Вы находитесь на странице: 1из 3

PEQUEÑO ENSAYO SOBRE LA EDUCACIÓN Y LA ENSEÑANZA

La enseñanza. La enseñanza es buena. La enseñanza es una basura. La enseñanza es útil,


inútil, nefasta, maravillosa, importante, pasable, incómoda, etc. Infinitos adjetivos y
expresiones calificadoras podemos añadir a nuestra opinión sobre la enseñanza, las
lecciones tediosas e interminables por las que tenemos que pasar en nuestra etapa juvenil
para llegar a ser, algún día, seres humanos adultos útiles para la sociedad; o eso es lo que
nos dicen y lo cual, yo creo.
Muchos de los muchachos y muchachas púberes y no tan púberes, como yo, disfrutamos
de largas risueñas o acaloradas conversaciones acerca de temas de interés común para los
dialogantes que en nuestro caso, hablando proporcionalmente, suelen ser casi siempre
acerca de los profesores, los deberes, los exámenes o sobre el instituto en general; y
disfrutamos, por lo menos yo, de hablar sarcásticamente sobre la escuela como si fuera
una cárcel. Obviamente, menciono irónicamente la cárcel por el simple hecho de que no
considero la escuela como un una prisión de la cual no puedes salir por tus propios pies,
pues legalmente obligadas y obligados estamos a asistir, sino como algo mucho más
importante. El instituto es el principal emplazamiento al que voy para formarme y tener
una educación; en su tiempo lo fue la escuela y en el futuro, espero, lo sea la universidad;
y para mí tiene un papel primordial en mí, día a día. Raro es el día en el que no me levanto
temprano para asistir a las clases, y más raro es el día en el que, después de estas, no tenga
tareas, trabajos, sesiones de estudio, o lecturas que realizar. Básicamente, son la actividad
principal de mi vida (antes que mis actividades extraescolares, por supuesto), como es
lógico.
Estoy en una etapa de mi vida en la que prácticamente en lo único que me tengo que
centrar es en mis estudios, por eso estoy viviendo lo que comúnmente se denomina ‘’vida
estudiantil’’, la cual espero que dure bastantes años más por el bien de mis metas. Me
paso yo, y todas las muchachas y muchachos de mie edad, días y días y semanas y hasta
incluso meses haciendo tareas, trabajos… en teoría porque es nuestra obligación; sin
embargo, ni yo ni ninguno de mis contemporáneos se quejan, más de lo necesario y
normal digo; y eso es porque todos sabemos que la enseñanza y las lecciones que los
maestros se toman tanto tiempo en hacernos aprender son vitales para nosotros y para
nuestro futuro.
Todo esto parte del pensamiento colectivo y social de que todo empieza en los libros,
donde se alberga la información necesaria para nuestra educación, y el aprendizaje y la
difusión de esa información se realiza en la escuela, ya sea guardería, escuela infantil,
primaria, secundario, bachiller, universidad, COU, BUP, EGB… El porqué de la
importancia vital de recibir una educación es muy simple y todos nos lo preguntamos en
algún momento de nuestra ya asimilada ‘’vida estudiantil’’, y no es sino porque la
educación nos permitirá elegir el futuro que nosotros queramos. Aquí radica la
importancia de todo este asunto. No estudiamos por amor al arte, aunque he de decir que
muchos sí. Estudiamos para poder elegir, cuando crezcamos y seamos mayores (como lo
decíamos de pequeños) ser lo que queramos, y muchos de los que tenemos padres que no
han podido gozar de nuestras oportunidades lo sabemos de sobra. De muchos es sabido
que la educación es la llave que nos permite abrir la puerta de la profesión que deseamos,
y no hay nada más frustrante que mirarte al espejo años después de haber desperdiciado
todas tus oportunidades y ver que no has conseguido ser lo que pretendías ser en un
principio, pero tiene una solución: estudiar… estudiar y hacer de tu vida estudiantil lo
más prestigioso que tengas por el momento, porque tras esta tendrás un amplio abanico
de opciones a llegar al punto al que quisiste llegar en un inicio. Por ello nos preguntaban
en el jardín de infancia lo que queríamos ser de mayores, por eso nos insisten tanto
nuestros padres y profesores en que estudiemos, porque si no tienes una educación, no
tienes nada. Y todo lo que tú planees en tu vida estudiantil no lo podrás conseguir si una
educación básica. Incluso si tu plan de vida es el más simple del mundo, como coger
limones durante media jornada para independizarte e irte de parranda diariamente, no
podrás conseguirlo si unos estudios básicos; porque si no tienes una educación no tendrás
ni trabajo ni dinero ni libertad suficiente para hacer lo que tú quieras. Por eso vemos gente
estudiando sin descanso en la escuela de idiomas, por eso vemos a gente estudiar sin
descanso para sacarse una oposiciones, por eso vemos a gente estudiando sin descanso
para aprobar un parcial, por eso vemos a gente estudiar arduamente para sacarse la
Educación Secundaria Obligatoria, para cumplir sus sueños y alcanzar su metas.
