-
te, se van cerrando o aproximando al eje de simetría de la parábola, mientras que dicho de otro modo,
podría expresarse que cuando el valor absoluto de ese coeficiente disminuye, las ramas se van abriendo,
aplanándose la curva y alejándose del eje de simetría. Nótese que si el valor absoluto del coeficiente del
término cuadrático disminuye acercándose al valor nulo, la función va acercándose cada vez más a la
traza de una recta horizontal, si bien nunca llega a ella porque para hacerlo tendría que darse que a = 0
(cero) y de ese modo desaparecería la función cuadrática transformándose precisamente en una función
lineal. Por otro lado, si el valor absoluto de a creciera indefinidamente tanto que tendiera a infinito en ese
crecimiento, la parábola tendería a adoptar la forma de una recta vertical.

Desplazamiento horizontal de la parábola

La simetría respecto de un eje vertical, puede observarse en todas las funciones de segundo grado
aunque dicho eje no siempre coincide con el eje de ordenadas cartesianas sino que puede hallarse despla-
zado a la derecha o la izquierda del mismo. Es de sumo interés conocer la posición de ese eje por distin-
tas razones, pero sobre todo porque en la intersección del mismo con la función cuadrática se encuentra el
vértice de la parábola y que, según el signo del coeficiente cuadrático nos estará indicando el valor máxi-
mo o mínimo de la función como así también el valor de abscisa en el que se alcanza.
La parábola desplazada adoptará la forma general:
y = (x – h)2
siendo h la cantidad de unidades de desplazamiento horizontal de modo que, si el desplazamiento es hacia
la derecha, h aparecerá restando en la expresión y si fuera hacia la izquierda, h aparecerá sumando.
Tomando diferentes valores para h, se construye la siguiente tabla:

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x -5 -4 -3 -2 -1 0 1 2 3 4 5
h
-2 9 4 1 0 1 4 9 16 25 36 49
-1 16 9 4 1 0 1 4 9 16 25 36
0 25 16 9 4 1 0 1 4 9 16 25
1 36 25 16 9 4 1 0 1 4 9 16
2 49 36 25 16 9 4 1 0 1 4 9

en la que puede observarse el desplazamiento que exhiben las diferentes expresiones con sólo tener en
cuenta que de línea a línea, los valores resultan coincidentes pero desplazados y correspondiendo a dife-
rentes valores de la variable x. Se observa especialmente el valor mínimo que adopta la función, cero, que
no varía antes distintos valores de h pero si se encuentra desplazado hacia la derecha o izquierda del vér-
tice de la parábola matriz en el que h es precisamente nulo.
Esta tabla deriva en el siguiente gráfico:

Lo observado y comentado, nos permite concluir entonces que el valor de h que se quita (o agre-
ga) al valor de la variable independiente para conformar la base del cuadrado que implica la función cua-
drática, genera un desplazamiento de la parábola matriz hacia derecha o izquierda. Si el valor de h es
positivo, se produce un desplazamiento de la matriz hacia la derecha y si es negativo, hacia la izquierda,
entendiéndose por tal a un cambio de abscisas que mantienen constantes las ordenadas de la matriz.

Desplazamiento vertical de la parábola

Consideraremos ahora otro caso de parábola incompleta, donde el único coeficiente nulo es el
correspondiente al término lineal o sea el coeficiente b. La expresión resultante sería por ejemplo:

213
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y = a x2 + k
Obsérvese que conforme a esta expresión, cualquier ordenada de esta función resultaría de au-
mentar, para el mismo valor de x, el valor de la función y = ax2, en el valor de k si éste fuera positivo, y
disminuyendo ese valor si k tuviera signo negativo. Esto indica que la gráfica de esta nueva función se
desplazaría tantas unidades como las indicadas por el valor del coeficiente independiente, haciéndolo
hacia arriba si ese valor es positivo y hacia abajo si el valor de k es negativo.
Consideremos la parábola matriz y la que surge de asignar a k distintos valores, tanto positivos
como negativos, todo conforme a las alternativas que se presentan en la tabla siguiente:

x -5 -4 -3 -2 -1 0 1 2 3 4 5
k
-2 23 14 7 2 -1 -2 -1 2 7 14 23
-1 24 15 6 3 0 -1 0 3 6 15 24
1 26 17 10 5 2 1 2 5 10 17 26
2 27 18 11 6 3 2 3 6 11 18 27

lo que deriva en el siguiente esquema donde se superponen las distintas funciones tabuladas:

Si se observa el punto de corte de cada parábola con el eje de simetría común, se tiene que el pun-
to de intersección coincide, para idéntica abscisa (de valor 0), con los valores de la función iguales al
valor del término o coeficiente independiente. Esto nos lleva a concluir que en realidad el valor de este
término, simbolizado en la forma general de la función cuadrática como k, indica el desplazamiento que
sufre la parábola en forma vertical, sea hacia arriba o hacia abajo. Téngase en cuenta además, que para la
parábola matriz, el valor de este parámetro en la función resulta ser nulo, y es precisamente en el valor 0
(cero) donde queda posicionada la parábola con su punto extremo, o sea que al ser nulo no presenta des-
plazamiento alguno respecto de la propia matriz.

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Lo apuntado respecto de k nos permite también derivar un comentario sobre la posición del vérti-
ce, o extremo de la parábola que lo contiene con valor significativo. Recordemos que el vértice, que pue-
de ser máximo o mínimo y que en el caso presentado coincide precisamente con un mínimo por ser el
coeficiente cuadrático de signo positivo, y entonces, como tal, tiene dos coordenadas, una para el valor de
abscisa sobre el que se encuentra en el plano, y otro para la ordenada en el mismo plano.
Recordemos el caso de la parábola matriz, para la que el vértice, que de ahora en más identifica-
remos como punto V, estaba en todos los casos en el lugar de las coordenadas (0;0). En estas parábolas
que hemos graficado recientemente ese vértice está en el punto (0;-2) cuando el valor de k es precisamen-
te -2, en el punto (0;-1) si k es de valor -1, en (0;0) como se anticipó cuando k resulta nulo, en (0;1) si k
= 1 y en el punto (0;2) cuando el valor del coeficiente independiente es 2.
Generalizando esta observación, diríamos que las coordenadas del vértice pueden determinarse
como V (h;k), concluyéndose para el caso de la parábola matriz que h = 0 y que k = 0. De aquí podemos
derivar en que como el vértice es el único punto de la traza de la parábola para el cual la función adopta
un solo valor, es decir que no hay otro punto de la gráfica que asuma el mismo valor de función, por lo
tanto debe necesariamente ubicarse en el eje de simetría. En consecuencia, éste responde a la ecuación
x = h.
Dejamos como inquietud al lector, el comprobar que lo expresado se mantiene de idéntica forma
para el caso en que la parábola incompleta a considerar fuera del tipo de la que nos ha ocupado pero con
un coeficiente cuadrático diferente de la unidad. Recomendamos hacer las tablas y gráficas respectivas
para verificar lo expresado.

La función polinómica completa

Digamos ahora que si tenemos un h significativo, y además un valor de k no nulo que agregamos
a la expresión anterior, la parábola adoptaría la forma:
y = (x – h)2 + k
y esto, de acuerdo a lo comentado, implicaría por un lado un desplazamiento horizontal indicado por el
valor de h y uno vertical, señalado por el valor de k. Además, si esta expresión adoptara la forma:
y = a(x – h)2 + k
o sea que agregara un coeficiente cuadrático diferente de la unidad, entonces mostraría un desplazamiento
horizontal, otro vertical, y además una apertura diferente de las ramas, que se acercarán o alejarán del eje
de simetría de la parábola, como se sabe, conforme a que ese valor de coeficiente cuadrático resulte res-
pectivamente mayor o menor que la unidad.
Destaquemos asimismo que una expresión de la parábola que adopte esta forma, y donde ninguno
de los parámetros de la función fueran nulos, estaremos frente a una expresión de las denominadas “fun-
ción completa”, y en este caso registrada en la forma que se da en llamar “forma canónica de la parábola”.
Tenemos entonces dos formas diferentes de expresar la función parabólica: una forma denomina-
da polinomial y otra llamada forma canónica, o sea:
y = a x2 + b x + c
y
y = a(x – h)2 + k
respectivamente.
Es muy simple el pasaje de una a otra forma de la parábola, el que puede darse desde la forma
canónica a la polinomial o desde la polinómica a la canónica según de cuál de ellas dispongamos y cuál es
la que quisiéramos encontrar con el ánimo de un mejor aprovechamiento de las circunstancias que pueden

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generarse respecto del comportamiento gráfico de la parábola, derivado de una u otra forma de presenta-
ción.
Supongamos que conocemos la forma canónica de una parábola, o sea que contamos con la ex-
presión:
y = a(x – h)2 + k
Para llegar de ésta a la expresión polinómica bastará con que desarrollemos el cuadrado existente
en la expresión y realicemos los cálculos derivados, lo que nos lleva sucesivamente a:
y = a(x2 – 2hx + h2) + k
y = ax2 – 2ahx + ah2 + k
que puede ser escrita, sin alterar lo expresado, como:
y = ax2 – 2ahx + (ah2 + k)
y por simple apareo entre una y otra forma lograr:

y = a x2 + - 2ah x + ah2 + k
y = a x2 + b x + c
de donde surge de inmediato que:

El parámetro de la Surge de hacer sobre


forma polinómica: la forma canónica:
a a
b - 2ah
c ah2 + k
En forma similar, podría lograrse pasar de la forma polinómica a la canónica siguiendo un proce-
so de transformación como el que se detalla seguidamente, donde recurrimos al proceso de completar
cuadrados conocido desde el dominio con expresiones algebraicas.
Si consideramos que el segundo miembro de la expresión polinómica de una parábola no es sino
un trinomio, podremos fácilmente completarlo adecuadamente para lograr, a partir de él, un trinomio
cuadrado perfecto que admita factorización. Así a partir de la expresión:
y = a x2 + b x + c
comenzamos transformándola extrayendo a a como factor común, lo que nos lleva a la expresión:
b c
y = a(x2 + x + )
a a
Al observar el paréntesis que actúa como factor de a, vemos que el primer término será siempre
un cuadrado perfecto. Para que a partir de ese trinomio que ya tiene un cuadrado perfecto, se pueda lograr
un trinomio cuadrado perfecto, se debería encontrar un número tal que denominaremos z, que verificara
que 2zx resultara igual a (b/a)x, para que de ese modo, el segundo término coincidiera con el doble pro-
ducto de las bases de dos cuadrados, para el caso x que ya es la base del primer cuadrado detectado en la
expresión y z que es el desconocido. Se tendría entonces que:
b
2zx = (b/a)x → z=
2a

216
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b2
lo que nos lleva a concluir que el cuadrado “faltante” en ese trinomio sería precisamente y entonces
4a 2
el trinomio anterior, puede transformarse en:
b b2 b2 c
y = a(x2 + x+ 2 − 2 + )
a 4a 4a a
donde se ha sumado y restado ese cuadrado determinado para no alterar la expresión ya que en definitiva
se anulan entre sí. Ahora esta expresión podría escribirse como:
b b2 b2 c
y = a[(x2 + x + 2)− 2 + ]
a 4a 4a a
Aquí, el trinomio encerrado en el paréntesis resulta ser un trinomio cuadrado perfecto, y como tal,
es factoreable y permite lograr:
b 2 b2 c
y = a[(x + ) − 2 + ]
2a 4a a
que no es complejo transformar en:
b 2 c b2
y = a[(x + ) + ( − 2 )]
2a a 4a
y también en:
b 2 c b2
y = a(x + ) + a( − 2 )
2a a 4a
o finalmente en:
b 2 b2
y = a(x + ) + (c - )
2a 4a

Si ahora hacemos un apareo entre la expresión anterior y la canónica correspondiente a la parábo-


la tendremos:

b 2 b2
y = a ( x - - ) + (c - )
2a 4a
2
y = a ( x - h ) + k

permitiendo concluir fácilmente que:

El parámetro de la Surge de hacer sobre


forma canónica: la forma polinómica:
a a
b
h -
2a
b2
k (c - )
4a

Digamos finalmente, que la forma canónica de una parábola es sumamente útil a la hora de ubicar
su posición en el plano, ya que desde ella pueden obtenerse fácilmente los datos relativos a:

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a) Orientación de las ramas: por el signo del coeficiente cuadrático


b) Apertura de las ramas: por el valor del coeficiente cuadrático
c) Posición del eje de simetría: una recta que pasa por x = h
d) Posición del vértice: V (h;k)
lo que permite deducir que frente a la expresión polinómica se tendrá que:
a) Orientación de las ramas: por el signo del coeficiente cuadrático
b) Apertura de las ramas: por el valor del coeficiente cuadrático
b
c) Posición del eje de simetría: una recta que pasa por x = -
2a
b b2
d) Posición del vértice: V [- ;(c - )]
2a 4a

Raíces de la función de segundo grado

Recordemos que una ecuación es una igualdad condicional, por lo tanto cuando igualamos a cero
la función cuadrática f(x) = a x2 + b x + c se obtiene la ecuación:
a x2 + b x + c = 0
que es una ecuación de segundo grado o ecuación cuadrática.
Recordemos también que resolver una ecuación es encontrar el valor o valores que verifican a la
misma, y digamos también que por tener la expresión en este caso, forma de polinomio, esos valores
constituyen lo que se da en llamar “raíces” o “ceros” del polinomio, destacando que un polinomio tiene
tantas raíces como grado posee el mismo. De allí entonces que podamos derivar que en el caso de las
ecuaciones de segundo grado, deben existir dos raíces que satisfacen esa ecuación.
Si observamos los gráficos presentados a continuación, tendremos que para esas parábolas las
raíces serían -3 y 1 ya que son precisamente los puntos de la función que hacen nula la ordenada, hacen y
= 0, confirmándose además, que en realidad son dos los valores que cumplen con esa circunstancia.

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Resolver una ecuación de esta naturaleza entonces, implicará encontrar esos valores de raíces que
verifican la igualdad planteada, destacando aquí que si bien para distintas formas de la ecuación (derivada
de la nulidad posible de b y/o c en la expresión registrada y recordando que a no puede ser nulo), podrían
aplicarse algunos procesos más simples, abordaremos aquí algunas formas que pueden ser de aplicación
para todas las ecuaciones de segundo grado, con independencia de la estructura que presente la misma.
Entre los procedimientos que abordaremos citamos:
a) Factorizar el polinomio que coincide con la ecuación, transformándolo en un producto que quede
igualado a cero. Luego las raíces se obtienen igualando a cero cada uno de los factores obtenidos.
b) Aplicar una fórmula que permite hallar las raíces en función de los coeficientes a, b y c de la ecua-
ción, que se da en llamar “fórmula de Bascara”, en honor del último matemático medieval de la India,
Brahmim Bhaskara que la dedujo en su momento, y a quien se le atribuye también el descubrimiento de
que la raíz cuadrada de un número positivo tiene dos resultados coincidentes en valor pero de diferente
signo.
c) El gráfico, que permite determinar raíces cuando se sabe que son enteras y además, permite orien-
tar sobre su valor en todos los casos.

Determinación de raíces por factorización

Este procedimiento recurre a la factorización del polinomio que integra la ecuación, en igual for-
ma que la descripta precedentemente para pasar de la forma polinómica de la parábola a la forma canóni-
ca, si bien luego hace algunas consideraciones adicionales para optimizar el aporte del factoreo a la ob-
tención de las raíces de la ecuación o la solución de ésta.
Si tenemos la ecuación:
a x2 + b x + c = 0
en primer lugar dividimos ambos miembros por el valor del coeficiente cuadrático, obteniendo de ese
modo una ecuación equivalente en razón de que se sabe que ese coeficiente no puede ser nulo y en conse-
cuencia el cociente indicado es viable. Se obtiene así:
b c
x2 + x+ =0
a a
de donde puede pasarse, como se hizo anteriormente a:
b 2 c b2
(x + ) +( - 2)=0
2a a 4a
que también puede escribirse como:
b 2 b2 c
(x + ) −( 2 - )=0
2a 4a a
y que puede considerarse como una diferencia entre dos cuadrados, aún cuando el segundo término del
b2 c
binomio no sea un cuadrado perfecto, ya que lo será del valor − . Por lo tanto, la última expresión
4a 2 a
registrada es equivalente a:

b b2 c b b2 c
(x + + - ) (x + − − )=0
2a 4a 2 a 2a 4a 2 a
Este producto será nulo cuando lo sea uno de los dos factores, y entonces se tendrá que las raíces
serán:

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b b2 c
x1 = − − - que anula el primer factor
2a 4a 2 a

b b2 c
x2 = − + - que anula el segundo factor
2a 4a 2 a

Esta fundamentación pudiera hacer pensar en que el proceso es sumamente complejo, pero la
realidad práctica muestra su simplicidad, motivo por el que plantearemos un ejemplo al efecto. Suponga-
mos que queremos resolver la ecuación: 3x2 – 6x – 3 = 0 aplicando este procedimiento.
Siguiendo el procedimiento descripto tenemos que al dividir por el coeficiente cuadrático a ambos
miembros se logra:
3x2 – 6x – 3 = 0 → x2 – 2x – 1 = 0
Completando cuadrados se tiene:
x2 – 2x – 1 = 0 → (x2 – 2x + 1) – 1 – 1 = 0
de donde se tiene:

(x – 1)2 – 2 = 0 → (x – 1 - 2 )(x – 1 + 2)=0


y de aquí, concluir que las raíces serán:

x1 = 1 + 2 anulándose de este modo el primer factor

x2 = 1 - 2 anulándose de este modo el segundo factor

Determinación de raíces por la fórmula de Bascara

El procedimiento denominado con este nombre surge de considerar las raíces que se determinan
por el procedimiento de completar el trinomio en la forma expuesta anteriormente, y operar en las expre-
siones de ambas raíces del siguiente modo hasta lograr un único cociente. Si tomamos la expresión encon-
trada para la primera de las raíces, y operando conforme a lo dicho se llega a que:

b b2 c b b 2 − 4ac b b 2 − 4ac − b − b 2 − 4ac


x1 = − − 2
- =− − 2
=− − =
2a 4a a 2a 4a 2a 2a 2a

mientras que haciéndolo con la expresión dada para la segunda raíz, se tiene:

b b2 c b b 2 − 4ac b b 2 − 4ac − b + b 2 − 4ac


x2 = − + 2
- =− + 2
=− + =
2a 4a a 2a 4a 2a 2a 2a

y que el matemático que dio su nombre a la fórmula reunió en una única expresión que adoptó la siguien-
te expresión:

− b ± b 2 − 4ac
x1,2 =
2a
derivando en encontrar una de las raíces cuando se considera el signo positivo de la raíz que interviene en
la fórmula y la otra de considerar el signo negativo de dicha raíz.

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Discriminación de las raíces

Ya se anticipó que toda ecuación de segundo grado cuenta con dos raíces o ceros. Ahora bien,
esos valores pueden ser iguales entre sí, en cuyo caso se dice que el valor encontrado es una raíz doble o
raíz múltiple, o también diferentes entre sí. Cuando esos valores resultan ser diferentes pero reales, se dice
que las raíces son distintas y si fueran complejas se dice que son complejas conjugadas.
Lo anticipado puede vincularse con la expresión que nos permite determinar las raíces (ya sea
factorizando o aplicando la fórmula de Bascara) y también con las situaciones gráficas que pueden encon-
trarse al aplicar el método de determinación de esta forma, o sea buscando los puntos comunes entre una
parábola sin desplazamiento alguno y una recta.
En tal sentido, miremos la expresión de determinación de raíces por el proceso de factorización o
por el de la fórmula de Bascara. En ambos casos, para llegar al valor de las raíces se debe resolver una
raíz cuadrada, la que tiene la estructura:

b 2 − 4ac
En esta raíz, si el radicando resulta ser nulo, es evidente que los dos valores que se obtienen del
cálculo son iguales entre sí e iguales a 0 (cero). En cambio, si el radicando es mayor que cero, resuelta su
raíz se obtendrán dos valores reales pero diferentes entre sí en su signo aunque coincidentes en valor ab-
soluto. Finalmente, si el radicando fuera negativo, es evidente que la raíz llevará a dos resultados comple-
jos, y que estarán conformados por una parte real de igual valor absoluto pero de diferente signo acompa-
ñados de la unidad imaginaria i.
Ahora bien, el cálculo de las raíces implicará que en la fórmula definitiva se mantenga el mismo
numerador y denominador, y en consecuencia no cambie el valor de las raíces obtenidas, cuando ese radi-
cando es nulo. Eso derivará entonces en que las raíces serán reales e iguales entre sí.
Si en cambio el radicando es positivo, en el cociente que llevará a la determinación de los valores
de las raíces se mantendrá el denominador o divisor mientras que el numerador adoptará dos valores dife-
rentes ya que en un caso se sumará el resultado de la raíz cuadrada al primer término y en el otro se resta-
rá ese valor. Por lo tanto las raíces mantendrán el carácter de reales pero serán distintas entre sí.
Finalmente, si el radicando es negativo, en un caso a – b del numerador se deberá sumar un com-
plejo y en el otro se deberá restar ese mismo complejo, y por lo tanto se terminarán encontrado dos valo-
res diferentes pero que por la incidencia del imaginario i revisten el carácter de complejo y por diferir
únicamente en el signo que afecta a la parte imaginaria, serán complejas conjugadas entre sí.
Del hecho de que según el valor del radicando de esa raíz serán los diferentes tipos de raíces a
obtener, a ese radicando se da el nombre de “discriminante”, precisamente porque permite discriminar el
tipo de raíces que satisfacen la ecuación.
Desde el punto de vista gráfico, la determinación de raíces implicará que se pueden presentar tres
casos diferentes.
El primero, coincidente con el ejemplo presentado precedentemente, implicará que entre la recta y
la parábola graficadas se encuentren dos puntos de corte. Estaremos en ese caso frente a una parábola que
tiene dos raíces reales pero distintas entre sí.
Si al hacer la gráfica de la parábola y la recta se encontrara que ésta resulta tangente a la parábola,
entonces eso indicará que la parábola cuenta con dos raíces reales e iguales, precisamente al valor de abs-
cisa del único punto de coincidencia entre parábola y recta.
Finalmente, si la recta resultara ajena a la parábola, eso indicará que las raíces de esta última son
complejas conjugadas, no pudiéndose determinar su valor en la gráfica por no pertenecer al campo real.

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Propiedades de las raíces

Las raíces de las ecuaciones de segundo grado cumplen con algunas propiedades de importancia
que se detallan seguidamente. Una de ellas es referida al resultado que se obtiene de su suma y otra la
relativa al resultado logrado con su producto.
Consideremos en primer lugar las dos expresiones válidas para encontrar las raíces que hemos
expuesto anteriormente y hagamos su suma. Se tendrá:

− b + b 2 − 4ac − b − b 2 − 4ac − b + b 2 − 4ac + ( − b) − b 2 − 4ac − 2b b


x1 + x 2 = + = = =−
2a 2a 2a 2a a

lo que nos permite expresar en definitiva, que la suma de las raíces de una ecuación cuadrática coincide
con el cociente entre su coeficiente lineal por su coeficiente cuadrático, cambiado de signo.
Si hacemos ahora el producto de dichas raíces tendremos que:

− b + b 2 − 4ac − b − b 2 − 4ac ( −b)2 + b b 2 − 4ac − b b 2 − 4ac − ( b 2 − 4ac )2


x1 . x 2 = . = =
2a 2a 4a 2
b 2 − b 2 + 4ac 4ac c
= = 2=
4a 2 4a a

de donde podemos concluir que el producto entre las raíces de una ecuación cuadrática coincide con el
cociente entre el coeficiente o término independiente de dicha ecuación y el coeficiente cuadrático de la
misma.

