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SECRETARÍA DE POSGRADO

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES


UNIVERSIDAD DE MENDOZA
ESPECIALIZACIÓN EN MAGISTRATURA Y GESTIÓN JUDICIAL

EL PRINCIPIO DISPOSITIVO Y
EL IMPULSO PROCESAL DE OFICIO.

Trabajo de la asignatura: Derecho Procesal Profundizado

Nombre y apellido: Carola Pardo

Fecha: 08 de febrero de 2018


Índice

1. Introducción p.3

2. El principio dispositivo y el rol del juez p. 4

3. El principio dispositivo y el impulso procesal de oficio en el

C.P.C.C.yT. de Mendoza p. 6

4. Conclusiones p. 10

5. Bibliografía p. 11
Introducción
El Código Procesal Civil Comercial y Tributario de Mendoza es la expresión
del cambio de paradigma que ha comenzado a verse hace unos años en nuestra
provincia y que intenta dar respuesta a una comunidad que está cansada de la justicia
lenta, de la burocratización de los procesos, de estar esperando largos años por una
sentencia y de la excesiva litigiosidad que ha puesto en crisis la institución judicial.

Para lograr este cambio, la nueva normativa establece los procesos por
audiencia, la inmediación y publicidad, incorpora las nuevas tecnologías, gestiona y
concentra procesos, establece el impulso compartido permitiendo la actuación de
oficio del tribunal, todo ello con el fin de reducir considerablemente los plazos para
obtener una sentencia y garantizar la tutela judicial efectiva. Se busca una
reingeniería jurídica basada en la gestión de recursos que permita transformar el
proceso civil haciéndolo más corto, simple, concentrado y eficiente con un juez
presente y con participación activa.

Bajo este panorama se cuestiona si este rol activo otorgado al juez junto con el
impulso compartido y la oficiosidad no significa un detrimento al principio
dispositivo que garantizaba a las partes la titularidad del proceso y su control, si la
posibilidad de que el juez pueda tomar las medidas que considere necesarias para la
consecución del final del pleito juega en contra de la disponibilidad con la que
contaban las partes durante las etapas procesales existentes en el anterior sistema.

En el presente trabajo me propongo dar respuesta a esta disyuntiva analizando


el concepto del principio dispositivo y teniendo en cuenta su alcance frente a los aires
de cambio que propone el nuevo código procesal mendocino.
El Principio Dispositivo y el rol del juez.
El principio dispositivo es aquel conforme al cual la actividad procesal recae
bajo la responsabilidad de las partes, tanto en el inicio del proceso judicial con la
presentación de la demanda, como la aportación de los materiales y pruebas sobre las
cuales deberá resolver el juez. 1 Incluso, algunos autores lo definen diciendo que las
partes son dueñas absolutas del proceso y son quienes determinan los límites exactos
del litigio a resolver delimitando con ello la injerencia que el juez puede tener en la
causa. 2

Es decir, se confiere a las partes la facultad de iniciar una demanda ante el


aparato judicial (principio de iniciativa), de ofrecer las pruebas y aportar los hechos
(disponibilidad material), de impulsar el proceso hacia la obtención de una sentencia
e incluso de desistirlo, abandonarlo, conciliarlo o lo que mejor le parezca (impulso
procesal) y de delimitar las cuestiones sobre las cuales el juez deberá resolver
(delimitación del thema decidendum).

Bajo este concepto, y durante muchos años, se consideró que el rol del juez
era pasivo, como mero espectador que debía aplicar la letra de la ley en base a lo que
las partes traían a conocimiento. Esto no debe extrañarnos si consideramos la época
imperante en la que entró en vigencia el Código Civil de Velez Sarfield (1871), una
época marcada por el liberalismo y la autonomía de la voluntad propia de los siglos
XVIII y XIX, donde cualquier intromisión era vista como una grave violación al
derecho de propiedad y a las relaciones privadas. Igual sentido mantenían los códigos
procesales de la época.

Siguiendo a Chaher y Marcet3, esta deformación del concepto del principio


dispositivo implicó un “dejar hacer” a las partes y un abandono de la iniciativa de los

1 Palacios L. “Manual…”
2 Ferreyra de la Rua, “Tratado…”
3 En Chayer, H. M. & Marcet, J. P. (Coords.). (2016). Nueva gestión judicial: oralidad en los procesos
tribunales que colocaron al juez en una especie de autorizador o denegador de lo que
las partes pedían, otorgando el poder temporal del proceso, generando desgastes
jurisdiccionales innecesarios, burocratizando la justicia, convirtiéndolo en lo que
nunca fue.

