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Antes de abarcar de lleno en el campo literario, nos es conveniente explicar el contexto histórico,
se destaca principalmente tener en cuenta que antes del descubrimiento de nuestro continente
florecieron y alcanzaron un inesperado desarrollo varios núcleos culturales indígenas. Entre ellos
los más relevantes fueron los Mayas (Ki-ché), los Incas (Quechua) y los Aztecas (Nahuas) ya que
llegaron a la civilización posterior de Hispanoamérica.
El pueblo Nahuas – se denomina Nahuas al grupo de hablantes de la lengua Náhuatl – estuvo
habitado originalmente por tribus de la lengua Otomí, en el actual valle de México o Meseta
Central, donde una erupción volcánica destruyo todo su vestigio, lo que provoco sucesivas
migraciones alrededor de los lagos de Tezcoco y Xochimilco. Estos grupos migratorios tienen sus
antecedentes en la cultura Olmeca.
Los Olmecas fueron inicialmente los que habitaron una fértil región, abundante en alimentos y
minerales preciosos, en aves de fino plumaje y en hule. Su nombre deriva de la palabra “Olman”
que significa “Tierra de Hule”. Utilizaban atuendos lujosos, confeccionados con plumas de colores
encendidos e introdujeron la elaboración del Jade, una de las piedras mas estimadas por los
pueblos mesoamericanos. Como los artistas dejaron monumentales esculturas en piedra.
Cronológicamente el auge de esta cultura se ha fijado entre el año 31 a.C y 62 de nuestra era.
Según la mitología fueron sabios inventores del calendario y grandes conocedores de la
astronomía. Su influencia cultural se desplaza tanto al mundo Maya como a los pueblos Nahuas,
particularmente los Toltecas, sus herederos culturales, por esto se considera a los Olmecas como
la raíz más honda y desarrollada entre las primitivas civilizaciones mesoamericanas.
Los Toltecas, fueron los más importantes y sólidos en cuanto al desarrollo del pensamiento y de
las artes. Con ellos adquiere una fisonomía definida la organización social fundamentada en la
Teocracia, cuyo centro fue el sacerdote-dios Quetzalcóatl “Serpiente emplumada” o “Serpiente
preciosa”. El tolteca llego a ser sinónimo de artista y sabio, como lo expresa el siguiente poema:
El nombre de Tolteca definía a los habitantes de Tula o Trollan, región descrita como emporio de
belleza. Pero las investigaciones han precisado que la primera gran ciudad tenida por paraíso
terrenal, puso ser Teotihuacán, cuya grandiosidad artística causa admiración a los visitantes de la
ciudad de México. Destruida aquella mansión de los dioses, surgió Tula.
La presencia y auge de los Toltecas en el valle de México data los siglos V y VII y continúa hasta el
XII de nuestra era. Emigraron hacia el sur y ocuparon parte de Nicaragua, Guatemala y Honduras.
Dejaron su impronta civilizadora entre los Mayas.
La lengua Náhuatl se oficializa y se convierte en vehículo de enseñanzas y de intercambio
comercial. En toda esta labor de consolidación cultural tiene un papel protagónico el sacerdote
Quetzalcóatl alrededor de cuya figura gira todo el sistema mitológico de los Toltecas.
A partir de ellos es que comienza la tradición literaria Náhuatl. Esto no descarta la existencia de
poemas más antiguos que ellos reelaboraron y adaptaron a su concepción de vida.
Cuando hablamos de los Aztecas, nos referimos al último pueblo náhuatl que ocupó y dominó el
valle central de México en los años previos a la Conquista. El nombre de Azteca deriva de Aztlan o
Aztlán “Lugar o país de color blanco, del amanecer de los primeros tiempos.” Es difícil establecer
con exactitud la fecha en que estos inmigrantes ocupan las áreas del Valle central de México, esto
se debe a que desde el siglo XI numerosos contingentes de indígenas invaden aquella región de los
Toltecas. Todos esos pueblos fueron denominados Chichimecas en lengua Náhuatl, cazadores
nómadas, adoradores de dioses silvestres, su contacto con las culturas del valle fueron forjando en
los Aztecas la voluntad de dominio.
Desde su partida de Aztlán, los Aztecas sufren innumerables peripecias. Se instalan en las riberas
del lago Tezcoco y finalmente terminan por ser fundadores de la ciudad del valle de Tenochtitlán,
la actual ciudad de México. Este proceso tiene como base religiosa al sacerdote-dios Quetzalcóatl.