Reconstrucción de una ecuación a partir de sus raíces

Las propiedades que se acaban de enunciar sobre las raíces de una ecuación de segundo grado,
permite reconstruir una ecuación a partir del conocimiento de sus raíces, aplicando precisamente las con-
clusiones anteriores.
Así, si suponemos que una ecuación que no conocemos tiene por raíces a -1 y 2, podemos decir
que:
b
-1 + 2 = 1 = - por la propiedad de la suma de las raíces, y
a
c
(-1) . 2 = -2 = por la propiedad del producto de esas raíces.
a

Ahora bien, asignamos un valor cualquiera al coeficiente del término cuadrático, como por ejem-
plo 2, y de allí obtenemos por simple operatoria en las igualdades planteadas que, para el caso, resultará:
b = -2 y c = -4
por lo que entonces, la ecuación pretendida sería:
2x2 – 2x – 4 = 0
que efectivamente tiene a -1 y 2 como raíces, cuya verificación dejamos al lector.

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Destaquemos que al comenzar el tema relativo a la reconstrucción de la ecuación de segundo


grado a partir del conocimiento de sus raíces, se dijo que estas propiedades nos permitía determinar “una”
ecuación que tuviera esas raíces. Eso es así porque evidentemente, conociendo raíces únicamente hay
múltiples ecuaciones posibles que las contengan como tales, y se logrará una distinta según la asignación
adicional que se haga a alguno de los parámetros de esa ecuación buscada.
Digamos también que la asignación aleatoria, si esa fuera la situación, podría haberse hecho para
otro coeficiente y no para el cuadrático, aunque luego se procedería de igual modo para determinar los
otros dos que quedaran como desconocidos.
Finalmente digamos que en algunas ocasiones se conocen las raíces y algún otro dato adicional
sobre la ecuación buscada, y entonces en esos casos, en lugar de encontrar una parábola de una familia
que contenga a los valores dados como raíces, se podrá encontrar la ecuación concreta que satisface ade-
más la condición adicional impuesta.

Ecuaciones de segundo grado: distintos tipos

Si bien ya hemos hablado de ecuaciones de segundo grado en este trabajo, digamos antes de con-
tinuar, que existen también otras relaciones que adoptan este nombre y que pudieran presentar también
sometida a exponente par a la otra variable (la y para el caso), o también un producto entre las dos varia-
bles, ambas sometidas a exponente uno pero que por su producto darían una situación similar a la de un
cuadrado. Es decir, que entre las ecuaciones cuadráticas, podríamos citar, además de la que surge de la
expresión polinómica de la parábola, otras como las siguientes:

a) y
2 = 9 + x2 b) y = 4xy + 2x + 6 c) 2x + 3xy − y = 0
2 2
d) y=
6
x

donde puede observarse que en todos los casos se ha mantenido la condición de que las relaciones plan-
teadas mantienen la característica de contar con únicamente dos variables y por lo tanto, poder ser repre-
sentadas en forma gráfica en un espacio de esa cantidad de dimensiones, o sea en el plano.

Sistemas no lineales

Nos referimos aquí a aquellos sistemas que están integrados por al menos una ecuación no lineal
y, específicamente en ese caso, cuadrática. Es decir, la participación de una ecuación lineal con otra que
es cuadrática, o ambas ecuaciones cuadráticas, limitándonos además a aquellas en las que intervengan
únicamente dos variables.
Cuando tenemos entonces sistemas de este tipo, nos encontraremos con que en realidad lo que
buscamos con el mismo (de allí que se hable de sistema) es el conjunto de valores que deben adoptar las
variables para verificar simultáneamente a todas las ecuaciones intervinientes, es decir a la recta del sis-
tema y la cuadrática que la acompaña o a ambas cuadráticas, según el caso.
Así puede darse la inexistencia de punto alguno en común entre las ecuaciones, en cuyo caso el
sistema carecerá de solución; que hubiera un único punto en común entre ambas ecuaciones, en cuyo caso
el sistema tendrá solución única; o que pudieran encontrarse más de un punto de coincidencia y entonces
el sistema tendrá solución múltiple.
En forma analítica, un sistema de este tipo podría ser similar al que se presenta seguidamente:

 a11 x + a12 y + a13 x 2 = b1



 a 21 x + a 22 y = b2

donde al menos una de las ecuaciones es no lineal, reservándose para cada elemento que interviene la

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misma forma de lectura que la efectuada en oportunidad de hablar de sistemas de ecuaciones lineales, e
iguales consideraciones sobre los valores a adoptar por los parámetros.
En estos casos, para hallar la solución, si hubiera una ecuación lineal, el procedimiento en general
implica despejar una de las incógnitas o variable en la misma y con la expresión lograda hacer el reem-
plazo en la cuadrática, de modo de lograr en ésta una ecuación cuadrática con una única incógnita que
puede ser resuelta como tal. Si ambas ecuaciones fueran cuadráticas se analizará la estrategia más con-
veniente en cada caso. Al igual que en los sistemas de ecuaciones lineales se deberá proceder a la verifi-
cación del sistema antes de dar los valores hallados como solución definitiva del mismo.
Sea resolver el sistema que se propone a continuación como ejemplo:

 y=x+ 2

- (x - 1) + 1 = y
2

Conforme a lo dicho, y por tener ya despejada la variable y en la primera de las ecuaciones que es
la de tipo lineal, la reemplazamos en la segunda por esa expresión equivalente, y asi tenemos:

2 1 1

desde la que, operando conforme a lo indicado, se llega a:

-x2 +x -2 = 0

√ √
que tiene como raíces o soluciones a x1 = y a x2 = , que resultan ser números complejos y
está indicando la inexistencia de puntos en común entre la recta y la parábola, es decir un sistema carente
de solución.
Si mostramos el sistema en forma gráfica, el esquema nos brinda la siguiente información:

donde claramente se observa la inexistencia de puntos en común.


Dejamos al lector la solución analítica de los siguientes sistemas que se presentan acompañados de sus
respectivas gráficas y donde puede observarse que se trata de sistemas con solución única y múltiple, es
decir un único punto de contacto y más de un punto (x; y)

y 2x 8x 13
y 5

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x 2x y 7 0
3x y 1 0

Analicemos ahora un sistema donde todas las ecuaciones intervinientes resultan ser no lineales, es
decir, en términos generales un sistema del tipo

 a11 x + a12 y + a13 x 2 = b1



 a 21 x + a 22 y + a 23 x = b2
2

donde la estrategia a seguir para alcanzar su resolución, según ya se anticipara, dependerá de las caracte-
rísticas del mismo que hará conveniente distintas alternativas según su conformación.
Sea resolver el sistema que se propone a continuación como ejemplo:

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2 2 2
5
1
2 5
2
Aquí puede resultar conveniente despejar la expresión (x-2)2 en ambas ecuaciones. Así de la
primera de ellas obtenemos que

5 :2 2
y de la segunda de ellas surge que

5 . 2 2

por lo que puede afirmarse que 5 :2 5 . 2 y de aquí que y=5. Luego reemplazando el
valor hallado para y en cualquiera de las ecuaciones se obtiene el valor de x, que en este caso es x= 2. El
sistema tiene una única solución y es el punto (2;5), único punto de contacto entre ambas parábolas tal
como puede observarse en el gráfico siguiente.

Dejamos al lector la solución analítica de los siguientes sistemas que tal como lo muestran los
respectivos gráficos, se trata de sistemas sin solución y con solución múltiple, es decir ningún punto de
contacto y más de un punto (x;y).

2
6
0,5 2 2
5

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3 1
1
4 2
4

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Capítulo 10

PROGRESIONES

Sucesiones numéricas

Es habitual escuchar frases como “sucesión de acontecimientos”, “sucesión de errores”, “sucesión


de pagos”, “sucesión de números”, etc.. Intuitivamente podríamos describir una sucesión como un
conjunto de sucesos, objetos o elementos ordenados, es decir dispuestos uno después de otro. Existe un
primer elemento que precede a todos los demás, un segundo elemento que sigue al primero y precede al
resto, y así sucesivamente todos los elementos conforman una lista en algún orden determinado.
Por ejemplo, pueden disponerse los días de la semana de la siguiente manera:
lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo
o los números naturales pueden detallarse como:
1, 2, 3, 4, 5, 6, . . .
En ambas situaciones es posible observar que existe un orden para consignar los elementos y ello
es justamente lo que caracteriza a la sucesión, la noción de que a un elemento de la sucesión le sigue otro
en un orden definido. A veces es posible detallar todos los elementos que componen la sucesión, como es
el caso de los días de la semana, pero en otras oportunidades cuando por alguna razón no se desea o no es
posible consignar todos los elementos que la componen, se indica tal circunstancia colocando puntos
suspensivos (elipsis). Ello significa que el resto de los elementos que no se consignan tienen el mismo
patrón que los ya dados. Tal es la situación de los números naturales que es imposible enumerarlos a
todos, por lo que se coloca la elipsis al final dando cuenta que la sucesión no se agota.
También puede suceder que los puntos suspensivos se coloquen entre los elementos de la
sucesión porque, si bien es posible determinar todos sus elementos, no se desea detallarlos. Por ejemplo,
si quisiéramos referirnos a la sucesión de los números pares menores a 100, podríamos escribirla de la
siguiente forma:
2, 4, 6, 8, . . . , 94, 96, 98
Es decir, detallando los primeros elementos y los últimos y colocando entre ellos la elipsis para
indicar que existen elementos que no están consignados pero que cumplen con las mismas condiciones
que los expresados.
Cada elemento de la sucesión recibe el nombre de término de la sucesión. Si la sucesión tiene
un número limitado de términos, es decir, si la sucesión tiene o es posible determinar el último término,
entonces esa sucesión recibe el nombre de sucesión finita. Tal es la situación de la sucesión de los días de
la semana o de los números pares menores a 100. Por el contrario, si no hay o no existe un último término
en la sucesión, o sea que está compuesta por un número ilimitado de términos, la sucesión es una
sucesión infinita. Como ejemplo de este tipo de sucesiones podríamos citar la de los números naturales.
Cuando los elementos de la sucesión son números, ya sea escritos como tales o utilizando
expresiones algebraicas, nos encontrarnos ante una sucesión numérica, la cual es un conjunto de valores
que responden a una determinada ley de formación, que permite enumerarlos y disponerlos en un orden
determinado. Así podemos tener la sucesión de los números naturales:
1, 2, 3, 4, 5, 6, . . .
o la sucesión de los cuadrados de los números naturales:
1, 4, 9, 16, 25, . . .
o la sucesión de potencias naturales de un número x:

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x, x2, x3, x4, . . .


Asimismo, los términos de una sucesión pueden representarse genéricamente utilizando una letra
minúscula cualquiera, acompañada de un subíndice que indica la ubicación del término dentro de la
sucesión, como:
a1 , a2 , a3 , a4 , . . . , a n
donde, para la sucesión de los cuadrados de los números naturales, resulta que a1 = 1, a2 = 4, a3 = 9, a4 =
16. El término an es el enésimo término de la sucesión y recibe a su vez el nombre de término general
de la sucesión, dado que conociendo la conformación del mismo es posible encontrar cualquier término
de ella.
Visto de esta manera podemos decir que una sucesión es una función cuyo dominio es el conjunto
de los números naturales 1, 2, 3, 4, .... n y los elementos del rango son, simplemente los términos de la
sucesión. Justamente, utilizando la notación de función podemos expresar que f(1) = a1; f(2) = a2, y así
sucesivamente, es decir que a cada número natural le corresponde un elemento de la sucesión, y
recíprocamente, a cada elemento de la sucesión le corresponde un número natural (lugar que ocupa en la
sucesión). Ello significa que existe una regla que asocia cada número natural n del dominio con los
términos de la sucesión o elementos del rango. Dicha regla es la ley de formación a la cual responden
todos los términos de la sucesión.
Generalmente, esta ley puede expresarse a través de una fórmula, que permite especificar en
forma explícita la conformación del término general. Así para la sucesión de los números naturales el
término general an es igual a n, para la sucesión de los cuadrados de los números naturales el término
general puede expresarse como an = n2 y para la sucesión de los números pares el término general puede
escribirse como an = 2n. En todos los casos al asignar a n sucesivamente los valores naturales se puede
desarrollar la sucesión.
Sin embargo, no siempre es posible describir la ley de formación de las sucesiones a través de una
fórmula matemática. Tal es el caso de la sucesión de los números primos, cuya regla de formación se
describe a través de un enunciado porque no existe una fórmula matemática que exprese dicha regla.
Resumiendo:

Una sucesión numérica es un conjunto de valores que responden a una


determinada ley de formación, que permite enumerarlos y disponerlos en
un orden determinado

Sumatoria.

Cuando trabajamos con sucesiones numéricas podemos encontrarnos ante la necesidad de sumar
sus términos, o bien un conjunto determinado de ellos.
Por ejemplo:
a1 + a2 + a3 + a4 + . . . + an ó bien a5 + a6 + a7 + . . . + a53
Si los términos de esta sucesión responden a determinada ley de formación que es factible
expresarla a través de una fórmula matemática, entonces su suma es posible escribirla en forma abreviada
valiéndonos de la notación de sumatoria. Dicha notación, que es muy usada en distintas ramas de la
matemática, utiliza la letra griega sigma mayúscula:  (la primera letra de la palabra suma es la S y la
letra griega equivalente a la S es ) precediendo a la expresión que identifica el término general. En tal
caso, la suma anterior podría indicarse de la siguiente manera:
n

a
k 1
k

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Se lee la sumatoria desde k=1 a n de a sub k. El subíndice k se llama índice de la sumatoria y


adopta sucesivamente valores enteros desde el valor inicial que se consigna en la parte inferior de la letra
sigma hasta el valor final que se coloca en la parte superior de la misma letra, no repitiéndose ninguno de
ellos. En nuestro ejemplo, k=1 indica que el primer valor que adopta k es 1 (límite inferior de la
sumatoria) y la n, el último (límite superior), es decir que k adoptará los valores 1, 2, 3, 4, y así
sucesivamente, hasta n.
11
Por otro lado, la expresión a
k 5
k implicaría que el primer valor que adopta k sería 5, siguiéndole

sucesivamente 6, 7, 8, 9, 10 y 11
Si por el contrario, se nos presenta la suma de una sucesión en forma abreviada podemos
encontrar los sumandos que la componen, asignando al índice de la sumatoria todos los valores enteros
que puede asumir comprendidos entre el inicial y el final.
4
Por ejemplo: a
i 1
i  a1 + a2 + a3 + a4

k
k 3
2
= 9 + 16 + 25 + 36 + 49

Nótese que la cantidad de sumandos resulta equivalente a la cantidad que surge de aumentar en
uno el valor absoluto de la diferencia entre el límite superior y el inferior de la sumatoria.
El índice de la sumatoria puede asumir cualquier valor entero, inclusive valores negativos o cero,
y no necesariamente el límite inferior tiene que ser de menor valor que el límite superior.
Obsérvense los siguientes ejemplos:
6 2


q0
( 1) q 2q = 0 - 2 + 4 - 6 + 8 – 10 + 12  10
k  2
k
= 1/100 + 1/10 + 1 + 10 + 100

1 3

p  (1  i)
1
= 1/5 + 1/4 + 1/3 + 1/2 + 1 n
 (1+i)0 + (1+i)-1 + (1+i)-2 + (1+i)-3
p5 n0

También, es necesario aclarar que como índice de la sumatoria puede utilizarse cualquier letra
minúscula, pero la que se utilice debe coincidir con la que identifique el dato variable en la expresión
genérica, que acompaña a la sumatoria y describe cada uno de los sumandos a considerar en la suma.
Por ejemplo:
n n n n

 ak
k 1
 ap
p 1
 am
m 1
a
q 1
q

Para que sea posible expresar en forma abreviada la suma de términos de una sucesión es
necesario poder determinar la fórmula que permite expresar la ley de formación del término general. Así:
10
3 + 6 + 9 + . . . + 90 = 3i
i 1

En consecuencia podemos decir que:

La notación de sumatoria se utiliza para abreviar la expresión de suma


de una sucesión numérica, cuyos términos admiten una cierta ley de
formación que puede ser expresada a través de una fórmula matemática.

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Productorio.

En otras situaciones, en lugar de sumar, podemos tener necesidad de multiplicar los términos de
una sucesión, o algunos de ellos:
a1 . a2 . a3 . a4 . . . . . an ó bien a6 . a7 . a8 . a9 . . . . . a25
En tal caso, es posible también indicar en forma abreviada un producto de esta naturaleza
valiéndonos de la notación de productorio, que se usa muy a menudo en estadística. Para ello, se emplea
la letra griega pi mayúscula:  (letra griega pi equivale a la letra p de nuestro alfabeto, primera letra
además de la palabra producto). Así el producto anterior puede expresarse:
n

a
k 1
k

Se lee el producto desde k=1 a n de a sub k. El subíndice k se llama índice del productorio y
adopta los valores enteros comprendidos entre el valor inicial, consignado en la parte inferior de la letra
pi, y el final, colocado en la parte superior de la misma letra. En nuestro ejemplo, k=1 indica el valor
inicial del índice y la n, el valor final, lo que significa que k adoptará sucesivamente los valores enteros 1,
2, 3, ..., n. Por lo demás, al índice del productorio le caben idénticas consideraciones a las expresadas para
el índice de la sumatoria, y a la cantidad de factores lo mismo que para la cantidad de sumandos.
También en este caso, para que sea posible expresar en forma abreviada el producto de los
términos de una sucesión, es necesario poder determinar la fórmula del término general.
n
Ejemplo: 1 . 3 . 5 . 7 . ... . (2n-1) = 
k 1
(2k - 1)

n
Ejemplo: 1. 2. 3. 4. ... . n = k
k 1

En consecuencia, podemos decir que:

La notación de productorio se utiliza para abreviar la expresión de un


producto cuyos factores conforman una sucesión numérica, cuyos
términos admiten una cierta regla de formación que es posible expresarla
a través de una fórmula matemática.

Factorial

El primer miembro del último ejemplo: 1 . 2 . 3 . 4 . . . . . n ó lo que es lo mismo:


n. ... .4. 3. 2. 1
es un producto especial. Puede ser escrito, también, utilizando otro tipo de notación que se denomina
factorial, el cual se representa como n! y se lee “n factorial” ó “factorial de n”
La palabra factorial deriva de factor, que es como se denomina cada una de las cantidades que
aparecen en una multiplicación para obtener un producto. El factorial de un número natural constituye el
producto de sí mismo por los sucesivos naturales menores que él, computados una única vez cada uno de
ellos. También podemos definir:

231
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El factorial de un número natural n es el producto de los n primeros


números naturales tomados una sola vez cada uno de ellos.

Así, el factorial del número 4 se representa como 4! y equivale al producto de 4 x 3 x 2 x 1, en


tanto que el factorial del natural n será:
n! = n (n-1) (n-2) (n-3) . . . . . 3 . 2 . 1
Otra forma de definir el factorial de un número natural, consiste en decir que resulta igual al
producto de dicho número por el factorial del natural inmediato menor:
5! = 5 . 4! (n+1)! = (n+1) n! n! = n (n-1)!
Esta propiedad nos permite expresar ciertos productos utilizando factoriales, aunque en principio
no podrían ser escritos usando este tipo de notación. Así, el producto de 8 x 7 x 6 x 5, podríamos
multiplicarlo y dividirlo por el producto de los sucesivos naturales menores de 5 sin alterar el resultado, lo
cual luego nos permitirá expresarlo como un cociente de factoriales de la siguiente manera:
4 . 3 . 2 . 1 8. 7. 6 . 5 . 4 . 3 . 2 . 1 8!
8 . 7 . 6 . 5 = 8 . 7 . 6 . 5.  
4 . 3 . 2 .1 4 . 3 . 2 .1 4!
De la misma forma, si al producto n (n-1) (n –2) ... (n – p) lo multiplicamos y dividimos por el
producto de los sucesivos naturales menores al último factor, quedaría:

n.(n  1)(n  2) ... (n  p)  n.(n  1)(n  2) ... (n  p)


n  p  1n  p  2 ... 3.2.1 
n  p  1n  p  2 ... 3.2.1
lo que resulta igual a:
n! n!

n  p  1! n  p  1!
Por último, cabe aclarar que hay un caso que escapa a la definición de factorial y cuyo valor es
adoptado por “convención”. Se trata del factorial de cero que se utiliza con el valor 1, es decir que:
0!=1

Progresiones. Clasificación

Si bien podemos encontrarnos ante distintos tipos de sucesiones numéricas vamos a concentrar
nuestra atención en algunas que tienen ciertas particularidades. Observemos por un momento las
siguientes sucesiones:
a) 1, 4, 7, 10, 13, 16, . . . b) 8, 4, 0, -4, . . . c) 1/2, 1, 3/2, 2, 5/2, . . .
¿Será posible en cada una de ellas determinar el término siguiente? Si lo logró, ¿cómo hizo para
calcularlos? ¿Tienen alguna característica en común las tres sucesiones?
No tardará el lector en darse cuenta que cada término de la sucesión, después del primero, es
igual al término precedente aumentado en un valor constante. Así, en la sucesión a) si al primer término
a1 = 1 se le suma el valor 3 se obtiene a2 = 4, si a éste se le suma 3 se obtiene a3 = 7, y así sucesivamente.
Por lo tanto, es posible determinar el término que ocupa el séptimo lugar sumándole el 3 a a6, lo que nos
permite afirmar que el próximo término será igual a 19.
De la misma manera podemos determinar el término siguiente de la progresión b). En este caso b2
resulta de restarle 4 a b1, lo que se puede expresar como sumarle –4 a b1. Para obtener b3 se suma –4 a

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b2 y así sucesivamente, lo que nos permite concluir que el término siguiente al último consignado, es
decir b5 , será igual a –8.
En la sucesión c) el valor que se suma es ½, lo que nos permite calcular que el término c7 será
igual a 3, y si quisiéramos determinar el valor de c8 lo lograríamos sumando ½ a c7, lo que nos daría 7/2.
Las sucesiones numéricas, como las ejemplificadas, que tienen la característica de que cada
término, excepto el primero, resulta igual al anterior más un valor constante se denominan progresiones
aritméticas o sucesiones aritméticas.
Observemos ahora las siguientes sucesiones:
a) 1, 2, 4, 8, 16, . . . b) 27, 9, 3, 1, 1/3, 1/9, . . . c) 12, -6, 3, -3/2, ¾, . . .
¿Es posible determinar en ellas el término que sigue al último consignado? ¿Cómo se calcula?
¿Qué particularidad presentan las tres sucesiones?
Con la simple observación se puede determinar que cada término de la sucesión, después del
primero, es igual al término precedente multiplicado por un valor constante. Así en la sucesión a) si al
primer término a1 = 1 se lo multiplica por 2 se obtiene a2 = 2, si a éste se lo multiplica por 2 se obtiene
a3 = 4, y así sucesivamente. Por lo tanto, es posible determinar el término siguiente al último dado, el cual
es igual a 32.
Con idéntico procedimiento podemos darnos cuenta que en la sucesión b) cada término, excepto
el primero, puede deducirse de multiplicar el anterior por el valor 1/3 y en la progresión c) el valor
constante es –1/2, lo que nos permite determinar que el término que sigue al último consignado es 1/27 y
–3/8, respectivamente, en cada sucesión.
Las sucesiones numéricas que presentan la particularidad de que cada término, excepto el
primero, resulta igual al anterior multiplicado por un valor constante, reciben el nombre de progresiones
geométricas o sucesiones geométricas.
Resumiendo lo expuesto:

Una sucesión de números donde cada término, después del primero, se


obtiene de sumar al término anterior un valor constante se denomina
progresión aritmética o sucesión aritmética.

