Вы находитесь на странице: 1из 258

Jürgen Roloff

HECHOS DE LOS APOSTÓLES


Pocos libros pueden calificarse con ma-
yor exactitud que éste de libro clásico
y permanentemente nuevo. Pertenece a
la serie «Das Neue Testament Deutscb»,
modelo ejemplar de cualquier empresa
bíblica que tiene ese principio por lema.
De este modo, cada generación tiene
siempre su texto y comentario al día.
ha Escritura no cambia; lo que varia
es la mentalidad de los humanos y sus
métodos crítico-exegéticos y hasta los
criterios de traducción. Este comentario
a los Hechos, por ejemplo, es la edi-
ción 17 del mismo libro, redactado pri-
mero por H. W. Beyer, luego por
G. Stdhlin y ahora por J. Roloff, tres
eminentes profesores y especialistas.
Cada uno de ellos lo escribió a tenor
de los conocimientos y principios exe-
gético-críticos de su generación, siendo
así un libro clásico y permanente, y nue-
vo, al propio tiempo.
La redacción de Roloff que ahora
ofrecemos tiene un carácter de alta di-
vulgación, con marcado interés pasto-
ral, que es idéntico a decir que no sólo
se abordan en él las cuestiones históri-
co-críticas y redaccionales, sino su cons-
tante trasfondo teológico. De ahí su
sensibilidad ante la visión eclesiológica
de los Hechos y su cristología frente a
la obstrucción del Israel histórico. El
comentario lo divide Roloff en dos pla-
nos. En el primero, más breve, ofrece
una visión global del pasaje o perícopa,
que luego analiza en el segundo versícu-
lo por versículo.
Ha hecho su traducción del alemán
Dionisio Mínguez, profesor del Insti-
tuto Bíblico de Roma y especialista en
Lucas. Podemos asegurar, por tanto,
que nada del original alemán se echará
de menos en ella; antes bien, gana en
claridad y precisión por el carácter de
ambos idiomas. El propio profesor Mín-
guez lo presenta a nuestros lectores, de-
jando constancia de su aprecio por el
libro: «El comentario de ]. Roloff es de
lo mejor que la exégesis actual puede
ofrecer a un lector interesado en esta
explosión que llamamos Iglesia». «He
disfrutado estudiándolo, traduciéndolo,
presentándolo».

En la sobrecubierta:
El apóstol Pablo.
Pintura mural románica, s. xir.
Museo de Arte de Cataluña,
Barcelona.
OTROS LIBROS DE LA EDITORIAL

J. RÍUS-CAMPS
EL CAMINO DE PABLO
A LA MISIÓN DE LOS PAGANOS
Comentario lingüístico y exegético
a Hechos 13-28
334 págs. Ene. en tela

J. MATEOS
LOS «DOCE»
Y OTROS SEGUIDORES DE JESÚS
EN EL EVANGELIO DE MARCOS
304 págs. Ene. en tela

EL ASPECTO VERBAL
EN EL NUEVO TESTAMENTO
172 págs. Ene. en tela

CUESTIONES DE
GRAMÁTICA Y LÉXICO
EN EL NUEVO TESTAMENTO
150 págs. Ene. en tela

J. L E I P O L D T / W . GRUNDMANN
EL MUNDO
DEL NUEVO TESTAMENTO
3 vols. Ene. en tela
I. Estudio histórico-cultural. 541 pá-
ginas.
II. Textos y documentos de la época.
447 págs.
III. El mundo del NT en el arte.
323 ils.

JOACHIM JEREMÍAS
]ERUSALEN EN TIEMPOS
DE JESÚS
2.a ed. 414 págs. Ene. en tela

LA ULTIMA CENA.
PALABRAS DE JESÚS
323 págs. («Biblia y Lenguaje», 7)

X. LÉON-DUFOUR
LA FRACCIÓN DEL PAN
Culto y existencia en el NT
398 págs. («Academia Christiana», 17)
HECHOS DE LOS APOSTÓLES
JÜRGEN ROLOFF
BIBLIOTECA BÍBLICA CRISTIANDAD
Profesor de Nuevo Testamento en la
G. E . W R I G H T : Arqueología Bíblica. 402 págs. y 220 ilustraciones. Universidad de Erlangen
R. DE VAUX: Historia Antigua de Israel. 2 tomos. 454 y 366 págs.
W. EICHRODT: Teología del Antiguo Testamento. 2 tomos.
I. Dios y pueblo. 478 págs. HECHOS DE LOS APOSTÓLES
II. Dios y mundo.—Dios y hombre. 558 págs.
M. NOTH: El mundo del Antiguo Testamento. Introducción a las ciencias auxi-
liares de la Biblia. 400 págs.
L. ALONSO SCHÓKEL: Profetas. Comentario teológico y literario. 1381 págs. en
2 vols.
L. ALONSO SCHÓKEL/ J. VILCHEZ: Proverbios. 603 págs.
L. ALONSO SCHÓKEL / J. L. SICRE: Job. 634 págs.

J. JEREMÍAS: Jerusalén en tiempos de Jesús. Estudio económico y social del


mundo del Nuevo Testamento. 414 págs.
J. JEREMÍAS: La Ultima Cena. Palabras de Jesús. 312 págs.
J. LEIPOLDT/W. GRUNDMANN: El mundo del Nuevo Testamento. 3 tomos.
I. Estudio histórico-cultural. 750 págs.
II. Textos y documentos de la época. 447 págs.
III. El mundo del NT en el arte. 80 págs. y 323 ilustraciones.
P. BONNARD: Evangelio según san Mateo. 632 págs.
V. TAYLOR: Evangelio según Marcos. 634 págs.
RAYMOND E. BROWN: El Evangelio según Juan. 1562 págs. en 2 vols.
RAYMOND E. BROWN: El nacimiento del Mesías. Comentario a los relatos de la
infancia. 620 págs.
C. H. D O D D : Interpretación del cuarto Evangelio. 475 págs.
C. H. D O D D : La tradición histórica en el cuarto Evangelio. 448 págs.
J. MATEOS/J. BARRETO: El Evangelio de Juan. Análisis lingüístico y comentario
exegético. 2. a ed. 954 págs.
J. MATEOS/F. CAMACHO: El Evangelio de Mateo. Lectura comentada. 296 pá-
ginas.
J. RIUS-CAMPS: El camino de Pablo a la misión de los paganos. 326 págs.
J. ROLOFF: Hechos de los Apóstoles. 510 págs.

EDICIONES CRISTIANDAD
Huesca, 30-32
MADRID
Este libro fue publicado por CONTENIDO
17
VANDENHOECK & R U P R E C H T , Gotinga 1981
con el título
Die Apostelgeschichte

Traducido al castellano por

DIONISIO M Í N G U E Z

profesor de Nuevo Testamento en el


Instituto Bíblico de Roma

El texto bíblico de los Hechos se tomó del


Nuevo Testamento, trad. de J. Mateos/L. Alonso Schókel
Ediciones Cristiandad, Madrid

Derechos para todos los países de lengua española en

EDICIONES CRISTIANDAD, S. L.
Madrid, 1984

Depósito legal: M. 39.888.—1984 ISBN: 84-7057-360-8

Printed in Spain '


Composición: Grafilia, S. L. Pajaritos, 19 - Madrid
Impresión: Artes Gráficas Benzal, S. A. Virtudes, 7 - Madrid
Encuademación: Larmor - Móstoles (Madrid)
Presentación 13
/'

INTRODUCCIÓN
1. Título 19
2. Autor 20
3. Fecha de composición 23
4. Carácter literario y autenticidad histórica 24
5. Estilo y técnica narrativa 29
6. División del libro 32
7. El texto 33
8. Nuestro comentario 34
Bibliografía 35

COMENTARIO
Prólogo. Instrucciones del Resucitado (1,1-26) 41
1. Despedida y ascensión de Jesús (1,1-12) 41
La ascensión de Jesús 51
2. Preparación para la venida del Espíritu (1,13-14) 53
3. Reconstitución del grupo de los Doce (1,15-26) 55
Los «Doce» —los apóstoles—; los «doce apóstoles» 62

I
LOS COMIENZOS EN JERUSALÉN
(2,1-5,42)
1. Pentecostés. Venida del Espíritu Santo (2,1-13) 65
2. Discurso de Pedro en Pentecostés (2,14-41) 77
Los discursos en el libro de los Hechos 79
La denominación de Jesús como «Señor» (Kyrios) 85
Origen y significado del bautismo cristiano 94
3. Vida interna de la comunidad de Jerusalén: Primer sumario (2,42-
47) 98
4. Curación de un paralítico a la puerta del templo (3,1-10) 102
5. Discurso de Pedro en el templo (3,11-26) 105
6. Pedro ante el Consejo (4,1-22) 116
7. La oración de la comunidad (4,23-31) 122
8. Vida interna de la comunidad de Jerusalén: segundo sumario (4,32-
35) 126
La comunidad de bienes. Ideal y realidad histórica 128
9. Dos ejemplos de comunidad de bienes (4,36-5,11) 131
10. Vida interna de la comunidad de Jerusalén: tercer sumario (5,12-16) ... 137
11. Transigencia del Consejo con respecto a la comunidad (5,17-42) 140
Contenido 11

II 3. Pablo en Filipos (16,11-40) 323


PRIMERA ETAPA DE LA EXPANSIÓN DE LA IGLESIA 4. Pablo en Tesalónica (17,1-9) 332
(6,1-9,31) 5. Misión en Berea (17,10-15) 336
6. Pablo en Atenas (17,16-34) 338
1. Nombramiento de los Siete (6,1-7) 151 El discurso del Areópago y Pablo 357
2. Proceso contra Esteban (6,8-15) 156 7. Pablo en Corinto (18,1-17) 358
3. Discurso de Esteban (7,1-53) 161 Gallón y la cronología del cristianismo primitivo 364
4. Muerte de Esteban (7,54-8,la) 174 8. Etapas de viaje (18,18-23) 367
5. La persecución en Jerusalén (8,lb-3) 178 9. Apolo en Efeso y en Corinto (18,24-24) 372
6. Misión de Felipe en Samaría (8,4-25) 180 10. Pablo en Efeso: encuentro con los discípulos de Juan (19,1-7) 375
Simón Mago 188 11. Ruptura con la sinagoga (19,8-10) 379
7. Bautismo del tesorero etíope (8,26-40) 190 12. Triunfo de Pablo sobre la magia y el sincretismo (19,11-20) 381
8. Conversión y vocación de Pablo (9,1-22) 196
9. Huida de Pablo y primera visita a Jerusalén (9,23-30) 208 V
10. Conclusión: Crecimiento pacífico de la Iglesia (9,31) 213 PABLO, TESTIGO DEL EVANGELIO
EN JERUSALÉN Y EN ROMA
III (19,21-28,31)
ANTIOQUIA Y LOS COMIENZOS
DEL CRISTIANISMO EN EL MUNDO PAGANO 1. Prólogo: Decisión de Pablo de ir a Jerusalén y a Roma (19,21-22)... 387
(9,32-15,35) La última parte de Hechos 387
2. Motín de los plateros en Efeso (19,23-40) 389
1. Pedro en Lida y en Jafa (9,32-43) 215 3. Ultimo viaje de Pablo a Grecia (20,1-6) 395
2. Pedro bautiza al primer pagano (10,1-11,18) 220 4. Resurrección de Eutiquio (20,7-12) 398
3. Comienzo de la Iglesia paganocristiana en Antioquía (11,19-26) 239 5. De Tróade a Mileto (20,13-16) 401
4. La colecta de Antioquía en favor de Jerusalén (11,27-30) 245 6. Despedida de Pablo en Mileto (20,17-38) 402
5. Persecución de la Iglesia de Jerusalén por Herodes Agripa I (12,1- 7. De Mileto a Cesárea (21,1-14) 413
23) 248 8. Acogida en Jerusalén (21,15-26) 417
6. Vuelta de Bernabé y Pablo a Antioquía (12,24-25) 257 9. Prisión de Pablo (21,27-36) 423
7. Misión de Pablo y Bernabé (13,1-3) 258 10. Discurso de Pablo en la fortaleza Antonia (21,37-22,29) 427
El primer viaje misionero 261 11. Pablo, ante el Consejo (22,30-23,11) 436
8. Misión en Chipre (13,4-12) 262 12. Conjura contra Pablo y su marcha hacia Cesárea (23,12-35) 440
9. La predicación en Antioquía de Pisidia (13,13-52) 267 13. Proceso ante el procurador Félix (24,1-23) 446
10. Iconio: Fundación de la comunidad y expulsión de los misioneros 14. Félix y Pablo (24,24-27) 453
(14,1-7) 281 15. Pablo apela al emperador (25,1-12) 455
11. Pablo y Bernabé en Listra (14,8-20) 283 16. Festo y Agripa (25,13-22) 460
12. Fin del primer viaje misionero (14,21-28) 292 17. Pablo, ante Agripa y Berenice (25,23-26,32) 463
13. Decisiones del concilio de Jerusalén (15,1-34) 295 18. Travesía y naufragio (27,1-44) 475
El relato lucano (Hch 15,1-34) y el relato paulino (Gal 2,1-10) 300 19. Pablo, en Malta (28,1-10) 488
El texto occidental de Hch 15,1-34 304 20. Pablo llega a la meta (28,11-16) 491
14. Conclusión 313 21. Pablo en Roma (28,17-31) 494
Abreviaturas utilizadas 502
IV Viajes de Pablo (mapa) 504
LA MISIÓN DE PABLO índice onomástico y temático 506
EN ASIA MENOR Y EN GRECIA
(15,36-19,20)
1. Salida de Pablo de Antioquía y separación de Bernabé (15,36-41).... 315
El periodo de la gran misión paulina y su presentación lucana 318
2. Viaje por Asia Menor y cambio de rumbo hacia Grecia (16,1-10).... 320
SIGLAS DE LOS LIBROS BÍBLICOS PRESENTACIÓN

Abd Abdías Jos Josué


Ag Ageo Jr Jeremías
Am Amos Jue Jueces
Ap Apocalipsis Lam Lamentaciones
Bar Baruc Le Lucas El libro de los Hechos de los Apóstoles, afrontado con seriedad en
Cant Cantar de los Cantares Lv Levítico nuestra situación presente, no deja de ser un libro inquietante y, para
Col Colosenses 1 Mac I o . Macabeos . algunas mentalidades, incluso escandaloso.
1 Cor I a . Corintios 2 Mac 2°. Macabeos Jürgen Roloff, teólogo protestante, ambicioso en sus planteamientos
2 Cor 2a. Corintios Mal Malaquías y decididamente orientado hacia la problemática de la Iglesia primitiva,
1 Cr I o . Crónicas Me Marcos ha emprendido este comentario a Hch en plena sintonía con el propio
2 Cr 2o. Crónicas Miq Miqueas libro que comenta. Audaz en sus reconstrucciones históricas, generoso
Dn Daniel Mt Mateo en datos ilustrativos del ambiente contemporáneo, continuador de una
Dt Deuteronomio Nah Nahún tradición metodológica —muy alemana— que intenta conjugar el auto-
Ecl Eclesiastés Neh Nehemías l ritarismo impositivo de sus presupuestos con la matizada problemática
Eclo Eclesiástico Nm Números de sus convicciones teológicas, ha elaborado un comentario altamente
Ef Efesios Os Oseas personal, sin renunciar a la impronta característica de la colección
Esd Esdras 1 Pe I a . Pedro —«Das Neue Testament Deutsch»— en la que se inscribe. Recoge la
Est Ester 2 Pe 2a. Pedro herencia de sus predecesores —H. W. Beyer y G. Stáhlin— y la rea-
Ex Éxodo Prov Proverbios nima con el dinamismo de su propia intuición.
Ez Ezequiel 1 Re I o . Reyes
Flm Filemón 2 Re 2o. Reyes
Flp Filipenses Rom Romanos 1. El género «comentario»
Gal Gálatas Rut Rut
Gn Génesis Sab Sabiduría En realidad, todo comentario debería ser una auténtica repetición de la
Hab Habacuc Sal Salmos vivencia original expresada en el texto, una relectura del libro, que
Heb Hebreos Sant Santiago mantenga inalterado el frescor primigenio del producto, sin aditivos ni
Hch Hechos 1 Sm I o . Samuel conservantes, para que llegue intacto a la propia generación y a las ge-
Is Isaías 2 Sm 2°. Samuel neraciones venideras. El comentario tiene que ser esencialmente «deu-
Jds Judas Sof Sofonías terosis» (P. Beauchamp) y «metalenguaje» (R. Jakobson). En esta
Jdt Judit 1 Tes I a . Tesalonicenses perspectiva habría que distinguir dos tipos de comentario, uno horizon-
Jl Joel % 2 Tes 2a. Tesalonicenses tal y otro vertical. El comentario horizontal estira el texto, por adición.
Jn Juan 1 Tim I a . Timoteo Explícita lo meramente insinuado, colma las lagunas que ha ido de-
1 Jn I a . Juan 2Tim 2a. Timoteo jando el paso de los siglos, clarifica lo enigmático, intenta remozar lo
2 Jn 2a. Juan Tit Tito envejecido, aun a riesgo de conceptualizar el dato bruto de la experien-
3 Jn 3 a . Juan Tob Tobías cia originaria. Pero siempre es «otro» el que habla; no habla el texto
Job Job Zac Zacarías ingenuo, sino el sabio comentarista. En cambio, el comentario vertical
Jon Jonás procede en profundidad. No se sale del texto, sino que se adentra por
sus mecanismos; no pretende explicar, sino observar; no abre el miste-
rio, sino que descorre el velo para poder contemplarlo; no quiere extra-
polar, sino comprender. En su esfuerzo por replegar el texto sobre sí
mismo —«metalenguaje»— el comentarista calla; el que habla es el
propio texto, pero en un registro más profundo —«deuterosis»— para
entregar su secreto.
El comentario horizontal es normalmente amorfo, invertebrado, e
14 Presentación Presentación 15

incluso arbitrario. El vertical, en cambio, pone de manifiesto, desde individual, sino que es fundamentalmente expansiva, se impone ineludi-
dentro, la textura pacífica o tortuosa, rotunda o estriada, ingenua o elu- blemente el aspecto comunitario. Por eso, el libro de los Hechos, libro
siva, de la superficie textual. A este punto, huelga explicitar las prefe- de los «orígenes» de la vida cristiana, anuda intrínsecamente lo indivi-
rencias. ¿Qué es mejor, describir todas las especies vegetales de un par- dual y lo colectivo, para trazar un cauce y una trayectoria a la donación
que, o penetrar por sus senderos y admirar y gozar de su frescura?; y, de esta manera, generar una vida. Don del Espíritu generativo (2,38;
¿conocer al dedillo hasta la última tuerca de un «Mercedes», o ponerse 5,32; 8,18; 10,45; 11,17; 15,8), don del nuevo nacimiento por el bau-
al volante y lanzarse a una carrera frenética?; ¿estudiar el timbre y la tismo (1,5; 2,41; 8,38; 9,18; 10,48; 16,15.33; 18,8; 19,5), don de la pala-
estructura de todos los instrumentos de una orquesta, o dejarse invadir bra (2,4; 4,29; 7,38) que engendra una expansión (6,7; 12,24; 19,20).
por la fascinación de la música?; ¿desmontar una escopeta, o sentir el Pero esa donación generativa rebasa y desborda los límites del libro de
hormiguillo de una cacería? Sin duda, será mejor enseñar a conducir, o Hch, para proyectarse a un futuro de generaciones (cf. 28,30-31).
educar el gusto musical, o participar en una montería. Por eso, un ver- Un comentario al libro de los Hechos es un hito en esa creatividad
dadero comentario tendrá que brotar de la hondura de la reflexión y del generativa de historia, una actualización de las virtualidades del origen,
esfuerzo por comprender las articulaciones profundas del mensaje, para una nueva donación que provoca una dinámica de nuevas donaciones.
poder ofrecer simple y llanamente una guía, unas claves de lectura de ¿Va por ahí el comentario de Jürgen Roloff?
este texto concreto.
Algo semejante se podría decir de la dicotomía «comentario infor-
mativo» y «comentario formativo». Pero siempre teniendo en cuenta
que —al menos, en castellano— el prefijo «in» tiene normalmente un 3. / . Roloff comenta el libro de los Hechos de los Apóstoles
significado negativo (in-comprensible, in-digesto, in-sensato...).
Por desgracia, la inmensa mayoría de los comentarios modernos a Las reflexiones precedentes se han cerrado con un interrogante. Es
los textos bíblicos son de corte horizontal. De ahí que muchas veces, hora de respuesta. Ya al principio de esta presentación he insinuado al-
tanto en clase como en privado, me haya venido espontáneamente pro- gunas líneas genéricas de la apreciación global que me sugiere el pre-
poner a mis alumnos que «cuanto más lean los comentarios, menos en- sente comentario. Pero tal vez sean necesarias —o, por lo menos, con-
tenderán el texto»; y, al revés, «cuanto más lean el texto, menos enten- venientes— unas cuantas puntualizaciones.
derán los comentarios». En general, creo que es un excelente comentario. Si no fuera así, no
¿Por dónde va el comentario de Jürgen Roloff? me hubiera aventurado a presentarlo al público de lengua española.
Uno de los valores fundamentales es que el comentario provoca la re-
flexión y hace pensar. Desde luego, no me atrevería a catalogarlo entre
los comentarios que anteriormente he definido como «verticales». No
2. El libro de los Hechos busca la hondura, sino la sencillez y, más que replegar el texto sobre sí
mismo, fundamentalmente lo despliega y lo estira. Pero creo que sería
Hechos de los Apóstoles es un libro que tiene mucho de «génesis», que injusto considerarlo tajantemente como «horizontal». Me parece vis-
se mueve en el horizonte de los «orígenes». Cuenta el nacimiento de lumbrar una especie de simbiosis, o de coexistencia, de ambas magni-
una determinada forma de vida: la vida eclesial; la irrupción de un tudes. Con todo, hay que reconocer que siempre es muy difícil lograr el
principio generativo: el Espíritu Santo; la liberación de una energía equilibrio justo y la dosificación precisa, para que el producto salga ple-
creadora: la palabra proclamada, que engendra vida comunitaria. namente logrado.
Todos ellos, temas de «comienzo». Pero no de un comienzo absoluto, En primer lugar, su enfoque metodológico. En este aspecto sí se
sino de la primera manifestación de una novedad, que hunde sus raíces puede decir sin restricciones que es «horizontal». Anclado en la co-
en algo realmente primigenio: «lo que Jesús empezó a hacer y a ense- rriente alemana de la «historia de las tradiciones», Roloff proyecta con-
ñar» (Hch 1,1), el «comienzo de la Buena Noticia, que es Jesucristo, tinuamente el texto hacia su estado de pre-texto. De ahí, la frecuencia
Hijo de Dios» (Me 1,1), «lo que ya existía desde el principio... la Pala- de reconstrucciones históricas, en algunos casos discutibles —por ejem-
bra, que es la vida... y se manifestó a nosotros» (1 Jn 1,1-2). El libro plo, las circunstancias del concilio de Jerusalén— y algunas veces deci-
de los Hechos es el nuevo «génesis», el libro de los nuevos «orígenes». didamente inaceptables, como la vinculación —o desvinculación— de
Desconocer el propio origen es no existir, porque la existencia es la Pablo con respecto a su comunidad de Antioquía. Su afán por indivi-
continuidad presente de un pasado que radicalmente nos pertenece. duar los materiales de tradición preexistentes parece desmedido; y su
Pero incluso antes del origen está el «don»; y por eso, la existencia es determinación concreta, con especificación incluso de capítulos y versí-
esencialmente donación. Don de la vida, don de las capacidades vitales, culos, a veces no resulta convincente. Sin embargo, es indiscutible la
don de la palabra. Y porque la donación no se cierra en lo puramente coherencia con sus propios «postulados». Dentro de esta línea se mueve
16 Presentación Presentación 17
su división del libro. Aunque en la introducción discuta brevemente las cuanto al contenido teológico de un acontecimiento que, en palabras
diversas divisiones propuestas y enumere un par de principios en los del propio comentarista, «es el más importante de toda la historia de la
que se basa su propia división, tanto el resultado concreto como los Iglesia primitiva». Otro punto más bien débil es el análisis del discurso
presupuestos que aduce resultan —al menos, en mi opinión personal— de Pablo en el Areópago; en este caso, extensión y profundidad son in-
decididamente personales. En realidad, se mezclan una serie de obser- versamente proporcionales. Algo parecido se podría decir a propósito
vaciones de carácter llamado literario con elementos de orden más bien del discurso de Mileto, cuya importancia, explícitamente reconocida, no
temático, que generan una cierta confusión y difuminan la nitidez del queda reflejada suficientemente en el comentario. Saltando a una temá-
proceso argumentativo. tica más amplia, tal vez queden demasiado acentuados los contrastes
entre «paulinismo» y «lucanismo» —¿ecos de P. Vielhauer?—, sin que
Un segundo aspecto se podría concentrar en su mentalidad teológica. quede la pretendida dialéctica convincentemente aclarada. En esa
Se advierte una acusada sensibilidad ante los problemas que plantea la misma línea quedan englobadas las antítesis en la presentación de fi-
visión eclesiológica de Hch, la presencia de una verdadera cristología, y guras como Pedro y Santiago.
la invadente actualidad de lo realmente «teológico», como la actuación No hay por qué entrar en discusiones, aparte de que una presenta-
de Dios y su plan salvífico, la obstinación insensata del Israel histórico, ción no es la sede más adecuada. Naturalmente, las conclusiones deri-
el dinamismo del Espíritu, etc. Esto se debe indudablemente al carácter van de las premisas. Lo verdaderamente importante es la preocupación
de alta divulgación, con marcado interés pastoral, que da personalidad común de las dos confesiones por dar voz y resonancia a la única
propia a toda la serie de comentarios de la colección «Das Neue Testa- e inextinguible palabra de Dios. Y esta convergencia fundamental
ment Deutsch». Pero Roloff tiene su concepción personal, ya expuesta está por encima y es mucho más creativa que cualquier minúscula diver-
—por otra parte— en trabajos anteriores. gencia.
Naturalmente, a un lector poco familiarizado con el pensamiento
protestante le pueden resultar chocantes tanto algunas expresiones ter-
minológicas como determinadas concepciones doctrinales. Una fórmula Por último, quisiera decir una palabra sobre el desarrollo temático.
como «esquema antitético» no causará mayor dificultad, dado el inci- Naturalmente, dado el carácter de todo comentario que sigue implaca-
sivo contraste con el que Lucas enfrenta la actuación humana de blemente el hilo del texto, el peligro es que el árbol no deje ver el bos-
muerte con la intervención divina de resurrección. Tal vez resulte un que. Roloff ha intentado superar esta dificultad introduciendo unas
poco más críptica la referencia a los «dos estadios de la cristología», en cuantas pausas temáticas, para cobrar respiro y contemplar el pano-
la que se pone de relieve el dinamismo interno del misterio de Cristo, rama. Pero, sobre todo, ha estructurado su comentario en dos paneles,
que esencialmente va desarrollando y manifestando ulteriormente sus obviamente desiguales: visión global del pasaje y análisis detallado de
virtualidades, abriendo la comprensión. Un término como «leyenda» cada uno de los versículos de la perícopa. Solución elegante, pero quizá
que, a primera vista, nos transporta al mundo de la fantasía y de lo poco explotada. De hecho, el panel primero se agota, por lo común, en
irreal, dejará de ser sorprendente si caemos en la cuenta de que esa de- rebuscar los posibles estratos de tradición, mientras que el segundo se
nominación es un término técnico para designar las diversas tradiciones resiente de una imperiosa necesidad —hay que decir «algo» de «todos»
—probablemente escritas = «lo que se lee»— que se habían ido acumu- los versículos que lo convierte a veces en una expansión meramente re-
lando en torno a personajes de relieve, como Pedro, Pablo, etc. Pero lo petitiva y parafrástica. Y es una pena, porque no cabe duda que la idea
que sí puede producir una auténtica perplejidad es la presentación con- en sí es excelente. Creo que es una virtud muy notable el uso más bien
creta de algunas cuestiones —sobre todo, eclesiológicas— en las que la parco de citas y referencias; pero cabría preguntarse: ¿son, por lo gene-
tradición luterana roza, e incluso entra en fricción con el pensar y el ral, las más pertinentes?
sentir de la tradición romano-católica. Sin bajar a detalles, indico suma-
riamente algunos puntos que podrían dar lugar a un diálogo fecundo
entre ambas confesiones. Por ejemplo, el significado y la función de En resumen, el comentario de Jürgen Roloff al libro de los Hechos
«los Doce» —a pesar del sustancioso anexo dedicado al tema, con mo- de los Apóstoles es de lo mejor que la exégesis actual puede ofrecer a
tivo del comentario a 1,26— queda, a mi juicio, demasiado minimi- un lector interesado en esta explosión, que llamamos «Iglesia». No creo
zado. Los dos «reparos, en perspectiva crítica», con los que Roloff cie- —y no quisiera— haber cargado las tintas. Junto a las minúsculas dis-
rra su comentario al episodio realmente dramático de Ananías y Safira, conformidades personales —por mi parte, las únicas— ahí está la
me da la impresión de un tanto superficial, precisamente por olvidar el enorme masa de mayúsculas convergencias. He disfrutado estudiándolo,
profundo significado del «signo». La centralidad del concilio de Jerusa- traduciéndolo y presentándolo.
lén, el alcance de sus decisiones y la problemática implicada, aunque Hay que agradecer a Ediciones Cristiandad su apertura de miras, su
suficientemente estudiada a nivel histórico, resulta muy pobre en atención vigilante para captar y difundir obras de impacto, y el esmero
18 Presentación
—diría, apasionado— por ofrecer a lo que aún queda de «homo reli- INTRODUCCIÓN
giosus» la satisfacción de tener entre sus manos un libro bien hecho.
Y así se cierra el ciclo. ¿No es verdaderamente espléndido que la
creación del autor, la re-creación del traductor, la pasión del editor y la
afición del lector unan sus manos para esta empresa común de «hacer
Iglesia» y manifestar su vitalidad pluriforme y permanente?

DIONISIO M Í N G U E Z El libro de los Hechos de los Apóstoles (=Hch) es un caso especial


Instituto Bíblico (Roma) dentro del Nuevo Testamento y, en nuestra opinión, aun dentro de
Universidad Comillas (Madrid) toda la literatura de la Iglesia primitiva. Se trata, en realidad, del se-
Octubre de 1984 gundo volumen de una obra bipartita, cuya primera parte es el evange-
lio según Lucas (1,1). Es un hecho único; y no deja de sorprender que
una narración evangélica continúe con el relato de los orígenes de la
Iglesia. Pero más sorprendente aún es el carácter individual de este li-
bro, que, en realidad, no se deja encuadrar en ninguno de los cono-
cidos géneros literarios del Nuevo Testamento. La primera parte de la
obra lucana pertenece indudablemente al género «evangelio»; a pesar
de que el autor trata el tema con una gran independencia personal y
con marcadas características de estilo, la obra, en su globabilidad, lleva
el sello típico del género. Lo mismo sucede con el resto de los escritos
neotestamentarios; no hay duda de que representan una corriente lite-
raria de su época. Por ejemplo, el género «carta», tras la impronta de-
cisiva de Pablo, recibió una amplia acogida entre los escritores del na-
ciente cristianismo; aun el Apocalipsis de Juan, que parece un monolito
aislado dentro del Nuevo Testamento, se puede encuadrar fácilmente
en un género —«literatura apocalíptica»— de larga tradición judía y
hasta cristiana. Volviendo a los Hechos de los Apóstoles, si quisiéramos
encontrar alguna correspondencia con otros escritos, habría que pensar
o en los libros históricos del Antiguo Testamento, o en la historiografía
profana, representada por Tucídides, Suetonio y el mismo Flavio Jo-
sefo.

1. Título

El título del libro —Praxeis Apostolon = Hechos de los Apóstoles— no


es que sirva de gran ayuda para comprender el contenido específico. En
primer lugar, este título —como todos los demás del Nuevo Testa-
mento— le fue dado sólo en el s. II y, además, no corresponde exacta-
mente al contenido de sus dos partes. Y en segundo lugar, el libro no
tiene nada en común con la exuberante y caótica producción literaria
del s. II, que acumula «hechos» de cada uno de los apóstoles y de per-
sonajes significativos y ve por todas partes milagros y anécdotas edifi-
cantes (cf. Hennecke-Schneemelcher II, 1964); por otra parte, la temá-
tica del libro no se puede reducir a los «apóstoles»: para Lucas,
apóstoles son los Doce (cf. 1,21-22.26), y desde luego este grupo no
ocupa el puesto central del libro, porque más de la mitad de la obra
20 Introducción Autor 21
está dedicada a los incansables viajes de Pablo, que, según el mismo él estuvo durante largos años ausente de Jerusalén. Todo intento de
Lucas, no era precisamente un apóstol. Por tanto, la única posibilidad identificar la segunda visita a Jerusalén, de la que se habla en
de precisar las características literarias y la auténtica finalidad del Hch 11,30, con el viaje mencionado en Gal 2,1, o de colocar la subida
autor consiste en un análisis de la forma y del contenido del libro en sí a la ciudad, mencionada en Hch 15,2, en una época posterior a la com-
mismo. De entrada, podemos afirmar: el interés primario del libro no posición de la carta a los Gálatas, está condenado al fracaso. Otro error
radica en el relato de la actuación de cada uno de los personajes, ni in- importante es la afirmación que se hace con respecto al llamado de-
tenta escribir sus biografías; lo que pretende es presentar la acción de creto apostólico (Hch 15,23-9). El libro de los Hechos dice que este de-
Dios, que va haciendo crecer la Iglesia como definitivo pueblo de Dios, creto fue impuesto por el concilio a las comunidades provenientes del
donde caben tanto los judíos como los gentiles. paganismo obligándolas a guardar cuatro cláusulas fundamentales to-
madas de la ley judía. Pero esto está en flagrante contradicción con la
frecuentemente subrayada aseveración de Pablo, que en Gal 2,6, ase-
2. Autor gura que «los más representativos (en Jerusalén) no tuvieron nada que
añadirme» (fuera de la recomendación de acordarse de los pobres;
Sobre el nombre del autor no aparece indicación alguna. Una antigua cf. Gal 2,10).
tradición eclesial lo identifica con «Lucas, el q u e r i d o médico»
2.2. Si el libro de los Hechos fuese obra de un colaborador directo
(Col 4,14; cf. Flm 24; 2 Tim 4,11), uno de los colaboradores de Pablo
de Pablo, serían de esperar algunos rasgos biográficos concretos sobre
durante su actividad pastoral en Asia Menor y Grecia. El testimonio
la juventud del apóstol, que nos permitiesen recabar una mayor infor-
más antiguo de esta identificación se encuentra en el Canon Murato-
mación de la que el mismo Pablo nos da en sus cartas. Pero esto no es
riano, un escrito de finales del s. II, que nos da la lista de escritos neo-
así. Desde luego que el libro de los Hechos recoge algunos detalles que
testamentarios aceptados y usados en la iglesia de Roma. Muchos exe-
no se encuentran en las cartas: la participación de Pablo en la lapida-
getas mantienen todavía esta opinión, convencidos de que existen
ción de Esteban (7,58), su bautismo en Damasco por manos de Ana-
argumentos sólidos en su favor; por ejemplo, el innegable interés que
nías (9,17s), su formación en Jerusalén, en la escuela de Gamaliel
el autor manifiesta por la actividad misionera de Pablo, su participación
(22,3). Pero todos estos detalles se pueden prácticamente reducir a las
personal —tan clara en los últimos capítulos del libro— en los inci-
tradiciones populares que, sin duda, corrían entre las comunidades cris-
dentes del viaje de Pablo a Roma y, sobre todo, el frecuente uso de la
tianas a propósito del gran perseguidor de la Iglesia, convertido des-
primera persona del plural en los relatos de los diversos viajes del após-
pués y con fama de gran taumaturgo.
tol. Además de esto, algunos investigadores, basados en una serie de
particularidades lingüísticas y de estilo, quieren ver en el libro la mano 2.3. En este contexto, se ha observado —y con razón— que el au-
de un médico. La exégesis reciente se decanta, más bien, contra la teo- tor de los Hechos no recoge prácticamente nada de la teología específi-
ría de que el libro de los Hechos sea obra de un compañero de Pablo. camente paulina. El valor salvífico universal de la muerte de Cristo, tan
Los principales argumentos son los siguientes: central en las cartas de Pablo, resulta puramente marginal en el Pablo
de los discursos de Hechos (13,27ss; 20,28). Igualmente queda desvaído
2.1. Hay acontecimientos decisivos en la vida de Pablo, que se le el mensaje de la justificación, tan típico de Pablo. Cierto que se dice
escapan al autor; y esto es grave. Por ejemplo, en 11,30 el autor nos que el creyente no alcanza su justificación por medio de la ley (13,38);
cuenta un segundo viaje^de Pablo a Jerusalén, realizado entre su pri- con todo, falta la fundamentación —esencial para Pablo— de esta idea.
mera visita a la ciudad, cuando Bernabé lo presentó a los apóstoles La ley, en cuanto medio de salvación, ha quedado radicalmente abolida
(9,26s), y la posterior subida a Jerusalén, siempre en compañía de Ber- por Cristo (Rom 3,25; 10,4) y, consecuentemente, Cristo —y no la
nabé, como enviado por la comunidad de Antioquía para participar en ley— es la única fuente y el único medio de salvación. En resumidas
el concilio (15,2). Resulta que el mismo Pablo contradice esta presenta- cuentas se puede decir que los discursos que el autor de los Hechos
ción. En efecto, en la carta a los Gálatas —principal fuente de su bio- pone en boca de Pablo no transpiran nada del pensamiento ni de las
grafía, dada la autenticidad de esta carta, a la que haremos frecuente expresiones teológicas típicamente paulinas que encontramos en sus
referencia en adelante— Pablo afirma que entre su vocación y la subida cartas. Por otra parte, no se deberían exagerar estas constataciones. En
a Jerusalén con motivo del concilio, él no había hecho ninguna visita a realidad, se podría muy bien imaginar que un colaborador de Pablo hu-
la ciudad. Es lógico admitir que Pablo no se equivoca, ni que omite biese dibujado este retrato de su maestro, teológicamente muy poco
conscientemente la mención de este segundo viaje que se nos cuenta en paulino, siempre y cuando hubiese conservado otros aspectos especí-
Hch 11,30. La argumentación de Pablo en Gal 1, orientada a recalcar ficos de la personalidad del apóstol; y éste parece ser el caso. El autor
su independencia con respecto a los «apóstoles» residentes en Jerusa- de los Hechos está fundamentalmente interesado en el Pablo misionero
lén, es fidedigna y, por otra parte, concuerda con la indicación de que y fundador de iglesias, en el hombre cuya gran hazaña consiste en ha-
22 Introducción Fecha de composición 23
ber invadido toda la tierra con la proclamación del evangelio y en ha- contemporáneos, la Iglesia procedente del paganismo es ya una reali-
ber hecho nacer la Iglesia de la gentilidad. Este dinamismo histórico es dad innegable. La enconada persecución que marcó los orígenes de esta
lo único que le interesa a Lucas, ésta es su gran contribución. En esta Iglesia pertenece ya al pasado y empieza a ser objeto de interpretación
perspectiva traza su figura del apóstol, y no tanto en la dirección de la histórica. De ahí la pregunta: ¿cómo y por qué se ha producido este de-
dinámica teológica de Pablo. El libro de los Hechos se publica unos sarrollo? Por otra parte, las grandes figuras de los comienzos se han per-
veinticinco o treinta años después de la muerte del apóstol; en una dido en el pasado y, poco a poco, se van convirtiendo en una especie de
época, por tanto, en que las luchas y controversias que originaron la héroes rodeados de un halo de admiración y respeto. Se ha dicho repe-
concepción teológica de Pablo eran ya agua pasada. Así que bien se po- tidas veces que Lucas era de Antioquía, por la abundante y precisa in-
dría pensar que el paso del tiempo y la visión retrospectiva de la figura formación que nos proporciona sobre acontecimientos y personajes de
del maestro hayan provocado en el estrecho colaborador una cierta ma- aquella comunidad (p. ej. ll,19ss; 13,1-3; 15,ls), y también por la hi-
tización de las audaces ideas teológicas de Pablo y una cierta sedimen- pótesis, ampliamente aceptada, de que su presentación de la misión
tación de las circunstancias que la originaron. En términos generales, paulina está basada en una fuente de origen antioqueno. Pero estas
podríamos preguntarnos hasta qué punto los discípulos de Pablo llega- afirmaciones tienen sus dificultades, especialmente el hecho de que su
ron realmente a comprender y aceptar en profundidad la visión teoló- descripción de la geografía siropalestina resulta demasiado vaga e im-
gica del maestro. precisa. Con el mismo, si no con mayor derecho, se podría pensar que
Lucas era originario de alguna de las ciudades costeras —Efeso o
2.4. A pesar de todo, hay un punto que de ninguna manera se Tróade— en las que Pablo ejerció su ministerio, o aun de la misma
puede compaginar con la presunción de que el libro de los Hechos sea Grecia. En cuanto a su obra, hay indicios muy fuertes que abogan por
obra de un discípulo de Pablo. Según el autor, Pablo no pertenece al un origen italiano; no deja de ser llamativa la relevancia que Lucas da
grupo de los apóstoles. En este punto, el libro parece más bien recoger al viaje de Pablo a Roma y su llegada a la ciudad. Como explicaremos
una antigua tradición judeocristiana. Según esta tradición, apóstoles detalladamente más adelante, el camino de la Iglesia desde Jerusalén a
—es decir, el grupo de los íntimos de Jesús— son únicamente los Doce. Roma es uno de los temas dominantes del libro. A esto hay que añadir
La constitución de este grupo y su función ministerial hay que colo- la enorme acogida que los Hechos tuvieron en Occidente, como lo de-
carlas decididamente antes de Pascua (Le 6,13); su papel relevante con- muestra la temprana aparición de un gran número de manuscritos occi-
siste en ser testigos del ministerio terrestre de Jesús (Hch 1,22) y, en dentales, mientras que en Oriente se fueron introduciendo con poste-
cuanto tales, garantizar la tradición fundamental de la Iglesia. El Pablo rioridad y fundamentalmente destinados a uso litúrgico.
de las cartas es bien consciente de su cualidad de apóstol, y esto en vir-
tud de una llamada del Resucitado (Gal 1,1); en esto radica principal-
mente su convicción personal. Y aun llegó a conseguir que incluso el
círculo judeocristiano de Jerusalén lo reconociese como apóstol (1 Cor 3. Fecha de composición
15,10s). Desde entonces insiste e insiste en su carácter de apóstol, que
le permite presentarse junto a Pedro en condiciones de igualdad (Gal ')
2,8). La carta a los Gálatas habla muy claro de cuánto le costó a Pablo El libro de los Hechos no nos proporciona ningún dato preciso sobre su •
defenderse contra los que le negaban esta igualdad de derechos con res- fecha de composición. A menudo se ha invocado la conclusión del libro
pecto a los apóstoles de Jerusalén. Y con toda la razón; pues esta pari- (28,30-31). El hecho de que termine con una presentación genérica de
dad constituía el presupuesto indispensable para poder desarrollar su los dos años de actividad pastoral de Pablo en Roma, sin más detalles
actuación pastoral sin depender de Jerusalén ni de los judeocristianos. sobre su actuación ulterior y su muerte, ha llevado a muchos a deducir
que el libro se escribió inmediatamente después de estos dos años; lo
Cierto que Lucas, aun sin atribuir a Pablo el título de apóstol, nos pre-
cual nos daría una fecha de composición en torno al año 60. Pero este
senta una figura totalmente apostólica, tanto por la posición que ocupa
argumento es muy débil. Baste señalar que el libro no termina tan
cuanto por la influencia que ejerce. Pero aquí no se trata de esto. Lo
abruptamente como se supone; en realidad, este final responde perfec-
que queremos dejar bien sentado es que un compañero de Pablo difícil- tamente a un plan muy bien pensado, tanto desde el punto de vista lite-
mente hubiera podido pasar por alto el motivo capital en que radica la rario como histórico.
profunda convicción de Pablo de que él también,es apóstol.
Con la llegada de Pablo a Roma, Lucas ha conseguido el objetivo
2.5 Hasta aquí lo negativo. Ahora, positivamente, ¿qué se puede que se proponía; más detalles sobre la vida y muerte del apóstol no en-
afirmar acerca del autor de los Hechos de los Apóstoles, a quien, según traban en su intención. Por otra parte, hay que tener en cuenta una se-
la tradición eclesiástica, seguiremos llamando Lucas? Indudablemente ne de indicios indirectos que hablan en favor de una composición más
se trata de un cristiano procedente del paganismo, un hombre prove- tardía. Es casi seguro que Lucas, cuando escribe su libro, tiene ya co-
niente de la segunda, si no de la tercera, generación. Para él y para sus nocimiento del martirio de Pablo y alude a él repetidas veces (20,25.38;
24 Introducción Carácter literario y autenticidad histórica 25
21,13). Otro argumento de peso para posponer la aparición de Hch se su base en la tradición de que el libro de los Hechos es obra de un co-
basa en la fecha de composición del Evangelio según Lucas. Este es, laborador directo de Pablo. Un caso típico de esta opinión lo encon-
sin duda, el último de los evangelios sinópticos y, por tanto, tuvo que tramos en Lutero, quien en su Vorrede auf die Apostelgeschichte dice
ver la luz bastante tiempo después del Evangelio según Marcos; lo cual textualmente: «Por tanto, este libro (=Hch) bien puede llamarse una
quiere decir que difícilmente pudo componerse antes del año 80. Ahora glosa de las cartas de san Pablo, porque la doctrina y las instrucciones
bien, es lógico que el segundo volumen de una obra —Hch— aparezca de san Pablo, basadas en citas de la Escritura, las recoge san Lucas y
después del primero —evangelio— (cf. 1,1); y esto requiere normal- prueba con ejemplos e historias que tuvo que ser, y fue, como enseña
mente un cierto período de tiempo entre las dos partes. san Pablo, es decir, que ninguna ley y ninguna obra puede hacer justo
A esto se puede añadir la situación eclesial en la que escribe Lucas, al hombre, sino únicamente la fe en Cristo».
bien clara si se lee entre líneas, y que responde manifiestamente al
clima de la segunda generación. Para Lucas, el judeocristianismo ya no 4.2. Hacia finales del s. XVIII, el espíritu de la crítica histórica in-
es una magnitud con vigencia actual. La época de los orígenes del cris- vadió las ciencias bíblicas. La unidad y la inerrancia de la Escritura
tianismo en Judea y Jerusalén (1,8) es, para Lucas, objeto de una vi- dejó de ser un dogma indiscutible. La atención se centró en las contra-
sión histórica del pasado. Las comunidades que presenta tienen ya una dicciones y tensiones entre los diversos evangelios y se buscaban expli-
organización bien definida, con sus responsables (14,23; 20,17) y aun caciones naturales y razonables para este fenómeno. Muy pronto se
con sus diáconos (cf. 6,1-6); y esta situación corresponde perfectamente descubrieron también contradicciones entre los Hechos de los Após-
a la imagen de la Iglesia que nos dan las Cartas Pastorales, escritas en- toles y las cartas de Pablo. Y ya que Pablo era considerado como el
tre los años 90-100. La Iglesia de Lucas aparece en oposición a los testigo auténtico y, por tanto, fidedigno, la consecuencia era lógica:
falsos maestros, posiblemente de tendencia gnóstica, salidos de entre los Hechos carecían de autenticidad histórica. Pero entonces surge la
sus mismas filas y, contra ellos, apela insistentemente a la auténtica tra- pregunta: ¿cómo es que Lucas puede contener errores? La primera res-
dición apostólica. De modo que asegurar la solidez de la doctrina, puesta es que Lucas tuvo sus razones para desfigurar la verdad histó-
como vínculo de unión entre la Iglesia de los orígenes y la Iglesia ac- rica, y así transmitió a la posteridad una imagen conscientemente falsa
tual, es una de las preocupaciones fundamentales del autor; aspecto de la historia del cristianismo primitivo; es decir, que Lucas subordinó
éste que una vez más establece un cierto paralelismo entre Lucas y las la verdad a una tendencia histórico-teológica. El defensor más repre-
Pastorales. sentativo de esta pregunta —llamada «Crítica de tendencias»— y cuyas
ideas tienen aún cierta vigencia, fue el teólogo de Tubinga Ferdinand
A pesar de todo, la datación de Hch no puede rebasar, como lo han
Christian Baur (1792-1860). Su idea es que Lucas —que, según Baur,
propuesto algunos, la frontera entre los siglos I y II. Contra una fecha
escribe en el s. II— quiso con su obra equilibrar dos corrientes
tan tardía se puede aducir el hecho de que Lucas no hace uso de las
opuestas existentes en el cristianismo primitivo y cuyas luchas configu-
cartas paulinas, muchas de las cuales probablemente ni siquiera conoce.
ran la historia de las primeras comunidades. Estas dos facciones eran,
La recopilación de las cartas de Pablo tuvo lugar hacia finales de siglo e
por una parte, el cristianismo proveniente del mundo judaico, de cuño
inmediatamente comenzaron a usarse en las diversas comunidades.
jerosolimitano y fiel a la ley de Moisés, cuyo abanderado era Pedro y,
Todos estos indicios nos llevan a suponer que lo más probable es que
por otra, el cristianismo proveniente de la gentilidad, liberado de la ley
los Hechos de los Apóstoles se escribieran hacia el año 90.
y con Pablo como principal representante. Lucas oculta consciente-
mente los antagonismos que aparecen tan claros en las cartas paulinas;
describe una situación de armonía y de coincidencias teológicas entre
4. Carácter literario y autenticidad histórica los dos grupos, que no corresponden a la realidad histórica; y de esta
manera prepara conscientemente el camino a una Iglesia que se va ha-
Estos dos aspectos, tan íntimamente unidos, plantean un problema mu- ciendo católica desde el principio. La unilateralidad de la posición de
cho más difícil y, al mismo tiempo, mucho más importante que los an- Baur y de sus numerosos discípulos no se paraba en barras. Pero, sin
teriores. La historia de la investigación nos ofrece un variopinto aba- embargo, abrió la puerta a un nuevo enfoque de la interpretación de la
nico de respuestas. Vamos a presentar brevemente al menos las más historia. Después de Baur, la investigación no puede prescindir del he-
importantes, porque así se podrán comprender más fácilmente las líneas cho de que la obra lucana, y aun el resto de los escritos neotestamenta-
fundamentales de nuestra propia interpretación. nos, no está flotando en el vacío, sino que está sólidamente anclada en
una serie de experiencias y situaciones eclesiales concretas, que in-
4.1. Desde la época más primitiva de la Iglesia hasta nuestros días cluyen antagonismos y profundas divergencias.
se ha aceptado como presupuesto indiscutible que Lucas nos ofrece,
desde el punto de vista teológico e histórico, un marco interpretativo de 4.3. A finales del s. XIX se instauró en el estudio tanto de los
primer orden para comprender las cartas de Pablo. Esta concepción tiene evangelios como de los Hechos el método de crítica de las fuentes como
26 Introducción Carácter literario y autenticidad histórica 27

metodología dominante. Lo que se pretendía era explicar las divergen- único objetivo consiste en estudiar el arte literario del autor, descubrir
cias narrativas y las lagunas históricas de los diversos escritos, no ya por sus técnicas de composición y definir la concepción teológica personal
la tendenciosidad consciente de los autores, sino por la naturaleza de de Lucas. Al desarrollo de este enfoque contribuyó notablemente el re-
las fuentes que tuvieron a su disposición. Empezó la caza de fuentes, o sultado que la historia de las formas había obtenido en su análisis del
sea, documentos escritos. Un motivo fundamental de esta actitud era la Evangelio según Lucas. Este método había demostrado la gran creativi-
esperanza, por cierto bastante razonable, de encontrar alguna base de dad con que Lucas maneja y refunde los materiales recibidos de la tra-
operaciones; desde luego que no se podía considerar a Lucas como tes- dición precedente y el vigor con que imprime su cuño personal como
tigo ocular de los acontecimientos que relata, pero, ¿no se podrían en- escritor y como teólogo. Era bien claro: Lucas es un autor que habla su
contrar algunos extractos de documentos escritos que avalasen la auten- propio lenguaje teológico y que es capaz de expresar claramente la in-
ticidad histórica, por lo menos de algunos de esos acontecimientos? Hay tencionalidad de su obra. Por tanto, era fácil suponer que la segunda
que reconocer que la crítica de fuentes, a pesar de sus numerosas y parte, al revés que la primera, no sólo rompiese los moldes de géneros
agudas hipótesis, no ha llegado a resultados claros y convincentes; pro- literarios y prescindiese de materiales de tradición, sino que manifestase
bablemente porque nunca llegó a establecer criterios bien definidos aún con más fuerza su personalidad literaria, debilitando así cualquier
para entresacar y clasificar los documentos. Limitándonos al caso de interrogante acerca de su valor histórico o de la existencia de fuentes
Lucas, bien podemos admitir que haya usado determinadas fuentes escritas. En cierto sentido este nuevo enfoque resucita la antigua cues-
para escribir su evangelio, como se deduce de una comparación con los tión sobre las dos tendencias que podrían manifestarse en la obra lu-
otros dos sinópticos. Sin embargo, si no tuviéramos más que su recen- cana. Pero en realidad no es así. En el s. XIX, Baur partía de ideas
sión evangélica, nos encontraríamos con muy pocos argumentos para preconcebidas sobre el curso de la historia del cristianismo primitivo,
afirmar la teoría de las dos fuentes, que supone que tanto Lucas como para encontrar en Lucas su justificación, mientras que ahora la pre-
Mateo dependen del Evangelio según Marcos y de la famosa Q ^ c o l e c - gunta recae sobre la composición literaria del autor, para obtener así
ción de sentencias del Señor). Porque desde luego las técnicas narra- una explicación de sus concepciones teológicas.
tivas y el estilo particular del Evangelio según Lucas suponen una reela- Los resultados obtenidos por este camino son impresionantes y am-
boración total de sus fuentes. Y lo mismo se puede decir de los posibles pliamente satisfactorios. Hoy día ya no podemos leer el libro de los He-
documentos que le hayan podido servir para escribir los Hechos. chos simplemente como un relato de la historia del cristianismo primi-
tivo; lo primero que tenemos que hacer es preguntarnos: ¿qué quiere
4.4. A partir de 1920, la exégesis alemana —especialmente Martin decirnos Lucas con este relato? ¿Cuál es la intencionalidad de su pre-
Dibelius— empezó a aplicar al libro de los Hechos la metodología de la sentación? Claro que ésta no es la única pregunta decisiva; y un estudio
historia de las formas. Este tipo de trabajo intenta reconstruir la conti- que lleve hasta sus últimas consecuencias este tipo de enfoque corre el
nuidad entre la forma y la tradición de los textos, por una parte y, por riesgo de convertirla en tal, considerándola aisladamente. Una investiga-
otra, su situación vital en el medio ambiente sociológico; de esta manera ción conducida en esta línea podría dar la impresión de que Lucas no
pretende conseguir una visión de largo alcance sobre el origen, función es más que un teólogo edificante, que ha ido entretejiendo historietas,
y desarrollo histórico de las diversas tradiciones. La aplicación de esta anécdotas y apuntes de la época primitiva del cristianismo, para escribir
metodología a los evangelios cosechó rápidamente resultados espectacu- una especie de novela, fruto de su imaginación, y que en realidad no es
lares. Logró aislar una buena cantidad de pequeñas unidades prelitera- más que un puro vehículo de su intención teológica.
rias y determinar su función en la vida comunitaria de la Iglesia primi-
tiva: predicación, instrucción, disputa, etc. En los Hechos de los 4.5. A consolidar esta visión unilateral ha contribuido, sin duda,
Apóstoles no hubo tanta suerte. El instrumental metodológico inci- otro factor importantísimo. En nombre de una invadiente teología de la
piente no consiguió descubrir más que un puñado de unidades de ese palabra, decididamente orientada hacia Pablo y hacia Juan, y cuyos ex-
tipo (p. ej. historias sobre la actuación taumatúrgica de los apóstoles) y ponentes podrían ser Karl Barth y Rudolf Bultmann, se ha llegado a
relacionarlas con una determinada situación vital. Así que la historia de mirar con malos ojos la obra lucana en ciertos ambientes teológicos.
las formas fue estrechando rápidamente su aplicación metodológica, Lucas, en efecto, historifica los hechos de la vida de Jesús, de manera
concentrándose en algunos aspectos de crítica estilística, es decir, aná- que su presentación se acerca mucho a una biografía. Y prácticamente
lisis de los recursos literarios y estilísticos de Lucas, encuadramiento en hace lo mismo con los acontecimientos de la Iglesia primitiva, al rela-
el horizonte de la literatura contemporánea helenística y judía, determi- tarlos sin solución de continuidad, como una verdadera continuación de
nación de alguna función estilística concreta. la historia de Jesús.
Después de la segunda guerra mundial, sobre todo entre 1950 y Por eso se ha ido desarrollando, sobre todo en Alemania, una drás-
1970, la exégesis alemana acentuó esta línea de análisis. Aparecen mo- tica crítica de Lucas. La tendencia de esta corriente se manifiesta no
nografías y comentarios (Hans Conzelmann, Ernst Haenchen) cuyo casi solo en la brusquedad con que pretende distanciar lo más posible a Pa-
28 Introducción Estilo y técnica narrativa - 29
blo de Lucas, sino, sobre todo, en su empeño por disociar a Lucas del dría decirse de los capítulos 16-18, que parecen reflejar una serie de
auténtico kerigma primitivo. La teología que se puede encontrar en los apuntes tomados por algún compañero de Pablo, que fue anotando los
escritos lucanos viene considerada preponderantemente como pura pro- viajes y las ciudades del recorrido (cf. excurso a 15,40). Igualmente po-
ducción de una persona; esfuerzo notable, sí, pero al mismo tiempo drían postularse documentos escritos como base de la narración de
muy cuestionable. Estos son algunos de los puntos que se critican: otros viajes de Pablo; por ejemplo, un balance de cuentas redactado
Lucas habría sustituido el kerigma primitivo de la inminencia apocalíp- por algún delegado para la colecta (cf. comentario a 20,1-6), un relato
tica de la parusía por un esquema de historia de salvación, en el que el del encarcelamiento de Pablo, escrito por alguno de sus amigos (cf. co-
tiempo de la Iglesia se considera como continuación del tiempo de mentario a 21,27-36) e igualmente una relación de los incidentes del
Jesús (H. Conzelmann); Lucas habría equiparado la fe cristiana en Dios viaje a Roma redactada por algún compañero de viaje (cf. comentario
con el contenido genérico del sentido religioso humano, preparando de a 27,1-44). Además de todo esto, cabe preguntarse si es que Lucas no
esta manera una síntesis de cristianismo y cultura grecorromana; Lucas, tendría a su disposición otros escritos procedentes de la tradición, como
en fin, a través de su creación del concepto de los «doce apóstoles» y podrían haber sido algunas colecciones de leyendas en torno a Pedro y
con su insistencia en la correspondiente tradición, habría convertido la a Pablo (cf. comentario a 3,1-10; 13,4-12).
institución eclesial en garante de la salvación y la habría hecho superior
a la palabra (Günter Klein). 4.6.3. Ante todo habrá que potenciar decididamente la aplicación
del método de historia de las formas a la investigación de Hch; cosa
4.6. Dado el cambio que ha sufrido el panorama teológico en gene- que hasta ahora no se ha hecho más que fragmentariamente. Hay que
ral y, sobre todo, el avance realizado últimamente en el campo de ía in- prestar más atención a las diversas tradiciones subyacentes, por ejem-
vestigación lucana, resulta hoy día legítima y necesaria una revisión de plo, a los discursos de Hch. Así podremos apreciar que muchas de las
esta óptica reduccionista, especialmente en los puntos siguientes: ideas que, a primera vista, parecen ser pura teología lucana, en reali-
dad pertenecen a la tradición primitiva. Todo este material se puede
4.6.1. Hay que prestar más atención a lo que significa decir que encuadrar en una riquísima variedad de géneros: fórmulas cristológicas,
Lucas es historiador. Ciertamente Lucas no fue sólo un cuenta-historias esquemas de predicación tanto a judíos como a paganos, relatos de mi-
o un teólogo que usa la historia como adorno, sino que fue «teólogo en lagros, leyendas de personas, fundación de comunidades, himnos litúr-
cuanto historiador» (Martin Hengel). La historiografía significó para él gicos; para no citar más que los más importantes. El análisis de estos
una tarea teológica. Esta pretensión que él formula como programa en materiales podrá darnos una imagen deslumbrante de lo que era la vida
el prólogo a su evangelio (Le l,lss), vale también para los Hechos. efervescente de la primitiva Iglesia.
Sólo reconoceremos la fidelidad de Lucas a este programa, si junto a la Es natural que una tarea como ésta no se pueda llevar a cabo en
pregunta por su intención teológica dejamos que resuene también la toda su amplitud dentro de los límites reducidos de nuestro comentario.
pregunta por la realidad histórica de los acontecimientos. Lucas, en Pero sí tiene que dibujar necesariamente el horizonte en que se tiene
cuanto historiador, no quedará tan mal parado como quisieran algunos que mover nuestra interpretación.
de sus críticos. Los historiadores no dejan de recalcar una y otra vez lo
extraordinariamente bien informado que está Lucas sobre aconteci-
mientos políticos y cuestiones jurídicas, por ejemplo con ocasión del
proceso de Pablo. 5. Estilo y técnica narrativa

4.6.2. La cuestión de las fuentes plantea un problema difícil; pero Lucas es un escritor de estilo vivaz y creativo. Habla el lenguaje co-
no se puede dejar de lado sin más. Desde luego que en esta cuestión rriente de su tiempo, el griego llamado koiné; aunque se pueden detec-
existe una notable diferencia entre los Hechos y el evangelio. Lucas, in- tar aquí y allí algunas incorrecciones (p. ej. 17,31; 19,35), esto im-
dudablemente, no contaba con una extensa documentación para escribir porta poco frente a su habilidad para reflejar lingüísticamente
su obra. Lo único que tenía a su disposición serían materiales muy he- situaciones de la vida real. Difícilmente se podría imaginar un contraste
terogéneos, informaciones y tradiciones que, sin duda, aún no habían re- mas agudo que el que Lucas establece entre los discursos de Pedro en
cibido forma escrita. Con todo, hay indicaciones de que entre todo ese la primera parte del libro y el discurso de Pablo en el Areópago de
material tenía que haber unos cuantos documentos escritos. Algunas Atenas; los primeros (2,14-36; 3,12-26; 4,8-12) torpes, un tanto desma-
técnicas narrativas y ciertas peculiaridades de estilo que encontramos en dejados y cargados de expresiones semitizantes. El segundo (17,22-31)
la segunda parte de Hch no se pueden explicar satisfactoriamente si no elegante, bien construido y con frases perfectamente acabadas. Hay
se presupone el uso de documentación escrita. Este es el caso de los ca- quienes han querido detectar en los primeros discursos algún sustrato
pítulos 13-14, que parecen basados en un relato de misión, procedente de fuentes arameas, pero en definitiva es Lucas el que escribe. No cabe
de la comunidad de Antioquía (cf. comentario a 13,1-3); lo mismo po- a menor duda de que él mismo renunció a escribir estos discursos en
30 Introducción Estilo y técnica narrativa 31
un griego más elegante y se decidió por un lenguaje fuertemente teñido explicar recurriendo a la diversidad de fuentes; hay que admitir que es
de tonalidades hebreas. En realidad, éste es el lenguaje de la Biblia pretendida. Lucas quiere describir aquí una situación; intenta demostrar
griega, la traducción de los Setenta (LXX), que le llega a Lucas con la que la naturaleza de la Iglesia, según el plan de Dios, se manifiesta ya
aureola de un lenguaje sagrado, una especie de «arcano».Sin embargo, desde el comienzo de su historia, como modelo normativo. Un ritmo
cuando Lucas presenta el encuentro del evangelio con el espíritu griego totalmente distinto, esta vez acelerado, rompe la monotonía estática de
(17,22-31), o cuando introduce personajes del mundo de la cultura o de la primera parte en los capítulos 6-15. Se observa una rápida sucesión
la alta sociedad (24,2-8), es bien capaz de usar un griego refinado y de escenas, la geografía se mueve (Jerusalén, Samaría, Damasco, Cesa-
hasta brillante. En el resto, en los relatos de la actividad apostólica o rea, Antioquía), los protagonistas (p. ej. Felipe) aparecen y desapare-
aun de acontecimientos especiales ya coloreados por una tonalidad na- cen con una rapidez inesperada. El lector, casi sin darse cuenta, tiene
rrativa popular, Lucas se mueve en un estilo más bien medio, ni excesi- la impresión de estar asistiendo a una vertiginosa y hasta dramática ex-
vamente semitizante, ni escrupulosamente purista (cf. 12,6-17; 13,7-18; pansión que no conoce fronteras.
19,24-40). Estos abruptos cambios de escena desaparecen en el relato de la mi-
Con una sabia utilización de sus recursos lingüísticos, Lucas es capaz sión paulina por tierras de Asia Menor y Grecia, a partir de 15,36. La
de crear todo un ambiente de viveza y realismo en torno a una escena. marcha de la narración sigue aquí continuamente los pasos del apóstol.
Le gusta el trazo enérgico y gráfico, no la mera crónica o la pura expo- El ritmo de los acontecimientos se acelera, de modo que apenas se en-
sición de ideas teológicas. Siempre que puede, en vez de limitarse a contrará un lector que, si no está preparado de antemano, caiga en la
contar o exponer, crea una escena viva, para comunicar al lector los he- cuenta de que la actividad de Pablo en Corinto (18,1-28) y en Efeso
chos o las ideas de una manera discreta, pero llena de plasticidad y rea- (19,1-20) duran año y medio y dos años respectivamente; y esto a pesar
lismo. Ejemplos destacados pueden ser el relato de Pentecostés (cap. de que Lucas precisa con exactitud la duración (18,11; 19,10). La im-
2), la historia de Cornelio (10,1-11,18), la escena del Areópago (17,16- presión es más bien de un apóstol infatigable y siempre en camino; y
34), la despedida de Mileto (20,17-38). El gran éxito que alcanzó Lucas esto parece ser lo que pretende Lucas. Para él, la figura de Pablo es
con esta técnica narrativa se puede deducir de la profunda huella que una personificación del dinamismo y del empuje del evangelio.
ha dejado no sólo en las tradiciones de la vida de la Iglesia, sino aun en En la parte conclusiva del libro, que cuenta la última visita de Pablo
las fiestas del año litúrgico y en la historia del arte cristiano. Baste pen- a Jerusalén y su viaje a Roma como prisionero (19,21-28,31), el ritmo
sar, por ejemplo, en la representación de las tradiciones navideñas, en narrativo cambia una vez más. El movimiento se ajusta a las repetidas
la figura de María, en los 40 días entre Pascua y la Ascensión y, sobre controversias del protagonista con sus adversarios judíos y con los pro-
todo, en Pentecostés. curadores romanos. Las diversas escenas se van sucediendo en marcado
Pero la maestría de Lucas no aparece sólo en las grandes composi- paralelismo, pero al mismo tiempo como variaciones de un motivo cen-
ciones, sino que se puede apreciar aun en los pequeños detalles de sus tral en continua gradación. El viaje de Pablo de Jerusalén a Roma en-
relatos. Para ilustrar la actividad de Saulo como perseguidor del cristia- seña al lector que la Iglesia ha roto definitivamente con el judaismo y
nismo, Lucas lo introduce gráficamente en la escena de la lapidación de que, según el plan de Dios, ya hay un nuevo centro del cristianismo:
Esteban, guardando la ropa de los ejecutores (7,58). Con frecuencia Roma.
transforma una serie de alusiones en discurso directo, para ayudar a la Precisamente esta última parte pone de relieve otra de las caracte-
comprensión del lector^ Por ejemplo, no cuenta la trágica muerte de rísticas de la narración lucana: su redundancia. La repetición, como re-
Judas, sino que la pone en labios de Pedro (l,18s); igualmente, el día curso literario, le sirve para presentar sus ideas. Algunos aconteci-
de Pentecostés, Lucas no nos dice que rechaza la interpretación errónea mientos que, a su juicio, son normativos y constituyen un momento de
de la glosolalia como si se tratase de un mero fenómeno de embriaguez transición histórica, son contados con amplitud, sin prisa y aun repe-
extática, sino que pone esa interpretación en boca de los judíos pre- tidos. El relato de la conversión de Pablo aparece tres veces (9,1-29;
sentes, haciéndoles exclamar: «Están borrachos» (2,13). Pero hay una 22,3-21; 26,9-20), una como mera narración y las otras dos encuadrado
característica del estilo lucano que llama especialmente la atención; se en discursos directos de Pablo. Lo mismo sucede con la conversión y
trata del frecuente cambio de ritmo interno que imprime a su narra- bautismo del centurión romano Cornelio; la primera vez se cuenta la
ción. Es el caso de los capítulos 2-5, que relatan los orígenes de la co- historia (10,1-48), y después se repite, pero esta vez en boca de Pedro
munidad de Jerusalén. El ritmo narrativo resulta prácticamente está- (11,1-18).
tico; se van repitiendo las mismas secuencias (discurso de Pedro,
actuación taumatúrgica, enfrentamiento con las autoridades judías) li-
gadas por tres sumarios literalmente casi idénticos (2,41-47; 4,32-35;
5,12-16), que nos informan del crecimiento interno y externo de la co-
munidad y de su vida litúrgica. Esta aparente monotonía no se puede
División del libro 33

6. División del libro 19,20). Cierto que Pablo todavía llena el escenario en esta última parte
del libro, pero no hay duda de que aquí Lucas propone un tema nuevo:
El problema es ciertamente difícil. Los primeros comentaristas intenta- el viaje de Pablo, como testigo del evangelio, de Jerusalén a Roma. La
ron dividir el libro, basándose en el aspecto biográfico. Pedro y Pablo indicación de que la potencia del Señor impulsa el crecimiento de la pa-
eran indiscutiblemente las figuras centrales. Así que la división era bien labra (19,20) señala el final de la actividad paulina en Asia Menor. Con
clara: primera parte, Pedro (1-12); segunda parte, Pablo (13-28). En 19,21s se abre paso una nueva tonalidad no menos enfática: Pablo re-
realidad, el paralelismo entre Pedro y Pablo juega un papel nada des- vela sus planes de viaje a Jerusalén y a Roma. La serie de circunstan-
preciable. Lucas atribuye a ambos una serie de hechos muy similares: cias imprevistas que van a convertir en realidad este proyecto es el
curaciones milagrosas (3,2ss; 14,8ss), resurrección de muertos (9,40s; tema de la última parte de Hch (19,21-28,31). La composición, por
20,10), exorcismos (5,16; 16,16), milagrosa liberación de la cárcel tanto, es la siguiente:
(5,17ss; 12,2ss; 16,23ss), disputas con magos (8,14-24; 19,13-17). Más Prólogo: Instrucciones del Resucitado (1,1-26).
aún, se ha llegado a comprobar que cada uno de ellos pronuncia unos Primera parte: Los orígenes en Jerusalén (2,1-5,42).
nueve discursos. Pero, a pesar de todo, no está ahí la clave de la com- Segunda parte: Primera etapa de expansión de la Iglesia (6,1-9,31).
posición del libro; de ser así, el interés biográfico de Lucas por ambas Tercera parte: Ántioquía y los orígenes de la Iglesia del mundo pa-
figuras hubiera tenido que ser mucho mayor. gano (9,32-15,35).
La propuesta de muchos exegetas modernos ha tenido mayor for- Cuarta parte: Actividad de Pablo en Asia Menor y Grecia (15,36-
tuna. Tomando como punto de partida las palabras del Resucitado: 19,20).
«Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta los Quinta parte: Pablo, testigo del evangelio en Jerusalén y en Roma
confines del mundo» (1,8), deducen un principio de división del libro (19,21-28,31).
en clave geográfica. Resultaría, por tanto, la siguiente configuración:
testimonio en Jerusalén y Judea (1,1-8,3), testimonio en Samaría y en
la región costera circunvecina (8,4-11,18), testimonio hasta los confines
7. El texto
de la tierra (11,19-28,31). Esta división puramente geográfica presenta
dificultades ya en la misma segunda parte; y además resulta insatisfac-
toria, sobre todo por la enorme longitud y heterogeneidad de la ter- Los Hechos de los Apóstoles han llegado hasta nosotros a través de dos
cera. tradiciones textuales profundamente discrepantes:
Por tanto, parece más apropiado buscar una composición que tenga 7.1. En primer lugar, el llamado texto egipcio, cuyos máximos re-
en cuenta los dos aspectos, el punto de vista geográfico, basado en 1,8, presentantes son los códices mayúsculos Vaticano, Sinaítico, Alejan-
y la diversidad temática de las varias secciones. En este sentido, po- drino, Efrén retocado y los papiros 45 y 74.
demos recabar una serie de indicaciones muy válidas de la constatación
de que a Lucas le gusta terminar cada parte de su obra con una re- 7.2. En segundo lugar, el conocido como «texto occidental», cuyos
flexión conclusiva, que recoge los resultados precedentes y pondera su exponentes son el códice mayúsculo Bezae Cantabrigiensis, los papiros
contribución al desarrollo ulterior de la Iglesia. 38 y 48, las antiguas versiones latinas y una parte de las versiones si-
Sobre esta base, la descripción de los primeros pasos de la comuni- ríacas. Lo curioso de esta tradición textual es que, en el Nuevo Testa-
dad en Jerusalén (2,1-5,42) constituye un bloque narrativo unitario. El mento en general, allí donde difiere del texto egipcio, ofrece una alter-
conflicto interno provocado por la atención a los pobres (6,1-7) abre nativa «arcaizante», mientras que en Hch el caso es totalmente distinto.
una nueva etapa; en el aspecto exterior, Jerusalén sigue siendo el espa- No cabe la menor duda de que el texto occidental de Hch es perfecta-
cio de los acontecimientos, pero la narración se centra ahora en el tema mente unitario e independiente, y que su datación hay que fijarla en el
de la persecución y en la consecuente expansión del evangelio por Sa- s. II. Esto ha llevado a algunos críticos a pensar que tal vez esta tradi-
maría y la región costera; la solemne conclusión de esta fase aparece en ción textual represente el texto primitivo de Hch. Hasta se ha llegado a
9,31. Y comienza un nuevo tema: los agitados orígenes de la misión en- Proponer la teoría de que ambos textos pudieran ser obra directa de
Lucas, de modo que el texto occidental sería una nueva edición, corre-
tre los paganos (9,32-15,35). El tema es central en la detallada narra-
gida y aumentada por el autor.
ción de la conversión de Cornelio; e igualmente domina los relatos,
tanto del origen de la comunidad de Ántioquía (11,19-28) como del pri- Estas teorías son difícilmente aceptables. No existe ningún funda-
mer viaje apostólico (12,25-14,28). La asamblea en Jerusalén (15) cons- mento para dudar de la originalidad del texto egipcio; ¿por qué iba a
tituye el punto culminante de la narración, que también se cierra con ser aquí distinto del resto de los escritos neotestamentarios? De un aná-
una majestuosa frase conclusiva (15,35). Y así queda abierto el camino •sis detallado del texto occidental se deduce que se trata de una reela-
para la actividad misionera de Pablo en Asia Menor y en Grecia (15,36- °ración diligente y sistemática, que no se debe a la pluma de Lucas.
2
34 Introducción Bibliografía 35
Tiene buen cuidado en precisar meticulosamente los sucesos (p. ej. K. Lake-H. Cadbury, traducción inglesa y comentario, en F. J. Foakes Jackson-
5,15) y adornarlos con todo lujo de detalles (p. ej. 19,9), exaltando K. Lake (eds.), The Beginnings of Christianity IV (1933).
constantemente la grandeza de la actuación divina (p. ej. 19,1). La va- j . Munck, The Acts of the Apostles (AncB 1967).
riante más notable se encuentra en 15,29, a propósito del llamado de- J. Ríus Camps, El camino de Pablo a la misión de los paganos [Hch 13-28] (Ed.
creto apostólico (cf. excurso a 15,1-34 p. 304s). Lo más llamativo, desde el Cristiandad, Madrid 1984).
punto de vista teológico, es su tendencia a acentuar la culpabilidad de los j . Schneider, Die Apostelgeschichte (HThK V/l, 1980).
judíos y a alargar la distancia entre el judaismo y la comunidad primitiva. H. H. Wendt, Die Apostelgeschichte (KEK III, 91913).
El hecho de que se haya podido refundir este libro de una manera Th. Zahn, Die Apostelgeschichte des Lucas (KNT 5, 1919/21).
tan independiente como lo hace el texto occidental, es un indicio claro
de que los Hechos no fueron oficialmente reconocidos como Sagrada
Escritura, sino bastante más tarde que los evangelios y las cartas de Pa- Reseñas bibliográficas
blo. Por otra parte, la existencia de una tal refundición encierra un sen-
W. Gasque, A History of the Criticism of the Acts of the Apostles (BGBE 17,
tido profundo, en cuanto nos permite hacernos una idea de cómo se in-
1975).
terpretaba el libro de los Hechos en el s. II. El texto occidental
E. Grasser, Die Apostelgeschichte in der Forschung der Gegenwart: ThRNF 26
representa, en cierta manera, el primer comentario al libro de los He-
chos de los Apóstoles. (1960) 93-167; id., Acta-Forschung seit 1960: ThRNF 41 (1976) 141-194, 259-
290; 42 (1977) 1-68.

Cristianismo primitivo
8. Nuestro comentario
H. Conzelmann, Geschichte des Urchristentums (NTD Erg.-R. 5, 1969).
Vamos a exponer cada perícopa de Hch en dos fases: primero daremos L. Goppelt, Die apostolische und nachapostolische Zeit (Die Kirche in ihrer
una visión global del pasaje y luego analizaremos el texto versículo por Geschichte, Lfg. A: 21966).
versículo. Ferd. Hahn, Das Verstandnis der Mission im Neuen Testament (WMANT 13,
2
1965); id., Der urchristliche Gottesdienst (SBS 41, 1970).
M. Hengel, Die Ursprunge der christlichen Mission: NTS 18 (1971) 15-38.
H. Kasting, Die Anfange der urchristlichen Mission (BEvTh 55, 1969).
H. Lietzmann, Geschichte der Alten Kirche I. Die Anfange (31953).
E. Meyer, Die Apostelgeschichte und die Anfange des Christentums. Ursprung '
Bibliografía
und Anfange des Christentums III (1923).
W.-H. Ollrog, Paulus und seine Mitarbeiter (WMANT 50, 1979).
W. Schmithals, Paulus und Jakobus (FRLANT 85, 1963).
Comentarios generales •' •'
A. Suhl, Paulus und seine Briefe (StNT 11, 1975).
H. W. Beyer, Die Apostelgeschichte (NTD 5, 41947).
W. Liithi, Die Apostelgeschichte (1963).
B. Reicke, Glaube und Leben der Urgemeinde, Bemerkungen zu Apg 1-7 Monografías selectas
(AThANT32,1957). C. K. Barrett, Luke the Historian in Recent Study (1963).
A. Schlatter, Die Apostelgeschichte (EzNT 4, 41928). K. Beyschlag, Simón Magus und die christliche Gnosis (WUNT 16, 1974).
G. Stáhlin, Die Apostelgeschichte (NTD 5, 61978). R- Bultmann, Zur Frage nach den Quellen der Apostelgeschichte en id., Exege-
W. Wiater, Wege zur Apostelgeschichte {191 A). ,,, tica (1967) 412-423.
A. Wikenhauser, Los Hechos de los Apóstoles (31981). Chr. Burchard, Paulus in der Apostelgeschichte: ThLZ 100 (1975) 881-895; id.,
Der dreizehnte Zeuge (FRLANT 103, 1970).
Comentarios científicos H. J. Cadbury, The Making of Luke-Acts (31961).
H. Conzelmann, Der geschichtliche Ort der lukanischen Schriften im Urchristen-
O. Bauernfeind, Die Apostelgeschichte (ThHK V, 1939). tum, en G. Braumann (ed.), Das Lukas-EvangeliumWáY CCI XXX (1974)
F. F. Bruce, The Acts of the Apostles (21952). -, •- : 236-260.
H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte (HNT 7, 1963). M. Dibelius, Aufsatze zur Apostelgeschichte (51968).
F. Haenchen, Die Apostelgeschichte (KEK III, 71977). w
- Dietrich, Das Petrusbild der lukanischen Schriften (BWANT 14, 1972).
36 Bibliografía Bibliografía 37
W. Elliger, Paulus in Griechenland. Philippi, Thessaloniki, Athen, Korinth (SBS A. N. Sherwin-White, Román Society and Román Law in the New Testament
92/93, 1978). (1963).
W. Eltester, Israel im lukanischen Werk und die Nazarethperikope, en E. Grás- V. Stolle, Der Zeuge ais Angeklagter. Untersuchungen zum Paulus-Bild des
ser y otros, Jesús in Nazareth (1972) 76-147. Lukas (BWANT 102, 1973).
J. E. Epp, The Theological Tendency of Codex Bezae Cantabrigiensis in Acts E. Trocmé, Le «Livre des Actes» et l'histoire (1957).
(MSSNTS 3, 1966). W. C. van Unnik, The «Book of Acts» the Confirmation of the Gospel: NT 4
J. Ernst, Herr der Geschichte. Perspektiven der lukanischen Eschatologie (SBS (1960) 26-59; id., Luke-Acts, A Storm Center in Contemporary Scholarship,
88, 1978). en Studies in Luke-Acts (Hom. P. Schubert, 1966) 15-32.
B. Gartner, The Areopagus Speech and Natural Revelation (1955). ph. Vielhauer, Zum «Paulinismus» der Apostelgeschichte, en id., Aufsátze zum
E. Haenchen, Acta 27, en Zeit und Geschichte (Hom. R. Bultmann, 1964) 235- Neuen Testament: TB 31 (1965) 9-27.
254. A. Wikenhauser, Die Apostelgeschichte und ihr Geschichtswert (NTA 8,3-5,
M. Hengel, Zwischen Jesús und Paulus. Die «Hellenisten», die «Sieben» und 1921).
Stephanus (Apg 6,1-15; 7,54-8,3): ZThK 72 (1975) 151-206; id., Zur urchris- U. Wilckens, Lukas und Paulus unter dem Aspekt dialektisch-theologisch beein-
tlichen Geschichtsschreibung (1979). flusster Exegese, en id., Rechtfertigung ais Freiheit (1974) 171-202; id., Die
T. Holtz, Untersuchungen über die alttestamentlichen Zitate bei Lukas (TU 104, Missionsreden der Apostelgeschichte (WMANT 5, 31974).
1968). S. G. Wilson, The Gentiles and the Gentile Mission in Luke-Acts (MSSNTS 23,
J. Jervell, Paulus - der Lehrer Israels: NT 10 (1968) 164-190; id., Luke and the 1973).
People of God (1972). H. Zimmermann, Die Sammelberichte der Apostelgeschichte: BZNF 5 (1961) 71-
G. Klein, Der Synkretismus ais theologisches Problem in der altesten christlichen 82.
Apologetik, en id., Rekonstruktion und Interpretation (1969) 262-301; id.,
Die Zwólf Aposte! (FRLANT 77, 1961).
E. Krankl, Jesús der Knecht Gottes (1972).
J. Kremer, Pfingstbericht und Pfingstgeschehen (SBS 63/64, 1973).
W.G. Kümmel, Lukas in der Anklage der heutigen Theologie, en id., Heilsges-
chehen und Geschichte 2 (1978) 87-100.
K. Lóning, Die Korneliustradition: BZ 18 (1974) 1-19; id., Die Saulustradition
in der Apostelgeschichte (NTANF9, 1973).
G. Lohfink, Die Himmelfahrt Jesu (StANT XXVI, 1971); id., Die Sammlung Is-
raels (StANT XXXIX, 1975).
I. H. Marshall, Luke: Historian and Theologian (1970).
H. J. Michel, Die Abschiedsrede des Paulus an die Kirche Apg 20,17-38 (StANT
XXXV, 1973).
E. Norden, Agnostos Theos. Untersuchungen zur Formengeschichte religióser
Rede (51971).
J. C. O'Neill, The Theology of Acts in its Historical Setting (21970).
H. Patsch, Die Prophetie des Agabus: ThZ (1972) 282ss.
R. Pesch, Die Vision des Stephanus Apg 7,55-56 im Rahmen der Apostelges-
chichte (SBS 12, 1966); id., Der Anfang der Apostelgeschichte 1,1-11, en
EKK V 3 (1971) 7-36.
E. Plümacher, Lukas ais hellenistischer Schriftsteller (StUNT 9, 1972); id., Art.:
Apostelgeschichte, en TRE 3 (1978) 483-528.
W. Radl, Paulus und Jesús im lukanischen Doppelwerk (1975).
M. Resé, Alttestamentliche Motive in der Christologie des Lukas (StNT 1, 1969).
W. C. Robinson, Der Weg des Hern. Studien zur Geschichte und Eschatologie
im Lukas-Evangelium (ThF 36, 1964).
J. Roloff, Apostolat - Verkündigung - Kirche (1965); id., Die Paulus-Darstellung
des Lukas: EvTh 39 (1979) 510-531.
G. Schneider, Der Zweck des lukanischen Doppelwerks: BZ 21 (1977) 45-66.
COMENTARIO
PROLOGO
INSTRUCCIONES DEL RESUCITADO
(1,1-26)

1. Despedida y ascensión de Jesús (1,1-12)

L 'En mi primer libro, querido Teófilo, traté de todo lo que


trizo y enseñó Jesús desde el principio 2 hasta el día en que, des-
pués de dar instrucciones a los apóstoles que había escogido mo-
vido por el Espíritu Santo, se lo llevaron.
3
Fue a ellos a quienes se presentó después de su pasión, dán-
doles numerosas pruebas de que estaba vivo, y dejándose ver de
ellos durante cuarenta días, les habló del reinado de dios.
4
Una vez que comían juntos les recomendó:
—No os alejéis de Jerusalén; aguardad a que se cumpla la
promesa del Padre, de la que yo os he hablado. 5 Juan bautizó
con agua, vosotros, en cambio, dentro de pocos días, seréis bau-
tizados con Espíritu Santo.
6
Entonces los que se habían reunido le preguntaron:
—Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino para Is-
rael?,
7
E1 contestó:
—No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que
el Padre ha reservado a su autoridad. 8 Pero recibiréis una
fuerza, el Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros, y seréis
mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta los
confines del mundo.
Dicho esto, lo vieron subir hasta que una nube lo ocultó a
sus ojos. '"Mientras miraban fijos al cielo viéndolo irse, se les
presentaron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron:
—Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El
mismo Jesús que se han llevado de aquí al cielo volverá como lo
habéis visto marcharse.
Entonces, desde el monte que llaman de los Olivos, que
dista poco de Jerusalén, lo que se permite caminar en sábado, se
volvieron a la ciudad.

1-12 El libro de Hch se abre con un prólogo perfectamente cons-


truido. La dedicatoria a Teófilo, el protector de Lucas, queda artística-
mente inserida en un breve resumen del libro anterior (vv. Is), que nos
42 1,1-12: Despedida y ascensión de Jesús 1,1-12: Despedida y ascensión de Jesús 43

introduce, casi sin querer, en una nueva narración de la escena conclu- mente de origen galileo, de que Jesús se había aparecido a un grupo de
siva del evangelio. En estas últimas recomendaciones de Jesús aparece discípulos durante una comida. En Le 24,41ss la presentación es dis-
encuadrado el mensaje central del libro (vv. 6-8). El relato de la ascen- tinta- Jesús come en presencia de sus discípulos; lo cual podría servir
sión ya no es, como en Le 24,50-53, la solemne conclusión del ministe- como prueba de la corporeidad del Resucitado.
rio terrestre de Jesús, sino el punto de partida de una nueva historia, c) También el tema de la ascensión deja entrever algunos influjos
de los comienzos de la Iglesia impulsada por el Espíritu Santo. El cen- de la tradición oral. Lo cierto es que no hay ningún indicio de que, ya
tro del relato no lo ocupa, como en Le 24,51, el gesto de bendición de antes de Lucas, existiera un relato de la ascensión de Jesús como un
Jesús que se va, sino más bien su palabra imperativa, que va a marcar acontecimiento distinto de la resurrección. Para la comunidad primitiva,
el futuro de los discípulos. la resurrección significaba la exaltación definitiva de Jesús como Señor
Las diferencias que existen entre ambos relatos se pueden explicar de la historia (Rom 1,4; 8,34; 14,9). Este señorío universal de Jesús
suficientemente por este cambio de óptica en la perspectiva narrativa. (Flp 2,11) manifestaba la dimensión cósmica del acontecimiento de Pas-
Es inútil pensar que Lucas, al escribir su prólogo a Hch, dispusiese de cua (cf. excurso a 2,21). El Evangelio de Pedro, un apócrifo del s. II,
nuevas fuentes sobre la despedida y ascensión de Jesús; como es inútil nos ofrece un relato de los acontecimientos pascuales, que representa el
creer, según la opinión de algunos comentaristas, que Hch 1,1-12 se estado de desarrollo que había alcanzado la tradición del sepulcro vacío
debe a un redactor posterior que dividió en dos volúmenes la obra ori- (Me 16,1-8) y que se remonta indudablemente al s. I. La narración
ginalmente unitaria de Lucas y añadió un nuevo prólogo a la segunda cuenta que el día de Pascua se abrió el cielo y se vio bajar a «dos hom-
parte. Toda esta sección, en su lenguaje y estilo, es indudablemente lu- bres envueltos en una luz esplendorosa». A su presencia saltó la piedra
cana; más aún, dado su carácter programático, resulta indispensable que cerraba el sepulcro y los soldados romanos que montaban guardia
para comprender todo el resto del libro. pudieron ver a «tres hombres que salían del sepulcro; dos de ellos iban
Que nosotros sepamos, Lucas no usó documentación alguna tanto sosteniendo a un tercero y una cruz los seguía; las cabezas de los dos
para Hch 1,1-12 como para Le 24,33-53. Pero es claro que él no se in- acompañantes casi llegaban al cielo, pero la cabeza del que era condu-
ventó ambas narraciones. Lo más probable es que, detrás de esas histo- cido por ellos sobresalía hasta tocar el mismo cielo» (EvPe 39,40).
rias, se oculten tradiciones populares que Lucas aprovechó para sus También en Hch 1,10 aparecen «dos hombres vestidos de blanco», igual
fines literarios. Y esto por varias razones: que en la narración del sepulcro vacío (Le 24,4); claro indicio de que
a) Tanto la forma como el contenido de Hch 1,1-12 y de Le 24, Lucas conocía una relación de la historia del sepulcro sustancialmente
33-53 manifiestan una serie de rasgos típicos, que caracterizan los re- idéntica a la del Evangelio de Pedro y que ya hablaba de la exaltación
latos de «apariciones de Jesús a los discípulos» y que no se encuentran de Jesús al cielo. Lucas tomó esta tradición como base de su relato de
ni en el relato del sepulcro vacío (Me 16,1-8; Mt 28,1-10; Le 24,1-12; Jn la ascensión de Jesús, encuadrándola en el marco literario, ya conocido,
20,1-19), ni en las apariciones a individuos particulares (Le 24,13-35; Jn de relatos de desparación.
20,24-29). Características de las apariciones colectivas son: presencia
del grupo entero de discípulos (Jn 20,19-23), o de «los Doce» (Mt 1-2. Este breve proemio, a pesar de su concisión y sencillez de lí-
28,18-20; cf. 1 Cor 15,5); Jesús los invita a reconocerlo como el mismo nea, recuerda el prólogo del Evangelio según Lucas (Le 1,1-4). También
que habían conocido antes de Pascua (Mt 28,17; Jn 20,20; Le 24,36ss; Hch, igual que el evangelio, está dedicado a Teófilo. En un par de
Hch 1,3); les confiera autoridad absoluta (Mt 28,18; Jn 20,21b; Le rasgos nos da un resumen del libro anterior. La dedicatoria obedece a
24,49; Hch 1,4.8a); y los envía como mensajeros suyos (Mt 28,19s; Jn las costumbres de la época. Los autores solían dedicar sus libros a un
20,22s; Le 24,47; Hch 1,8b). Es fácil individuar en la narración lucana personaje influyente que, en agradecimiento, se encargaba de costear la
las características de una aparición colectiva. Sólo difiere en un punto publicación y propaganda del libro. Ya este detalle nos muestra que
que, por otra parte, responde perfectamente a la teología de Lucas; al Lucas seguía el modo de escribir de su tiempo y que deseaba para su
conceder a sus dicípulos la autoridad suprema, Jesús les promete el don obra la mayor difusión. En esto se diferencia de los demás escritos del
del Espíritu, que habrán de recibir unos días más tarde (Le 24,49; Hch Nuevo Testamento; de modo que se puede decir, en cierto sentido, que
1,5-5.8a). Aparte de esto, Lucas introduce por su cuenta el período es la primera obra literaria del cristianismo primitivo. Especular sobre
—teológicamente importante— de las instrucciones del Resucitado a 'a personalidad de Teófilo es perder el tiempo. Lo más que se puede
sus discípulos (Le 24,44-48; Hch 1,3b). decir con cierta probabilidad es que era cristiano, ya que Lucas escribe
ante todo para lectores cristianos. Un escrito que pretendiera ganar
b) Puede ser que la mención de la comida en común (v. 4) presu- adeptos o defender la fe cristiana tendría que tener un estilo y un con-
ponga el uso de alguna tradición, pero tan desdibujada, que resulta im- tenido muy distintos. En Hch, como en el evangelio, de lo que se trata
e
posible definirla con exactitud; en algunos textos (Jn 21,9-14; Le s , sobre todo, de confirmar la «solidez» de la instrucción que el lector
24,30s) podría entreverse una cierta tradición, muy antigua y posible- ya ha recibido (Le 1,4).
44 1,1-12: Despedida y ascensión de Jesús 1,1-12: Despedida y ascensión de Jesús 45
El libro anterior, que trata del ministerio terrestre de Jesús, queda sores (1,22), los apóstoles son igualmente d e s t i n a t a r i o s de las
resumido en dos trazos: acción y palabra. La acción de Jesús se men- instrucciones del maestro y sus autorizados representantes para el
ciona en primer lugar; luego viene la doctrina. Y esto no es tan banal tiempo siguiente a la ascensión.
como parece. De hecho, según Lucas, la venida de Jesús desencadena 3. Leyendo el proemio, el lector espera lógicamente una frase que,
todo un conjunto de acontecimientos históricos irrepetibles; y esta his- en correspondencia con los w . 1-2, presente, ya desde el comienzo, el
toria queda marcada por hechos y sucesos concretos (Le 1,1). Al otro contenido del libro, como lo hacían los antiguos historiadores. Podría
extremo, como conclusión de toda esta historia y como meta del evan- ser una frase como ésta: «Pero ahora voy a tratar de la continuación de
gelio, el relato de la ascensión, precedido por las últimas instrucciones aquellos acontecimientos, es decir, de la expansión del evangelio, por
de Jesús a los apóstoles. Por tanto, en la mente de Lucas, las apari- medio de la acción y de la palabra apostólica, hasta la llegada de Pablo
ciones del Resucitado pertenecen aún al tiempo de la acción y de la a Roma». Pero no es así. En vez de ello, Lucas pasa inmediatamente a
doctrina de Jesús; el verdadero final llega sólo con la ascensión. Esta contarnos una vez más la última escena del evangelio. Lo central de
presentación lucana difiere radicalmente de la que nos dan los otros esta nueva narración es la palabra de Jesús resucitado, que presenta el
evangelistas y, sobre todo, Pablo; para estos últimos, lo absolutamente tema del libro (vv. 5-8) y orienta las expectativas del lector en la direc-
nuevo, lo definitivo, ya ha empezado con la resurrección de Jesús. ción correcta. La escena tiene, por tanto, —y es importante recono-
La referencia al «principio» es difícil de entender. Muchos comenta- cerlo— un carácter doble: desde el punto de vista de la forma, se trata
ristas entienden este «principio» como una caracterización complexiva de una narración; pero funcionalmente es una prolongación del proe-
del ministerio terrestre de Jesús y consecuentemente traducen: «...lo mio. Esto explica algunas imprecisiones que aparecen en el curso del
que Jesús empezó a hacer y enseñar». Según esto, la actividad del Jesús relato. Sin previa preparación narrativa, nos encontramos de repente en
terrestre no sería más que un comienzo que ha de continuar a través de medio del escenario de una comida (v. 4); y a continuación viene, sin
la actuación del Jesús exaltado, por medio de la actividad apostólica. más, el relato de la ascensión (v. 9). Puede ser que Lucas pretenda
Por tanto, el contenido de Hch se podría concebir como la continua- causar en el lector la impresión de una unidad de espacio y tiempo y
ción de un comienzo, como el segundo período de la actividad de por eso omite cualquier detalle concreto que pudiera destruir automáti-
Jesús. A pesar de todo, no parece que Lucas intente presentar el camente esta impresión. Una comida en común sólo es imaginable en
tiempo de la Iglesia como una línea ininterrumpida, en continuidad con una casa determinada, mientras que la ascensión, según la indicación
el ministerio de Jesús. Otros exegetas, por su parte, ven en esta refe- que extrañamente se nos da después (v. 12), tuvo lugar en el monte de
rencia al «principio» una mera circunlocución pleonástica del verbo los Olivos.
principal. Esto ocurre con frecuencia en la Biblia cuando se usa un len- En una sola frase, formulada con toda precisión, Lucas nos da sinté-
guaje solemne (p. ej. Gn 2,3, que los LXX traducen literalmente: ticamente el significado de las apariciones. Aquí hay que resaltar unos
«...todas las obras que Dios empezó a hacer») y que se puede omitir a cuantos puntos interesantes:
la hora de traducirlo a nuestras lenguas modernas. Lo más probable es
que lo que aquí se quiere subrayar es el verdadero «principio» del mi- a) Los destinatarios de las apariciones fueron los doce apóstoles, y
nisterio de Jesús, es decir, el momento en que históricamente empezó sólo ellos. Esto supone una notable reducción con respecto a la serie,
su actividad (Le 1,2: «los que fueron desde el principio testigos oculares sin duda más antigua, que Pablo nos ofrece en 1 Cor 15,5ss.
y servidores de la palabra...») y que corresponde a la mención del mo- b) El que se aparece es Jesús en persona. Y al «aparecerse a los
mento final de ese ministerio («hasta el día en que...»). Lo que acen- apóstoles», establece con ellos una relación vital de comunión, total-
túan ambos elementos es el carácter de complexividad integral que se mente nueva (Le 24,34; 1 Cor 15,5). No es que los apóstoles tuvieran
encierra en la expresión «todo lo que Jesús hizo y enseñó». Los testigos una «visión», en el sentido de una percepción sensorial tan agudizada
han vivido ininterrumpidamente con el Jesús terrestre (l,21s), por eso que llegase a penetrar en el mundo del más allá; se trata realmente de
están capacitados para dar testimonio de toda su actividad (10,39). Esa una auténtica manifestación de Jesús. Este dato es capital para enten-
totalidad, de la que los apóstoles dan testimonio, es el contenido del der el testimonio que nos da el Nuevo Testamento sobre la resurrec-
primer libro de la obra lucana (Le 1,3). ción; tan importante como la indicación de que Jesús resucitado, des-
A este punto, la mención de los «apóstoles» adquiere un relieve es- pués de su pasión y m u e r t e , se presentó como portador de una
pecial. Jesús los eligió movido por el Espíritu Santo, es decir, ya desde auténtica vida divina imperecedera (Le 24,5; Hch 3,15; Rom 14,9; Ap
el principio de su ministerio, Jesús confirió a los Doce una posición M 8 ) . Lucas no piensa en la resurrección de Jesús como un mero re-
muy particular, como se lee en Le 6,12s. Para Lucas, la importancia de torno a la existencia humana, limitada y corruptible, sino como la reali-
los doce apóstoles se debe al hecho de que ellos representan la conti- dad auténtica de la vida definitiva.
nuidad entre el tiempo de la actividad de Jesús y el tiempo de la Igle- . c ) Jesús dio numerosas «pruebas» de la realidad de su resurrec-
c
sia. Testigos de la tradición de Jesús y, al mismo tiempo, sus transmi- 'on. Este carácter demostrativo lo ve Lucas en el hecho de que Jesús
46 1,1-12: Despedida y ascensión de Jesús 1,1-12: Despedida y ascensión de Jesús 47
se deje tocar por sus discípulos y come en su presencia (Le 24,39-43). r altiene carácter de preparación, tanto para recibir la revelación del
Esta insistencia en el aspecto densamente corpóreo de la resurrección Dios que le hace su plenipotenciario como para desempeñar luego su
no se encuentra en los primeros escritos del Nuevo Testamento. La misión de proclamarla públicamente ante todo el pueblo. En la presen-
concepción de Lucas es comprensible en un horizonte polémico de re- tación lucana, la convivencia de Jesús con sus discípulos durante cua-
chazo del docetismo cristológico. renta días difícilmente puede entenderse como una presencia ininte-
rrumpida, algo así como una continuación de la vida en común que
d) Jesús, ya resucitado, repite y recalca el gran tema de su predi-
llevaban antes de Pascua. La formulación del v. 3 hace pensar, más
cación prepascual: «el reinado de Dios» (cf. 8,12; 14,22; 19,8).
bien, en una serie de apariciones a lo largo de esos cuarenta días, sin
e) El período de apariciones dura cuarenta días. Es éste un dato que al autor le preocupe mucho la cuestión de dónde estaba Jesús entre
único en todo el Nuevo Testamento. Cierto que se puede deducir de 1 una aparición y otra. Si alguien le hubiera hecho esta pregunta, sin
Cor 15,8 que la comunidad primitiva concebía el tiempo de las apari- duda que habría contestado, en conformidad con todo el kerigma neo-
ciones del Resucitado como un período más bien reducido; Pablo, por testamentario: «en el cielo».
ejemplo, no sólo se considera el último testigo de la resurrección, sino
que además es consciente de la distancia temporal que media entre la 4-5. Los versículos siguientes nos dan algunos detalles más sobre la
aparición de Jesús a él personalmente y el resto de las apariciones ante- convivencia del Resucitado con los apóstoles. La expresión «una vez que
riores. Pero es claro que en los primeros tiempos no existía una formu- comían juntos» parece indicar que Lucas hace referencia a la escena
lación kerigmática fija con respecto a la limitación concreta del período contada en Le 24,36-43. La palabra griega que se usa en el v. 4 es única
de las apariciones. Más aún, dentro de la obra lucana, éste es el único en todo el Nuevo Testamento y significa literalmente «tomar juntos la
sitio en que aparece este dato. En Hch 13,31 se dice genéricamente que sal» (synalizein). La intención del narrador, sin embargo, no radica en
Jesús se apareció «durante muchos días». En cambio, en Le 24,50s, no las circunstancias puramente externas del acontecimiento, sino en las
encontramos la más mínima indicación de tiempo; tanto que bien po- instrucciones que, con esta ocasión, el maestro da a sus discípulos.
dría pensarse —aunque no era ésta ciertamente la intención de Lucas— Estas instrucciones no sólo ofrecen un ejemplo más de que Jesús nunca
que la ascensión tuvo lugar el mismo día de Pascua por la tarde. Una dejó de proclamar el «reinado de Dios» (v. 3), sino que, al mismo
cosa que llama especialmente la atención es que esta precisión temporal tiempo, introducen la primera parte del contenido del libro. Jesús reco-
no se repite en el relato concreto de la ascensión (Hch 1,9-11). Y las mienda a los discípulos que se queden en Jerusalén, aguardando a que
conclusiones de la investigación sobre la historia de la liturgia llevan a se cumpla la promesa del Padre, es decir, la venida del Espíritu Santo.
un resultado parecido. Hasta bien entrado el s. IV, los calendarios li- Esta recomendación no se encuentra en los otros evangelistas, más bien
túrgicos no mencionan para nada una fiesta de la ascensión que se cele- es lo contrario. Tanto Marcos (Me 16,7) como Mateo (Mt 28,10) ha-
brase 40 días después de Pascua. La ascensión se consideraba, más blan de un mandato de Jesús a los apóstoles de que vayan a Galilea,
bien, relacionada con la fiesta de Pentecostés, que cerraba el ciclo fes- dando así pie a la suposición de que las tradiciones más antiguas de la
tivo pascual. Como se ve, existen pocos datos para relacionar el nú- resurrección son de origen galileo. Lucas, por su parte, además de co-
mero 40 con la ascensión. rregir la presentación de Mateo y Marcos, dando otro giro a la mención
De todo esto hay que concluir que Lucas no tomó este dato de la de Galilea (Le 24,6), omite el relato de la ida de los discípulos a esa re-
tradición precedente,..sino que es pura idea suya. Lo que él pretendía gión y narra exclusivamente las apariciones en Jerusalén. Aquí encon-
con esta indicación resultará claro si la estudiamos dentro del contexto tramos uno de los temas fundamentales de la concepción teológica de
de todo el v. 3, que es una especie de resumen. Desde luego que el Lucas. Lo que le interesa mostrar es que los orígenes de la Iglesia están
propósito de Lucas no era datar la ascensión, sino más bien delimitar el indisolublemente unidos a Jerusalén. Por eso, no contento con dar el
período de las apariciones de Jesús. El carácter esencial de este período mayor relieve al viaje de Jesús a Jerusalén (Le 9,51) y a la consumación
es de preparación; los apóstoles tienen que estar pertrechados para su de su vida terrena en la misma ciudad, construye toda la primera parte
futura carrera. El 40 es uno de esos números redondos que tanto le de Hch en torno a los acontecimientos centrales que tienen lugar en Je-
gustan a la Biblia. En el Antiguo Testamento aparece especialmente rusalén. La ciudad santa, donde confluyen todas las expectativas y es-
cuando se trata de indicar un largo período de tiempo, que puede com- peranzas escatológicas de Israel, es para Lucas un símbolo de continui-
prender de 8 a 100 días o años respectivamente. Además hay que con- dad. En el hecho de que Jesús y su Iglesia estén firmemente radicados
tar con el valor simbólico que encierra este número, especialmente en Jerusalén toma cuerpo la expresión de que en ellos se cumple la
cuando se usa en sentido temporal. Y es indudable que Lucas va en Promesa hecha a Israel. Y cuando, a pesar de todo, Dios deja que su
esta dirección. El contexto en que se encuentra la indicación lucana nos 'glesia siga otros caminos que se alejan de Jerusalén, esto no significa
invita a pensar, ante todo, en los cuarenta días que Moisés pasa en la <jue Dios haya faltado a su promesa, sino que Israel ha roto su fideli-
cumbre del Sinaí (Ex 24,18). También aquí la precisa indicación tempo- dad (cf. comentario a 19,21s).
48 1,1-12: Despedida y ascensión de Jesús 1,1-12: Despedida y ascensión de Jesús 49
Lo más probable es que Lucas no encontrase en su tradición nin- Israel; y vivían a la espera de que la palabra de Jesús, que reivindicaba
guna palabra de Jesús sobre la promesa de la efusión del Espíritu. Por las pretensiones del pueblo elegido, se cumpliese de un momento a
eso, lo que hace es tomar unas palabras de Juan Bautista (Me 3,11; Le otro, por medio de la conversión de todo Israel a la fe en Jesús. Y lo
3,16) y ponerlas en boca del Resucitado, esta vez en estilo directo. En cierto es que esta idea no es totalmente ajena al mandato que Jesús da
su contexto original, la expresión del Bautista anunciaba la inminente a los apóstoles de proclamar el evangelio «en Jerusalén, en toda Judea
llegada escatológica del juicio de Dios entre fuego y tormenta, y su y Samaría y hasta los confines del mundo». De hecho, Jesús no rechaza
bautismo era un signo liberador. Pero muy pronto, la comunidad cris- de plano estas expectativas; porque el evangelio se va a predicar en Je-
tiana interpretó esta expresión como la promesa de la efusión definitiva rusalén y en Judea, muchos israelitas van a entrar en el reino y aun la
del Espíritu (en griego, «viento» y «espíritu» derivan de la misma raíz). misma Iglesia va a ser el auténtico pueblo, el Israel definitivo. Lo que
Sin embargo, Lucas, en 2,17-21, presenta la efusión del Espíritu de una hace Jesús es corregir esa mentalidad: este Israel se va a transformar,
manera distinta, aduciendo una cita del Antiguo Testamento. La última va a adquirir una nueva configuración y ya no va a tener a Jerusalén
frase «dentro de pocos días» se ha introducido para ayuda del lector, como centro de su vida. La expresión «hasta los confines del mundo»
con el fin de prepararlo para la narración de Pentecostés, que viene a orienta el camino de los testigos hacia Roma, capital de un imperio que
continuación. abarcaba todo el mundo entonces conocido. La fórmula se hace eco de
6-8. Una nueva frase narrativa apunta a un cambio de escena. A la promesa profética: «... te hago luz de las naciones, para que mi sal-
primera vista podría parecer que Lucas piensa en su nuevo encuentro vación alcance hasta el confín de la tierra» (Is 49,6).
de Jesús con los apóstoles, esta vez ya en el monte de los Olivos. Pero d) La última pregunta se centra en el papel que el mismo Jesús va
todo esto es puramente accidental. Lo verdaderamente importante es el a desempeñar en todo este proceso: «¿Vas a restaurar tú el reino para
diálogo: los discípulos preguntan y Jesús responde. La presentación dia- Israel?». La conexión con las dos preguntas anteriores es manifiesta;
lógica es frecuente en la técnica narrativa de Lucas. Se trata de un re- porque, si es verdad que después de la resurrección de Jesús va a haber
curso literario para poner en boca de Jesús afirmaciones importantes, todavía un espacio de tiempo en el que sus enviados tengan que llegar
provocadas por la pregunta de sus interlocutores, y para orientar su a los confines del mundo, ¿qué clase de participación va a tener el
comprensión en una dirección determinada (cf. Le 1,34; ll,45s; 12,41; mismo Jesús en esta serie de acontecimientos? El cumplimiento de su
mandato, ¿no depende de su continuada presencia personal? La res-
17,37; etc.).
puesta es bien clara: vendrá el Espíritu. Cierto que la parusía queda en
En nuestro texto la pregunta de los discípulos contiene, en realidad, una imprecisable lejanía; cierto que la presencia corporal de Jesús con
tres preguntas distintas, a las que corresponden tres respuestas de Jesús: los suyos toca a su fin; pero, a pesar de todo, los discípulos no van a
a) La primera pregunta se refiere al momento de la restauración esca- quedar abandonados a sí mismos; el Espíritu Santo va a venir ense-
tológica: «¿Es ahora cuando...?». La respuesta de Jesús tiene dos as- guida. No será ya Jesús, sino el Espíritu, el que permanecerá con los
pectos: uno negativo y otro positivo. Por una parte, rechaza toda clase apóstoles. Y este Espíritu los acreditará como testigos del Resucitado.
de cálculo sobre «tiempos y fechas» y, por otra, indica que Dios es ab- Lucas no puede concebir la actuación del Espíritu Santo sino como un
solutamente libre para decidir cuándo habrá de llegar la época defini- testimonio sobre Jesús, es decir, como una proclamación de las pala-
tiva. La determinación con que Jesús rechaza cualquier intento de esta- bras y acciones del Jesús terrestre, que haga brotar por todas partes la
blecer una especie de «planificación» apocalíptica del curso de la fe.
historia, a base de indicios intrahistóricos, es un elemento sólidamente Si fuera realmente verdad que los discípulos, inmediatamente des-
anclado en la tradición (Mt 24,36s; Me 13,32). En el texto que estamos pués de Pascua, habían escuchado estas recomendaciones como men-
comentando, esta actitud de Jesús significa una toma de posición con saje del Resucitado, resultaría incomprensible el desarrollo de la histo-
respecto a la espera de la inminente llegada de la parusía. Lucas sabe ria del primitivo cristianismo. Porque entonces, ¿cómo se puede
perfectamente que la comunidad primitiva había interpretado el fenó- entender que se llegase a esperar la inminente venida de la parusía? Y,
meno de la resurrección como el comienzo inmediato de la era escato- sobre todo, ¿cómo es que la evangelización de los paganos llegó a ser
lógica. Para refutar esta idea pone en juego todo el peso de la autori- aceptada después de tanto tiempo y después de tantas dificultades y
dad de Jesús, haciéndole decir: Pascua no es el final; aún queda un conflictos como nos cuentan los capítulos 10-15 de Hch? Pero, a pesar
cierto espacio de tiempo hasta que llegue la consumación. de todo, las recomendaciones de Jesús a sus discípulos no son mera fic-
Cl n
b) La segunda pregunta concierne a la extensión que habrá de te- ° edificante, sino todo lo contrario. Lo que aquí tenemos es un es-
ner la salvación definitiva: «¿Vas a restaurar el reino para Israel?». plendido ejemplo de las cualidades de Lucas y de su autenticidad como
También esta concepción pertenece al ambiente de los orígenes del cris- !storiador. Las frases que pone en boca de Jesús resucitado represen-
a
tianismo. Los primeros cristianos, provenientes del judaismo palesti- n las decisivas conclusiones teológicas a las que había llegado el cris-
nense, estaban convencidos de que ellos eran el verdadero y definitivo 'anisrno en sus primeros decenios de existencia, a través de un proceso
50 1,1-12: Despedida y ascensión de Jesús Excurso: La ascensión de Jesús 51
de experiencias y aprendizaje. Lucas quiere dejar bien claro que todo vación, sino que es un don que el Señor les ha confiado para que le sa-
este proceso que llegó a destruir la convicción de una inminente venida quen el máximo rendimiento. Es un tiempo dado a la Iglesia para di-
del Señor, a aceptar la evangelización de los paganos y a crear formas fundir la buena noticia, para dar testimonio, para empapar este mundo
adecuadas de proclamación, es obra del Espíritu que no cesa de dar un con la palabra de Jesús, para transformarlo en un mundo redimido. El
testimonio vivo sobre la presencia de Jesús. Los relatos de Lucas pre- tiempo de la Iglesia, según lo concibe Lucas, no es, como muchos pien-
tenden exponer cómo se fue llevando a cabo este proceso. Por eso, las san, el sustitutivo de una parusía empujada por la historia; es más bien
recomendaciones del Resucitado son igualmente un resumen del libro un tiempo encerrado entre dos grandes paréntesis, dos acontecimientos
de los Hechos, cuyo tema principal es el camino de la Iglesia desde Je- correlativos y en mutua atracción: la ascensión y la parusía.
rusalén hasta los confines del mundo. Un camino erizado de dificul-
tades y de cambios radicales en lo exterior, pero siempre dirigido por la 12. Los discípulos aceptan la indicación de los dos personajes y se
presencia del Espíritu. Así es como la Iglesia, el verdadero Israel, se va ponen en camino desde el monte de los Olivos hacia Jerusalén. Esta
configurando, según el designio eterno, como el auténtico pueblo de corta distancia se convierte así en la primera etapa del camino de la
Dios, abierto tanto a los judíos como a los paganos. Iglesia a lo largo de la historia.
Sólo en este momento se le dice al lector dónde se ha desarrollado
9-11. Apenas ha acabado Jesús de despedirse, cuando, a la vista la escena precedente. Y esta indicación no deja de tener un profundo
de los discípulos, empieza a «elevarse» y enseguida una nube lo oculta significado; según el texto griego de Zac 14,4 (LXX), será precisamente
a los ojos de los espectadores, que le van siguiendo con una mirada ab- el monte de los Olivos el lugar donde un día el Mesías bajará del cielo.
sorta hasta que desaparece en el cielo. El relato, que orienta su pers- «Lo que se permite caminar en sábado» corresponde, en la actualidad,
pectiva en la dirección de la mirada de los discípulos, insinúa que los a unos 880 metros.
circunstantes quedan tan fascinados por el suceso, que no se dan cuenta
de la presencia de dos hombres vestidos de blanco, hasta que éstos les
dirigen la palabra. Los dos personajes son esas figuraciones angélicas, La ascensión de Jesús. La historia de la ascensión enfrenta al exegeta
tan frecuentes en la Biblia (p. ej. Le l,26ss; 2,9ss), cuya función con- moderno con una serie de problemas nada triviales. Nos encontramos
siste en interpretar acontecimientos extraordinarios de origen divino. El en una encrucijada; o tiramos por el camino de la apologética, a riesgo
lugar privilegiado para este tipo de interpretación por boca de ángeles de perdernos en disquisiciones estériles, o nos rendimos ante la ingenua
es la tradición referente al sepulcro vacío (Me 16,5ss; Mt 28,5s; Le presentación de este acontecimiento, encuadrado en una concepción
24,4s; Jn 20,12s). Un esplendoroso vestido blanco es atributo frecuente mítica que pertenece a un pasado ya lejano. Con todo, las apariencias
de los seres celestes (2 Mac 11,8; Me 9,3, etc.). Las palabras de los dos engañan. Hay miles de razones para pensar que Lucas en modo alguno
personajes encierran una recriminación dirigida a los discípulos; que- abandona la cristología como presa del mito, sino que, al revés, se vale
darse ahí mirando nostálgicamente cómo el Señor desaparece, va contra conscientemente del mito como medio para interpretar la cristología.
las instrucciones que Jesús acaba precisamente de darles (v. 8). Lo que Tanto el Antiguo Testamento como la tradición judía conocen bien este
hay que hacer ahora no es lamentarse por la desaparición corporal del género de presentación. Una serie de personajes importantes, acabado
Señor ni ponerse a calcular «los tiempos y las fechas» que faltan para el curso de su actividad terrestre, desaparecen corporalmente y son
su segunda venida, sino cumplir su mandato: lanzarse al mundo. No se arrebatados al paraíso o al cielo. Es frecuente la referencia al rapto de
dice con esto que sea superflua la espera de una segunda venida del Se- Elias (2 Re 2,1-18; Eclo 48,9.12; 1 Mac 2,58; Henet 93,8, etc.); y lo
ñor en forma visible; al contrario, el hecho de haber visto a Jesús subir mismo se dice de Henoc (Gn 5,24; Eclo 44,16; Henet 70s; 81; Heb
al cielo tiene que dar a los discípulos la seguridad de que va a volver. 11,5, etc.), de Esdras (4 Esd 14,9.49) y de Baruc (Barsir 13,3; 25,1;
Muchos detalles de esta escena son, hasta cierto punto, un reverso 43,2; 46,1.7). No cabe la menor duda de que Lucas conocía este tipo de
exacto de la parusía, por ejemplo, la nube que oculta a Jesús y la nube narraciones. Más aún, como hemos indicado anteriormente, es bien
sobre la que vendrá, según la tradición primitiva (Me 13,26 p; Mt probable que hubiese tenido conocimiento de una tradición que ha-
24,30; Le 21,27; Me 14,62; Ap 1,7; cf. Dn 7,13). La inquebrantable se- blaba de la subida de Jesús al cielo directamente desde el sepulcro
guridad de que habrá realmente una segunda venida hace superflua (EvPe 39s). Pero, sin duda, el más adecuado campo de referencia para
cualquier pregunta acerca del momento en que tendrá lugar. Desde la
presentación lucana de la ascensión son las historias de desapari-
luego que esta crítica a la inminencia de la parusía va dirigida contra ciones de héroes y jefes, tan extendidas en el mundo helenístico, por
los contemporáneos de Lucas que aún estaban aferrados a esta convic- ^Jemplo, Hércules, Empédocles, Ifigenia, Platón, Aristóteles, etc. En el
ción. Tendrán que caer en la cuenta de que, por mucho que se estire el imperio romano, la desparación prodigiosa del emperador era conside-
tiempo en el que está inmersa la Iglesia, esta temporalidad no es una rada como un requisito para su divinización y, al mismo tiempo, resul-
dimensión negativa, ni constituye una amenaza para la fe ni para la sal- taba un buen instrumento de propaganda con finalidad política. Sólo se
52 Excurso: La ascensión de Jesús 1,13-14: Preparación para la venida del Espíritu 53

divinizaba a un emperador si el senado romano lograba encontrar tes- ésta una mera vuelta de Jesús a su vida anterior y no el acontecimiento
tigos que declarasen haberlo visto subir al cielo. Así sucedió con Au- salvífico central y definitivo. Más aún, con su relato de la ascensión ha
gusto, Claudio y Drusila; los testigos juraron haber visto con sus pro- dado pie, sin quererlo, a una falsa interpretación de la exaltación de
pios ojos cómo subían al cielo de entre las llamas de la pira crematoria. Jesús, como si ésta fuera un acontecimiento sujeto a las leyes del
El esquema de este género narrativo consta de los elementos siguientes: tiempo y del espacio. Pero en definitiva, lo que realmente está aquí en
desaparición repentina, nube que oculta o transporta al personaje, juego es nada menos que la concepción de la trascendencia de Dios.
signos cósmicos (truenos, relámpagos, eclipses de sol, terremotos,
águilas ascendentes), presencia de testigos, ratificación celeste (por me-
dio del mismo personaje o por otras personas), instauración de un culto
al personaje divinizado. 2. Preparación para la venida del Espíritu (1,13-14)
Desde luego que todas estas descripciones, ya desde los primeros 13
tiempos del Imperio, no eran aceptadas sin más, sobre todo por la Llegados a casa, subieron a la sala donde se alojaban. Eran:
gente culta, como trigo limpio. Lo vemos claramente en las numerosas Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Ma-
parodias a que dieron lugar. Pero aun sin creer en los detalles de toda teo, Santiago, el hijo de Alfeo, Simón el Zelota y Judas, el hijo
esta escenografía, muchos elementos continuaban usándose por su alto de Santiago. 14 Todos ellos se dedicaban a la oración en común,
valor simbólico. Se los consideraba como un lenguaje apropiado para junto con algunas mujeres, además de María, la madre de Jesús,
expresar la convicción de la inmortalidad de una persona, su entrada en y sus parientes.
el ámbito divino y su permanente influjo en el curso de la historia.
El relato lucano de la ascensión no es un mero calco servil de las 13-14. El curso de la narración entra aquí en su primer remanso.
descripciones paganas. Más bien, como hemos concluido de nuestro Esta es una de las características de la técnica narrativa de Lucas. De
análisis precedente, Lucas encontró este elemento ya en la tradición, vez en cuando, entre relato y relato, se para un momento, mide las dis-
que interpretaba la resurrección como una exaltación; lo único que hizo tancias y hace un fundido de situaciones que, por una parte, recoge la
fue ponerlo como broche de un relato de aparición. Sin duda que, situación precedente y, por otra, prepara el futuro curso de la acción.
consciente o incoscientemente, tuvo que introducir en su narración al- Esta forma literaria, llamada «sumario», no es invención de Lucas; apa-
gunos elementos de las descripciones helenísticas. Y es fácil entender el rece ya en el Evangelio según Marcos, y precisamente en puntos cen-
por qué. Lucas escribe para un público que vive inmerso en el espíritu trales del relato, con la función de dar una visión sintética de la activi-
del helenismo contemporáneo; nada mejor que todo este caudal de ex- dad de Jesús (Me 1,39; 3,7s; 4,33s, etc.). Ya anteriormente, en su
presiones lingüísticas y de símbolos para transmitir de manera intuitiva primer libro, Lucas había echado mano de este recurso y lo había desa-
el contenido de la fe cristiana, que reconoce a Jesús como exaltado a la rrollado con particular maestría, convirtiéndolo en un procedimiento es-
condición de Dios. Ciertamente que todo este instrumental lingüístico tilístico para marcar el ritmo interior de su narración (p. ej. Le 1,80b;
tuvo que estimular su creatividad literaria para convertir en realidad na- 2,40.51s; 4,14s). Lo mismo hace ahora en Hch. Los sumarios le ofrecen
rrativa algo tan abstracto como la exaltación de Jesús. Además, podía una espléndida posibilidad de componer, a base de los fragmentos de
fiarse de sus lectores. Ellos eran capaces de ver en la nube un símbolo fuentes y tradiciones sobre episodios particulares, una visión de con-
de la presencia de Di«s que eleva a Jesús, y podían entender la subida junto unitaria, que dé la impresión de totalidad. Pero desde luego que
al cielo como una manera de expresar la entrada de Jesús en su situa- Lucas no compone sumarios para colmar lagunas de sus fuentes, ha-
ción divina. De todas maneras, tal vez algún lector llegase a percibir un ciendo de la necesidad virtud; su intención es indicar claramente al lec-
cierto deje de crítica polémica; esta desparación no es como las apo- tor qué elementos de los respectivos relatos son verdaderamente impor-
teosis de los cesares romanos, es la entronización del auténtico Señor tantes desde el punto de vista teológico e histórico. Los sumarios son
del universo. Y así es realmente. El mismo Lucas, ya con ocasión del los auténticos pilares internos de su composición. Así llegamos a Hch
nacimiento de Jesús, lo había caracterizado con un título bien conocido 1,13-14. En cuanto a la forma, es un sumario colocado entre los dos re-
en el culto a los emperadores, el título de Salvador del mundo (sóter; latos que componen el prólogo del libro (1,1-12; 1,15-26); pero en su
Le 2,11). contenido apunta hacia el significado crucial del tiempo entre la ascen-
Nos encontramos, por tanto, con una narración que se atreve a sión y Pentecostés: tiempo de oración en común, tiempo de prepara-
presentar con toda osadía la exaltación de Jesús. Naturalmente que esta ción de los discípulos para la venida del Espíritu.
interpretación, como cualquier otra interpretación teológica que se sale Es probable que, para la composición de este sumario, haya em-
de los carriles convencionales, tiene sus peligros (cf. comentario a pleado Lucas elementos de la tradición. Además de una lista de los
2,33). Lucas, al separar radicalmente la resurrección de la exaltación, D°ce, que ya aparece en Le 6,14ss, es posible que haya tenido informa-
se acerca peligrosamente a una concepción de la resurrección que ve en ción sobre la pertenencia a la comunidad de Jerusalén de algunos
54 1,13-14: Preparación para la venida del Espíritu 1,15-26: Reconstitución del grupo de los Doce 55
miembros de la familia de Jesús. Pablo, concretamente, dice haber co- cuerdo de los acontecimientos y los «medita en su interior» (Le 2,19).
nocido por la tradición una aparición de Jesús a su pariente Santiago (1 Esta presentación corresponde exactamente al criterio que se establece
Cor 15,7; cf. EvHeb 7). en Hch 1,22 para considerar a uno como testigo de Jesús. Puede ser
nue Lucas haya trazado una figura de María teológicamente bastante
13. Basta leer el texto para darse cuenta de que aquí no se trata idealizada en algunos de sus rasgos; pero no cabe duda que María per-
de un acontecimiento particular, sino de un resumen sintético. Lo cual tenece por derecho propio a la naciente comunidad cristiana. La exis-
no implica que la presentación de la comunidad, reunida en oración y a tencia de tradiciones muy antiguas, de origen judeocristiano, que po-
la espera de la venida del Espíritu, no tenga una gran viveza escénica. drían reflejarse tanto en Le 1,26-38,2,1-20 como en Jn 2,1-11; 19,26s,
El lugar es una sala del piso superior. Las casas grandes tenían debajo nos da un fundamento razonable para llegar a esta conclusión. Sobre el
del tejado raso una habitación suplementaria, a la cual se podía subir resto de su vida, así como de su infancia, la fantasía popular se desató
sólo por una escalera exterior; esta habitación, al revés que la gran sala posteriormente con toda clase de leyendas; pero el Nuevo Testamento
del piso de abajo, no estaba acondicionada para los usos normales de la no nos ofrece, sobre todo, más que un absoluto silencio. Los parientes
vida diaria (dormir, cocinar, comer, etc.). Es una habitación tranquila, de Jesús se mencionan aquí en general y sin dar nombres. Uno de
a la que uno se retira para orar o para estudiar la Escritura (1 Re ellos, Santiago, aparecerá más tarde (12,17; 15,13) en primera fila y
17,19ss; 2 Re 4,10s; Dn 6,11); es el lugar preferido de los rabinos para como figura clave de la comunidad de Jerusalén, en sustitución de Pe-
sus reuniones. No vale la pena gastar energías en tratar de identificar dro. Sobre los demás parientes de Jesús y su posible papel en la direc-
esta casa concreta. Lo único que Lucas pretende, como se ve en otros ción de la comunidad, el libro de los Hechos no nos dice absolutamente
muchos casos del Nuevo Testamento (p. ej. el «monte» en Mt 5,1), es nada. Sólo más tarde, en el s. II, una tradición recogida por Hegesipo
dar una indicación espacial (Le 22,12; Hch 10,9; 20,8). (cf. Eusebio, Hist. Ecl. III 11) alude a esta función, presentándola como
La lista de los once apóstoles es casi igual, salvo algunas altera- probable (cf. además Le 24,18; Jn 19,25).
ciones en la sucesión de los nombres, a la que se encuentra en Le Se podría comparar este sumario con el programa de una represen-
6,14ss. En este pasaje del evangelio encabezan la lista los más represen- tación teatral, que nos da los nombres de los personajes en orden de
tativos del colegio de los Doce, y precisamente por orden de vocación; aparición. Lucas presenta a sus lectores algunas figuras que van a des-
los primeros son los dos hermanos Simón Pedro y Andrés (Me 1,16 p), empeñar un papel importante en el curso de los acontecimientos. Al
siguen los otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo (cf. mismo tiempo, subraya enérgicamente la característica fundamental de
Me 1,19; Le 5,10). En nuestro texto, en cambio, la presentación está aquel grupo de discípulos. Una comunidad que, en clima de oración, se
determinada por la relevancia de los personajes y por el orden con que prepara para la venida del Espíritu. Dos rasgos importantes, dos rasgos
van a ir apareciendo a lo largo del libro. En primer lugar, Pedro (men- típicos de la presentación lucana de la comunidad primitiva: vida de
cionado sólo con el nombre de «piedra», que le puso Jesús para signifi- oración (2,42.46; 6,4), vida en unidad (2,42.46; 4,24; 5,12; 15,25).
car su función) y Juan, a quienes en seguida (3,1-7; 8,14) vamos a en-
contrar en posición relevante; viene después Santiago, el protomártir de
los apóstoles (12,2). Sin embargo, no sabemos por qué se adelanta la
mención de Tomás, que pasa del puesto 8 o al puesto 6 o . Falta el nom- 3. Reconstitución del grupo de los Doce (1,15-26)
bre del traidor, Judas Iscariote, que en Le 6,16 cerraba la lista. ¿Qué
pasó con este sitio efue había quedado libre? Nos lo va a contar el 15
próximo episodio (1,15-26). Uno de aquellos días había reunidas unas ciento veinte per-
sonas. Pedro se puso de pie en medio de los hermanos y dijo:
14. A una frase de distancia —lo que no deja de ser significativo— 16
—Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo
se mencionan otros dos grupos: las mujeres y la familia de Jesús. El había p r e d i c h o en la Escritura; lo q u e dice David acerca de
primer grupo no son las mujeres de los apóstoles (como interpreta el Judas, que hizo de guía a los que arrestaron a Jesús. 1 7 Era uno
códice D añadiendo «e hijos»), sino las mujeres que habían seguido a
de nuestro grupo y colega en este servicio nuestro. 18 Con la paga
Jesús, y a las que Lucas, en su evangelio, presta una especial atención
(Le 8,2s; 10,38-42; 23,49.55; 24,10). del crimen compró un terreno, se d e s p e ñ ó , reventó por medio y
s
Destaca su interés por María, la madre de Jesús. En la primitiva e esparcieron sus entrañas. 19E1 hecho se divulgó entre los ve-
tradición sinóptica, la figura de María queda relegada a una referencia cinos de Jerusalén, y a aquel terreno lo llamaron en su lengua
marginal, a propósito de la incomprensión de la familia de Jesús con Haceldama, o sea «campo de sangre», 2 ü porque en el libro de los
respecto a su ministerio (Me 3,21 p). En cambio, en Lucas, María es la Salmos está escrito: «Que su finca quede desierta y que nadie ha-
figura clave en el evangelio de la infancia, especialmente en Le 2. Ella bite en ella». Pero también dice: « Q u e su cargo lo ocupe otro».
21
es la principal testigo de los primeros años de Jesús; «conserva» el re- Por t a n t o , es necesario que u n o de los que nos acompañaron
56 1,15-26: Reconstitución del grupo de los Doce 1,15-26: Reconstitución del grupo de los Doce 57
mientras vivía con nosotros el Señor Jesús, 22desde los tiempos «campo de sangre» (=cementerio) y, además, en aducir diferentes citas
en que Juan bautizaba hasta el día en que se lo llevaron de entre del Antiguo Testamento, en las que se consideraban ya predichas las cir-
nosotros, se asocie a nosotros como testigo de su resurrección. cunstancias de su muerte.
23
Propusieron a dos: a José apellidado Barsabá, de sobre-
nombre Justo, y a Matías. 24Luego rezaron así: 1. Una de las tradiciones es la que recoge Mt 27,3-10. Judas, co-
—Señor, tú penetras el corazón de todos; muéstranos a cuál mido de remordimientos, cogió las treinta monedas, el «precio de san-
are», las arrojó en el cepillo del templo, se fue y se ahorcó. Con aquel
de los dos has elegido, 2Sa fin de que, en este servicio apostólico, dinero, los «sumos sacerdotes» compraron el Campo del Alfarero y lo
ocupe el puesto que dejó Lucas para marcharse al lugar que le destinaron a cementerio de extranjeros; de ahí el nuevo nombre del
correspondía. «campo de sangre». Esta tradición está inspirada en Jr 18,2ss y Zac
26
Echaron suertes, le tocó a Matías y quedó asociado a los ll,12s.
once apóstoles.
2. Algo distinto es el relato que encontramos en nuestro texto de
Hch l,18ss. Con el dinero de su traición Judas se compró un terreno y
15-26 A primera vista, la narración es fluida y la composición uni-
allí mismo encontró la muerte de manera espantosa, precipitándose
taria y ordenada: breve situación inicial (v. 15), discurso de Pedro (vv.
probablemente desde el tejado de la casa. La noticia de este horrible
16-22), intervención conclusiva de la comunidad (vv. 23-26). Sin em-
suceso llevó a la gente a llamar a aquel terreno «campo de sangre» y a
bargo, un examen más atento del contenido descubre ciertas impreci-
considerarlo, a la luz del Sal 69,26, como un sitio execrable e infame.
siones, que nos fuerzan a concluir que Lucas ha unido artificialmente
una serie de elementos heterogéneos, para construir una unidad litera- 3. Hay todavía otra versión, que nos cuenta Papías, obispo de Hie-
ria. Por ejemplo,el discurso de Pedro no se adapta perfectamente a la rápolis (a mediados del s. II). Judas probablemente padecía de hidrope-
situación. ¿Por qué Pedro tiene que presentar a la comunidad de Jeru- sía y su cuerpo estaba deformado por la hinchazón (cf. Sal 109,18:
salén como nuevo un suceso que, según el verso 19, todos conocen per- «Que le empape como agua las entrañas, como aceite los tuétanos»);
fectamente? ¿Por qué tiene que traducir una palabra aramea (v. 19b) a en particular tenía los ojos tan hinchados que se había quedado ciego
unos oyentes que son precisamente de lengua aramea, como si se tra- (cf. Sal 69,24: «Que sus ojos se nublen y no vean»). Al morir, el hedor
tase de una lengua desconocida? Aparte de que la narración de la de su cadáver descompuesto había convertido aquel terreno en un sitio
muerte de Judas suena como si estuviese contando un suceso bien re- abominable para toda la vecindad (cf. Sal 69,26).
moto, siendo así que se trata de una cosa que acaba de suceder hace Estas tres narraciones reproducen, en realidad, una leyenda que se
pocas semanas. Todo resulta claro si se admite que el discurso no va di- fue configurando según las leyes de la tradición oral. La comunidad
rigido a aquellos oyentes concretos, sino a los lectores del libro. Así se buscaba una explicación del absurdo proceder de Judas. Inicialmente
explican todas esas informaciones; un lector posterior necesita todo eso creyó encontrarla en una serie de pasajes del Antiguo Testamento, es-
para poder entender de qué se trata. Aparte de que Lucas aprovecha pecialmente Zac 11,12; Sal 69 y 109, que maldecían a los traidores y
esta oportunidad para expresar su concepción teológica del ministerio predecían el destino de los impíos. Poco a poco algunos detalles de
apostólico (vv. 21s). Igualmente resulta extraño que ninguno de los dos estas citas veterotestamentarias fueron adquiriendo graficismo narrativo
candidatos sobre los que se echa a suertes cumpla los requisitos estable- y finalmente se incorporó la explicación del nombre de un terreno cerca
cidos en el v. 22; de hecho, ninguno de los dos había sido testigo del de Jerusalén, el «campo de sangre». Precisamente este nombre es el
ministerio terrestre ni de la resurrección de Jesús. Con todo, cabe pre- único elemento que aparece en las tres versiones; lo cual da motivo
guntar si, en resumidas cuentas, dejando a un lado estos criterios, no se suficiente para pensar que realmente existía una cierta relación entre
excluyera la posibilidad de proceder —de qué modo, no sabemos— a este campo y el personaje de Judas, más aún, que allí mismo había
una segunda elección. ocurrido su muerte o que era el lugar de su sepultura. Tal vez el sitio
Resumiento, podemos decir que Lucas compuso esta escena valién- en que se ahorcó Judas fuese un matadero. Pero, a fin de cuentas,
dose de dos tradiciones probablemente orales: la primera sería una na- tanto el motivo de su proceder como el modo de su muerte resultan
rración popular de la muerte de Judas, y la segunda, de origen proba- una incógnita.
blemente palestinense, consistiría en algún relato muy antiguo sobre la
reconstitución del grupo directivo de la comunidad y cuya huella se 15. «Uno de aquellos días», es decir, durante el período de espera
puede detectar en los vv. 23-26. y de preparación a que se refieren los vv. 13-14, tuvo lugar algo real-
Sobre la muerte de Judas circulaban en el cristianismo primitivo re- mente importante: una asamblea de todos los discípulos de Jesús, en
latos muy diversos. Únicamente coincidían en relacionar la muerte del orden a reconstituir el grupo de los Doce. Por primera vez después de
traidor con el nombre que se le dio al terreno comprado por él: Pascua, entra Pedro en escena, como portavoz de la asamblea y como
58 1,15-26: Reconstitución del grupo de los Doce 1,15-26: Reconstitución del grupo de los Doce 59
jefe de la comunidad. Se nos informa, de pasada, que el grupo ha cre- nos parece fundamental la pregunta por el sentido originario y el am-
cido hasta contar ya unas 120 personas. Este es el primer dato estadís- biente histórico de cada uno de los textos; a ellos todo esto les preocu-
tico de una comunidad en continuo crecimiento; más adelante serán ya paba muy poco. Por eso no tenían reparos en modificar ligeramente las
3.000 (2,41) y luego 5.000 más (4,4). A propósito del número 120 hay citas del Antiguo Testamento, cuando ello podía servir para expresar
que observar que es el décuplo de 12 (los Doce). Según Ex 18,21, con mayor claridad el carácter de predicción. Así se explica que el v. 6
Moisés tiene que buscar colaboradores y nombrarlos jefes de 1.000, 100 haga referencia al libro de los Salmos, como profecía de que Jesús iba a
y 10 israelitas. Esto dio lugar posteriormente a la institución de «decu- ser traicionado por uno de sus íntimos. Se trata probablemente del
riones» (1 Mac 3,55; cf. San 1,6). Tenemos, por tanto, el 12 como nú- salmo 41,10 («Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba y que compartía
mero base de la primera comunidad. Y esto no deja de tener un pro- mi pan, es el primero en traicionarme»), texto que juega un papel im-
fundo significado, en cuanto que el Israel originario de las doce tribus portante en la tradición evangélica con respecto a Judas (Me 14,18; Jn
va a ser restaurado en su totalidad, al final de los tiempos, sobre esta 13,18). El autor de esa profecía no es precisamente David —tradicio-
misma base. Jesús, por su parte, al construir el grupo de los Doce, ma- nalmente reconocido como autor de los Salmos— sino el Espíritu Santo
nifiesta claramente sus pretensiones sobre este Israel definitivo y, al mismo. Mientras que en otras partes Judas aparece constantemente de-
mismo tiempo, promete su auténtica restauración (Mt 19,28). Por signado como «el que traicionó» (=entregó) a Jesús, aquí se describe
tanto, el número 120 expresa que las pretensiones y promesas de Jesús con mayor precisión su modo de proceder: «el que hizo de guía a los
ya están haciéndose realidad. Dado el carácter arcaico de esta presenta- que arrestaron a Jesús» (cf. Le 22,47).
ción y su tinte judeocristiano, cabe suponer que el número 120 no es
pura creación de Lucas, sino que él ya lo encontró en sus fuentes. Lo 17. La acción de Judas adquiere particular relevancia por el hecho
que sí es ciertamente lucano es la designación de los miembros de la de haberle llevado a romper con el grupo y a perder así su puesto «en
comunidad como «hermanos» (cf. 9,30; 10,23; 11,1, etc.). el servicio apostólico». El texto original griego expresa este «puesto»
con la palabra «suerte». Por otra parte, la Regla de la Comunidad de
16. Casi siempre los personajes de Lucas empiezan, o continúan, Qumrán usa la misma palabra en un contexto semejante. En esta secta,
sus discursos con el apelativo «hermanos» (2,29.37; 7,2; 13,15.26.38; cada uno de los miembros de la comunidad obtenía su puesto por sor-
15,7.13, etc.). En nuestro texto, la referencia al trágico final de Judas teo, llevado a cabo por un sacerdote (1QS II, 22s). Aunque el parale-
sirve para explicar la vacante que ha quedado en el grupo de los Doce lismo es claro, sería improcedente deducir de ello que las disposiciones
y para justificar la necesidad de su reconstitución. Todo en el cristia- de la comunidad cristiana dependieran directamente de la práctica de
nismo primitivo, no sólo la pasión de Jesús, sino aun los detalles más los esenios. Lo que sí cabe afirmar es que el uso que aquí se hace de la
oscuros y misteriosos de su vida, se interpretaba a la luz del plan de palabra «suerte» responde al ambiente jurídico-religioso del judaismo;
Dios y del designio de su voluntad soberana. Esta mentalidad se fun- se trata de una posición dentro de un grupo, asignada por sorteo y san-
daba en la actitud y en las palabras del propio Jesús, que explicaba su cionada por un derecho religioso de origen divino. En el versículo que
destino como dependiente de una imperiosa «necesidad» establecida estamos comentando esta situación no queda aún precisada como «mi-
por Dios (cf. Me 9,31p), ya que la consumación escatológica implica nisterio apostólico» (cf. v. 25); sólo se habla de «servicio», que es la ex-
inevitablemente el dolor y la angustia, y esto impone al Justo la acepta- presión genérica con que el Nuevo Testamento caracteriza lo esencial
ción sumisa de una vida de sufrimiento. El cristianismo primitivo llevó de toda función comunitaria (cf. 2 Cor 3,7-9; 4,1; 5,18). Todo está
esta concepción hasta sus últimas consecuencias, en su afán de demos- orientado hacia el servicio, hacia la entrega personal a los demás, según
trar que todos los detalles de la pasión de Jesús ya estaban predichos la norma establecida por Jesús (Me 10,43ss; Le 22,27); servicio que se
en el Antiguo Testamento. opone radicalmente a cualquier tipo de afirmación de la propia persona
Esta argumentación a base de la Escritura se apoyaba esencialmente por medio del ejercicio del poder. La palabra española «ministerio», a
en dos principios teológicos: 1) La actuación de Dios en el presente pesar de sus múltiples connotaciones, puede corresponder a este sen-
histórico de Jesús es inseparable de esa misma actuación en el pasado tido de servicio, en cuanto comporta una reglamentación de funciones y
de Israel. La vida de Jesús es continuación y cumplimiento pleno de la es inherente a ciertas personas determinadas; pero de ninguna manera
a
vida de Israel. 2) El Antiguo Testamento, por tanto, no es únicamente gota el sentido teológico profundo de una absoluta disponibilidad per-
un testimonio del Dios que actúa y manifiesta su voluntad en el pasado, sonal con respecto a los demás.
sino que apunta ya hacia el acontecimiento Cristo. Cristo es la meta, el 18-19. Pedro prosigue su discurso con la historia de la muerte de
mensaje central y la clave de comprensión del Antiguo Testamento. Judas. El relato, dirigido claramente al lector, interrumpe el ritmo na-
Cuando los primeros cristianos acudían a la Escritura en busca de pa- rrativo que el versículo anterior orientaba hacia la elección del sucesor.
sajes que, a su juicio, predecían acontecimientos de la vida de Jesús o Judas, amargado por su traición, acabó sus días precisamente en el
c
de la comunidad, no procedían como los exegetas modernos. Hoy día ampo que había comprado con el sucio dinero de su villanía. Más ade-
60 1,15-26: Reconstitución del grupo de los Doce 1,15-26: Reconstitución del grupo de los Doce 61

