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LA AGRICULTURA NATURAL

DE MASANOBU FUKUOKA:
UN ENFOQUE ALTERNATIVO
AL DESARROLLO DE TÉCNICAS EFICIENTES

Filosofía de la Tecnología

Aitor Calvo Fernández


Índice

1. Introducción ….............................................................................................................................................. 1

2. Naturaleza y técnica ….................................................................................................................................. 1

3. Conceptos de la filosofía de la técnica …...................................................................................................... 3

4. Agricultura natural: la “no-intervención” como principio de eficiencia …................................................... 5

5. Conclusiones …............................................................................................................................................. 8

Referencias …................................................................................................................................................... 9

i
1. Introducción

El rumbo actual del desarrollo técnológico está generando una preocupación creciente por su
impacto, tanto en el medio ambiente como en la salud de las personas. Este fenómeno puede
apreciarse claramente en él ámbito de la producción agrícola: el uso cada vez más extendido de
productos químicos y de técnicas modernas de cultivo ha generado un debate que se libra a
niveles institucionales, académicos y populares. Crece la demanda de alimentos ecológicos o
naturales, se empieza a regular y a normalizar el comercio con etiqueta “bio”, y surgen
movimientos que reclaman un cambio en las prácticas de producción y consumo. Esta corriente
reacciona contra una deriva que puede tener consecuencias negativas serias, pero el modelo que
plantea también presenta sus dificultades: ¿en qué sentido son naturales los alimentos cultivados
sin químicos?, ¿cómo enfocar un nuevo paradigma de producción alimentaria?

Hay diversos movimientos que se oponen a la agricultura moderna basada en químicos


y altamente mecanizada. Esta oposición es un fenómeno muy amplio, con diversos grados de
radicalidad y generalidad, y con vertientes que derivan de inspiraciones diversas. Podemos
agrupar en este conjunto categorías como “agricultura biológica”, “agricultura orgánica”,
“agricultura biodinámica” o “permacultura”. Examinar estas alternativas, en especial las razones
por las que se han creado y las soluciones que proponen, puede ayudar a comprender el
conflicto actual en torno a las técnicas de producción agrícola. Además, los cambios en estas
últimas hacen de la agricultura un ámbito privilegiado para el análisis de la relación entre
técnica y naturaleza.

Abordaré estas cuestiones a partir del trabajo de Masanobu Fukuoka (1978/2017), La


revolución de una brizna de paja, uno de las obras más influyentes en el surgimiento de las
corrientes alternativas en agricultura. Fukuoka presenta en este trabajo su propuesta de una
agricultura natural, un enfoque a la agricultura que contrasta fundamentalmente con el
moderno. Su interés reside en que no es un mero repudio de lo moderno y un retorno a lo
antiguo, sino que pretende superar tanto uno como lo otro. No obstante, la propuesta de
Fukuoka contiene ciertos elementos –p. ej., el ideal de una sociedad de agricultores o su
orientación espiritual hacia nuestra relación con la naturaleza (ibíd, pp.135,143-144)-- que
pueden provocar rechazo en aquellos que no estén dispuestos a abandonar completamente la
dirección actual del progreso tecnológico. Mi objetivo en este trabajo es analizar la agricultura
natural como aporte positivo a la técnica, por lo que dejaré esos temas de lado.

Comenzaré por abordar brevemente la relación entre naturaleza y técnica para


establecer la perspectiva general que presento en este trabajo. A continuación presentaré el
marco teórico, con los conceptos principales en los que me apoyaré para examinar la propuesta
de Fukuoka. Por último, evaluaré la aportación de la agricultura natural para la solución técnica
de problemas de la agricultura y la técnica en general, así como su relevancia para la manera
actual de entender y enfocar el progreso tecnológico.

2. Naturaleza y técnica

Los movimientos de agricultura alternativa, entre los cuales se encuentra la agricultura natural,
pueden situarse de manera general dentro de la corriente actual a favor de un desarrollo

1
sostenible. En un sentido débil de la sostenibilidad como mantenimiento de las condiciones en
las que podamos vivir, este es un tema en el que hay un relativo consenso entre la mayoría de
las corrientes de este corte. Sin embargo, hay posturas que van más allá, una de las cuales
Richard C. Lewontin (1991) caracteriza acertadamente con el eslogan “salvar el medio
ambiente” (p. 85). Aunque es una simplificación, este cliché refleja una tensión que se
presupone a menudo entre la naturaleza y la técnica (o la tecnología), 1 y resolverla servirá para
esclarecer el punto de partida desde el que afrontar el problema de la agricultura.