Una sucesión de números en la que cada término, excepto el primero,


resulta igual al término anterior multiplicado por un valor constante recibe
el nombre de progresión geométrica o sucesión geométrica.

Nos dedicaremos primero a las progresiones aritméticas.

Progresión aritmética

Se llama progresión aritmética a una sucesión de números, en la cual cada término, después del
primero, se obtiene del precedente sumándole un número fijo, llamado diferencia o diferencia
aritmética que generalmente se simboliza con una letra d.
Así, en las progresiones aritméticas:
a) 1, 4, 7, 10, 13, 16, . . . b) 8, 4, 0, -4, . . . c) ½, 1, 3/2, 2, 5/2, . . .

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el valor constante que se adicionaba al anterior, tal como lo habíamos visto, era 3, -4 y 1/2,
respectivamente. De ahí, entonces que la diferencia sea justamente dicho valor para cada una de ellas.
Si la diferencia es un valor positivo la progresión es creciente y si la diferencia es negativa la
progresión será decreciente. Por ello, si cada término es mayor que el anterior, es decir si la desigualdad
an+1 > an es cierta para todo n natural, la progresión recibe el nombre de progresión monótona
creciente; si por el contrario se verifica la desigualdad an+1 < an para todo n natural, la progresión se
denomina progresión monótona decreciente. En nuestros ejemplos las progresiones a) y c) son
monótonas crecientes, en tanto que la b) es monótona decreciente. Obviamente la diferencia no puede
asumir un valor nulo, ya que en ese caso todos los elementos serían idénticos.
Nótese que si lográramos una sucesión de términos todos iguales entre sí, podríamos decir que
cualquier término después del primero surge de sumar al anterior la constante cero. Sin embargo, la
simplicidad de esta supuesta sucesión hace que no se la considere, en general, dentro de las denominadas
sucesiones aritméticas.
Este tipo de progresiones también se llama progresión por diferencia, pues cada uno de los
términos se diferencia del inmediato consecutivo en una cantidad constante, o porque la constante
aludida es la diferencia que surge de restar de cualquier término (excepto el primero) el inmediato
anterior.
Como las demás sucesiones las progresiones aritméticas pueden ser finitas o limitadas e infinitas
o ilimitadas, según tengan o no un número definido de términos, o, lo que es lo mismo decir, según haya
o no un último término.

Elementos característicos de una progresión aritmética

Las progresiones aritméticas aparecen en distintos problemas, en particular en matemática


financiera, de ahí la razón de su estudio en el presente curso. En estas situaciones u otras, cuando estemos
ante una progresión aritmética, seguramente nos encontraremos ante la necesidad de determinar algunos
de sus elementos, tales como el valor de un término cualquiera de la progresión, la diferencia, la
ubicación de un término cualquiera dentro de la progresión, la cantidad de términos de la progresión en el
caso que fuera finita, la suma de todos o de los n primeros términos.
A diferencia de las sucesiones dadas como ejemplo, no siempre resulta fácil calcular estos
elementos, de ahí que, es necesario desarrollar una fórmula general que haga posible su determinación.
Las situaciones que nos podemos encontrar son las siguientes:
a) Cálculo del valor de un término cualquiera en función del primero: Supongamos la
progresión aritmética:
a1 , a2 , a3 , a4 , . . . , an
cuya diferencia es d.
Sabemos por definición que cualquier término de la progresión aritmética, excepto el primero, es
igual al inmediato anterior más un valor constante, que justamente se denomina diferencia de la
progresión.
En consecuencia, si conocemos el primer término a1 y la diferencia d, podríamos calcular el resto
de los términos de la misma, de la siguiente manera:
a2 = a1 + d
a3 = a2 + d = a1 + d + d = a1 + 2 d
a4 = a3 + d = a1 + 2 d + d = a1 + 3 d
a5 = a4 + d = a1 + 3 d + d = a1 + 4 d

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y así sucesivamente.
Observando lo anterior, podemos concluir que un término cualquiera es igual al primero, más
tantas veces la diferencia como términos le anteceden. A su vez, el número de términos que anteceden al
que se quiere calcular es igual al subíndice de este término menos uno.
Lo expuesto es posible expresarlo genéricamente de la siguiente manera:
an = a1 + (n – 1) d
Esta expresión recibe el nombre de fórmula del término general o del enésimo término de una
progresión aritmética.
Si tomamos la progresión a) expuesta en el punto anterior, podríamos encontrar el valor del
término que ocupa, por ejemplo el lugar 27, ya que conocemos el valor del primer término que es 1 y de
la diferencia que vale 3. Por lo tanto, aplicando la fórmula anterior resultaría:
a27 = 1 + (27 – 1) 3 = 79
b) Cálculo del primer término en función del enésimo: Supongamos que necesitamos determinar
el primer término de la progresión conociendo el término enésimo, su ubicación, y la diferencia. Por lo
tanto, basándonos en la fórmula del término general podemos despejar el primer término.
En consecuencia resulta:
a1 = an - (n – 1) d
Retomando el ejemplo anterior, si conocemos el término que ocupa el lugar 27 que resulta igual a
79 y sabemos que la diferencia es igual a 3, es posible calcular el valor del primer término de la
progresión aplicando la fórmula anterior:
a1 = 79 - (27 – 1) 3 = 1
c) Cálculo de la diferencia d de una progresión aritmética: Si conocemos el primer término, el
enésimo y la ubicación de este último en la progresión, podemos determinar la diferencia despejándola de
fórmula del término general.
En consecuencia:
a n  a1
d
n 1
Insistiendo con el mismo ejemplo, si conocemos el valor del primer término y del que ocupa el
lugar 27 podríamos calcular d, utilizando la fórmula anterior:
a 27  a 1 79  1
d  3
27  1 26
d) Cálculo del número de términos de una progresión finita o del subíndice que le
corresponde a un término cualquiera de la progresión: Recuérdese que una progresión aritmética es
una sucesión y por lo tanto puede tener un número limitado de términos, en cuyo caso recibe el nombre
de progresión finita o limitada, o un número infinito o ilimitado de términos, denominándose en tal
situación progresión infinita o ilimitada.
En el primer caso nos podemos encontrar ante la necesidad de determinar el número de términos
de la sucesión conociendo el valor del primero, el último y su diferencia, y en cualquiera de las dos
situaciones podemos tener que determinar la ubicación de un término cualquiera de la sucesión, es decir
el valor del subíndice, para lo cual conocemos el valor del término en cuestión, el valor del primer
término de la progresión y su diferencia.
En definitiva, el problema consiste en encontrar el valor de n, por lo tanto podemos hallarlo
despejándola de la fórmula del término general, lo que resulta:

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a n _ a1
n 1
d
Supongamos que 106 es un término de la progresión, cuyo primer término vale 1 y su diferencia
es igual a 3. ¿Qué lugar ocupa dicho término en la mencionada progresión?
Si aplicamos la fórmula anterior, resulta:

106  1 105
n 1   1  35  1  36
3 3
lo que significa que el término 106 ocupa el lugar 36 de la progresión.
e) Cálculo de la suma de los n primeros términos de la progresión: En determinadas
situaciones podemos necesitar calcular la suma de los primeros términos de una progresión aritmética o
bien sumar todos sus términos si la misma es finita, lo que en símbolos resulta igual a:
a1 + a2 + a3 + . . . + an-2 + an-1 + an
n
Para determinar esta suma que se simboliza como Sn y se puede abreviar como a
h1
h ,

utilizaremos una fórmula que veremos más adelante.

Propiedades que se verifican en las progresiones aritméticas

Hay una vieja historia acerca de Karl Gauss cuya veracidad puede ser dudosa, pero que sirve para
ilustrar una propiedad de los términos de una progresión aritmética.
Cuando Gauss tenía alrededor de 10 años fue admitido en una clase de aritmética, cuyo profesor
acostumbraba, para mantener a los alumnos ocupados, a asignar problemas que incluyeran largas sumas.
Un día pidió a la clase que sumaran los números del 1 al 100. Cuando apenas acababa de dar la tarea, el
joven Gauss puso su pizarra en el escritorio del profesor con la respuesta 5.050 escrita en ella.
¿Qué razonamiento efectuó Gauss que le permitió obtener la respuesta tan rápido? Es probable
que haya pensado lo que ilustra la siguiente figura:

1 + 2 + 3 + ...... + 49 + 50 + 51 + 52 + ....... + 98 + 99 + 100

Es decir, pudo haber advertido que la suma de dos términos equidistantes de los extremos de la
sucesión resulta igual a la suma de tales extremos. Cada uno de los pares señalados en la figura suma 101
y hay 50 pares (la mitad de los números a sumar), por lo tanto, la respuesta se obtiene multiplicando 50 x
101 = 5050.
Esta propiedad se presenta en toda progresión aritmética finita, o en el caso que sea infinita
puede ser aplicada si consideramos un número limitado a n primeros términos. Es decir, que en una
progresión como:
a1 , a2 , a3 , . . . , an-2, an-1, an
resulta que:
(a1 + an ) = (a2 + an-1) = (a3 + an-2) = . . . = (an-2 + a3) = ( an-1 + a2) = ( an + a1)

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Lo que expresado genéricamente sería:


a1+k + an-k = an + a1
o sea que, la suma de cualquier par de términos que equidistan de los extremos resulta igual a la suma de
dichos extremos.
Desarrollando la anterior igualdad, resulta:
a1 + (1+k-1) d + a1 + (n–k- 1) d = a1 + (n – 1) d + a1
a1 + d +kd- d + a1 + nd–kd- d = a1 + nd – d + a1
2 a1 + nd - d = 2 a1 + nd – d
Esta última igualdad es una identidad, con lo cual queda demostrado que:

La suma de dos términos de una progresión aritmética finita


equidistantes de los extremos es igual a la suma de los términos
extremos de la misma progresión.

Ahora bien, utilizando esta propiedad trataremos de encontrar la fórmula que nos permita calcular
la suma de los n primeros términos de una progresión aritmética.
Por lo visto anteriormente, sabemos que la suma de dichos términos puede ser expresada como:
Sn = a1 + a2 + a3 + . . . + an-2 + an-1 + an
Si en el segundo miembro se escriben los términos en orden inverso, resulta:
Sn = an + an-1 + an-2 + …. + a3 + a2 + a1
Sumando miembro a miembro las igualdades anteriores, obtendremos:
2 Sn = (a1 + an ) + (a2 + an-1) + (a3 + an-2) + . . . + (an-2 + a3) + ( an-1 + a2) + ( an + a1)
En cada paréntesis tenemos una suma de dos términos equidistantes de los extremos de la
progresión, por lo tanto, todas estas sumas entre paréntesis son iguales entre sí y cada una de ellas es igual
a la suma de los términos extremos (a1 + an ). Siendo en total n paréntesis, es decir tantos como términos
tiene la progresión o términos que sumamos de la progresión, resulta:
2 Sn = (a1 + an ) n
de donde despejando Sn queda:
a1  a n
Sn  n
2
De acuerdo a lo logrado podemos decir que:

La suma de los n primeros términos de una progresión aritmética es igual


a la semisuma de los términos extremos multiplicada por el número de
términos que se pretende sumar.

Progresión geométrica

Tal como hemos visto, una sucesión de números en la que cada término, excepto el primero,
resulta igual al inmediato anterior multiplicado por un mismo valor, se denomina progresión geométrica.

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El número por el cual hay que multiplicar el término anterior para obtener el siguiente se llama razón de
la progresión y generalmente se simboliza con la letra r.
Así, en las progresiones geométricas:
a) 1, 2, 4, 8, 16, . . . b) 27, 9, 3, 1, 1/3, 1/9, . . . c) 12, -6, 3, -3/2, ¾, . . .
las razones son 2, 1/3 y -1/2, respectivamente.
Si la razón es mayor que uno y el primer término mayor que cero, la progresión es creciente;
pero si la razón es mayor que uno y el primer término es menor que 0, la progresión es decreciente. Si la
razón es menor que 1 pero positiva y el término inicial es mayor que cero, la progresión es decreciente; en
tanto que si la razón es menor que uno y mayor que cero, pero el término inicial es negativo, la progresión
es creciente.
En el caso que la razón sea negativa, la progresión tendrá sus términos alternativamente positivos
y negativos, por lo que se denomina progresión oscilante, resultando explosiva si la razón es de valor
absoluto mayor que la unidad y atenuada cuando la razón, además de ser negativa, está entre cero y
menos 1.
Obviamente, la razón no puede asumir valor cero porque la progresión tendría todos sus términos
nulos, a excepción del primero en caso que no lo fuera. Tampoco podría valer 1 porque todos los
elementos de la sucesión serían idénticos, y si la razón fuera –1, los términos tendrían el mismo valor
absoluto aunque sus signos se alternarían. En consecuencia, sucesiones de este tipo no presentan interés
desde el punto de vista de una progresión geométrica a analizar.
Otra forma de definir las progresiones geométricas se expresa diciendo que son sucesiones donde
el cociente entre cada término, excepto el primero, y el inmediato anterior resulta igual a un valor
constante denominado razón.
Al igual que las demás sucesiones, las progresiones geométricas también pueden ser finitas o
limitadas, cuando tienen un número definido de términos; o infinitas, también llamadas ilimitadas, cuando
no presentan un número determinado de términos.

Elementos característicos de una progresión geométrica

Cuando estemos ante una progresión geométrica, puede ser necesario determinar algunos de sus
elementos, tales como el valor de un término cualquiera de la progresión, la razón, la cantidad de
términos (si es finita) o la ubicación de un término dentro de la progresión, la suma de todos o de los n
primeros términos.
A diferencia de las sucesiones dadas como ejemplo, no siempre resulta fácil calcular un término
cualquiera o su razón, de ahí que es necesario desarrollar una fórmula general que haga posible su
determinación.
Las situaciones que nos podemos encontrar son las siguientes:
a) Cálculo del valor de un término cualquiera en función del primero: Supongamos la progresión
geométrica:
a1 , a2 , a3 , a4 , . . . , an
cuya razón es r.
Sabemos por definición que cualquier término de la progresión geométrica, excepto el primero, es
igual al inmediato anterior multiplicado por un valor constante, que justamente es la razón de la
progresión. En consecuencia, si conocemos el primer término a1 y la razón r, podríamos calcular el resto
de los términos de la misma, de la siguiente manera:

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a2 = a1 . r
a3 = a2 . r = a1 . r . r = a1 . r2
a4 = a3 . r = a1 . r2 . r = a1 . r3
a5 = a4 . r = a1 . r3 . r = a1 . r4
y así sucesivamente.
Observando lo anterior podemos concluir, que para obtener un término cualquiera de la
progresión, hay que multiplicar al primer término por la razón de la progresión elevada a un exponente
igual a la cantidad de términos precedentes. El número de términos que preceden al que se quiere calcular
es igual al subíndice de dicho término menos una unidad.
Por lo tanto, en general podemos expresar:
an = a1 . r(n – 1)
Esta es la fórmula del término general o enésimo de una progresión geométrica. De ahí entonces
que:

Todo término de una progresión geométrica es igual al primer término


multiplicado por la razón de la progresión elevada a un exponente igual
al subíndice del término que se desea determinar disminuido en una
unidad.
Supongamos que queremos determinar el término que ocupa el lugar 10 en la progresión a)
expuesta en el punto anterior. Podríamos calcularlo aplicando la fórmula anterior, ya que sabemos que
a1 = 1 y la razón vale 2:
an = 1 . (2)(10-1) = 512
b) Cálculo del primer término en función del enésimo: Si conocemos el enésimo término de una
progresión geométrica, su ubicación y la razón, podríamos calcular el primer término de la misma. Para
ello, despejando a1 de la fórmula del término general se logra:
a
a 1  nn1 
r
Siguiendo con el ejemplo anterior, si conocemos el término que ocupa el lugar 10 y la razón que
vale 2, podríamos calcular el primer término de la progresión utilizando la fórmula anterior:
512
a 1  101  1
2
c) Cálculo de la razón de una progresión geométrica: Si conocemos el primer término, el
enésimo y la ubicación de este último dentro de la progresión es posible determinar la razón. Para ello,
despejamos r de la fórmula del término general quedando:
an
r  n 1
a1

Retomando el ejemplo anterior, si conocemos que el primer término es igual a 1 y que el término
que ocupa el lugar 10 vale 512, podemos encontrar el valor de la razón aplicando la fórmula anterior:

512
r  101 2
1
Aquí es importante tener en cuenta que si el índice de la raíz es par nos encontraremos ante dos
resultados que coinciden en valor absoluto pero tienen diferente signo. Ello implica que pueden

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presentarse dos progresiones, una con razón positiva y otra negativa, la utilización de una u otra o ambas
dependerá del problema o situación que se enfrenta.
d) Cálculo del número de términos de una progresión finita o del subíndice que le
corresponde a un término cualquiera de la progresión: En definitiva, consiste en determinar el valor
de n conociendo el valor de primer término, el enésimo y la razón de la progresión. Para ello una forma
de hacerlo consiste en partir de la fórmula del término general, pero como en este caso la incógnita se
encuentra en el exponente de la expresión, debemos aplicar logaritmos decimales a dicha fórmula,
quedando:
log an = log a1 + (n - 1) log r
de donde despejando n, se logra:
log a n  log a 1
n 1
log r
¿Qué lugar ocupa en una progresión geométrica de razón igual 2 y a1 = 1, el término que vale
8192?. Para hallarlo aplicamos la fórmula anterior de la siguiente manera:
log 8192 log 1 3,91338 0
n 1   1  14
log 2 0,30103
De lo anterior resulta que el término que vale 8192 ocupa el lugar 14 de la progresión en cuestión,
o sea, que es a14.
Obviamente, esta fórmula es posible aplicarla siempre y cuando los valores de an, a1 y r sean
positivos, puesto que de lo contrario no se podrían calcular los logaritmos. Por ello, otra forma de
determinar el valor de n, consiste en partir de la fórmula del término enésimo y por pasaje de término
lograr la siguiente igualdad:
an
 r n 1
a1
En esta expresión conocemos an, a1 y r, por lo tanto factoreando el cociente del primer miembro
podemos, luego, encontrar el exponente al cual hay que elevar r para que resulte igual a dicho cociente.
Así, si en una progresión geométrica cuyo primer término vale 12 y la razón es igual a –1/2, necesitamos
saber el lugar que ocupa el término que vale 3/16, haríamos:
3
n 1
16    1 
12  2 
lo que resulta igual a :
n 1
1  1
  
64  2 
El primer miembro de la igualdad, luego de factorear el denominador (ya que el numerador no es
necesario por ser la unidad), nos quedaría:
n 1
1  1
  
26  2
lo cual podría expresarse sin alterar la igualdad como:
6 n 1
1  1
    
 
2  2

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Para que ambos miembros de la igualdad resulten iguales los exponentes deben ser coincidentes,
en consecuencia n debe ser igual a siete. De ahí que, el término 3/16 ocupa el séptimo lugar de la
progresión o dicho de otro modo es el término a7.
e) Cálculo de la suma de los n primeros términos de la progresión: En determinadas
situaciones podemos necesitar calcular la suma de los primeros términos de una progresión geométrica o
bien sumar todos sus términos si la misma es finita.
Hay una antigua leyenda que nos ilustra sobre la importancia de los conocimientos sobre
progresiones geométricas y, en particular, acerca de la suma de una determinada cantidad de términos de
una sucesión de este tipo.
Cuando el rey de Persia aprendió a jugar ajedrez, estaba tan contento con el juego que decidió
recompensar al inventor del mismo, un hombre llamado Sessa. Llevaron a Sessa ante el rey, quien al
verlo le manifestó que cumpliría cualquier petición que le efectuara. Con cierta modestia Sessa, le solicitó
un grano de trigo por la primera casilla del tablero de ajedrez, dos por la segunda, cuatro por la tercera y
así sucesivamente. Si bien al rey le pareció demasiado mísera la recompensa solicitada, llamó un sirviente
y le dijo que consiguiera un costal de trigo y empezara a contar. Para sorpresa del rey, pronto se dio
cuenta que nunca podría cumplir la petición de Sessa, toda producción de trigo de un siglo no sería
suficiente para satisfacerla.
Lo que Sessa estaba pidiendo se puede expresar como:
(1 + 2 + 22 + 23 + . . . . .+ 263) granos de trigo
es decir la suma de los primeros 64 términos de la progresión geométrica 1, 2, 4, 8, .....
De ahí pues que es necesario determinar una fórmula para calcular la suma de un número limitado
de términos de una sucesión a partir del primero, o bien sumar todos los términos de una progresión si es
finita, es decir:
a1 + a2 + a3 + . . . + an-2 + an-1 + an
Esta suma que se simboliza como Sn y es la suma de los n primeros términos de una progresión
geométrica, puede escribirse como:
Sn = a1 + a2 + a3 + . . . + an-2 + an-1 + an
Si multiplicamos ambos miembros de la anterior igual por r, obtendremos:
Sn r = a1 r + a2 r + a3 r + . . . + an-2 r + an-1 r + an r
Puesto que a1 r = a2; a2 r = a3 ; a3 r = a4; . . . ; an-2 r = an-1; an-1 r = an si efectuamos los
correspondientes reemplazos en la igualdad anterior, obtendremos:
Sn r = a2 + a3 + a4 +. . . + an-1 + an + an r
Si restamos miembro a miembro:
Sn r = a2 + a3 + a4 + . . . + an-1 + an + an r
- Sn = a1 + a2 + a3 + . . . + an-2 + an-1 + an
________________________________________________
Sn r - Sn = – a1 + an r
de donde surge:
Sn (r – 1) = an r – a1
a n r  a1
Sn 
r 1
fórmula válida para r  1, ya que en tal situación daría una indeterminación. Pero, como ya dijimos, si
r = 1, la progresión carece de interés.
Por lo expuesto, entonces:

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La suma de los n primeros términos de una progresión geométrica es


igual a la diferencia entre el producto del último término por la razón y el
primer término, dividida por la razón disminuida en una unidad.

Sabiendo que an = a1 . r(n – 1) la fórmula anterior también puede ser expresada como:
a 1 r n 1 r  a 1
Sn 
r 1
lo que operando, resulta:

Sn 

a1 r n  1 
r 1
o lo que es lo mismo, al multiplicar tanto numerador como denominador de la fracción por (-1):

Sn 

a1 1  r n 
1r
Esta última, suele usarse cuando la razón es menor que uno para no trabajar con valores negativos
en el numerador y denominador, respectivamente, pero cualquiera de las dos fórmulas permite calcular la
suma de los n primeros términos de una progresión geométrica en función del primer término y la razón.