lante, en v. 25, se calificará esta muerte como un castigo de Dios. Y el mismo tiempo le pone ciertos límites al añadir el primer requisito. La
hecho se divulgó por todo Jerusalén. t concepción lucana, por tanto, es la siguiente: apóstol, en el pleno
sentido de la palabra, puede ser únicamente uno que pueda atestiguar,
20. El sentido original de las dos citas aducidas por Pedro (Sal por propia experiencia, la plena identidad entre el Jesús de la vida pú-
69,26; 109,8) no tiene nada que ver con una profecía de la muerte de blica y Jesús resucitado. Lo que a Lucas le importa verdaderamente es
Judas; en realidad se trata de imprecaciones de un inocente, injusta- luchar contra una falsificación arbitraria del testimonio sobre la resu-
mente acusado, contra sus enemigos. Estas dos citas no reproducen rrección. Por eso insiste en que, desde los primeros días de la Iglesia, el
exactamente el texto hebreo, sino que están fundamentalmente to- criterio para ser reconocido como testigo del Resucitado era el haber
madas de la traducción griega (LXX) que, en algunos detalles, se des- sido auténticamente testigo de la palabra y de la acción del Jesús terres-
liga del texto original. Pero además introducen dos pequeñas variantes tre, porque el Jesús resucitado no es otro que el de la vida pública.
con respecto a los LXX, a fin de acomodar la cita a la situación de que Los testigos del Resucitado son el auténtico punto de referencia
se trata. El plural («terreno de ellos»: Sal 69,26) se cambia en singular para la Iglesia, porque, al ser también testigos de la actividad terrestre
(«terreno de él»); y la forma de «deseo» (Sal 109,8) se convierte en de Jesús, están capacitados para adecuar fielmente su predicación a su
«mandato», de modo que la comunidad pueda ver en esta cita la obli- anterior convivencia con el maestro. Con todo, si apuramos con todo
gación de completar el colegio de los Doce, uno de cuyos puestos ha rigor estos requisitos, vemos que ni siquiera los mismos Doce los cum-
quedado vacío. Y así, al mismo tiempo, queda justificado, en base a la plen estrictamente, ya que aun los primeros llamados —y precisamente
Escritura, el resto de la narración. según el relato del mismo Lucas (Le 5,1-11)— sólo entraron a formar
Con la palabra «cargo» el texto español traduce la palabra griega parte del grupo bastante después del bautismo de Jesús.
episkopé, de la misma raíz que episkopos (cf. 20,28), término éste úl-
timo que aparece frecuentemente en el Nuevo Testamento para desig- 23. Y mucho menos cumplen estas condiciones los dos candidatos
nar las funciones de supervisión y de dirección en la comunidad. El he- presentados a la elección. Cierto que tendrían que pertenecer a ese cír-
cho de que Lucas use aquí esta palabra no es pura casualidad. Lucas culo más amplio de discípulos de Jesús, que Lucas menciona repetidas
concibe realmente el ministerio apostólico —de esto se trata en este pa- veces en su evangelio (p. ej. Le 10,1); pero no es menos cierto que
saje— como el modelo originario y fundamental de todos los servicios Lucas hace una neta distinción entre este amplio grupo de discípulos y
eclesiales (cf. apéndice sobre los «Doce» al final de este capítulo). los Doce, cuya participación en los acontecimientos centrales de la vida
de Jesús recalca con tanta insistencia. Otro dato importante es que
21-22. La explícita formulación de las condiciones que tiene que Lucas presenta las apariciones e instrucciones del Resucitado durante
requerir el candidato manifiesta con toda claridad cómo concebía Lucas los 40 días, como limitadas únicamente a los once apóstoles. Todo esto
el ministerio apostólico. Apóstol sólo puede ser uno que cumpla estos nos lleva a concluir, con cierta verosimilitud, que Lucas intentó combi-
dos requisitos: nar su concepción personal del ministerio apostólico con la tradición
a) Tiene que haber sido testigo ocular de toda la vida pública de palestinense que hablaba de la reconstitución de los Doce, sin haber lo-
Jesús; desde el principio, el día en que fue bautizado por Juan (le grado totalmente superar las tensiones que ello comportaba.
3,21s), hasta el final, el día de su ascensión (Hch l,9s). Queda claro Lo primero que hace la asamblea —y no únicamente los apóstoles—
una vez más que Lucas atribuye las apariciones del Resucitado al pe- es escoger dos candidatos de entre todos los que cumplen las condi-
ríodo de la actividad terrestre de Jesús. Todo lo que sucedió entre el ciones requeridas. En el primer candidato, lo que más llama la atención
e
bautismo y la ascensión queda sintéticamente formulado en la expre- s su triple nombre: José Barsabá (nombre arameo que significa «na-
sión: «mientras el Señor Jesús vivía con nosotros», es decir, todo el cido en sábado») Justo (sobrenombre de origen latino).
tiempo que duró su convivencia con «nosotros», los Doce. 24-25. El segundo se llama simplemente Matías.
b) El apóstol tiene que ser «testigo de la resurrección» de Jesús. La elección entre estos dos candidatos se deja en manos de Dios, a
La primera impresión es que este segundo requisito va ya incluido en el quien toda la asamblea invoca en oración comunitaria. Quiera él, que
anterior. Por tanto, habrá que admitir que Lucas piensa en algo más Penetra los corazones, manifestar a cuál de los dos ha elegido para ocu-
que el mero ser testigo ocular de las apariciones del Resucitado. Y este P^r, en el colegio apostólico, el puesto que Judas dejó vacío al «mar-
algo más es el mandato y la misión de dar testimonio del evangelio charse» al lugar que le correspondía, es decir, al infierno. La oración
(1,8). Así se explica que este segundo requisito coincida plenamente empieza con el vocativo «Señor». En el Nuevo Testamento este título
e
con la concepción paulina del ministerio apostólico que, según Rom aplica normalmente a Jesús, pero no cabe duda que aquí la oración
Va
1,1; 1 Cor 15,10; Gal 1,15, consiste esencialmente en ser encargado y dirigida, no a Jesús, sino a Dios, como se puede deducir del colorido
enviado por el Resucitado para dar testimonio del evangelio. Lucas eterotestamentario del lenguaje, caso frecuente en Lucas (p. ej. 4,29).
acepta fundamentalmente esta visión del ministerio apostólico, pero al demás, el predicado «conocedor de los corazones» aparece con fre-
62 Excurso: Los «Doce» Excurso: Los «Doce» 63
cuencia en el cristianismo helenístico como calificativo de Dios (y no de I período inicial, no tanto como grupo directivo cuanto como símbolo
Cristo). Por último hay que notar la correspondencia de significado en- kerigmático que dio expresión a la idea que los discípulos se habían he-
tre «el puesto {topos) en este servicio», según se dice aquí, y el «puesto cho de su identidad: ellos eran el núcleo del Israel definitivo que, según
(= suerte, kleros) en este servicio», del que se habla en el v. 17; en la convicción común, Dios ya había empezado a reunir en aquellos mo-
ambos casos la expresión suena un tanto arcaizante. mentos. La tradición en que se basa el relato del Hch 1,15-26 encaja
perfectamente en este cuadro, porque la comunidad tenía dos convic-
26. El echar a suertes era en el Antiguo Testamento y en el ju-
ciones fundamentales: primero, que había que reconstituir el número
daismo un acto jurídico-religioso; Dios solo, libre de cualquier influjo
12, en cuanto símbolo escatológico y, segundo, que esta reconstitución
humano, tenía la última palabra. El hecho de que sea Dios mismo el
había que esperarla sólo de una actuación de Dios, es decir, por medio
que tenga que elegir a los miembros del colegio apostólico cuadra per-
de un sorteo que manifestase la decisión divina.
fectamente con el carácter jurídico-religioso de esta institución. Por
tanto, no se trata en modo alguno de una elección por decisión comuni- b) En la época siguiente, al perderse la esperanza en una inme-
taria. Lo que no está claro es cómo, en concreto, se procedía al sorteo. diata restauración del Israel total, parece que desapareció también el
Lo más probable es que la comunidad diese a ambos candidatos una significado del grupo de los Doce. Hacia el año 36, unos dos años des-
bola y ellos mismos efectuaban el sorteo. La suerte le tocó a Matías. Y pués de su conversión, Pablo encontró en Jerusalén, como personajes
así quedó reconstituido el grupo de los apóstoles y recuperado el nú- clave, no ya a los Doce, sino a los «apóstoles» (Gal 1,19). Cierto que
mero sacro que Dios le había asignado, los Doce. estos personajes importantes, como Pedro, Santiago y Juan, pertene-
cían al grupo de los Doce y eran, por supuesto, apóstoles; con todo, la
concepción que los apóstoles tenían de su identidad no suponía una
Los «Doce» —los apóstoles—; los «doce apóstoles». Para poder emitir igualdad entre ambas designaciones. En Jerusalén, apóstol era el que
un juicio sobre el valor histórico de esta escena, habrá que colocarla en había sido llamado por medio de una aparición del Resucitado y desti-
un horizonte más amplio, sin perder de vista el desarrollo progresivo de nado al servicio del evangelio. No sabemos cuántos eran estos após-
la concepción que en ella se expresa. toles. De 1 Cor 15,3-11 se puede deducir que el número era limitado:
sólo los que habían visto al Señor resucitado. Terminadas las apari-
a) Desde un punto de vista puramente histórico es difícil negar
ciones, el número de apóstoles quedó cerrado. Desde luego que a este
que el grupo de los «Doce» se remonte al período de la actividad te-
grupo pertenecía Santiago, el pariente del Señor (1 Cor 15,7), y proba-
rrestre de Jesús. El hecho de que Judas, el traidor, era «uno de los
blemente también Bernabé; y nos consta además que Pablo, a causa del
Doce» pertenece a la tradición primitiva (Me 14,10); para ello tuvo que
acontecimiento en el camino de Damasco (Gal l,15s), fue reconocido
haber buenas razones y no se puede considerar sin más una pura inven-
como apóstol por las autoridades de Jerusalén (Gál2,7ss).
ción de la comunidad. El número de los discípulos, es decir, los segui-
dores de Jesús llamados por él a prestar un servicio especial y a com- Aparte de esto, hay otro factor que complica el problema. Es otro
p a r t i r e s t r e c h a m e n t e c o n él las v i c i s i t u d e s de la v i d a , e r a nuevo concepto de apóstol, que aparece algunas veces, fuera de Jerusa-
indudablemente mayor; pero el grupo de los realmente suyos eran los lén, en las regiones de Palestina y Siria. Algunos predicadores o misio-
Doce. Entre ellos hay que contar a los más íntimos: Simón Pedro, el neros enviados por una comunidad —por ejemplo, Antioquía (cf. co-
portavoz del grupo QVic 8,29), Santiago y Juan. La elección del grupo mentario a 13,2; 14,4.14)— y aun ciertos carismáticos itinerantes se
de los Doce (Me 3,14) fue, sin duda, una acción simbólica cargada de presentaban como apóstoles de Cristo. Contra algunos de estos após-
sentido. El pueblo de Dios, Israel, tuvo su origen en las doce tribus; y toles itinerantes van las invectivas de Pablo en su segunda carta a los
las expectativas para el final de los tiempos se centraban en la restaura- Corintios (12,llss), porque se habían aprovechado de su ausencia para
ción de Israel como el pueblo de las doce tribus. Con la elección de los desacreditarlo e instigar a la comunidad contra él.
Doce, Jesús reivindicaba públicamente sus derechos sobre la totalidad c) Enfocada desde esta perspectiva, la idea de los «doce apóstoles»
de Israel y, al mismo tiempo, manifestaba el plan de Dios sobre la res- expresa una concepción dogmática posterior. Cierto que no es inven-
tauración definitiva del pueblo (Mt 19,28). Según los datos de la tradi- ción de Lucas; él, probablemente, ya se la encontró en la tradición ju-
ción primitiva, Jesús no intentó preparar al grupo de los Doce para una deocristiana (Ap 21,14). Pero no es menos cierto que Lucas contribuyó
tarea que habrían de llevar a cabo después de su muerte, como tam- decisivamente a la consolidación de esta idea. Los intereses dogmáticos
poco tuvo la mínima idea de fundar una «Iglesia» que habría de perdu- reflejados por esta concepción son típicos de la situación en la que se
rar en el futuro. Fueron Pedro y los Doce los primeros testigos de las encontraba la Iglesia hacia el final de la segunda generación: había que
apariciones del Resucitado, después del Viernes Santo, los que tomaron ^egurar,ante todo, la tradición fundamental y fundacional de la Iglesia.
la dirección y más tarde llevaron a cabo la convocatoria de los discí- u
cas tiene toda la razón al considerar a los apóstoles tan íntimamente
pulos de Jesús en Jerusalén. Tenemos que imaginarnos a los Doce, en relacionados con el evangelio, y Pablo hace lo mismo (Rom 1,1; Gal
64 Excurso: Los «Doce»
2,7); pero el evangelio para Lucas no es ante todo y sobre todo una ac- I
tuación de Dios en clave escatológica, manifestada en la resurrección
de Jesús, sino una tradición que tiene que remontarse al Jesús terrestre, LOS COMIENZOS EN JERUSALEN
de modo que todo depende de la integridad e incolumidad de esa tradi- (2,1-5,42)
ción. Por eso, en la concepción lucana, los apóstoles sólo pueden ser
testigos de la resurrección si pueden, igualmente, garantizar toda la ac-
tividad terrestre de Jesús (1,21). Lucas desarrolló su concepción te-
niendo en cuenta determinadas situaciones teológicas y eclesiales de su
tiempo. Precisamente a consecuencia de la herejía gnóstica, que em-
pezó a propagarse hacia finales del s. I, mucha gente apelaba a miste- 1. Pentecostés. Venida del Espíritu Santo (2,1-13)
riosas revelaciones del Resucitado.
En decidida oposición a esta corriente, Lucas quiere establecer un 2 'Al cumplirse el día de Pentecostés estaban todos reunidos en
criterio claro para reconocer la legítima tradición eclesial. Esta tradi- el mismo lugar. 2 De repente vino del cielo un ruido como de
ción ha sido entregada a la Iglesia por los «apóstoles», es decir, por un viento recio, que resonó en toda la casa donde se encontraban.
grupo bien delimitado y definido de testigos, y comprende, como requi- 3
Y vieron aparecer unas lenguas como de fuego que se repartían
sito indispensable, tanto la proclamación de la resurrección como las
tradiciones relativas al Jesús terrestre. posándose encima de cada uno. 4Se llenaron todos de Espíritu
Desde luego que esta concepción sufre un importante gravamen. Santo y empezaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espí-
Lucas no puede contar a Pablo entre los apóstoles, porque no cumple ritu les concedía expresarse.
5
los requisitos establecidos en l,21s. Y así es. Precisamente esta gran fi- Residían entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las
gura del cristianismo primitivo, este gran teólogo de la primera genera- naciones de la tierra. 6A1 oír el ruido acudieron en masa y que-
ción cristiana, al que debemos las indicaciones más precisas sobre la daron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su pro-
identidad apostólica, este personaje que no podía comprender su propia pio idioma. 7 Todos, desorientados y admirados, preguntaban:
personalidad sino a la luz del título de apóstol, queda degradado por —¿No son galileos todos esos que están hablando? e n -
Lucas al rango de simple «testigo» de Jesucristo (26,16); y esto a pesar tonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra len-
de que Lucas hace de Pablo el héroe principal de su segundo libro. No gua nativa? 9 Partos, medos, y elamitas; habitantes de Mesopota-
hay que maravillarse de que Lucas quede aquí prisionero de su propia mia, Judea, Capadocia, del Ponto y de Asia, 10de Frigia o de
teología. Más aún, hay una serie de indicaciones que lleva a concluir Panfilia, de Egipto o de la zona de Libia que confina con Cirene;
que probablemente él mismo era consciente de su propia problemática. forasteros de Roma, "judíos y prosélitos, cretenses y árabes los
Los dos casos en que se aplica a Pablo (y a Bernabé) el título de após-
tol (14,4.14) son claramente de origen prelucano y representan datos de oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.
12
la tradición, que Lucas no ha elaborado con exactitud. No acertando a explicárselo, se preguntaban atónitos:
—¿Qué quiere decir esto?
13
Otros se burlaban:
—Están bebidos.

1-13. La primera parte de Hch comienza con el relato de Pente-


costés. Este acontecimiento constituye uno de los momentos capitales
del libro. La efusión del Espíritu Santo señala el cumplimiento de la
Promesa del Resucitado (1,8) y capacita a los discípulos para llevar a
cabo su misión. Ahora ya pueden presentarse en público como testigos
ae
Jesús resucitado; y precisamente en Jerusalén, la ciudad santa, que
^e 'es ha asignado como campo privilegiado de misión. Aquí empieza la
glesia —a pesar de que todavía no aparece explícitamente la palabra
^•comentario a 5,11; 8,1)— como el grupo de los discípulos de Jesús
es
'gnados por el Espíritu escatológico de Dios. El significado que el
°n del Espíritu en Pentecostés tiene para la etapa que ahora comienza
66 2,1-13: Pentecostés 2,1-13: Pentecostés 67
está en estrecho paralelismo con la relevancia que el don del Espíritu pora residentes en Jerusalén; hay que suponer, por tanto, que todos
en el bautismo de Jesús (Le 3,21s) y el subsiguiente discurso programá- conocían suficientemente el arameo, puesto que era la lengua que en-
tico en Nazaret (Le 4,16-21) adquieren para la etapa de la actividad te- tonces se hablaba allí, de modo que no tenían ninguna necesidad de fe-
rrestre de Jesús. Las numerosas correspondencias entre ambos relatos nómenos extraordinarios, sea de audición o de locución.
no son puramente casuales; en uno y otro la venida visible del Espíritu La solución para estos y otros muchos problemas se ha intentado re-
(Le 3,22; Hch 2,3) cumple una promesa (Le 4,18; Hch 2,17ss), desata petidas veces por el camino de las fuentes escritas. La narración de
una proclamación profética (Le 4,18; Hch 2,14ss), pone fin a un pe- Lucas estaría basada en dos fuentes distintas: una (más o menos los vv.
ríodo de preparación e inaugura los caminos de una predicación pública 4.12-13) informaba sobre la primera irrupción de glosolalia dentro del
y sin fronteras. grupo de los Apóstoles; la otra (vv. l-3a.5-6.9-10) contaba que la voz
La narración tiene un estilo solemne y arcaizante, con marcada to- de Dios había resonado en todos los pueblos del mundo, como ya había
nalidad veterotestamentaria. Es característica su duplicidad de planos. sucedido en el Sinaí (Ex 19), para convocarlos a su presencia. Un re-
A primera vista, parece de una extremada plasticidad: los fenómenos dactor habría combinado ambas fuentes (v. 3b), atribuyendo origen ce-
extraordinarios cobran relieve pictórico, los personajes entablan un diá- leste a las lenguas de fuego y convirtiendo la voz de Dios dirigida a
logo directo y vivaz, la conclusión cierra drásticamente todo el pasaje todos los pueblos en una predicación de los discípulos en diferentes len-
con un gran efecto (v. 13). Pero, vista más de cerca, la narración apa- guas. Pero toda esta construcción hipotética cae por su base si se piensa
rece más difuminada y salpicada de imprecisiones; la comprensión de en la cerrada unidad lingüístico-literaria de la narración lucana. Lo más
los detalles y de su concatenación lógica en orden a dibujar un cuadro probable es que Lucas haya usado una tradición ya suficientemente de-
coherente resulta prácticamente imposible. Lucas no quiso, ni pudo, sarrollada; a esta tradición habría que atribuir, sobre todo, los detalles
darnos una exacta reproducción fotográfica de un acontecimiento único que no se explican fácilmente ni por la concepción teológica de Lucas
y ya lejano en el tiempo. Lo que hizo fue tomar los materiales que le ni por su técnica narrativa.
ofrecía la tradición —que, en definitiva, se remontan a un aconteci- Uno de estos detalles es la indicación temporal: «el día de Pente-
miento histórico— y elaborarlos para componer así una narración que costés». Al revés que los «cuarenta días» entre Pascua y la Ascensión
recogiese diversas experiencias del Espíritu vividas en el cristianismo (1,3), a los que Lucas atribuye una clara función teológica, el «quincua-
naciente e impusiese al lector una serie de asociaciones teológicas. Ya gésimo día» después de Pascua se resiste a toda explicación por la teo-
el mismo encuadramiento espacial es bastante confuso. En el v. 2 se logía lucana. (Él «quincuagésimo día» sería la traducción literal del
menciona una «casa»; y bien pudiera ser que los fenómenos descritos griego pentekoste= 50). Lo mismo pasa con el «hablar en diferentes
en los vv. 1-4 hubieran tenido como escenario la sala superior donde, lenguas» (v. 4). No parece lucano, porque contradice abiertamente a la
según 1,13, estaban reunidos los discípulos. Pero resulta que el v. 5 ha- explicación que el mismo Lucas da en los vv. 13.15, aparte de aquí
bla de una multitud, como testigo presencial de aquellos fenómenos ex- Lucas no tiene intención de acentuar todavía el carácter universal (en
traordinarios. Y para una masa de gente parece que el lugar más ade- diferentes lenguas) de la expansión del mensaje cristiano. Para Lucas,
cuado habría de ser el templo u otro sitio público; sin embargo, no se Pentecostés es, ante todo, un acontecimiento dirigido a Israel. La fun-
nos da indicación alguna de un cambio de escenario. Es totalmente inú- damentación del universalismo de la misión vendrá más tarde (cf. 10,1-
til acumular hipótesis acerca del lugar en que, según Lucas, se desarro- 48). Igualmente la formulación de la lista de pueblos (vv. 9-lla) no se
lló la escena; a Lucas sencillamente no le interesaba esta cuestión. puede atribuir a Lucas, porque omite precisamente regiones que van a
Queda también pbco claro en qué consistió realmente lo extraordi- jugar un papel importante en el desarrollo del libro (p. ej. Grecia).
nario del fenómeno. Por una parte, el v. 4 nos deja la impresión de que Todo ello nos lleva a concluir que la interpretación de la efusión del
se trata de una capacitación de los discípulos para «hablar en diferentes Espíritu el día de Pentecostés como un fenómeno extraordinario de len-
lenguas»; es decir, es un fenómeno extraordinario de lenguaje. Pero, guaje, que capacitó a los discípulos para proclamar las maravillas de
por otra parte, el v. 11 parece que se inclina más bien por atribuir ca- Dios en diferentes lenguas, no es de cuño lucano, sino que hay que
rácter extraordinario a la audición; cada uno de los presentes puede oír atribuirla a la tradición que Lucas tuvo a mano. Esta interpretación no
en su propia lengua la proclamación de las maravillas de Dios que ha- pudo haber nacido en Jerusalén, porque a la comunidad jerosolimitana
cen los discípulos. Una nueva interpretación parece apuntar en los vv. ' e costó muchísimo tiempo hacerse a la idea de una misión que reba-
12-13. Aquí da la impresión de que el fenómeno es una especie de pro- sase las fronteras de Palestina. Tampoco puede ser de origen antio-
clamación extática, una explosión de glosolalia, es decir, un lenguaje queno, porque Antioquía fue el primer centro de un trabajo misionero
c
incomprensible, no articulado, distinto de cualquier lengua humana, y uidadosamente planificado y con objetivos bien definidos. Este relato,
e
que da pie a una sospecha de embriaguez. Esta última interpretación n su redacción actual, parece expresar la reflexión de la comunidad
a
parece ser la del propio Lucas, como insinúa el v. 15. En el v. 5 encon- ntioquena sobre la esencia y fundamentación de su empeño misional.
tramos otra nueva dificultad. Los presentes son todos judíos de la Diás- Además hay que tener presente que la comunidad de Antioquía pro-
68 2,1-13: Pentecostés 2,1-13: Pentecostés 69
porcionó a Lucas una serie de tradiciones fragmentarias sobre los co-
mbién la fiesta de las semanas fue, con el tiempo, cambiando su sen-
mienzos de su evangelización (cf. comentario a 13,1-3).
t'do originalmente agrícola por un nuevo significado histórico-salvífico;
Retrocediendo en el curso de los acontecimientos, nos encontramos oero este cambio, en nuestro caso, se produjo muy tarde. Sólo después
con un núcleo —minúsculo, sí, pero sólidamente histórico— determi- Hel año 70 de nuestra era, es decir, después de la destrucción del tem-
nado por dos factores: «Pentecostés» y «llenarse de Espíritu Santo». Lo ólo la fiesta de las semanas se convirtió en la «fiesta de los jura-
más probable es que se trate del recuerdo de algo que les sucedió a los mentos», porque en ella se renovaba la alianza que Dios había estable-
discípulos durante la primera fiesta de Pentecostés, después de la cido con Israel en el Sinaí, sellándola con juramento solemne. Algunos
muerte de Jesús; y los discípulos interpretaron aquel acontecimiento indicios de esta concepción se encuentran en los manuscritos de Qum-
como un quedar dominados por el Espíritu Santo. En el plano histó- rán (1QS I 8-II 18) y en el libro de los Jubileos (6,17-22), afín a los es-
rico, el acontecimiento se puede reconstruir sólo parcialmente. El critos del Mar Muerto. Pero no hay pruebas suficientes para afirmar
punto de partida —en contra de la presentación lucana— es que los dis- que la amplia difusión de esta idea haya dejado sentir su influjo en el
cípulos de Jesús, después del Viernes Santo, huyeron a Galilea y allí origen de la tradición cristiana sobre Pentecostés; como tampoco se
Pedro y los demás miembros del grupo de los Doce tuvieron las pri- pueden encontrar en ella vestigios de una concepción tipológica y reli-
meras apariciones del Resucitado (Me 16,7; cf. Mt 28,16-20; 1 Cor 15, giosa de la fiesta cristiana de Pentecostés como una repetición y, al
5). Esto provocó su vuelta a Jerusalén, para reunir allí a los demás dis- mismo tiempo, superación del acontecimiento del Sinaí. No hay que ol-
cípulos de Jesús que andaban dispersos. Es verosímil que la reconstitu- vidar, por otra parte, que en aquel tiempo Pentecostés tenía una cierta
ción del grupo y su primera presentación en público tuvieran lugar el connotación política: los motines y las manifestaciones se sucedían con
día de Pentecostés, que era la fiesta siguiente a la de Pascua. Con esta frecuencia y, poco después de la muerte de Herodes el Grande (año 4
ocasión, los discípulos quedaron convencidos no sólo de que Dios les a.C), precisamente un día de Pentecostés, se produjo una verdadera
mandaba proclamar públicamente la Buena Noticia, sino de que, al insurrección del pueblo. El historiador Flavio Josefo escribe: «El pue-
mismo tiempo, les había equipado para ello con el don del Espíritu blo se congregó, no para celebrar el servicio religioso del día festivo,
Santo; más aún, en el grupo se manifestaron ciertos fenómenos que en- sino para dar rienda suelta a sus iras. Un gentío impresionante afluía
gendraron en ellos la convicción de poseer ya el don del Espíritu que se desde Galilea, Idumea, Jericó y hasta de Perea, al otro lado del Jor-
había prometido a Israel para el final de los tiempos. Puede ser que dán» (Ant. XVII, 254).
también se diesen algunas manifestaciones extáticas; pero esto es pura
suposición, ya que el núcleo original de la tradición no dice nada a este La frase circunstancial con que se abre el capítulo no carece de una
respecto. Se ha dicho con frecuencia que el acontecimiento de Pente- cierta solemnidad. Literalmente habría que traducirla: «Al cumplirse el
costés es la aparición del Resucitado «a unos 500 hermanos», mencio- día de Pentecostés». Con esto queda indicado que el acontecimiento
nada por Pablo en 1 Cor 15,6; pero de esto no se puede afirmar nada que sigue tiene carácter de cumplimiento (cf. Le 1,57; 2,21; 9,51) y, por
con seguridad. Más bien, hay argumentos en contra. Las tradiciones tanto, cierra un determinado período. Lo que se cumple con la ve-
más antiguas establecen una nítida distinción entre las apariciones del nida del Espíritu Santo es la promesa veterotestamentaria de la efusión
Resucitado y la efusión del Espíritu; destinatario de las apariciones fue del Espíritu (Jl 3) y el anuncio del Resucitado en Hch 1,8. Lo que se
sólo un grupo restringido (1 Cor 9,1; 15,8), pero del don del Espíritu cierra es el período de espera y de preparación de la comunidad
ningún cristiano queda excluido (Gal 3,2ss; 1 Cor 12-14). Además difí- (l,12ss). Ahora, con este acontecimiento, se abre una nueva época.
cilmente se puede comprender que una cristofanía originariamente en- El grupo de los presentes queda vagamente indicado. ¿Qué quiere
raizada en la tradición de Pentecostés haya llegado, precisamente en decir «todos»? ¿Los 120 mencionados con anterioridad en 1,15? Difí-
una rama de esa misma tradición, a olvidarse y aun a perderse. Un re- cilmente. Y esto no por cuestión de cálculo, sino por cuestión de espacio.
flejo de la tradición de Pentecostés se podría ver, más bien, en Jn Aunque la indicación del lugar es puramente convencional, el texto habla
20,29; Ef 4,10 y 1 Pe l,10ss, que presentan al Espíritu como don de de una «casa»; y en realidad es difícil que una casa normal —y más
Cristo resucitado. aún si se piensa en la sala del piso superior mencionada en 1,13— dé
Para un grupo tan numeroso. A este respecto es decisivo el significado
de «todos» en 1,14, donde se refiere a los Doce, cuya reconstitución se
1. Pentecostés es el término griego (cf. Tob 2,1; 2 Mac 12,32) que n
arra a continuación, claramente como presupuesto para Pentecostés.
corresponde a la antigua «fiesta de las semanas» (Ex 34,22; Nm 28,26; Más adelante (2,14.32) vuelven a aparecer los Doce, como protago-
etc.). Era la fiesta con que se concluía el tiempo de la cosecha, que co- nistas del acontecimiento. Por eso, lo más lógico es concluir que tam-
menzaba con la fiesta de Pascua y duraba siete semanas. Era la más bién en 2,1 Lucas está pensando en los Doce.
modesta de las grandes fiestas de Israel. En los comienzos, se llevaban
al templo, como ofrenda, las primicias del trigo: dos panes de harina 2. La descripción siguiente toma elementos de las teofanías —ma-
nueva cocidos con levadura (Dt 16,9s). Como todas las grandes fiestas, nifestaciones de Dios— veterotestamentarias. Por eso, es natural que se
70 2,1-13: Pentecostés 2.1-13: Pentecostés 71
encuentren reminiscencias de la teofanía clásica del Antiguo Testa- nifjesta el Espíritu de Dios; pero prescindiendo de que en la Biblia
mento, el acontecimiento del Sinaí (Ex 19). Resulta casi automático nunca se dice que el Espíritu «se pose» sobre alguien, y teniendo en
echar mano de esos elementos descriptivos que, además, cuadran muy cuenta que tal afirmación se despega de lo dicho en el v. 4a, es necesa-
bien con el tema. Con todo, no hay indicación alguna que nos permita rio exponer de otro modo la idea de que el v. 3 está construido en per-
afirmar la intención de Lucas de ofrecer a sus lectores una correspon- fecto paralelismo con el v. 2, obligando a una interpretación diferente.
dencia teológica directa entre Pentecostés y la revelación del Sinaí. El Igual que el v. 2 terminaba mencionando el efecto inmediato producido
carácter «repentino» del acontecimiento es ya una primera indicación ñor el fenómeno acústico, lo mismo pasa en el v. 3 con el fenómeno vi-
de la naturaleza de este suceso: se trata de algo que supera esencial- sual: las lenguas de fuego se reparten de modo que cada una se posa vi-
mente toda comprensión y cálculo humano. Y esto es precisamente lo siblemente sobre cada uno de los discípulos. Si consideramos juntos los
que subraya la expresión «desde el cielo», es decir, proveniente del ám- dos fenómenos, tenemos una indicación de la objetividad del aconteci-
bito divino (Le 11,13; 3,21s; 20,4s). Es posible, aunque no se pueda miento. Algo ha sucedido; algo exterior a los discípulos, que se ha apo-
probar contundentemente, que la mención del cielo haga una cierta re- derado de ellos; algo que, por estar marcado con viento huracanado y
ferencia al lugar donde ya se encuentra el Resucitado (1,9-11; 3,21). fuego, lleva el sello de la manifestación personal de Dios. De esta
En primer lugar se describe un fenómeno auditivo: un ruido que misma manera, visiblemente objetiva, había presentado Lucas la venida
viene del cielo, como el sonido de un viento huracanado, llena la casa. del Espíritu Santo sobre Jesús en su bautismo (Le 3,22). Con todo, hay
Viento y tormenta, elementos numinosos para el hombre antiguo, sus diferencias. Es verdad que tanto los discípulos como el mismo Jesús
acompañan la manifestación de Dios en el Antiguo Testamento (1 Re quedan poseídos por el Espíritu, un Espíritu que viene de Dios, una
19,11; Is 66,15; Sal 50,3). La imagen del viento impetuoso sugiere per- realidad que toma posesión de ellos aun en su misma corporeidad. Pero
fectamente la venida del Espíritu, porque la palabra griega pneuma una venida del Espíritu «en forma corpórea» y «sobre él» queda reser-
puede significar espíritu y viento (cf. Jn 3,8; 20,22). La indicación de vada sólo a Jesús. Para Lucas, Jesús es, simplemente y sin comparación
que el ruido resonó en toda la casa sirve para ilustrar la irresistible po- posible, el único y definitivo portador del Espíritu.
tencia del fenómeno (cf. Ex 19,18).
4. Ahora, por fin, se da cuenta el lector de que el que actúa es el
3. La gráfica descripción del fenómeno auditivo se complementa Espíritu. Y esto en el marco de una interpretación teológica de los fe-
con una serie de rasgos visuales; pero ahora, desde la perspectiva de los nómenos anteriormente descritos: los discípulos «se llenaron de Espíritu
discípulos. Una vez más queda subrayada la naturaleza del suceso: no Santo». (Al Espíritu de Dios Lucas le llama preferentemente Espíritu
se trata de una mera visión subjetiva, sino de una «aparición» —algo «Santo»). Y en cierta manera quedaron invadidos por una poderosa
así como las apariciones del Resucitado— una presencia que viene del fuerza sobrenatural que venía de Dios, de modo que Dios mismo era el
mundo divino. Lo que aparece son «lenguas» —hasta podríamos decir que hablaba y actuaba por medio de ellos. La expresión que hemos tra-
«lenguajes», estando al doble significado de la palabra griega glossai: ducido por «hablar en diferentes lenguas» posee una gran variedad de
lengua como órgano bucal y lengua como lenguaje hablado— que se matices. En la tradición anterior a Lucas quería decir, como se deduce
van repartiendo, que van brotando de un núcleo común originario del contexto inmediato (v. 6), hablar lenguas extranjeras. Pero con
(desde el cielo). Si antes se había comparado el ruido con un huracán, Lucas la expresión gana en amplitud y en capacidad de un nuevo signi-
ahora se describen Jas lenguas «como de fuego». También el fuego es ficado. No se trata del lenguaje corriente, sino de una nueva manera de
signo de la presencia de Dios, que bajó al monte Sinaí con fuego (Ex expresarse, de una glosolalia provocada por el Espíritu y comprensible
19,18), significó su presencia en medio de Israel durante la travesía del para los oyentes, por virtud del mismo Espíritu, como una alabanza a
desierto en figura de columna de fuego (Ex 13,21) y se le apareció a Dios auténticamente profética (vv. 11.18; cf. 10,46).
Moisés en una llamarada entre las zarzas (Ex 3,2s). La religión judía La glosolalia (= hablar en lenguas) es una de las manifestaciones
establece frecuentemente un paralelismo entre la ley, como palabra sa- más típicas del éxtasis religioso. En un estado de. entusiasmo eufórico
crosanta de Dios, y el fuego; tanto que se llegó a decir que sobre los se profieren sonidos inarticulados, incoherentes y totalmente distintos
sabios que se dedicaban a estudiar la ley bajaba fuego del cielo (Bill II d
el lenguaje humano común. Desde el punto de vista histórico es alta-
602). Y hay una tradición que cuenta que todas las criaturas, incluso mente probable que la experiencia de una novedad tan radical como la
animales y plantas, son capaces de alabar a Dios, porque ha bajado so- <jue tuvo la comunidad cristiana después de Pascua encontrase su cauce
bre ellas fuego del cielo (Hag 14). de expresión en este tipo de manifestaciones verbales. Por otra parte,
El v. 3b crea un problema filológico. Después de haber hablado de ft
ay buenas razones en contra de la opinión de que la comunidad de Je-
las «lenguas que se repartían» —en plural— sigue diciendo «y se posó» Us
alén hubiese visto en estas manifestaciones la expresión ideal de la
(= posándose), en singular. ¿Quién es el sujeto de ese verbo en singu- enida del Espíritu. En realidad, el judaismo siempre se mantuvo dis-
lar? Muchos comentaristas ven aquí una alusión directa sobre cómo se ante con respecto a los fenómenos extáticos que aparecen en el Anti-
72 2,1-13: Pentecostés 2,1-13: Pentecostés 73

guo Testamento (1 Sm 10,5; 19,20). En el mundo helénico la situación e n La expresión más clara de esta realidad era la existencia en Jerusa-
era diversa. Manifestaciones de euforia e irrupciones de espíritus, con lén de sinagogas propias para estos judíos de la Diáspora (6,9).
todo su acompañamiento de fenómenos extáticos, eran perfectamente 6-13. La reacción de este grupo se describe con un creciente dra-
aceptadas y positivamente valoradas; más aún, se llegó a inventar toda matismo. El asombro y el desconcierto van cobrando fuerza. Esto es lo
una serie de técnicas para inducir y provocar esos fenómenos. El caso que afirman explícitamente las tres frases paralelas en los vv. 6-7.12. Y
más conocido es el de la Pitonisa de Delfos que, invadida por el aliento lo mismo aparece, de manera aún más incisiva, en las tres preguntas
divino de Apolo, podía prever y predecir el futuro. Por medio del que que el narrador pone en boca de los presentes, desarrollando la se-
estaba «lleno del dios» hablaba la divinidad misma, aunque —o precisa- gunda a base de un extenso catálogo de pueblos (vv. 8-11). Este dra-
mente porque— el inspirado no sabía nada de lo que decía. Lo único matismo, que se manifiesta aun en el ritmo literario, no tiene nada que
que se necesitaba era un intérprete que pudiese entender la voz de la ver con un craso realismo; más bien, se le opone directamente. No se
divinidad y traducirla a un lenguaje comprensible. En las comunidades dice cómo los oyentes llegaron a percibir diferencias en aquel fuerte
cristianas implantadas en territorio helenístico es posible encontrar al- «ruido» que resonó como una «voz» única, de modo que cada uno pu-
guna remota analogía con estos fenómenos. Hablar en lenguas se consi- diera oír a los discípulos en su propia lengua materna; como tampoco
deraba como signo de alta perfección religiosa, o como lenguaje de án- se dice cómo llegó la gente a darse cuenta de que los discípulos de
geles en labios humanos (1 Cor 13,1); pero como no se entendía, había Jesús eran «galileos». Y esto sin contar que resulta muy difícil imaginar
necesidad de interpretación (1 Cor 12,30; 14,9). Con todo, no deja de que una secuencia de frases gramaticalmente tan complicada como los
ser significativo que Pablo, con raíces tan profundas en su herencia ju- vv. 8-11 pueda considerarse como manifestación espontánea de una
día y veterotestamentaria, haga frente a esta situación con una actitud multitud en tal estado de nervios. Finalmente no hay que pasar por alto
tan poco crítica y decidida (1 Cor 14,18s). Lucas, el helenista, no com- que, al principio (vv. 6-11), por exigencia de la tradición empleada, el
parte distanciamientos. Para él la glosolalia es un signo legítimo de la acento recae sobre el fenómeno extraordinario de lenguaje, mientras
presencia del Espíritu, aunque, desde luego, no el único. Y al revés que al final (vv. 12-13) lo que aparece en primer plano es la glosolalia.
que Pablo y los cristianos de Corinto (1 Cor 14,13.23ss), él no cree que
la glosolalia sea un lenguaje intrínsecamente ininteligible y que, por 6. El sonido de aquella «voz» hace confluir a toda la muchedum-
tanto, necesite una explicación complementaria, sino que es el lenguaje bre desde todas las partes de la ciudad al lugar donde se encuentran los
universal de la alabanza y de la oración. discípulos. Se produce un desconcierto, porque cada uno les oye hablar
en la lengua de su propia tierra.
5. Ahora la narración se centra en los efectos del acontecimiento.
Se produce un abrupto cambio de escena, que crea dificultades a los 7-11. Inmediatamente se desata la primera pregunta, en la que el
comentaristas que esperan una nítida fluidez de detalles. Se esfuman los objeto de la admiración son los oradores: ¿cómo es que unos galileos
muros de la casa donde estaban reunidos los discípulos, y el escenario puedan hablar tantos idiomas? Con esto no parece que se haga alusión
cobra amplitud hasta abarcar todo Jerusalén. Una vez más, como en los al subdesarrollo de la provincia de Galilea ni al dialecto local que allí se
vv. 3-4, queda de manifiesto la técnica narrativa de Lucas: dramática, hablaba. «Galileos» significa, más bien, igual que en Le 22,59 y Hch
sí, pero no por eso concreta en sus detalles; más bien, con tendencia al 1,11, discípulos de Jesús el «Galileo». La segunda pregunta concierne a
toque de tipismo. No trata de encuadrar el acontecimiento en el marco la situación de los oyentes: ¿cómo es que una multitud de tan diversa
externo de una fiesta judía. Ninguna mención del templo, como escena- proveniencia lingüística puede oír hablar a los discípulos, cada cual en
s
rio del suceso; ninguna presentación de los personajes que entran en u propia lengua? En el v. 11b se especifica, por primera vez, el conte-
escena, como peregrinos de la fiesta. Esto no quiere decir que Lucas nido de esta locución y, por cierto, con una expresión muy frecuente en
a
sea un narrador torpe, sino un historiador fiel a la verdad de los ^ er sión griega del Antiguo Testamento: las «maravillas de Dios» (Dt
sucesos. Lucas quiere dejar bien claro que la proclamación del Evange- *>¿; Sal 71, etc.), su poderosa actuación histórica que salva a los que
e
lio halló eco en los círculos judíos de lengua griega, procedentes de la pertenecen, a sus consagrados. El sentido que Lucas da a esta expre-
Diáspora y residentes en Jerusalén (cf. comentario a 6,1). No era ex- sión no hay que deducirlo del discurso de Pedro, que sigue a continua-
cepcional que un judío criado y establecido en otro país volviese a Jeru- \°n; éste es un discurso kerigmático, con estructura y contenido pro-
salén como residente, si se lo permitían sus posibilidades de indepen- P'°s. La concepción lucana aparece más claramente en la oración
dencia económica por disponer de un cierto capital. El residir en ornunitaria de alabanza, en 4,23-31, donde se traza un arco que em-
Jerusalén era ya un cierto anticipo de la esperada reunión en Sión de P e z a c o n la creación, pasa por el acontecimiento Cristo y llega hasta la
todo el Israel disperso, que había de tener lugar al final de los tiempos. nevolencia presente con la que Dios vela por su comunidad. Aunque
Ver
Pero su condición de emigrantes mantenía a estos judíos de la Diáspora e dad que aquí se trata, en primer lugar, de un himno de alabanza,
0
ligados, en cierta manera, a la cultura helenística de sus países de o í a no significa que Dios sea el único destinatario de este tipo de ora-
74 2,1-13: Pentecostés 2,1-13: Pentecostés 75

ción. Cuando el Antiguo Testamento y el judaismo, en general, aclama la lista no son representativas de tales dialectos; y, además, Mesopota-
comunitariamente las maravillas de Dios, nunca falta el carácter de pro- mia y Libia no tenían lengua propia.
fesión pública y de proclamación. Con todo, hay que notar —y esto es M Tampoco puede ser una enumeración de pueblos relacionados
importante— que existe una gran diferencia estructural entre esta pro- entre sí por circunstancias políticas (p. ej. la común dependencia del
clamación genérica y el discurso de Pedro que sigue inmediatamente. imP e r '° ^ e ' o s Diadocos). Faltan precisamente regiones de una gran re-
Porque éste es un discurso de tipo propagandístico, destinado a captar levancia política, como Siria, Macedonia y Acaya.
miembros para la comunidad; es un discurso misionero. Y en modo al- c) La misma razón vale para sostener que no se trata de una rela-
guno se puede pensar que Lucas conciba este discurso simplemente ción de comarcas importantes para la futura evangelización cristiana.
como una traducción de la glosolalia mencionada en el v. 11. El pensa- Los centros capitales de la actividad paulina no aparecen en la lista.
miento de Lucas es claro: donde actúa el Espíritu, sobran traducciones.
d) La hipótesis de que este catálogo reproduce una carta astroló-
9-lia. El «catálogo de pueblos» (vv. 9-11 a), que se añade en la se- gica, en que las diversas regiones corresponden a los 12 signos del zo-
gunda pregunta, plantea una serie de problemas prácticamente insolu- díaco (p. ej. Aries a Persia = partos, medos y elamitas, Tauro a Babi-
bles. Tanto el contenido como el orden de la lista son problemáticos. lonia = Mesopotamia, Géminis a Capadocia, etc.), no llega más que a
Los escritores de la Antigüedad nos ofrecen en sus obras catálogos pa- suscitar una curiosidad pasajera, que nada tiene de verosimilitud. Hay
recidos, pero perfectamente uniformes y ordenados. Con los vv. 9-1 la que introducir muchos cambios y hasta omitir regiones, para hacer
no pasa lo mismo. Se mencionan 17 nombres, unos de pueblos coincidir la lista con los signos zodiacales.
(«partos, medos, elamitas»), otros de regiones («Mesopotamia, zona de Entonces, ¿qué se puede decir positivamente acerca del significado
Libia que confina con Cirene»), otros de provincias romanas (Capado- de este catálogo? Una primera constatación innegable es que se enume-
cia, Asia»). La mención de Judea resulta de lo más impropio, como se ran regiones con nutrida población judía. Por tanto, la lista respon-
ha reconocido ya desde los primeros días de la Iglesia. Si el aconteci- dería a un manifiesto interés por presentar al judaismo en toda su ex-
miento de Pentecostés tiene lugar en Jerusalén, ¿cómo se puede consi- tensión. En segundo lugar, salta a la vista la concentración en el Oriente
derar a Judea como un país extranjero? Aparte de que indudablemente Próximo y, más concretamente, en Asia Menor. No deja de ser llama-
en toda Judea se hablaba el mismo dialecto arameo que en Jerusalén. tiva la omisión de Siria; y eso que es el centro geográfico de la curva
Para muchos, la solución más sencilla consiste en postular que el texto ondulada que dibuja la enumeración de pueblos. Por esta razón y por
está corrompido; y así proponen una serie de conjeturas (p. ej. Arme- la mención de Judea, bien podríamos concluir que este catálogo tuvo
nia, Siria, India, Licia) a cual menos convincente. Pero la más clara y origen en Siria. Precisamente desde ahí se puede contemplar en pers-
consistente tradición de los manuscritos lee «Judea». Por tanto, queda ex- pectiva simétrica todo el horizonte del mundo judío.
cluido cualquier cambio textual.
9. Vamos a examinar ahora detalladamente los diversos compo-
El orden en que aparecen los nombres sigue, a grandes rasgos, un
nentes de la lista. Los partos habitaban al sureste del mar Caspio y ha-
movimiento de oriente a occidente; pero no en línea recta, sino tra- bían mantenido su independencia nacional con respecto a Roma. Pro-
zando una curva ondulada. Empieza por el nordeste con los partos y bablemente hablaban arameo. Al nordeste de los partos estaban los
los medos, sigue hacia el suroeste pasando por Mesopotamia y dirigién- medos. Políticamente formaban parte del imperio persa, pero muchas
dose a Judea; ahora sube al noroeste hacia Asia Menor, englobándola veces se les presenta como pueblo independiente, sobre todo porque te-
en un gran arco (elTonto, Asia, Frigia, Panfilia) y a continuación se man su propia lengua, el medo. Este es también el caso de los elamitas,
orienta hacia la costa sur del Mediterráneo (Egipto, Libia), para alcan- que se habían establecido al norte del golfo Pérsico. De la lengua ela-
zar finalmente, con un nuevo giro hacia el noroeste, Roma. Los cuatro mítica nos habla hasta el Talmud (Sab 115a). Mesopotamia, por el con-
últimos nombres: «judíos y prosélitos, cretenses y árabes», no encajan en trario, no es un pueblo, sino una región —parcialmente habitada por
ningún esquema; aquí no existe la geografía, ni oriente ni occidente. Tal partos— que debe su nombre a su situación entre el río Eufrates y el
vez se trate de una adición de la mano de Lucas, que quiso acentuar no Tigris. Judea podría ser una denominación política, en cuanto pro-
así algunos nombres que faltaban en la lista que tuvo a su disposición. vincia del Imperio romano; pero lo más probable es que el nombre se
Ahora vamos a la cuestión: ¿cuál pudo ser el significado original de
. l e r a a toda la nación, incluida Galilea, según el uso lingüístico co-
este catálogo? La investigación ha propuesto y discutido cantidad de hi- mente del helenismo (éste es el sentido en Hch 1,8; 10,37). Siguen los
pótesis; pero el balance es decididamente negativo. nombres de tres provincias romanas en Asia Menor: Capadocia, situada
n e
a) No puede tratarse de una lista de lenguas o de demarcaciones ' centro de la península: el Ponto, que se extiende por el norte a lo
r
lingüísticas. Aun teniendo en cuenta que en las provincias orientales del go del mar Negro; y finalmente Asia, que abarca la costa occidental
Imperio romano se hablaban, además del griego popular (koiné), una jj e da al mar Egeo. Los otros dos nombres son regiones de Asia me-
r
serie de dialectos locales, las regiones de Asia Menor mencionadas en - Frigia es la parte oriental de la provincia de Asia; Panfilia, en la
76 2,1-13: Pentecostés 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés 77
costa sur, es la parte oriental de la provincia de Cilicia. En tiempos del rechazando la interpretación despectiva de los autosuficientes, para
Nuevo Testamento, Egipto era una provincia romana. Su capital, Ale- continuar con una respuesta a los esperanzados, explicando el signifi-
jandría, era uno de los centros más importantes de la Diáspora judía. cado del acontecimiento.
La lengua oficial era el griego, aunque todavía se hablaba bastante el
copto, especialmente entre la población rural. Al oeste de Egipto se ex-
tiende la región de Libia; el texto la presenta relacionada de una ma- 2. Discurso de Pedro en Pentecostés (2,14-41)
nera genérica con la provincia romana de Cirene («que confina con Ci- 14
Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la
rene»), aunque en realidad pertenecía a ella. Cirene tenía un fuerte palabra:
núcleo de población judía; algunos de sus habitantes aparecen mencio- — Judíos y vecinos todos de Jerusalén, escuchad mis palabras
nados en algunos pasajes del Nuevo Testamento (Me 15,21; Hch 6,9; y enteraos bien de lo que pasa. 15Estos no están borrachos, como
11,20; 13,1). Los «forasteros de Roma» son, sin duda, ciudadanos ro-
manos residentes, aunque temporalmente, en Jerusalén. También en suponéis; no es más que media mañana. 16Está sucediendo lo
Roma, lo mismo que en Alejandría, la colonia judía era notablemente que dijo el profeta Joel:
17
numerosa. La lengua de Roma era el latín, aunque también se hablaba En los últimos días —dice Dios— derramaré mi Espíritu sobre
bastante el griego. toda carne.
Profetizarán vuestros hijos e hijas;
lia. «Judíos y prosélitos» no son otros dos nombres de pueblos, ni
se pueden considerar, aunque gramaticalmente es posible, en aposición vuestros jóvenes tendrán visiones
a «forasteros de Roma». La denominación es, más bien, conclusiva. y vuestros ancianos soñaran sueños;
Una vez más se repite la afirmación del v. 5 y se recoge la característica '8y sobre mis siervos y siervas ,
fundamental de todo el catálogo precedente: todos los mencionados son derramaré mi Espíritu en aquellos días
judíos, de sangre o de convicción. Se trata, según esto, de una adición y profetizarán. ••-,
personal de Lucas, como resumen de todo lo anterior. Y lo mismo hay Haré prodigios arriba en el cielo
que decir a propósito de la última bina de nombres: «cretenses y y signos abajo en la tierra:
árabes»; es una adición lucana. Pero, ¿por qué? Aquí sí que no po- sangre, fuego, columnas de humo.
demos hacer más que conjeturas. ¿Quiso mencionar también a los habi- 2Ü
E1 sol se hará tinieblas,
tantes de la isla de Creta y de los desiertos de Arabia porque sabía él la luna se teñirá de sangre, !
personalmente que entre ellos había muchos judíos? ¿Se trata —como antes de que llegue el día del Señor,
se ha dicho muchas veces, sin el más mínimo fundamento— de una fór- grande y deslumbrador.
mula para caracterizar a los pueblos del mar y a los nómadas del de-
sierto? Lo que tal vez se podría decir es que esta bina encierra algún 'Pero cuantos invoquen el nombre del Señor
juego de palabras, hoy por hoy indescifrable; o tal vez, que Lucas la se salvarán.
22
añadió al final de la lista simplemente por motivos del ritmo lingüístico Israelitas, escuchadme: Os hablo de Jesús, el Nazareno, el
y literario. hombre que Dios acreditó ante vosotros, realizando por su me-
dio los milagros, signos y prodigios que conocéis. 23 Conforme al
12. El desconcierto y la desorientación general cristalizan en dos plan previsto y sancionado por Dios, fue entregado, y vosotros,
actitudes de los oyentes. De una parte, los que se han abierto a las exi- Por mano de paganos, lo matasteis en una cruz. 24 Pero Dios lo
gencias del Espíritu y oyen lo que el mismo Espíritu les hace percibir:
las maravillas, la gran actuación de Dios. Aun sin ser todavía capaces resucitó, rompiendo los dolores de la muerte; no era posible que
de comprender el significado —como lo indica la pregunta que se ha- la muerte lo recibiera bajo su dominio, 25 pues David dice:
cen— quedan, con el hormiguillo de la espera, abiertos a una nueva pa- Tengo siempre presente al Señor;
labra. Se ha establecido el contacto; la comunicación es posible. con él a mi derecha no vacilaré.
6
Por eso se me alegra el corazón,
13. De otra parte, los «otros» —sin duda, una minoría—, que re- exulta mi lengua
pudian el acontecimiento con superficialidad despectiva: todo eso se y mi carne descansa esperanzada.
debe al vino, les ha nublado las ideas y les ha soltado la lengua. A
Lucas le gusta caracterizar a los incrédulos por medio de expresiones Porque no me abandonarás en el Hades,
como ésta, medio irónicas medio burlonas (p. ej. 17,32; 26,24; 26,28). ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me has enseñado los senderos de la vida,
14. Esta doble actitud prepara el discurso de Pedro, que empieza me saciarás de gozo en tu presencia.
78 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés Excurso: Los discursos en el libro de los Hechos 79
29
H e r m a n o s , permitidme hablaros con franqueza. El patriarca Los discursos en el libro de los Hechos. En los evangelios sinópticos en-
David murió y fue e n t e r r a d o , y conservamos su sepulcro hasta el contramos bastantes discursos atribuidos a Jesús. Más que verdaderas
día de hoy. 3 0 Pero era profeta y sabía que Dios le había prome- piezas oratorias, estos discursos son desarrollos de unos cuantos núcleos
tido con j u r a m e n t o sentar en su trono a un descendiente suyo. de ideas concretas.
31
Cuando dijo que «no lo abandonaría a la muerte» y que «su Al principio, lo que se transmitió fue una serie de sentencias de
carne no conocería la corrupción», hablaba previendo la resu- Jesús. Al entrar en el cauce de la tradición oral, estas sentencias se fue-
rrección del Mesías. 3 2 Pues bien, Dios resucitó a este Jesús, y ron aglutinando y amplificando hasta convertirse en grandes unidades
t o d o s nosotros somos testigos. 3 3 E x a l t a d o así a la diestra de temáticas (cf. p. ej. Le 6,20-49; 11,37-54; Mt 5,2-7.27). De esta ma-
nera, el arte redaccional de los evangelistas consistió prácticamente en
Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prome-
ordenar y combinar los materiales preexistentes. La impresión que aun
tido, y lo ha d e r r a m a d o ; esto es lo que estáis viendo y oyendo. hoy día nos dan estas composiciones es que no se trata de verdaderos
34
David, que no subió al cielo, dice, sin embargo: discursos realmente pronunciados; les falta lo característico del arte
Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, oratorio: desarrollo, gradación y enlace de ideas. Los discursos de Hch
35
que voy a hacer de tus enemigos estrado de tus pies. son totalmente distintos. Es verdad que son relativamente breves, tanto
36
Por t a n t o , entérese bien todo Israel de que Dios ha cons- que, leídos de corrida, no llegan a la mitad de uno de nuestros dis-
tituido Señor y Mesías a este mismo Jesús a quien vosotros cruci- cursos normales; pero nos los podemos imaginar fácilmente como pro-
ficasteis. nunciados en una situación concreta. Se puede seguir perfectamente el
37
Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a desarrollo y el avance de la idea, se ve cómo el orador recoge la argu-
Pedro y a los demás apóstoles: mentación del auditorio y la proyecta sobre la situación concreta, se
aprecia la composición de los diversos elementos para crear un todo
— ¿ Q u é tenemos que hacer, hermanos?
38 unitario. Resultaría muy difícil entresacar de cualquier discurso de Hch
Pedro les contestó: una frase o una sentencia aislada.
— A r r e p e n t i o s , bautizaos cada uno en el nombre de Jesucristo Esta viveza y autenticidad de situaciones que crean los discursos de
para que se os perdonen los pecados y recibiréis el don del Espí- Hch no nos autoriza, con todo, a sacar conclusiones sobre su historici-
ritu Santo. 3 9 Porque la promesa vale para vosotros y para vues- dad real. No se puede excluir, sin más, la posibilidad de que Lucas hu-
tros hijos y además para todos los que están lejos, que llame el biera tenido a su disposición algunas notas o apuntes de discursos real-
Señor Dios nuestro. mente pronunciados por Pedro o Pablo; pero en base a nuestras ideas
40
Les urgía además con otras muchas razones y los exhortaba sobre la formación de la tradición en el cristianismo primitivo, nos
diciendo: parece más probable que no haya ocurrido de esta manera. Si tenemos
— P o n e o s a salvo de esta generación depravada. en cuenta, sobre todo, que los discursos de Hch —menos el de Esteban
41
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron; y aquel día se en 7,2-53— reproducen tan marcadamente el estilo y la teología típicas de
les agregaron unas tres mil personas. Lucas, no podremos menos de admitir que son obra suya y sólo suya.
En términos generales podríamos decir que los discursos de Hch no
14-41. En el horizonte de Hch, el discurso de Pedro el día de Pen- son, ante todo y sobre todo, como los discursos de Jesús en los evange-
tecostés es un discurso programático. Por primera vez después de la as- lios sinópticos, depósitos para conservar tradición, sino recursos narra-
censión los discípulos proclaman públicamente el mensaje salvífico. Así tivos para describir con toda viveza situaciones determinadas. Lucas in-
cumplen el mandato del resucitado (1,8), una vez que el don del Espí- troduce un discurso preferentemente cuando quiere darnos «la línea de
ritu los ha investido con la fuerza de la palabra. interpretación de un acontecimiento» (M. Dibelius). Desde luego que
Este discurso, por su colocación al principio del libro y por la fun- e
sto no quiere decir que carezca de sentido automáticamente la pre-
ción que desempeña en el desarrollo siguiente, se puede comparar con gunta por las tradiciones subyacentes a los discursos; lo que quiere de-
el discurso, también programático, de Jesús en Nazaret (Le 4,16-30; cf. cir es que hay que plantearse esta cuestión de manera adecuada. No es
comentario a 2,1-13). ja intención de Lucas poner en labios de sus personajes un modelo
Además, en ambos casos, el discurso empieza con una cita del Anti- 'deal de predicación, ni darnos una idea de cómo se predicaba en su
guo Testamento (Is 61,ls en Le 4), que se declara cumplida en el acon- tiempo, ni siquiera decirnos cómo piensa él que se debía predicar a ju-
tecimiento presente. Junto a estas coincidencias de fondo se observan díos y paganos. Lo que pretende Lucas es mostrar cómo, según sus in-
notables divergencias de estilo y de estructura. Es lo que ocurre nor- formaciones personales, se había predicado de hecho en determinadas
malmente cuando se comparan entre sí los discursos de Jesús en los situaciones. Es verdad que la oratoria de Pedro es distinta de la de Pa-
evangelios sinópticos y los discursos en el libro de los Hechos. b
'.°> pero esto se explica, al menos en parte, por la diversidad de sitúa-
80 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés 81

ciones —a judíos o a paganos— en que se pronunciaron los discursos, y nvíc 14,24; cf. 1 Cor 11,25). Sólo con Pablo se impuso esta interpreta-
además habrá que tener en cuenta las diferentes tradiciones que, sin ción que» s m embargo, no era parte integrante de la más antigua predi-
duda, jugaron un papel importante. Puede ser que estas tradiciones se cación apostólica. Por tanto, su ausencia en los discursos de Hch no
hayan conservado en tal frase o en tal formulación; pero la clave para basta aún para probar que su alcance cristológico sea una pura creación
detectar las tradiciones subyacentes hay que buscarla, ante todo, en la lucana. Al contrario, tenemos una serie de indicaciones que nos impo-
estructura y en la composición global de cada discurso. nen la conclusión de que los discursos del libro de Hechos representan
realmente el esquema más antiguo de predicación a los judíos. Por otra
parte, da la impresión de que ya el mismo Jesús había previsto e inter-
22-40. En cuanto a la estructura de la parte cristológica del dis- pretado su propia muerte a la luz del rechazo y asesinato de los pro-
curso que nos ocupa, es bien probable que esté influida por un an- fetas, por parte de Israel (Le 13,33s). Pero, en todo caso, la comunidad
tiquísimo esquema de predicación. En primer lugar, la muerte de Jesús primitiva, en su deseo de comprender el camino misterioso de Jesús,
se interpreta como consecuencia de la no aceptación por parte de los echó mano de una idea muy extendida en el Antiguo Testamento y en
judíos del plan de Dios que se había manifestado en la vida de Jesús el judaismo, que veía en el rechazo de los profetas y de los enviados de
(vv. 22s); a esta obcecación antisalvífica se contrapone enseguida, en Dios una expresión de la obstinación de Israel. Huellas de este es-
hiriente contraste, la actuación salvadora de Dios, que resucita a Jesús quema se pueden encontrar en muchas tradiciones antiguas (cf. Mt
(vv. 24.36); y finalmente, de estas dos actitudes contrapuestas, se de- 23,29ss; Le 11,47; Me 12,1-9; Hch 7,52). El mismo Pablo, en su predi-
duce la llamada al arrepentimiento y a la conversión (vv. 37s). Este es- cación, recurre a una tradición que interpreta la pasión de Jesús desde
quema —que, por su interpretación de la muerte de Jesús, vamos a lla- el punto de vista de la culpabilidad de los judíos (1 Tes 2,15s). Así es
mar «esquema antitético»— se repite idénticamente en no menos de perfectamente natural que se uniese esta interpretación de la pasión de
cinco discursos de Pedro en Hch: 1) Acción destructiva de los judíos jesús con una exigencia de conversión. El mismo Jesús, por su parte,
(«vosotros lo matasteis»: 2,32; 3,13b-15a; 4,10; 5,30; 10,38s). 2) Acción durante su ministerio terrestre, ya había vinculado su llamada a la con-
salvadora de Dios («Dios lo resucitó [y lo ha constituido Señor y Me- versión con el anuncio de la llamada del reinado de Dios, que en él te-
sías]»: 2,24.36; 3,13a. 15b; 4,10; 5,31a; 10,40). 3) Llamada a la conver- nía su máximo exponente, y que significaba una actuación de Dios defi-
sión (2,38; 3,19; 4,11; 5,31b; 10,42s). nitivamente liberadora (Me 1,15). Después del Viernes Santo y del
Llama poderosamente la atención la estrechez con que este esquema Domingo de Pascua, ya no se puede prescindir de Jesús; tanto la salva-
interpreta la muerte de Jesús; una interpretación radicalmente distinta ción que se ofrece a Israel como la exigencia de su conversión van ínti-
de la de Pablo, por ejemplo. En Hch, la muerte de Jesús no es, en mamente unidas con el destino de Jesús. Todo depende de que se lle-
cuanto tal, un acontecimiento salvífico; no hay la más mínima indica- gue a demostrar que la persona de Jesús y su palabra no han quedado
ción de que haya muerto «por nosotros», «por nuestros pecados» (cf. la refutadas por el hecho de la cruz. Para esto, los puntos decisivos son la
antigua fórmula de predicación, sin duda anterior a Pablo, en 1 Cor resurrección de Jesús y su exaltación hasta el trono de Dios. Estas son
15,3b-5); falta toda alusión a la pasión de Jesús como parte del miste- las auténticas y definitivas credenciales de Jesús; y así queda también
rioso plan de Dios (cf. las predicciones de la pasión en los evangelios legitimada la exigencia de conversión. No ha sido Dios el que ha recha-
sinópticos: Me 8,31; 9,31); no se encuentra ningún relato de los aconte- zado a Jesús; han sido los judíos de Jerusalén y sus autoridades los que,
cimientos de la pasión. Así que se ha llegado a concluir —de diversas matando a Jesús, han dado suficientes pruebas de su obstinación. Dios
maneras, es verdad— que el esquema tripartito es de origen lucano; en ha dado la razón a Jesús y ha ratificado su misión. Por eso Israel toda-
él tendríamos expresada la concepción peculiar que Lucas tenía del sig- vía tiene una oportunidad, una única posibilidad, de alcanzar la salva-
nificado de la muerte de Jesús. Un argumento que, a primera vista, pa- ción: convertirse ahora que está para llegar la etapa final, convertirse a
rece apoyar esta tesis es la constatación del silencio de Lucas —salvo en Dios creyendo en Jesús.
dos ocasiones (Le 22,19s; Hch 20,28)— acerca del sentido expiatorio de Desde luego que Lucas ha introducido algunos retoques en el es-
la muerte de Jesús («por nosotros»), mientras que, por otra parte, quema tradicional, con el fin de adaptarlo a sus convicciones teológicas
carga las tintas continuamente sobre la culpabilidad de los «judíos» en Personales: 1) Ha subrayado el sentido de la vida terrestre de Jesús (v.
¿
esta muerte. Pero este argumento pierde su peso en cuanto nos damos 2). 2) Ha acentuado la función de los discípulos como testigos de la
cuenta de que la interpretación de la muerte de Jesús como sacrificio resurrección (v. 32; cf. 1,22). 3) De acuerdo con su interpretación de la
expiatorio no es de ninguna manera la interpretación corriente en el resurrección ha intentado establecer una neta distinción entre ésta y la exal-
Nuevo Testamento. tación de Jesús llevada acabo en la ascensión (v. 33); el esquema pre-
Esta idea tiene sus raíces en un sector muy reducido de la tradición, ucano y, en g e n e r a l , toda la predicación primitiva, e n t e n d í a n
concretamente en las tradiciones sobre la última cena y, en particular, esurrección y ascensión como dos aspectos de una única actuación de
en las palabras pronunciadas por Jesús sobre el cáliz: «por la multitud» ios (vv. 34.36). 4) El cambio más importante se refiere a la segunda
82 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés 83
venida de Cristo; mientras que en el esquema tradicional la perentorie- 17-21- La larga cita de Joel pretende justificar esta interpretación
dad de la llamada a la conversión se funda en la inminente venida de al mismo tiempo, introducir la parte principal del discurso. Una vez
Cristo como juez (cf. 10,42), Lucas deja este aspecto en una discreta rnás nos encontramos con que la cita no corresponde exactamente al
penumbra y opera una sustitución. La conversión es necesaria, no por- texto hebreo, sino que está tomada de la traducción griega de los LXX.
que el Señor vaya a aparecer de un momento a otro, sino porque el Resulta extraño y anacrónico citar una traducción griega en un am-
mismo Señor ha enviado el Espíritu, como realidad visible y comproba- biente donde se habla arameo; por eso hay que concluir que en la co-
ble por todos los presentes (v. 33). Aquí se muestra claramente una munidad primitiva de lengua aramea no pudo tener cabida esa cita en
concepción característica de Lucas: la íntima relación entre cristología y la forma presentada por Lucas. Por otra parte, es difícil que haya sido
escatología queda notablemente debilitada. el mismo Lucas el que haya introducido el pasaje de la Escritura; por
14-40. El discurso tiene una estructura bien clara. Una parte intro- eso, lo más probable es que se lo encontrase ya en la tradición del cris-
ductoria (2,14b-21) recoge aspectos precedentes y anuncia temas fu- tianismo helenístico. El sentido original de Jl 3,1-6, una profecía del
turos. Aduciendo una larga cita del profeta Joel (Jl 3), demuestra que s. IV a. de C , de carácter marcadamente apocalíptico, es una combi-
el enigmático acontecimiento que se acaba de narrar es el cumplimiento nación de anuncios y promesas salvíficas para el final de los tiempos.
de lo prometido en el Antiguo Testamento: la efusión del Espíritu de Todos los israelitas, viejos y jóvenes, y aun siervos y siervas, últimos en
Dios; y esto es de una importancia capital para Israel. Fundamentar esa la escala social, recibirán el don del Espíritu de Dios y participarán de la
importancia, y precisamente desde un punto de vista cristológico, es el nueva vida que de él procede. Desde luego que aquí no se piensa en un
objetivo de la parte principal del discurso (vv. 22-40). Para ello se dan don del Espíritu a cada individuo, ni en el don de profecía ni en éxtasis
varios pasos: 1) Israel ha rechazado a Jesús, el enviado de Dios (vv. particulares. La efusión del Espíritu significa, más bien, en la línea de
22s). 2) Dios ha resucitado a Jesús (vv. 24-32). 3) Jesús, exaltado por profecías más antiguas como Is 32,14s y Ez 36,26s, una radical renova-
Dios, ha enviado el Espíritu (vv. 33-35). 4) Por eso Israel tiene ahora ción del pueblo en su totalidad, una nueva relación con Dios, fruto del
que convertirse y reconocer a Jesús como el Señor (vv. 36-40). Espíritu dador de vida. Entonces, sí; entonces todos los israelitas serán
profetas y entrarán en los secretos de la voluntad de Dios por medio de
14. La presentación es extraordinariamente significativa: Pedro y una revelación —sueños y visiones— y vivirán en comunión con la vida
los «Once», de pie, sin miedo, ante una muchedumbre impresionante. divina, sin estorbos ni intermediarios. Precisamente en virtud de esta
Aunque Pedro es el único que toma la palabra, no lo hace en nombre promesa pueden afrontar con serenidad los catastróficos signos precur-
propio, sino como portavoz de los demás testigos. Por primera vez re- sores del «día del Señor, grande y terrible» y mantener firme la seguri-
suena el testimonio sobre Jesús «en Jerusalén» (cf. 1,8). Al revés que dad de la salvación cercana. Ese día, todo el que invoque el nombre
Jesús en la sinagoga de Nazaret (Le 4,20) que, según las instrucciones del Señor, poniendo en él toda su confianza, alcanzará la supervivencia
de los doctores de la ley, habla sentado, Pedro está de pie, como un en Jerusalén.
orador griego, en lugar bien destacado. La introducción alocutiva Pero, ¿cómo entiende Lucas este texto de Joel? Lo primero que po-
subraya la importancia del suceso. El discurso no va fundamentalmente demos decir es que el punto de partida lucano es una auténtica inter-
dirigido a un grupo de gente —tan grande cuanto queramos— reunido pretación del mensaje central del profeta, a la luz de la actual situación
por casualidad. Ese auditorio representa a todo el pueblo judío; y a ese de cumplimiento. De momento, no va más lejos; aunque, desde luego,
Israel, en su globalidad, se dirige la alocución de Pedro. La invitación a Lucas, como el cristianismo primitivo en su totalidad, está convencido
escuchar, repetida de nuevo en los vv. 22.36, es una señal de que Pedro de que la nueva relación con Dios y su inmediata y cercana presencia,
va a decir algo muy importante y decisivo para Israel. prometida por los profetas para el final de los tiempos, ya es, no sólo
15. El punto de partida, que toca directamente a los oyentes, es la posible, sino verdadera realidad en la comunidad cristiana, por la ac-
malévola interpretación de los malintencionados (v. 13), que ven en la tuación de Dios en Jesús.
alocución extática de los discípulos una consecuencia de la embriaguez.
Esta interpretación queda rechazada de plano por la mera constatación 17. Con todo, Lucas acentúa una serie de aspectos nuevos y de lo
de que son las nueve de la mañana. ¿Cómo se puede pensar que a una más instructivos. Uno de ellos es el cambio de perspectiva escatológica.
hora tan temprana, aun antes del desayuno, que se tomaba a las diez, Lucas no piensa, como Joel, en acontecimientos futuros al final de los
ande por ahí un grupo de borrachos? tiempos; ni comparte la idea de los primeros cristianos que esperaban
I a inminente venida del Señor y veían en la efusión del Espíritu el co-
16. El acontecimiento no puede deberse a una causa tan banal mienzo ya presente de la etapa final. Para Lucas, la donación del Espí-
como ésa. Se trata, en realidad, de una actuación de Dios, del cumpli- ritu y la llamada a la conversión son, más bien, acontecimientos carac-
miento de una profecía: sobre estos doce hombres Dios ha derramado terísticos de la etapa presente, de este tiempo que precede al final
su Espíritu. definitivo. Pero hay una frase que parece contradecir esta opinión; la
84 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés Excurso: La denominación de Jesús como «Señor» 85

expresión temporal en Jl 3,1 consiste en un neutro «después», mientras 3 5b), omitido aquí, aparecerá más tarde (v. 39), precisamente en un
que Lucas la cambia por «en los últimos días». (Algunos manuscritos desarrollo de esta llamada a la conversión. Pero antes, lo primero que
posteriores omiten este cambio y reproducen el texto de los LXX.) Lo tiene que hacer la parte principal del discurso es poner de manifiesto
que pasa es que Lucas está pensando, no en el establecimiento mismo quién es ese enigmático «Señor» del que habla el profeta, cómo llegó a
del reinado escatológico, sino en la etapa final, que precede a ese mo- su exaltación y qué relación tiene con él el don del Espíritu.
mento definitivo; lo cual, por otra parte, está en perfecta consonancia
con el modo corriente de expresarse en la segunda generación cristiana La denominación de Jesús como «Señor» (Kyrios). El título Kyrios,
(2 Tim 3,1; Sant 5,3; 2 Pe 3,3; 2 Clem 14,2). punto de partida y centro, al mismo tiempo, del mensaje cristológico
del discurso, es un predicado sintético en el que confluyen múltiples
18. Otro aspecto. Lucas ve el cumplimiento de la profecía de Joel raíces. En el texto que estamos comentando es posible detectar, al
especialmente en la glosolalia y además en la capacidad de anuncio pro- menos indirectamente, algunas de ellas.
fético que poseen los discípulos; por eso añade al final del v. 18 un se- a) Ya en la tradición prepascual (Me 7,28; Mt 8,8) aparecen los
gundo «y profetizarán». Con todo, en el mismo v. 18, hay otro aspecto discípulos dirigiéndose a Jesús con el apelativo «Señor» (en arameo,
más importante. Es la doble adición del posesivo «mis». Con este sim- mari). Sólo que aquí la expresión no es más que una muestra de corte-
ple retoque, los «siervos y siervas» quedan transformados, de meros re- sía y respeto; aún no tiene el significado pleno de reconocimiento de su
presentantes de una determinada clase social, en siervos y siervas de soberanía.
Dios. Lo que quiere decir Lucas es lo siguiente: el Espíritu es un don
especial para los miembros de la comunidad salvífica del final de los b) En varios pasajes encontramos la aclamación litúrgica maraña
tiempos. Ahora bien, esta comunidad de ninguna manera se puede tha (Señor nuestro, ven), típica de la comunidad primitiva de lengua
identificar con el Israel empírico del momento, sino que será una comu- aramea (1 Cor 16,22; Ap 22,20; Did 10,6), con la que se pedía no sólo
nidad que, a través de la manifiesta actuación del Espíritu en ella, se la vuelta de Jesús en la parusía, sino además la continuidad de su ayuda
transforme en signo de llamada a Israel para que se convierta y crea en en el momento actual. El que había de venir era aclamado, al mismo
Cristo como Señor. tiempo, como el siempre presente, a cuyo refugio se acogía la comuni-
dad en la celebración litúrgica. Esta actitud implica la concepción de
19-20. Lucas ha prolongado la cita de Joel hasta el v. 5a del pro- que Jesús, ya ahora, antes de su parusía esperada para el futuro, está
feta (= Hch 2,21), porque ahí, en el punto que él consideraba más sig- en el cielo «como Señor» y es accesible por medio de la invocación co-
nificativo de toda la cita, ha encontrado una llamada a la conversión di- munitaria.
rigida a Israel. Por esta razón forman también parte de la cita los c) La aplicación a Jesús del título griego Kyrios por parte de los
vv. 19-20 (= Jl 3,3s) que, en sí, no tienen mucho peso en el contexto. judeocristianos que vivían en ambiente helenístico, se debe a influencia
Es posible que en la mente de Lucas, los «prodigios arriba en el cielo» de los LXX. En las sinogogas donde el culto se celebraba en griego,
tengan algo que ver con la venida del Espíritu desde el cielo (v. 33) y era costumbre leer Kyrios ( = Señor) en los pasajes en que el texto he-
los «signos abajo en la tierra» hagan una nueva referencia al hablar en breo original traía el sacrosanto e impronunciable nombre de Dios, el
lenguas provocado por el Espíritu. Por el contrario, apenas si se puede sagrado tetragrama (YHWH = Yahvé); y esto aun en los casos en que
pensar que aquí haya una alusión a los milagros de Jesús. el mismo texto griego escrito mantenía el tetragrama hebreo. De esta
manera, los cristianos de lengua griega pasaron fácilmente a aplicar al
21. El mayor efecto de toda la cita se alcanza en el v. 21, tomado Kyrios Jesús una serie de afirmaciones que, en su sentido original, se
de la traducción griega (LXX) de Jl 3,5a. (El texto hebreo habla del referían al Kyrios Yahvé. Pero desde luego que esto no se hacía sin
«nombre de Yahvé», no del «nombre del Señor»; cf. la nota siguiente más e indiscriminadamente. Al principio sólo ocurría esto con algunos
sobre Jesús como Señor.) Se trata de una requisitoria a Israel para que, pasajes del Antiguo Testamento en que resonaba alguna idea central
a la vista de esta manifiesta efusión del Espíritu sobre la comunidad de que la comunidad consideraba relacionada con su profesión de fe en
salvación, que ha tenido lugar hoy y aquí, no se sustraiga por más «Jesús Señor». Por ejemplo, ciertas actuaciones de Dios con sentido es-
tiempo a aceptar al que Dios ha constituido «Señor» de esa comunidad catológico, las afirmaciones de su soberanía universal y las expresiones
salvífica, a Jesús. Lo que está sucediendo no admite más que una con- de su presencia liberadora al salir por los fueros de su pueblo. En este
secuencia: invocar el nombre de Jesús y poder así escapar de la ame- contexto, Jl 3,5a parece que fue significativo desde los primeros co-
naza del juicio inminente. Y esto significa, ni más ni menos, convertirse mienzos; el mismo Pablo aduce esta cita en Rom 10,13 como funda-
a este «Señor». Así la primera autodenominación de los cristianos es mento de la profesión de fe comunitaria («Jesús es Señor»).
«los que invocan el nombre del Señor» (9,14.21; 1 Cor 1,2; etc.). Este
versículo es, en definitiva, una sintética llamada a la conversión dirigida d) Con todo, la cita más importante es el Sal 110,1 (LXX): «Orá-
a Israel. La cita de Joel acaba aquí; el resto del pasaje profético (Jl culo del Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, que voy a hacer de
86 Excurso: La denominación de Jesús como «Señor» 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés 87

tus enemigos estrado de tus pies». No es pura casualidad que este versí- constituido como Señor y Mesías únicamente en virtud de su resurrec-
culo del Antiguo Testamento sea el más citado en el Nuevo (cf. vv. 34- ción y glorificación (cf. comentario al v. 36).
35; 1 Cor 15,25; Col 3,1; Ef 1,20; Heb 1,13). Ya el judaismo precris-
tiano había interpretado este salmo en sentido mesiánico, sobre todo 22-23. Una nueva introducción alocutiva directa subraya la impor-
por tratarse de uno de los salmos reales en los que se veía una mayor tancia del Kerigma cristológico, que en este punto empieza su desarro-
relación con la figura del Mesías. El cristianismo primitivo leía este llo. Aquí resulta más incisiva que en v. 14, debido al cambio del apela-
salmo como prueba de la entronización de Jesús como Señor y con una tivo «judíos», de carácter étnico y generalizante, por «israelitas», más
función de dominio, sentado «a la derecha de Dios» en el cielo (cf. Me significativo desde el punto de vista de la historia de salvación. Los
12,35-37). De esta manera, el salmo 110,1 se convirtió en fundamento oyentes son destinatarios del mensaje en cuanto representantes de Is-
para unir el título Kyrios con la idea de la realeza soberana de Cristo, rael, el pueblo elegido y guiado por Dios, el pueblo depositario de las
exaltado sobre todas las potencias del mundo; y, por otra parte, ofreció promesas contenidas en el Antiguo Testamento (cf. 3,12; 5,35). Cuando
la posibilidad de combinar dos títulos: Señor y Mesías (=Cristo) (cf. el Pedro les habla del Jesús terrestre, de su destino y de su muerte, no
comentario a 2,36; cf. además Me 12,35-37). La antigua idea de un Me- está refiriéndose a algo neutro, sino a sucesos que tocan las relaciones
sías de condición regia se puede transferir ahora a Jesús glorificado, entre Dios y su pueblo. La frase nuclear, cuya estructura fundamental
como portador de una soberanía divina. tiene que provenir del esquema antitético, característico de la tradición
más primitiva, es la siguiente: «Vosotros matasteis a Jesús el Naza-
e) Un último punto. El título Kyrios adquiere una nueva dimen- reno». Una fórmula escueta que entraña toda la actitud de Israel con
sión al ser relacionado con la idea de preexistencia. Esta idea no es respecto a Jesús. Pero dentro de esa frase quedan insertas otras dos
nueva. Ya el judaismo helenístico había personificado la Sabiduría frases participiales que, en cierto modo, van en direcciones opuestas.
como una realidad de origen celeste, preexistente a la creación y me- Al resaltar la intervención de Dios en la vida terrestre de Jesús, se con-
diadora en el proceso creador (Prov 8,22-31; Eclo 24,33). Ahora esta dena duramente la actitud de Israel hacia Jesús, calificándola como des-
concepción se transfiere a Jesús. Y así nace el esquema de la llamada obediencia a Dios.
cristología en tres etapas, que se puede sintetizar como sigue: Jesús fue, a) Dios mismo es el que ha «acreditado» a Jesús ante Israel, por
ya desde el principio, mediador de la creación; en su encarnación se medio de signos y prodigios; en definitiva, era Dios el que los reali-
abajó y se humilló, para llevar así a cumplimiento el plan de Dios de zaba. Esto no significa que las acciones de Jesús hayan de ser conside-
salvar al mundo; por eso Dios lo exaltó y lo constituyó Señor y domina- radas como pruebas o demostraciones racionales del poder que había
dor de todas las potencias que subyugaban al universo (Flp 2,6-11; Heb recibido de Dios; Lucas sabía muy bien que Jesús había rechazado las
l,3s). Esta presentación implicaba la atribución a Jesús de una excelen- demandas de sus adversarios cuando exigían signos, invitándoles, en
cia de carácter divino. El «Señor Jesucristo» (cf. Flp 2,11) es conside- vez de eso, a abrirse a la fe (Le 11,29-32). El significado auténtico de
rado como persona divina, a quien se puede rendir la adoración que se esas acciones de Jesús radica en su cualidad de signo, con referencia a
debe a Dios, y cuyo poder y soberanía quedan rotundamente afir- la fe. Pues bien, esa fe es la que Israel ha rechazado. Como es fre-
mados, en polémico contraste con la pretensión de dominio atribuido a cuente en Lucas, también aquí queda subrayado el carácter público de
las divinidades cúlticas del paganismo y especialmente en antítesis con la actividad de Jesús (Le 24,18; Hch 4,16; 26,26): Todo Israel sabe lo
el culto al emperador, expresado por el Kyrios Kaisar (Ap 17,14; que ha pasado, y tiene que responder de ello.
19,16). b) La segunda frase participial (v. 23a) caracteriza la muerte de
No cabe duda que resulta anacrónico poner en labios de Pedro, ya Jesús como cumplimiento del plan salvífico de Dios. Con esto introduce
el mismo día de Pentecostés, una interpretación de Jl 3,5a refiriéndola un aspecto, ajeno al primitivo esquema antitético, que conocemos por
a «Jesús Señor». Esta interpretación sólo es posible si se usa el texto la tradición sinóptica de las predicciones de la pasión (Me 8,31; 9,31) y
griego de los LXX; mientras que Pedro en aquella ocasión no habría P°r el mismo relato de la pasión. El camino de Jesús hacia la cruz es-
podido predicar más que en arameo. Sin embargo, hay que admitir que taba subordinado a una misteriosa «necesidad» ( = «es necesario») San-
Lucas, al presentar a Jesús como «Señor», reproduce exactamente, por donada por Dios; significaba el cumplimiento pleno, hasta en los úl-
lo menos el principio de la más antigua cristología. Por lo demás, son timos detalles, del plan de Dios, anunciado en el Antiguo Testamento,
evidentes sus esfuerzos por dar a las afirmaciones cristológicas del dis- s
°bre el sufrimiento de sus elegidos.
curso una tonalidad arcaizante. Por eso evita poner en labios de Pedro En este pasaje aparece por primera vez la enigmática denominación
cualquier alusión a la preexistencia —idea que sólo posteriormente al- ~ e Jesús como «Nazareno». Se han propuesto infinidad de conjeturas,
canzará su desarrollo— y lo deja insistir en la antigua concepción pales- °das ellas altamente problemáticas: p. ej. su derivación de nozri =
tinense de una cristología en dos etapas, según la cual Jesús queda «consagrado», separado; o de nezer = «retoño» (mesiánico: cf. Is 11,1);
88 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés 89
o de nazir = «príncipe». Pero la hipótesis más convincente y que sigue vaya a conceder una resurrección corporal, sino simplemente en que lo
ganando terreno en la investigación, es la que deriva esa denominación mantenga unido a él en estos momentos en los que poderes adversos
del nombre de la localidad de Nazaret (en arameo: nazarya). Otro as- van minando sus energías. En un horizonte de Nuevo Testamento, el
pecto complementario es que los vv. 22-23 se limitan a darnos el resu- salmo resulta transparente. Se alaba a Dios porque la unión con él es el
men y la interpretación únicamente de los hechos de la vida de Jesús fundamento último de la existencia humana, un cimiento que dura y
públicamente constatables por Israel, mientras que silencian por com- perdura aun cuando el hombre haya llegado a una situación límite en
pleto el origen de Jesús y la actuación divina en el comienzo de su exis- su resistencia. Al aplicar el salmo a Jesús y a su resurrección, Lucas
tencia terrena. parte de unos presupuestos un tanto dudosos: 1) El salmo habla de una
Lo único que se dice es que Jesús fue un «hombre acreditado por resurrección corporal; en realidad, ésta era la convicción de los fari-
Dios», nada más. Y es que esto es lo único que Israel habría podido seos. 2) El autor del salmo es David, que habla como profeta (v. 30).
constatar. Más aún, esto es a lo que cerró sus ojos dando pruebas de su 3) Jesús es hijo de David, pertenece a su estirpe «según la carne» (Rom
culpabilidad. 1,3). Por tanto, David, al hablar en primera persona —que no se limita
24. Sintácticamente el v. 24 es una frase relativa que depende de a su individualidad personal, sino que incluye colectivamente a toda su
la anterior, pero en su estructura interna es una poderosa frase princi- descendencia puede perfectamente referirse a la resurrección de Jesús.
pal que abre una nueva sección (vv. 24-33). Ahora, en oposición a la No cabe duda que la ascendencia davídica de Jesús es un hecho firme-
infame y antidivina actuación de Israel, entra en campo la acción salva- mente anclado en la tradición (cf. Me 10,48; 12,35-37).
dora de Dios, para manifestar inmediatamente toda su potencia. Tal 25-26. Cuando Lucas hace esta aplicación del salmo a Jesús, indu-
vez se pueda oír aquí un eco de las palabras de José a sus hermanos: dablemente está pensando, en primer término, en su vida terrestre.
«Vosotros intentasteis hacerme mal, pero Dios intentaba cambiarlo en Jesús tenía conciencia de vivir continuamente en estrecha relación con
bien» (Gn 50,20). En todo caso, la resurrección es aquí, como siempre Dios: «Dios estaba con él» (10,38). Y esta conciencia no lo abandonó
en la predicación primitiva, un acto que tiene a Dios como único prota- ni en la hora de su muerte. Esta es la línea del pensamiento lucano en
gonista. Desde luego que no habrá que insistir demasiado en la imagen su narración de la muerte de Jesús. En esa hora, la conciencia de Jesús
de «romper los dolores de la muerte», con la que se describe la acción permanece diáfanamente clara. Por eso, la última palabra de Jesús, se-
de Dios. La imagen proviene de los LXX (Sal 17,5s; 114,3; 2 Sam 22,6; gún Lucas, no es un grito en el que confiesa que Dios lo ha abando-
Job 39,2), quienes no tradujeron correctamente la palabra hebrea hebel nado (Me 15,34 = Sal 22,1), sino una confiada entrega de su propio ser
que, en plural, puede significar tanto «dolores» como «ataduras». Difí- en manos de Dios (Le 23,46 = Sal 31,6). •
cilmente se puede interpretar aquí la resurrección como un nuevo naci-
miento, en el que el Mesías sale del seno de la muerte o del Hades. Lo 27-28. Y Dios ha ratificado esta actitud de Jesús, al no dejarlo en
que sí hay que incluir en la interpretación es la tonalidad escatológica manos de los poderes de la muerte. El significado literal de Hades (en
que indudablemente posee la palabra «dolores» en el lenguaje apocalíp- hebreo: seóí) es el lugar de los muertos, el abismo. Pero difícilmente se
tico. Las calamidades y los horrores que anunciarán la venida de los puede aceptar que Lucas pensase en esta concepción espacial, sobre
tiempos mesiánicos y que serán destruidos con su llegada, se llaman en todo porque estaría en flagrante contradicción con su idea de que
la tradición sinóptica «dolores» (Me 13,8; Mt 19,28; 24,8). Los es- Jesús, inmediatamente después de su muerte, fue trasladado al «pa-
fuerzos de la muerte por retener a Jesús son las últimas convulsiones de raíso» (Le 23,43; cf. comentario a 7,59). Mucho menos se puede pensar
las potencias contrarias a Dios ante la irrupción de la salvación. Esto es aquí en una referencia a la idea muy posterior de una auténtica activi-
lo más importante para la interpretación: la muerte, personificada míti- dad de Jesús en el reino de la muerte (1 Pe 3,19; 4,6). El Hades, en
camente como el adversario escatológico de Dios (cf. 1 Cor 15,26; Ap este pasaje, no es más que una personificación del poder de la muerte,
20,14; 21,4), no puede «retener» a Jesús, sino que tiene que soltarlo para como en el v. 24 (cf. Ap 1,18; 6,8; 20,13s). El final de la cita es una
la vida. Responsable de esta victoria no es la naturaleza misma de Jesús circunlocución para expresar la vida de Jesús junto a Dios, es decir,
—como si él poseyera una indestructible fuerza vital que lo hiciera tiene como objeto su exaltación.
superior a la muerte—, sino únicamente la actuación de Dios. Cuando
Dios interviene, la muerte tiene que retirarse. 29-32. Viene ahora una argumentación exegética relativamente ex-
tensa, dirigida a convencer a los oyentes de que el salmista no pudo
25-28. El triunfo sobre la muerte pertenece, por tanto, al plan tener en realidad otro objetivo que la resurrección de Jesús. Aparece
de Dios. A corroborar esta afirmación viene la cita tomada del Sal 16. una vez más la fórmula de alocución directa, con la que Pedro se identifi-
ca
En este salmo, un piadoso israelita expresa su ilimitada confianza en con su auditorio, para no dar la impresión de que se pone en contra
Dios ante la amenaza de la muerte. El salmista cifra su esperanza no en de los oyentes o de que quiere influir su comprensión de la Escritura.
que Dios lo vaya a preservar de la necesidad de morir, ni en que le " a a hablar ahora de una cuestión que concierne por igual a todos los
90 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés 91

miembros de Israel que escuchan juntos la escritura. Todos conocen la n o sólo en dar credibilidad al hecho de la resurrección de Jesús, sino
tumba de David, en la colína sur dentro de las murallas de Jerusalén. también en la interpretación que nos dan de ese hecho, por boca de Pe-
Esta imponente construcción sobrevivió a la guerra judía y aún estaba dro, el día de Pentecostés. Los discípulos dan fe de que este aconteci-
en pie en tiempos de Lucas. Sólo durante la insurrección de Bar miento es una actuación salvífica del único y verdadero Dios, que se ha
Kokba (años 132-135 d.C.) quedó derruida; y esto se interpretó como manifestado en la Escritura como el Dios de Israel. En este testimonio
una señal de mal agüero. La existencia de este sepulcro, donde descan- interpretativo radica toda la teología cristiana.
san los restos de David, es una prueba bien patente de que David no
ha resucitado. Este hecho nos deja ante una de dos: o David fue un 33. El v. 33 señala el comienzo de un nuevo nivel de argumenta-
embustero, o no se refería a sí mismo. Desde luego hay que notar que ción, que se extiende hasta el v. 36. Lo que se va a explicar ahora es
este dilema es válido únicamente para lectores de cultura helenística, que Jesús, exaltado a la derecha de Dios, ha derramado el Espíritu.
como el mismo Lucas, que conciben la resurrección como una desapari- Aquí aparece con toda claridad la técnica de Lucas de adaptar los ele-
ción, es decir, como una entrada corporal en la esfera divina, que se mentos tomados de la tradición a su propia concepción personal; una
produce inmediatamente después de la muerte. Para los fariseos, que concepción que considera la resurrección y la exaltación como dos
creían en una resurrección corporal que había de tener lugar el día del acontecimientos netamente separados. Es claro que, en última instan-
juicio, la argumentación carece de todo valor probativo. cia, ambos sucesos, en cuanto elementos de una misma actuación salví-
fica, están íntimamente relacionados. Con todo, Lucas se ve obligado a
30-31. La consecuencia es, por tanto, que David no pudo referirse
atenerse a las consecuencias de su narración en el capítulo 1, donde
a sí mismo; más bien pensaba en otro, en un descendiente suyo, con-
concretiza de manera historizante esos acontecimientos salvíficos. Y es
cretamente en el futuro rey mesiánico que, según la profecía de Natán,
bien claro que identifica la exaltación de Jesús con su ascensión, como
habría de ocupar su trono (2 Sm 7,12s). La cita de la profecía de Natán
se demuestra por la cita que aduce a propósito de la exaltación, donde
está tomada del Sal 132,11, probablemente porque en este salmo la
excluye explícitamente una ascensión de David (v. 34). Por el contra-
promesa está expresada como un juramento hecho por Dios; lo cual
rio, la cita de Sal 16,10 aducida en el v. 30, se refiere únicamente a la
subraya fuertemente el carácter de obligación. Según eso, David, ba-
resurrección, sin aludir en modo alguno a la exaltación, a pesar de que
sándose en el juramento irrevocable de Dios (cf. Heb 6,13.17s), orientó
la tradición le ofrecía esa oportunidad. No cabe la menor duda de que
su mirada profética hacia el camino de Jesús, último descendiente de su
objetivamente el v. 33 supera con creces lo dicho en 1,6-11. Allí se ha-
dinastía, al escribir un salmo sobre aquel que no iba a ser subyugado
blaba, en cierto modo, sólo del aspecto externo de la exaltación en
por la muerte ni iba a ser víctima de la corrupción.
cuanto acontecimiento salvífico; aquí el tema central es el aspecto teo-
32. El proceso argumentativo desemboca en una repetición de la lógico: Dios ha exaltado a Jesús a su derecha. La «derecha» es el lugar
afirmación principal, que había sido el punto de partida (v. 24a). Con de honor, la «mano derecha» de Dios es, en lenguaje bíblico, la mano
esto, la proclamación de la resurrección adquiere, a la luz de la Escri- con que ejerce su soberanía. Lo que se quiere decir es que Jesús, en
tura, una nueva dimensión suplementaria: resucitando a Jesús, Dios se virtud de su exaltación, ha recibido una participación en la soberanía de
mantiene fiel a su juramento, fiel a la promesa hecha a los patriarcas, Dios; Dios gobierna ahora por medio de Jesús. Desde el punto de vista
fiel a sí mismo y a su palabra. En la vida de Jesús y en su relación con puramente filológico, se podría interpretar el comienzo del v. 33 de una
Dios alcanzan su objetivo la vida y la relación con Dios de los justos manera distinta, es decir, como dativo instrumental. La «derecha» de
del Antiguo Testamento. En el mismo v. 32 se añade un nuevo ele- Dios sería, en este caso, no el sitio a donde se ha trasladado a Jesús en
mento —en comparación con el v. 24—, con sabor de fórmula: la men- su exaltación, sino la poderosa actuación de Dios, por medio de la cual
ción de los testigos. Ya desde los comienzos, la persona del testigo es Jesús es exaltado (cf. Sal 118,16). Pero la cita que encontramos en los
v
un elemento esencial e integrante del anuncio de la resurrección (1 Cor v. 34-35 va en contra de esta interpretación que, además, no cuadra
15,5). Pero en este momento la función de los testigos adquiere, para en el contexto. Lo que se trata de decir es lo siguiente: el nuevo puesto
Lucas, un significado mucho más preciso y más relevante (cf. comenta- que Jesús ocupa «a la derecha de Dios» crea las condiciones para la
rio a 1,8.22; cf. además 3,15; 4,33; 5,32; 10,41; 13,31). La concepción efusión del Espíritu, que es lo que se afirma a continuación. Jesús
de Lucas es que la autenticidad del mensaje cristiano y la legitimidad Puede enviar el Espíritu, porque ahora ya posee un poder soberano.
de la Iglesia dependen de su estrecha relación con los que fueron tes- Claro que tanto en esta efusión del Espíritu como, en general, en el
tigos desde el principio. Para él, testimonio sobre hechos reales y testi- desempeño de su soberanía, Jesús sigue siendo instrumento del Padre.
monio sobre la verdad son magnitudes que se entrecruzan. El testigo El Espíritu viene de Dios (5,32; 15,8), pero se recibe por media-
toma como punto de partida un hecho real que le ha sucedido, pero al ción de Jesús. De manera totalmente distinta concibe el evangelista
J
mismo tiempo desarrolla el significado y el alcance de ese hecho real. uan la unión entre la exaltación de Jesús y la efusión del Espíritu,
cu
En este sentido, el testimonio de los discípulos, según el v. 32, consiste ando dice que Jesús, una vez glorificado, derrama sobre los creyen-
92 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés 93

tes el Espíritu que proviene del Padre(Jn 7,39; 15,26; 16,7; 20,22). que pretende este cambio es conseguir que la acusación prepare el ca-
La calificación de Dios como «Padre» implica que la situación de nino a la llamada a la conversión (v. 38). La afirmación de que Dios
Jesús exaltado a su derecha es su condición de «Hijo». Esto cuadra per- «ha constituido Señor y Mesías (= Ungido, Cristo)» a Jesús proviene,
fectamente con la primitiva predicación cristológica, según la cual Jesús sin duda, de una antigua tradición judeocristiana de ambiente helenís-
fue constituido «Hijo de Dios» por su resurrección y exaltación (Rom tico. Difícilmente puede considerarse como creación lucana, puesto que
1,4). Hay que reconocer, con todo, que Lucas es extraordinariamente está en contradicción con sus propias ideas teológicas. Para Lucas,
parco en atribuir a Jesús el predicado de Hijo. En el libro de los He- Jesús es «Mesías» y «Señor» ya desde el principio de su actividad te-
chos no se encuentra más que en 9,20 y 13,33 (8,37 es una adición tar- rrestre (Le 2,11; 4,18). Por lo que respecta al título Cristo (= Mesías),
día). parece que Lucas lo ve asociado con la unción que el Jesús terrestre re-
Con esta mención de la efusión del Espíritu, el discurso retorna a su cibe por medio de la comunicación del Espíritu Santo, como don mesiá-
punto de partida (vv. 14s). Ahora queda claro en qué consiste y a qué nico que le capacita para llevar a cabo su misión en la tierra (Le 3,22).
se debe el enigmático fenómeno de la glosolalia. Más aún, lo que los Sin embargo, en este v. 36, Lucas deja espacio para la antigua interpre-
presentes «están viendo y oyendo», unido al testimonio de los apóstoles tación, según la cual Jesús queda constituido corno Mesías y Señor úni-
y al sentido de la Escritura, es una prueba de que Dios se ha puesto de camente en virtud de su exaltación (cf. excurso sobre Jesús como Se-
parte de Jesús y ha cambiado decisivamente su destino. ñor, después del comentario a 2,21). Sería absurdo querer caracterizar
esta concepción cristológica como «adopcionista», expresión técnica del
34-35 El verdadero objetivo del discurso no es afirmar que se ha desarrollo dogmático posterior. Lo mejor sería hablar de una cristología
derramado el Espíritu, sino desarrollar el kerigma cristológico. Por eso de la glorificación, o de una cristología en dos etapas; porque la cues-
Lucas no aduce ningún cita de la Escritura a propósito de la efusión del tión de si el Jesús terrestre, aunque aún no fuera Señor y Mesías, era o
Espíritu —aunque le hubiera resultado bien fácil, con sólo citar el Sal no era más que una persona humana corriente, está más allá de la pro-
68,19 (cf. Ef 4,8)—, sino que acude al Sal 110,1, que es la referencia blemática de este versículo. En esta primitiva concepción cristológica,
clásica para probar la exaltación de Jesús (cf. Me 12,36; Heb 1,13; 1 el acento recae no en lo que todavía no era el Jesús terrestre, sino en
Cor 15,25; Ef 1,20; Col 3,1). La manera de introducir la cita es una va- lo que Jesús glorificado realmente es.
riante del raciocinio que ya encontramos en los vv. 30-31. David no Aparte de todo esto, no faltan algunas indicaciones que nos permi-
subió al cielo; por tanto, no puede estar refiriéndose a sí mismo ten atribuir ya a la tradición esta misma idea de una conexión entre el
cuando habla en su salmo de la exaltación del «Señor». El auténtico título Mesías y las fórmulas de la «cristología antitética». Durante su
significado del salmo se revela cuando se aplica a la vida de Jesús. Si se vida pública, Jesús nunca reivindicó para sí mismo este título, tan car-
considera el discurso en su globalidad, la segunda parte de la cita adu- gado de connotaciones políticas y mundanas. Más aún, no toleró que
cida en el v. 35 no deja de tener una función interesante. Sí Jesús es y sus mismos seguidores lo llamasen de esa manera (Me 8,27ss). Sin em-
seguirá siendo «Señor», entonces los enemigos, que Dios ha prometido bargo, después de su muerte, ejecutada por los romanos a causa de la
someter a sus pies, son los que en el pasado se pronunciaron en contra falsa imputación de que se hacía pasar por «rey de los judíos», es decir,
del Jesús terrestre, para aniquilarlo (v. 22). Pero, como ya se indicaba que tenía pretensiones de ser un mesías político (Me 15,26), parece que
en el v. 21 y se desarrollará más adelante, en la última parte del dis- fue cobrando fuerza en ámbitos judíos, opuestos al cristianismo, la idea
curso (vv. 38ss), aún tienen una oportunidad de salvación, una sola: de que Jesús había sido en realidad un falso mesías y que, como tal,
«invocar el nombre del Señor» ahora y prestar oídos a la llamada a la había terminado en la cruz, rechazado por todos (Gal 3,13). Contra
conversión. esta concepción, los discípulos de Jesús encontraron un argumento deci-
36. Precisamente en este sentido, Pedro se dirige una vez más a su sivo en la resurrección: Dios, al resucitar a Jesús, lo ha rehabilitado y
auditorio, pero ahora indirectamente y en tercera persona, usando una ' e ha otorgado, por encima de toda posible impugnación humana, el
expresión típica de los LXX: «Casa de Israel», que el texto español ge- Puesto de «Mesías» (= Ungido de Israel). El Mesías no es una figura
neraliza traduciendo «todo Israel». A esta casa de Israel, a este pueblo aislada y solitaria, sino el que, por siempre y para siempre, da sentido y
c
de Dios, se le ha suministrado, en lo que han visto y oído, una prueba °hesión a todo Israel, en cuanto pueblo mesiánico (cf. «Oración de las
contundente de su culpabilidad. De ahora en adelante ya no podrá ape- 18 peticiones», n.° 14). Según esto, el hecho de que Dios haya consti-
lar a su ignorancia. El testimonio decisivo alegado contra Israel aparece tuido Mesías a Jesús significa que esa actuación divina ha ratificado
una vez más en forma resumida y en incisivo contraste que, en su con- todas las pretensiones de Jesús, rechazadas por todo Israel, dándoles
Ur
tenido, va más allá de lo enunciado en los vv. 24 y 32. El orden de los ia base legal incontrovertible, de modo que Israel no puede sustraerse
dos miembros de la frase tiene todas las trazas de haber sido intencio- ya por más tiempo a esas exigencias. La conexión entre el título de Se-
nadamente alterado: primero se menciona la actuación de Dios que ñor y e i e s q U ema antitético, que ignoraba esa titulación, debe de ha-
ers
salva a Jesús, después la actuación de los judíos que lo destruyen. Lo e llevado a cabo, en definitiva, por medio de la cita del Sal 110,1.
94 Excurso: Origen y significado del bautismo cristiano Excurso: Origen y significado del bautismo cristiano 95