Como indica Lewontin (1991), los movimientos ecologistas2 guiados por este tipo de
ideas se basan en la noción de “un entorno natural preparado para nosotros por la naturaleza, y
esencialmente imposible de alterar excepto en el sentido de que podríamos arruinar y destruir el
delicado equilibrio que la naturaleza ha creado en nuestra ausencia” (p.78). En esta visión se
crea una dicotomía entre naturaleza y técnica que subyace a muchos debates actuales en torno al
medio ambiente: la técnica y la tecnología se perciben como herramientas humanas mediante las
cuales modificamos nuestro entorno y nos distanciamos de la naturaleza.

Si se quiere afrontar los problemas del medio ambiente, es necesario tomar una
perspectiva crítica sobre esta dicotomía aparente. Por un lado, la modificación y adaptación de
la naturaleza es algo común a todos los organismos vivos en mayor o menor medida (Lewtontin,
1991, p.80-82). Los pájaros, por ejemplo, construyen nidos en los árboles para poder habitarlos,
y los topos cavan sistemas de túneles para moverse en el subsuelo; su entorno es algo que ellos
construyen en gran medida. Por otro lado, es común que los seres vivos participen tanto en la
construcción de un hábitat que les sea apropiado como en la destrucción de las condiciones para
su supervivencia. Un caso paradigmático es la evolución de la vegetación en los bosques: el
cambio en las condiciones de la tierra y la accesibilidad a la luz producida por algunos tipos de
árboles impide su propia supervivencia, y da lugar nuevas especies de plantas que de otra
manera no hubieran podido proliferar (Lewontin, 1991, p.83).

Estas observaciones muestran en qué medida es equivocado el enfoque planteado al


principio. Esto no quiere decir que todos los animales y plantas posean una técnica o, en caso de
poseerla, que sea igual que la nuestra. No obstante, hay una conclusión que puede extraerse de
las observaciones realizadas: las modificaciones del medio ambiente, incluso aquellas que son
nocivas para la especie misma que las realiza, no son las que diferencian al ser humano –como
“animal técnico”-- del resto de seres vivos que conforman esa “naturaleza” que supuestamente
estamos destruyendo.3 Lo que sí está claro es que gran parte del desarrollo de la civilización
moderna ha venido marcado, desde la revolución industrial, por prácticas que están alterando
nuestro entorno de manera negativa (destrucción de la capa de ozono, contaminación de los
mares, etc.). El error consiste en considerar que la técnica es el problema y buscar alejarse de

1 Precisaré estos conceptos más adelante.

2 Me refiero en general a las corrientes que se oponen a prácticas que conllevan fenómenos como la
contaminación de las aguas, la extinción de especies, la destrucción del paisaje, etc.

3 A partir de aquí, usaré “naturaleza”, “natural”, etc. para referirme a los rasgos del entorno en los que el
ser humano no haya intervenido de manera significativa. Esto solo los hace diferentes de lo artificial en la
medida en que (i) la técnica del ser humano puede considerarse diferente de la acción de otros seres vivos,
y que (ii) el ser humano es su autor, lo que hace que sobre él recaiga la responsabilidad de esas acciones.

2
ella; como propone Lewontin (ibíd., p.85), lo que hay que hacer es dirigir nuestro progreso
técnico de manera que refleje nuestros valores y tomar responsabilidad de los cambios que
necesariamente ejercemos en nuestro entorno.

