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“La diferencia no deja de ser, en efecto, un concepto reflexivo, y solo encuentra un concepto

efectivamente real en la medida en que designa catástrofes: ya sea ruptura de continuidad en la


serie de semejanzas, ya sea fallas infranqueables entre las estructuras análogas. Sólo deja de ser
reflexiva para convertirse en catastrófica. Y, sin duda alguna, no puede ser lo uno sin lo otro. Pero
precisamente, la diferencia como catástrofe, ¿no da pruebas, acaso, de un fondo rebelde e
irreductible que sigue actuando bajo el equilibrio aparente de la representación orgánica?

G. Deleuze, Diferencia y repetición, trad. M. Delpy y H. Beccacece, Buenos Aires, Amorrortu, 2006.
“La naturaleza era bella cuando al mismo tiempo parecía ser arte, y el arte no puede llamarse bello
más que cuando, teniendo nosotros conciencia de que es arte, sin embargo parece naturaleza”.
[Crítica del juicio, §45]

De Garrard a Turner el camino es muy simple. Es el mismo que va de Lagrange

a Carnot, de las máquinas simples a las máquinas de fuego, de la mecánica a

la termodinámica. Por medio de la revolución industrial. Al viento y el agua se

los domesticaba en esquemas. Era suficiente con dibujar o con saber geometría.

La materia estaba dominada por la forma. Con el fuego todo cambia, incluso el

agua y el viento. Ved la Forja de Joseph Wright, 1772. Se trata aun del agua, la

rueda de álabes, y el martillo, el peso, dibujados estrictamente por la geometría

que triunfan sobre el lingote en fusión. He aquí que viene el tiempo en el que

la victoria cambia de campo. Turner ya no está en el espectáculo, entra en el

lingote de Wright, entra en la caldera, en el hornillo, en el fogón. Ve la materia

que se transforma por el fuego. La nueva materia del mundo que trabaja, donde

la geometría queda corta. Todo se invierte, la materia, la pintura triunfan

sobre el dibujo, la geometría, la forma. No, Turner no es un pre-impresionista.

Es un realista, propiamente un materialista. Nos hace ver la materia de 1844,

como Garrard nos hacía ver las formas y las fuerzas de 1784. Y él es el primero

en verla, el primero absolutamente. Nadie la había percibido verdaderamente,

ningún científico ni ningún filósofo, y Carnot no fue leído. ¿Quién la conocía?

Los obreros del fuego y Turner. Turner o la introducción de la materia ígnea en

la cultura. El primer verdadero genio en termodinámica. Michel Serres, Hermès III, la traduction,
1974
6- El simbolismo en el arte, o el genio.

No moral, por eso Kant usa “respetable” para referirse a la naturaleza (y el arte??? ej. Pirámide,
glaciar)

La naturaleza procede por una disposición innata en el sujeto. El genio es esta disposición innata
por la cual la naturaleza da al arte una regla sintética y una materia rica. Genio para Kant: la
facultad de las Ideas estéticas, a primera vista contrarias a una idea racional ya que esta es un
concepto al que ninguna intuición se adecua y aquella una intuición a la que ningún concepto se
adecua. En la Idea de razón hay algo inexpresable pero la Idea estética excede a todo concepto,
porque crea la intuición de otra naturaleza que la que nos es dada: otra naturaleza cuyos
fenómenos serían verdaderos acontecimientos espirituales, y los acontecimientos del espíritu
serían determinaciones naturales inmediatas. “Da que pensar”, fuerza a pensar. Por eso aparece
como representación secundaria, una expresión segunda. Y por eso mismo se aproxima tanto al
simbolismo. Pero en lugar de presentar indirectamente la Idea en la naturaleza, la expresa
secundariamente en la creación imaginativa de otra naturaleza.

El genio no es el gusto, pero anima el gusto en el arte al dotarlo de un alma o de una materia
(Klee). El gusto no es más que la concordancia formal de una imaginación libre y un entendimiento
ampliado. EN las artes la concordancia de la imaginación y el entendimiento sólo se ve vivificado
por el genio y sin el genio sería incomunicable. Por tanto suministra la regla según la cual se
pueden extender las conclusiones de lo bello en la naturaleza a lo bello en el arte. Pero no solo lo
bello en la naturaleza es símbolo del bien; también lo es lo bello en el arte, de acuerdo con la regla
sintética y genética del genio.