37. Interrumpir un discurso cuando se ha llegado al punto culmi- Al contrario de lo que sucedió en el caso de la última cena, Jesús
nante es un recurso de composición literaria. La reacción del auditorio nunca dio, durante su vida terrestre, indicación alguna para explicar el
pone de relieve la finalidad de todo lo dicho hasta el presente y, al origen del bautismo. Por una parte, el relato del bautismo de Jesús por
mismo tiempo, introduce la parte final del discurso (vv. 38-40). De lo manos de Juan (Me 1,9-lp) no establece la más mínima relación de este
que se trataba, en realidad, era de convencer a Israel de su culpabilidad bautismo con la práctica de la Iglesia. Y por otra, el mandato de bauti-
y de abrirle los ojos, para que se diese cuenta de la ineludible exigencia zar, que el Resucitado da a sus discípulos, se encuentra sólo en Mateo
que comporta la nueva situación creada por la actuación de Dios en (Mt 28,18-20) y, en su forma actual, es una composición posterior que
Jesús. La pregunta: «¿Qué tenemos que hacer?» expresa la perplejidad no pretende explicar históricamente el origen de la práctica eclesial,
que experimenta Israel ante tal exigencia. Lucas describe de manera sino darle su fundamentación teológica. El propio Jesús no bautizó
idéntica la reacción de los oyentes de Juan el Bautista ante su llamada nunca (Jn 4,ls), a excepción posiblemente de un corto período al prin-
a la conversión (Le 3,10). cipio de su ministerio (Jn 3,22.26). Por tanto, la práctica pospascual de
38. Sin embargo, la respuesta de Pedro es totalmente distinta de la administrar el bautismo no se puede entender como una continuación
respuesta de Juan. Pedro no exhorta a un cambio de conducta moral, de la actividad de Jesús. Entonces, ¿cómo se explica que apareciera tan
sino a una asimilación del fenómeno Cristo, según las ideas fundamen- de improviso y que terminara por imponerse de una manera tan gene-
tales expuestas en todo el discurso. Prácticamente se trata de un desa- ralizada?
rrollo del v. 21, especificando de qué modo ha de ponerse en práctica Probablemente, lo que indujo a los discípulos de Jesús a reanudar la
esa invocación del nombre del Señor, que es fuente de salvación: por práctica del bautismo fue la acusada tensión escatológica en que vivía la
medio del arrepentimiento, ratificándolo con el bautismo «en el nombre primera generación cristiana. Pero hay que notar que la actualización
de Jesús». La concisión de la frase, a pesar de su estilo protocolario. de la vieja costumbre introdujo cambios decisivos en su contenido. No
refleja no tanto un influjo de la tradición cuanto la propia concepción cabe duda que ya el bautismo de Juan era signo de una creciente ex-
que Lucas tiene del bautismo. A primera vista, parece que la frase pectación escatológica; era «un bautismo para que se arrepintieran y se
consta de cuatro elementos: dos condiciones (arrepentimiento y bau- les perdonaran los pecados» (Me 1,4 par.), es decir, un rito de purifica-
tismo) y dos promesas (perdón de los pecados y don del Espíritu); pero ción que simbólicamente confrontaba la vida anterior del hombre con la
en realidad se trata de diversos aspectos del bautismo mutuamente rela- venida inminente de Dios como juez y ofrecía una posibilidad de salva-
cionados. El bautismo surte efectos de arrepentimiento y de perdón, ción en ese juicio. La comunidad cristiana, que vivía en la convicción
porque Jesús glorificado entra en relación personal con el bautizado. de que con la muerte y resurrección de Jesús ya había comenzado el
Este tipo de relación con Jesucristo significa quedar bajo el radio de fin, encontró en ese rito un signo visible, ya configurado, para expresar
acción de su Espíritu. No se puede negar que Lucas admite la posibili- esa dependencia con respecto a los acontecimientos finales. Y era natu-
dad de una donación del Espíritu aun fuera del bautismo (10,44); pero ral que se interpretara así, ya que el mismo Jesús había reconocido el
en la concepción lucana, el don del Espíritu está normalmente relacio- bautismo de Juan como signo, de origen divino, de la conversión esca-
nado con el bautismo (cf. el comentario a 19,1-7). tológica (Me 11,30 p). En el bautismo cristiano, el aspecto central, al
que se refieren tanto el arrepentimiento como el perdón de los pe-
cados, no es la inminente aparición del Dios juez, sino el reinado de
Origen y significado del bautismo cristiano. Por primera vez en toda su Dios, la salvación que Jesús había prometido y hecho posible (Me
obra, Lucas menciona* aquí el bautismo cristiano; y lo hace como si se 1.15). Esto comporta un cambio estructural de la máxima importancia.
tratase de algo ya bien configurado. Sin embargo, se echa de menos El arrepentimiento ya no es sólo una exigencia, sino un don, una trans-
una clara explicación de sus orígenes y una determinación precisa de su formación de la vida real por medio del poder salvífico de Jesús. Y lo
relación con el bautismo de Juan. La naturalidad con que Lucas men- mismo pasa con el perdón de los pecados, que ya no es una condición
ciona el bautismo se explica por su carácter programático: Lucas quiere Para salvarse, sino que expresa la realidad ya presente de la salvación
demostrar que bautismo e Iglesia son inseparables. El bautismo aparece ofrecida por Jesús. Esta orientación hacia Jesús es capital para entender
e
cuando empieza la comunidad salvífica; y no al revés. Naturalmente que ' sentido del bautismo cristiano. Y así lo expresa la fórmula «en el
esta idea supone una simplificación de la realidad histórica, es, por lo nombre de Jesucristo», que puede significar «invocando su nombre» o
menos, dudoso que los discípulos hubieran bautizado en el nombre de «consagrándose a su persona» (8,16; 10,43: 1 Cor 1,13.15; cf. 1 Cor
Jesús ya el mismo día de Pentecostés. Pero por otra parte, las grandes *y,2; Mt 28,19). El sentido de la fórmula es, a la vez, causal y final: 1)
líneas de la concepción lucana se ajustan perfectamente a los datos glo- ~ s causal, en cuanto que el acto del bautismo se considera bajo el in-
bales del Nuevo Testamento. Efectivamente, da la impresión de que el | u Jo de una actuación presente de Jesús glorificado (como en la expre-
10
bautismo en el nombre de Jesús se presupone con la mayor naturalidad n hebrea lesem = «en relación con...», «con referencia a...»). En
est
y que aparentemente no necesita explicación ni fundamentación alguna. e caso, es el mismo Jesús glorificado el que confiere el bautismo y
96 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés 2,14-41: Discurso de Pedro en Pentecostés 97
otorga, por medio del rito, el arrepentimiento y el perdón. 2) Es final, salvífica de Dios en Cristo. La exhortación a ponerse a salvo recoge el
en cuanto que ese acto indica una transferencia del propio ser a Jesús. elemento central del v. 21, pero al mismo tiempo, indica algo nuevo
Igual que en el Antiguo Testamento Israel había quedado legitimado con respecto a lo anterior: esta salvación va a conducir a una separa-
como propiedad de Dios por el hecho de que sobre él se había invo- ción. Los creyentes tienen que ponerse a salvo, separándose de «esta
cado el nombre del Señor (Dt 28,10; Is 43,7), así ahora los cristianos, generación depravada» (cf. Dt 32,5; Sal 78,8), es decir, de la masa de
al llevar impuesto el nombre de Jesús (Sant 2,7), pasan a ser subditos los que se cierran al mensaje de salvación y se obstinan en rechazar a
de Jesús glorificado. El bautismo cristiano no renunció a su significado Jesús. Desde luego que aquí aún no se contrapone la Iglesia —Lucas
de preparación para el momento final, pero entendido no como antici- evita la palabra explícita— como comunidad de salvación, al judaismo
pación de un juicio futuro, sino como participación en un aconteci- como comunidad abocada al desastre. Más bien se trata de convocar al
miento ya presente y que implica un compromiso personal. De este verdadero Israel del final de los tiempos, separándolo del falso, que no
modo, el bautismo ocupa, después de Pascua, un puesto paralelo al que sabe que el momento definitivo ya ha llegado.
tuvo, antes de Pascua, la llamada de Jesús a seguirlo.
41. El resultado del discurso es impresionante. «Unos tres mil» se
presentan espontáneamente, para recibir el bautismo. Se trata natural-
39. La frase conclusiva encierra unitariamente todo el discurso, ci- mente de una cifra imaginaria, que no hay manera de hacer encajar en
tando una vez más el pasaje de Joel que había sido el punto de partida la situación real; en tiempos de Jesús, Jerusalén no tendría más de
de toda la exposición. La expresión «todos los que están lejos, que 30.000 habitantes. Algo parecido se podría decir sobre una serie de pre-
llame el Señor Dios nuestro» reproduce, casi al pie de la letra la frase guntas que piden al texto más de lo que puede dar; por ejemplo,
de Jl 3,5b, que es la continuación inmediata de la cita aducida en el ¿cómo se llevó a cabo este bautismo en masa? ¿cuántas horas pudo du-
v. 21 (Jl 3,5a). Según eso, la «promesa» que aquí se menciona tiene rar? ¿bautizaban sólo los Doce? ¿hubo antes una catequesis bautismal?
que referirse al anuncio expresado en el v. 21: «Cuantos invoquen el Lo que quiere decir Lucas es que el efecto del discurso fue asombroso.
nombre del Señor se salvarán». Queda subrayado, de nuevo, que la Ya el mismo día de Pentecostés, una gran masa de gente se adhirió a
promesa es para Israel en su totalidad. Lo mismo que el rechazo y la los apóstoles. Lucas evita otra vez la palabra «Iglesia», aunque su uso
muerte de Jesús fueron acciones en las que estaba implicado todo el en este momento hubiera sido perfectamente lógico.
pueblo (vv. 23.36), así ahora la salvación se ofrece a todo Israel. La
comunidad cristiana se concibe a sí misma no como un grupo separado 1-41. Una visión global del relato de Pentecostés, con la intención
de Israel, sino más bien como representante de todo ese pueblo frente de recabar el valor histórico y el sentido teológico del acontecimiento,
a la salvación escatológica; por tanto, es una comunidad abierta a Is- arroja el siguiente resultado: Pentecostés significa, como con razón lo
rael. Este es uno de los temas fundamentales del libro de los Hechos. hacen resaltar casi todos los exegetas, el nacimiento de la Iglesia cris-
La promesa vale no sólo para los presentes, sino también para los tiana. Equipada con el don del Espíritu, la comunidad de Jesús hace su
que están lejos en el espacio y el tiempo. El término «hijos» hace refe- aparición en la historia, para proclamar ostensible y eficazmente la gran
rencia a las generaciones futuras, y «los que están lejos» significa los ju- novedad que se ha producido en el mundo con la obra salvífica de
díos que viven en la diáspora (22,21; Is 57,19; Eclo 23,32). Querer ver Jesús. Pero es importante notar que el relato de Lucas no se queda en
aquí una perspectiva de la misión entre los paganos es inadmisible; la meras generalidades, sino que acentúa un par de aspectos que en ade-
tonalidad de todo el discurso, rigurosamente centrada en Israel, excluye lante van a caracterizar el camino ulterior de la Iglesia a lo largo de la
esta interpretación. La actividad evangelizadora de las primeras décadas historia:
del cristianismo no se cansará de repetir una y otra vez que la salvación , a) La orientación hacia Israel. La comunidad es sin duda algo esen-
está destinada a los judíos. En última instancia, tendrá que ser Dios cialmente «nuevo», porque en ella se manifiesta la nueva actuación de
mismo el que decida si el mensaje va o no va a tener resonancia. u
' o s en Jesús. Pero a la vez es algo «antiguo», porque su existencia es
40. En este lugar Lucas da a entender al lector que el discurso una continuación de la historia salvífica que Dios había comenzado con
que acaba de reproducir no es más que un resumen de las líneas funda- srael. La Iglesia no quiere ni puede considerarse como un grupo
mentales y que, en realidad, fue mucho más largo, y con un desarrollo aparte, separado de Israel; es Dios el que le ha constituido núcleo e
más extenso de algunos puntos particulares. La literatura griega clásica Instrumento de reunión del Israel definitivo. Esta vinculación con la
nos ofrece indicaciones de este tipo (Jenofonte, Hell. II 4,42; Polibio, istoria de Israel queda de manifiesto tanto en las citas de la Escritura
III 111,11; Apiano, Samn. 10,2). Una frase conclusiva, en estilo directo orno en las expresiones con que Pedro se declara solidario con sus
y de carácter exhortativo, sintetiza el contenido del discurso y recalca, «hermanos» israelitas (vv. 22.29.36).
una vez más, su finalidad. Las palabras de Pedro son una llamada a . b) La
todo Israel invitándole a la conversión, a la luz de esta gran actuación exigencia de actuar públicamente. El primer efecto de la ve-
a
del Espíritu consiste en la intrepidez con que los discípulos se pre-
98 2,42-47: La comunidad de Jerusalén 2,42-47: La comunidad de Jerusalén 99
sentan en público; y lo hacen, como Lucas tiene buen cuidado en seña- sumarios (2,42-47; 4,32-35; 5,11-16) es sorprendente. Una comparación
lar, a p e l a n d o a una actuación de Dios que se ha d e s a r r o l l a d o superficial de los tres textos podría dar la impresión de que se repiten
públicamente y que todos pueden reconocer. Constitutivo esencial de la los mismos temas, sólo que en distinto orden. El análisis habrá de tener
Iglesia es dar testimonio público, ante el mundo entero, de la interven- e n cuenta esta afinidad y tendrá que explicarla, en la medida de lo po-
ción de Dios; y esto se lleva a cabo por medio de la predicación. Lo sible. En este sentido, se han propuesto diversas hipótesis, unas más
cual quiere decir que formar grupos cerrados, en virtud de una selecti- complicadas que otras, con el fin de identificar posibles fuentes. Lo que
vidad o de un secretismo, no es camino eclesial. se quiere demostrar es que la forma actual de los sumarios, con tantas
Estos dos aspectos no son invención teológica de Lucas sino que, en repeticiones e interferencias, es el producto de una manipulación de
cuanto los datos históricos permiten deducir, son características de la materiales precedenes. Esta reelaboración se concibe de dos maneras:
comprensión que la primera comunidad tenía de sí misma. Sin ellos re- Lucas habría tomado de sus fuentes tres temas originariamente unidos,
sultaría inexplicable el desarrollo ulterior que tuvo la primera genera- luego los habría ampliado y finalmente habría completado cada uno de
ción cristiana. sus conjuntos a base de relaciones transversales con los demás (J. Jere-
mías; H. Zimmermann). O bien, un redactor posterior habría tomado
la edición original Iucana y la habría ampliado por su cuenta (P. Be-
noit). Pero hay que confesar que por este camino no llegamos a una so-
3. Vida interna de la comunidad de Jerusalén:
lución satisfactoria.
" -•'• Primer sumario (2,42-47)
La posición contraria (H. Conzelmann, E. Haenchen) sostiene que
42 los sumarios, así como están, se deben a la pluma de Lucas y no hay
E r a n constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles y que postular materiales directos de tradición. Una solución tan sencilla
en la comunidad de vida, en el partir el pan y en las oraciones. seduce a cualquiera, y esto ya es un punto a su favor; con todo, tam-
43
T o d o el m u n d o estaba impresionado por los muchos prodi- bién esta hipótesis deja abiertos muchos interrogantes. Ante todo, no
gios y señales que los apóstoles realizaban. 4 4 Los creyentes vivían puede dar razón de las manifiestas tensiones, repeticiones y asperezas
t o d o s unidos y lo tenían t o d o en c o m ú n ; 4 5 vendían sus pose- gramaticales que se encuentran en 2,42-47. Por ejemplo, llama la aten-
siones y bienes y lo repartían entre todos según la necesidad de ción que unos versículos como el 42 y 43 se salgan de la norma, debido
cada uno. a la concisión de su estilo enumerativo y a la presencia de algunos giros
46
A diario frecuentaban el templo en grupo; partían el pan en poco lucanos. También es extraña la duplicación de los temas dentro
las casas y comían juntos con alegría y simplicidad de corazón; del mismo sumario; por ejemplo, los vv. 46-47 repiten lo ya dicho en v.
47
alababan a Dios, y gozaban del favor de todo el pueblo. 42 a propósito de la vida litúrgica de la comunidad. Y lo curioso es que
este tipo de duplicados y tensiones no aparece en los otros sumarios.
Y día tras día el Señor iba agregando al grupo a los que se Por tanto, todo parece indicar que los vv. 42-43 traicionan la presencia
iban salvando. de algún fragmento de tradición que enumeraba escuetamente los cons-
titutivos esenciales de la vida de la comunidad: la enseñanza de los
42-47. El agitado relato de Pentecostés desemboca en el remanso apóstoles, la comunidad de vida, la fracción del pan (= comida litúr-
de este sumario (cf. L,13s). Es el primero de los tres sumarios (2,42-47; gica), la oración y los prodigios que realizaban los apóstoles. En reali-
4,32-35; 5,11-16) que, en cierto modo, van vertebrando la presentación dad, partiendo de este supuesto, se puede explicar la estructura de los
de los comienzos de la Iglesia en Jerusalén (2,1-5,42). Lucas quiere tres sumarios. Los vv. 44-47 no son más que un desarrollo de la mayo-
mostrar algunos rasgos concretos de especial importancia, que se pue- ña de los constitutivos enumerados por el fragmento de tradición: los
den deducir de los sucesos narrados y que van configurando progresiva- vv. 44-45 tratan de la comunidad de vida (que Lucas interpreta como
mente una imagen coherente de lo que era la Iglesia de Jerusalén. Por comunidad de bienes), el v. 46 de la comida litúrgica, y el v. 47 de la
eso sintetiza en los sumarios lo que él creía más característico y signifi- oración. En el sumario 4,32-35 se desarrollan los elementos «comunión
cativo para la vida de la Iglesia durante aquellos años. Los sumarios Q
e vida» (4,32,34s) y «enseñanza» de los apóstoles (4,33), mientras que
tienen, por tanto, una función de generalizar y tipificar. Además, al e
( sumario 5,11-16 se concentra fundamentalmente en el tema «pródi-
servir de conexión entre los relatos concretos y la unidad global mayor gos de los apóstoles» y no hace más que una breve alusión a la «ense-
e ir rellenando las lagunas existentes, dan al lector la impresión de que ñanza» (5,12b).
está asistiendo al desarrollo continuado de unos acontecimientos que
abarcan un largo período de tiempo. Así hacen de la necesidad virtud,
dada la escasez de tradiciones particulares. 42. E I fragmento de tradición menciona como primer constitutivo
e la vida de la comunidad primitiva la asiduidad en escuchar la ense-
La semejanza, desde el punto de vista del contenido, entre los tres na
nza de los apóstoles. Lo más probable es que, en los primeros
100 2,42-47: La comunidad de Jerusalén
tiempos, la enseñanza consistiese en transmitir palabras del Jesús te-
I 2,42-47: La comunidad de Jerusalén

se celebraba en la primitiva comunidad de Jerusalén, no como recuerdo


101

rrestre, ante todo las más relacionadas con el significado de su destino, ¿e la última cena de Jesús, sino más bien en relación con las comidas
a la luz del Viernes Santo y del Domingo de Pascua. Igualmente, en del Resucitado en compañía de sus discípulos. Esta interpretación ca-
cuestiones éticas, la autoridad decisiva era una palabra de Jesús (1 Cor rece de todo fundamento, aunque no se puede negar que en los pri-
7,10.25). Paralelamente fueron tomando forma algunos contenidos doc- meros tiempos del cristianismo el recuerdo de las comidas de Jesús con
trinales específicos en torno a la cristología y a la escatología, que tra- sU s discípulos durante su ministerio público tuviese una cierta presencia
taban de demostrar el hecho y el porqué de la personalidad de Jesús, en la celebración eucarística. Hay que admitir que el comportamiento
como objetivo y cumplimiento de la actuación de Dios. En el desarrollo singular de Jesús durante la cena de su última noche fue lo que siempre
de esta enseñanza jugaba un papel capital la argumentación a base de se consideró como una autorización expresa, y la más fundamental,
la Escritura (cf. el comentario a 2,17ss). Aparte de todo esto, ya la para seguir haciendo realidad presente la comunidad de mesa con
misma enseñanza de Jesús presentaba una fundamental diferencia es- Jesús, hasta su segunda venida en la parusía (Me 14,25; 1 Cor 11,26).
tructural con la enseñanza de los fariseos; no cabe duda que esta dife- En todo caso, la cena del Señor fue el origen del desarrollo ulterior de
rencia influyó notablemente en la enseñanza de la comunidad cristiana. una liturgia típicamente cristiana, independiente del culto judío.
Para ésta no contaba tanto una meticulosa repetición de tradiciones La oración de los primeros cristianos estaba vinculada a las costum-
normativas y su aplicación a las diversas situaciones de la vida del pue- bres judías; por ejemplo, el rezo de los salmos. Sin embargo, la expe-
blo cuanto el poner de relieve que, a la luz del acontecimiento Cristo, riencia del don del Espíritu abrió ya muy pronto un horizonte de ora-
ya se había hecho visible la revelación salvífica del final de los tiempos. ción totalmente nuevo (Rom 8,15; Gal 4,6). Los cristianos podían
Así, poco a poco, fue configurándose la tradición cristiana dentro del mantener con Dios un diálogo de una cercanía hasta ahora inalcanzada,
marco de la enseñanza comunitaria. conscientes de que oraban por medio de Jesús. Modelo y a la vez com-
La palabra griega koinonia, traducida por comunidad de vida, no pendio de este nuevo modo de orar era el Padrenuestro (Mt 6,9-13; Le
pertenece al vocabulario de Lucas; más bien, es un término técnico del 11,2-2), con su invocación inicial «Padre», que encierra todo un pro-
lenguaje paulino y de la tradición anterior a Pablo (1 Cor 1,9; 10,16; 2 grama. Un problema especial —y difícil, por cierto— es determinar
Cor 8,4; 9,13; etc.). Significa una comunión, basada en la participación cuándo y cómo se introdujo la oración dirigida a Jesús, junto a la ora-
común en alguna cosa, como, por ejemplo, entre los socios que com- ción en el nombre de Jesús. La ocasión para ello bien pudo haber sido
parten una determinada propiedad; esa participación es la que crea co- la aclamación litúrgica «Maranatha» (1 Cor 16,22; Did 10,6).
munidad de vida. Constitutiva de la autocomprensión de la comunidad
era la convicción de que el vínculo que los unía en comunión radicaba 43. El último constitutivo eclesial se orienta hacia el exterior. Los
en la actuación y en el don de Jesús (1 Cor 10,16s; cf. 12,4-31). La co- prodigios y las señales que realizaban los apóstoles producen en el am-
munión de vida no consistía en la comunión espontánea de gente ani- biente un temor reverencial. El Nuevo Testamento nos ofrece muchos
mada por los mismos sentimientos, con el fin de desarrollar el propio ejemplos de curaciones y otros fenómenos maravillosos que se daban
crecimiento religioso de cada individuo, sino en la realidad concreta de en la primera comunidad (p. ej. Gal 3,5; Heb 2,4). Sin duda que estos
una poderosa actuación salvífica, destinada ya de antemano a la comu- fenómenos contribuyeron decisivamente a configurar la imagen externa
nidad. Los miembros de esa comunidad se transmiten unos a otros lo de la comunidad cristiana. Además nos consta por los numerosos re-
que han recibido como don del Señor y, en esa transmisión, la salva- latos de curación en Hch (3,1-10; 5,12-16; 9,32-43), e indirectamente
ción recibida queda históricamente configurada como comunidad de Por el testimonio de Pablo (2 Cor 12,12), que los apóstoles eran espe-
vida. Por eso, en última instancia, lo que significa koinonia es Cristo cialmente considerados como detentores de poderes prodigiosos.
que sigue viviendo en la comunidad y creando comunión de vida me- 44-45. Lucas interpreta la comunidad de vida mencionada en el v.
diante el don continuo de su salvación. 42 como una plena comunidad de bienes. Con esto queda ya apuntado
El sitio concreto donde se realiza esta comunión de vida es la frac- si tema principal del segundo sumario (4,32-35) y de lo;, dos relatos que
le
ción del pan, que literalmente se refiere al gesto que hacía el cabeza de siguen (4,36-5,11; para la problemática, cf. el comentario a estos pa-
familia mientras pronunciaba la bendición de la mesa al principio de la sajes). Lucas quiere dar la impresión de que en Jerusalén lo normal era
a
comida (Me 6,41 p; 8,6s par; Le 24,30). Tomando la parte por el todo, renuncia a la propiedad privada y que los miembros de la comunidad
la fracción del pan significa la celebración eucarística (Hch 20,7; 1 Cor •vían de una caja común. Si en la expresión «lo tenían todo en co-
m
10,16). En los primeros tiempos de la Iglesia, la eucaristía se celebraba un» Lucas deja resonar un cierto eco de alguna escuela filosófica bien
como un banquete, en el que adquirían particular relieve la fracción del °nocida, lo que realmente quiere indicar es su convicción de que en la
pan, al comienzo, y la copa de la bendición, al final, como recuerdo de ornunidad cristiana se realiza plenamente esta situación, propuesta
la última cena de Jesús (1 Cor 10,16; 11,25). La investigación exegética °mo ideal en amplios círculos del pensamiento contemporáneo. Sin
de hace ya bastante tiempo se inclinaba a interpretar la eucaristía que "ibargo, la realidad debió de ser bastante diferente.
102 3,1-10: Curación de un paralítico 3,1-10: Curación de un paralítico 103
46. Probablemente la «fracción del pan», apuntada en el v. 42, le Hermosa, quedaron estupefactos y desconcertados ante lo suce-
sugirió a Lucas esta presentación de la vida litúrgica de la comunidad, dido.
pero no sin antes precisar un punto concreto. Cierto que los cristianos
celebraban sus comidas especiales en sus casas, turnándose de una en
1-10. Este relato de curación, como tantos otros que se encuentran
otra, y en un clima de alegría escatológica (Le 14,15; 1 Pe 4,13) y de
en Hch, tiene que provenir de la tradición oral. Lucas dispuso de di-
total entrega a Dios (Mt 6,22s; Col 3,22); pero de ningún modo aban-
versas colecciones de relatos populares de este tipo, que giraban en
donaron el culto en el templo, al modo del pueblo judío. Para Lucas es
torno a la persona de un determinado apóstol y cuya finalidad consistía
muy importante que la comunidad cristiana tome posesión del templo,
en poner de relieve el poder de las grandes figuras de la Iglesia primi-
centro de la vida de Israel, como el lugar que por voluntad de Dios le
tiva, como Pedro, Bernabé y Pablo. Este pasaje (3,1-10), lo mismo que
corresponde. Ya anteriormente había subrayado la permanencia de
9,32-41, pertenece a la colección de hechos de Pedro. La figura de Juan
Jesús en el templo (Le 2,49; 19,47; 20,1; 21,37; 22,53). Es que, para
es una adición posterior, como se puede ver por la artificialidad con
Lucas, la comunidad cristiana es el verdadero Israel. Aparte de que
que se le introduce en el v. 4. Se trata de un relato de curación, de
esta presentación habría de corresponder plenamente a la realidad his-
corte acusadamente esquemático. Así son, por lo general, las tradi-
tórica.
ciones de acciones prodigiosas que encontramos en Hch. Este carácter
47. Como un reflejo de la «oración», mencionada en el v. 42, se aparece aún más claro si comparamos las narraciones de Hch con la
presenta ahora a la comunidad alabando a Dios públicamente, es decir, tradición sinóptica, que nos cuenta las actuaciones de Jesús; los sinóp-
durante los servicios cúlticos en el templo, y de ello se deduce una acti- ticos resultan siempre menos esquemáticos y menos convencionales.
tud favorable del pueblo con respecto a los cristianos. Cierto que se La exposición del caso (vv. 1-2) describe la trágica situación del
trata de algo más que de una mera tolerancia amistosa; efectivamente, mendigo paralítico. Sigue la confrontación con el taumaturgo, donde la
el número de las conversiones crece irresistiblemente, de modo que se decepción que experimenta el mendigo al ver esfumarse la posibilidad
llega a tener la impresión de que muy pronto todo Israel va a ser em- de una limosna material, que era lo que él pedía, introduce un tiempo
pujado a formar parte de la comunidad de salvación. que agudiza la tensión, retardando el resultado (vv. 3-6a). La curación
propiamente dicha se produce cuando el taumaturgo pronuncia el nom-
bre de Jesús, en pleno despliegue de su eficacia, y acompaña sus pala-
bras con un gesto autoritario (vv. 6-7). Viene inmediatamente la cons-
4. Curación de un paralítico tatación de la curación: el paralítico se pone en pie y echa a andar
a la puerta del templo (3,1-10) (v. 8); y finalmente, con un nuevo rasgo estilístico, el efecto sobre los
espectadores estupefactos (vv. 9-10). Lucas coloca la narración en este
3 ' U n día subían Pedro y Juan al templo al tiempo de la ora- punto, porque su localización junto a la «Puerta Hermosa» del templo
ción de media tarde, 2 cuando vieron traer a un lisiado de naci- le brinda la oportunidad de ilustrar con un ejemplo la asiduidad con
que toda la comunidad y sus responsables frecuentan diariamente el
miento. Solían colocarlo todos los días junto a la Puerta Her-
templo (2,46). El carácter transicional del v. 1, de innegable composi-
mosa del templo, para que pidiera limosna a los que entraban. ción lucana, subraya este aspecto. Por otra parte, la narración le sirve a
3
A1 ver entrar qn el templo a Pedro y a Juan les pidió li- Lucas como punto de partida para el discurso de Pedro en el templo,
mosna. 4 Pedro, con Juan a su lado, se le quedó mirando y le que sigue a continuación. La transición del relato al discurso bien pudo
dijo: llevarse a cabo mediante algunos retoques del final narrativo que tenía
—Míranos. la tradición.
5
Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo. 6 Pedro
le dijo: 1- Como judíos fieles, Pedro y Juan observan la costumbre de acu-
—Plata y oro no tengo, pero lo que tengo te lo doy: en nom- dir diariamente a la oración, a las horas oficialmente establecidas. La
bre de Jesucristo, el N a z a r e n o , echa a andar. hora aquí mencionada es la segunda de las tres oficiales, es decir, hacia
7 las tres de la tarde (literalmente: «a la hora nona»), la hora del sacrifi-
Agarrándolo de la m a n o derecha, lo incorporó. E n el acto se le
robustecieron las piernas y los tobillos, 8 se puso en pie de un c o vespertino (Dn 6,11; 9,21; cf. Bill. II 696ss).
salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, 2. Esta observación introductoria, que sirve de unión con el suma-
d a n d o brincos y alabando a Dios. no precedente, da paso al relato de la curación; la transición no es cier-
9
La gente lo vio andar, alabando a Dios, 10 y, al caer en la tamente de estilo impecable, sino más bien torpe. Es claro que el na-
cuenta de que era el mismo que pedía limosna junto a la Puerta dador no quiere decir que precisamente en ese momento, a media
104 3,1-10: Curación de un paralítico 3,11-26: Discurso de Pedro en el templo 105
tarde, trajesen al paralítico sus anónimos portadores, para colocarlo en eS tácurado, empieza a alabar a Dios, cuyo poder ha reconocido en lo
el sitio donde diariamente pedía limosna. Los mendigos formaban parte que le acaba de suceder. La alabanza se produce ya dentro del templo,
de la imagen del templo, porque en el judaismo la limosna era un acto donde lo han introducido consigo Pedro y Juan. El lugar a que se re-
tan religioso como la oración (cf. Mt 6,2-8). fiere Lucas no es el patio de los hombres, sino la explanada del templo
La «Puerta Hermosa» es probablemente la puerta de Nicanor, que (v. 11).
conocemos por las descripciones judías del templo (Jos. Bell. II 411; V
201; VI 293). Era una puerta espléndida, de bronce corintio, que con- 9-10. La reacción de la gente se describe con buen estilo. En un
primer momento, caen en la cuenta de que ese hombre que está ahí
ducía, en dirección este-oeste, del patio de las mujeres al patio de los
dando saltos y alabando a Dios, es el mismo paralítico que pedía li-
hombres. (Es menos probable que se trate de la puerta oriental del pa- mosna a la puerta del templo; e inmediatamente se quedan asombrados
tio de las mujeres.) Lo que sí es cierto es que Lucas no tenía un cono- y llenos de temor reverencial ante lo sucedido. El «coro final» es carac-
cimiento muy preciso del templo. Por ejemplo, en el v. 11 parece que terístico de este tipo de relatos. Lucas se vale de este recurso para insis-
Lucas está pensando en una puerta exterior del recinto sacro, por tir una vez más en el carácter público de la salvación que viene de
donde se podía entrar al pórtico de Salomón, situado al este del patio Jesús, porque lo que realmente le interesa subrayar es que todo Israel
de los paganos; y cuando en el v. 1 dice que los apóstoles «subían» pa- ha podido constatar, en un lugar tan público como el templo, una señal
rece que se refiere a la gran escalinata que corría a lo largo de todas las de la potencia del nombre de Jesús.
puertas exteriores.
3-5. La palabra con que Pedro se dirige al mendigo debe de haber
despertado en él la expectativa de un pingüe donativo y, como se le ha 5. Discurso de Pedro en el templo (3,11-26)
ordenado, clava los ojos en el apóstol. Difícilmente se podría interpre-
tar este gesto como expresión de un brote de fe en el poder del tauma-
" M i e n t r a s el hombre seguía agarrado a Pedro y a Juan, la
turgo y, menos aún, en un plano psicológico, como una señal de reco- gente, a s o m b r a d a , a c u d i ó c o r r i e n d o al p ó r t i c o d e S a l o m ó n ,
nocimiento. donde ellos estaban.
6. Este rasgo no tiene otra función más que agudizar la tensión na- 12
Pedro, al ver a la gente, les dirigió la palabra:
rrativa, porque las palabras siguientes parecen implicar un rechazo de —Israelitas, ¿por qué os extrañáis de esto? ¿Por qué nos mi-
la petición del mendigo. Pedro no tiene ninguna moneda, ni de oro ni ráis como si hubiéramos hecho andar a éste con nuestro propio
de plata, que pueda darle, pero Pedro —y aquí se produce un giro ines- poder o virtud?
perado en el relato— tiene un donativo mucho mejor: la curación «en 13
E1 Dios de A b r a h á n , de Isaac y de Jacob, el Dios de nues-
nombre de Jesucristo, el Nazareno» (cf. 2,22). El «nombre» representa
el poder de Jesús. Cuando Pedro lo pronuncia, sitúa al enfermo bajo el tros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros en-
radio de acción de la potencia salvífica que emana de Jesús. Lo que se tregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido sol-
supone implícitamente es que tanto Pedro como toda la comunidad es- tarlo.
14
tán también ellos subordinados a esa actuación salvífica y, por tanto, Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un
tienen acceso a ella. E! nombre de Jesús se hace presente solo por me- asesino; ^matasteis al príncipe de la vida, pero Dios lo resucitó;
dio de la fe, una fe que renuncia a la prevalencia de cualquier derecho nosotros somos testigos.
propio, para confiar únicamente en la acción salvífica de Dios, hecha 16
Y por la fe en su n o m b r e , él ha dado vigor a éste que veis
realidad presente en Jesús. En este sentido, la narración manifiesta im- aquí y que conocéis; esta fe lo ha dejado completamente sano
plícitamente la fe de Pedro, mientras ignora totalmente la fe del paralí- como habéis visto todos.
tico, en significativo contraste con los relatos de curación que encon- 17
Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y
tramos en los sinópticos (Me 5,34.36; 10,52, etc). vuestros jefes lo mismo; 1 8 pero Dios cumplió de esta manera lo
que había predicho por los Profetas: que su Mesías tenía que pa-
7. Cuando Pedro, por su fe en la eficacia del nombre de Jesús,
decer. 1 9 Por t a n t o , arrepentios y convertios para que se borren
agarra de la mano al paralítico y lo incorpora, se produce la curación.
vuestros pecados; 2 0 a ver si el Señor manda los tiempos del con-
8. La descripción que sigue es de un graficismo que nos hace to- duelo y os envía al Mesías que os estaba destinado, es decir, a
J
mar parte en el suceso. Vemos cómo el recién curado va recuperando e s ú s . 2 1 E1 c i e l o t i e n e q u e r e t e n e r l o h a s t a q u e l l e g u e n los
progresivamente el dominio de sus miembros. Se pone en pie con segu- •J e r n pos de la instauración de todo lo que Dios anunció por boca
de
ridad, da unos pasos y empieza a dar brincos; al darse cuenta de que sus santos Profetas desde el principio. 2 2 Moisés dijo: «El Se-
106 3,11-26: Discurso de Pedro en el templo 3,11-26: Discurso de Pedro en el templo 107

ñor Dios suscitará entre vuestros hermanos un profeta como yo; (\. 20), las advertencias sobre la importancia del presente como tiempo
haréis caso de todo lo que os diga, 23 y quien no haga caso al pro- de decisión (vv. 22-24) y las indicaciones sobre el puesto de Israel en la
feta será excluido del pueblo». Y todos los Profetas, desde Sa- historia de salvación (vv. 25-26). La alteración de las proporciones en
muel en adelante, hablaron también anunciando estos días. ambos discursos no puede deberse más que a la técnica literaria de
25
Vosotros sois los hijos de los Profetas y de la alianza que Lucas.
hizo Dios con vuestros padres, cuando le dijo a A b r a h á n : «Tu Al lector hay que inculcarle ideas centrales —en este caso, el es-
quema global del discurso— y para eso hay que repetirlas una y otra
descendencia será la bendición de todas las razas de la tierra».
26 vez; pero al mismo tiempo, hay que irle dando poco a poco ideas
Por vosotros, en primer lugar, suscitó Dios a su siervo y lo en- nuevas. Además puede ser que haya entrado en juego la intención de
vió para que os trajera esa bendición, con tal que os apartéis dar al desarrollo una gradación progresiva. Efectivamente, el discurso
cada uno de vuestros pecados. de Pentecostés parece tener una tonalidad relativamente conciliadora,
V. 13: Ex 3,6.15; v. 2: Dt 18,15.18; v. 23: Lv 23,29; v. 25: Gn mientras que el tono de este discurso, por la perspectiva del juicio, se
22,18. vuelve incisivo (vv. 23.26), tanto que provocó inmediatamente la pri-
mera confrontación con las autoridades judías (4,lss).
11-26. Lo mismo que el discurso de Pentecostés (2,14-41) está ínti- De lo dicho se deduce que también este discurso es una composi-
mamente unido al fenómeno prodigioso de la efusión del Espíritu, me- ción literaria de Lucas. Pero esto no quiere decir que, con eso,
diante una corrección de la interpretación errónea dada al aconteci- hayamos resuelto ya el problema de las tradiciones subyacentes, reelabo-
miento, así este segundo discurso de Pedro toma como punto de radas por el autor. Entre todos los discursos de Hch, éste y el de Este-
partida y de referencia la curación del paralítico. Pedro se dirige a esa ban (cap. 7) son los que tienen un acento más arcaico. En vez de los tí-
multitud atónita que se ha congregado, atraída por la espectacularidad tulos cristológicos usuales, se encuentran aquí algunas denominaciones
del suceso, y empieza su discurso rechazando un equívoco, bien com- que no aparecen nunca, o casi nunca, en el resto del Nuevo Testa-
prensible en aquellas circunstancias: no es una fuerza humana la que ha mento. Jesús es el «siervo», «el santo», «el justo», «el profeta». Bien
obrado la curación (vv. 12.16). Esta técnica narrativa tiene muchos con- pudiera ser que estos calificativos conserven restos de antiguas tradi-
tactos —si son puramente casuales o no, vamos a dejarlo por el mo- ciones, aunque sólo sea indirectamente. Dado que el contexto en el que
mento— con el Evangelio según Juan, donde muchas veces la situación han sido incorporados es totalmente lucano, resulta prácticamnte impo-
creada por una acción de Jesús es el punto de arranque de un discurso, sible encontrar indicaciones de alguna tradición cristológica, de una
en el que Jesús mismo desarrolla algún aspecto de su propia personali- cierta extensión, que haya entrado a formar parte del discurso. Esto
vale también para el v. 13, en el que muchos exegetas (E. Schweizer,
dad (Jn 5; 6; 9).
O. Bauernfeind) han querido individuar un fragmento de tradición, que
La correspondencia con Hch 2 no acaba aquí. La idea fundamental
presentaba a Jesús como el siervo del Señor, a la luz de Is 53. Lo único
es la misma en uno y otro discurso. Vuelve a plantearse la oposición
que tenemos son trocitos sueltos de algunas tradiciones irrastreables,
entre el rechazo culpable de Jesús por parte de los judíos (vv. 14s) y la
que Lucas ha inserido en su propia composición literaria. Sin duda echó
actuación de Dios que lo salva (v. 15); una vez más se vincula la lla-
mano de estos fragmentos porque, dado su lustre arcaico, creyó que
mada al arrepentimiento y a la conversión (vv. 19-26) al hecho de que
eran apropiados para dar una imagen de la predicación más primitiva,
Dios, actuando como lo ha hecho, ha demostrado que los judíos esta-
sin prestar atención en cada uno de los casos a su significado original.
ban equivocados (vv. 16-17). Por tanto, también este discurso sigue
el esquema tradicional de la predicación a Israel llamándolo a la con- Con los vv. 20-21 la cosa es distinta. Hay fuertes indicios de que
a
versión; y, por eso, en la primera parte, hace amplio uso del mismo quí se ha introducido en medio del discurso, como una piedra apenas
material. pulimentada, un fragmento más amplio de la tradición primitiva. Bas-
Hay que notar, con todo, que las proporciones de este discurso, con ten un par de indicaciones:
respecto al de Pentecostés, quedan invertidas. En Hch 2, la parte más
extensa del discurso la ocupa el kerigma cristológico, es decir, la o) En estos versículos se acumulan una serie de expresiones y fór-
prueba de que Dios ha actuado en Jesús resucitándolo y exaltándolo a mulas que pertenecen claramente a un determinado tipo de escatología
su derecha, mientras que la llamada a la conversión queda reducida a Judía, de orientación apocalíptica. Por ejemplo, «tiempos de consuelo»
0
unas pocas palabras al final del discurso (2,38-40). Aquí, en Hch 3, «de respiro», son caracterizaciones apocalípticas de la era mesiánica
sucede al revés. La presentación del kerigma cristológico es muy redu- ^ e precederá al fin del mundo (4 Esd 11,37-12,3; cf, Barsir 73,1;
A
cida, mientras que la llamada a la conversión experimenta un amplio P 14,13; 21,4s; Bill II 626; IV 880-976). Emparentado con esta pre-
desarrollo. Pero lo que más llama la atención es la presencia de ele- s t a c i ó n está el «descanso» definitivo, mencionado en Heb 3,11; 4,11.
mentos nuevos, como son la amenazadora perspectiva del juicio futuro hecho de que los tiempos del consuelo vengan «del Señor» hace re-
108 3,11-26: Discurso de Pedro en el templo 3,11-26: Discurso de Pedro en el templo 109

ferencia a la concepción apocalíptica de la era mesiánica como don de incluir al mismo tiempo, dada la incisividad de la llamada a la conversión,
la salvación escatológica, que Dios tiene ya preparada en el cielo. En la perspectiva, para él evidente, del juicio que amenazaba a Israel.
esta misma línea se presenta la venida de Jesús en la parusía como un En líneas generales este discurso hay que entenderlo como una mi-
«envío» (= «mandar») de Dios. Este modo de expresarse es ajeno al rada retrospectiva sobre los comienzos de la Iglesia, desde la posición
Nuevo Testamento, pero tiene un llamativo paralelismo con la idea de la segunda generación cristiana, que ya toca su fin. Por eso no hay
apocalíptica de la espera de Elias, según la cual el profeta, que desapa- que extrañarse de que en esta perspectiva queden englobadas una serie
reció llevado al cielo, será enviado de nuevo a la tierra, al romper la de desarrollos y de experiencias ya lejanas en los orígenes. Si es que en
etapa final (Mal 3,23). Y lo mismo que la vuelta de Elias (Mal 3,24), la expresión «en primer lugar», que encontramos en el v. 26, se alude
también la parusía de Jesús traerá consigo «la restauración universal», al camino de la salvación hacia los paganos (cf. 1,8), habrá que ver en
es decir, el restablecimiento de la situación salvífica del paraíso per- esa precisión un reflejo de la experiencia de la misión paulina entre los
dido, de acuerdo con la promesa profética. gentiles, pero de ninguna manera el punto de vista de la comunidad
primitiva, que jamás pensó en una expansión de la Iglesia más allá de
b) Leyendo estos versículos en su contexto inmediato se aprecian los límites de Israel (cf. el comentario al cap. 10).
ciertas rupturas que, de ordinario, traicionan la presencia subyacente de El discurso es de una importancia capital para entender la con-
una tradición. El v. 20, por ejemplo («a ver si el Señor manda los cepción lucana de la Iglesia. Lucas pretende dar una descripción que
tiempos del consuelo»), considerado aisladamente, subordina la venida tenga en cuenta una serie de datos históricos fundamentalmente
del tiempo de salvación a la conversión de Israel. Pero Lucas no quiere' exactos. Según esta presentación, la comunidad primitiva no pensó
decir eso, como se demuestra por el contexto (vv. 22ss). Lo que Lucas jamás que era una secta del judaismo, ni una magnitud nueva, paralela
quiere dejar bien claro es que la parusía será para Israel un tiempo sal- a Israel. Más bien, lo que quería era ser el verdadero Israel del final de
vífico de consuelo, sólo si se convierte y hace penitencia. Aparte de los tiempos. En este sentido, cuando Pedro habla a los judíos se dirige
esto, también llama la atención que los vv. 22ss ya no hablan del fin de a ellos como Israel. Si se convierten y se abren a decidirse por Jesús
los tiempos, sino del presente. La ruptura se encuentra en el v. 21a, (vv. 19s.26) y se unen a los apóstoles, permanecerán en la bendición,
donde Lucas cambia la interpretación de la futura instauración universal que es patrimonio de Israel (v. 25). Pero si rehusan a convertirse, deja-
trasponiéndola al presente, como cumplimiento de todas las profecías. rán de ser miembros del pueblo de Dios. La configuración de la Iglesia
Todo se cumple en la historia de Jesús. Y esto significa para Israel un supone, en la concepción de Lucas, un largo proceso que, en cierta ma-
reto a tomar una decisión ahora, en el momento presente. nera, llega a término en Hch 28 y que se caracteriza por un doble mo-
Difícilmente puede admitirse que esta tradición provenga directa- vimiento expansivo: por un lado, la separación entre el verdadero Israel
mente de un grupo judío de tendencia apocalíptica, que bien pudieran y el judaismo, y por otro, la admisión de los paganos (que comienza
ser los discípulos de Juan el Bautista, dados los contactos entre esta tra- con el cap. 10) a formar parte del verdadero Israel. Como para Lucas
dición y la que aparece en Mal 3, a propósito de Elias. Más bien, la este segundo aspecto de la expansión no se da sin el primero, por eso
tradición parece llevar el cuño de una escatología y aun de una cristolo- insiste en relatar los grandes éxitos de los apóstoles en los comienzos de
gía relativamente tempranas y de signo judeocristiano, que se pone de su actividad en Jerusalén (2, 47; 5,14). En el hecho de que entonces, al
manifiesto en la idea de que la segunda venida del Mesías Jesús y la menos una parte de los judíos de Jerusalén abrazaron la fe en Cristo,
inauguración de la erar salvífica definitiva podrían anticiparse, si Israel sin dejar de pertenecer a Israel, encuentra Lucas una prueba evidente
llegase a convertirse y a abrazar la fe cristiana. El v. 20 que, desde el de la continuidad entre Israel y la Iglesia. Y con la descripción de estos
punto de vista de la gramática, es una frase final, presenta un objetivo acontecimientos quiere hacer presente con toda energía a su propia
que habrá de alcanzarse mediante la predicación a Israel, con tal de Iglesia, nacida del paganismo, que también ella, en cuanto Iglesia, no
que lo lleve a la conversión. Y el v. 21 afirma que en la parusía Israel tiene raíces en otro sitio más que en Israel.
encontrará a su rey mesiánico, que le está destinado, pero que por
11
ahora todavía está retenido en el cielo. La idea subyacente a esta con- • El paralítico curado sigue agarrado a los apóstoles delante de
cepción contribuyó de una manera decisiva a configurar la orientación ° d a la gente. Con este gesto indica que el asombro general que inicial-
misionera del judeocristianismo primitivo. Y sólo entrando en discusión mente estaba centrado en él, tiene que dirigirse más bien hacia los
con esa idea se puede comprender la postura teológico-misional de Pa- ^Postóles, como supuestos autores del prodigio. Inmediatamente la
blo (Rom 9,11), cuando afirma que antes de que Israel se convierta y gente empieza a agolparse en el pórtico de Salomón, que se extendía
antes de que llegue la parusía, vinculada a esa conversión, tiene que P°r el exterior del templo, todo a lo largo de la muralla oriental. Lucas
0
predicarse el evangelio a todos los pueblos de la tierra (Rom ll,25ss). se ha dado cuenta de que esta localización contradice abiertamente
v
Lucas ha introducido aquí este fragmento de tradición no sólo por - 8, donde se dice que los apóstoles y el hombre curado entraron en
su tonalidad arcaica, sino también porque le brindaba la posibilidad de templo, es decir, en el patio de los hombres. (El texto occidental co-
L.

UO 3,11-26: Discurso de Pedro en el templo 3,11-26: Discurso de Pedro en el templo 111


rrige esta incongruencia, añadiendo que los tres volvieron a «salir» del ^instrumento, ya prometido en la Escritura, del que Dios se vale para
templo.) llevar a cumplimiento su plan de salvación.
Dios ha «glorificado» a Jesús, es decir, lo ha exaltado y lo ha lle-
12. Pedro no sólo «ve» el fenómeno externo de aquella aglomera- vado al cielo (Le 24,26; Jn 13,31, etc.); y lo ha hecho así, después de
ción de gente, sino que además adivina la causa de esta concentración. que Israel lo hubiera «entregado y rechazado». Esta es la primera antí-
Con eso ya tiene el punto de partida de su discurso. Una vez más se di- tesis, que configura el «esquema antitético». Los detalles de esta pre-
rige a sus oyentes, según lo había hecho ya en 2,22 (cf. 5,35), como sentación hacen referencia directa al relato lucano de la pasión; concre-
«israelitas», como miembros del pueblo de Dios; y pasa inmediata- tamente se refieren a la entrega de Jesús en poder de los romanos por
mente a disipar su equívoco manifiesto (cf. 2,15). Los apóstoles no es- parte del pueblo (Le 23,lss) y a la declaración de inocencia hecha por
tán dotados en modo alguno de una potencia sobrenatural, como tantos Pilato (Le 23,4). Con esto Lucas, en línea coherente con su relato de la
milagreros ambulantes que antiguamente recorrían la región (cf. pasión, presenta una vez más su idea, cuestionable tanto histórica como
14,lss). No son ellos el centro de este acontecimiento; más aún, ni si- teológicamente, de la ausencia de complicidad de los romanos en la
quiera se puede tomar en consideración la posibilidad de que ellos, de- muerte de Jesús, y la total y exclusiva culpabilidad de los judíos.
bido a su religiosidad —como se atribuía a algunos famosos doctores de
la ley—, hayan llegado a inducir a Dios a una actuación prodigiosa. 14. La segunda antítesis se basa en una alusión a la escena de Ba-
rrabás (Le 23,18ss). En aquella ocasión, los judíos renegaron de Jesús,
13. No se trata de algo «propio» de los apóstoles, sino, como lo in- el «santo» y el «justo», para «pedir el indulto» de un asesino; por
dica la abrupta transición al v. 13, de un fenómeno que viene sólo de tanto —y ésta es la intención de una formulación tan agresiva— han re-
Dios, es decir, de una actuación de Dios en Jesús. Este es el tema que chazado a Jesús como el gran regalo de Dios, en el que les ofrecía la
los vv. 13-15 desarrollan en forma de kerigma cristológico, a base de salvación. El «santo» y el «justo», igual que «el siervo», son títulos muy
un triple contraste de la acción destructora de los judíos con respecto a antiguos aplicados a Jesús; por eso resulta muy difícil determinar satis-
Jesús. Con una cita de Ex 3,6.15, el Dios que actúa en Jesús queda ca- factoriamente su significado original. En el Antiguo Testamento y en el
racterizado como «el Dios de nuestros padres», el Dios que ha interve- judaismo se llama «santo» al que pertenece por entero a Dios y ha sido
nido salvíficamente en la historia de Israel desde el comienzo, el Dios separado por Dios mismo para encomendarle una tarea especial (Jr 1,5;
que se ha revelado en el Antiguo Testamento. Lucas no se cansa de po- Eclo 45,6; Sab 11,1), sobre todo el sacerdote y el profeta. Esta califica-
ner de relieve esta continuidad. Ha sido precisamente este Dios de los ción posee una acusada tonalidad cúltica y en el lenguaje litúrgico va
patriarcas el que «ha glorificado a su siervo Jesús», dice Pedro alu- unida, en cuanto es posible, al título de «siervo» (Hch 4,27.30). Esto
diendo claramente a Is 52,13. Es altamente probable que en esta expre- último vale también para el título de «justo» (7,52; 22,14; 1 Pe 3,18; 1
sión de tono litúrgico se haya conservado uno de los primitivos títulos Jn 2,1; 2,29; 3,7) que, aplicado a Jesús, significa el que sigue el camino
cristológicos; pero nada nos autoriza a pensar que ya en los primeros trazado por Dios, en perfecta obediencia. Así se explica que la idea de
tiempos se considerase a Jesús como el siervo del Señor cargado con el sufrimiento obediente haya jugado un papel tan significativo. Ambos tí-
sufrimiento, de que habla Is 53. Siempre que en el Nuevo Testamento tulos tienen, para Lucas, preferentemente un significado moral; aquí,
se aplica a Jesús el título de «siervo» o de «siervo del Señor» (v. 26; como en Le 23,47, la idea esencial es la inocencia intachable de Jesús.
4,27.30; cf. Did 9,2s; 40,2s), se omiten los rasgos que indican sufri-
miento. Esta constatación es a primera vista sorprendente, pero no ca- 15. La última antítesis, «vosotros matasteis al príncipe (archégos)
rece de explicación; de hecho, ya los exegetas judíos, al comentar los de la vida», contiene también un título tradicional de Cristo, pero pro-
cantos del siervo del Señor en el Deuteroisaías, habían despojado a esa veniente del judeocristianismo de cultura helenística. En su sentido ori-
figura de todos sus rasgos de sufrimiento. Por otra parte, es probable ginal aparece en Heb 2,10; 12,2, donde habría que traducirlo por «pio-
que el título de «siervo», en su origen, esté íntimamente relacionado nero (de la fe)». Este título presenta a Jesús en su función de conducir
con el título de «hijo», porque las citas escriturísticas que se aducen a los suyos a la salvación eterna. Sin embargo, este significado no es lu-
c
para explicar estos dos títulos (Sal 2,7; Is 42,1) son estructuralmente ano. Lucas interpreta este título en el sentido de 2,24; 26,23, es decir:
análogas y aparecen unidas en Me 1,11 p y en Me 9,7 p. Y aún se ya que Dios ha actuado en Jesús, la muerte no puede retenerlo, y por
e
puede añadir, en favor de esta concepción, que la palabra griega pais so él es el primero que ha salido vencedor del reino del abismo. Preci-
puede traducirse por «siervo» y también por «hijo». Lo mismo «hijo» samente a este Jesús que, por una actuación de Dios, se ha convertido
que «siervo» indican ante todo la situación del Salvador con respecto a ^ n símbolo de la vida, los judíos han querido destruir, asesinándolo;
es
Dios: Dios es el que lo acredita como plenipotenciario y el que lo te es el sentido de la acusación. Una nueva mención sintética de la
manda como su enviado. Cuando Lucas habla del «siervo», está pen- actuación de Dios en Jesús, acompañada de la fórmula de testimonio
sando indudablemente en este último sentido, según el cual Jesús es el vct- 2,32), empalma con el comienzo de esta primera parte del discurso.
112 3,11-26: Discurso de Pedro en el templo 3,11-26: Discurso de Pedro en el templo 113
16. Ahora sí que por fin se puede decir a qué se debe realmente la rechaza la conversión no puede contar con la indulgencia de Dios, por-
curación prodigiosa: a la potencia de Jesús «glorificado por Dios», a su que ahora él sabe lo que hace (cf. Le 23,34). De este modo, el v. 17
«nombre». No han sido los apóstoles los autores del prodigio; ha sido prepara ya la exigencia de conversión que se propondrá en el v. 19.
más bien Jesús mismo, que ha desplegado la potencia de su «nombre».
Con todo, es necesario precisar la relación entre el «nombre» de Jesús 18. En medio de esta perspectiva se introduce la indicación de
y los apóstoles. Los esfuerzos de Lucas por aclararlo no han tenido que, aun esa misma acción destructora de los judíos con respecto a
éxito, pues la frase resulta recargada y difícil. Por una parte, hay que Jesús, va a servir, en definitiva, para llevar a cumplimiento el plan salví-
rechazar la interpretación errónea de que sea el nombre de Jesús solo fico que Dios había predicho por los profetas; es éste un elemento fun-
el que actúa, negando absolutamente cualquier participación humana. damental del kerigma cristológico (cf. 2,23). Es inútil pensar en algunas
Por otra, hay que evitar dar la impresión de que los apóstoles disponen citas proféticas concretas; lo que aquí realmente se quiere expresar es
del «nombre» de Jesús, como si se tratara de una fuerza sobrenatural la convicción del cristianismo primitivo de que el camino de Jesús hacia
que el hombre puede manipular. Lucas resuelve este dilema introdu- la cruz ya estaba anunciado en la Escritura con todo detalle (Le
ciendo un elemento de unión entre los apóstoles y el «nombre» de 24,26.46; Hch 17,3; 26,23; cf. 1 Pe 2,21; 3,18).
Jesús, la fe. Con esto quiere dejar bien sentado que la relación de que
19. Aquí empieza la segunda parte del discurso, que desarrolla de
aquí se trata es de índole decididamente personal. Los apóstoles son
manera insistente la llamada a la conversión dirigida a Israel. La estruc-
testigos y mandatarios de Jesús glorificado (1,8); su tarea consiste en
tura de esta requisitoria es igual que la de 2,38, a pesar de que la ter-
hacer efectiva la potencia del nombre de Jesús. Pero esto se convierte
minología es distinta. Lo que se exige es, negativamente, renunciar a la
en realidad no porque puedan disponer a su antojo de este nombre,
vida depravada que se ha llevado hasta el momento y, positivamente,
sino porque tanto ellos como los demás están sometidos, por la fe, a la
abrirse a aceptar la actuación salvífica de Dios en Jesús. Llama la aten-
potencia de Jesús, y así no interfieren en su actuación totalmente libre.
ción que este segundo aspecto no se expresa, como en 2,38, bajo la
Aun la misma fe no es una cualidad o una capacidad humana, sino una
forma de invitación al bautismo, sobre todo si se piensa que, por in-
posibilidad creada por Jesús mismo.
flujo del v. 16, una mención del bautismo «en el nombre de Jesús» hu-
La exégesis corriente interpreta la fe de que se habla en este v. 16 biera sido perfectamente natural. Pero es que, en definitiva, lo que sig-
como la fe del paralítico curado y no como la de los apóstoles. Pero nifica «borrar los pecados» no es otra cosa que lo que sucede en el
contra esta opinión se puede aducir no sólo el hecho de que la narra- bautismo. La construcción pasiva («se borren») es una circunlocución
ción precedente no menciona para nada la fe del enfermo, como condi- para expresar que es Dios el que actúa, destruyendo los pecados del
ción previa para la curación (cf. comentario a vv. 5ss), sino también el que acata al nombre de Jesús.
contexto inmediato del discurso. Efectivamente, si el v. 16 presentase al
hombre curado como modelo de fe en Jesús, frente a la incredulidad de 20. Con relación al discurso del cap. 2, Lucas introduce aquí una
los judíos, habría que esperar a continuación una llamada a la fe. Pero novedad decisiva, tomada de la tradición reflejada en los vv. 20-21a; es
en vez de eso, lo que se exige en los vv. 17ss es la conversión. la referencia a la amenaza del juicio definitivo, preparada ya en el v.
17. Dios da a Israel ahora, por medio de la predicación de los após-
17. Con una nueva introducción alocutiva Pedro cambia de tono, toles, una nueva posibilidad de conversión; pero es la última. Según
ahora más bien conciliador. Si anteriormente había cargado el acento Lucas, la importancia de la conversión de Israel no radica en que esa
sobre la culpabilidad de los judíos, con una brusquedad creciente, conversión anticiparía la llegada de la época salvífica definitiva, sino
ahora confiesa que la causa de su conducta ha sido la «ignorancia». Tal que en ella se juega decisivamente el futuro de Israel; de esa conver-
vez se pueda ver aquí una alusión a Lv 4,2.13.22s; la culpabilidad «por sión depende que su futuro pueda llegar a ser, sin más, una época de
inadvertencia» puede ser expiada mediante el sacrificio propiciatorio salvación o no. De esta manera, el v. 20 abre la perspectiva escatoló-
(de Jesús), la culpabilidad voluntaria no (cf. 1 Tim 1,13). No se entra gica de la conversión, en sentido positivo; pero hay también un sentido
en la cuestión de si ese no saber se debe, a nivel más profundo, a un negativo, del que se habla en el v. 23. Para los que se conviertan, el fu-
no querer saber. Precisamente, según la idea de Lucas (Le 18,31; turo traerá «tiempos de consuelo», es decir, el futuro será tiempo de
24,25.44), los judíos habrían podido reconocer a Jesús por los datos de salvación, precisamente porque Dios les enviará el Mesías, Jesús, que
la Escritura que leían todos los sábados, con sólo haberlo querido. Pero les está destinado. Así, en la parusía, Israel se reunirá con su verdadero
aquí no se trata de analizar el pasado, sino de caracterizar la nueva si- jefe y será de veras, en el más auténtico sentido, pueblo de salvación.
tuación creada por el discurso; ninguno de los oyentes podrá excusarse La concepción de la segunda venida de Jesús como un «envío» se debe,
en el futuro, alegando ignorancia. Para Israel, igual que para los pa-
sin duda, a la tradición ya reelaborada, porque el Nuevo Testamento,
ganos (17,30), «aquellos tiempos de ignorancia» ya han pasado; el que e
n general, usa este lenguaje para designar la primera venida, la encar-
ha oído la proclamación apostólica del mensaje de Cristo y acto seguido
nación (Gal 4,4).
c
114 3,11-26: Discurso de Pedro en el templo 3,11-26: Discurso de Pedro en el templo 115
21. El cielo ha recibido a Jesús hasta la parusía. Ciertamente, aquí pológicamente la relación Moisés-Jesús, aparece, reelaborada por
no se hace la más mínima alusión a una actividad presente de Jesús glo- Lucas, en Hch, 7,35-38 (cf. el comentario a este pasaje).
rificado, pero sería muy difícil deducir de este silencio que, en la for-
mulación lucana tomada de la tradición, el cielo se concibe únicamente 23. La segunda parte de la cita introduce, en continuidad directa
como el lugar donde Jesús está reservado hasta la parusía. Tampoco da i con el v. 20, la amenaza del juicio. Dios mismo —éste es también aquí
pie esta idea para suponer que haya existido alguna vez una cristología el sentido de la construcción pasiva— «excluirá del pueblo» a los que se
que presentase al Resucitado como activo solamente en su segunda ve- cierren a la palabra de Jesús. El judío que no se adhiera «al Mesías
nida. Lo que es claro es que Lucas no entra aquí en el problema del re- destinado por Dios» a su pueblo, dejará de ser miembro de Israel. Por-
traso de la parusía; más bien insiste en que Jesús glorificado, al cabo de que el verdadero Israel sólo existe allí donde se presta oídos a la voz de
un espacio de tiempo determinado por Dios, volverá a manifestarse vi- | Jesús.
siblemente (1,11). Y ese intervalo va a durar «hasta que lleguen los m 24. Una frase sintética deja constancia de la coincidencia de todos
tiempos de la instauración (apokatastasis) de todo lo que Dios anun- ilos demás profetas con el testimonio de Moisés. Todos ellos han anun-
ció por boca de sus santos Profetas desde el principio». Lucas llega reiado «estos días». Con esto, a pesar de la formulación de carácter apo-
a esta afirmación porque da a la palabra apokatastasis el sentido de calíptico, se hace hincapié en el presente, en línea con la perspectiva
«instauración, realización», mientras que en la tradición significaba temporal trazada en el v. 20.
el tiempo de la consumación que se esperaba; y además porque
pone en relación esta apokatastasis con «todas las profecías». Estos 25. Con una enérgica llamada a Israel, el discurso alcanza su punto
«tiempos» significan para Lucas, como se verá en seguida con toda culminante conclusivo. Los dos últimos versos se abren con una insistente
claridad, el tiempo de Jesús, el tiempo presente en el que ha sido alocución directa: «Vosotros sois los hijos de los Profetas», a vosotros
enviado el Espíritu (porque también la venida del Espíritu es, según se os ofrece la salvación en "estos días" (v. 24), vosotros estáis hoy ante
2,17ss, cumplimiento de las profecías) y el tiempo del testimonio sobre una decisión definitiva. Como última cita de la Escritura se aduce la
Jesús. promesa de Dios a Abrahán (Gn 12,3) según la formulación de Gn
22,18 (LXX). Con todo, Lucas ha introducido un cambio muy significa-
22. Como ejemplo de profecía se citan las famosas palabras de tivo; en vez de la palabra original «naciones», Lucas dice «razas». La
Moisés, tomadas de Dt 18,15, acerca del profeta como él, que Dios susci- elección de este término era necesaria para poder aplicar primaria-
tará al final de los tiempos. La cita está tomada fundamentalmente del mente a Israel la promesa divina. (Por el contrario, Pablo, al citar ese
texto de los LXX, pero con una construcción tan libre, que difícilmente se mismo pasaje en Gal 3,8, pone el acento exclusivamente en la relación
puede considerar como cita, en el sentido auténtico de la palabra. Sigue de las «naciones», es decir, los paganos.)
inmediatamente una advertencia sobre el no hacer caso al «profeta»; una
frase que probablemente es fruto de una combinación muy libre de Dt 26. La «descendencia de Abrahán» es Cristo; por medio de él,
18,15-20 y Lv 23,29. todas las razas de la tierra, judíos y paganos, reciben la bendición. Pero
el primer destinatario de esa bendición es Israel. Para él, «en primer lu-
Hay que admitir que este montaje en los vv. 22-23 no es obra de gar, suscitó Dios a su siervo». La palabra que se usa aquí (anastésas)
Lucas, sino que se debe a la tradición oral. Posiblemente provenga de significa, en el resto del Nuevo Testamento, únicamente la resurrección
una colección de sentencias, usadas en medios judeocristianos de cul- i de Jesús. Sin embargo, aquí Lucas, como en el v. 22, donde aparece
tura helenística para la predicación a Israel. El acento recae no en el ¡otra forma del mismo verbo, se refiere al envío del Jesús terrestre, a la
hecho de que Moisés haya profetizado la venida de Jesús, sino en que encarnación. La actuación de Dios no admite dudas; él quiere que Is-
Moisés mandó que se le hiciera caso. Una vez más encontramos, aun- rael sea el primero en participar de su bendición. Dios ha enviado a
que sólo sea indirectamente, uno de los primitivos títulos de Jesús: Jesús en medio de Israel y ahora, por mediación de los apóstoles, le
«profeta». En muchos círculos judíos, por ejemplo, en la comunidad de ofrece el mensaje de salvación; ambos elementos van inseparablemente
Qumrán (4 QTest 5-8; 1 QS IX 11), e igualmente entre los samaritanos, unidos en la concepción lucana. La eficacia de esta bendición sólo de-
se conservaba viva la espera de un profeta para el final de los tiempos, Pende de que Israel escuche y obedezca a la llamada a la conversión.
según Dt 18,15 (cf. el comentario a 5,36). Hay muchos indicios de la Aún no es demasiado tarde.
tradición oral, que permiten deducir que el judeocristianismo primitivo
centró en Jesús esa esperanza; por ejemplo, parece que en los relatos
de los prodigios obrados por Jesús se pueden detectar influjos de una
concepción de la actividad taumatúrgica del profeta esperado (Me
8,1 lss; Le 7,16; y en clima de controversia: Jn 6,30s; cf. además Le
9,8.19; 24,19; Mt 21,11.46). Una tradición muy similar, que explota ti-
4,1-22: Pedro ante el Consejo 117
6. Pedro ante el Consejo (4,1-22) 21
Con nuevas amenazas los soltaron. No encontraban manera
4 Mientras hablaban al pueblo se les presentaron los sacer- de imponerles un castigo por causa del pueblo, pues todos alaba-
dotes, el comisario del templo y los saduceos, 2muy molestos por- ban a Dios por lo sucedido; 22ya que el hombre curado por el
que enseñaban al pueblo y anunciaban que la resurrección de los milagro tenía más de cuarenta años.
muertos se había verificado en Jesús. 3 Les echaron mano y, V. 11: Sal 118,22.
como era ya tarde, los metieron en la cárcel hasta el día si-
guiente. 1-22. La primera confrontación de los apóstoles con las autori-
4
Muchos de los que habían oído el discurso creyeron, y el nú- dades judías se produce en conexión con el discurso de Pedro en el
mero de hombres llegó a unos cinco mil. templo. La narración se compone de una secuencia de cuatro escenas
5 estrechamente enlazadas: 1) Captura y arresto durante una noche (vv.
A1 día siguiente se reunieron en Jerusalén los jefes del pue- 1-4). 2 Testimonio de los apóstoles ante el Consejo (vv. 5-12). 3) Pausa
blo, los ancianos y los doctores de la ley, incluyendo al sumo sa- deliberativa del Consejo (vv. 13-17). 4) Amonestación a los apóstoles y
cerdote Anas, a Caifas, Juan, Alejandro y a todos los que perte- nuevo testimonio (vv. 18-22). La primera escena es un puente narrativo.
necían a familias de sumos sacerdotes. Hicieron comparecer a El centro de la segunda escena lo ocupa un breve discurso de Pedro,
Pedro y a Juan, y los interrogaron: que resume sintéticamente los puntos esenciales de 3,12-26. La tercera
—¿Con poder de quién o en nombre de quién habéis hecho escena ofrece a Lucas la oportunidad de exponer con cierto detalle las
eso vosotros? razones de la actitud que las autoridades judías han tomado contra la
8
Pedro, lleno de Espíritu Santo, respondió: comunidad cristiana. Y la última escena muestra gráficamente cómo, en
la primera situación crítica, la libertad y la autoridad de los apóstoles
—Jefes del pueblo, ancianos: 9 dado que nuestro interrogato- para predicar en público, hecha posible por el don del Espíritu en Pen-
rio de hoy versa sobre el favor hecho a un enfermo, para averi- tecostés, sale por sus fueros.
guar por obra de quién está curado este hombre, 10 quede bien No hay indicios de que Lucas haya hecho uso de fuentes escritas.
claro para vosotros y para todo Israel que ha sido por virtud del Algunas incongruencias de la presentación hay que atribuirlas a des-
nombre de Jesucristo, el Nazareno, a quien vosotros crucificas- cuido del narrador. Por ejemplo, la circunstancia de que se identifique
teis y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Por obra suya a los apóstoles como discípulos de Jesús sólo en el v. 13, siendo así que
tenéis aquí a éste sano ante vosotros. u Jesús es la piedra que de- ya en los primeros versículos se cuenta su arresto, precisamente por
sechasteis vosotros, los constructores, y que se ha convertido en predicar el mensaje de Jesús; e igualmente la inesperada reaparición
piedra angular. 12La salvación no está en ningún otro, es decir, del paralítico curado, durante el interrogatorio (v. 14). El único indicio
que bajo el cielo no tenemos los hombres otro nombre diferente de tradición que se puede detectar en este pasaje es la afirmación cris-
de él al que debamos invocar para salvarnos. tológica del v. 11, que desarrolla el «esquema antitético» (cf. comenta-
13
Viendo la seguridad de Pedro y Juan y notando que eran rio a 2,22s) a partir del Sal 118,22. Pero aunque la composición escé-
hombres sin letras ni instrucción, estaban sorprendidos. Sabían nica sea fundamentalmente creación de Lucas, esto no supone que ya
se haya dicho la última palabra sobre su valor histórico. La secuencia
también que habían sjdo compañeros de Jesús, 14 pero, viendo de los sucesos, según la descripción lucana, tiene que ser histórica, al
junto a ellos al hombre que se había curado, no encontraron ré- menos en sus grandes líneas. El hecho de que la comunidad naciente
plica. 15Les mandaron salir fuera del Consejo y se pusieron a de- empezase a predicar públicamentee en Jerusalén, después de Pente-
liberar: costés, y que se fuese ampliando continuamente el círculo de sus se-
16
—¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Porque han he- cuaces, tuvo que constituir una verdadera provocación, especialmente
cho un milagro evidente, lo sabe todo Jerusalén y no podemos Para aquellos que habían promovido la condena de Jesús, hasta el
negarlo. 17 Pero, para evitar que se siga divulgando entre el pue- Punto, por lo menos, de pensar en una posible intervención contra el
blo, los amenazaremos para que no vuelvan a mencionar ese cristianismo. La casta sacerdotal de los saduceos tomó la proclamación
nombre delante de nadie. de la resurrección de un hombre condenado por el Consejo, como un
18
Los llamaron y les prohibieron terminantemente hablar y fanatismo que ponía en peligro el orden establecido y como un ataque
a
su autoridad. De otro modo, mientras la comunidad cristiana se atu-
enseñar en el nombre de Jesús. 19 Pedro y Juan les replicaron: viese a la ley y a los usos del templo, el Consejo carecía de motivos
—¿Puede aprobar Dios que os obedezcamos a vosotros en Para tomar medidas legales contra los discípulos de Jesús. Por su parte,
vez de a él? Juzgadlo vosotros. 20 Nosotros no podemos menos de l°s fariseos, que constituían un partido muy fuerte, abogaban por man-
contar lo que hemos visto y oído.
118 4,1-22: Pedro ante el Consejo 4,1-22: Pedro ante el Consejo 119
tenerse a la expectativa (5,34ss). Lucas parece estar muy bien infor- mítico) o «Sinedrio» (de origen griego) (cf. v. 15), constaba de 71 hom-
mado, por lo menos sobre los principales factores que determinaron la bres y, en tiempos de la dominación romana, tenía, aparte del poder
situación de la comunidad primitiva en Jerusalén. decisorio en cuestiones religiosas, la responsabilidad de administrar la
justicia y de ejercer el régimen interno en Jerusalén y en toda la pro-
1. El discurso de Pedro queda abruptamente interrumpido por la vincia de Judea. El Consejo estaba formado por tres grupos: los jefes
intervención de los adversarios. Lucas no quiere insinuar con esto que (llamados frecuentemente en el Nuevo Testamento «sumos sacer-
el discurso transcrito en 3,12-26 sea un fragmento incompleto; en reali- dotes»), los ancianos y los doctores de la ley. A la categoría de los jefes
dad, según el análisis precedente, constituye una unidad bien construida pertenecían el sumo sacerdote en ejercicio, que era el presidente del
y acabada. Lo que quiere mostrar Lucas es el carácter público de la in- Consejo, y aquellos miembros de la nobleza sacerdotal que estaban en-
tervención de la autoridad; en pleno templo, ante los ojos de una mu- cargados de la administración del templo y de los servicios sarcerdotales:
chedumbre apiñada a su alrededor, los apóstoles son detenidos. Con- entre otros, el comisario del templo, el inspector y el tesorero. El grupo
duce la acción el comisario del templo, el segan, un miembro de la de «ancianos» estaba compuesto por miembros de la nobleza civil, de
nobleza sacerdotal, responsable del funcionamiento externo de los ser- antigua estirpe jerosolimitana, todos ellos simpatizantes del partido sa-
vicios del templo y de mantener el orden. A la guardia del templo, duceo. Los doctores de la ley no tenían, al principio, representación en
mandada por el comisario, pertenecían los sacerdotes, que también se el Consejo; pero fueron entrando a medida que iba creciendo el influjo
mencionan en el texto. En tercer lugar, aparecen «los saduceos», a pe- de la doctrina farisea en la vida pública. También había doctores de la
sar de que los miembros de este partido de la nobleza religiosa no te- ley entre los saduceos, pero podemos suponer que, en la época que nos
nían ningún derecho a intervenir en el templo como fuerzas del orden. ocupa, la inmensa mayoría de los doctores que pertenecían al Consejo
Por eso aquí no se hace referencia al partido saduceo, en cuanto tal, eran fariseos. Lucas menciona por separado a los miembros de la fami-
sino más bien al hecho de que las personas mencionadas —el comisario lia sacerdotal. ¿Quiere así darles un relieve especial, o piensa, errónea-
del templo y los sacerdotes auxiliares— eran miembros de ese partido. mente, que éstos constituyen un grupo aparte dentro del Consejo? Un
error manifiesto es la mención de Anas, como sumo sacerdote. En
2. Tuvo que parecerles extraordinariamente escandaloso que, pre- aquellos años, el sumo sacerdote era Caifas, yerno de Anas, que des-
cisamente en el templo e invocando la actuación de Dios en Jesús empeñó el cargo desde el año 18 a 36; aunque el hombre fuerte, ac-
(cf. 2,24), se proclamase la resurrección de los muertos. Esto era un tuando en la sombra, siguió siendo Anas. De Juan y Alejandro, ésta es
punto decisivo de discrepancia doctrinal entre fariseos y saduceos. Los la única noticia que poseemos. Posiblemente en vez de Juan haya que
fariseos admitían una resurrección al final de los tiempos, mientras que leer Jonatán (como lo hace el códice D), hijo de Anas y sucesor de
los saduceos rechazaban de plano esta idea, por no encontrarse en la Caifas. La indicación de lugar, «en Jerusalén», pretende acentuar el
Tora, que era la única autoridad que ellos respetaban (cf. Me 12,18-27). sentido teológico: los apóstoles tienen que dar razón de sus actos ante
el organismo más alto de la ciudad santa.
3. Según la presentación lucana, el discurso de Pedro tuvo que du-
rar varias horas. Así que, cuando irrumpió la guardia del templo, era 7. Acerca del sitio concreto donde se reunía el Consejo no sa-
ya el atardecer. Como el interrogatorio por parte del Consejo no podía bemos nada. Según Josefo (Bell. V 144), era un salón del ala suroeste
tener lugar más que a la mañana siguiente, los apóstoles tuvieron que de la explanada del templo, que daba al valle de Sixto. El interrogato-
pasar la noche en la cárcel. rio empieza con una pregunta no sobre la proclamación pública de la
resurrección, como cabría esperar después de 4,2, sino sobre el poder
4. Antes de hacer un fundido narrativo con la escena siguiente, se en virtud del cual se ha obrado la curación; de esta manera, Lucas
introduce un momento de pausa para hacer balance de resultados; el tiene la oportunidad de poner una vez más en labios de Pedro el testi-
número de los creyentes se eleva ahora a cinco mil (cf. 2,47). Aunque monio sobre la potencia del nombre de Jesús (3,16), y esta vez ante los
no todos los que oyeron el discurso de Pedro llegaron a abrazar la fe, sí más altos representantes del pueblo judío.
fueron «muchos»; el grado de adhesión entre el pueblo fue considera-
ble. Con estas cifras tan elevadas, que superan con mucho la realidad 8. Según la promesa que Jesús había hecho a sus discípulos para el
histórica, Lucas pretende despertar en el lector la idea de que esta pri- momento en que tuviesen que testificar ante magistrados y autoridades
mera explosión del evangelio en medio de Israel y produjo un amplio (Le 12,11-12), Pedro queda lleno de Espíritu Santo. Esta manera de
movimiento popular, que las autoridades —ellas y únicamente ellas— presentar a Pedro establece, si no necesariamente una contradicción, sí
sólo a duras penas lograron reprimir. una cierta tensión con respecto a 2,4; 6,3; 11,24. Cierto que, para
Lucas, los discípulos son portadores del Espíritu, pero ésta no es una
5-6. El interrogatorio tiene lugar a la mañana siguiente ante el posesión meramente natural, de la que puedan disponer a su antojo;
Consejo. Esta corporación, llamada también «Sanedrín» (de origen se- los discípulos poseen el Espíritu en la medida en que pueden estar se-
120 4,1-22: Pedro ante el Consejo 4,1-22: Pedro ante el Consejo 121

guros de que, en cuanto lo necesiten, Dios lo enviará en su ayuda (cf. otros», típico de las profesiones de fe, sugieren que se trata de una fór-
4,31; 13,9). mula litúrgica tomada de la tradición. Y como en ella se alude a po-
nerse bajo el influjo salvífico del nombre de Jesús, es probable que su
9-10. El breve discurso de Pedro vuelve sobre temas de 3,12-26, de origen se deba a la liturgia bautismal. Temáticamente, la fórmula está
modo conciso. Igual que en el discurso anterior, la curación del paralí- emparentada con las profesiones de fe que aparecen en el Antiguo Tes-
tico, en cuanto prueba de la potencia del nombre de Jesús, es el punto tamento, en las que se reconoce el poder absoluto y único del nombre
de partida para un desarrollo del esquema antitético (cf. el comentario de Yahvé. Con la profesión de fe en el nombre de Jesús, como la única
a 2,22s). Sólo es distinta la conexión con la situación precedente, ya vía de salvación ofrecida a los hombres y al mundo entero, queda enun-
que en este caso se trata de un interrogatorio procesual. Pedro empieza ciado un derecho absoluto del hombre, que rebasa la situación concreta
señalando lo absurdo de esta situación, en que él y Juan son interro- y que sólo llegará a su pleno cumplimiento en el horizonte de la misión
gados en un proceso judicial, por haber llevado a cabo una acción que universal.
ha causado la curación a un enfermo. Y continúa mencionando al ver-
dadero autor de esa curación: el nombre de Jesucristo, el Nazareno, a 13-14. Sorprende un poco que la primera reacción de los miembros
quien ese mismo Consejo que ahora juzga a los apóstoles, rechazó hace del Consejo, al terminar el discurso, sea positiva. A esto les llevan tres
unos días. Al menos implícitamente suena aquí una advertencia; el ab- constataciones: 1) Se dan cuenta de la seguridad con que se expresan
surdo de rechazar a Jesús, el Salvador, ¿se va a repetir ahora en sus los apóstoles —Juan viene mencionado otra vez—; se trata de un dis-
discípulos que actúan en su nombre? Como prueba viviente de la po- curso hábil y autoritario, que no sería de esperar en boca de unos hom-
tencia de este nombre aparece una vez más el paralítico curado (cf. bres tan simples, sin formación retórica ni escriturística. Con esto se da
3,12), que se supone que está presente en la sala como testigo. al lector una confirmación del poder que tiene el testimonio de Cristo,
bajo la acción del Espíritu Santo (1,8). 2) Comprueban que se trata
11. El contraste entre la acción destructora de los judíos y la ac- realmente de secuaces de Jesús; entonces, la autoridad a la que apelan
ción salvadora de Dios adquiere relieve por medio de una cita de la Es- los apóstoles no puede ser otra que la del nombre de su maestro. 3) No
critura. El Sal 118 (LXX 117), 22, originariamente canto de alabanza encuentran réplica contra la afirmación de que este nombre ha reali-
de un fiel israelita por un inesperado cambio salvífico en su vida, se cita zado verdaderamente una curación, porque el hombre curado está en
varias veces en el Nuevo Testamento como prueba de la resurrección esa misma sala, como testigo inequívoco.
de Jesús (Me 12,10s p; Ef 2,20; 1 Pe 2,4ss). El salmo formaba parte del
gran Hallel, que se cantaba al final de la cena de Pascua (Me 14,26). 15. Después de haber hecho salir de la sala a los acusados, tiene
Este versículo del salmo, como sugiere Me 12,10s, debió de usarse en el lugar una deliberación a puerta cerrada.
cristianismo primitivo como justificación del esquema antitético: Jesús,
desechado por Israel, recibe de Dios la dignidad de «piedra angular». 16. Inmediatamente resulta claro que el Consejo, a pesar de las
La expresión significa la primera piedra de los cimientos, el sillar sobre constataciones a que ha llegado, no está dispuesto a sacar unas conclu-
el que descansa todo el edificio (Is 28,16), o la dovela central que co- siones que puedan cuestionar la seguridad de su íntima convicción. La
rona el arco de una puerta (Job 38,6). El cambio introducido en la cita, cuestión acerca de la autenticidad de ese derecho invocado por Pedro,
que la convierte en acusación directa, difícilmente se puede atribuir a la ni siquiera se menciona. Todo se centra en un problema práctico, a sa-
técnica literaria de LucaS, sino que probablemente se remonta al uso ber, cómo podrán salir airosos, sin perder la cara y sin detrimento de
que de este salmo hacía la comunidad primitiva en sus controversias su autoridad, de la situación creada por la curación en público de un
con el judaismo. Y era fácil de comprender, porque la tradición judía paralítico. Todo Jerusalén lo sabe; así que sería inútil desmentirlo.
presentaba consistentemente a los doctores de la ley bajo la imagen de Además, gracias a este prodigio y también a su predicación, los após-
«constructores» de la Tora (Bill. I 876). La concepción de la Iglesia toles cuentan con un fuerte apoyo entre la gente. Proceder contra ellos
como edificio cuya piedra angular es Cristo (cf. Ef 2,20; 1 Pe 2,4), pa- significaría crear emociones peligrosas en el sector público, aparte de
rece que no tiene resonancias en este pasaje. que, en realidad, no hay una base jurídica suficientemente clara para
emitir una sentencia. Proclamar la resurrección ha sido realmente una
12. El discurso se cierra con una profesión de fe en el nombre de provocación, en especial para el ala saducea del Consejo, pero en ello
Jesús y en su significación salvífica universal. En virtud de su resurrec- no hay ninguna herejía sujeta a prosecución por parte del derecho pe-
ción, Jesús ha sido constituido por Dios fundamento único de salvación. nal. No en vano se pasa por alto aquí esa cuestión.
La prodigiosa curación del paralítico, debida al nombre de Jesús, es un
signo de la salvación universal que de él procede. (En la palabra sotena 17. Así que la única decisión del Consejo consiste en amenazar se-
(= «salvación») resuena el verbo sózó, de la misma raíz, que en el v. 9 veramente a los apóstoles y prohibirles terminantemente mencionar en
(significa la curación física.) El lenguaje elevado y solemne y el «nos- Público el nombre de Jesús. Y esto, según el sentido de la frase, ni
122 4,23-31: La oración de la comunidad 4,23-31: La oración de la comunidad 123

como objeto de predicación ni como sujeto de un poder que obra pro- dijera: «¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos planean
digios. fracasos? 26 Se alian los reyes de la tierra, los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías».
18-19. La escena conclusiva agudiza aún más una confrontación en 27
Así fue: se aliaron en esta ciudad Herodes y Poncio Pilato
la que se esconde la impotencia del Consejo. Los apóstoles, llamados
de nuevo a la sala, rechazan la amenaza como una intimidación inapro- con paganos y gentes de Israel contra tu santo siervo Jesús, tu
piada. Si es Dios mismo el que ratifica con todo su poder la actuación Ungido, 2 8 para realizar cuanto tu m a n o y tu decisión habían de-
en nombre de Jesús —y esto es innegable e irrebatible—, entonces el cretado que sucediera.
29
dejarse amedrentar por los obstáculos que pueda poner cualquier ins- Ahora, Señor, fíjate cómo nos amenazan y da a tus siervos
tancia o autoridad humana, para que no se haga valer el nombre de plena valentía para anunciar tu palabra; 30 al mismo tiempo ex-
Jesús, significaría desobedecer a Dios. La respuesta de los apóstoles se tiende tu mano y realiza curaciones, señales y prodigios cuando
parece tanto a la famosa réplica de Sócrates a sus jueces: «Prefiero invoquemos el nombre de tu santo siervo Jesús.
obedecer a los dioses, antes que a vosotros» (Platón, Apol. 29d; cf. 31
A1 t e r m i n a r la oración, r e t e m b l ó el lugar d o n d e estaban
Hch 5,29), que difícilmente puede tratarse de una coincidencia pura- reunidos, los llenó a todos el Espíritu Santo, y anunciaban con
mente casual. Y son precisamente los miembros del Consejo los invi- valentía la palabra de Dios.
tados a juzgar si esta frase, universalmente aceptada (cf. 2 Mac 7,2; 4
Mac 5,16ss), impone o no una verdadera obligación. Con esto se da la V. 24: Sal 146,6; Is 37,16; v. 25s: Sal 2,ls.
vuelta a la situación; los acusadores se convierten en acusados por los
apóstoles, que están seguros de defender la causa de Dios. 23-31. Esta escena proyecta la narración anterior en un horizonte
20. Los apóstoles corroboran su afirmación apelando a la misión más ancho. Pretende dejar bien claro que el conflicto de los apóstoles
que se les ha encomendado de dar testimonio (cf. 1,22; 2,32; 3,15). No con las autoridades judías concierne a toda la comunidad y no sólo a
pueden menos de seguir proclamando lo que han visto y oído, es decir, sus responsables; por eso, tiene que ser superado por toda comunidad
la enseñanza de Jesús y el mensaje de su resurrección. en cuanto tal. La superación del conflicto se lleva a cabo mediante una
oración comunitaria (vv. 24-30). La respuesta de Dios es inmediata:
21. El Consejo se substrae a este nuevo reto, escudándose en que una prueba más de la potencia del Espíritu (v. 31). Así la comunidad
su actitud es la pura verdad. Por eso reitera su amenaza y deja en liber- sale de esta primera situación crítica en que se ve envuelta, no precisa-
tad a los apóstoles; pero de muy mala gana, como se ve bien claro por mente afligida y debilitada, sino robustecida con una nueva fuerza para
la repetición de los motivos que ya de sobra conocemos: 1) no encuen- llevar a cabo su tarea evangelizadora. El hecho de que en el v. 31 se
tran razón jurídica alguna para proceder contra ellos, y 2) tienen miedo hable de una venida del Espíritu ha llevado a algunos exegetas a pensar
de una posible reacción emotiva del pueblo, alborotado por lo suce- que Lucas ha introducido aquí una variante, y hasta posiblemente la
dido. versión más primitiva, del relato de Pentecostés. La narración, tal como
la encontramos, es creación de Lucas. Ya hemos vito que, para él,
22. La mención de la edad del hombre curado suena aquí bastante las manifestaciones del Espíritu que se producen en determinadas
extraña y tiene todos los visos de una adición posterior. Lo que se pre- situaciones, son consecuencia de la efusión del Espíritu el día de Pen-
tende es subrayar la magnitud del prodigio y consecuentemente la im- tecostés (cf. el comentario a 4,8), sin que le hagan la más mínima con-
presión producida. Más de cuarenta años ha tenido que esperar ese currencia.
hombre para ser curado. Es posible que, en la tradición, el relato de la En la oración se detectan claramente signos de una reelaboración
curación del paralítico (3,1-10) terminase con esta observación. lucana de alguna tradición anterior, que comprendería esencialmente
los vv. 24b-28. Algunos de estos signos son, en primer lugar, ciertas ex-
presiones típicas del lenguaje litúrgico tradicional; por ejemplo, la invo-
cación de Dios como creador y dominador del cielo, de la tierra y del
7. La oración de la comunidad (4,23-31) mar, acuñada en solemne estilo participial y formulada según el Sal
23
146,6. Igualmente la expresión «tu siervo Jesús», que aparece muchas
En cuanto los soltaron, volvieron a los suyos y les contaron veces en las primitivas oraciones cristianas como una elemento típica-
lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y ancianos. 24 A1 mente litúrgico (Did 9,2s; 10,2; 1 Clem 59,2; MartPol 14,2) y en el
oírlo, todos a una invocaron a Dios en voz alta: que se encierra una concepción cristológica muy antigua que presentaba
—Señor, tú hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo lo que ^ Jesús como profeta y como siervo del Señor (cf. comentario a 3,13).
contiene; 2 5 tú le inspiraste a tu siervo, nuestro padre David, que '-o mismo habría que decir de la denominación del siervo como «un-
124 4,23-31: La oración de la comunidad 4,23-31: La oración de la comunidad 125
gido» (cf. 4 Esd 7,28). También se puede apreciar una cierta resonancia ción de que «todos a una» invocan a Dios no sólo describe una oración
de la oración de Ezequías (Is 37,16-20). común en voz alta y en clima litúrgico, sino que con esta expresión típi-
En todo caso, la tensión que se crea con relación al contexto es camente suya (1,14; 2,46; 5,12; etc.) Lucas caracteriza el ambiente in-
buena prueba de que aquí no se trata de una oración compuesta por terno de la comunidad en sus comienzos. Esta unión que Dios crea por
Lucas a base de elementos concretos tomados de la tradición, como es medio del Espíritu se contrapone a la inseguridad de las autoridades ju-
el caso de Le 1,47-52; 1,68-79; 2,29-32, sino de un fragmento de tradi- días. La invocación inicial despota (= «Señor») es corriente en el len-
ción preexistente. Mientras el v. 27 presenta a Herodes y a Pilato como guaje litúrgico de los LXX y es un término predilecto del cristianismo
adversarios «sus amenazas» ( = «cómo nos amenazan»), el v. 29 se re- primitivo en sus oraciones dirigidas a Dios (Le 2,29; Ap 6,10; 1 Clem
fiere claramente a las amenazas del Consejo. La mención de Herodes y 7,5; 9,4; etc), mientras que la invocación kyrie, que significa práctica-
Pilato no es aquí una reminiscencia del relato de la pasión de Jesús se- mente lo mismo, se usa en las oraciones dirigidas a Jesús (sin embargo,
gún Lucas, sino que hasta está en abierta contradición con él. Efectiva- cf. el comentario a v. 29).
mente, en Le 23,1-25 estos dos gobernantes vienen presentados como
testigos de la inocencia de Jesús y no como cabecillas de una confabula- 25. La transición a la cita del salmo está, desde el punto de vista
ción contra él, como es el caso en este pasaje. Pero lo más decisivo es del texto, muy corrompida. Parece que es el resultado de una amal-
la interpretación teológica de la pasión de Jesús a base de Sal 2, que no gama de dos lecturas divergentes: «Tú que has hablado por boca de
corresponde a la argumentación cristológica de los precedentes dis- nuestro padre David, tu siervo» y «tú que has hablado por medio del
cursos de Pedro y, por lo demás, cae fuera de la perspectiva usual. La Espíritu Santo»; de modo que esta segunda lectura podría ser una co-
argumentación escriturística no apunta a la exaltación de Jesús ni, por rrección de la primera, con la intención de poner de relieve el carácter
tanto, al contraste entre la actuación de Dios y la conducta humana, inspirado de la Escritura (cf. 2 Tim 3,16). Ya que el salmo es palabra
sino más bien pretende probar que en los misteriosos acontecimientos personal de Dios, que indica su actuación futura, la comunidad puede
que desembocaron en la muerte de Jesús se manifestó la mano y la vo- apelar a esa palabra en su oración. El Sal 2, que originariamente cele-
luntad de Dios. Cuando aquí se interpreta la pasión a partir de Sal braba la derrota de los enemigos del rey mesiánico, de estirpe davídica,
2,ls, como de acuerdo con la Escritura y, por tanto, con la voluntad se aplica aquí a la pasión de Jesús.
de Dios, nos encontramos con el mismo principio interpretativo subya- 26-27. La alianza de «los reyes de la tierra» y de «los príncipes» se
cente a Me 8,31; 9,31 y que se desarrolla en el relato de la pasión se- entiende como una profecía que se cumple en el destino de Jesús. He-
gún Marcos. El Sal 2,7, cita escriturística normal para probar la consti- rodes Antipas representa a los «reyes» y el procurador romano a los
tución de Jesús como «Hijo de Dios» en la resurrección (13,33; Mt «príncipes». Los también mencionados «naciones y pueblos» represen-
3,17; Heb 1,5; 5,5, etc.), no se aduce en este pasaje. tan, aunque ciertamente con reservas, a los soldados romanos y al pue-
Por tanto, según lo dicho, los vv. 24b-28 nos ofrecen un fragmento blo judío que, al igual que los anteriores, se aliaron en la lucha contra
de una oración muy antigua que, con lenguaje litúrgico y apoyándose Jesús; de ahí el plural «gentes» en el v. 27. La expresión «en esta ciu-
en Sal 2,ls, da gracias a Dios por su misteriosa actuación en la pasión dad» es una adición lucana, con el propósito de actualizar la cita y esta-
de Jesús. El ambiente donde nació esta oración tuvo que ser la celebra- blecer una conexión con lo que sigue. En Jerusalén, donde ya había
ción eucarística. La relación entre la obra creadora de Dios y la euca- sido rechazado Jesús, la oposición de los poderosos se desencadena
ristía se encuentra ya encías más antiguas tradiciones litúrgicas (Did también contra sus discípulos. La alusión a la unción de Jesús hace re-
10,3; Justino, Apol. 67; Hipólito, Trad. 31). La única adición lucana es ferencia a Le 4,18; Lucas interpreta el bautismo de Jesús como una un-
probablemente la expresión «en esta ciudad» (v. 27; cf. 4,5). ción para desempeñar su ministerio mesiánico.

23. Se describe una escena típica. Al volver de la prisión, los após- 28. La «mano» de Dios —símbolo veterotestamentario de su pode-
toles encuentran reunidos a «los suyos», es decir, a toda la comunidad. rosa acción en la historia— y su voluntad han mostrado su potencia en
el destino de Jesús. Los soberanos y los poderosos, que creían actuar a
Cómo era posible que un grupo tan numeroso como el mencionado en
su propio arbitrio, quedan convertidos de esta manera, sin darse
2,41 y 4,4 hubiera encontrado un espacio donde reunirse es una cues-
cuenta, en instrumentos de Dios para la realización de su plan salvífico,
tión secundaria e irrelevante. Enseguida los apóstoles les cuentan lo
que se lleva a cabo precisamente en el sufrimiento y en la humillación
ocurrido, naturalmente haciendo especial hincapié en la amenaza que exterior de Jesús.
les habían hecho los «sumos sacerdotes» —el grupo dirigente del Con-
sejo— y los ancianos. 29. El «ahora» transicional (cf. 5,38; 20,32; 27,22) sirve de unión
entre lo anterior y la petición que sigue, de clara formulación lucana.
24. La respuesta de la comunidad se expresa en una oración, en la Indudablemente este enlace cambia el rumbo de la oración, de una ma-
que expone al Señor la amenaza que se cierne sobre ella. La observa- nera típica de Lucas; la comunidad no pide, como era de esperar, que
726 4,32-35: Vida de la comunidad de Jerusalén 4,32-35: Vida de la comunidad de Jerusalén 127
se cumpla la voluntad de Dios en la persecución y las amenazas a las 34
Entre ellos ninguno pasaba necesidad, ya que los que poseían
que ahora se encuentra expuesta, sino que pueda afrontar esa persecu- tierras o casas las vendían, llevaban el dinero 35 y lo ponían a los
ción con un testimonio lleno de valentía. El llamarse a sí mismos pies de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba
«siervos» encierra una confesión de humildad, propia del lenguaje de la cada uno.
oración; Dios es «el Señor» (v. 24) y el hombre sólo puede presentarse
ante él como «siervo». Lo que se pide es fuerza para dar testimonio de
palabra y de obra. «Anunciar la palabra» es término técnico para la 32-35. Los vv. 32-35 constituyen el segundo de los tres sumarios que
proclamación del mensaje salvífico (4,29.31; 8,25; ll,19s; 13,46; 14,1; estructuran el relato de los comienzos de la Iglesia en Jerusalén. Como ya
etcétera). hemos demostrado al analizar 2,42-47, los tres sumarios son resultado de
un desarrollo de los elementos de tradición contenidos en 2,42s. Concreta-
30. «Señales y prodigios» aparece frecuentemente en el Nuevo mente, en este sumario se desarrollan la «enseñanza de los apóstoles» y la
Testamento como una expresión típica, influenciada por el lenguaje del «comunidad de vida», dando particular énfasis a esta última. Aparte de
Antiguo Testamento (Ex 7,3; Dt 6,22; 7,19; etc). Ambas palabras tie- esto, Lucas ha entretejido el presente sumario con elementos de los re-
nen prácticamente el mismo significado. En líneas generales se podría latos anteriores y de los siguientes. Por ejemplo, el v. 33 sintetiza, en mi-
decir que «señal» indica un acontecimiento en su referencia a Dios, rada retrospectiva, el precedente «testimonio de la resurrección», espe-
mientras que «prodigio» subraya ese momento de asombro causado por cialmente 3,12-26 y 4,7-12. Por el contrario, los vv. 32.34s resumen por
un suceso extraordinario e inexplicable. En sus detalles, la formulación anticipado los episodios siguientes que tratan de la comunidad de bienes
de la frase obedece a un esfuerzo por incorporar el mayor número posi- (4,36s; 5,1-11). Probablemente estos dos últimos relatos fueron los únicos
ble de elementos que se podrían encontrar en el fragmento de tradición materiales que Lucas tuvo a disposición en sus fuentes, para describir la
incluido en los versículos precedentes. Por ejemplo, los prodigios men- comunión de bienes en Jerusalén.
cionados aquí se ponen en relación con la «mano de Dios» extendida y
con el nombre de Jesús, el «santo siervo» de Dios (cf. 3,13). El hecho 32. A pesar de los nubarrones que se ciernen amenazadores en el
de que el «nombre de Jesús» realice prodigios es una prueba del poder horizonte, la vida de la comunidad transcurre tranquila y libre de con-
de Dios. La actuación y el comportamiento de los dos apóstoles, Pedro flictos internos. Así va adquiriendo forma histórica, por la gracia de
y Juan, se mantiene aquí como modelo para toda la comunidad; ellos Dios, y aunque sea por breve tiempo, esa imagen ideal, y normativa
han dado un testimonio valiente y, curando al paralítico, han demos- para todas las épocas, de lo que tiene que ser la Iglesia. El lenguaje bí-
trado la potencia del nombre de Jesús. Ahora la comunidad pide a blico y algunos elementos de la filosofía popular helenística se combi-
Dios asistencia y fuerza para hacer lo mismo. nan en una especie de sincretismo que, a primera vista, resulta un tanto
extraño; «corazón y alma» son dos conceptos que el Antiguo Testa-
31. La oración es inmediatamente escuchada. Signo visible de ello mento une en una circunlocución para expresar el centro más íntimo de
es el terremoto, según la mentalidad antigua (Ovidio, Met. XV 672; Vir- la persona humana (p. ej. Dt 6,5; 10,12; 11,13). Por su parte, la expre-
gilio, En. III 90). Pero no queda todo ahí, en ese signo externo; el Espí- sión «lo poseían todo en común» (panta koina) significa frecuentemente
ritu Santo «llena» a todos los miembros de la comunidad. La implorada en la literatura griega el ideal de la comunión de bienes. La unión entre
fuerza de Dios viene sobre ellos y los capacita para dar valiente testi- los creyentes era tan estrecha, que llegó a abolir las fronteras que la
monio, como han pedido^ acerca de la «palabra de Dios»; y precisa- propiedad privada establece entre los hombres. Ninguno reclamaba en
mente en esa situación de amenaza, desatada por sus adversarios. No exclusiva su derecho de propiedad con respecto a lo suyo, sino que
es que se vuelva a repetir el prodigio de Pentecostés, pero sí queda rea- todos ponían todo a disposición de los hermanos, cuando era necesario.
firmado y actualizado en esta nueva situación.
33. La descripción de la comunidad de bienes queda interrumpida
por una observación sobre la eficacia del testimonio de los apóstoles
acerca de la resurrección. Con ello se quiere mostrar que estos dos as-
8. Vida interna de la comunidad de Jerusalén: pectos de la vida comunitaria están íntimamente relacionados. Mientras
segundo sumario (4,32-35) los apóstoles llevan a cabo su misión de dar testimonio de la resurrec-
32 ción (1,22) «con mucha eficacia», es decir, con su proclamación valiente
E1 grupo de los creyentes era uno en corazón y alma; lo po- (v. 29) y con profusión de signos y prodigios, la comunidad cristiana,
seían todo en común y nadie consideraba suyo nada de lo que te- «el grupo de los creyentes», hace realidad visible en su comunidad de
v
nía. ¡da la eficacia concreta de ese testimonio. Y así, «todos ellos», após-
33
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor toles y comunidad, «gozaban de gran favor» (aquí,al revés que en 2,
Jesús con m u c h a eficacia; t o d o s ellos gozaban de gran favor. 47, el favor, la gracia, es la que viene de Dios; cf. Le 2,40).
128 Excurso: La comunidad de bienes Excurso: La comunidad de bienes 129
34-35. Así se cumple visiblemente, a causa de esta bendición, la el fin de colaborar a la manutención de los necesitados. Los particulares
promesa de que en la comunidad salvífica no habrá pobres (Dt 15,4). Y ponían sus propiedades a disposición de la comunidad con absoluta li-
ahora se describe cómo se practicaba concretamente la comunión de bertad y según lo requerían las necesidades del momento, sin que haya
bienes. Cuando la situación lo requería, los que poseían casas o tierras que pasar por alto las contribuciones espontáneas.
vendían sus propiedades y entregaban el producto a los apóstoles; éstos Precisamente en esta perspectiva es donde mejor se aprecia la dife-
administraban la caja común, distribuyendo a los necesitados de la co- rencia radical entre esta imagen del cristianismo primitivo y la comuni-
munidad lo que le hacía falta a cada uno (cf. 6,ls). Hay que notar que dad de bienes practicada por los esenios de Qumrán. Esta última cons-
el tiempo verbal que se usa aquí es el imperfecto, lo que significa que tituía todo un sistema complejo y perfectamente coordinado de
la venta de las posesiones no se hacía de una vez por todas, sino de administración económica colectiva y de productividad, sobre la base de
cuando en cuando, y que dependía de la disponibilidad de los intere- una ausencia absoluta de propiedad personal. El que entraba en la or-
sados. den tenía que entregar su fortuna a la comunidad y además trabajar
para ella (1 QS I l i s ) ; contra el que se atrevía a quebrantar esta regla
estaban previstas sanciones de lo más drásticas (1 QS VI 25). Con el pro-
La comunidad de bienes. Ideal y realidad histórica. La presentación lu- ducto del laboreo de los campos y con trabajos manuales se cubrían las
cana es, sin género de dudas, una imagen ideal de los primeros tiempos necesidades de la comunidad.
del cristianismo. Lucas describe la vida de la comunidad naciente con No hay duda de que la imagen ideal trazada por Lucas encierra mu-
una serie de rasgos que en cualquier lector de cultura helenística tenían cho de verdad histórica. A pesar de que existe una cierta contradicción
que despertar recuerdos de una idea muy extendida en la filosofía po- entre las afirmaciones generalizantes de los sumarios (2,44; 4,32) y los
pular contemporánea: la famosa utopía del tiempo primordial virgen, relatos particulares, tomados de la tradición, acerca de Bernabé (4,36s)
perdido una vez, pero que un día habrá de ser restablecido en toda su y Ananías (5,1-11), que nos dan a entender que no todos los miembros
integridad. La idea de un mundo sin barreras de propiedad privada, en de la comunidad vendían sus posesiones, esta contradicción no es abso-
el que todos tengan «todo en común», ejercía una poderosa fascina- luta, sino sólo relativa. En efecto, según 5,lss, la venta del campo de
ción. Aun la misma formulación textual de Hch 2,44 y 4,32 recuerda el Ananías fue una iniciativa totalmente libre, pero de ningún modo ex-
proverbio de Aristóteles: «Entre amigos todo es común» (Et. Nic. traordinaria, como se deduce del contexto. Igualmente la mención de
1168b). Lo mismo se contaba, con gran admiración, de algunos pueblos Bernabé (4,36s) no hace referencia a un caso especial, sino que proba-
tan remotos como los bárbaros escitas, entre los cuales aún continuaba blemente es un ejemplo concreto, que se ha conservado en la tradición
vivo el ideal de los orígenes: «Su modo de vida es sobrio y nada codi- por su carácter biográfico de uno de los personajes más significativos de
cioso; reina entre ellos un orden perfecto, porque todas sus posesiones la comunidad de Antioquía.
son comunes...» (Estrabón VII 3,9). Y Séneca veía en la tendencia a la La figura histórica de la comunión de bienes en Jerusalén adquiere
propiedad privada el pecado original que introdujo la corrupción en el rasgos más definidos, si se tienen en cuenta diversos factores que con-
hombre y en el mundo, y que tenía que ser vencido por medio de la tribuyeron a su configuración:
predicación moral de los filósofos: «Los hombres dejaron de poseer
todas las cosas, en cuanto empezaron a codiciar la propiedad privada.
a) Situación externa de los cristianos de Jerusalén. Los discípulos de
Por el contrario, los primeros hombres y sus sucesores obedecían, in-
Jesús, galileos de origen, abandonaron su país, después de Pascua, y se
contaminados, a la l:.y natural» (Epist. 90,3s; cf. Platón, Leg. 5). Por
trasladaron a Jerusalén. Como eran pescadores o campesinos de profe-
último, el historiador judío Flavio Josefo presenta, al menos indirecta-
sión, pronto se encontraron allí sin recursos económicos, por eso es na-
mente, la comunidad de bienes que practicaban los asenios, como cum-
tural que los miembros de la comunidad residentes en Jerusalén se hi-
plimiento de este ideal filosófico (Bell. II 122).
cieran cargo de ellos. A la inversa, los inmigrantes procedentes de
Un argumento a favor del sentido de responsabilidad histórica de Galilea, por el hecho de haber abandonado las posesiones que allí te-
Lucas es la reserva con que presenta esta imagen ideal del cristianismo nían, constituían para los residentes de Jerusalén un ejemplo que no
primitivo. Sería normal que, de acuerdo con las ideas de la filosofía po- Podía menos de influir en su actitud con respecto a la propiedad. Las
pular de su tiempo, la describiese como una especie de cooperativa de nuevas e insólitas condiciones de vida estimularon la improvisación y al
propietarios y productores, rigurosamente organizada y regida por un mismo tiempo contribuyeron a aliviarla.
férreo estatuto legal; pero no es así. Por eso está fuera de lugar la ex-
presión acuñada por E. Troeltsch «comunismo de amor». En realidad, b) Siempre desde el punto de vista externo, se podría haber pro-
esta expresión ignora que Lucas no habla de una socialización de los ducido una adaptación al modelo de atención a los pobres, practicado
medios de producción ni de una administración común de la economía, Por los fariseos. Por eso, es de suponer que durante las comidas comu-
sino simplemente dice que los propietarios vendían sus posesiones, con nitarias se hiciese una colecta, como era costumbre en la sinagoga, con
130 Excurso: La comunidad de bienes 4,36-5,11: Dos ejemplos de comunidad de bienes 131
motivo de alguna promesa pública que se daba a conocer en presencia todo, es claro que los cristianos de Jerusalén nunca abandonaron su
de toda la asamblea. convicción de ser realmente «los pobres» (Gal 2,10; Rom 15,26).
Con todo, el hecho de que Lucas presente aquí la comunión de
c) Un factor de primer orden tuvo que ser el ambiente de expecta- bienes como un ideal significa que esta concepción sigue la línea, tan
ción escatológica que reinaba en la comunidad, pero que no aparece ex- marcada en toda su obra, de la crítica a la riqueza (Le l,51ss; 6,24;
plícitamente en Lucas, dado el carácter de su obra. Para una gente que 16,13; etc.). Lucas es el autor neotestamentario que insiste con mayor
esperaba la inminente venida del Señor después de las apariciones del énfasis en la pregunta: «¿cuál es la verdadera actitud ante la propiedad
Resucitado, cualquier previsión de tipo económico en orden a asegurar y las posesiones?», una pregunta que Jesús hace a la Iglesia y que no se
la subsistencia era totalmente irrelevante. Nadie tenía reparos en poner puede eliminar impunemente.
a disposición de los necesitados, según lo pedía la situación, los medios
materiales de que disponía, porque ¿qué mejor empleo de los bienes
que usarlos para salvar la distancia que les separaba de la ya inminente
parusía? Esta expectación escatológica explica, por una parte, la liber- 9. Dos ejemplos de comunidad de bienes (4,36-5,11)
tad y la espontaneidad del don y, por otra, la evidente falta de una pla-
36
nificación económica a largo plazo. José, a quien los apóstoles pusieron el sobrenombre de Ber-
nabé (es decir, Consolado), que era levita y natural de Chipre,
37
d) Pero el factor más decisivo hay que buscarlo en el impulso que tenía un campo y lo vendió; llevó el importe y lo puso a los
encontraba la comunidad en la tradición sobre Jesús. Jesús había renun- pies de los apóstoles.
ciado a toda posesión personal, había criticado la riqueza (Le 6,24; 5 ' E n cambio, un tal Ananías vendió una propiedad de acuerdo
16,19-31; Me 10,23ss), había hecho una advertencia con respecto a los con su mujer, Safira, 2 y, a sabiendas de ella, retuvo parte del
agobios por la vida (Mt 6,11.25ss); y este ejemplo continuaba pujante precio y puso el resto a disposición de los apóstoles.
en la comunidad. Cierto que Jesús no había exigido la renuncia total a 3
Pedro le dijo:
todos sus seguidores, sino sólo a sus íntimos, a los que había llamado
— A n a n í a s , ¿cómo es que Satanás se te ha metido dentro?
para una consagración al servicio del reinado de Dios (Le 9,3; 10,4),
¿Por qué has mentido al Espíritu Santo reservándote parte del
por más que cualquier tipo de rigorismo ascético fuese ajeno a su men-
talidad (Mt 11,19; Le 7,34); pero la comunidad primitiva no podía pa- precio de la finca? 4 ¿No podías tenerla para ti sin venderla? Y si
sar por alto la posición crítica de Jesús con respecto a las posesiones. la vendías, ¿no eras dueño de quedarte con el dinero? ¿Cómo se
Para Jesús, la propiedad constituye un peligro, porque corre el riesgo te ha ocurrido hacer eso? No has mentido a los hombres, sino a
de convertirse en un medio para acorazarse contra las radicales exigen- Dios.
5
cias de Dios y del prójimo (Me 10,21s). El rico es presa fácil de la fas- A estas palabras Ananías cayó al suelo y expiró. Todos los
cinación de un poder que lo aleja de Dios (Le 12,16-21), porque lo in- que lo oyeron quedaron sobrecogidos. 6 Fueron los jóvenes, lo
duce a querer tomar posesión del mundo entero para sí mismo, en vez amortajaron y lo llevaron a enterrar.
de dejárselo a Dios y al prójimo. La comunidad primitiva no sólo llevó Unas tres horas más tarde llegó la mujer, que ignoraba lo
adelante la desprendida .actitud de Jesús con respecto a la posesión per- sucedido. 8 P e d r o le preguntó:
sonal, sino que, con la comunidad de bienes, intentó poner en práctica — D i m e , ¿vendisteis la finca por tanto?
una forma de vida en la que los bienes materiales, en cuanto don de Contestó ella:
Dios, pudieran unir y no separar; no estrecharan la perspectiva hacia el
—Sí, por tanto.
yo personal, sino que la ensancharan abriéndola hacia Dios y hacia el 9
prójimo. Pedro le repuso:
— ¿ P o r qué os pusisteis de acuerdo para poner a prueba al
Juzgado desde fuera, el experimento fue un fracaso. Ya en 5,1-11
caen las primeras sombras sobre esa imagen de los orígenes; y más ade- Espíritu del Señor? Mira, los que han enterrado a tu marido es-
lante (6,lss) el panorama se oscurecerá aún más. Hay que reconocer tán ya pisando el umbral para llevarte a ti.
que hubo muchas dificultades que no se pueden atribuir únicamente a En el acto cayó a sus pies y expiró. Al entrar los mozos la
la imprevisión económica de los primeros tiempos, sino también a las encontraron muerta; se la llevaron y la enterraron junto al ma-
particulares condiciones sociológicas de la comunidad de Jerusalén y a rido.
la situación general de Palestina (p. ej. la gran carestía mencionada en La comunidad entera q u e d ó espantada y lo mismo todos los
11,28). De hecho, otras comunidades tuvieron que movilizarse a base que se enteraron.
de colectas, para ayudar a la comunidad de Jerusalén; pero, a pesar de
132 4,36-5,11: Dos ejemplos de comunidad de bienes 4,36-5,11: Dos ejemplos de comunidad de bienes 133
36-37. Para documentar esa imagen de la comunidad de bienes, desacertado mantener la opinión de que la comunidad primitiva habría
Lucas añade después del sumario dos episodios concretos totalmente di- intentado explicar de esta manera tan extraña los primeros casos de
ferentes en cuanto a forma, origen y contenido. El primero (vv. 36s) es muerte dentro de ella, porque parecían estar en contradicción con la es-
un breve apunte biográfico sobre Bernabé. Lucas lo tomó de sus peranza de que la segunda venida de Cristo habría de realizarse en vida
fuentes antioquenas, con la intención de reproducir en su obra lo que se de todos los miembros de la comunidad. Lo más sencillo es ver en este
contaba en Antioquía acerca de los antecedentes de Bernabé, figura relato el recuerdo de un caso real de excomunión, como resultado de
central en los orígenes de aquella comunidad. La noticia se reduce a la una oposición a la disciplina comunitaria (1 Cor 5,5). La gradación
participación de Bernabé, mediante una iniciativa ejemplar, en el admi- de los diversos pasos de la narración, hasta llegar al juicio de Dios que
rable experimento de la comunidad de bienes puesto en práctica en Je- se consuma con una muerte, correspondería perfectamente a las leyes
rusalén. que rigen la transmisión oral.

5,1-11. La segunda tradición es probablemente de proveniencia jerosoli- 4,36. Bernabé, una figura que en el curso del libro llegará a alcanzar
mitana. Es posible que Lucas la hubiera encontrado en una colección una importancia de primer plano (11,22.25s; 13,lss), aparece aquí por
de narraciones en torno a Pedro (como 9,32-35; 9,36-43; 10,1-48; 12,3- primera vez. Al igual que otros muchos judíos de la diáspora, este le-
17); pero tanto la forma como el contenido del relato impiden clasifi- vita, natural de la isla de Chipre, residía, al menos temporalmente, en
carlo como perteneciente a esta categoría. Cierto que se pone de re- Jerusalén, donde poseía un campo. La explicación de su nombre es
lieve el puesto central de Pedro en la comunidad y su extraordinaria in- prácticamente imposible. El texto dice que «Bernabé» es un sobrenom-
tuición, pero en última instancia él no es el centro del relato. Pedro no bre que le pusieron los apóstoles y que significa «Consolado» (=«hijo
es más que un instrumento del poder del Espíritu Santo, que se mani- de consolación»). Realmente se encuentran muchos casos en que Jesús
fiesta en una condena y un castigo. El verdadero centro del relato es la o la misma comunidad confieren nombres que indican una función, por
comunidad. La disciplina comunitaria ha quedado lacerada, el matrimo- ejemplo, Cefas-Pedro, hijos del trueno (= rayos) (Me 3,16s). En el
nio culpable es arrancado de en medio de la comunidad, la reacción co- caso de Bernabé, la explicación «hijo de consolación» es lingüística-
munitaria viene reseñada enfáticamente dos veces, y en este contexto mente imposible; por el contrario, se podría pensar en bar nebua, ex-
de comunidad aparece —por primera vez en Hch— la palabra ekklesia presión semítica que se puede traducir por «hijo de profecía». O tal
(«Iglesia»: v. 11). A esta orientación hacia la comunidad, como un vez, ¿no podría ser que se tratase, no de un sobrenombre, sino simple-
todo, corresponde un cierto interés por el destino individual de los cul- mente de un nombre teofórico pagano: Bar-Nebo= hijo de Nebo? Pero
pables, que puede irritar la sensibilidad del lector moderno. No se dice en este caso, ¿cómo podría un levita judío llevar un nombre pagano?
ni una palabra sobre la posibilidad de conversión de Ananías; y queda Imposible. Así que no caben más que dos alternativas. Primera: «Ber-
sin respuesta la pregunta sobre cómo se pudo proceder a su entierro nabé» era su verdadero nombre; en este caso, su origen levítico no es
sin avisar previamente a su mujer. histórico, sino pura invención de Lucas, que tiene interés en subrayar la
El relato quiere provocar en sus lectores el mismo terror que en adhesión de sacerdotes judíos a la comunidad cristiana (6,7). Segunda:
aquella ocasión experimentó la comunidad ante el fatídico suceso (vv. «Bernabé» era realmente un sobrenombre; entonces la explicación eti-
5.11). El curso del relato tiene esa finalidad. Si se quita el v. 4, por ser mológica dada por Lucas no es correcta. En apoyo de esta segunda al-
adición interpretativa de*Lucas, aparece claramente la compacta unidad ternativa se puede aducir, aunque no de manera apodíctica, la vincula-
estructural de la narración primitiva. Después de una breve exposición ción de Bernabé con el primitivo ambiente profético, según se transluce
(v. l-2a), vienen dos escenas construidas en perfecto paralelismo (vv. en 13,1. En este supuesto, se podría pensar que Lucas, al explicar el
2b-6; 7-10), en las que a la sentencia expresada por Pedro en forma in- sobrenombre de Bernabé, lo confundió con Manaén, también mencio-
terrogativa (vv. 3,9) sigue inmediatamente la ejecución (vv. 5-6.10). nado en la lista de 13,lss (en arameo, Menahen significa precisamente
Los vv. 5b y 11 describen respectivamente la impresión causada en los «el consolador»).
testigos del suceso y en toda la comunidad. La repetición casi literal, en
la segunda parte, de los fenómenos de la primera pretende, aun desde 37. La frase «poner a los pies de los apóstoles» proviene del len-
el punto de vista más externo, causar la impresión de que se trata de guaje jurídico. El dinero se entrega a los apóstoles, como única instan-
un acontecimiento sobrecogedor e inevitable. Según esto, la clasifica- cia autorizada para su administración. La posterior representación grá-
ción más pertinente de este episodio sería la de «leyenda», que con- hca de una sede elevada, una especie de cátedra de Pedro y de los
tiene una advertencia y una exhortación a no tratar de engañar, a base apóstoles, no tiene razón de ser en este pasaje.
de mentiras, al Espíritu Santo, que domina soberanamente en la Igle-
sia. A pesar de todo, no se puede negar sin más el valor histórico del 5
>l-2. El matrimonio Ananías y Safira quiere repetir el efecto causado
suceso, por muy difícil que resulte comprenderlo. Sería absolutamente Por la acción de Bernabé y también ellos venden una finca, pero se
134 4,36-5,11: Dos ejemplos de comunidad de bienes 4,36-5,11: Dos ejemplos de comunidad de bienes 135

quedan con parte del precio, sin decir nada a nadie. Ananías lleva el 8. En línea con esta concisión del estilo narrativo, Pedro se dirige a
resto del dinero, fingiendo hipócritamente que es el importe total, a la Safira sin darle explicaciones de lo que acaba de ocurrir, sino con una
asamblea comunitaria, para entregárselo a los apóstoles —posiblemente pregunta que va directamente al centro de la cuestión. Desde luego que
sentados en el puesto central— ante los ojos de todos. Pedro no tiene intención de dar a Safira una última oportunidad de
confesar la verdad y convertirse. La pregunta, formulada en estilo de
3. Pedro, una vez más portavoz de los apóstoles (cf. 4,8; 15,7), audiencia judicial, sólo quiere establecer la prueba, aún pendiente, de
tiene la capacidad carismática de penetrar los pensamientos y le echa su complicidad. Safira tendrá que decirle si ella y su marido vendieron
en cara a Ananías su transgresión. En su primera frase se combinan la finca realmente «por tanto», es decir, por esa cantidad que está ahí,
preguntas retóricas y constataciones judiciales de lo que realmente ha visible e intacta, donde la depositó Ananías. Con su «sí» afirmativo, Sa-
sucedido. Ananías, al retener secretamente una parte del producto, ha fira hace explícitamente suya la impostura de su marido; y así, una vez
mentido al Espíritu Santo presente en la comunidad y en los apóstoles; más, el destino sigue su curso.
al obrar de esta manera, se ha convertido en instrumento de Satanás en
su lucha contra la comunidad de Dios. El hecho de que la transgresión 9. Con una nueva pregunta retórica Pedro lanza su acusación. Sa-
de Ananías, lo mismo que la traición de Judas (Le 22,3; Jn 13,2.27) se fira y su marido, con sus mentiras, han «puesto a prueba al Espíritu del
atribuya a Satanás como sujeto activo no significa una disculpa, sino Señor», han desafiado a Dios mismo, que todo lo sondea (1 Cor 2,10),
una revelación de la dimensión transpersonal del acontecimiento. Ana- a ver si se da cuenta del engaño (1 Cor 10,9; Heb 3,8s). Y otra vez la
nías se ha puesto a disposición del adversario de Dios. acusación va seguida de la sentencia, sólo que ahora bajo forma de pro-
nunciamiento autoritario de lo que inmediatamente va a suceder. Sólo
4. Las demás acusaciones de Pedro también están formuladas en ese momento se entera Safira de lo que le ha pasado a su marido.
como preguntas retóricas. Por medio de este recurso estilístico cobra Pero la narración está muy lejos de atribuir la muerte de la mujer a la
relieve el carácter enigmático de la transgresión. Nadie había obligado tremenda impresión que le ha causado la noticia.
a Ananías a entregar el importe total; podía disponer libremente tanto
de la finca como del dinero. Su transgresión consiste únicamente en su 10. Una vez más es Dios mismo el que ejecuta la sentencia. Lo
hipocresía. De ahí la frase lapidaria de Pedro: «No has mentido a los demás se desarrolla con perfecta precisión mecánica. Safira se desploma
hombres, sino a Dios». Esta frase no sólo formula una acusación, sino muerta; y en ese momento, como había anunciado Pedro, entran en la
que al mismo tiempo apela a la instancia competente para dictar sen- sala, como unos fantasmas, los jóvenes que vuelven de enterrar a Ana-
tencia. nías. Sin una palabra que rompa el tenso silencio, vuelven a ocuparse
5. Y esa instancia suprema interviene inmediatamente. Dios de la tarea de dar sepultura a la segunda víctima del juicio de Dios.
mismo ejecuta la sentencia; y Ananías cae muerto. Un terror numinoso 11. La nota sobre la reacción de la comunidad es aquí algo más
se apodera de los presentes. (A éstos se refiere la expresión «todos los que un recurso de estilo, para terminar con un «coro final», como en
que lo oyeron» y no al público en general, como es el caso del v. 11.) las narraciones de milagros (3,10); aquí se subraya una vez más (cf. v.
6. Un ominoso silencio domina el fatídico desenlace de la escena. 5b) la trayectoria del relato. La comunidad entera y un amplio círculo a
Como si ya estuviesen preparados para ellos, unos jóvenes de la comu- la redonda quedan sobrecogidos ante esa directa actuación del Espíritu,
nidad se adelantan y se llevan el cadáver. A toda prisa, y sin decir una presente en la Iglesia. En este suceso tendrán que ver una advertencia
palabra, llevan a enterrar al sacrilego. No es probable que estos «jó- para no poner a prueba, por su parte, al Espíritu Santo.
venes» (neóteroi) fuesen los encargados de algún servicio especial en la La palabra ekklesia, que aparece aquí por primera vez en Hch,
comunidad; se trata más bien de una indicación de edad (cf. 2 Mac constituyó indudablemente ya desde los comienzos la autodefinición de
5,22; l T i m 5 , l ; T i t 2 , 6 ) . los discípulos de Jesús en Jerusalén. Y en ese concepto se plasmó la
conciencia que ellos tenían de su identidad como definitiva comunidad
7. La segunda escena se abre con la entrada de la mujer de Ana- de salvación.
nías, que no sabe nada de lo ocurrido, en el lugar donde está reunida la
asamblea. La escena se desarrolla con el mismo ritmo incontenible. 1-11. Muchas veces se ha querido establecer un paralelismo entre
Aquí no caben preguntas de índole psicológica. La narración no entra este relato y la narración del sacrilegio de Acán (Jos 7,16-26). Es ver-
en explicaciones sobre la posibilidad de que Safira estuviese tanto dad que existe una cierta correspondencia entre estas dos escenas,
tiempo sin la menor noticia sobre la muerte de su marido, como tam- puesto que en ambas se trata de restablecer la pureza y santidad de la
poco nos dice cuánto duró la reunión. Lo que se pretende es crear la comunidad, mediante una rigurosa sanción impuesta a miembros indivi-
impresión de que Safira encontró a los apóstoles y a la comunidad aún duales, que han atentado contra la santidad comunitaria, pero, a pesar
bajo los efectos producidos por la muerte de Ananías. de todo, hay notables diferencias. Acán atenta contra el botín consa-
136 4,36-5,11: Dos ejemplos de comunidad de bienes

grado a Dios y por eso tiene que morir apedreado por sus propios com- 10. Vida interna de la comunidad de Jerusalén:
patriotas. Sin embargo, el sacrilegio de Ananías y su mujer no consiste tercer sumario (5,12-16)
en la apropiación ilegítima de unos bienes que pertenecen a Dios, sino
en la divergencia entre lo que declaran y lo que han hecho en realidad, Por m a n o de los apóstoles se realizaban muchas señales y
es decir, en su hipocresía. prodigios en medio del pueblo.
En otro plano totalmente distinto hay que situar las medidas pre-
Todos los fieles se reunían en grupo en el pórtico de Salo-
vistas en el Manual de Disciplina de Qumrán contra «el que hace una
declaración falsa con respecto a su propiedad» (1 QS VI 24s), es decir, món; 13 los demás no se atrevían a acercarse, aunque la gente se
el que al incorporarse a la secta se queda con una parte de sus bienes hacía lenguas de ellos.
14
sin decírselo a la comunidad. Lo que se castiga en este caso es el in- Más y más gente se adhería al Señor por la fe, multitud de
tento de sustraerse a la exigencia radical de renuncia a la propiedad. hombres y mujeres, 15 hasta el punto de sacar a los enfermos a la
La narración de Hch 5 refleja una experiencia fundamental de la calle y ponerlos en catres y camillas para q u e , al pasar P e d r o , por
Iglesia primitiva, que le tuvo que causar una honda preocupación, pre- lo menos su sombra cayera sobre alguno. 1 6 Mucha gente de los
cisamente por considerarse a sí misma como la definitiva comunidad alrededores acudía a Jerusalén llevando enfermos y poseídos por
salvífica, bajo la guía del Espíritu. La experiencia de que en sus filas espíritus inmundos, y todos se curaban.
había miembros que acataban las normas comunitarias sólo externa-
mente y por razón de su pertenencia a la comunidad, pero que interna- 12-16. También este tercer sumario, igual que los anteriores (2,42-
mente no estaban dispuestos a una entrega total y sin reservas, consti- 47; 4,32-35), tiene una función de síntesis, de articulación y de co-
tuyó una amarga experiencia. nexión. Lucas ofrece aquí, como conclusión, una visión de conjunto de
Pero esta constatación no suaviza en modo alguno la inquietante lo que era la vida de la comunidad de Jerusalén en sus comienzos. Con
problemática teológica que plantea este pasaje. Hay dos puntos, sobre esto se despide de sus lectores, al término de la primera parte del libro.
todo, que dan motivos para expresar ciertos reparos, en una perspec- Pero al mismo tiempo este sumario sirve de transición entre dos narra-
tiva crítica: ciones de contenido tan diferente como son 5,1-11 y 5,17-42.
a) Se percibe aquí un tono de rigorismo difícilmente compatible En su descripción Lucas recoge una vez más los elementos esen-
con el espíritu de Jesús y que, por eso, no hizo escuela en el desarrollo ciales de 2,42s. Aquí ocupa el primer plano la actividad «taumatúrgica»
ulterior de la disciplina eclesiástica en el cristianismo primitivo. Aun allí de los apóstoles y el consiguiente temor reverencial creado en la gente
donde no haya más remedio que aplicar las normas disciplinares, no se (cf. 2,43). En relación con esto aparece la unión que reinaba en la co-
puede olvidar el amor que busca al descarriado, aunque eso implique munidad (cf. 2,46) y la enseñanza de los apóstoles con su probada efi-
un cierto menoscabo en la vida común, que la disciplina trata de salva- cacia (cf. 4,33). A primera vista, resulta difícil seguir el ritmo narrativo
guardar (Mt 18,10-17). Toda disciplina eclesial tiene que dar espacio del sumario. La descripción de los prodigios realizados por los após-
para la conversión, la reconciliación y la salvación; cosa que también se toles, con que se abre el pasaje en el v. 12a, queda bruscamente inte-
puede decir de 1 Cor 5,3ss. rrumpida por los vv. 12b-14, para reanudarse en el v. 15. Hay que no-
tar que la conexión entre el v. 14 y el v. 15 es demasiado abrupta.
b) La pretensión implícita de que la Iglesia pueda y tenga que ser
Además, como se ha constatado muchas veces, entre el v. 13a y el v.
ya ahora, en la tierra, la perfecta comunidad salvífica donde no existan
14 hay una cierta incongruencia, porque la indicación de que la gente
pecadores supone renunciar a comprender la situación cargada de ten-
guardaba las distancias con respecto a la comunidad no parece cuadrar
siones en la que se mueve la Iglesia de hoy y de siempre. En este
muy bien con la observación de que muchos hombres y mujeres se ad-
punto, la visión de Pablo (1 Cor 10,13) y, sobre todo, la de Mateo, es
herían a ella. Muchos exegetas han intentado resolver el problema
teológicamente más lúcida. La Iglesia no puede anticipar en su realidad
planteado por este presunto desorden del texto, acudiendo a diversas
presente la perfecta comunidad salvífica que sólo se realizará en la es-
explicaciones basadas en la crítica de fuentes. Unos optan por suprimir
catología. La Iglesia tiene que seguir viviendo con el pecado y la hipo-
los vv. 12b-14, que tanto perturban la fluidez de la narración, por con-
cresía instalados en su seno, y tiene que dejar que sea el futuro juicio
siderarlos obra de un redactor posterior (F. Spitta, P. Benoit); otros
de Dios el que separe el «trigo» de la «cizaña» (Mt 13,37-43).
Piensan que Lucas añadió, por inadvertencia, los vv. 15-16 al material
de tradición reproducido en los vv. 12-14 (J. Jeremias); otros, en fin,
Pretenden, a base de cambios, restablecer el orden original del texto,
Presuntamente dislocado (12a.15-16. 12b-14). Pero todas estas manipu-
laciones carecen de fundamento.
La aparente brusquedad en la sucesión de los diversos elementos se
138 5,12-16: Vida de la comunidad de Jerusalén 5,12-16: Vida de la comunidad de Jerusalén 139
puede explicar suficientemente por la función literaria que desempeña torno a la comunidad una zona de temor reverencial. Ninguno de los
este sumario. Lucas, pensando en la segunda comparecencia ante el «extraños» —esto es lo que significa la expresión «los demás» (cf. Le
Consejo, que va a tener lugar enseguida (vv. 17-42), quiere poner de 8,10)— se atreve a perturbar las reuniones en el templo ni a «acer-
relieve el indiscutible respeto de que goza la comunidad ante el público carse» a los creyentes. (Esta es la traducción más adecuada del verbo
de Jerusalén, y la ocasión para ello se la brindan los prodigios reali- kollasthai; el significado más frecuente, «unirse» —por ejemplo, 9,26;
zados por los apóstoles y el efecto que producen entre el público 10,28; 17,34— no cuadra en este pasaje. Lucas no quiere decir, como
(2,43). Por otra parte, quiere incorporar a esta presentación la impre- se demuestra a continuación, que nadie se atreviera a unirse a la comu-
sión causada en la gente por el episodio de Safira y Ananías, que acaba nidad). Esta distancia no implica animosidad alguna, porque el pueblo
de narrar (v. 11); y consigue su propósito interpretando la actitud del se da cuenta de que Dios obra maravillas a través de los creyentes y «se
pueblo con respecto a la comunidad como un temor reverencial, abierto hace lenguas de ellos».
a una decidida alabanza (v. 13). Pero, además, Lucas quiere y puede,
siempre pensando en lo que viene a continuación, incluir en este suma- 14. Antes de darnos información más detallada sobre estos prodi-
rio una indicación sobre el crecimiento de la comunidad; y así lo hace, gios y su efecto en la gente, Lucas introduce un inciso para indicar que
en perfecta consecución lógica, poniéndolo inmediatamente después de el asombroso crecimiento de la comunidad continúa su marcha ascen-
la observación sobre la actitud favorable de la gente con respecto a la dente. La comunidad no queda en una situación estacionaria, aunque
comunidad (v. 14). Esta indicación no podía ponerla después de la des- respetada y rodeada de un halo de temor reverencial, sino que más
cripción de la actividad taumatúrgica de Pedro, por razones teológicas. bien, por medio de la predicación de los apóstoles, va ganando conti-
Por muy importantes que sean para Lucas los prodigios realizados por nuamente nuevos miembros.
los apóstoles, como signo visible de la actuación del Espíritu en la co- 15. El hilo de la narración, interrumpido en el v. 13, se reanuda
munidad, y por mucho que subraye los efectos de admiración y hasta ahora mediante la expresión «hasta el punto de», que es una transición
de respeto que producen en la gente, Lucas no puede presentarlos más bien desgarbada. La impresión que causa la comunidad es enorme;
como unos hechos que llevan por sí solos a la fe. La fe nace única- esto hace que la gente polarice su atención hacia Pedro, el jefe, al que
mente de la palabra de proclamación. El hecho de que la tradición so- atribuye una ilimitada capacidad de ayuda, por las curaciones que rea-
bre los prodigios realizados por Pedro venga reseñada solamente des- liza. En el caso de Pedro, al revés de lo que pasaba con otros tauma-
pués de haber señalado el crecimiento de la comunidad, indica turgos, no hay necesidad de contacto físico inmediato o de la eficacia
esencialmente toda una concepción teológica. de una palabra directa; basta su sombra para comunicar esa fuerza cu-
rativa que emana de su persona. El apóstol es considerado aquí, igual
12. A Lucas le gusta generalizar. Por eso, quiere que los prodigios que pasó algunas veces con Jesús (Me 5,30ss; 6,56), como uno de aque-
realizados por Pedro, tomados de la tradición (3,1-10; 5,15s), se entien- llos «hombres religiosos» de la Antigüedad, físicamente llenos de una
dan como un modelo de la capacidad taumatúrgica que todos los após- fuerza sobrenatural y divina que se manifiesta a su alrededor. Los anti-
toles poseen. La expresión «por mano de los apóstoles» suena a len- guos creían que la sombra era la imagen de la persona y la portadora
guaje veterotestamentario (p. ej. 1 Re 2,25; Ez 38,17; Jr 37,2); la de su vida. Probablemente ésta era la idea que tenía de Pedro la tradi-
palabra «mano», cuando va con una preposición, pierde su significado ción que Lucas usa en este pasaje. Pero no es que Lucas critique esta
específico y sólo sirve pata reforzar el sentido de la preposición. Por concepción. Lucas no quiere insinuar que Pedro haya rechazado las ex-
tanto, la expresión significa «por medio de los apóstoles», sin que haya pectativas mágicas que se cifraban en su persona, sino todo lo contra-
que pensar en gestos concretos que realicen la curación. En todo caso, rio; él da por supuesto que esas expectativas se cumplieron realmente.
los apóstoles no son más que instrumentos activos del nombre de Jesús, (En este sentido, la adición un tanto meticulosa introducida aquí por el
que es el que realmente obra prodigios (cf. el comentario a 3,12) texto occidental: «y quedaban curados de cualquier enfermedad que tu-
La frase siguiente introduce en escena a toda la comunidad. vieran», está en perfecta consonancia con la intención lucana). Para
«Todos» sus miembros se encuentran a diario en el pórtico de Salomón Lucas, como cristiano de la Antigüedad, los poderes curativos de Pedro
(cf. el comentario a 3,11); y la unanimidad con que se reúnen en torno son una prueba patente de que el acontecimiento salvífico definitivo ha
a los apóstoles —que probablemente continúan su actividad de predica- vencido la negatividad concreta de la existencia humana.
ción, como se describe en el cap. 3— no deja de causar su impresión
entre los extraños. 16. El efecto causado por estos prodigios rebasa las fronteras de
Jerusalén. Mucha gente de las aldeas circunvecinas acudía en busca de
13. Por otra parte, las señales realizadas por los apóstoles y el im- curación. Esta incontenible expansión de la publicidad alcanzada por el
presionante castigo que Pedro ha llevado a cabo dentro de la comuni- cristianismo es la causa de la nueva intervención de los saduceos, que
Se
dad, y cuyo eco se ha extendido por todas partes (5,11), han creado en narra a continuación.
5,17-42: Transigencia del Consejo 141
11. Transigencia del Consejo ron, se desbandaron todos sus secuaces y todo quedó en nada.
37
con respecto a la comunidad (5,17-42) Más tarde, cuando el censo, surgió Judas el Galileo arrastrando
17 tras de sí a mucha gente del pueblo; también pereció y dispersa-
E1 sumo sacerdote y los de su partido —la secta de los sa-
ron a todos sus secuaces. 38 En el caso presente mi consejo es
duceos—, llenos de coraje, 18 mandaron prender a los apóstoles y
éste: no os metáis con esos hombres, soltadlos. Si su plan o su
meterlos en la cárcel común. 19 Pero por la noche el ángel del Se- actividad es cosa de hombres, fracasarán; 39 pero si es cosa de
ñor les abrió las puertas y los sacó fuera diciéndoles: Dios, no lograréis suprimirlos y os expondríais a luchar contra
20
—id, plantaos en el templo y explicadle allí al pueblo ínte- Dios.
gramente esta manera de vivir.
21 Le dieron la razón 40y llamaron a los apóstoles. Los azotaron,
En vista de aquello, entraron en el templo al amanecer y se les prohibieron mencionar el nombre de Jesús y los soltaron.
pusieron a enseñar. Los apóstoles salieron del Consejo contentos de haber me-
Mientras tanto, llegó el sumo sacerdote con los suyos, convo- recido aquel ultraje por causa del nombre de Jesús.
caron el Consejo y el pleno del Senado israelita, y mandaron por 42
Ni un solo día dejaban de enseñar, en el templo y por las
los presos a la cárcel. 22 Fueron los guardias, pero no los encon- casas, dando la buena noticia de que Jesús es el Mesías.
traron en la celda y volvieron a dar parte:
23
—Hemos encontrado la cárcel cerrada, todo al seguro, y a 17-42. A primera vista, este pasaje parece no añadir nada nuevo.
los centinelas de guardia en las puertas; pero al abrir no encon- Volvemos a encontrar las mismas situaciones y a escuchar las mismas
tramos a nadie dentro. palabras que ya conocíamos por la primera comparecencia ante el Con-
24 sejo (4,5-22). La detención y prisión de los apóstoles corresponde a 4,1-
E1 comisario del templo y los sumos sacerdotes no atinaban
a explicar qué había pasado con los presos. 3; el proceso judicial es una repetición de 4,15-18.21; la defensa de Pe-
^Entonces se presentó uno diciendo: dro recoge elementos de 4,10-12.19s; y el resultado final, puesta en li-
—Los hombres que metisteis en la cárcel están ahí en el tem- bertad de los apóstoles bajo amonestaciones y amenazas y continuidad
de su predicación, es el mismo que en 4,21.31. Algunos comentaristas
plo y siguen enseñando al pueblo. (A. Harnack, H. H. Wendt, B. Reicke) han querido explicar este du-
26
Salió el comisario con los guardias y se los trajo, sin em- plicado apelando al uso lucano de fuentes escritas. Lucas habría to-
plear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease. 27 Los mado dos documentos que originariamente trataban del mismo caso y
condujeron a presencia del Consejo, y el sumo sacerdote los in- los habría colocado uno detrás de otro, en la creencia, errónea por
terrogó: cierto, de que se referían a dos episodios distintos. Pero todo parece in-
28
—Os habíamos prohibido formalmente enseñar en ese nom- dicar que en la primera parte de Hch no hay rastros de que Lucas haya
bre. En cambio, habéis llenado Jerusalén de vuestra enseñanza y hecho uso de una amplia documentación escrita. Tampoco tuvo mucho
queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre. éxito el intento de salvar la historicidad de la escena acudiendo al dere-
29 cho penal farisaico-rabínico (J. Jeremías). Según esta opinión, en 4,17ss
Pedro y los apóstoles replicaron:
—Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. 30E1 se trataría de la amonestación oficial prescrita por el derecho en el caso
Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros asesi- de un acusado ignaro de las leyes; sólo en el cap. 5 viene la condena,
nasteis colgándolo de un madero. 31 La diestra de Dios lo exaltó jurídicamente válida, a sufrir la flagelación. Ahora bien, prescindiendo.
haciéndolo Jefe y Salvador, para otorgarle a Israel el arrepenti- de que en 4,17 el motivo de la amonestación no es el desconocimiento
miento y el perdón de los pecados. 32Testigos de esto somos nos- de la ley por parte de los acusados, sino la manifiesta inseguridad de
los jueces, resulta imposible deducir de 5,40 la existencia de una con-
otros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen. dena formal. Más bien, de lo que aquí se trata, al final del segundo
•"Exasperados por esta respuesta, decidieron acabar con proceso, es únicamente de una amonestación intimidatoria, agravada
ellos. por la flagelación, ya que en este caso no hay un delito que merezca
34
Pero un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley respe- este tipo de pena (Bill III 527ss).
tado por todo el pueblo, se levantó en el Consejo, mandó que Sin duda que Lucas construyó esta escena muy libremente. Las re-
los sacaran fuera un momento 35y dijo: Peticiones y la duplicación de elementos obedecen a una técnica narra-
—Israelitas, pensad bien lo que vais a hacer con esos hom- tiva, muy propia de Lucas, que pretende poner ante los ojos del lector,
bres. 36 No hace mucho surgió un tal Teudas, dándoselas de ser de una manera gráfica, lo más típico de determinadas situaciones y se-
alguien, y se le juntaron unos cuatrocientos hombres. Lo ejecuta- cuencias. Lo que aquí tenemos en realidad es el marco de referencia y
142 5,17-42: Transigencia del Consejo 5,17-42: Transigencia del Consejo 143

el telón de fondo del discurso de Gamaliel. Este discurso no es sólo el r itu del fariseísmo liberal apelar a la absoluta soberanía de Dios sobre
único elemento verdaderamente nuevo en este segundo proceso judi- la historia, para hacer una seria advertencia cuando se trata de tomar
cial, sino además su verdadero centro; más aún, da la impresión de que una decisión demasiado apresurada contra un grupo conceptuado como
toda la primera parte de Hch está orientada hacia este discurso. herético. En este mismo sentido se pronunció el ala moderada de los
El lector tiene que sacar, como resumen de esta parte, la conclusión fariseos, al rechazar la postura zelota que defendía la resistencia ar-
de que las autoridades judías no lograron reprimir la libertad con la mada contra Roma.
que la comunidad primitiva proclamó el evangelio, ya desde sus pri- En términos generales, aunque es verdad que los evangelios presen-
meros tiempos; y el fundamento de esta conclusión se lo van a dar las tan a los fariseos como los típicos adversarios de Jesús, de esto no se
propias palabras de Gamaliel, fariseo, doctor de la ley y respetado por debe deducir que este grupo ejerciese la misma oposición contra la co-
todo el pueblo. Si un movimiento religioso es cosa de Dios, ningún munidad primitiva. Los enemigos acérrimos de los discípulos de Jesús
hombre será capaz de frenarlo (v. 39). El marco narrativo tiene la fun- fueron, desde el principio, los miembros de la nobleza sacerdotal, los
ción de explicar al lector que la comunidad primitiva cumple realmente saduceos; y en realidad, no sólo —según la presentación lucana— por
la condición expresada por Gamaliel. Encarcelamientos repetidos, in- la predicación de la resurrección, sino también porque, dadas sus prag-
tentos intimidatorios, amenazas de cualquier tipo, nada podrá apartar a máticas ideas políticas, tenían que eliminar a cualquier grupo que signi-
los apóstoles de llevar a cabo la tarea que Dios les ha encomendado. ficase un peligro para el orden establecido. Por el contrario, la actitud
La liberación de la prisión (vv. 19ss) demostrará palmariamente qué de los fariseos con respecto a la comunidad cristiana era más bien tole-
poco pueden los hombres contra el plan de Dios. A pesar de todas las rante, mientras ésta se ajustase a la observancia de la ley; y hasta se
medidas de seguridad, ahí están los apóstoles, a la mañana siguiente, llegó en algunos casos particulares a un progresivo acercamiento. Por
en el lugar que Dios les ha indicado, en el templo, para cumplir su mi- ejemplo, en Hch 15,5 (cf. 21,20) se habla de cristianos que mantenían
sión de enseñar al pueblo (v. 25). estrictamente su afiliación al partido fariseo. Aun el mismo Santiago, el
Es muy difícil que Lucas haya podido componer personalmente este pariente del Señor, a pesar de que ya había dejado de ser fariseo, pa-
relato, sin la más mínima base de tradición. La escena de la liberación rece que hizo esfuerzos por mantenerse en una cierta unión con ellos.
de la prisión (vv. 19-26) puede estar basada, al menos indirectamente, Su asesinato, incitado por un sumo sacerdote saduceo, fue duramente
en algún dato de la tradición. Algunas reminiscencias lingüísticas dan criticado por los fariseos y por sus secuaces entre el pueblo (Josefo,
pie para suponer que esta narración es una variante, desde luego bas- Ant. XX 200).
tante libre, del relato de la liberación de Pedro (12,4-10), que Lucas co- Queda en suspenso una pregunta: ¿es exacta la datación que asigna
nocía por los ambientes donde circulaban una serie de tradiciones en Lucas a la intervención de Gamaliel? Porque cabe la posibilidad de que
torno a la figura del apóstol. También resulta difícil que el discurso de este episodio hubiese tenido lugar bastante más tarde, cuando la polé-
Gamaliel haya tomado forma sin una cierta base de tradición. Cierto mica entre el judaismo y la comunidad cristiana había entrado en una
que el discurso tal como está tiene todas las características de una com- fase más aguda. Se podría pensar, por ejemplo, en la situación creada
posición lucana; pero resulta casi impensable, y hasta contradictorio, por la persecución de Agripa, hacia el año 43 (cf. 12,ls). Con todo, el
con lo que, por otra parte, podemos generalmente constatar que Lucas problema de la datación del episodio de Gamaliel no tiene nada que
haya compuesto un discurso como éste, tan polémico por su contenido ver con la cuestión planteada por los dos ejemplos aducidos en el dis-
y por el contexto en que se encuentra, sin apoyo de ninguna clase en la curso (vv. 36s).
tradición oral. Por lo menos habrá que suponer que en la comunidad
de Jerusalén se tuvo que comentar la postura de un fariseo tan estima- 17. El comienzo de la narración es extremadamente esquemático.
do como Gamaliel, que llegó a aconsejar la tolerancia con respecto al En realidad se trata de una secuencia ya conocida por el lector (cf. co-
cristianismo. Y no sería extraño que en las polémicas con los adversarios mentario a 4,lss); por eso, no es necesaria una nueva presentación de
judíos se adujese, como testimonio a favor, la opinión de un judío tan cada uno de los personajes. El sumo sacerdote (según 4,6 se trata de
conocido y autorizado. Esto se aplicaría concretamente a los vv. 38-39. Caifas) y su partido, los saduceos, intervienen otra vez contra «los
Gamaliel el Viejo fue, entre los años 25-50 d.C., una de las figuras apóstoles». La causa de esa intervención es la enorme publicidad que
más significativas del judaismo fariseo. Nieto del famoso Rabí Hillel, han alcanzado los prodigios realizados por los apóstoles, como se acaba
defendió, como su abuelo, una postura religiosa liberal con respecto a de relatar (vv. 12-16). La palabra griega hairesis, que traducimos por
la ley y abierta al espíritu de tolerancia y de humanismo. Fue el pri- «secta», caracteriza a los saduceos —más adelante lo hará con los fari-
mero que llevó el título de «Rabban» (= maestro nuestro) en vez del seos (15,5) y aun con los cristianos (24,5.14; 26,5; 28,22)— como un
más corriente «Rabbi». Su opinión en el Consejo cuadra perfectamente grupo con intereses religiosos comunes dentro del judaismo. Por asocia-
con esta descripción de su personalidad que, por otra parte, corres- ción fonética, la palabra se transforma en «herejía», pero sólo en el
ponde a la tradición de la Misná (cf. Bill. II 636ss). Es propio del espí- ' e nguaje eclesiástico y a partir del s. III. T¡ ¿O <, »;;
144 5,17-42: Transigencia del Consejo 5,17-42: Transigencia del Consejo 145