Los aztecas también creían en el sacerdote-caudillo Huitzipochtli, señor de la guerra religiosa y
exigente de la deidad que ordena sacrificar en los altares cuerpos humanos de guerreros sagrados.
El tiempo de predominio y expansión Azteca sobre México data desde la fundación de
Tenochtitlán 1325 o 1370 hasta la llegada de los españoles.
La trascendencia histórica de los Aztecas está más ligada al hecho de que supieron aprovechar y
conservar el enorme caudal de cultura producido por otros pueblos. El cumulo artístico de los
Toltecas en manos de los Aztecas se vuelve instrumento para una concepción de mundo basada en
una visión místico-guerrera.
Si establecemos las clases sociales entre los nahuas podríamos establecer los siguientes status:
Pochtecas o mercaderes: considerados en el más alto rango y en igualdad con nobles
guerreros y teócratas, los pochtecas eran despedidos en sus viajes con grandes
ceremonias y al regreso, se les recibía en forma similar. La muerte de uno de ellos era
honrada como la de un guerrero.
Sacerdotes y teócratas: el sacerdote era la cumbre de la vida colectiva en cuanto a
privilegios y responsabilidades. Estaban organizados en una compleja red de grupos de
acuerdo con sus funciones. Ellos fueron los gobernantes, los caudillos bélicos, los héroes
culturales: sabios historiadores o cronistas, poetas conservadores de la lengua,
educadores en el arte y las ciencias y poseedores de un supremo saber: las
interpretaciones calendáricas.
Sus miembros eran sometidos a una severa disciplina formativa y a una educación muy
compleja transmitida en escuelas, en el calmelmac.
Ordenes guerreras: con funciones míticas de conservación y culto solar. Sus integrantes, al
lado de los sacerdotes constituyeron una verdadera aristocracia, pero no de propasia
mística, sino adquirida con valor. Fueron los caballeros águilas y los caballeros tigres
encargados de protagonizar las Guerras floridas.
Para los miembros de estas órdenes, la muerte es considerada un honor.
Macehuales: puede tenerse como la más antigua. Entre toltecas era aun de las
privilegiadas, pero fue decayendo progresivamente. La palabra macehual sirvió de origen
para designar a los merecidos o merecedores, es decir, los primeros hombres restaurados
por Quetzocóatl, cuando robo los huesos divinos del Mitclan – región de los muertos –
para realizar su creación.
Mayeques o tlamaitl: después de los macehuales seguían los mayeques o tlamaitl,
definidos como << los que viven por sus manos, los trabajadores de campo>>
Tlatacolli o esclavos: la constituían, lo prisioneros de guerra a quienes se les había
perdonado temporalmente, la vida. Podían ser vendidos en los mercados y entonces algún
sacerdote o teócrata los utilizaba para celebrar sacrificios.
Los testimonios obtenidos del pueblo azteca son numerosos, representan solo una parte de una
producción que debió ser abundante, con raíces antiguas y complejas. Sin embargo, esta herencia
literaria es el objeto de estudio, ha sido descifrada, sistematizada y traducida primero por los
cronistas y luego por especialistas como Ángel María Garibay K. y Miguel León Portilla, de esta
manera hoy se nos permite saber más de lo que se podría suponer tras la severa destrucción a
causa de la Conquista.
Las fuentes fundamentales son los Códices o Amoxtli en donde los aztecas, haciendo uso de
pictografías e ideogramas, que luego de su primera transcripción fonética dejaron testimonio
sobre un variado conjunto de cosmogonías, historias, cuentos, cantares, doctrinas y discursos cuya
preservación fue indispensable para mantener viva su cultura.
Los códices mexicanos son una vasta constelación de materiales heterogéneos que han debido ser
organizados en “grupos” o “familias” según su origen, contenido o localización.
Hay códices Náhuatl, mixtecos y zapotecas, pero los primeros son los de mayor importancia, los
códices Náhuatl se clasifican en: Chimalpopoca, mexicanos, aubin, borbónico, borgia, florentino,
mendoza, ramire, vaticano, Xólotl y los dos códices matrinenses.
Las fuentes encontradas en estos códices pueden ordenarse en dos categorías existentes en
tiempos prehispánicos:
El verso o poesía, conocidos como “Cuícatl” que son los cantos o himnos.