Propiedad que se verifica en las progresiones geométricas.

Así como en las progresiones aritméticas finitas habíamos visto que la suma de un par de
términos equidistantes de los extremos es igual a la suma de los extremos, en las sucesiones geométricas
finitas se verifica que:

El producto de dos términos equidistantes de los extremos de una


progresión geométrica finita es igual al producto de los extremos.

Lo expuesto anteriormente se puede expresar genéricamente como:


a1+k . an-k = a1 . an
Desarrollando el primer miembro de la anterior igualdad se logra:
a1 . r1+k-1 . a1 . rn-k-1 = a1 . an
y si en esto último se resuelven los productos de potencias de igual base r, resulta:
a1 . a1 . rn- 1 = a1 . an
Como los dos últimos factores del primer miembro resultan igual a an, la expresión quedaría
como:
a1 . an = a1 . an
con lo cual se verifica la propiedad enunciada.

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Aplicaciones de progresiones a problemas sencillos del álgebra financiera.

Ya hemos expresado que los conceptos de progresiones se aplican ampliamente en matemática


financiera. Los temas de esta rama de la matemática que hacen uso de progresiones son muchos y
variados, por lo que no es posible verlos a todos, pero sí desarrollamos algunos, los más simples a efectos
de poder ver su utilidad.
Los problemas que se presentan en matemática financiera requieren básicamente del
conocimiento de interés simple y compuesto, por lo que vamos a desarrollar brevemente ambos
conceptos.
Interés simple: Cuando una persona o empresa invierte o presta a otra persona o entidad una
suma de dinero, generalmente recibe una ganancia que se denomina interés. Si dicha ganancia se
conviene que será calculada aplicando una tasa en forma directamente proporcional al tiempo que dure la
inversión o préstamo y al capital, sin acumularse a éste para generar a su vez interés, se dice que está
calculada a interés simple.
Se denomina tasa al tanto por ciento o porcentaje a aplicar sobre la suma prestada, capital a la
suma invertida o prestada, en tanto que recibe el nombre de monto a la suma de los dos anteriores.
Supongamos que el Sr. A coloca en el Banco una suma de $ 10.000 a una tasa del 6% semestral
durante dos años a interés simple. El capital y los montos que obtiene el Sr. A al cabo de cada semestre
serían:

Capital = 10.000
Monto al fin del primer semestre = 10.000 + 10.000 x 0,06 x 1 = 10.600
Monto al fin del segundo semestre = 10.000 + 10.000 x 0,06 x 2 = 11.200
Monto al fin del tercer semestre = 10.000 + 10.000 x 0,06 x 3 = 11.800
Monto al fin del cuarto semestre = 10.000 + 10.000 x 0,06 x 4 = 12.400

Observando los valores anteriores se puede concluir que conforman una progresión aritmética,
cuyo primer término vale 10.000 (capital) y su diferencia es 600 o lo que es lo mismo 10.000 x 0,06 que
son los intereses que gana el Sr. A en cada semestre. De ahí que esta progresión pueda representarse
mediante una recta donde cada segmento resulte equivalente a un semestre.

a1 a2 a3 a4 a5

10000 10600 11200 11800 12400

Por lo tanto, el monto final obtenido por el Sr. A al cabo de 4 semestres puede ser calculado
directamente utilizando la fórmula del término general de una progresión aritmética:
a5 = a1 + (5 –1) a1. 0,06 = 10000 + 4 . 10000 . 0,06 = 12400
La fórmula anterior es asimilable a la fórmula de interés simple que se utiliza en matemática
financiera y que se expresa como M = C + t . C . i, donde M es monto, C capital, t el tiempo e i la tasa de
interés expresada al tanto por uno (tasa/100). La unidad de tiempo deberá ser coherente con el período al
cual está referida la tasa, así si la tasa es mensual el tiempo deberá estar expresado en meses, de lo
contrario habrá que hacer las adecuaciones correspondientes tomando en consideración el período
pactado para el cálculo de los intereses.

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Obsérvese que los intereses generados no se acumulan al capital al cabo de cada unidad de tiempo
para generar nuevamente interés, éste se calcula sólo sobre el capital inicial.
También podríamos representar sobre una recta sólo los intereses que se van generando, en cuyo
caso quedaría:

a1 a2 a3 a4 a5

0 600 1200 1800 2400

Lo que también constituye una progresión aritmética cuyo último término se puede escribir como:
a5 = a1 + (5 –1) a1. 0,06 = 0 + 4 . 10000 . 0,06 = 2400
Lo que en definitiva es la fórmula que nos permite calcular el interés I = t . C . i donde I es el
interés ganado, C capital, t el tiempo e i la tasa de interés expresada al tanto por uno (tasa/100).

Interés compuesto: Cuando se invierte o se presta una suma de dinero y el interés que se genera
al cabo de cada período se suma al capital para generar a su vez interés, es decir que el interés se
convierte en capital y se calcula interés sobre interés, se dice que ese cálculo está realizado a interés
compuesto. Como el interés generado al cabo de cada unidad de tiempo se acumula al capital para generar
intereses, se dice que los intereses se capitalizan al final de cada período de capitalización o unidad de
tiempo convenido. Así, si se ha pactado calcular intereses mensualmente, se dice que el período de
capitalización será mensual y los intereses se capitalizarán mensualmente.
Tomemos el ejemplo anterior, pero en este caso los intereses se capitalizarán al cabo de cada
semestre. En tal situación, el capital y los montos que obtiene el Sr. A al cabo de cada semestre se
pueden representar de la siguiente manera:

Capital = 10.000
Monto al fin del 1° semestre = 10.000 + 10.000 . 0,06
= 10.000 (1 + 0,06) = 10.600
Monto al fin del 2° semestre = 10.000 (1+0,06) + 10.000 (1+0,06) 0,06 =
= 10.000 (1 + 0,06) (1 + 0,06) =
= 10.000 (1 + 0,06)2 = 11.236
2 2
Monto al fin del 3° semestre = 10.000 (1 + 0,06) + 10.000 (1 + 0,06) . 0,06 =
= 10.000 (1 + 0,06)2 (1 + 0,06) =
= 10.000 (1 + 0,06)3 = 11.910,16
3 3
Monto al fin del 4° semestre = 10.000 (1 + 0,06) + 10.000 (1 + 0,06) . 0,06 =
= 10.000 (1 + 0,06)3 (1 + 0,06) =
= 10.000 (1 + 0,06)4 = 12.624,77

Si observamos el capital y los montos obtenidos al cabo de cada semestre podemos concluir que
estamos en presencia de una progresión geométrica de razón (1 + 0,06) y cuyo primer término vale
10.000. También podría representarse esta situación utilizando una recta donde se identifique el momento
inicial y el fin de cada semestre con los importes resultantes en cada uno de ellos:

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a1 a2 a3 a4 a5

10.000 10.600 11.236 11.910,16 12.624,77

Por lo tanto, el monto final puede ser calculado aplicando la fórmula del término general, en cuyo
caso:
a5 = a1 . (1 + 0,06)(5 –1) = 10000 . (1 + 0,06)4 = 12.624,77
Esta fórmula es asimilable a la de monto a interés compuesto que se utiliza en matemática
financiera y que se expresa como M = C . (1+i)t, donde M es monto, C capital inicial, i la tasa de interés
expresada al tanto por uno y t el tiempo.
El capital se suele denominar valor actual, ya que es la suma que se invierte en el momento
actual; en tanto que el monto recibe el nombre de valor futuro porque es la suma que se obtendrá en el
futuro, o sea al cabo de los períodos pactados en la inversión.

Valor actual: Hay ocasiones donde se desea conocer el valor actual de ciertas inversiones,
créditos o deudas que se cobrarán o abonarán en un futuro. Un ejemplo sería cuando se desea valuar un
crédito que se cobrará dentro de determinado tiempo.
Supongamos que dentro de un año una empresa cobrará un crédito de $ 5000, pero es necesario
valuarlo hoy a efectos de consignarlo en el balance de la misma. Evidentemente debemos calcular el
capital correspondiente a un monto de $ 5.000 pagadero dentro de un año a una tasa pactada (por ejemplo
10% anual). Por lo tanto, valiéndonos de la fórmula de monto a interés compuesto M = C . (1+i)t
podemos despejar el capital y obtener el valor actual de dicho crédito. En consecuencia,
M 5000
C=   4545,45
(1  i ) t
(1  0,10)

Lo que hemos hecho es valuar a este momento un dinero que se cobrará dentro de un año. Ello
podría representarse gráficamente de la siguiente manera:

Valor actual 1 año


C M

M 5000
ó
1  i  1
1  0,1 5000

En el ejemplo propuesto el pago es único, pero también el pago podría realizarse en cuotas y en
este caso debería calcularse el valor actual de todos los pagos. Por ejemplo, si el crédito fuera cobrado
$2.000 en un año y $3000 en dos años, debemos calcular el valor actual de ambos pagos y luego
sumarlos. Si para la valuación utilizamos la misma tasa i anual (10% anual), el valor a consignar en el
balance sería:
2000 3000 2000 3000
C=  =   1818,18  2479,34  4297,52
(1  i ) (1  i ) 2
1  0,1 1,12

Lo que podríamos representar de la siguiente manera:

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Valor actual
C 1 año 2 años

2000  
1  i  2000 

3000 
1  i  2
3000

Si los pagos fueran todos iguales y se realizan en períodos fijos durante un intervalo de tiempo
dado, a la suma de los valores actuales de todos esos pagos se denomina valor actual de una anualidad.
Anualidad es una sucesión de pagos realizados en períodos fijos durante un lapso dado (que no
necesariamente es de un año de duración). Al período fijo se lo denomina período de pago y al lapso,
plazo de la anualidad.
Si llamamos P a cada uno de esos pagos iguales, i a la tasa por el período y n al plazo de la
anualidad y suponiendo que cada pago se realiza al final de cada período, el valor actual de cada pago
sería:

Valor actual
P
P P ... P

P 
(1  i )
P 
(1  i ) 2
P 
(1  i ) 3

...
P 
(1  i ) n
1
Los valores actuales de los pagos forman una progresión geométrica de razón , por lo que
1  i 
para lograr su suma basta con aplicar la fórmula que nos permite calcular la suma de los n primeros
términos de este tipo. Lo que sería igual a:

n
 1  1
1  1
Sn 

a1 1  r n
 
P

 1  i 

P 1  i  n

1r 1  i  1  1 1  i  1  i  1
1  i  1  i 

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1  i n  1
Sn 
P 1  i n   n

P 1  i   1 1  i 
1  i  i 1  i  1  i n i
1  i 

1  i n  1
Sn  P  
(1  i)n i
Estas anualidades suelen recibir nombres distintos según que la sucesión de pagos se deposite
para formar parte con los intereses de una inversión, en tal caso se llama imposición, y si la sucesión de
pagos tiene por fin cancelar una deuda, se denomina amortización; mientras que si es una sucesión de
sumas recibidas en compensación de un crédito que se haya otorgado a un tercero, se llamará renta. Pero
en definitiva siempre es una sucesión de pagos.

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Capítulo 11

ANALISIS COMBINATORIO

Concepto de población y muestra

Se dice que cada elemento objeto de estudio tiene asociado un conjunto de atributos particulares
que pueden centrar la atención a tal fin. Así por ejemplo, una persona, tiene como atributos particulares su
edad, su domicilio, su lugar de nacimiento, su lugar de residencia, su nivel educativo alcanzado, su
condición de varón o mujer, su ocupación, etc., y cada uno de ellos puede ser objeto de estudio incluso
algunos desde diferentes ópticas o con distintos criterios. Asimismo, una cuenta corriente de un cliente en
una empresa (para evitar pensar en una persona física) puede tener sus propios atributos, como por
ejemplo su saldo, su antigüedad, la fecha de registro de sus pagos, etc., que también podría ser de interés
estudiar en alguna oportunidad u ocasión. Un árbol tiene una altura, un tipo de follaje, una característica
respecto de la pérdida de sus hojas, una tipología de raíz, un grueso de tronco, etc., y también cada uno de
estos atributos particulares podría merecer la atención en algún estudio, como por ejemplo el que podría
realizar sobre ellos un biólogo o un agrónomo.
Al conjunto o reunión de elementos de igual naturaleza se lo denomina población, debiéndose
hacer notar que en este caso, esta palabra difiere del concepto con que se lo utiliza en la demografía,
donde en general se refiere a cantidad de personas radicadas en determinado lugar físico. Para nuestro
tema a abordar y para nuestra ciencia, identificamos con esta palabra, como se anticipa, el conjunto o total
de elementos que componen una base de estudio. Así por ejemplo, si estamos analizando el promedio de
saldos de cuentas corrientes de un banco, es evidente que la población en este caso estará integrada por el
total de cuentas corrientes que mantiene abiertas, a determinado momento en que se practica el estudio o
análisis indicado, ese banco. Si estamos estudiando la calidad de los fósforos que se fabrican en una
empresa, la población en este caso estaría conformada por el total de fósforos que se producen en el
momento del estudio. Si queremos saber la eficacia de una droga en prueba en un experimento cualquiera
al que se somete un conjunto de ratas, las ratas que componen ese experimento conformarán la población
para esta situación. Y sin duda, también podría darse que en algunos casos la población en estudio
estuviera efectivamente conformada por personas, como podría ser el caso de un estudio que pretende
determinar la edad en que las personas comienzan a trabajar por ejemplo, en cuyo caso la población es
evidente que estará conformada por todas las personas a las que se hará extensiva la conclusión del
estudio.
En definitiva entonces, digamos que con la palabra “población” en este entorno, consideraremos
al conjunto de todos los elementos susceptibles de ser analizados en un estudio determinado de alguno de
sus atributos, sean o no efectivamente estudiados, pero siempre involucrados en las conclusiones que se
obtengan.
Como concepto vinculado al de población, aparece el concepto de muestra. Una muestra no es
sino una parte de la población a estudiar, que incluso puede llegar a ser la población misma, pero que si
no lo fuera, debe ser tal que, resultando integrante de ella, conserve las características que sobre el
atributo en estudio, se observa en la población de la que se obtiene dicha muestra.
Consideremos un ejemplo trivial y ajeno a las matemáticas para afirmar estos dos conceptos
apuntados. Supongamos que una persona adquiere en una tienda un trozo de tela cualquiera cuyo color es
fundamentalmente azul oscuro, pero que en su diseño, incluye algunos detalles muy mínimos de color
rojo y de color blanco, y que tiene por destino la confección de una prenda. Si con posterioridad a esa
adquisición, y para resaltar la situación, se quisiera comprar en otro lugar diferente un hilo para concretar
la confección aludida, es probable que para conseguir el adecuado al momento de la compra, se recurra a
comparar un trozo de esa tela a utilizar con el tono del carretel de hilo a elegir en este nuevo negocio. Es
evidente que la comparación de tonos podría hacerse desplegando la tela adquirida y cotejar el total de esa
tela con el hilo, o tal vez, lo más frecuente seguramente, uno recurra a llevar a este nuevo negocio “una

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muestra” de dicha tela. ¿Y qué sería esta muestra? Pues seguramente todos coincidiremos con que sería,
en principio un trozo de la adquirida, lo que da la idea de una parte del total. Vemos aquí la primera
característica aludida a la muestra antes, y que consistía en decir que la muestra resulta ser una parte de la
población, si bien podría llegar a ser la población misma. En este caso el total del trozo de tela
conformaría la población y el trozo utilizado, o la propia tela aportada para la comparación del tono de
hilo a adquirir, la muestra.
Pero agreguemos alguna idea adicional para completar lo anticipado respecto de las
características a observar en la muestra respecto de la población respectiva o vinculada. Siguiendo con el
ejemplo destinado a la adquisición del hilo de color para la costura, digamos que si se ha optado por
tomar una muestra (que se insiste en que podría ser la población en su totalidad) para el cotejo pretendido,
es evidente que en el momento de tal comparación, uno no comparará el tono del hilo a adquirir con la
parte de la tela que corresponde a la orilla en blanco y negro que registra marca del fabricante y tipo de
tela de que se trata, notoriamente distinta de la tela que en realidad se aprovechará para la confección de
la prenda. Seguramente, si el color principal de la tela es como se dijo azul oscuro, no utilizará para la
decisión sobre el tono del hilo los escasos y casi imperceptibles detalles comentados y que eran de color
rojo y blanco, sino que se inclinará precisamente por el tono preponderante o principal. Esta precaución
en la consideración del atributo en estudio en el caso (el color) es evidente que está marcando que en la
muestra debe considerarse que se conserven las características principales relativas al atributo en estudio,
o sea que la muestra conserve esas características para que sea representativa de la totalidad.
Resumiendo entonces diremos que estos dos conceptos están íntimamente asociados entre sí,
siendo la muestra un subconjunto de la población, y de modo tal que las características que se pretenden
estudiar, se conserven en los elementos que se seleccionan para integrar la muestra.
Vinculado a estas dos ideas aparecen algunos otros conceptos que terminan asociándose en
función de la base de estudio que se considere. Se dice que cuando uno en un estudio incluye todos los
elementos de la población que pretende analizar, está realizando un censo, mientras que si lo que está
estudiando es una parte de esa población y a partir de las conclusiones que logre para esa parte genera
conclusiones para el total, lo que está practicando es un estudio muestral (derivado de estudiar el atributo
de interés en la muestra). Asimismo, las conclusiones que uno obtenga de una consulta a todos los
elementos de la población, o sea cuando practica un censo, reciben el nombre de parámetros, los que
resultan ser fijos e inequívocos, mientras que cuando obtiene esas conclusiones a partir de un estudio
muestral, se dice que lo que uno ha alcanzado es un estimador del parámetro, ya que podría diferir del
mismo, si bien anticipemos que determinando la integración de la muestra con algunos métodos objeto de
futuras asignaturas propias del plan de estudios, puede anticiparse y medirse el nivel de error que tal
estimación podría implicar respecto del valor cierto y verdadero, lo que evita minimizar la creencia de la
invalidez que podría implicar este método de trabajo.
A esta altura de los comentarios el lector podría preguntarse cuál es la razón de que en lugar de
estudiarse una población para cualquier atributo de interés y conseguir el dato cierto, se optara por
estudiar una muestra, que como se anticipó pudiera derivar en una determinación de un estimador del
parámetro que difiera del valor real.
Hay múltiples razones que llevan a esta decisión, entre las que destacaremos como principales las
que se describen seguidamente.
Uno de los motivos podría ser el de rapidez de la consecución de las respuestas pretendidas.
Supongamos que pretendiéramos determinar la procedencia de los extranjeros que residen en nuestro país
para determinar las proporciones conforme a los países de donde han venido, con el objeto de decidir una
política de reciprocidad con otro país en cuanto a los servicios jubilatorios a brindarles a esos individuos.
Es evidente que para conseguir el valor paramétrico deberíamos realizar un censo, o sea, consultar a toda
la población radicada en nuestro país. De ese modo, quien nos responda que no es extranjero será
eliminado de la cuenta y quien responda que es extranjero deberá indicarnos el lugar de procedencia y
contarlo conforme a su respuesta en los diferentes orígenes que nos interese analizar. Lograr la consulta
de todos y cada uno de los habitantes de nuestro país para conseguir esa respuesta, es evidente que
implicará una tarea ardua, lenta y compleja, ya que debemos pensar que consultar todos los elementos,

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TODAS las personas residentes en el país, implicará visitar a una por una de ellas para lograr su
respuesta, pudiendo requerir visitar lugares de lo más incomunicados, alejados de centros poblados, en
puntos de difícil acceso, etc. Es probable que cuando se concluya con el relevamiento de datos ya sea
tarde para la toma de decisiones. Por lo tanto podría aconsejarse hacer una selección de algunos
elementos de esa población (solo algunas personas) y lograr desde ellas idénticas respuestas, pero
extrapolarlas luego al total asumiendo que si la muestra fue bien conformada es evidente que no habría
razones de peso para suponer que el estimador difiriera sustancialmente del verdadero parámetro o
conjunto de valores definitivos. Esta situación nos sirve además, para señalar que no sería adecuado
integrar una muestra en este caso por ejemplo, consultando a los habitantes de una colonia italiana, donde
es evidente que el resultado final estaría viciado por la constitución de la muestra que en realidad no
mantuvo las características generales de la población respecto del atributo en estudio, en este caso el
origen o procedencia.
Otro motivo que justifica la opción de un estudio sobre un atributo a través de una muestra es el
derivado de razones económicas. Como es fácil de comprender, montar un censo como el comentado en
el ejemplo previo, puede implicar un costo muy significativo por la cantidad de gente a afectar para que
los datos resulten corresponder a momentos coincidentes, las distancias a recorrer que implican el pago de
traslados y gastos notables, etc. Eso puede llevar a preferir una estimación, máxime cuando pueda
determinarse el posible desvío que tenga con el parámetro real desconocido, a la ejecución de un censo.
Tal vez una razón mucho más comprensible y en la que resulta más que evidente la necesidad de
hacer una muestra y simultáneamente la imposibilidad de realización de un censo es cuando la consulta
para obtener el dato requerido implica la destrucción de los elementos consultados. Para ejemplificarlo
supongamos que un fabricante de fósforos desea conocer la proporción de fósforos que fabrica que son
buenos y en consecuencia la proporción de malos en ese proceso de fabricación, entendiendo por tal
cuestión que un fósforo será bueno si enciende ante el raspado y malo si no se logra con ese raspado que
el mismo se encienda. La respuesta sólo podría lograrse destruyendo el elemento, porque si prende ya no
vuelve a servir como tal, y si no prende, tampoco serviría. Si se realizara un censo para determinar ese
parámetro, es evidente que este empresario logrará el valor cierto correspondiente a su interés, pero
evidentemente una vez que lo posea no tiene ya producto alguno para la venta. Por lo tanto deberá
conformarse con la obtención de un estimador de esos parámetros pretendidos, y en consecuencia recurrir
a su obtención a través de una muestra. Una situación similar podría darse frente a la necesidad de
conocer la cantidad de horas que dura encendida una lámpara hasta su agotamiento. Si sometemos todas
las lámparas de una población determinada a la prueba que nos permita conocer el parámetro seguramente
contaremos con el dato más exacto y cierto que podamos pretender, pero a ese momento, no contaremos
con lámpara alguna adicional ya que todas habrán quedado agotadas.
Hay otras múltiples razones que justifican la realización de una muestra por sobre la concreción
de un censo, pero de todos modos, estimamos que las apuntadas son más que suficientes para comprender
y justificar esta metodología de trabajo a través de la selección y estudio de una muestra a partir de una
población sobre la que se pretende determinar algún tipo de atributo.
Antes de concluir con el tratamiento de estos dos conceptos, digamos que el cardinal de la
población, o sea la cantidad de elementos con que cuenta una población, se identifica en general con la
letra n, mientras que la cantidad de elementos o cardinal de la muestra, se la identifica con la letra p. Si se
diera el caso de que en la población existieran elementos repetidos entre sí que integran su cardinal total,
la forma de indicar los elementos repetidos es utilizando la misma n referida a la población acompañada
de subíndices naturales crecientes, en tantos como los que resulten necesarios para identificar los distintos
grupos con que se cuente.