18. Igual que en 4,3 los apóstoles son detenidos, pero ahora no lugar donde los había encerrado el Consejo para poder disponer de
sólo Pedro y Juan, sino —y aquí se aprecia una intencionada grada- ellos a placer; donde están es en el templo, en el lugar que Dios les ha
ción— todo el grupo de los Doce. Sobre la localización de la «cárcel asignado.
común» Lucas no tiene una idea precisa. Si se tratase realmente de un
acontecimiento histórico, se podría pensar en un calabozo del palacio 26. Así que lo único que hay que hacer es mandar que los traigan
del sumo sacerdote. de allí. Pero esto se lleva a cabo —confesión casi límite de la impoten-
cia del Consejo— con toda clase de precauciones y sin emplear la
19. La narración de la liberación prodigiosa es muy concisa y es- fuerza, para no provocar al pueblo que, mientras tanto, se ha puesto de
quemática, y extremadamente sobria en los detalles. Contra lo que es parte de los apóstoles (cf. 4,21; 5,13-16). Así queda perfectamente
habitual en este género de narraciones, la orientación del relato no claro, desde luego según la mente de Lucas, que el Consejo no es
mira a la liberación individual (cf. 4,10; 16,26s), sino a la renovación dueño de la situación ni tiene al pueblo de su parte. Se ve forzado a
del encargo recibido de Dios, corroborándolo con una actuación divina. ponerse a la defensiva ante la poderosa actuación de Dios, cuyos instru-
La designación del enviado de Dios como «el ángel del Señor» (cf. mentos son los apóstoles.
8,26; 10,3; 12,7ss), mediador del mandato y de la ayuda divina, refleja 27-28. La imagen de esta impotencia total domina también la pri-
el lenguaje de los LXX. mera parte de la vista que ahora, por fin, da comienzo (vv. 27-33). En
20. El ángel ordena a los apóstoles que vayan sin tardanza al tem- su interrogatorio el sumo sacerdote hace referencia a la prohibición de
plo, para continuar allí su predicación. Con esto quedan claras dos predicar que se les había intimado en el primer proceso y deja constan-
cosas. En primer lugar, que el templo es el lugar que Dios mismo ha cia de su infracción. A decir verdad, habría que esperar en el v. 28 una
asignado a los apóstoles. Cuando ellos predican allí «esta manera de vi- frase interrogativa, aunque de hecho la formulación de la acusación
vir» —«vida» equivale aquí a «salvación» (cf. 13,26)— entonces llega a contiene implícitamente una pregunta que podría sonar así: «¿Cómo se
su cumplimiento el destino que Dios ha fijado para el santuario. Y, en os ha ocurrido quebrantar nuestras órdenes?» El sumo sacerdote evita
segundo lugar, si éste es el plan de Dios, todo intento de alejar a los pronunciar el nombre de Jesús y para ello emplea una circunlocución:
discípulos de este lugar es una resistencia contra Dios mismo. En el «ese nombre». Los cargos que aduce, es decir, que los discípulos han
curso de la narración, este punto de vista va a ser decisivo. «llenado» Jerusalén de su enseñanza, significan una constatación, con-
tra su voluntad, del éxito que hasta ahora han tenido los discípulos. Y
21. Mientras los discípulos, siguiendo las instrucciones del ángel, así es. Los discípulos han logrado ganar en Jerusalén y entre sus habi-
van al templo al amanecer, apenas abiertas las puertas del santuario, tantes la posición que les correspondía; Israel ha tenido la oportunidad
cambia la escena y nos encontramos en la sala del tribunal. Antes de de oír la palabra a él destinada, y la oposición de las autoridades no ha
que empiece el proceso, la narración introduce un preludio (vv. 21b- sido capaz de impedirlo.
27a) que no carece de un toque burlesco. Con el estilo protocolario de El otro reproche que les hace el sumo sacerdote está formulado en
un acta oficial se describe la venerable asamblea, que ya se encuentra términos bíblicos (Jue 9,24): los apóstoles han querido «hacernos res-
en la sala a la espera de que sean conducidos los prisioneros, pero ig- ponsables de la sangre de ese hombre». En esta frase hay probable-
nora de que éstos ya hace tiempo que han eludido su custodia. Pero en mente una alusión al «vosotros lo crucificasteis» del kerigma cristoló-
esta descripción se le ha,escapado a Lucas un error objetivo. Lucas gico (4,10). El sentido es claro; los apóstoles han echado sobre el
piensa —tal vez por analogía con las instituciones romanas que él cono- Consejo la culpabilidad por la muerte de Jesús y con ello lo han some-
cía perfectamente— que Consejo y Senado son dos grupos distintos, tido a las consecuencias de esa acción, es decir, al castigo divino. Pero,
mientras que, en realidad, eran la misma cosa. aparte de esto, carece de todo fundamento querer ver en esta expresión
un reproche latente de que los apóstoles hayan intentado provocar un
22-23. La noticia que traen los alguaciles que habrían tenido que
alboroto del pueblo contra el Consejo. Con mayor razón hay que negar
conducir a los prisioneros desata una perplejidad general. Sin duda que
una referencia directa a Mt 27,25.
el ángel había tenido buen cuidado de cerrar bien las puertas del cala-
bozo —ahora nos enteramos de ello indirectamente— para borrar de 29. Pedro responde como portavoz de los demás apóstoles y en
esta manera toda huella de la liberación. nombre de todos. Su discurso es el más breve de todo el libro de Hch.
La frase introductoria es una repetición de la ya formulada en 4,29. Si
24-25. Los miembros de la familia del sumo sacerdote (cf. 4,6) y el
allí la forma de pregunta retórica le daba un tono externamente más
comisario del templo (cf. 4,1), especialmente encargado del caso, con-
conciliador, aquí la formulación es incisivamente directa y recuerda mu-
firman su perplejidad. En esto, entra un mensajero que aclara el
¡cho más que antes la famosa frase de Sócrates (Platón, Apol. 29d).
enigma, al menos en parte, pero que, al mismo tiempo, lleva al pa-
roxismo la confusión. Los apóstoles ya no están en el calabozo, en el 30-32. La prueba inmediata de que los apóstoles están decididos a
146 5,17-42: Transigencia del Consejo 5,17-42: Transigencia del Consejo 147
poner en práctica este principio de obedecer a Dios antes que a los exasperada indignación. Todas las precauciones que anteriormente se
hombres aparece en labios de Pedro, que, en nombre de todos los habían tomado por temor al pueblo (v. 26), se ahuyentan ahora de un
demás, repite ante el Consejo su testimonio a favor de ese odioso plumazo por el deseo de acabar con ellos. En esta descripción Lucas no
«nombre». En forma extremadamente concentrada se dirige una vez se refiere a una sentencia de muerte dictada por el tribunal, sino más
más a todo Israel el kerigma cristológico (cf. 2,22-36; 3,12-26; 4,8-12), bien a una verdadera amenaza de ejecución sumaria por linchamiento.
en sus elementos esenciales: asesinato de Jesús por los judíos, resurrec- Así lo demuestran la elección de una palabra con una carga pasional
ción por la acción de Dios, exaltación a la derecha de Dios, ofreci- tan intensa como «exasperados» y el paralelismo con la lapidación de
miento de conversión y perdón de los pecados para Israel, testimonio Esteban (7,54ss). Los apóstoles se encuentran al borde de la muerte.
de los apóstoles. Es evidente la intención de Lucas de mostrar a sus
lectores la forma que adquiere un comportamiento que toma en serio la 34. Por eso es tanto más sorprendente el cambio subitáneo que se
promesa hecha por Jesús de una asistencia del Espíritu a sus testigos produce por la entrada en escena de Gamaliel. El viejo rabino se alza
(Le 12,lis), y cómo esa promesa realmente se cumple. de entre las filas del Consejo y basta su incuestionable autoridad para
Con respecto a las precedentes formulaciones del kerigma resulta imponer silencio en aquel avispero de pasiones enconadas. Gamaliel
nueva la referencia explícita al modo como murió Jesús: «colgándolo de toma las riendas del Consejo, que se le habían escapado al sumo sacer-
un madero». Sin duda hay aquí una alusión velada a Dt 21,22s: el que dote, manda que se saque de la sala a los prisioneros y abre así la posi-
(por un delito capital) es colgado de un palo se considera maldito por bilidad de una deliberación secreta del tribunal (cf. 4,15-17).
Dios y excluido de la comunidad. A la misma tradición se refiere Pablo
en Gal 3,13, pero dándole una interpretación teológica que va mucho 35. El discurso de Gamaliel traza un arco que va desde una adver-
más allá de lo que se afirma aquí en Hch 5,30. tencia puramente formal (v. 35), pasando por ejemplos históricos (vv.
36s), hasta una exhortación que aplica las lecciones de la historia (vv.
También es nueva la caracterización de Jesús glorificado con el tí-
38s). La advertencia tiene como finalidad hacer entrar en razón a los
tulo de «Salvador» (sótér) (v. 31). Cuando Lucas usa este título en
señores del Consejo, llamando su atención únicamente sobre las conse-
otros pasajes (Le 2,11; Hch 13,23), lo interpreta según su sentido vete-
cuencias que puede traer el dejarse llevar de su nerviosismo.
rotestamentario; Jesús —en realidad ya el Jesús histórico, el encar-
nado— es el Salvador enviado a su pueblo Israel. Aquí, por el contra- 36-37. Los dos ejemplos aducidos por el rabino tienen un punto de
rio, el concepto adquiere un matiz un tanto diverso, debido al contexto partida común que al mismo tiempo los pone en relación con el movi-
en que se encuentra; por una parte se dice que Dios ha constituido a miento cristiano. Tanto Teudas como Judas el Galileo fueron figuras
Jesús sótér solamente en virtud de su exaltación, mientras que, por otra mesiánicas que provocaron movimientos populares. Teudas se presentó
parte, se establece un paralelismo entre sótér y archégos ( = «jefe», en tiempos del procurador Cuspio Fado (desde el 44 d.C., es decir, por
«príncipe [de la vida]»; cf. 3,15). Por ambos lados, el concepto ad- lo menos diez años después de la fecha que Lucas atribuye al discurso
quiere un acusado tono helenístico; el título califica a Jesús como el de Gamaliel), pretendiendo ser el profeta definitivo anunciado por
que, por su resurrección, se ha convertido en portador y donador uni- Moisés en Dt 18,15. El prometió a sus numerosos seguidores que les
versal de vida y salvación (cf. Flp 3,20) y por eso está por encima de haría atravesar el Jordán a pie enjuto, como antaño lo hizo Moisés a
todas las demás figuras de salvadores, sean nombres o dioses. través del Mar Rojo. Mientras se dirigía a la región del Jordán, lo al-
También merece especial atención el hecho de que en el v. 32 se in- canzaron sus perseguidores, lo decapitaron y llevaron su cabeza a Jeru-
troduzca como testigo, junto a los testigos humanos, al Espíritu Santo. salén como trofeo de guerra (Josefo, Ant. XX 541).
Este testimonio del Espíritu no es una dimensión autónoma e indivi- Judas el Galileo fue el fundador y el primer organizador del movi-
dual, que pueda subsistir por sí misma independientemente del testimo- miento zelota, enemigo encarnizado de Roma. Entró en acción hacia el
nio de los apóstoles (como, por ejemplo, el acontecimiento visible de 6 d . C , en tiempos de la deposición de Arquelao, cuando Judea se con-
Pentecostés), o que perdure en el tiempo, después del testimonio apos- virtió en protectorado romano. Por tanto, la datación de Lucas es
tólico (como si ese testimonio desapareciese con la muerte de los após- exacta, al presentarlo «cuando el censo», es decir, el empadronamiento
toles). El testimonio del Espíritu es más bien una realidad que proviene llevado a cabo por el legado imperial Quirino (cf. Luc 2,lss). Josefo,
de Dios, que penetra en los apóstoles y que hace posible su testimonio. que cuenta la historia de Judas (Ant. XVIII 4,23; XX 102; Bell. II 433),
Dios ha dado a los apóstoles, en cuanto obedientes a su palabra, el Es- no dice ni una palabra sobre su muerte. En todo caso, el movimiento
píritu que los capacita para ser los abanderados de la causa de Dios zelota de sus secuaces no se había extinguido, ni mucho menos, al
ante el mundo. Él Espíritu es, a la vez, motor y señal del testimonio tiempo de nacer la comunidad cristiana, sino que se encontraba en vías
apostólico. de un acelerado incremento. Lucas, por su parte, no tenía una idea
muy exacta de la cronología de estos acontecimientos, como lo prueba
33. Las palabras de los apóstoles desencadenan una tempestad de ya la inversión del orden al contarlos. Sus informaciones provienen pro-
148 5,17-42: Transigencia del Consejo 5,17-42: Transigencia del Consejo 149

bablemente de relatos de hacia el año 70; y es muy improbable que pulos. La existencia del testigo de Jesús crucificado está marcada por su
Lucas dependa de Josefo. asociación al sufriente del Maestro, para que triunfe la causa de Dios.
Las pretensiones más ambiciosas entre ambos líderes se atribuyen a
Teudas, de quien Lucas dice: «dándoselas de ser alguien» (el códice D 42. Una conclusión solemne pone fin a la primera parte de Hch.
añade significativamente: «importante»). Pero los dos movimientos —y Incólumes y decididos, los apóstoles reanudan su tarea. El peligro mor-
aquí radica el punto de comparación— se desintegraron a la muerte de tal ha quedado conjurado, al menos por el momento. La buena noticia,
sus jefes mesiánicos. Dios mismo, soberano absoluto de la historia, pro- el evangelio, conserva el lugar que Dios le ha asignado y resuena en
nunció sobre ellos su juicio definitivo. voz alta en el templo de la ciudad santa, ante todo Israel. Al mismo
tiempo, va creciendo la comunidad de los creyentes, que se reúne en
38. La conclusión que saca Gamaliel, el religioso fariseo, se tra- las casas para escuchar la enseñanza, celebrar la fracción del pan y per-
duce en una exhortación a no poner obstáculos a la actuación de Dios, manecer en oración (cf. 2,46). Al terminar esta primera parte, el lector
aun en el caso presente. tiene que llevar impresa esta imagen de una comunidad afianzada, viva,
consciente de su tarea. Además, tiene que tener la absoluta seguridad
39. Si las pretensiones de los apóstoles de que, invocando el nom- de que, tanto en el presente como en el futuro, cualquier oposición de
bre de Jesús, defienden la causa de Dios, son falsas, la actuación de poderes adversos contra la comunidad se demostrará como una lucha
Dios en la historia ya se encargará de refutarlas. Pero si son legítimas vana contra la causa de Dios. Pero también tiene que comprender que,
—y que esto no es una pura posibilidad hipotética se indica mediante el a pesar de todos los pesares, el camino del testigo del nombre de Jesús
paso del subjuntivo al indicativo en la segunda frase condicional— cual- a través del ancho mundo no puede ser más que un camino de sufri-
quier procedimiento que se inicie contra los discípulos significa una miento.
oposición a Dios y, en cuanto tal, no sólo inútil, sino hasta sacrilega.
LaMisná defiende un principio semejante (Abot 4,11): «Toda asocia-
ción (que se realiza) en nombre de Dios, acabará por mantenerse; pero
la que no (se realiza) en nombre de Dios, acabará por destruirse». El
v. 39c («luchar contra Dios»), a pesar de que tiene reminiscencias de
Eurípides (Bac. 45), no es cita, sino reproducción de una expresión
proverbial (cf. comentario a 26,14). Aunque Gamaliel considera la
inutilidad de una oposición a los discípulos de Jesús sólo como una po-
sibilidad real con la que hay que contar seriamente, sus palabras tienen
que ser entendidas por el lector como descripción de una realidad muy
significativa. A estas alturas, el lector ya sabe por todos los relatos an-
teriores y especialmente por los vv. 17-27 que, aunque Jesús ya no está
corporalmente presente en medio de sus discípulos, su poderoso nom-
bre está a su lado y por tanto Dios mismo aniquilará cualquier acción
que los hombres inicien irreflexivamente contra los discípulos de Jesús.

40. La opinión de Gamaliel es aceptada. Las medidas que el Con-


sejo toma contra los discípulos exceden un tanto al mínimo que sería
necesario para no perder totalmente su reputación. Reiteran su prohibi-
ción de predicar, como lo habían hecho en el proceso anterior (4,18) y,
como advertencia e intimidación a los apóstoles, mandan azotarlos (cf.
22,19; 26,11; Me 13,9). La flagelación, como advertencia y escarmiento,
era bastante corriente (San 8,4c). Pero en este pasaje no parece que
haya que pensar en la pena máxima de 39 azotes (2 Cor 11,24).
41. Por lo demás, los apóstoles son puestos en libertad. Igual que
en 4,23-31, salen del tribunal, no amedrentados, sino más seguros de su
causa. Una nueva tonalidad resuena en este versículo; sufrir ultrajes
«por causa del nombre (de Jesús)» no es deshonra, sino gracia. La bien-
aventuranza prometida en Le 6,22s empieza a cumplirse en los discí-
II
PRIMERA ETAPA DE
LA EXPANSIÓN DE LA IGLESIA
(6,1-9,31)

1. Nombramiento de los Siete (6,1-7)

6 ^ o r entonces, al crecer el número de los discípulos, los hele-


nistas se quejaron contra los hebreos; decían que en el suminis-
tro diario descuidaban a sus viudas. 2 Los Doce convocaron el
pleno de los discípulos y les dijeron:
—No está bien que nosotros desatendamos la palabra de Dios
por servir a la mesa. 3Por tanto, hermanos, escoged entre vosotros a
siete hombres de buena fama, dotados de espíritu y habilidad, y los
encargaremos de esta tarea; 4nosotros tenemos que dedicarnos a la
oración y al servicio de la palabra.
5
La propuesta les pareció bien a todos, y eligieron a Esteban,
hombre dotado de fe y Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nica-
nor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. 6Se los
presentaron a los apóstoles y ellos, imponiéndoles las manos,
oraron.
7
La palabra de Dios iba cundiendo, y en Jerusalén crecía mu-
cho el número de discípulos; incluso gran cantidad de sacerdotes
se adherían a la fe.

1-7. Esta narración señala un cambio importante en el desarrollo.


Se cuenta un episodio que, a un lector desprevenido, le puede dar la
impresión de que continúa la serie de relatos en torno a la vida de la
comunidad de Jerusalén, ampliados aquí con la narración de las dificul-
tades inherentes a su proceso de crecimiento. Pero enseguida se verá
que este episodio introduce una nueva etapa en el desarrollo de la Igle-
sia. Lo mismo que cuando se tira una piedra al agua se forman una se-
ne de ondas concéntricas, así la entrada en escena de un nuevo grupo
dentro de la comunidad —los «helenistas»— desata una cadena de
acontecimientos que llevan el evangelio más allá de las fronteras
iniciales de Jerusalén, hasta alcanzar toda Judea, Samaría y las regiones
colindantes. Los eslabones más importantes de esta cadena son: el mar-
ll
rio de Esteban y la persecución de la comunidad en Jerusalén (6,8-
°>3), el comienzo de la misión en Samaría por medio de Felipe (8,4-
152 6,1-7: Nombramiento de los Siete 6,1-7: Nombramiento de los Siete 153

25), la conversión de Pablo, el perseguidor de los cristianos, en Da- c ho más incisivo; por ejemplo, se atreve a criticar el templo y la ley
masco (9,1-22) y, finalmente, la primera visita de Pablo a Jerusalén mosaica (6,14), lo que significa un enfrentamiento radical con la co-
(9,26-30). Lo que más contribuye al dramatismo de esta segunda parte rriente farisea del judaismo.
del libro es la circunstancia de que precisamente un fenómeno que, se-
gún todas las previsiones humanas, habría tenido que significar el fin de c) Es evidente que la persecución de la comunidad (8,1), desatada
la Iglesia, es decir, la persecución en Jerusalén, haya sido el impulso por la controversia con Esteban, no fue contra todos los cristianos de
para una expansión ulterior y, al mismo tiempo, el cumplimiento de la Jerusalén, sino sólo contra el grupo helenista. Los «Doce» no fueron
segunda parte de la promesa del Resucitado (1,8: «en toda Judea y Sa- molestados y evidentemente tampoco el grupo de lengua aramea. Esto
maría»). sólo se puede explicar en el supuesto de que, al tiempo de la persecu-
La base de tradición sobre la que está construido este pasaje se tras- ción, los cristianos se presentaban a los ojos de los extraños como dos
luce claramente en los vv. l-2a, porque aquí se acumulan una serie de grupos distintos entre sí; y los apóstoles, en cuanto jefes de uno de los
palabras y giros muy poco lucanos (p. ej. «los discípulos» como desig- grupos, no podían ser tenidos por responsables de la enseñanza del otro
nación de la comunidad; «los Doce», en vez de, «los apóstoles», que es grupo.
la forma corriente). La lista del v. 5 se debe con seguridad a la tradi- Pero ahora, concretamente, ¿quiénes son esos «helenistas»? No hay
ción; y posiblemente también el v. 7. Así que se puede suponer que los ningún motivo para desviarse de la respuesta que ya dio en su tiempo
vv. 1.2a.5 (.7?) pertenecen a una serie de anotaciones de origen antio- S. Juan Crisóstomo: «(Lucas) llama helenistas a los de lengua griega»
queno, en las que se conservan recuerdos de las figuras más representa- {Hom. Act. XXI 1, a propósito de Hch 9,29). No se trata de antiguos
tivas de los primeros tiempos, como es, en este caso, el grupo de los paganos, ni de secuaces de una secta herética judía, como los esenios
Siete. Con todos estos datos, Lucas ha compuesto una escena clara- de Qumrán o los samaritanos. La palabra «helenista» viene del verbo
mente organizada: v. 1: exposición y descripción de la situación anó- griego hellenizein, que tiene prevalentemente un significado lingüístico
mala que se ha presentado en la comunidad; vv. 2-4: asamblea comuni- de «hablar (correctamente) el griego». Sólo más tarde pasa a primer
taria y propuesta de «los Doce» para subsanar la anomalía; vv. 5-6: plano el significado de «vivir al modo griego», o «abogar por la cultura
puesta en práctica de la propuesta; v. 7: observación conclusiva. griega». Por tanto, tuvo que tratarse de judíos de la diáspora, de len-
Si intentamos reconstruir el fondo histórico del acontecimiento, con gua griega, convertidos al cristianismo; esto significa que esencialmente
ayuda de los datos que nos ofrece el mismo libro de Hch, nos daremos pertenecían al grupo de personas mencionadas en 2,5ss. Análogamente,
cuenta enseguida de que Lucas ha trazado una imagen demasiado sim- los «hebreos» son judíos de Palestina, o especialmente relacionados con
plificada. En realidad, este relato no puede menos que reflejar la revo- esta región, cuya lengua materna era el arameo (Flp 3,5; 2 Cor 11,22).
lución más trascendental de la historia del cristianismo primitivo, es de- Por lo general, la barrera lingüística constituía un problema considera-
cir, el nacimiento en Jerusalén de una comunidad autónoma compuesta ble para los judíos de la diáspora, de lengua griega, residentes en Jeru-
por judeocristianos de cultura helenística. Cuando se trata de narrar salén, donde se hablaba el arameo. Por 6,9 y 24,12 sabemos que estos
acontecimientos conflictivos en el seno de la comunidad, Lucas es ex- judíos griegos tenían sinagogas propias en Jerusalén. De manera aná-
tremadamente comedido; ya tendremos ocasión de notarlo más ade- loga, el problema lingüístico de los judíos de la diáspora convertidos al
lante (15,38-41; 21,15-26; 28). Buscando el apoyo de sus fuentes, Lucas cristianismo, tuvo que ser especialmente agudo con motivo de las cele-
tiene buen cuidado en desdramatizar tensiones y controversias intra- braciones litúrgicas; de modo que todo hace suponer que ya muy
eclesiales, hasta el punto de hacerlas irreconocibles. Este pasaje no trata pronto se llegó a celebrar la liturgia en grupos separados. Esto tuvo
únicamente de la instauración de un nuevo servicio comunitario que que llevar consigo, a largo plazo, la constitución en Jerusalén de una
venga en ayuda de los apóstoles en el ámbito de la atención caritativa. segunda comunidad, independiente aun en su organización. La dificul-
Y esto, por las siguientes observaciones: tad que se presentó con motivo de la atención a los pobres (v. 1), bien
pudo ser una primera consecuencia de la vida independiente que vivían
a) Los «Siete», teóricamente encargados sólo de servir a la mesa ambos grupos comunitarios, causada por la separación de la celebración
(vv. 2b.3b), aparecen en lo sucesivo exclusivamente dedicados a la pro- litúrgica. Por otra parte, parece perfectamente razonable que estas difi-
clamación de la palabra, como misioneros, sin que se haga mención al- cultades hayan podido dar impulso a una separación organizativa que
guna de un cambio o de una prolongación de su misión. Esteban y Fe- tuviese plenamente en cuenta este nuevo tipo de relaciones.
lipe actúan de la misma manera que lo han hecho hasta ahora Pedro y El colegio de los Siete era el grupo dirigente de esta comunidad he-
los apóstoles.
lenística. El número de siete se explica por analogía con la junta direc-
b) De lo poco que sabemos acerca de la predicación de los «Siete» tiva de las poblaciones judías, que constaba de siete hombres (Bill. II
helenistas, podemos deducir claramente que su palabra, en compara- "41). También las comunidades sinagogales judías tenían, por regla ge-
ción con la de Pedro y la de los apóstoles, tiene un tono nuevo y mu- neral, un consejo de ancianos compuesto por siete hombres. En todo
154 6,1-7: Nombramiento de los Siete 6,1-7: Nombramiento de los Siete 155

caso, merece atención la circunstancia de que los helenistas no eligieron bien lo que se indica es que los apóstoles no pueden asumir de ahora
un colegio de doce, en analogía con los hebreos. Mientras que los en adelante un servicio adicional, exigido por las circunstancias, sin des-
«Doce» no representaron inicialmente un órgano administrativo, sino cuidar el campo de acción que les es propio, «la palabra de Dios». La
un símbolo escatológico de la plenitud del pueblo de Dios, los «Siete» formulación «servicio de la palabra», es indudablemente lucana, en
fueron exclusivamente administrativos, pero su existencia nunca puso contraposición con la formulación «servir a la mesa», originada en la
en duda el significado fundamental del grupo de los «Doce». Por lo tradición, que caracterizaba la función de caridad. Más aún, probable-
demás, ya los nombres de los Siete, griegos sin excepción, demuestran mente estamos en lo cierto si admitimos que Lucas da un relieve de pri-
sin género de duda que todos provenían del círculo de los helenistas. mer plano a la palabra «servicio» (diakonia), porque está pensando en
el ministerio diaconal, que era corriente en su Iglesia (Flp 1,2; 1 Tim
1. La indicación temporal «por entonces» sirve de unión con lo an- 3,8.12). Lucas no interpreta el nombramiento de los «Siete» como fun-
terior. El lector tiene que recordar, sobre todo, los relatos acerca de la damento directo de la institución posterior del diaconado y por eso
comunión de bienes (especialmente 4,32-35), que constituyen el funda- evita la denominación de «diáconos»; con todo, aprovecha la ocasión
mento de todo lo que sigue. En el círculo de los «helenistas» crece la para indicar a sus lectores la necesidad y el sentido del ministerio diaco-
insatisfacción con respecto a los «hebreos». Se afirma que, en el sumi- nal. Su relato de este acontecimiento ilumina el desarrollo posterior,
nistro diario de los alimentos, se perjudicaba a las viudas helenistas. No aunque sin establecer una relación causal entre ambos momentos.
se sabe exactamente si este reproche estaba o no justificado. En reali- 3. Los criterios para la elección son: buena fama, habilidad, y po-
dad, en el caso de las viudas helenistas, tiene que haberse tratado de sesión del Espíritu. Todos ellos recuerdan —y probablemente no por
un grupo especialmente necesitado. Muchos judíos de la diáspora, pro- casualidad— las condiciones exigidas en 1 Tim 3 para ordenar a uno de
fundamente religiosos, iban a Jerusalén a pasar los últimos años de su diácono o consagrarlo obispo.
vida, porque deseaban ser enterrados allí. Sus viudas no tenían ningún
pariente en la ciudad que pudiera echarles una mano. La situación de 4. Otra vez declaran los apóstoles su intención de dedicarse plena-
estas viudas se agravaba por el hecho de que, al parecer, no estaban in- mente a su tarea propia. Junto al «servicio de la palabra» se menciona
cluidas en la organización social que se ocupaba de atender a los po- aquí la «oración», que se refiere a sus plegarias de intercesión por el
bres. En los primeros tiempos, la comunidad todavía no había desarro- bien de la comunidad y no a la oración litúrgica de que se habla en
llado un concepto análogo a la seguridad social a largo plazo. La 2,42.
distribución diaria de los alimentos disponibles, sin una planificación
definida, estaba en consonancia con el carácter entusiasta de la comu- 5. La lista de los Siete comienza con Esteban, indicando así la fun-
nión de bienes, que sustituía la organización por una absoluta esponta- ción directiva que este personaje desempeñaba en la comunidad hele-
neidad (cf. el comentario a 4,32-35). Los «Doce» (única vez que apa- nista y que, sin duda, corresponde al papel de Pedro, como portavoz de
rece en Hch este título antiguo, basado evidentemente en la tradición; los Doce. Lucas lo hace resaltar de manera especial añadiendo, como
cf. 1 Cor 15,5) salen al paso inmediatamente a este reproche, convo- anticipo de 6,8 y 7,55, dos calificativos: «dotado de fe y Espíritu
cando una asamblea plenaria de la comunidad. El modelo administra- Santo». También adquiere un cierto relieve Nicolás, el prosélito de An-
tivo que se presupone en este pasaje difícilmente puede haber sido tioquía, el primer pagano que, pasando por el judaismo, se hizo cris-
creado por la comunidad'primitiva; más bien parece reflejar la práctica tiano. Tratar de identificarlo como el fundador de la secta de los «nico-
que estaba en vigor en la comunidad de Lucas. Dos órganos directivos laítas» (Ap 2,6.15), carece de todo fundamento.
aparecen uno frente a otro: de una parte, los dirigentes de la comuni-
dad —los «Doce», en este caso— y, de otra, la asamblea plenaria. Los 6. Una vez que la asamblea ha elegido a los Siete —no se dice
dirigentes convocan la asamblea y presentan su propuesta; la asamblea nada del modo de elección— los apóstoles proceden a la verdadera ins-
designa, por elección, a los responsables de este servicio comunitario. titución del servicio, mediante la oración y la imposición de manos. Se
Con todo, la instalación en el cargo se lleva a cabo mediante un rito de trata de una costumbre judía, cuyo prototipo es la constitución de Jo-
imposición de las manos por parte de los dirigentes. sué como sucesor de Moisés en Nm 27,18. Por medio de la imposición
de las manos se confiere el encargo que capacita para el cumplimiento
2. En una breve declaración los «Doce» presentan a la asamblea del ministerio y, al mismo tiempo, el don de sabiduría necesario para
su idea para resolver la situación conflictiva. La asistencia a los pobres ponerlo en práctica. Aunque la imposición de manos y la oración re-
tiene que ser encomendada, de ahora en adelante, a un ministerio espe- cuerdan el rito de ordenación que aparece en las cartas pastorales,
cial. Esto no quiere decir que los apóstoles, a causa de una creciente prácticamente contemporáneas de Hch, como acto de constitución de
sobrecarga de trabajo, renuncien a una función desempeñada hasta •os ministros de la comunidad (1 Tim 4,14; 2 Tim 1,6), no se puede ha-
ahora por ellos, y que excluyan de su ministerio un servicio nuevo. Más blar aquí de ordenación en sentido estricto. Faltan los elementos esen-
156 6,8-15: Proceso contra Esteban 6,8-15: Proceso contra Esteban 157

cíales de este rito, como son la transmisión de los principios fundamen- destaca ahora una figura hasta ocupar el primer plano: Esteban, el pri-
tales de la tradición doctrinal de los apóstoles (2 Tim 2,2) y la profesión mer mártir. El relato en su totalidad se compone de tres partes. Los vv.
de fe del ordenando en presencia de toda la comunidad (1 Tim 6,12). 8-15 constituyen la primera; la sección central (7,2-53) está dominada
Pero en todo caso, se trata de un acto en el que se expresa claramente por el discurso de Esteban; y el relato se cierra con la narración del
la estructura fundamental de todos los ministerios comunitarios. Son martirio del personaje (7,54-8,la). La primera parte comienza con una
«servicios» y están orientados a poner en práctica la norma encomen- exposición (vv. 8-11) que presenta el motivo y los antecedentes del pro-
dada por Jesuscrito a su Iglesia, que consiste en «servir». Su funda- ceso contra Esteban; viene a continuación (vv. 12-15) la escena del in-
mento radica en un encargo dado por Dios, que es a la vez un don; y terrogatorio en presencia del Consejo. No cabe la menor duda de que
su ejercicio se concreta en determinadas situaciones históricas de la Lucas, para componer este pasaje, ha reelaborado tradiciones prece-
Iglesia. dentes. El análisis encuentra enormes dificultades no sólo para separar
nítidamente lo que pertenece a la tradición y lo que hay que atribuir a
7. Para subrayar que este episodio no fue más que un incidente la redacción del autor, sino también para determinar el género literario
que no llegó a alterar la armonía y el crecimiento de la comunidad, en el que hay que encuadrar la primera, y la intención predominante en
Lucas pone fin al relato con una observación de carácter general. La la segunda. Hay que tener en cuenta los indicios siguientes:
«palabra de Dios» se contempla aquí directamente, personificándola en
sus efectos visibles. En última instancia, la comunidad en expansión no a) El discurso (7,2-53) está débilmente inscrito en el contexto. Evi-
es más que una manifestación visible, aquí en la tierra, de la palabra de dentemente Lucas lo ha introducido en medio de un fragmento de tra-
Dios y de su potencia; es creatura verbi (una creación de la palabra). dición, cuyo final está constituido por los vv. 55-60. Por eso, en la tra-
La observación de que un gran número de sacerdotes se adhirieron dición originaria, la descripción de la luz celeste que se refleja en el
a la comunidad, quiere poner de relieve el hecho de que en ella están rostro de Esteban venía seguida inmediatamente de su visión de la glo-
representados todos los diversos grupos del pueblo. Según los datos his- ria de Dios (v. 55).
tóricos, la casta sacerdotal, que en tiempos de Jesús comprendía unas b) Es muy llamativa la fluctuación del relato entre la solemne for-
8.000 personas, constituía un alto porcentaje de la población de Jerusa- malidad del proceso, con la convocación de los testigos (6,12b-13) y el
lén y alrededores. interrogatorio del acusado (7,1), y el impulsivo acto de linchamiento
con que termina (vv. 57ss). De esto no se puede deducir que Lucas
haya yuxtapuesto dos tradiciones divergentes; cabe la posibilidad de
que en una tradición que contaba el linchamiento de Esteban, Lucas
2. Proceso contra Esteban (6,8-15) haya introducido elementos de un proceso judicial. Su interés en com-
prometer al Consejo está suficientemente claro ya en los capítulos pre-
8
E s t e b a n , lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios cedentes (caps. 3-5).
y señales en medio del pueblo. 9 Unos cuantos de la sinagoga lla-
c) La descripción del alboroto popular que termina en una acción
mada de los Libertos, y de las de Cirene, Alejandría, Cilicia y
judicial ante el Consejo es complicada y hasta oscura (6,11-13). No se
Asia, se pusieron a discutir con Esteban, 1 0 pero no lograban ha- ve claramente quién es el sujeto del v. 12. Y sobre todo, la acusación
cer frente al Espíritu con que hablaba. " E n t o n c e s sobornaron a contra Esteban se menciona dos veces; una en el v. 11, de modo muy
algunos para que dijeran: general, y otra en el v. 13, mucho más detallada y precisa, y orientada
—«Le hemos oído pronunciar blasfemias contra Moisés y con- al discurso que sigue a continuación. Esto indica que Lucas ha manipu-
tra Dios». lado notablemente los vv. 12-14.
12
Alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los doctores de la d) El relato está entretejido con una serie de elementos que tienen
ley, agarraron a Esteban por sorpresa y lo condujeron al Con- su origen en una concepción entusiástica del Espíritu. Esteban se des-
sejo, presentando testigos falsos que decían: taca por sus prodigios (v. 8) y por el ardor y sabiduría —obra del Espí-
— E s t e individuo no para de hablar contra el lugar santo y la ritu— con que hablaba (v. 10); aparece ante sus adversarios como ma-
ley. 1 4 Le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá nifestación de un ángel (v. 15) y, «lleno de Espíritu Santo», tiene una
este lugar y cambiará las tradiciones que recibimos de Moisés. visión del Hijo del hombre ya glorificado (7,55s). En el libro de Hch
15
Fijaron la vista en Esteban todos los miembros del Consejo, sólo se encuentra una analogía con este pasaje en las tradiciones sobre
Fe
y su rostro les pareció el de un ángel. lipe (8,6.13.26.29.39; 21,9).
Todo esto da motivos para pensar que esta presentación está basada
en
8-15. En el grupo de los Siete helenistas, presentado en 6,1-7, se una leyenda que había ido tomando forma en los diversos círculos
158 6,8-15: Proceso contra Esteban 6,8-15: Proceso contra Esteban 159

judeocristianos de origen helenístico. La leyenda presenta a Esteban biado de esta manera la deposición de los testigos falsos en el proceso
como modelo del cristiano poseído por el Espíritu e interpreta su marti- de Jesús (Me 14,58) y que la haya introducido en este nuevo contexto,
rio como consecuencia de su exaltado entusiasmo. Concretamente, la porque quería poner de relieve el paralelismo entre el martirio de Este-
tradición debía de relatar cómo Esteban, a causa de su predicación y de ban y la pasión de Jesús; de hecho, Lucas omite la deposición de los
sus grandes prodigios, fruto del Espíritu, atrajo hacia sí el odio de los testigos en su relato de la pasión (cf. Le 22, 66ss). Más bien habrá que
miembros de las sinagogas de la diáspora que había en Jerusalén; cómo pensar que la requisitoria de Jesús contra el templo tuvo su origen en
se enfrentó, con una siempre renovada fuerza del Espíritu, a la cre- un ambiente de controversia entre el judaismo y algunos círculos cris-
ciente oposición desatada contra él; y cómo, finalmente, sufrió el marti- tianos, que recurrieron a la crítica de Jesús contra el templo y la am-
rio como consecuencia de la aceptación obediente de su misión. Cuánto pliaron notablemente; éstos eran, evidentemente, los helenistas. En el
hay de tradición en los rasgos típicos con que se describe su martirio, es curso de estas discusiones, las palabras de Jesús adquieren una configu-
difícil de determinar con precisión (cf. comentario a 7,54-60). Se puede ración adaptada a la nueva situación; probablemente esta nueva formu-
afirmar que, al menos parcialmente, son creación de Lucas, debido a su lación es la que sustancialmente reproduce Lucas. Por tanto, no se
tendencia a establecer un paralelismo con el relato de la pasión de puede tildar a Lucas de arbitrariedad, al transponer a este pasaje unas
Jesús. Sin embargo, el interés primario de la redacción lucana radica en palabras de Jesús que pertenecían al relato de la pasión. Más bien, es
la presentación del significado que tiene este conflicto. Para Lucas, la todo lo contrario; Lucas las ha introducido en el lugar que, según su
historia de Esteban supone una etapa importante en el camino de la ex- comprensión histórica, les correspondía.
pansión eclesial. Por primera vez estalla una violenta oposición contra
los cristianos por parte de todo el pueblo de Jerusalén. Ya se anuncia 8. La presentación de Esteban es la de un carismático. Está «lleno
el rechazo de la comunidad por los judíos, y así, al mismo tiempo, de gracia y poder», es decir, es portador de la eficacia salvadora del Es-
queda preparado su camino de apertura a los paganos. píritu que le capacita para obrar grandes prodigios. Al igual que los
Las palabras de los testigos falsos en el v. 14 plantean un problema apóstoles (4,33; 5,12), también Esteban suscita la atención del pueblo.
especial. El testimonio es una variante del anuncio de la destrucción y Por el momento, Lucas todavía no le atribuye una actividad propia de
reconstrucción del templo, que aparece con diversas formulaciones en predicación (cf. vv. 3s), aunque el v. 10 parece implicarla.
los relatos sinópticos de la pasión (Me 14,58; 15,29; Mt 26,61; 27,40; Jn
9. La actuación de Esteban provoca inmediatamente la oposición.
2,19) y cuya raíz parece que hay que encontrarla en una auténtica re-
Sus adversarios, precisamente judíos de la diáspora residentes en Jeru-
quisitoria profética de Jesús que predecía la destrucción del templo
salén, entran enseguida en acción. La resistencia no proviene, como en
(¿tal vez en el contexto de la purificación del santuario? cf. Jn 2,19). El
los capítulos anteriores, del templo, sino de las sinagogas de lengua
anuncio de Jesús no deja lugar a dudas de que llegará un día en que el
griega. Por aquel entonces había en Jerusalén muchas comunidades si-
templo y su culto desaparezcan totalmente y al final de los tiempos, en
nagogales que hablaban griego (24,12); la tradición sobre la que se basa
vez de ese templo material, Dios creará un nuevo lugar para establecer
este relato parece que realmente hablaba de cinco de ellas, que se dife-
en él su presencia. La redacción lucana se diferencia de las demás pre-
renciaban por la diversa procedencia de sus miembros. La sinagoga de
sentaciones en varios aspectos:
los Libertos constaba probablemente de judíos romanos, en gran parte
a) Lucas omite la segunda parte del anuncio, la que habla de la descendientes de prisioneros de guerra judíos y que ya habían obtenido
construcción de un nueva templo. la libertad. Junto a ésta se mencionan las sinagogas que representaban
b) Amplía el anuncio de la destrucción del templo con una frase a la gran diáspora judía de Alejandría de Cirene (cf. Me 15,21; Rom
paralela sobre la ley; Jesús «cambiará las tradiciones que recibimos de 16,13), en el norte de África, y de las provincias de Cilicia y Asia, en
Moisés». Sin duda, esta frase hace referencia a la reglamentación legal Asia Menor. La actividad misionera de Esteban tuvo que desarrollarse
de las ceremonias que tenían lugar en el templo. en el propio ambiente, es decir, entre los de lengua griega. Así se ex-
plica —y probablemente éste es el fondo histórico del relato— que se
c) En Lucas, ambos elementos tienen un sentido escatológico. {legase a la confrontación. La presentación lucana del conflicto da la
Tanto la destrucción del templo como la abolición del ceremonial litúr- impresión de que fueron sus mismos compañeros de las sinagogas de
gico son acontecimientos que hay que esperar de Jesús, cuando reapa-
lengua griega, los que involucraron espontáneamente a Esteban en una
rezca en su parusía.
confrontación verbal, en la que ellos no demostraron una agudeza de
Se trata aquí de una reelaboración teológica que, sin duda, repro- espíritu muy desarrollada.
duce con toda exactitud el principio fundamental de la predicación de
los helenistas. (La calificación de los testigos como «falsos» radica evi- 10. Evidentemente los cabecillas de los helenistas se tenían por
dentemente en la connotación de blasfemia que se imputa a la acusa- detentares de una sabiduría especial, proveniente de la actuación esca-
ción expresada en el v. 14). Es poco probable que Lucas haya cam- tológica del Espíritu. >
160 6,8-15: Proceso contra Esteban 7,1-53: Discurso de Esteban 161

11. Al no poder derrotar a Esteban en una confrontación directa, El resultado global de todo este análisis es un cuadro sorprendente-
los adversarios optan por el camino de la intriga. Con toda su mala in- mente claro e históricamente exacto de la predicación de Esteban y de
tención dejan que se vaya difundiendo entre el pueblo la idea de que los helenistas. Una predicación marcada por un vigoroso entusiasmo es-
Esteban ha pronunciado blasfemias contra Moisés, el legislador, y con- catológico, que presagiaba la aceptación de una serie de elementos cen-
tra Dios; y consiguen lo que pretenden. trales de la predicación del Jesús prepascual. Mientras la comunidad de
lengua aramea, cerrada en torno a Pedro, que al principio fue relativa-
12. Hasta ahora, el pueblo había estado fundamentalmente de mente conservador, acentuaba la continuidad entre el acontecimiento
parte de los discípulos de Jesús (2,47; 5,17) y sólo los saduceos, ene- Cristo y la precedente historia de salvación con sus instituciones, los he-
migos de la resurrección, se habían opuesto a ellos, pero ahora, por lenistas se aferraron a la crítica radical que Jesús hizo del templo y de
primera vez, la situación cambia radicalmente. La hostilidad contra Es- la ley y llegaron a mostrar que, por la actuación de Jesús resucitado y
teban va ganando adeptos entre el pueblo capitaneada por los doctores glorificado, que se hace presente en el Espíritu, ha irrumpido algo
de la ley (fariseos). Y el motivo es claro: Esteban ha vulnerado los nuevo que exige cambios insospechados. Con Jesús, el templo ha per-
principios fundamentales de la religión judía. Se produce así una situa- dido su función como lugar de la presencia de Dios; con Jesús se im-
ción totalmente distinta de lo que era en los primeros días de la Iglesia. pone imprescindiblemente una nueva y radical interpretación de la vo-
Una vez preparado el terreno, los adversarios —sin duda, los judíos de luntad de Dios, que supera infinitamente a la ley de Moisés y cuyo
lengua griega mencionados en el v. 9, aunque la construcción gramati- único precepto es el amor. Esta predicación tuvo que suponer un desa-
cal es equívoca— arrastran a Esteban ante el Consejo. fío irresistible no sólo para las comunidades sinagogales de lengua
13. Los adversarios, para cimentar eficazmente los cargos que ele- griega afincadas en Jerusalén, que fueron sus primeros destinatarios,
van contra él a la audiencia, aducen la deposición de dos testigos, bien sino para el judaismo en toda su amplitud.
instruidos por ellos. Según la prueba testifical, Esteban no ha hecho
más que atacar al templo y a la ley.
14. Como ejemplo concreto de este ataque continuo presentan dos 3. Discurso de Esteban (7,1-53)
afirmaciones doctrinales del acusado: Jesús, cuando vuelva, destruirá el
templo, y cambiará las tradiciones de Moisés. Desde luego que ambas
afirmaciones se refieren únicamente a algo que ha de suceder en el fu- 7 *E1 sumo sacerdote le preguntó:
turo escatológico, pero implican, ya para el presente, una actitud con — ¿ E s verdad eso? •>
2
respecto a las sagradas instituciones radicalmente distinta, a causa de la Contestó Esteban:
futura actuación de Jesús. Si Jesús va a suprimir el templo, entonces —Padres y hermanos míos, escuchad. El Dios de la gloria se
tanto la institución como el culto que en ella se celebra son ya en este apareció a nuestro padre A b r a h á n , en Mesopotamia, antes de
momento algo irrelevante y carente de sentido; y si Jesús va a cambiar que fuera a establecerse en J a r á n , 3 y le dijo: «Sal de tu tierra y
las tradiciones, entonces ya desde ahora, y de antemano, es obligatoria de tu familia y vete a la tierra que te mostraré». 4 Salió A b r a h á n
para los discípulos de Jesús una nueva interpretación de la ley. Del del país de los caldeos y se estableció en Jarán. C u a n d o murió su
resto, merece atención el hecho de que no se habla de una derogación, padre, Dios lo trasladó de allí a esta tierra en que vosotros vivís
sino de un cambio de la& «tradiciones» (éste es el significado de la pala- ahora.
bra griega ethe; para el judaismo esto se refería a prescripciones con- 5
cretas. Cf. 15,1; 16,21; 21,21; 28,17). Aún no se divisa en este hori- No le dio en propiedad ni siquiera un pie de terreno pero
zonte la crítica radical que Pablo hace de la ley. El pasaje refleja, más prometió dárselo en posesión a él y más tarde a su descendencia,
bien, una concepción que ve en Jesús al nuevo legislador escatológico y aunque todavía no tenía hijos. 6 Dios le dijo que su descendencia
desde esta perspectiva critica la práctica legalista vigente en el judaismo habitaría en tierra extranjera, y que la esclavizarían y maltrata-
(cf. Mt 5,21ss; Me 2,27s; 7,15.18ss) rían por cuatrocientos años. 7 Pero añadió: «A la nación que va a
esclavizarlos la juzgaré yo —así dijo Dios— y entonces saldrán
15. A la acusación de los adversarios se contrapone una nueva para d a r m e culto en este luar». 8 Le dio como alianza la circun-
prueba del carácter carismático de Esteban. Este se manifiesta ante los cisión; por eso circuncidó a Isaac a los ocho días de nacer. Isaac
ojos de sus oponentes como la aparición de un ángel. Esta presentación er
>gendró a Jacob y Jacob a los doce Patriarcas.
corresponde exactamente a la idea vigente en el judaismo de que el
rostro de los que están llenos del Espíritu aparece luminoso, es decir, Los Patriarcas vendieron a José por envidia, para que se lo
se transforma en un trasunto de los ángeles (así se dice de José en Jo- llevaran a Egipto; pero Dios estaba con él 10y lo sacó de todas
Su
seio,Ant. XIV 8s; XIII lOs; cf. LvR 1,1; Hag 14b). s desgracias. A d e m á s le dio una sabiduría que le ganó el favor
162 7,1-53: Discurso de Esteban 7,1-53: Discurso de Esteban 163
del Faraón, rey de Egipto, y éste lo nombró gobernador de como jefe y salvador, por medio del ángel que se le apareció en
Egipto y de todas sus posesiones. la zarza. 3 El fue quien los sacó, realizando prodigios y señales
''Hubo un hambre en Egipto y en Canaán, con tanta escasez, en Egipto, en el Mar Rojo y en el desierto durante cuarenta
que nuestros padres no encontraban víveres. 12A1 enterarse Ja- años. 3 Fue Moisés quien dijo a los israelitas: «Dios suscitará en-
cob de que en Egipto había provisiones, envió allá a nuestros pa- tre vuestros hermanos un profeta como yo». 38 En la asamblea
dres. 13La segunda vez que fueron se dio a conocer José a sus del desierto fue el mediador entre el ángel que le hablaba en el
hermanos, y el Faraón se enteró de qué estirpe era José. 14José monte Sinaí y nuestros padres, y recibió palabras de vida para
mandó llamar a su padre, Jacob, y a toda su parentela, en total transmitírnoslas. 39 Pero nuestros padres no quisieron escucharlo,
setenta y cinco personas. 15 Jacob bajó a Egipto, y allí acabaron lo rechazaron y en su corazón volvieron a Egipto. 40 Y dijeron a
su vida él y nuestros padres. 16Los trasladaron a Siquén y los en- Aarón: «Haznos dioses que abran la marcha, pues aquel Moisés
terraron allí en el sepulcro que Abrahán había comprado con su que nos sacó de Egipto no sabemos qué ha sido de él».
41
dinero a los hijos de Jamor. Entonces se fabricaron un becerro y ofrecieron sacrificios al
17
A medida que se acercaba el cumplimiento de la promesa ídolo, celebrando fiesta en honor de la obra de sus manos.
42
de Dios a Abrahán, el pueblo crecía y se multiplicaba en Egipto. Dios les volvió la espalda y los entregó al culto de los astros,
18
Pero surgió otro rey en Egipto que no tenía noticia de José, 19y como dice el libro de los Profetas: «Casa de Israel, ¿acaso me
usando malas artes con nuestra gente, forzó a nuestros padres a ofrecisteis sacrificios y ofrendas en los cuarenta años del de-
abandonar a los recién nacidos para que perdiesen la vida. sierto? 4 3 No, transportasteis la tienda de Moloc y el astro de
20
Por entonces nació Moisés, un niño hermoso ante Dios. Se vuestro dios Refán, imágenes que os fabricasteis para adorarlas.
crió tres meses en casa de su padre. 21 Cuando lo abandonaron, Pues yo os deportaré más allá de Babilonia».
44
lo recogió la hija del Faraón y lo hizo criar como hijo suyo. 22 Así Nuestros padres tenían en el desierto la tienda del testimo-
aprendió Moisés la sabiduría de los egipcios, y fue elocuente y nio; el que hablaba con Moisés le había ordenado construirla co-
hombre de acción. piando el modelo que había visto. 45 Nuestros padres se fueron
23
Cuando cumplió cuarenta años le vino la idea de visitar a transmitiendo la tienda, hasta introducirla, guiados por Josué, en
sus hermanos los israelitas. 24A1 ver maltratar a uno, acudió a el territorio conquistado a los paganos, que Dios expulsó delante
defenderlo, y vengó al oprimido matando al egipcio. 25 Esperaba de ellos.
que sus hermanos comprendiesen que Dios los iba a salvar por Así estuvieron las cosas hasta el tiempo de David, 46 que al-
su medio, pero no lo comprendieron. 26A1 día siguiente apareció canzó el favor de Dios y le pidió que le permitiera construirle
mientras unos se peleaban y trató de que hicieran las paces, di- una morada a él, el Dios de Jacob; aunque fue Salomón quien
ciéndoles: «Hombres, si sois hermanos, ¿por qué os maltratáis?» se la construyó. 48 Pero el Altísimo no habita en edificios cons-
27
Pero el que maltrataba a su compañero lo rechazó diciendo: truidos por manos humanas, como dice el Profeta: 49«Mi trono
«¿Quién te ha nombrado jefe y juez nuestro? 28 ¿Quieres ma- es el cielo, la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué templo podréis
tarme a mí como mataste ayer al egipcio?». 29A1 oír esto, Moisés construirme —dice el Señor— o qué lugar para que descanse?
huyó y emigró al país de Madián, donde tuvo dos hijos. ¿No ha hecho mi mano todo esto?
51
30
Cuarenta años más tarde, estando en el desierto, en el ¡Testarudos, incircuncisos de corazón y reacios de oído!
monte Sinaí, se le apareció un ángel en la llama que abrasaba a Siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres.
una zarza. 31Moisés quedó sorprendido de lo que veía, y al acer- ¿Hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran? Ellos
carse para ver mejor, oyó la voz del Señor: 32«Yo soy el Dios de mataron a los que anunciaban la venida del Justo, y a él lo ha-
tus padres, el Dios de Abrahán, de Issac y de Jacob». Moisés se béis traicionado y asesinado vosotros ahora; 53 vosotros, que reci-
echó a temblar y no se atrevía a mirar. 33E1 Señor le dijo: «Quí- bisteis la ley por mediación de ángeles y no la habéis observado.
tate las sandalias; la tierra que pisas es santa. 34 He visto lo que
sufre mi pueblo en Egipto, he escuchado su gemido y he bajado V. 3: G n 12,1; v. 4: G n 11,32; 12,5; v. 5: G n 12,7; 48,4; vv. 6s: G n
!5,13s; v. 8: G n 17,10s; 21,4; v. 9: G n 37,11.28; v. 10: G n 39,21; 41,37-
a liberarlos. Ahora ven acá, que te voy a enviar a Egipto». 44; v. 11: G n 41,54; 42,5; v. 12: G n 42,2.5; v. 13: G n 45,3.16; v. 14:
35
A este Moisés a quien habían rechazado diciéndole: °n 45,9-11; v. 15: G n 46,ls; 49,33; v. 16: G n 23,16-19; 33,19; 50,13;
«¿Quién te ha nombrado jefe y juez nuestro?», lo envió Dios v
v. 17s: Ex 1,7-9; v. 19: Ex 1,22; v. 20: Ex 2,2; v. 21: Ex 2,3.5.10; vv.
164 7,1-53: Discurso de Esteban 7,1-53: Discurso de Esteban 165
23-28: Ex 2,11-14; v. 29: Ex 2,15.22; v. 30: Ex 3,2s; v. 32: Ex 3,6; v. presencia de técnicas de tradición, sino el mismo carácter del discurso,
33: Ex 3,5; v. 34: Ex 3,7s.l0; v. 35: Ex 2,14; v. 36: Ex 7,3.10; v. 37: Dt que no es tanto de defensa cuanto de auténtica predicación. Algunos
18,15; v. 38: Dt 9,10; v. 39: N m 14,3; v. 40: Ex 32,1; v. 41: Ex 32,4.8; autores (E. Haenchen, H. Conzelmann) opinan que el discurso tiene la
vv. 42s: A m 5,25-27; v. 44: Ex 25,40; 26,30; v. 45: Dt 32,49; Jos 18,1; finalidad de robustecer la experiencia de la comunidad cristiana frente
v. 46: Sal 132,5; v. 47: 1 R e 6,ls; vv. 49s: Is 66,ls; v. 51: Dt 9,6; Jr al martirio, en cuanto muestra que la muerte del primer mártir cristiano
6,10; v. 52: 1 Re 19,14; 2 Cr 36,16; v. 53: Dt 33,2. es un eslabón de una larga cadena que atraviesa toda la historia de Is-
rael. Pero resulta que ni el martirio de Esteban, ni la muerte de Jesús
1-53. El discurso de Esteban ocupa un lugar aparte entre los dis- —prototipo de todo martirio cristiano— aparecen en el discurso; en
cursos del libro de los Hch. Y esto por varias razones. Primero, por su realidad, excepto el v. 52, no hay en él nada explícitamente cristiano.
longitud, que abarca prácticamente un 5 % de todo el libro. Y después, Tanto que uno se puede preguntar si el discurso de Esteban es real-
por su contenido. El discurso ofrece una visión retrospectiva de la his- mente un discurso cristiano. Otros autores defienden la tesis de que se
toria de Israel, obtenida por yuxtaposición de citas del Antiguo Testa- trata de un resumen histórico, procedente de la diáspora judía, que
mento, tomadas de los LXX. Falta una referencia directa al kerigma Lucas ha intentado cristianizar a base de adiciones redaccionales. Pero
cristológico, fuera de la alusión conclusiva en el v. 52. Pero lo más ex- esta tesis cae por su base si se tiene en cuenta la perspectiva decidida-
traño de todo es su colocación en el contexto. Lucas, por regla general, mente crítica y negativa con que el discurso enfoca la historia de Israel.
deja que sus discursos nazcan de la situación que los determinan y en Aquí resuena una voz que, a partir de la misma historia de Israel, cues-
ello muestra una considerable habilidad psicológica (cf. nota sobre los tiona los principios fundamentales de la comprensión que el judaismo
discursos en Hch, en el comentario a 2,14-47). Sin embargo, este dis- tiene de su propia identidad. A pesar de todo, hay muchos detalles en
curso apenas tiene relación con el contexto narrativo en que está encua- la presentación de la historia que traicionan una concepción propia del
drado. Ni se refutan las acusaciones de los testigos (6,13), ni se da una judaismo de la diáspora (p. ej. vv. 6.9-16); más aún, es posible que al-
respuesta directa a la pregunta del sumo sacerdote (7,1). Un lector in- gunos de estos detalles —especialmente en las dos primeras partes (vv.
genuo difícilmente podrá imaginarse los motivos que indujeron al Con- 2-8.9-16)— provengan directamente del judaismo helenístico. La temá-
sejo a aguantar en silencio un discurso tan largo, sin solicitar del orador tica se podría resumir en estos dos trazos: Dios es fiel a su promesa, ac-
que llegara de una vez al punto debatido. Igualmente indeterminada es tuando en favor de Israel; Israel es obstinado, en su continua resisten-
la conexión con lo que sigue. Se echa de menos una toma de posición cia a Dios.
por parte de los oyentes con respecto al discurso, y que, en definitiva, El discurso empieza con una primera parte (vv. 2-8), que trata de la
todo quede reducido a una exasperación general (v. 54). promesa de Dios a Abrahán; el tema fundamental queda enunciado en
La seguna parte de la narración del martirio recoge en el v. 55 el los vv. 6-7. Las secciones siguientes presentan en orden cronológico el
hilo narrativo que quedó pendiente en 6,15, ignorando absolutamente desarrollo de la historia de Israel, pero tanto la elección de los temas
el discurso. Si Lucas es el autor del discurso de Esteban, da la impre- como el modo de presentación no dejan lugar a duda de que el verda-
sión de haber olvidado totalmente, y sólo en este caso, sus principios y dero punto de enfoque es la resistencia de Israel a la promesa de Dios.
técnicas de narrador ampliamente demostradas en otros pasajes. Te- Esto aparece claramente ya en la segunda sección, que trata de la histo-
niendo en cuenta, por otra parte, que muchos detalles del discurso ria de José (vv. 9-16), para cobrar relieve de primer plano en las sec-
—por ejemplo, el juicio sobre el templo— son extraños a la teología de ciones siguientes sobre el rechazo de Moisés (vv. 17-43) y sobre la in-
Lucas y que hay relativamente pocos rasgos típicos del estilo lucano, se tención de David de construir el templo (vv. 44-50). La diatriba final
impone la conclusión de que Lucas ha tomado el discurso de la tradi- (vv. 51-53) aplica a la generación presente los resultados de la visión
ción oral. Y si precisamente en este caso, desviándose de su práctica crítica anterior. La consecuencia es que el rechazo de Jesús ha consti-
habitual, renuncia a componer un discurso adaptado a la situación y tuido el último escalón de la creciente obstinación de Israel, porque se
que dé más vigor narrativo a la figura de Esteban, sustituyéndolo por ha ensañado contra el verdadero enviado de Dios, en el que se ha he-
este farragoso conglomerado de tradición, es que Lucas estaba real- cho definitivamente patente la fidelidad de Dios a su promesa.
mente convencido de que el discurso representaba la auténtica predica- Ahora bien, es importante señalar que el tema de la resistencia de
ción de Esteban. Israel contra Dios encierra dos aspectos mutuamente relacionados: pri-
Todo esto no significa que se haya resuelto ya el problema de la mero, el rechazo de los profetas y «jefes» enviados por Dios, Moisés y
proveniencia del discurso y de sus posibles conexiones con los hele- Jesús (v. 17-43.51-53), y segundo, la inclinación a dar un falso culto a
nistas. La solución tendrá que venir únicamente del estudio de su es- Oíos en un templo «construido por manos humanas». Cierto que el pri-
tructura y de su contenido. mer aspecto es el más importante, pero también es verdad que del v.
Hay que excluir, de entrada, que el discurso sea una verdadera apo- 'b se puede deducir el significado nada despreciable del segundo, y la
logía de Esteban frente a sus acusadores. Así lo demuestran no sólo la mutua relación que entre ambos existe. Dios había destinado a Israel a
166 7,1-53: Discurso de Esteban 7,1-53: Discurso de Esteban 167

darle un «culto auténtico en este lugar», es decir, en la tierra prome- breos presenta a Jesús como el que sustituye al templo y; como el que
tida. Este auténtico culto a Dios debía consistir en la aceptación de sus realmente ha puesto fin al culto (Heb 10). Como se ve, los contactos
enviados y en la acogida de la voluntad de Dios representada por ellos, con la historia de la tradición son innegables.
y no en los ritos llevados a cabo en un santuario contruido por los hom-
bres. El pueblo creía que, por el mero hecho de estar vinculado al tem- 1. La pregunta del sumo sacerdote da ocasión a Esteban de tomar
plo y participar en el culto, ya tenía asegurada su salvación. Sin em- posición con respecto a los cargos que se le imputan. Pero el comienzo
bargo, al no escuchar a los auténticos jefes y salvadores que Dios le del discurso no aborda esta cuestión ni directa ni indirectamente.
había enviado y al cerrarse a la llamada del Espíritu de Dios, creador
de vida, esta supuesta seguridad resultó ser un verdadero sofisma. 2-3. La alocución introductiva es de formulación lucana y exacta-
Esta crítica del templo no tiene su origen en un espíritu iluminista, mente igual a la de Pablo en su apología ante las puertas de la torre
propio de algunos círculos del helenismo, que rechazaba el culto visible Antonia (22,1). La primera afirmación del discurso encierra todo un
por considerarlo poco adecuado para expresar la esencia espiritual de la programa: Dios se ha revelado. El «Dios de la gloria» (la expresión
divinidad, sino que está en relación directa con las propias palabras de proviene del Sal 29,3) se apareció a Abrahán en Mesopotamia y le or-
Jesús, que osó sustituir el culto del tempo por la definitiva presencia denó que saliera de su ámbito familiar para ir «a la tierra que te mos-
salvífica de Dios revelada en su propia persona y puso de manifiesto, traré» (Gn 12,1). La redacción lucana presenta una ligera diferencia
con irrebatible autoridad, lo cuestionable que resultaba ese culto (Me con respecto al texto del Antiguo Testamento. Según éste, la vocación
11,15.(18a).28-33). Esto apoya la tesis de que la tradición aquí repre- de Abrahán tuvo lugar en Jarán (Gn 12,1), después de haber salido de
sentada tuvo su origen en el círculo de Esteban. Y hacia esa misma Ur de los caldeos en dirección a este lugar (Gn ll,31s), mientras que el
procedencia apunta indirectamente el carácter tan peculiar y tan primi- discurso de Esteban pone la llamada de Abrahán en relación con su
tivo de una concepción cristológica que se expresa bajo la forma de una primera salida, la de Ur. Esta desviación del texto original se debe, sin
tipología Moisés-Cristo. Cristo aparece aquí como antitipo de Moisés duda, a una tradición muy corriente en la interpretación judía (Filón,
en la historia de salvación. En el envío y en el destino de Cristo, el en- De Migr 62,66s; Pseudofilón, Ant. X I I I 1 ; Josefo, Ant. 1154).
vío y el destino de Moisés quedan definitivamente superados. Así es
como se entiende la acumulación de motivos cristológicos en la presen- 4. Con un brusco cambio de sujeto, el narrador indica que el ver-
tación de Moisés. Tanto Moisés como Jesús son los protectores que dadero protagonista de la acción es Dios; Dios mismo trasladó a Abra-
Dios envía para visitar a sus «hermanos» (v. 23); a ambos los ha esta- hán a esta tierra en que vosotros vivís ahora. Esta última indicación
está formulada desde la perspectiva de un judío de la diáspora, que no
blecido Dios sobre «la casa de Israel» para traer la salvación (v. 25); los
considera la tierra de Palestina como su propia patria. El dato de que
dos llevan el título de «profeta» (v. 37) y su actuación va acompañada
Abrahán abandonó Jarán sólo después de la muerte de su padre vuelve
de señales y prodigios (v. 36). Pero lo más importante es su puesto en
a estar en divergecia con Gn ll,31s, mientras que coincide plenamente
el pueblo, que consiste en proclamar e interpretar la ley de Dios; por con la ya mencionada tradición judía.
eso, y en cuanto tales, transmiten «palabras de vida» (v. 38) y exigen
«obediencia» (v. 39). Pero ambos, igualmente, son rechazados por el 5. Por medio de una combinación de Dt 2,5 y Gn 17,8, que des-
pueblo (vv. 39ss; 52s). cribe la ulterior actuación de Dios con Abrahán, aparece por primera
El tema central, «Jesús como intérprete de la ley», corresponde vez la finalidad de toda esta presentación. Abrahán es el destinatario
exactamente a los cargos presentados en 6,13 y es, al mismo tiempo, su de la promesa divina, promesa de un acontecimiento salvífico que viene
mejor comentario. Los helenistas no proclamaron a Cristo, según lo exclusivamente de Dios, que no depende de avatares humanos y que
hará Pablo más tarde, como el fin de la ley (Rom 10,4) y, consecuente- abarca toda la historia de Israel. Abrahán es aquí no —como en gene-
mente, no promovieron una predicación a los paganos que prescindiese ral en el judaismo— el prototipo del que observa la ley, ni —como Pa-
totalmente de la ley. Lo que hicieron los helenistas fue apelar a la ense- blo (Rom 4)— el prototipo del creyente, sino del portador de la pro-
ñanza de Jesús y contraponer la radical y definitiva voluntad de Dios a mesa, en cuya historia ya se prefigura tipológicamente la situación de
la ley judía, en el sentido en que lo hacen las antítesis del sermón de la Israel bajo la promesa. La continuidad entre su historia personal y la
montaña (Mt 5,21-48). de su pueblo es obra puramente de la acción de Dios. Cuando recibe la
Además de todo esto, la cristología del discurso de Esteban tiene un Promesa, aún no tiene hijos; lo que significa que para Abrahán todo
parentesco con la cristología de la carta a los Hebreos. También esta depende de que Dios le suscite descendencia. Por otra parte, durante
carta desarrolla la tipología Cristo-Moisés (Heb 3,1-6), presenta a Jesús toda su vida, Abrahán no tendrá una tierra en posesión, que le pueda
como el Salvador que viene a sus hermanos (Heb 2,14-18) y hace refe- garantizar la realidad de la promesa. (Aquí se pasa por alto el hecho de
rencia explícita, aunque concebida primariamente como anuncio, a sus Rué Abrahán, según Gn 23, compró la cueva de Macpelá, junto a He-
palabras y prodigios (Heb 2,3s). Pero sobre todo, la carta a los He- rrón, como sepulcro. Cf. comentario a v. 16).
168 7,1-53: Discurso de Esteban 7,1-53: Discurso de Esteban 169

6-7. La promesa queda resumida en una palabra de Dios, tomada 14-16. Con una cierta extensión se cuenta el traslado de los her-
de Gn 15,13s. Abrahán puede estar seguro de que Dios no lo abando- manos de José con sus familias a Egipto; probablemente porque esa
nará ni a él ni a su descendencia, cuando tengan que vivir como adve- emigración presenta por primera vez a Israel como una población ya
nedizos; una situación en la que ya se prefigura el destino del futuro ju- considerable. El número de «75 personas» está tomado de Gn 46,27
daismo en la diáspora. Dios pedirá cuentas a los opresores; pero sobre (LXX).
todo terminará por introducir a su pueblo en la tierra prometida, dán- La vida de los Patriarcas termina en tierra extraña. Jacob y sus hijos
dole así la posibilidad de ofrecerle un culto auténtico. La expresión «y murieron en Egipto. Con el traslado de sus restos a Siquén se cierra la
entonces saldrán para darme culto en este lugar» no está tomada de Gn sección. También aquí se pueden constatar algunas diferencias con res-
15, sino de Ex 3,12, donde no se refiere a Abrahán ni a la tierra pro- pecto a la tradición veterotestamentaria. Según Gn 33,19; Jos 24,32,
metida, es decir, Sión. El hecho de poner esta frase como conclusión fue Jacob, y no Abrahán, el que compró el sepulcro en Siquén. El An-
de la promesa quiere subrayar el efecto que realmente se pretende. El tiguo Testamento no dice ni una palabra sobre el entierro de los her-
plan de Dios, manifestado en su promesa a Abrahán, es crear un pue- manos de José en aquel sitio. Según una tradición extrabíblica muy ex-
blo que le dé un culto auténtico en la tierra prometida. La pregunta tendida (Jub 46,9; Josefo, Ant. II 198s), recibieron sepultura no en
que tácitamente se esconde en todo este contexto bien podría formu- Siquén, sino en la cueva de Macpelá, junto a Hebrón, en compañía de
larse así: ¿ha respondido Israel a ese plan de Dios manifestado en su Abrahán, Isaac y Jacob, donde aun en la actualidad se veneran sus se-
promesa? pulcros.
8. Como signo que acompaña a la promesa y marca la continuidad 17-43. La sección dedicada a Moisés es realmente la más extensa
de Israel, Dios instituye la alianza de la circuncisión (Gn 17,10). Y esa de todo el discurso. En ella se han entretejido tradiciones veterotesta-
continuidad se hace visible en la serie de patriarcas, desde Isaac hasta mentarias, leyendas tardías sobre Moisés e interpretaciones cristianas
los hijos de Jacob. Lo importante no es la sucesión de generaciones na- en la línea de una tipología Moisés-Cristo. La estructura de esta sección
cidas de la procreación física, sino la sucesión marcada por la circunci- se basa en una tradición judía que, partiendo de los cuarenta años en el
sión. desierto, divide los 120 años de la vida de Moisés en tres períodos
9-11. De esta manera, la transición a la historia de José es perfec- de cuarenta años (Bill. II 679s). Según esta división, los vv. 17-22 tra-
tamente fluida. La parte del discurso dedicada a José es la más des- tan de la infancia y juventud de Moisés; los vv. 23-29 cuentan el primer
vaída; así que resulta difícil captar con precisión cuál es su verdadera fi- intento de salvación que hizo aquel joven de cuarenta años y que ter-
nalidad. Hasta cierto punto, la descripción de José da la impresión de minó en fracaso; y los vv. 30-34 describen la misión que Moisés, ya de
ser la del prototipo del judío de la diáspora. Los grandes éxitos que, 80 años, recibió en el desierto por medio de una revelación divina. El
con la ayuda de Dios, consiguió en Egipto —centro del judaismo hele- relato alcanza su punto culminante en una especie de himno (vv. 35-39)
nista en tiempos del Nuevo Testamento— podían presentarlo como un que desarrolla diversos aspectos de la actuación salvífica de Moisés. La
ideal para los judíos residentes en el extranjero. Sin embargo, todo esto narración termina con el rechazo que Moisés sufre por parte del pueblo
parece más bien un rasgo marginal y puramente involuntario de la na- y con la caída de éste en la idolatría (vv. 39-43).
rración. Lo verdaderamente central tiene que ser el rechazo de José
17. La descendencia de los Patriarcas va creciendo en Egipto,
por parte de sus hermanaos y la salvación con que Dios interviene en sus
hasta convertirse en un pueblo numeroso (Ex 1,7). Y así llega el mo-
desgracias. Aquí encontramos ya el comienzo de la resistencia de Israel mento en que se va a cumplir la primera parte de la promesa hecha por
contra Dios y contra sus enviados (cf. v. 52). Pero aún cabe preguntar: Dios a Abrahán (vv. 5ss).
¿se presenta ya a José, como más adelante se hará con Moisés
(vv. 20ss), como tipo de Jesús? Cierto que algunos rasgos van en esta 18-20. Sin embargo, las circunstancias externas parecen excluir de-
línea. Por ejemplo, la expresión «pero Dios estaba con él» (Gn 39,21), cididamente la posibilidad de este cumplimiento. Sube al trono un
al subrayar el contraste con la mala acción de sus hermanos, recuerda la nuevo Faraón, que ya no favorece a los israelitas como descendientes
formulación cristológica del esquema antitético; y lo mismo se puede de José, el liberador, sino que los oprime como odiosos extranjeros (Ex
decir de la mención que se hace de su destacada posición de goberna- l,8ss). Pero Dios sí que se preocupa de que su promesa llegue a cum-
dor de Egipto (Gn 45,8) y de la descripción de su actuación en favor de plirse. Nace Moisés y Dios lo salva, de manera prodigiosa, de la aniqui-
sus hermanos. Pero todo esto es demasiado confuso para dar pie a una lación general de los israelitas recién nacidos. Cuando se habla de la
interpretación cristológica. hermosura del niño «ante Dios» —este dato supera la presentación de
12-13. Sería totalmente arbitrario querer ver en los dos viajes de Ex 2,2— se introduce a Dios como instancia definitiva; Dios se com-
los hermanos de José (Gn 42,2; 45,lss) una alusión a la primera y a la place en Moisés y le concede una posición privilegiada (cf. Le 1,6.15;
2,52; 24,19).
segunda venida de Jesús.
170 7,1-53: Discurso de Esteban 7,1-53: Discurso de Esteban 171
21-22. Mientras Moisés va educándose, debido a los cuidados de la rente del rechazo de Jesús por Israel, e igualmente la constitución de
hija del Faraón, se van añadiendo a su gallardía nuevas dotes de sabi- Moisés como jefe y liberador apunta hacia la actuación de Dios en la
duría y de capacidad para hablar y actuar con dominio. Pero Ex 4,10-16 glorificación de Jesús (cf. el comentario a 2,22ss).
lo presenta como hombre de poca facilidad de palabra. La corrección
de este dato se debe, sin duda, no sólo a leyendas posteriores que idea- 36-38. Sigue una triple enumeración de las acciones salvíficas de
lizan la figura de Moisés (Josefo, Ant. II 272; III 13ss), sino también a Moisés, en una gradación siempre creciente: 1. Moisés sacó a Israel de
la interpretación cristológica. Egipto, con despliegue de prodigios y señales; esta modalidad es lo más
importante, ya que en ella radica la resonancia cristológica. 2. Moisés
23-25. A la edad de 40 años, Moisés entra en contacto con su pue- anunció la venida de un profeta definitivo, cuyo precursor era él
blo por primera vez, con la idea de protegerlo y liberarlo. Pero no es mismo; y se cita Dt 18,15 (cf. el comentario a 3,22). 3. En el monte Si-
ésta una determinación que él toma por su cuenta, sino una verdadera naí Moisés fue el mediador que transmitió al pueblo la ley que él había
misión divina. La narración de Ex 2,11-15 sobre la muerte de un egip- recibido del ángel del Señor. La «asamblea» del pueblo está expresada
cio a manos de Moisés que, en el texto original, es muy ambigua con aquí, siguiendo el texto griego (LXX) de Dt 4,10; 9,10; 18,16, con la
respecto a la culpabilidad de la acción, aquí resulta claramente positiva. palabra ekklesia; con todo, es muy improbable que con ello se haga
No se trata en modo alguno de una explosión apasionada e impulsiva, alusión a la Iglesia. La presentación de la ley como transmitida por un
sino de un acto salvífico realizado por encargo de Dios. La acción es un ángel tiene probablemente un origen judeohelenístico; la misma idea se
signo dado al pueblo para que comprenda que es Dios mismo el que encuentra en Gal 3,19; Heb 2,2. Esta presentación no implica en modo
actúa por medio de Moisés. Pero el pueblo se obceca ante el signo y, alguno una desvalorización de la ley, como lo muestra el contexto; el
en su culpable obstinación, no lo comprende; más bien, lo interpreta ángel es el sustituto oficial de Dios. Falta explícitamente la palabra
como arrogancia y ambición de poder. «ley», pero en vez de ella se usa una circunlocución de igual significado:
«palabras de vida». Una vez más se pueden detectar aquí huellas de
26-28. Los israelitas que estaban peleándose no le reconocen nin- una tradición que también aparece en Heb 4,14; 1 Pe 1,23 y que proba-
gún derecho a exhortarlos a que se comporten como hermanos, sino blemente tiene sus raíces en Dt 32,47. Se trata de palabras que llevan
que le responden puntillosamente con una pregunta retórica: «¿Quién en sí mismas la vida de Dios y la transmiten a los hombres. Con un
te ha nombrado jefe y juez nuestro?» (Ex 2,14). No se dan cuenta de salto al presente se subraya el significado permanente del aconteci-
que esta pregunta tiene una respuesta bien clara; Dios mismo es el que miento: «para transmitírnoslas». «Vosotros» significa que Moisés no
ha constituido a Moisés jefe y juez de su pueblo, y precisamente en vir- transmitió palabras de vida sólo a «nuestros padres», sino también al Is-
tud de su promesa. rael de hoy. En el fondo de toda esta presentación está la idea de que
29. Mientras que en Ex 2,15 Moisés huye hacia Madián por miedo Jesús, con una misión como la de Moisés y aun muy por encima de él,
al Faraón, que se ha enterado de lo ocurrido, aquí lo que provoca la ha confrontado a Israel con la manifestación definitiva de la voluntad
huida es, según la interpretación que domina todo el pasaje, el rechazo de Dios, como auténticas y decisivas palabras de vida.
de sus compatriotas. Moisés huye como un proscrito por su pueblo.
39. Pero a pesar de toda su actuación liberadora, Moisés es recha-
30-34. Por segunda vez, después de otros 40 años, Moisés va a en- zado por Israel. Lo que ya había ocurrido anteriormente, el fracaso de
contrarse con su pueblo; pero ahora debido a una manifestación de su primera misión (vv. 23-29), vuelve a pasar ahora; pero esta vez el
Dios que se le aparece en una llamarada entre las zarzas. La narración rechazo es definitivo. Ahora se descubre con toda claridad el verdadero
sigue casi a la letra el relato de Ex 3,2-10. Hay una sola discrepancia, el fondo de la obstinación de los israelitas. Al decidirse contra Moisés, el
nombre del lugar. Dios no se aparece en el Horeb, sino en el Sinaí; el profeta enviado por Dios, se deciden contra el culto auténtico y, por
sitio donde Dios se manifiesta es el mismo en el que se va a producir la tanto, caen en contradicción con la finalidad de la promesa hecha a
revelación de la ley. La orden de descalzarse, por reverencia, viene Abrahán (cf. v. 7). La expresión «y en su corazón volvieron a Egipto»
después de la automanifestación de Dios, al revés que en Ex 3,5. (cf. Nm 14,3) significa una total renuncia interior a la salvación que
Moisés les ofrecía.
35. La actuación salvífica de Moisés, provocada por su misión, se
describe ahora a base de una enumeración de corte clásico, con mezcla 40-41. Como prueba documental de esta renuncia se aduce, en pri-
de elementos de acusación y de himno. Todo empieza con una contra- mer lugar, la historia del becerro de oro (Ex 32), pero lo que sigue
posición entre el rechazo de Moisés por el pueblo y la misión recibida supera con creces esta apostasía. El culto al becerro de oro en el de-
de Dios. Se percibe claramente aquí una variación, en cuanto a las fórmu- sierto es el punto de partida de toda la historia idolátrica del pueblo.
las, del esquema antitético usado en la proclamación cristológica. El 42-43. Según el proverbio «en el pecado está la penitencia» (Sab
rechazo de Moisés por sus hermanos se convierte en símbolo transpa- H,16; Test XII Gad 5,10), Dios castiga al pueblo enredándolo en una
172 7,1 -53: Discurso de Esteban 7,1-53: Discurso de Esteban 173
idolatría mucho más grave, el culto a los astros (cf. la profunda reela- 45. Israel llevó consigo la tienda durante el período de la. conquista
boración paulina de este elemento en Rom l,24ss). Desde luego que y la conservó todo el tiempo, hasta la época de David. Esa tienda pro-
esto no quiere decir que Israel, ya desde los tiempos del desierto, hu- porcionó a Israel sus grandes victorias sobre los paganos.
biese practicado cultos astrales. Se trata, más bien, de una panorámica
histórica que abarca todo un desarrollo, escandaloso en su día, y que 46. Ante la nueva situación creada por la conquista de Jerusalén,
queda redondeada con una cita de Am 5,25-27. La historia de la tradi- David pidió al Señor que le permitiera construir una morada «al Dios
ción de esta cita es extremadamente complicada y algunos detalles re- de Jacob». Pero también ésta tendría que ser una «tienda», según el
sultan incomprensibles. Originariamente, Am 5,25s fue una glosa deu- modelo celeste que había visto Moisés, y no una verdadera casa (2 Sm
teronomística al texto del profeta. Amos hablaba del culto que los 7). David, por tanto, no recibe aquí ningún reproche. (En realidad, la
israelitas tributaron a Dios en los tiempos del desierto, calificándolo de mayoría de los manuscritos más importantes leen aquí «a la casa de Ja-
ejemplar. En aquellos días Israel aún no había ofrecido sacrificios ni cob»; pero esta lectura no hace sentido. David nunca pretendió cons-
—al revés de lo que hizo más tarde— había dado culto a los dioses as- truir una morada a la casa de Jacob. Por otra parte, el contexto del pa-
trales asidos «Sacut, vuestro rey, y Queván». La traducción de los saje no habla de este aspecto. Así que tanto el contexto como las
LXX, que es la que sigue nuestro texto de Hch 7, cambia el sentido de palabras del Sal 132,5, que aquí se cita, están a favor de la lectura con
esta última afirmación, haciendo decir al texto del profeta que Israel más débil tradición textual: «al Dios de Jacob»).
había dado culto a divinidades astrales ya en el desierto. Lo mismo
hace con los nombres de los dioses; cambia su significado, al modo de 47. El que lleva a cabo un cambio tan desastroso es Salomón; él es
la exégesis targúmica. De esta manera «Sacut, vuestro rey» (en hebreo el que construye a Dios una verdadera casa (1 Re 6,1), negando así ra-
sakkut malkekem) se transforma en «la tienda de Moloc» (sukkat mo- dicalmente la intención de Dios de permanecer independiente, sin estar
lok), el dios fenicio del fuego solar y de la tormenta; igualmente kewan sujeto a manipulaciones humanas.
se convierte —según los diversos manuscritos— en rejan, raifan o rom-
fan. Además, el autor del discurso de Esteban, inspirado de nuevo en 48-50. El templo, en el que Salomón deseaba instalar a Dios, es
el procedimiento targúmico, ha cambiado el texto del anuncio del cas- un edificio «construido por manos humanas», una verdadera creación
tigo en Am 5,27 («cuando os destierre más allá de Damasco»). Alu- del hombre, y no como la tienda (v. 44) que se remonta a un modelo
diendo a la realidad histórica de Israel, ha sustituido Damasco por «Ba- celeste proveniente, en definitiva, del mismo Dios. Esto es una aberra-
bilonia». De todo esto se deduce que el significado de la cita en el ción, como lo prueban las palabras de Is 66,ls, que jugaron un papel
contexto del discurso de Esteban es el siguiente: Dios acusa a Israel de muy importante en la polémica judía contra los cultos paganos, pero
haber abandonado, ya desde los tiempos del desierto, el auténtico culto que nunca se adujeron como una crítica del templo dentro del ámbito
al que estaba destinado según la promesa, porque ha ofrecido sacrifi- judío. El creador, de cuya acción y de cuya voluntad depende todo lo
cios, no a él, sino a falsos dioses; por eso, como castigo por la idolatría, que existe, y que ha hecho del universo su verdadero templo, no se
anuncia el destierro como destino futuro de su pueblo. deja vincular a un edificio construido por sus criaturas.
44. El tema del «templo» se introduce no por medio de una explí- 51-52. La conclusión del discurso es una invectiva directa contra el
cita transición gramatical, sino más bien por el contenido del contexto, Israel actual, que recoge los resultados de lo anteriormente expuesto.
que ya ha venido preparando este tema. En última instancia, la cons- Los ejemplos aducidos muestran que la línea fundamental de la historia
trucción del templo no ha hecho más que ejemplificar de manera desta- de Israel, que continúa ininterrumpidamente hasta el momento actual,
cada, el falso culto, y aberrante con respecto a la promesa, al que se ha es una resistencia contra Dios y contra su promesa. Para subrayar esta
rendido Israel. En el desierto, el pueblo tenía aún la «tienda del testi- característica no sólo se usan algunas expresiones del Antiguo Testa-
monio», como la había construido Moisés, según el modelo del santua- mento, como «incircuncisos de corazón y reacios de oído» (Jr 9,25;
rio celeste (Ex 25,40; cf. Heb 8,5), y de acuerdo con el mandato de 6,10), «testarudos» (Ex 33,3.5; 34,9; Dt 9,6), «resistís al Espíritu
Dios. Tomando el v. 43 en sentido estricto, esto significaría que en los Santo» (Is 63,10), sino que el arrebato de la acusación reproduce el es-
tiempos del desierto había dos tiendas-santuario, la de Moloc y la del quema, anclado en la más pura tradición deuteronomística, de crítica
testimonio. Pero ciertamente no es éste el sentido del texto. La verda- contra un Israel que rechaza, persigue y mata a los enviados de Dios
deramente importante es que en Israel, desde los tiempos del desierto, (P- ej. 1 Re 18,4.13; 19,10,14; Neh 9,26). Pero sobre todo se explota la
no hubo sitio más que para el santuario de la tienda, que se ajustaba al línea, ya preparada en la sección dedicada a Moisés (vv. 17-43), que
a
mandato divino y que se consideraba como auténtico don de Dios y Punta hacia Jesús. El destino que Israel ha impuesto ahora a Jesús es
e
como única norma de toda actividad cúltica. En otras palabras, aunque l punto culminante de esta historia de resistencia continua contra el
el v. 43 trate del culto que Israel practicó en el desierto, el v. 44 se re- Espíritu de Dios. La idea de que los profetas «anunciaban» la venida
fiere a las exigencias de Dios sobre Israel con respecto al culto. de Jesús puede ser una referencia al v. 37, pero bien pudiera significar,
174 7,54-8,la: Muerte de Esteban 7,54-8,la: Muerte de Esteban 175

además, una interpretación tipológica de la misión de Moisés como pre- dia, con el asesinato de Esteban. Si la tradición aparece dividida en dos
figuración de la misión de Jesús. Jesús lleva aquí el antiguo título hono- partes, es porque Lucas las ha separado, introduciendo el discurso de
rífico de «el Justo» (cf. el comentario a 3,14; cf. además 22,14). Esteban.
El v. 54 es una transición compuesta por Lucas entre el discurso y el
53. Moisés (cf. vv. 38s), igual que los demás profetas y, final- relato del martirio. Pero aún hay más huellas de la redacción lucana,
mente, Jesús, han puesto a Israel bajo el signo de la voluntad de Dios, que no son difíciles de individuar. Se observa, por ejemplo, que en el
la ley; por tanto, si el pueblo los rechaza, rechaza también, en realidad curso del relato, la lapidación de Esteban se presenta una vez como
de verdad, la ley misma y pierde así todo derecho a acogerse a ella en acto de linchamiento (vv. 57.58a), y otra como ejecución formal (vv.
el futuro. 58b.8,la). La presentación que proviene de la tradición es la primera,
A este punto cabría esperar el veredicto del tribunal, pero no es así. porque, como ya se ha explicado anteriormente (cf. el comentario a
¿Habrá que suponer que el texto original sí contenía un veredicto y que 6,12), esta tradición ignoraba por completo que el Consejo hubiese
Lucas lo suprimió por su cuenta? Es una hipótesis que podría tener un iniciado un proceso oficial contra Esteban. Evidentemente, Lucas ha in-
cierto fundamento en el hecho de que una sentencia condenatoria com- troducido por su cuenta la participación del Consejo y ha interpretado
portaría la exclusión de Israel de la predicación del evangelio; y esto, la muerte de Esteban como la ejecución de una sentencia firme del tri-
en el plan de Lucas, sucedería demasiado pronto. El discurso de Este- bunal. Desde luego que esta nueva interpretación es totalmente superfi-
ban, según la concepción lucana, no es de ninguna manera la última pa- cial, porque en todo este pasaje ni se nombra al Consejo, ni se men-
labra de los discípulos de Jesús dirigida a los judíos, a pesar de que mu- ciona explícitamente una condena capital contra Esteban. La alternativa
chos se han empeñado en demostrar lo contrario. En el curso del libro, contraria, es decir, que la tradición hablara de una sentencia oficial
la predicación cristiana tiene siempre como primer destinatario a Israel. condenatoria y que haya sido Lucas el que ha introducido la presenta-
La última palabra sobre Israel —una palabra de condena— sólo la pro- ción como un linchamiento, no es admisible por razones históricas. De
nunciará Pablo en Roma, al final del libro de los Hechos (28,25-28). hecho, el Consejo, bajo la dominación herodiana y bajo la romana, no
tenía competencia legal para ejecutar una sentencia de muerte. La
única excepción fue un corto período de tiempo, después de la destitu-
4. Muerte de Esteban (7,54-8,la) ción de Pilato (entre Pascua del 36 y del 37). Pero la fecha del martirio
de Esteban no puede ser tan tardía; tuvo que tener lugar entre los años
54
O y e n d o sus palabras se recomían por dentro y rechinaban 32 y 34.
los dientes contra él. 5 5 Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la También se debe a Lucas la doble presentación de Pablo en
mirada en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la de- 7,58b.8,la (Lucas lo llama Saulo hasta 13,9; cf. comentario a 13,9).
recha de Dios, 56 y dijo: Dada la concentración de este pasaje en la figura de Esteban, sería esti-
— V e o los cielos abiertos y al Hijo del h o m b r e de pie a la de- lísticamente inadmisible que un dato tan anecdótico de la vida de Pa-
recha de Dios. blo, como es hacer de guardarropa, pudiera pertenecer a la tradición.
57
D a n d o un grito estentóreo, se taparon los oídos y, todos a Por otra parte, Lucas tenía noticia de la participación de Pablo en la
una, se abalanzaron sobre él; 58 lo empujaron fuera de la ciudad persecución de los helenistas (8,3). Así que el relato del martirio de Es-
teban le brindaba la oportunidad de convertir en narración los conoci-
y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los
mientos que él ya poseía; pero como naturalmente tenía sus reparos en
pies de un hombre joven llamado Saulo, 59 se pusieron a apedrear implicar directamente a Pablo en la ejecución del primer mártir, se con-
a E s t e b a n , que repetía esta invocación: tentó con presentarlo en una situación lo más cercana posible al aconte-
—Señor Jesús, recibe mi espíritu. cimiento.
^ L u e g o , cayendo de rodillas, lanzó un grito: i ! : ,, La anticipación narrativa de la visión de Esteban (v. 55b) tiene que
—Señor, no les tomes en cuenta este pecado. * ser también una adición lucana. Su finalidad consiste en indicar al lec-
Y con estas palabras se durmió. •>.•••.: n tor quién es el personaje al que se refiere la enigmática expresión «Hijo
8 'Saulo aprobaba la ejecución. .. . del hombre».
Como resultado de estas observaciones, se puede decir que el nú-
7,54-8,la El núcleo fundamental de este pasaje está constituido por la cleo de la tradición prelucana comprende, aproximadamente, los vv.
segunda parte de una tradición, que comienza en 6,8-15 (para el aná- 55a.56-58a.59-60. Es posible que la narración terminara con el relato
lisis, cf. comentario al pasaje citado). El tema que desarrolla esta tradi- del entierro del mártir (8,2).
ción era una controversia entre el carismático Esteban y los miembros
de las sinagogas helenistas de Jerusalén; el desenlace terminó en trage- 54. La reacción de los oyentes a la acusación de Esteban recuerda

í
176 7,54-8,la: Muerte de Esteban 7,54-8, la: Muerte de Esteban 177

a 5,33, sólo que aquí es mucho más intensa. El narrador nos deja pene- teban y en contra de sus acusadores. Esta interpretación va en la línea
trar los sentimientos del auditorio. Los aludidos apenas pueden conte- de Le 12,8, una antigua tradición (Q), donde la función del Hijo del
ner su irritación, a medida que van caldeándose los ánimos. hombre parece ser la de testigo ante el tribunal de Dios.
55. A esta actitud corresponde, por parte de Esteban, la manifes- 57-58a. Esta última interpretación podría iluminar el resto del re-
tación suprema de su carácter carismático. Fija su mirada en el cielo, lato. Los adversarios de Esteban comprenden la alusión al testimonio
como fascinado (cf. 1,10), y tiene una visión de la gloria divina. El del Hijo del hombre contra ellos y la interpretan como blasfemia. En-
«cielo», en singular, significa aquí el punto final de la trayectoria que tonces, en un arrebato de rabia incontrolada, lo arrastran fuera de la
sigue la mirada de Esteban, prácticamente el firmamento que confina ciudad para apedrearlo. Es de suponer que este linchamiento por lapi-
con la tierra. En su origen, la escena se desarrolla al aire libre, no en la dación se llevaría a cabo del modo habitual, es decir, cogiendo piedras
sala del tribunal. y lanzándolas contra la víctima, mientras ésta trata de escapar.
Pero Lucas, en este v. 58b, y en consonancia con su visión global
56. Las propias palabras de Esteban dan una descripción precisa del acontecimiento, corrige ese modo de proceder introduciendo, con la
del contenido de la visión. El uso del plural, «los cielos abiertos», intro- figura de los «testigos», un factor jurídico que pertenece a la lapidación
duce aquí un cambio de perspectiva. Ya no se trata del firmamento como ejecución de una sentencia judicial. Según Dt 17,4-7; San 6,1 se
como meta y límite de la mirada humana, sino de la estructura interna lleva al delincuente a una ladera, se le desnuda y el primer testigo lo
del mundo de Dios. La mirada del vidente penetra hasta el cielo más hace caer al suelo; luego viene el segundo testigo y le tira una piedra al
alto (2 Cor 12,2ss), hasta la morada divina. A la derecha de Dios, es corazón.
decir, en el sitio de honor, que confiere una participación en la gloria
de Dios, en su poder y en su misma esencia divina, Esteban ve a Jesús. A este punto, Lucas introduce en escena, en una papel de com-
La descripción está en perfecta consonancia con la primitiva cristología parsa, al personaje que pronto va a ser la figura central del libro: Pa-
de la exaltación (cf. el comentario a 2,33). Pero llaman la atención dos blo. Es una técnica literaria de gran efecto, que revela un narrador de
cosas: categoría. En contra de su costumbre al introducir nuevos personajes
(p. ej. 4,36), aquí Lucas economiza detalles con respecto a la persona.
a) A Jesús se le llama «Hijo del hombre». En el Nuevo Testa- Sus lectores ya conocen la importancia de esta figura, que parece entrar
mento, la expresión aparece sólo en labios de Jesús y como autodeno- en escena casi por casualidad. El único dato personal es bien genérico:
minación de su personalidad. Este pasaje es el único, en todo el Nuevo un «hombre joven» que, en la concepción judía contemporánea, podría
Testamento, en que otra persona se refiere a Jesús con esta denomina- tener entre 20 y 40 años.
ción (Ap 1,13; 14,14; Heb 2,6 son citas del Antiguo Testamento). Por
tanto, tenemos aquí documentado un término perteneciente a una 59-60. Las dos últimas palabras de Esteban que nos transmite el
cristología extremadamente primitiva, que posteriormente fue extraído narrador, elevan su muerte a la categoría de modelo y ejemplo de
del uso comunitario. cómo deben morir los testigos de Jesucristo. Su primera palabra es una
b) Pero aún es más llamativa, por ser única, la postura del Hijo oración que recuerda el Sal 31,6, la antigua oración de la noche en la
del hombre: está de pie a la derecha de Dios. Esta concepción cristoló- religiosidad judía; en ella Esteban entrega su espíritu en manos del Se-
gica es radicalmente distinta de la que, basándose en el Sal 110,1, pre- ñor Jesús. La oración se dirige a Jesús directamente, lo cual expresa
senta a Jesús sentado a la derecha de Dios. Los intentos que se han he- una gran confianza en que Jesús, como Señor glorificado, puede salva-
cho para explicar esta diferencia no pasan de ser meras conjeturas. ¿Se guardar la comunión de vida entre él y su testigo, aun a través de la
trata aquí de presentar, aludiendo a Le 22,69, la venida del Hijo del muerte corporal. Luego, Esteban cae de rodillas; no se sabe exacta-
hombre en la parusía, en el sentido de que Esteban ya experimenta por mente si debido a la lluvia de piedras que lanzan contra él sus asesinos,
anticipado la segunda venida de Jesús y va a entrar inmediatamente en o porque quiere adoptar la posición del orante. Su última palabra es
la gloria celeste? O, ¿es que el Hijo del hombre viene al encuentro de también una oración, esta vez pidiendo el perdón para sus agresores.
su discípulo para llevárselo al cielo? El caso es que no se encuentran Aun en su último trance, Esteban sigue fiel al mandato de Jesús de un
analogías que correspondan a estas dos presentaciones. ¿Se quiere decir amor radical a los enemigos (Mt 5,44 p; Le 6,35).
que Jesús se levanta como juez, para pronunciar una sentencia solemne Las dos palabras de Esteban son un eco de dos palabras pronun-
contra su pueblo Israel (cf. Is 3,13 LXX; AsMo 10,3)? Pero esta inter- ciadas por Jesús momentos antes de expirar, según el relato lucano de
pretación estaría en flagrante contradicción con la actitud de Esteban la pasión (Le 23,46.34). Poco importa saber cuál de las dos escenas es
que pide el perdón para sus enemigos (v. 60). La interpretación más ra- más primitiva desde el punto de vista de la tradición; lo verdadera-
zonable parece ser la que ve al Hijo del hombre de pie, como el testigo mente importante es la manifiesta intención de Lucas de inculcar, a
que ante Dios, juez supremo, da el testimonio decisivo en favor de Es- través de este paralelismo, que la vida y la muerte de Jesús son un mo-
178 8,lb-3: La persecución en Jerusalén 8,lb-3: La persecución en Jerusalén 179
délo estructural concreto, al que tienen que amoldarse tanto la vida y 3) Los relatos siguientes suponen que todavía existe la comunidad de
muerte de los testigos como toda la historia de la Iglesia (cf. el comen- Jerusalén (8,14; 9,26ss). Por tanto, la persecución de desató única-
trio a 9,16). mente contra la rama helenista de la comunidad.
«Dormirse» es un eufemismo corriente, en lugar de «morir»; pero La mención de Judea y Samaría, como refugio de los dispersos, es
en esa palabra «se durmió» resuena indudablemente la segura convic- una alusión a 1,8; así se pone en marcha la expansión del evangelio en
ción de que la oración de Esteban en el v. 59 se ha hecho realidad y esas regiones, de acuerdo con el mandato del Resucitado. A primera
que, por tanto, su muerte se ha convertido en un sueño. vista puede causar sorpresa que Lucas se contente sólo con mencionar
esta expansión, sin considerarla realmente como al principio de la mi-
8,1a. El dato conclusivo sobre la aprobación de Saulo tiene la fun- sión entre los paganos. Pero tenía sus razones para ello. Lucas piensa,
ción de tender un puente con 8,3 y —todavía más allá— con 9,1.
en primer lugar, que el camino del evangelio hacia los gentiles va a ser
inaugurado únicamente por Pedro, en Cesárea, por mandato de Dios
(cap. 10); y en segundo lugar, porque él concibe la misión entre los pa-
5. La persecución en Jerusalén (8,lb-3) ganos vinculada exclusivamente a la figura de Pablo. Por cuestionables
que sean estas dos razones, hay que pensar, desde el punto de vista his-
lb
A q u e l día se desató una violenta persecución contra la Igle- tórico, que la actividad desarrollada por los helenistas en los comienzos
sia de Jerusalén. Todos, menos los apóstoles, se dispersaron por no fue, en realidad, una misión orientada hacia el ambiente pagano. Más
Judea y Samaría. bien estaba dirigida a ciertos grupos de israelitas marginados, en primer
2 lugar a los samaritanos que, a pesar de su separación del templo de Je-
Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron gran rusalén y no obstante el influjo de ciertos elementos del sincretismo he-
duelo por él. lénico en su religión, aún mantenían la circuncisión como vínculo de
3
Saulo, por su parte, se ensañaba contra la Iglesia; penetraba unión con Israel. Además de éstos, la misión se dirige, ya desde el
en las casas y arrastraba a la cárcel a hombres y mujeres. principio, a «los que temen al Señor» (=adeptos), a personas de origen
pagano que vivían en ambientes de religión judía, atraídos en general
lb-3. Este breve pasaje, compuesto de briznas sueltas de tradición, por el estricto monoteísmo y los elevados principios éticos de esta reli-
tiene una función parecida a la de los sumarios en la primera parte. In- gión, pero que aún no se habían decidido a dar el paso definitivo de
tegrando elementos de los relatos particulares precedentes y siguientes, aceptar la circuncisión y la incorporación a la comunidad cúltica.
crea un conjunto unitario que sirve de orientación para comprender el El camino hacia una auténtica misión entre los paganos, plenamente
significado global de los acontecimientos. liberada de las constricciones de la ley, queda todavía muy lejos; y da
La lapidación de Esteban desató una persecución que, a los ojos hu- la impresión de que sólo se llegó a aceptarlo poco a poco y paso a
manos, tenía que haber significado el fin de la Iglesia; pero según el paso. El salto fundamental, es decir, la declaración de base que estable-
plan de Dios esta catástrofe se convirtió en punto de partida de una cía la legitimidad teológica de la dedicación a los paganos, está esen-
nueva expansión sin fronteras. cialmente vinculado a Pablo. Pero a pesar de todo, el papel de los hele-
Mientras que en el v. 1 da la impresión de ser fundamentalmente lu- nistas, como pioneros de la expansión, es suficientemente significativo,
cano, el v. 2 constituyó ..originariamente la conclusión del relato sobre ya que tuvieron una visión de apertura que los judeocristianos de Pales-
Esteban (cf. análisis de 7,54-8,la). Por su parte, el v. 3 está probable- tina aún no podían comprender, es decir, que la dinámica del mandato
mente basado en una tradición acerca de la actividad persecutoria de misionero del Resucitado tenía que rebasar las fronteras de Jerusalén.
Pablo (cf. comentario a 9,ls). Los helenistas no estaban satisfechos con esperar que un día, debido a
la predicación dirigida a Israel en su ciudad santa, el pueblo de Dios
Ib. Dada la convicción de Lucas de que la comunidad de Jerusalén habría de aceptar a su Mesías y entonces se produciría la gran confluen-
constituía una unidad (cf. comentrio a 6,lss), es natural que pensara cia de pueblos en Sión, según la antigua profecía de Is 2,2ss. Junto al
que toda ella fue víctima de la persecución. Todos los miembros de la movimiento centrípeto de la misión en Jerusalén, había que impulsar
Iglesia, que pudieron eludir la prisión, se dispersaron. Únicamente los un movimiento centrífugo de expansión misionera ulterior. A esta
apóstoles se quedaron en Jerusalén, evidentemente sin correr graves nueva concepción de la misión pudo haber contribuido la mentalidad
riesgos. Pero esta presentación es ciertamente inexacta, por muchas ra- abierta de los helenistas, procedentes de la diáspora, y también las exi-
zones: 1) en las narraciones que siguen, los únicos dispersos que se gencias externas planteadas por la expulsión de Jerusalén, como conse-
mencionan son helenistas (8,4s; ll,19ss). 2) No hay ningún motivo por cuencia de la persecución. Pero esta expansión no habría podido desa-
el que Pablo, si es que realmente fue tan radical en su actividad perse- rrollarse, a no ser por una serie de impulsos teológicos que hubiesen
cutoria (v. 3), dejase en paz precisamente a los dirigentes de la Iglesia. llegado a imponer esta orientación. Habrá que pensar, en consecuencia,
180 8,4-25: Misión de Felipe en Samaría 8,4-25: Misión de Felipe en Samaría 181

que una interpretación actualizada de la misión de los discípulos por el predicaba el reinado de Dios y el nombre de Jesucristo, muchos
Jesús terrestre (Le 9; Mt 10) tuvo que jugar aquí un papel decisivo. hombres y mujeres se bautizaron. '^También Simón creyó, y una
vez bautizado no se apartaba de Felipe; y al presenciar las
2. La indicación sobre el entierro público de Esteban es un indicio
más de que la tradición prelucana no consideraba su muerte como la grandes señales y milagros que sucedían, se quedaba pasmado.
14
ejecución de una sentencia oficial del Consejo. De hecho, la ley no per- A1 oír los apóstoles, que se habían quedado en Jerusalén,
mitía un duelo público por un ajusticiado (San 6,8c). Si esos «hombres que Samaría había aceptado el mensaje de Dios, les enviaron a
piadosos» fueron, según la tradición original, miembros de la comuni- Pedro y a Juan. 15Estos bajaron a Samaría y oraron por ellos
dad de lengua aramea, Lucas piensa indudablemente en un grupo de para que recibieran el Espíritu Santo; ,6 porque no había bajado
judíos respetuosos, ya que, según su concepción, la comunidad cristiana aún sobre ninguno de ellos, sino solamente habían sido bauti-
en su totalidad ha sido expulsada de Jerusalén. En consecuencia, esta zados en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces les fueron impo-
indicación, en la mentalidad de Lucas, confirma la actitud reseñada en niendo las manos y recibían el Espíritu Santo.
5,16.28: aún no se han extinguido la consideración y estima que los ha- 18
A1 ver Simón que, al imponer las manos los apóstoles, se
bitantes de Jerusalén sentían por los cristianos, aún quedan judíos que
no comparten el dictamen de sus autoridades sobre los discípulos de daba el Espíritu, les ofreció dinero 19diciendo:
Jesús. —Dadme a mí también ese poder, que a quien yo le imponga
las manos reciba el Espíritu Santo.
20
3. La descripción del ensañamiento con que Pablo persigue a los Pedro le replicó:
cristianos va más allá de lo reseñado en 7,58 y 8,1a. Allí era un mero sim- —¡Maldito tú y tu dinero, por haberte imaginado que se
patizante de la oposición, todavía una hoja en blanco; aquí se ha trans- puede comprar el don de Dios! 2 'No es cosa tuya ni se ha hecho
formado en el perseguidor número uno. Indudablemente se le para ti este mensaje, pues por dentro no andas derecho con
atribuyen plenos poderes para hacer pesquisas, ya que registraba las Dios. 22 Por eso, arrepiéntete de esa maldad tuya y pídele al Se-
casas y metía en la cárcel a cualquier cristiano que encontrase. Quién le ñor a ver si te perdona esa idea que te ha venido; 23 porque te
había otorgado esos poderes, es una pregunta que no ha lugar, como veo destinado a la hiél amarga y a las cadenas de los inicuos.
tampoco saber si realmente se llegó a ejecutar a algunos de los presos, 24
Respondió Simón:
con asentimiento de los romanos. La actividad persecutoria desarro- —Rogad al Señor por mí, para que no me vanga encima lo
llada por Pablo en Jerusalén, fundamentalmente histórica, se describe
aquí con un recargado efectismo poco histórico, como contrapunto ne- que habéis dicho.
25
gativo a su conversión (9,lss). Después de dar avisos y de exponer la palabra del Señor,
los apóstoles regresaron a Jerusalén anunciando la buena noticia
en muchas aldeas samaritanas.
6. Misión de Felipe en Samaría (8,4-25)
V. 21: Sal 78,37: v. 23: Dt 29,17 LXX; Is 58,6.
4
A1 ir de un lugar para otro, los prófugos iban anunciando la
palabra. 5 Felipe bajó a la ciudad de Samaría y se puso a procla- 4-25. La narración se divide en cinco escenas: 1) Éxito de la predi-
mar allí al Mesías. 6E1 gentío hacía caso unánime de lo que decía cación y de la actividad taumatúrgica de Felipe en Samaría (vv. 4-8). 2)
Felipe, porque escuchaban su palabra y veían las señales que rea- Enfrentamiento de Felipe con Simón, el mago, y conversión de éste
(w. 9-13). 3) Donación del Espíritu a los neoconversos, por mediación
lizaba: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lan- de Pedro y Juan (vv. 14-17). 4) Enfrentamiento de Pedro con el mago
zando gritos y muchos paralíticos y lisiados se curaban. 8 Y la ciu- (vv. 18-24). 5) Vuelta de los apóstoles a Jerusalén (v. 25).
dad se llenó de alegría. Esta claridad de la división en escenas hace más llamativas las in-
9
Ya de antes estaba en la ciudad un cierto Simón, que practi- congruencias y las rupturas en el curso de relato. Precisamente aquí
caba la magia y pasmaba al pueblo de Samaría haciéndose pasar está la clave para reconstruir la tradición prelucana. En efecto, entre
por un ser extraordinario. Todos, grandes y pequeños, le ha- las dos primeras escenas (vv. 4-8 y 9-13) se nota una ruptura en la suce-
cían caso, pues decían: sión temporal de los acontecimientos. Lo primero que se cuenta es el
—Este es la potencia de Dios, ésa que llaman la grande. enorme éxito misionero de Felipe. Pero sólo entonces se entera el lec-
" L e hacían caso porque por largo tiempo los había tenido en- tor de que Simón, el mago, está actuando en Samaría ya desde mucho
cantados con sus magias. 12 Pero cuando creyeron, porque Felipe antes que llegara Felipe y que, por consiguiente, es lógico que los
182 8,4-25: Misión de Felipe en Samaría 8,4-25: Misión de Felipe en Samaría 183
éxitos de éste sean el resultado de un continuo enfrentamiento con el triunfo de Felipe sobre la magia pagana. El final (v. 44) no deja de te-
mago. Al mismo tiempo, se ve claramente que la primera escena (vv. ner un cierto carácter ambiguo, en cuanto refleja una situación de la
4-8) está compuesta como preparación de la segunda (vv. 9-13). Efecti- comunidad, de la que no queda excluida la amenaza que para ella pue-
vamente, la frase «el gentío hacía caso unánime de lo que decía Felipe» dan significar figuras como Simón. El mago reconoce la superioridad
(v. 6) hace referencia por anticipado a los vv. lOs, y la observación so- del carismático cristiano, lo cual supone, al mismo tiempo, una adver-
bre la «alegría» que desata la actuación de Felipe (v. 8) prepara lo que tencia para que no vuelva a intentar enfrentarse de nuevo con él; con
se dice en el v. 11 sobre la reacción de los samaritanos ante las magias todo, la posibilidad de nuevos enfrentamientos no queda decisivamente
de Simón. También llama la atención que la actividad bautismal de Fe- eliminada.
lipe no venga mencionada hasta el v. 12. En realidad habría que espe- La palabra «magia» es un término descriptivo global, que encierra
rarla antes, enlazando con la descripción de sus éxitos misionales en el un sincretismo espiritualizante, en el que se mezclan elementos de ju-
v. 8. daismo samaritano con prácticas de paganismo helénico. Fanáticos pro-
De todas estas observaciones se puede concluir que Lucas tuvo a su pagandistas itinerantes y personajes iluminados se presentaban en pú-
disposición un modelo que comenzaba con la presentación del mago blico, conscientes de poseer una especie de fluido sobrenatural, como
(vv. 9-11) y seguía con el relato de la confrontación y de la victoria fi- emanación de un espíritu, y trataban de probar su capacidad de dispo-
nal de Felipe. Pero Lucas, para acentuar la continuidad con el episodio ner arbitrariamente de ese espíritu, mediante una serie de ritos má-
precedente, invirtió el orden narrativo, introduciendo como lazo de gicos. Este relato es una instantánea que reproduce el choque entre el
unión los vv. 4-8, que relataban la bajada de Felipe a Samaría y su ac- sincretismo pagano y el cristianismo carismático.
tuación en aquella ciudad. Todo lo que contaba la tradición sobre el Lucas ha reelaborado, por cuenta propia (vv. 4-8.25), la narración
enfrentamiento entre el mago y Felipe, con ventaja para este último, originaria y la ha introducido en este contexto, haciéndola gravitar en
Lucas lo redujo a una mera frase sintética (v. 12). torno a un episodio protagonizado por Pedro (vv. 14-16). Su intención
En el curso de la narración tal como está, no se ve el funciona- era mostrar que los primeros pasos del evangelio más allá del círculo
miento lógico del v. 13. La observación de que el mago, después de ha- original de Jerusalén, no ponían en peligro la continuidad de la comuni-
ber recibido el bautismo «no se apartaba» de Felipe y estaba pasmado dad salvífica, cuyo signo visible no puede ser otro que el Espíritu. La
de su actuación prodigiosa, prepara evidentemente un nuevo enfrenta- nueva expansión se lleva a cabo bajo la mirada de los apóstoles, como
miento dramático entre ambos personajes; sin embargo, esto no llega a testigos plenipotenciarios de Jesús (cf. l,21ss). De esta manera significa
producirse y, en lugar de la confrontación esperada, comienza en el v. un paso más en la realización del encargo recibido del Resucitado (1,8).
14 la narración de la venida de Pedro y de la efusión del Espíritu
Santo. Es verdad que del v. 17 en adelante Simón vuelve a aparecer en 4. «Los prófugos» hace referencia tanto a los ya mencionados an-
escena, pero en esta ocasión su contrincante ya no es Felipe, sino el teriormente en 8,1b como a los que van a aparecer posteriormente en
mismo Pedro. Y precisamente aquí se advierte una nueva incongruencia 11,19. Según Lucas, tendría que tratarse de todos los miembros de la
del relato. En los vv. 15ss el Espíritu que se otorga por mediación de comunidad de Jerusalén, pero en realidad, como lo muestran los ejem-
Pedro se concibe como signo de incorporación a la comunidad salvífica. plos que siguen a continuación, no fueron más que los helenistas. Reco-
Ahora bien, la petición de Simón en el v. 19 se refiere al Espíritu como rrieron toda Judá y la entera región de Samaría (en 9,31 se mencionará
un poder para obrar prqdigios. Esto quiere decir que lo que el mago además la provincia de Galilea), de modo que la expulsión de la ciudad
pretende es conseguir la capacidad de realizar grandes señales y prodi- santa dio origen a la primera actividad misional fuera de Jerusalén. El
gios como Felipe. Por eso, da la impresión de que el v. 19 era, origina- contenido de la proclamación salvífica se expresa sintéticamente con un
riamente, la continuación del v. 13; de modo que lo que se contaba en término típico del ienguaje de la comunidad: «la palabra» (4,4; 10,44;
el relato era el intento, por parte del mago, de comprar a Felipe sus po- 11,19; 17,11).
deres carismáticos para realizar señales y prodigios, y la rotunda nega-
tiva de Felipe a prestarse a semejante farsa. Fue Lucas el que, al intro- 5. Felipe, el protagonista de los relatos que siguen, aparece en la
ducir en este contexto la donación del Espíritu por medio de Pedro, lista de los Siete (6,5) mencionado en segundo lugar, después de Este-
convirtió a éste, y no a Felipe, en contrincante de Simón. ban. Igual que a éste, la tradición presenta a Felipe como carismático
A este punto, ya se pueden sacar algunas conclusiones. Lucas ha re- (cf. 8,29.39; 21,8s). Seguramente se trata de una caracterización general
fundido una narración, sin duda proveniente de la tradición oral, sobre de los primeros «helenistas» de Jerusalén. La tradición posterior con-
una prolongada polémica entre el carismático Felipe y el mago Simón, funde a veces a este Felipe con su homónimo, miembro del colegio de
que terminó demostrando la clara superioridad de Felipe. La narración los Doce (cf. 1,13). No hay motivos para suponer que en su origen los
tenía carácter etiológico, es decir, era una leyenda que trataba de expli- dos nombres se refiriesen a la misma persona, aunque Jn 12,21, donde
car el origen de la comunidad cristiana de Samaría, atribuyéndolo al Felipe es el apóstol, aparece de alguna manera relacionado con la mi-
184 8,4-25: Misión de Felipe en Samaría 8,4-25: Misión de Felipe en Samaría 185
sión a los «griegos», podría ciertamente constituir un documento a fa- la gente lo consideraba como un «ser divino» y todos lo miraban con
vor de la identificación de ambos personajes. cierto respeto religioso; más aún, él mismo se aprovechaba explícita-
Desde Jerusalén, situada a notable altitud, el camino «baja» hacia mente de esa fama, «haciéndose pasar por un ser extraordinario» (cf.
Samaría. La indicación espacial «la ciudad de Samaría», es tan sintética 5,36).
como inexacta. Lucas tuvo que pensar naturalmente, a no ser que tu-
10. La frase es indudablemente una manera de preparar la autode-
viese unos conocimientos geográficos más precisos, en la ciudad de Sa-
finición del propio Simón, reflejada en las aclamaciones de la gente. Es
maría, la antigua capital que, en aquella época, estaba totalmente hele-
fácil reconstruir la afirmación original del mago, con sólo cambiar la
nizada, y a la que Herodes el Grande había cambiado el nombre
tercera persona en primera y suprimir, en cuanto interpretación lucana,
llamándola Sebaste, en honor del emperador Augusto. Pero si supo-
las palabras «Dios» y «ésa que llaman». La adición lucana se explica
nemos que Felipe tenía intención de trabajar con la población real-
como una aclaración; Lucas quería dejar bien claro que el título «la po-
mente samaritana, entonces lo más probable es que se dirigiera a Si-
tencia» se refiere exclusivamente a la potencia de Dios (cf. 3,12; 4,7).
quén, centro religioso de la comarca (cf. Jn 4,20). Una vez más se
Por tanto, la afirmación originaria debió de ser algo así como: «Yo soy
resume el contenido de la predicación en una sola palabra; Felipe pre-
la potencia grande». La frase encierra una mezcla de elementos judíos
dicaba al «Mesías» (=a Jesús como Mesías; cf. 5,42). Con todo, habrá
y paganos. El judaismo usaba «la potencia», o «la potencia grande»
que tener cuidado en no dar, en este pasaje, todo su pleno contenido a
como circunlocución para expresar el nombre de Dios (Dt 9,26ss; Zac
esta expresión totalizante del acontecimiento Cristo. Cabe preguntar si
4,6 LXX; Filón, De Vita Mos. I, 111). En el mundo helenístico era co-
Lucas no estará pensando aquí en las especiales expectativas mesiánicas
rriente que milagreros y magos se presentasen como invadidos por la
típicas de los samaritanos, que se centraban en la espera del llamado
divinidad y sus poderes. Por ejemplo, Empédocles afirmaba (Fragm.
Taeb, tanto como en la aceptación del nuevo carácter que imprimía a
112) que en él habitaba un dios; y de Menécrates cuenta Ateneo (VII
esas expectativas la predicación de Felipe centrada en Cristo
289a) que «se hacía pasar por Júpiter, el único dador de vida». Según
6. La actuación de Felipe consiste en predicar, acompañando su esto, Simón estaba convencido de ser la encarnación del Altísimo, el di-
predicación con la realización de señales. Lo que se subraya es la predi- vino taumaturgo que había aparecido sobre la tierra, a la manera del
cación; las señales van aparte. La gente «escucha» la palabra y «ve» las «hombre divino». Invadido por la potencia divina, como un fluido físico
señales. Lucas quiere evitar el equívoco que fácilmente podría produ- invisible, Simón ofrecía una actuación salvadora de la divinidad para el
cirse si se pensara que Felipe, igual que el mago, debía su popularidad momento presente. Esta oferta de salvación respondía perfectamente al
a la actuación taumatúrgica; por eso insiste en la predicación, como la ambiente religioso del mundo helenístico de entonces, con sus ansias in-
característica decisiva que sitúa a Felipe en un plano distinto del del natas de redención mediante una participación en los poderes de la di-
mago. vinidad.
7. Los prodigios que se mencionan son las clásicas expulsiones de 11. Por tanto, no hay que extrañarse de que Simón tuviera tan am-
demonios y curaciones de paralíticos y lisiados. Las dos frases están plia acogida.
construidas paralelamente; pero, por razones de lógica interna, hay que
destruir ese paralelismo, ya que los demonios expulsados por Felipe de 12. Con todo, el relato minimiza la dimensión religiosa de este
ninguna manera pueden» identificarse con los enfermos mismos, cuya movimiento, ya que no dice ni una palabra sobre la doctrina de Simón,
curación es perfectamente constatable. La presentación de estos exor- ni habla en absoluto de una fe en él. Para el narrador, Simón es sim-
cismos sigue a la letra el modelo que aparece en Le 4,31-37. plemente un mago y un milagrero, mientras que Felipe, por el contra-
rio, es el portador de un mensaje que crea salvación, y al que están
8. La enorme publicidad —de hecho, la ciudad entera estalla de subordinados los prodigios, en calidad únicamente de signos. Este men-
alegría (cf. 5,16)— parece que se debe, en primer lugar, únicamente a saje, formulado como «predicación del reinado de Dios y del nombre
los prodigios realizados. De momento no se hace la más mínima men- de Jesucristo» (cf. 19,8; 20,25; 28,23.31), y no precisamente la actividad
ción de la fe de los samaritanos. taumatúrgica, es la causa de que en Samaría brote la fe. Toda idea de
una efectividad propagandística, como consecuencia de los prodigios
9. Sólo ahora nos enteramos de que Felipe ha obtenido sus éxitos
a costa de un peligroso rival, que ya antes de su llegada tenía en un realizados, queda rechazada de manera apodíctica, precisamente en
puño a toda la ciudad, y cuya actuación parece que era tan estimada este pasaje, donde la constelación de relaciones entre Felipe y Simón
por el público como la del mismo Felipe. Esa actuación recibe el nom- podría haber dado pie para suscitarla. Una consecuencia natural de la
bre sintético de «practicar la magia» y consistía en la exhibición de di- fe es el bautismo; y sólo del bautismo nace la Iglesia (cf. excurso a propó-
versos trucos que se atribuían a conocimientos sobrenaturales, aunque, sito de 2, 38).
ciertamente, no de origen divino. Como estaba dotado de esos poderes, 13. El triunfo del mensaje de Cristo recibe su sello definitivo
186 8,4-25: Misión de Felipe en Samaría s e ^ : Misión de Felipe en Samaría 187

cuando, precisamente Simón, el rival de Felipe, se convierte a la fe y ción a la entera comunidad eclesial. Sin embargo, no hay ningún indicio
recibe el bautismo. Pero al mismo tiempo queda clara la ambigüedad de que Lucas haya entendido esta continuidad de la Iglesia como una
de este viraje del mago. Simón ha consentido en incorporarse a la co- dependencia de las comunidades locales con respecto al poder de orden
munidad con la esperanza de poder así descubrir el secreto de la poten- y de jurisdicción de los apóstoles de Jerusalén. No cabe duda que los
cia taumatúrgica de Felipe; por eso no se aparta de él ni un momento, apóstoles representan la autoridad decisiva de los orígenes y que ellos
para poder observarlo de cerca durante el ejercicio de su actividad. son los impulsores fundamentales del crecimiento de la Iglesia a la vez
que, en virtud de su posición irrepetible, constituyen el punto de inte-
14. A este punto, el relato se interrumpe bruscamente, para entre- gración de toda expansión eclesial. Pero Lucas, sorprendentemente,
mezclar un nuevo episodio. Pedro y Juan vienen de Jerusalén, como apenas da importancia al poder jurisdiccional de los apóstoles y de nin-
delegados de los apóstoles, para incorporar en la continuidad de la Igle- guna manera ve en ellos el modelo de una institución directiva de la
sia, por medio del don del Espíritu, a los samaritanos recién bauti- vida de la Iglesia. Esto resulta claro, entre otras cosas, por el hecho de
zados. Y así, al mismo tiempo, queda reconocida oficialmente la legiti- que Lucas ignora totalmente cualquier vinculación jurídico-institucional
midad de la misión de Felipe. de la misión paulina con respecto a Jerusalén; es decir, que la falta de
esta dependencia no constituye para él ningún problema.
15-16. En la concepción de Lucas, bautismo, recepción del Espí-
ritu e Iglesia van inseparablemente unidos. Precisamente en los dos mo- 18. A este punto del relato, vuelve a aparecer en escena Simón.
mentos en los que bautismo y recepción del Espíritu aparecen sepa- Al ver las consecuencias impresionantes de la imposición de manos por
rados en el tiempo (8,15s y 10,44.48), es donde adquiere mayor relieve los apóstoles, piensa que se trata de una nueva forma de magia. Lo que
la mutua implicación que en la realidad tienen ambos elementos y su a él le interesa no es la posesión del Espíritu en cuanto tal, sino más
orientación hacia la Iglesia. Si en 10,44 (cf. comentario a este pasaje) la bien obtener, igual que los apóstoles, la capacidad de otorgar el Espí-
efusión del Espíritu sobre los paganos es una señal de Dios para que ritu y provocar así fenómenos de carácter extático, porque está conven-
sean admitidos en la Iglesia y un hecho que legitima la acción de Pedro cido de que en eso radica la superioridad que sobre él tienen los após-
de administrarles el bautismo, aquí sucede exactamente lo contrario, es toles.
decir, la administración del bautismo a los samaritanos plantea la pre-
gunta sobre su pertenencia a la Iglesia. Lucas responde introduciendo 19. Su petición dirigida a Pedro de que le venda el secreto a cam-
la figura de Pedro, el más cualificado representante de la Iglesia, que bio de dinero, es una prueba bien clara de que no ha entendido en ab-
complementa, con el don del Espíritu, el bautismo administrado por soluto en qué consiste el poder que detentan los apóstoles. Esa capaci-
Felipe. Precisamente sobre este bautismo se ha llegado a afirmar que dad no radica ciertamente en determinadas cualidades personales, ni
no estaba relacionado con la donación del Espíritu Santo. Pues bien, sus portadores representan un tipo especial del «hombre divino», que
parece que hay razones para sostener que esta idea no es sólo un re- puede disponer de poderes sobrenaturales mediante unas técnicas con-
flejo de la concepción lucana, que subordina intencionadamente la acti- cretas.
vidad de Felipe a la autoridad de los apóstoles, sino que tiene su funda- 20. De lo que aquí se trata es de un don de Dios absolutamente
mento en informaciones históricas sobre la primera actuación de los gratuito, del que sólo él puede disponer a voluntad. En todas las mani-
helenistas (cf. el comentario a 8,26-40). festaciones del Espíritu, el que actúa es Dios; los miembros de la Igle-
sia no son más que instrumentos suyos (cf. 3,2.16). La respuesta de Pe-
17. El modo en que se produce la donación del Espíritu parece re- dro está formulada como una maldición. La posible resonancia en ella
flejar una práctica bautismal con la que Lucas está bien familiarizado. de Dn 2,5; 3,96 (Teod.) parece ser más casual. La insolencia de Simón,
El ministro del bautismo pronunciaba una oración y mientras tanto im- que trata de convertir el Espíritu de Dios en una mercancía puramente
ponía las manos al bautizando. La venida del Espíritu se concibe como venal, queda desenmascarada como tentación diabólica; y el mismo Si-
una experiencia exultante que se manifiesta, sobre todo, en hablar en món es entregado a ese dominio, cuyos intereses ha demostrado repre-
lenguas (cf. 2,12s; 10,46). La intención de Lucas al introducir este epi- sentar. Con el caso de Simón, Lucas quiere ilustrar el poder de corrup-
sodio, es confirmar la legitimidad de la misión de Felipe. Por eso trata ción que entraña el dinero (5,1-11; Le 12,15; 16,13).
de demostrar que este avance, que rompe las fronteras de Israel, no se
debe a la iniciativa personal de un individuo aislado, sino que es un he- 21. Sigue una solemne excomunión formulada en estilo bíblico (cf.
cho que compromete a la Iglesia entera, y que es aceptado por ella Dt 12,19; 14,27), que constata las consecuencias de la conducta de Si-
como una responsabilidad que le impone su misión. La visita de los món y lo abandona públicamente. Simón ya no tiene parte en el men-
apóstoles, que vienen de Jerusalén, coloca a los cristianos de Samaría saje (del evangelio), ni en el ámbito comunitario de la salvación creada
en continuidad con el pueblo de Dios, el Israel definitivo, y su bau- por la palabra, porque al querer manipular el don de Dios, el Espíritu,
tismo constituye para ellos lo que realmente tiene que ser, la incorpora- se ha substraído por sí mismo al poder de Dios, que es pura donación.
188 Excurso: Simón Mago Excurso: Simón Mago 189