A la estética formal del gusto agrega Kant una metafísica (o metaestética?) material, cuyos dos
capítulos principales son el interés por lo bello y el genio, y que da testimonio de un romanticismo

kantiano. A la estética de la línea y de la composición, es decir de la forma, añade Kant una


metaestética de las materias, los colores y los sonidos.

Las ideas de la razón en lo sublime tienen una presentación directa pero negativa y se produce por
proyección; en el simbolismo natural o en el interés por lo bello la presentación es positiva pero
indirecta y se realiza por reflexión; en el genio o en el simbolismo artístico la presentación es
positiva pero segunda y se realiza por creación de otra naturaleza. La idea es susceptible de un
cuarto modo de presentación más perfecto en la naturaleza concebida como fines.

7- ¿Es el juicio una facultad?

Kan dos casos: o bien lo general es dado, conocido, y solo queda aplicarlo, es decir determinar lo
particular a lo que se aplica (“uso apodíctico de la razón”, “uso determinante”); o bien lo general
constituye un problema y es menester encontrarlo (“uso hipotético de la razón”, “juicio
reflexionante”)

No solo el juicio reflexionante implica invención, aunque lo general sea dado es menester el
“juicio” para realiza subsunción.
La lógica trascendental contiene reglas de aplicación del concepto dado (no la formal) pero no se
reducen al concepto: se necesita un esquema para aplicar el concepto y el esquematismo es un
“arte”, y el esquema, un esquema de los “casos que caen bajo la ley”.

El juicio implica diversas facultades y expresa la concordancia de esas facultades entre sí.

Medico: concepto de tifoidea pero no la reconoce en un caso particular (juicio o diagnóstico).


Diagnóstico (don o arte, ej Dr House) se tiende a ver como de juicio determinante. Pero en
relación a un caso particular dado, el concepto no es dado: es problemático o completamente
indeterminado. En realidad el diagnóstico es ej.de juicio reflexionante. Ejemplo de juicio
determinante sería una decisión terapéutica: el concepto es dado en relación a un caso particular
pero es difícil aplicarlo (contraindicaciones en función del enfermo, etc.)

En el juicio reflexionante el arte tiene otra distribución. Juicio determinante: arte “oculto”: el
concepto, ya se trate del entendimiento o de una ley de la razón, es dado; por tanto hay una
facultad legisladora que dirige las otras facultades y sus aportes. Pero en el juicio reflexionante
nada es dado desde la perspectiva de las facultades activas: solo se presenta materia bruta, que,
en sentido estricto, no es “respresentada”. Por tanto, todas las facultades activas se ejercen

libremente en relación con ella. El JR expresa un acuerdo libre y determinado entre todas las
facultades. El arte, que en el JD permanecía oculto y subordinado, se hace manifiesto y se ejerce
libremente en el JR. Podemos descubrir por reflexión un concepto ya existente; pero el JR será
mucho más puro si no contiene concepto alguno de la cosa que libremente refleja, o si el
concepto, de alguna manera, se ensancha, se hace limitado, indeterminado.

JD y JR especies de diferente género. JR manifiesta y libera un fondo que estaba oculto en el otro.
Pero el otro solo era juicio gracias a ese fondo vivo. La concordancia determinada (facultad
determinante y legisladora) supone una concordancia indeterminada y libre en la que el juicio no
solo es original (JD) sino que manifiesta también el principio de su originalidad. Por este principio
nuestras facultades difieren en naturaleza pero no por eso se resiente la concordancia libre y
espontánea entre ellas, que hace posible su ejercicio bajo la presidencia de alguna de ellas según
una ley de los intereses de la razón. Siempre el juicio es irreductible u original: por eso se puede
decir que es “una” facultad (don o arte específico). Nunca consiste en una sola facultad, sino en la
concordancia de las facultades, ya sea en una concordancia previamente determinada por la que
desempeña un papel legislador, ya más profundamente una concordancia libre indeterminada que
constituye el objeto último de una “crítica del juicio” en general.

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