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Desde siempre, la naturaleza nos ha aportado alimentos, agua limpia y aire puro pero, muchas
veces, lejos de ver los beneficios intangibles de los recursos naturales, el ser humano se ha
limitado a ver los ecosistemas como fuente de productos de bienes y servicios, es decir, como
una mercancía.
Pero para cuidar y conservar los ecosistemas es necesario conocer todas sus contribuciones,
no solo desde el punto de económico o científico, sino también desde una perspectiva social,
cultural o antropológica.
Así lo advierte hoy un artículo publicado en Science y firmado por una treintena de expertos
del IPBES, la Plataforma Intergubernamental de Naciones Unidas sobre Biodiversidad y
Servicios de los Ecosistemas, y que ha sido liderado por el investigador senior Unai Pascual,
del Ikerbasque de BC3 (Basque Centre for Climate Change) y la profesora de la Universidad
Nacional de Córdoba y CONICET (Argentina) Sandra Díaz.
Integrado por 128 países de todo el mundo, el IPBES es un organismo independiente que
proporciona informes periódicos, métodos y herramientas para promover el uso sostenible de
la biodiversidad y los ecosistemas del planeta y ayudar a su protección.
“Nuestra labor es similar a la que realiza el Panel de Expertos del Cambio Climático (IPCC) de
Naciones Unidas pero centrada en la protección de la biodiversidad”, explicó Unai Pascual a
Efe.
“Ese año, auspiciados por Naciones Unidas, un equipo interdisciplinar de miles de científicos
publicó la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, en el que daban su visión sobre el estado
mundial de los ecosistemas: su evolución, degradación y las consecuencias para el ser
humano”, relata Pascual.
Ciencia de la sostenibilidad
El informe supuso un punto de inflexión para la llamada ciencia de la sostenibilidad y “de él
nació una idea innovadora: analizar los servicios ecosistémicos, es decir, todo lo que el ser
humano recibe de los ecosistemas”, detalla el investigador.
Detallar los servicios o el valor de los ecosistemas puede ayudar a los gestores públicos y
privados a mejorar las políticas e iniciativas sobre el uso y la protección del medio ambiente.
Y es que, “durante más de una década, las políticas sobre la naturaleza han estado dominadas
por el conocimiento de las ciencias naturales y la economía”, señala Sandra Díaz.
Sin embargo, “ahora procuramos incorporar mucho más los aportes de las ciencias sociales y
también de otros sistemas de conocimiento, como los de las comunidades locales y pueblos
indígenas”, puntualiza Díaz a Efe.
Para el presidente del IPBES, Robert Watson, es importante que “la gente entienda mejor el
valor total de la naturaleza para asegurar su protección y uso sostenible”.
Y es que “la naturaleza ofrece una abundancia de bienes y servicios esenciales, como
alimentos, protección contra las inundaciones y muchos más, pero también tiene un rico
significado social, cultural, espiritual y religioso, que también debe ser valorado en la
formulación de políticas”.
Tanto las próximas evaluaciones regionales del IPBES sobre la biodiversidad y los
ecosistemas y su impacto sobre la calidad de vida, que serán aprobados en marzo, como el
siguiente informe mundial del IPBES, previsto para 2019, incluirán por primera vez esta
nueva perspectiva pluralista de las contribuciones de la naturaleza a las personas