Prosa o relación, conocidos como “Tlahtolli” que son las palabras.
Los Cuícatl producen una cierta relación de monotonía y rígida repetición de esquemas de
pensamiento y creación de imágenes; son poesías formulaicas y emblemáticas que tienden a
quedar cristalizadas, en vez de evolucionar a lo largo del tiempo. En ello hay constantes
referencias al propio ejercicio poético, cuyo emblema verbal es la “Flor y Canto”. Tienen una
fuerza y brillo extraordinarios: imágenes que relampaguean con los tonos deslumbrantes de las
piedras preciosas, las piedras multicolores y la flora tropical. Esa luminosa sensualidad contrasta
vivamente con el clima emocional, sombrío y apesadumbrado que los distingue. Son, en el fondo,
un conjunto de graves meditaciones sobre el misterio de la vida, el destino de los hombres y su
relación con los dioses.
Debido a su temática y tono pueden reconocerse distintos tipos de cuícatl:
Los Teocuícatl, eran cantos divinos o himnos sagrados, cuyas imágenes contienen oscuras
referencias a mitos o historias teológicas. En cambio los cuícatl específicamente filosóficos-liricos,
eran cantos de amistad, cantos de primavera, cantos de flores, cantos amorosos.
Analizaremos al poeta Nezahulcóyolt, quien gozó de una educación esmerada que lo convirtió en
un gran conocedor de las viejas doctrinas y creencias toltecas .De joven vivió tiempos difíciles por
las luchas políticas, que lo obligaron a buscar refugio entre los poderosos de Tlaxcala. Concertó
una alianza con los mexicas, que le permitió volver a su patria y recuperar su trono. Su reinado
duro más de cuarenta años y se caracterizó por el esplendor que alcanzó su cultura. Además de
poeta y sabio, era un importante legislador y un gran arquitecto, construyo palacios y templos y
dirigió obras de irrigación.
En su formación poética se advierte una síntesis de dos principales tradiciones culturales la tolteca
y la chimeca. El gran tema de Nezahulcóyolt es la muerte, la mortalidad y el drama de la fugacidad
de la vida, el poeta reflexiona con gravedad y angustia sobre el escaso tiempo que podemos
disfrutar lo que tenemos, todo le pertenece al “Dador de la vida”, al “inventor de sí mismo”, crea
en su poesía una tensión dialéctica con el triste desino humano.
El mundo del cielo y de la tierra está separado por un abismo de terror e incertidumbre que cabe
llamar existencial.
¿Qué determinaras?
Nadie puede ser amigo
Del dador de la vida…
Amigos, águilas, tigres,
¿A dónde en verdad iremos?”
En el “Canto de la Huida” escrito se encontraba escapando del señor de Azcapotzalco, hay una
sombría reflexión sobre la miseria de la condición humana.
El único modo de vencer la fragilidad de la existencia, es el camino del arte y la poesía, la flor y
canto emblema tizada por toda la poesía Náhuatl.
La vida es un misterio que no podemos resolver, una búsqueda incesante. Nuestra única certeza es
que los dioses la destruirán.
“Después destruirás a águilas y tigres,
Solo en tu libro de pinturas vivimos,
Aquí sobre la tierra
Con tinta nera borrarás
Lo que fue la hermandad,
La comunidad la nobleza.
Tu sombreas a los que han de vivir en la tierra.”
LOS TLABTOLLI
Bajo este nombre se conoce una amplia gama de expresiones en prosa relatos, crónicas,
discursos, doctrinas, consejos, pensamientos que comunican un saber y una experiencia
acumulada en el tiempo para ser transmitida a las nuevas generaciones.
Dos son sus formas más importantes y evolucionadas los buebuebttlabtolli y la tbltoloca. Los
primeros son los testimonios de la antigua palabra consejos o exhortaciones morales, cuyo alto
sentido doctrinal y educativo da una idea muy ilustrada de los valores que guiaban a l comunidad
mexicana .Muchas formas caben dentro de esa denominación proverbios, platicas, normas,
lecciones, sobre sexualidad, sentencias , toda manifestación de la vida colectiva y privada. Los
proverbios se habrían perdido del todo si algunos tempranos estudiosos de mundo prehispánico,
como Sahagún , Olmos y otros no los hubiesen recopilado y estimulado su transcripción.
