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Época de vacaciones, agarrar ruta, recargar pilas y encontrarse con los seres queridos.
El viaje de volver a la casa de mamá es volver a esa que era a los 20 años cuando me fui. Sentarme
en la mesa, mirar las fotos viejas, caminar por las veredas y ver mis hijas jugar en la misma plaza
donde de chica jugaba. El abrazo de mamá siempre reconforta y la comida de papá me alimenta el
alma. Ese viaje es el que me vuelve a lo que era, a lo que tengo que sostener.
Volver a los orígenes es una frase que una persona sabia me dijo, en la vida no solo es recordar, es
tener siempre presente de donde vengo para marcar el camino que quiero hacer.
Así también deberíamos volver a los orígenes de nuestra cocina, a esas recetas que nos
transportan con el aroma a la casa de los abuelos. Los que marcan nuestra identidad, lo que
heredamos más allá de toda disputa o de desidia.
Mi primera escuela de cocina fue ver a los que me rodeaban hacerlo. Tuve la suerte de que la
cocina era una práctica también de hombres, mi abuelo paterno, mi papá y mi mis tíos en su
mayoría lo hacen. Cada uno a su modo pero toda persona que eh conocido tiene tienen su receta.
La que hoy les traigo es el flan preferido de mi marido. Desde comienzos de nuestro noviazgo, él
hacía referencia que los postres no eran lo que más le gustaba, pero si el flan casero. Según él
tenía que hacer el que se hacía en la casa de la familia de su cuñado, la cual tenía un criadero de
gallinas ponedoras, y que los huevos cachados los utilizaban para consumo diario. Una familia de
santa fe que en cada reunión nos han recibido en su casa con mucha calidez y que, por la lejanía,
en los escasos momentos que compartimos, el clima de familiaridad perdura en el tiempo.
FLAN DE VIVIANA
1 litro de leche
250 gr de azúcar
10 yemas
2 huevos
Esencia de vainilla
250 azúcar para caramelo
Llevar a hervir la leche con el azúcar por 20 a 25 minutos, haciendo reducir la preparación,
entibiar. En un boul incorporar las 10 yemas junto con los dos huevos y la esencia de vainilla, batir
para integrar y agregarle la reducción de la leche. Volcarlo sobre una flanera acaramelada y
llevarlo a baño María por 50 minutos. Es fundamental que el horno este bajo, a 160° para que el
agua no hierva y produzca las burbujas en el interior del flan. Pasado el tiempo de cocción dejarlo
descansar en la flanera hasta el otro día para poder desmoldar fácilmente.
La definición de una gran cocinera argentina es que el verdadero flan casero, es aquel que no
contiene burbujas. Nota importante de esta receta es que queda increíble con huevos de campos.
Esos que antes se consumían de las propias gallinas, así como las del criadero de Coty.