3. Conceptos de la filosofía de la técnica

El enfoque introducido implica que la agricultura natural tiene que afrontarse desde la técnica.
Empezaré por introducir las ideas que utilizaré de base, apoyándome principalmente en los
conceptos propuestos por Quintanilla (2005). Los más relevantes son los siguientes:

- Técnica: “conjunto de habilidades y conocimientos que sirven para resolver problemas


prácticos” (Quintanilla, 2005, p.16). Se dividen en técnicas artesanales, basadas en la
experiencia práctica, y tecnología, basada en la aplicación de conocimiento científico (ibíd.,
p.16-17).4

- Sistema técnico: “un dispositivo complejo compuesto de entidades físicas y de agentes


humanos, cuya función es transformar, de forma eficiente, algún tipo de cosas para obtener
determinados resultados característicos del sistema” (Quintanilla, 2005, p.21).

- Eficiencia técnica: relación entre objetivos alcanzados por un sistema técnico y el conjunto de
objetivos y resultados, de manera que sea máxima cuando los objetivos y los resultados
coincidan, y disminuya a medida que estos diverjan (ibíd., p.49).5 .

Esta definición de sistema técnico incluye la idea de que la eficiencia es la medida


característica de evaluación de un sistema técnico. Sin embargo, aquí no se trata de la noción de
balance positivo entre lo gastado y lo obtenido; Quintanilla (ibíd., p.47) señala que esta
concepción es inadecuada para analizar la eficiencia técnica, pues se trata de una formalización
del concepto de eficiencia económica. Este enfoque económico es uno de los problemas
centrales que subyacen a los retos técnicos de hoy en día, pues los criterios económicos entran a
menudo en conflicto con el desarrollo responsable de nuevas técnicas (esto puede verse, por
ejemplo, en el debate acerca del cambio climático en relación con el uso de combustibles
fósiles). En lugar de esta noción económica, Quintanilla propone una noción estrictamente
técnica (ver arriba) que puede ser definida independientemente del sistema de valores en el que
vaya a tomar un significado concreto (es decir, en el que nos sirva para evaluar un sistema
técnico concreto). No obstante, en este trabajo presupondré algunos valores de base –que
quedarán claros a medida que vaya avanzando-- en la evaluación de la eficiencia agrícola.

4 Aunque puede haber desacuerdo con respecto a la medida en que la tecnología depende del
conocimiento científico, para el propósito de este trabajo bastará con establecer la diferencia en un
sentido general. Llamaré tecnología a la técnica moderna basada en un conocimento más teórico,
explícito, representacional, etc., ya sea científico o de otro tipo. Usaré “la técnica” para referirme a la
técnica en general, y “técnicas” o “una técnica” para referirme a aplicaciones particulares, presuponiendo
que existe un sistema técnico (ver más abajo) para aplicarlas.

5 Quintanilla formula esa definición en términos de teoría conjuntos. La caracterización que ofrezco aquí
solo captura su contenido intuitivo, que es lo relevante para el análisis que sigue.

3
Hay dos conceptos más, relacionados con el tipo de objetos involucrados en un sistema
técnico, que serán importantes para comprender la relevancia de la agricultura natural:

(i) Artefacto: “objeto que ha sido hecho o producido intencionalmente para cierto propósito”
(Hilpinen, 2011). Lo constituyen, por tanto, la intervención material humana y el propósito que
se le asigna.

(ii) Naturfactos: son objetos tomados del entorno tal como están y usados como herramientas
para algún propósito (ibíd). Los diferencia de otro objeto natural el hecho de que se les haya
atribuido un propósito, lo cual los acerca a los artefactos. No obstante, no han sido alterados en
lo que a su estructura material se refiere, por lo que son diferentes de los artefactos y forman un
puente entre lo natural y lo artificial.

Esta distinción es específicamente relevante para esta discusión, sobre todo en lo que
concierne a la diferencia entre eficiencia técnica y eficiencia económica. La organización a gran
escala de la producción, venta, etc. es un sistema técnico dirigido por valores a menudo
contrapuestos, como los económicos y los ecológicos. Dada la fuerza actual de la orientación
económica y el impulso de la producción y el consumo, es comprensible que predominen
técnicas que utilicen artefactos con alto potencial comercial, como la maquinaria o los químicos.
En el desarrollo de las técnicas, hay que considerar si los artefactos que se diseñan para un
sistema técnico juegan verdaderamente al servicio de la eficiencia o del beneficio económico
del que lo produce, y en qué medida un interés va contra el otro. 6 A fin de cuentas, la producción
de artefactos que no ofrecen ventajas en comparación con la organización de procesos naturales
solo es eficiente desde el punto de vista económico.