Aún es posible apreciar la belleza poética y la hondura filosófica que debieron tener las
expresiones originales.
La otra forma en prosa es la Tbltoloca, la narración histórica que, representada por pinturas y
jeroglíficos, dejaba constancia de los grandes acontecimientos del pasado. Hay numerosos
ejemplos de estos relatos. Sahagún recogió las conocidas leyendas sobre Quetzalcóatl, en la tercer
parte aparece la importante Leyenda de los soles, conocida a través de un antiguo manuscrito
Náhuatl, que contiene una relación de mitos cosmogónicos del pueblo mexicano y sus migraciones
en tiempos muy remotos.
MANIFESTACIONES TEATRALES
Siendo las ceremonias y ritos tan importantes en la vida cotidiana azteca, es fácil imaginar que
esas ocasiones estimulasen el desarrollo de manifestaciones públicas, donde la palabra, la música,
la pantomima y ciertos elementos dramáticos y coreográficos se integraban. Se sabe también la
existencia de cuicalli, o sea casas e canto y danza, donde se formaba a los que actuaban.
Estas ceremonias se celebraban con la periodicidad de un escrito calendario tiempos de siembra o
cosecha, efemérides militares, fiestas cortesanas, rogativas religiosas, ritos de fecundidad o
iniciación, etc.
Podemos afirmar lo que decía Alfonso Reyes cuando afirmaba que el teatro había nacido tres
veces en la historia d humanidad en Grecia, en la Europa medieval y en la América precolombina.
El problema es que menos sabemos es de la última, en este caso, la falta de escritura fue fatal.
Los aztecas tuvieron un alto sentido del espectáculo y lo usaron como un modo de visión del
mundo de sus dioses y las grandezas del pasado. Con la conquista se afianzo el espíritu de los
indígenas y dieron origen a un teatro de raíces nativas, pero ya penetrado por las formas de la
dramaturgia europea. Así, a través de la reelaboración folklórica de mitos, cosmogonías y leyendas
que se presentan, aún hoy, en sus comunidades, pudieron preservar su identidad cultural y sus
tradiciones.
Segunda parte
(1521-1750)
Cuicatli Quicaqui
Canto Triste
(de Nezahualcoyotl)
(de Nezahualcoyotl)
Cuicatli quicaqui
Oye un canto en mi corazón:
in noyol nichoca:
me pongo a llorar,
ye nicnotlamati
me lleno de dolor:
tiya xochitica
nos vamos entre flores,
tic cauhtehuazque
hemos de dejar esta Tierra:
tlalticpac ye nican
¡estamos prestados unos a otros:
titotlanehuia
iremos a la casa del Sol!
o tiyazque ichan.
¡Póngame yo un collar
Ma nicnocozcati
de variadas flores:
nepapan xochitl
en mis manos estén,
ma nomac on mani
florezcan en mí guirnaldas.
ma nocpacxochihui.
Hemos de dejar esta Tierra:
Tic cauhtehuazque
estamos prestados unos a otros:
tlalticpac ye nican
iremos a la casa del Sol!
zan titotlanehuia
o tiyazque ichan.
El p
En el primer poema se canta en un tono muy positivo, hablando del fin de “nuestra pesadumbre”.
Se pone en énfasis en la idea de que la amistad suele triunfar sobre todo, incluso la inevitable
muerte.
Este concepto de la fugacidad de la vida es muy común en la cultura (en la poesía) y produce un
sentimiento de “carpe diem” porque la vida es efímera y pasa deprisa. Los aztecas usaban su
fuerte espiritualidad para enfrentar este problema de existencia. En la versión Náhuatl, es la
repetición de las palabras “Ohuaya” y “Aya” o “Ayhuaye” que no tienen traducción exacta, indica
una expresión de alegría y exaltación a los dioses y a la vida.
El segundo poema, también traducido por Garibay, el poeta Nezahualcoyotl habla de su tristeza y
como el poema anterior “estamos prestados unos a otros: iremos a la casa del Sol”, usando las
imágenes de las flores del Sol, unos símbolos muy importantes para los aztecas que representan la
vida y el transcurso del tiempo respectivamente.
Poemas después de la Conquista
Después de la Derrota Auh Ixquichi In Topa Michiuh
Y todo esto pasó con Auh ixquichi in topa michiuh
nosotros. in tiquitaque in ticmahuizoque
Nosotros lo vimos, in techocti in tetlaocolti
nosotros lo admiramos. inic titlaihyohuique.