Diferentes formas de integrar una muestra

Según la situación que se presente en la forma de integrar una muestra, ya sea por imposibilidad
en algunos casos o por decisión voluntaria al respecto en otras, las muestras logradas pueden ser de
diferente tipo o naturaleza.

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Así existen situaciones en las que al hacer la consulta a un elemento objeto de estudio (recuérdese
que no necesariamente esto indica contar con una persona que responda sino que lo que se hace es
observar el atributo en estudio en ese elemento), el mismo puede ser consultado una única vez y no se
tienen posibilidades de reconsultar en el futuro, o no al menos respecto del mismo atributo. Es el caso
claro de la consulta sobre la bondad del fósforo, que una vez que encendió o nos permitió decir que era
malo al efecto, no tenemos posibilidades de tomar el mismo fósforo para repetir la consulta. En esta
situación entonces un elemento no puede repetirse en la integración de la muestra.
En cambio hay otras situaciones en las que un mismo elemento, puede ser consultado más de una
vez sobre el mismo atributo y por lo tanto, viable de considerarlo integrando la misma muestra en más de
una oportunidad u ocasión. Sería por ejemplo el caso de una consulta sobre procedencia de una persona
extranjera, que puede ser consultada sobre ello en más de una oportunidad en el mismo estudio.
En este último caso, podría ocurrir sin embargo que, a pesar de la posibilidad de que el elemento
se pueda reconsultar por estar disponible y por no haber perdido la calidad del atributo en estudio, sea
quien está a cargo de ese análisis el que decida que no permitirá tal reconsulta, o sea que si bien el
elemento podría repetirse, es el diseñador del experimento quien decide lo contrario.
Cuando se da una circunstancia en la que la muestra se integra con elementos todos diferentes
entre sí, aunque evidentemente extraídos del seno de la población que se pretende estudiar o a la que se
pretenden hacer extensivas las conclusiones halladas a partir de la muestra, se dice que estamos frente a
una integración de la muestra sin repetición de elementos, mientras que si por el contrario, se admitiera
consultar más de una vez al mismo elemento y considerar válida la información que se obtiene a partir de
esa consulta, decimos que la muestra admite repetición y por lo tanto es una muestra con repetición de
elementos. En este último caso debemos destacar que la admisión de esa posibilidad de repetir elementos
dentro de una muestra no invalida muestras que no presenten repetición alguna. Volviendo al caso de la
determinación de procedencia de extranjeros, si en el diseño se admitiera que en la muestra hubiera
repetición, eso no invalidaría que alguna muestra posible estuviera constituida de modo tal que todos sus
elementos son diferentes entre sí.
Plantearemos otro ejemplo para aclarar lo expuesto con el ánimo de afirmar lo expresado.
Supongamos que tenemos pinturas de cinco colores y queremos obtener los tonos posibles que pueden
lograrse mezclando tres partes de las mismas, iguales o distintas entre sí, de igual volumen entre ellas. Si
las pinturas fueran de color blanco, negro, rojo, azul y amarillo, es evidente que una muestra o mezcla
posible podría ser unir entre sí tres partes de color blanco, con lo que permaneceremos con el tono blanco
y tendremos una muestra integrada con repetición. Si otra muestra o mezcla tuviera una de esas partes de
color blanco y las otras dos de color azul, el tono alcanzado sería azul oscuro, y también aquí la muestra
estaría integrada con repetición. Si en cambio mezcláramos dos partes de color blanco con una de azul, la
muestra, manteniendo la característica de admitir repetición entre los elementos componentes, daría por
resultado un tono azul claro o bien celeste. Pero estas posibilidades no eliminan la de mezclar una parte
de blanco con otra de azul y una de amarillo, donde no existiría repetición de elementos a pesar de que la
situación lo permitía, y que termina en el caso dando un tono verde (de la mezcla del azul con el amarillo)
aclarada por la presencia del blanco en la misma. O sea entonces que el hecho de que la situación, diseño
o problema, admita la repetición de elementos, eso no obliga a que la muestra definitiva deba exhibir tal
repetición o invalide muestras que no tengan repetición alguna de elementos en su conformación.
Pero además de lo planteado, podrían existir situaciones en las que aún dentro de las dos
alternativas mencionadas anteriormente (o sea admitiéndose o imposibilitándose la repetición de
elementos en la muestra), pueden aún darse algunas características que permitan diferenciar un tipo de
muestras de otro.
Si al integrar la muestra o seleccionar de la población los elementos que se considerarán para
conformarla, no importara el orden de selección de dichos elementos, o sea que la muestra no se alterara
por alteración o cambio en el orden en que se van incorporando o quedan agregados los elementos a la
muestra, estaremos en un caso distinto de aquel en el que alterando dicho orden se termina teniendo una
muestra diferente. Nuevamente recurramos a una situación problemática para ejemplificar lo expresado.

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Supongamos que en un torneo juvenil se inscriban para una determinada competencia, por
ejemplo una carrera de 100 metros, ocho participantes, uno de cada colegio que han enviado delegación a
dicho torneo. Si se pretendiera conformar un grupo de cuatro de esos participantes para que concreten la
carrera por la mañana dejando los otros cuatro para que la hagan por la tarde del día de competencias, es
evidente que al seleccionar a los cuatro que integrarían la muestra matutina, resultaría indistinto que la
selección recayera sobre Alberto, Baltasar, Carlos y Diego y en ese orden, que la elección resultara con
los mismos cuatro alumnos pero incorporados al grupo en diferente orden, como podría ser Diego,
Alberto, Carlos y Baltasar. De todos modos, el grupo o muestra de la competencia matutina estaría
integrado por los mismos competidores y a los efectos que pudieran considerarse desde este punto de
vista sería indistinta una muestra o selección que la otra. Estaríamos frente a dos muestras que en realidad
son una única, coincidente a los efectos.
En cambio, si la selección de la muestra fuera para indicar el posible orden de llegada en la
carrera, suponiendo que no hay puestos compartidos en la misma y que sólo reciben premio los tres
primeros escalonados según el orden de culminación de la competencia, la muestra Alberto, Baltasar,
Carlos y Diego resultaría, a pesar de contar con los mismos elementos, diferente de la muestra Diego,
Alberto, Carlos y Baltasar. En el primer caso el ganador de la competencia sería Alberto y llevarían
premios él mismo, Baltasar y Carlos. En el segundo caso en cambio, quien se galardonaría con el primer
premio sería Diego, y Baltasar, que en el caso anterior hubiera recibido el segundo premio, en esta
oportunidad quedaría sin premio alguno.
De todos modos este sería un caso de muestras que evidentemente no admiten repetición de
elementos. Fuera quien fuera el elemento no puede integrar la muestra en más de una ocasión en ninguno
de los dos casos comentados, si bien puede verse claramente la diferencia que deriva de tal integración
aún sin repetición de elementos.
En cambio, si suponemos que la muestra de cuatro alumnos se la conforma con el ánimo de
indicar quienes actuarían como veedores de las cuatro pruebas que se concretarán en un turno, es evidente
que se admitiría la repetición de elementos, ya que un mismo alumno podría actuar como veedor de más
de una competencia. Luego, una muestra posible, manteniendo los nombres de los integrantes del grupo
podría ser la que resulte conformada por Alberto, Alberto, Baltasar y Diego. En este caso Alberto actuaría
en las dos primeras pruebas, Baltasar en la segunda y Diego sería el veedor de la última que se llevara a
cabo. La muestra en cambio integrada por Alberto, Baltasar, Alberto y Diego, si bien conformada por
idénticos elementos y con repetición en este caso, haría que en la segunda prueba actuara Baltasar como
veedor y Alberto en la primera y tercera, mientras que en el caso anterior las pruebas en las que
participaban en tal carácter eran otras.
Lo expresado hasta el momento nos permite entonces resumir, en principio, en los siguientes
tipos de muestras a partir de una determinada población:

  Que no difieren si se cambia


  el orden de integración
 
 Que no admiten repetición de elementos 
  Que resultan distintas entre sí
 
  al integrarse en distinto orden

Muestras 

  Que no difieren si se cambia
  el orden de integración
 
 Que permiten la repetición de elementos 
  Que resultan distintas entre sí
 
  al integrarse en distinto orden

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Análisis combinatorio simple y análisis combinatorio con repetición

Desde el punto de vista de las matemáticas, lo anterior deriva en una temática que se da en llamar
“análisis combinatorio”, y que según la característica admitida por la situación, o bien por la definición
que al respecto fije el diseñador del estudio a practicar conforme al problema a atender o por otras
razones que fundamente debidamente al efecto, admite la división en “análisis combinatorio simple” y en
“análisis combinatorio con repetición”.
En ambos casos, el análisis combinatorio apunta a que, en base a la identificación del tipo de
muestra que se desea obtener y los referidos al tamaño y constitución de la población de la que se
obtendrá dicha muestra, pueda determinarse por un lado la cantidad de muestras posibles y diferentes
entre sí que se lograrían o serían viables de conformar, y en segundo lugar, aunque casi ajeno al análisis
teórico que permite el tema, poder conformar cada una de esas muestras viables, anticipando cuáles serían
los elementos de la población que resultarían quedar incorporados en cada una de esas muestras viables
según el caso.
Diremos entonces que estaremos frente a un “análisis combinatorio simple”, “análisis
combinatorio sin repetición” o “análisis combinatorio sin reposición”, cuando las condiciones o
circunstancias que influyen en la composición o integración de la muestra a partir de los elementos que
conforman la población, son tales que no admiten la repetición de elementos en dicha muestra. En
cambio, estaremos frente a un “análisis combinatorio con repetición” o “análisis combinatorio con
reposición” cuando por el contrario, al momento de integrarse la muestra respectiva, el problema o
situación admita que un mismo elemento aparezca conformándola en más de una oportunidad.
A título ilustrativo digamos que el tema relativo al análisis combinatorio en cualquiera de sus
formas, tuvo auge y desarrollo significativo, aunque pudiera resultar extraño, como consecuencia de
intereses mostrados al respecto por los jugadores de juegos de azar, quienes intentaban conocer la
probabilidad de aparición de determinado resultado entre todos los posibles en una contienda determinada
sujeta precisamente al azar, tema sobre el que volveremos más adelante en el desarrollo de esta misma
unidad. Uno de los primeros problemas planteados para su análisis consistió en determinar cuáles eran las
posibles muestras que podrían lograrse de extraer un determinado número y calidad en bolillas metidas
dentro de una urna con un número determinado de intentos y a sabiendas de las características que tenían
las que resultaban posibles de extracción. Por ejemplo, podría ser determinar cómo y de cuántas formas
podrían extraerse tres bolillas verdes en tres extracciones sucesivas, desde una urna o caja que contuviera
cinco bolillas de ese color junto con otras dos de color rojo.
A poco avanzar en el estudio, hubo quien descubrió que los resultados eran totalmente distintos si
al extraer una bolilla en la primera extracción, la misma se dejaba afuera de la urna o caja para realizar
luego la segunda extracción, que si la bolilla extraída, luego de verificar el atributo que poseía respecto
del juego, era “repuesta” (vuelta a poner) dentro de la urna. Sin entrar en el detalle de la alteración
derivada en el cálculo probabilístico, digamos que esta tarea de “reponer” la bolilla en la urna, derivó en
determinar que las muestras posibles de lograr resultaban diferentes en cantidad y posibilidad de
conformación si se hacía “reposición” o se omitía tal “reposición” del elemento consultado entre los que
permanecían en la urna, y de allí que se asocie la posibilidad de repetición de elementos con la
“reposición” y la imposibilidad con la “no reposición”. Nótese que si el problema planteado hubiera sido
extraer tres bolillas de color rojo de la urna mencionada, no existiría posibilidad alguna de lograrlo
cuando no hubiera reposición de las extraídas, mientras que sí lo habría si la bolilla consultada se
devolviera a la urna, como cuestión más que clara a la hora de determinar la incidencia de una y otra
alternativa en la conformación de las muestras posibles.
Finalmente, digamos que además de determinarse si un problema cae entonces en el “análisis
combinatorio simple” o “análisis combinatorio con repetición”, es evidente que si en el problema se
tienen en cuenta las otras consideraciones efectuadas respecto de la posibilidad de alteración de una
muestra a otra como consecuencia de la incidencia o no del orden en que se conforma la misma, cada uno
de estos análisis admiten una subdivisión (coincidente para ambos tipos principales de análisis) y que
según el caso terminan recibiendo el nombre de arreglos, combinaciones o permutaciones, sin perjuicio

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de que en alguna circunstancia en particular, la solución del problema implique alguna determinación
parcial por medio de alguno de estos subtipos y otra, también parcial, por otro, para luego alcanzar la
definitiva haciendo uso de estas parciales en forma conjunta y conforme a algún criterio razonable y
fundado. De todos modos estas cuestiones que pudieran resultar oscuras en la primera lectura, resultarán
simples cuando puedan apoyarse con las situaciones problemáticas que se propondrán en las actividades
prácticas al efecto.

Arreglos simples

Dada una población de n elementos distintos entre sí, para conformar con ellos muestras de
tamaño p con p < n, se dice que estamos frente a un “arreglo simple”, un “arreglo sin repetición” o un
“arreglo sin reposición”, cuando una muestra de p elementos distintos entre sí tomados desde esa
población de n, es considerada diferente de otra si tienen entre sí al menos un elemento diferente, o si,
teniendo los mismos elementos, difieren en el orden de aparición en dicha muestra.
Esta definición implica que este tipo de análisis combinatorio particular corresponde en primer
término al grupo del denominado “análisis combinatorio simple”, ya que en la definición se hace expresa
mención a que las muestras logradas, deben estar integradas por “elementos distintos entre sí”, lo que nos
lleva a concluir entonces que no hay repetición de elementos, o sea en definitiva, un “análisis
combinatorio sin repetición”.
Así, si suponemos una población que resulta estar constituida por ejemplo por n = 5 elementos
que identificaremos como A, B, C, D y E, y con ellos pretendemos conformar una muestra de p = 3
elementos distintos entre sí, vemos que se cumple la condición inicial de que p < n. Ahora bien, si la
muestra ABC es considerada distinta de la ABD (difieren en un elemento al menos) y también diferente
de la ACB (se altera el orden de integración de los elementos del grupo sin que se haya cambiado
alguno), entonces estaremos frente a un arreglo de los que estamos abordando.
Vayamos a una situación problemática concreta que permita ejemplificar acabadamente el caso.
Supongamos que se pretende constituir la comisión directiva de una agrupación estudiantil que tendrá los
cargos de presidente, secretario, tesorero y vocal, y que los estatutos indican que estos cargos serán
desempeñados por el voto simple y directo de quienes estén en condiciones de emitirlo y por simple
acumulación, desempatando quien dirija la asamblea electoral si ese fuera el caso, siendo pasibles de ser
votados quienes reúnan determinadas condiciones, que para el caso las cumplen sólo 10 alumnos de
nombre Aníbal, Benito, Cecilia, Diana, Esteban, Fernando, Graciela, Héctor, Inés y Juan. El resultado de
la elección configuraría la muestra, en este caso de 4 elementos, extraídos desde una población de mayor
número de elementos (para el caso 10). Esa muestra lógicamente no admitirá repetición ya que un mismo
alumno no podría ocupar dos cargos distintos, y reviste precisamente el carácter de un arreglo, por lo
tanto arreglo simple o sin repetición, ya que el resultado Aníbal, Cecilia, Fernando y Héctor implicaría
por ejemplo que Aníbal desempeñara la presidencia y Héctor fuera el vocal, mientras que el resultado
Cecilia, Héctor, Aníbal y Fernando, a pesar de contar con los mismos elementos, derivaría en que la
presidencia fuera ejercida por Cecilia mientras que Fernando sería el vocal. Por otra parte, si la elección
dejara como resultado Fernando, Cecilia, Inés y Esteban, nos encontraríamos con una elección de
resultado también diferente de los anteriores. Se verificaría entonces que no hay repetición de elementos
ni en la población ni en la muestra, y que a su vez, una muestra resultaría distinta de otra cuando cambió
algún elemento o cuando teniendo los mismos cambia el orden en que terminan integrando el grupo.
Se destaca que en alguna bibliografía que pueda consultarse, los arreglos simples suelen
denominarse también “variaciones simples” o “disposiciones simples” o también con estas palabras con el
aditamento de “sin repetición” o “sin reposición”, pero que de todos modos, aún utilizándose este
nombre, resultan ser coincidentes conceptualmente con lo expresado en estas líneas.

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Número de los arreglos simples

Una vez que se ha determinado que algún planteo o problema se corresponde con los arreglos
simples, sin repetición o sin reposición, puede interesar determinar cuántas son las muestras distintas
entre sí que bajo esas condiciones pueden lograrse, y en algunas circunstancias también cuáles son las
mismas.
Ese total lo simbolizaremos con un A (o también una V o una D si nos inclinamos por
denominarlas variaciones o disposiciones), acompañada de dos identificadores adicionales, por un lado
uno que indica el tamaño de la población desde la que se extrae la muestra respectiva, y por otro el
tamaño de ésta precisamente. Las nomenclaturas habituales son:
A pn o bien An,p

que se lee en ambos casos como “cantidad de arreglos simples de n elementos tomados de a p”. En el
curso utilizaremos preferentemente la primera de las nomenclaturas transcriptas, destacando que también
pueden ser viables en alguna bibliografía que aborde el tema, las expresadas por:
Vnp o bien Vn,p o también Dpn o bien Dn,p

que se leen de igual forma que la expresada pero mencionando variaciones o disposiciones
respectivamente como consecuencia de la letra mayúscula incluida en la nomenclatura.
Para lograr esa determinación supongamos que contamos con una población genérica de n
elementos diferentes entre sí como se debe dar para que el problema quede encuadrado en esta situación,
y que de entre ellos debemos determinar el total de muestras distintas entre sí, todas de p elementos
también diferentes entre sí, que pueden conseguirse. Pensemos primero en la situación que se nos daría si
el valor de p fuera la unidad, o sea, muestras de tamaño 1 (uno). Es evidente que con esta condición,
podremos encontrar tantas muestras distintas como la cantidad de elementos con los que disponemos en la
población, ya que la única forma de que un grupo o muestra difiera de otro es que cambie el elemento de
la misma al no poder alterar orden alguno en ella por contar precisamente con un único elemento.
Tendríamos entonces que:
A1n  n

Aumentemos ahora el tamaño de la muestra a p = 2, asumiendo que la población es de tamaño tal


que lo permite. Para lograr cada una de estas nuevas muestras bastaría con agregar a cada una de las
muestras que se habían obtenido para el caso en que p = 1, uno cualquiera de los restantes elementos
diferentes al ya existente en la misma, ya que la situación no admite repetición y por lo tanto de un grupo
cualquiera de un único elemento se pueden lograr (n – 1) muestras. Si aplicamos una regla de tres
simples, sabiendo que por cada grupo con un único elemento se obtienen (n – 1) grupos nuevos de 2
elementos, se podrá concluir que:
An2  n(n  1)

Para lograr las muestras de tres elementos, y conforme a lo expresado anteriormente, podría
tomarse cada una de las muestras de dos elementos, y en ella agregar un tercer elemento, lógicamente
distinto de cualquiera de los que ya están registrados en la misma. Como esto implica poder agregar
(n – 2) elementos (cualquiera de los de la población menos los dos ya existentes), con razonamiento
similar al anterior referido a la regla de tres simple aplicada se llega a que:
An3  n(n  1)(n  2)

Y con este esquema de razonamiento anterior, fácilmente puede deducirse que:


An4  n(n  1)(n  2)(n  3)

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Observemos el comportamiento de las sucesivas fórmulas que hemos ido escribiendo


precedentemente. Se podrá concluir que todas ellas resultan ser un producto de sucesivos números
naturales cada vez menores en una unidad al anterior, y a partir del n que coincide con el tamaño de la
población. Aclaremos que esto podría no observarse en la primera de las fórmulas pero que en realidad
ese caso no es sino una situación en la que sólo se ha registrado un número en la operación. Por otra parte,
si contamos los factores de cada fórmula, veremos que esa cantidad coincide con el valor de p, o sea con
el tamaño de la muestra. Y también podemos caer fácilmente en la cuenta en que el último factor de ese
producto de sucesivos naturales, coincide con el resultado de restar a n (tamaño de la población), un
número equivalente a una unidad menos que el valor de p registrado como supraíndice en la expresión del
primer miembro de cada igualdad (en el caso de p = 1 podría escribirse el segundo miembro como n – 0).
Esto que se ha resaltado como observado en el comportamiento de las sucesivas expresiones
anteriores, permite por recurrencia, generar la expresión que resultaría válida para un valor de p
cualquiera que cumpliera con las condiciones impuestas, respecto de su tamaño, para configurar este tipo
de análisis combinatorio. Resultaría entonces que:
Apn  n(n  1)(n  2) ... n  (p  1)
  
p factores

lo que podría expresarse en forma definitiva como:


Apn  n(n  1)(n  2) ... (n  p  1)

Ahora bien, si recordamos el concepto de factorial de un número natural, caemos fácilmente en


que la expresión o fórmula anterior, contiene precisamente los números iniciales de n!. Por otra parte, si
multiplicáramos y dividiéramos a esta expresión por un mismo número natural, es evidente que su valor
no se alteraría. Consideremos que el natural siguiente y una unidad menor al último que aparece en la
última de las expresiones anteriores, resultaría ser precisamente (n – p). Si a esta expresión la
multiplicamos y dividimos por (n – p)!, que es un natural, su valor no se alteraría pero quedaría expresada
como:
n(n  1)(n  2) ... (n  p  1)(n  p)! n!
Apn  
(n  p)! (n  p)!

ya que la expresión definitiva del numerador puede resumirse en n!. De este modo se cuenta con una
expresión más simple de recordar precisamente para determinar la cantidad de muestras diferentes que se
pueden conseguir, cuando de una población de n elementos se pretenden formar, con las condiciones de
arreglos simples, muestras de p elementos en cada una.
Para someter la fórmula a una prueba, digamos que en el caso de los 10 alumnos que podrían ser
electos para integrar la comisión directiva de cuatro cargos, el total de formas en que podría haber sido
resuelta la elección alcanza a:
10! 10! 10 . 9 . 8 . 7 . 6!
4
A10     5.040
(10  4)! 6! 6!

o sea que en las condiciones apuntadas la elección pudo resultar de 5.040 formas diferentes o bien que la
comisión directiva pudo integrarse de 5.040 formas distintas entre sí.
Sobre cuáles son cada una de las distintas muestras y su forma de lograrlo, no incursionaremos en
este trabajo, dejándolo como objeto de abordaje en las clases previstas para prácticas de este temario.