Hay una última cuestión a considerar, y es la relación entre un sistema técnico concreto
(p. ej., un invernadero de producción de verduras) y el resto de sistemas que forman la red
global de sistemas técnicos (actuales o potenciales). 7 Los resultados no deseados de un sistema
técnico pueden ser negativos, en cuyo caso podría ser necesario intervenir mediante otro sistema
técnico para hacerse cargo de ellos. Por lo tanto, la eficiencia potencial de estos sistemas
técnicos suplementarios tendrá que tomarse en cuenta a la hora de considerar si una técnica es
viable o no. Esto es lo que da lugar, por ejemplo, a los debates acerca del tratamiento y
almacenamiento de los residuos domésticos, industriales o nucleares. Al considerar técnicas que
modifican el entorno de manera significativa, hay que tomar en cuenta en qué medida tenemos a
nuestra disposición sistemas técnicos que nos permitan anular sus efectos negativos (p. ej., la
contaminación de la tierra); este es un requisito necesario para el desarrollo de técnicas
responsables y sostenibles. A grandes rasgos, podemos distinguir tres situaciones principales:

(i) El sistema técnico no produce resultados negativos. 8

(ii) El sistema técnico produce resultados negativos, pero se dispone de técnicas eficientes que
pueden hacerse cargo de ellos sin producir a su vez resultados negativos.
6 En un sistema de valores en el que el beneficio económico se imponga al resto, probablemente no haya
gran diferencia, ya que este tendrá una posición privilegiada entre los objetivos. Ese no es el caso que
estoy considerando.

7 Esta red es también un sistema técnico, por lo que se le puede aplicar el criterio de eficiencia de la
misma manera.

4
(iii) El sistema técnico produce resultados negativos, pero no se dispone de técnicas eficientes
que permitan hacerse cargo de ellos.

El caso (iii) es el que da lugar a debates como el cambio climático; asumo que es una
opción que hay que evitar a toda costa. Sin embargo, el requisito de eficiencia también nos
fuerza a contemplar la situación (ii) pueda tener. Los sistemas técnicos hay que fabricarlos y
mantenerlos, y esto suele requerir otros sistemas técnicos, con sus respectivos gastos de energía,
tiempo, mano de obra, etc. La conclusión es que el requisito de eficiencia técnica tiene que
incluir, no solo la eficiencia de las técnicas desarrolladas, sino la eficiencia del sistema global de
desarrollo, producción y mantenimiento de sistemas técnicos (no serviría de mucho construir un
panel solar en cuyo tiempo de vida produjera menos energía que la que se ha gastado en
producirlo). Aunque el desarrollo en esta dirección (crear problemas e inventar soluciones)
pueda llevar una mayor actividad productiva y comercial, esta abundancia de sistemas técnicos
puede ir a menudo en contra del principio de eficiencia tal y como lo he planteado aquí.

4. Agricultura natural: la “no-intervención” como principio de eficiencia

Partiendo del enfoque planteado hasta ahora, en especial lo referente a naturaleza y técnica, hay
una pregunta inicial evidente que plantearle a la propuesta de Fukuoka: ¿en qué sentido puede
ser natural la agricultura? Esta cuestión nos lleva directamente hasta el núcleo de la agricultura
natural, que Wendell Berry resume de la siguiente manera en la introducción al trabajo de
Fukuoka (1978/2017): “la distinción fundamental [entre agricultura natural y no natural] es que
Fukuoka cultiva cooperando con la naturaleza en vez de intentando 'mejorarla' por medio de la
conquista” (p.18). En la agricultura natural, esta cooperación se aborda desde el principio de
“no-intervención”, que implica minimizar las técnicas agrícolas utilizadas. Esto no significa
dejar que el cultivo cuide de sí mismo, sino evitar causar perturbaciones cuya reparación
requiera esfuerzos técnicos ulteriores (Fukuoka, 1978/2017, pp.44-47). Como podrá verse, esto
requiere un conocimiento técnico muy específico y dependiente de las circunstancias de
aplicación. Fukuoka (1978/2017, pp.59-65) condensa lo fundamental de su enfoque en cuatro
principios:

(1) No trabajar la tierra (no removerla, no prepararla para el cultivo, etc.). La razón es que el
efecto que se busca al trabajar la tierra puede conseguirse, y con resultados mejores, si se
conserva el ecosistema de seres vivos que la habitan: las raíces de las plantas abren la tierra y le
proveen nutrientes, algunos microorganismos cavan túneles de aireación y riego, etc. Esta red de
vida subterránea tarda en establecerse y se destruye en gran parte al remover la tierra. 9 Ademaś,
a menudo tiene consecuencias, como la aparición de malas hierbas resistentes, que podrían
8 Una de las razones por las que un resultado se considera grave es la ausencia de un proceso natural que
pueda revertirlo, al menos en una escala de tiempo significativa para el ser humano (o la técnica en
cuestión) o en caso de que la actividad que da lugar a ese efecto no se detenga. Esto se aplica a los casos
que voy a considerar.

9 Con “la razón” quiero decir la razón que da Fukuoka basándose en su conocimiento en el año de
publicación del libro (1978). Por ahora me interesa más el enfoque que su potencial de aplicación práctica
a escala global. Para una exposición de los aspectos básicos de la ciencia que subyace a estas cuatro
reglas y sus aplicaciones prácticas, ver Lowenfels y Lewis (2006).

5
evitarse aplicando métodos más suaves (Fukuoka recomienda el mantillo o la cobertura de
trébol).

(2) No utilizar fertilizantes químicos ni compost preparado. Soluciones como las recién
mencionadas permiten fertilizar la tierra sin desequilibrar el ecosistema que la habita. Preparar
el compost requiere un esfuerzo que Fukuoka considera innecesario y prescindible, además de
atraer enfermedades al cultivo si se aplica en exceso.

(3) No quitar las malas hierbas con máquinas impulsadas por tractor (p. ej., la “rotavator”) o con
herbicidas. Las malas hierbas cumplen su papel en el ecosistema de la tierra, y eliminarlas de
esta forma lo desequilibra. Técnicas más sofisticadas, como la planificación del tiempo entre
cultivos y coberturas, permiten evitar su proliferación y los daños colaterales de los métodos
más agresivos.

(4) No depender de los productos químicos. Una vez se ha desprovisto a la tierra de su fuente
natural de nutrientes, aireación, retención de agua, etc., el uso de químicos se vuelve necesario
recrear las condiciones viables para el cultivo de plantas. Esto supone un trabajo innecesario y a
menudo contaminante, además de poner a la agricultura a merced de la industria.

Fukuoka (1978/2017, p.33) caracteriza este método como un avance con respecto a las
técnicas tradicionales y las modernas. No es una “vuelta a lo tradicional”, ya que la práctica que
propone difiere de ella en varios aspectos, entre ellos los efectos que tiene sobre la tierra:
mientras que la tradicional la conserva en aproximadamente las mismas condiciones, el método
natural contribuye a su enriquecimiento año tras año y reduce el trabajo necesario por parte del
agricultor (Fukuoka, 1978/2017, pp.21,69). Por otro lado, es una técnica completamente opuesta
a las modernas, ya que no se basa en la aplicación del conocimiento científico ni de tecnologías
complejas. Fukuoka (1978/2017, pp.51-52) considera que la ciencia, mediante su procedimiento
de análisis y simplificación, no puede captar la totalidad de procesos naturales relevantes para la
agricultura; tampoco cree posible diseñar en base a ella un método que haga justicia a las
especificidades de cada terreno.10 Según su perspectiva, la agricultura química trabaja
imponiendo sobre la tierra las condiciones que se consideran idóneas para el cultivo; la
agricultura natural, en cambio, procede a partir de las particularidades de cada situación
(geografía, clima, tierra, vegetación, etc.) para elaborar un método que encaje lo mejor posible
con el funcionamiento del entorno natural local (Fukuoka, 1978/2017, p.22).