Pero las épocas han cambiado y la sociedad actual requiere de jueces que
participen, que se involucren en la sociedad que viven y que procuren dictar
sentencias creativas que no se limiten a la aplicación de la ley, sino a dar una solución
real al conflicto que deben dirimir.

Como dice Alsina4 “si bien se mantiene el principio de que el juez solo puede
pronunciarse sobre los hechos aportados por las partes, a va perdiendo aplicación el
que a ellas le corresponde exclusivamente aportar las pruebas, admitiéndose en
cambio que el juez pueda completar el material de conocimiento; se mantiene
también el principio de que las partes son las dueñas de la acción pero la facultad de
impulsar el procedimiento mediante peticiones, acuse de rebeldía, etc. va siendo
substituida por la perentoriedad de los términos y el pase de un estadio a otro sin
requerimiento de parte, por obra del juez o de la ley”.

Esta interpretación sobre el principio dispositivo ha respondido al cambio


cultural e ideológico por el cual hemos transcurrido durante todos estos años. En este
5
sentido, como dice Maciotra el hacer justicia es un interés público del Estado
Moderno y para ello, el único medio éticamente aceptable es el descubrimiento de la
verdad, por lo que necesitamos contar con jueces que asuman un rol activo en el
procedimiento civil con deberes y facultades que le permitan dictar una sentencia

civiles. 1a ed. Bs. As.: Ediciones SAIJ.


4 Alsina.” Derecho Procesal”
5 http://www.saij.gob.ar/mario-masciotra-privacion-poderes-jueces-omision-su-ejercicio-constituye-una-

violacion-constitucion-dacf010041-2001/123456789-0abc-defg1400-
10fcanirtcod?q=tema%3Aprincipio%3Fdispositivo&o=3&f=Total%7CFecha%7CEstado%20de%20Vigencia%5B
5%2C1%5D%7CTema/Derecho%20procesal/principios%20procesales%7COrganismo%5B5%2C1%5D%7CAuto
r%5B5%2C1%5D%7CJurisdicci%F3n%5B5%2C1%5D%7CTribunal%5B5%2C1%5D%7CPublicaci%F3n%5B5
%2C1%5D%7CColecci%F3n%20tem%E1tica%5B5%2C1%5D%7CTipo%20de%20Documento/Doctrina&t=15
justa. Chiovenda6 nos remarca la necesidad de contar con jueces que participen en la
lite como fuerza viva y activa.

Este es uno de los ideales del movimiento “activismo judicial” el cual


considera que los jueces cumplen un rol social en búsqueda de la verdad jurídica
objetiva, respetando los derechos y garantías constitucionales y dándoles un papel
activo en el desarrollo del proceso procurando un mejoramiento del sistema judicial y
dictando sentencias que se ajustan a la necesidad y realidad social.

En este sentido, Peyrano7 , nos dice que para explicar la mecánica del
activismo judicial, se debe partir de las varias facultades y deberes que los distintos
códigos procesales civiles ponen en cabeza de los magistrados a los fines de que
cumplimenten de la mejor manera posible su finalidad de impartir justicia. Agrega
que el activismo judicial es creativo e implica el protagonismo de los tribunales y la
actualización del servicio de justicia.

Esta es la respuesta a los tiempos modernos que corren, es el nuevo sistema


judicial que intenta responder a las reales y concretas exigencias de una sociedad
globalizada, democrática, pluralista, dinámica y participativa.

El principio dispositivo en el Código Procesal, Civil y Tributario de


Mendoza

El Código Procesal Civil Comercial y Tributario de Mendoza (CPCCyT) que


entró en vigencia el pasado 1 de febrero es una demostración de la necesidad de
plasmar estos nuevos ideales en nuestro sistema judicial tratando de buscar la
satisfacción material y efectiva de las pretensiones de las partes con el menor coste

6 Chiovenda, Giuseppe, “Bases para reformular..”


7 Peyrano, Jorge W., “Sobre el activismo judicial”, …
económico y en el menor espacio de tiempo (…) mediante procedimientos rápidos y
pocos costos para la sociedad y el Estado8.

En su art. 2 inciso b) y d) establece el principio dispositivo y el impulso


compartido respectivamente. A su vez, el art. 48 establece respecto a los deberes de
los litigantes que a estos les incumbe la iniciación del proceso y la oposición de
defensas y excepciones, (aunque los jueces podrán considerar de oficio aquellas
excepciones que el código o la legislación de fondo autorizan) y deben instar el
desarrollo del proceso, en todas sus etapas e instancias, sin perjuicio de las facultades
y atribuciones concedidas a los jueces por los Arts. 46 y 166.