Con esta lamentosa y triste
suerte Auh oc in otlica omitl xaxamantoc
nos vimos angustiados. tzontli momoyauhtoc
calli tzontlapouhtoc
En los caminos yacen dardos calli chichiliuhtoc
rotos,
los cabellos están Ocuilti moyacatlamina otlica
esparcidos. Auh incaltech hahalacatoc in
Destechadas están las casas, quatextli.
enrojecidos tienen sus Auh in atl za yuhque chichiltic za
muros. yuhque tlapatlatl
ca yuh tiquique tiquia tequixquiatl.
Gusanos pululan por calles y
plazas, Auh oc in atl tiquique
y en las paredes están tequixquiatl xantetl ipan
salpicados los sesos. tlatetzotzontli
Rojas están las aguas, están in atlacomolli za teneneixcahuil
como tenidas, chimaltitlan in pieloya
y cuando las bebimos, in oc nen aca moteiccequiliznequi
es como si bebiéramos agua za chimaltitla.
de salitre. Tiquaque in tzonpan quahuitl
Golpeábamos, en tanto, los in tequixquizacatl
muros de adobe, in xantetl in cuetzpalli quimichi
y era nuestra herencia una teutlaquilli. Ocuilli.
red de agujeros.
Con los escudos fue su Tetonetechquaque
resguardo, in iquac tlepan quimontlaliaya
pero ni con escudos puede i ye icuicic inacayo
ser sostenida su soledad. uncan con no
yuh tleco quiquaya.
Hemos comido palos de
colorín, Auh in topatiuh nochiuh
hemos masticado grama in ipatiuh nochiuh in telpochtli
salitrosa, in tlamacazqui in ichpochtil in
piedras de adobe, lagartijas, piltzintli
ratones, tierra en polvo, i ye ixquich macehualli in ipatiuh
gusanos… mochiuh
za omatecohctli tlaolli za matlactli
Comimos la carne apenas, axaxayaca tla tlaxcalli
sobre el fuego estaba puesta. tequixquizacatl tlaxcalli za
Cuando estaba cocida la canpohualli topatiuh mochiuh.
carne,
de allí la arrebataban, In teucuitlatl in chalchihuitl
en el fuego mismo, la in quachtli in quetxcalli
comían. i ye ixquich tlazotli
auctle ipa motac za tetepeui.
Se nos puso precio.
Precio del joven, del
sacerdote,
del niño y de la doncella.
Basta: de un pobre era el
precio
sólo dos puñados de maíz,
sólo diez tortas de mosco;
sólo era nuestro precio
veinte tortas de grama
salitrosa.
Oro, jades, mantas ricas,
plumajes de quetzal,
todo eso que es precioso.
en nada fue estimado…
“Después de la Derrota” tiene un tono más grave y desesperado a los poemas anteriores. El tema
es la transición cultural, lo que fue muy drástico para los indígenas. El perder sus tierras, su
religión y gran parte de su identidad, algo que los volvía únicos.
Casi todos se convirtieron en la gente más pobre de la nueva cultura euro-americana, y mucho del
resto murió por las epidemias que los españoles trajeron al Nuevo Mundo. Como los poemas del
periodo prehispánico, se usa imágenes de la naturaleza porque ella mantenía su importancia en la
cultura Azteca, aunque ella había sido herida y cambiado para siempre por los invasores “… rojas
están las aguas, como teñidas…”
Los últimos dos poemas breves representan los efectos que trajo consigo la Conquista en la
cultura indígena de México. El primero “Un Futuro Incierto” se plantea serios interrogantes para
comunicar la imagen de una civilización destruida, debido a que Hernán Cortes con su ejército
avanzaba destruía todo en su camino dejando la ciudad de Tenochtitlan en ruinas. Destrucción
semejante a los aztecas los deja casi sin cultura.
En cuanto al segundo poema “Comienzo de un Nuevo Mundo” usualmente es una declaración del
éxito de la conquista y los cambios producidos en la vida de los indígenas. La gente de la ciudad de
México había dejado de existir, hasta su religión había cambiado por los esfuerzos de los
misioneros “ya echa flores, ya abre sus brotes la fé y el saber de dios.”
Bibliografía