Lo que le falta a Simón es, como dice el Sal 78,37, un corazón sincero b) La disciplina canónica medieval consideró a Simón Mago como
con Dios, es decir, la actitud del que está dispuesto a recibirlo todo de el padre de la llamada «simonía», que consiste en comprar con dinero
Dios y a someterse incondicionalmente a las exigencias de su palabra. realidades espirituales (sacramentos, ministerios eclesiásticos, etc.).
22. Sin embargo, también para Simón, como para cualquier peca- c) Mucho más importante, precisamente por su posible funda-
dor, se abre la posibilidad de convertirse y obtener el perdón (cf. mento histórico, es la interpretación de la figura de Simón Mago que
13,11). La expulsión del seno de la comunidad no significa que Dios dan los Padres de la Iglesia. Simón es, para ellos, el padre de la herejía
haya pronunciado su última palabra sobre el pecador arrepentido; la gnóstica. Justino, samaritano de origen, cuenta en su Apología (I 26,1-
palabra de Dios siempre puede ser un sí rotundo. Por tanto, Lucas 56) que Simón había nacido en un pueblo de Samaría llamado Gipea y
admite expresamente, al revés que Heb 6,4ss, la posibilidad de una se- que, años más tarde, apareció en Roma ejerciendo la profesión de
gunda conversión después del bautismo. mago, lo que le valió que el pueblo lo venerase como dios; más aún, el
mismo Senado dio un decreto por el que se le incluía entre los dioses
23. La increpación de Pedro termina con una doble metáfora ba- del imperio. Por lo demás, casi todos los samaritanos eran discípulos de
sada en Dt 29,17 y en Is 58,6, que describe la situación de pecado en Simón.
que se halla Simón: «hiél amarga» y «cadenas de los inicuos». Una historia más detallada nos cuenta Ireneo de Lyon (Adv. Haer.
24. El enfrentamiento se cierra con una ambigüedad. Ciertamente I 23,2s; hacia el año 180). Simón había adquirido en un burdel de Tiro
no se dice que Simón aceptase la invitación al arrepentimiento; él si- una prostituta que se llamaba Elena, para vagabundear con ella disolu-
guió tan mago como lo había sido hasta entonces. Pero al menos reco- tamente. Iba por ahí afirmando que él era el padre de los dioses y que
noció una vez más, aunque indirectamente, la superioridad de los após- Elena era su próté ennoia (idea primigenia) personificada; antes de la
toles al pedirles una oración al Señor para que no cayera sobre él la creación del mundo Elena se había escapado de él para llevar una vida
anunciada condenación. La lucha de la Iglesia contra magos de la ralea de cautividad y de esclavitud, sometida a los poderes de la materia. Si-
de Simón no termina aquí. Pero esta batalla puede seguir adelante —y món, el dios altísimo, había venido a la tierra bajo apariencia humana,
el lector tiene que convencerse de ello— con la absoluta seguridad de para buscar a su ennoia y rescatarla; al mismo tiempo liberaría a todas
que cualquier tipo de magia, como la de Simón, terminará por fracasar las almas exiliadas de su patria celeste, rompiendo los lazos que las te-
ante la superioridad del evangelio. nían sujetas a la materia, enemiga de Dios, y les transmitiría el verda-
dero conocimiento (= gnosis) que lleva a la salvación. Según esto, Si-
25. Según la presentación lucana, Pedro y Juan no se contentan món habría sido el auténtico representante del mito gnóstico que habla
con llevar a cabo el cometido inmediato de su viaje de supervisión, sino de la caída de lo divino en la materia y de su liberación.
que continúan predicando y anunciando el evangelio en Samaría. Su A este punto, cabe preguntar: Simón Mago, el personaje histórico,
actuación es un complemento de la misión de Felipe, ya que no sólo ¿fue realmente, como aseguran los Padres de la Iglesia, exponente de
predican en el mismo sitio, es decir, en Siquén, sino en otras muchas un sistema gnóstico precristiano tan perfectamente orgánico? No se
aldeas samaritanas, de vuelta a Jerusalén. Indudablemente, esta presen- puede responder sino con extrema reserva. En primer lugar, es claro
tación tiene muy poco de histórica; lo que se ve bien claro es la mano que los Padres proyectan en la figura de Simón una serie de desarrollos
de Lucas y su intención de evidenciar que todas las iniciativas de los posteriores. Y segundo, el texto de Hch 8 contradice estas suposiciones,
primeros tiempos de la Iglesia provienen de su centro, es decir, Jerusa- ya que presenta a Simón como uno de esos «hombres divinos» que rea-
lén. (En cuanto al ámbito y al carácter de la actividad misionera de Pe- lizaban públicamente acciones prodigiosas, pero no como un personaje
dro, cf. 9,32-43). que se dedicara a transmitir doctrinas ocultas sobre la salvación. Por
tanto, lo más probable es que en el s. II, y no antes, los gnósticos sa-
maritanos se apropiasen de la figura de Simón y la interpretasen según
Simón Mago. La narración sobre Simón, el mago, ha dado origen a una las líneas de su sistema salvífico. Y para esto pudieron encontrar sufi-
enorme proliferación de historias. En el curso de estos relatos, la figura cientes motivos en la autodenominación de Simón como «la potencia
de Simón ha ido cargándose de diversas interpretaciones que única- grande» (v. 10) y en la serie de elementos de un dualismo sincretista
mente tienen en común la presentación del mago como el prototipo del que, con toda probabilidad, se encontraban ya en la doctrina del Simón
adversario de Dios y de la Iglesia. histórico.
a) Para el tratado Kerygmata Petrou, documento de origen, en
parte judeocristiano, y en parte ebionita, incorporado a la llamada
«Novela Pseudoclementina» (hacia el año 300), el mago no es otro que
Pablo. Este es el verdadero adversario de Pedro, que le sigue en todos
sus viajes e imita y ridiculiza sus acciones.
8,26-40: Bautismo del tesorero etíope 191
7. Bautismo del tesorero etíope (8,26-40) ciones sobre Esteban, consiste en la relevancia que se da al elemento
carismático. No cabe duda que aquí se ha conservado este rasgo tan tí-
El ángel del Señor habló así a Felipe: pico de los primeros helenistas. Felipe aparece como un predicador iti-
—-Anda, ponte en camino hacia el sur, por la calzada de Jeru- nerante, guiado por el Espíritu; no tiene residencia fija, sino que surge
salén a Gaza. (Es una calzada desierta). en un sitio o en otro, con la única misión de llevar a la práctica las ins-
27
E1 se puso en camino. E n esto apareció un eunuco etíope, trucciones que Dios le va comunicando. La narración se funda proba-
ministro de C a n d a c e s , la reina de E t i o p í a , i n t e n d e n t e del te- blemente en un suceso histórico extraordinario; pero el interés del na-
soro, que había ido en peregrinación a Jerusalén 28 y volvía sen- rrador primitivo no queda limitado al acontecimiento en sí, por insólito
tado en su carroza leyendo al profeta Isaías. que pueda parecer, sino que se centra en su significado ejemplar. Por
29 eso, de lo que realmente se trata es: a) de fundamentar la misión entre
E1 Espíritu dijo a Felipe:
los no judíos, y b) de presentar un caso típico de su realización.
—Acércate y pégate a esa carroza.
30
Felipe se acercó corriendo, le oyó leer al profeta Isaías y le a) El fundamento que se aduce para legitimar la orientación de la
preguntó: actividad misionera hacia un pagano, es la referencia a una iniciativa
—¿Entiendes realmente lo que estás leyendo? , que viene de Dios. En este acontecimiento, Felipe no es más que un
31
E1 eunuco contestó: actor que sigue a la letra las instrucciones del director, que es nada
— Y ¿cómo voy a entenderlo, si nadie me lo explica? menos que el Espíritu. Esto se manifiesta en una serie de particulari-
E invitó a Felipe a subir y sentarse con él. dades. Felipe se pone en camino, por mandato del ángel del Señor (v.
32
E1 pasaje de la Escritura que estaba leyendo era éste: 26); el Espíritu le manda acercarse a la carroza del eunuco (v. 29); Fe-
lipe oye que el eunuco está leyendo un pasaje profético que va a servir
«Como un cordero fue llevado al matadero; de preparación para el anuncio del mensaje de Cristo (vv. 32s); hasta
Y como una oveja enmudece ante el esquilador, . . .•'.• aparece, en el momento justo, un sitio con agua, para la administración
así él no abre la boca. del bautismo (v. 36).
33
En su humillación anularon su sentencia;
b) Como elementos típicos de la acción misionera, se recogen la
su generación, ¿quién podrá enumerarla?
f instrucción basada en la Escritura y el bautismo. Todo esto lleva a
Porque arrancaron su vida de la tierra». suponer que en los círculos helenistas la función de este relato era legi-
34
E1 eunuco le preguntó a Felipe: timar la misión entre los «adeptos» al judaismo y, al mismo tiempo, esta-
— P o r favor, ¿de quién dice esto el Profeta? ¿ D e sí mismo o blecer una normativa para su realización. El ambiente que presupone
de otro? este relato es el de misión itinerante, introducido por los helenistas en
35
Felipe tomó la palabra y, a partir de aquel pasaje, le dio la el ámbito siro-palestino. Las comunidades locales no tienen aquí nin-
buena noticia de Jesús, guna relevancia; todo se centra en los enviados de Jesús, movidos por
36 el Espíritu, que van de un lugar a otro para ganar por todas partes
En el viaje llegaron a un sitio donde había agua, y dijo el
eunuco: adeptos al camino de salvación. El bautismo que administran tiene un
—Mira, ahí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado? sentido de consagración a Jesús glorificado, pero no está necesaria-
38
Mandó parar la carroza; bajaron los dos al agua, Felipe y el mente vinculado al don individual del Espíritu, ni implica la incorpora-
e u n u c o , y Felipe lo bautizó. 3 9 Cuando subieron del agua, el Es- ción a la comunidad eclesial.
píritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, y La narración tiene una división clara. Una doble exposición prepara
el encuentro de los dos personajes (Felipe: vv. 26.27a; el eunuco: vv.
siguió su viaje, lleno de alegría.
40 27b.28). La parte central (vv. 29-38) muestra a Felipe en el desarrollo
Felipe fue a parar a Azoto y fue dando la buena noticia en de su tarea, que comprende la explicación de la Escritura (vv. 30-35) y
cada pueblo hasta llegar a Cesárea. el bautismo (vv. 36-38). La conclusión (vv. 39s) corresponde a la doble
exposición inicial, con el relato de la separación de ambos personajes.
V. 32: Is 53,7s; v. 39: 2 Re 2,12.
Lucas introduce el episodio en este momento de la narración, por-
que Felipe es el protagonista, igual que en 8,4-25, y también porque el
26-40. Este segundo relato sobre la actividad de Felipe está to- acontecimiento es de lo más apropiado para indicar una nueva expan-
mado probablemente, lo mismo que el anterior, de una serie de sión que rebasa las fronteras precedentemente establecidas. Sin em-
leyendas de tradición sobre Felipe, que circulaban entre los helenistas. bargo, esto no supone que se haya dado el paso definitivo hacia la mi-
El lazo de unión de este relato con el precedente, y aun con las tradi- sión e n t r e los p a g a n o s ; en la c o n c e p c i ó n l u c a n a , este c a m b i o
192 8,26-40: Bautismo del tesorero etíope 8,26-40: Bautismo del tesorero etíope 193
fundamental sólo quedará inaugurado por la actuación de Pedro en Ce- ban el monoteísmo judío y observaban ciertas prescripciones de la ley
sárea (cap. 10). La narración es perfectamente unitaria, y apenas se no- (Bill- II 716); se les conocía como «adeptos» al judaismo. Aunque en el
tan huellas de redacción lucana, a no ser en la elegancia literaria de texto falta el concepto explícito, no cabe duda que el eunuco entra de
ciertas formulaciones concretas (p. ej. vv. 31.34). Tal vez algunas consi- lleno en esta denominación, dado su modo de proceder.
deraciones de carácter formal pueden dar pie para suponer que ha sido
Lucas el que ha introducido en los vv. 32s una cita profética tan com- 28. Su afecto por la religión judía queda probado por la peregrina-
pleta, mientras que la narración original no contendría más que una re- ción que acaba de hacer a Jerusalén, de la que ya viene de vuelta, y
ferencia genérica a los profetas (v. 30). además por el entusiasmo con que, sentado en su carroza, va leyendo
el libro de Isaías; seguramente lo había adquirido en Jerusalén, cosa
26. Felipe recibe de Dios una misión a ciegas. Ya este hecho lo bastante difícil para un no judío. Como era corriente en la Antigüedad,
presenta, de entrada, como un mero instrumento del que se vale el Es- el eunuco va leyendo en voz alta.
píritu. El «ángel del Señor» (cf. Le 1,11; Hch 5,19; 10,3; 12,7.23;
27,23) aparece como enviado de Dios, cuando el hombre va a ser lla- 29-30. Una nueva instrucción del cielo lleva a efecto el encuentro
mado a colaborar en el plan de salvación. La misma función se puede de los dos personajes. Felipe, por orden del Espíritu, camina un rato al
atribuir también al Espíritu (v. 29). El relato no dice dónde se encuen- lado de la carroza. De esta manera puede entender las palabras de la
tra Felipe; por más que Lucas piensa obviamente que está en Samaría lectura y encontrar en ellas un punto de conexión para su mensaje. La
(cf. 8,5). Pensar que la tradición originaria también lo localizaba allí, pregunta que introduce el diálogo está basada en un juego de palabras:
carece de todo fundamento, igual que la opinión de que había estable- Anaginóskein (leer) es un compuesto de ginóskein (entender). En el
cido su residencia permanente en Jerusalén. Si, como es probable, el fondo de la pregunta, esto no significa una duda presentuosa de la ca-
relato presenta a Felipe como el prototipo de misionero itinerante que pacidad intelectual del etíope, sino la convicción de que una interpreta-
se mueve incansablemente de un lugar a otro, lo más natural será supo- ción auténtica de la Escritura solamente es posible a partir de su cum-
ner que se encontraba en algún sitio de la costa, cerca de Azoto (v. plimiento en Cristo.
40). Gaza está situada junto al mar, a unos 100 Km al suroeste de Jeru- 31. El eunuco reconoce espontáneamente que Felipe tiene razón.
salén. Era la última gran ciudad judía de la importante ruta comercial Responde con otra pregunta —retórica— en la que confiese explícita-
que iba hacia Egipto, bordeando la costa. De Jerusalén a Gaza había mente su incapacidad para comprender el pasaje profetice sin una ex-
dos carreteras, pero la narración no especifica cuál de ellas cogió Fe- plicación que le descubra su verdadero sentido. En esto el eunuco de-
lipe. La observación entre paréntesis, dirigida al lector: «Es una calzada muestra una visión del problema que, expresada en estos términos, sólo
desierta», tiene la función de subrayar lo insólito del encargo que Fe- la puede tener un lector cristiano de la Biblia. ¿Quiere esto decir que
lipe tiene que cumplir. ha sido el Espíritu Santo el que le ha revelado este enfoque de la cues-
tión? La pregunta, por otra parte, lleva implícita la esperanza de que
27. En cuanto lectores, tenemos que ponernos, en cierto modo, en sea Felipe quien le dé esa explicación. Por eso, el eunuco invita a Felipe a
la perspectiva de Felipe y participar de su sorpresa al ver aparecer al subir con él a la carroza.
personaje que es objeto de su misión. Se trata de un etíope, es decir,
de un nubio procedente de la región del alto Nilo, al sur de Egipto, en- 32-33. El pasaje de la Escritura, con el que está atareado el eu-
tre Asuán y Kartún, prácticamente del moderno Sudán. En aquella nuco, está tomado de Is 53, último canto del Siervo, que para la Iglesia
época, el reino etíope no correspondía, ni por las características de su primitiva era un texto cristológico de suma importancia. Mientras que
población ni por su situación geográfica, a la moderna nación de Etio- Lucas normalmente añade a sus citas del Antiguo Testamento una ex-
pía (región montañosa situada al este del Nilo alto). El poder lo deten- plicación, aunque sea muy sucinta (cf. p. ej. 2,29-33; 4,27s), en este
taba siempre la reina madre, que llevaba el título de «Candaces». La caso no da ninguna, fuera de la indicación genérica de que el texto se
palabra eunouchos, en sí, no significa necesariamente un castrado. En refiere a Cristo (vv. 34s). A pesar de ello, la delimitación de la cita y su
los LXX y en otros muchos textos se usa como denominación de altos misma forma dan pie para una cierta interpretación. La cita comprende
dignatarios políticos o militares. Pero en este pasaje lo más probable es Is 53,7bcd.8abc. Por tanto, no incluye unas cuantas afirmaciones del
que se trate realmente de un castrado, porque éste era el caso normal contexto inmediato, que tratan del valor expiatorio del sufrimiento del
en los oficiales de corte de las reinas. Y esto tiene aquí su importancia, Siervo (Is 53,5.8d), y que la exégesis moderna considera como el ápice
porque, según Dt 23,2, un castrado no puede ser judío. Con todo, la del cántico.
narración presenta al etíope como un gran simpatizante del judaismo. La cita sigue a la letra el texto de los LXX que, sobre todo en Is
Sin duda pertenecía al grupo de paganos —un grupo no precisamente 53,8, introduce dos variantes decisivas con respecto al texto hebreo. En
Ve
reducido, en aquellos tiempos— que, sin estar circuncidados, profesa- z de la lectura original: «Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron», la
7
194 8,26-40: Bautismo del tesorero etíope 8,26-40: Bautismo del tesorero etíope 195
cita lee: «En su humillación anularon su sentencia»; y en vez de «lo del bautismo» (Heb 6,2) era un elemento normal de la instrucción bá-
arrancaron de la tierra de los vivos», leemos aquí: «porque arrancan su sica, que es lo que llevó a cabo Felipe, según la convicción del narra-
vida de la tierra». Ambas variantes facilitan una interpretación cristoló- dor. Habrá que pensar en un arroyo o en una torrentera un tanto cre-
gica, basada en la antítesis «humillación-exaltación». Jesús es el Siervo cida, porque la Didaché (7,1), que procede de un ambiente muy similar
de Dios que, como prototipo del justo agobiado por el dolor, descrito a este pasaje, presupone que el bautismo se administraba normalmente
en el Antiguo Testamento, carga pacientemente y con plena sumisión a por inmersión en «agua viva» (es decir, agua corriente). La sugerencia
Dios con el sufrimiento que se le ha infligido (v. 32b = Is 53,7bc), del eunuco está formulada en forma de pregunta: «¿Qué impide que yo
hasta la más profuna humillación en la cruz. Al mismo tiempo se indica sea bautizado?» Probablemente hay aquí una alusión a un elemento de
la transformación. «Anularon su sentencia» (v. 33a = Is 53,8a), porque la liturgia bautismal. Antes de la administración del bautismo, el minis-
Dios «arranca su vida de la tierra», es decir, lo exalta (v. 33c = Is tro preguntaba si había algún impedimento (cf. 10,47; 11,17; Me 10,14
53,8c). La expresión enigmática: «Su generación, ¿quién podrá enume- par). Pero esta pregunta se proyecta más allá de la concreta situación
rarla?» (v. 33b = Is 53,8b) se interpreta como referencia al conjunto de narrativa, para interpelar al lector. ¿No es verdad que en este caso
su posteridad espiritual, los cristianos, hecha posible por la exaltación Dios mismo ha superado ya cualquier impedimento para el bautismo de
de Jesús. un no judío, interviniendo personalmente? Y ¿no es verdad que ha le-
La interpretación del camino de Jesús, basada en el texto del Se- gitimado de esta manera la radical pertenencia a Cristo de una persona
gundo Isaías, se encuadra en un esquema kerigmático muy extendido que no pertenecía a Israel?
en el cristianismo helenista, que, por otra parte, coincide con el relato
más antiguo de la pasión (Me 14-15). Según este esquema, Jesús es el (37). Ya en los comienzos de la tradición se echó de menos en este
Justo paciente y sumiso que Dios exalta arrancándolo de la más pro- pasaje una profesión de fe por parte del bautizando. Por eso, algunos
funda humillación; y la transformación operada en su destino significa, manuscritos de la tradición occidental añaden este v. 37: «Entonces le
al mismo tiempo, una transformación para los que se adhieren a él me- dijo Felipe: Si crees de todo corazón, es posible. Respondió el eunuco:
diante la fe y el seguimiento. Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios». También hay algún manuscrito
que pretende rellenar una supuesta laguna, añadiendo después del bau-
34. La pregunta del eunuco no parece provocada por las palabras tismo la donación del Espíritu Santo (v. 39). Pero lo cierto es que el re-
concretas de Is 53, ya que en ellas no se encuentran afirmaciones en pri- lato refleja una situación eclesial muy primitiva, que aún no ha llegado
mera persona, directamente atribuibles al profeta. Más bien parece re- a vincular el bautismo con el don del Espíritu a cada uno de los cris-
flejar (como antes el v. 31) la formulación de un esquema cristológico tianos. El Espíritu está ciertamente implicado en este acontecimiento,
del cristianismo primitivo que Justino (Apol. I 36) expresaba de la si- en cuanto que él es el que toma la iniciativa, haciendo de Felipe un
guiente manera: «Cuando encontréis las palabras de los profetas puro instrumento de su actuación. Pero el Espíritu no es aquí el don
puestas en labios de una persona, no tenéis que considerarlas como que acompaña al bautismo.
pronunciadas por los propios autores inspirados, sino atribuirlas al
Logos divino, que es el que les movía a hablar». Esta expresión de Jus- 39. Lo mismo que el Espíritu es el responsable del fugaz, aunque
tino implica dos aspectos: primero dice, negativamente, que el conte- decisivo, encuentro de estos dos personajes, así lo es también de su se-
nido de un pasaje determinado no se refiere al propio locutor o escri- paración. Felipe, después de haber llevado a cabo su misión es «arreba-
t o r ; y s e g u n d o , p o s i t i v a m e n t e , que de ello hay que deducir su tado» por el Espíritu, lo cual significa, en este caso, que es trasladado
referencia a Cristo. El mismo Lucas procede según este esquema en real y físicamente a otro lugar, donde el Espíritu lo necesita para
2,25-31.33-36; 13,35-37. nuevas tareas (cf. 2 Re 2,16-18; Ez 3,14; 8,3; 11,1.24). De repente, el
eunuco se queda otra vez solo. Pero al revés que Eliseo, que ya no vol-
35. Felipe comienza su testimonio sobre Cristo demostrando que el vió a ver a Elias después de ser arrebatado al cielo —la alusión a 2 Re
pasaje en cuestión (Is 53,7s) se refiere a Jesús. Pero no se limita a este 2.12 es literal— el eunuco se queda tranquilo y renuncia a toda bús-
único texto, sino que, reflejando la práctica de la enseñanza en la acti- queda ulterior. El encuentro con Felipe ha logrado su objetivo; la situa-
vidad misionera de entonces, aduce como prueba ulterior una serie de ción del eunuco ha quedado radical y permanentemente cambiada. Por
es
textos cristológicos. Se podría pensar que estos textos son las citas del o , puede continuar su camino lleno de alegría, como uno que ha lle-
Antiguo Testamento mencionadas en los caps. 2-3. gado al término de su búsqueda, porque ha encontrado la salvación. Ya
no
se pertenece a sí mismo, sino que ha pasado a una consagración al
36-38. Llegan a una corriente de agua —cosa rara en aquel paraje Poderoso nombre de Jesús.
tan seco— y el eunuco aprovecha la ocasión para solicitar el bautismo.
El texto no dice cómo ha llegado a conocer la existencia del bautismo y 40. La observación conclusiva traza el camino ulterior de Felipe.
su significado salvífico; pero por lo visto la «enseñanza sobre el baño fc' espíritu lo deposita en Azoto, situado a unos 40 km al nordeste de
196 9,1-22: Conversión y vocación de Pablo 9,1-22: Conversión y vocación de Pablo 197
Gaza. Desde allí, Felipe continúa como misionero andariego, para ejer- deres de los sumos sacerdotes para detener a todos los que invo-
cer su ministerio en Jafa, Lida y demás pueblos de la carretera de la can tu nombre.
costa. Su objetivo final es Cesárea, la ciudad donde reside el procura- 15
E1 Señor le contestó:
dor romano. Puede ser que estas indicaciones nos ofrezcan el auténtico —Anda, vete, que ese hombre es un instrumento elegido por
campo de trabajo en el que históricamente se desarrolló la evangeliza- mí para llevar mi nombre entre paganos y reyes, y ante los hijos
ción de Felipe. En todo caso, más tarde aparecerá Cesárea como su lu-
gar de residencia; Pablo, en su último viaje a Jerusalén, lo encontrará de Israel. 16Yo le enseñaré cuánto va a tener que sufrir por mí.
17
en esa ciudad (cf. el comentario a 21,8). Salió Ananías, entró en la otra casa, le impuso las manos a
Saulo y le dijo:
—Saulo, hermano, el Señor me ha enviado, Jesús, el que se te
apareció cuando venías por el camino, para que recobres la vista
8. Conversión y vocación de Pablo (9,1-22) y te llenes de Espíritu Santo.
18
Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de es-
9 ! Saulo, respirando aún amenazas de muerte contra los discí- camas y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado. Luego co-
pulos del Señor, fue a ver al sumo sacerdote 2y le pidió cartas mió y le volvieron las fuerzas.
para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a llevarse dete- Pasó unos días con los discípulos de Damasco, 2l)y muy
nidos a Jerusalén a todos los que seguían aquel camino, hombres pronto se puso a predicar a Jesús en las sinagogas afirmando:
y mujeres, si es que encontraba algunos. «Este es el Hijo de Dios».
21
3
Én el viaje, cerca ya de Damasco, de repente una luz celeste Los oyentes quedaban pasmados y comentaban:
relampagueó en torno a él. 4 Cayó a tierra y oyó una voz que le —¿No es éste el que se ensañaba en Jerusalén contra los que
decía: invocan ese nombre? Y ¿no había venido aquí precisamente para
llevárselos detenidos a los sumos sacerdotes?
—Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 22
5
Preguntó él: Pero Pablo se crecía y tenía confundidos a los judíos de Da-
—¿Quién eres, Señor? masco, demostrando que Jesús es el Mesías.
Y el otro respondió:
—Yo soy Jesús, a quien tú persigues. 6 Levántate, entra en la 1-22. El relato de la conversión de Saulo/Pablo es una de las es-
ciudad y allí te dirán lo que tienes que hacer. cenas clave del libro de Hch. La importancia que Lucas atribuye a este
7
Sus compañeros de viaje se habían detenido mudos de estu- acontecimiento se deduce ya del mero hecho de relatarlo tres veces:
por, porque oían la voz, pero no veían a nadie. 8 Saulo se levantó aquí en forma de narración, y en 22,4-16 y 26,9-18, en forma autobio-
gráfica, en labios del mismo Pablo. Además de esto poseemos una serie
del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía. De la mano de declaraciones del propio Pablo que hacen referencia a este suceso
10 llevaron hasta Damasco, 9y allí estuvo tres días sin vista y sin (Gal 1,11-16; 1 Cor 15,8ss; Flp 3,6ss) que, sin forzar mucho las cosas,
comer ni beber. „ se puede considerar como el mejor documentado de toda la historia del
10
Había en Damasco un discípulo, de nombre Ananías. El Se- cristianismo primitivo. Pero ciertamente no se pueden pasar por alto las
ñor lo llamó en una visión: diferencias que existen entre las afirmaciones de Pablo y la narración
—¡Ananías! de Hch 9,1-22. Nos vamos a contentar con reseñar las dos más llama-
Respondió él: , ¡i V ,• tivas.
—Aquí estoy, Señor. a) Según Pablo, se trata de una aparición del Resucitado que, a
n
E l Señor le dijo: pesar de la distancia temporal que la separa de las otras apariciones
—Vete a la calle Mayor, a casa de Judas, y pregunta por un Pascuales, forma con ellas una verdadera unidad (1 Cor 15,8). Por el
tal Saulo de Tarso. Está orando 12y ha tenido una visión: que un contrario, según Lucas, las apariciones terminaron con la ascensión
hombre llamado Ananías entraba y le imponía las manos para U,9ss); por tanto, Lucas considera este suceso sólo como una mani-
que recobrase la vista. festación de Cristo que se aparece desde el cielo (v. 3).
13
Ananías replicó: b) Para Pablo, el núcleo del acontecimiento es su vocación a ser
—Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del apóstol, es decir, su elección por el Resucitado para desempeñar una
daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén; 14y aquí tiene po- m
isión especial, claramente diseñada. Dios le «reveló a su Hijo para
198 9,1-22: Conversión y vocación de Pablo 9,1-22: Conversión y vocación de Pablo 199
que lo anunciara a los paganos» (Gal 1,16). Por su parte, Hch 9,1-22 llegada de Ananías que viene a curarlo de su ceguera (v. 12). La con-
interpreta el suceso como conversión, es decir, como un cambio en su comitancia de visiones es un recurso estilístico —introducido aquí pro-
vida individual que transforma al antiguo perseguidor de los cristianos bablemente por el mismo Lucas— que pretende subrayar el nuevo
en heraldo de Cristo. No es extraño que falte aquí cualquier tipo de re- rumbo que imprime la acción de Dios al desarrollo de un aconteci-
ferencia a la función de apostolado, ya que el concepto lucano de após- miento (cf. el comentario a 10,3ss.13-16).
tol es tan estrecho (cf. el comentario a l,21ss), que en él no cabe esta
caracterización de Pablo. Pero aún llama más la atención el hecho de Muchas veces se ha hecho referencia a un posible paralelismo de
que en el presente relato no se da ningún relieve a la inmediatez de la esta escena, tanto en el contenido como en la forma, con la llamada
presencia de Cristo ante Pablo, ni al carácter que imprime en éste la leyenda de Heliodoro (2 Mac 3). Cuenta la leyenda que Heliodoro, jefe
misión y el encargo que recibe del Resucitado. La narración no habla de gobierno del rey Seleuco IV, intentó saquear el tesoro del templo de
más que de una palabra de Jesús dirigida a Pablo, que destruye su re- Jesuralén, pero una intervención de Dios se lo impidió. Cuando Helio-
sistencia como perseguidor de los cristianos e introduce su conversión doro estaba ya junto al tesoro, apareció un caballo, montado por un ji-
(vv. 4ss), sin darle ninguna instrucción directa sobre su misión futura. nete revestido de armadura de oro, que atacó a Heliodoro con las patas
En vez de eso, Pablo recibe su encargo por medio de Ananías, que des- delanteras; y aparecieron también dos jóvenes vestidos con ropas mag-
empeña un papel sorprendentemente importante en la narración. níficas, que se pusieron a azotar al intruso (2 Mac 3,25s). Heliodoro
Desde luego que estas diferencias no se pueden atribuir a una deter- cayó al suelo, envuelto en una ceguera total, de modo que tuvieron que
minada tendencia de Lucas, que le haya inducido a presentar conscien- llevárselo de allí, y tuvo que yacer, mudo y privado de toda esperanza
temente los acontecimientos de Damasco de un modo que corrija las de salvación (2 Mac 3,27ss). Sólo cuando el sumo sacerdote Onías, por
afirmaciones del propio Pablo. En primer lugar, es muy probable que consideración al rey, ofreció un sacrificio expiatorio, quedó Heliodoro
Lucas no haya conocido la carta a los Gálatas ni la primera a los Corin- libre de su castigo. Los jóvenes se le aparecieron otra vez y le manda-
tios; y, además, es claro que se ha servido de una tradición popular, ron dar las gracias a Onías y anunciar «a todos el gran poder de Dios»
cuyo origen es totalmente independiente de las declaraciones de Pablo. (2 Mac 3,33s). Ya de vuelta a su país, logró convencer al rey de la in-
Lucas no hace prácticamente más que transcribir esa tradición, mientras violabilidad del santuario de Jerusalén (2 Mac 3,39). Cierto que la
que en los pasajes paralelos (22,4-16; 26,9-18) introduce algunas va- leyenda de Heliodoro presenta una serie de convergencias con la narra-
riantes personales, que representan de manera mucho más pronunciada ción de la conversión de Pablo; por ejemplo, la aparición que conjura
su propia comprensión de los sucesos de Damasco. Sólo así se pueden la amenaza inminente, la caída del perseguidor, su ceguera y su prolon-
explicar las notables diferencias entre las tres narraciones. gada inactividad y, finalmente, su restablecimiento por misericordia de
La composición y la estructura de este relato nos da pie para inves- la divinidad. Pero estos paralelos no afectan más que a los puntos sa-
tigar cuál es su finalidad y en qué ambiente vital tuvo origen la tradi- lientes de la primera parte de nuestra narración (w. 1-9), mientras que la
ción de base. El relato se divide claramente en tres partes; la primera parte central (w. 10-19a) y la conclusiva (vv. 19b-22) carecen totalmente
(vv. 1-9) y la última (vv. 19b-22) se corresponden en manifiesto parale- de analogías. La leyenda de Heliodoro no habla en absoluto de un en-
lismo. Los vv. 1-19 presentan a Pablo como una radical amenaza con- cuentro entre el perseguido y el perseguidor, ni de la conversión de éste.
tra la comunidad cristiana de Damasco y cuentan cómo, ya a las Pero, sobre todo, la leyenda tiene una finalidad muy distinta. El ejem-
puertas de la ciudad, ^el Señor glorificado en persona desbarata sus plo de Heliodoro es una advertencia de que es peligroso atentar contra el
planes de agresión. Los vv. 19b-22 describen la actuación en Damasco templo de Jerusalén y contra Dios, que en él habita. La leyenda
del antiguo perseguidor convertido en predicador de Jesucristo. El nació cuando reinaba un ambiente de hostilidad contra los judíos, y con
v. 21, con su carácter de coro final, que probablemente constituía la la intención propagandística de amedrentar a los enemigos del judaismo.
conclusión original del relato, expresa en forma de pregunta la sorpresa Sin embargo, la narración del acontecimiento en el camino de Da-
de los habitantes de Damasco ante la magnitud de lo ocurrido, que un masco carga todo el aconteto sobre el hecho de que el perseguidor de
encarnizado perseguidor de la comunidad se haya transformado en el antes queda convertido, por la actuación de Cristo, en miembro de
paladín de la causa de Jesús ante el mundo. El verdadero cambio se re- Pleno derecho de la comunidad anteriormente perseguida. El relato no
lata en la parte central (vv. 10-19a) y, curiosamente, no desde el punto está dirigido a meros espectadores, con el fin de demostrarles la invul-
de vista de Pablo, sino desde la perspectiva de Ananías. En una apari- nerabilidad del santuario de Dios, es decir, de la comunidad, sino a esa
ción de Cristo glorificado, Ananías recibe el encargo de liberar de su comunidad misma, para que, según muestra el ejemplo del cambio de
ceguera física al perseguidor, ya transformado, y de admitirlo en la co- YJda operado en Pablo, adquiera plena convicción de que Cristo, el Se-
munidad por medio del bautismo. Queda indicada, aunque no se ñor glorificado, tiene el poder de transformar en siervos suyos aun a los
cuenta detalladamente, una segunda visión de Pablo, en corresponden- Carentemente más encarnizados enemigos de la comunidad. Por eso,
es
cia con la manifestación de Jesús a Ananías. Pablo ve en una visión la a comunidad, que pertenece a Cristo, es invencible.
200 9,1-22: Conversión y vocación de Pablo 9,1-22: Conversión y vocación de Pablo 201
También tiene su interés la comparación de nuestro relato con la en lo esencial. Lo que le sucedió a Pablo a las puertas de Damasco fue
novela judeohelenística de «José y Asenet», porque muestra que la na- realmente un cambio radical de vida, que le supuso una verdadera in-
rración de la conversión de Pablo se vale de una serie de elementos versión de valores y lo convirtió en paradigma de la fuerza transforma-
considerados como esenciales a los relatos de conversión en la literatura dora que proviene de Cristo glorificado. Las referencias al papel de
popular judía. Esta novela, basándose en Gn 41,45, cuenta cómo Ase- Ananías y a la permanencia de Pablo en la casa de Judas (v. 11) son
net, hija de un sacerdote egipcio, al encontrarse con José, recibió una probablemente expresión de recuerdos históricos. Los demás detalles
enorme sacudida en su altanero desprecio con el que miraba a los ju- habrá que atribuirlos, como ya hemos explicado, más a la presencia de
díos y a su dios; hasta el punto de iniciar un proceso de arrepenti- elementos narrativos propios de aquel ambiente que a verdaderos re-
miento y de conversión a la verdadera fe y llegar a casarse con José. cuerdos históricos.
En esto, Asenet tiene una visión, en la que ve una «luz inefablemente El trabajo redaccional de Lucas se limita esencialmente a redondear
intensa» y cómo de ella se adelanta el arcángel Miguel como enviado la narración y a crear transiciones que hagan fluido el contexto. Por
de Dios (JyA 14,2s; cf. Hch 9,3). Asenet cae a tierra y el ángel la llama ejemplo, el v. 22, y sin duda también el v. 12, hay que atribuirlos a la
por su nombre; Asenet contesta: «¿Quién eres? Dímelo» (JyA 14,6s; mano de Lucas. Sólo en un punto de la narración subraya Lucas una
cf. Hch 9,4s). Igual que Pablo (Hch 9,9), Asenet está sin comer ni be- nueva tonalidad. Al poner en labios del Señor glorificado un anuncio
ber durante los días de su penitencia (JyA 10,2) y, lo mismo que Pablo del camino de Pablo (vv. 15b. 16), aparece por primera vez, a grandes
(Hch 9,17s), Asenet, cumplido ese período, toma alimento (JyA 16) y rasgos, la imagen que de él se ha formado Lucas: la de un testigo de
recibe el Espíritu (JyA 19,11). También aquí el paralelismo no va más Jesucristo, marcado por el sufrimiento.
allá de unos cuantos detalles, pero no se puede probar una verdadera
correspondencia estructural del conjunto. Por tanto, no hay razones 1-2. El relato empieza en Jerusalén y así reanuda el hilo narrativo
suficientes para defender que el relato de la conversión de Pablo de- que había quedado en suspenso en 8,3. Pablo (en cuanto a la forma no-
penda directamente del esquema novelesco que siguen los relatos ju- minal «Saulo», cf. el comentario a 7,58; 13,9), verdadero motor de la
deohelenísticos de conversión, como mantiene Chr. Burchard. persecución, toma ahora la iniciativa para extender su actividad a otras
Lo más probable es que nuestro relato represente un género inde- regiones fuera de Judea. Esto era natural, ya que los helenistas, des-
pendiente, con características formales acuñadas por la situación interna pués de haber sido expulsados de Jerusalén, habían penetrado por
de la comunidad cristiana. Con bastante razón se podría denominar aquellas comarcas, ganando adeptos provenientes de las sinagogas de la
este género como leyenda de conversión en clave eclesiológica, porque, diáspora. Pero no sabemos por qué Pablo se fijó Damasco como obje-
tomando como punto de partida el testimonio de un individuo, refleja tivo de su acción. El texto parece indicar que emprendió el viaje no
una experiencia que concierne a la Iglesia en su totalidad. Desde el porque supiera concretamente que en Damasco existía una comunidad
punto de vista de la historia de la tradición, se podría decir, tal vez, cristiana, sino por pura suposición; pero todo esto es recurso literario,
que el origen de este desarrollo reside en una fórmula con la que la tra- más bien que realidad histórica. Hasta este momento, Lucas no ha di-
dición expresaba la transformación de Pablo de perseguidor en predica- cho una palabra sobre los comienzos de una misión en Damasco y, por
dor y que el mismo Pablo presupone ya conocida en toda la Iglesia: «El tanto, no puede atribuir a Pablo un conocimiento mayor del que
que antes nos perseguía, ahora predica la fe que antes intentaba des- pueden tener sus lectores. Sea como sea, a nadie puede sorprender que
truir» (Gal 1,23). No'hay que pasar por alto el hecho de que esta en la gran ciudad comercial de Siria, situada en las laderas del Antilí-
misma tradición reaparece en el coro final de Hch 9,21, con muy ligeras bano y con una fuerte población judía, existiese ya casi desde los co-
variaciones con respecto a Gal 1,23. En esta fórmula ya está configu- mienzos una comunidad de discípulos de Jesús.
rada la decisiva característica estructural de Hch 9,1-22, es decir, el En base a Gal 1,22 («las comunidades cristianas de Judea no me co-
contraste entre la inicial actividad persecutoria y la posterior actividad nocían personalmente»), se ha negado la verosimilitud histórica de que
proclamatoria de Pablo. La tradición debió de originarse y vivir su pri- Pablo comenzase a perseguir a los cristianos en Jerusalén y, consecuen-
mer desarrollo en Damasco, porque tanto la figura de Ananías, como temente, todas las indicaciones de Hch 9,ls. Como contrapartida se ha
los detalles de localización en el v. 11, apuntan hacia esa ciudad. Pero expresado la suposición de que Pablo se habría encontrado con una co-
como faltan los rasgos típicos de una tradición local, es muy probable munidad cristiana por primera vez en Damasco y habría iniciado allí su
que se extendiese inmediatamente por todo el campo de la primera mi- actividad persecutoria. Pero esta opinión no tiene el menor funda-
sión paulina. mento. En primer lugar, va contra las tres afirmaciones de más peso (1
¿Qué se puede decir de la historicidad de esta tradición? No se Cor 15,9; Gal 1,13; Flp 3,6) en las que Pablo menciona su activismo
puede negar que da consistencia a un aspecto del acontecimiento de como perseguidor de «la ekklesia de Dios». Con esta expresión Pablo
Damasco que es, desde luego, unilateral, porque reproduce la perspec- no se refiere a la Iglesia en cuanto tal —esto estaría en contradicción
tiva de la comunidad, pero que, por otra parte, es ciertamente exacto °on el vocabulario que emplea normalmente Lucas—, sino a la comuni-
202 9,1-22: Conversión y vocación de Pablo 9,1-22: Conversión y vocación de Pablo 203

dad de Jerusalén, que fue la primera en atribuirse este título honorífico Por primera vez se encuentra aquí la denominación de los cristianos
(8,3). Aparte de que la afirmación de Gal 1,22 no contradice esta idea, corno «los que seguían aquel camino» (cf. 19,9.23; 22,4; 24,14.22). Pa-
porque se refiere a las comunidades de la región de Judea, a excepción rece que es, lo mismo que «los discípulos» (cf. 6,ls; 9,1) y «los santos»
de Jerusalén; y es natural que estas comunidades quedasen fuera del (vv. 13.32), una de las autodenominaciones más antiguas de la comuni-
acoso de Pablo, porque eran rigurosamente judeocristianas. Hay que dad. Llama la atención que también la secta de Qumrán se denomine a
tener en cuenta, además, que los pequeños grupos de discípulos de sí misma como «el camino» (1 QS IX 18s; CD II 6; cf. 1 QS III 9s; IX
Jesús que fueron naciendo en diversos lugares, como Damasco, durante 9). El significado exacto sólo podemos deducirlo indirectamente. Es
los primeros años de la misión de los helenistas, difícilmente llegaron a probable que esta designación, además del sentido ético, tuviera tam-
adquirir una configuración cristiana tan definida, que pudiesen inflamar bién un significado soteriológico. Los discípulos se consideraban obli-
las iras de un fariseo como Pablo, obligándole a perseguirlos. La repu- gados a cumplir las exigencias del «camino de la justicia» (Mt 21,32), es
tación que tenía el cristianismo de ser una doctrina peligrosa, se en- decir, a cambiar según la definitiva manifestación de la voluntad de
tiende perfectamente si se mira desde Jerusalén, donde este grupo ya Dios proclamada por Jesús; y, al mismo tiempo, estaban convencidos
había dado que hablar, por sus conflictos con la autoridad pública. de que Jesús los había colocado en un nuevo camino de salvación
Entonces, ¿cómo hay que imaginarse concretamente la función de (16,17; Heb 10,20; Jn 14,6).
Pablo? Tomando a la letra el relato que nos ocupa, Pablo se habría
trasladado a Damasco en calidad de representante oficial del Consejo, 3-4. Pablo está ya cerca de la meta, cuando sucede algo inespe-
con plenos poderes jurídicos para emitir orden de captura contra los rado. Un relámpago fulgurante lo deslumhra y le hace caer al suelo. La
sospechosos y remitirlos como prisioneros a Jerusalén, para someterlos luz es el elemento clásico de la teofanía (Ex 24,15ss; Sal 29,7; 97,lss;
a juicio (cf. también 26,10). Pero todo esto iría contra la más elemental Ez l,4ss; Mt 17,2; cf. JyA 14,2). La imagen de base de esta presenta-
verosimilitud histórica. En primer lugar, para poder ejercer esta fun- ción es que se rasga el cielo (Me 1,10) y la explosión de luz, como un
ción jurídica, Pablo habría tenido que ser miembro oficial del Consejo relámpago de fuego, envuelve totalmente a Pablo. Su caída a tierra es
y, consecuentemente, rabino regularmente ordenado. Pero si esto hu- algo más que la típica expresión teofánica del terror que se experimenta
biera sido así, Pablo no habría dejado de mencionar ambas cosas en ante la irrupción de lo sobrenatural (Dn 10,9; Le 1,12; Hch 10,4). Lo
Flp 3,2-6, donde enumera sus privilegios como judío. Además de que que significa es que la aparición ha dejado sin fuerza al perseguidor; de
ninguno podía ser ordenado rabino antes de haber cumplido los 40 ahora en adelante sólo será capaz de actuar como instrumento de Jesús,
años; y Pablo, si nos atenemos a la indicación biográfica de 7,58, al que toma posesión de él. Todavía en el suelo, oye una voz que le per-
tiempo de su conversión debía de ser aún relativamente joven, entre los mite identificar la aparición. La voz viene evidentemente del cielo y ha-
20 y los 30 años. Pero lo más decisivo en esta cuestión es que en aque- bla en arameo, como se deduce de la forma del nombre: «Saúl» (cf.
lla época el Consejo no podía ejercer directamente su jurisdicción en la 26,14). El llamar a uno por su nombre es la forma típica con que Dios
diáspora. Sus competencias durante la dominación romana estaban limi- abre el diálogo en las teofanías veterotestamentarias (Gn 31,11; 46,2).
tadas a las once circunscripciones («toparquías») de la región de Judea. Sin embargo, aquí sucede algo que no pasa en el Antiguo Testamento;
En cambio, por una parte, los procuradores romanos de las diversas el que se aparece, al mismo tiempo que se identifica, pide cuentas al
provincias habían concedido a las sinagogas judías locales amplias com- destinatario de la aparición. Jesús denuncia la actividad persecutoria de
petencias jurídicas, de raodo que un jefe de sinagoga podía libremente in- Pablo y se enfrenta con él como el verdadero perseguido, al mismo
fligir la pena de la flagelación (2 Cor 11,24) que, dadas las consecuencias tiempo que como juez de la transgresión cometida. La presentación re-
del castigo, equivalía frecuentemente a una ejecución. Y por otra parte, fleja claramente la idea de que perseguir a los discípulos es perseguir al
el Consejo con sede en Jerusalén seguía siendo para estos organismos Señor (Le 10,16; cf. Mt 10,40; 25,40). Implícitamente se presupone que
jurídicos de las sinagogas locales una verdadera autoridad, cuyas indica- Pablo podía distinguir en el resplandor la figura del que le hablaba,
ciones o sugerencias no quedaban en palabras que se lleva el viento. Pero sin logar identificarlo. Esto se deduce del v. 7 donde se dice explí-
citamente que los compañeros de Pablo, al revés que él, sólo oían la
Colocadas en este ambiente, las indicaciones de nuestro texto nos v
pz, pero no veían a nadie. Fuera de esto, la narración no dice si Pablo
permiten deducir este cuadro histórico: Pablo fue a Damasco no como v
io a Jesús sólo en el momento de producirse el relámpago, antes de
enviado oficial del Consejo, sino por propia iniciativa; su intención era
quedar deslumhrado, o si la figura siguió siendo visible para Pablo du-
continuar allí la lucha contra la «secta de los nazarenos», que él consi-
rante toda la conversación.
deraba como herética. Para conseguir este objetivo se procuró del Con-
sejo cartas de recomendación (cf. 2 Cor 3,1), como advertencia dirigida 5. A la pregunta que abre el diálogo Pablo responde con otra pre-
a los jefes de las sinagogas de Damasco sobre la peligrosidad de la gunta: «¿Quién eres, Señor?». Esta es una correspondencia más con el
es
secta de los nazarenos, y como requerimiento de proceder contra ellos quema de la teofanía dialógica (Gn 46,2; 31,12; JyA 14,5ss). «Señor»
es
con las habituales medidas disciplinares. aquí sólo una expresión de respeto hacia una persona superior y no
204 9,1-22: Conversión y vocación de Pablo 9,1-22: Conversión y vocación de Pablo 205

un título cristológico, pues Pablo aún no ha reconocido a su interlocu- tan estricto como Lucas lo presenta más adelante (cf. el comentario a
tor celeste. Para llegar a este reconocimiento, se necesita primero la au- 22,11), ya que la comunidad de Damasco debía de estar fuertemente
topresentación de Jesús con la fórmula solemne «yo soy (ego eimi)». marcada por el cuño de los helenistas. El hecho de que Ananías ocupe
Ante estas palabras, Pablo se da cuenta de que su interlocutor es aquel aquí el centro de la escena se debe no tanto a reminiscencias históricas
cuyo poder él no ha querido acatar y cuyas pretensiones mesiánicas él como a la perspectiva de la narración. Ananías sustituye a la comuni-
ha combatido encarnizadamente. dad y representa la concepción que ésta tiene de sí misma. El oyente o
el lector cristiano tiene que identificarse con este personaje y participar
6. Como señal de que, de ahora en adelante, él va a quedar inevi- en su proceso de aprendizaje y de experiencia.
tablemente bajo el poderoso radio de acción de Jesús, Pablo recibe una El Señor glorificado llama a Ananías en una visión. Esta visión, al
orden. Resulta sorprendente a primera vista que este mandato se revés que la manifestación de Cristo a Pablo, narrada anteriormente, y
mueva en un plano diametralmente opuesto a las instrucciones que el cuyo carácter objetivo queda suficientemente subrayado (v. 7), es un
Resucitado había dado a sus discípulos (p. ej. Mt 28,18-20; Jn 20,21ss; hecho subjetivo. No sucede en la realidad perceptible por los sentidos
Hch 1,8). No concierne, como cabría esperar de las afirmaciones de materiales (12,9), sino que consiste en una apertura sobrenatural de las
Gal 1,16, al camino ulterior que Pablo habrá de recorrer al servicio de facultades del nombre para captar la revelación del mundo celeste
Jesús. No hay la menor referencia a una vocación, como tampoco se (10,3.17.19; 11,5; 16,9s; 18,9). Se inicia el diálogo. El Señor llama a
anuncia una condena o un castigo. Todo queda en una ratificación de Ananías por su nombre y éste se presenta. Este comienzo, netamente
su sometimiento. Pablo recibe un encargo a ciegas, que concierne úni- distinto del que abre la manifestación de Jesús a Pablo (vv. 4ss), sigue
camente al próximo paso que ha de dar. Tiene que entrar en la ciudad también un esquema fijo (Gn 22,ls.lls; 1 Sm 3,4-14; Jub 45,5; 4 Esd
y esperar, allí nuevas instrucciones; pero no se dice quién se las va a 12,2-13; JyA 14,6s).
dar. Con esta referencia a lo que va a suceder, el narrador nos asegura
que aún no ha llegado lo verdaderamente decisivo. Por el momento, 11-12. Ananías recibe el encargo de ir a una dirección bien precisa
Pablo ha quedado frenado, por la intervención de Jesús, en sus intentos de !a ciudad y buscar allí a «Saulo de Tarso». Por primera vez se hace
de destrucción, pero aún no se ha convertido. referencia a la ciudad natal de Pablo (cf. v. 30; 21,39; 22,3). La «calle
Mayor»,que atravesaba Damasco de este a oeste, era bien conocida
7. Mencionando la reacción de los compañeros de viaje se quiere como la calle de lujo más representativa de la ciudad. Antiguamente, la
poner al seguro la objetividad del acontecimiento. Aun aquellos a los calle se prolongaba en dirección sur, bastante más que en la actualidad.
que el suceso no atañía directamente, podían, al menos, oír la voz, Ananías se entera además de que el temible enemigo ya está prepa-
pero no veían a nadie, porque la aparición sólo era visible para el au- rado para recibirle. Está «orando» y ha tenido una visión en la que ya
téntico destinatario de la visión. Por lo demás, hay que pensar que esos anticipadamente ha contemplado cómo Ananías llegaba para curarlo.
compañeros de viaje eran simplemente los componentes de la caravana, El elemento narrativo de concomitancia de visiones, inserido indirecta-
y de ningún modo miembros de la policía del templo, enviados como mente por el relato, muestra el afán de Jesús glorificado por llevar ade-
escolta de Pablo. lante su propio plan; toda intervención humana queda excluida desde
un principio. Lo único que se exige de Ananías es que haga efectivo el
8. La aparición se ha esfumado. Pablo se levanta del suelo e in-
curso de los acontecimientos que Jesús ya ha revelado a Pablo en una
tenta abrir los ojos; pero en ese momento se da cuenta de que está
visión.
ciego. El narrador no dice lo que sintió Pablo en aquella situación; úni-
camente se contenta con dejar constancia de la incapacidad física a la 13-14. Aun antes de que el Señor haya terminado su mensaje —to-
que lo ha reducido el acontecimiento. La ceguera no se presenta como davía no ha llegado el mandato del bautismo y la donación del Espíritu
castigo, sino como exprexión de esa impotencia. Entonces, manos com- (vv. 17s)— ya replica Ananías. Una vez más aparece aquí un elemento
pasivas lo llevan hasta la ciudad. tradicional, que tiene la función de poner de relieve la magnitud de una
exigencia inaudita (Ex 3,11; Jr 1,6; Le l,18ss). Ananías expone a Jesús
9. Ya en Damasco, Pablo pasa tres días de riguroso ayuno y, como la excesiva peligrosidad de Pablo. ¿No será que el temible enemigo,
añade el v. 11, dedicado a la oración; pero sin recuperar la vista. Estos cu
yas monstruosidades contra los «santos» de Jerusalén se cuentan por
detalles no son únicamente signos de penitencia, sino también de pre- todas partes y cuyos planes contra los discípulos de Damasco son bien
paración para lo que ya en v. 6 se adumbraba como próximo a suceder. conocidos, va a reanudar su persecución en cuanto recobre la vista?
10. El cambio de escena introduce un nuevo personaje, Ananías, Aparecen aquí dos antiguas denominaciones de los cristianos: «los
que era indudablemente uno de los dirigentes de la joven comunidad santos», aplicado inicialmente a los cristianos de Palestina (vv. 32.41;
cristiana de Damasco. Su nombre es claramente de origen judío (cf. 26,10) y «los que invocan el nombre de Jesús» (cf. 2,21; 15,17; 1 Cor
5,1). Lo que no es tan claro es que fuese realmente un judeocristiano
206 9,1-22: Conversión y vocación de Pablo 9,1-22: Conversión y vocación de Pablo 207
15. Jesús rechaza la réplica de Ananías, reiterando el encargo y sorprendido? ¿protestó? Hay además otras muchas preguntas que que-
mencionando la futura misión para la que él ha escogido a Pablo; ese dan sin respuesta; por ejemplo, si algún miembro de la comunidad lo
hombre va a hacer profesión pública del nombre de Jesús ante judíos y instruyó en el cristianismo o sí llegó a creer en Cristo. La narración se
paganos. Habrá que tener cuidado de no interpretar precipitadamente mantiene lejos de cualquier clase de psicologismo. Ananías pone sus
esta frase, apoyándose en 22,15 y 26,16, como una afirmación del ca- manos sobre la cabeza del ciego y pronuncia un mensaje solemne que
rácter misionero de la futura actividad de Pablo. Por lo menos en la muestra claramente quién es el que, en realidad, está actuando a través
tradición prelucana, y probablemente para el mismo Lucas, la frase no del enviado. Ahora Jesús concede a Pablo dos cosas: la curación física
tenía aún este sentido. Pablo aparece caracterizado como «instrumento y el don del Espíritu. Y ambas cosas se hacen realidad por medio de la
(vasija) elegido». Esta metáfora bíblica (Jr 18,3-6; Sab 15,7), que re- imposición de las manos. Así que, el acontecimiento adquiere una
cuerda la imagen paulina del alfarero (Rom 9,20s), quiere decir que el cierta ambigüedad; no se ve claramente si se trata de una curación pro-
camino futuro de Pablo va a estar determinado única y exclusivamente digiosa o de una donación del Espíritu, aunque lo que realmente se
por la gracia de Jesucristo, manifestada en esta elección. Aunque Pablo acentúa es esto último.
ha sido hasta este momento enemigo de la Iglesia, de ahora en adelante
va a ser un escogido y un elegido para la salvación (cf. Rom 11,28). La 18. La manifestación externa de la curación consiste en que a Pa-
expresión «llevar el nombre» no tuvo nunca, en el lenguaje del cristia- blo «se le cayeron de los ojos una especie de escamas». La expresión
nismo primitivo, el significado de «predicar, proclamar», sino más bien: deriva probablemente de una concepción popular de la terapia médica,
estar sometido por el bautismo al nombre de Jesucristo, hacer profesión que se encuentra también en Tob 11,7-8.12 («y la nube se le desprendió
de ese nombre, y manifestar públicamente la condición de cristiano de los ojos»). Por el contrario, la donación del Espíritu autoriza a Ana-
(Herm (s) VIII 10,3; IX 28,5). Y esta profesión pública se ha de hacer nías para proceder al bautismo de Pablo. Lo normal en Lucas es que la
«ante paganos y reyes, y ante los hijos de Israel». Esto recuerda el di- imposición de las manos venga después del bautismo. Pero aquí, lo
cho de Jesús, ampliamente recogido por la tradición, que invita a sus mismo que en el episodio de Cornelio (10,44ss), es al revés, porque ya
discípulos a dar testimonio pública e incansablemente «ante goberna- en la tradición prelucana se encontraba alterado el orden de la secuen-
dores y reyes» (Me 13,9; cf. Mt 10,17-22; Le 21,12-17). La adición «y cia. En ambas ocasiones se trata de casos especiales, en los que Dios
ante los hijos de Israel» no deja de resultar un tanto extraña; bien po- mismo es el que suprime los impedimentos para el bautismo, mediante
dría deberse a la mano de Lucas que ha completado de esta manera los la donación del Espíritu. Con todo, en este pasaje, y a pesar de la in-
datos de la tradición. versión del orden, Lucas interpreta el bautismo y la donación del Espí-
Sólo si se interpreta de esta manera puede tener sentido la respuesta ritu como actos mutuamente relacinados, que realizan la incorporación
de Jesús a la réplica de Ananías. Pablo ya no volverá a perseguir a la a la Iglesia. Lo que desde luego no admite duda es que Lucas no rela-
comunidad; al contrario, será escogido para convertirse él mismo en ciona, en absoluto, esta imposición de manos con una imaginaria orde-
miembro de esa comunidad, y en ella y con ella adherirse públicamente nación de Pablo para un cargo oficial. Con todo lo dicho, a nadie
al nombre de Jesús. puede causar sorpresa que Ananías no comunique a Pablo (v. 17) los
planes de Jesús para el futuro del apóstol (vv. 15s).
16. Una última frase, añadida por Lucas, amplía la perspectiva, in-
La narración no dice una palabra sobre las modalidades externas del
dicando que Pablo está destinado a un sufrimiento especial, por cuanto
bautismo de Pablo. Si nos atenemos a lo que era habitual, es decir, la
ha recibido un encargo" también especial. Será el mismo Jesús el que
inmersión en agua corriente (cf. el comentario a 8,38), podríamos aven-
una y otra vez, en siempre nuevas situaciones, le imponga el sufri-
turar como hipótesis más probable que Ananías bautizó a Pablo en el
miento por causa de su nombre. El dolor se entiende aquí como una río Barada, que atraviesa Damasco.
consecuencia necesaria a la adhesión a Jesús y a su causa. Pablo es el
testigo marcado por el sufrimiento; en su manera concreta de hacer 19a. La observación con que termina la escena, «luego comió y le
realidad el encargo recibido, representa auténticamente la norma esta- volvieron las fuerzas», puede parecer un mero detalle de la vida pri-
blecida por Jesús del sufrimiento como servicio y la convierte en pe- vada de Pablo. Sin embargo, tiene su finalidad; quiere mostrar que la
renne obligación para la Iglesia (20-23). crisis que lo ha convulsionado, por la irrupción de Jesús en su vida, ha
Estas son las únicas palabras donde se puede percibir un eco de la quedado, aun externamente, superada.
vocación de Pablo.
19b. La escena conclusiva (vv. 19b-22) relata los efectos externos
17. Ananías obedece. Y todo lo demás va sucediendo de la misma Producidos por el cambio de vida que Pablo ha experimentado. El con-
manera predeterminada por Jesús. Aparece de nuevo Pablo, pero sólo traste con los vv. 1-2 es impresionante. Pablo entra a formar parte de la
como destinatario de la actuación del Señor glorificado. No se hace la comunidad cristiana de Damasco y en seguida se pone a predicar públi-
más mínima referencia a su reacción personal: ¿tuvo miedo? ¿quedó camente a los judíos el mensaje de salvación.
208 9,23-30: Huida de Pablo 9,23-30: Huida de Pablo 209
20. La palabra de Pablo resuena en las sinagogas, y el contenido 23-30. Para los sucesos relatados en este pasaje tenemos a disposi-
de su predicación es precisamente lo que él hasta hace unos días ha ción, como segunda fuente, la propia narración de Pablo en Gal 1,16-
combatido con todas sus fuerzas, por considerarlo como el más perni- 24, donde se enumeran los centros más importantes de su actividad du-
cioso error: que Jesús es el Hijo de Dios. Este título no pertenece típi- rante el período que media entre su vocación y el concilio apostólico en
camente a la cristología lucana; de hecho no aparece más que otra sola Jerusalén. Esto permite una comprensión histórica más precisa del
vez, y como cita del Sal 2,7 (13,33). En ambas ocasiones se trata proba- curso de los acontecimientos, pero al mismo tiempo plantea una serie
blemente de un influjo de la tradición. de problemas. En efecto, las dos versiones difieren considerablemente
en unos cuantos puntos decisivos.
21. La reacción de asombro de los judíos ante la predicación de
Pablo, centrada en la persona de Cristo, se presenta en estilo directo. a) Según Hch 9,26, Pablo se trasladó a Jerusalén inmediatamente
Y precisamente por medio de una pregunta retórica que, al mismo después de su huida de Damasco, para entablar allí sus primeros con-
tiempo, resume el contenido de los vv. ls y exterioriza la estupefacción tactos con los apóstoles. Por el contrario, en Gal 1,16s Pablo subraya
del público ante el perseguidor de los cristianos transformado en he- enfáticamente que, después de su conversión, no tuvo ningún contacto
raldo de Cristo. Esta constatación por parte de los enemigos de la co- con personalidades representativas de la comunidad cristiana y,
munidad del cambio radical operado en Pablo, implica un reconoci- además, que no fue inmediatamente a Jerusalén, sino que desde Da-
miento a regañadientes de la magnitud del prodigio realizado por Jesús. masco salió «hacia Arabia», para de allí volver otra vez a Damasco. Su
viaje a Jerusalén tuvo lugar sólo «tres años más tarde» (en realidad,
22. La conclusión, sin añadir nada nuevo a lo ya referido en el dos años y medio, dado el cómputo antiguo, que incluía el año en
v. 20, sirve de introducción al relato siguiente. La fuerza interna de Pa- curso).
blo va robusteciéndose cada día más y paralelamente su proclamación
de la persona de Cristo va cobrando siempre mayor pujanza —especial- b) En Hch 9,27 Bernabé acompaña a Pablo a Jerusalén y se lo
mente su recurso a la Escritura para probar que Jesús es el Mesías (cf. presenta a los apóstoles, disipando así los recelos de la comunidad jero-
comentario a 2,22-36)— hasta el punto de que los judíos llegan a ver en solimitana con respecto al antiguo perseguidor de la Iglesia. Sin em-
esa predicación un desafío intolerable. bargo, Gal 1 ni siquiera menciona a Bernabé.
c) Hch 9,27 habla de «los apóstoles» en general; lo cual da la im-
presión de que Pablo entró en contacto con todo el colegio apostólico
que estaba en Jerusalén. En cambio, en Gal l,18s Pablo afirma que no
9. Huida de Pablo y primera vio a ninguno de los apóstoles más que a Pedro, a quien realmente
visita a Jerusalén (9,23-30) quería visitar, y a Santiago, el pariente del Señor. Evidentemente, en
aquella época, los demás apóstoles ya no estaban en Jerusalén.
23
Pasados bastantes días, los judíos se concertaron para supri- d) En Hch 9,28s se da noticia de una prolongada actividad de Pa-
mirlo, 2 4 pero Saulo tuvo noticia de su conjura. Como día y no- blo en Jerusalén en compañía de los apóstoles. Esta actividad termina
che custodiaban las puertas de la ciudad con intención de qui- bruscamente, al enterarse la comunidad de que los judíos se habían
tarlo de en medio, juna noche lo siguieron los discípulos y lo propuesto acabar con él. Pero según Gal 1,18, el único objeto de la es-
descolgaron muro abajo en un cesto. tancia de Pablo en Jerusalén, que duró exactamente «quince días», fue
26
Llegado a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, «conocer a Pedro». No se alude lo más mínimo ni a una actividad pú-
pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera blica, ni a una huida de la ciudad.
realmente discípulo. La intención de Pablo, al relatar en la carta a los Gálatas los acon-
" E n t o n c e s lo cogió B e r n a b é , se lo presentó a los apóstoles, y tecimientos de su vida, es evidente. Es una intención polémica. Quiere
combatir la falsa presentación de sus vivencias, que se ha ido exten-
les contó cómo había visto al Señor en el camino y que le había
diendo por la comunidad cristiana. Se ha ido diciendo que inmediata-
hablado y cómo en Damasco había predicado públicamente el mente después de su vocación subió a Jerusalén para recibir de los
n o m b r e de Jesús. apóstoles instrucción en el evangelio y su encargo misionero. Pero no
28
Saulo los acompañaba a todas partes y se movía libremente es así. En ese caso, su evangelio le habría sido confiado por mediación
en Jerusalén, predicando con toda valentía el nombre del Señor. humana y sería prácticamente un evangelio de segunda mano (Gal
29
Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, 1,1.12). Hay que considerar absolutamente fidedignos, por lo menos el
que se propusieron suprimirlo. 3ÜA1 enterarse los hermanos, lo tiempo, los lugares y las personas que menciona; de modo que puedan
bajaron a Cesárea y le hicieron embarcarse para Tarso. resistir las críticas de los adversarios. Pero al mismo tiempo hay que re-
210 9,23-30: Huida de Pablo 9,23-30: Huida de Pablo 211

conocer que el relato de Pablo es tendencioso, ya que tiende a minimi- mencione a Bernabé en Gal 1 se comprende perfectamente, dado el ca-
zar sus contactos con los responsables de Jerusalén y quiere dar la im- rácter tendencioso de su relato. Por tanto, es muy posible que la
presión de que, ya durante su primera visita a la ciudad, su relación base de la presentación lucana de la primera vista de Pablo a Jerusalén
con los apóstoles era prácticamente de igual a igual, con el mismo resida en algún apunte de su material antioqueno (cf. 4,36s; 5,1-11;
rango y con los mismos derechos. 11,19-30), que hablaba de la actuación de Bernabé, después de la con-
Es cierto que Lucas no hizo uso de la carta a los Gálatas y que ni versión de Pablo y antes de ser él mismo delegado para visitar a la co-
siquiera llegó a conocerla. Probablemente tampoco tuvo acceso a las munidad de Antioquía (11,25), como mediador entre Pablo y los após-
cartas de Pablo, por lo menos a las más importantes para la biografía toles de Jerusalén.
del apóstol. El hecho de que en los vv. 26-30 queden consignados una
serie de detalles que Pablo, en Gal l,16ss, rechaza como afirmaciones 23-25. Hay un detalle narrativo, la huida de Pablo de la ciudad de
de sus adversarios, ha dado lugar a que los investigadores se hayan Damasco (vv. 23-25), que plantea un problema particular. Los porme-
planteado la pregunta sobre la posibilidad de que Lucas haya usado nores dramáticos de esta huida coinciden casi a la letra con 2 Cor
como fuente una presentación popular de la vida de Pablo, que circu- ll,32s, sólo que en el pasaje mencionado las circunstancias son dis-
laba en las comunidades paulinas y que correspondía a la versión en tintas. En 2 Cor, los que maquinan contra Pablo no son los judíos que
que, según la carta a los Gálatas, se apoyaban sus adversarios, de ten- están dentro de la ciudad, sino un jeque beduino, gobernador del rey
dencia judaizante. Esta hipótesis no se puede rechazar sin más, pero de los nabateos, Aretas IV, que tenía copadas, desde fuera, las salidas
tiene más argumentos en contra que a favor. Si Lucas hubiera usado de Damasco, para prender a Pablo si se le ocurría abandonar la ciudad.
una presentación de este tipo, cabría esperar de su relato alguna indica- Resulta difícil armonizar las dos versiones. Se puede comprender que
ción sobre la instrucción que los apóstoles habrían proporcionado a Pa- los árabes nabateos tuvieran algo en contra de Pablo, sólo en el caso de
blo y sobre la transmisión del evangelio que le habrían confiado, ya que que éste ya hubiera dado por concluida su permanencia en Arabia (Gal
precisamente aquí parece radicar el argumento principal de los adversa- 1,17). La intención de los nabateos, posiblemente confabulados con los
rios y lo que Pablo rechaza sin contemplaciones. Pero resulta que no es judíos residentes en su comarca, era suprimir al misionero que ya les
así; porque lo único que dicen los vv. 27s es que los apóstoles acogie- había resultado antipático. Pero en este caso, la dramática huida de Pa-
ron a Pablo y que éste trabajaba con ellos. Por otra parte, el relato de blo sólo puede referirse a su segunda permanencia en Damasco (Gal
Hch 9 lleva la marca inconfundible de la concepción teológica de Lucas 1,17). Pues bien, no es que Lucas haya embrollado las cosas por su
y de su propia técnica narrativa. Para Lucas, lo verdaderamente impor- cuenta. Seguro que conocía la anécdota de la huida de Pablo de la ciu-
tante es la unidad de la Iglesia, representada, en los primeros tiempos, dad, porque ésta era indudablemente una de las piezas de la tradición
por los apóstoles de Jerusalén. Por eso anuda los vínculos entre Pablo, que circulaba en torno al apóstol. Pero como no sabía nada de una se-
recién convertido y futuro misionero, y los apóstoles de Jerusalén, e in- gunda visita de Pablo a Damasco, era natural que la relacionase con la
siste en la estrecha asociación que los une. Estamos prácticamente en el época de su conversión. Y además, ya que la tradición sobre la conver-
mismo plano que 8,14ss. sión de Pablo hablaba de sus controversias con los judíos y, por otra
Otro aspecto esencial de la concepción lucana es que Pablo empiece parte, el rasgo de perseguido por el judaismo pertenecía a la imagen
dando testimonio de Cristo ante Israel; sólo después de haber sido re- ideal que Lucas se había formado de Pablo, resultaba también perfecta-
chazado por el pueblo elegido podrá dirigirse a los paganos. Este es el mente natural pensar en esta huida como si se tratase de una fuga ante
punto de vista del relato. Pablo, ya desde el comienzo de su actuación las asechanzas de los judíos.
en la ciudad santa de Jerusalén, como testigo de Cristo, es rechazado Pues bien, a la luz de estas consideraciones, ¿cómo se puede recons-
por el judaismo (cf. 22,17-21). De esta manera, el ser perseguido por truir el desarrollo histórico de estos sucesos? Inmediatamente después
los judíos constituye un elemento típico de la imagen de Pablo que nos de su vocación, a las puertas de Damasco (hacia el año 33), Pablo se
ha dejado Lucas (vv. 23ss,29). Por tanto, hay muy pocos argumentos fue a «Arabia», probablemente a la región nabatea cuya capital era
para mantener la hipótesis de que Lucas ha reelaborado en este pasaje Petra, con la intención de comenzar allí sus primeros escarceos apostó-
un relato completo, que ya existía en la tradición. Pero esto no quiere licos. Después de unos dos años y medio, volvió a Damasco (entre los
decir que la narración lucana carezca de toda base tradicional. Hay un años 35 y 37), y de allí marchó a Jerusalén. El motivo principal de este
indicio interesante que prueba más bien todo lo contrario; y es la ines- viaje pudo haber sido la intención de ponerse en contacto con los tes-
perada entrada en escena de Bernabé. Su papel de intermediario entre tigos de Jesús y, sobre todo, con Pedro, que seguían gozando de la más
Pablo y los responsables de Jerusalén es, desde el punto de vista histó- alta reputación en todas las comunidades; estos contactos eran impor-
rico, bastante probable, dadas las buenas relaciones que este judeocris- tantes con vistas a ulteriores empresas misioneras. Probablemente Pa-
tiano de proveniencia helenística mantuvo desde los comienzos con la blo, a pesar de sus afirmaciones restrictivas en Gal 1,18, estaba también
comunidad de lengua aramea (4,36s; 11,22). El hecho de que Pablo no interesado en conocer más a fondo las tradiciones fundamentales que
212 9,23-30: Huida de Pablo 9,31: Crecimiento pacífico de la Iglesia 213
constituían la base de la predicación, es decir, comprobar la autentici- 28. Como consecuencia, Pablo es acogido por los apóstoles y vive
dad de lo que él ya conocía. Bernabé, el intermediario entre los hele- en estrecha unión con ellos. La frase «Saulo los acompañaba a todas
nistas y los judeocristianos de lengua aramea, se encargó de establecer partes y se movía libremente en Jerusalén» expresa una íntima asocia-
los contactos entre Pedro y Pablo, porque probablemente ya había in- ción con los apóstoles en su actividad. La frase siguiente nos dice en
tuido el significado que había de tener la misión paulina para confirmar qué consiste esa actividad: «predicando con toda' valentía el nombre del
la línea iniciada por los helenistas. Desde Jerusalén, Pablo se trasladó a Señor». Pablo es aceptado por los apóstoles no sólo como miembro de
Cilicia, cuya capital era Tarso, su ciudad natal (v. 30), para desarrollar la comunidad, sino como colaborador en las tareas de predicación. Difí-
allí su actividad misionera hasta que, por fin, Bernabé se lo llevó a An- cilmente se puede describir con mayor realismo la práctica equiparación
tioquía (ll,25s), nuevo centro de una floreciente difusión del mensaje de Pablo con los apóstoles. Por el contrario, llama la atención que no
cristiano. se insista aquí, como en otros pasajes de Hch, en el aspecto de transmi-
sión de la tradición (cf. el comentario a 20,17-38).
23-24. Al principio, los judíos de Damasco se quedan perplejos
ante la actuación de Pablo y no saben qué hacer; pero muy pronto im- 29. Lucas concibe la actividad de Pablo en Jerusalén de manera
provisan un plan para suprimirlo. Este es el primer eslabón de una ca- análoga a la actuación de Esteban. Tanto el uno como el otro entablan
dena de atentados que los judíos traman contra la vida de Pablo, y de sus discusiones con los miembros de las sinagogas helenísticas (cf. 6,9s).
los que éste a duras penas logra escapar (14,5; 17,5.13; 18,12ss; 24,lss; De esto se deduce que Lucas, considera a Pablo, a pesar de su estrecha
25,7ss). Según la presentación de Lucas, las puertas de Damasco están relación con Jerusalén, como un judío de la diáspora de ambiente hele-
custodiadas por asesinos dispuestos a matar a Pablo con alevosía, si es nístico.
que se le ocurre abandonar la ciudad.
30. Y lo mismo que Esteban, Pablo tiene que ser eliminado. Pero,
25. Informado a tiempo del peligro, Pablo acepta la colaboración una vez más (cf. vv. 24s), elude la muerte, gracias a la oportuna inter-
de los «discípulos», es decir, algunos miembros de la comunidad que le vención de sus hermanos en la fe. Lo escoltan hasta la ciudad marítima
ayudan a escapar. (Algunos manuscritos importantes leen «sus discí- de Cesárea (cf. 8,40; 23,23s.31ss), donde embarca con destino a Tarso,
pulos», pero esta variante tiene muy pocas probabilidades de ser la lec- su ciudad natal. Al revés que Gal 1,21, Lucas supone que Pablo pasó
tura original. Lo más probable es que se deba a un error del copista en su tierra un buen período de tiempo.
que, sin darse cuenta, escribió autou en vez de auton). Simplemente lo
descuelgan por una tronera, muro abajo, en un cesto. (Los restos de
muralla que en la actualidad se exhiben en Damasco, con la presunta 10. Conclusión:
apertura por donde huyó Pablo, no son más que una reconstrucción de Crecimiento pacífico de la Iglesia (9,31)
hace unas décadas, y que obedece a motivos puramente turísticos).
31
26. Aunque no se dice explícitamente, se presupone que, a pesar Entre tanto, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea
de la persecución, sigue existiendo mientras tanto en Jerusalén una co- y Samaría; se iba construyendo, progresaba en la fidelidad al Se-
munidad. La reacción de los cristianos de Jerusalén es análoga a la ñor y se multiplicaba, alentada por el Espíritu Santo.
reacción de Ananías (v. 13s); no se atreven a creer que el antiguo per-
seguidor haya experimentado un cambio de actitud tan radical. 31. Una vez más se hace un balance de los sucesos ocurridos últi-
mamente. Se trata del período que empezó, aparentemente de manera
27. Entonces entra en escena Bernabé, que se encarga de presen- catastrófica, con la persecución. Pero un período que se cierra con la
tar la causa de Pablo ante los apóstoles. El sujeto de la frase «y les conversión de Pablo, exponente número uno de la persecución y con-
contó» no es, desde el punto de vista gramatical, del todo claro; pero vertido ahora en instrumento privilegiado de la expansión de la Iglesia.
según el contexto no puede referirse más que a Bernabé. Carece de La amenaza se ha disipado, y ahora la Iglesia goza de paz. Es evidente
sentido preguntarse cómo es que sólo Bernabé conoce la historia de Pa- que esta Iglesia ya no queda limitada a Jerusalén, como lo era al princi-
blo, mientras que los apóstoles parecen ignorarla. De lo que aquí se pio del relato, sino que se ha extendido por Judea, Galilea y Samaría.
trata no es meramente de contar unos hechos, sino de atestiguar la vali- Una nueva etapa del programa establecido por el Resucitado en 1,8
dez del acontecimiento. Objetivamente, la escena es análoga al relato llega a cumplimiento; pero todavía falta la última parte, la expansión
de la conversión de Cornelio hecho por Pedro ante la comunidad de Je- «hasta los confines de la tierra».
rusalén (11,2-18). Lucas no pone en labios de Bernabé una detallada Este es el único caso en que Lucas aplica la palabra ekklesia a la
relación de la escena de Damasco, porque tiene intención de contarla Iglesia en general, mientras que normalmente designa con esta expre-
aún dos veces en el curso del relato. •..•••.•. sión a la comunidad de Jerusalén (5,11; 8,1.3), que en realidad fue la
214 9,31: Crecimiento pacífico de la Iglesia
que acuñó esta denominación, aplicándosela a sí misma. Con todo, III
Lucas usa frecuentemente esta palabra para referirse a otras comuni-
dades locales (13,1; 14,23.27; 15,3; 16,5; 18,22; 19,32.39.41; 20,17.28). ANTIOQUIA Y LOS COMIENZOS
Sin previa presentación, nos enteramos ahora de que también exis- DEL CRISTIANISMO
ten comunidades cristianas en Galilea. Probablemente Lucas no tuvo a EN EL MUNDO PAGANO
disposición tradiciones concretas que le permitieran presentarnos los (9,32-15,35)
orígenes de estas comunidades. Y esto puede ser que se deba al hecho
de que Galilea, en cuanto cuna del cristianismo, no tenía ninguna nece-
sidad de una misión especial; y por eso no existían en Jerusalén tradi-
ciones particulares sobre la evangelización de Galilea. Aparte de eso,
es probable que Lucas no haya echado mucho de menos esa falta de
tradiciones concretas, porque en su mentalidad Judea y Galilea estaban 1. Pedro en Lida y en Jajá (9,32-43)
íntimamente relacionadas (Le 4,44; 5,17; 7,17).
32
El hecho de que la Iglesia, a pesar de todas las adversidades, conti- Pedro, que iba recorriendo todas aquellas regiones, bajó a
núe extendiéndose pacíficamente, es obra de Dios. El es el que la «va ver a los santos que residían en Lida. ""Encontró allí a un cierto
construyendo» como su templo santo; él es el que la va «multipli- Eneas, un paralítico que desde hacía ocho años no se levantaba
cando», por medio de la asistencia del Espíritu. El comportamiento hu- de la cama.
mano correlativo a esta actuación divina es la fidelidad del Señor, es 34
Pedro le dijo:
decir, la sumisión respetuosa del soberano plan de Dios (1 Pe 1,17; —Eneas; Jesucristo te da la salud. Levántate y haz tu cama.
Y se levantó inmediatamente. 35 Lo vio toda la población de
Lida y de la llanura de Sarón y se convirtieron al Señor.
36
Había en Jafa una discípula llamada Tabita (es decir, Ga-
cela), que hacía infinidad de obras buenas y de limosnas. 37 Por
entonces cayó enferma y murió; la lavaron y la pusieron en la
sala del piso superior.
38
Como Lida está cerca de Jafa, al enterarse los discípulos de
que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres a rogarle:
—¡Ven inmediatamente a nuestra ciudad!
39
Pedro se levantó y se fue con ellos.
Cuando llegó lo llevaron a la sala, y se le presentaron las
viudas llorando y mostrándole los vestidos y los mantos que ha-
cía Gacela cuando aún estaba entre ellas. 4()Pedro mandó salir
fuera a todos, se arrodilló, se puso a rezar y, dirigiéndose a la
muerta, le dijo:
—Gacela, levántate.
Ella abrió lo ojos, y al ver a Pedro se incorporó. 4l Pedro la
cogió de la mano, la levantó y, llamando a los santos y a las
viudas, se la presentó viva.
42
Esto se supo por toda Jafa y muchos creyeron en el Señor.
43
Pedro se quedó en Jafa bastantes días, en casa de un tal Si-
món que era curtidor.
9,32-15,35. El objetivo de esta parte que ahora comienza es decribir
el desarrollo que desembocó en la misión a los paganos, y de esta
manera preparar la narración de la misión paulina, que empieza en
15,36. El principio y el final de esta parte están dominados por dos
216 9,32-43: Pedro en Lida y en Jafa 9,32-43: Pedro en Lida y en Jafa 217

acontecimientos de capital importancia que, al estar íntimamente rela- cronología presentada por Lucas con respecto al viaje de Pedro por Ju-
cionados entre sí, marcan la tonalidad temática de todo el desarrollo. dea, en el que tuvo lugar el episodio de Cornelio, corresponde exacta-
El primer episodio es la conversión y bautismo de Cornelio (10,1- mente al curso histórico de los acontecimientos.
11,18), en el que Dios mismo abre el camino del evangelio hacia los Llama la atención que la actividad de Pedro se desarrolle en una co-
paganos; el segundo es el Concilio de Jerusalén (15,1-35), en el que la marca por donde ya había pasado Felipe, concretamente en la región
Iglesia, obediente a la palabra de Dios, sanciona oficialmente esa aper- norteña de la costa y en Cesárea (cf. 8,40). Pero esto no significa nece-
tura. Entre estos dos pilares queda encuadrada la narración de los pri- sariamente que Pedro ejerciese su ministerio precisamente en las comu-
meros pasos de la evangelización a los paganos de Antioquía y el nidades fundadas por Felipe, con el fin de someterlas al control de Je-
avance que desde ahí toma su rumbo hacia Chipre y el sur de Asia Me- rusalén. Hay que suponer, más bien, que en toda esa comarca actuaban
nor. diversos grupos, unos relacionados con la misión desarrollada por los
helenistas, y otros de impronta judeocristiana procedente de Jerusalén
9,32-43. Estos dos breves relatos de la actividad taumatúrgica de Pe- y con ideas teológicas afines a esta mentalidad; aunque en todo caso
dro constituyen una introducción a la historia de Cornelio, porque no tiene que haberse tratado de grupos muy reducidos y de comunidades
sólo describen las etapas geográficas del viaje de Pedro desde Jerusalén muy pequeñas. Un crecimiento tan impresionante como el reseñado en
a Cesárea, sino que además —y esto es lo más importante para Lucas— los vv. 35 y 42 difícilmente puede corresponder a la realidad; se trata
proporcionan una fundamentación objetiva de ese viaje, que se concibe más bien, como en 2,41; 4,4, de expresar una idea teológica de Lucas.
como una visita pastoral de Pedro por las comunidades existentes en Los dos relatos (9,32-35 y 9,36-42) pertenecen a la misma serie de
Judea. Evidentemente no se trata aquí, como en 8,14ss, de una visita leyendas de Pedro originadas en Jerusalén, que los relatos que encon-
ordenada a asegurar los contactos entre Jerusalén y las comunidades tramos en 3,1-11; 10,1-48; 12,1-17. En su origen fueron, probable-
fundadas por los helenistas, sino de una verdadera inspección de las co- mente, leyendas relacionadas con la fundación de las comunidades de
munidades judeocristianas, nacidas más o menos inmediatamente de la Lida y Jafa; sólo más tarde, debido a desarrollos posteriores y al interés
actividad de los «apóstoles» de Jerusalén. Además, de esta manera de la gente por la persona y por la actividad de Pedro, se transforma-
queda documentada la observación genérica del v. 31 sobre la situación ron en auténticos relatos breves, un tanto novelados. Como ya pasaba
de la Iglesia «en toda Judea», y al mismo tiempo se corrige la impre- en 3,1-11, también aquí llama la atención el acusado paralelismo con
sión de que los apóstoles estaban vinculados exclusivamente a la ciudad los relatos sinópticos de la actuación taumatúrgica de Jesús. La cura-
de Jerusalén. Sobre esta base, el encuentro de Pedro con el «adepto» ción de Eneas recuerda a Me 2,1-12 p, y la historia de Tabita, que
Cornelio en Cesárea no se presenta como un episodio aislado, sino además recoge elementos típicos de los relatos veterotestamentarios de
como una consecuencia natural de la misión de Pedro en Judea. En la resurrecciones (1 Re 17,17-24; 2 Re 4,18-37), reproduce casi a la letra
presentación lucana este encuentro significa un paso ulterior, que nece- la palabra aramea que usa Jesús para curar a la hija del jefe de la sina-
sariamente ha de producirse, una vez que toda Judea ha quedado cris- goga (Me 5,36-43); la diferencia no consiste más que en una letra: Ta-
tianizada. lita qüm («niña, levántate»: Me 5,41) —Tabita qúm («Gacela, leván-
¿En qué medida corresponde esta presentación a la realidad histó- tate»: Hch 9,40). Una correspondencia tan exacta no puede ser
rica? Por Gal 1,22 sabemos que ya en la segunda mitad de los años 30 puramente casual. Tal vez se pueda explicar su origen por el hecho de
existían comunidades judeocristianas en Judea, fuera de Jerusalén. Otra que, según la tradición local de Jafa, Pedro curó allí a una mujer que
cuestión muy distinta es la referente a la exactitud cronológica de esta realmente se llamaba «Tabita», y esta semejanza provocó el recuerdo
visita pastoral de Pedro por tierras de Judea. Se ha considerado la posi- de la palabra de Jesús (Me 5,41); de esta manera, la tradición que con-
bilidad de que históricamente hubiera tenido lugar después del año 44, taba aquella actuación de Pedro se transformó en relato de resurrección
es decir, después de la persecución de Agripa y una vez que Pedro ha- de un muerto.
bía sido sustituido por Santiago en la dirección de la comunidad. En Las dos narraciones presentan rasgos muy acusados de tradición po-
este caso, la enigmática observación de 12,17 (cf. comentario a este pular. Por ejemplo, larga duración de la enfermedad (v. 33), o lo espe-
versículo) haría referencia al comienzo de la actividad de Pedro fuera cialmente trágico del caso (v. 39), palabra de curación (vv. 34.40), con-
de Jerusalén, en la región de Judea. Sin embargo, parece más probable tacto físico del taumaturgo (v. 41), constatación del resultado (vv.
que haya sucedido al revés. Después de la persecución de Agripa, Pe- 34.41), asombro del público (vv. 35.42). Con todo, en ambos casos se
dro habría dejado su puesto en la dirección de la comunidad a San- subraya, como ya antes en 3,6, que la potencia curativa no procede de
tiago, más bien conservador, porque su reputación había quedado com- Pedro, sino de Jesús; esto aparece explícitamente en el v. 34 con la
p r o m e t i d a a los ojos de los nacionalistas j u d í o s , a causa de su mención del nombre de «Jesucristo», y en el v. 40 por medio de la ora-
precedente actividad misionera, que había llegado incluso a tener como ción.
destinatarios a unos «adeptos» incircuncisos. Esto significaría que la En conclusión, se puede decir que estas dos leyendas pretenden pre-
275 9,32-43: Pedro en Lida y en Jafa 9,32-43: Pedro en Lida y en Jafa • 219

sentar a Pedro como representante de la potencia de Jesús. Pedro ha dad. Desde luego que el relato no da pie para suponer que la actividad
recibido el poder de seguir haciendo presente la actuación salvífica de de Gacela consistiese, en realidad, en el ejercicio de un ministerio ofi-
Jesús, por la que la potencia definitiva de Dios, a través de signos, hace cial de caridad.
su aparición en este mundo. Lucas ha refundido ambas leyendas, gra- Lavar el cadáver pertenece a los usos funerarios judíos (Sab 23,5).
cias a su técnica narrativa. Sin duda, ha abreviado notablemente el epi- A este rito seguía inmediatamente, por lo general, la ceremonia del en-
sodio de Eneas, y ha transformado el «coro final» de la tradición origi- tierro. Pero en este caso se retrasa, porque la gente, al enterarse de
naria en una constatación de resultados de carácter salvífico (vv. 35.42). que Pedro está en la ciudad vecina, trata primero de conseguir la ayuda
del apóstol. Es natural que, siendo Pedro un discípulo de Jesús, la co-
32. La visita a Lida es una de las etapas del viaje pastoral de Pe- munidad le atribuya el poder de resucitar muertos. El cadáver amorta-
dro por tierras de Judea. Lida (la actual Lod) está situada a unos 40 jado se lleva a la sala del piso superior, único sitio disponible para estos
km al nordeste de Jerusalén, justo en el límite entre la región monta- menesteres (1,13); aunque no hay que excluir aquí un posible influjo de
ñosa y la fértil llanura de Sarón, que se extiende todo a lo largo de la 1 Re 17,17ss; 2 Re 4,21. En todo caso, hay que proceder con toda rapi-
costa, en dirección norte, hasta el Carmelo. Desde el año 145 a.C. per- dez, porque un clima cálido no permite retrasar el entierro más de unas
tenecía a Judea y era la capital de una de sus once toparquías. pocas horas, y el viaje de Jafa a Lida requería tres horas largas. Esta
rapidez fáctica queda reflejada en la misma narración; de hecho, los
33. La indicación «allí» no se refiere a la ciudad de Lida, sino a dos mensajeros enviados a Pedro por la comunidad no se demoran en
«los santos», es decir, a la comunidad cristiana. Eneas es, por tanto, describir el caso, sino que le ruegan sin más: «¡Ven inmediatamente a
un miembro de la comunidad. Aunque lleve un nombre griego, esto no nuestra ciudad!».
significa que no fuera de origen judío.
39. Sin decir una palabra, Pedro se va con ellos y llega a casa de la
34. Pedro se dirige al paralítico, que yace en su cama, con una pa- difunta. Entonces se produce una escena cargada de emotividad. Pedro
labra que le transmite la curación operada por Jesús: «Jesucristo te da se encuentra con las viudas que han venido para plañir la muerte de
la salud». Esta forma es prácticamente una explicación de la fórmula Gacela y que representan la clase más pobre de la comunidad y, por
más corriente: «En el nombre de Jesús» (3,6.16; 4,10). La palabra de tanto, la más afectada por la desaparición de su bienhechora (cf. 6,1; es
curación va acompañada de un mandato, orientado a demostrar la rea- impensable que se trate aquí del estado de viudedad, cuyo carácter mi-
lidad del prodigio (Me 1,44; 2,11; Jn 5,8). Una sola frase, con extrema nisterial se menciona en 1 Tim 5,3ss). Sin una palabra, sólo con su
concisión, deja constancia de la curación realizada. llanto y mostrando a Pedro los vestidos y los mantos que Tabita les ha-
35. Este versículo, de corte lucano, subraya el efecto propagandís- bía confeccionado, manifiestan su dolor.
tico del suceso. La noticia del acontecimiento se difunde no sólo por
toda la ciudad, sino por toda la llanura de Sarón, de modo que toda la 40-41. Pero Pedro manda salir a todos. Lo que va a suceder no es
población de los alrededores llega a creer en el «Señor», es decir, en un espectáculo (cf. 2 Re 4,33; Me 5,40). Como Elias (1 Re 17,20) y
Jesucristo. Estos datos siguen la misma línea que 6,7; 8,14; 21,20. como Elíseo (2 Re 4,33), Pedro se pone a orar; signo evidente de que
la fuerza que obra el prodigio no es un fluido personal de Pedro, del
36. Jafa (en hebreo Yafo, y actualmente un distrito de Tel-Aviv), que él pueda disponer a su arbitrio, sino que procede únicamente de
escenario de la segunda -narración, está situada a unos 15 km al nor- Dios. Entonces, dirigiéndose a la muerta, pronuncia una palabra impe-
oeste de Lida, en la costa. Antigua ciudad portuaria filistea, fue con- rativa, que recuerda la actuación de Jesús. (No hay ninguna mención
quistada por los Macabeos en el año 144 a.C. y anexionada a Judea. explícita del nombre de Jesús; algunos manuscritos posteriores han aña-
Es la única vez que el Nuevo Testamento usa la palabra «discípula» dido la expresión: «En nombre de nuestro Señor Jesucristo»). La resu-
para designar a una mujer cristiana. «Gacela», como nombre femenino, rreción se describe en dos etapas: en primer lugar, como consecuencia
aparece en el texto tanto en arameo (Tabita) como en griego (Dorkas). del mandato de Pedro, Tabita abre los ojos y se incorpora; y luego,
Se trata aquí, lo mismo que en el v. 33, de un suceso acaecido en el seno ayudada por la mano de Pedro, se pone en pie (cf. Me 5,41s p, donde
de la comunidad; pero el caso supone una verdadera tragedia para los el contacto físico sigue inmediatamente al mandato). Como dato estilís-
cristianos de Jafa, como se explica a continuación. La desaparecida Ta- tico, sigue la presentación ante la gente; Pedro llama no sólo a las
bita era una gran bienhechora de la comunidad y su apoyo resultaba in- viudas, anteriormente excluidas, sino a toda la comunidad, para presen-
dispensable para los cristianos necesitados. La infinidad de obras tarles viva a la que estaba muerta, y para devolvérsela como algo que
buenas que realizaba y las limosnas que repartía la presentan como de nuevo les pertenece.
imagen ideal de la religiosidad judía y aun de la judeocristiana.
42. Una vez más quedan reseñados los efectos del prodigio, cuyo
37-38. La muerte de Tabita afecta y conmueve a toda la comuni- eco se va extendiendo por toda la ciudad.
220 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 221
43. Pedro se queda en Jafa bastante tiempo; hasta se menciona su 17
Pedro no acertaba a explicarse el sentido de aquella visión.
lugar de residencia, sin duda como preparación de 10,6: Pedro vive en Mientras tanto, los emisarios de Cornelio, que habían andado
casa de un curtidor, llamado Simón. Este dato tiene que deberse a una buscando la casa de Simón, se presentaron en el portal 18y,
tradición local —y muy interesante, por cierto—, ya que el curtir pieles dando una voz, preguntaron si paraba allí Simón, por sobrenom-
era considerado por los judíos como un oficio impuro. Según esto, Pe-
dro habría tenido la libertad, ya entonces, de reconocer que las ba- bre Pedro.
19
rreras establecidas por las leyes cúlticas del judaismo habían quedado Pedro seguía dándole vueltas a la visión, cuando el Espíritu
derribadas dentro de la comunidad cristiana. le dijo:
—Hay unos hombres que te buscan. 20 Date prisa, baja y vete
con ellos sin reparos, que los he enviado yo.
21
Pedro bajó a abrirles y les dijo:
2. Pedro bautiza al primer pagano (10,1-11,18)
—Aquí estoy, yo soy el que buscáis. ¿Qué os trae por aquí?
22
10 'Vivía en Cesárea un cierto Cornelio, capitán de la compa- Contestaron ellos:
ñía itálica. 2 Era hombre religioso y adepto a la religión judía, —Cornelio, el capitán, hombre recto y adepto al judaismo,
como toda su familia; daba muchas limosnas al pueblo y oraba a recomendado por toda la población judía, ha recibido aviso de
las horas establecidas. un ángel encargándole que te mande llamar para que vayas a su
3
A eso de la media tarde tuvo una visión. Vio claramente al casa y para escuchar lo que le digas.
23
ángel de Dios que entraba en su habitación y lo llamaba: Pedro los invitó a entrar y les dio alojamiento.
24
—¡Cornelio! A1 día siguiente se puso en camino con ellos, acompañado
4
E1 se quedó mirándolo y le preguntó asustado: de algunos hermanos de Jafa; y al otro día llegaron a Cesárea.
—¿Qué quieres, Señor? Cornelio los estaba aguardando, y había reunido a sus pa-
Le contestó el ángel: rientes y amigos íntimos. _5 Cuando iba a entrar Pedro, salió Cor-
—Tus oraciones y tus limosnas han llegado hasta Dios y las nelio a su encuentro y se echó a sus pies, a modo de homenaje;
26
tiene presentes. 5 Ahora manda a alguien a Jafa en busca de un pero Pedro lo levantó diciendo:
tal Simón, por sobrenombre Pedro; para en casa de un cierto Si- —Levántate, que también yo soy un simple hombre.
27
món, curtidor, que vive junto al mar. Entró en la casa conversando con él, y al encontrar a tantas
7
Cuando se marchó el ángel llamó Cornelio a dos criados y a personas reunidas, 28les dijo:
un soldado muy respetuoso, ordenanza suyo; 8les refirió todo y —Sabéis que a un judío le está prohibido tener trato con ex-
los mandó a Jafa. tranjeros o entrar en su casa; pero a mí me ha enseñado Dios a
9
Al día siguiente, hacia el mediodía, mientras ellos iban de no llamar profano o impuro a ningún hombre. 29 Por eso, cuando
camino, cerca ya de la ciudad, subió Pedro a la azotea a orar, me habéis mandado llamar, no he tenido inconveniente en venir.
'"pero sintió hambre y .quiso tomar algo. Mientras se lo prepara- Ahora quisiera saber el motivo de la llamada.
ban, le vino un éxtasis: "vio el cielo abierto y una cosa que ba- •"'Contestó Cornelio:
jaba, una especie de lienzo enorme, que por las cuatro esquinas —Hace cuatro días estaba yo rezando en mi casa a esta
llegó a alcanzar el suelo. 12 Había dentro todo género de cua- misma hora, a media tarde, cuando se me presentó un hombre
drúpedos, reptiles y pájaros. vestido espléndidamente, 31 que me dijo: «Cornelio, Dios ha es-
i3
Una voz le dijo: cuchado tu oración y tiene presentes tus limosnas. 32 Manda a al-
—Anda, Pedro; mata y come. guien a Jafa e invita a venir a Simón, por sobrenombre Pedro;
14
Replicó Pedro: para en casa de Simón el curtidor, junto al mar». 33 Te mandé re-
—Ni pensarlo, Señor; nunca he comido nada profano o im- cado en seguida y tú has tenido la amabilidad de presentarte
puro. aquí. Ahora aquí nos tienes a todos delante de Dios, para escu-
15
Por segunda vez le habló la voz: char lo que el Señor te haya encargado decirnos.
34
—Lo que Dios ha declarado puro, no lo llames tú profano. Pedro tomó la palabra y dijo:
16 —Realmente ahora comprendo que Dios no hace distinción
Esto se repitió tres veces, y en seguida se llevaron la cosa al
c i e l o . • '•• • . '. ••••• •••••• ' •••• de personas, 35 sino que acepta al que le es fiel y obra recta-
222 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 223
9
mente, sea de la nación que sea. 3ñLa palabra que él envió a los La voz del cielo habló de nuevo: «Lo que Dios ha declarado
israelitas anunciando la paz por medio de Jesucristo —éste es el puro, no lo llames tu profano». 1()Esto se repitió tres veces, y de
Señor de todos—. -"Vosotros sabéis muy bien el acontecimiento un tirón lo subieron todo otra vez al cielo. "En aquel preciso
que ocupó a todo el país de los judíos, empezando por Galilea, momento se presentaron en la casa donde estábamos tres hom-
después del bautismo predicado por Juan. ~8Me refiero a Jesús bres que venían de Cesárea con un recado para mí. 12E1 Espíritu
de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, me dijo que me fuera con ellos sin reparos. Me acompañaron
que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el dia- estos seis hermanos, y entramos en casa de aquel hombre. I3E1
blo, porque Dios estaba con él. nos contó cómo había visto al ángel que se presentó en su casa
3y
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de diciéndole: «Manda recado a Jafa e invita a Simón, por sobre-
los judíos y en Jerusalén. 4()Lo mataron colgándolo de un ma- nombre Pedro, a que venga; 14sus palabras te traerán la salva-
dero, pero Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se apareciera, ción a ti y a tu familia». L E n cuanto empecé a hablar, cayó so-
41
no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado, bre ellos el Espíritu Santo, igual que sobre nosotros al principio,
16
a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su re- y me acordé de lo que había dicho el Señor: «Juan bautizó con
surrección de entre los muertos. 42E1 nos mandó predicar al pue- agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo». i7 Pues
blo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido a él si Dios quiso darles a ellos el mismo don que a nosotros, por ha-
ber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poder im-
Juez de vivos y muertos. 43E1 testimonio de los profetas es uná-
pedírselo a Dios?
nime: todo el que cree en él recibe por medio de su nombre el 18
perdón de los pecados. Al oír esto se calmaron y alabaron a Dios diciendo:
44
Aún estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo —¡Así que también a los paganos les ha concedido Dios el
sobre todos los que escuchaban la palabra. 45 Los creyentes circun- arrepentimiento que lleva a la vida!
cisos que habían venido con Pedro se quedaron desconcertados, 10,23: Dt 10,17; 10,36: Sal 107,20; Is 52,7; Na 2,1; 10,38: Is 61,1;
porque el don del Espíritu Santo se había derramado también so- 10,39: Dt 21,22.
bre los no judíos; 46 pues los oían hablar en lenguas extrañas y
proclamar la grandeza de Dios. 10,1-48. Este relato marca un momento decisivo en el libro de los He-
Entonces intervino Pedro: chos. Lucas no ha omitido ningún elemento que pudiera contribuir a
47
—¿Se puede negar el agua del bautismo a éstos, que han dar relieve al significado de este suceso. Por eso, ha hecho de este re-
recibido el Espíritu Santo igual que nosotros? lato el más largo del libro; lo único que se le puede comparar en longi-
48
Y dispuso que recibieran el bautismo en el nombre de Jesu- tud y relevancia es la narración del proceso de Pablo (caps. 21-28). En
cristo. Entonces le rogaron que se quedara allí unos días. el centro del relato, Lucas ha introducido un discurso importante, y al
11 'Los apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que final, bajo forma de autojustificación de Pedro (11,1-18), hace una reca-
también los p a g a n o s ( h a b í a n aceptado la palabra de Dios. pitulación de los puntos más salientes del acontecimiento.
2
Cuando Pedro subió a Jerusalén, los partidarios de la circunci- Por tanto, cabe preguntarse: ¿Cómo era la tradición que usó Lucas
sión le reprocharon: para componer este relato? No hay duda de que la base de esta presen-
3 tación está constituida por una narración perteneciente a las tradiciones
—Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con sobre la figura de Pedro, que se originaron en Jerusalén, y de las que
ellos. también están tomados los dos episodios precedentes (9,32-43). Se ha
4
Entonces Pedro empezó por el principio y les expuso los he- dicho con cierta frecuencia que la tradición de base no fue más que una
chos por su orden: «simple» e «innocua» leyenda de conversión, protagonizada por Corne-
5
—Estaba yo orando en la ciudad de Jafa cuando tuve un éx- lio, que narraba sucintamente los sucesos que dieron lugar a la funda-
tasis, una visión. Una cosa que bajaba, una especie de lienzo ción en Cesárea de una comunidad cristiana compuesta por conversos
enorme, sostenido por las cuatro esquinas, que bajaba del cielo del paganismo (entre otros, M. Dibelius). Pero una serie de constata-
hasta donde yo estaba. 6 Miré y me quedé observando; y vi cua- ciones, tanto de forma como de contenidos, nos obligan a proponer
drúpedos, fieras, reptiles y pájaros. Luego oí una voz que me otra explicación:
decía: «Anda, Pedro, mata y come». 8 Yo respondí: «Ni pensarlo, a) La forma está marcada por el recurso estilístico de la yuxtaposi-
Señor; jamás ha entrado en mi boca nada profano o impuro». ción de visiones en paralelismo. Al principio del relato, tanto Cornelio
224 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 225
como Pedro tienen sendas visiones, que significan que es Dios el que de la religiosidad judía. Y en la misma línea se mueve la presentación
pone en marcha el curso de los acontecimientos sucesivos, orientados a de Pedro. Tan natural es que un judío respete las horas de la oración
provocar el encuentro de los dos personajes. Cada una de las visiones, (vv. 3.9.30), como que observe rigurosamente las prescripciones de la
considerada en sí misma, no tiene un sentido claro. Sólo el encuentro Tora con respecto a la pureza de los alimentos.
de los dos destinatarios de las respectivas visiones llegará a esclarecer Como consecuencia de todo lo expuesto se puede decir que la na-
su significado, y proporcionará, al mismo tiempo, la clave interpretativa rración originaria fue una leyenda de carácter misional, nacida en cír-
de unos sucesos dirigidos por la actuación de Dios. Al revés de lo que culos judeocristianos. Basándose en una experiencia fundamental de
sucede en 9,1-22, el paralelismo de visiones es aquí parte integrante de Pedro, abogaba por la misión entre los «adeptos» y por su plena inte-
la tradición originaria. Ese paralelismo es el único responsable de la gración en la comunidad, sin que fuera necesaria la circuncisión. Al pa-
tensión narrativa. Todas las indicaciones convergen hacia el momento recer, ambas cosas eran aún materia de controversia en el ambiente en
en el que ambos personajes, hasta ahora separados, se encuentran. Y que se originó la narración. Probablemente lo que aquí se pretende
entonces se disipa la oscuridad de las visiones precedentes. Dominan es destruir una concepción judeocristiana rígidamente legalista, ha-
los verbos de percepción, de comunicación y de movimiento; lo cual ciendo referencia a Pedro y a la nueva mentalidad que Dios mismo le
está en perfecta consonancia con la situación narrativa. había impuesto. Al mismo tiempo se aboga por una concepción de la
b) El verdadero protagonista es Pedro. Mientras que la visión de Iglesia, en la que no se identifiquen las fronteras de la salvación con las
Cornelio (vv. 3ss) no hace más que poner en movimiento la escena, to- fronteras de un Israel anclado en la circuncisión y en la observancia de
davía sin una orientación bien precisa, la visión de Pedro (vv. 10-16), al la ley. El hecho de que se invoque la autoridad de Pedro para legitimar
suscitar una resistencia, hace girar todo el episodio en torno a la supe- una concepción tan discutida en el judeocristianismo palestinense,
ración de ese obstáculo. Un obstáculo que es la resistencia de Pedro supone que la cuestión tuvo que tener su fundamento histórico en un
ante lo «impuro», es decir, los paganos. Paso a paso, Pedro se ve for- caso concreto. Por tanto, al menos las líneas fundamentales de la narra-
zado a acortar la distancia que le separa de Cornelio; y cuando esto ción tienen que ser históricas. Según eso, Pedro, en uno de sus viajes
sucede, el resultado es la abolición de las barreras religiosas que sepa- dedicados a la evangelización de Israel, tuvo realmente un encuentro
ran a los judíos de raza de los meramente «adeptos». Esta situación es con un «adepto» pagano, y el resultado fue que Pedro lo bautizó;
la que tiene que vivir el lector, poniéndose en la perspectiva de Pedro. luego, para dar razón de esta iniciativa, apeló a una visión divina que
había tenido (vv. 9-16). Precisamente esa visión es uno de los ele-
c) Cornelio, por el contrario, es una figura de segundo orden. En mentos esenciales del relato. Cualquier intento de explicarla como si
ningún momento llega a acaparar la orientación del relato; y el lector originariamente hubiera sido una tradición autónoma, resulta poco con-
jamás experimenta una exigencia interna de identificarse con él. Lo que vincente.
resulta más extraño es que Cornelio no toma personalmente la iniciativa, También la localización del suceso en Cesárea es fidedigna desde el
en orden a alcanzar la fe en Jesucristo. Su único deseo, como se indica punto de vista histórico. Sin embargo, en cuanto a la datación, no po-
en el v. 4, es pertenecer plenamente y con todo derecho al pueblo de demos afirmar nada con seguridad. El hecho de que Lucas lo ponga in-
Israel. Y Dios le cumple sus deseos, dirigiendo los acontecimientos de mediatamente antes de la fundación de la comunidad de Antioquía
manera que Cornelio termine siendo miembro de la comunidad de (11,19-26), se debe a su concepción de la historia. Según la concepción
Jesús. El significado de este hecho no lo entenderá Cornelio hasta el fi- lucana, el reconocimiento oficial de la evangelización de los paganos
nal del episodio; y aun entonces se echa de menos una decisión perso- tiene que producirse antes de que se funde la primera comunidad com-
nal explícita con respecto a lo sucedido. Un típico relato de conversión puesta por cristianos procedentes del mundo judío y del mundo pa-
jamás habría pasado por alto la fe del convertido, de la manera en que gano. Sin embargo, una serie de razones internas invitan a pensar que
aquí se hace. Pero para nuestro narrador, Cornelio no es prácticamente la actividad misionera de Pedro en Judea y en Samaría ya había comen-
más que un objeto que Dios toma para convencer a Pedro de la idea zado antes de la persecución de Agripa (cf. comentario a 9,32-43). En
fundamental de que los paganos adeptos no profanan la comunidad sal- esa época, en la que las presiones de los nacionalistas judíos sobre la
vífica de Jesucristo y, por tanto, pueden perfectamente ser admitidos comunidad cristiana eran relativamente menores, se concibe, mucho
en ella. Es decir, que, en definitiva, el «convertido» no es Cornelio, mejor que en una época más tardía, la apertura a los no judíos, llevada
sino Pedro. a cabo nada menos que por el máximo responsable de la comunidad.
d) Desde el punto de vista del contenido, hay una serie de indicios La experiencia de Pedro no significó ni el sí definitivo de la Iglesia
que apuntan a un ambiente judeocristiano, como medio en el que pudo de Palestina a la misión entre los paganos, ni el reconocimiento oficial
originarse la narración. Cornelio es un «adepto» (cf. comentario a de un cristianismo abierto a los gentiles, liberado de la observancia de
8,27); su religiosidad se ajusta estrictamene a criterios judíos, ya que se la ley. Desde el punto de vista histórico, hay que considerarla como
mencionan las «limosnas» y la «oración» (v. 4), manifestaciones clásicas uno de tantos pasos que dio el cristianismo primitivo en su proceso de
o
226 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 227
expansión, según lo iban imponiendo las diversas circunstancias. Ese dicación de 11,3, terminaba con el relato de una comida en común, con
proceso expansivo desembocó en la apertura del cristianismo a los pa- la participación tanto de judeocristianos como de los recién convertidos
ganos, sin la obligatoriedad de la observancia de la ley. Para el mismo del paganismo.
Pedro, esta experiencia probablemente no fue más que una vivencia La redacción lucana está guiada por el interés en presentar este
aislada, sin un significado especialmente relevante. Sólo cuando la dis- acontecimiento como la inauguración y la decisiva legitimación de la
cusión sobre la actitud que tenía que tomar la Iglesia con respecto a los misión a los paganos, por medio de una directa intervención de Dios.
paganos se planteó en un horizonte más amplio, Pedro y sus secuaces Lucas ha convertido un caso concreto de comunión entre judíos y
de la comunidad de Jerusalén cayeron en la cuenta de que el episodio adeptos, que, en sí, no tenía nada de especial, en la fundación de la
de Cesárea significaba la intervención decisiva de Dios, en orden a legi- primera comunidad compuesta por judíos y paganos, haciendo de ella
timar la incorporación de los «adeptos» a la comunidad cristiana. Final- el modelo de las que habrían de sobrevenir en el futuro. Esta idea ha
mente, cuando la controversia alcanzó su punto culminante en el conci- influido, sobre todo, en la nueva configuración que toma el final del
lio de Jerusalén, Pedro adujo su propia experiencia como argumento a episodio, con la efusión del Espíritu sobre los paganos (10,44); de
favor del reconocimiento de un cristianismo abierto a los paganos y no modo que el acontecimiento adquiere el carácter de un segundo Pente-
obligado a la observancia de la ley, contra la opinión de Santiago y de costés, el Pentecostés de los paganos. En esa misma línea van las pe-
sus secuaces (cf. comentario a 15,1-29). El hecho de que la comunidad de queñas añadiduras narrativas que Lucas intercala de vez en cuando
Jerusalén llegase a reconocer este carácter del cristianismo sólo se pue- (10,24b.28) y que quitan a la escena su carácter privado, convirtiéndola
de explicar en el supuesto de que algunos miembros de la comunidad en un acto público en el que Cornelio aparece rodeado de un gran nú-
palestinense se hubiesen atrevido ya anteriormente a derribar, al menos mero de paganos.
en parte, la barrera entre judíos y no judíos. En este sentido, Lucas
tiene toda la razón, desde el punto de vista histórico, cuando en 15,6ss 11,1-18. La escena que se desarrolla en Jerusalén (11,1-18), y en la
pone en labios de Pedro una referencia explícita al episodio de Cornelio. que Pedro resume el acontecimiento, es puramente redaccional. Es ver-
Aparte de todo esto, no se pueden pasar por alto, ya que iluminan dad que hay algunas variaciones de detalle con respecto al cap. 10,
la cuestión, los estrechos contactos entre el episodio de Cornelio y el pero esto se debe a la técnica narrativa de Lucas, que quiere ahorrarles
encuentro de Jesús con el centurión de Cafarnaún (Le 7,1-10; Mt 8,5-13 fatiga a sus lectores. Por lo demás, el relato está polarizado hacia la
[Q]). En ambos casos se trata de un pagano adepto, que busca ayuda, y idea central de la teología lucana; todo el episodio queda resumido en
que se encuentra, en las cercanías de su casa, con el que puede reme- una frase: «¡Así que también a los paganos les ha concedido Dios el
diar su situación (Le 7,6; Mt 8,7s; Hch 10,24s); y en ambas ocasiones arrepentimiento que lleva a la vida!».
hay un obstáculo, la impureza del pagano, que separa a los dos prota-
gonistas, pero que al final será eliminado. Sin embargo, los detalles 10,34-43. El discurso de Pedro es pura composición lucana, ya desde
concretos de cada uno de los relatos son tan diferentes, que difícil- su mismo comienzo (10,34-36), que incluye la observación de Pedro con
mente se puede pensar que uno dependa directamente del otro. En la que terminaba la segunda parte del relato primitivo. A primera vista
todo caso, el ambiente en que se originó la narración de Le 7,1-10 y Mt parece que el discurso no tiene nada que ver con la situación concreta,
8,5-13 debió de ser el mismo que produjo el relato de Hch 10. Se con- porque le falta un elemento esencial de la predicación, como es la lla-
taba esta historia, para justificar la admisión de los «adeptos» en la co- mada a la conversión y a la fe. También se echa de menos otro ele-
munidad, haciendo referencia al comportamiento del mismo Jesús. mento, típico de la predicación a los paganos: la proclamación del Dios
Resulta muy difícil determinar con exactitud lo que pertenece a la uno y creador (cf. 14,15ss; 17,24ss). En vez de eso, el discurso hace un
narración prelucana. La primera parte de esa narración debía de com- resumen relativamente extenso de la vida y actividad de Jesús (vv. 37-
prender las dos visiones correlativas (10,1-16), el encuentro de Pedro 42), introducido por una expresión que parece extraña en este con-
con los emisarios de Cornelio (10,17s), las palabras que el Espíritu di- texto: «Vosotros sabéis muy bien el acontecimiento...». Sin embargo,
rige a Pedro (10,19-21) y la marcha de éste (10,23b). La segunda parte todo se explica si partimos del supuesto que, por lo menos en el mo-
empezaba con el encuentro de los dos personajes (10,25-26) y seguía mento en que sé pronuncia el discurso, la situación no es exactamente
con la escena en que ambos interpretan el significado de sus respectivas una situación de misión. No sólo se trata de un auditorio pagano que
visiones (10,27a. 29-36). Los vv. 34-36 constituyen el final de esta es- ya conoce los principios fundamentales de la fe judía, con su concep-
cena, en el que Pedro formula la decisiva revelación que Dios le ha co- ción de Dios y de la Escritura, sino que Dios mismo, a través de su
municado. La conclusión originaria ha sufrido una reelaboración tan Prodigiosa actuación anterior, ya ha llevado a cabo la conversión de los
profunda por parte de Lucas, que no podemos más que aventurar hipó- oyentes y los ha hecho miembros de la comunidad. Por tanto, no se
tesis sobre su contenido. Desde luego, tenía que hablar del bautismo de trata de un discurso de misión, sino de una instrucción como las que te-
Cornelio administrado por Pedro (10,48) y probablemente, según la in- nían lugar en el seno de la vida comunitaria.
228 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 229
La finalidad del discurso consiste en presentar una comprensión más cuando Cornelio tiene la visión. Esta oración de mediatarde se podía
profunda, a la luz de la actuación de Dios, de lo que ya les ha sucedido retrasar hasta el anochecer, pero normalmente se hacía a la «hora
a los oyentes, anteriormente paganos. Lucas está convencido de que la nona», es decir, hacia las tres de la tarde. Existe una relación entre la
exposición de la vida de Jesús, comenzando desde el momento en que mención de esta hora y la clara visibilidad del ángel; se trata de una
fue ungido por Dios con el Espíritu, continuando con su actuación jalo- aparición real, no de un sueño un tanto confuso. De nuevo el enviado
nada de prodigios y curaciones, y siguiendo con su misma muerte, hasta de Dios es un ángel (cf. 5,19; 8,26; 12,7), para anunciar a Cornelio los
desembocar en las apariciones del Resucitado, es fundamental para la planes del Señor (8,26; 12,7). El estilo es típico de las epifanías; el diá-
instrucción comunitaria. Y es igualmente decisivo que esa exposición logo se introduce por medio de una llamada personal, a la que corres-
esté garantizada por el testimonio de los apóstoles. Los elementos pre- ponde una pregunta del destinatario (cf. el comentario a 9,4s.l0;
sentados en los vv. 39-41 constituyen, según la mentalidad de Lucas, el 26,14ss), en un clima de temor ante la aparición celeste (cf. Le l,12s;
esquema fundamental del Evangelio. Por eso, lo que hace él mismo en 2,9s). En realidad, Cornelio no tiene nada que temer, porque el ángel
su primer libro no es más que desarrollar y explicar este esquema de va a darle una buena noticia: Dios ha reparado en sus oraciones y li-
base. Por lo menos la concepción global del esquema trazado en los vv. mosnas, y quiere recompensarle. Esto es lo que significa, en lenguaje
39-41, y probablemente también algunas de sus formulaciones, reprodu- bíblico, la expresión «... han llegado hasta Dios y las tiene presentes»
cen una tradición prelucana. (cf. Eclo 35,16s; Tob 12,12; Me 14,9). Implícitamente se presupone que
lo que pedía Cornelio era su plena incorporación al pueblo de Dios. Y
10,1. Cesárea (cf. comentario a 8,40), originariamente «Torre de Es-
Dios le va a conceder ahora lo que tanto ha deseado.
tratón», fue reconstruida el año 10 a. C. por Herodes el Grande, que la
equipó con ufí puerto artificial y le cambió el nombre llamándola Kaisa- 5. Con todo, Cornelio no llega a comprender que las indicaciones
reia Sebaste, en honor de su gran mecenas, el emperador Augusto. concretas que siguen tienen una relación con estos planes de Dios. Por
Después de la deposición de Arquelao, hijo de Herodes (año 6 d. C ) , el momento, tanto las indicaciones precisas como el significado de la vi-
y al convertirse Judea y Samaría en una provincia del Imperio romano, sión, le resultan enigmáticas.
quedó Cesárea como sede del procurador. La población era en su
mayoría pagana. Según 8,40; 21,8, Felipe vivió y trabajó allí bastantes 6. En cuanto a ese Simón Pedro, que tiene que mandar a buscar,
años. Sin embargo, la narración no da pie, directa ni indirectamente, Cornelio no recibe más señas que el nombre del personaje y su lugar
para establecer una relación entre Pedro y el campo de acción de Fe- de residencia.
lipe, de carácter predominantemente judeo-helenístico. Es histórica-
7. Cornelio obedece, a pesar de lo incomprensible del encargo, y
mente falso que Cornelio perteneciese a la «compañía itálica». En reali-
dad Lucas transpone la situación de su tiempo a la época del episodio envía a Jafa a dos de sus criados y a su propio ordenanza, que también
que ha recibido de la tradición; porque la Cohors 11 Militaris Itálica Ci- pertenece al grupo de adeptos.
vium Romanorum Voluntariorum, una compañía de arqueros reclutada 8. Los datos sobre la duración del viaje son francamente exage-
en Italia entre los libertos que poseían la ciudadanía romana, no quedó rados. Jafa no está más que a 50 km de Cesárea. Caminando durante
estacionada en Cesárea hasta después del año 69 d. C. Durante el reina- toda la noche, difícilmente les hubiese llevado tanto tiempo —hasta el
do de Agripa I (años 41-44 d. C.) no había tropas romanas en la ciudad. mediodía siguiente— cubrir esa distancia. Pero lo que aquí se quiere
ilustrar no es la historia en sus detalles concretos, sino la prontitud con
2. La religiosidad de Cornelio se describe en una breve enumera- que se pone en práctica el encargo recibido del cielo.
ción, que lo presenta, desde el punto de vista judío, como un personaje
de relieve y prácticamente a las puertas del judaismo. Cornelio no es 9. El relato, anticipándose a los mensajeros, y haciendo un fun-
sólo una persona religiosa, sino que además él y toda su familia perte- dido narrativo, se traslada a Jafa. Allí se encuentra Pedro, en la azotea
necen al círculo de los «adeptos» a la religión judía. Sin embargo, al no de la casa de Simón el curtidor. Ha subido a hacer oración. El parale-
estar circuncidados, los judíos los consideraban como impuros. En la lismo con la situación de Cornelio, al principio del relato (v. 3), es in-
mención de las obras que manifiestan la religiosidad de Cornelio se per- negable. Pero la indicación de la hora no deja de presentar dificultades.
cibe una cierta gradación. En primer lugar, se habla de sus limosnas, De hecho, el mediodía, la «hora sexta», no pertenece a las horas nor-
que constituyen una buena ayuda para el «pueblo», es decir, para los males de la oración, ni era comúnmente la hora de la comida. Con
to
judíos; y luego, se menciona su fidelidad a la práctica judía de la ora- do, existen documentos sobre la costumbre de algunos rabinos de an-
ción (Tob 12,8; Mt 6,5; Did 15,4). ticipar la hora de la comida a las doce. En este caso se anticipaba también
'a oración de mediatarde y se tenía antes de la comida (Bill. II 204). Si
Su
3-4. Esta práctica presupone la observancia de unas horas fijas. Y ponemos que Pedro siguió esa costumbre, se explica perfectamente
precisamente a la hora de la Minha, la oración de mediatarde, es 9 u e durante la oración sintiera hambre.
230 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 231
10. La situación psicológica de Pedro es la más adecuada para te- cristianos pueden comer con los paganos sin escrúpulos de ninguna
ner una visión. Mientras abajo le preparan la comida, Pedro cae en un clase. Sin embargo, contra esta interpretación se puede decir que ni en
estado de éxtasis, que le capacita para percibir el fenómeno sobrenatu- la visión ni en su contexto se encuentra fundamento alguno para decla-
ral que Dios le manifiesta (cf. 2 Cor 12,lss). rar abolidas las fronteras entre lo puro y lo impuro. ¿Cuándo ha «puri-
ficado» Dios lo impuro? Pero se podrá objetar, como han propuesto al-
11. La apertura del cielo es una prueba de que la aparición viene gunos, que el mandato celeste supone una nueva valoración de la
realmente de Dios (cf. el comentario a 7,56). Sin embargo, la descrip- acción creadora de Dios, e incluso que en él se oculta una referencia a
ción de lo que baja del cielo es de lo más imprecisa. Lo enigmático de la crítica de Jesús contra las normas de pureza cúltica (Me 7,15). Para
la figura refleja lo enigmático de la realidad. Tenía la apariencia de un rebatir esta objeción basta examinar el contenido mismo de la visión.
lienzo enorme, atado por las cuatro esquinas y repleto de algo aún des- En ella no se trata de imponer a Pedro la aceptación de lo impuro;
conocido. lo esencial es esa mezcla indiscriminada de puro e impuro. Por tanto,
12. Enseguida se abre el lienzo y se descubre lo que contine: to- se impone la segunda interpretación, según la cual el sentido no radica
da una serie de animales vivos, que representan la entera gama de la en el mandato celeste, sino en el carácter alegórico de la visión. La
fauna terrestre. La descripción del contenido usa un lenguaje típica- mezcla de puro e impuro, cuya aceptación se impone a Pedro, se re-
mente teológico, que recuerda el relato de la creación y el del diluvio fiere a su futuro trato con hombres puros e impuros dentro de la misma
(Gn 1,24; 6,20; cf. Rom 1,23). La inmensa mayoría de esos animales comunidad. El contexto narrativo confirma esta interpretación. Dios ha
eran considerados por los judíos como impuros. Para alimento sólo es- «purificado» lo impuro, escogiendo a los paganos para que entren a for-
taban permitidos los artiodáctilos, como la oveja, el buey y el cabrito, mar parte de la comunidad salvífica y enviando sobre ellos el Espíritu
además de la paloma. Santo.