Por su parte, el art. 46 hace referencia a los deberes y facultades de los jueces
y determina que el juez es quien ejerce la dirección del proceso y provee las medidas
necesarias para su normal desarrollo, a pedido de interesado o por propia iniciativa,
debiendo procurar el avenimiento de los litigantes y la pronta solución de los litigios,
sanear el procedimiento, disponer medidas idóneas para esclarecer la verdad de los
hechos controvertidos, mantener la igualdad de los litigantes, proponer una más
rápida y económica tramitación del proceso y asegurar una solución justa (entre otras
cosas), mientras que el artículo 166 hace referencia a la carga dinámica de la prueba y
la posibilidad que tiene el juez de distribuir la carga respecto de quien está en mejor
condición de probarla.

Podemos observar que el lugar que el juez ocupa en la actualidad es un papel


mucho más activo ubicándolo como director del proceso, lo que no significa que las
partes hayan perdido su autoridad o que el principio dispositivo se haya visto
menguado.

8 Sendra, citado en Beade & Sprovieri, 2016, p. 36).


Para comprender un poco mejor esto, diremos que el principio dispositivo
implica derecho a iniciar o no una acción judicial, a ejercer o a desistir de un derecho,
no pudiendo ni el Estado ni la contraparte oponerse a la renuncia, el derecho a ofrecer
las pruebas que considere necesaria eligiendo qué hecho probará y cómo lo hará,
pudiendo desistir de dicha prueba más adelante, el derecho a contestar o no hacerlo
dentro de los plazos que se le otorgan para tal fin, derecho a apelar o no hacerlo, etc.,
pero lo que no implica el principio dispositivo es la posibilidad de disponer de los
tiempos procesales, de que el expediente no avance, de decidir cuándo cumplir cada
etapa ni de manejar los tiempos del tribunal.

9
En palabras de Di lorio citado por Beade y Sprovieri el proceso no puede
quedar supeditado a la sola iniciativa de las partes que, lógicamente, no tienen en
cuenta los fines superiores, políticos y sociales de la jurisdicción. Y ello a partir de
advertir que “también el proceso resulta demorado por la propia actividad de los
abogados, (…) No hace al principio dispositivo el que las partes deban impulsar el
proceso, por lo que este puede ser impulsado de oficio por el juez sin que se quiebre
el principio (…) Cuando las partes se presentan ante el tribunal requiriendo que se
dirima un conflicto, por ese solo hecho se están sometiendo a la potestad de ese
órgano (…). Como está involucrado no solamente el interés de las partes, sino el
interés del propio Estado en que el conflicto se resuelva lo más pronto posible, es
obvio que este no tiene por qué estar supeditado a que a las partes se les ocurra o no
impulsar el proceso”.

La capacidad de que el proceso avance en sus sucesivas etapas hasta llegar al


dictado de la sentencia corresponde tanto a las partes como al mismo tribunal y en
este sentido la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Furlan
c/Argentina, sentencia del año 2012 ya fue clara al respecto diciendo que “el Estado,
en ejercicio de su función judicial ostenta un deber jurídico propio, por lo que la

9 Beade, J. y Sprovieri, L. Jorge E.: El Juez como director del Proceso.


conducta de las autoridades judiciales no debe depender exclusivamente de la
iniciativa procesal de la parte actora de los procesos.”10

Podemos agregar también lo expresado por nuestra Corte Nacional en el


conocido fallo Coladillo donde se dijo que el proceso no puede ser conducido en
términos estrictamente formales, que no se trata de cumplir ritos caprichosos, sino del
desarrollo de procedimientos destinados al establecimiento de la verdad jurídica
objetiva que es su norte. (…) porque la renuncia consciente a la verdad es
incompatible con el servicio de la justicia.11
En este sentido citando a Arazi12 decimos que es el juez el primer interesado
en pronunciar un fallo con la máxima certeza moral; de no conformarse con la
actividad o la negligencia de las partes, es él el que tiene poderes implícitos o
inherentes instructorios para acometer con eficacia la labor investigativa. Claro que
con el control pleno y efectivo de las partes.

A todo esto, podemos agregar que el impulso procesal compartido si bien no


estaba explícitamente descripto en el Código Procesal mendocino anterior, varios
artículos lo dejaban entrever solo que, como venimos exponiendo, fue tal la alteración
al sentido del principio dispositivo que terminó provocando el abandono del control
procesal de los tribunales que se limitaron a hacer lo que las partes pedían, dejando
expedientes por meses en casilla favoreciendo el aglutinamiento de causas sin
resolver.