Clara creo que queda mi posición en favor de los estudios que, gracias a D… a la
Constitución, gozamos gratuitamente. Pero aquí, en nuestra preciada educación interviene
un factor de suma importancia: la enseñanza, a la que ya mencioné en un principio y
vuelvo a mencionar en un final. La enseñanza, por decirlo de una manera fácil, es la
instrucción que recibimos en la escuela. Y esa instrucción es dada por unas personas que
se llaman profesores, y a las personas a las que instruyen somos los adolescentes como
yo que nos denominamos alumnos. Pero hay algo que no acaba de encajar en la relación
entre estas dos sociedades, si se les puede llamar así.
Los profesores son aquellos seres casi demoníacos que se dedican a soltar información
durante una interminable hora con lo vana intención de hacernos aprender algo. ¿Os lo
habéis creído? Espero que no. Lo cierto es que los profesores, aunque nuestras hormonas
no nos lo dejen ver, son simples seres humanos como todos nosotros, que vienen con toda
la buena voluntad posible a impartir clase con la idea en mente de que, en esa hora en la
que no para de hablar y preguntarnos si hemos entendido la lección, aprendamos algo y
seamos más cultos al salir de este infernal edificio al que llamamos instituto. ¿Lo estoy
evangelizando sin motivo? Puede ser y puede que no, no lo sé, pero de lo que estoy
completamente convencido es que nosotros, los alumnos no ganamos nada en absoluto
demonizándolos, y por experiencia digo que muchas veces lo hacemos sin motivo alguno.
Como ya dije, los profesores son personas, como tú y como yo, que vienen a trabajar en
la profesión que ellos eligieron y eso de seguro les hace sentir muy felices; y en el fondo
sabéis, compañeros, que ellos se esfuerzan mucho en hacer que nosotros estudiemos,
tanto por los motivo que he mencionado anteriormente como por el deseo de ver que su
trabajo sirve de algo y que, gracias a ellos, algún día podamos ser adultos competentes
que, al margen de cumplir sus sueños, puedan ser de utilidad para la sociedad en la todos
nosotros participaremos activamente, pagando su jubilación entre otras cosas.
No puedo hablar por un verdadero maestro pero, gracias a mi educación, he tenido la
oportunidad de sentir en mis propias carnes lo que un maestro puede llegar a sufrir cuando
las personas a las que intenta enseñar no le escuchan. Es un sentimiento de frustración
que puede llegar a ser muy serio, pues todo lo que un maestro hace es por el bien de sus
alumnos, salvando su humanidad que les hace, de vez en cuando, pillarle manía a algún
alumno (no mintáis profesores). En cualquier caso, sólo pretenden contribuir a nuestra
educación que, al fin y al cabo es vital en nuestras vidas. ¿Así que, cómo es posible que,
aun siendo personas tan importantes para nosotros, seamos capaces de llevarnos tan mal
con ellos de vez en cuando? Una vez más, no estoy seguro. Puede ser por la sobrecarga
de hormonas a la que estamos sometidos los púberes, quizás a nuestro egocentrismo
propiciado por vernos abarrotados de exámenes… Lo cierto es que no tengo ni idea,
aunque puedo platear una hipótesis como alumno que soy. Muchas veces, por no decir
siempre, los alumnos como yo vemos a los maestros como entes superiores a nosotros a
los que debemos respetar y los cuales es imposible que estén a nuestra altura, aun siendo
seres humanos como quise explicar anteriormente. Esto puede deberes a varios factores:
no hablar mucho con ellos, no oírles decir nada más que cosas como ‘’Prestad atención’’,
’’callaos’’, ’’estudiad o suspenderéis’’; o simplemente la edad (¿por qué no?). Esto,
irracionalmente cual adolescente genérico, nos hace optar por una actitud algo rebelde
hacia nuestro docente. Por ello creo que si simplemente los profesores demostraran que
pueden equiparase a nuestra altura podríamos mantener una relación profesor-alumno
algo más estrecha. Fácil de decir, ¿cierto? Pero como ya supondréis esto puede llegar a
ser complejo y difícil. Yo, personalmente, me quedo con una frase que dijo un profesor
de valenciano muy majo el primer día de clase el año pasado, era algo así como…: ‘’estoy
convencido de que con el paso del tiempo vosotros aprenderéis mucho de mí y yo de
vosotros’’. Creo que esa es la manera, más adecuada de demostrar a un alumno que le
importas y que es como tú, aprendiendo de él.
¿Podría extraerse alguna lección de esto? Puede ser pero esto, al fin y al cabo, es un
intento de ensayo, y principalmente quería mostrar mis pensamientos personales sobre un
tema. Así que finalizo el rollo citando una frase célebre cuyo autor seguro que
reconoceréis de inmediato.
‘’La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo. ’’
*Nelson Mandela (1994) Durante su Discurso en su investidura.*
‘’La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les
puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su
contrario. ’’
*Nelson Mandela (1918-2013)*

Вам также может понравиться