13. Así se comprende que la voz celeste que acompaña a la visión, 17-18. La tercera escena (v. 17-23a), que describe el encuentro de
con su invitación a matar y a comer, le suene a Pedro, judío obser- los emisarios de Cornelio con Pedro, pone fin a la primera parte del re-
vante, como una tentación diabólica, que se aprovecha de que tiene lato. La visión ha sumido a Pedro en una gran perplejidad; no hace
hambre para inducirle a una transgresión de la ley. más que darle vueltas al suceso, sin acertar a explicárselo. Mientras
tanto, los emisarios de Cornelio que, según el plan de Dios, traen la
14. Con extrema delicadeza y dirigiéndose a su interlocutor invisi- clave de la solución, ya se han presentado en el portal de la casa.
ble con el título de «Señor» (cf. 9,5), Pedro rechaza la invitación.
Desde un principio se ignora la posibilidad de resolver el dilema esco- 19-21. Una indicación del Espíritu dirigida a Pedro agudiza la ten-
giendo entre ese amasijo de puro e impuro, contenido en el lienzo, un sión. De hecho, el Espíritu, en vez de aclararle el sentido de la visión,
animal puro y, por tanto, permitido por la ley. que tanto anda buscando, le da un mandato desconcertante. Tiene que
dejar de seguir pensando en la visión, para encontrarse con unos desco-
15. La voz celeste motiva su invitación apelando a una decisión de nocidos. Probablemente la narración primitiva presentaba a Pedro
Dios. Dios mismo ha declarado puros a todos esos animales (y con eso acompañando sin más a los emisarios de Cornelio, sin decir una sola
los ha «purificado»), destruyendo de esta manera la base de la resisten- palabra y sin hacer una sola pregunta.
cia de Pedro. Estas palabras subrayan el contenido simbólico de la vi-
sión, porque de hecho, según las convicciones judías, todo lo que baja 22. Las palabras de los mensajeros, que explican su misión ha-
del cielo es puro (San. 59b cf. Bill II 702s). Sin embargo, aún no se ciendo referencia a la visión que ha tenido Cornelio, son una adición
ha dado una interpretación clara y, por tanto, Pedro queda perplejo, lucana. Lo único nuevo en ellas es la expresión «para escuchar lo que
dándole vueltas al enigma. le digas», que alude indudablemente al discurso de Pedro (vv. 34-43).
23a. Con la mayor naturalidad Pedro asume las funciones de anfi-
16. El énfasis, tanto de la invitación como de la negativa de Pedro, trión y ofrece alojamiento a los dos emisarios, hasta el día siguiente.
queda subrayado por la triple repetición del suceso, en consonancia con
la costumbre popular de repetir tres veces la misma escena. 23b-24. La vuelta a Cesárea, con la que empieza la segunda parte
del relato, se describe con la misma rapidez que la venida (v. 9). Pedro
10-16. ¿Cuál es el significado de la visión? Dos interpretaciones se va acompañado de una delegación de los cristianos de Jafa. Este detalle
disputan el campo. La primera afirma que el sentido radica en el man- es probablemente una adición lucana, que pretende dar mayor relieve
dato celeste (v. 13). De ahora en adelante, Pedro puede comer lo que al significado de lo que viene a continuación. También es lucana, y con
quiera, sea puro o impuro según la ley. Por tanto, él y todos los judeo- la misma finalidad, la descripción de los preparativos de Cornelio para
232 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 233

su propia comprensión de los acontecimientos. La frase «Dios no hace


recibir a su huésped. El capitán ha hecho llamar a sus familiares y
distinción de personas» es una expresión de corte veterotestamentario
amigos, que se supone que pertenecen también al círculo de adeptos.
(Dt 10,17; 2 Cr 19,7), que el Nuevo Testamento usa casi siempre en
Todo ello indica que Lucas quiere dar al encuentro entre los dos perso-
una perspectiva de juicio. Dios es un juez insobornable, que juzga im-
najes el carácter de una reunión en la que participen todos los her- parcialmente y sin favoritismos las obras de cada uno (1 Pe 1,17; Ef
manos, tanto judíos como paganos. 6,9; Col 3,25); Dios juzgará con la misma medida a judíos y a gentiles
25-26. Cornelio sale a recibir a su huésped a la puerta de su casa y (Rom 2,11).
le da la bienvenida postrándose ante él, como si Pedro fuera un ser so-
35. Ese horizonte de juicio no está ausente en este pasaje. La ar-
brehumano. El capitán no ha llegado a superar del todo su antigua con-
gumentación de Pedro no se basa en una concepción teológica de la
dición de pagano y todavía corre el riesgo de confundir al Creador con
igualdad de todos los hombres por ser criaturas de Dios, sino en la fi-
la criatura (cf. 3,12; 14,llss; 28,6). Pedro, por su parte, acepta el reci-
delidad y rectitud que Dios espera de todos y cada uno, cuando se pre-
bimiento no como un ser superior, sino como una persona normal; y así
senta ante el hombre como juez. Dios exige a todos el cumplimiento de
se lo dice afablemente a Cornelio.
su voluntad; por eso, ante él, tan justo es el pagano honrado como el
27-29. Ya dentro de la casa, al encontrarse con la numerosa concu- judío obediente. La argumentación va claramente en la línea de Rom
rrencia, Pedro toma la palabra y expone ante los presentes el motivo de 2,11. Sin embargo, mientras que nuestro pasaje supone que ese cumpli-
su venida. Hace referencia a la visión que ha tenido y explica su signifi- miento de la ley también es posible para el no judío que obra recta-
cado, que entre tanto ha llegado a comprender. Dios le ha mostrado mente, Pablo destruye radicalmente ese principio judeocristiano. Para
que para él no existen hombres impuros; con lo cual Dios mismo ha Pablo, tanto los judíos como los paganos fracasan ante las exigencias de
abrogado la prohibición de la ley judía de entrar en comunión con los Dios manifestadas en la ley y, por tanto, ambos quedan sometidos al
no judíos. Al poner esta interpretación en labios de Pedro, precisa- juicio de Dios. Sin embargo, dentro de las convicciones del judeocris-
mente al principio de su encuentro con Cornelio, Lucas ha anticipado tianismo, la afirmación del v. 35 es tremendamente radical. De hecho,
ya, en cierta manera, la escena que sigue, en la que se aclara plena- va en contra de la creencia general de que los paganos no podrían en-
mente el significado de las dos visiones correlativas. trar a formar parte del pueblo de Dios hasta que Israel se hubiese con-
vertido a la fe en Cristo; más aún, da por supuesto que la incorpora-
30. A instancias de Pedro, Cornelio cuenta una vez más su visión. ción de los paganos adeptos ya ha empezado a ser una realidad.
La indicación temporal «hace cuatro días» no es del todo exacta. Con
los datos proporcionados por los vv. 9.23s resultan tres días; y eso es lo 36. Este versículo constituye un anacoluto, porque falta el verbo
que dice la corrección introducida por el texto occidental. Aparte de principal del que depende toda la frase. Para que haga sentido, la frase
esta indicación, la frase no resulta clara por otros conceptos; es proba- tendría que ser: «La palabra que él envió a los israelitas, anunciando la
ble que todo se deba a un error del copista. En su narración, Cornelio paz por medio de Jesucristo, concierne a todos los hombres, como des-
sustituye la palabra «ángel» (vv. 3.4.7) por la expresión «un hombre tinatarios de esa paz». Sin embargo, ese verbo que falta está contenido
vestido espléndidamente» (cf. 1,10; Le 24,4); pero esta sustitución hay implícitamente en la fórmula del v. 36b: «Este es el Señor de todos». La
que atribuirla a Lucas, que tiende a suavizar las repeticiones variando «palabra» es el mensaje cristiano de salvación, como los apóstoles lo
el vocabulario. " proclaman ante Israel. Una palabra que consiste en predicar a Jesús,
mensajero de paz. Mediante el envío de esa palabra, Dios mismo esta-
31-32. Esta misma técnica literaria puede explicar las ligeras va- blece entre él y los hombres una relación de paz, que sólo es posible
riantes con que aquí se reproducen las palabras del ángel pronunciadas por medio de Jesucristo; pero una paz sin fronteras destinada a judíos y
en el v. 4. paganos. En este contexto, el v. 36b es una afirmación de la soberanía
de Jesús sobre judíos y no judíos. Querer ver aquí una referencia al do-
33. Cornelio termina su exposición invitando solemnemente a Pe-
minio universal de Jesús glorificado sobre el cosmos y todas sus poten-
dro a que dirija la palabra a todos los allí reunidos. Desde luego, sabe
cias (Flp 2,11; Col 1,18), sería forzar demasiado el texto.
perfectamente que el apóstol no es un ser sobrenatural, sino un hombre
corriente; pero sabe también que a ese hombre Dios le ha comunicado 37-41. La afirmación de la eficacia salvífica del mensaje se desarro-
un poder especial. Por eso puede decir de sí y de los demás oyentes: lla ahora a base de un breve resumen de la vida de Jesús. Una frase ge-
«Aquí nos tienes delante de Dios». Y por eso también le pide a Pedro nérica sirve de introducción: «Vosotros sabéis muy bien el aconteci-
que les manifieste la voluntad del «Señor» —referido a Dios— que ha miento...». La formulación indica que el orador considera a sus oyentes
actuado de manera tan misteriosa en los sucesos precedentes. como comunidad cristiana, que necesita continuamente una nueva ins-
trucción para consolidar sus creencias. Lucas no se plantea el problema
34. Pedro comienza su discurso resumiendo en una frase sintética
234 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 235

de si Cornelio y su familia ya han podido en realidad tener un conoci- 15,5). Sin embargo, Lucas amplía el tema según su concepción particu-
miento detallado de la actividad de Jesús . lar de los testigos, incluyendo en el testimonio, por un lado, la activi-
Lo que sigue es la única presentación de la vida de Jesús que nos dad terrestre de Jesús (v. 39; cf. 1,21), y por otro, la íntima convivencia
ofrece el Nuevo Testamento, fuera de los evangelios. Aquí tenemos en de los testigos con Jesús resucitado durante un período descrito vaga-
síntesis el esquema fundamental de los sinópticos y, desde luego, el más mente como «después de su resurrección» (cf. el comentario a l,3s; cf.
cercano a la concepción de Lucas. Los momentos que se mencionan 2,32; 3,15; 5,32; 13,31; Le 24,36-43). La mención de «comer y beber»
son los siguientes: con el Resucitado recuerda a Le 24,41ss. En ambos casos se trata de
dejar constancia de la realidad de la resurrección. Otro aspecto en el
a) El comienzo del ministerio de Jesús en Galilea, «después del que se insiste es la elección de los testigos por medio de un acto espe-
bautismo predicado por Juan» (cf. Le 23,5; Hch l,21s). La predicación cial de Dios, que los distingue del resto del pueblo (cf. 22,14; 26,16).
del Bautista constituye el marco histórico-salvífico de la aparición de Dios hizo que el Resucitado se les apareciera sólo a ellos y no al «pue-
Jesús (Le 16,16). No hay ninguna referencia al nacimiento o a la infan- blo» —es decir, a Israel— en su totalidad. Esto quiere decir que, según
cia. Y no es que Lucas lo ignore, puesto que lo trata ampliamente en el plan de Dios, el pueblo no puede prescindir de la proclamación de
su evangelio; lo que pasa es que Lucas sabe muy bien que esos datos los testigos.
no pertenecen al núcleo central del kerigma cristológico.
b) La unción de Jesús con la fuerza del Espíritu Santo, es decir, su 42-43. Mientras que en los discursos de Pedro dirigidos a los ju-
bautismo. Mediante una alusión a Is 61, el bautismo de Jesús se inter- díos, después del kerigma cristológico vienen la referencia a la Escri-
preta como una unción con el Espíritu, que viene únicamente de Dios. tura, la llamada a la conversión y la promesa del perdón de los pe-
La función del Bautista ni siquiera se menciona (cf. Le 3,21s). cados, unidas al anuncio del juicio escatológico, el discurso en Cesárea
termina de un modo bastante diferente. Cierto que en la parte conclu-
c) La actividad de Jesús, presentada en dos rasgos: «Hacer el bien siva aparecen todos estos temas —signo de que también este discurso
y curar». La elección de la palabra «hacer el bien» (euergetón) pone de sigue el esquema fundamental de la predicación de Pedro—, pero en el
relieve la actividad de Jesús, como una actuación conforme al plan de desarrollo, el orador no compromete directamente a los oyentes, sino
Dios, y al mismo tiempo alude al contraste con el proceder de los ju- que presenta la temática sólo de manera genérica, como contenido de
díos, en cuanto adversarios de Jesús. Con particular énfasis se mencio- la proclamación de los testigos y, por tanto, de la enseñanza cristiana.
nan las expulsiones de demonios, ya que el triunfo de Jesús sobre los
a) En primer término aparece la referencia al juicio. Los testigos
poderes del mal opuestos a Dios, es una prueba evidente de que «Dios
tienen que anunciar a Jesús como el «Juez de vivos y muertos», desig-
estaba con él». Esta expresión recoge un tema del Antiguo Testamento
nado por Dios. Esta es la documentación más antigua de una fórmula
(cf. la cita de Gn 39,21 en 7,9). La predicación de Jesús no se men-
muy frecuente en los escritos posapostólicos (2 Tim 4,1; Hegesipo, ci-
ciona, porque su única función, según Lucas, consiste en indicar que la
tado por Eusebio en Hist. Ecl. III 20,4; Polic 2,1; 2 Clem 1,1) y que ha
salvación se realiza plenamente en las acciones de Jesús. El campo de
quedado recogida en el Credo. La misma idea, aunque no la misma
actividad abarca «el país de los judíos y Jerusalén», es decir, todo el te-
fórmula, aparece en 17,31. La historia de la tradición de este título de-
rritorio de la nación judía; por tanto se puede decir que la actividad
bió de tener como punto de partida las palabras de Jesús sobre la ve-
de Jesús ha alcanzado fundamentalmente a todos los habitantes del país
nida del Hijo del hombre como juez universal (Le 12,8).
(2,22). Y además, esa actividad ha quedado ineludiblemente atesti-
guada por los apóstoles, como testigos plenamente acreditados. b) La cita de Escritura queda concentrada en una frase extremada-
mente genérica, según la cual «todos los profetas» dan testimonio de
d) La crucifixión de Jesús (para esta formulación, cf. 5,30). Dado Cristo (cf. Le 24,27).
el carácter amistoso del discurso, se habla de la crucifixión sólo en ter- c) La referencia a la conversión y al perdón de los pecados aparece
cera persona (cf. 2,23; 3,13ss; 4,10; 5,30). De la misma manera, el es- unida artificialmente al testimonio de los profetas. Tal vez Lucas haya
quema antitético, en el que se contraponen la acción destructiva del
pensado concretamente en Jl 3,5, ya citado en 2,21.39. El fundamento
hombre y la actuación salvadora de Dios, queda aquí meramente insi-
del perdón de los "pecados es el «nombre» de Jesús (cf. comentario a
nuado, como pura referencia y no como requisitoria directa contra los
3,16), es decir, lo que actúa en el hombre por medio de la palabra es la
oyentes.
Potencia de Jesús glorificado, y no precisamente la eficacia de su
e) La resurrección al tercer día y las apariciones del Resucitado. muerte. Destinatario del perdón es «todo el que cree en él». De esta
Al estilo de las más antiguas formulaciones del kerigma cristológico, manera, la última frase del discurso abre de nuevo una perspectiva uni-
ambas realidades se interpretan como actuación de Dios (cf. comenta- versalista que, en la parte central (vv. 37-42), había quedado un tanto
rio a 2,24). Igualmente, la estrecha relación que se establece entre las oscurecida por la prevalencia de materiales de la tradición judeocris-
apariciones y los testigos, recuerda las formulaciones primitivas (1 Cor tiana.
236 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano 237

44. Aún no ha acabado Pedro su discurso, cuando se produce una 11,1. Comienza el epílogo (11,1-18), que trata de la justificación que
nueva intervención de Dios. Desde el principio Dios ha estado guiando Pedro da de su conducta ante la comunidad de Jerusalén. Ya antes de
el curso de este acontecimiento prodigioso; y ahora irrumpe improvisa- la vuelta de Pedro a la capital, la noticia del inaudito acontecimiento se
mente, para llevarlo a su término definitivo e irrevocable. Cierto que el ha extendido como un reguero de pólvora por toda la cristiandad de Ju-
discurso, tal como lo refiere Lucas, no es una pieza truncada; paso a dea; ya se han enterado no sólo los responsables de la Iglesia, los após-
paso ha ido tocando todos los temas de la predicación misionera. Pero toles, sino todos los miembros de la comunidad. La formulación «los
no es eso lo que cuenta; lo que realmente se quiere subrayar es el sen- paganos han aceptado la palabra de Dios» subraya el significado de lo
tido teológico de esa improvisa intervención (cf. el comentario a 11,15), ocurrido; se trata de una decisión fundamental, que concierne a toda la
es decir, que la actuación salvífica de Dios precede siempre a cualquier Iglesia. «Aceptar la palabra de Dios» es una expresión del lenguaje mi-
iniciativa humana. El Espíritu Santo «cae» sobre los oyentes, concreta- sionero, que significa la admisión en la comunidad cristiana (Le 8,13;
mente sobre el grupo de los paganos, como se precisa en el v. 45 e in- Hch 8,14; 17,11; 1 Tes 1,6). Este versículo es puramente informativo,
directamente en 11,15; naturalmente se presupone que el grupo judeo- todavía no ha estallado una crítica abierta del suceso por parte de los
cristiano ya ha recibido el don del Espíritu (11,15). judeocristianos, pero ya se puede leer entre líneas la frialdad con que
se ha recibido una noticia tan sorprendente.
45-46. La efusión del Espíritu se manifiesta espontáneamente en
un fenómeno de glosolalia, que produce una proclamación extática de 2. Sólo cuando Pedro en persona se presenta en Jerusalén se de-
la grandeza de Dios. Los judeocristianos venidos de Jafa son los pri- sata la controversia. «Los partidarios de la circuncisión» son todos los
meros en constatar lo inexplicable de este suceso, e inmediatamente sa- judeocristianos, tanto los residentes en Jerusalén, como los habitantes
can la consecuencia de que se trata de una actuación de Dios. Pero el de la provincia de Judea. Esta expresión los presenta como defensores
hecho de que Dios haya derramado su Espíritu Santo sobre este grupo de una posición teológica provocada por su origen judío; pero al mismo
no quiere decir que se trate únicamente de un caso aislado, sino que tiempo, la frase toca el punto neurálgico del conflicto (cf. 15,5). Los
manifiesta su actitud con respecto al mundo pagano en su totalidad. cristianos de Jerusalén ponen en duda aun la posibilidad de que los in-
Aunque la secuencia normal es que primero venga el bautismo, luego circuncisos entren a formar parte de la Iglesia.
la donación del Espíritu mediante la imposición dé las manos y, por úl-
timo, la incorporación a la Iglesia (cf. el comentario a 8,14ss; cf. 3. El reproche dirigido a Pedro, consignado en estilo directo, no
19,5ss), en este caso Dios mismo altera el orden. El ya ha admitido a manifiesta explícitamente esa concepción teológica, sino que aborda di-
los paganos a formar parte de la Iglesia, derramando sobre ellos el Es- rectamente una cuestión de especial gravedad para judíos observantes
píritu; y esto impone ahora la obligación de administrarles el bautismo. de la ley, y que es una consecuencia de la admisión de incircuncisos en
la comunidad eclesial; Pedro ha comido con ellos y, por tanto, ha
47. Preguntar en este caso, como lo hace Pedro, si hay algún im- quedado impuro. Un servicio al evangelio, que lleva a una actuación
pedimento para el bautismo (cf. el comentario a 8,36), es un reflejo de prohibida por Dios, no puede estar en consonancia con la voluntad di-
la primitiva práctica bautismal. La pregunta en sí no puede ser más que vina. Según la concepción de la comunidad de Jerusalén, no se puede
una pregunta retórica, porque si Dios ha actuado de modo tan evi- admitir a paganos en la Iglesia, sin antes exigirles la circuncisión y la
dente, ¿quién podrá poner impedimentos? Ninguna concepción invete- aceptación de toda la ley. Aquí se anticipa ya, al menos en la concep-
rada, ningún prejuicio teológico puede arrogarse el derecho de negar a ción de Lucas, el conflicto que se presentará más tarde, provocado por
estos paganos el agua del bautismo. la comunidad de Antioquía (cap. 15).
48. Como era costumbre en los primeros tiempos de la Iglesia, el 4-16. Pedro se defiende de esta recriminación relatando una vez
bautismo se administra sólo «en el nombre de Jesús» (cf. 8,16; 19,5). más el curso de los acontecimientos desde el principio. Su discurso, tal
Lo que llama la atención es que no sea el mismo Pedro el que bautice, como está, difícilmente habría resultado comprensible para los oyentes,
sino que se limite a dar la orden. Posiblemente sea esto un reflejo de la porque da por supuestas demasiadas cosas. Por eso, hay que pensar
práctica posterior, ya insinuada en las comunidades paulinas (1 Cor que se trata más bien de una composición de Lucas, dirigida a sus lec-
l,14s.l7), según la cual los ministros del bautismo eran normalmente tores, en la que se hace una recapitulación de los puntos teológicos cen-
algunos miembros de las comunidades locales, oficialmente designados trales, insistiendo una vez más en su significado. El discurso no es una
para este ministerio. Pura repetición servil del relato precedente, sino que Lucas —probable-
Inmediatamente hace Pedro de esta nueva forma de comunión una mente a propósito— va sembrando aquí y allí una serie de variantes.
realidad de la vida normal cotidiana, al aceptar la invitación de los re- Al
cién convertidos a quedarse unos días con ellos. Para él son puros, en gunas de ellas no se refieren más que a detalles irrelevantes de la na-
el más pleno sentido de la palabra. rración: por ejemplo, el v. 6 hace mención de «fieras», lo cual no se
encuentra en 10,12; según el v. 11, los judeocristianos que acompañan
238 10,1-11,18: Pedro bautiza al primer pagano

a Pedro ya estaban con él en la casa de Jafa (no así en 10,23); sólo en 3. Comienzo de la Iglesia paganocristiana
el v. 12 se nos dice que eran seis. Pero la mayoría de las variantes ayu- en Antioquía (11,19-26)
dan a esclarecer dos puntos decisivos de la concepción lucana:
19
a) La actuación de Dios fue de una exigencia absoluta, inequívoca- Entre t a n t o , los dispersos con motivo de la persecución pro-
mente dominadora y previa a cualquier iniciativa humana. En efecto, vocada por el caso de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y
según el v. 14, el ángel comunica a Cornelio la decisión de Dios de que Antioquía, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero
él y su familia experimenten la salvación; no es así en 10,5, donde, por algunos de ellos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a An-
motivos de tensión narrativa, la intención de Dios permanece aún ve- tioquía, se pusieron a hablarles también a los griegos, anuncián-
lada. La afirmación del v. 15 sigue la misma línea; el Espíritu Santo doles al Señor Jesús. 2 1 La mano del Señor estaba con ellos; y
cae sobre los oyentes apenas Pedro empieza a hablar, mientras que la
gran n ú m e r o creyó, convirtiéndose al Señor.
presentación del mismo acontecimiento en 10,44 es bastante distinta. 22
Lo que se quiere subrayar con todo esto es que la acción de Dios se an- LLegó la noticia de esto a la Iglesia de Jerusalén, y envia-
ticipa, en todo caso, a la actuación de su enviado. ron a Bernabé a Antioquía. 23 A1 llegar y ver la generosidad de
Dios, se alegró mucho, y exhortó a todos a seguir unidos al Se-
b) Lo que ha ocurrido con los paganos ha sido un segundo Pente-
ñor con todo e m p e ñ o , ya que era h o m b r e de bien y lleno de
costés, paralelo al que tuvo lugar por primera vez en Jerusalén. El Es-
píritu Santo ha descendido sobre los paganos, «igual que sobre nosotros Espíritu Santo y de fe. Y una multitud considerable se adhirió al
al principio» (v. 15). Pedro acentúa el paralelismo, al citar las palabras Señor.
25
del Resucitado que prometían a los discípulos un bautismo con Espíritu Entonces salió para T a r s o , en busca de Saulo; 26 lo encontró
Santo (v. 16; cf. 1,5). El acontecimiento de Cesárea es igualmente un y se lo llevó a Antioquía. Así fue como pasaron un año entero
cumplimiento de esa promesa de Jesús a los suyos, como lo fue la pri- t r a b a j a n d o j u n t o s en aquella Iglesia, i n s t r u y e n d o a n u m e r o s a
mera efusión del Espíritu en Jerusalén; por eso, estos dos momentos gente. Y fue en Antioquía donde por primera vez llamaron a los
marcan dos etapas decisivas en la realización del plan salvífico de Dios. discípulos «cristianos».
Si el primer Pentecostés significó para los discípulos su capacitación
para dar testimonio de Jesús en Jerusalén, Judea y Samaría, esta efu-
19-26. Como de pasada, prácticamente con una mera alusión,
sión del Espíritu sobre los paganos abre el camino para que ese testi-
queda esbozado un acontecimiento de enorme importancia para la his-
monio de los discípulos alcance hasta los confines de la tierra (cf. 1,8).
toria de la Iglesia primitiva: la fundación de la comunidad de Antio-
17. En esta perspectiva reaparece la pregunta —y con ella la res- quía, que llegó a convertirse en la capital del paganocristianismo. La
puesta— sobre los impedimentos para el bautismo, que ya había so- enérgica brevedad del relato, tanto más llamativa si se compara con la
nado en 10,47, pero que aquí adquiere una tonalidad más aguda. Si amplitud del relato precedente de la conversión de Cornelio, puede ex-
Dios ha dado a los paganos el mismo Espíritu que a los procedentes del plicarse por la escasez de materiales que Lucas tuvo a su disposición.
judaismo, ¿quién es Pedro para ponerle impedimentos a Dios, rehu- Lo único de que podía echar mano era un conglomerado de noticias
sando el bautismo a los paganos? Sólo el hecho de intentarlo hubiera sueltas, que conservaba en forma sumaria algunos datos fundamentales
sido una usurpación del >poder de Dios, fruto de la soberbia humana, y sobre los orígenes de la comunidad. Se pueden identificar estas cuatro
consecuentemente una inconcebible desobediencia al mandato recibido indicaciones:
por el apóstol. Pero Pedro fue obediente, abriendo paso a la soberana a) La primera atribuye la fundación de la comunidad a unos
actuación de Dios. cuantos misioneros, naturales de Chipre y de Cirene, que comenzaron a
18. El discurso logra su objetivo. Se acalla la protesta, y entra en predicar a los paganos la buena noticia del Señor Jesús (v. 20). No se
su lugar la alabanza a Dios por su actuación. Los judeocristianos de Je- puede excluir sin más que esta indicación estuviese relacionada, ya
rusalén han alcanzado una nueva comprensión. Al mismo tiempo, el desde el principio, con la lista de nombres que aparece en 13,1.
lector puede ver en ella un resumen de todo el acontecimiento. Dios ha b) La segunda indicación, reelaborada en los vv. 22s, se refiere a la
admitido a los paganos en el ámbito de la salvación y, consecuente- llegada de Bernabé, procedente de Jerusalén, considerándola como un
mente, en el seno de la Iglesia. El camino para la misión a los paganos dato decisivo para el desarrollo ulterior de la comunidad.
está definitivamente abierto. c) En tercer lugar, habrá que mencionar el hecho de que Bernabé
lograra traer a Pablo a Antioquía y la actividad desarrollada por ambos
personajes durante todo un año que, al parecer, fue extraordinaria-
mente importante para el crecimiento de la Iglesia (vv. 25.26a).
240 11,19-26: La Iglesia paganocristiana en Antioquía 11,19-26: La Iglesia paganocristiana en Antioquía 241

d) Y, por último, el origen del denominativo «cristianos» (v. 26b). Como ya había ocurrido en Samaría (8,1.5) y en la región costera
En el texto, las dos primeras indicaciones poseen un colorido narra- (8,26.40), los que llevaron el mensaje cristiano a Antioquía fueron los
tivo que, estilísticamente, lleva la marca inconfundible de Lucas. En «helenistas», es decir, miembros del grupo de Esteban expulsados de
cuanto a su contenido, la intención es evidente. Los sucesos relatados Jerusalén. Y probablemente esto sucedió poco después de haber esta-
tienen que encajar lo mejor posible en la concepción histórica de llado la persecución. Desde luego, hay que corregir dos puntos en la
Lucas. Por eso, los vv. 19s insisten en que también la misión de los he- presentación que nos dan los vv. 19s. Por una parte, es difícil admitir
lenistas tienen que ajustarse al esquema fundamental de la presentación que Antioquía fuese la primera ciudad en que se predicó a los paganos
lucana: «Primero, a los judíos; después, a los paganos» (cf. 13,6.14; el mensaje de Cristo. Ya desde los comienzos de su actividad, los hele-
14,1; 16,13; 17,ls.l0.17; etc.). Y en el v. 22 Lucas interpreta la llegada nistas habían proclamado la palabra a gente que, en realidad, no perte-
de Bernabé —de seguro, contra la realidad histórica— como una visita necía al núcleo del pueblo de Dios, como en primer lugar los samari-
oficial de inspección de la comunidad antioquena, por encargo de Jeru- tanos y luego el círculo más amplio de los «adeptos» (cf. 8,26-40); aun
salén. Así queda subrayada una vez más la idea —capital, en la concep- cuando, por lo que sabemos, no llegasen a madurar la idea programá-
ción lucana— de que todo el crecimiento de la Iglesia primitiva se desa- tica de una misión entre los paganos de alcance universal. Por otra
rrolla bajo la supervisión y la mirada atenta de la comunidad de parte, tampoco es probable que, ya desde el principio, la gran mayoría
Jerusalén (cf. el comentario a 8,14ss). Por lo que toca a las dos últimas de los miembros de la comunidad antioquena fuese de origen pagano.
indicaciones, Lucas las ha dejado en su concisión primitiva. Por eso los Hay que suponer que los helenistas comenzaron su actividad en Antio-
vv. 25s dan la impresión de un cuerpo extraño en este contexto. quía, como en otras partes, predicando a los miembros de las sinagogas
Los orígenes de la comunidad de Antioquía, dada la escasez de helenísticas; con lo que al mismo tiempo abrían el camino hacia el
datos que poseemos, sólo se pueden reconstruir en sus grandes líneas. nuevo pueblo de Dios, que iba adquiriendo forma propia, a los paganos
No cabe duda que el ambiente característico de la gran ciudad cosmo- adeptos, a los marginados por la sociedad y a los oprimidos por el auto-
polita del mundo helenístico favoreció la transmisión del evangelio a ritarismo. Las circunstancias especiales de una ciudad como Antioquía
los paganos. Antioquía (la actual Antakya), situada a 25 km de la facilitaban la afluencia en masa de este tipo de gente. Estimulada por
costa, tierra adentro, a orillas del río Orontes, fue fundada hacia el año este primer desarrollo, la misión cristiana debió de identificarse aún
300 a. C. por Seleuco I y se convirtió desde entonces en la capital de la más con este grupo, ampliando cada día el círculo de simpatizantes.
dinastía seléucida en Siria. Después de la ocupación de Siria por los ro- Es probable que, al principio, los paganos recién convertidos fuesen
manos (año 64 a. C ) , Antioquía quedó como capital de esta provincia circuncidados. Pero es de suponer que ya muy pronto creció el número
y experimentó un enorme desarrollo, hasta convertirse en una de las de aquellos que no estaban dispuestos a dejarse circuncidar para ser ad-
grandes metrópolis del Imperio. En número de habitantes (unos mitidos en la Iglesia. Y, por otra parte, dada la actitud crítica de los
500.000) y en esplendor externo sólo la superaban Roma y Alejandría. helenistas con respecto a las ordenanzas rituales judías, no se vio nin-
Julio César, Augusto y Tiberio contribuyeron generosamente a la urba- gún motivo para seguir practicando la circuncisión de los recién conver-
nización de la ciudad; y Herodes el Grande mandó construir en ella tidos. Así que, paso a paso, y sin un programa predeterminado, fue
una serie de edificios, como homenaje al espíritu del helenismo. creciendo la comunidad cristiana, incorporando a los proscritos por las
En el aspecto cultural y religioso Antioquía era la gran encrucijada sinagogas de la diáspora, hasta llegar a manifestarse, aun en lo exterior,
entre Oriente y Occidente. Con los colonos procedentes de Grecia y como un grupo independiente, con sus formas de vida propias y con su
Macedonia, llegó también la cultura y la religión griega. Del Oriente vino peculiar modo de proceder. Y precisamente en ese ambiente fue donde
una invasión de cultos mistéricos, con sus doctrinas esotéricas sobre la se acuñó una denominación nueva para ese grupo: «cristianos», es de-
muerte y la reencarnación, que ganaron un gran número de secuaces, cir, secuaces de Cristo.
especialmente en los estratos inferiores más desarraigados de la sociedad; La comunidad de Antioquía experimentó un impulso decisivo con la
aparte de esto, contaba con una nutrida población judía que sumaba un visita de Bernabé. A pesar de ser judío de la diáspora, natural de Chi-
10% de los habitantes y mantenía numerosas sinagogas. El monoteísmo pre (cf. el comentario a 4,36), no se había afiliado al grupo de los hele-
y la ética judía ejercieron un gran influjo propagandístico más allá de nistas en Jerusalén, sino que había permanecido vinculado a la comuni-
sus confines nacionales. Así sucedió muchas veces en este ambiente de dad de lengua aramea, pero, a lo que parece, sin compartir las reservas
pluralismo religioso, con una penetración indiscriminada de ideas y co- de ésta con respecto a la misión entre los paganos. La explicación más
rrientes religiosas de procedencias radicalmente distintas. Difícilmente probable de su traslado a Antioquía es su aprobación de la apertura
se puede imaginar una contraposición tan tajante como la que se tuvo que allí se había producido hacia el mundo pagano y su convicción de
que producir entre este ambiente intelectual tan abierto y polifacético, que esa actitud representaba la realización del encargo que Dios había
y la mentalidad de Jerusalén con su tendencia al aislacionismo y con su encomendado a la Iglesia, y a cuyo servicio él quería dedicarse por en-
creciente estrechez de miras nacionalistas. tero. De todas maneras, las indicaciones del v. 23, reelaborado por
242 11,19-26: La Iglesia paganocristiana en Antioquía 11,19-26: La Iglesia paganocristiana en Antioquía 243

Lucas, muestran que Bernabé fue, casi desde su llegada, el motor del 19. El principio, que enlaza con 8,4, amplía la información que da
decisivo impulso teológico que llevó a la comunidad a su desarrollo ul- ese pasaje sobre la misión desarrollada por el círculo de Esteban. Allí
terior. Podemos imaginar cómo se produjo este fenómeno. Bernabé fue se decía genéricamente que los prófugos «iban de un lugar para otro»,
el primero en lanzar la idea de una misión, que se propusiera como mientras que aquí se dan los nombres de las diversas regiones en que
meta rebasar los límites del judaismo. Su perspicacia le indujo a dar un desarrollaron su actividad misionera; la enumeración sigue fundamen-
paso bastante atrevido. Fue a Tarso a buscar a Pablo, el perseguidor talmente una dirección de sur a norte. En aquella época, «Fenicia» de-
convertido, con el que ya había tenido unos primeros contactos en Je- signaba la franja costera, de unos 120 Km de largo, que se extendía
rusalén (9,27), y se lo trajo a Antioquía como compañero y colabora- desde el Carmelo, en el sur, hasta el río Eléuteros, en el norte; los
dor. Podemos suponer que, dada la historia anterior de Pablo y sus puertos principales eran Tolemaida (21,7), Tiro (21,3) y Sidón (27,3).
cualidades particulares, Bernabé vio en él al hombre más adecuado La isla de Chipre se había convertido, desde el año 22 a. C , en una
para movilizar la decisión y las fuerzas de la comunidad, en orden a provincia senatorial del Imperio romano. Su mención, a estas alturas
cumplir el mandato divino de admitir a los paganos en el seno del pue- del relato, no deja de ser sorprendente, porque según 13,4ss, fueron
blo de Dios. Sin duda que a Pablo le sedujo la idea, porque hasta el Bernabé y Pablo los que iniciaron la misión en aquella isla. Sin em-
momento había desarrollado su actividad misionera en Siria y en Cilicia bargo, es fácil que algunas personas aisladas pertenecientes al círculo
(Gal 1,21) absolutamente solo y sin ayudas dignas de mención. Ahora de Esteban, ya hubieran predicado allí la palabra antes que ellos, aun-
se le ofrecía la oportunidad de una misión en gran estilo, apoyada y que sin llegar a constituir una verdadera comunidad cristiana.
preparada por toda una comunidad.
El hecho de que la tradición mencione ese año entero que Bernabé 20. Los pioneros de la misión en Antioquía quedan en el anoni-
y Pablo pasaron «trabajando juntos» en la comunidad, parece indicar mato. Esto llama la atención; lo mismo que el hecho, relacionado con
que esa mención entraña el recuerdo de un período decisivo y de capi- lo anterior, de que Lucas no consigne ninguna leyenda de fundación.
tal importancia. Sobre los sucesos concretos de ese año no podemos ha- ¿Es que no existían tradiciones al efecto, o es que Lucas las ha omitido
cer más que conjeturas. Por lo que respecta a la comunidad, es posible porque no se adaptaban a su concepción de la historia? Algunos nom-
que durante ese tiempo, debido a la predicación conjunta de Bernabé y bres no aparecen hasta 13,1, donde se nos da una lista completa de
Pablo, llegase a comprender con toda claridad el camino que se le abría ellos. De entre los personajes allí mencionados, uno de ellos, Lucio,
para el futuro y la tarea que Dios le había encomendado. Bernabé y era ciertamente natural de Cirene, y otro, Simeón el Moreno, proba-
Pablo, por su parte, dedicaron sus esfuerzos a configurar el mensaje de blemente también. El único chipriota que aparece en la lista de 13,1
salvación de manera adecuada para proclamarlo a los paganos. Real- (aunque sin una mención explícita de su proveniencia) es Bernabé. Por
mente se encontraban ante una tarea difícil. Hasta este momento, el eso, se ha llegado a pensar si no fue realmente uno de los fundadores
mensaje de Cristo se había predicado fundamentalmente sólo a un au- de la comunidad. Pero esto no parece probable, ya que Bernabé cierta-
ditorio familiarizado con la tradición bíblica o, por lo menos, cercano a mente no pertenecía al grupo de los helenistas, capitaneado por Este-
la espiritualidad del judaismo; ahora, en cambio, había que traducirlo a ban. Algunos manuscritos traen «helenistas» (hellénistas), en vez de
las categorías del mundo helenístico pagano, pero sin abandonar su re- «griegos» (hellénas); pero se trata de un intento secundario de armoni-
ferencia a la Escritura y al Dios de Israel. Seguro que la comunidad de zar el texto, debido a la preocupación por mantener la primacía de Pe-
Antioquía ya había tenido algunas experiencias importantes en este dro con respecto a la misión entre los paganos (10,1-11,18). Cuando
campo, pudiendo Bernabé y Pablo aprovecharlas para elaborar su pro- aparecen juntos «judíos» y «griegos», éstos últimos se consideran como
pio sistema. A pesar de todo, y para aclarar las cosas, hay que añadir el prototipo de los paganos, es decir, del resto de la humanidad, que no
aquí una observación. No se puede afirmar con seguridad que ya en pertenece al pueblo de Dios (cf. Rom 1,16). El contenido de la predi-
aquella época se hubiese llegado a plantear el problema del significado cación queda resumido, de manera programática, en la profesión de fe
esencial de la circuncisión y, por tanto, de la ley, como camino de sal- que constituía la base del cristianismo helenístico: «Jesús es Señor» (cf.
vación. Pablo tuvo sin duda, ya desde el momento de su vocación, la el excurso a 2,21, pp. 85ss).
intuición fundamental de que la ley, en cuanto camino de salvación, ha-
bía quedado derogada por Cristo (Rom 10,4) y que, por tanto, el 21. El éxito de la predicación se describe con giro veterotestamen-
evangelio que había de predicar a los paganos no podía ser esencial- tario: «la mano del Señor estaba con ellos» (2 Sam 3,12; cf. Le 1,66;
mente más que un evangelio liberado de las constricciones de la ley. Hch 13,11), que quiere decir que Dios acompañaba con su poderosa ac-
Pero, por otra parte, todo parece indicar que el problema en torno a la tuación la labor de los predicadores. Por su parte, la expresión «vol-
circuncisión y a la ley alcanzó su fase más aguda sólo después del pri- verse (= convertirse) al Señor» significa que los paganos habían llegado
mer viaje de misión, cuando estalló el conflicto entre Antioquía y Jeru- a profesar su fe en Jesús como Señor, y no simplemente —cosa impor-
salén (cf. 15,1). tante en el contexto de la misión a los gentiles— la fe en el Dios uno y
244 11,19-26: La Iglesia paganocrístiana en Antioquía 11,27-30: La colecta de Antioquía 245

creador; si se tratara de esto último, la expresión tendría que ser, como ción de ese nombre marca la separación de la comunidad con respecto
en 14,15, «volverse (= convertirse) al Dios vivo». al ámbito de la sinagoga y, consecuentemente, la pérdida de los privile-
gios que poseía el judaismo durante el Imperio romano.
22. La función de Bernabé, según la concepción de Lucas, es do-
ble. Por una parte, como enviado oficial de los apóstoles residentes en
Jerusalén, tiene que controlar la legitimidad religiosa de lo ocurrido en
Antioquía; por otra parte, su misión consiste en establecer el vínculo de 4. La colecta de Antioquía
unión entre Jerusalén y la comunidad recién creada, expresando de esta en favor de Jerusalén (11,27-30)
manera que la unidad es una característica esencial de la Iglesia, que no
27
puede ser destruida por diferencias espaciales, lingüísticas o culturales. Por entonces bajaron a Antioquía unos profetas de Jerusa-
lén. 2 8 U n o de ellos, llamado A g a b o , se presentó anunciando,
23. El resultado de la inspección es positivo. Bernabé se da cuenta
movido por el Espíritu Santo, que iba a haber una gran carestía
de que lo que ha pasado en Antioquía no se debe a una iniciativa hu-
mana puramente arbitraria, sino que se trata de una auténtica interven- en todo el m u n d o . Y así sucedió en tiempo de Claudio. 2 y Los
ción de Dios; por eso acepta la nueva realidad salvífica que se mani- discípulos acordaron enviar un subsidio, según los recursos de
fiesta en los sucesos ocurridos en Antioquía. Con un juego de palabras, cada u n o , a los hermanos que vivían en Judea. 3 0 Y lo hicieron,
difícil de traducir, Lucas expresa la correspondencia entre la conducta enviándolo a los ancianos por medio de Bernabé y de Saulo.
de Bernabé, que «se alegró» (echaré), y la actuación de Dios que se
manifiesta como «generosidad» (chatis). Lo típico de la fe, como fruto 27-30. El relato de la colecta organizada por la comunidad de An-
del Espíritu, es dar incondicionalmente la razón a Dios, por encima de tioquía en favor de Jerusalén, a pesar de su brevedad, plantea una serie
cualquier juicio o prejuicio personal. de dificultades que ponen en duda, al menos, la exactitud histórica de
la cronología presentada por Lucas.
24. En ese sentido, lo verdaderamente relevante no es la cualifica-
ción externa, sino las cualidades internas, de los que Bernabé ha dado a) ¿Cómo se puede explicar la llegada a Antioquía de unos pro-
pruebas suficientes al emitir su juicio positivo sobre los sucesos de An- fetas de Jerusalén? En aquella época circulaban por toda la región siro-
tioquía, y que constituyen el fundamento de la presentación que hace el palestinense numerosos profetas, que iban predicando de ciudad en ciu-
v. 23. Por lo demás, ambos calificativos son típicamente lucanos (cf. Le dad, pero que se presentaban individualmente. Además, en el caso de
1,6; 2,25; 23,50; Hch 6,3), como también lo es la fórmula descriptiva Agabo y sus compañeros, no se trata de un grupo de itinerantes, sino
del crecimiento de la comunidad (cf. 2,41.47; 5,14; 6,7, etc). de profetas residentes en Jerusalén (cf. 21,10). La comunidad de Antio-
quía contaba entre sus mismas filas con una buena cantidad de profetas
25. La información sobre el viaje de Bernabé a Tarso entra en el (13,1); por eso, en este aspecto, no tenía ninguna necesidad de re-
relato prácticamente de sopetón; la transición es de lo más abrupta. fuerzos provenientes de Jerusalén.
Hasta este momento, Bernabé sólo ha aparecido como enviado de Jeru- b) La motivación de la colecta, apelando a una carestía universal,
salén; pero ahora hay que suponer, ya que no se dice expresamente, es muy cuestionable. De hecho, no hay datos de que se produjese un
que no volvió allá, sino que fijó en Antioquía el lugar de su actividad. fenómeno de este tipo en tiempos de Claudio. Durante el reinado de
Lo primero que hace es marchar a Tarso, para conseguir la colabora- este emperador (años 41-54) hubo ciertamente algunos años de carestía,
ción de Pablo. pero circunscrita a regiones determinadas. Josefo nos cuenta (Ant. XX
26. La expresión «y así fue como...» indica, de una manera indi- 101) que durante los años 46-47 el hambre causó verdaderos desastres
recta, que aquel año en que ambos personajes trabajaron juntos en An- en Palestina. Las dificultades de abastecimiento de la población se agu-
tioquía fue un período de gracia que Dios le concedió a la comunidad. dizaron el año 47-48, porque fue año sabático, en el que ni se labraba
La palabra «cristianos» (christianoi) es de origen latino y muestra que, la tierra ni se recogía la cosecha. Si realmente existió alguna relación
en el ambiente que rodeaba a la comunidad, «Cristo» se consideraba entre carestía y colecta, ésta tuvo que haberse llevado a cabo durante
como nombre propio. Aparte de estas razones lingüísticas, todos los ese período crítico, digamos hacia el año 48. Pero la cronología lucana
documentos primitivos contradicen la posibilidad de que pueda tratarse está en contradicción con esta fecha, porque, según Lucas, la entrega
de una autodenominación de la Iglesia. En el Nuevo Testamento, este de la colecta coincidió con la persecución de la comunidad de Jerusalén
apelativo aparece únicamente en labios de personas extrañas a la comu- Por Agripa I (años 41-44) que, con toda probabilidad, tuvo lugar du-
nidad (26,28; 1 Pe 4,16; cf. también Suetonio, Vita Cl. 25,4; Tácito, rante los años 43-44. A juzgar por el relato de Lucas, Bernabé y Pablo
Ann. XV 44). Como autodenominación aparece sólo a principios del s. II debieron de estar en Jerusalén durante el tiempo que se prolongó la
en Ignacio de Antioquía (Ef 11,2; Rom 3,2; IgnMagn 10,3). La acuña- Persecución (12,24s).
246 11,27-30: La colecta de Antioquía 11,27-30: La colecta de Antioquía 247
c) La participación de Pablo en la entrega de la colecta (v. 30) está encontrar un apoyo indirecto en la mención de Bernabé. Es evidente
en contradicción con su propio relato en Gal 1,18; 2,1, donde afirma que la tradición hace referencia a la época de actividad de Bernabé en
que entre su vocación y el concilio de Jerusalén no visitó la ciudad más Antioquía, es decir, al tiempo que transcurrió entre la fundación de la
que una sola vez (cf. el comentario a 9,23-30). comunidad y el concilio de Jerusalén. Por otra parte, Bernabé procedía
Para resolver estas dificultades se han propuesto las más variadas de la comunidad de Jerusalén y tuvo que estar ( interesado, desde el
soluciones, sin que ninguna de ellas llegue a convencer plenamente. principio, en establecer contactos entre su comunidad de origen y los
Muchos exegetas creen que este viaje para entregar el producto de la cristianos de Antioquía. Además, Bernabé había sido uno de los pio-
colecta y el que realizaron Bernabé y Pablo con motivo del concilio neros de la comunión de bienes que se practicaba en Jerusalén (4,36s).
—del que se habla en Hch 15 y en Gal 2,1-10— no son más que un Por tanto, ¿podría extrañar que le hubiera venido la idea de estable-
único viaje. Lucas habría pensado erróneamente que la tradición reco- cer también en Antioquía, aunque de forma diversa, una igualdad entre
gida en 11,27-30 era el relato de un viaje precedente, y por eso le pobres y ricos, que poco a poco fuese adquiriendo carácter universal?
asignó una fecha anterior. En favor de esta opinión se podría aducir la De ser así, Bernabé, con aquella primera colecta en Antioquía, habría
circunstancia de que el concilio de Jerusalén, según la datacion más creado un modelo para la gran colecta que más tarde el concilio de Je-
probable, tuvo lugar el año 48; en este caso, habría coincidido con la rusalén impuso como obligatorio a toda la Iglesia de los paganos (Gal
época más aguda del hombre que azotó a Palestina. Con todo, hay que 2,10).
reconocer —y en esto radica la mayor dificultad— que en Gal 2,10 se Lucas no ha intuido todas( estas conexiones, porque el tema «co-
habla únicamente de la decisión de organizar una colecta en el futuro, lecta» no desempeña en su obra —y esto es realmente sorprendente—
pero no se dice que entonces se entregase el producto de una colecta ya más que un papel muy secundario; por ejemplo, no menciona en abso-
realizada. Otra opinión propone que Lucas se habría equivocado al luto, por razones de su concepción histórica, la colecta paulina que
atribuir una fecha anterior al relato de una colecta que, como resultado tuvo lugar más tarde (cf. el comentario a 21,15-26). Mientras buscaba
de la decisión del concilio (Gal 2,10), se llevó a cabo tanto en Antio- una motivación para la colecta, de la que hablaba la tradición antio-
quía como en el resto de las comunidades cristianas procedentes del pa- quena, se encontró con otra tradición, la de Agabo y su anuncio de la
ganismo. También esta opinión tiene algunos argumentos a su favor. gran carestía; unió a esta última el viaje del profeta a Antioquía, y así
Sin embargo, en este caso, habría sido difícil que los portadores de la logró establecer una relación inmediata entre la profecía y la comuni-
colecta hubieran sido Bernabé y Pablo, ya que éstos no se quedaron en dad antioquena. Más aún, igual que en su refundición de otras tradi-
Antioquía después del concilio de Jerusalén; aparte de que, de ser así, ciones sobre Bernabé (cf. el comentario a 14,8-14), ha unido a éste el
la motivación de la colecta por la profecía de Agabo no podría encajar nombre de Pablo, probablemente sin prestar demasiada atención; para
en esa situación, ya que el verdadero motivo hsrbría que buscarlo en el Lucas era un hecho que en aquella época Pablo tenía que tomar parte
acuerdo tomado en Jerusalén (Gal 2,10). en todas las actividades de Bernabé.
Tal vez se pueda llegar a adquirir una mayor claridad de ideas si se
examinan las características de la tradición que Lucas ha reelaborado 27. La indicación temporal «por entonces» (cf. 1,15) sirve de unión
en este pasaje. En efecto, se puede constatar que los vv. 27-30 no re- con el relato precedente. Lucas piensa que con la llegada de los pro-
producen una tradición unitaria, sino que están compuestos de noticias fetas de Jerusalén se ha cumplido ese «año» de que se habla en el v.
e indicaciones de diversa índole, igual que 11,19-26. Es claro que el v. 26. Esta es la primera vez que en el libro de los Hechos aparecen direc-
28 contiene una tradición, probablemente originada en Jerusalén, sobre tamente unos profetas. Su significado para la Iglesia que iba formán-
la profecía de Agabo; Agabo predijo la gran carestía, y así sucedió. Los dose en Siria y Palestina fue seguramente mayor de lo que nos da a en-
vv. 29s sintetizan una antigua tradición de Antioquía referente a una tender Lucas, empeñado en relegar a segundo plano el fenómeno
colecta que se hizo en favor de Judea. La antigüedad de esta tradición carismático-profético. La función que aquí se les atribuye, es decir, re-
queda documentada por la explícita mención de los «ancianos», como velar el futuro, no es precisamente la más típica; el cometido funda-
depositarios de la colecta; si Lucas hubiera formulado personalmente mental de la profecía consiste en anunciar la voluntad del Señor glorifi-
esta frase, habría escrito «apóstoles», en vez de «ancianos». La tradi- cado, con toda su vigencia para el momento presente (Ap 1,3; 19,10),
ción sólo mencionaba a Bernabé como portador de la colecta. Proba- en dar voz a las instrucciones del Espíritu (cf. 11,28), y en descubrir y
blemente Lucas encontró estos datos entre las tradiciones que circula- revelar los secretos del corazón humano (1 Cor 14,24s).
ban en Antioquía a propósito de Bernabé. Todo esto quiere decir que,
originariamente, la profecía de Agabo no tenía nada que ver con la co- 28. Tal vez la predicción de la carestía por boca de Agabo estaba
lecta de Antioquía. originariamente relacionada con el anuncio de las angustias del final de
Con esto cae por su base cualquier fundamento directo para datar 'os tiempos, que se consideraba inminente (Me 13,8; Mt 24,7; Le 21,22;
históricamente la tradición relativa a la colecta; pero tal vez se pueda Ap 18,8).
248 12,1-23: Persecución de la Iglesia 12,1-23: Persecución de la Iglesia 249
El texto occidental añade aquí una frase, en la que aparece por pri- a los judíos, procedió a detener también a Pedro. Era por los
mera vez en la narración de Hch el uso de la primera persona del plu- días de Pascua. 4 Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encar-
ral, el famoso y tan controvertido «nosotros» (cf. el comentario a gando de vigilarlo a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno;
16,10): «Y se produjo una gan alegría. Mientras estábamos reunidos,
uno de ellos, llamado Agabo, anunció...,». El motivo de esta adición, tenía intención de hacerlo comparecer en público pasadas las
ciertamente secundaria, fue probablemente la identificación de Lucas fiestas de Pascua. 5 Ahora bien, mientras custodiaban a Pedro en
con Lucio, mencionado en 13,1. la cárcel, la comunidad rezaba a Dios por él insistentemente.
6
La frase «y así sucedió en tiempo de Claudio» pretende dejar cons- La noche antes de que lo sacara Herodes estaba Pedro dur-
tancia de que la profecía de Agabo tuvo realmente cumplimiento histó- miendo entre dos soldados, atado con dos cadenas, y unos centi-
rico. nelas hacían guardia a la puerta de la cárcel.
7
En esto se presentó el ángel del Señor y se iluminó el cala-
29. El paso a la acción queda introducido por una determinación
tomada en el curso de una asamblea comunitaria. De acuerdo con la bozo. Dándole unos golpes en el costado, despertó a Pedro y le
norma de la comunión de bienes que se practicaba en Jerusalén, tam- dijo:
poco aquí, en Antioquía, se impone obligación alguna a cada individuo —Date prisa, levántate.
en particular. Sobre la base de una actitud responsable con respecto a Las cadenas se le cayeron de las manos. 8 Y el ángel añadió:
los hermanos, se deja a la libre decisión personal la cantidad con que —Ponte el cinturón y las sandalias.
cada uno quiera colaborar. La palabra griega diakonia, que hemos tra- Pedro obedeció. Y el ángel le dijo:
ducido por «subsidio», significa literalmente «servicio», y en el Nuevo —Échate la capa y sigúeme.
Testamento tiene generalmente el significado concreto de servicio mu- 9
Pedro salió detrás, sin saber si lo que hacía el ángel era real,
tuo entre los cristianos, según la norma establecida por Jesús para los pues todo aquello le parecía una visión. "'Atravesaron la primera
suyos (Me 10,45; Le 22,27; Rom 12,7; 1 Cor 12,5; 2 Cor 4,1; 5,18; 6,3 y segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la ca-
etc). Tanto aquí como en Pablo (2 Cor 8,4; 9,1.12s) aparece como tér- lle, y se abrió solo. Salieron, y caminaron hasta el final de la ca-
mino técnico referido a la colecta; lo que implica que la idea de servi-
cio, inculcada por Jesús a su comunidad, se realiza en la mutua ayuda lle; y de pronto el ángel lo abandonó.
material entre los cristianos. "Entonces Pedro se espabiló del todo y exclamó:
—Pues era verdad. El Señor ha enviado a su ángel para li-
30. El dato, ciertamente basado en la tradición, de que los deposi- brarme de las manos de Herodes y de toda la expectación del
tarios de la colecta sean los «ancianos» de Jerusalén es, a primera vista, pueblo judío.
sorprendente, porque hasta este momento Lucas ha presentado como 12
únicos responsables de la comunidad precisamente a los apóstoles. Pero Una vez que cayó en la cuenta de lo que había sucedido fue
la autenticidad histórica de este dato queda confirmada en 15,6. Todo a casa de María, la madre de Juan Marcos, donde había nume-
ello hace suponer que hacia el año 40 se produjo en la comunidad de rosas personas reunidas en oración.
13
Jerusalén una reestructuración de los niveles directivos. Al irse abando- Llamó a la puerta de la calle, y una muchacha, de nombre
nando progresivamente la* convicción de la inminencia de la parusía y la Rosa, fue a ver quién era. 14A1 reconocer la voz de Pedro, le dio
esperanza de la inmediata conversión en masa de Israel, el grupo de los tanta alegría que, en vez de abrir, corrió dentro anunciando que
Doce fue perdiendo su significado primitivo. En su lugar, la comunidad Pedro estaba a la puerta.
de lengua aramea instituyó una corporación de ancianos, siguiendo los 15
Ellos le dijeron:
pasos de la comunidad helenística, que ya anteriormente había adop- —Estás loca.
tado este tipo de organización. Pero ella insistía en que era verdad.
Los otros decían:
—Será su ángel.
5. Persecución de la Iglesia de Jerusalén 16
A todo esto, Pedro seguía llamando. Fueron a abrirle y, al
por Herodes Agripa I (12,1-23) verlo, se quedaron de una pieza. 17Con la mano les hizo una
seña para que se callaran, y les contó cómo el Señor lo había sa-
12 'Por aquel entonces, el rey Herodes, con la peor intención, cado de la cárcel. Finalmente les dijo:
echó mano a algunos miembros de la Iglesia. 2 Hizo pasar a cu- —Decídselo a Santiago y a los hermanos.
chillo a Santiago, hermano de Juan; 3y, al ver que esto agradaba A continuación, salió y se fue a otro lugar.
250 12,1-23: Persecución de la Iglesia 12,1-23: Persecución de la Iglesia 251
18
A1 hacerse de día se armó un buen alboroto entre los sol- persecución contra Esteban, la situación de la comunidad de lengua
dados, preguntándose qué había sido de Pedro. aramea, dentro del judaismo, había evolucionado notablemente. Por
19
Herodes hizo pesquisas, pero no pudo dar con él. Entonces una parte, se habían desbaratado las esperanzas de una rápida conver-
sión masiva de Israel. Y por otra, habían recaído sobre la comunidad
interrogó a los guardias y mandó ejecutarlos. las sospechas del creciente nacional-judaismo sobre la vinculación de
Después bajó de Judea a Cesárea y se quedó allí. los cristianos con ciertos círculos más bien laxos en cuanto a la obser-
20
Estaba furioso con los habitantes de Tiro y de Sidón. Se le vancia de la ley, que actuaban fuera del territorio de Judea. Los fariseos
presentó una comisión, que después de ganarse a Blasto, cham- ya no eran propensos a ver en esa comunidad una rama judía, digna de
belán real, solicitó la paz, porque recibían los víveres del territo- tolerancia, sino que la combatían como una secta extraña al judaismo y
rio de Herodes. enemiga de la nación.
21
E1 día señalado, Herodes, vestido con el manto real y sen- Ya que Pedro, según todos los indicios (cf. el comentario a 10,1-
tado en la tribuna, les dirigió un discurso. 22 La plebe vociferaba: 11,18), se perfilaba dentro de la comunidad como el paladín de una
—¡Palabras de dios, no de hombre! apertura a los paganos, era natural que fuese él el primer blanco de las
23 iras de los fariseos. En esta situación, Agripa podía tener esperanzas de
Pero de pronto, el ángel del Señor lo hirió, por haber usur-
pado el honor de Dios, y expiró roído de gusanos. que, si tomaba medidas contra Pedro, ganaría popularidad entre los ju-
díos (vv. 3s). Pedro logró escapar a duras penas de la persecución;
1-23. La posición privilegiada que ocupa este capítulo se debe al pero, por lo menos durante el reinado de Agripa, tuvo que desaparecer
sincronismo que establece entre la historia de la comunidad cristiana y de Jerusalén y renunciar a la dirección de la comunidad. Este es el nú-
la historia universal. La base de esta correspondencia es la persecución cleo histórico de los acontecimientos narrados en Hch 12.
desencadenada por el rey Agripa I, al que Lucas, siguiendo el uso po- La comunidad, por su parte, trató de adaptarse a la nueva situación,
pular, llama «Herodes», que era el nombre de la dinastía. poniendo al frente de sus destinos a un hombre irreprochable en cuanto
Agripa fue una de las figuras más versátiles en el juego de intereses a fidelidad a la ley judía, Santiago, el pariente del Señor. La tradición
políticos que se desató por entones en las provincias orientales del Im- primitiva lo menciona entre los testigos de las apariciones del Resuci-
perio romano. Nieto de Herodes el Grande e hijo de Aristóbulo, nació tado (1 Cor 15,7; EvHeb). Probablemente pertenecía al grupo de los
el año 10 d.C. Durante los años de su educación en Roma, tuvo oca- apóstoles, según los criterios vigentes en Jerusalén, y había sido desde
sión de entablar relaciones amistosas con varios miembros de la familia el principio, igual que el resto de sus familiares, miembro de la comuni-
imperial, entre ellos con Calígula y, sobre todo, con Claudio, del que fue dad (cf. comentario a 1,14 y a 1,21).
condiscípulo. Su vida en Roma fue la de un auténtico donjuán, famoso
por sus deudas y por sus devaneos. Su gran oportunidad le llegó el año El capítulo, concretamente 12,1-23, está compuesto por tres relatos
37, cuando su protector, Calígula, subió al trono imperial y le hizo vi- totalmente distintos, todos ellos tomados de la tradición. En primer lu-
rrey de la tetrarquía de Filipo, que comprendía la parte nororiental del gar, una breve indicación sobre el martirio de Santiago, hijo de Zebe-
antiguo reino de Herodes. Mediante una administración inteligente, deo (v. 2); luego, una detallada leyenda personal sobre la liberación de
pronto consiguió extender su poderío. El emperador Claudio, en agra- Pedro de manos del rey Agripa (vv. 4-17); y, finalmente, un relato po-
decimiento por el apoyó que Agripa le había prestado, lo hizo rey de pular de la muerte del rey en Cesárea (vv. 20-23).
toda Judea el año 41. De esta manera quedaba restaurado en toda su a) La indicación sobre la muerte de Santiago (v. 2) proviene de una
extensión el reino de Herodes el Grande. A ejemplo de su abuelo, tradición de Jerusalén. Su brevedad es sorprendente. Cabría esperar
Agripa se dedicó a practicar una hábil política de compromisos. En po- que el martirio de uno de los miembros más significativos del grupo de
lítica exterior procuró comportarse como un moderno soberano hele- los Doce (cf. 1,13) hubiera sido transmitido en forma de un relato deta-
nista y fiel partidario del emperador; sin embargo, en política interior, llado y completo. Desde luego, bien podría ser que Lucas hubiese te-
hizo todo lo posible por demostrar su vinculación a las corrientes más nido a disposición un relato de este tipo, y que lo hubiese abreviado
tradicionales del judaismo. De esta manera se ganó las simpatías de los hasta reducirlo a esta sucinta indicación, porque ya antes, con motivo
fariseos y, con eso, las del pueblo, controlado por ellos. de la muerte de Esteban, había narrado con todo detalle ese martirio, y
Esto fue lo que originó su persecución contra los cristianos, que por quería evitar duplicados. Pero en todo esto no se puede ir más allá de
primera vez afectó a toda la Iglesia en general y no sólo, como ante- meras conjeturas.
riormente, al círculo de Esteban (6,8ss). Evidentemente, Agripa favore- b) La leyenda sobre la liberación de Pedro (vv. 4-17) es el último
cía los intereses de los fariseos, al oponerse a un movimiento que se iba eslabón de la cadena de narraciones sobre Pedro, reelaboradas por
haciendo cada día más sospechoso de una ruptura con la unidad reli- Lucas (cf. 3,1-10; 9,32-43; 10,1-48). En 5,19-22 se encuentra una va-
gioso-nacionalista del judaismo. En los diez años transcurridos desde la riante de esta narración, en forma abreviada. El relato del cap. 12 se
252 12,1-23: Persecución de la Iglesia 12,1-23: Persecución de la Iglesia 253

caracteriza por su estilo detallista y por el graficismo de la presenta- castigo de Dios, por haber aceptado honores divinos y haber sucumbido
ción. Una serie de rasgos pintorescos (vv. 7.14b) se conjugan con otros, así a la tentación del culto al soberano, cosa execrable para los judíos.
que solicitan la sensibilidad del lector (v. 14a). Si se quiere determinar En este punto, el relato lucano muestra claramente su procedencia ju-
la orientación del relato y, consecuentemente, su ambiente originario, día. Si se tratase de una presentación específicamente cristiana, habría
habrá que partir del supuesto de que la escena del reconocimiento y de que esperar una interpretación de la muerte de Agripa como castigo
la despedida en casa de María (vv. 12-17) tienen prácticamente el por haber perseguido a la comunidad, pero no hay ni rastro de tal in-
mismo alcance y la misma importancia que la escena de la liberación terpretación. En cuanto a las circunstancias históricas que acompañaron
prodigiosa (vv. 4-11). La demostración pública del prodigio, con la que al suceso, lo más probable es que el relato lucano se ajuste a la reali-
se cierra el relato, y que causa sorpresa y admiración, pertenecen al es- dad, al poner la muerte del rey en relación con unos festejos que cele-
tilo propio de las narraciones de milagro. Los vv. 12-17 cumplen real- braban la liquidación de un conflicto local.
mente esta función demostrativa, pero no se agota aquí su significado. Combinando estas tres tradiciones, consiguió Lucas un relato rico en
Hay que notar, además, que la demostración del prodigio, en esta parte contrastes de gran efecto. La composición tiene dos partes. La narra-
conclusiva del relato, sucede ante los miembros de la comunidad y no ción de la muerte de Agripa es el reverso de la liberación de Pedro. La
ante Herodes y su gente, como cabría esperar, dada la composición de finalidad del relato consiste en demostrar que la actuación de Dios li-
la primera parte; esto se adaptaría mejor al esquema narrativo de los bera a su Iglesia de cualquier amenaza, aparentemente ineludible, y le
relatos de liberación (cf. 5,23s). Por tanto, la narración llega a su abre espacio para una actividad ulterior. Dios no se contenta con pres-
punto culminante precisamente en esta última parte. tar ayuda a Pedro, protegiéndolo contra la inminente agresión del ene-
¿En qué consiste realmente esta culminación? En primer lugar, migo, sino que se preocupa, más bien, de que el enemigo quede radi-
queda bien claro, por encima de las dudas de la comunidad, que Pedro calmente eliminado. El apunte sobre la muerte de Santiago no tiene, de
ha podido librarse de las maquinaciones de Herodes únicamente por sor sí, ningún peso en la composición. Lucas menciona esta circunstan-
una directa intervención de Dios; y en segundo lugar, se da la razón del cia como introducción a la primera parte (vv. 1-3); su función consiste
hecho y del modo con que Pedro ha justificado ante la comunidad su ;n poner de relieve la magnitud del peligro que se cierne sobre Pedro.
desaparición de Jerusalén. En el v. 17, la escena del reconocimiento es, \simismo hay que considerar como redaccional la transición entre la
a la vez, una despedida. Según todas las apariencias, el relato tuvo su primera y segunda parte (vv. 18s), que describe la reacción del rey
origen en Jerusalén, en círculos cercanos a Pedro, con la intención de inte la liberación de Pedro y el subsiguiente viaje de Agripa a Cesárea.
evitar posibles falsas interpretaciones del hecho de que el antiguo diri-
gente de la comunidad desapareciese de Jerusalén, en conexión con la 1. La vaga indicación temporal sirve de unión con lo precedente.
actividad persecutoria de Agripa. No se trató de una huida por decisión >egún la concepción de Lucas, la persecución se desató precisamente
arbitraria de Pedro, que podría dar pie a las críticas de la comunidad, :uando Bernabé y Pablo acababan de llevar a Jerusalén la recaudación
sino de una intervención divina para liberar al apóstol, que tenía que ie la colecta organizada en Antioquía (11,30; 12,25). «Algunos miem-
provocar una alabanza a Dios. La realidad histórica subyacente a esta )ros de la Iglesia» caen bajo la amenaza del rey. Es decir, la animosi-
leyenda es difícil de determinar. Quizá se pueda reducir al hecho de lad de Agripa no descarga sobre todos los miembros de la comunidad,
que Pedro logró escapar de la prisión en circunstancias más bien dra- ino únicamente contra sus jefes, que eran los que aparecían en público
máticas, y que el grupo de María y su hijo Juan Marcos le ayudaron a ' los que se habían atraído las iras de los fariseos (cf. v. 3).
abandonar secretamente la ciudad.
c) La tradición sobre el final del rey Agripa (vv. 20-23) coincide, en 2. El rey tenía jurisdicción para condenar a muerte. Pero no se ha-
sus puntos fundamentales, con la descripción que nos da Josefo (Aní. »la de un proceso judicial contra Santiago; probablemente Lucas piensa en
XIX 343-350), aunque no se puede postular que el relato de Hch de- ina ejecución arbitraria y al margen de las normas legales. La decapita-
penda directamente del historiador judío. Según Josefo, la estancia de rán por espada era costumbre romana, no judía. Entre los judíos sólo
Agripa en Cesárea se debió a que «había tenido conocimiento de que e pasaba a cuchillo a los asesinos y a los habitantes de una ciudad cap-
se iban a organizar unos festejos por la salud del emperador». Vestido turada (San 9,1). Con bastante frecuencia se ha propuesto la hipótesis
con un manto bordado en plata, el rey se presentó por la mañana en el le que, juntamente con Santiago, también su hermano Juan habría
teatro. Ante el esplendor de sus vestidos bajo los rayos del sol, sus par- ufrido el martirio durante esta persecución de Agripa. Como funda-
tidarios empezaron a vitorearlo y aclamarlo como a un dios en figura mento de esta propuesta se aduce la antigua tradición conservada en
humana; y el rey aceptó complacido el homenaje. Pero el castigo por ^c 10,39, en la que Jesús anuncia el martirio de los dos hijos de Zebe-
esa arrogancia sobrevino de inmediato; un buho, signo de mal agüero, 'eo. Pero en contra está el testimonio de Gal 2,9, donde aparece Juan
se posó sobre su cabeza. Enseguida el rey se sintió mal, y falleció al °rno uno de los interlocutores de Pablo durante el concilio de Jerusa-
;
cabo de cinco días. Ambos relatos atribuyen la muerte de Agripa a un n que, con toda probabilidad, se celebró en la primavera del año 48,
254 12,1-23: Persecución de la Iglesia 12,1-23: Persecución de la Iglesia 255

es decir, unos seis años después de esta persecución. La posibilidad de bio de situación, Dios interviene. Los cuatro piquetes de guardia cum-
que se trate de otra persona, también llamada Juan, no puede tomarse plen fielmente, como todas las noches, su misión de vigilancia. Dos sol-
en consideración. dados montan guardia en el mismo calabozo. Pedro está durmiendo,
3. Ahora, por fin, el motivo de la persecución. El rey quiere ga- probablemente encadenado a ellos, como era costumbre en la Antigüe-
narse las simpatías de los judíos emprendiendo una acción contra los dad. Otros dos centinelas vigilan la puerta del calabozo.
detestados jefes de la comunidad cristiana. Lucas renuncia a dar una 7. Pero ante el ángel del Señor, portador de un encargo divino y
explicación del espectacular cambio de actitud del pueblo con respecto ejecutor de su voluntad de liberación, no hay muros ni guardias ni ba-
a los cristianos (cf. 2,47; 5,14). Después de Santiago, le toca a Pedro: rreras que resistan. El ángel se presenta de repente en medio del cala-
el jefe de la comunidad de Jerusalén va a ser la segunda víctima. Es bozo. La luz que lo envuelve es signo del mundo sobrenatural, que él
evidente que a Pedro le espera el mismo destino que a Santiago. No se representa, y a la vez símbolo de liberación. Todo lo que sigue va a es-
ve claramente el porqué de la indicación temporal «era por los días de tar dirigido por el ángel. Tres veces va a tener que interpelar a Pedro,
Pascua». Literalmente la frase se refiere a la semana siguiente al día de para irlo espabilando gradualmente, sacándolo de su apatía y disponién-
Pascua (día 14 de Nisán), pero parece que Lucas piensa en el día dolo a aceptar el camino que se le abre hacia la libertad. El primer im-
mismo de Pascua (Le 22,1). ¿Se quiere insinuar una correspondencia perativo, subrayado enérgicamente por un golpe en el costado de Pe-
temporal entre el arresto de Jesús y el de su discípulo, precisamente en dro, despierta al apóstol y le manda que se levante. Al mismo tiempo,
torno al día de Pascua? La continuación del relato no da indicación al- se rompen milagrosamente las cadenas. Este dato, aunque en estrecho
guna en este sentido. Por eso, lo más probable es que la indicación paralelismo literario con la famosa escena de «Las Bacantes» de Eurí-
temporal pretenda dar una razón precisa del comportamiento del rey. pides (443ss), no se puede atribuir a una dependencia servil con res-
La fiesta de Pascua, en la que Jerusalén se llenaba de peregrinos, era la pecto al dramaturgo griego; se trata, más bien, de un elemento amplia-
mejor ocasión para explotar la sensibilidad del pueblo. Si Agripa demos- mente documentado en la costumbrística popular. De la reacción de los
traba entonces una decidida actitud projudía, podía estar seguro de guardias no se dice ni una palabra; ¿es que el ángel los ha adormecido?
que produciría un gran efecto sobre las masas populares.
8-9. Dos nuevos imperativos del ángel consiguen finalmente que
4. Agripa manda encarcelar a Pedro. Su intención es montar, pa- Pedro, aún medio dormido, logre a duras penas ponerse la capa y salir
sada la fiesta de Pascua, un proceso espectacular con fines propagandís- detrás de él. Pedro se mueve como un autómata; no sabe si lo que está
ticos. La narración acentúa dos aspectos: por una parte, las especiales viviendo es sueño o realidad.
medidas de seguridad y de vigilancia, y por otra, la total pasividad de
Pedro. Así se crea un marco apropiado para dar relieve al aconteci- 10. Guiado por el ángel, pasa el primero y el segundo puestos de
miento prodigioso de la liberación. En efecto, queda claro que la inter- guardia; el portón exterior se abre solo —otro de los elementos caracte-
vención de Dios transforma radicalmente una situación desesperada, rísticos de este tipo de relatos— y el ángel le acompaña hasta el final
desde el punto de vista humano, en la que Pedro sólo desempeña el pa- de la calle, mientras la ciudad duerme, de modo que Pedro quede ple-
pel de destinatario. El prisionero está rodeado de un sistema de vigilan- namente al seguro.
cia perfectamente controlado. La responsabilidad de custodiarlo está 11. De pronto el ángel desaparece. Y sólo entonces Pedro, lleno
encomendada a no menos,de dieciséis guardias, divididos en cuatro pi- de asombro, cae en la cuenta de la actuación divina en su favor. Dios
quetes de cuatro soldados cada uno, que se van relevando en turnos lo ha librado no sólo de las manos de Herodes, sino del odio de los ju-
sucesivos. Se puede pensar que la prisión era un calabozo del palacio díos, que significaba una muerte cierta.
de Herodes, situado junto a la actual puerta de Jafa.
12. Lo primero que hace Pedro es dirigirse a la casa donde está
5. Una fundida narración abre paso a una situación de contraste. reunida la comunidad. La casa de María, madre de Juan Marcos, era la
Mientras Pedro se encuentra en la cárcel, sin posibilidad de evasión, la más indicada. Sus propietarios debían de ser gente bien conocida. Se-
comunidad está reunida en oración por él, presentando ante Dios el gún Col 4,10, Marcos era primo de Bernabé, con quien aparece vincu-
apuro en que se encuentra Pedro y que, en realidad, es el mismo que lado en el v. 25 y, más tarde, en 15,37.39, aunque en estos últimos pa-
amenaza a toda la Iglesia. Evidentemente se trata de una oración que sajes no se mencionan el parentesco que existía entre ambos (cf.
compromete a la comunidad entera, a pesar de que se lleva a cabo en además Flm 24; 2 Tim 4,11; 1 Pe 5,13). El hecho de que María sea pre-
una casa particular, concretamente en casa de María (v. 12). sentada con el nombre de su hijo, y no con el de su marido, no es nor-
mal; todo da a entender que Juan Marcos era un personaje universal-
6. Van pasando los días y las noches, y Pedro sigue en prisión, sin
mente conocido.
que ocurra nada especial. Pero de pronto, precisamente la noche antes
del día fijado para el proceso y cuando ya nadie podía esperar un cam- 13. Tenía que tratarse de una casa señorial, ya que poseía un por-
256 12,1-23: Persecución de la Iglesia 12,24-25: Vuelta de Bernabé y Pablo a Antioquía 257

tico, separado de las habitaciones propiamente dichas por un patio inte- troduciendo de nuevo la figura de Agripa. El paralelismo con 5,21-24
rior. La narración introduce una vez más un contraste de gran efecto; es manifiesto. Gráficamente se describe la perplejidad de los guardias
mientras dentro de la casa la comunidad está orando por la liberación al descubir que Pedro ha escapado. El rey, considerándolos responsa-
de Pedro, resulta que éste, ya liberado, está llamando a la puerta exte- bles de lo sucedido, les pide cuentas y luego los manda «ejecutar». Se-
rior. gún el principio de que un guardia tiene que responder con su propia
vida de la seguridad de un prisionero cuya vigilancia se le ha encomen-
14-15. La reacción de la comunidad ante la noticia que trae la mu-
dado (cf. 16,27; 27,42), la huida de Pedro comportaba para sus guar-
chacha, trastornada por la alegría, es muy curiosa; en realidad, no
dianes la pena de muerte.
creen que Dios haya escuchado su oración. El prodigio es demasiado
Herodes, una vez terminada la semana de Pascua, que había pasado
grande para que puedan comprenderlo. Pero, en todo caso, llegan a ad-
en Jerusalén, se volvió a Cesárea, su residencia habitual.
mitir que hay un ángel llamando a la puerta. En esta afirmación se tras-
luce la idea de que cada persona tiene su propio ángel de la guarda, 20. Y allí muere Agripa. Una descripción sumamente concisa de los
que se le parece tanto, que hay que considerarlo como su doble, de ori- acontecimientos políticos que precedieron a la muerte del rey sirve de
gen celeste (cf. sal 91,11; Tob 5,22; Mt 18,10; Herm [v] V 4.7). introducción al relato. Agripa había declarado una guerra comercial a
Tiro y Sidón, ciudades marítimas de la vecina provincia romana de Si-
16. Sólo la insistencia con que Pedro sigue llamando, con peligro
ria. No se puede pensar que se tratase de un conflicto bélico, porque
de que los posibles perseguidores lleguen a descubrirlo, logra que los
las autoridades romanas no lo habrían tolerado. Agripa había decretado
reunidos se pongan por fin en movimiento y le abran la puerta.
un embargo de mercancías, que supuso un duro golpe para esas ciu-
17. La tensión de la comunidad se desahoga en un estallido de dades, cuya subsistencia dependía de los envíos de grano procedentes
gritos incontrolados; pero Pedro, haciendo una seña con la mano, logra de Palestina (1 Re 5,25; Éz 27,17). Por eso, procuraron ganarse a
calmar la excitación. Pedro se contenta simplemente con relatarles lo Blasto, chambelán del rey, probablemente por medio del soborno, para
que le ha sucedido; pero este relato adquiere, en cierto sentido, carác- que interviene como mediador; sólo él podía influir a Agripa e
ter oficial, dada la recomendación que se añade: «Decídselo a Santiago inclinarlo a una transacción.
y a los hermanos». La comunidad entera y su nuevo dirigente deben
21-22. El restablecimiento de las relaciones comerciales se iba a
enterarse de que Pedro ha sido liberado. Por primera vez en Hch, apa-
celebrar con una serie de festejos públicos. «El día señalado» el rey,
rece la figura de Santiago. ¿Habrá que atribuir a un descuido de Lucas,
sentado en la tribuna, pronunció un discurso ante los embajadores de
en cuanto narrador, el hecho de que no presente a sus lectores a este
Tiro y de Sidón y ante todo el pueblo de Cesárea. La masa (de paganos),
nuevo personaje, dando algunos datos aclaratorios sobre su personali-
entusiasmada, se puso a vitorear al rey, aclamándolo como a un dios en
dad? La recomendación de Pedro, que seguramente ya se encontraba
figura humana; y al rey le agradó el homenaje.
en la tradición prelucana, deja entrever que en la época de la persecu-
ción de Agripa la figura de Santiago ya ocupa, junto a Pedro, un 23. El ángel del Señor es el ejecutor del castigo divino (2 Sm
puesto directivo en la vida de la comunidad. Pero, querer interpretar 24,16; 2 Re 19,35). Morir roído de gusanos es un término común de la
este encargo de Pedro como una transmisión directa de la dirección de medicina popular en la Antigüedad. Los detalles de la muerte de Agripa
la comunidad en manos de Santiago, es forzar demasiado el texto. tienen un cierto parecido con el relato de la muerte del gran perseguidor
La escena termina con la salida de Pedro para marcharse «a otro lu- de los judíos, Antíoco IV Epífanes (2 Mac 9,5-9). Así terminan los ene-
gar». Este dato, en sí tan enigmático, quiere decir simplemente que Pe- migos de la Iglesia de Dios.
dro trató de ponerse al seguro de las asechanzas de Herodes. Sobre su
actividad posterior, el Nuevo Testamento no nos da más que un par de
indicaciones. Posiblemente, hasta la muerte de Agripa, Pedro permane-
ció en alguna de las comunidades judeocristianas de Siria, tal vez en la 6. Vuelta de Bernabé y Pablo a Antioquía (12,24-25)
misma Antioquía. Lo volveremos a encontrar en Jerusalén con ocasión
24
del concilio apostólico (15,7; Gal 2,7ss), pero ya no como dirigente de La palabra del Señor crecía y se propagaba. 2 5 Bernabé y
aquella comunidad local, sino como portavoz autorizado de la misión Saulo, cumplido su servicio, se volvieron de Jerusalén, lleván-
judeocristiana. Y en cuanto tal va a desarrollar en lo sucesivo una acti- dose con ellos a Juan Marcos.
vidad misionera itinerante (1 Cor 9,5), que probablemente se centró
durante una buena temporada en Antioquía (Gal 2,11), y que final-
24-25. Este breve intermedio, totalmente redaccional, establece
mente lo llevó hasta Roma. u
na sincronización entre los datos de 11,27-30 y 12,1-23. La intención
18-19. Un breve epílogo redondea esta parte de la narración, in- de Lucas es crear la impresión de que Bernabé y Pablo llegaron a Jeru-
9
258 13,1-3: Misión de Pablo y Bernabé 13,1-3: Misión de Pablo y Bernabé 259
salen inmediatamente antes de la persecución de Agripa, y permanecie- puede considerarse lucano. Con toda probabilidad los vv. ls no consti-
ron en la ciudad hasta que terminó. Es evidente que, al componer su tuyen una tradición aislada procedente de la comunidad antioquena,
relato, Lucas se ha dejado llevar de la idea de la unidad de la Iglesia. sino el comienzo de una fuente escrita, que enumeraba las principales
Lo que quiere decir es que, precisamente en las horas difíciles, las co- etapas del viaje de Bernabé y Pablo, y describía sucintamente la mar-
munidades de Jerusalén y de Antioquía, a pesar de sus discrepancias, cha de la actividad misionera. Este relato bien pudo ser obra de uno de
están íntimamente unidas. los participantes directos en la misión, escrito inmediatamente después
del viaje y conservado en Antioquía. A esta fuente se pueden atribuir
24. Cuando Lucas habla de «crecimiento de la palabra del Señor», 13, ls.4s.l3-14a.43-54a. 49-52; 14,ls. 4-7.21.22a. 24-27.
no se refiere a los grandes éxitos misioneros que se habrían producido en
Jerusalén después de la persecución; en la concepción de Lucas, la 1. Los profetas y maestros son las figuras clave de la comunidad
época de la espectacular expansión de la comunidad de Jerusalén ya ha antioquena. Esto quiere decir que Antioquía sigue en la línea fundacio-
pasado. Lo que pretende con esta indicación, después de los relatos de nal, inaugurada por la misión de los helenistas procedentes de Jerusalén
la gran carestía y de la enconada persecución de Agripa, es recordar al (ll,19s). Según todos los indicios, los predicadores pertenecientes al
lector el significado global de los acontecimientos. No hay crisis o agre- círculo de Esteban habían quedado profundamente marcados por el pri-
sión que pueda detener el camino de la palabra hasta los últimos con- mitivo espíritu de profecía (cf. el comentario a 6,10). En su calidad de
fines de la tierra. Y lo va a demostrar inmediatamente el relato que si- profetas itinerantes, iban de ciudad en ciudad (cf. el comentario a
gue a continuación: la expansión de la comunidad a n t i o q u e n a 8,4s), y en todos los sitios en que se llegaba a fundar una comunidad
(caps. 13-14). estable, como en Antioquía, uno de los elementos dominantes era
siempre el factor carismático.
25. La indicación de que Pablo y Bernabé se llevaron consigo a Al revés que en Jerusalén, donde ya muy pronto aparecieron estruc-
Juan Marcos apunta en esa misma dirección. Este joven jerosolimitano, turas locales de gobierno (11,30; 15,6), en Antioquía aún no había nada
que acaba de ser presentado a los lectores (v. 12), va a ser un estrecho de tipo institucional. Los profetas y maestros eran en realidad predica-
colaborador de Pablo y Bernabé en la gran misión iniciada por la co- dores itinerantes, que se habían establecido en la comunidad, pero que,
munidad de Antioquía (13,5). si el Espíritu se lo mandaba, estaban dispuestos a reanudar su actividad
andariega. Una distinción entre los profetas y los maestros es práctica-
mente imposible. Incumbencia de la profecía era manifestar, bajo la
7. Misión de Pablo y Bernabé (13,1-3) moción del Espíritu, la voluntad del Señor glorificado en cada una de
las situaciones comunitarias (cf. 11,28); a la enseñanza, en cambio, le
13 *En la comunidad de Antioquía eran profetas y maestros competía mantener e interpretar la tradición. Pero en la práctica parece
B e r n a b é , Simeón, apodado el M o r e n o , Lucio el Cireneo, Ma- que ambas funciones recaían sobre el mismo grupo de personas. Estos
naén, que se había criado con el virrey H e r o d e s , y Saulo. profetas-maestros proclamaban la palabra, se cuidaban de la instruc-
2 ción, realizaban prodigios y señales, y también presidían la celebración
U n día, durante una reunión litúrgica acompañada de ayuno,
litúrgica. El hecho de que, siguiendo la indicación del Espíritu, ejercie-
dijo el Espíritu Santo: sen su ministerio de ciudad en ciudad les valió en Antioquía, al revés
— A p a r t a d m e a Bernabé y a Saulo para la tarea a la que los que en Jerusalén (cf. el comentario a 1,15-26), la denominación de
he llamado. «apóstoles». Este apelativo no aparece aquí, pero en seguida lo encon-
3
Después de nuevo ayuno y oración, les impusieron las manos traremos en 14,4.14 (cf. también Did 11,13, donde el mismo grupo de
y los despidieron. personas es llamado unas veces «apóstoles» y otras «profetas»),
La lista de nombres es la tercera que aparece en el libro de los He-
1-3. El relato de la misión antioquena abarca los capítulos 13 y 14 chos (cf. 1,13.23; 6,5). El primer lugar lo ocupa Bernabé (4,36; ll,22s).
del libro de los Hechos. La introducción (13,1-3), al menos en su conte- El segundo, Simeón, presentado como africano, por su sobrenombre de
nido fundamental, está compuesta probablemente de antiguos mate- «el Moreno»; posiblemente provenía de una familia africana de prosé-
riales prelucanos. Tanto la lista de profetas y maestros (v. 1) como la litos. Lucio, que viene en tercera posición, pertenecía al grupo de ju-
elección de Bernabé y de Pablo por intervención del Espíritu (v. 2) tie- díos de la diáspora residentes en Cirene, tantas veces mencionada en
nen todas las características de auténtica tradición. De hecho, en estos relación con el grupo de Esteban (6,9; 11,20); una posible identifica-
dos versículos aparece claramente el ambiente carismático-profético, tí- ción de este Lucio con Lucas carece de todo fundamento. Manaén es el
pico de la comunidad de Antioquía y ajeno a la concepción de Lucas. único que tiene un nombre hebreo ( = «Consolador»; cf. el comentario a
Únicamente el v. 3, sobre todo por su paralelismo con 6,6 y 14,23, 4,36). Venía de una familia judía distinguida, estrechamente relacio-
260 13,1-3: Misión de Pablo y Bernabé Excurso: Primer viaje misionero 261
nada con la corte de los Herodes; en realidad, «se había criado» con el El primer viaje misionero. El relato del libro de los Hechos sobre el lla-
futuro virrey Herodes Antipas. Syntrophos (literalmente: «hermano de mado primer viaje misionero ha dado ocasión a fuertes discusiones en
leche» = «compañero») era el título que se daba en la corte a los niños la investigación reciente. El debate se centra en dos preguntas: el viaje,
que se educaban con un príncipe. No deja de ser sorprendente la men- ¿es realmente histórico? Y, si lo es, ¿se puede decir que la cronología
ción de Saulo-Pablo en último lugar; probablemente esto se debe a que lucana, que pone el viaje antes del concilio de Jerusalén, corresponde
el orden en la lista corresponde a la edad de los mencionados en ella exactamente a la realidad histórica?
(cf. el comentario a 7,58).
a) El argumento más fuerte contra la historicidad del viaje es la
2. En estilo solemne se describe el momento en que la asamblea afirmación de Gal 1,21. En este informe, que se refiere a la época ante-
recibe la decisiva comunicación del Señor glorificado, que habla por el rior al concilio de Jerusalén, Pablo sólo menciona su estancia «en Siria
Espíritu. Los profetas se habían preparado para ella con ayuno y ora- y en Cilicia»; Lucas, en cambio, relata una actividad misionera que se
ción. El ayuno era un medio importante para prepararse a recibir una extiende a Chipre y a las regiones asiáticas de Panfilia, Pisidia y Licao-
revelación divina (Bill. II 241-244). Durante una celebración litúrgica nia. Aparte de esto, se arguye que la ruta lucana, con las dificultades
llega la comunicación esperada; la comunidad tiene que emprender una que supone atravesar la escarpada cordillera del Tauro (cf. el comenta-
nueva y amplia actividad misionera, y los encargados de llevarla a cabo rio a los vv. 13s), es altamente improbable. Por tanto, ¿no se podría
son Pablo y Bernabé. La formulación imperativa deja bien claro que la pensar que Hch 13-14 presentan un «prototipo de viaje» (H. Conzel-
decisión y la elección de los candidatos no es asunto de la comunidad. mann), compuesto de tradiciones aisladas sobre ulteriores viajes histó-
Lo único que ésta tiene que hacer es poner en práctica la soberana de- ricos de Pablo, y en el que Lucas manifiesta su intención de trazar una
cisión del Señor, que ya ha escogido a Bernabé y a Pablo «para esta ta- panorámica de la misión paulina, a base de algunos ejemplos más rele-
rea». vantes?
3. A continuación viene una segunda escena. En el curso de otra Sin embargo, no hay que exagerar estas dificultades. De hecho,
celebración litúrgica, preparada con nuevos ayunos y oraciones, los gran parte del viaje se desarrolla dentro de las provincias romanas de
demás profetas imponen las manos a los dos elegidos y los envían a su Siria y Cilicia y en alguna región limítrofe, entre las que se puede con-
nueva misión. Una vez más Lucas ha compuesto esta escena según la tar Chipre. La penetración hacia Panfilia, Pisidia y Licaonia pudo ha-
práctica eclesial de su tiempo (cf. 6,6). La imposición de manos no berse omitido en Gal 1,21, porque Pablo no la consideraba esencial
debe entenderse aquí como consagración para un ministerio vitalicio, es para la apreciación de conjunto del significado de aquellos años.
decir, como una verdadera ordenación, en el sentido del 1 Tim 4,14; Por el contrario, los argumentos a favor de la historicidad tienen
5,22. Se trata únicamente de invocar sobre los elegidos la generosidad mucho más peso. Ante todo, una constatación de carácter general.
de Dios, para el tiempo que haya de durar ese encargo especial. Lucas no suele inventar acontecimientos o situaciones por motivo del
La designación de dos misioneros refleja una costumbre antigua, puro efectismo literario. Por lo demás, Hch 13-14 están basados en una
que se remonta al mismo Jesús terrestre (Me 6,7; Le 10,1). Pero es tradición sólida y de carácter inconfundible, que difiere considerable-
claro que esta práctica, como se desprende de los relatos siguientes, ex- mente de las tradiciones sobre los posteriores viajes de Pablo. Baste un
perimentó un cambio importante. Los dos misioneros no viajan solos, ejemplo: mientras que en los viajes siguientes, Pablo actúa siempre en
sino que la comunidad les proporciona un equipo de colaboradores, en- virtud de su propia autoridad, en este viaje aparece estrechamente
tre los que se cuenta Juan Marcos (v. 5). Precisamente este punto es el unido a Bernabé, más aún, hasta subordinado a él (cf. 14,12). Pablo es
que manifiesta con mayor transparencia la novedad fundamental de la aquí «apóstol de la comunidad» de Antioquía (cf. 14,4.14).
misión antioquena. Ya hacía tiempo que existían misiones llevadas a b) Muchos exegetas, que admiten la historicidad del viaje, dudan
cabo en solitario por apóstoles o profetas itinerantes; y esto no consti- que Lucas lo haya datado correctamente. En su opinión, hay que po-
tuía una novedad para Pablo. Lo realmente nuevo es que ahora esta nerlo después, no antes, del concilio de Jerusalén; en realidad, una em-
misión hay que realizarla por encargo de una comunidad determinada, presa evangelizadora como ésta, y de tan largo alcance, sólo se puede
y con una responsabilidad de la que hay que rendirle cuentas. La comu- concebir después de la clarificación de los principios fundamentales que
nidad de Antioquía equipaba a sus misioneros, les procuraba colabora- habían de regir la misión a los paganos, según las decisiones de la
dores, y acompañaba con su oración el desarrollo de la actividad evan- asamblea de Jerusalén. En apoyo de esta opinión se aduce la fecha del
gelizadora. De esta manera, Antioquía fue el punto de arranque de la concilio, que se pretende anticipar al año 44 por dos razones: primera,
misión paulina y dejó una impronta decisiva en el enfoque de la futura Porque los relatos de los dos viajes de Bernabé y Pablo a Jerusalén
actividad de Pablo. (H,29s y 15,lss) hay que interpretarlos como relatos paralelos de un
único viaje; y segunda, porque el sincronismo establecido por Lucas en
11,30 y 12,1.24-25 hace coincidir ese único viaje —y por tanto, el conci-
262 13,4-12: Misión en Chipre 13,4-12: Misión en Chipre 263
lio— con la persecución de Agripa (año 44). Sin embargo, si se exami- l2
Entonces, al ver aquello, el procónsul cfeyó, impresionado
nan atentamente los datos de Hch en los que supuestamente se funda por la doctrina del Señor.
esta cronología, se verá claramente la fragilidad de su fundamento (cf.
el comentario a 11,27-30). Además, los datos de Gal 1,18 y 2,1 contra- V. 10: Os 14,10.
dicen esa opinión. En efecto, entre la vocación de Pablo, que difícil-
mente se puede poner antes del año 34, y el concilio de Jerusalén me- 4-12. Dentro del relato antioqueno sobre la ruta seguida por los
dia un período de al menos catorce años. Pero, sobre todo, por lo que predicadores, a la que sin duda pertenecen los vv. 4s, Lucas ha interca-
toca al punto central de la argumentación, es claro que el primer viaje lado una leyenda de evangelización (vv. 6-12), que tiene a Pablo como
misionero no es consecuencia, sino presupuesto del concilio apostólico. protagonista. Además de la colección de leyendas sobre Pedro, cuyo úl-
Este viaje no implica la apertura a una misión entre los paganos con ca- timo exponente hemos encontrado en 12,4-17, Lucas disponía de otra
rácter programático y universal, sino que está claramente limitado tanto serie de leyendas sobre Pablo, desde luego notablemente más reducida.
en su ámbito geográfico como en su concepción teológica de la Iglesia. A este grupo pertenecen, además de 13,6-12, los episodios narrados en
El hecho de que el viaje «haya abierto a los paganos la puerta de la fe» 14,19s; 19,14-17; 20,7-12. En estas leyendas paulinas, el elemento mila-
(14,27) comporta la necesidad de aquilatar con precisión qué significado groso, aunque no del todo ausente, es mucho menos acusado que en las
tienen la circuncisión y la vigencia de la ley en una comunidad mixta; y tradiciones sobre Pedro. Pablo aparece predominantemente como el
esto fue obra del concilio de Jerusalén. Sólo debido al desenlace posi- gran misionero, cuya actividad se convierte en norma de acción, y
tivo del concilio, Pablo se lanzó a una actividad misionera de alcance como un personaje excepcional, que controla ejemplarmente determi-
universal, continuamente impulsada por la ambición de nuevas con- nadas situaciones típicas de la práctica misionera primitiva. Seguro que
quistas. El Pablo del primer viaje es, en muchos aspectos, totalmente estas tradiciones circulaban en las comunidades paulinas, con el fin de
distinto; aún no le ha llegado el momento del cambio radical en su con- mantener vivo el recuerdo del fundador de la comunidad.
cepción y en su estrategia misionera. La claridad con que el relato del La narración del enfrentamiento de Pablo con el mago Bar-Jesús
primer viaje plantea estas limitaciones es el argumento decisivo a favor nos ofrece una constelación de elementos típicos, altamente significa-
de la exactitud histórica de la cronología lucana. tivos para comprender lo que fue la actividad misionera en el s. I. Fun-
damentalmente todo se reduce a la controversia entre el cristianismo y
el sincretismo dominante en el mundo judío que vivía en ambiente pa-
8. Misión en Chipre (13,4-12) gano. Los misioneros cristianos, en cuanto salían de los límites del ju-
daismo, se veían obligados a afrontar una competencia inexorable. Por
4
C o n esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia, y de todas partes se encontraban santones, charlatanes, filósofos y propagan-
distas, que se disputaban con ellos el favor de las masas. En ese am-
allí zarparon para Chipre.
5 biente reinaba tal confusionismo —y esto es de suma importancia— que
Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las la mayoría de la gente no sabía distinguir quién era quién. Sin duda
sinagogas de los judíos; llevaban como colaborador a J u a n . que muchos tomaron a los predicadores del evangelio por santones
a t r a v e s a r o n la isla hasta Pafos. Allí encontraron a un mago errantes que, como tantos otros, proponían un sincretismo de ele-
judío, profeta falso, llamado Bar-Jesús; 7 vivía con el procónsul mentos de doctrina judía y máximas filosóficas del helenismo. Cierto
Sergio P a b l o , h o m b r e juicioso. El procónsul m a n d ó llamar a que en esta contienda el arma más poderosa de los misioneros cris-
Bernabé y a Saulo, con deseo de escuchar la palabra de Dios; tianos era la claridad unívoca del mensaje de Jesús, Señor y Salvador.
8
p e r o Elimas o el M a g o ( q u e eso significa su n o m b r e ) se en- Pero sólo podrían ganar, si lograban demostrar convincentemente, con-
frentó con ellos, tratando de disuadir al procónsul de abrazar la tra todos sus competidores, la superioridad del Espíritu de Jesucristo.
fe. 9 Entonces Saulo, o sea Pablo, lleno de Espíritu Santo, se le El relato de Hch 13,6-12 viene a ser una demostración en esta línea, al
q u e d ó mirando fijamente 10y le dijo: asignar a Pablo el triunfo sobre su adversario, por ser un carismático
— T ú , plagado de trampas y engaños, hijo del diablo, ene- mucho más poderoso. Esto es lo que ante todo hay que reconocer, a
pesar de que la crítica moderna se pregunte si el milagro que aquí se
migo de todo lo b u e n o , ¿cuándo dejarás de torcer los caminos
realiza es el más adecuado para manifestar el Espíritu de Jesucristo.
derechos de Dios? " P u e s ahora mismo va a descargar sobre ti la
La narración tiene muchos elementos que recuerdan la historia de
m a n o del Señor; te quedarás ciego y no verás la luz del sol hasta
Simón Mago (cf. 8,9-25). Lo mismo que Simón, Bar-Jesús es calificado
su m o m e n t o . como «mago», designación que admite toda una gama de acepciones,
A l i n s t a n t e lo e n v o l v i e r o n d e n s a s t i n i e b l a s , y b u s c a b a a desde representante de una sabiduría oculta hasta embaucador y far-
tientas a alguien que lo llevara de la m a n o . sante. Pero Bar-Jesús es más judío y menos helenista que Simón; no
264 13,4-12: Misión en Chipre 13,4-12: Misión en Chipre 265
derar como un esquema de composición: «Primero los judíos, después
manifiesta ninguna pretensión de ser la potencia divina encarnada ni de
los paganos». En todas las ciudades de su recorrido, lo primero que ha-
transmitir poderes secretos (cf. 8,10); y su personalidad está más desdi-
cen los misioneros es predicar en la sinagoga. Sólo cuando la oposición
bujada que la de Simón. Tal vez se pueda interpretar la figura de Bar-
de los judíos les cierra las puertas se dirigen a los paganos. Pero no
Jesús como el representante de un tipo de «profeta» judío, muy exten-
cabe duda que este esquema se funda, al menos por principio, en una
dido entonces en el mundo helenístico y considerado como una atrac-
realidad histórica. Porque, en primer lugar, para unos judíos como Pa-
ción de orden religioso (cf. 19,13). Las pretensiones que tenía el ju-
blo y Bernabé, la sinagoga era en todas partes el sitio más natural para
daismo de estar en una relación particularmente íntima con un Dios
iniciar contactos. En ella podían encontrarse no sólo con judíos, sino
omnipotente y misterioso, que intervenía en la historia de múltiples ma-
también con paganos adeptos, simpatizantes de la fe de Israel.
neras, no dejaba de causar su efecto en el mundo pagano. Muchos ju-
Además, el hecho de comenzar predicando a los judíos se ajustaba
díos sacaban provecho de esta situación, presentándose como magos o
perfectamente a la convicción histórico-salvífica de Pablo (Rom 1,16),
como profetas. Josefo (Ant. XX 142) habla de un brujo judío, natural
según la cual la evangelización de los paganos nunca puede anteponerse
de Chipre y llamado Átomos, que ejercía un gran influjo en el entorno
a la predicación a los judíos. Por eso, es totalmente inaceptable querer
del procurador romano Félix (cf. 23,24ss).
ver en esta mención de la predicación en las sinagogas un indicio de
Por lo demás, la curiosa circunstancia de que el mago lleve dos
que el v. 5 no pertenece a la tradición antioquena en que se basa el iti-
nombres, Bar-Jesús (v. 6) y Elimas (v. 8), ha llevado a algunos exe-
nerario. Lo que sí parece que hay que atribuir a Lucas es la mención
getas a la conclusión de que el mismo Lucas, o ya la tradición anterior
—un poco extraña, por cierto— de Juan Marcos (cf. el comentario a
a él, han unificado en un solo relato diversas narraciones de contenido
12,25). Se le presenta como «colaborador» (hypérétesj; lo que significa
semejante, que hablaban de dos magos distintos y de su enfrentamiento
que no ejercitaba una actividad independiente, sino que ayudaba a los
con Pablo. Aun tratándose, en este caso, de una constelación de ele-
dos misioneros en la tarea de evangelización.
mentos, típica de la actividad evangelizadora primitiva, en realidad hay
que contar con el hecho de que entonces circulaban muchas narraciones 6. La etapa siguiente —la única, sin duda, sobre la que Lucas po-
como ésta, que se influenciaban recíprocamente. En todo caso, el texto seía una tradición— es Pafos, ciudad costera situada al suroeste de la
no ofrece el más mínimo fundamento para deducir de él directamente isla. La narración va directamente al acontecimiento central, que hizo
que se trate de una composición unitaria en la que se hayan fundido di- célebre la estancia de los misioneros en aquella ciudad: el enfrenta-
versas tradiciones. miento con Bar-Jesús. Su nombre se menciona en primer lugar, aun
antes que el del procónsul; con esto resulta claro quién es el verdadero
4. El viaje empieza en Seleucia, ciudad portuaria situada a unos 25 rival de Bernabé y Pablo. Probablemente Bar-Jesús, igual que el ya
Km al oeste de Antioquía. El primer objetivo es Chipre. Desde la más mencionado Átomos, era una especie de teólogo y astrólogo de la
remota Antigüedad, la isla de Chipre había sido el puente cultural y corte, consejero de Sergio Pablo para decisiones importantes, y patroci-
económico entre el Oriente y el mundo griego. Su prosperidad se debía nador de auspicios favorables del cielo.
a sus exportaciones de cobre (aes cyprium). Desde el s. II a. C. existía
allí una colonia judía (1 Mac 15,23); de ella eran originarios Bernabé 7. La narración deja suponer indirectamente que antes de la lle-
(4,36) y Nasón (21,16). El año 22 a. C. Chipre se convirtió en provincia gada de los misioneros ya ha corrido la noticia de su prodigiosa predi-
senatorial del Imperio romano, gobernada por un procónsul residente cación. Por eso Sergio Pablo, dado su interés por las cuestiones reli-
en Pafos. giosas, los invita a su palacio, para que le expliquen el mensaje
Por los datos de 11,19 sabemos que, ya antes de la misión de Ber- cristiano. La calificación del procónsul como «hombre juicioso» pone
nabé y Pablo, algunos helenistas habían llegado hasta Chipre. Pero su de relieve, en este contexto, su disposición favorable inicial. Su actitud
actividad no había culminado en la fundación de una comunidad esta- no se debe a una escéptica curiosidad por asuntos religiosos, sino a una
ble; de modo que en la isla no existía base alguna para reanudar una apertura sin prejuicios ante el mensaje; su clarividencia le permite cap-
actividad nunca empezada. Una razón importante para iniciar el viaje tar inmediatamente que se trata de una doctrina incomparable.
misionero con la evangelización en Chipre pudo haber sido el hecho de 8. El mago tiene suficientes motivos para alarmarse, porque pre-
que Bernabé era natural de allí. siente que su posición está en peligro. Y, por eso, trata con todas sus
fuerzas de disuadir a su protector de prestar oídos al mensaje cristiano.
5. Los misioneros desembarcaron en Salamina, la mayor ciudad
portuaria de la región oriental de Chipre, e inmediatamente se pusieron Muchas veces se ha intentado establecer una equivalencia entre los
a predicar, precisamente en la sinagoga, como nos dice el texto. Con dos nombres del mago, pero resulta imposible. Bar-Jesús es una heleni-
esta mención aparece por primera vez un tema al que Lucas da tal re- zación del nombre arameo Bar-Yesua (= hijo de Jesús). Elimas debe
lieve en su presentación de la misión paulina, que bien se puede consi- de ser también un nombre semítico. Entre otras muchas conjeturas, se
266 13,4-12: Misión en Chipre 13,13-52: La predicación en Antioquía de Pisidia 267
ha propuesto derivarlo del arameo alima= «fuerte», o del árabe alim 11. La revelación profética de la verdad desemboca en el anuncio
= «sabio, instruido». Pero de ningún modo se puede pensar que sea del castigo que Dios mismo, con mano poderosa (cf. 4,30; 11,21), va a
una traducción de «Bar-Jesús». Más aún, es imposible que Lucas lo descargar enseguida. El castigo tiene a la vez un significado simbólico.
haya interpretado en este sentido; porque él sabía muy bien que Bar- Bar-Jesús va a desmoronarse, aun en su propia integridad física, a con-
Jesús significa «hijo de Jesús», como lo prueba la clara alusión a este secuencia de su proceder; después de haber precipitado a otros en la
significado en el v. 10. Por tanto, sólo queda otra posibilidad, a saber, obcecación y en el extravío (cf. Rom 2,18s), ahora sus propios ojos van
la intención de Lucas de que el nombre «Elimas», que aparece en el v. a quedar cegados. Pero, desde luego, su castigo —al revés de lo que le
8 y que ya se encontraba en la tradición prelucana, se interprete como sucedió a Ananías (cf. 5,5)— no va a tener un carácter irreversible,
equivalente de «mago». El texto occidental plantea un problema sino que es más bien una llamada al arrepentimiento. Es un castigo pa-
aparte, al leer «Hetoimas» en vez de «Elimas»: ¿no podría tratarse de sajero (cf. Le 1,20). Probablemente Lucas ha introducido esta limita-
un intento, ciertamente secundario, de identificar a Elimas con el ción, para mitigar la severidad de sus fuentes. De acuerdo con el estilo
Átomos mencionado por Josefo? de los relatos de milagro, la realidad fáctica del prodigio queda demos-
trada por el hecho de que Elimas, nada más perder la vista, se pone a
9. La controversia llega a su punto culminante en una escena dra- dar vueltas buscando a tientas a alguno que lo pueda guiar.
mática. Pablo y el mago están frente a frente, en presencia del procón-
sul. Ahora se verá quién de los dos posee una fuerza carismática más 12. También la reacción del procónsul ante el acontecimiento que
poderosa. acaba de presenciar es un rasgo típico de esa clase de narraciones. Con-
Este es el famoso pasaje en el que Lucas introduce de manera ofi- vencido del poder de la «doctrina del Señor», se hace cristiano (cf. Jn
cial el cambio de nombre del protagonista de su libro. Hasta este mo- 4,50.53). Como en otros relatos del libro de los Hechos (cf. comentario
mento siempre lo ha llamado «Saulo», pero de ahora en adelante lo lla- a 3,1-10), también aquí se rechaza, al menos indirectamente, una falsa
mará «Pablo», por su cognomen romano (cf. el comentario a 7,58). Es interpretación de la figura del taumaturgo cristiano, como si estuviera
totalmente absurdo pensar que el cambio de nombre tenga algo que ver al mismo nivel de los santones y de los magos contemporáneos. La acti-
con Sergio Pablo, como si Saulo hubiese adoptado el nombre del pro- vidad taumatúrgica cristiana dirige la atención no hacia la persona que
cónsul. Más bien, Lucas ha aprovechado este momento de su narra- realiza el prodigio, sino hacia Dios y su poderío soberano.
ción, en el que el perseguidor convertido se presenta por primera vez En este final, el relato alcanza su verdadera meta. El alto funciona-
ante un público pagano como testigo de Jesucristo, para introducir el rio romano se convierte en testigo de la superioridad del evangelio so-
nombre con que de ahora en adelante será conocido en toda la Iglesia. bre las diversas manifestaciones del sincretismo de la época. Además,
El comportamiento de Pablo es prácticamente el de un carismático probablemente Lucas ha visto en este acontecimiento una prueba es-
o el de un profeta. El carismático tiene el poder de someter al hombre pléndida de la benevolencia de las autoridades romanas con respecto al
a la actuación de Dios, salvífica o condenatoria (1 Cor 5,3ss). Igual que evangelio y a sus mensajeros (cf. 24,24s).
en los relatos de curación la mirada del taumaturgo es un signo externo
de la fuerza de Dios que se hace presente (3,4; 14,9), aquí los ojos de
Pablo, fijos en el mago, anuncian la presencia del castigo divino. 9. La predicación en Antioquía de Pisidia (13,13-52)
10. Al mismo tiempo, las palabras de Pablo ponen de manifiesto
13
—expresión típica del carisma profético en el cristianismo primitivo— Pablo y sus compañeros se hicieron a la vela en Pafos y lle-
«los secretos del corazón» (1 Cor 12,25). Pablo revela lo que hace y lo garon a Perge de Panfilia. En cambio, Juan se separó de ellos y
que es realmente su rival, a la luz de la verdad de Dios que actúa aquí se volvió a Jerusalén.
y ahora por medio del Espíritu, de modo que queden patentes la radi- 14
Desde Perge siguieron hasta Antioquía de Pisidia. El sá-
cal contradicción y la redomada hipocresía de ese mago, que se las da
de mediador de fuerzas divinas y pregonero de la voluntad de Dios, bado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. 15 Acabada la
mientras que en realidad no es más que un siervo del demonio y ene- lectura de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga les man-
migo de Dios. Elimas—y aquí hay una clara alusión al nombre de Bar- daron a decir:
Jesús—no es un «hijo de Jesús», sino un «hijo del diablo», que se —Hermanos, si queréis pronunciar unas palabras para exhor-
opone a la actuación de Dios y a su bondad creadora de vida (cf. Jn tar al pueblo, hablad.
16
8,44; 2 Tes 2,3). Las profecías de ese mago no manifiestan la limpia vo- Pablo se puso en pie y, pidiendo atención con la mano,
luntad de Dios, sino que son auténtica perversión e impostura intere- dijo:
sada y egoísta. En todo su proceder, Elimas es el más claro reverso del —Israelitas y adeptos, escuchad:
auténtico carismático y del verdadero profeta. 17
E1 Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres, y
268 13,13-52: La predicación en Antioquía de Pisidia 13,13-52: La predicación en Antioquía de Pisidia 269
4
multiplicó al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto. '«Mirad, escépticos,
Con brazo potente lo sacó de allí, 18los soportó unos cuarenta pasmaos y anonadaos;
años en el desierto, 19 exterminó a siete naciones en el país de porque en vuestros días voy a hacer una obra tal,
Canaán y le dio su tierra en propiedad. 20 Todo esto duró unos que si os la contasen no la creeríais».
cuatrocientos cincuenta años. Luego les dio jueces, hasta el 42
Al salir les rogaron que el sábado siguiente les hablaran de
tiempo del profeta Samuel. 21 Entonces pidieron un rey, y Dios lo mismo. 43 Cuando se disolvió la asamblea, muchos judíos y
les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, que reinó prosélitos practicantes siguieron a Pablo y Bernabé, que conti-
cuarenta años. 22 Lo depuso y les suscitó como rey a David, de nuaron hablando con ellos, persuadiéndolos a permanecer fieles
quien hizo esta alabanza: «Encontré a David, hijo de Jesé, un a la generosidad de Dios.
hombre según mi corazón, que cumplirá todos mis designios». 4
El sábado siguiente casi toda la ciudad acudió a oír la pala-
23
Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un Salvador bra del Señor. 45A1 ver el gentío, los judíos se llenaron de envi-
para Israel, Jesús. 24 Antes de que llegara, Juan predicó a todo dia y se oponían con insultos a las palabras de Pablo.
Israel un bautismo para que se arrepintieran; 25y cuando estaba Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones:
para acabar su vida, decía: «¿Qué pensáis que soy yo? Yo no soy —Era menester anunciaros primero a vosotros la palabra de
eso. Mirad, detrás de mí viene uno a quien no merezco desatar Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la
las sandalias». vida eterna, sabed que vamos a dedicarnos a los paganos. 47 Así
26
H e r m a n o s , descendientes de A b r a h á n , y vosotros los nos lo ha mandado el Señor: «Yo te haré luz de las naciones,
adeptos: a nosotros se nos ha enviado este mensaje de salvación. para que lleves la salvación hasta los confines de la tierra».
27 48
Porque los habitantes de Jerusalén y sus jefes no reconocieron Cuando los paganos oyeron esto, se alegraron mucho y en-
a Jesús y, al condenarlo, cumplieron las profecías que se leen salzaban la palabra del Señor. Y cuantos estaban destinados a
todos los sábados. 28 Aunque no encontraron nada que mereciera obtener vida eterna creyeron.
la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. 29 Y 49
La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región.
cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron 50
Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas y adictas
del madero y lo sepultaron. 30 Pero Dios lo resucitó de entre los y a las autoridades de la ciudad, provocaron una persecución
muertos. 31 Durante muchos días se apareció a los que habían contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio.
subido con él de Galilea a Jerusalén; y ellos son ahora sus tes- 51
Ellos se sacudieron el polvo de los pies, como signo contra
tigos ante el pueblo. sus perseguidores, y se fueron a Iconio.
32
Y nosotros os damos la buena noticia: que la promesa que Los discípulos estaban llenos de alegría y de Espíritu Santo.
Dios hizo a nuestros padres 33 nos la ha cumplido a nosotros, sus
hijos, resucitando a Jesús. Así estaba escrito en el Salmo 2: V. 17: Ex 6,6; v. 18: Dt 1,31; v. 19: Dt 7,1; v. 21: 1 Sam 8,5; v. 22:
«Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy». 1 Sam 13,14; Sal 89,21; v. 33: Sal 2,7; v. 34: Is 55,3 LXX; v. 35: Sal
34
Y que lo resucitó de entre los muertos, para nunca volver a 16,10; v. 36: 1 Re 2,10; v. 41: Hab 1,5; v. 47: Is 49,6.
la corrupción, lo tiene expresado así:
«Os cumpliré la promesa que aseguré a David». 13-52. La extensa secuencia de acontecimientos que se desarrollan
35
Por eso dice en otro lugar: en Antioquía de Pisidia constituye el punto central del relato del primer
«No dejarás a tu fiel conocer la corrupción». viaje misionero. La fuente escrita, de origen antioqueno, que describía
36 el itinerario de la misión (cf. el comentario a 13,1-3), relataba una per-
Pues David, cumplida la misión que Dios le había dado
secución de los misioneros por parte de los judíos. Es probable que
para su época, murió, fue sepultado con sus padres y conoció la Lucas haya aprovechado la oportunidad que le brindaba esta fuente,
corrupción. 37 En cambio, aquel a quien Dios resucitó no conoció para presentar a sus lectores una constelación de acontecimientos radi-
la corrupción. calmente nuevos, que poco a poco fueron perfilando la figura específica
38
Por tanto, enteraos bien, hermanos: se os anuncia el per- de la misión entre los paganos; al mismo tiempo, esto le permite dar
dón de los pecados por medio de él; de modo que de todo aque- una interpretación teológica de la misión.
llo de lo que no pudisteis liberaros por la ley de Moisés 39se li- Realmente no es una novedad que la proclamación del evangelio
bera gracias a él todo el que cree. Cuidado con que os suceda provoque la oposición de los judíos. La insistencia con que Lucas
lo que dicen los profetas: subraya en la primera parte de Hch (caps. 1-5) el crecimiento especia-
270 13,13-52: La predicación en Antioquía de Pisidia 13,13-52: La predicación en Antioquía de Pisidia 271

cular de la comunidad cristiana dentro del ámbito del judaismo, no le tuación definitiva manifestada en el acontecimiento Cristo, es decir, la
impide señalar, al mismo tiempo, los puntos de divergencia entre misión a los paganos (v. 41), está en continuidad con la constante ac-
ambos movimientos religiosos. Las fricciones iniciales se produjeron a tuación de Dios en favor de Israel.
causa de la proclamación cristológica, y muy especialmente por el men- La primera parte del discurso (vv. 16-25) traza una panorámica de
saje de la resurrección. Sin embargo, estas primeras controversias se la historia de salvación. A pesar de algunos contactos con el discurso de
movían aún dentro de las concepciones judías; la ley y el templo, como Esteban (cap. 7), este discurso de Pablo es esencialmente distinto.
instituciones fundamentales, nunca fueron objeto de discusión. Con la Mientras que en aquél se subraya el contraste entre la fidelidad de Dios
aparición del grupo de Esteban (caps. 6-7) se produce por primera vez a su promesa y la obstinación de Israel, en éste no hay ni rastro de ese
una situación crítica, ya que este grupo llega a cuestionar aun esas insti- acento sombrío. La historia de Israel se presenta, más bien, como un
tuciones básicas del judaismo. Pero ahora entra en juego un nuevo ele- movimiento orientado por Dios hacia Jesús de Nazaret. En el centro de
mento diferencial, que necesariamente ha de provocar una controversia la narración, además de la salida de Egipto, van surgiendo sucesiva-
mucho más radicalizada; se trata de la pretensión que se arrogan los mente las figuras más significativas del pasado, los jefes que Dios ha
discípulos de Jesús de que la incorporación de los paganos al definitivo ido dando a Israel hasta llegar a David que, según la promesa, había de
pueblo de Dios, sin que sea necesaria la observancia de la ley ni la cir- ser el gran antecesor de Jesús. La «promesa» es uno de los temas capi-
cuncisión, se ajusta perfectamente a la voluntad de Dios. El mero he- tales del discurso (cf. v. 23). Como último enviado y representante de
cho de que la salvación por medio de Jesucristo sea válida también para esa promesa aparece la figura de Juan, el Bautista (vv. 24s).
los paganos constituye para los judíos una razón fundamental para re- La segunda parte del discurso (vv. 26-31) reproduce la proclamación
chazar esta idea. Más aún, a los ojos del judaismo, la comunidad cris- central del kerigma cristológico. También aquí resuena, al menos indi-
tiana, al proclamar a los paganos esta salvación, contradice abierta- rectamente, el tema de la «promesa»; Israel no estaba dispuesto a com-
mente su pretensión de ser el verdadero y definitivo pueblo de Dios, prender que el camino de Jesús cumplía realmente lo prometido (v.
auténtico depositario de las promesas hechas a Israel. 27b). La tercera (vv. 32-37) desarrolla el kerigma cristológico a base de
citas de la Escritura y está presidido igualmente por la palabra clave
15b-41. Una vez más queda patente la habilidad con que Lucas in- «promesa» (v. 32). La cuarta y última parte (vv. 38-41) es una aplica-
troduce los discursos en el contexto narrativo; con esta técnica pretende ción que actualiza las consecuencias de la exposición precedente. Dios,
explicar a sus lectores el sentido profundo de los acontecimientos que que ahora ofrece su salvación a todo el que cree, sin imponerle como
relata. En este caso, se trata del primer discurso de Pablo en el libro de condición la observancia de la ley (vv. 38b-39), y precisamente por me-
los Hechos. Mientras que los otros dos discursos paulinos (14,15ss; dio de Cristo, en quien se cumplen todas las promesas hechas al pueblo
17,23-31) se dirigen a un auditorio pagano y, por tanto, se ajustan al elegido, lleva de esta manera a pleno cumplimiento su constante actua-
esquema de predicación a los gentiles, este discurso se pronuncia ante ción salvífica en favor de Israel. La intención de Lucas es dejar bien
oyentes judíos y adeptos al judaismo. Por eso, no podemos extrañarnos claro que la misión a los gentiles no significa una ruptura de la conti-
de las múltiples coincidencias de contenido entre este discurso de Pablo nuidad con Israel y con su historia salvífica, sino que es signo, y parte,
y la predicación de Pedro, especialmente en 2,22-36 y 3,12-26, que de- al mismo tiempo, de la definitiva actuación de Dios; y esa actuación
sarrolla el kerigma cristiano dirigido a los judíos. Vuelven a aparecer comporta la constitución del verdadero Israel, a costa del rechazo del
los elementos típicos d é l a predicación inicial: presentación de la cristo- antiguo pueblo elegido, infiel a sus compromisos y cerrado a la fe en
logia a base del esquema antitético (vv. 27-30), mención de los testigos Cristo.
(v. 31), interpretación cristológica de la Escritura (vv. 33-37), llamada
a la conversión y ofrecimiento del perdón de los pecados (v. 38a). Con 13-52. El pasaje contiene pocos elementos prelucanos. Es muy
todo, no se trata de un calco servil de los discursos anteriores pronun- probable que el marco narrativo se deba al itinerario recogido por la
ciados por Pedro. Los elementos mencionados se encuadran en un sis- fuente antioquena; en él se incluían, sin duda, un relato sobre el viaje a
tema de relaciones totalmente nuevo, que corresponde perfectamente a Perge, la vuelta de Juan Marcos a Jerusalén, la llegada a Antioquía de
la situación en que se pronuncia el discurso. El kerigma cristológico Pisidia, el discurso pronunciado en aquella ciudad y sus repercusiones
ocupa el centro de una amplia presentación de la historia salvífica, que positivas tanto entre los paganos como entre los adeptos al judaismo, la
abarca tanto el presente como el futuro de Israel. Mientras que en 2,38 controversia con los judíos provocada por el discurso, la expulsión de
y 3,26 predomina una llamada apremiante a los judíos para que se con- los misioneros y su viaje ulterior hacia Iconio (más o menos, los vv. 13-
venzan de que Dios realmente ha actuado en Jesús de Nazaret, y con 14a.43-45a.49-52). Como base de la parte directamente cristológica del
ello se decidan a aceptar la conversión que se les ofrece, el punto capi- discurso (vv. 26-31) Lucas ha echado mano de las mismas tradiciones
tal del discurso de Pablo no es la llamada a la conversión, sino la invi- kerigmáticas que le sirvieron para componer los discursos de los capí-
tación a que reconozcan y acepten que la gran «obra» de Dios y su ac- tulos 2, 3, 4 y 10. Resulta especialmente interesante la parte dedicada a
272 13,13-52: La predicación en Antioquía de Pisidia 13,13-52: La predicación en Antioquía de Pisidia 273

las citas de Escritura (vv. 32-37) que, igual que en 2,25-35, se basa en responsables, mientras que lo normal era que hubiese un solo jefe, en-
una colección de textos cristológicos recogidos por la tradición y prove- cargado del desarrollo del servicio litúrgico.
nientes del ámbito judeocristiano.
16. Pablo, que ya aquí aparece como el indiscutible portavoz apos-
13. De aquí en adelante el nombre de Pablo aparece, casi invaria- tólico, aprovecha esta oportunidad para proclamar su mensaje. Lucas lo
blemente, antepuesto al de Bernabé (cf. 13,9). Sería apresurado dedu- presenta en la actitud típica del orador. Mientras que lo normal en la
cir de esta constatación que de hecho la realidad histórica dio una pre- sinagoga era que el predicador hablase sentado (Le 4,20), Pablo se
p o n d e r a n c i a a Pablo sobre B e r n a b é d u r a n t e este primer viaje pone en pie y pide silencio con un gesto de la mano. La alocución in-
misionero. Más bien habrá que pensar en una actividad redaccional del troductiva con la que Pablo encabeza su intervención traza ya desde el
mismo Lucas, que pone a Pablo en primer plano. En realidad, hay va- comienzo el horizonte de su discurso. El auditorio queda explícitamente
rios pasajes en los que aflora el orden originario, que menciona en pri- calificado como «israelitas» (cf. 2,22); pero, con todo, el contenido de
mer término a Bernabé (14,14; 15,12.25). la predicación incluye y compromete también a los adeptos presentes.
La ruta que siguen los misioneros conduce, en primer lugar, desde 17. La panorámica de la historia de salvación, que constituye la
Pafos, por mar y en dirección nordeste, hacia la ciudad portuaria de primera parte del discurso, comienza con una narración sucinta de los
Atalía (cf. 14,25), y de allí se adentra hacia el norte hasta llegar a acontecimientos fundacionales, en los que Dios se ha mostrado como
Perge, a unos 15 Km de distancia. No se habla de una actividad de «el Dios de este pueblo, Israel». Dios eligió a «nuestros padres», es de-
predicación en esta ciudad; la única noticia sobre la proclamación de la cir, a los Patriarcas, y liberó a Israel de la esclavitud de Egipto por me-
palabra en Perge no aparece hasta 14,25, ya en pleno viaje de regreso. dio de los prodigios del éxodo.
Sin embargo, hay un suceso relacionado con Perge, que habrá de tener
una trascendencia notable con respecto a la actividad ulterior de Pablo 18-19. Dios mantuvo su fidelidad con respecto al pueblo durante
y Bernabé; aquí se separa de ellos Juan Marcos, para volver a Jerusa- los cuarenta años del desierto, a pesar de todas las murmuraciones y re-
lén. Acera de los motivos que provocaron esta separación no sabemos beldías de Israel. Y finalmente le dio como herencia la tierra de Ca-
nada en concreto; únicamente se puede conjeturar que se trató de ra- naán. Por tanto, ha sido Dios —y esto tiene que quedar bien su-
zones serias, de índole puramente personal. Lo más probable es que brayado— el que ha ido guiando los caminos históricos de este pue-
Juan Marcos, en cuanto judeocristiano proveniente de Jerusalén (cf. blo. Sin la continua intervención salvífica de Dios, no hay historia de
12,12.25), no se encontrase dispuesto a dedicarse a una actividad, como Israel.
era la misión entre los paganos, que cada día iba acentuando con
mayor claridad su carácter favorable a la abolición de la observancia de 20. Es probable que los cuatrocientos cincuenta años no se refie-
la ley (cf. el comentario a 15,36). ran a toda la época de los orígenes, desde Abrahán hasta la toma de
posesión de la tierra, sino únicamente al tiempo transcurrido desde el
14. La meta siguiente es Antioquía de Pisidia, probablemente por- asentamiento del pueblo en Egipto. La estancia de Israel en Egipto
que existía allí una numerosa comunidad judía. El camino, en dirección duró cuatrocientos años (cf. 7,6), la peregrinación por el desierto cua-
norte, seguía el curso del río Cestro, cuya cabecera atravesaba la cordi- renta y diez la conquista de Canaán. Algunos manuscritos incluyen
llera del Tauro y fluía hacia Adaba, la actual Karabavlo. Desde aquí, la también en este período de cuatrocientos cincuenta años —errónea-
carretera tomaba una difección nordeste, a través de las colinas que mente, por cierto— la época de los Jueces que se menciona a continua-
bordean los lagos Egerdir y Karalis. El nombre de la ciudad, igual que ción.
el de su homónima, la capital de la provincia de Siria (11,19), se debe a En esta serie de acontecimientos fundacionales falta la mención del
su fundador, Antíoco el Grande, perteneciente a la dinastía seléucida. don de la ley a Moisés en el Sinaí. Esto no es casual, sino que responde
Augusto la convirtió en colonia romana y así pasó a formar parte de la perfectamente a la mentalidad de Lucas, para quien la ley no constituye
región meridional de la provincia de Galacia. un factor esencial en la historia de salvación.
Nada más llegar a la ciudad, Bernabé y Pablo se presentan el sá-
21-22. Sigue una enumeración esquemática de los principales per-
bado en la sinagoga, para participar en el oficio litúrgico. Esta indica-
sonajes que, por encargo de Dios, fueron dirigiendo sucesivamente la
ción constituye el marco para la escena siguiente.
historia de Israel; desde los jueces, pasando por Saúl, el primer rey,
15. La explicación de la ley —parte integrante de la celebración li- ungido por el proicta Samuel (1 Sm 8,5; 10,21.24), hasta desembocar
túrgica— podía correr a cargo de cualquier varón adulto presente en la en David. Una vez más nos encontramos con una indicación de tiempo,
asamblea (cf. Le 4,16). Por eso, no es extraño que los jefes de la sina- que crea problemas. En ninguna parte del Antiguo Testamento se dice
goga tengan la cortesía de invitar a los huéspedes a que les dirijan la que Saúl reinase durante cuarenta años; este dato parece, más bien, co-
palabra. Lucas piensa que la sinagoga estaba dirigida por un grupo de rresponder a una tradición extrabíblica, atestiguada por Josefo (Ant. VI
274 13,13-52: La predicación en Antioquía de Pisidia 13,13-52: La predicación en Antioquía de Pisidia 275