Siguiendo la caracterización ofrecida, la agricultura natural parece cercana a las técnicas


artesanales, y por tanto un retroceso. Dados los avances que la tecnología moderna, puede
parecer ingenuo tomar en serio una alternativa como esta, pero no hay que descartarla tan
precipitadamente. En la breve descripción de la agricultura natural en base a sus cuatro reglas
básicas, destaca la presencia del principio de eficiencia como orientación para su desarrollo. Las
medidas expuestas tienen como objetivo reducir la intervención (menos trabajo), obtener una
producción alta (sus resultados por unidad de terreno eran parejos a los obtenidos mediante la
agricultura tradicional y la química en la época de la publicación del libro), obtener productos
de mayor calidad (la tierra así cuidada tiene más nutrientes, las plantas son más resistentes a las
enfermedades, etc.) y se eliminan los efectos negativos del uso de pesticidas y otros agentes
10 Aunque no entraré en esto, la crítica de Fukuoka se dirige en general a la visión científica del
mundo.Su perspectiva es afín a la de Heidegger (1977) en muchos aspectos.

6
químicos (Fukuoka, 1978/2017, pp.21-22). Estos últimos son peligrosos para la salud,
contaminan el entorno e influyen negativamente en la fertilidad de la tierra; a pesar de sus
beneficios, tienen resultados indeseados que tendrían que intentar evitarse. 11 Aquí se refleja el
requisito de eficiencia relativa a otros sistemas tećnicos (ver arriba). La solución planteada por
Fukuoka consiste en sacar el máximo provecho de los elementos y procesos que tienen lugar en
la naturaleza, y organizarlos de manera que se obtenga una alta producción por superficie sin
efectos nocivos que haya que reparar.

Esta enfoque a la eficiencia técnica en agricultura busca explotar el potencial de los


naturfactos en vez de recurrir directamente a artefactos (productos químicos, maquinaria, etc.). 12
Los naturfactos tienen la ventaja de estar adaptados al entorno en que se encuentran, de manera
que es poco probable que su uso tenga consecuencias negativas o irreversibles sobre el entorno
o sobre los consumidores.13 Sin embargo, tienen el inconveniente de que, precisamente por estar
adaptados a entornos específicos, resulta más difícil sistematizar su uso. De ahí que la
agricultura natural (al menos la de Fukuoka) dependa en un conocimiento esencialmente
práctico y específico al lugar en el que se practica, a diferencia de las tecnologías modernas, que
suelen apoyarse sobre bases teóricas más generales. Las características principales de la
agricultura natural son, por lo tanto, la búsqueda de la eficiencia mediante el uso de naturfactos
(el aspecto material), y la aplicación de un conocimiento práctico y específico a las condiciones
locales en las que se desarrolla (el aspecto epistemológico).

5. Conclusiones

Una vez eliminada la tensión entre el progreso técnico y el desarrollo sostenible y responsable,
los nuevos movimientos agrícolas pueden verse de manera más clara. Desde el punto de vista
técnico, la agricultura natural se presenta como una propuesta para un método de cultivo
eficiente. No he planteado la viabilidad de implantar este modelo en lugar de la agricultura
química, ya que esta es una cuestión que no entra en el planteamiento de este trabajo. 14 No
obstante, y dados los problemas relativos a la agricultura química –sobre la que tanto se ha
investigado--, creo que las alternativas como la que ofrece Fukuoka merecen ser exploradas y
consideradas más seriamente para un potencial replanteamiento del modelo de producción
actual.

11 Para una revisión de los beneficios y peligros de la agricultura química, ver Aktar et al. (2009).

12 Fukuoka (1978/2017, pp.72-77) aporta varios ejemplos de este tipo de técnicas, entre los que destaca
el uso de mantillos para fertilizar, ayudar a la germinación de las semillas, controlar las malas hierbas,
proteger contra insectos, mejorar la retención de agua y controlar la temperatura de la superficie de la
tierra.

13 No solo por el hecho de ser naturales. Es evidente que para explotar su potencial hacen falta amplios
conocimientos técnicos, y esto es precisamente lo que busca Fukuoka.

14 En cualquier caso, no parece haberse demostrado su inviabilidad. Esto requeriría haber fracasado en un
intento decidido de transformación del paradigma de producción agrícola en esta dirección, cosa que no
ha ocurrido.

