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brutalidad policial en El
Salvador
ANÁLISIS
Escrito por
Oscar Martinez*
-
AGOSTO 17, 2015
Derechos Humanos
El Salvador
Reforma policial
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Este es un relato de un periodista que accidentalmente presenció cómo
unos policías golpeaban a unos presuntos pandilleros en El Salvador. El
episodio plantea preguntas inquietantes acerca de la brutalidad policial
en un país que sufre de crecientes tasas de homicidio.
En la cochera de la Delegación Centro de la Policía hay unos 30
detenidos. La mayoría sin camisa. La mayoría muchachos. La mayoría
flacos. Están sentados en el suelo. La mayoría con las manos en la
cabeza y la cabeza metida entre las rodillas. Ninguno se queja de nada.
Ninguno es golpeado en la cochera. Todavía no.
Ese es el grupo de los capturados antes del mediodía, en el operativo de
búsqueda tras el asesinato del policía número 30 el lunes 29 de junio.
El operativo ocurrió en la comunidad Las Palmas, en el barrio San
Esteban —donde ocurrió el homicidio— y en el Centro Histórico de San
Salvador, donde MS13 y Barrio 18 se disputan cuadra por cuadra el
control de las extorsiones.
Este artículo apareció originalmente en El Faro y fue
editado y publicado con permiso. Vea el original aquí.
En lo que va de 2015 han asesinado a 30 policías en El Salvador. Y en
las calles se ha desatado algo que parece una guerra. En marzo el
Presidente Salvador Sánchez Ceren admitió que la Policía Nacional
Civil (PNC) había matado a más de 140 sospechosos en
enfrentamientos a tiros en un solo mes. Casi presumió de ello. Cada
policía asesinado aviva ese fuego.
***
Son casi las 3 de la tarde. Por la radio empieza a escucharse una
persecución. Algunos policías, jadeantes, persiguen a un grupo en los
alrededores del mercado Tinetti, zona dominada por la facción
revolucionaria del Barrio 18. Las voces de los oficiales que corren por el
centro hablan de una bodega y piden a uno de los suyos que se baje de
un techo, que finalmente tienen capturados a los últimos dos.
Por la radio de la Delegación Centro, tres voces repiten: “mátenlos”.
La voz de una mujer policía es insistente: “mátenlos. Maten a esos
hijosdeputa”.
La voz de un hombre policía repite varias veces: “seamos inteligentes”.
La voz de otro hombre policía termina ese primer intercambio de
opiniones: “maten a esos hijosdeputa. Aquí ya no nos caben. Aquí ya no
caben más, mátenlos”.
Pasan 20 minutos.
Dentro de la delegación todos, a excepción de una subinspectora y un
policía de seguridad pública, usan pasamontañas negros.
En las calles se ha desatado algo que parece una
guerra. Cada policía asesinado aviva ese fuego.
Aparecen dos pick up. En una clásica escena que puede verse en las
notas policiales de cualquier noticiero del país, algunos agentes del
Grupo de Operaciones Especiales y del 911, bajan a trompicones de los
pick ups a jóvenes pandilleros —algunos con signos pandilleros
tatuados— esposados con las manos en la espalda y sangrando de la
cara. Lo dicho, esa es la escena normal que puede verse a cada rato por
la tele.
Las cámaras de los periodistas que esperan afuera filman.