Permutaciones simples

Si se dispone de n elementos diferentes que constituyen una población que quiere someterse a
estudio, y sobre ellos se hace una selección de todos esos elementos, considerando diferentes dos
selecciones entre sí cuando difieran en el orden de aparición de sus elementos componentes, se dice que

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estamos frente a una “permutación simple“, una “permutación sin repetición” o una “permutación sin
reposición”.
Nótese que en este caso la muestra seleccionada coincide en tamaño con el de la población, ya
que se toma el total de elementos que la componen. Resulta ser una de las situaciones apuntadas
inicialmente, donde la muestra coincide con la población misma. Además, téngase en cuenta que se trata
de un análisis combinatorio sin repetición de elementos o sea simple, ya que la condición impuesta es que
los elementos de la población considerada resulten ser diferentes entre sí y se seleccionen precisamente
todos ellos para conformar la muestra que se pretende lograr.
La característica particular que presenta este caso es que en realidad todas las muestras posibles
resultan tener los mismos elementos, pero aparecen dispuestos en diferente orden y esa circunstancia
permite diferenciar a una de la otra y lograr, con esa alteración una respuesta alternativa al planteo o
problema de que se trate.
Otra cuestión que merece citarse puntualmente es que una muestra no puede diferir de otra si
difiere en sus elementos, porque todas las posibles terminan estando constituidas exactamente por los
mismos elementos al ser éstos el total que integra la población.
Esta última situación o comentario, hace que en muchos textos suela decirse que la permutación
simple es un caso especial de arreglos simples, en los que el tamaño de la muestra coincide con el de la
población. Para nuestro curso mantendremos la característica de que un arreglo simple implica tamaños
de muestra menores que el tamaño de la población tal como se expresara precedentemente y que cuando
la muestra y la población coinciden en su tamaño y se da la diferencia entre grupos que se indicó, estamos
frente a una permutación simple.
Plantearemos una situación problemática que permitirá comprender definitivamente lo expresado
a la vez que fijar la distinción con el caso de los arreglos simples abordado con anterioridad. Supongamos
que retomando la elección de autoridades de la agrupación estudiantil, el estatuto hubiera previsto que la
comisión se integrara por los cuatro alumnos más votados de entre los que están en condiciones de recibir
tales designaciones, y que los cargos de presidente, secretario, tesorero y vocal, resultarán adjudicados
con posterioridad a ese acto eleccionario, debiendo repartirlos entre sí los cuatro alumnos más votados
elegidos por el voto directo de los asambleístas.
Esto implicará que bajo el supuesto de que en la elección los cuatro más votados fueran Aníbal,
Benito, Cecilia y Diana, en la reunión de distribución de cargos se tendría que determinar el total de
posibilidades en que pudieran quedar definitivamente asignados los cargos. Es evidente que consignando
los nombres en el orden en que se aludieron los cargos, la muestra integrada por Aníbal, Diana, Benito y
Cecilia, resultaría diferente de la integrada con Diana, Cecilia, Aníbal y Benito a pesar de que los
miembros de la comisión directiva terminaran siendo los mismos. En el primer caso el tesorero sería
Benito mientras que en el segundo el responsable del manejo de los fondos sería Aníbal. Lógicamente
además de estas dos alternativas existen otras muchas en las que el orden de los integrantes podría ser
diferente a éstos descriptos y en consecuencia la comisión una diferente en definitiva.
Sin embargo es fácil ver que en el ejemplo no se admite la repetición de elementos (cuestión que
como en el caso anterior se mantiene a partir de idénticos argumentos) y resulta obvio, que la población
tiene cuatro elementos y que la muestra tiene un tamaño también de cuatro elementos, o sea, coincidente
con el de la población.

Número de las permutaciones simples

Otra vez digamos que ahora el interés que puede derivarse de este nuevo concepto, es poder
determinar cuántas muestras diferentes podrían lograrse en las condiciones correspondientes a una
permutación simple y a partir de una población de n elementos distintos entre sí, agregando que también
podría interesar, luego de saber el “cuánto”, cómo resultarían conformadas cada una de esas posibles
muestras.

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Esa cantidad, la representaremos simbólicamente como:


Pn

que se leerá como “cantidad de permutaciones simples de n elementos”, “cantidad de permutaciones de n


elementos sin repetición” o bien “cantidad de permutaciones de n elementos sin reposición”, y donde no
resulta necesario hacer referencia al tamaño de la muestra como en el caso de los arreglos simples, porque
está implícito en el concepto de permutación que el tamaño de ella coincide con el de la población o sea
que para el caso es también n.
Para determinar cuántas muestras podrían alcanzarse utilizaremos otra vez el proceso de
recurrencia empleado antes, o sea, la observación del comportamiento de una expresión válida para ese
fin y su extensión para cualquier valor o cantidad de elementos, que termine teniendo la población en
cuestión.
Supongamos entonces que tengamos en primer lugar una población de un único elemento. La
muestra que se puede lograr en este caso es una sola, ya que un único elemento no permite alteración de
orden alguno en la conformación de un grupo. Se tiene entonces que:
P1  1  1!

Si en cambio consideramos una población de 2 elementos, las muestras posibles también serán
dos, una integrada por el primer elemento acompañado por el segundo y otra en la que el segundo
elemento resultará acompañado del primero, o sea entonces:
P2  2  2.1  2!

Aumentemos ahora la población a tres elementos distintos. El total de permutaciones simples que
podrían obtenerse en el caso alcanzaría a seis. Si los elementos diferentes fueran A, B y C las muestras
posibles serían ABC, ACB, BAC, BCA, CAB y CBA, o sea efectivamente seis. Se tendrá entonces que:
P3  6  3.2.1  3!

Con criterio similar se puede llegar a que si la población contara con 4 elementos distintos entre
sí, el total de permutaciones simples que pueden conformarse resultaría:
P4  24  4.3.2.1  4!

de donde puede generalizarse, y decir que si la población cuenta en definitiva con n elementos diferentes,
el total de muestras posibles que pueden lograrse a partir de ella de modo que cada una sea una
permutación simple de esos n elementos, se alcanzaría haciendo:
Pn  n!

Así, para el caso del reparto de cargos entre los cuatro elegidos, el total de formas en que podría
quedar constituida dicha comisión alcanzaría precisamente a:
P4  4!  4.3.2.1  24

resultando las mismas, al registrar únicamente las iniciales de los nombres de los cuatro electos que se
supuso (Aníbal, Benito, Cecilia y Diana), las siguientes:

ABCD ABDC ACBD ACDB ADBC ADCB


BACD BADC BCAD BCDA BDAC BDCA
CABD CADB CBAD CBDA CDAB CDBA
DABC DACB DBAC DBCA DCAB DCBA

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donde el primero de cada grupo sería quien ejercería la presidencia, el segundo la secretaría, el tercero la
tesorería y el último actuaría como vocal de tal comisión.
De cualquier modo anticipemos que la forma de determinar cuáles son las diferentes muestras que
pueden lograrse y cómo se las obtiene, será tema a abordar en el curso de las clases prácticas diseñadas al
efecto y previstas para ese tipo de actividades.

Combinaciones simples

La última forma en que podemos considerar condiciones de integrar una muestra a partir de los
elementos de una población, a condición de no permitirse repetición de elementos ni en la población ni en
la muestra, deriva en la definición de un nuevo subtipo de análisis combinatorio simple que recibe el
nombre de “combinaciones simples”, “combinaciones sin repetición” o “combinaciones sin reposición”.
Se dice que dada una población de n elementos distintos entre sí, para ser tomados en muestras de
tamaño p y con la condición por un lado de que este p  n (la muestra puede ser menor o a lo sumo igual
al tamaño de la población) y por otro que los elementos seleccionados sean diferentes entre sí, estaremos
frente a una combinación simple cuando dos grupos o muestras obtenidos con las condiciones indicadas
sean considerados distintos sólo cuando difieren en al menos un elemento, considerándose una misma
muestra cuando tienen los mismos elementos, aún apareciendo éstos consignados en diferente orden.
La condición impuesta de que tanto en la población como en la muestra los elementos resulten ser
distintos entre sí, lleva a confirmar de que este subtipo de análisis combinatorio se encuadre dentro del
denominado análisis combinatorio simple o sin repetición de elementos. Por otra parte, la condición que
se fija para distinguir a una muestra de otra, deriva en que consideremos que si una muestra resulta estar
integrada por ejemplo por los elementos ABCD en ese orden, la muestra ACBD y la muestra ADBC, que
cuentan con idénticos elementos, son considerados para el problema o diseño como una única y
coincidente a los efectos del estudio pretendido.
Otra vez recurramos a un ejemplo para que la situación pueda clarificarse de la mejor manera. Y
para el mismo caso de la elección comentada y concretada en dos etapas, o sea, decidiendo en la asamblea
quienes integrarán la comisión aunque no alcanzando la distribución de cargos en ese momento, es
evidente que si los cuatro más votados son Aníbal, Benito, Cecilia y Diana como se supuso, respecto de
los resultados de esa elección no importaría si el más votado fue Aníbal que Benito, y éste que Cecilia,
obteniendo el mínimo de votos Diana o por el contrario, fuera ésta la que obtuvo mayor cantidad de
votos, Aníbal el segundo más votado, el tercero Benito y la última Cecilia. En el primer caso la muestra,
conforme a los votos obtenidos, resultaría ser la conformada por Aníbal, Benito, Cecilia y Diana, mientras
que en el segundo caso ese orden hubiera dejado el orden de elección como Diana, Aníbal, Benito y
Cecilia. Sin embargo, el resultado en el acto asambleario sería el mismo, ya que serían ellos cuatro los
seleccionados para integrar la comisión.
Otro ejemplo que presenta cierta claridad sería la de pensar en un caso en el que una persona sepa
que tiene en su bolsillo una moneda de 10 centavos, una de 25, otra de 50 y una última de 1 peso, o sea
cuatro elementos todos diferentes entre sí. Esto constituiría la población sobre la que podría suponerse
una extracción de una muestra de sólo dos monedas de modo tal que se considerara diferente una
extracción de otra siguiente cuando el total alcanzado con la extracción resultara diferente. Si se supone
que en la primera extracción se sacó en primer lugar la moneda de 25 centavos y luego la de 50 y en una
segunda extracción se extrae primero la moneda de 50 centavos y luego la de 25, a los efectos del
problema estas muestras serían coincidentes ya que en ambos casos se obtuvo un total de 75 centavos.
Esto implica entonces que lo pretendido resulte ser una combinación, ya que tener un resultado o muestra
diferente, sólo podría lograrse cuando apareciera una muestra que difiriera en al menos una moneda o en
las dos que se extrajeran, por ejemplo la moneda de 10 con la de 25 o las monedas de 10 centavos y 1
peso.

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Número de las combinaciones simples

Como en los dos casos anteriores, el número de las combinaciones simples se refiere a la cantidad
de muestras de p elementos distintos entre sí que pueden lograrse desde una población de n elementos
diferentes entre ellos y que terminan cumpliendo con los requisitos o condiciones para que cualquiera de
ellas resulte ser precisamente una combinación simple. Y también como en los casos anteriores pudiera
ser de interés determinar cuáles son las muestras que se pueden lograr, pero que en este trabajo no será
abordado, quedando el tema para concretar la experiencia en las clases prácticas diseñadas al efecto.
Anticiparemos que el número de las combinaciones simples se lo simboliza como:
Cpn o bien como Cn, p

que se lee en ambos casos como “cantidad de combinaciones simples de p elementos que pueden lograrse
desde una población que cuenta con n”, y que evidentemente implica el registro tanto del tamaño de la
población como el de la muestra porque si bien pueden llegar a ser iguales, también pueden resultar
diferentes entre sí.
Se hace notar que mientras para los arreglos y las permutaciones el valor de p es un natural que
debe ser menor que n en el primer caso e igual a n en el segundo, en este caso p es un entero no negativo,
o sea que puede adoptar no sólo un valor menor o igual que n sino que también puede valer 0 (cero).
Cuando ello ocurre, más como generalización de casos matemáticos que como realidad problemática, se
dice que la muestra resultante es una única, que coincide con no tomar elemento alguno de esa población
base.
Para determinar una expresión o fórmula que nos permita aplicarla para cualquiera de los casos
posibles a resolver, haremos el siguiente análisis.
Consideremos que a pesar de que no lo conocemos verdaderamente, ese total de combinaciones
simples para muestras de tamaño p y desde una población de n elementos, fuera conocido. Si tomamos
cada una de esas muestras posibles y en ella hacemos la permutación de los p elementos que la integran
entre sí, o sea, alteramos el orden de aparición posible de los p elementos que la componen, cada
permutación terminaría siendo la misma combinación (si se altera el orden de los elementos no se tiene
una nueva combinación sino que permanecemos en la misma), pero se alcanza un nuevo arreglo simple
con cada cambio. Si lográramos hacer con cada combinación todos esos cambios, alcanzaríamos el total
de arreglos simples de esa misma población original, tomados de a p, o sea, en muestras de tamaño p o
con p elementos integrantes. Esto que acabamos de expresar lo podemos registrar mediante la siguiente
relación de igualdad:
Cpn . Pp  Apn

de donde por simple pasaje de términos se obtiene:

Apn
Cpn 
Pp

Si ahora recurrimos a las cantidades de arreglos simples de n elementos tomados de a p , y a la de


permutaciones de p elementos conforme a las expresiones oportunamente determinadas, se tendrá que la
igualdad anterior podría escribirse como:
n!
(n  p)! n!
Cpn  
p! p! (n  p)!

siendo esta última la expresión que permite determinar precisamente, el total de grupos o muestras
diferentes que, correspondiente a la categoría de combinaciones simples o sin repetición de elementos,
pueden obtenerse desde una población de n elementos diferentes cuando son tomados de p en p o de a p
también distintos entre sí.

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Aplicando esta fórmula podríamos determinar que las posibles formas en que pudo concluir la
elección de cuatro alumnos de entre los 10 en condiciones de ser votados en el acto destinado al efecto en
nuestro ejemplo anterior, y sin que en ese momento se hiciera distribución alguna de cargos entre ellos,
alcanzaría a:
10! 10! 10.9.8.7.6!
4
C10     210
4! (10  4)! 4! 6! 4.3.2.1.6!

o sea que en la situación la elección podría haber resultado de 210 formas diferentes entre sí.
Digamos finalmente que el matemático Euler ha dejado una nomenclatura para expresar la
cantidad de combinaciones (en principio simples pero que se hace extensiva a las que correspondan al
análisis combinatorio con repetición, que se da en llamar precisamente notación de Euler y que suele
denominarse número combinatorio y que consiste en la siguiente:
 
n
p

y que tiene idéntica lectura que la nomenclatura que se propuso para su uso en este curso. De los dos
números que se registran en la expresión, n y p, el que está posicionado por encima representa el tamaño
de la población sobre la que se extrae la muestra, y el que está ubicado por debajo, el tamaño de esta
última.

Arreglos con repetición

Abordaremos ahora el subtipo de análisis combinatorio que se da en llamar “arreglos con


repetición” o “arreglos con reposición”. Es evidente que ya desde el nombre, se puede deducir que en este
caso estamos frente a un análisis combinatorio donde se admite o se exige según el caso, que las muestras
puedan incluir repetición de elementos en su integración, aún cuando se conserve la característica de que
los elementos de la población deben ser diferentes entre sí, lo que implica que pueden ser perfectamente
identificables unos respecto de otros.
La característica distintiva respecto de otras posibles formas de integración de grupos en este
caso, se mantiene en forma coincidente con la que se ha indicado para el análisis combinatorio simple y
para distinguir a aquellos arreglos, de las permutaciones y combinaciones también simples.
Sin embargo, debemos anticipar que, el hecho de admitirse en la muestra repetición de elementos,
nos lleva a pensar que en la muestra podríamos tomar más elementos que aquellos que disponemos, o sea
que el tamaño de la muestra puede ser ahora tanto menor que el tamaño de la población como igual o
mayor a ella. Si tuviéramos tres elementos en una población, podríamos armar muestras donde
intervengan dos de ellos, pero también muestras con seis de ellos por tomar una situación, ya al admitirse
que se repitan los elementos podríamos tomar dos veces a cada uno de ellos o bien cuatro veces a uno y
una vez a cada uno de los otros dos que integran la población.
La definición formal de este tipo de arreglos entonces sería la siguiente. Dada una población de n
elementos todos distintos entre sí, para formar con ellos muestras de p elementos, donde p puede ser
menor, igual o mayor que n, y donde cualquiera de los n elementos puede repetirse en la muestra hasta p
veces, estaremos ante un arreglo con repetición o un arreglo con reposición cuando dos muestras de esas
se consideren diferentes entre sí si difieren en al menos un elemento o si, teniendo los mismos, difieren en
el orden de aparición de los elementos no repetidos entre sí.
Nótese en esta definición que efectivamente el tamaño de la muestra puede resultar ser mayor que
el de la población en primer lugar, y que en segundo lugar, la característica que permite distinguir a dos
muestras válidas entre sí, coincide con lo expresado para los arreglos simples si bien en esta ocasión
admitiéndose la repetición de elementos en la muestra y además, fijándose que la diferenciación de orden
debe darse entre elementos no repetidos entre sí, ya que si cambian de posición dos elementos iguales no
habría forma de diferenciar a un grupo de otro.

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Para ilustrar esta situación, digamos que contamos con el siguiente planteo. Se dispone de cinco
perlas grandes y de color azul brillante, cinco medianas de color blanco y cinco chicas transparentes, y
con ellas se pretende armar un prendedor para un tapado de mujer, montando tres perlas de esas encima
de una guía horizontal de plata.
Es evidente que una posibilidad de armar ese prendedor podría ser disponer una junto a otra tres
perlas grandes o también tres perlas chicas, sin perjuicio de suponer que podríamos poner una perla
grande junto a dos chicas o dos chicas junto a una grande, de modo que cada vez, a la vista, presenta una
apariencia diferente. Pero además podría armarse un prendedor que contara con una perla grande
flanqueada por una mediana y una menor en tamaño a sus lados, o bien esas mismas tres perlas (en cuanto
a su tamaño) dispuestas en forma decreciente de su tamaño de izquierda a derecha y también en estos
casos podríamos distinguir a la vista un modelo del otro de prendedor.
Como puede observarse el cambio de al menos una perla nos permite determinar un modelo
diferente de perla por un lado, y por otro, cuando se cambiaron las posiciones de las perlas sin que se
hayan alterado las consideradas, también hemos podido identificar un cambio en el prendedor. Estamos
entonces frente a un arreglo con repetición, aún cuando existan muestras válidas que no presentan tal
repetición como cualquiera de los dos últimos prendedores ejemplificados.
Otra situación válida sería la de considerar por ejemplo la situación que podría darse entre cuatro
estudiantes amigos que alquilen en forma compartida una casa en la que residen mientras están en período
de clases en la ciudad. Supongamos que los respectivos padres han acordado con ellos que para minimizar
sus ocupaciones y dejarles más tiempo libre para sus estudios, el almuerzo y la cena se lo provean en una
casa de comidas, pero el contrato celebrado no tiene envíos a domicilio y entonces estos amigos deben
concurrir a la búsqueda de lo preparado para cada comida. Agreguemos que nos interesa determinar de
qué forma podrían hacer los viajes de búsqueda estos amigos durante toda una semana (de lunes a
viernes), lo que implica concretar diez viajes a la casa de comidas proveedora. Supongamos además, para
minimizar la complejidad de las explicaciones, que estos amigos sean Pedro, Quito, Raúl y Simón.
Independientemente del abuso que en la realidad podría significar que siempre fuera Simón quien
vaya a buscar la comida, la situación permitiría que en realidad eso ocurriera. También podría ocurrir que
todos los viajes del medio día los hiciera Raúl y todos los de la noche los concretara Quito. Esto nos
indica la viabilidad de la repetición de elementos en la conformación de las muestras, lo que además en
este caso es evidente porque la muestra tiene 10 elementos y la población sólo cuatro. Agreguemos un
dato adicional a lo comentado como para justificar rotundamente lo que se dirá seguidamente.
Supongamos que el día martes, en el horario del medio día, llueve en forma copiosa y es inevitable que
quien tenga que hacer el viaje resulte totalmente mojado. Si utilizando las iniciales de los nombres
suponemos que una muestra posible de cubrir todas las búsquedas previstas, ordenada por almuerzo y
cena y de lunes a viernes, podría ser por ejemplo SSRRSQPQPP, donde puede observarse que Raúl es el
que sale perjudicado con la lluvia que hay el martes al medio día. En cambio, la muestra SSPRSQPQPR,
que tiene los mismos elementos que la anterior, es evidente que desde el punto de vista de las
consecuencias derivadas de la lluvia comentada, la hace diferente, ya que en esta situación el que resulta
empapado por la lluvia es Pedro y no Raúl.
Estamos entonces también frente a un caso de arreglos, y concretamente arreglos con repetición o
reposición ya que hay elementos que se pueden (mejor dicho se deben) repetir en la muestra por un lado,
y además, es evidente que una muestra difiere de otra si cambia algún elemento o si teniendo los mismos
se cambia la posición de elementos no repetidos entre sí.
Debe tenerse presente que en el primero de los ejemplos, la población en realidad estaba
integrada por sólo tres elementos y no 15 como podría pensarse en una primera mirada, ya que en el caso,
los elementos resultan ser para el caso “perla grande”, “perla mediana” y “perla chica”. La cita a que de
cada tamaño había cinco perlas fue realizada únicamente para que frente a la necesidad de repetición,
tuviéramos en cuenta que ella era posible por existir varias perlas del mismo tamaño, cosa que en el
segundo ejemplo no fue necesario porque la situación resultaba más clara en la posibilidad de repetición
al integrar la muestra a pesar de que no existiera repetición de elementos en la población original. Por otra

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parte, la cita del color de perlas es superflua para el problema ya que hay forma de identificar la
diferencia entre ellas por el tamaño, sin necesidad de recurrir a su color.
Digamos finalmente, que tal lo anticipado al tratar los arreglos simples o sin repetición, hay
autores que denominan a este subtipo de análisis combinatorio como variaciones o disposiciones,
prefiriendo en este curso el uso de la expresión con que lo hemos titulado.