7
Hay serias dificultades que subyacen a la implantación de técnicas como la presentada
aquí, y probablemente existan argumentos que puedan poner en duda su aplicabilidad a gran
escala. Sin embargo, no hay que olvidar que, como señala Quintanilla (2005, p.34), la
innovación tecnológica tiene un fuerte “impulso” o “inercia” que podría necesitar una revisión.
Actualmente, este impulso está guiado en gran medida por los intereses económicos y la
aplicación de la ciencia moderna, 15 lo cual podría evitar que se concibieran nuevas formas de
desarrollo técnico. Ya advertía Ortega y Gasset (1939) de que

la indiscutible superioridad de la técnica presente, como tal técnica, es, por otro lado,
su factor de mayor debilidad. Si se basa en la exactitud de la ciencia, quiere decirse que
se apoya en más supuestos y condiciones que otras, al fin y al cabo más independientes
y espontáneas. (p.46-47)

Creo que esta idea sigue vigente, y que se refleja claramente en la problemática en torno a la
agricultura a la que Fukuoka hace referencia. La distanciade la agricultura natural con respecto a
la inercia científico-económica le da una independencia que le permite centrarse más en
consideraciones técnicas, especialmente en la eficiencia sostenible. Lo mismo se refleja en el
conocimiento que requiere por parte del agricultor, que es mayormente un conocimiento técnico
primario (normalmente tácito y operacional, el que permite hacer funcionar un sistema),
elaborado en función al problema específico a resolver y los requisitos impuestos.

La perspectiva de Fukuoka (1978/2017) es bastante radical en cuanto a su oposición a la


ciencia, pero no hace falta ponerse de su lado en esto para apreciar su aportación. La ciencia
puede servir como apoyo para la técnica, pero no es una parte esencial de la misma. La
agricultura natural sugiere una vía interesante para el planteamiento y desarrollo de la técnica en
general y de la agricultura en particular: por un lado, abrir el enfoque técnico actual para abarcar
propuestas a menudo consideradas involutivas por romper con la tendencia científica,
mecanizadora y económica actual; por otro, no descartar el potencial del progreso técnico como
vía para establecer una relación constructiva y a la vez sostenible con el entorno. La agricultura
natural y otras propuestas de orientación similar ofrecen, además de alternativas prácticas que
merece explorar más seriamente, una persepctiva desde la que disolver la oposición aparente
entre “respeto por la naturaleza” y desarrollo técnico.

Referencias

Aktar, M. W., Sengupta, D., & Chowdhury, A. (2009). Impact of pesticides use in agriculture:
their benefits and hazards. Interdisciplinary Toxicology, 2(1), 1–12. Recuperado de
http://doi.org/10.2478/v10102-009-0001-7

Fukuoka, Masanobu (2017). La révolution d'un seul brin de paille: Une introduction à
l'agriculture sauvage. (B. Prieur Dutheillet de Lamothe, trad.). Paris, France: Guy
Trédaniel Éditeur. (Obra original publicada en 1978.)
15 Siguiendo el criterio general descrito antes (ver arriba, nota a pie de página), llamo conocimiento
científico tanto al que maneja la ciencia en sentido estricto como al que manejan las tecnologías
característicamente modernas. Es así como interpreto la cita de Ortega y Gasset que ofrezco a
continuación (ver abajo).

8
Heidegger, Martin (1977). The question concerning technology. En The question concerning
technology and other essays (pp. 3-34). New York: Harper & Row.

Hilpinen, R. (2011). Artifact. The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Winter 2011


Edition). Recuperado de
https://plato.stanford.edu/archives/win2011/entries/artifact/

Lewontin, R. C. (1991). Biology as Ideology: The Doctrine of DNA. Ontario, Canada: House
of Anansi Press.

Lowenfels, Jeff, y Lewis, Wayne (2006). Teaming with Microbes: A Gardener's Guide to the
Soil Food Web. Portland, Oregon: Timber Press.

Ortega y Gasset (1939). Meditación de la técnica (7ª edición). Madrid, España: Revista de
Occidente.

Quintanilla, Miguel Ángel (2005). Tecnología: un enfoque filosófico y otros ensayos de filosofía
de la tecnología. México: Fondo de Cultura Económica.

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