378; aunque en X 143 expresa otra opinión). La figura de Saúl queda 26. Una nueva alocución directa (cf. v. 16) señala el comienzo de
un tanto desdibujada; por una parte, Dios lo puso al frente de Israel la segunda parte del discurso, que desarrolla el kerigma cristológico so-
como rey, pero por otra Dios mismo tuvo que deponerlo, por su des- bre la línea del esquema antitético. Una vez más quedan confrontadas
obediencia (1 Sm 15,23), y sustituirlo por David, que iba a ser el modelo la acción destructiva de los judíos y la actuación salvadora de Dios con
de los enviados de Dios en cuanto jefe de Israel, fiel a las instrucciones respecto a Jesús (cf. el comentario a 2,22ss). El apelativo con que se
del Señor. Esta relevancia de David se presenta a base de una mezcla califica al auditorio: «descendientes de Abrahán», pretende encuadrar a
de citas, en la que se combinan el Sal 89,21 («encontré a David»), 1 Sm los oyentes en su verdadera dimensión, como pertenecientes a esa his-
13,14 («un hombre según su corazón») y 2 Sm 23,1 («David, hijo de toria salvífica que se acaba de exponer. Si la actuación de Dios en el
Jesé»). Dado que en 1 Clem 18,1 encontramos una análoga combina- pasado, comenzando por los Patriarcas, siguiendo con la posición cen-
ción de citas, se puede pensar que este dato pertenecía a la tradición. tral que ocupa la promesa hecha a David, y terminando por Juan Bau-
Es posible que Lucas presente aquí unas cuantas citas tomadas de una tista, es algo que les concierne como historia personal, lo mismo ocurre
colección de textos bíblicos que ponían en relación la figura de David con la reciente actuación de Dios en Jesús, en el que la promesa se
con la de Cristo; más adelante (vv. 32ss) Lucas volverá a echar mano hace cumplimiento (v. 33). La palabra de proclamación transmite
de esa colección. ahora a todo Israel —en el plural «nosotros» Pablo se identifica con sus
oyentes— el mensaje de la salvación manifestada en Jesús. Ya no hay
23. El salto desde David a Jesús, que abarca un período de casi
escapatoria; sólo hay exigencia de decisión.
mil años, se da a través de la palabra clave «promesa». David fue por-
tador y garante de una promesa de Dios, que superaba la propia exis- 27. En este punto no sucede lo mismo que en 2,22ss; 3,13ss;
tencia del rey para recaer sobre su posteridad (2 Sm 7,12). Esta pro- 4,10ss; 5,30s; la proclamación del kerigma cristológico no va unida a
mesa se ha cumplido ahora en Jesús, a quien Dios ha constituido una acusación directa contra los oyentes. La actuación de los judíos de
finalmente jefe de Israel y en el que todo el plan divino de salvación Jerusalén y de sus jefes se narra en tercera persona. Ciertamente Lucas
con respecto a su pueblo va a alcanzar su meta definitiva. Signo ex- no piensa en una culpabilidad colectiva de todos los judíos en la muerte
terno de ese cumplimiento es el origen davídico de Jesús (Rom 1,3; cf. de Jesús. ¿Cuál es la función específica del kerigma en este pasaje? La
el comentario a 2,30). proclamación sirve para probar que la promesa se ha cumplido real-
24-25. La primera parte del discurso se cierra con una referencia, mente en Jesús. Su destino aparente no contradice en modo alguno la
sorprendentemente amplia, a la actividad de Juan, el Bautista. Los de- afirmación del Bautista de que Jesús es realmente el que ha de venir,
talles de esta referencia tienen contactos muy estrechos con la presenta- sino todo lo contrario. Los habitantes de Jerusalén, al rechazarlo, no se
ción del Bautista, que Lucas nos da en su evangelio (Le 3,20). Sobre dieron cuenta de que así se estaba cumpliendo la promesa profética (cf.
este gozne se articula decisivamente la dialéctica lucana entre promesa el comentario a 3,18). Indirectamente late en esta afirmación la idea de
y cumplimiento. Con Juan Bautista llega a su fin la primera época de la que la pasión y muerte de Jesús realiza el cumplimiento del plan de
historia de salvación, que se mueve bajo el signo de la promesa (Le Dios anunciado en el Antiguo Testamento. Los judíos de Jerusalén ce-
16,16); pero, al mismo tiempo, Juan es el Precursor del Mesías (Le 3,1- rraron sus oídos a la voz de los profetas, que se dejaba oír en todas sus
20) y, consecuentemente, de la época del cumplimiento. Por eso la apa- asambleas sinagogales y que apuntaba hacia Jesús como el verdadero
rición del Bautista y su»mensaje señala la continuidad entre ambas Mesías prometido. En esto radica su culpabilidad. Cierto que, como
etapas. La figura de Juan es para Lucas una prueba de que la actuación Lucas subraya una y otra vez (cf. el comentario a 3,17), se trata de una
de Dios, a pesar de la novedad que encierra la aparición de Jesús, está culpabilidad por ignorancia, que puede ser cancelada por medio del sa-
en continuidad con su actuación previa en favor de Israel. Por tal mo- crificio expiatorio de Jesús (Lv 4,2.13.27).
tivo se subraya aquí de una manera especial la función del Bautista
como precursor (tal vez, mediante una alusión a Mal 3,ls). Juan, al 28. La acción de entregar a Jesús en manos de Pilato queda aquí
predicar «a todo el pueblo de Israel» un bautismo de penitencia, pre- reducida a una presentación global del suceso, en vez de insistir en los
tende someter a este pueblo a la autoridad de Jesús, que viene detrás detalles, como lo hace la narración evangélica (Me 14,63; Le 22,71). Sin
del Bautista, y de esta manera abrir la comprensión del pueblo para embargo, la presencia de este dato adquiere el carácter de culminación
que acepte la continuidad de la historia de salvación, como se va a ma- de la culpabilidad homicida de los judíos.
nifestar en Jesús (cf. Le 7,30). La estrechez de miras que llevó a los
discípulos de Juan (cf. 18,15; 19,3) a una actitud polémica, puede que 29. La mención de la sepultura de Jesús pretende subrayar la reali-
resuene de alguna manera, —pero únicamente como un elemento mar- dad histórica de su muerte (cf. 1 Cor 15,4a). Las diferencias entre esta
ginal— en la negativa explícita con que Juan rechaza su condición de presentación y el relato evangélico, donde es José de Arimatea el que
Mesías. da sepultura a Jesús (Me 15,46; Le 23,53), se deben una vez más al ca-
rácter esquemático de la exposición. No hay ningún fundamento para
13,13-52: La predicación en Antioquía de Pisidia 277
276 13,13-52: La predicación en Antioquía de Pisidia
con todo, que el sentido de esta afirmación queda en Lucas un tanto
pensar que Lucas reproduzca en este pasaje una tradición distinta de la
desplazado, por el hecho de presentar la resurrección y la exaltación
que recogen las narraciones evangélicas.
como dos actuaciones sucesivas y, por tanto, distintas (cf. el comen-
30. Según las constantes del esquema antitético, quedan contra- tario a 2,32s). En la concepción lucana, la cita del salmo se refiere a la
puestas la acción homicida de los judíos y la actuación salvífica de resurrección de Jesús, y no precisamente a su exaltación.
Dios, que resucita a Jesús (cf. 2,24; 4,10; 5,30; 10,40).
34. Después de haber probado que lo prometido en la Escritura se
31. La referencia a los testigos está en perfecta consonancia con la ha cumplido en la resurrección de Jesús, la argumentación da un paso
concepción lucana, según la cual las apariciones del Resucitado com- más; las dos citas que siguen pretenden mostrar que la intervención de
prendieron sólo un espacio limitado de tiempo («muchos días»; cf. 1,3) Dios no ha sido un acto esporádico y pasajero, sino la creación de una
y tuvieron como únicos destinatarios a los Doce, que además habían corriente de vida incorruptible. El sentido de la Escritura es que Jesús
sido testigos oculares del ministerio terrestre de Jesús (l,21s). Conse- «no volverá nunca a la corrupción». Tomado aisladamente, el texto de
cuente con esta concepción, Pablo no puede incluirse a sí mismo en el Is 55,3, precisamente por su carácter enigmático, no puede menos de
grupo de testigos; la cristofanía que Pablo experimentó a las puertas de provocar una serie de interpretaciones, aun de lo más atrevido. Sin
Damasco no cuenta como una aparición pascual. duda que Lucas, y ya la misma tradición prelucana, interpretaron «la
32. Sin embargo, hay otro aspecto en la concepción de Lucas, en promesa (literalmente: «lo santo») que aseguré a David» como una re-
el que la competencia de Pablo como testigo es decisiva. Pablo da testi- ferencia a palabras auténticas de David, que consideraba a Jesús como
monio de que la resurrección de Jesús significa el cumplimiento de la el Santo de Dios.
promesa hecha a Israel; por lo cual el pueblo elegido no puede sus- 35. Pero este sentido sólo era posible si la cita anterior se combi-
traerse a las demandas que le impone esta actuación de Dios en su pro- naba con Sal 16,10. Según los postulados de la interpretación rabínica,
pia historia. De ello trata la tercera parte del discurso (vv. 32-37), y un texto, en sí mismo, ininteligible, se podía comprender a la luz de
precisamente a base de una triple cita de la Escritura (Sal 2,7; Is 55,3; otros textos más claros, en los que aparecía la misma expresión. En
Sal 16,10), cuyos elementos se interpretan recíprocamente. nuestro caso, ambas citas usan el mismo adjetivo: «santo». De ahí que
33. La primera cita menciona explícitamente —caso único en todo «lo santo (= la promesa) que aseguré a David» se haya considerado
el Nuevo Testamento— el pasaje de donde está tomada. Se trata del como equivalente al «Santo de Dios» (en nuestra traducción: «tu fiel»),
Sal 2 que, con el Sal 110, son los textos veterotestamentarios más ci- es decir, Jesús, el hijo de David. La tercera cita, tomada del Sal 16,10,
tados en el Nuevo Testamento como argumentos cristológicos. En con- ya se había explotado abundantemente en 2,25-28 como base de argu-
creto, se cita el oráculo divino que originariamente se pronunciaba con mentación con referencia a la resurrección de Jesús.
motivo de la entronización del rey, para proclamarlo auténtico jefe del
pueblo e investido de autoridad divina: «Tú eres mi Hijo, yo te he en- 36. La conclusión que se desprende del proceso argumentativo ba-
gendrado hoy» (Sal 2,7). sado en las citas de la Escritura es semejante en ambos pasajes, aquí y
¿En qué sentido se aplica aquí a Jesús la cita del salmo? Muchos co- en el capítulo 2; sólo que aquí no se explicitan las permisas de la argu-
mentaristas sostienen que se trata de una aplicación genérica, con refe- mentación (cf. el comentario a 2,25ss. 33s; 8,30-35). David no hizo más
rencia al envío de Jesús ai mundo, y que la generación que se menciona que cumplir la misión que Dios le había encomendado para su época;
es una alusión al bautismo de Jesús. Como prueba de esta interpreta- luego, murió y conoció la corrupción. Por tanto —y esto es lo que aquí
ción se aduce la voz celeste que se dejó oír durante el bautismo, según se presupone implícitamente— la cita del Sal 16,10 no puede referirse
la reproduce el texto occidental de Le 3,22. Esto comportaría que la al propio autor, David, sino que tienen que hablar de otra persona. La
traducción que hemos dado de anastésas, a saber, «resucitando» a cita no es más que una promesa, necesariamente proyectada hacia su
Jesús, habría que sustituirla por «manifestando, enviando» a Jesús. cumplimiento.
Pues bien, hay toda una serie de argumentos contra esta interpretación: 37. Este cumplimiento se hace realidad en Jesús de Nazaret. Resu-
1) El contexto inmediato (v. 24) usa el mismo verbo (ünistanai) con un citado por Dios, no llegó a conocer la corrupción. Así se cierra el pro-
claro significado de «resurrección». 2) En los pasajes paralelos (3,22.26; ceso argumentativo. Efectivamente, según 2,30 la promesa hecha a Da-
7,37) el verbo aparece siempre con ese mismo sentido. 3) El texto occi- vid y a sus descendientes por medio de la profecía de Natán, se ha
dental de Le 3,22 es a todas luces secundario. 4) En Heb 1,5; 5,5, que cumplido en Jesús. Lo que se dice concretamente en el v. 37 es cómo
recogen una antigua tradición, el Sal 2,7 se refiere inequívocamente a se ha realizado este cumplimiento, a saber, mediante la actuación de
la entror'zación celeste de Cristo, en el momento de su exaltación. Por Dios que resucita a Jesús. La resurrección convierte a Jesús en autén-
tanto, hay que decir que Dios ha constituido a Jesús como Hijo, en tico sucesor de David y verdadero jefe de Israel.
su glorificación (cf. Rom 1,4; Col 1,18; Ap 1,5). Hay que reconocer,
278 13,13-52: La predicación en Antioquía de Pisidia 13,13-52: La predicación en Antioquía de Pisidia 279

38-39. Por tercera vez se repite la alocución introductiva. Y empieza 40-41. El discurso termina con una requisitoria de carácter profe-
así la última parte del discurso, que saca las conclusiones de toda la expo- tice En su sentido originario, la «obra» de Dios anunciada en Hab 1,5
sición precedente. En Jesús se nos ofrece ahora el perdón de los pecados se refería al castigo que Dios iba a imponer al pueblo de Israel a causa
(cf. 2,38; 5,31; 10,43). Se supone que el lector ya sabe que el perdón de sus infidelidades. Pero Lucas interpreta aquí esa «obra» de Dios con
está íntimamente relacionado con el bautismo y con una sincera conver- referencia a la misión entre los paganos (en correspondencia con 13,2);
sión. El acento recae aquí, más bien, sobre otro aspecto; concreta- probablemente, la recurrencia de esta palabra ( ergon) constituyó el
mente, sobre la identidad entre perdón de los pecados y justificación. motivo fundamental que llevó a Lucas a escoger precisamente esa cita
Este es uno de los poquísimos pasajes del libro de los Hechos donde se profética. Los oyentes quedan confrontados con una alternativa. O
percibe una tonalidad específicamente paulina (cf. 15,15; 26,18). Lucas aceptan que la actuación de Dios en Jesús significa que la historia de
sabe muy bien que la justificación, sin necesidad de la observancia de la salvación ha llegado a su cumplimiento y que la misión a los paganos
ley, sino únicamente por la fe en Cristo, era un punto central de la pre- pertenece esencialmente a esa historia salvífica, en cuanto cumpli-
dicación de Pablo; y aquí Lucas no deja que se le escape la oportuni- miento definitivo; o se cierran a esa actuación de Dios, rechazando a
dad de recordárselo a sus lectores. Sin embargo, Lucas no ha compren- Jesús y descartando la posibilidad de que los paganos entren a formar
dido plenamente la profunda tensión teológica que encierra la doctrina parte del pueblo de Dios, sin más condiciones que la fe en Cristo. Esta
paulina de la justificación; la presentación lucana no es prácticamente segunda opción tendría unas consecuencias terribles; significaría que la
más que una somera reminiscencia de la concepción de Pablo. Esto historia de salvación iba a seguir su curso, dejando de lado a los judíos
aparece claramente, en primer lugar, por el hecho de que Lucas identi- y orientada plenamente hacia los paganos.
fica justificación y perdón de los pecados, mientras que Pablo da a la
realidad de la justificación una dimensión mucho más ancha, al conside- 42-43. Un breve intermedio, relacionado con la celebración litúr-
rarla como un acto creador de Dios, que de un pecador descarriado gica precedente, describe las primeras reacciones al discurso de Pablo y
crea un justo, un cristiano (Rom 3,26). prepara la escena siguiente, que empieza en el v. 44. Las autoridades
oficiales de la sinagoga (cf. v. 15) reaccionan con una comedida re-
Lucas no llega ni siquiera a plantear uno de los aspectos fundamen-
serva. Aún no han tenido tiempo de reflexionar y formarse un juicio
tales de la teología paulina, a saber, la estrecha relación que existe en-
exacto del discurso; por eso, invitan a Pablo y a Bernabé a que inter-
tre la muerte de Cristo, como expiación por los pecadores, y la acogida
vengan de nuevo el sábado siguiente. Sin embargo, el círculo más am-
reconciliadora con que los acepta la justicia salvífica de Dios (Rom
plio de los oyentes se muestra vivamente interesado por los misioneros.
5,6ss). Esto se debe a la falta de comprensión de Lucas del contraste
Muchos judíos y prosélitos practicantes se entretienen con ellos, de-
—capital, en la concepción paulina— entre Cristo y la ley. Para Pablo,
seosos de una instrucción más pormenorizada. No es muy probable que
la ley significaba la promulgación de las estipulaciones salvíficas consti-
ese grupo constase de «prosélitos» en el sentido estricto de la palabra;
tutivas de la antigua alianza. La desobediencia humana llegó a convertir
sin duda, el narrador se refiere a los ya mencionados en los vv. 16 y 26.
esa ley en un poder de condena y de muerte; sólo la obediencia del
Tal vez se trate aquí de una glosa, introducida posteriormente por un
Hijo de Dios podía desarmar la ley de su poder mortífero (Gal 3,13).
redactor. En todo caso, lo que sí queda claro es la formación del nú-
Por el contrario, Lucas concibe la ley primariamente como la ordena-
cleo de una comunidad de creyentes.
ción de preceptos rituales comunicada al pueblo del Antiguo Testa-
mento. La caducidad de Ja ley se debe, según Lucas, no al hecho de 44. Durante la liturgia sinagogal del sábado siguiente se desata la
que Cristo la haya superado, sino a que ese cúmulo de preceptos ha re- controversia decisiva. La noticia de un mensaje tan interesante como el
sultado imposible de observar (15,10s). Con todo, y a pesar de estas proclamado por los misioneros se ha extendido rápidamente entre la
simplificaciones, Lucas ha conservado dos puntos, que también son cen- población, de modo que ese día la sinagoga está rebosante de paganos,
trales para Pablo: el carácter universal de la justificación y su exclusiva ávidos de escuchar la predicación.
vinculación a la fe en Cristo. El mensaje de salvación, que Dios ha
puesto en vigor por medio del acontecimiento Cristo, está esencial- 45. Los judíos, que en un principio se habían mostrado respetuosa-
mente destinado a todos los hombres, tanto a los judíos como a los pa- mente distantes, ahora, impresionados por el gentío, cambian de acti-
ganos, derribando de este modo todas las fronteras hasta ahora estable- tud y se declaran abiertamente en contra del mensaje. Creen que la
cidas (Rom 1,16). La salvación inherente a este mensaje no está afluencia de paganos provocada por la proclamación de la fe en Cristo,
subordinada a condiciones raciales ni depende de ningún tipo de mé- puede poner en peligro no sólo la pureza de la fe israelita, sino aun la
ritos humanos; la salvación es puro don de Dios, destinado a todo el misma subsistencia de Israel. Este es el motivo real de su «envidia», y
que esté dispuesto a reconocer que él ha actuado en Cristo. En esto, y no precisamente el éxito que han tenido Pablo y Bernabé en su predi-
sólo en esto, consiste la fe. cación. Así que estallan en una descarada oposición al mensaje cris-
tiano, con actitud y palabras «insultantes»; es decir, no quieren recono-
280 13,13-52: La predicación en Antioquía de Pisidia 14,1-7: Iconio 281
cer que Dios ha actuado en Jesús, ofreciendo en él la salvación a todos
51. Los misioneros contestan con un gesto simbólico que, según la
los hombres (cf. vv. 32ss). De modo que sus insultos se convierten en
tradición, ya el mismo Jesús había indicado a sus discípulos (Le 9,5; Mt
verdaderas blasfemias contra Dios y contra Jesús.
10,14; Le 10,11). La ruptura con la ciudad hostil queda rubricada por el
46. Pero con esa conducta demuestran que la amenaza que se es- gesto de sacudirse el polvo de los pies.
condía en la cita profética (vv. 40s), se está haciendo realidad palpable
52. Para no cerrar su relato con esta nota sombría, Lucas ha aña-
en su actitud intolerante. Pablo y Bernabé declaran solemnemente que
dido una breve observación que, aunque no dice nada más de lo ya
el camino del evangelio hacia los paganos va a ser un camino que no
afirmado en los vv. 48s, sirve para recordar al lector que la actividad
pase por Israel. Los judíos no podrán constituir un obstáculo para la in-
desplegada por Pablo y Bernabé en Antioquía de Pisidia no ha sido
corporación de los paganos en el pueblo de Dios; lo único que podrán
inútil. Algo queda: una comunidad en ciernes.
hacer es excluirse a sí mismos de ese pueblo y, consecuentemente, de la
salvación. Se acabaron los impedimentos para la misión a los paganos,
ya que ésta responde exactamente a la voluntad de Jesús.
.i 10. Iconio: fundación de la comunidad
47. Y para fundamentar esa misión se aduce el mandato que Dios .,,. y expulsión de los misioneros (14,1-7)
da a su siervo en el Deuteroisaías (Is 49,6), interpretado aquí como una
palabra directa de Jesús a sus enviados (en Le 2,32 esta misma cita 14 ' E n Iconio entraron en la sinagoga, como de costumbre, y
sirve para describir la misión del propio Jesús). Es difícil que esta inter- h a b l a r o n d e tal m o d o q u e u n b u e n n ú m e r o d e j u d í o s y de
pretación se pueda atribuir a Lucas; más bien hay que pensar que Is griegos abrazaron la fe. 2 Los judíos que no se dejaron convencer
49,6, junto con otros textos del profeta, constituyeron ya desde el prin- soliviantaron a los paganos y les malearon el ánimo contra los
cipio una de las principales fundamentaciones de la misión a los pa- hermanos. 3 A pesar de todo, permanecieron allí largo tiempo,
ganos. No se puede radicalizar la interpretación de los vv. 46s ni como hablando con valentía, apoyados en el Señor, que acreditaba su
un rechazo absoluto del judaismo, ni solamente como una condena de
palabra de gracia realizando por medio de ellos señales y prodi-
la situación que se produjo en Antioquía de Pisidia. Dejando a un lado
las circunstancias locales concretas, se vislumbra ya en estas palabras la gios
orientación de los acontecimientos sucesivos. Pablo volverá a intentar, La población de la ciudad se dividió en dos bandos; unos es-
una y otra vez, dirigir su mensaje a los hijos del pueblo elegido, pero taban a favor de los judíos y otros a favor de los apóstoles.
5
su experiencia resultará siempre negativa (cf. 18,6), hasta culminar en C o m o de parte de paganos y judíos, a sabiendas de sus jefes,
la declaración lapidaria con la que él mismo cierra el balance de su acti- hubo un c o n a t o de usar la violencia y a p e d r e a r l o s , 6 ellos, al
vidad misionera (cf. el comentario a 28,26-28). darse cuenta, se escaparon a Licaonia, a las ciudades de Listra y
48-49. Las consecuencias de la confrontación se describen desde el Derbe y a los alrededores. 7 También allí estuvieron anunciando
punto de vista de dos reacciones diversas. Por una parte, los paganos la buena noticia.
aceptan con alegría el evangelio; más aún, el mensaje de salvación se
extiende, hasta rebasar el propio campo de actividad de los misioneros. 1-7. La narración de la estancia de Pablo y Bernabé en Iconio nos
Cristianos anónimos van*difundiendo la palabra por toda la región cir- da a los lectores de hoy la impresión de un relato francamente incoloro
cunvecina. y sumamente esquemático. No hay un solo detalle que contribuya a
darle personalidad propia. El relato es prácticamente una repetición de
50. Pero, por otra parte, los judíos, aprovechándose de su influjo lo que ocurrió en Antioquía de Pisidia: predicación en la sinagoga (v.
en ciertos estratos prestigiosos de la sociedad, emprenden una contra- la; cf. 13,4), éxito inicial entre judíos y paganos (v. Ib; cf. 13,42s),
ofensiva. Este dato nos proporciona una imagen auténtica de las rela- confrontación con los judíos reacios (v. 2; cf. 13,44ss), que tiene como
ciones sociales que existían en aquella ciudad de cultura helenística. Las consecuencia una intriga urdida por los judíos en contra de los misio-
señoras distinguidas, pertenecientes a la alta sociedad y adictas al ju- neros, que llega a hacer imposible toda ulterior actividad apostólica en
daismo, demuestran un interés por la religión judía que las lleva a ac-
la ciudad (vv. 5s; cf. 13,50s).
tuar de manera prepotente. No debió de resultar muy difícil conseguir
Estas observaciones han llevado a muchos comentaristas a la conclu-
de ellas que aprovechasen el influjo que ejercían sobre sus maridos e
sión de que el relato en su totalidad es pura creación lucana, sin ningún
hijos, poderosos funcionarios de la administración local, para favorecer
apoyo en tradiciones precedentes. La intención de Lucas fue rellenar,
los intereses de la sinagoga. Consecuentemente, Pablo y Bernabé, con-
mal que bien, una laguna que encontró en sus fuentes y, al mismo
siderados elementos peligrosos y una amenaza para la convivencia pací-
tiempo, presentar a sus lectores la situación descrita en 13,13-52, me-
fica, son detenidos y expulsados de la ciudad. :i.:,,.¡ . . ;i;.-.
diante una repetición de sus rasgos fundamentales, como característica
282 14,1-7: Iconio 14,8-20: Pablo y Bernabé en Listra 283

típica de la actividad misionera de Pablo. Sin embargo, hay una consta- interpretación errónea de la posterior huida de los misioneros; por eso
tación que nos lleva a pensar, casi con absoluta seguridad, que Lucas insiste en que, a pesar del peligro creciente, permanecieron allí «largo
usó una fuente escrita. En efecto, en el v. 4 (e igualmente, más tarde, tiempo» predicando y realizando señales y prodigios. Sólo se retiran de
en el v. 14), a Pablo y a Bernabé se les llama «apóstoles». Esta deno- la escena cuando el peligro se agudiza hasta convertirse en una ame-
minación contradice de una manera tan fundamental la propia concep- naza inminente. Al mismo tiempo, la referencia a la actividad tauma-
ción lucana, que es imposible que Lucas haya escrito este pasaje. Pero túrgica de los misioneros, literalmente idéntica a 5,12, prepara ya desde
la fuente utilizada no puede reducirse únicamente a este v. 4, sino que ahora la curación de un paralítico que van a realizar en Listra (vv. 8ss).
tiene que abarcar también una buena parte del contexto. Otro indicio El Señor mismo, es decir, Jesús (cf. 3,6; 9,17), es el que acredita con
aparece en el v. 6; la enumeración de ciudades de Licaonia hace refe- señales y prodigios la predicación de sus enviados.
rencia, saltando todo el episodio que sigue (vv. 8-18), al lejano v. 19. Si 4. La población de la ciudad se divide en dos bandos. Unos, in-
Lucas hubiera escrito el v. 6, no habría mencionado más que la llegada fluidos por la propaganda contra el cristianismo, se ponen de parte
a Listra. Aparte de todo esto, hay que notar que un examen detallado de los judíos; los otros, convencidos de la potencia de «la palabra de
del conflicto provocado en Iconio arroja una serie abultada de diferen- gracia», toman partido por los «apóstoles». El concepto de «apóstol» se
cias con respecto a la confrontación que tuvo lugar en Antioquía de Pi- usa aquí en el sentido que tenía corrientemente en la ciudad siria de
sidia (baste comparar el v. 5 con 13,50). Antioquía y en toda la región en que se dejaba sentir su influjo; es de-
Y ya en términos generales, ¿sería tan imposible que un relato de cir, era una denominación que se aplicaba a los misioneros itinerantes y
misión como el antioqueno, que hemos postulado como fuente de la a los enviados de la comunidad (cf. 13,1 y el excurso a 1,26, p. 62ss).
narración lucana, contuviese dos episodios de características relativa-
mente semejantes? En este caso, la consecuencia lógica no sería en 5. La propaganda judía termina por imponerse. Con el apoyo de
modo alguno sorprendente, puesto que nos llevaría a deducir que los sus jefes, los judíos logran ganarse a los círculos paganos, para empren-
misioneros, en un ambiente determinado, se vieron realmente impli- der una ofensiva conjunta, que habrá de culminar en el linchamiento de
cados en una constelación de circunstancias, que desembocaron en unas Pablo y de Bernabé, mediante lapidación (cf. comentario a 7,59). Al
consecuencias concretas muy parecidas. revés que en 13,50, aquí no se menciona la participación de las autori-
Por tanto, la redacción lucana se limita únicamente al v. 3, dadas dades locales, naturalmente paganas. La designación «los jefes» se re-
sus características de estilo y de contenido. Por el contrario, los vv. 1- fiere aquí, como de ordinario, a los dirigentes del judaismo (3,17;
2.4-7 parecen tomados del relato antioqueno, sin excluir, claro está, al- 4,5.8.26; 23,5).
gunos retoques redaccionales. 6-7. Otra diferencia con el episodio precedente es que aquí no
llega a consumarse la maquinación tramada por los judíos. Pablo y Ber-
1. El itinerario desde Antioquía hasta Iconio siguió probablemente nabé se enteran a tiempo del peligro y se deciden por la huida. Su
la Vía Sebaste, construida por Augusto. Iconio, la actual Konya, centro próxima meta va a ser Listra y Derbe, dos ciudades situadas más al sur,
de una rica comarca agrícola, era la capital de la región de Licaonia, en la misma región de Licaonia.
que desde el año 25 a.C. pasó a formar parte de la provincia romana
de Galacia.
Una vez más (cf. 13,1^) los misioneros, nada más llegar, se dirigen
11. Pablo y Bernabé en Listra (14,8-20)
a la sinagoga, para proclamar allí su mensaje. Inmediatamente cose-
chan un éxito notable entre los judíos y los adeptos (la denominación 8
«griegos» se refiere ciertamente a estos últimos). Residía en Listra un hombre inválido de las piernas, cojo de
nacimiento, que nunca había podido andar. 9 Mientras escuchaba
2. Y otra vez este resultado provoca la oposición de los grupos ju- las palabras de Pablo, éste lo miró fijamente y, viendo que tenía
díos que rechazan el mensaje salvífico; una oposición que va cobrando
una fe capaz de curarlo, l()le gritó:
fuerza entre los gentiles, a base de una propaganda organizada contra
los «hermanos». Es curioso que se aplique aquí a Pablo y a Bernabé —Levántate y ponte derecho.
esta denominación con la que generalmente se designaba a los miem- El hombre dio un salto y echó a andar. "Al ver lo que Pablo
bros de la comunidad cristiana (cf. por ejemplo l,15s). había hecho, el gentío exclamó en lengua de Licaonia:
—Dioses en figura de hombres han aparecido entre nosotros.
3. Antes de contarnos los resultados de esta campaña difamatoria, 12
A Bernabé lo llamaban Zeus y a Pablo, Hermes, porque éste
Lucas introduce un sumario de la actividad misionera desplegada por
Pablo y Bernabé. El lenguaje edificante es típico de esta clase de suma-
era el portavoz.
13
rios. Lo que pretende Lucas con esta indicación es prevenir cualquier E1 sacerdote del templo de Zeus que estaba a la entrada
14,8-20: Pablo y Bernabé en Listra 14,8-20: Pablo y Bernabé en Listra 285
284
por Lucas (vv. 15-17) y de una leyenda referente a Pablo, originada
de la ciudad hizo llevar a las puertas toros y guirnaldas, y ro- igualmente en la tradición (vv. 19-20).
d e a d o de toda la gente, quería ofrecerles un sacrificio.
14
A1 darse cuenta los apóstoles, Bernabé y Pablo, se rasgaron 8-14. a) El relato comienza con una curación, que inmediata-
el m a n t o e irrumpieron por medio de la gente gritando: mente da origen a otro suceso: el intento por parte de los licaonios de
15
—¿Qué hacéis, hombres? Nosotros somos seres humanos una exaltación apoteósica de los dos misioneros. El relato de curación,
igual que vosotros, y lo que queremos es predicaros la buena no- desde el punto de vista de la forma, sigue exactamente la línea de los
ticia, es decir, que dejéis los dioses falsos y os convirtáis al Dios demás relatos de prodigios que aparecen en el libro de los Hechos, so-
vivo que creó el cielo, la tierra y el mar y todo lo que contienen. bre todo la narración de 3,1-10 (cf. comentario a este pasaje). Con
16
En las generaciones pasadas, él dejó que cada pueblo siguiera todo, este relato es notablemente más sucinto que su paralelo. Eviden-
su camino; 1 7 aunque nunca dejó de darse a conocer por sus be- temente su finalidad es servir de introducción a la escena de la apo-
neficios, mandándoos desde el cielo estaciones fértiles, lluvias y teosis, que realmente resultaría incomprensible sin una adecuada prepa-
cosechas, y dándoos comida y alegría en abundancia. ración. Desde este punto de vista, los vv. 8-14 se pueden considerar
lx como una unidad independiente. El auténtico final de la narración, que
Con estas palabras lograron disuadir al gentío, aunque a Lucas ha sustituido con el discurso de Pablo, se ha perdido; tal vez el
duras penas, de que les ofrecieran un sacrificio. v. 18b conserve algún resto del final originario. Pero es más probable
19
Pero llegaron unos judíos de Antioquía e Iconio y se gana- que la narración primitiva terminase con la constatación del fracaso de
ron a la gente. A p e d r e a r o n a Pablo y lo arrastraron fuera de la los intentos de persuasión llevados a cabo por Pablo y Bernabé para
ciudad, dándolo ya por m u e r t o . 2 ü Pero cuando lo rodearon los calmar los ánimos; «la gente se enfadó y echaron mano a los apóstoles»
discípulos, él se levantó y volvió a la ciudad. Al día siguiente sa- (M. Dibelius). Lucas no tuvo que pensar demasiado para sustituir este
lió con Bernabé camino de D e r b e . final negativo por la escena de la lapidación de los apóstoles (vv. 19s)
que, en realidad, va en la misma línea.
V. 10: E z 2 , l ; v. 15: Ex 20,11. Sin duda que en la tradición el puesto central lo ocupaba la figura
de Bernabé. De hecho, en la narración lucana ocurre lo mismo, porque
la gente identifica a Bernabé con Zeus, el padre de los dioses, mien-
8-20. Se presenta una situación totalmente nueva. La misión, exco- tras que Pablo aparece claramente en segunda fila, como subordinado
mulgada por la sinagoga, rompe con esta institución y se orienta hacia (cf. vv. 12.14). No cabe duda que la explicación aducida por Lucas es
un ambiente pagano, que no ha tenido el menor contacto con la reli- artificial (cf. comentario al v. 12). Es posible que tengamos aquí una
gión de Israel. Los paganos «adeptos» que la misión cristiana había ido leyenda referente a Bernabé y de procedencia antioquena. La tradición
encontrando en su camino hasta el momento no eran realmente miem- de Antioquía consideraba a Bernabé como el prototipo del misionero,
bros del pueblo de Dios; pero el cristianismo podía contar con algunos que afronta de manera ejemplar las situaciones típicas de la misión a
presupuestos, que configuraban el carácter peculiar de estos grupos los paganos.
adictos a la religiosidad judía. Entre esos presupuestos hay que reseñar,
En cuanto al fundamento histórico del suceso, la única respuesta no
al menos, la creencia monoteísta en un Dios invisible, creador del uni-
podrá ser más que un relativo escepticismo. Es altamente improbable
verso, y además un no escaso conocimiento de las exigencias fundamen-
que una población pagana politeísta, por el mero hecho de que unos
tales de la ley veterotestamentaria. Pero ahora la misión se encuentra
santones itinerantes realizaran un prodigio, se vieran inducidos sin más
con gente que carece de esta base, con paganos cuyas convicciones reli-
a considerar como dioses a esos milagreros, ya que personajes como
giosas están impregnadas del multiforme politeísmo dominante en el
éstos eran una realidad cotidiana en el mundo religioso del paganismo
mundo helenístico. Esta nueva situación tuvo que presentar a los misio-
contemporáneo. Desde otro punto de vista, la narración bien pudiera
neros una serie de problemas muy considerables. Ante todo, se impo-
reflejar indirectamente el cúmulo de dificultades que supuso para los
nía la necesidad de encontrar una forma de predicación adaptada a ese
misioneros el hecho de que la gente los enjuiciara según el modelo y la
nuevo tipo de destinatarios. Esto es lo que ahora quiere Lucas explicar
concepción que tenían de los predicadores y de los santones itinerantes
a sus lectores, por medio de un ejemplo concreto. La narración de los
del paganismo. Estos mismos personajes no se arrogaban la más mí-
avatares de Pablo y Bernabé en Listra tiene un carácter tan dramático y
nima pretensión de ser dioses, peregrinos por la tierra; lo que sí creían
tan denso que, a primera vista, da la impresión de una unidad com-
era que estaban invadidos por una serie de fuerzas físicas emanadas de
pacta. Sin embargo, un examen pormenorizado muestra que el relato
la divinidad y que su misión consistía en manifestar en la tierra la po-
está compuesto a base de elementos muy heterogéneos y de muy di-
tencia de esas fuerzas sobrenaturales (cf. el comentario a 8,9s). Por el
versa proveniencia; concretamente, consta de una leyenda de tipo mi-
contrario, los misioneros cristianos y todos los que de una u otra ma-
sionero, tomada de la tradición (vv. 8-14), de un discurso compuesto
286 14,8-20: Pablo y Bernabé en Listra 14,8-20: Pablo y Bernabé en Listra 287

ñera compartían la concepción de Dios que tenía el judaismo considera- ciado en la tradición precedente. Todo a lo largo del Nuevo Testa-
ban que esa pretensión pagana implicaba una situación crítica en la que mento se pueden detectar algunas huellas de este esquema. Con espe-
quedaba abolida la frontera entre Dios y el hombre. Según esta concep- cial claridad aparecen estos elementos en 1 Tes l,9s, donde Pablo traza
ción, el pecado original de los paganos consistía en no querer distinguir u n resumen de los comienzos de su actividad misionera en Tesalónica y
entre la naturaleza de la divinidad y la manifestación terrestre de su ac- recuerda, a este propósito, «cómo abandonando los ídolos os convertis-
tuación. Por eso, para los cristianos y para los judíos y sus simpati- teis a Dios, para servir al Dios vivo y único verdadero, y aguardar la
zantes, el problema consistía en sustraerse con toda decisión a cualquier vuelta desde el cielo de su Hijo, al que resucitó de entre los muertos,
expectativa que se moviese en la dirección del ambiente pagano circun- Jesús, el que nos libra del castigo que viene». En perfecta correspon-
dante. Da la impresión, por tanto, que este problema fundamental dencia con esta concepción, Heb 6,1 enumera entre los elementos doc-
planteado por la misión a los paganos es lo que se ha conservado en trinales que constituyen el fundamento de la existencia cristiana: «re-
este episodio, dibujado desde luego con una serie de trazos concretos chazo de las obras muertas y conversión a la fe en Dios... resurrección
que carecen de fundamento histórico. de los muertos y juicio final».
Según esto, podríamos decir que el esquema se compone de los ele-
19-20. b) La otra tradición, conservada en los vv. 19-20, es una mentos siguientes: 1) Invitación al monoteísmo, que implica una renun-
leyenda personal centrada en la figura de Pablo. Su presencia en este cia al culto de los ídolos, reconociéndolos como pura vaciedad inconsis-
contexto es un tanto forzada. La observación introductoria (v. 19a), de tente. 2) Llamada al arrepentimiento y la sumisión al único Dios. 3)
innegable factura lucana, que presenta a los judíos de Antioquía y de Proclamación de la personalidad de Jesús, que ha de venir como Hijo
Iconio como los promotores del motín contra Pablo, no está suficiente- del hombre y Juez universal. 4) Fundamentación de esta idea mediante
mente motivada; y lo mismo hay que decir de la inesperada aparición una referencia a la resurrección de Jesús, que ya ha tenido lugar. Al-
de «discípulos», es decir, miembros de una comunidad cristiana (v. 20), gunos planteamientos de este esquema se pueden encontrar ya anterior-
sin que se haya hablado precedentemente de la fundación de una comu- mente en la predicación, esencialmente monoteísta, del judaismo hele-
nidad en Listra. Aunque la narración, indudablemente lucana, es ex- nístico; por ejemplo, la invitación al monoteísmo, la llamada a la
traordinariamente sintética, no dejan de aparecer claramente su conte- conversión, basada en la amenaza inminente del juicio de Dios, y la
nido y su función originarias. Se trata de la prodigiosa liberación de apertura a una esperanza escatológica.
Pablo, dado ya por muerto, después de haber sido violentamente ape- Es claro que la proclamación directamente cristológica en este es-
dreado. Ante la mirada atónita de los discípulos —¿reunidos, tal vez, quema de predicación dirigida a los paganos, adquiere una configura-
para las honras fúnebres? (cf. 9,39)— Pablo se levanta, como resuci- ción distinta de la que encontramos en los discursos a los judíos. Sin
tado a una nueva vida. El recuerdo de que Pablo, durante su primer embargo, no hay que considerar la predicación cristológica a los pa-
viaje, había pasado por duros contratiempos, de los que Dios lo había ganos como un mero apéndice o un puro complemento de la proclama-
sacado airoso, permanecía vivo en las comunidades paulinas, según el ción monoteística del único Dios. Los discursos a un auditorio judío
testimonio de 2 Tim 3,11: «los sufrimientos que me ocurrieron en An- presentan a Jesús como la figura en la que Israel tiene que reconocer el
tioquía, Iconio y Listra. ¡Qué persecuciones padecí! Pero de todas me último y definitivo don que Dios hace a su pueblo; después de que Is-
sacó el Señor». Pablo menciona concretamente las lapidaciones de que rael ha rechazado a Jesús, la predicación le ofrece una última oportuni-
ha sido objeto, aunque sin referencias locales precisas, en 2 Cor 11,25. dad para abrirse a aceptar la actuación de Dios en Jesús (cf. el comen-
Lucas tuvo conocimiento de esta leyenda, con su innegable núcleo his- tario a 2,22 ss). Por el contrario, los discursos a un auditorio pagano
tórico y con una localización concreta, y por eso la ha introducido en presentan a Dios como creador, que se preocupa de sus criaturas y se
este pasaje. No se puede excluir totalmente que este suceso formase manifiesta a ellas en las obras de su providencia; una vez que los pa-
parte del relato antioqueno del viaje, aunque esto parece poco proba- ganos se han desviado de esta concepción, para adherirse al culto de los
ble. ídolos, Dios les ofrece, por medio de su actuación en Cristo, una última
15-17. c) El discurso (vv. 15-17) es muy breve, pero extremada- oportunidad para restablecer la comunión con el creador. Ambos es-
mente significativo, sobre todo por ser el primero dirigido a un audito- quemas de predicación coinciden en un punto fundamental, a saber, la
rio pagano politeísta. Junto con el famoso discurso del Areópago llamada a la conversión y a la fe, por el hecho de que Dios ha actuado
(17,22-31), del que este discurso de Listra es una versión reducida, en Jesús. Sin embargo, los matices de este aspecto fundamental de la
constituye un ejemplo muy interesante de la predicación misionera lle- predicación, que afecta tanto a judíos como a gentiles en el proceso de
vada a cabo por el primitivo judeocristianismo de cultura helenística. su historia existencial, son distintos. A los judíos se les dice que su re-
Los dos discursos son indiscutiblemente obra de Lucas; pero, igual que chazo de Jesús implica un rechazo de Dios mismo; por el contrario, a
los discursos kerigmáticos dirigidos a los judíos (cf. comentario a los paganos se intenta hacerles caer en la cuenta de que su desviación
2,22ss), la concepción y estructura del desarrollo siguen un esquema an- hacia las manifestaciones terrestres y controlables de la divinidad
288 14,8-20: Pablo y Bernabé en Listra 14,8-20: Pablo y Bernabé en Listra 289

supone un desconocimiento culpable de la verdadera realidad de Dios sarrolla únicamente bajo la iniciativa de Pablo. Su mirada se fija en el
que, en el momento actual de la historia, sólo se puede encontrar en su enfermo, sin necesidad de una petición previa por'parte de éste y sin
actuación en Jesús. que medie ninguna seña que llame la atención del predicador. Pablo es
El esquema completo se desarrolla en el discurso del Areópago (cf. un carismático y, como tal, sabe perfectamente quién necesita ayuda;
el comentario a 17,22-31). Por su parte, este breve discurso de nuestro más aún, tiene la capacidad de penetrar el interior de una persona (cf.
capítulo 14, se limita a un desarrollo del primer punto del esquema. El Le 9,47; Mt 9,4; 12,25) y reconocer ahí el brote de una esperanza de
orador se contenta con una invitación a creer en el único Dios y a apar- curación provocada por la palabra. Difícilmente se puede interpretar
tarse del culto vacío a los ídolos (vv. 15b.17; cf. 17,24-29). Esto lo lleva esa «fe», de que habla el texto, como una adhesión consciente a la per-
a cabo mediante una exposición de las innumerables manifestaciones sona de Cristo; lo que se quiere indicar, más bien, es una auténtica y
del Dios creador, reconocibles en la naturaleza y en la historia, y ape- confiada expectativa del inválido con respecto al apóstol.
lando a la propia experiencia de los oyentes. El segundo punto, la lla-
10. La curación se produce mediante un poderoso imperativo. El
mada a convertirse a este Dios (cf. 17,30), queda únicamente insinuado
grito del taumaturgo es una expresión externa del impulso del Espíritu
en una breve referencia al hecho de que Dios, en el pasado, dejó que
que actúa en su interior. Cierto que no se menciona el nombre de Jesús
cada pueblo siguiera su camino (v. 16). Esto supone que ahora, en el
(cf. 3,6), pero la enérgica formulación, que repite casi a la letra la pa-
presente, esta «transigencia» de Dios ha terminado, porque sus exigen-
labra dirigida por Dios a Ezequiel (Ez 2,1), basta para indicar, aunque
cias son de obediencia y conversión. Con todo, este último aspecto,
no sea más que indirectamente, que se trata de una actuación de Dios.
igual que los puntos 3 y 4 sobre la dimensión cristológica y escatológica
de la predicación, queda prácticamente sin desarrollar. 11. En perfecta consonancia con el estilo narrativo, la constatación
El hecho de que el discurso quede, en cierto modo, limitado a una del prodigio halla eco en el grito de alabanza en el que prorrumpe la
propedéutica monoteística está condicionado por el marco narrativo, multitud. Pero en este caso, el «coro final» (cf. 3,9) queda en cierto
proveniente de la tradición; de lo único que aquí se trata es de rechazar modo desfigurado, al transformarse en una interpretación radicalmente
la interpretación errónea que los habitantes de Listra han dado al pro- equivocada. Precisamente por eso, el grito de los espectadores no tiene
digio de la curación. La intención de Lucas consiste únicamente en ilus- carácter de fórmula conclusiva, sino más bien de transición a la escena
trar de la manera más clara posible el problema fundamental que plan- central. Los habitantes de Listra, en vez de prorrumpir en alabanzas a
teaba a la misión su encuentro con el politeísmo. Todo lo que tenía que Dios, o al nombre de Jesús, por lo ocurrido, sacan la conclusión de que
añadir sobre la proclamación del misterio de Cristo a los gentiles, lo ha se trata de la presencia de dioses en figura humana; y la noticia va co-
reservado conscientemente para la escena del Areópago (17,16-34); en rriendo de boca en boca. El hecho de que la gente exprese su reacción
esto es fiel a su costumbre de no agotar en un solo pasaje la totalidad en su propia lengua licaonia no es un mero rasgo de colorido local, sino
de su concepción. que tiene su función en la estructura dramática del relato. Desde luego
que, en una región bilingüe como Licaonia, Pablo y Bernabé podían
8. El comienzo de la escena no está orgánicamente ligado a la in- expresarse en griego, seguros de que la gente entendía sus palabras;
dicación inmediatamente anterior (v. 7), tomada del relato antioqueno, pero eran ellos los que no entendían la lengua local. Por eso, al princi-
y que presenta a los «apóstoles» predicando en las ciudades de Licao- pio, ante aquel griterío ininteligible, se quedan desconcertados, hasta
nia. Hay que presupone^, como punto de partida, una predicación de que, al ver los preparativos de la ceremonia religiosa, caen en la cuenta
Pablo en Listra, pero esta mención no aparece explícitamente más que de lo que realmente está sucediendo.
en el v. 9. Aparte de esto, no hay indicación alguna acerca del lugar
del acontecimiento. Es lógico que no se trate de la sinagoga (cf. 13,14; 12. Una antigua saga de Frigia contaba que un día los dioses
14,1), sino de algún otro sitio público. El carácter esquemático de la Pappas y Men tomaron figura humana y fueron a hospedarse en casa
de un matrimonio ya anciano, Filemón y Baukis. Ovidio, al transmitir
narración no deja lugar a dudas de que se trata de una exposición in-
esta leyenda (Met. VIII 618-724), adapta los nombres de los dioses, lla-
troductiva. Los datos sobre el inválido y sobre su historia anterior que-
mándolos Zeus y Hermes. No se puede probar que esta saga haya
dan reducidos al mínimo imprescindible; se trata de un cojo de naci-
tenido algún influjo, directa o indirectamente, en el relato lucano, ya
miento (cf. 3,2). que la leyenda representa una concepción helenista del mundo divino.
9. Tampoco se nos dice cómo ese inválido ha llegado a formar Zeus, con el que se identifica a Bernabé, es el omnipotente y sobe-
parte del auditorio de Pablo. ¿Era por casualidad un mendigo que pe- rano padre de los dioses. Hermes, por el contrario, al que los licao-
día limosna precisamente en aquel sitio, donde Pablo se puso a predi- nios creen ver en Pablo, no es uno de los grandes dioses del Olimpo,
car? o ¿había pedido que lo llevasen allí, para oír al famoso predicador sino que tiene rango de segundón, es un subordinado. Ya Homero lo
y tal vez obtener de él alguna ayuda? El curso de la narración se de- presenta como mensajero de los dioses, es decir, que no actúa por

10
290 14,8-20: Pablo y Bernabé en Listra 14,8-20: Pablo y Bernabé en Listra 291
cuenta propia. Sólo más tarde, este diosecillo ambulante llegará a con- vida y el que se revela siempre nuevo, en razón de su vitalidad (Sal
vertirse en el dios de la comunicación y del comercio. Lucas no puede 42,3; Os 2,1; Dn 14,5, etc).
admitir la subordinación de Pablo a Bernabé, a pesar de tratarse de un
16. El hecho de que el hombre, en vez de reconocer y adorar a
elemento tan claramente anclado en la tradición. Por eso intenta expli-
ese Dios, ponga a la criatura en lugar de creador y se someta a ella, es
car de otro modo la identificación de Pablo con Hermes. La razón, se-
signo de que se ha pervertido la relación que tiene que existir entre el
gún Lucas, es que Pablo era el que hablaba, mientras que Bernabé no
hombre y el Dios creador. Esta actitud hace que el hombre y toda su
decía una palabra. Pero esta interpretación es muy forzada, porque re-
existencia caigan bajo el dominio de la nada (Rom l,2()s). Hasta ahora,
sulta que Hermes aparecía como mensajero o portavoz de los dioses,
Dios ha permitido que los paganos siguieran este camino, de espaldas a
sólo en ausencia de éstos.
la verdad, sin reconocer al verdadero Dios. Pero no hay que achacar
13. La localización de los sucesos siguientes vuelve a ser confusa. este desconocimiento al hecho de que Dios no haya manifestado inequí-
En el templo de Zeus, que estaba fuera del recinto amurallado, como vocamente su auténtica naturaleza, sino que esta actitud es fruto de la
en todas las ciudades helenísticas, el sacerdote se prepara a ofrecer un culpabilidad humana. En este punto, Lucas (cf. comentario a 17,29s) y
sacrificio solemne, trayendo toros y guirnaldas «a las puertas». ¿A qué Pablo (Rom 1,2(3) coinciden plenamente. El alcance ulterior de la idea
puertas? ¿A las de la ciudad, o a las del templo? Sea lo que sea, el na- de que Dios, de ahora en adelante, llama a los paganos a la conversión
rrador supone que Pablo y Bernabé pueden observar directamente lo y a la aceptación del plan divino, no se desarrolla explícitamente (cf.
que está sucediendo. Por otra parte, como el sacrificio tiene que lle- 17,30), pero se deja entrever en la formulación del v. 16.
varse a cabo sobre el altar, justo delante del templo, lo más probable 17. En vez de insistir en esta última línea de desarrollo, el discurso
es que el narrador localice el suceso en el espacio abierto que quedaba se centra ahora en una detallada enumeración de las diversas manifesta-
entre el templo de Zeus y la puerta de la ciudad. ciones de Dios, que los paganos han podido experimentar en su propia
14. La reacción de los «apóstoles» (cf. comentario al v. 4) es vehe- historia personal. Dios ha enviado la lluvia (Jl 2,23; Sal 147,8; 104,13;
mente y decidida. Como signo de horror ante la blasfemia que implica Jr 5,24), dando a la tierra la fertilidad de cada una de las estaciones
aquella ceremonia, se rasgan el manto (cf. Me 14,63p). El pegar un anuales. Como consecuencia de esta actuación de Dios, los hombres
salto e irrumpir por medio del gentío hay que interpretarlo como una han experimentado con alegría la abundancia de cosechas y de ali-
reacción automática, que subraya los gritos de protesta de los apóstoles mentos (Sal 4,8; 145,16). A Dios no hay que buscarlo en los fenómenos
contra un homenaje en el que se manifiesta claramente que la gente los extraordinarios, en las catástrofes o en las situaciones críticas. El hom-
considera como dioses. Los apóstoles no son seres sobrenaturales, no bre entra en contacto con la actuación del creador precisamente en las
están por encima de los hombres, como objeto de adoración, sino que cosas más normales, que contribuyen a mantener su existencia, y en el
su puesto es estar entre los hombres. mundo, que constituye el espacio auténtico para el desarrollo de su
vida (cf. 17,24s).
Fruto inmediato de la enérgica protesta es el breve discurso que si-
gue a continuación. Como es normal en la concepción de Lucas, no 18. La observación final sobre el efecto del discurso es un tanto
cabe duda que una vez más es Pablo el que pronuncia el discurso. extraña. Cierto que los apóstoles consiguen disuadir a la gente de que
les ofrezca un sacrificio, pero sólo a duras penas. Además, no se dice
15. El discurso está imbuido de elementos y resonancias bíblicas, una palabra sobre el resultado en el aspecto de la evangelización. La
aun en sus formulaciones concretas. La llamada a la fe en un Dios fuerza de las convicciones paganas está tan arraigada, que no cede al
único, que constituye la introducción, no tiene nada que ver con las primer embate del cristianismo. (Algunos manuscritos intentan redon-
pruebas de la existencia de Dios, corrientes en la filosofía popular de dear este final añadiendo que «la j^ente se marchó a su casa». Lo que
origen estoico. Un aspecto esencial de esta concepción filosófica consis- realmente se consigue con esta observación es marcar con mayor clari-
tía en desplegar ante la reflexión humana la sobrecogedora estructura dad una cesura narrativa. Desde luego que ésta es la intención de
del cosmos, para deducir de ella, como consecuencia necesaria y obliga- Lucas, a pesar de que el texto original no lo haya expresado con la cla-
toria, la existencia de un Dios que actúa en el mundo conforme a un ridad debida).
plan racional y lleno de sentido. Pero el discurso de Pablo no va por
ahí; su estructura es, más bien, la de una proclamación propagandística 19-20. Se trata de una nueva escena que, sin duda, tuvo lugar unos
y misionera. La confrontación de la vaciedad de los ídolos con el Dios días más tarde. Lucas atribuye la lapidación de Pablo a una iniciativa
vivo es un tema veterotestamentario. Los dioses paganos carecen de de algunos judíos procedentes de Antioquía y de Iconio (cf. 15,30;
existencia propia (Jr 2,5; 8,19), porque son producto de la mano del 14,5). Es muy poco probable que esos judíos lograran convencer a los
hombre y pura creación de su espíritu (Is 44,9-20). Por el contrario, el Paganos de Listra para que secundaran sus planes. Indudablemente
verdadero Dios es un Dios «vivo», porque es el creador, el que da la Lucas ha presentado este episodio a la luz de una situación histórica-
292 14,21-28: Fin del primer viaje misionero 14,21-28: Fin del primer viaje misionero 293
mente posterior, en la que Pablo ve continuamente amenazada su acti- a) Los misioneros, Pablo en especial, han aparecido como testigos
vidad por las maquinaciones de los judíos (cf. 17,5.13). Con esto consi- de Jesús marcados por el sufrimiento. Su actitud constituye para los
gue además una gradación con respecto al v. 5. Lo que anteriormente creyentes un ejemplo, para saber afrontar las dificultades cuando se
había quedado en un puro intento, se convierte ahora en realidad; pero presenten.
sólo en una realidad aparente, porque de hecho Dios no abandona a
sus elegidos. La lapidación se presenta una vez más (cf. comentario a b) Pablo y Bernabé no se han limitado a la mera implantación del
7,59) como un acto arbitrario de linchamiento; se persigue a la víctima, evangelio, por medio de la predicación, sino que han procurado infun-
tirándole piedras, hasta que ésta cae exánime. Una vez que se han mar- dir en los creyentes un dinamismo interno, generador de una estructura
chado los ejecutores, Pablo, a quien todos daban por muerto, se le- visible que se expresa en determinadas reglamentaciones y formas de
vanta lleno de vida, rodeado de un grupo de cristianos de Listra. Sólo vida comunitaria. En otras palabras, se han esforzado por que la Iglesia
ahora nos enteramos de que en la ciudad se ha creado una comunidad haya ido adquiriendo una configuración propia.
de discípulos. Inmediatamente Pablo vuelve a la ciudad, como signo Bajando a los detalles, el pasaje plantea una serie de problemas his-
evidente de que el Dios a quien sirve es mucho más poderoso que los tóricos prácticamente insolubles. En realidad, lo más lógico hubiera
adversarios y no puede permitir que éstos sustraigan de su mano al ins- sido que los misioneros, al salir de Derbe, hubieran seguido en direc-
trumento que él se ha elegido. A pesar de todo, al día siguiente, Pablo ción suroeste por el camino que, atravesando la cordillera del Tauro
y Bernabé abandonan la ciudad, para dirigirse a Derbe. por las llamadas «puertas de Cilicia», llevaba directamente a la costa.
¿Por qué, pues, en lugar de seguir ese camino, escogieron una ruta mu-
cho más larga y peligrosa? ¿Cómo es que se atrevieron a visitar otra
vez las ciudades de Listra, Iconio y Antioquía, donde poco antes ha-
12. Fin del primer viaje misionero (14,21-28) bían sido perseguidos a muerte? Estas constataciones han llevado a mu-
chos comentaristas a pensar que todo el pasaje es pura construcción
21
Después de anunciar la buena noticia en aquella ciudad y lucana. Lucas habría prescindido de toda verosimilitud histórica para
de ganar numerosos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a construir su narración de una segunda visita de los misioneros a las co-
Antioquía, 22 confortando a los discípulos y exhortándolos a per- munidades recién fundadas por ellos, con la intención de demostrar el
severar en la fe, diciéndoles que «tenemos que pasar muchas tri- principio de la necesidad de consolidar el trabajo desarrollado. Pero si
bulaciones para entrar en el reino de Dios». ésta fuera la razón, entonces también tendría que haber presentado a
23
En cada Iglesia designaron responsables; oraban, ayunaban Pablo y a Bernabé recorriendo de nuevo la isla de Chipre. En resu-
midas cuentas, el que se incline por admitir la historicidad global del
y los encomendaban al Señor en quien habían creído.
24 primer viaje (cf. el comentario a 13,1-3), tendrá que hacer lo mismo
Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. 25 Predicaron el con este final de la narración, a pesar de las dificultades que esto im-
mensaje en Perge, y bajaron a Atalía. 26Allí se embarcaron para plica.
Antioquía, su punto de partida, donde los habían encomendado
a la gracia de Dios para realizar la misión que habían cumplido. 21. La ciudad de Derbe estaba situada en el ángulo sudoriental
2
^\1 llegar reunieron a la comunidad y les contaron lo que más extremo de la provincia de Galacia. En esa ciudad llega a fundarse
Dios había hecho corr ellos y cómo había abierto a los paganos la una comunidad floreciente, según nos informa un breve sumario. Allí
puerta de la fe. 28Se quedaron allí bastante tiempo con los discí- mismo comienzan los misioneros su viaje de vuelta. Y vuelven, pasando
pulos. precisamente por las comunidades que acaban de fundar, para ver
cómo van las cosas y para consolidar en la fe a los miembros de cada
21-28. Lucas reanuda el hilo del relato antioqueno, para no aban- comunidad.
donarlo hasta el presunto final de la narración en el v. 27. Después de 22. El hecho de que en este contexto se introduzca una cita directa
un breve apunte sobre la actividad misionera en Derbe (v. 21a), el re- parece indicar que Lucas consideraba estas palabras como una frase
lato continúa con una enumeración de las principales etapas del viaje textual de Pablo. Realmente, el contenido de la expresión se parece
de vuelta (vv. 21b.22a.24-26), hasta terminar en Antioquía de Siria, con bastante a 1 Tes 3,3, donde Pablo anuncia la aflicción de los últimos
el informe de los misioneros ante toda la comunidad (v. 27). Los vv. tiempos; aunque desde el punto de vista formal, habría que incluirla en
22b.23 son claras adiciones redaccionales. Lucas no ha dejado pasar la la serie de formulaciones que enumeran las condiciones para entrar en
oportunidad que se le ofrecía de introducir aquí un par de rasgos, que el reino de Dios (Mt 5,20; 7,21; Me 9,47; Le 18-,17; Jn 3,5). La tonali-
él consideraba importantes, como resumen de su presentación de todo dad escatológica, característica de 1 Tes 3,4 está aquí totalmente au-
el viaje. Son los siguientes: . sente. No se trata de la actitud de aguante con la que se deberá afron-
294 14,21-28: Fin del primer viaje misionero 15,1-34: Decisiones del concilio de Jerusalén 295
tar la tribulación que precederá inmediatamente a la parusía, sino de la Cor 16,9; 2 Cor 2,12; Col 4,3). En el contexto de este pasaje quiere de-
aceptación de la dificultad como configuración esencial de la existencia cir que Dios abre a los gentiles la posibilidad de entrar en el ámbito de
cristiana en el presente. Ser cristiano significa estar dispuesto a sufrir el la fe; pero una «fe» que no significa una decisión personal, sino el ser
dolor por amor a Jesús y según el modo que él ha consagrado en su cristiano, la pertenencia al pueblo de los creyentes. En el fondo, esta
propia existencia como única norma válida. El reino de Dios, que ha- imagen se completa con otro símbolo frecuente en el Nuevo Testa-
brá de llegar con la parusía (cf. el comentario a 1,11), pondrá fin al do- mento, en el que se presenta a la Iglesia como nuevo y definitivo tem-
lor; pero esto no es aún una realidad presente, sino algo que pertenece plo de Dios (1 Cor 3,10s; Ef 2,20s). La conclusión que realmente tiene
a la lejanía indefinida del futuro. El Pablo de Lucas pronuncia estas pa- que sacar la comunidad de Antioquía, como resultado de este primer
labras como uno que ha experimentado esa realidad en su propia exis- viaje misionero, es la firme convicción y la certeza absoluta de que
tencia. Jesús glorificado ya lo había predicho, al escoger a Pablo como Dios quiere que los paganos entren a formar parte de su Iglesia precisa-
testigo suyo, marcado por el sufrimiento (9,16); y el anuncio se ha he- mente en cuanto paganos, es decir, sin necesidad de la circuncisión ni
cho realidad. de la observancia de la ley. Si anteriormente se había llevado a cabo
23. La designación de responsables en cada comunidad es cierta- una cierta actividad misionera entre los paganos, concebida más o
mente un anacronismo; Lucas proyecta una vez más en los orígenes la menos como un apéndice de la misión a los judíos, esto se ha acabado;
situación de la Iglesia de su tiempo (cf. 6,5s; 20,17). La institución de de ahora en adelante, la misión a los gentiles es una tarea fundamental
responsables de la comunidad era desconocida en las iglesias paulinas de la Iglesia.
(cf. Flp l,ls). Más aún, las cartas auténticas de Pablo no dicen una pa- 28. La observación final, con la que Lucas cierra su relato, quiere
labra acerca de la elección o designación directa de responsables minis- indicar que entre este primer viaje y el concilio de Jerusalén pasó un
teriales; sin embargo, en este pasaje se presupone la existencia de esa buen período de tiempo.
práctica (en el comentario a 13,3 hemos tratado del clima de oración y
ayuno en el que se llevaba a cabo esta designación). Con todo, la afir-
mación que aquí se hace no carece de cierta relevancia histórica, aun-
que no sea más que indirectamente; de hecho, hace referencia a una si- ' 13. Decisiones del concilio de Jerusalén (15,1-34)
tuación que distingue la misión paulina de la actividad llevada a cabo
por los helenistas pertenecientes al círculo de Esteban (cf. el comenta- 15 l T Jnos desconocidos que bajaron de Judea enseñaban a los
rio a 8,26ss), en cuanto que Pablo manifiesta una tendencia a la erec- hermanos q u e , si no se circuncidaban conforme a la tradición de
ción de comunidades estables, con una organización más o menos es- Moisés, no podían salvarse. 2 Esto provocó un altercado y una se-
tructurada. ria discusión con Pablo y B e r n a b é . Y se decidió que Pablo, Ber-
24-25. Durante el viaje de vuelta sólo se habla de una actividad nabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles
propiamente misionera en Perge que, en el viaje de ida, no se había y ancianos sobre aquella cuestión.
3
mencionado más que como ciudad de paso (cf. 13,13). La comunidad los proveyó para el viaje. Atravesaron Fenicia
y Samaría, contando cómo los paganos se habían convertido; y la
26. Finalmente, desde la ciudad portuaria de Atalía, se pone noticia llenó de alegría a todos los hermanos.
rumbo por mar directamente a Antioquía de Siria. 4
A1 llegar a Jerusalén, la comunidad, los apóstoles y los an-
El relato de la llegada al punto de partida hace referencia explícita cianos los recibieron muy bien. Y entonces ellos les contaron
al momento del envío (13,1-3). Los misioneros han llevado a cumpli- todo lo que Dios había hecho por medio de su actividad.
miento la «misión» (la «obra», en términos técnicos, como en 13,2.41) 5
que el Espíritu Santo les había encomendado. P e r o algunos de la facción farisea, q u e se habían h e c h o
creyentes, intervinieron diciendo:
27. Los misioneros convocan una reunión comunitaria, para infor- — H a y que circuncidarlos y mandarles que guarden la ley de
mar no de la propia actividad desarrollada, sino de lo que Dios ha rea- Moisés.
6
lizado por medio de ellos. La conclusión que sacan de esta actuación de Los apóstoles y los ancianos se r e u n i e r o n a e x a m i n a r el
Dios tiene un significado decisivo para la Iglesia. Ya no hay lugar a asunto. 7 P e r o como la discusión se caldeaba, se levantó Pedro y
dudas; ahora sí que se ha puesto de manifiesto —y de modo irrebati- les dijo:
ble— que Dios mismo «ha abierto a los paganos la puerta de la fe». — ¡ H e r m a n o s ! Desde los días antiguos, como sabéis, Dios me
La imagen de la puerta, abierta por Dios, es frecuente en el len- escogió de entre vosotros, para que los paganos oyeran de mi
guaje del Nuevo Testamento, para expresar la actividad misionera (1 boca el mensaje del evangelio y llegaran a la fe. 8 Y Dios, que
15,1-34: Decisiones del concilio de Jerusalén 297
296 15,1-34: Decisiones del concilio de Jerusalén
Judas, que os referirán lo mismo de palabra.
conoce los corazones, se declaró a favor de ellos, dándoles el Es- 28
Porque hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros,
píritu Santo igual que a nosotros. 9Sin hacer distinción alguna en-
no imponeros más cargas que las indispensables: ^abste-
tre ellos y nosotros, ha purificado sus corazones con la fe. 1(,¿Por
nerse de carne sacrificada a los ídojos, de sangre, de ani-
qué provocáis a Dios ahora imponiendo a esos discípulos un
males estrangulados y de matrimonios ilegales.
yugo, que ni nosotros ni nuestros padres hemos tenido fuerzas
Haréis bien en guardaros de todo eso. ¡Salud!».
para soportar? No puede ser. "Nosotros creemos que nos sal- 30
Los despidieron y ellos bajaron a Antioquía, donde convo-
vamos por la gracia del Señor Jesús; y ellos exactamente igual.
12 caron una asamblea comunitaria y entregaron la carta. 31A1 leer
Toda la asamblea hizo silencio para escuchar a Bernabé y aquellas palabras, se llenaron de alegría por el consuelo que les
Pablo, que les contaron las señales y prodigios que Dios había proporcionaban.
realizado por su medio entre los paganos. 2
13 Judas y Silas, como eran predicadores inspirados, hablaron
Cuando terminaron de hablar, Santiago tomó la palabra y
largamente alentando y confortando a los hermanos. 33 Pasado al-
dijo:
14 gún tiempo, se despidieron cordialmente de los hermanos, para
—¡Hermanos! Escuchadme. Simeón ha expuesto cómo Dios volverse a la comunidad que los había enviado.
desde el principio se preocupó de escogerse entre los paganos un
pueblo para su nombre. 15 Esto responde a lo que dijeron los pro- Vv. 16-18: Am 9,lis (LXX); Jr 12,15; Is 45,21.
fetas, como está escrito:
16
Después volveré para levantar de nuevo 1-33(34). No cabe duda que Lucas es un gran teólogo y un exce-
la choza caída de David; lente historiador. Prueba de ello es este relato de la asamblea conjunta
levantaré sus ruinas y la pondré en pie, que vio reunidas en Jerusalén a la comunidad primitiva de la ciudad
17 santa y a la comunidad de Antioquía, con objeto de examinar los pro-
para que los demás nombres busquen al Señor, blemas planteados por la misión a los gentiles. La colocación de este
con todas las naciones sobre las que se ha invocado mi relato exactamente en el centro del libro de los Hechos y su elaborada
nombre. composición contribuyen a dar a este capítulo un relieve particular. El
Oráculo del Señor, 18que lo anunció desde antiguo. llamado «concilio apostólico» es, sin genero de dudas, el acontecimiento
19
Por eso, a mi parecer, no hay que crear dificultades a los más importante de toda la historia de la Iglesia primitiva. La denomina-
paganos que se convierten; 20 basta escribirles que se abstengan ción «concilio apostólico», acuñada por la exégesis alemana («Apostel-
de toda contaminación de idolatría, de matrimonios ilegales, de konzil»), crea bastantes problemas, en primer lugar, porque no todos
comer sangre y animales estrangulados. 21 Porque durante muchas los apóstoles tomaron parte en la asamblea, y segundo, porque no hubo
generaciones se ha leído y proclamado la ley de Moisés todos los una presencia oficial de toda la Iglesia, representada por delegaciones
sábados en las sinagogas de cada ciudad. de las demás comunidades, elemento característico de los concilios ecu-
22
Los apóstoles y los ancianos, de acuerdo con toda la asam- ménicos posteriores. Tomando las cosas en sentido estricto, no se trató
blea, decidieron entorices elegir a algunos de ellos y mandarlos a más que de una reunión de dos comunidades. A pesar de todo, esa de-
nominación no deja de ser relativamente idónea, ya que expresa mejor
Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsabá y a que otras (por ejemplo, las que sustituyen el término «concilio» por
Silas, hombres de gran reputación entre los hermanos, 23y les en- «asamblea, congreso, etc.») el aspecto de comunicación eclesial y el ca-
tregaron esta carta: rácter administrativo del acontecimiento.
«Los hermanos apóstoles y ancianos saludan a los her- La problemática que había que afrontar y resolver era bastante
manos de Antioquía, Siria y Cilicia, procedentes del paga- compleja. Todo empezó por la cuestión de si la circuncisión, y consi-
nismo. guientemente la sumisión a la ley, era o no condición indispensable
24 para admitir a los paganos en la Iglesia (vv. 1.5). Para los judíos, cir-
Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin en-
cargo nuestro, os han alarmado e inquietado con sus pala- cuncisión y ley formaban un todo inseparable. La circuncisión era el
bras. signo de la alianza, impuesto por Dios a Israel (Gn 17); al mismo
25
Hemos decidido por unanimidad elegir a algunos y en- tiempo era una señal externa de las convicciones religiosas de Israel,
viároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, 26 hombres por la que se manifestaba la pertenencia al pueblo elegido y el compro-
que han arriesgado su vida por la causa de nuestro Señor miso adquirido con respecto a la ley como institución salvífica. La co-
munidad de Jerusalén estaba convencida de que su pertenencia a Israel
Jesucristo. 27 En vista de lo cual, mandamos a Silas y a
298 15,1-34: Decisiones del concilio de Jerusalén 15,1-34: Decisiones del concilio de Jerusalén 299

era un factor decisivo para la comprensión de su propia personalidad. es plenamente evangelio de Jesucristo y, segundo, de que la comunidad
La Iglesia se consideraba a sí misma como una magnitud en la que ha- de Antioquía, a pesar de no estar configurada según las prescripciones
bía cristalizado el núcleo de la inminente y definitiva renovación y res- de la ley y de resultar, por tanto, una novedad para los judeocris-
tauración de Israel en su totalidad. Por eso, circuncisión y ley eran rea- tianos, era realmente Iglesia de Jesucristo.
lidades incuestionables. Así se comprende que para la comunidad de En toda esta cuestión no hay que ignorar una serie de factores, no
Jerusalén fuera evidente que la adhesión de los paganos a la fe en precisamente teológicos, que tuvieron su importancia en el desarrollo
Cristo tenía que pasar necesariamente por la aceptación simultánea de de la controversia. Antioquía se había convertido en poco tiempo en la
las convicciones religiosas y de las costumbres de Israel, es decir, la cir- segunda capital de la Iglesia y la comunidad había ido creciendo rápida-
cuncisión y la observancia de la ley. Sin embargo, hay datos que permi- mente, hasta llegar a ser, con toda probabilidad, mucho más numerosa
ten deducir que, a partir del año 40, no todos los grupos que compo- que la de Jerusalén; pero sobre todo superaba ampliamente a la comu-
nían la comunidad de Jerusalén eran rigurosamente partidarios de una nidad madre en influjo y en capacidad de irradiación. La comunidad de
concepción tan estricta. Pedro, por ejemplo, parece que desplegó du- Jerusalén se encontraba en una situación económica muy débil y, en
rante aquellos años una actividad evangelizadora fuera del ámbito de este aspecto, dependía de la ayuda exterior; además, desde la persecu-
Jerusalén y aun llegó en una ocasión a romper las barreras tradicionales ción de Agripa (cf. el comentario al capítulo 12),estaba continuamente
del judaismo, admitiendo en el seno de la Iglesia a algunos adeptos, sin acosada por una difícil situación política. Precisamente estas circunstan-
obligarlos a la circuncisión. Este comportamiento de Pedro debió de cias políticas, provocadas por un creciente nacionaljudaísmo, favorecían
crear en la comunidad ciertos problemas, cuyas huellas aparecen clara- la proliferación de tendencias fuertemente judaizantes en el seno de la
mente en el relato de 10,1-11,18. Sin embargo, no parece que el mismo comunidad. En esta situación, es comprensible que cualquier acerca-
Pedro llegase a defender una ruptura absoluta y total con la circunci- miento a los paganocristianos supusiera incurrir peligrosamente en sos-
sión y con la ley. pecha.
Por el contrario, la comunidad de Antioquía se manifestó decidida- El relato está compuesto con extrema atención. Salta a la vista la
mente a favor de esa ruptura radical. Había admitido en sus filas a mu- maestría con que Lucas articula las diversas partes de la narración, de
chos paganos, sin imponerles al mismo tiempo la aceptación de las cos- modo que el conjunto adquiere unas proporciones perfectamente simé-
tumbres religiosas judías, de modo que, en la apreciación del mundo tricas. Los vv. 1-3 constituyen la introducción y describen la situación
circundante, había llegado a ser, aun externamente, un fenómeno que en Antioquía (conflicto y envío de los delegados). En perfecto parale-
no tenía nada que ver con Israel (cf. el comentario a 11,19-26). Para lismo con el comienzo, los vv. 30-33 —de nuevo en Antioquía— pre-
colmo, Pablo había elaborado una revolucionaria explicación teológica sentan la conclusión del relato (alegría por la solución del conflicto y
del problema de la ley, cuya afirmación fundamental era que Cristo ha- ulterior actividad de Pablo y Bernabé). La parte central se desarrolla en
bía suprimido totalmente la ley como camino de salvación, y que la Jerusalén (vv. 4-29). Empieza con una nueva descripción de la situación
esencia del evangelio consistía en que la salvación se realiza únicamente conflictiva, al presentarse Pablo y Bernabé ante la asamblea (vv. 4-5), y
por la fe, sin necesidad de las obras de la ley (Gal 2,16; Rom 3,21s). termina exponiendo la solución adoptada por esa misma asamblea (vv.
Imponer la ley a los paganos significaría desvirtuar radicalmente el 22-29). Dentro de este marco, el verdadero centro de la narración (deli-
evangelio. beraciones de los apóstoles y de los ancianos: vv. 6-21) está dominado
La fricción entre ainjbas posiciones resultaba a la larga insostenible. por los dos discursos, indiscutiblemente paralelos, de Pedro (vv. 7-11) y
Lo realmente sorprendente es que se tardara tanto tiempo en llegar a de Santiago (vv. 13-21). Ambos discursos llevan el sello de la composi-
una solución. Cuando se convocó el concilio de Jerusalén —en la pri- ción lucana, y pretenden explicar al lector el significado histórico del
mavera del año 48, como fecha más probable (cf. el comentario a acontecimiento. Por eso, el discurso de Pedro (vv. 7-11) hace referencia
11,27-30)— la comunidad de Antioquía llevaba ya más de diez años de a la historia de Cornelio (10,1-11,18). De hecho, según la concepción
existencia. Pero sólo entonces llegó a verse con toda claridad, y precisa- de Lucas, éste es el episodio fundamental en el que Dios manifestó de
mente por parte de ambas comunidades, la profundidad de la grieta que manera inequívoca su decisión en favor de la misión a los paganos; de
las dividía. El motivo principal fue, sin duda, la misión desarrollada por lo que ahora se trata es de reconocer y ratificar oficialmente, por parte
Pablo y Bernabé en Asia Menor, donde por primera vez llegaron a fun- de toda la Iglesia, esa decisión divina. Las razones que se ponen en la-
darse comunidades cristianas compuestas únicamente por paganos. El bios de Pedro para exonerar a los paganocristianos de las obligaciones
núcleo del debate se podría formular en una pregunta: los paganocris- impuestas por la ley (v. 10) reflejan, al menos en parte, la concepción
tianos, por el hecho de prescindir de la observancia de la ley, ¿han roto del propio Lucas, también él cristiano procedente del paganismo. Re-
o no la continuidad con el pueblo de Dios? Todo dependía de que la sulta difícil imaginarse al Pedro real razonando de esta manera. Por su
comunidad antioquena lograra convencer a la comunidad de Jerusalén, Parte, el discurso de Santiago (vv. 13-21), a pesar de su colorido marca-
primero, de que una proclamación que no exige la observancia de la ley damente judaizante, muestra igualmente su origen lucano, sobre todo
300 Excurso: El relato lucano y paulino Excurso: El relato lucano y paulino 301
por la formulación de la cita escriturística, colocada en el centro del cebida, ante todo, como una argumentación de carácter marcadamente
discurso (vv. 16s), que reproduce fielmente el texto de la Biblia griega. polémico y apologético. En Gal 2 Pablo se defiende apasionadamente
El relato, visto en su totalidad, no manifiesta rupturas ni tensiones que contra las recriminaciones de sus adversarios de Galacia, claramente ju-
puedan valer como indicios de que Lucas haya usado fuentes escritas. daizantes, que le achacaban la pretensión de haber recibido su ministe-
A pesar de todo, es altamente improbable que Lucas haya com- rio apostólico y su evangelio directamente de Cristo, mientras que, en
puesto este relato sin tener como base algún tipo de material de tradi- realidad, Pablo tenía que depender, en ambos aspectos, de las autori-
ción. De hecho hay unos cuantos detalles, que suponen una sólida in- dades de la comunidad de Jerusalén (Gal 1,1.lis). Por tanto, lo que
formación sobre el acontecimiento. Por ejemplo, las referencias a la Pablo quiere recalcar en su presentación de lo que pasó en el concilio
organización de la comunidad de Jerusalén (vv. 4.6.22), que cuenta en- es su propia independencia con respecto a los responsables de Jerusalén
tre sus responsables, además de los apóstoles, a un grupo de ancianos y que en esto precisamente radica la peculiaridad de su predicación del
(cf. el comentario a 11,30). Como dirigente principal de la comunidad evangelio.
aparece Santiago (cf. el comentario a 12,17), cuya decisión (vv. 19ss) Los dos relatos coinciden en los puntos siguientes: 1) Viaje de Pablo
prevalece, mientras que Pedro queda en segundo plano. Además, da la y Bernabé a Jerusalén (15,2; Gal 2,1). 2) Centralidad del problema de
impresión de que el desarrollo de los sucesos, aparte de la introducción la circuncisión de los paganos convertidos al cristianismo (15,5; Gal
(vv. 1-3), se cuenta desde una óptica totalmente jerosolimitana. Pablo y 2,3). 3) Planteamiento de la necesidad de la circuncisión promovido por
Bernabé son poco más que figuras decorativas; únicamente se les presta un grupo extremista de la comunidad, de tendencia radicalmente judai-
atención un par de veces (vv. 4,12). Cabría esperar en esta ocasión un zante (15,5 habla de cristianos pertenecientes al partido de los fariseos;
discurso de Pablo, pero no es así. Más bien es Pedro, y no precisa- Gal 2,4 denomina a este grupo —desautorizándolo de una manera agre-
mente Pablo, el abogado de la causa de los paganos convertidos al cris- sivamente polémica— como «falsos hermanos infiltrados»). 4) Pablo in-
tianismo. Todas estas constataciones se podrían explicar fácilmente en forma sobre los resultados de su actividad misionera (15,4.12; Gal 2,2).
el supuesto de que Lucas haya reelaborado en este pasaje una tradición 5) Los responsables de Jerusalén rechazan la necesidad de la circunci-
proveniente de círculos judeocristianos próximos a Pedro. Esta tradi- sión y rehusan imponérsela a los paganos convertidos (15,19s; Gal 2,6).
ción estaría estrechamente relacionada con la que se refleja en 10,1- 6) Como resultado de la reunión se consigue salvar la unidad de la Igle-
11,18 (cf. el comentario a esos capítulos), y su aparición en las delibe- sia (15,30ss; Gal 2,9).
raciones del concilio habría que interpretarla como un intento de justifi- Junto a estas coincidencias se detecta toda una serie de divergencias
car el punto de vista practicado y defendido por Pedro. Dicha tradición que, en la mayoría de los casos, se puede explicar fácilmente:
presentaría la figura de Pedro plenamente identificada con la misión a
los paganos; pero una misión que no rechazaba de plano cualquier tipo a) Según 15,2, Pablo y Bernabé van a Jerusalén en calidad de de-
de vinculación a la ley, sino únicamente la obligatoriedad para los gen- legados de la comunidad de Antioquía; Gal 2,2, por el contrario, no
tiles de un cierto número de exigencias secundarias contenidas en la hace ninguna mención de Antioquía y atribuye el viaje a una moción
Tora. del Espíritu. En realidad, la contradicción es sólo aparente. Pablo tiene
sus motivos para no mencionar en la carta a los Gálatas su anterior vin-
culación con Antioquía (cf. el comentario a 15,39). Por lo demás, una
moción del Espíritu (durante una asamblea comunitaria) es perfecta-
mente compatible con una misión por encargo de la comunidad (cf.
El relato lucano (Hch 15,1-34) y el relato paulino (Gal 2,1-10). Para
13,2s).
poder emitir un juicio de valor sobre el significado de Hch 15 y recons-
truir en la medida de lo posible su base histórica, se impone una com- b) Tito, presentado en Gal 2,1 como uno de los miembros de la
paración de este capítulo con el relato autobiográfico de Pablo en Gal 2. delegación antioquena y que desató la fogosidad de los paladines de la
Partimos de dos constataciones que no admiten la menor duda. Pri- circuncisión, desaparece por completo en Hch 15. Signo evidente de
mero, que ambos relatos se refieren al mismo acontecimiento; y se- que el recuerdo de este colaborador de Pablo ya se había esfumado en
gundo, que el relato lucano de Hch 15 no depende directa ni indirecta- la tradición que sirvió de base al relato de Lucas.
mente del relato paulino. Es natural que a este último, por tratarse de c) Pablo menciona como directos interlocutores suyos a los tres
un relato autobiográfico, haya que atribuirle, en principio, una mayor «pilares» de la Iglesia: Santiago, Cefas (= Pedro) y Juan (Gal 2,9). El
autenticidad histórica. Pero al mismo tiempo hay que reconocer que la relato de Hch corrobora la supremacía de Santiago, ya implícita en Pa-
intención primaria de Pablo no consiste en ofrecer una información his- blo al nombrarlo en primer lugar, pero omite toda mención de Juan.
tórica «objetiva»; y esto implica, ya de entrada, que habrá que dejar en Esta omisión hay que atribuirla, sin duda, al carácter de la tradición
suspenso aun la misma posibilidad de que el relato reproduzca los he- usada por Lucas, que únicamente estaba interesada en las figuras de
chos tal como realmente sucedieron. La presentación paulina está con- Pedro y Santiago, como representantes de dos posiciones bien defi-
302 Excurso: El relato lucano y paulino Excurso: El relato lucano y paulino 303
nidas. (Sobre la muerte de Juan, hijo de Zebedeo, cf. el comentario a ron en aquella ocasión a los paganos convertidos al cristianismo una to-
12,2). tal independencia con respecto a la ley.
d) Según los datos de 15,4.6, Pablo y Bernabé, al llegar a Jerusa- Entonces, si el decreto no es. originariamente el resultado del conci-
lén, se encuentran con dos grupos implicados en la controversia; por un lio de Jerusalén, ¿de dónde proviene? ¿Cómo ha entrado a formar
lado, la asamblea comunitaria (vv. 4.22) y, por otro, «los apóstoles y parte del relato lucano? ¿Se trata, tal vez —según la opinión de E.
los ancianos» (v.6). Pablo, por el contrario, sólo menciona como inter- Haenchen— de una tradición que circulaba en la Iglesia de Lucas y que
locutores a los «respetados», es decir, a los tres «pilares» de la comuni- éste atribuyó erróneamente a los apóstoles? Parece que no, porque no
dad (Gal 2,2.6.9). En este caso, lo más probable es que la razón esté hay ninguna indicación de que en la Iglesia lucana estuviesen en vigor
de parte del libro de los Hechos. Es fácilmente comprensible que Pablo estas disposiciones. La explicación más probable es que el decreto apos-
no mencione la asamblea comunitaria ni a los ancianos, dado el carác- tólico fue en realidad promulgado por Santiago, naturalmente después
ter tendencioso de su relato. Pablo no puede admitir su dependencia de del concilio de Jerusalén. En este caso, Lucas, tal vez por influencia de
la comunidad de Jerusalén ni del grupo de ancianos; los únicos interlo- sus fuentes, habría unificado erróneamente dos acontecimientos dis-
cutores competentes que él reconoce son los apóstoles. tintos. Precisamente en la carta a los Gálatas se puede encontrar un
cierto apoyo para esta suposición. En esa carta Pablo cuenta el llamado
e) Pablo afirma en Gal 2,2 que él expuso su evangelio a los «res- «incidente de Antioquía», que tuvo lugar después del concilio apostó-
petados», mientras que Hch 15 no menciona este particular. Se podrá lico (Gal 2,11-21). Durante la estancia de Pedro en Antioquía se pre-
comprender esta omisión si se admite que el problema de la legitimidad sentó allí una delegación enviada por Santiago, que le recriminó su
de un evangelio liberado de las constricciones de la ley y que está esen- práctica de comer con los paganos convertidos al cristianismo; entonces
cialmente en consonancia con la concepción del evangelio que tenían Pedro se retrajo, causando así una profunda crisis en la comunidad. Se-
los judeocristianos ya había desaparecido del horizonte en que se gún esto, es evidente que la cuestión de las comidas comunes en las que
mueve el cristiano Lucas, convertido del paganismo. participaban judíos y paganos convertidos, como consecuencia lógica
f) Según Gal 2,10, la única recomendación que los responsables de de las determinaciones del concilio, resultó un verdadero problema para
Jerusalén hicieron a los delegados de Antioquía fue la organización de la comunidad de Jerusalén. En el concilio todos estuvieron fundamental-
una colecta en favor de la comunidad madre. En Hch 15 no se men- mente de acuerdo en admitir una comunión total con los creyentes
ciona este dato, aunque ya anteriormente se ha hablado de una colecta no circuncisos. Pero muy pronto se llegó a pensar que no se debía per-
llevada a cabo en Antioquía con destino a Jerusalén (ll,29s) y —lo que mitir a la minoría judeocristiana participar en las comidas con la mayoría
es aún más sorprendente— a pesar de que Lucas, más adelante (24,17), paganocristiana, dado que esta última no observaba estrictamente las
hace referencia explícita a otra colecta posterior, que Pablo llevó a Je- prescripciones legales con respecto a la pureza ritual de los alimentos.
rusalén. (Para los motivos de este silencio en Hch 15, cf. el comentario Da la impresión de que en el llamado decreto apostólico se recoge
a 21,15-26). la reacción de Santiago y de su grupo de judeocristianos a la crisis pro-
vocada en Antioquía. Las cuatro cláusulas del decreto corresponden
g) La última divergencia —y la más difícil de explicar— se refiere exactamente tanto a las exigencias mínimas de pureza cúltica que la ley
al llamado decreto apostólico. Se trata de la promulgación, a instancias mosaica imponía a los extranjeros residentes en Israel (Lv 17,10-14;
de Santiago, de unas cuantas disposiciones dirigidas a las comunidades 18,6-18.26), como a los llamados preceptos de la alianza con Noé (Gn
paganocristianas de Antioquía, Siria y Cilicia, que les imponen «abste- 9,4) que, según la teoría rabínica (San 56b), eran válidos para toda la
nerse de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangu- humanidad. Prácticamente se trataba de medidas de cautela, endere-
lados y de matrimonios ilegales» (vv. 20.29). Según el sentido del de- zadas a salvaguardar la pureza cúltica de los judeocristianos que vivían
creto, estas disposiciones contienen las exigencias mínimas, de cuya en una comunidad mixta.
observancia depende la conservación de la unidad de la Iglesia. Pablo, Probablemente Pedro, Bernabé y los judeocristianos de Antioquía
por el contrario, declara rotundamente en Gal 2,6 que los responsables aceptaron el decreto y lo incorporaron a los principios que regían su ac-
de Jerusalén no le impusieron más que organizar una colecta. Querer tividad misionera. En cuanto a la actitud de Pablo, se puede deducir
compaginar estas dos afirmaciones resulta francamente imposible. del relato de Gal 2,11-21, al menos indirectamente, que en aquel con-
Desde luego que Pablo no hubiera podido de ninguna manera callarse flicto no consiguió imponer su punto de vista, que implicaba una radical
toda mención del decreto, si es que éste era realmente una decisión ofi- independencia con respecto a la ley. Por otra parte, el hecho de que
cial que le obligaba a él y a sus comunidades, porque esas disposiciones
Pedro recomendase la puesta en práctica del decreto, como aplicación
comportaban por lo menos una sumisión parcial de los paganocristianos
de las decisiones del concilio, inclina a pensar que ya en la misma tradi-
a la observancia de la ley. Sin embargo, toda la argumentación de Pa-
ción prelucana, de tinte petrino, las cláusulas del decreto estaban estre-
blo se basa en la prueba de que las autoridades de Jerusalén concedie-
chamente vinculadas al concilio de Jerusalén.
304 Excurso: El texto occidental de Hch 15,1-34 15,1-34: Decisiones del concilio de Jerusalén 305

No faltan indicaciones con respecto a la vigencia que de vez en 7,12; Le 6,31). Con esta adición el sentido del decreto se desvía de lo
cuando tuvo el decreto en algunas regiones de la Iglesia (Ap 2,14.20). puramente cúltico-ritual al campo de la conducta moral. De hecho, en
Pero Pablo no lo implantó en su área de actividad misionera. Prueba de este contexto, la «contaminación de idolatría» ya no se refiere exclusi-
ello es la argumentación de 1 Cor 8, que presupone que en Corinto no vamente a comer carne sacrificada a los ídolos, sino que se extiende a
había ninguna prescripción que prohibiera comer la carne inmolada a toda clase de idolatría en general; e igualmente, la «sangre» deja de te-
los ídolos. Otro testimonio indirecto de esa práctica paulina se puede ner el sentido exclusivo de «comer la sangre», para ampliarse a cual-
encontrar en 21,25, donde Santiago informa a Pablo, con motivo de la quier derramamiento de sangre, según la prohibición del quinto manda-
última visita de éste a Jerusalén, sobre el contenido del decreto, como miento del Decálogo. El decreto, reinterpretado de esta manera, se
si se tratase de algo muy lejano en la memoria del apóstol. convierte en norma fundamental de la moral cristiana y consecuente-
mente suaviza su originaria tendencia judaizante, abriéndose al mora-
lismo dominante en la gran Iglesia paganocristiana de la era posapostó-
El texto occidental de Hch 15,1-34. Las variantes que ofrece esta tradi- lica.
ción textual no carecen de interés. Y esto no porque pretendan repro-
ducir el texto original de este pasaje del libro de los Hechos —que no
es el caso— sino por lo que pueden contribuir a la historia de la inter- 1. La situación inicial s e describe con una gran discreción. Unos
pretación. Se aprecia, ante todo, una marcada tendencia a agudizar las desconocidos, procedentes de Judea, se presentan en Antioquía y se
aristas de la controversia y a cargar el acento sobre algunos puntos par- ponen a enseñar a los paganos convertidos la exigencia de la circunci-
ticulares. Por ejemplo, la situación inicial en Antioquía queda mucho sión como condición necesaria para salvarse; una enseñanza que per-
más enérgicamente relacionada con lo que viene a continuación, y, al turba la tranquilidad de la vida comunitaria en Antioquía. Lucas quiere
mismo tiempo, se presenta con un mayor dramatismo. En efecto, las evitar a toda costa la impresión de que se trate de enviados directos de
exigencias del grupo proveniente de Jerusalén no se limitan a la mera la comunidad de Jerusalén. Por eso, no deja que aflore ya desde el
circuncisión, sino que —en paralelismo con el v. 5— se extienden a «un principio la idea de que los apóstoles pueden haber sido los responsa-
comportamiento de acuerdo con la tradición de Moisés» (v. 1). Pablo bles, ni directa ni indirectamente, de haber alterado la convivencia pa-
se opone violentamente: «Pero Pablo porfiaba obstinadamente que te- cífica que, hasta este momento, reinaba entre Antioquía y Jerusalén
nían que permanecer en la misma actitud que cuando abrazaron la fe» (11,22.27-30; 12,24s). El lugar de procedencia queda en una indicación
(v. 2a). Entonces los enviados de Jerusalén conminan a Pablo y a Ber- significativamente neutra: «Judea»; con eso se evita que la mirada se
nabé a que suban a la ciudad, para dar cuenta de su actitud ante el tri- dirija inmediatamente hacia Jerusalén (cf. 9,31; 11,1). Pero, al mismo
bunal de los apóstoles (v. 2b). Por tanto, la iniciativa de llevar el caso a tiempo, esa indicación presenta con suficiente claridad el carácter ju-
Jerusalén se debe no a la comunidad antioquena, sino a los que han ba- deocristiano del punto de vista que propugnan los intrusos. Según la
jado a Antioquía, procedentes de la ciudad santa, y que el texto occi- opinión de esa gente, la circuncisión no es un requisito meramente adi-
dental presenta como acusadores. cional para salvarse, una especie de complemento de la fe en Cristo,
En las deliberaciones de la asamblea, que constituyen el centro del sino que es algo absolutamente fundamental; sólo el que está circunci-
pasaje, el texto occidental da al discurso de Pedro un relieve mucho dado pertenece efectivamente al pueblo de Dios y sólo así se podrá al-
mayor que al de Santiago. Efectivamente, la introducción presenta a canzar la promesa de la salvación definitiva. Por tanto, lo que está
Pedro hablando «movido por el Espíritu» (v. 7) y, una vez terminado el en juego es, ni más ni menos, el derecho inalienable de los circuncisos
discurso, se subraya expresamente el asentimiento de los ancianos a las de pertenecer a la Iglesia.
palabras pronunciadas por el apóstol (v. 12a). Sin duda que aquí la
pluma del copista occidental se ha dejado llevar de su marcada tenden- 2. No hay que extrañarse de que esta exigencia provocase una aca-
cia antijudaizante, que aparece igualmente en otros muchos pasajes. lorada discusión, y de que Pablo y Bernabé, pioneros de la misión a los
Pero sin duda la variante textual más famosa del libro de los Hechos paganos originaria de Antioquía, fuesen los paladines de la causa paga-
es la formulación occidental del decreto apostólico (v. 20; cf. v. 29). nocristiana. Ante una situación tan seria, la comunidad antioquena
Dice así: «...sino mandarles que se abstengan de toda contaminación de —probablemente en el curso de una asamblea general (14,27)— toma
idolatría, de matrimonios ilegales y de comer sangre; y que no hagan a la decisión de enviar a Jerusalén una delegación presidida por Pablo y
los demás lo que no quisieran que se les hiciese a ellos mismos». Se Bernabé, para esclarecer el asunto.
omite una de las cuatro prohibiciones originarias, la más inequívoca- Sorprende la mención de los «ancianos» junto a la de los apóstoles,
mente ritual, es decir, «comer animales estrangulados». Y al mismo que son los auténticos portadores de la autoridad eclesial (cf. sin em-
tiempo se añade a las tres cláusulas restantes una cuarta, que práctica- bargo 11,30). Pero, en realidad, lo que aquí se refleja es la nueva situa-
mente es una formulación negativa de la llamada «regla de oro» (cf. Mt ción que se ha producido en la dirección de la comunidad de Jerusalén.
306 15,1-34: Decisiones del concilio de Jerusalén 15,1-34: Decisiones del concilio de Jerusalén 307

Parece ser que, al tomar Santiago las riendas del gobierno (cf. 12,17) y que el conflicto no fue provocado únicamente por un grupo reducido de
al desaparecer la figura de Pedro, quedó constituida una corporación de la comunidad, sino que llegó a implicar a los mismos dirigentes.
ancianos; esto significaba el retorno a una institución de corte judío,
7. Pedro toma la palabra. Este es su último discurso en el libro de
fuertemente ligada a la tradición. Aparte de esto, no se dice una pala-
los Hechos, antes de desaparecer totalmente de la escena. Su aparición
bra sobre qué apóstoles estaban todavía en Jerusalén en aquella época,
ni cuál era la repartición de competencias directivas entre el grupo de en este momento no deja de ser sorprendente, ya que en 12,17 se hizo
los apóstoles y la corporación de ancianos. alusión a su marcha de Jerusalén y al traspaso de la dirección comunita-
ria a manos de Santiago. Sin embargo, el presente relato no está en
3. Una vez ultimados los preparativos del viaje, la comunidad contradicción con esas informaciones anteriores, pues en él aparece cla-
—probablemente durante una celebración litúrgica (cf. 13,3)— despide ramente Santiago en funciones de jefe de la comunidad y con un in-
solemnemente a los miembros de su delegación. De camino hacia Jeru- cuestionable poder decisorio (vv. 19ss). Asimismo, el relato no da pie
salén, los delegados de Antioquía van visitando las diversas comuni- en absoluto para poner el concilio de Jerusalén en una fecha anterior a
dades fundadas por los helenistas en Fenicia (11,19) y en Samaría (8,4- la persecución de Agripa (cf. el comentario a 11,27-30 y 12,lss). De he-
25). Lucas aprovecha la oportunidad de este viaje para recordar a sus cho, se puede concebir perfectamente que Pedro, una vez pasado el in-
lectores la dilatada expansión que en aquellos tiempos ya había experi- minente peligro que amenazaba su vida, hubiera hecho repetidas visitas
mentado la Iglesia, y además, para puntualizar que la comunidad de a Jerusalén. Pero, en todo caso, la actividad fundamental del apóstol
Antioquía no estaba sola en la defensa de su causa, sino que contaba durante aquella época estuvo centrada en la evangelización misionera,
con una fuerte adhesión en el ámbito cristiano. como lo prueba el contenido mismo del discurso.
Las ideas fundamentales de la exposición de Pedro son dos: 1) La
4. Lo primero que hacen los delegados antioquenos al llegar a Je- actuación de Dios ha probado suficientemente que la misión a los pa-
rusalén es dar un informe a la comunidad, en el curso de una reunión ganos, libre de las exigencias de la ley, es conforme a su voluntad (vv.
(ekklésia) y en presencia de los apóstoles y de los ancianos. En reali- 7b-9). 2) Por eso, imponer a los paganos convertidos las prescripciones
dad, habría que esperar aquí una exposición del conflicto que había de la ley no es sólo innecesario, sino hata ilegítimo, desde el punto de
motivado el viaje, pero Lucas quiere empezar su narración con una vista teológico (vv. lOs). La primera idea ya ha quedado preparada por
imagen positiva. El contenido del informe queda descrito con una fórmu- el informe que Pablo acaba de hacer en el v. 4. En realidad, sería de
la paralela a 14,27 (cf. también v. 12), en la que se recogen sintéti-
esperar que Pedro tomase esta relación de Pablo como punto de par-
camente los sucesos del viaje misionero que acaba de finalizar. En la
tida, para recalcar en su discurso que Dios había manifestado su volun-
actuación de los misioneros Dios ha mostrado su poder y ha puesto de
tad salvífica con respecto a los paganos precisamente en los grandes
manifiesto, con pruebas fehacientes, su voluntad de que los paganos en-
tren a formar parte de la Iglesia. Lucas quiere indicar con esto que, de prodigios que había operado por medio de Pablo y Bernabé. Pero, en
por sí, bastaría esta presentación para que todos los interesados recono- vez de referirse a estos hechos, aduce como prueba su propia actuación
cieran que el problema que acaba de plantearse ya hace tiempo que ha entre los paganos, mediante una alusión a la historia de Cornelio (10,1-
quedado resuelto por Dios mismo, en la dirección mantenida por Pablo 11,18). La presentación de Lucas traiciona claramente su concepción
y Bernabé. teológica. Lucas concibe el acontecimiento de Cesárea como la legiti-
r
mación radical de la misión a los paganos; el concilio de Jerusalén no
5. A pesar de todo, se levanta una oposición. Desde luego, no por es más que el reconocimiento obediente y la ratificación definitiva por
parte de toda la comunidad, sino sólo en un sector muy determinado. parte de la Iglesia de la decisión que el mismo Dios había tomado en-
Los cristianos de origen fariseo siguen exigiendo la circuncisión de los tonces por medio de la actuación de Pedro. El lector de Hch ya conoce
paganos y su sumisión a todos los preceptos de la ley. esa decisión de Dios; el discurso de Pedro no tiene otra finalidad que
recordárselo una vez más, con toda la fuerza de una suma concisión. La
6. Cambio de escena. Los genuinos dirigentes de la comunidad solemne expresión «desde los días antiguos» quiere indicar que la con-
—los apóstoles y los ancianos— se esfuerzan por encontrar una solu- versión de Cornelio fue un acontecimiento que entraba de lleno en el
ción del problema en una reunión a puertas cerradas; sólo son admi- plan salvífico de Dios. Y esa misma finalidad tiene el solemne lenguaje
tidos Pablo y Bernabé como directos interesados. Muchos exegetas, te- bíblico usado por Lucas, que imita los fórmulas veterotestamentarias de
niendo en cuenta el v. 12, llegan a concluir que esta reunión tiene que elección (1 Sm 16,9; 1 Re 8,16.44; 1 Cr 28,4s).
ser la misma que ya se mencionó en el v. 4. Pero hay que tener en
cuenta el uso lucano de la palabra griega plethos (= multitud, comuni- 8. Ahora Pedro se pone a contar cómo actuó Dios en aquella oca-
dad), que es la que aparece en el v. 12. En otros contextos Lucas usa sión en favor de los paganos. Dios, «que conoce los corazones», hizo
esta palabra para significar una asamblea compuesta de un número li- caso omiso de toda clase de distinciones externas, como las que existen
mitado de miembros (23,7; Le 23,1). Sólo en este momento queda claro entre judíos y paganos (cf. 1,24; 10,34), y concedió también a los pa-
308 15,1-34: Decisiones del concilio de Jerusalén 15,1-34: Decisiones del concilio de Jerusalén 309

ganos el mismo don que había otorgado a los judeocristianos, el don presentación que hasta ahora ha hecho del apóstol, haciéndole hablar
definitivo, el Espíritu Santo (10,44) de «salvación» (cf. 2,21.40; 4,9.12).
9. Consecuencia de la donación del Espíritu —una consecuencia 12. Los argumentos aducidos por Pedro acallan la discusión. El si-
que no llega a sacarse explícitamente en 10,44ss— es la pureza de los lencio que sigue al discurso es signo inequívoco üe aquiescencia. Inme-
paganos. Porque en el hecho de recibir el Espíritu, y a través de esa re- diatamente se oye la voz de Bernabé y Pablo. El orden en que se men-
cepción, se realiza la purificación de los corazones y, consecuentemente, cionan ambos personajes, ¿podría ser indicio de que se ha conservado
la purificación del hombre entero por medio de la fe. Pero esta fe no es aquí el eco de una tradición prelucana, que subraya la supremacía de
algo genérico, como si se tratara de una capacidad innata del hombre, Bernabé sobre Pablo (cf. el comentario a 14,8-14)? Los dos misioneros
sino una auténtica adhesión a la persona de Jesucristo (3,16; 20,21; no hacen más que corroborar el primer punto del discurso de Pedro
24,14) que, en cuanto tal, sólo puede ser un don de Dios. De esta ma- (vv. 7-9), contando una vez más (cf. v. 4) la admirable actuación de
nera, los paganos convertidos quedan radicalmente equiparados a los Dios entre los paganos, de la que ellos mismos han sido instrumentos
judeocristianos. Dios mismo ha anulado toda clase de distinciones entre privilegiados. Su relato se centra con particular énfasis en las señales y
purificados por virtud de la ley e impuros. prodigios realizados, como prueba tangible de que ha sido Dios el que
10. La consecuencia de esta nueva situación es clara. Querer impo- en realidad ha llevado a cabo la empresa.
ner a los paganos el yugo de la ley significaría «provocar a Dios», es 13. Ahora le toca el turno a Santiago. Ya la misma introducción
decir, poner obstáculos a su voluntad manifestada de manera inequí- del discurso con el imperativo, «Escuchadme», indica sin género de
voca. Y esto tanto más cuanto que ello implicaría cerrar los ojos a la dudas que habla la autoridad; ella tiene la última palabra.
constatación evidente de que ni el mismo Israel ha sido capaz de obser-
var todas las prescripciones de la ley. De hecho, también los judeocris- 14. Santiago empieza su discurso con una referencia a las palabras
tianos han fracasado en su postura frente a la ley; no ha sido la obser- de Pedro, lo cual significa una adhesión a lo expuesto. Sólo en este pa-
vancia de los preceptos lo que les ha ganado la salvación, sino saje y en 2 Pe 1,1 se llama a Pedro por su nombre judío «Simeón». Se
únicamente «la gracia del Señor Jesús». Y en este aspecto, tanto los ju- trata de una transcripción griega del nombre hebreo Sim'on, mientras
díos como los gentiles están al mismo nivel; unos y otros han recibido que la forma más corriente, Simón, es decididamente helenística. No
la salvación únicamente por gracia y por medio de la fe. cabe duda que Lucas ha escogido esta forma arcaizante para intensificar
Esta concepción de la ley como un conglomerado de prescripciones el colorido local. La referencia a lo que Pedro acaba de exponer le per-
incomprensibles e impracticables corresponde exactamente a la perspec- mite a Santiago desarrollar un nuevo aspecto. De entre todos los pa-
tiva en la que Lucas encuadra su visión del paganocristianismo; el pa- ganos Dios ha escogido para sí un pueblo nuevo, sometido a su nom-
gano ignora absolutamente la seguridad que el judío encuentra en la bre, es decir, sujeto a su autoridad.
ley, como sistema perfecto de vida. Si Jesús criticó la ley, no fue por- 15-17. Aquí se reconoce expresamente que los paganos convertidos
que ésta se hubiese convertido en un cúmulo imposible de preceptos, son el pueblo de Dios del final de los tiempos, son Iglesia. Pero esto
sino porque había adquirido un carácter de mero convenio, llegando así plantea un problema crucial: ¿En qué relación está este «pueblo esco-
a viciar la orientación hacia la soberana voluntad de Dios que, a través gido de entre los paganos» con respecto al que hasta ahora ha sido el
de la ley, exigía una obediencia sin reservas (Mt 5,21-48). Pablo había pueblo de Dios? Como respuesta a la cuestión se aduce un oráculo sal-
llevado este principio a su expresión más radical, al decir que la ley no vífico tomado del profeta Amos (Am 9,lis). Este oráculo, añadido al
sólo no había producido en el hombre la obediente aceptación de la vo- libro del profeta después del exilio, expresaba originariamente la espe-
luntad de Dios, sino que en vez de ello el hombre había abusado de la ranza de una portentosa restauración de la destruida Jerusalén, cuyo
ley, convirtiéndola en un medio para afirmar su propio poderío frente a dominio había de extenderse no sólo al resto del enemigo por antono-
Dios; de este modo, la ley había perdido totalmente su papel como ca- masia, Edón, sino también a todos los demás pueblos circunvecinos.
mino de salvación (Rom 7). Frente a esta posición tan radical, la pre- Este oráculo también había ocupado la atención de la comunidad de
sentación lucana pretende establecer un cierto equilibrio dentro de la Qumrán (CD VII 16; 4 QFlor I 12). La secta se consideraba a sí misma
problemática planteada por la existencia de la ley. como la restaurada choza de David. Hay que suponer que este oráculo
también desempeñó un papel importante como fundamento de la auto-
11. Pero, a pesar de todo, se mantiene y se reafirma el enfoque comprensión particular de la Iglesia primitiva; y, sin duda Lucas lo
decisivo: todo es gracia. Sólo la gracia de Jesús, y no la ley, es la que encontró en sus fuentes ya configurado como prueba tomada de la Es-
trae la salvación tanto a judíos como a paganos. En este punto, el len- critura. Lucas no tiene ningún reparo en cometer un anacronismo, po-
guaje de Pedro es casi paulino. Pero sólo «casi», porque en 13,38s niendo en boca de Santiago un texto profético según la versión de los
Lucas ha puesto en labios de Pablo la palabra «justificación», mientras LXX, en la que el texto de Am 9,12 adquiere un sentido totalmente
que aquí atribuye a Pedro una terminología más en consonancia con la
310 15,1-34: Decisiones del concilio de Jerusalén 15,1-34: Decisiones del concilio de Jerusalén 311

nuevo. Aquí ya no se habla del dominio de Jerusalén sobre los otros cida, en cuanto parte de la lectura sinagogal de los sábados? Pero si
pueblos, sino que se dice que, después de la restauración de Jerusalén, esto fuera así, difícilmente se podría entender la referencia a «Moisés».
«el resto de la humanidad» y «todas las naciones» irán en busca del Se- por eso, parece más probable suponer que la frase está en relación con
ñor. el v. 20. En este caso, el sentido sería el siguiente: este decreto es nece-
Con estas modificaciones, la cita profética adquiere una relevancia sario, ya que los judíos, de generación en generación, están obligados a
capital para la eclesiología lucana. El punto de partida de la concepción la observancia de la ley, que se lee siempre durante las celebraciones li-
eclesiológica de Lucas consiste en que la Iglesia de los paganos no es túrgicas en la sinagoga, y no se les puede exigir de la noche a la ma-
algo puramente nuevo, sin continuidad alguna con la historia de salva- ñana que renuncien a esa obligación.
ción. Se trata, más bien, del fruto de una actividad inicial de los após-
22-23. En una nueva asamblea, con participación de toda la comu-
toles que, a partir del antiguo pueblo de Dios, fueron dando forma al
nidad, la propuesta de Santiago se somete a aprobación oficial y es
nuevo Israel, al verdadero pueblo de los últimos tiempos (v. 16), para
aceptada, sin que se produzca ninguna objeción por parte de los judai-
que ahora también los paganos, provenientes de todas las naciones,
zantes. De paso se decide también que dos miembros prominentes de la
puedan quedar incorporados en la comunión del único pueblo de Dios.
comunidad se desplacen a Antioquía, como enviados oficiales de la co-
Este pueblo, por su misma naturaleza, no puede ser más que uno solo.
munidad de Jerusalén, y que entreguen a la comunidad antioquena una
No hay un pueblo de Dios constituido por paganos y otro formado por
carta con las cláusulas del decreto. El hecho de que no se confíe el es-
judíos, sino un único pueblo, que es el nuevo Israel y que, al mismo
crito a Pablo y a Bernabé, sino que los portadores sean los miembros
tiempo, tiene que acabar a la humanidad entera. Los signos externos
de una delegación especial, subraya, por una parte, el carácter oficial
de la identidad de Israel y de su continuidad, la circuncisión y la ley,
de la carta y, por otra, constituye un signo de respeto hacia la comuni-
quedan sustituidos por la continuidad del mismo Espíritu de Dios, que
dad de Antioquía.
produce una fe creadora de salvación (vv. 9.11).
Judas Barsabá es un personaje desconocido; pero no es éste el caso
18. El final de la cita, en la que resuenan expresiones de Is 45,21, de Silas (forma aramea del nombre Seila, latinizado como Silvano). No
subraya el hecho de que en toda esta panorámica se cumple realmente cabe duda que se trataba de un personaje de ideas teológicas muy
el designio salvífico primordial de Dios. afines a las de Pablo, ya que poco después el mismo Pablo lo escogió
como colaborador suyo en la actividad misionera (v.40; 1 Tes 1,1; 2 Tes
19. La resolución propuesta por Santiago al final de su discurso se
1,1; 2 Cor 1,19; cf.l Pe 5,12).
orienta, ante todo, a asegurar la idea ya aceptada de que no hay que
imponer la ley a los paganos convertidos; pero, al mismo tiempo, pre- El texto de la carta tiene las características clásicas del género espis-
tende facilitar la necesaria convivencia real entre los diversos miembros tolar helenístico (igual que la otra carta que encontramos en el libro de
de la comunidad, sea cual sea su proveniencia. los Hechos, en 23,26ss). El encabezamiento consta de una sola frase,
en la que se indican el remitente y el destinatario, completándolo con
20. Los paganocristianos habrán de aceptar cuatro demandas, en- una fórmula de saludo. Como remitentes se mencionan únicamente los
caminadas a proponerles un mínimo de pureza ritual, necesario para. apóstoles y ancianos, sin decir nada de la comunidad, porque sólo éstos
salvaguardar durante las comidas comunes las convicciones religiosas de constituyen la legítima autoridad para toda la Iglesia. El hecho de que
los judeocristianos, que viven según las prescripciones de la ley. Las el destinatario sea no sólo la comunidad paganocristiana de Antioquía,
cuatro exigencias son las siguientes: 1) Abstenerse de la «contaminación sino que también sean mencionadas las comunidades de Siria y de Cili-
de idolatría», que significa no comer carne inmolada durante las cele- cia, indica, ya de por sí, el horizonte eclesial universalista que domina
braciones cúlticas paganas (v. 29) y además, no tomar parte en las co- en la carta. Pero no deja de sorprender que no aparezca ninguna men-
midas rituales de los paganos (1 Cor 10,20ss). 2) Abstenerse de «matri- ción de otras regiones a las que se extendió la evangelización misionera
monios ilegales», es decir, no contraer matrimonio dentro del grado de del primer viaje. La mención de Cilicia prepara indudablemente, ya
parentesco que estaba prohibido a los judíos (Lv 18,6-18; cf. Bill. II desde aquí, el próximo v. 41.
728). 3) Abstenerse de comer «animales estrangulados», es decir, carne
24-26. El cuerpo de la carta se abre con un par de frases que ma-
con sangre. Se trata de la carne de animales que no han sido degollados
nifiestan claramente la distancia de las autoridades de Jerusalén con
—según prescriben el ritual judío— y que, por tanto, aún conservan la respecto a las pretensiones de los judaizantes, y contienen grandes elo-
sangre. 4) Abstenerse de comer «sangre», es decir, alimentos elabo- gios y el más profundo reconocimiento para Pablo y Bernabé. Con una
rados con sangre como uno de sus ingredientes (Lv 17,10.12ss). expresión que probablemente refleja una frase hecha (cf. Rom 16,4) se
21. La última frase del discurso es bastante enigmática; no se sabe deja constancia del aprecio con que se valora su generosidad en arries-
exactamente a qué se refiere ni cuál es su función probatoria. ¿Pre- gar su vida por la causa de Jesucristo. Este reconocimiento inicial no se
tende subrayar que la cita de Amos (vv. 16s) es suficientemente cono- puede interpretar como una mera adulación, ya que, por lo menos indi-
312 15,1-34: Decisiones del concilio de Jerusalén
15,35: Conclusión 313
rectamente, ayuda a clarificar la situación. Pablo y Bernabé no vuelven el v. 40: «Pero Silas decidió quedarse allí y Judas se marchó solo». En
a Antioquía ni como derrotados, ni como compromisarios a los que se realidad, difícilmente puede haber una tensión entre los vv. 33 y 40, ya
ha obligado a aceptar unas condiciones incómodas; Pablo y Bernabé que Lucas parece contar con que entre la marcha de los delegados y la
vuelven con una aprobación de sus ideas teológicas y con un explícito nueva salida misionera de Pablo transcurrió un largo período de
refrendo de su actuación misionera. tiempo, durante el cual bien pudo Silas volver de Jerusalén.
27. De una manera notablemente más concisa se menciona a los
delegados de Jerusalén, al mismo tiempo que se les encarga interpretar
de palabra la decisión del concilio, que ahora, por fin, se especifica en 14. Conclusión (15,35)
la forma ya conocida por el lector, aunque con ligeras variantes de or-
den y formulación con respecto a lo indicado en el v. 20. 35
Pablo y B e r n a b é se quedaron en Antioquía, enseñando y anun-
28-29. La famosa fórmula introductoria «hemos decidido el Espí- ciando con otros muchos la palabra del Señor.
ritu Santo y nosotros» no pretende expresar una equiparación igualita-
ria entre los dirigentes eclesiásticos y el Espíritu Santo, ni atribuir a 35. Según su costumbre, Lucas cierra también aquí esta parte de
aquéllos una capacidad de disponer arbitrariamente de éste. Lo único su libro con una descripción genérica, en la que resume con toda clari-
que quiere dejar bien claro es que las autoridades de la Iglesia no han dad los resultados del desarrollo precedente. La comunidad de Antio-
llegado a tomar esta decisión por puro antojo o en cuanto detentares quía, primera etapa de cristalización del cristianismo procedente de la
de un poder absoluto, sino explícitamente conscientes de su sumisión a gentilidad, ha conseguido su estabilidad interna y externa. Y en el cen-
la voluntad del Espíritu Santo (cf. 1.24s; 5,32). tro de esa comunidad vuelven a destacarse Pablo y Bernabé, los dos
Las cuatro cláusulas del decreto se presentan expresamente como el hombres de los que Dios se ha valido hasta el momento para crear la
mínimo indispensable. La expresión con la que se recomienda su obser- Iglesia de los paganos. Su actividad es la de siempre: enseñar y anun-
vancia puede significar dos cosas: «así obraréis rectamente», o «así os ciar la palabra. Pero no están solos; junto a ellos aparecen otros predi-
irá bien». La despedida reproduce exactamente la fórmula habitual de cadores. Y así va creciendo el número de los que se suman a la tarea
las cartas profanas: «¡Salud!» (= «adiós»). evangelizadora. La Iglesia está preparada para iniciar una nueva etapa
En general, se puede decir que la carta (vv. 23-29), tanto por su es- de expansión.
tilo como por su contenido, es obra de la mano de Lucas.
30. La escena final, lo mismo que la del principio, se desarrolla en
Antioquía. Una vez más se convoca una asamblea comunitaria —no se
sabe exactamente quiénes la convocaron, si Pablo y Bernabé, o los de-
legados de Jerusalén— y se lee la carta.
31. La reacción es plenamente positiva. La comunidad paganocris-
tiana de Antioquía interpreta el contenido de la carta no como una pe-
sada imposición, sino corno un respiro liberador y reconfortante, exac-
tamente según la intención de las autoridades de Jerusalén. Ahora sí
que ya pueden considerarse miembros del pueblo de Dios con pleno
derecho, a pesar de no estar circuncidados ni sujetos a las prescrip-
ciones de la ley. La unidad de la Iglesia ha quedado a salvo.
32-33. Los delegados de Jerusalén cumplen su encargo (v. 27) de
consolidar el efecto positivo del decreto. También ellos tienen palabras
de aliento para todos; para ello están especialmente capacitados, dada
su condición de profetas (cf. 1 Cor 14,3). Su permanencia en la ciudad
se convierte en una prueba evidente de la plena unidad eclesial entre
Jerusalén y Antioquía. Cuando por fin deciden volverse a Jerusalén, se
organiza en su honor una espléndida fiesta de despedida.
(34). Varios manuscritos introducen aquí, de pasada, una observa-
ción más bien meticulosa, con vistas a establecer una armonización con
IV
LA MISIÓN DE PABLO
EN ASIA MENOR Y EN GRECIA
(15,36-19,20)

15,36-19,20. El concilio de Jerusalén abrió definitivamente la puerta a


la incorporación de los paganos al pueblo de Dios. Las consecuencias
inmediatas de este acontecimiento para la historia ulterior es lo que
narra esta parte del libro de los Hechos de los Apóstoles, que ahora co-
mienza. La Iglesia rompe los límites geográficos que hasta este mo-
mento no abarcaban más que Palestina, Siria y la región sudoriental de
Asia Menor, y lanza su actividad misionera hasta alcanzar toda el Asia
occidental y aun la misma Grecia. En unos años, toda la costa del mar
Egeo queda invadida por el mensaje cristiano. El desarrollo de esa ex-
pansión misionera sin precedentes está dominado por la gigantesca fi-
gura de Pablo. De ahora en adelante, y sin solución de continuidad, la
presentación lucana irá delineando trazo a trazo los incansables caminos
del apóstol a través de todo el mundo entonces conocido. El primer
paso de esta presentación consistirá en mostrar que fue el Espíritu de
Jesús el que impulsó a Pablo a dirigirse a Europa (16,6-10). El paso del
evangelio de un continente a otro tiene para Lucas un significado deci-
sivo. Viene a continuación una serie de relatos sobre el establecimiento
de núcleos cristianos en diversas ciudades de Macedonia y Grecia: Fi-
lipos (16,11-40), Tesalónica (17,1-9), Berea (17,10-15), Corinto (18,1-
17). El relato de la estancia de Pablo en Atenas (17,16-34) adquiere
una relevancia especial, a pesar de que aquí no llega a fundarse una
verdadera comunidad. Lucas ha compuesto esta narración para exponer
a sus lectores con el mayor graficismo y de manera paradigmática la
confrontación del evangelio con la filosofía de la Antigüedad. Los
éxitos misioneros de Pablo alcanzan su punto culminante en el relato de
su prodigiosa actividad en Efeso (18,19-19,20), que pone fin a esta sec-
ción del libro de los Hechos.