Número de los arreglos con repetición

Se identifica como número o cantidad de los arreglos con repetición a la cantidad de arreglos de
este tipo que pueden obtenerse tomando de a p o de p en p a los n elementos que componen la población
sobre la que se determinan o seleccionan dichas muestras.
El símbolo que utilizaremos en el curso para representar esa cantidad será:
Apn, r o bien Arn, p

priorizando en este curso el uso de la primera de ambas y diciendo que en ambos casos la lectura del
símbolo es “cantidad de arreglos de n elementos tomados de a p con repetición” o bien “cantidad de
arreglos de n elementos tomados de a p con resposición”, o también “número de arreglos con repetición
de p elementos que pueden obtenerse de una población de tamaño n”.
Los autores que admiten o proponen el nombre de variaciones o disposiciones con repetición para
este subtipo de análisis combinatorio con repetición, suelen utilizar para este número la simbología:

Vn,p r ó Vn,p r o bien Dpn, r ó Drn, p

según se inclinen por la palabra variaciones o disposiciones como sustituto de la palabra arreglos, y para
las que la lectura coincide con la expresada aunque reemplazando precisamente la palabra arreglos por
variaciones o disposiciones según el caso.
De todos modos, el verdadero interés en el tema, es encontrar una expresión genérica que pueda
aplicarse en los casos concretos para determinar ese número, o sea la cantidad o número de muestras
distintas que resultan ser precisamente arreglos con repetición de tamaño p y relativos a una población de
tamaño n.
Para lograrlo, y en forma similar a lo realizado en el caso de los arreglos simples, digamos que es
evidente que si la muestra tuviera tamaño 1, la cantidad de muestras a lograr coincidirían con la cantidad
de elementos que tenga la población, ya que no hay posibilidad de que exista repetición alguna aún
cuando el problema lo admitiera y además, cualquiera de los elementos de la población podría integrar
esa muestra. Por lo tanto puede afirmarse que:
A1n, r  n

Si ahora pretendiéramos determinar la cantidad de muestras de tamaño 2 que podrían obtenerse a


partir de esa misma población, admitiéndose repetición de elementos en la muestra, caeríamos en la
cuenta de que alcanzar estas muestras podría hacerse tomando cada una de las de un único elemento y
agregando a cada una de ellas cualquiera de los elementos que integran la población original, ya que al
admitirse la repetición de elemento, aún podría agregarse incluso el propio elemento o el que ya está en la
muestra de un elemento. Por aplicación de una sencilla regla de tres simple entonces, puede concluirse
que:

r  n.n  n
2 2
An,

Con criterio similar al anterior y razonamiento coincidente en cuanto a la obtención de los grupos
de 3 elementos a partir de los disponibles de 2, se tiene que:

r  n .n  n
3 2 3
An,

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y de aquí, fácilmente por recurrencia puede observarse que la expresión para una muestra de tamaño p
sería:
Apn, r  np

ya que observando la serie anterior se puede concluir que la fórmula resulta ser siempre una potencia de
base n (tamaño de la población original) y exponente coincidente con el tamaño de la muestra (para el
caso p).
Así para el caso del ejemplo de las formas diferentes en que podrían concretarse las búsquedas de
la comida los cuatro estudiantes amigos en el curso de la semana resultaría:

4,r  4  1.048.576
A10 10

Determinar cuáles son los grupos luego de haber determinado cuántos son, implica la aplicación
de alguna de las múltiples reglas de determinación que pueden resultar eficientes para minimizar ese
trabajo, habiéndose reservado el abordaje de tal ejercitación para concretar en ejemplos preparados al
efecto, en el transcurso de las clases prácticas diagramadas a tal fin.

Permutaciones con repetición

Esta es otra modalidad posible, dentro del análisis combinatorio con repetición que, conforme a
las condiciones que se observan tanto en la integración de la población como de la muestra, permite
encontrar grupos que se diferencian entre sí admitiéndose en la muestra algún tipo de repetición de los
elementos.
En este caso debe darse que la población presente ya en ella misma la repetición de los elementos,
y además, que en la muestra se tomen todos los elementos que la integren, o sea que la muestra tiene
tamaño coincidente con el de la población de la que se obtiene, mostrando entonces coincidencia en esa
repetición de elementos que ahora resulta fija y no variable como en el caso de los arreglos con
repetición.
Diremos que estamos frente a una permutación con repetición cuando a partir de una población de
n elementos en los que hay n1, n2, n3, etc., repetidos, de modo tal que se verifica que n1 + n2 + n3 + …+
np = n, se conforma una muestra de p = n elementos con idénticas repeticiones y de modo tal que una
muestra o grupo se considera diferente de otro cuando se observa un cambio en la posición de elementos
no repetidos entre sí.
Para ejemplificar el caso supongamos que en una carrera de aquellas que se celebraron en las
aludidas jornadas deportivas juveniles al principio, se presenten cinco alumnos, dos de la escuela de
comercio, otros dos de la escuela nacional y un último del colegio de la universidad, y que el interés de
estudio sobre esa población es determinar las formas diferentes en que pudo terminar la carrera
concretada, sabiendo que la concluyeron los cinco participantes, pero respecto de los colegios o escuelas
representados y no desde el punto de vista de quienes lo hicieron como participantes.
La población para el caso se conformaría con cinco elementos, que identificaremos con la inicial
de la modalidad del establecimiento que representan los competidores y que resulta entonces CCNNU, o
sea, dos representantes de la escuela de comercio (C), otros dos de la escuela nacional (N) y uno del
colegio de la universidad (U) respectivamente y tal como se anticipó en el párrafo precedente.
Es evidente que un modo de concluirse la carrera podría haber sido precisamente CCNNU, pero
también podría haber sido que esta carrera concluyera como NCNCU o bien UCNNC o también
UNCCN u otras formas posibles, lo que hace que cuando se cambia el orden de integración del grupo,
por alteración del orden de elementos no repetidos entre sí, se consiga una forma diferente de finalización
de dicha competencia. Lógicamente si los corredores de la escuela de comercio fueran González y
Hernández, es evidente que si los dos primeros puestos hubieran sido alcanzado por González y
Hernández en ese orden o bien por Hernández y González en este orden, pareciera que los grupos son
distintos, sin embargo, como ambos representan a idéntica institución escolar y esta es la variable de

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interés, poner CCNNU por ejemplo, o CCNNU para pretender indicar en un caso la llegada de los
corredores en la primera alternativa aludida y en el otro con la segunda, no observaríamos cambio alguno.
De allí que se diga que un grupo difiere de otro cuando cambian entre sí elementos que resultan distintos
entre ambos.
Número de las permutaciones con repetición

Esta cantidad o número se simbolizará del siguiente modo:


n ,n ,n ,...,np
Pn 1 2 3

recordando que conforme a lo dicho oportunamente sobre la forma en que está integrada la población,
debe verificarse que n1+n2+n3+…+np = n, y donde al menos un ni debe ser mayor que 1 y algún o
algunos otros pueden ser la unidad. Así en el caso que hemos dado en el título anterior como ejemplo, la
población de n = 5 elementos se conformaba con n1 = 2 elementos iguales entre sí, n2 = 2 elementos
iguales entre sí aunque diferentes de los anteriores, y n3 = 1 elemento distinto de cualesquiera de los de
los elementos previos, verificándose además que n1 + n2 + n3 = 2 + 2 + 1 = 5 para el caso.
Este símbolo se lee como “cantidad o número de permutaciones de n elementos entre los que hay
n1 repetidos, n2 repetidos, n3 repetidos, etc. repetidos”.
La fórmula general o genérica que podría aplicarse para determinar la cantidad de grupos o
permutaciones con repetición que podrían lograrse, vinculada a las condiciones que se observan en la
integración de la población considerada, resulta ser:
n!
Pnn1 ,n 2 ,n 3 , ... , n 3 
n1! n 2 !n 3 ! ... np !

Para determinar la fórmula anterior, consideremos conocida la cantidad de permutaciones con


algunos elementos repetidos, supongamos que la misma sea igual a “x”. Si los n1 elementos, en lugar de
ser iguales fueran diferentes entre sí, podrían permutarse de n1! formas, si los n2! fueran distintos unos de
otros, también podrían permutarse de n2! formas diferentes, y así sucesivamente, de modo que, si todos
los elementos fueran diferentes entre sí, por el principio de multiplicación oportunamente enunciado,
podemos decir que “x” se vería incrementado por todas esas permutaciones posibles existiendo entonces
x . n1! . n2! . … . np! formas diferentes de armar los grupos.
Ahora bien, como el número de permutaciones de n objetos todos distintos es igual a n!, si todos
los elementos pudieran diferenciarse entre sí se tendría que:
x . n 1 ! n 2 !n 3 ! ... n p !  n!
De donde surge que,
n!
x
n 1 ! n 2 ! n 3 ! ... n p !
y como “x” no es más que la cantidad de permutaciones de n elementos con n1, n2, n3, …. np, repetidos se
obtiene que:
n!
Pnn1 ,n 2 ,n 3 , ... , n 3 
n1! n 2 !n 3 ! ... np !

Si aplicamos esta fórmula al ejemplo de los cinco corredores de los tres establecimientos
educacionales, tendríamos que:
5! 5.4.3.2!
P52,2,1    30
2! 2!1! 2! 2.1. 1

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indicando este número, que hay en definitiva, treinta formas diferentes de concluir la carrera
considerando el orden en virtud de los establecimientos de educación que participaron de la misma.

Combinaciones con repetición

Se llaman combinaciones con repetición de n objetos de una población, todos diferentes entre sí,
tomados de p en p o de a p, donde cualquiera de los n elementos es susceptible de repetirse hasta p veces,
a los conjuntos o grupos de p elementos cualesquiera, tomados de entre los n dados de la población,
aunque sean repetidos, conviniendo en considerar dos grupos diferentes entre sí cuando constan por lo
menos de un elemento distinto.
Es evidente entonces que estas combinaciones resultan ser en total una cantidad menor que la que
se logra de realizar con los mismos elementos y con igual tamaño en la muestra, los arreglos con
repetición, ya que aquellos grupos que presentan iguales elementos (aún bajo la repetición) dispuestos en
manera diferente, resultan ser una misma combinación si bien resultan ser un diferente arreglo.
Si volvemos al ejemplo de las pinturas de distintos colores que conforme a lo dicho al iniciar este
trabajo reuníamos en tres partes de igual volumen para conformar los distintos tonos que podrían lograrse
con esas mezclas, tendremos que podríamos mezclar tres partes de color blanco o bien dos partes de azul
y una de blanco, lo que nos indica que el problema admite repetición de elementos en la muestra. Por otra
parte, la mezcla de dos partes de color azul y una de blanco como se indicó, o bien la mezcla de una parte
azul con otra blanca y una tercera azul, o también la de una parte blanca con dos partes azules, darían en
todos los casos el mismo tono, que podríamos decir se trataría de un azul claro o bien un celeste oscuro
por la presencia del blanco junto a una cantidad mayor de azul. Por lo tanto, el orden de aparición de los
elementos en la muestra no cambia o genera una nueva muestra y esa es la característica precisamente que
permite identificarla como una combinación, en este caso, con repetición.

Número de las combinaciones con repetición

El total de combinaciones con repetición que pueden lograrse de una población de n elementos
tomándolos de p en p se simboliza como:
Cpn, r o bien como Crn, p

donde la letra C indica combinaciones, el subíndice n hace referencia al tamaño de la población (o sea la
cantidad de elementos u objetos con que cuenta la misma) y el subíndice o supraíndice p (según el caso)
alude al tamaño de cada grupo o muestra, utilizando el subíndice o superíndice r para indicar que se trata
de combinaciones con repetición de elementos, y que se lee precisamente como “cantidad o número de
combinaciones con repetición de p elementos tomados de los n distintos con que cuenta una población”.
La determinación del número de combinaciones con repetición se puede lograr realizando una
serie de consideraciones basadas en las combinaciones sin repetición, que permiten luego generalizar una
conclusión válida para la incógnita que se pretende resolver.
Supongamos que se cuenta con una población cualquiera de cinco elementos numéricos (y que si
no lo son podríamos numerarlos y aparearlos entonces con una población como la que proponemos), que,
por motivos de comodidad suponemos resulta ser la conformada por los que integran el conjunto:
A  1; 2; 3; 4; 5
Con esos elementos se determinan las diferentes combinaciones con repetición tomando de a tres
esos elementos, que sabemos evidentemente cuáles son aún cuando aún no podemos afirmar
genéricamente cuantos grupos resultan ser.
Todos los grupos que pueden lograrse resultan ser, evidentemente, los que se detallan a
continuación:

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1-1-1 1-1-2 1-1-3 1-1-4 1-1-5 1-2-2 1-2-3 1-2-4 1-2-5 1-3-3
1-3-4 1-3-5 1-4-4 1-4-5 1-5-5 2-2-2 2-2-3 2-2-4 2-2-5 2-3-3
2-3-4 2-3-5 2-4-4 2-4-5 2-5-5 3-3-3 3-3-4 3-3-5 3-4-4 3-4-5
3-5-5 4-4-4 4-4-5 4-5-5 5-5-5

De igual modo, si se estuviera frente a una población cuyos elementos dejaran de ser
específicamente cinco, para ser un número ilimitado aunque evidentemente finito, en general podría
decirse que cada uno de ellos podría aparearse o asociarse con un número natural. Se tendría por ejemplo
que esa población podría ser la conformada por los elementos del conjunto:
N  1; 2; 3; 4; 5; 6; ... ; i; j; k; l; ...; o; ...; n
Se estaría en condiciones de armar todos los grupos posibles de combinaciones de esos n
elementos tomados de una cantidad cualquiera p o de p en p, de modo tal que se admitiera la repetición, y
aún desconociendo su cantidad, se lograrían los mismos, pudiéndose registrar como parte de ellos, los
siguientes:
1-1-1-...-1 1-1-1-...-2 1-1-1-...-3 ... 1-1-1-...-o ... 1-1-1-...1n
... ... ... ... ...
3-4-4-...-4 3-4-4-...-5 3-4-4-...-6 ... 3-4-4-...-n ...
... ... ... ... ...
... i-j-k-...-o ... i-j-k-...-n
... ... ... ... ...
n-n-n-...-n

Es de destacar que, si bien en los ejemplos anteriores se han dispuesto los elementos de los
grupos en forma ordenada (creciente para el caso), el concepto propio de combinaciones hace que, si el
grupo estuviera integrado por los mismos elementos, pero dispuestos en otro orden, el grupo seguiría
siendo el mismo y no uno diferente como al considerar los arreglos, precisamente por lo anticipado sobre
el mantenimiento de la misma muestra cuando se altera el orden de aparición de los elementos que la
conforman sin que cambie elemento alguno.
En virtud de la posibilidad de que al armar los grupos, los mismos se hubieran conformado en un
orden diferente al creciente, consideraremos a cada grupo posible con sus elementos numéricos
integrantes dispuestos en orden creciente, reiterando que no existe inconveniente alguno para realizar este
tipo de selección en la escritura de los grupos en virtud del concepto de combinaciones al que nos
referimos.
De este modo, el grupo genérico:
i-j-k-...-o
para una población cualquiera de n elementos en la que se hayan armado los grupos tomándolos de a p,
presentaría la característica de que:
i  j  k  l  ...  o
ya que al estar los elementos ordenados en forma creciente, y simultáneamente, en virtud de permitirse la
repetición de dichos elementos, cada uno de los detallados debe ser menor, o a lo sumo igual, que su
siguiente.
Para el ejemplo dado referido a una población de 5 elementos donde se armaron los diferentes
grupos de 3, que resultan ser combinaciones con repetición, puede verificarse lo dicho para todos ellos, ya
que, por tomar algunos, se tiene que:

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111
134
144
555
precisamente en virtud de que dichos grupos ya estaban presentados según la selección de orden sugerida
o sea disponiendo los elementos numéricos en forma creciente.
Ahora bien, para lograr generar una conclusión que nos permita determinar nuestro objetivo, cuál
es determinar genéricamente el número de combinaciones con repetición que pueden lograrse
considerando grupos de p elementos de entre n que componen una población, haremos un artificio en
cada uno de los grupos reales. Este artificio al que nos referimos consistirá en reemplazar a cada elemento
del grupo verdaderamente válido por el que se obtenga de incrementar su valor en tantas unidades como
elementos lo precedan en el grupo.
Así en el grupo genérico considerado i-j-k-l-...o ya ordenado en forma creciente, o sea con la
seguridad de que i  j  k  l  ...  o, reemplazaríamos a los sucesivos elementos del grupo del
siguiente modo:
i por i ya que no hay ningún elemento delante del mismo en el grupo
j por j+1 ya que tiene un solo elemento delante en el grupo (el i)
k por k+2 ya que tiene delante a dos elementos en el grupo (i y j)
l por l+3 ya que delante tiene a i, j y k o sea tres elementos
... ...
o por o+(p-1) ya que al ser el grupo de p elementos es evidente que el último
de los que componen un grupo tiene delante a (p–1) elementos

de modo tal que en realidad el nuevo grupo genérico logrado de este modo resulta ser:
i-(j+1)-(k+2)-(l+3)-...-(o+p-1)
donde se presenta la particularidad de que:
i  j+1  k+2  l+3 ...  o+p-1
donde la relación anterior que permitía la posibilidad de igualdad entre dos elementos consecutivos del
grupo ha sido ahora destruida, y esa relación resulta ser absolutamente creciente a medida que se avanza
en los elementos del grupo.
Esto es evidente que es así ya que las posibilidades o relaciones iniciales entre dos elementos
consecutivos cualesquiera del grupo (por ejemplo entre j y k) eran una de las siguientes dos: o bien j  k
o bien j = k.
Si se diese la primera de las circunstancias o relaciones entre j y k, es evidente que con total
seguridad será j+1  k+2 ya que mientras el primer miembro de la relación se incrementa en una unidad,
el segundo se incrementa en dos unidades.
Si en cambio la relación entre j y k fuera la expresada en la segunda de las alternativas o
circunstancias, la igualdad inicial llevaría a que, el incremento del primer miembro en un número de
unidades menor al incremento provocado en el segundo, llevara a que éste resultara ahora mayor que el
primero, confirmándose entonces que j+1  k+2.
Como este análisis que se realizó en los párrafos precedentes es válido para cualquier par de
elementos consecutivos en el grupo, es evidente que lo dicho respecto de la diferencia segura entre dos
elementos cualesquiera de este nuevo grupo es valedero. Sin perjuicio de lo anterior, observemos el
ejemplo concreto que se presentara inicialmente, donde se consideró como conjunto de elementos

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poblacionales al conjunto A, y donde se conformaron los grupos posibles de combinaciones con


repetición de esos elementos tomados de a 3.
La transformación sugerida sobre los grupos que se lograron para conformar todas las
combinaciones con repetición posibles ya ordenados en forma creciente, arrojaría el siguiente cuadro de
equivalencias o apareamientos:

Grupo conformado Transformación del grupo Grupo resultante


1-1-1 1-(1+1)-(1+2) 1-2-3
1-1-2 1-(1+1)-(2+2) 1-2-4
1-1-3 1-(1+1)-(3+2) 1-2-5
1-1-4 1-(1+1)-(4+2) 1-2-6
1-1-5 1-(1+1)-(5+2) 1-2-7
1-2-2 1-(2+1)-(2+2) 1-3-4
1-2-3 1-(2+1)-(3+2) 1-3-5
1-2-4 1-(2+1)-(4+2) 1-3-6
1-2-5 1-(2+1)-(5+2) 1-3-7
1-3-3 1-(3+1)-(3+2) 1-4-5
1-3-4 1-(3+1)-(4+2) 1-4-6
1-3-5 1-(3+1)-(5+2) 1-4-7
1-4-4 1-(4+1)-(4+2) 1-5-6
1-4-5 1-(4+1)-(5+2) 1-5-7
1-5-5 1-(5+1)-(5+2) 1-6-7
2-2-2 2-(2+1)-(2+2) 2-3-4
2-2-3 2-(2+1)-(3+2) 2-3-5
2-2-4 2-(2+1)-(4+2) 2-3-6
2-2-5 2-(2+1)-(5+2) 2-3-7
2-3-3 2-(3+1)-(3+2) 2-4-5
2-3-4 2-(3+1)-(4+2) 2-4-6
2-3-5 2-(3+1)-(5+2) 2-4-7
2-4-4 2-(4+1)-(4+2) 2-5-6
2-4-5 2-(4+1)-(5+2) 2-5-7
2-5-5 2-(5+1)-(5+2) 2-6-7
3-3-3 3-(3+1)-(3+2) 3-4-5
3-3-4 3-(3+1)-(4+2) 3-4-6
3-3-5 3-(3+1)-(5+2) 3-4-7
3-4-4 3-(4+1)-(4+2) 3-5-6
3-4-5 3-(4+1)-(5+2) 3-5-7

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3-5-5 3-(5+1)-(5+2) 3-6-7


4-4-4 4-(4+1)-(4+2) 4-5-6
4-4-5 4-(4+1)-(5+2) 4-5-7
4-5-5 4-(5+1)-(5+2) 4-6-7
5-5-5 5-(5+1)-(5+2) 5-6-7

donde puede observarse que, partiendo de una columna inicial donde se recogen los diferentes grupos de
las combinaciones en comentario, en los que evidentemente se presentan las posibilidades de repetición
de elementos, se ha alcanzado una tercera columna, como consecuencia de la transformación intermedia,
en la que se recogen grupos equivalentes (uno para cada uno de los que se presentan en la primer columna
del cuadro), donde no existe repetición alguna de elementos en ninguno de los diferentes grupos.
Si consideramos ahora la situación inicial genérica, se podría obtener un cuadro como el
siguiente:

Grupo conformado Transformación del grupo Grupo resultante


1-1-1-...-1 1-(1+1)-(1+2)-...-(1+p-1) 1-2-3-...-p
1-1-1-...-2 1-(1+1)-(1+2)-...-(2+p-1) 1-2-3-...-(p+1)
1-1-1-...-3 1-(1+1)-(1+2)-...-(3+p-1) 1-2-3-...-(p+2)
... ... ...
1-1-1-...-o 1-(1+1)-(1+2)-...-(o+p-1) 1-2-3-...-(o+p-1)
... ... ...
1-1-1-...-n 1-(1+1)-(1+2)-...-(n+p-1) 1-2-3-...-(n+p-1)
... ... ...
3-4-4-...-4 3-(4+1)-(4+2)-...-(4+p-1) 3-5-6-...-(p+3)
3-4-4-...-5 3-(4+1)-(4+2)-...-(5+p-1) 3-5-6-...-(p+4)
3-4-4-...-6 3-(4+1)-(4+2)-...-(6+p-1) 3-5-6-...-(p+5)
... ... ...
3-4-4-...-n 3-(4+1)-(4+2)-...-(n+p-1) 3-5-6-...-(m+p-1)
... ... ...
i-j-k-...-o i-(j+1)-(k+2)-...-(o+p-1) i-(j+1)-(k+2)-...-
(o+p-1)
... ... ...
i-j-k-...-n i-(j+1)-(k+2)-...-(n+p-1) i-(j+1)-(k+2)-...-
(n+p-1)
... ... ...
n-n-n-...-n n-(n+1)-(n+2)-...-(n+p-1) n-(n+1)-(n+2)-...-
(n+p-1)