Solo a modo de ejemplo podemos decir que el art. 46 en su anterior redacción


(muy similar a la actual) ya contemplaba la dirección del proceso en cabeza de los
jueces y la facultad de desarrollar todas aquellas medidas que favorecieran al normal
desarrollo del proceso, podían disponer, en cualquier estado del procedimiento, las

10 http://www.corteidh.or.cr/cf/jurisprudencia2/ficha_tecnica.cfm?nId_Ficha=210
11 http://constitucion.webcindario.com/fallos/colalillo.doc
12 Arazi, Rolando; "Bases para reformular…”
medidas idóneas para esclarecer la verdad de los hechos controvertidos, mantener la
igualdad de los litigantes, propender a una más rápida y económica tramitación del
proceso y asegurar una solución justa (entre otros) pero no se empleó este artículo
para evitar las demoras excesivas en la resoluciones de las causas civiles ni para
disminuir el desprestigio en el cual estaba cayendo la justicia colocando a todos los
operarios judiciales en tela de juicio ante la comunidad.

Podría haber sido de otro modo, pero no lo fue, y hoy, en la actualidad, la


justicia está cambiando y requiere de jueces comprometidos con su tarea, que se
interesen por lograr que cada expediente que se inicie se concluya lo más pronto
posible evitando desgastes jurisdiccionales no solo para los interesados sino para el
Estado que al fin y al cabo es toda la comunidad.

A partir de estas nuevas disposiciones se espera que los procesos no se


estanquen y que avancen rápidamente hacia el dictado de la sentencia, pero para ello,
se necesita el compromiso de los jueces para que no dejen de mal interpretar el
principio dispositivo y volvamos a actuar como en tiempos anteriores.
Conclusiones

Por todo ello podemos concluir que el Código Procesal Civil Comercial y
Tributario de Mendoza establece que el impulso procesal es compartido por las partes
y el tribunal, lo que en ningún modo afecta el principio dispositivo del cual son
titulares las partes, por el contrario, ambos principios se complementan con la
intención de lograr el objetivo de todo litigio que es la obtención de una sentencia del
modo más rápido y efectivo posible disminuyendo los costos de las partes y de la
sociedad.

En ningún momento el Juez podría perjudicar a las personas comprometidas


en la causa, por el contrario, su actividad tiende a garantizar el acceso a la justicia, a
recibir una respuesta en tiempo y forma, a que las pretensiones sean atendidas y por
sobre todas las cosas a brindar servicio de justicia acorde a las necesidades de la
ciudadanía y adaptado a los nuevos tiempos que corren.

Las partes siguen manteniendo la titularidad de la pretensión y marcando los


límites sobre los cuales el juez deberá decidir. A su vez, el impulso siempre estará en
sus manos y contará con los remedios procesales ante lo que considere un exceso en
la intromisión procesal del juez.

Como todo cambio siempre trae su incomodidad, pero deberemos darle


tiempo para poder ver los efectos y las consecuencias de esta nueva modalidad, el
tiempo permitirá descubrir los aciertos y fracasos de esta nueva normativa que
seguramente se irá adaptando a nuestra realidad jurídica y social.
Bibliografía

 Alsina, H.: Fundamentos del Derecho Procesal. Tomo 1, pagina 451. 2º


edición. Editorial Ediar .

 Arazi, R.: Bases para reformular los principios fundamentales de la actividad


probatoria, Revista Jurídica DELTA,N°12.

 Beade, J. y Sprovieri, L. El Juez como director del Proceso en Chayer, H. M.


& Marcet, J. P. (Coords.): Nueva gestión judicial: oralidad en los procesos
civiles. p. 21 a 31. Primera edición. Ediciones SAIJ

 Chayer, H. M. & Marcet, J. P. (Coords.): Nueva gestión judicial: oralidad en


los procesos civiles. Primera edición. Ediciones SAIJ.

 Chiovenda, G., cit. por CAPPELLETTI, Mauro en "Proceso, Ideologías,


Sociedad", nota 32.

 Ferreyra de De la Rua, A y ots.: Teoria General del Proceso. Tomo I.


Segunda Edicion. Advocatus.

 Masciotra, M. La privación de poderes de los jueces y la omisión de su


ejercicio constituye una violación a la Constitución. En Revista
www.saij.jus.gov.ar Id SAIJ: DACF010041

 Palacio, L.: Manual de Derecho Procesal Civil. Decimo séptima edición


actualizada. Abeledo Perrot.

 Peyrano, J.: Sobre el activismo judicial. La Ley 2008-B-837.

 Reviriego, J. y Blanzaco, S. El control constitucional de Oficio. Disponible en


http://www.derecho.uba.ar/graduados/ponencias/reviriego.pdf
 Rosales Cuello, R. La evolución de las funciones del estado y los roles del
juez. la justicia de acompañamiento o de protección. En Familia y sucesiones
: enfoque actual : libro homenaje al Dr. Eduardo Moreno Dubois. ISBN 950-
536-179-3, págs. 159-178

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