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donde evidentemente, a cada posible grupo que se presenta en la primera de las columnas, se ha hecho
corresponder en la tercera un nuevo grupo a través de la transformación sugerida, pero observándose que
mientras que en los grupos registrados en la primer columna en algunos se observa la posible repetición
de todos o algunos de los elementos que lo integran, en la tercera es evidente la no existencia de tal
repetición dentro de cada grupo logrado.
Estas experiencias (tanto particular como general) nos permiten afirmar que, conocidos todos los
posibles grupos de combinaciones con repetición para una situación dada, es factible encontrar por cada
uno de ellos un nuevo grupo en el que se haya logrado la eliminación de dicha repetición.
Ahora bien, si pudiéramos conocer de antemano cuantos grupos sin repetición podrían lograrse
transformando los que sí presentan repetición de elementos, podríamos evidentemente conocer el total de
éstos ya que debe ser coincidente en virtud del apareamiento aludido.
Para poder observar si hay posibilidades de conocer el número o cantidad de grupos que
conformarían una "tercer columna de cuadro" sin repeticiones, volvamos a analizar los resultados
logrados en los dos cuadros precedentes, el limitado o específico por una parte y el genérico por la otra.
Para el caso concreto de los grupos de combinaciones con repetición de 3 elementos tomados de
una población conformada para el caso por los 5 elementos del conjunto A, la tercer columna nos indica
que si bien no hay repetición de elementos, han aparecido nuevos elementos en cada grupo, elementos
que precisamente no conformaban la población o conjunto inicial.
El mayor de los números que aparecen en esa tercer columna, se insiste, conformada por grupos
que no presentan repetición entre sus elementos componentes, resulta ser el de valor 7, lo que nos
indicaría que, si consideráramos una población que tuviera siete elementos y con los mismos se
obtuvieran los grupos de combinaciones simples o sin repetición, se obtendrían precisamente los que
aparecen detallados en la tercera columna del cuadro respectivo, los que alcanzan un total de 35 para el
caso.
Ese total es evidentemente coincidente en número (no en composición) con el total de grupos que
resultan ser combinaciones de 5 elementos tomados de a 3 con admisión de repetición de elementos en
cada uno de los grupos, total que también alcanza a 35 para el caso.
Observemos ahora cómo se alcanza el número 7 al que hacemos referencia en el párrafo previo.
Ese número surge de considerar el mayor de los que integraban la población inicial (en nuestro ejemplo el
número 5) incrementado en tantos como lo preceden en el grupo ordenado en forma creciente, que para el
caso, por ser grupos de 3 elementos es evidente que llega a ser 2 (que surge de considerar 3 que integran
el grupo menos 1 que es el propio 5 considerado).
En consecuencia, podríamos concluir que el total de grupos que pueden lograrse combinando los
5 elementos de una población tomados de a 3 en 3 y con la característica de que cualquiera de los
elementos pudieran repetirse hasta 3 veces en el grupo, es coincidente (se insiste nuevamente que en
cantidad) con el total de grupos sin repetición que pueden obtenerse si se combinan sin repetición 7
elementos tomados de a 3 o sea, dicho de otro modo, si se combinan sin repetición un total de 5+3-1
elementos tomados de 3 en 3.
De ese modo resulta que:
3
C5, r equivale a C53 31 o sea C73

destacándose que la primera de las expresiones de la línea anterior coincide con las combinaciones con
repetición de 5 elementos que son tomados de a tres, y la última, igual en número o cantidad, resulta ser el
total de combinaciones, ahora simples, de 7 elementos tomados de a 3.
Para generalizar esta observación concentremos nuestra atención en el cuadro genérico
presentado previamente.
En dicho cuadro puede contemplarse que el elemento de mayor valor que puede ocupar el último
lugar en un grupo de los que componen la primer columna del cuadro, donde aparece la posibilidad de

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repetición de elementos y donde cada grupo dispone sus elementos en forma ordenada y creciente, es
precisamente aquel que resulte ser el mayor de la población dada, para el caso el n.
Como el grupo genérico considerado resulta estar integrado por p elementos, es evidente que este
elemento n tendría delante de él mismo p-1 elementos y en consecuencia, el valor máximo de
transformación de grupos podría alcanzar el valor n+p-1.
En consecuencia, el total de grupos que podrían lograrse combinando con repetición los n
elementos de una población en grupos de p en p, coincidiría en cantidad, con el total de grupos que
podrían obtenerse combinando sin repetición en grupos de p elementos, los n+p-1 que compusieran otra
población de referencia, en virtud del posible apareamiento señalado.
Si lo anterior es expresado en fórmulas resulta:
Cpn, r  Cpn p 1

lo que a su vez, escrito en la notación de números combinatorios o notación de Euler podría expresarse
como:
n  n  p  1
  con repetición, equivale a   sin repetición
p  p 
y textualmente, puede ser expresado diciendo:
El total de combinaciones con repetición de n elementos tomados de a p o de p en p, es
coincidente con el total de combinaciones simples que pueden lograrse tomando de a p o de p en p los
elementos de otra población que tenga (n+p-1) elementos.
La expresión anterior:
Cpn, r  Cpn p 1

permite concluir que:


(n  p  1)! (n  p  1)!
Cpn, r   Cpn p 1  
p!(n  p  1  p)! p!(n  1)!

Para la situación planteada al definir el concepto y relativa a los tonos de pinturas resultaría:
(5  3  1)! 7! 7.6.5.4!
r     35
3
C5,
3!(5  1)! 3! 4! 3.2.1.4!

que es una cifra coincidente con el total de tonos que, en la forma indicada, podrían lograrse de mezclar
en tres partes iguales en tamaño, precisamente tres de los cinco colores con que se dispone en la
población.
Determinada la cantidad de muestras o grupos que pueden determinarse si los mismos responden
a las características propias de las combinaciones con repetición, podría interesar luego determinar cuáles
son dichos grupos o muestras. Precisamente a ese fin se han incorporado algunas actividades prácticas a
abordar en las clases de esta naturaleza y encontrar precisamente, alguna forma relativamente simple de
determinar cuáles son esos grupos sin que la búsqueda resulte azarosa y compleja, sobre todo en el caso
en que la cantidad de grupos es significativa.

Algunas situaciones en las que la solución implica recurrir a más de un tipo y/o
subtipo de análisis combinatorio de los presentados

Si bien las seis divisiones previas del análisis combinatorio cubren el total de circunstancias que
podrían enfrentarse en diferentes situaciones o problemas que caigan dentro de este ámbito conceptual,

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hay algunos de éstos que no permiten lograr la respuesta pretendida aplicando únicamente alguna de estas
estructuras comentadas.
Para que lo expresado se entienda con mayor claridad consideremos dos situaciones que obligan
precisamente a lo señalado.

Primera situación:

A partir del 1 de abril de 2016 entró en vigencia la nueva Placa Patente Mercosur para todos los
automotores y motovehículos 0 KM compuesta de siete caracteres, dos letras, tres números y dos letras.

Estas nuevas placas se utilizarán también en Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela y


contendrán la identificación con nombre y bandera de cada país. Con este nuevo modelo se pretende
cubrir el patentamiento de 450 millones de vehículos. ¿Será posible emitir ese número de patentes
diferentes?

Para responder al interrogante planteado deberá determinarse la cantidad de grupos o muestras


distintas que pueden obtenerse respetando las reglas señaladas. Para ello debemos tener en cuenta que en
realidad la patente está integrada por tres partes, dos literales (o compuestas por letras que pueden
repetirse, al menos así se observa en las patentes de los nuevos vehículos que circulan) y la otra numérica
(integrada por cifras que también se pueden repetir).

Además, si prestamos atención a la primera parte literal de la patente podemos concluir que si
aparecen las letras AB o las letras BA se trata de patentes diferentes, y lo mismo sucede si cambia
algunos de los elementos que la componen. Por lo tanto, considerando la primer parte literal, podríamos
encontrar tantas patentes diferentes como la cantidad de arreglos con repetición de 26 elementos (por las
26 letras del alfabeto) tomados de a 2, o sea:
A 226 ,r  262  676
de donde se tendrían 676 formas de iniciar esas patentes.
Si centramos ahora la atención en la parte numérica de las patentes, tendremos que en ella se
deben utilizar 3 cifras de las 10 disponibles, admitiéndose también que esas cifras puedan repetirse. Por
otro lado, como el número 332 a los efectos de nuestro problema es diferente del 323, caemos en que
también aquí se trata de un arreglo con repetición, concretamente de 10 elementos tomados de a 3, o sea
un total de:
3
A10  103  1.000 patentes con números diferentes.
Por último, con respecto a la segunda parte literal, que también admite la repetición de las letras
y considerando que la alteración en el orden de aparición de las mismas da por resultado una patente
diferente, la cantidad de patentes de diferentes en esta parte será el número de arreglos con repetición de
26 elementos tomados de a 2, o sea:
A 226 ,r  262  676 formas diferentes de finalizar esas patentes.

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Para completar el análisis del caso digamos ahora que, cada una de las 676 posibilidades
determinadas en primer término, pueden aparecer acompañadas de 1.000 posibilidades numéricas
distintas, por lo tanto aplicando una regla de tres simple se tiene que:
Si con 1 primer parte literal se pueden armar 1.000 patentes (c/1 parte literal y 1 numérica)
Con 676 partes literales que pueden se armar 676 x 1.000 = 676.000 patentes (c/1 parte literal y
1 numérica)
Ahora bien, cada una de estas 676.000 patentes puede estar a su vez integrada por 676 segundas
partes literales distintas, que son las determinadas en segundo término. En consecuencia, también
aplicando regla de tres simple se logra que:
Si con 1 patente (c/1 parte literal y 1 numérica) se pueden armar 676 patentes
Con 676.000 patentes (c/1 parte literal y 1 numérica) se pueden armar 676 x 676.000 =
456.976.000 patentes
Este número equivale a decir que con este nuevo sistema se podría alcanzar un total de
456.976.000 de patentes vehiculares distintas.

Segunda situación:

Consideremos ahora la siguiente situación problemática. Una pareja está eligiendo el nombre de
su hijo que está por nacer de una lista de 5 nombres posibles. ¿De cuántas formas diferentes pueden
inscribir el hijo en el Registro Civil si dudan entre ponerle un solo nombre, ponerle dos nombres o
inscribirlo con tres nombres?
En el caso que opten por inscribirlo con un solo nombre el análisis combinatorio a utilizar
arrojaría el mismo resultado en el caso de un arreglo o una combinación, ya que la muestra es de tamaño
uno tomada de una población de 5 elementos, o sea:
A15 C15  5
En este aspecto es muy simple, la cantidad de maneras diferentes en que puede ser inscripto el
futuro bebé es 5.
Pero si optan por inscribirlo con dos nombres, una primera conclusión muy fácil de extraer es que
los nombres no pueden repetirse con lo cual para determinar la cantidad de formas diferentes de
inscribirlo debemos utilizar un tipo de análisis combinatorio simple. Ahora bien, no es lo mismo
inscribirlo por ejemplo como Juan Andrés, que como Andrés Juan, con lo cual podemos concluir que se
trata de un arreglo simple de una población de 5 elementos tomados de a 2 elementos, o sea:
5!
A 52   20
(5  2)!
de donde surge que el futuro bebé, si optan por ponerle dos nombres, puede ser inscripto de 20 formas
diferentes.
Por último, si optan por ponerle tres nombres es fácil deducir que los mismos no se pueden repetir
y que si se altera el orden de los nombres es una forma diferente de inscribir al niño. En consecuencia,
también para determinar todas las maneras posibles debemos recurrir a los arreglos simples de una
población de 5 elementos tomados en este caso de a 3, o sea:
5!
A 35   60
(5  3)!
de donde se concluye que el niño puede ser inscripto de 60 formas posibles.

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Para determinar el total de maneras diferentes de inscribir al niño debemos sumar los resultados
parciales obtenidos, o sea entonces:
Cantidad de formas diferentes de inscribir al bebé = 5 + 20 + 60 = 85
Obsérvese que en esta situación, para alcanzar la respuesta pretendida, se hizo necesario también,
recurrir a determinaciones parciales que sólo luego de considerarlas en forma conjunta de un modo
razonable, se arribó al resultado definitivo. Sin embargo, a diferencia de lo que correspondió a la primera
situación presentada, en este caso, en lugar de multiplicar los resultados parciales entre sí, se hizo
necesario sumarlos.

Conclusiones de lo expresado:

Todo lo expresado permite derivar que en general, la mayoría de las situaciones problemáticas a
cuya solución puede aportar el conocimiento del trabajo con el análisis combinatorio, no implican la
aplicación lisa y llana de alguno de los tres tipos que se han definido en esta unidad (arreglos,
permutaciones y combinaciones) ni siquiera contemplando las dos modalidades viables (con o sin
repetición de elementos), sino que por el contrario, sin que existan “recetas milagrosas” que lleven
fácilmente al logro de la solución, debe en general analizarse el caso concreto para encontrar cuál es la
determinación correcta que corresponda a la misma.
Sin embargo hay dos pautas generales que pueden desprenderse para considerar a la hora de tener
que contemplar soluciones que requieren más de un análisis parcial, y terminan dependiendo de una
adecuada vinculación para alcanzar la solución pretendida.
Si los análisis parciales son tales que uno de ellos puede ser acompañado por todas las
alternativas que determina el otro, eso generará que los resultados logrados deban multiplicarse entre sí.
Si en cambio, los análisis parciales son tales que se excluyen entre sí, o sea que si se da uno de
ellos el otro se imposibilita y viceversa, en ese caso el resultado final surge de reunir por suma los valores
parciales alcanzados.
Así en el caso de las patentes se multiplicaron los resultados parciales entre sí en razón de que
cada posibilidad que brindaba uno de ellos podía ser acompañada con todas las que ofrecía el segundo y
el tercero. En cambio, en el caso de los nombres del bebé de la segunda situación, los resultados fueron
sumados entre sí ya que si se utilizaba una posibilidad, por ejemplo inscribir al niño con un solo nombre,
automáticamente esta decisión excluía a las otras dos.

Probabilidad

El desarrollo de la teoría de la probabilidad se inició con cierto auge y atención en el siglo XVII,
y tal como se comentara oportunamente, fue motivado inicialmente en la necesidad de dar respuesta a los
problemas de los juegos de azar. Hoy, sin embargo, encuentra su aplicación en diversas y muy diferentes
ramas del saber, tales como en la medicina, en los deportes, en el análisis o formulación de leyes, en
muchos aspectos de los negocios incluso cotidianos, en el trabajo con seguros, en la ingeniería y la
meteorología, en el cálculo actuarial, en estudios de índole económica, etc. La teoría de la probabilidad
fundamenta casi por completo los métodos de la estadística, puesto que se utiliza para manejar situaciones
en que interviene la incertidumbre.
Determinados fenómenos no pueden predecirse con exactitud. Muchas veces es imposible o al
menos muy dificultoso o costoso determinar el resultado preciso de un experimento, aunque se conozca el
conjunto de todos los resultados posibles. Por ejemplo, si se lanza al aire una moneda, no podemos
asegurar si caerá cara o cruz, pero sí que lo hará de una forma u otra, de modo que se conoce el número
de resultados posibles pero no el de la próxima experiencia que hagamos. En las próximas elecciones no
podemos asegurar quien resultará electo presidente de la Nación, pero una vez definidas las listas
podemos saber precisamente cuales son los posibles. Si nos decidimos a probar la bondad de un fósforo,

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conocemos de antemano que el resultado será que el mismo el bueno o malo, pero no podemos anticipar
de igual modo el resultado que obtendremos al rasparlo con el ánimo de concretar la prueba pretendida.
A pesar de ser la probabilidad un concepto muy utilizado en la vida cotidiana y en las diferentes
ciencias, existen definiciones de acuerdo a distintos enfoques. Nosotros veremos el enfoque clásico,
denominado también enfoque de Laplace por haber sido el matemático de este apellido quien lo hizo
popular y a quien se le atribuye la formulación de la teoría. Bajo este enfoque consideramos un
experimento que tiene un número finito de posibles resultados o consecuencias, cada uno de los cuales
tienen la misma posibilidad de ocurrir siendo además mutuamente excluyentes, lo que es lo mismo decir
que no coexisten como tales sino que, dado uno se elimina el o los restantes. En el caso de los fósforos los
resultados podrían ser que enciende o no enciende pero sólo puede darse una de esas posibilidades y la
que se dé, elimina automáticamente a la otra. Cuando se lanza una moneda al aire hay dos posibles
resultados: cara o cruz, que no se dan simultáneamente. Si se tratara de un dado los posibles resultados
serán seis: 1, 2, 3, 4, 5, 6, que tampoco se dan simultáneamente, cualquier número que se obtenga del
lanzamiento es único y anula la aparición de los otros en el mismo experimento.
A propósito digamos que denominaremos experimento al procedimiento mediante el cual se
obtiene una observación o resultado (arrojar una moneda al aire o un dado es precisamente un
experimento o también una experiencia). El conjunto de todos los resultados posibles recibe el nombre de
espacio muestral (por ejemplo el conjunto de los resultados posibles de arrojar un dado es 1, 2, 3, 4, 5,
6 de ahí que este es el espacio muestral del experimento de arrojar un dado). Cualquier subconjunto del
conjunto de resultados posibles se denomina suceso o evento. Así, el suceso o evento puede ser obtener
un número impar cuando se lanza el dado, el cual se representará por el subconjunto 1, 3, 5.
La probabilidad de un suceso es una medida que indica la posibilidad de que dicho suceso ocurra.
Si se lanza un solo dado, todos los resultados tienen la misma posibilidad (el tres tiene la misma
posibilidad de salir que cualquier otro número, por ejemplo). Como existen seis posibles resultados y
como cada uno tiene la misma posibilidad de salir al ser arrojado el dado, la probabilidad que salga el
tres, para mantenernos en el ejemplo, será uno entre seis, lo que matemáticamente expresamos con la
fracción 1/6 o con el resultado de ese cociente que es 0,1667.
De ahí entonces, que bajo este criterio o enfoque clásico, elemental o de Laplace, se defina a la
probabilidad simple de un suceso o evento como el cociente entre el número de resultados favorables a
que tal suceso ocurra respecto al número de resultados posibles.
Lo expresado se simboliza como:
n(F) número de resultados favorables del suceso A
P(A) = 
n( P) número total de resultados posibles

En el ejemplo del dado, si simbolizamos al espacio muestral como P = 1, 2, 3, 4, 5, 6,


la cantidad de elementos de P se representa como n(P), que resulta igual a 6. Si denominamos F al
subconjunto 1, 3, 5, la cantidad de elementos de F se representará como n(F) = 3. De ahí entonces, que
la probabilidad de que ocurra el suceso A de obtener un número impar al arrojar un dado sería:
n(F) número de resultados favorables del suceso A 3 1
P(A) =  =   50%.
n( P) número total de resultados posibles 6 2

Esta respuesta, o bien la expresión equivalente P(A) = 0,5, refleja lo que podemos esperar que
suceda a largo plazo. Si continuamos tirando un dado repetidamente, esperamos que en promedio, el 50%
de las veces salga un número impar. Claro que puede darse que al tirar el dado salga varias veces seguidas
un número par, pero si el experimento se repite por ejemplo 1000 veces, esperamos que unas 500 veces
salga un número impar.
Aclaremos a esta altura que la expresión casos o resultados favorables, quiere significar casos o
circunstancias en que ocurre el suceso, pero no necesariamente que el suceso en sí mismo es favorable,
beneficioso o conveniente. Se considera que un resultado es favorable cuando coincide con la hipótesis
que se está tratando de probar. Así, si queremos probar que determinada sustancia es un veneno mortal,

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cuando encontremos un muerto como consecuencia de la ingesta de ese producto, diremos que eso es un
éxito o un caso favorable, si bien la muerte de una persona no sería favorable para nada en el léxico
corriente.
Puesto que cualquier suceso es un subconjunto del espacio muestral o conjunto que incluye la
totalidad de los resultados posibles, podemos decir que la probabilidad que un suceso ocurra estará entre 0
y 1. Si el suceso es imposible que ocurra, porque no está incluido dentro del espacio muestral (por
ejemplo lograr que salga un 7 al arrojar un dado), su probabilidad es igual a cero. Si en cambio, el suceso
es seguro que ocurre, porque es el único resultado posible (sacar una bolita blanca de una bolsa que
contiene sólo bolitas de ese color o lograr un número menor que 7 al tirar un dado por ejemplo), la
probabilidad es igual a uno. De ahí entonces que la probabilidad de que un determinado suceso A ocurra
será:
0  P( A)  1

La probabilidad de que determinado suceso ocurra, más la probabilidad que el mismo suceso no
ocurra, resulta igual a uno. Dado que los elementos del espacio muestral que no pertenecen al suceso,
resultan ser el complemento del suceso o resultados no favorables al suceso. Así en el ejemplo del dado,
los elementos favorables al suceso son 1, 3, 5 y los no favorables son los restantes del espacio muestral
2, 4, 6, que denominamos complemento de F y que simbolizamos con Fc ó F'. En consecuencia:
n(F) + n(F') = n(P)
de donde dividiendo por n(P) resulta que:
n(F) n(F´) n( P)
  1
n( P) n( P) n( P)

por lo tanto:
P(A) +P(A') = 1
es decir, que la probabilidad de que el suceso A ocurra, o sea P(A), más la probabilidad de que dicho
suceso no ocurra, o sea P(A'), es igual a 1. Ello nos permite concluir que calculada una de ellas es
posible determinar la otra por simple diferencia a uno, porque:
P(A) = 1 - P(A')
P(A') = 1 - P(A)
En muchas situaciones para encontrar el número de resultados posibles y/o el número de
resultados favorables a determinado suceso debemos recurrir a herramientas de análisis combinatorio.
Para comprobarlo compliquemos un poco el problema de la moneda. Supongamos que queremos
determinar la probabilidad de obtener dos caras al arrojar dos veces una moneda al aire. Si identificamos
con C al resultado cara y con + al resultado seca o cruz, las posibilidades de resultados quedan resumidas
en el siguiente esquema:
1° moneda 2° moneda o sea en definitiva
C CC
C + C+

+ C +C
+ ++

En definitiva, el número de resultados posibles puede escribirse como A 22,r = 22 = 4, en tanto que
el resultado favorable es uno solo (que salga CC). Por lo tanto, la probabilidad será 1/4 = 25% = 0,25.

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En tanto la probabilidad de que tal suceso no ocurra (probabilidad complementaria) será igual a
1 - 1/4 = 3/4 = 0,75.
Veamos ahora otra situación problemática similar. Un inspector de una línea de producción de
una fábrica visita durante la jornada laboral 6 máquinas de las 10 existentes. A fin de impedir que los
operadores sepan cuándo inspeccionará elige al azar el grupo a controlar cada día. Si los operadores se
llaman respectivamente: Andrés, Bernardo, Carlos, Daniel, Eduardo, Felipe, Gerardo, Horacio, Ignacio y
Juan, se pide determinar:
a) ¿Qué probabilidad existe que en el grupo elegido para inspeccionar el día lunes esté incluida la
máquina de Daniel?.
b) Si el día viernes sólo están operando las máquinas de Andrés, Bernardo, Carlos, Daniel,
Eduardo y Felipe, ¿qué probabilidad existe que sea inspeccionada en primer término la máquina de
Carlos?
Nota: Téngase en cuenta que al calcular la probabilidad de que sea inspeccionada la máquina de
Daniel determinamos los casos favorables de que tal hecho ocurra, aunque ello no signifique que le
resultará favorable a Daniel.
Dejamos la búsqueda de la respuesta y su determinación a cargo del lector.

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BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

Algebra y Trigonometría con Geometría Analítica – Walter Fleming y Dale Varberg – Ed. Prentice Hall
(3era. Edición)
Algebra y Funciones Elementales – R.A. Kalnin – Ed. Mir (2da Edición)
Algebra – Max Sobel y Norbert Lerner - Ed. Prentice Hall (4ta. Edición)
Matemáticas Aplicadas – Jagdish C. Arya y Robin W. Lardner - Ed. Prentice Hall (3era. Edición)
Matemáticas para Administración y Economía – Ernest F. Haeussler, Jr. y Richard S. Paul – Grupo
Editorial Iberoamérica.
Matemáticas – Luis Postigo – Editorial Sopena - Barcelona – Ed. 1960
Algebra y Trigonometría Plana – Abraham Spitzbart y Rosa Bardell – Compañía Editorial Continental
Matemática General - Volumen I - César A. Trejo – Ed. Kapeluz - 2da. Edición
Algebra y Trigonometría – Dennis G. Zill y Jacqueline M. Dewar – Ed. Mc. Graw Hill (2da. Edición)
Matemáticas para Administración y Economía - Jean E. Weber - Ed. Harla - Cuarta edición

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