1. Salida de Pablo de Antioquía


y separación de Bernabé (15,36-41)
36
Después de un cierto tiempo, Pablo le dijo a Bernabé:
—¿Por qué no vamos otra vez a ver cómo están los hermanos
en todas aquellas ciudades donde anunciamos la palabra del Se-
ñor?
316 15,36-41: Salida de Pablo de Antioquía 15,36-41: Salida de Pablo de Antioquía 317

37
Bernabé quería llevarse con ellos a J u a n , llamado Marcos, (cf. comentario a 12,12). Si es correcta nuestra opinión de que Juan
38 Marcos abandonó a Pablo y a Bernabé durante el primer viaje, porque
pero Pablo opinaba que a uno que los había dejado plantados
no estaba de acuerdo con la actitud de los misioneros con respecto a los
en Panfilia, en vez de acompañarlos en la tarea, no debían lle-
paganos (13,13), entonces podemos explicarnos que Bernabé y la comu-
varlo consigo. 39 E1 conflicto se agudizó t a n t o , que llegaron a se- nidad de Antioquía quisieran obligar a Pablo a que aceptase a Marcos
pararse. Bernabé se llevó a Marcos y se embarcó para Chipre. como colaborador, para encauzar de esta manera el desarrollo de la mi-
Pablo, por su parte, escogió a Silas. sión en la línea del compromiso al que se quería llegar con la comuni-
Los hermanos lo e n c o m e n d a r o n a la gracia de Dios, y él se dad de Jerusalén. Evidentemente Pablo no pudo menos de rechazar
marchó. esta imposición.
41
Y atravesó Siria y Cilicia consolidando las comunidades. La cuestión sobre si Lucas ha suavizado conscientemente este con-
flicto, o si en realidad no había llegado a captar el verdadero problema
36-41. La salida de Pablo para su gran empresa evangelizadora de fondo, no tiene fácil respuesta. En favor de la primera alternativa se
queda un tanto oscurecida por un altercado que tuvo una gran trascen- podría aducir su manifiesta tendencia a minimizar las tensiones en el
dencia. El conciso relato de Lucas podría, a primera vista, producir la interior de la Iglesia. Pero también hay razones para inclinarse por la
impresión de que el conflicto entre Pablo y Bernabé, que terminó en la segunda alternativa; concretamente, el desinterés que muestra en gene-
separación de ambos misioneros, se debió únicamente a diferencias per- ral por el problema de la ley y por todos los conflictos relacionados con
sonales; Pablo se oponía a llevar como colaborador a una persona tan este tema. Probablemente las informaciones que tuvo a su disposición
irresponsable como Juan Marcos, mientras que Bernabé se empeñaba se limitaban a unas cuantas indicaciones de algunas personas; y él las
en retenerlo. Pero si prestamos atención a Gal 2,11-21, como fuente de aprovechó, sin preocuparse de investigar el verdadero fondo de la cues-
información sobre el ambiente que reinaba en Antioquía, podremos ver tión.
con toda claridad que la discusión a propósito de Juan Marcos no fue
probablemente más que un pequeño indicio de una controversia teoló- 36. La iniciativa de emprender un nuevo viaje misionero proviene
gica mucho más de fondo. Lo que realmente se había convulsionado no de Pablo. Pero tanto aquí como en lo que sigue (16,6-10), la intención
era la compenetración entre Pablo y Bernabé, sino las relaciones entre del narrador es mostrar que la orientación de la misión hacia Europa
Pablo y la comunidad antioquena. Pablo estaba profundamente conven- no deriva de una estrategia o de una iniciativa humana. Lo que Pablo
cido de que el evangelio no podía compaginarse con las constricciones pretende, en realidad, es completar la evangelización de las comunidades
de la ley y, por tanto, de ninguna manera se podía obligar a los pa- fundadas durante el primer viaje; su objetivo está perfectamente deli-
ganos convertidos a someterse a las prescripciones de esa ley judía con mitado. Pero el lector va a darse cuenta muy pronto de que la interven-
respecto a la pureza ritual. Esta convicción lo llevó a quedar aislado ción del Espíritu va a ir transformando paulatinamente esa empresa
frente a Pedro, Bernabé y la mayor parte de la comunidad que, en este inicial en algo mucho más significativo. En esto precisamente radica la
punto, abogaban por un compromiso del tipo que más tarde quedó san- tensión narrativa del relato siguiente.
cionado en forma de «decreto apostólico» (cf. comentario a 15,20). Á 37-39. Acabada la discusión, Bernabé se lleva consigo a Juan
juzgar por Gal 2,11.14ss, da la impresión de que Pablo, en su discusión Marcos y se embarca para Chipre, su patria (4,36), con la intención de
pública con Pedro, no logró imponer su punto de vista. Así que, en proseguir allí su actividad misionera. Y así Bernabé desaparece del ho-
consecuencia, se desvinculó de la comunidad de Antioquía, para conti- rizonte del libro de los Hechos. Posiblemente Marcos volvió a unirse a
nuar su actividad misionera en solitario, prescindiendo del apoyo de Pablo mucho más tarde (Flm 24; Col 4,10; cf. 2 Tim 4,11).
una comunidad que lo respaldara en su misión. De hecho, la comuni-
dad antioquena no habría estado dispuesta a cooperar, haciéndose res- 40-41. Pablo, por su parte, escoge como colaborador a Silas. No
ponsable de una misión a los paganos radicalmente liberada de las pres- sabemos los motivos de esta elección, ni cómo Silas vuelve a aparecer
cripciones de la ley, que Pablo reconocía como su tarea específica presente en Antioquía (cf. v. 33). La solemne despedida que les hace
personal. Cierto que más tarde Pablo volvió a visitar Antioquía (18,22), la comunidad es una indicación para el lector; con ello se pretende pre-
pero la estrecha vinculación que anteriormente había tenido con aquella pararle para que comprenda la relevancia del viaje que ahora da co-
comunidad no volvió a restablecerse jamás. En sus cartas apenas hace mienzo.
mención de Antioquía, signo evidente de que sus relaciones con la co- Primer objetivo del viaje son las comunidades ya existentes en Siria
munidad eran más bien distantes. y Cilicia; lo cual no deja de ser sorprendente, ya que hasta este mo-
En cuanto a Juan Marcos, da la impresión de que se trataba de un mento no se ha mencionado la creación de esas comunidades. Es pro-
personaje muy cercano a la actitud propugnada por la comunidad de bable que Lucas tuviese noticia de su existencia, y ahora aprovecha la
Jerusalén, aunque no fuera más que por ser oriundo de la ciudad santa ocasión para hacer una referencia a ellas (cf. 9,31).
Excurso: La gran misión paulina 319

• - > El período de la gran misión paulina y su presentación lucana. presidida por un signo escatológico; es decir, sólo cuando los paganos,
gracias a la actividad evangelizadora de Pablo, lleguen a completar el
a) Normalmente los exegetas establecen una división de la actividad «número perfecto» («el conjunto de los pueblos»: Rom 11,25) decidido
misionera de Pablo en diferentes viajes. Según eso, el pasaje 15,36- por Dios, entonces llegará también para el Israel rebelde la hora de la
18,20 se ha dado en llamar «segundo viaje misionero». Pero esta no- salvación y con ella la segunda venida de Cristo (Rom 11,25-27). Para
menclatura crea diversos problemas. Pablo, el concilio de Jerusalén significó no sólo la legitimación de la mi-
En primer lugar, resulta casi imposible separar limpiamente el «se- sión a los paganos, sino además algo muy importante para su vida per-
gundo» del «tercer» viaje, a pesar de que 18,21-23 hace mención de sonal, a saber, el expreso reconocimiento de su «envío a los paganos»
una vuelta de Pablo a Palestina y Siria. Aun concediendo que este viaje (Gal 2,8) y, consecuentemente, la ratificación de su propio carisma.
sea realmente histórico —lo que muchos investigadores ponen en Sólo entonces se dieron las condiciones que justificaban una concepción
duda— no se puede interpretar como una verdadera vuelta al punto de de la misión en términos de universalismo. El concilio de Jerusalén y el
partida de la misión, que implicaría un nuevo envío oficial por parte de incidente de Antioquía supusieron para Pablo un cambio radical en su
la comunidad de Antioquía. En realidad, se trata únicamente de una autoconciencia misionera.
breve interrupción del trabajo misionero de Pablo, que no supone una
auténtica cesura en su actividad evangelizadora. c) Con todo, la presentación que nos da el libro de los Hechos no
Por otra parte, Pablo, a pesar de que Lucas parece presentarlo en permite reconocer con absoluta claridad ni la concepción de la misión
continuo movimiento, pasó largas temporadas en ciudades como Co- ni los motivos teológicos que la justifican. Y esto por una serie de ra-
rinto y Efeso (18,3.18.20). zones: a) Lucas presenta la gran misión paulina, sobre todo en el capí-
Pero lo más decisivo es el cambio radical de Pablo en su actitud con tulo 16, no como una iniciativa de Pablo, sino como una empresa que
respecto a Antioquía, donde se inició su primera actividad. Esta nueva se le ha impuesto por indicación del Espíritu, de modo que el camino
actitud condiciona la interpretación del término «segundo viaje». Pablo del evangelio hacia Europa aparezca como plan de Dios, b) El carácter
se ha desvinculado de Antioquía. La comunidad antioquena ha dejado de urgencia escatológica de la misión paulina resulta una dimensión
de ser el centro de operaciones y la responsable de la actividad evange- desconocida para el mismo Pablo y para toda su generación, c) Lucas
lizadora del apóstol. Pablo trabaja ahora por su cuenta y de manera to- compone su narración condicionado por el escaso material que le ofre-
talmente autónoma. Lo más probable es que el objetivo de su estrate- cen sus fuentes y por el carácter unilateral de las tradiciones de base.
gia misionera consistiese en consolidar las comunidades fundadas por él d) Por lo que se refiere a estas fuentes, resulta muy difícil determi-
en ciudades de indiscutible influjo político como Corinto y Efeso. Así nar con precisión el estado en que se encontraban al llegar a manos de
podría convertirlas en centros de irradiación del mensaje cristiano y Lucas.
base de ulteriores incursiones apostólicas. Y Pablo consiguió su propó- Habrá que empezar examinando los pasajes escritos en primera per-
sito, al menos en el caso de Efeso. Durante varios años, esta ciudad fue sona del plural que, en forma sucinta, nos dan informaciones sobre el
la capital de la misión paulina por las costas del Egeo. desarrollo de los viajes, y aparecen y desaparecen inesperadamente en
Por todas estas razones, no vamos a hablar en adelante de «se r el curso de la narración (16,10-17; 20,5-15; 21,1-18). Hay que descartar
gundo» o «tercer» viaje misionero, sino del «período» de la gran misión la opinión tradicional, que sostiene que Lucas, compañero de Pablo y
paulina. autor del libro de los Hechos, introduce en estos pasajes sus recuerdos
b) Este período dura, más o menos, desde el año 48 al 55. Es la personales. Sinceramente, ¿es comprensible que Lucas presente su par-
etapa de la vida de Pablo que conocemos fundamentalmente por sus ticipación en los acontecimientos, como testigo ocular, precisamente de
cartas. En ellas se pueden encontrar referencias a un cambio no sólo en una manera tan aséptica y superficial, limitándose a unos cuantos deta-
el modo de trabajo de Pablo, sino aun en los mismos principios internos lles irrelevantes, mientras que en los momentos verdaderamente trans-
que determinaban su acción misionera. El hecho de que Pablo se lance cendentales no deja ver por ninguna parte, ni en rasgos de estilo ni en
ahora, por su cuenta y sin el apoyo de una comunidad que respalde su informaciones de contenido, la presencia inmediata de un participante
actividad, a recorrer toda la parte oriental del mundo antiguo, para im- en la acción? La misma objeción se podría hacer a la tesis que pro-
buirla del mensaje del evangelio, y que no pare hasta adentrarse en oc- pugna que estos pasajes no son más que un recurso literario, con el que
cidente, no se puede explicar más que en el supuesto de una lúcida el autor quiere dar la impresión de haber sido testigo ocular de los
conciencia de sentirse enviado a cumplir una misión. Pablo estaba con- sucesos narrados. Los pasajes en cuestión tienen ciertamente su origen
vencido de que el Resucitado le había encargado proclamar el evange- en círculos paulinos, pero no se puede afirmar que se deban a la mano
lio a los paganos (Gal 1,16) y de que su papel en la historia de salva- de Lucas. Aparte de que, tomados en su conjunto, no constituyen una
ción consistía en ser heraldo de Cristo, para anunciar a todas las fuente autónoma. Lo que aparece bien claro es, más bien, que todo el
naciones la absoluta soberanía del Kyrios. Más aún, su misión estaba relato de la misión está tejido de materiales muy afines, por su estilo y

s
320 16,1-10: Asia Menor y Grecia 16,1-10: Asia Menor y Grecia 321
y
contenido, al carácter de esos pasajes concretos. Los materiales prelu- A q u e l l a noche tuvo Pablo una visión. Se le a p a r e c i ó en
canos se reducen a unas cuantas informaciones sobre la ruta de viaje, sueños un macedonio, de pie, que le rogaba:
ciudades visitadas, anfitriones de los misioneros y algunas dificultades —Pasa a Macedonia y ayúdanos.
especiales que surgieron en el curso de la misión. Lucas tomó todos ' " A p e n a s tuvo la visión, p r o c u r a m o s salir i n m e d i a t a m e n t e
estos detalles de los itinerarios que tenía a su disposición. Además, hay para Macedonia, convencidos de que Dios nos había llamado a
una serie de observaciones de estilo y de contenido, que nos dan pie darles la buena noticia.
para identificar con mayor precisión el material de las fuentes prelu-
canas. Según estos datos, parece que Lucas compuso su narración del
1-10. Como marco narrativo, Lucas se vale aquí del itinerario com-
viaje de Pablo a través de Asia Menor, Macedonia y Grecia, hasta lle-
puesto por los acompañantes de Pablo (cf. excurso a 15,41, pp.318ss). El do-
gar a Corinto, basándose en un sucinto itinerario, es decir, una lista de
cumento ya hacía referencia a la decisión de Pablo y sus compañeros de
rutas y de ciudades, elaborado por el grupo que acompañaba a Pablo.
pasar a Macedonia (v. 10), consignando esta noticia en el solemne es-
Algunos elementos de ese itinerario se pueden encontrar en 16,6-
tilo protocolario de la primera persona del plural. Llama la atención el
8.10b.11-15; 17,1-4.10-lla. 15a. 17.34; 18,l-5a.7s.ll.
hecho de que, si se exceptúa el v. la, no se mencione ninguna ciudad
En cuanto a la documentación que sirvió de base para el relato del
en concreto ni se hable de fundación de comunidades; y esto a pesar de
viaje de Pablo a Jerusalén, con motivo de la entrega de la colecta (cf.
que Lucas tiene conocimiento de la existencia de comunidades paulinas
caps. 20-21), es probable que Lucas echara mano de un informe mucho
en las regiones de Frigia y Galacia (18,23). Probablemente Lucas abre-
más completo, redactado por los miembros de la delegación encargada
vió drásticamente las informaciones que sus fuentes contenían a este
de organizar la colecta (cf. el comentario a 20,1-6).
respecto, porque constituían un obstáculo para la finalidad de su narra-
Estos dos tipos de fuentes estaban redactados a base de detalles
ción; en la intención lucana, el viaje por Asia Menor no es más que el
sueltos y en primera persona del plural, de modo que no constituían
preludio del cambio de dirección hacia Grecia, según el plan de Dios.
una verdadera narración seguida y ordenada. En el curso de su propio
Pero Lucas añadió algo más; para ilustrar el nuevo rumbo de los acon-
relato, Lucas los dejó en el lugar correspondiente, tal como los había
tecimientos inventó el breve relato de la visión nocturna de Pablo (vv.
encontrado, como prueba de la autenticidad de los materiales que le
9.10a).
sirvieron de base para su narración.
lb-3. En estos versículos se ha reelaborado una tradición particu-
lar. La verosimilitud de que el relato de la circuncisión de Timoteo res-
ponda a un recuerdo auténticamente histórico ha desatado fuertes polé-
2. Viaje por Asia Menor y cambio micas. Timoteo había nacido de un matrimonio mixto entre un hombre
de rumbo hacia Grecia (16,1-10) -' griego y una mujer judía; a los ojos del judaismo, este matrimonio era
ilegítimo (cf. Bill. II 741). Por supuesto que los hijos de tal matrimonio
eran considerados por la ley como judíos y, por tanto, tenían que ser
16 'Llegó a Derbe y luego a Listra. Allí se encontró con un dis- circuncidados. En este sentido, el caso de Timoteo es radicalmente dis-
cípulo llamado T i m o t e o , de m a d r e judía, que había abrazado la tinto del de Tito, cristiano de origen griego y a cuya circuncisión se
fe, pero de padre griego. 2 Los hermanos de Listra y de Iconio opuso expresamente Pablo durante el concilio de Jerusalén (Gal 2,3).
hablaban muy bien de él. 3 Pablo se decidió a llevárselo y lo cir- Los partidarios de la historicidad del hecho arguyen que en este caso
cuncidó, por motivo de los judíos de la región, pues todos sabían no se trata de imponer una obligación legal a un cristiano procedente
que su padre era griego. del paganismo, sino de establecer fuera de toda duda la pertenencia a
4
A1 pasar por las ciudades comunicaban las decisiones de los Israel de un judeocristiano.
apóstoles y ancianos de Jerusalén, para que las pusieran en prác- Pablo, en realidad, nunca llegó a negar el carácter emancipatorio de
la ley y de la circuncisión; lo que hizo no fue más que impugnar el ca-
tica.
5 rácter de estas instituciones concebidas como instrumentos de salvación.
Las comunidades se robustecían y crecían en n ú m e r o de día A esto hay que añadir el enfoque del hecho como una medida de estra-
en día. tegia misionera, según la afirmación del v. 3; de hecho, la pertenencia
6
Atravesaron Frigia y la región de Galacia, ya que el Espíritu de un judío renegado al grupo de colaboradores de Pablo habría po-
Santo les había impedido predicar la palabra en la provincia de dido constituir, ya de entrada, un serio obstáculo para las relaciones en-
Asia. 7 A1 llegar a Misia, intentaron dirigirse a Bitinia, pero el tre el apóstol y los judíos. A pesar de todo, existen dudas razonables
Espíritu de Jesús no se lo consintió. 8 Entonces cruzaron Misia y con respecto a la historicidad de este acontecimiento. Proceder a la cir-
bajaron a T r ó a d e . cuncisión de un cristiano ya bautizado habría significado prácticamente
U
322 16,1-10: Asia Menor y Grecia 16,11-40: Pablo en Filipos 323
una relativización del bautismo, difícilmente compatible con la concep- 7. Estas circunstancias llevan a planear una nueva ruta. Ahora los
ción paulina de este sacramento. Porque el bautizado pertenece a la misioneros intentan dirigirse hacia el noroeste, atravesando la región de
nueva creación, en la que todas las realidades de la antigua, entre las Misia, para entrar en Bitinia y alcanzar así la costa del Bosforo con ciu-
que Pablo considera la circuncisión, han dejado de tener sentido (1 Cor dades tan importantes como Nicomedia y Bizancio. Pero durante la tra-
7,17-24). Más aún, parece deducirse de 1 Cor 4,17 que fue el propio vesía de Misia se producen nuevos acontecimientos, que obligan a otro
Pablo el que convirtió y bautizó a Timoteo durante su primera estancia cambio de rumbo.
en Listra.
8. No cabe más remedio que seguir directamente hacia el oeste,
1-2. La ruta seguida por Pablo atraviesa las «puertas de Cilicia». hasta llegar a la ciudad portuaria de Tróade. También aquí se creó una
Los primeros objetivos son las ciudades de Derbe y Listra, fundadas comunidad; pero esto sólo lo sabremos más tarde (20,2.7ss).
durante el primer viaje (14,16ss.20s); y precisamente por este orden, al 9. Aquí finalmente, por medio de una visión nocturna, llega direc-
revés que en la ocasión anterior. En Listra, la comunidad recomienda a tamente la comunicación de Dios, que ya ha quedado indirectamente
Pablo que tome como colaborador a uno de sus miembros, Timoteo, preparada por las dos ocasiones en que los misioneros se han visto obli-
porque es una persona extraordinariamente apta para la misión. Las re- gados a cambiar la ruta de su viaje. Un macedonio se le aparece a Pa-
ferencias personales que aquí se dan sobre el personaje no correspon- blo y, en representación de todo su pueblo, le hace una petición deci-
den a la leyenda que se creó posteriormente en torno a Timoteo y que siva: «Pasa a Macedonia y ayúdanos». La ayuda que aquí se pide es la >
le atribuye una madre y una abuela cristianas (2 Tim 1,5). Timoteo salvación por medio del evangelio de Jesucristo. Pero, ¿cómo pudo sa-
llegó a ser el más íntimo colaborador de Pablo (Flp 2,19ss) y desem- ber Pablo que aquel hombre era un macedonio?, ¿por el vestido?, ¿por
peñó un papel decisivo en la actividad misionera del apóstol (Flp 1,1; 1
el dialecto? Al narrador no le interesan esos detalles; él da por
Tes 1,1; 3,2s; 1 Cor 4,17; 16,10s). Más tarde se convirtió en el deposi-
supuesto que se trata de una comunicación de Dios inequívoca e incon-
tario de la herencia teológica y eclesial de la escuela paulina (1.2 Tim).
fundible.
3-4. Cualquier israelita puede practicar la circuncisión (Bill. IV 10. Se acabaron las incógnitas. Los misioneros caen en la cuenta
28s). Lucas aprovecha el episodio de la circuncisión de Timoteo, para de que el camino hacia Macedonia es la tarea que Dios les ha enco-
subrayar, ya desde el mismo comienzo de la gran etapa misionera, la fi- mendado.
delidad de Pablo a las decisiones de las autoridades de Jerusalén (cf. el Aquí, por primera vez, el relato pasa de la tercera a la primera per-
comentario a 15,20). sona del plural.
5. La visita a las diversas comunidades obtiene un doble efecto: in-
ternamente, robustecimiento en la fe; externamente, crecimiento en nú-
mero. 3. Pablo en Filipos (16,11-40)
6. El plan de viaje preveía partir de Licaonia directamente hacia el
oeste y, siguiendo la carretera que atravesaba el valle formado por el " E n t o n c e s zarpamos de Tróade directamente a Samotracia.
curso de los ríos Lico y Meandro, llegar a Efeso, capital de la provincia Al día siguiente salimos para Neápolis, I2 y de allí para Filipos,
de Asia. Esta ruta habría respondido plenamente a la estrategia de Pa- ciudad del primer distrito de Macedonia y colonia romana. En
blo, que consistía en empezar la evangelización por los grandes centros esta ciudad nos detuvimos unos días.
urbanos, para extenderse luego a las regiones circunvecinas. Pero este 13
E1 sábado salimos a las afueras de la ciudad y fuimos por la
plan quedó desbaratado por una intervención del Espíritu. No hay que orilla del río a un sitio donde pensábamos que se reunía gente
pensar que se tratase de un sueño o de una visión —a pesar del v. 10— para orar; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres
sino más bien de una serie de obstáculos y dificultades concretas, que allí reunidas.
se interpretaron como indicaciones del Espíritu Santo. Qué clase de 14
Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, ven-
contrariedades fueron éstas, lo ignoramos por completo. El caso es que
los misioneros son desviados hacia el norte, hacia las regiones de Frigia dedora de púrpura, adicta al judaismo, estaba escuchando. Y el
y Galacia, que comprendían respectivamente el este y el norte de la Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo.
15
provincia de Asia. El texto no da indicación alguna sobre la actividad Después de haberse bautizado ella y toda su casa, nos hizo
misionera de Pablo o sobre la fundación de comunidades en estas re- la siguiente invitación;
giones remotas, de población celta (cf., sin embargo, 18,23), aunque sa- —Si estáis convencidos de mi fe en el Señor, venid a hospe-
bemos que más tarde fueron precisamente esas comunidades las desti- daros en mi casa.
natariasdesucartaalosGálatas. ..,..., Y nos obligó a aceptar.
324 16,11-40: Pablo en Filipos 16,11-40: Pablo en Filipos 325
Un día que íbamos al sitio de la oración nos salió al encuen- —Pon en libertad a esos hombres.
tro una criada que tenía un espíritu de adivinación y proporcio- 36
E1 carcelero se lo comunicó a Pablo diciendo:
naba a sus amos mucho dinero echando la buenaventura. 17Nos —Los magistrados han dado orden de que se os ponga en li-
seguía a Pablo y a nosotros gritando: bertad. Por tanto, salid y marchaos en paz.
—Estos hombres son siervos de Dios soberano y os anuncian 37
Pero Pablo replicó a los alguaciles:
el camino de la salvación. —¿Cómo? Nos han azotado en público, sin previa sentencia,
I8
Hizo lo mismo muchos días; hasta que Pablo, irritado, se a nosotros, ciudadanos romanos, nos han metido en la cárcel, ¿y
volvió y le dijo al espíritu: ahora pretenden echarnos a escondidas? Ni hablar. Que vengan
—En nombre de Jesucristo te conmino que salgas de ella. ellos personalmente a sacarnos.
Y al instante salió. 38
Los alguaciles comunicaron la respuesta a los magistrados.
19
Los amos, viendo que se les iba toda esperanza de negocio, Al oír que eran ciudadanos romanos, se asustaron 39y fueron a
agarraron a Pablo y a Silas, los arrastraron a la plaza ante las au- pedirles disculpas; los sacaron fuera y les rogaron que se marcha-
toridades 20y los presentaron a los magistrados diciendo: ran de la ciudad.
—Estos hombres están alborotando nuestra ciudad. Son ju- 4()
A1 salir de la cárcel, Pablo y Silas fueron a casa de Lidia y,
díos 21y andan predicando unas costumbres que nosotros no po- después de ver a los hermanos y de animarlos, se marcharon.
demos aceptar ni practicar, ya que somos romanos.
22
La plebe se amotinó contra ellos y los magistrados les 11-40. La presentación lucana de los primeros pasos del evangelio
arrancaron los vestidos y dieron orden de que los apalearan. en territorio europeo no parece ser precisamente la del comienzo de
23
Después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, man- una incontenible marcha triunfal. Más bien se trata de unos pasos tí-
dándole al carcelero que los pusiera a buen recaudo. 24 Conforme midos en un ambiente inicialmente desconocido e inhóspito, el princi-
a la orden recibida, el carcelero los metió en la mazmorra y les pio de un camino erizado de dificultades y sembrado de desilusiones. Y
sujetó los pies en el cepo. esto se debe no tanto a una diversidad cultural y social entre las re-
25
A eso de medianoche, Pablo y Silas se pusieron a orar, can- giones situadas a ambos lados del mar Egeo, ya que, al menos aparen-
tando himnos a Dios. Los demás presos escuchaban. 26 De re- temente, se movían en el ámbito de la misma cultura helenística, sino
más bien al carácter particular de la ciudad de Filipos que, por su con-
pente, se produjo una sacudida tan violenta, que retemblaron los
dición de colonia romana, constituía una entidad aparte, con un am-
cimientos de la cárcel, las puertas se abrieron de golpe y a todos biente social y un sistema jurídico totalmente peculiares. Aquí precisa-
se les soltaron las cadenas. 27E1 carcelero se despertó y, al ver las mente tiene lugar la primera confrontación de Pablo y su grupo con los
puertas de la cárcel de par en par, sacó el puñal para suicidarse, representantes de la autoridad romana que, en esta ocasión, no brillan
imaginando que los presos se habían fugado. por su equidad. Y esto no deja de ser extraño; porque, en general,
^Pero Pablo le gritó: Lucas procura dar una imagen positiva de los gobernantes romanos y
—No te hagas nada, que estamos todos aquí. de su actitud con respecto a la misión cristiana. Quizá se pueda ver en
29 este contraste un indicio de la autenticidad del episodio; aunque en la
Entonces el carcelero pidió una antorcha, saltó dentro del
calabozo y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas. 30 En- narración hay otros muchos detalles de acusado graficismo, que llevan a
seguida los sacó fuera y les dijo: pensar que está basada en el recuerdo de un suceso genuinamente his-
—Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme? tórico.
31
Ellos le contestaron: En el relato se pueden identificar con relativa seguridad dos núcleos
—Cree en el Señor Jesús y os salvaréis tú y tu familia. narrativos procedentes de la tradición:
32
Y le explicaron la palabra del Señor a él y a todos los de su 11-15.a) La primera parte del episodio (vv. 11-15), escrita en pri-
casa. 33E1 carcelero los acogió a aquellas horas de la noche y les mera persona del plural, está tomada casi literalmente del «itinerario»
lavó las heridas. Y en seguida se bautizó él con todos los suyos. primitivo. Se caracteriza por un estilo conciso, de tipo crónica, que re-
34
Luego los hizo subir a su casa, les preparó la mesa y celebraron nuncia a toda fioritura novelística y se limita a consignar escuetamente
una fiesta de familia, muy contentos por haber creído en Dios. personas, ciudades y hechos.
35
Por la mañana, los magistrados enviaron alguaciles con esta
orden: 16-40.b) El núcleo de los vv. 16-40 es un relato de misión, con mu-
chos elementos novelescos, que contaba las peripecias de Pablo durante
326 16,11-40: Pablo en Filipos
16,11-40: Pablo en Filipos 327
su evangelización de Filipos. Pero en el curso de la narración se detec-
tan una serie de tensiones y aun de contradicciones, que llevan a con- Magno, que hizo excavar unas minas de oro situadas en los alrede-
cluir que Lucas ha reelaborado profundamente el relato primitivo, am- dores. Después de la batalla de Accio (año 31 d . C ) , la ciudad se con-
pliando o alterando muchos de sus elementos. Sin embargo, en cuanto virtió en colonia romana (Colonia Julia Augusta). Y allí fueron obli-
a determinar lo que se debe a la redacción lucana, no se puede pasar gados a establecerse, por orden del vencedor, Octavio, algunos
de meras conjeturas. Por ejemplo, la escena de la cárcel (vv. 24-34) no partidarios del derrotado Antonio, que tuvieron que renunciar a las po-
tiene la más mínima relación con el contexto inmediatamente siguiente sesiones que tenían en Italia y dejarlas a disposición de los veteranos
y, en definitiva, carece de toda función dramática. Los alguaciles no se del ejército de Octavio. Al mismo tiempo, la ciudad quedó sometida al
enteran en absoluto del prodigio ocurrido en la cárcel la noche anterior derecho romano; y sus colonos conservaron los mismos privilegios que
(en 5,24 sucede todo lo contrario), y los presos, a pesar de su libera- tenían en territorio italiano, especialmente la autonomía administrativa
ción milagrosa, no escapan de las manos de la autoridad (cf. 12,11); en y la exención de impuestos. En la actualidad, el único recuerdo que
realidad, el v. 35 reanuda el hilo del v. 24, como si no hubiera pasado queda de Filipos es un campo de ruinas; durante la Edad Media, la ma-
nada. Igualmente resulta ilógico que Pablo haga valer su ciudadanía ro- laria convirtió la ciudad en un lugar inhabitable.
mana sólo en los vv. 37s, es decir, después de haber sufrido la infamia La observación de que Filipos era «una ciudad del primer distrito de
de la flagelación y el encarcelamiento; la ocasión más indicada para Macedonia» proporciona una información más precisa sobre su situa-
apelar a sus derechos hubiera sido el momento del proceso (vv. 20s). ción; porque en aquella época Macedonia estaba dividida en cuatro dis-
Todo esto parece indicar que ha sido el propio Lucas el que ha introdu- tritos autónomos. Hay que notar, con todo, que el texto griego de esta
cido la referencia a los derechos de los ciudadanos romanos y las consi- puntualización no es absolutamente claro.
guientes excusas por parte de los pretores (cf. 22,25ss), con la intención La genérica indicación temporal se refiere a una estancia de los mi-
de suavizar, como lo hace de ordinario, la impresión negativa que deja sioneros más bien prolongada.
el comportamiento de las autoridades romanas. De todas estas observa- 13. No deja de ser significativa la vinculación con la sinagoga
ciones se puede deducir como contenido probable de la tradición prelu- —habitual en otros contextos— precisamente en una ciudad romana
cana: la expulsión del espíritu de adivinación, como causa del conflicto como Filipos; lo cual crea especiales dificultades. Los misioneros, por
(v. 16-18), la acusación ante los pretores, la flagelación y el encarcela- carecer de informaciones concretas y de una persona que los guíe, tie-
miento (vv. 19-23), la puesta en libertad a la mañana siguiente y la ex- nen que ponerse a buscar por sí mismos, y en día de sábado, el empla-
pulsión de la ciudad (vv. 35.39s). zamiento de la sinagoga. Lo primero que hacen es dirigirse al río Gan-
Quizá se encontrase también en la tradición primitiva una referencia gites, cercano a la ciudad, porque en aquella época era muy frecuente
a la conversión del carcelero realizada por Pablo. Esto le habría pro- construir sinagogas a orillas de alguna corriente de agua, para facilitar
porcionado a Lucas una base para construir la escena de la prisión bajo las abluciones rituales. Pero el sitio que encontraron, ¿era realmente
forma de leyenda edificante, en analogía con la liberación de Pedro na- una sinagoga? La palabra griega proseuché (= lugar de oración) puede,
rrada en 12,5-11. Otra posibilidad es que los vv. 24-34 se hagan eco de desde luego, significar también la sinagoga; pero el hecho de que los
una tradición originariamente independiente, que relataba únicamente asistentes que se mencionan no sean más que mujeres parece que no se
una liberación prodigiosa. Pero esta posibilidad apenas si puede tenerse trataba de una verdadera celebración litúrgica, porque ésta requería la
en cuenta, porque en el» relato faltan los elementos estilísticos propios presencia de al menos diez hombres (Bill. IV 153). Así que, más bien,
de este tipo de narración. habrá que pensar en un sitio a cielo abierto, donde unas cuantas mu-
jeres, pertenecientes al círculo de los «adeptos», se habían reunido para
11. El viaje se hace de una tirada; lo que, en cierto modo, supone orar.
una ratificación de la visión nocturna (vv. 9s). Cuando más tarde Pablo 14. Lidia, la primera cristiana europea, constituye en este aspecto
vuelva a hacer el mismo trayecto en dirección inversa, la travesía le lle- un ejemplo típico de la composición de este grupo de «adeptos». Lidia
vará cinco días de navegación (20,6). A mitad de camino, hacen escala es una extranjera, residente en Filipos. El nombre que lleva no es sólo
en la isla de Samotracia, para pernoctar allí. La ciudad portuaria de su nombre personal, sino que al mismo tiempo indica su procedencia;
Neápolis, la actual Kawalla, estaba situada junto a la Via Egnatia, que es natural de Tiatira, ciudad de la región de Lidia (Ap 2,18-29), famosa
atravesaba toda Macedonia de este a oeste. Los misioneros tomaron por su industria de la púrpura. Los tejidos de púrpura eran telas de
esta carretera para dirigirse a Filipos, distante unos 15 km hacia el in- lujo y, por tanto, muy caras; de modo que el comercio de este gé-
terior; para ello tuvieron que cruzar la cordillera que bordeaba la costa. nero de confección resultaba un negocio muy lucrativo. Por eso, Lidia
tenía que tener una posición desahogada, que le permitía llevar una
12. La ciudad de Filipos debía su nombre y el florecimiento inicial vida independiente. El hecho de su conversión se cuenta de una ma-
de su economía a Filipo, rey de Macedonia y padre de Alejandro nera sumamente concisa. Lo único que le interesa al narrador es indicar
328 16,11-40: Pablo en Filipos 16,11-40: Pablo en Filipos 329

la actuación de Dios en las palabras de Pablo. El que «abre el corazón» dor, la criada está poseída por un demonio; y éste es el verdadero anta-
gonista con el que se enfrenta Pablo.
de Lidia es Dios mismo.
17. Ahora se comprueba realmente que el demonio tiene capaci-
15. Consecuencia natural de la fe es el bautismo. La indicación de dad para descubrir verdades ocultas. El es el que pregona abiertamente
que se bautizaron «ella y toda su casa» es una fórmula frecuente en el lo que hasta entonces nadie conocía en Filipos, a excepción de Lidia; es
Nuevo Testamento (16,33; 18,8; 1 Cor 1,16), que presupone la concep- decir, que Pablo y su grupo son «siervos de Dios soberano» (cf. 5,7; Le
ción que los antiguos tenían de la «casa» como una gran familia, en la 8,28). Es claro que estas palabras, en boca de un demonio, no son un
que se compartían no sólo la vida y los bienes, sino también las convic- reconocimiento, sino una provocación. El espíritu perverso no puede
ciones religiosas. El jefe de familia se preocupaba de que todos los menos de lanzar un desafío a ese poder que detecta en la persona de
miembros de su casa se incorporasen al ámbito salvífico cristiano, a no Pablo como enemigo suyo. Por eso, le reta a que demuestre su superio-
ser que ellos mismos se excluyesen personalmente de ese modo de vida. ridad en una confrontación directa, ya que no hay coexistencia posible
Más aún, es probable que en los primeros tiempos el bautismo familiar entre el demonio y el Dios soberano.
incluyera también, al menos en ciertas ocasiones, el bautismo de los
niños. Sin embargo, estos textos genéricos no bastan, por sí mismos, 18. El desasosiego del demonio contrasta visiblemente con la sere-
para probar por el Nuevo Testamento la práctica del bautismo de nidad de Pablo, que ya es una muestra de su absoluta superioridad.
niños; para eso, habrá que ampliar el horizonte, tomando en considera- Sólo después de repetidos ataques Pablo rompe su reserva. Una vez
ción otros textos bautismales de la Biblia. más el nombre de Jesús manifiesta su poder (cf. el comentario a
No se puede decir que esta primera parte del relato haya logrado su 3,6.16); basta pronunciarlo para que el demonio tenga que rendirse.
objetivo final con la mención del bautismo de Lidia. La narración sólo 19. Pero sólo en este momento se introduce con toda claridad una
llega a su punto culminante cuando nos presenta la cristalización en Fi- diferencia con respecto a los demás relatos de milagro. Se trata de una
lipos de un núcleo cristiano, que irá desarrollándose hasta convertirse diferencia condicionada por la situación y que da un sentido distinto al
en una auténtica comunidad. signo. En vez de una espontánea alabanza que da gracias a Dios por la
Lidia, por su parte, ofrece hospedaje a los misioneros y reúne en su curación de una persona, surge la indignación de aquellos a quienes
casa la primera Iglesia doméstica de Europa (v. 40). acaba de secárseles la fuente que hasta entonces les había proporcio-
nado tan pingües beneficios. Cuando el cinismo llega al punto de trafi-
16. Con el v. 16 comienza una nueva escena. La narración em- car con la religión, la persona individual se convierte en puro objeto,
pieza en primera persona del plural y va transformándose gradualmente para satisfacer la codicia. En la perspectiva del narrador, la mentalidad
(p. ej. v. 17: «Pablo y nosotros») hasta desembocar en la tercera per- aquí presentada es representativa de la situación religiosa en la que se
sona. La tradición prelucana no usaba en este punto la forma «nos- mueve la sociedad pagana. Los amos de aquella criada, al sentirse per-
otros»; fue Lucas el que la introdujo, con la intención de armonizar este judicados en su negocio, arrastran a Pablo y a Silas, evidentemente con
relato con el anterior. En este pasaje, igual que en 14,11-18; 19,11- la colaboración de una multitud enfurecida, y los llevan ante las autori-
20.23-40, Lucas se vale de un hecho concreto, para darnos una idea de dades romanas.
los problemas que tuvo que afrontar el cristianismo en su choque con 20-21. El v. 20 define con mayor precisión quiénes eran estas auto-
una religiosidad pagana», que había llegado a invadir todos los sectores ridades. Se trata de los pretores, o duumviri (en griego, stratégoi), que
de la vida diaria. En este caso, se trata de una criada que poseía la ca- tenían a su cargo la administración de la justicia en las colonias del Im-
pacidad de emitir sonidos extraordinarios y pronunciar oráculos miste- perio. La acusación disimula con extrema habilidad los intereses perso-
riosos. Sus amos se dedicaban a explotar estas cualidades como una nales de los perjudicados, es decir, de los amos de la criada, presen-
buena fuente de ingresos. La palabra pythón, que es la que usa aquí el tando el suceso bajo la apariencia de un daño infligido a los intereses
texto griego, era originariamente el nombre que se daba a la serpiente públicos. Se acusa a Pablo y a Silas de alborotar el orden que reina en
encargada de custodiar el oráculo de Delfos y que, según la leyenda, la colonia, por medio de una propaganda de costumbres religiosas ex-
fue aniquilada por Apolo. Más tarde, pythón pasó a designar a una es- tranjeras. Como agravante, se aduce la condición de judíos de los acu-
pecie de ventrílocuo, que lograba emitir voces extrañas, bien por truco, sados. Una serie de indicios lleva a la conclusión de que el hacerse ju-
bien por auténtica inspiración. Por tanto, podemos suponer que dío constituía reato para un ciudadano romano. Aquí, en todo caso, se
aquella criada era ventrílocua. Lo que, desde luego, llama la atención apela con toda mala intención al antijudaísmo reinante en grandes sec-
en este caso es que la palabra pythón no se refiere a la mujer, sino a un tores de la sociedad romana.
espíritu que habla por medio de ella. Pero esto es comprensible, desde
el punto de vista del narrador, que quiere ver en este suceso una analo- 22-23. La acusación no deja de surtir efecto, como lo demuestra el
gía con las expulsiones de demonios realizadas por Jesús. Para el narra- desarrollo ulterior de los sucesos. La multitud que ha acudido al tribu-
330 16,11-40: Pablo en Filipos 16,11-40: Pablo en Filipos 331
nal da rienda suelta a su despecho con tal griterío, que el proceso se salmo» se les sueltan las cadenas de los pies y las puertas de la prisión
convierte en un verdadero motín. Los magistrados romanos causan aquí se abren «sin intervención de mano de mortal» (Eurípides, Bac. 443-
una impresión deplorable; de hecho, se hacen cómplices de aquellos 447; cf. Ovidio, Met. XV 669ss).
desmanes, porque sin ninguna clase de interrogatorio afrentan pública-
mente a los acusados, dando orden a la chusma de que les arranque los 27-28. También lo que sigue está expuesto a interpretaciones di-
vestidos y se ponga a apalearlos. Cuando, poco tiempo después de los vergentes, unas por el lado prodigioso y otras, al contrario, por el lado
sucesos, Pablo escribe su primera carta a los Tesalonicenses, aún está racionalista y psicologizante. El carcelero se despierta de improviso, y
bajo la impresión de los sufrimientos e injurias que tuvo que pasar en creyendo, naturalmente, que todos los prisioneros se han dado a la
Filipos (1 Tes 2,2; cf. 2 Cor 11,23). Por fin, después de molerlos a fuga, desesperado quiere suicidarse arrojándose sobre su propio puñal.
palos, terminan metiéndolos en la cárcel. Las severas instrucciones al Pero en ese preciso momento un poderoso grito de Pablo logra dete-
carcelero, para que extreme las medidas de seguridad, tienen la función nerlo de su atolondrado propósito; y eso que Pablo aún está en el cala-
de preparar el acontecimiento siguiente de la liberación prodigiosa. bozo. Más aún, Pablo se ha dado cuenta en seguida de que ninguno de
los presos se ha movido de su celda. Y éste es el segundo prodigio.
24. Idéntica finalidad tiene la descripción de las precauciones con- Evidentemente ha sido el poder de Dios el que los ha mantenido en su
cretas que toma el carcelero. No se contenta con meterlos en el cala- sitio como magnetizados.
bozo más lóbrego —se podría pensar en un pequeño compartimento
29. El carcelero pide una antorcha —no hay que olvidar que es
subterráneo— sino que además les sujeta los pies en un cepo, deján-
dolos completamente inmovilizados. medianoche— para cerciorarse por sí mismo de la situación que reina
en la cárcel.
25. El relato de la liberación prodigiosa, que ahora comienza, no 30. Inmediatamente el carcelero reconoce a Pablo y a Silas como
se puede considerar como típico de este género de narraciones, porque portadores de un poder numinoso, de origen divino, que les ha impul-
la finalidad específica del relato no es la liberación en sí misma; de he- sado a realizar el prodigio. Y entonces hace lo que haría cualquier pa-
cho, sorprende que los prisioneros no aprovechen para nada esa liber- gano en una situación semejante: se postra a sus pies en un gesto de
tad. El objetivo fundamental del relato consiste, más bien, en demos- homenaje a los que considera como mensajeros divinos y les pregunta
trar el poder de ese Dios que protege a los presos y que va a tener qué es lo que tiene que hacer para salvarse de su ira.
como consecuencia la conversión del carcelero. El interés del narrador,
a pesar de que inconscientemente hace uso de los elementos narrativos 31. Precisamente esa palabra que habla de salvación es la que da
propios del género, no se centra en la suerte que corren los prisioneros, pie a la proclamación del evangelio. El carcelero va a descubrir ahora
sino en la espléndida manifestación del poder de Dios. El hecho de que una salvación de horizontes ilimitados, una salvación que se recibe por
los encarcelados, en vez de lamentarse de su situación, se pongan a me- medio de la fe en el «Señor Jesús» y que se le ofrece no sólo a él per-
dianoche a entonar un cántico de alabanza a Dios corresponde perfec- sonalmente, sino también a toda su «familia» (cf. v. 15).
tamente a la presentación tradicional del justo inocente, condenado al
32-33. Ahora los acontecimientos se precipitan. Se comienza con
sufrimiento. Por ejemplo, José «entona cánticos de alegría» a su Dios
una explicación de «la palabra de Dios», que lleva al carcelero y a toda
{Test Jos 8,5) y Sócrates compone en la cárcel himnos de alabanza
su familia a abrazar la fe. Y a la fe sigue el bautismo; un bautismo que
(Epicteto, Dis. II 6,26).»E1 poderoso canto de Pablo y Silas resuena a
sin duda se lleva a cabo en la misma fuente de la cárcel —¿situada, tal
través de los muros del calabozo, de modo que los demás presos pue-
vez, en el patio de la prisión?—, que había servido para que el carce-
den escucharlo. De esta manera, el canto se convierte en un testimonio
lero lavase a los presos las heridas producidas por la flagelación.
público de ese poder de Dios que todos van a experimentar enseguida
de forma concreta. 34. La escena se cierra con una descripción de la fiesta de familia
con la que el carcelero, lleno de agradecimiento, obsequia a Pablo y a
26. Al poco rato, la intervención de Dios irrumpe en la prisión Silas. La comida se desarrolla en un ambiente de alegría y de entu-
bajo forma de una violenta sacudida, que hace saltar todas las puertas y siasmo colectivo por haber recibido la salvación. El relato no ofrece in-
suelta las cadenas a todos los presos. Precisamente este último detalle dicación alguna que nos permita deducir que Lucas piensa en una cele-
es el que hunde en el fracaso cualquier intento racionalista de explicar bración de la eucaristía.
el episodio por la frecuencia de terremotos en Macedonia. Aquí no se Con este episodio, el evangelio ha hecho en Filipos una segunda
trata de una descripción realista de un fenómeno de la naturaleza, sino conquista, que hay que sumar a la conversión de la casa de Lidia. No
del uso de un motivo literario tradicional. Eso mismo pasa en «Las Ba- se dice cómo se llamaba el carcelero; y esto es llamativo, porque gene-
cantes» de Eurípides. Las sacerdotisas encadenadas están cantando las ralmente la tradición tiene buen cuidado en reseñar los nombres de los
alabanzas de su dios, Dióniso; entonces, de repente y «como por en- primeros convertidos en cada una de las ciudades. Cualquier intento de
332 17,1-9: Pablo en Tesalónica 17,1-9: Pablo en Tesalónica 333
identificar a este personaje con alguna de las personas mencionadas por el Mesías tenía que padecer y resucitar. Y concluía: «Ese Mesías
Pablo en sus cartas (por ejemplo, con el Esteban de 1 Cor 1,16; 16,15), es Jesús, el que yo os anuncio».
no pasa de ser mera y simple conjetura. 4
A l g u n o s judíos se convencieron y se j u n t a r o n a Pablo y
35. Sin transición alguna, el v. 35 reanuda el hilo narrativo que Silas, con gran n ú m e r o de adictos griegos y no pocas mujeres de
quedó pendiente en el v. 23. Únicamente el texto occidental, según su la aristocracia.
costumbre, intenta una conexión con el episodio precedente, interpre- 5
Pero los judíos, llenos de envidia, reclutaron unos maleantes
tando la decisión de los magistrados como una consecuencia del terre- callejeros, formaron una cuadrilla y empezaron a alborotar la
moto de la noche anterior. ciudad. Se presentaron ante la casa de Jasón, en busca de Pablo
Pablo y Silas están aún en la cárcel, por orden de los pretores. (Los y Silas, para conducirlos ante la plebe; 6 p e r o , al no encontrarlos,
espectaculares sucesos de la noche precedente podrían haber hecho ol-
arrastraron a Jasón y a algunos hermanos a la presencia de los
vidar al lector la situación en que se encuentran los misioneros.) Pero
concejales, vociferando:
ahora el curso de los acontecimientos toma una dirección más mitigada.
Parece que las autoridades se han dado cuenta de que apenas existe — E s o s que han revolucionado el m u n d o han llegado también
base jurídica para una condena oficial. Por tanto, dan orden a los al- aquí, 7 y Jasón les ha dado hospedaje. Todos éstos actúan contra
guaciles de poner en libertad a los prisioneros y expulsarlos de la ciu- los edictos del e m p e r a d o r , p o r q u e afirman que hay o t r o rey,
dad, como se puede deducir del v. 39. Jesús.
8
Estas palabras alarmaron a la multitud y a los concejales,
36. El carcelero comunica a los presos la decisión de las autori- 9
que exigieron una fianza a Jasón y a los otros para ponerlos en
dades y, por su parte, se despide de ellos con el saludo bíblico «mar-
chaos en paz» (cf. Le 8,48). libertad.

37. Pero aquí se produce algo inesperado. Pablo, después de la in- 1-9. La segunda comunidad creada en territorio europeo es la de
justicia sufrida, no está dispuesto a abandonar la prisión por la puerta Tesalónica. El relato de esta fundación sorprende por su desequilibrio
trasera, sino que se presenta a los alguaciles como ciudadano romano y, narrativo. Las dos partes en que se divide son completamente distintas
haciendo valer todos sus derechos, exige una rehabilitación. (No se en la forma y escasamente coherentes en el contenido. La primera
sabe exactamente si también Silas era ciudadano romano, aunque Lucas parte (vv. 1-4) es prácticamente un sumario de los comienzos de la mi-
lo presente como tal.) Según la Lex Julia, no estaba permitido maniatar sión y de sus primeros resultados. Probablemente Lucas se basa en al-
y azotar a un ciudadano romano, sobre todo sin un proceso y el consi- gunos datos del «itinerario». La segunda parte (vv. 5-9) cuenta un tu-
guiente veredicto (cf. el comentario a 22,29). multo provocado por los judíos, que puso fin a la actividad de los
38-39. La apelación de Pablo a los conocimientos legales de los misioneros. El estilo es eminentemente gráfico y de un gran drama-
magistrados consigue su propósito. Y, aunque más bien con retraso, la tismo. El centro de la escena lo ocupan Jasón y su familia, mientras
sombría imagen de los tutelares de la ley romana queda un poco más que Pablo y sus colaboradores no aparecen para nada. El narrador
despejada.-Los pretores se personan en la cárcel, para pedir disculpas, opera sobre dos presupuestos, que no se comunican al lector: 1) Jasón
escoltan personalmente >a Pablo y a Silas fuera de la prisión y les invi- era el anfitrión de los misioneros. 2) Estos habían abandonado su casa
tan cortésmente a abandonar la ciudad. —y probablemente también la ciudad— ya antes de que empezase el
tumulto (con todo, cf. v. 10). Es posible que Lucas se haya servido de
40. Los misioneros, antes de marcharse definitivamente de Filipos, un anecdotario que circulaba en la comunidad de Tesalónica, y que re-
se dirigen a casa de Lidia para despedirse de ella y del resto de la co- lataba los peligros que había corrido Jasón, destacado miembro de la
munidad, de cuya existencia nos enteramos inesperadamente en esta comunidad, en conexión con la fuga de Pablo. Las presiones a las que
tardía ocasión. fue sometida la incipiente comunidad por parte de los judíos quedan
confirmadas por 1 Tes 2,14ss.
4. Pablo en Tesalónica (17,1-9)
1. Los misioneros se dirigen hacia el oeste, siguiendo la Via Egna-
tia, la principal calzada que unía Roma con Oriente. De camino, pasan
17 a t r a v e s a n d o Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica,
por Anfípolis y Apolonia. Si la mención de estas dos ciudades quiere
d o n d e había una sinagoga judía. Pablo, según su costumbre, se decir que pernoctaron allí, entonces Pablo y sus colaboradores habrían
presentó allí y los tres sábados siguientes estuvo discutiendo con tenido que recorrer unos 50 ó 60 km al día, y esto sólo es posible a ca-
los judíos. Apoyándose en la Escritura, 3 explicaba y probaba a u e ballo o en muía. Por otra parte, se puede dudar de que dispusieran de
334 17,1-9: Pablo en Tesalónica 17,1-9: Pablo en Tesalónica 335
recursos monetarios para procurarse cabalgaduras. Por eso, lo más pro- entre los círculos de raigambre judía; sólo «unos cuantos» se dejan con-
bable es que hicieran el trayecto a pie, como la inmensa mayoría de los vencer por la predicación. Sin embargo, entre los griegos adictos a la si-
viajeros; esto supondría unos seis días de camino. nagoga, es decir, entre los «adeptos», el resultado es extraordinario.
Tesalónica, la actual Saloniki, era la capital de Macedonia. Al (El texto occidental menciona aquí dos grupos distintos: «adeptos y
tiempo de su fundación (hacia el año 315 a . C ) , se le dio ese nombre griegos»; pero indudablemente se trata de una variante secundaria, que
en honor de Thessalonike, hermanastra de Alejandro Magno y esposa pretende suavizar la aparente contradicción de la fórmula habitual: «los
del fundador de la ciudad, Casandro, de la dinastía de los Diadocos. griegos adeptos»). Esta situación se parece mucho a la imagen que nos
Durante la dominación romana, Tesalónica fue la sede del procónsul de da la primera carta a los Tesalonicenses a propósito de una comunidad
Macedonia. Pero al mismo tiempo gozaba de los privilegios de una ciu- compuesta predominantemente de paganos. La mención de las «mu-
dad independiente, con su propio consejo directivo y representación jeres de la aristocracia» que se adhieren al evangelio es particularmente
popular; las tareas administrativas corrían a cargo de cinco o seis conce- significativa, porque éstas representan un factor decisivo para la super-
jales (politarcas). En una ensenada del golfo Termaico se abría un gran vivencia del judaismo en la ciudad. De hecho, la pérdida de ese impor-
puerto natural, que procuraba a Tesalónica una floreciente economía. tante grupo de mujeres simpatizantes con el mundo judío y de innega-
No cabe duda que la estrategia misionera de Pablo ya había previsto ble a s c e n d i e n t e social, tenía que s u p o n e r para la sinagoga un
la proclamación del evangelio en Tesalónica, porque el establecimiento menoscabo sensible de su propia seguridad y de sus posibilidades de in-
de una comunidad cristiana en un centro tan importante abría inmensas flujo en el ambiente circundante; y esto los judíos no estaban dis-
posibilidades de irradiación en toda la provincia. Este proyecto se veía puestos a tolerarlo (cf. el comentario a 13,50).
facilitado por la existencia en la ciudad de una numerosa población ju-
5. La reacción de los judíos no se hace esperar. Recluían un grupo
día. Lo cual le iba a ahorrar al apóstol las dificultades que había encon-
de camorristas de profesión, con la idea de dar la impresión de que ha
trado en Filipos (16,13) para seguir su práctica habitual de empezar
estallado espontáneamente una movilización popular en contra de los
predicando en la sinagoga (cf. 9,20; 13,5.14; 14,1; 17,10.17; 18,4; 19,8).
cristianos como causantes de alborotos y desmanes entre la población.
2. Tres sábados consecutivos predica durante la celebración de la La chusma, soliviantada por los judíos y sus cómplices, se precipita ha-
liturgia judía. Naturalmente, no se puede deducir de esta indicación cia la casa de Jasón, pensando encontrar allí a los agitadores; pero se
que la actividad de Pablo en Tesalónica no durará más que tres se- llevan un verdadero chasco.
manas escasas. De hecho, en Flp 4,16 se dice que los cristianos de Fi- Jasón, que aparece aquí inesperadamente y sin presentación alguna,
lipos enviaron más de una vez a Tesalónica recursos para la subsistencia era el anfitrión de Pablo. Es posible que fuera uno de los pocos judíos
del apóstol; lo cual presupone una estancia más bien prolongada. que se habían convertido al cristianismo (v. 4). Ya su mismo nombre
Además, hay que tener en cuenta que una relación tan íntima como la apunta hacia un origen hebreo; Jasón es, en realidad, el equivalente
que llegó a establecerse entre Pablo y la comunidad de Tesalónica, se- griego más común de Yehosua'(= Jesús). Además, hay que tener en
gún los datos de la primera carta a los Tesalonicenses (1 Tes 2,9- cuenta la actitud de los judíos con respecto a este personaje. Su vida
12.17.19s; 3,6), difícilmente habría podido desarrollarse en tan corto es- ulterior nos es totalmente desconocida. En las cartas de Pablo a los Te-
pacio de tiempo. La impresión errónea a la que el texto podría dar lu- salonicenses no se menciona su nombre. Por otra parte, no hay ningún
gar se debe al hecho de, que Lucas no cuenta más que el principio y el argumento para identificarlo con el Jasón que aparece en Rom 16,21.
final de la actividad de Pablo, mientras que pasa por alto el período de Una tradición muy posterior lo presenta como el primer obispo de Te-
crecimiento y consolidación de la comunidad. salónica.

3. Del contenido de la predicación paulina Lucas no nos da más 6-7. El populacho, al no encontrar a los que buscaba —evidente-
que un resumen concentrado en una sola frase. Pero desde luego que mente los cristianos, ante el peligro inminente que corrían Pablo y
Pablo tuvo que haber desarrollado el kerigma cristológico, tratando de Silas, ya los habían hecho desaparecer de la ciudad— desata sus iras
probar que la Escritura habla ya de la pasión y resurrección del Mesías, contra Jasón y algunos miembros de la comunidad a los que habían lo-
y que este anuncio ha tenido cumplimiento en la vida y muerte de grado echar una mano. Los arrastran a la presencia de los concejales
Jesús; lo cual significa que Dios lo ha acreditado como el auténtico Me- y presentan una acusación contra ellos. En cuanto encubridores de unos
sías. Lucas ya ha desarrollado este mismo tema con mayor amplitud en delincuentes peligrosos y subversivos, habían incurrido indirectamente
los discursos kerigmáticos anteriores (p.ej. 2,22-36; 3,18; 8,32- en el mismo delito. La acusación es hábilmente presentada con matiz
35; 13,27.29; cf. Le 24,25-27.44-46). Aquí se limita únicamente a recor- político, para impresionar a los funcionarios civiles, y consta de los
dar a sus lectores la temática esencial de la predicación. cargos siguientes: 1) Los cristianos están tramando una revolución de
carácter mundial. 2) Al proclamar a Jesús como su propio rey, atentan
4. El esfuerzo misionero de Pablo no alcanza éxitos espectaculares contra la soberanía universal del emperador romano. En la formulación
336 17,10-15: Misión en Berea 17,10-15: Misión en Berea 337

lucana de estos dos cargos es posible que se refleje la interpretación po- y persecuciones, que obligan a Pablo a poner fin a su estancia en las
lítica del evangelio —errónea y unilateral, por cierto— con la que, respectivas ciudades. En el caso de Berea, al no poseer la información
hasta los mismos tiempos de Lucas, tuvieron que enfrentarse los cris- precisa sobre un conflicto de este género, optó por atribuir la persecu-
tianos en sus relaciones con los representantes de la autoridad romana. ción de Pablo en esa ciudad a los judíos procedentes de Tesalónica (cf.
Por eso, es natural que la presentación lucana de los acontecimientos se 14,19).
preocupe insistentemente de combatir ese equívoco. De hecho, el lector Pero, realmente, ¿se puede admitir la historicidad de la estancia de
sabe perfectamente que los auténticos revoltosos no son Pablo y sus co- Pablo en Berea y de su ulterior viaje a Atenas? Recientemente se ha
laboradores, sino precisamente los mismos que los acusan de serlo. discutido mucho esta cuestión y, al mismo tiempo, se ha llegado a pro-
8-9. El final del episodio es más bien pacífico. Ante la imposibili- poner una hipótesis interesante (A. Suhl; W. Marxsen). Según esta opi-
dad de aducir una prueba del presunto delito, ya que no hay manera de nión, Pablo, al salir de Tesalónica, habría seguido por la Via Egnatia
encontrar a los acusados, los concejales exigen una fianza a Jasón y los directamente hacia el oeste, con la intención de atravesar Iliria, cruzar
ponen en libertad. Según el derecho romano, estas medidas decaían en el Adriático y llegar a Roma. Pero estos planes habrían sido desbara-
caso de entablarse un nuevo proceso. Pero no hubo lugar a ello, por- tados por el edicto de Claudio, que expulsaba de Roma a «todos los ju-
que entretanto ya hacía tiempo que los misioneros habían abandonado díos» (cf. 18,2). De modo que, en vez de dirigirse a Italia, habría to-
la ciudad. mado la carretera que bordeaba la costa de Grecia, y así habría llegado
a Atenas. Como prueba de esta hipótesis se aduce el propio testamento
de Pablo, que da fe de sus «repetidos intentos» de ir a Roma (Rom
1,13; 15,22) y afirma que ha llegado «hasta Iliria» predicando el evan-
5. Misión en Berea (17,10-15) gelio (Rom 15,19). Sin embargo, parece que hay que tomar esa opinión
con muchas reservas. En primer lugar, Lucas no suele inventar por su
10 cuenta viajes o estancias de Pablo. Decir que Lucas ha incluido en su
Sin perder más tiempo, aquella misma noche, los hermanos
hicieron salir a Pablo y a Silas para Berea. relato esta parada del apóstol por influjo de sus fuentes, que menciona-
Llegados allí, se dirigieron inmediatamente a la sinagoga. ban a un tal Sópater, natural de Berea (20,4), no tiene en sí mucha
n probabilidad. En segundo lugar, dado el gran interés de Lucas por
L o s judíos de Berea eran de mejor natural que los de Tesa-
Roma y por el viaje de Pablo a esa ciudad, sería incomprensible que no
lónica; por eso, recibieron la palabra con toda buena voluntad. hubiera hecho ninguna mención de los primitivos planes del apóstol de
A diario escudriñaban la Escritura, para comprobar si la inter- ir a Roma y de su frustración, si es que realmente hubiera tenido cono-
pretación de los misioneros era convincente. En consecuencia, cimiento de ellos. En realidad, estos acontecimientos habrían entrado
muchos de ellos creyeron y, además, no pocos paganos de la de lleno en la concepción teológica de Lucas (cf. el comentario a
aristocracia, tanto mujeres como hombres. 19,21).
13
Pero cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que
Pablo estaba anunciando la palabra de Dios en Berea, fueron 10. Amparados por la oscuridad de la noche, Pablo y Silas —no se
allá a agitar a la gente y a alborotarla. 14 Entonces los hermanos, nombra a Timoteo que, sin embargo, aparecerá mencionado en el v.
sin tardar, hicieron qué Pablo saliese para la costa mientras Silas y 15— acompañados por los cristianos de Tesalónica, abandonan la ciu-
Timoteo se quedaron allí. dad. La concordancia temporal con el episodio de Jasón (vv. 5-9) no
15
Los que conducían a Pablo lo llevaron hasta Atenas, y se queda clara. Desde luego, que según la mentalidad de Lucas, ese episo-
volvieron con el encargo de que Silas y Timoteo se reuniesen con dio tuvo lugar inmediatamente antes de la marcha de los misioneros.
Sin duda que, mientras duró el motín, Pablo y sus acompañantes aún
Pablo cuanto antes.
estaban en la ciudad, probablemente escondidos.
Berea estaba situada a unos 80 km de Tesalónica, al sur de la Via
10-15. Para componer este relato Lucas no tenía más elementos de Egnatia, en la calzada que lleva hacia las regiones centrales y meridio-
tradición que un breve apunte del «itinerario». Sin duda, la fuente no nales de Grecia. Si Pablo tenía intención de trasladarse a Atenas y Co-
mencionaba más que la estancia de Pablo en Berea, el éxito que la pre- rinto, Berea constituía la primera etapa natural del viaje.
dicación alcanzó entre los judíos residentes en la ciudad y la continua- Una vez más, lo primero que hacen los misioneros es dirigirse a la
ción del viaje hacia Atenas (vv. 10.lia. 15a). En base a estos ele- sinagoga; y una vez más —esto es lo que presupone Lucas, aunque no
mentos, la imagen que nos da Lucas es sumamente esquemática y sigue lo diga expresamente— Pablo se pone a predicar el kerigma cristoló-
muy de cerca el relato del episodio anterior en Tesalónica (vv. 1-9). gico, centrado en la interpretación de la Escritura.
Por lo general, la presentación lucana consta de una serie de conflictos
338 17,16-34: Pablo en Atenas 17,16-34: Pablo en Atenas 339
11. El eco que tiene la predicación es aquí mucho más positivo —¿Qué tendrá que decir ese charlatán?
que en Tesalónica. Los judíos, después de un cuidadoso estudio de la Otros, al oír que anunciaba a Jesús y la resurrección, decían:
Escritura, se convencen de que la argumentación de Pablo es con- —Parece ser un propagandista de divinidades extranjeras.
cluyeme; y así muchos de ellos se deciden a abrazar la fe. 19
Entonces lo cogieron, lo llevaron al Areópago y le pregun-
12. Además, se da el caso, igual que en Tesalónica (v. 4), que la taron: . _
evangelización alcanza un éxito notable entre los círculos paganos más —¿Se puede saber que es esa nueva doctrina que ensenas/
2()
influyentes de la ciudad. Evidentemente la comunidad llegó a echar Porque estás introduciendo conceptos que nos suenan extraños y
raíces muy sólidas. De hecho, sabemos que más tarde Berea participó queremos saber qué significan.
21
activamente en la gran colecta paulina (20,4). Es que todos los atenienses y los forasteros residentes en la
ciudad malgastaban el tiempo contando o escuchando las últimas
13. El ministerio de Pablo en la ciudad queda truncado no a causa novedades.
de conflictos internos, sino por causa de una intervención externa. Los 22
Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo:
judíos de Tesalónica, enemigos declarados de Pablo, se enteran de la
estancia del apóstol en Berea y deciden trasladarse a la ciudad vecina, —¡Atenienses! En cada detalle observo que sois en todo ex-
con la intención de provocar los mismos tumultos que en su propia ciu- tremadamente religiosos. 23 Porque paseándome por vuestra ciu-
dad. Y una vez más lo consiguen; pero de nuevo logran los hermanos dad y fijándome en vuestros monumentos sagrados he encon-
sacar a tiempo a Pablo de la ciudad y conducirlo hacia su próximo ob- t r a d o incluso un a l t a r con esta i n s c r i p c i ó n : «A un dios
jetivo, Atenas. desconocido».
Pues eso que veneráis sin conocerlo, os lo anuncio yo. El
14-15. Los detalles del viaje a Atenas no son excesivamente claros. Dios que hizo el mundo y todo lo que contiene, ése que es Señor
No sabemos exactamente si los cristianos de Berea condujeron a Pablo de cielo y tierra, no habita en templos construidos por hombres,
«hacia la costa», es decir, al puerto de Pidna, para despistar a los ju- 25
ni se deja servir por manos humanas, como si necesitara de al-
díos, haciéndoles creer que se había embarcado allí, mientras que en guien, él que a todos da la vida y el aliento y todo.
realidad Pablo hizo el viaje por tierra. Esta última es la opinión del 26
texto occidental, que añade una observación para explicar por qué Pa- De un solo hombre sacó toda la raza humana para que ha-
blo no predicó en los diversos sitios en que iba parando: «Pasó de largo bitara toda la faz de la tierra, determinando temporadas fijas y
por Tesalia, por haber encontrado obstáculos para predicar allí la pala- los límites de su territorio. 2/ Quería que lo buscasen a él, a ver si
bra del Señor». Con todo, es probable que Lucas haya pensado, más al menos a tientas lograban encontrarlo. Por más que no está
bien, que Pablo hizo el viaje a Atenas por mar, en compañía de al- lejos de cada uno de nosotros, 28 pues en él vivimos, nos mo-
gunos cristianos de Berea. Esta compañía era, por otra parte, necesa- vemos y existimos. Así lo dicen incluso algunos de vuestros
ria, ya que Silas y Timoteo se habían quedado en Berea. En este punto poetas: «sí, estirpe suya somos». 29 Por tanto, si somos estirpe de
hay que notar una ligera diferencia entre el relato de Hch y 1 Tes 3,ls; Dios, no podemos pensar que la divinidad se parezca a oro,
según esta carta, Timoteo acompañó a Pablo hasta Atenas y sólo más plata, o piedra, esculpidos por la destreza y la fantasía del hom-
tarde fue enviado de nue,vo a Tesalónica. El relato de Lucas no ha he- bre.
cho más que simplificar tantas idas y venidas, con la única intención de 30
Pues bien, Dios, pasando por alto aquellos tiempos de igno-
dejar a Pablo en Atenas completamente solo. Sus compañeros sólo se rancia, manda ahora a todos los hombres, y en todas partes, que
encontrarán con él bastante más tarde, en Corinto (18,5).
se conviertan. 31 Porque tiene señalado un día en que juzgará el
universo con justicia, por medio de un hombre, que ha desig-
nado. Y ha dado a todos garantía de esto resucitándolo de entre
6. Pablo en Atenas (17,16-34) los muertos.
32
16
A1 oír «resurrección de muertos», unos lo tomaban a
Mientras Pablo los aguardaba en Atenas, le llegaba al alma broma, pero otros dijeron:
ver la ciudad poblada de ídolos. 17Por un lado, hablaba en la si- —De esto te oiremos hablar en otra ocasión.
nagoga a los judíos y adeptos; y además, en la plaza mayor, a 33
Entonces Pablo se marchó del grupo.
diario, con los que encontraba por allí. 18Incluso algunos filó- 34
Algunos hombres, sin embargo, le dieron su adhesión y
sofos epicúreos y estoicos llegaron a trabar conversación con él. abrazaron la fe, entre ellos Dionisio, el Areopagita, además de
Unos preguntaban: una mujer llamada Dámaris y algunos otros.
340 17,16-34: Pablo en Atenas 17,16-34: Pablo en Atenas 341

Vv. 24s: Is 42,5; v. 28: Arato, Phaenom. 5; v. 31: Sal 9,9; 96,13. filósofos, el politeísmo ingenuo es algo ya muy superado; su interés se
centra ahora en alcanzar una concepción espiritual, capaz de asir «lo di-
16-34. Desde el punto de vista puramente histórico, la estancia de vino» (v. 28) como un poder misterioso e invisible, que se oculta en
Pablo en Atenas no pasó de ser un mero episodio sin gran trascenden- cualquier clase de manifestaciones intramundanas. En este sentido, la
cia para su futura evangelización. La idea de Pablo era ir desde Mace- introducción al discurso (vv. 22s) denuncia en los interlocutores de Pa-
donia a Corinto, capital de la provincia de Acaya, para lo cual tenía blo un cierto malestar, al menos latente, con respecto al politeísmo. Al
que pasar por Atenas, la antigua metrópolis, cuyo esplendor inigualable hablarles de la búsqueda de «un dios desconocido» (v. 23b), Pablo
ya hacía tiempo que se había extinguido. Parece que Pablo no se de- crea un ambiente propicio para el diálogo con su auditorio.
tuvo en Atenas más que unos días; y los aprovechó para predicar la pa- Precisamente este punto ha dado mucho que hablar en la exégesis
labra. Pero su actividad no alcanzó resultados dignos de mención; ni si- reciente. Los exegetas se preguntan cuál ha sido la intención de Lucas
quiera llegó a fundar allí una comunidad. Las informaciones que poseía al introducir esta conexión entre el discurso y su contexto narrativo.
Lucas sobre la estancia de Pablo en Atenas parece que fueron especial- ¿Ha querido tender un puente entre Pablo y los filósofos helenistas, o
mente escasas. Sin duda que el «itinerario» no contenía más que un ha pretendido acomodar el mensaje evangélico a los principios filosó-
breve apunte sobre la predicación de Pablo en la sinagoga y en el agora ficos del estoicismo reinante? No se puede negar que el discurso del
(v. 17), y una escueta reseña sobre el resultado de esa actividad, que Areópago acumula una serie de elementos pertenecientes a la filosofía
cristalizó en la mención de sólo dos nombres: Dionisio, el Areopagita, estoica y a la mística del helenismo, sin paralelo en todo el Nuevo Tes-
y Dámaris (v. 34). tamento. Baste una sucinta enumeración de estos elementos:
Con ese par de indicaciones Lucas ha construido una de las escenas a) La deducción de lo que es la esencia divina, a partir de una re-
literariamente más brillantes del libro y uno de los pasajes más discu- ferencia a la imposibilidad de rendir culto a Dios en templos cons-
tidos de Hch. Se trata de una composición perfectamente unitaria, truidos por la mano del hombre (v. 24; cf. Plutarco, Mor. 1034b; Lu-
donde todos los detalles están calculados con absoluta precisión, y que ciano, De Sacrif. 11), o en base a la afirmación de la absoluta
en cada punto lleva la marca inconfundible de su autor. Las caracterís- independencia de la divinidad trascendente (v. 25; cf. Séneca, Epist.
ticas del estilo lucano llegan aquí a su grado sumo de refinamiento. La 95,47; Corp. Herm. IV 1, etc).
inserción del discurso (vv. 22b-31) en el marco narrativo es una verda-
b) La tríada de corte panteístico «vivir, moverse y existir» (v. 28),
dera obra de arte que no se encuentra en otros pasajes; de este modo,
tan extendida, con toda su gama de variantes, en la filosofía antigua (p.
la tensión del relato traza un arco perfectamente fluido y sin fisuras.
ej, Platón, Ttm.37c; Plutarco, Mor. All c.d).
Aparece con mucha mayor claridad que en otras partes el afán de
Lucas por captar el colorido local, a base de recursos lingüistas; se acu- c) La cita del poeta Arato {Phaenom. 5; v.28), tan cercana a un
mulan con mayor profusión citas y alusiones no sólo bíblicas, sino tam- verso del famoso himno a Zeus, compuesto por el estoico Cleantes
bién extrabíblicas, y hasta intuiciones de la filosofía contemporánea. («invocarte, oh dios, es deber de mortales; ¿no son tu linaje? = Fragm.
Todo este lujo narrativo se debe, indudablemente, a la capacidad de 537).
sugestión de la palabra «Atenas», cuna de la cultura, religión y filosofía d) Finalmente, el uso del abstracto «divinidad» (v. 29), que en
griegas, símbolo de una incomparable tradición espiritual para cualquier griego es una palabra del género neutro.
persona medianamente culta, nombre pletórico de pasado, aun mucho
después de la decadencia de su primitivo esplendor. No cabe duda que Si a la presencia de estos elementos se añade la constatación de que
Lucas quiso componer una escena clave en la que, con motivo del en- las únicas expresiones explícitamente cristianas del discurso se concen-
cuentro de Pablo con los filósofos atenienses, se ilustrara toda la cons- tran en la última frase (v. 31b), con su marcado carácter de fórmula, se
telación de obstáculos que encontraba el evangelio al entrar en con- puede llegar a la conclusión de que estamos ante un «discurso helenís-
tacto con una cultura religiosa marcada por la filosofía. Esta es la tico sobre el verdadero conocimiento de Dios» que, debido a su abun-
verdadera confrontación que se aborda en este pasaje, y no precisa- dancia de connotaciones estoicas, aparece como «un cuerpo extraño
mente el conflicto del evangelio con el paganismo politeísta. dentro del Nuevo Testamento», según la opinión de M. Dibelius.
Pero esta conclusión, basada únicamente en un par de datos sueltos,
Tiene Lucas buen cuidado en distinguir con precisión las diversas
es forzosamente unilateral. Si se tiene en cuenta el contexto global del
manifestaciones de la religiosidad pagana. Por ejemplo, en 14,6-18 se
discurso y su trasfondo de formas y tradiciones subyacentes, habrá que
describe el encuentro del evangelio con una religiosidad popular poli-
modificar esa línea interpretativa, debido a una serie de constataciones
teísta de corte primitivo, mientras que en 16,16-18 y 19,12-16 la con-
que se imponen, y que son, más o menos, las siguientes:
frontación es con la magia y el ocultismo. Aquí, por el contrario, los in-
terlocutores de Pablo son los filósofos de Atenas, representantes de una a) Lucas presenta a Pablo no como filósofo entre filósofos, sino
religiosidad pagana llevada al ápice de su espiritualización. Para estos como acreditado predicador del mensaje salvífico (v. 23). El discurso
342 17,16-34: Pablo en Atenas 17,16-34: Pablo en Atenas 343
no es una prueba de la existencia de Dios por la naturaleza y por la his- 28) para expresar la concepción bíblica de la creación (cf. Eusebio,
toria, con una intención de convencer racionalmente, sino una procla- Praep. Evang. XIII 12,10-12). Esta cita, originariamente con sentido
mación del Dios vivo y de su actuación salvífica, que pretende crear panteístico, se usa sin el menor escrúpulo como prueba de la omnipo-
una actitud de fe y de conversión (vv. 30s). tencia y omnipresencia del único Dios creador. Esa misma actitud se
b) Ya el mismo marco narrativo menciona expresamente el tema puede constatar en la primitiva evangelización de los paganos; la misión
de la predicación paulina: «Jesús y la resurrección» (v. 18b). Por eso, cristiana no tienen inconveniente en acudir al acervo de tradiciones
las expresiones típicamente cristianas con que se cierra el discurso (v. creado por el judaismo helenístico a lo largo de su confrontación con es
31) no pueden considerarse como un mero apéndice,-sino que, a pesar espíritu griego.
de su extrema concisión que les da carácter de fórmula, subrayan la
verdadera finalidad de la alocución de Pablo. La composición del pasaje es de una gran maestría. El marco narra-
tivo está totalmente orientado hacia el discurso. La introducción del re-
c) Esta interpretación queda confirmada por un análisis basado en lato (vv. 16-22a) constituye su situación inicial. Por una parte, la irrita-
el método de historia de las formas. En efecto, la estructura del dis- ción de Pablo ante la multitud de estatuas dedicadas a los ídolos (v.
curso reproduce exactamente el esquema de predicación a los gentiles 16); por otra, la actitud de extrañeza o de altiva curiosidad (v. 18) con
en un ambiente judeocristiano de cultura helenística, como se encuen- que los filósofos atenienses reaccionan a la proclamación del Pablo. La
tra en 1 Tes l,9s y Heb 6,ls. El esquema consta de cuatro elementos conclusión (vv. 32-34) hace un escueto balance del doble resultado del
(cf. el comentario a 14,15-17): 1) Demostración del poder y vitalidad discurso. Por una parte, los filósofos mantienen su actitud de rechazo o
del Dios creador, frente a la vanidad de los ídolos. 2) Proclamación de de displicente frialdad (v.32); por otra, un grupo reducido llega a
la generosa llamada de Dios a convertirse y a abrazar la fe. 3) Anuncio abrazar la fe (v. 34).
de la personalidad de Jesús, que ha de venir como Hijo del hombre y
Juez universal. 4) Fundamentación de esta idea mediante una referen- 22b-31. El discurso propiamente dicho (vv. 22b-31) se abre con un
cia a la resurrección de Jesús, que ya ha tenido lugar. Mientras que en proemio (vv. 22b-23), que recoge la situación del auditorio y anuncia el
el discurso de Listra no se desarrollan más que los dos primeros puntos, tema de la exposición, es decir, «el dios desconocido». La primera
aquí aparece el esquema completo, aunque no todos los elementos ad- parte (vv. 24-29), mucho más larga que la segunda, corresponde al pri-
quieran el mismo relieve. La exposición se detiene con particular én- mer punto del esquema de predicación a los gentiles (según lo hemos
fasis y amplitud en el primer miembro (vv. 24-29). Y es natural, porque expuesto anteriormente) y tiene un carácter fundamentalmente doctri-
el interés del narrador se centra en mostrar cómo Pablo aprovecha la nal. Después de exponer la potencia y vitalidad del Dios creador, pasa
propedéutica monoteísta inherente al esquema para aplicarla a esta si- a una crítica de las diversas formas de culto pagano, demostrando su
tuación específica de diálogo con la filosofía pagana. Sin embargo, al falsedad. El proceso argumentativo se desarrolla en dos líneas para-
llegar al último punto del esquema, el narrador podía prescindir de una lelas:
explicación detallada, porque eso supondría una repetición innecesaria a) Dios y el mundo (vv. 24-25). Dios, creador del universo, es Se-
de ideas ya conocidas del lector por los discursos precedentes (p. ej. ñor absoluto de todas las cosas. Por eso, no puede habitar en santua-
2,36; 3,19ss; 10,42). Por otra parte, bastaba esbozar una referencia a rios construidos por el hombre, ni tiene necesidad de que se le dé
los diversos elementos del esquema, para indicar a los lectores el marco culto.
referencial de conjunto efi el que Lucas quería que se interpretasen las
b) Dios y el hombre (vv. 26-29). Dios, creador y conservador de la
afirmaciones contenidas en los vv. 24-29.
vida humana, es un ser íntimamente cercano al hombre. Por eso, es to-
d) Por lo que respecta a esas mismas afirmaciones en concreto, no talmente absurdo adorarlo en imágenes sin vida.
se puede admitir sin más que Lucas las haya tomado directamente del La segunda parte del discurso (vv. 30-31) contiene una enumeración
caudal de la filosofía contemporánea. Hay muchos argumentos que nos sumamente apretada de los elementos kerigmáticos del esquema de
llevan a pensar que todas ellas dependen de tradiciones que le llegaron predicación misionera: la llamada que Dios hace en el momento actual
a Lucas a través del judaismo helenístico, en el que había dejado su a todos los hombres, para que se conviertan (v. 30); el día señalado por
huella la interpretado graeca de la religión bíblica. Ya hacía tiempo que, Dios para juzgar a todo el universo (v. 31a); la resurrección de Jesús
para expresar el concepto bíblico de Dios, los judíos de cultura helenís- como garantía del presente y del futuro (v. 31b).
tica habían tomado algunos elementos de la filosofía pagana, recubrién-
dolos con el mayor número posible de textos del Antiguo Testamento 16. En aquella época, Atenas no tendría mucho más de 5.000 ha-
pertenecientes, sobre todo, a la teología sapiencial. Por ejemplo, para bitantes, y vivía de su glorioso pasado. En cuanto a población e impor-
no citar más que un caso especialmente significtivo, el escritor de ori- tancia económica, había quedado ampliamente superada por Corinto, la
gen judío Aristóbulo (Fragm. 4) ya había usado el texto de Arato (v. próspera capital de la provincia de Acaya. Pero el turismo cultural, que
344 17,16-34: Pablo en Atenas 17,16-34: Pablo en Atenas 345
ya entonces alcanzaba unas proporciones considerables, buscaba en Algunos exegetas han intentado atribuir las diversas reacciones
aquella Atenas, víctima de la decadencia política, las huellas de un Só- frente a la figura de Pablo, según quedan reseñadas en los vv.
crates, de un Platón, o de un Pericles. Pablo no llega a esa vieja metró- 18b. 19b.20.32, a las dos escuelas filosóficas mencionadas. Los epicúreos
polis del espíritu de la Antigüedad como un mero turista, ávido de cu- habrían manifestado su rechazo de la predicación paulina en un tono de
riosidades; su visita a la ciudad está condicionada por el espíritu crítico brusca displicencia, mientras que los estoicos habrían manifestado un
de un judío practicante, que se encuentra frente a un mundo pagano. cierto interés por aquella doctrina, aunque con una fría reserva. Sin
Las innumerables estatuas dedicadas a los ídolos, orgullo de la ciudad, embargo, el texto no da pie para estas suposiciones. Las fórmulas con
son para Pablo signos de una religiosidad falsa y desviada, que busca al que se introducen las diferentes posturas en los vv. 18b. 19.32 son tan
Creador en construcciones fabricadas por el hombre. Y eso le produce genéricas, que no permiten su atribución a uno u otro grupo. Por otra
una irritación interna, fruto de sus convicciones religiosas. La constata- parte, la formulación misma de las reacciones no traduce actitudes es-
ción de este estado de ánimo constituye una preparación para el dis- pecíficas, que consientan una determinación unívoca de las respectivas
curso que va a pronunciar en seguida. tendencias. La intención de Lucas, al reseñar las diversas posiciones,
consiste, más bien, en dejar constancia del escepticismo con que desde
17. Pablo permanece fiel a su costumbre de ir los sábados a predi- el primer momento se recibió a Pablo en la ciudad de Atenas.
car en la sinagoga, donde su palabra puede alcanzar a judíos y adeptos.
Por lo demás, parece que el narrador considera a los estoicos como
Pero lo que no es habitual en su modo de proceder es que los demás
los principales interlocutores de Pablo. El proceso argumentativo que
días de la samana se vaya al agora, a la plaza mayor —la indicación se
sigue el apóstol se adapta perfectamente a la concepción estoica. La
refiere probablemente a la «alfarería» (kerameikos), situada al noroeste
primera reacción expresa la petulancia de los filósofos atenienses con
de la Acrópolis— para predicar directamente a los paganos (sin em-
respecto a Pablo. «Charlatán» (= «cotorra») es una palabra satírica,
bargo, cf. 14,7). Dado el reducido número de judíos en Atenas y su es-
corriente en griego, para designar a uno que malgasta su ingenio empe-
caso influjo en la vida de la ciudad, es perfectamente comprensible que
ñándose en hacer acopio de ideas extrañas. La segunda reacción no es
Pablo se presente en público directamente ante un auditorio pagano; no
mucho más positiva. Es posible que en ella se aluda a la acusación que
hay motivos serios para dudar de la historicidad de este comporta-
se le hizo a Sócrates de querer introducir en Atenas «nuevas» divini-
miento. Lo que, desde luego, parece probable es que Lucas ha aprove-
dades (Jenofonte, Memor. I 1,1). Pero hay que notar que aquí no se
chado este dato, tomado de la tradición, para establecer un paralelismo
habla de «nuevas» divinidades, sino de dioses «extranjeros», y por
entre Pablo y Sócrates. Como lo hacía en su tiempo el gran filósofo,
cierto, en un tono claramente despectivo. Se considera a Pablo como
ahora Pablo se presenta en plena plaza mayor de Atenas para predicar
un propagandista de algún culto oriental, más bien arcano, que giraba
su mensaje a los que se encontraban por allí, y entablar discusiones con
en torno a una pareja de dioses: «Jesús» y «Anástasis». Evidentemente
los representantes de las distintas escuelas filosóficas. En el curso de la
se da una interpretación errónea de la resurrección —en griego, anás-
narración (vv. 18-19) irán apareciendo nuevos puntos de contacto entre
tasis— mencionada en concomitancia con Jesús, considerándola como el
estos dos personajes.
nombre de una divinidad femenina. Los «dioses» que Pablo predica son
ya de antemano, para los filósofos atenienses, algo que no puede ser
18. En la época clásica, Atenas estaba dominada por cuatro es- objeto de discusión seria, sino simplemente fantasías exóticas y extrava-
cuelas filosóficas: estoico^, epicúreos, peripatéticos y académicos. Lucas gantes.
no menciona más que las dos primeras. En tiempos de Pablo, sólo los
estoicos conservaban un papel relevante. El rigor del raciocinio y la cla- 19. A pesar de todo, los filósofos manifiestan deseos de conocer
ridad de su sistema doctrinal, que presentaba el mundo como un uni- más a fondo el mensaje de Pablo. Para ello, lo sacan del bullicio de la
verso comprensible y ordenado por Dios hasta en sus más mínimos de-
plaza y lo llevan al Areópago, un sitio tranquilo, situado al noroeste de
talles, y delimitaba el puesto de cada uno de los seres humanos dentro
la Acrópolis, donde se erguía la roca de Ares (= Marte). Pero esto no
de ese universo, la admirable consistencia de su concepción ética, y al-
es un signo de su apertura al mensaje, sino de pura y simple curiosidad.
gunos de sus maestros más representativos, como el griego Epicteto y
el romano Séneca, hicieron del estoicismo la corriente filosófica domi- Con todo, hay que tener en cuenta que «Areópago» puede significar
nante durante los primeros tiempos del Imperio romano. Frente a este sis- dos cosas; además de designar un sitio concreto, puede referirse a lo
tema, el epicureismo había perdido casi totalmente la relevancia de que que podríamos llamar ministerio de educación y ciencia, que originaria-
había gozado en períodos anteriores. Ahora había llegado a convertirse en mente celebraba sus sesiones en la colina de Ares. De aquí la opinión
una anodina concepción de la vida, centrada en el momento presente y de algunos exegetas, que ven en el v. 19 una acción judicial iniciada por
polarizada hacia los valores estéticos, que rechazaba toda idea de una rea- los filósofos ante la autoridad competente —tal vez, ante una comisión
lidad de lo divino proyectada hacia el más allá. ministerial— para interrogar a Pablo sobre su anuncio de divinidades
extranjeras, porque esa predicación no estaba permitida por la ley ate-
346 17,16-34: Pablo en Atenas 17,16-34: Pablo en Atenas 347

niense. Pero esta interpretación no tiene ningún fundamento en el texto inscripción, desde el punto de vista histórico? 2) ¿Cómo hay que inter-
ni en el contexto, donde no hay indicación alguna de que Lucas haya pretar el aspecto positivo de la apreciación de Pablo?
querido describir un verdadero interrogatorio judicial. Más aún, el dis-
a) Una inscripción como ésta: «a un dios desconocido», no está
curso de Pablo, hacia el que converge todo el marco narrativo, no tiene
documentada ni en la literatura antigua ni en los descubrimientos ar-
el más mínimo carácter de apología, sino pura y simplemente de procla-
queológicos. Pero, por otra parte, los escritores de la Antigüedad no de-
mación.
jan de hacer referencia a santuarios y altares dedicados a una plurali-
20. En estilo directo, los filósofos invitan a Pablo a que explique dad de dioses. Más aún, parece que existe abundante documentación
con mayor precisión esos conceptos extraños con los que se propone su sobre dedicatorias en plural: «a dioses desconocidos». Por ejemplo,
nueva doctrina. Pausanias cuenta que en la carretera de Falerón a Atenas había «altares
de dioses y de héroes ignotos, y de hijos desconocidos de Teseo y de
21. A este punto hay que notar que Lucas no desaprovecha la Falerón» (I 1,4); además, dice que él mismo conoce un altar dedicado
oportunidad para indicar a sus lectores, en un paréntesis, los motivos «a dioses desconocidos», junto al gran altar de Zeus en el santuario
en que se basa el deseo de los filósofos de conocer más a fondo la pre- de Olimpia. En este sentido hay que interpretar la corrección de san
dicación paulina. Como ya se había manifestado claramente en las pri- Jerónimo (Ad Tit. I 12), cuando dice: «Seguramente la inscripción del
meras reacciones (v. 18b), la actitud de los filósofos no se debe a su altar no rezaba, como creía Pablo, "al dios desconocido", sino "a los
apertura con respecto a una verdad desconocida, sino simplemente a la dioses de Asia, de Europa y de África, a los dioses errantes y descono-
proverbial curiosidad de los atenientes. Si prestan atención a las opi- cidos"». Este tipo de inscripciones traicionaba una concepción fuerte-
niones de un exótico predicador ambulante, es porque ven en ello la mente politeísta. Había que andar con cuidado y no dejar de dar culto
posibilidad de un nuevo entretenimiento que rompa la monotonía de lo a ninguno de los dioses que constituían la gran familia divina (= pan-
cotidiano; pero, lejos de un ateniense aceptar a un charlatán extrava- teón), para no atraer su indignación. Por eso, se dedicaban altares a
gante como válido interlocutor en sus discusiones. Ya antes de que Pa- todos los dioses, tanto a los conocidos como a los desconocidos.
blo empiece a hablar, los filósofos han interpuesto un verdadero muro Es muy poco probable que Lucas hubiera llegado a tener conoci-
que cierra toda posibilidad de auténtico diálogo. miento de un altar con una inscripción tan singular, sea por los relatos
que había leído o porque él lo hubiera visto personalmente. Hay que
22. Con una solemne fórmula introductoria, Lucas presenta ante el suponer, más bien, que lo único que hizo fue poner en singular la dedi-
lector la figura de Pablo en actitud de orador que se apresta a pronun- catoria que él ya conocía por sus lecturas y que estaba originariamente
ciar un discurso, de pie en el lugar más prominente del Areópago. Con en plural. De esta manera convirtió una inscripción corriente en el
esta presentación quiere indicar probablemente que Pablo no se arreda tema central del discurso de Pablo.
ante las circunstancias ambiguas en las que tiene que empezar su dis- b) Pero todo esto no quiere decir que Lucas haya querido reinter-
curso, y que nada podrá impedirle la proclamación valiente y decidida pretar el significado de la inscripción en sentido monoteísta, como si los
de su mensaje, en orden a entablar un diálogo con sus oyentes. En este atenienses realmente hubieran conocido desde siempre a un dios único
sentido, la introducción del discurso (vv. 22b-23) pretende congraciarse y se hubieran empeñado en identificarlo. Hay que notar que el texto no
lo más posible con los filósofos atenienses. Ya la primera frase es una pone artículo determinado, sino que mantiene la forma indeterminada
clara captatio benevolenñae, cuyo alcance no se puede pasar por alto. «a un dios desconocido». Y lo mismo pasa con la frase siguiente, que
Pablo califica a los atenienses de «religiosos», usando una palabra que está en neutro; no dice «al que veneráis sin conocerlo», sino «eso que
encierra un significado de auténtica religiosidad y, a la vez, un cierto veneráis sin conocerlo». Por otra parte, Lucas pone conscientemente el
sentido de superstición. culto al dios desconocido bajo el signo de la «ignorancia». La idea que una
23. La motivación que Pablo aduce como fundamento de esa idea moderna filosofía idealista ha querido encontrar en este pasaje, es decir,
que él se ha formado de los atenienses está en relación con el v. 16, que el culto tácito a lo desconocido e inefable es la forma más perfecta de
pero añade un elemento importante, no mencionado al principio del re- religiosidad, es totalmente ajena a la mentalidad de Lucas. Para él, la ins-
lato. En sus visitas a los diversos monumentos religiosos de la ciudad, cripción es, ante todo, un signo de la insuficiencia y de la impotencia del
Pablo ha visto un altar con la inscripción «a un dios desconocido». No politeísmo.
ha sido la magnificencia y la multiplicidad de las expresiones de la vida Los atenienses, al erigir este altar, han manifestado su incapacidad
cúltica ateniense lo que ha llevado a Pablo a formarse un juicio tan po- de comprender adecuadamente la realidad de lo divino, a través de su
sitivo de sus habitantes —no se dice nada de la postura negativa men- culto poblado de imágenes. Pero, al mismo tiempo, Lucas ve en esa
cionada en el v. 16— sino precisamente esa inscripción de un altar. inscripción una prueba de que los atenienses han llegado a vislumbrar
Esta constatación da lugar a dos preguntas: 1) ¿Qué sentido tiene esta que la realidad de Dios está más allá del ámbito de una pura objetiva-
348 17,16-34: Pablo en Atenas 17,16-34: Pablo en Atenas 349

ción cúltica. Una inscripción como ésta señala el punto en que la reli- dad. Por ser el creador del universo, Dios no habita en construcciones
giosidad ateniense se abre al verdadero conocimiento de Dios. Pero hay fabricadas por la mano del hombre. No hay templo capaz de contener
que reconocer que Pablo, según la presentación lucana, no concede a al Infinito dentro de los límites de su finitud. Aquí resuena un argu-
los atenienses más que eso, un atisbo, una cierta apertura hacia lo ig- mento clásico de la crítica de la cultura, como la practicaban los es-
noto. El verdadero Dios permanece incógnito; su culto se mueve en un toicos (p. ej. Plutarco, Mor. 1034b: «Dice una máxima de Zenón: "No
ámbito de ignorancia y, por tanto, no implica ninguna obligación vin- se deben construir templos a los dioses"»). Del mismo tipo de argu-
culante. La posibilidad más avanzada que se puede conceder a una reli- mentación se sirvió el judaismo helenístico para criticar el culto pagano
giosidad pagana politeísta es ese vislumbre, que implica, al mismo (Or. Sib. 4,8); y estos mismos principios fueron los que el grupo de he-
tiempo, una profesión del carácter intrínsecamente deficitario de esa ac- lenistas que se formó en torno a Esteban esgrimió contra el templo de
titud religiosa. Jerusalén (cf. el comentario a 7,48).
De aquí en adelante, el discurso se orienta no hacia un auditorio in- 25. b) La segunda consecuencia se ocupa de la práctica del culto.
genuamente politeísta, sino a lo más selecto de la intelectualidad ate- Dios, en cuanto Señor del universo, tiene a su total y absoluta disposi-
niense. El presupuesto de Lucas parece consistir en el hecho de que, al ción todas las cosas; por eso, es plenamente autónomo y no tiene nece-
menos los estoicos, principales destinatarios del discurso, han logrado sidad de que el hombre le presente sus ofrendas o le dedique sus pres-
emanciparse del politeísmo y cultivan una especie de monoteísmo filo- taciones. Este elemento de la independencia de Dios pertenece también
sófico. Por eso, Pablo puede contar con la aquiescencia de este grupo, a la tradición de la filosofía griega (p. ej. Plutarco, Mor. 1052a; Platón,
tanto en su crítica al politeísmo como en el desarrollo de su tesis, implí- Tim. 33d.34b), y de allí pasó al acervo cultural del judaismo helenístico
cita en el v. 23b, de que la búsqueda del verdadero Dios sólo es posible (2 Mac 14,35; 3 Mac 2,9; Josefo, Ant. VIII 111; Filón, De spec. leg.
si se ha abandonado ya el politeísmo y el culto a las puras imágenes. 1,271). El paso no resultó difícil, dada la estrecha relación de esta idea
Aquí es donde coinciden los presupuestos del orador con los puntos de con el motivo clásico en la Biblia de la radical inadecuación de los sa-
vista de su auditorio. Pero, al mismo tiempo, aparece claramente la dis- crificios cúlticos (Sal 50,8-13). Lucas ve también en este elemento una
tancia que los separa. En efecto, Pablo no dice: «eso que veneráis sin interpretación de una frase bíblica; de hecho, al decir que Dios «da a
conocerlo, voy a explicároslo ahora con toda claridad (mediante una todos la vida y el aliento y todo», está aludiendo indudablemente a Is
deducción filosófica)», sino que afirma rotundamente: «eso que vene- 42,5: «... dio el respiro al pueblo que la habita (= la tierra) y el aliento
ráis sin conocerlo, os lo anuncio yo». Este momento podría señalar el a los que se mueven en ella». Pero concretamente Lucas está pensando
fin de la ignorancia, pero, desde luego, no mediante la comunicación en el relato bíblico de la creación (Gn 2,7; cf. Sab 1,7.14). Con esto se
de un saber adicional con respecto a la esencia divina, sino a través de confirma una vez más que la intención de Lucas no consiste en propo-
la llamada a la conversión y a la fe, que ese mismo Dios vivo hace pú- ner una serie de afirmaciones abstractas sobre el ser de Dios, como si
blica ahora y aquí mediante la palabra de sus enviados. se tratara de un sistema filosófico, sino en hablar del Dios creador, en
el sentido de la fe bíblica, del Dios vivo que crea y modela y trabaja la
24. La primera parte del discurso empieza con una afirmación tras-
obra de sus manos.
cendental: el verdadero Dios, ese que anuncia Pablo, es el creador del
mundo y el que gobierna el universo. Esta frase es un ejemplo esplén- 26. El proceso argumentativo da un paso más (vv. 26-29); ahora se
dido del modo con que Lucas consigue abrir las grandes afirmaciones centra en la relación entre Dios y el hombre. Tanto la construcción gra-
bíblicas al pensamiento helenístico. Apoyándose en Is 42,5 (LXX) rein- matical como el lenguaje de los vv. 26-27 son bastante complicados; lo
terpreta «cielo y tierra» mediante una sustitución de esta bina por el cual ha dado lugar a diversas interpretaciones. La frase consta de un
concepto de «mundo» (= kosmos), más familiar para los helenistas. El verbo principal: «sacó», del que dependen dos infinitivos finales: «para
sentido global de la afirmación veterotestamentaria no queda anulado, habitar» y «para buscar». La coordinación de las frases subordinadas no
sino que se sintetiza añadiendo, a modo de comentario, la calificación es precisamente fluida ni gramaticalmente unívoca. Por otra parte, se
de Dios como «Señor» (Kyrios) de cielo y tierra. Lo que a Lucas le in- podría entender el verbo griego poiein, que hemos traducido por «sa-
teresa demostrar es que Dios creador no es solamente el que ha dado car», como un verbo auxiliar con sentido causativo (= «hacer que...»),
el primer impulso que ha puesto en movimiento la maravillosa estruc- lo cual sería perfectamente posible desde el punto de vista puramente
tura del cosmos, sino también el que mantiene con su poder todo el lingüístico. En este caso, el sentido de la frase cambiaría por completo,
universo, de modo que nada sucede en el mundo que no tenga su fun- porque habría que traducir: «Dios hizo que, a partir de un solo hom-
damento en Dios. De esta tesis sobre la esencia divina se sacan dos bre, toda la humanidad habitara... para buscar...». Pero a esta interpre-
consecuencias, que ponen en tela de juicio los principios básicos del tación se opone tanto el uso de poiein en el v. 24 como la clara alusión
culto pagano: a Adán en el v. 26.
a) La primera consecuencia se refiere al sitio donde mora la divini- Una vez más, el horizonte es el acontecimiento de la creación. «De
350 17,16-34: Pablo en Atenas 17,16-34: Pablo en Atenas 351
un solo hombre» Dios ha sacado toda la humanidad. Desde luego que rica no puede dar razón de la finalidad que manifiestan las afirmaciones
el nombre de Adán ni siquiera se menciona —igual que en el v. 31 se de los vv. 26-27. En efecto, el hecho de que la actuación divina en
omite toda mención del nombre de Jesús— en todo este pasaje. Por todos los pueblos constituya para cada uno de ellos una ocasión para
eso, ¿no se podría pensar que Lucas da por supuesto que también los buscar a Dios, no puede encontrar una fundamentación adecuada desde
paganos conocen alguna historia de los orígenes de la humanidad, se- un punto de vista de teología de la historia, sino desde el plano de una
gún la cual todo el género humano proviene de un primer hombre? La referencia a los beneficios que todos los pueblos han recibido de Dios.
orientación del pensamiento es ciertamente universalista; lo que se Aparte de esto, hay que tener en cuenta que la bina «tiempos y lí-
quiere señalar es que la raza humana, en cuanto globalidad total y en mites» aparece ya en el Antiguo Testamento con el enfoque de teología
cuanto individuos particulares, siempre ha gozado de algún tipo de ma- de la creación, que hay que presuponer en este pasaje que nos ocupa
nifestación del Dios vivo. Las expresiones «toda la raza humana» y (Sal 74,12-17; Jr 31,35; cf. también 1 QM IX 12s; 1 QH 113s.l9).
«toda la faz de la tierra» preparan la posterior reducción a «cada uno
de nosotros» en el v. 27. 27. Hay una estrecha correlación entre esta primera finalidad de la
Dios ha creado al género humano con un doble destino, que se pre- creación del género humano, a saber, tomar posesión del espacio que
cisa en los dos infinitivos con sentido final: habitar la tierra y buscar a Dios le ha asignado para desarrollar su vida, y la segunda finalidad:
Dios. El contenido de estas dos afirmaciones no se mueve en el mismo buscar a Dios. Pero, ¿qué quiere decir esto? «Buscar a Dios» es una de
plano, sino que establece entre ellas una relación de causa-efecto. Dios las expresiones más elusivas del discurso del Areópago. En términos de
ha creado al género humano y le ha dado la tierra como habitación, filosofía griega, «buscar» significa descubrir e investigar la verdad (p.
para que el hombre busque en ella a su creador. En este horizonte, los ej. Platón,Apol. 19b;23b;Go/-g. 457d; cf. 1 Cor 1,22). Pero en la Bi-
dos aspectos que desarrollan el primer infinitivo constituyen una afir- blia, «buscar a Dios» tiene un sentido mucho más amplio y, al mismo
mación de la providencia con la que el creador gobierna y se ocupa tiempo, más existencial; la expresión abarca todo el conjunto de acti-
continuamente de sus criaturas. Las «temporadas fijas» nos llevan a tudes del hombre abierto a Dios y su aceptación de la comunión salví-
pensar en el ritmo de las estaciones del año, con sus frutos correspon- fica con ese Dios que se le afrece (Am 8,12; Sal 14,2; 53,3; Rom 3,11;
dientes (cf. 14,17; 1 Clem 20,4.8), mientras que «los límites de su terri- 10,20, etc). Habrá que decir que Lucas, al escoger esta expresión, está
torio» significan probablemente los espacios firmes y bien delimitados pensando en términos de filosofía griega, pero, al mismo tiempo, tal
que Dios ha dado al hombre, para que en ellos desarrolle su actividad. vez inconscientemente, se aproxima al sentido que «buscar a Dios»
También aquí resuena un motivo bíblico tradicional, un motivo de ala- tiene en el lenguaje bíblico, aunque no llegue a alcanzar plenamente
banza. Se alaba al creador, porque ha delimitado claramente el lugar ese significado. Para Lucas, se trata de una búsqueda que lleva a reco-
de habitación destinado al hombre, es decir, la tierra firme, en oposi- nocer al Dios creador, partiendo de las criaturas. Pero el objetivo de
ción al mar, símbolo de todo lo caótico y de todos los peligros que esta búsqueda no consiste únicamente en conocer la esencia divina, sino
amenazan la vida humana (Job 38,8-11; Prov 8,28s; Jr 5,22). también en descubrir el modo de dar a Dios un culto auténtico; de la
be trata, por tanto, de una actividad salvífica destinada al hom- misma manera que —sólo que al revés— el no reconocer a Dios no
bre, con la que Dios se manifiesta en la naturaleza. Considerar esta sólo implica un conocimiento deficitario del ser divino, sino que se tra-
presentación como una especie de filosofía natural o aun como una duce en un culto falso, en verdadera idolatría (v. 29).
prueba de la existencia de Dios por la maravillosa configuración de la Para los estoicos era evidente que el hacerse las preguntas ade-
naturaleza (como piensa M. Dibelius) carece de todo fundamento, so- cuadas sobre el sentido del mundo y sobre el Dios que lo gobierna te-
bre todo por las afirmaciones del v. 27 (cf. el comentario a ese versículo nía que llevar siempre a un conocimiento claro de estas realidades. Pre-
en página siguiente). Algunos exegetas (M. Pohlenz, B. Gártner) cisamente por esto, el modo de hablar de Lucas sobre la posibilidad de
han intentado interpretar esta frase difícil en una perspectiva de teolo- ese conocimiento se muestra en clara discrepancia con la concepción fi-
gía de la historia. Las «temporadas» significarían los diversos períodos losófica de la búsqueda de Dios. Concretamente, Lucas usa una frase
de la historia humana, y «los límites de su territorio» se referirían a las interrogativa indirecta, que ya por su forma lingüística —está en modo
fronteras que delimitan y separan las regiones en que se asientan los di- optativo— indica que se trata de una posibilidad puramente hipotética
ferentes pueblos. En esta interpretación, las continuas migraciones de y no de una realidad existencial. En forma de pregunta puesta en labios
los pueblos y el eterno y siempre diverso flujo y reflujo de los aconteci- del mismo Dios se sintetiza todo lo que el creador, en virtud de su ac-
mientos históricos serían una prueba del señorío absoluto con que Dios tuación totalmente orientada hacia el hombre, tiene derecho a esperar
gobierna y dirige la historia. Pero aun prescindiendo del hecho de que de cada una de sus criaturas, a saber, que lleguen a encontrarlo. Pero
este enfoque histórico-teológico —por otra parte, a lo sumo, mera- que esta posibilidad se vaya a convertir de hecho en una realidad fác-
mente aludido— cuadra difícilmente con la orientación fundamental de tica ni se afirma ni se niega, queda —como mínimo— en una vaga e in-
todo el discurso hacia una teología de la creación, la perspectiva histó- segura indeterminación.
352 17,16-34: Pablo en Atenas 17,16-34: Pablo en Atenas 353
Esto es lo que expresa simbólicamente el verbo psélaphaó, que se siones filosóficas de este tipo, para iluminar el concepto bíblico de Dios
podría traducir por «buscar a tientas, palpar», y que en los LXX des- (cf. las reflexiones apuntadas anteriormente en el comentario genérico).
cribe esa manera típica de moverse (a tientas) en la oscuridad (Dt Pero lo que más llama la atención y crea más problemas no es el hecho
28,29; Jue 16,26; Is 59,10). Ciertamente no se puede postular aquí ni de que Lucas cite a un poeta pagano, sino el modo de presentar esa
una teoría sobre la posibilidad humana de llegar al conocimiento de cita. No se trata de una mera ilustración de lo ya expuesto, con ayuda
Dios, o sobre el instinto innato del hombre, que le impele a buscar a de un pensamiento paralelo (cf., por ejemplo, 1 Cor 15,33), sino que
Dios, ni una proposición teológica sobre la capacidad de alcanzar ese en la cita recae todo el peso del argumento de autoridad. Cierto que el
conocimiento, radicalmente constitutiva de la naturaleza humana, pero texto que se cita literalmente no es más que un minúsculo fragmento
oscurecida por el pecado. Lo único que Lucas quiere decir es lo si- —concretamente, la primera mitad de un hexámetro— y además, de un
guiente: Dios ha hecho de su parte todo lo posible para que se le pueda solo autor; sin embargo, la fórmula con que se introduce la cita habla
encontrar; por eso, el hombre tiene la obligación ineludible de bus- de «algunos de vuestros poetas».
carlo. Pero, cómo se puede en concreto buscar y encontrar a Dios es Sería excesivo naturalmente deducir de esta formulación que tam-
una pregunta que, de momento, queda sin respuesta. bién la tríada precedente es una cita; y mucho menos se puede concluir
En vez de responder a esa pregunta, Lucas aduce un nuevo argu- que esa manera de expresarse invite al lector a entender el fragmento
mento para probar que Dios creador, precisamente en su actividad, se de Arato como un texto representativo de todo el pensamiento poético
ha dado a conocer al hombre. Dios no se ha contentado con crear la y filosófico de la época. Es posible que Lucas piense concretamente en
raza humana y prodigarle toda clase de cuidados (v. 26), sino que él el himno a Zeus de Cleantes, que tiene una formulación muy pare-
mismo está en inmediata cercanía a cada uno de los hombres (vv. cida (cf. lo apuntado anteriormente en el comentario general). Pero sea
27.28a). En todo el discurso, éstas parecen ser las afirmaciones más lo que sea, el caso es que la cita del poeta desempeña aquí una función
afines al pensamiento estoico. Uno de los conceptos fundamentales de semejante a las citas de la Escritura en los demás discursos. De este pa-
la Estoa es el parentesco innato que el hombre tiene con Dios. La ca- ralelismo deduce Lucas que ambas clases de citas se pueden considerar
pacidad de formarse una idea sobre la esencia divina es un don que la testimonio normativo acerca de la verdad sobre la esencia de Dios, la
naturaleza ha otorgado al hombre, en cuanto ser inteligente, porque «la realidad del mundo y la existencia del hombre. Lucas no ha llegado aún
naturaleza ha plantado en el hombre una semilla divina; más aún, lo di- a dar forma al concepto teológico de revelación; por eso, puede aducir
vino vive y crece en el hombre» (Dión de Prusa, Or. XII 28ss; cf. Sé- con toda tranquilidad textos de poetas como testimonio de la unidad e
neca, Epist. 41,1). También el Antiguo Testamento habla de esta cercanía indivisibilidad de la manifestación divina, en la que Dios comunica su
de Dios con respecto al hombre (Dt 4,7.30; Sal 139,5), pero el hori- propio ser a su criatura por excelencia, el ser humano.
zonte veterotestamentario no contempla más que la disposición de Dios
para intervenir en ayuda de los suyos. 29. En analogía con los vv. 24b.25 donde, a partir del carácter
creador de Dios, se había deducido la imposibilidad de dar culto a ese
28. Las afirmaciones del v. 28 no dejan lugar a dudas de que la in- Dios en templos construidos por el hombre, también aquí se saca una
tención lucana es que se comprenda esa cercanía de Dios al hombre en consecuencia práctica, fundada en la relación que Dios establece con el
términos de auténtico parentesco. Lucas explica ese no estar lejos, pro- hombre; una consecuencia de índole polémica, que supone una crítica
pio de Dios, por medio de una tríada, de resonancia marcadamente contra la idolatría. La conexión lógica con las premisas anteriores no es
panteísta y tomada con toda probabilidad de la tradición estoica, que del todo clara. ¿Hasta qué punto se puede deducir del parentesco que
describe en gradación ascendente la íntima unión entre Dios y el hom- existe entre Dios y el hombre la imposibilidad de adorar a ese Dios a
bre y que abarca tanto la vida sensitiva como la existencia espiritual través de imágenes fabricadas por la mano del hombre? En consonancia
(Platón, Tim. 37c.d; Plutarco, Mor. MI c.d). Desde luego que Lucas con el esquema de predicación anteriormente expuesto, que contrapone
no interpreta esa tríada en sentido panteístico, sino como demostración el Dios vivo a los ídolos inanes (14,15; 1 Tes 1,9), se podría encontrar
de ese parentesco que une al hombre con Dios. Como prueba de esta la lógica de la relación en el carácter de ser viviente, que define al
aserción aduce una cita del poeta griego Arato (Phaenom. 5), que
hombre. El hombre tiene vida, en virtud de la relación de parentesco
Lucas entiende no en su significado ontológico, sino en una perspectiva
que le vincula con el Dios vivo. Por eso, es un contrasentido que el
teológica de creación. Si Dios está cercano al hombre, es porque lo ha
hombre busque al Dios vivo en unas imágenes que carecen precisa-
creado a su imagen (Gn l,26s). La expresión «en él vivimos» es conti-
nuación inmediata del v. 25: «él da a todos la vida». mente de esa virtualidad, que constituye la raíz de la unión del hombre
con Dios. Sin embargo, el texto mismo nos ofrece otra interpretación
Al interpretar en sentido bíblico las palabras del poeta griego, Lucas más plausible. Efectivamente, el v. 29 no hace hincapié en la ausencia
no introduce ninguna novedad revolucionaria, sino que se adapta a la de vida que caracteriza a las imágenes, sino en el hecho de que son
tradición del judaismo helenístico, que empleaba con frecuencia expre- «construcciones» humanas. Si unimos esta idea a la afirmación del
12
354 17,16-34: Pablo en Atenas 17,16-34: Pablo en Atenas 355
v. 28, a saber, que el parentesco del hombre con Dios radica en que el puede ser colmada por una intervención personal de Dios. Y Dios
hombre ha sido creado como imagen de Dios, el proceso del raciocinio mismo crea ahora una posibilidad de conversión. Ciertamente, Lucas
es como sigue: el hombre, dada la estrecha relación que le une con su evita la palabra «pecado», pero al contraponer a la «ignorancia» la con-
creador, tiene que darse cuenta de que las creaciones de sus propias versión y situar aquélla en un horizonte de juicio, indica con toda clari-
manos de ninguna manera pueden equipararse al verdadero Dios. En dad que esa ignorancia no es una mera deficiencia intelectual, sino una
resumidas cuentas, esta reflexión no hace más que recoger y desarrollar carencia existencial que, en último término, radica en el hecho de que
un elemento fundamental de la polémica veterotestamentaria contra la el hombre se ha sustraído culpablemente a la comunión con el Dios
idolatría de los paganos (p. ej. Is 40,18s; 44,9s; 46,5ss; Sab 13-15): los creador.
ídolos representan un intento del hombre por hacer de Dios una reali- Ese «ahora» señala una transición definitiva; con la resurrección de
dad manejable; pero el hombre no llega a conseguir su propósito, pre- Cristo —que, desde luego, no se mencionará explícitamente hasta el v.
cisamente porque esos ídolos son incapaces de representar la naturaleza 31b— ha comenzado ya una nueva época en las relaciones entre Dios y
del creador, en virtud de la cual Dios está y estará siempre ineludible- la humanidad. Dios no ha castigado en el pasado esa culpabilidad de
mente contrapuesto al hombre y al mundo. los paganos —aquí no se fundamenta directamente esa tolerancia de
En consonancia con la situación del discurso, la crítica de la idola- Dios en el carácter expiatorio de la muerte de Jesús, como se hace en
tría no desemboca en una acusación (al revés de lo que sucede en Rom 3,25— para dar paso en el momento presente a una manera
14,15s y, sobre todo, en Rom l,18ss), sino más bien en una invitación a nueva de establecer su relación con el hombre, a saber, por medio de
un decidido asentimiento. Lucas da la impresión de conocer perfecta- la proclamación universal de su mensaje. Resuenan de nuevo los
mente la situación de la filosofía griega contemporánea, en la que había acentos universalísticos: «a todos los hombres», «en todas partes». Así
ido tomando cuerpo una crítica de la idolatría que, en parte, se tendrá que ser la proclamación de una apremiante llamada a conver-
apoyaba en los mismos o parecidos argumentos (p. ej. Plutarco, Mor. tirse, en perfecta correspondencia con la pasada actuación del Dios
167 d.f; cf. Máximo de Tiro, X). Naturalmente, no todo el mundo es- creador, que tuvo como objeto al universo entero (v. 24) y a toda la
taba de acuerdo con esa postura crítica. Codo a codo con ella, se en- raza humana (v. 26). Dios, que desde el principio estableció una íntima
cuentra también una corriente que trata de justificar filosóficamente el relación con el género humano, quiere que ahora todos se conviertan y
culto a las imágenes. Por ejemplo, Dión de Prusa, contemporáneo de vuelvan a la plena comunión con él.
Domiciano y de Trajano, da respuesta a la objeción de que una imagen
no es más que materia muerta, aduciendo dos razones: primero, la nos- 31. La llamada a la conversión adquiere su carácter de apremiante
talgia que tiene el hombre por sentir a Dios cercano, y segundo, las vir- gravedad e ineludible obligación por el anuncio de la inminencia del
tualidades del arte que, por su carácter espiritual, es capaz de estable- juicio, con palabras tomadas del Sal 9,9. Entonces todos serán convo-
cer mediaciones que colmen el vacío de esa cercanía (Or. XII 60s). Es cados a rendir cuentas; y ya no habrá lugar para más tolerancias. Sobre
curioso ver cómo aquí, partiendo de las mismas premisas —el paren- la fecha de ese juicio inminente no se da ninguna indicación; más bien,
tesco entre el hombre y Dios— se saca una conclusión diametralmente se insiste en dos aspectos decisivos: 1) la certeza de su venida, garanti-
opuesta. Lucas no entra en la discusión de esta postura; más aún, se zada por la resurrección de Jesús (cf. 1,11), cuyo nombre se omite
puede dudar de que llegara a conocerla, ya que su educación le había aquí, igual que se había omitido el nombre de Adán en el v. 26; 2) el
enseñado a interpretar la idolatría desde la perspectiva del judaismo de juicio está vinculado a Jesús, en cuanto resucitado por Dios (2,36;
cultura helenística, cuyo enfoque fue recogido por el cristianismo. 10,42). La gran actuación de Dios en Jesús, al resucitarlo de entre los
muertos, se considera aquí como una demostración de que la interven-
30. Al principio de la breve sección que constituye la segunda ción final y definitiva de Dios en la historia ya ha comenzado; y Jesús
parte del discurso (vv. 30s) se ratifica terminantemente el juicio enun- es el que manifiesta ante todo el mundo la realidad de esa actuación de
ciado en el v. 23. Aun lo más válido, lo más espiritual y lo más ideoló- Dios.
gico de la religiosidad pagana no es, en definitiva, más que «ignoran- Llama la atención que la palabra griega pistis, que en el Nuevo Tes-
cia». Sus vislumbres de un Dios desconocido, su búsqueda de esa tamento significa casi siempre «fe», se encuentre aquí en una frase que
cercanía de lo divino se reconocen como lo que son en realidad, indi- no permite traducirla más que como «garantía», «dar garantías», «certi-
cios de un parentesco con Dios, que el hombre puede barruntar, pero ficar» (en este sentido, cf. Josefo, Ant. II 218; XV 260; Polibio II 52,4).
de ninguna manera reducir a una construcción sistemática. El orador no Lucas ha usado esta expresión con plena conciencia. Igual que a lo
afirma la existencia de un conocimiento de Dios, que, aunque deficita- largo de todo el discurso ha evitado cuidadosamente el uso de con-
rio, puede ser superado si se apuran de manera consecuente los ca- ceptos típicamente cristianos, así en estos últimos compases prefiere no
minos que han llevado al relativo conocimiento que ahora se posee; lo hablar directamente de la fe; esta resonancia indirecta bastará para re-
que el orador afirma rotundamente es una carencia radical, que sólo cordar al lector cristiano cuál es la verdadera finalidad de la predica-
356 17,16-34: Pablo en Atenas Excurso: El discurso del Areópago y Pablo 357

ción. «Aunque la fe era un concepto totalmente desconocido para los 34. Casi a modo de apéndice se nos informa que la predicación de
atenienses, Lucas ha sabido hacer una referencia a esta idea con toda Pablo en Atenas no quedó completamente baldía. Se mencionan dos
elegancia, usando una expresión llena de alusiones» (J. A. Bengel). El nombres; dos personas que llegaron a abrazar la fe. Una de ellas, Dio-
que abre sus oídos a la proclamación de la resurrección, experimenta nisio, acaparó el interés desde los primeros tiempos, y ha sido objeto
con inigualable claridad el plan de Dios sobre su propia existencia y so- de innumerables especulaciones. Lucas lo presenta como «areopagita»,
bre el devenir del mundo. Y la única respuesta adecuada a ese plan no es decir, miembro del consejo de educación y ciencia (cf. el comentario
puede ser otra que la fe. al v. 19). ¿Sería posible que la mención de este personaje en el «itine-
rario» indujera a Lucas a poner el discurso de Pablo en relación con el
32. Precisamente esa respuesta es la que se niegan a dar los ate- Areópago? No es muy probable, porque Lucas —como ya hemos ex-
nienses. Igual que para los judíos (4,2; 7,54; 13,45), también para los puesto anteriormente— no piensa en las autoridades que constituían el
griegos la resurrección constituye un escándalo decisivo, que provoca Areópago, sino simplemente en la localización geográfica, en la «colina
un absoluto rechazo. Cuando Pablo da testimonio de la resurrección, lo de Marte (= Ares)». Una tradición muy posterior presenta a Dionisio
que hace es predicar a un Dios, cuya característica no es ofrecer la sal- como el primer obispo de Atenas. Y en el s. V aparece un teólogo de
vación como grado supremo y elevación total de la existencia humana, tendencia místico-neoplatónica, que publica sus obras bajo el pseudó-
sino que se caracteriza por una actuación absolutamente nueva y defini- nimo de Dionisio Areopagita.
tiva, que le hace sacar vida de la muerte (Rom 4,17). Esta proclama-
ción supone para Pablo caer en ridículo ante un auditorio de personas
cultivadas. El hecho de que sus interlocutores le obligasen a interrum-
pir su alocución precisamente al llegar a este punto constituye un efecto El discurso del Areópago y Pablo. Hoy en día está superprobado que el
dramático del relato, porque no cabe duda que el discurso forma una discurso del Areópago, como lo transmite el libro de los Hechos, no
unidad perfectamente compacta, que desarrolla todos los puntos del es- puede ser una versión abreviada de un verdadero discurso realmente
quema kerigmático. La manifestación del rechazo por parte de los pronunciado por Pablo. Por tanto, la pregunta por las relaciones que
oyentes presenta dos reacciones, distintas en la forma, pero práctica- existen entre el Pablo histórico y este discurso hay que plantearla a otro
mente con el mismo contenido. Unos, sin el más mínimo recato, toman nivel. La cuestión se podría formular de esta manera: ¿qué relación
a broma las palabras de Pablo; otros, inhibiéndose escépticamente, se existe entre la teología presentada en el discurso del Areópago y la teo-
limitan a dar vanas esperanzas al predicador de que ya tendrán oportu- logía peculiar del apóstol de los gentiles? De hecho, se pueden apreciar
nidad de escucharle en otra ocasión (cf. 2,13; 24,25). una serie de diferencias que llaman la atención:
A este punto, podemos preguntar: el fracaso de Pablo en Atenas, a) No se puede negar que Pablo admite la posibilidad de que los
¿se debió a que no supo calibrar con exactitud la situación de su audi- paganos lleguen a tener un conocimiento natural de Dios (Rom l,18ss;
torio, o a que no logró predicar el evangelio con la energía suficiente 1 Cor l,18ss); pero el juicio que le merece esta afirmación es mucho
que requerían aquellas circunstancias? Una gran parte de los comenta- más negativo de lo que aparece en el discurso del Areópago. Cierto
ristas de la Antigüedad se inclinan por interpretar el v. 32 en este último que los paganos habrían podido reconocer a Dios, pero en la práctica
sentido. Por eso, opinan que Pablo, escarmentado por su fracaso en han rehusado tributarle culto (Rom 1,21). Lucas, en cambio, afirma que
Atenas, revisó su manera de predicar, abandonando todo intento de los paganos, aun sin conocer explícitamente a Dios, no han dejado de
adaptar su proclamació'h a los presupuestos de la teología natural pa- venerarlo implícitamente (v. 23).
gana y concentrándose en un desarrollo de su teología de la cruz, que b) Según Pablo, los paganos están sujetos a la reprobación de
nos es conocida por sus grandes cartas. Pero Lucas no lo ve así. ¿Cómo Dios, por su desobediencia (Rom l,18ss); Dios los ha entregado a las
va a ser posible que el único discurso de Pablo a los paganos, que consecuencias de sus propios extravíos (Rom 1,28). Pero, según Lucas,
Lucas presenta en su obra, sea precisamente un ejemplo de fracaso ora- los paganos viven simplemente en la ignorancia. El aspecto de culpabi-
torio? Al contrario. Lucas quiere mostrar los esfuerzos de Pablo por lidad aparece sólo indirectamente; Dios no ha hecho más que dejarles
adaptar su predicación a las circunstancias concretas en que se pronun- en esa situación de desconocimiento de la verdadera realidad (v. 30).
ció el discurso.
c) En la teología paulina, el punto central del mensaje salvífico es
33. Al subrayar con énfasis que Pablo «se marchó del grupo», la justificación y la reconciliación del pecador por medio de la cruz de
Lucas indica con toda claridad que los que rechazaron el mensaje fue- Cristo (Rom 3,21ss; 5,lss). En cambio, para Lucas, el centro es la resu-
ron los oyentes. El paganismo ateniense no aprovechó la oportunidad rrección, concebida como gozne de toda la historia. La cruz, por tanto,
que se le brindaba y rechazó esa oferta singular y extraordinaria. Al queda totalmente desdibujada.
mismo tiempo, hay aquí una lección para el lector; el rechazo es algo
inherente a la predicación en su andadura por el mundo. ¿Se podría decir, entonces, que Lucas no ha sabido interpretar a Pa-
358 18,1-17: Pablo en Corinto 18,1-17: Pablo en Corinto 359
blo, o que ha falsificado su imagen? A pesar de las constataciones pre- otros muchos corintios, al enterarse de ello, abrazaban la fe y se
cedentes, la respuesta a esta pregunta tiene que ser decididamente ne- bautizaban.
gativa, si se llega a prescindir de la verdadera finalidad que persigue la 9
Una noche, en una visión, el Señor le dijo a Pablo:
presentación lucana. Lucas no tiene intención de dibujar la figura de
Pablo como la de un individuo único e inconfundible; simplemente es —No tengas miedo; sigue hablando y no te calles, 10que yo
que su interés por los detalles específicos de la teología paulina aparece estoy contigo y nadie te atacará ni te hará daño, porque tengo en
francamente muy relativo. Lucas concibe la personalidad de Pablo esta ciudad un pueblo muy numeroso.
como la del gran representante de la primera época de la misión a los "Pablo se quedó allí año y medio, enseñando a los habitantes
paganos; su interés por Pablo se centra en lo realmente típico del após- la palabra de Dios.
12
tol, mucho más que en sus características individuales. Por eso, Lucas Pero, siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos arreme-
pone en labios de Pablo un discurso como el que él cree que debía pro- tieron a una contra Pablo y lo condujeron al tribunal, 13presen-
nunciarse en aquella situación concreta de los comienzos de la misión a tando esta acusación:
los paganos. En realidad, su punto de partida es un esquema de predi- —Este es un embaucador que induce a la gente a dar a Dios
cación misionera heredado de la tradición. Y al proceder de esta ma- un culto que va contra la ley.
nera, en cierto modo hace justicia al mismo comportamiento paulino, 14
porque resulta que el esquema seguido por Lucas es, en realidad, la Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Galión dijo a los ju-
base de la predicación «histórica» del propio Pablo; los elementos que díos:
se desarrollan en Hch 17 se pueden encontrar también en Rom 1,18-32 —Judíos: si se tratara de un crimen o de un reato grave, se-
y en Rom 3,25ss, aunque desde luego acomodados al pensamiento teo- ría razonable que yo prestase oídos a vuestra acusación. 15 Pero
lógico específicamente paulino. En resumen, el discurso del Areópago como se trata de cuestiones de doctrinas, de personas y de esa
nos ayuda a comprender hasta qué punto la personalidad de Pablo te- ley vuestra, allá veréis vosotros. Yo no quiero meterme a juez de
nía sus raíces en las tradiciones que circulaban en el ámbito del ju- esos asuntos.
daismo helenístico. 16
Y ordenó despejar el tribunal.
"Entonces agarraron todos a Sostenes, jefe de la sinagoga, y
le dieron una paliza delante del tribunal. Pero Galión no hizo el
7. Pablo en Corinto (18,1-17) ..-. más mínimo caso de lo que ocurría.

18 d e s p u é s de esto se marchó de Atenas y llegó a Corinto. Vv. 9s: Is 41,10; 43,5; Jr 1,8.
2
Allí encontró a un tal Aquila, judío natural del Ponto, y a su
mujer, Priscila. Habían llegado hacía poco de Italia, porque 1-17. De todas las comunidades paulinas, la que mejor conocemos
es la de Corinto. Esto se debe, ante todo, al hecho de que Pablo, en
Claudio había decretado que todos los judíos tenían que mar- sus cartas a los corintos, traza una imagen perfectamente definida de
charse de Roma. Se juntó con ellos 3 y, como ejercía el mismo aquella comunidad; más aún, nos hace participar directamente en los
oficio, se quedó a trabajar en su casa. Eran fabricantes de avatares de una relación más bien conflictiva, que llegó a establecerse
tiendas. entre Pablo y dicha comunidad. El mismo libro de los Hechos nos pro-
4
Todos los sábados discutía en la sinagoga, esforzándose por porciona una información extraordinariamente precisa y, en líneas ge-
convencer a judíos y griegos. 5 Cuando Silas y Timoteo bajaron nerales, históricamente cierta sobre la comunidad de Corinto. Por eso,
de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, dando el libro de los Hechos constituye un importante complemento de las
testimonio ante los judíos de que Jesús era el Mesías. cartas de Pablo, ya que el relato se centra sobre los orígenes de la co-
6
Como ellos se oponían cerradamente y respondían con in- munidad, antes de que llegaran a producirse los violentos conflictos ul-
sultos, Pablo se sacudió los vestidos y les dijo: teriores.
—¡Vuestra sangre recaiga sobre vuestras cabezas! Yo no El relato, en su globalidad, no constituye una verdadera unidad es-
tengo culpa. Por eso, de ahora en adelante, me voy con los pa- cénica perfectamente compacta (como, por ejemplo, 16,11-40; 17,16-
ganos. 34), sino que consta de una serie de informaciones parciales y fragmen-
7 tarias sobre determinadas personas, acontecimientos y desarrollos, que
Se marchó de allí y se fue a casa de un adicto llamado Ticio dibujan una especie de mosaico de la vida de la comunidad. La impre-
Justo, que vivía al lado de la sinagoga. 8 Crispo, el jefe de la sina- sión que causan es de una verdadera autenticidad histórica, aunque re-
goga, abrazó la fe en el Señor, y con él toda su familia. También sulta difícil —por no decir imposible— determinar con precisión los
360 18,1-17: Pablo en Corinto 18,1-17: Pablo en Corinto 361
contornos y la proveniencia de las tradiciones en las que se basa el re- fico de intercambios comerciales: Licaón, en la costa occidental, y Cen-
lato lucano. Desde luego que algunos elementos parecen tomados del creas, en la oriental. El aspecto urbanístico de la ciudad se caracteri-
«itinerario» compuesto por los compañeros de Pablo. Entre estos ele- zaba por su espléndida plaza mayor, perfectamente cuadrada, presidida
mentos habrá que enumerar: la información sobre el comienzo de la ac- por el templo de Apolo y flanqueada de magníficos soportales, que al-
tividad del apóstol en Corinto y sobre sus anfitriones, Aquila y Priscila bergaban bajo sus bóvedas infinidad de tiendas y comercios. El lado sur
(vv. 1-4); la llegada de sus colaboradores (v. 5a); su traslado a la casa de la plaza estaba ocupado por la sede judicial (bérna) del procónsul ro-
de Ticio Justo; la conversión de Crispo, jefe de la sinagoga, y las conse- mano, una imponente plataforma de pura sillería.
cuencias que trajo este suceso (vv. 7s); y finalmente, la duración de la Es natural que una ciudad de población tan cosmopolita fuera un
estancia de Pablo en la ciudad (v. 11). hervidero de toda clase de religiones. Partidarios de cultos asiáticos se
El breve relato sobre el fracaso de las maquinaciones de los judíos, mezclaban con iniciados de religiones mistéricas. Lo cual, en cierta ma-
que intentaron procesar a Pablo ante el procónsul Galión, y el alboroto nera, constituía una ventaja para el cristianismo, que encontraba los
que se produjo como consecuencia de este hecho (vv. 12-17), tiene un presupuestos socioculturales necesarios para que resonara su mensaje
colorido local tan marcado y una serie de rasgos tan de saínete, que salvífico. Pero al mismo tiempo existía el peligro de que la predicación
bien puede atribuirse a una tradición particular de la comunidad de Co- cristiana fuera fácilmente confundida con otras doctrinas religiosas o co-
rinto, que recordaba así sus propios orígenes. Lucas, por su parte, ha rrientes filosóficas. El relato de Hechos ilustra, más bien, el primer as-
reelaborado totalmente esos materiales de tradición. Pero probable- pecto; mientras que las cartas de Pablo a los Corintios son un claro tes-
mente no se pueden individuar más que dos puntos, en los que la mano timonio del segundo.
de Lucas ha intervenido directamente. En primer lugar, ha desarrollado Pablo llegó a Corinto absolutamente solo, después de haber enviado
por su cuenta, y de acuerdo con su propia concepción teológica, la rup- a Timoteo y a Silas desde Atenas a Tesalónica (cf. el comentario a
tura de Pablo con la sinagoga (vv. 5b.6); y segundo, en orden a funda- 17,14ss). El viaje, que Pablo hizo sin duda a pie, atravesando el istmo,
mentar la duración de la estancia del apóstol en la ciudad, ha introdu- tuvo que llevarle unos tres o cuatro días.
cido una visión nocturna (vv. 9s), con la idea de justificar el curso de
los acontecimientos por medio de una directa intervención divina (cf. 2. Nada más llegar, Pablo, según su costumbre, trató de ponerse
10,44; 16,9s; 23,11; 27,23s). en contacto con la comunidad judía y, como pensaba quedarse en Co-
Además de todo esto, Lucas organiza su narración de manera clara rinto una buena temporada, se puso a buscar trabajo, para ganarse la
y ordenada: 1) Comienzo de la actividad de Pablo en Corinto (vv.1-4). vida por su propia cuenta. Ambas cosas se las procuró un matrimonio
2) Ruptura con la sinagoga (vv. 5-8). 3) Decisión de Pablo de quedarse judío, Aquila y su mujer, Priscila (Pablo la llama Prisca en Rom 16,3; 1
en la ciudad (vv. 9-11). 4) Fracaso de la acusación de los judíos contra Cor 16,19; cf. 2 Tim 4,19). Este matrimonio había sido expulsado de
Pablo (vv. 12-17). Roma, a consecuencia de la persecución contra los judíos decretada por
el emperador Claudio, y que, según el historiador romano Suetonio
1. Al revés que Atenas, cargada de historia, Corinto era una ciu- (Vit. Cl. 25,4), tuvo lugar el año 49 d.C. Esta referencia es un dato im-
dad nueva y sin tradición. La antigua Corinto, famosa en su tiempo de portante para fijar la fecha de los acontecimientos. Más adelante en-
esplendor, había sido destruida en el año 146 a.C. Pero la privilegiada contraremos un nuevo dato, en este sentido, con la mención del pro-
situación geográfica, en UH extremo del istmo que unía el Ática y el Pe- cónsul Galión (cf. el comentario al v. 12). Parece que Aquila y Priscila
loponeso y, al mismo tiempo, separaba el golfo Sarónico del golfo de habían llegado a Corinto hacía poco tiempo.
Corinto, creaba las condiciones óptimas para el florecimiento de una El relato de Suetonio nos ofrece, además, otro dato interesante. El
ciudad portuaria de extraordinario movimiento comercial. Por eso, Ju- motivo de la persecución de Claudio fue la tensa situación y los tu-
lio César fundó la nueva Corinto, que se llamó oficialmente Laus Julia multos provocados en el seno de la colonia judía de Roma, por causa
Corinthus, en honor de su fundador. de la penetración del cristianismo. En efecto, así escribe Suetonio:
César intentó borrar las huellas de la antigua tradición griega, con- «(Claudio) expulsó de Roma a los judíos porque, soliviantados por
virtiendo la ciudad en una colonia de Roma, poblada de libertos ro- Cresto (¿= Cristo?), no hacían más que provocar alborotos». De esto
manos. La clase dirigente y la administración eran puramente romanas; se puede deducir, con cierta verosimilitud, que Aquila y su mujer ya
todas las inscripciones importantes de aquella época están escritas en se habían convertido al cristianismo durante su estancia en Roma.
latín. Posteriormente se produjo una afluencia de emigrantes, proce- Esta suposición se confirma por el hecho de que Lucas no menciona
dentes de Italia y Grecia, y aun de las provincias orientales del Imperio en absoluto la conversión de este matrimonio por intervención
—entre ellas, una numerosa población judía— con el fin de aprove- de Pablo. Siendo esto así, hay que contar con la existencia en Corin-
charse del milagro económico de Corinto. El año 27 a.C. la ciudad fue to de un pequeño grupo de judeocristianos, ya antes de la llegada
declarada sede del procónsul de Acaya. Dos puertos favorecían el trá- de Pablo. Más adelante volveremos a encontrar a Aquila y Priscila,
362 18,1-17: Pablo en Corinto 18,1-17: Pablo en Corinto 363
esta vez como estrechos colaborabores del Apóstol (vv. 18.26; cf. 1 Cor 7. La ruptura con los judíos queda subrayada por el hecho de que
16,19). Pablo traslada la sede de su predicación desde la sinagoga a una casa
próxima, donde habitaba Ticio Justo. Se puede dar por cierto que esto
3. Pablo, como todo alumno de una escuela rabínica (cf. comenta- no significa que Pablo hubiera dejado de vivir en casa de Aquila,
rio a 9,lss), había tenido ocasión de aprender un oficio manual; en su donde había residido desde el principio. El texto occidental parece que
caso, «fabricante de tiendas». Y ya que las tiendas se hacían normal- admite esta interpretación, porque considera a Aquila como un judío
mente de cuero, esta designación puede muy bien significar guarnicio- aún no convertido. Por lo que respecta al personaje Ticio Justo, que no
nero o curtidor en general. En el taller de Aquila, que pertenecía al aparece mencionado más que en este lugar, se puede pensar que debía
mismo gremio, Pablo trabajaba seis días a la semana; de modo que sólo de tratarse de un adepto al judaismo, dada la situación de su casa,
le quedaba libre el sábado, para dedicarse a la predicación. próxima a la sinagoga. El hecho de que Pablo estableciera precisamente
4. El sitio más apropiado para predicar era, naturalmente, la sina- allí el nuevo centro de su predicación tuvo que ser considerado por los
goga, donde el mensaje podía llegar tanto a los judíos como a los responsables de la sinagoga como un gesto más de verdadera provoca-
adeptos. ción.
5. Esta situación inicial tan llena de limitaciones cambia radical-
8. En este mismo sentido se interpretó, sin duda, el relato si-
mente con la llegada de los colaboradores. De ahora en adelante, Pablo
guiente sobre la conversión de Crispo, jefe de la sinagoga (cf. el co-
puede dedicarse de lleno al trabajo apostólico. Sin duda que en este
mentario a 13,15). De hecho, este acontecimiento supuso para Pablo un
cambio intervino además un factor importante que, aunque no se men-
éxito notable, que proporcionó una enorme publicidad a su actuación
cione explícitamente, se puede deducir de manera indirecta. Silas y Ti-
misionera. Más aún, la conversión de Crispo resultaba una prueba pa-
moteo habían traído a Pablo de Tesalónica y de Filipos un sustancioso
tente de que el movimiento cristiano tenía recursos suficientes para so-
donativo monetario; de modo que en adelante podía prescindir, al
brevivir por sí mismo, sin tener que depender de la sinagoga. El bau-
menos en parte, del trabajo cotidiano para ganarse la vida (cf. Flp
tismo de un personaje tan importante y de toda su familia (para el
4,15s). Es claro que Pablo, a la larga, difícilmente hubiera podido sos-
significado de «casa», cf. el comentario a 16,33), llevado a cabo por Pa-
tener su prolongada estancia en Corinto, si hubiera abandonado total-
blo y provocado por su predicación del evangelio, se convirtió en un
mente su trabajo manual. Que de hecho no lo abandonó se confirma
signo que produjo la conversión de otras muchas personas. El propio
tanto por la referencia de 1 Cor 4,12 a las fatigas que le proporcionó el
Pablo afirma en 1 Cor 1,14.16 que él mismo bautizó a Crispo y a los
trabajo con sus propias manos como por la consideración —bien prác-
primeros conversos de la provincia de Acaya, Esteban (1 Cor 16,15) y
tica, por cierto— de que el donativo procedente de Macedonia apenas
Gayo.
hubiera bastado para cubrir las necesidades primarias propias y las de
sus colaboradores durante año y medio (y eso, sin contar eventuales Pero hay que reconocer que el relato de Lucas encierra dos dificul-
gastos de viaje). tades, que hacen dudar de la exactitud histórica del curso de los aconte-
cimientos, tal como los presenta la narración lucana. En primer lugar,
En cuanto al contenido de la predicación de Pablo en la sinagoga,
resulta extraño que el jefe de la sinagoga se convierta al cristianismo
no se hace más que una somera alusión; por lo demás, se supone que a
precisamente después de la ruptura de Pablo con los judíos. Y en se-
estas alturas el lector sabe perfectamente de qué se trata (cf. 17,3.11).
gundo lugar, lo más natural sería que la conversión de Crispo hubiera
6. Como casi siempre (cf. 13,45), la oposición de los judíos a la provocado la adhesión de otros judíos a la doctrina predicada por Pa-
predicación de la palabra no se hace esperar. Y esto da ocasión a Pablo blo; sin embargo, el v. 8 da a entender extrañamente que el caso del
de significar con el gesto simbólico de sacudirse el polvo de los vestidos jefe de la sinagoga sirvió como de reclamo para la conversión de otros
la ruptura con la sinagoga, para dedicar su actividad a los paganos (cf. muchos paganos de Corinto. Con todo, se pueden solventar estas difi-
comentario a 13,51). El gesto va acompañado de una palabra que no cultades, si pensamos que los acontecimientos pudieron sucederse histó-
admite equívocos. Pablo ha cumplido plenamente la misión que se le ha ricamente, según esta otra reconstrucción. Primero habría tenido lugar
encomendado de proclamar el evangelio al mundo judío. Por tanto, la conversión de Crispo, jefe de la sinagoga, que habría sido el que
la responsabilidad de las consecuencias que pueda acarrear un compor- proporcionó a Pablo la oportunidad de presentarse a predicar durante
tamiento tan obstinado será de los judíos y únicamente de ellos. La la celebración litúrgica judía; a continuación, habría venido la conver-
«sangre» es aquí una metáfora para designar una culpabilidad grave, sión de muchos adeptos, atraídos por el ejemplo de Crispo; y sólo des-
que pone en juego la propia supervivencia (cf. Mt 27,25). En resumidas pués de estas conversiones masivas Pablo habría cambiado la sede de su
cuentas, lo que se quiere decir es que los judíos, con su actitud de opo- predicación, trasladándola de la sinagoga a la casa de Ticio Justo. En
sición, han atraído sobre sí mismos la condena escatológica, con la que este caso, la alteración introducida por Lucas en el curso de los sucesos
Dios va a excluirlos definitivamente de la salvación. habría que interpretarla como un recurso literario para dar mayor dra-
364 Excurso: Cronología del cristianismo primitivo Excurso: Cronología del cristianismo primitivo 365

matismo a su presentación del conflicto que se produjo entre Pablo y en España, e hijo adoptivo de un acomodado patricio romano, L. Junio
los judíos (v. 6). Galión. El hermano más pequeño de Galión era Séneca, el famoso filó-
sofo, poeta y preceptor de Nerón. Con el pasar del tiempo, ambos her-
9-10. La visión nocturna, en la que Cristo glorificado en persona manos cayeron en desgracia del emperador, víctimas de las intrigas de
se dirige a Pablo, desempeña una función bien determinada en la eco- la corte imperial. Galión ejerció su cargo de procónsul en Corinto du-
nomía del relato. Por una parte, pone de relieve la importancia del tra- rante el reinado de Claudio, y concretamente durante un período per-
bajo desarrollado por el apóstol en Corinto, y por otra, justifica la du- fectamente datable, gracias a un afortunado descubrimiento arqueoló-
ración extraordinariamente larga de su permanencia en la ciudad. La gico. Una inscripción descubierta en Delfos contiene un decreto de
formulación del mensaje de Jesús glorificado es plenamente bíblica. La Claudio concerniente a aquella ciudad, en el que se menciona a Galión,
fórmula «no tengas miedo, que yo estoy contigo» es típica de los orácu- en su calidad de procónsul de Acaya. El decreto fue promulgado a
los de salvación, como aparecen en el Antiguo Testamento (Is 41,10; principios del año 52.
43,5; Jr 1,8), y en el mandato «sigue hablando y no te calles» resuenan
El cargo de procónsul de una provincia senatorial era uno de los
claramente las palabras de Dt 31,6; Jos 1,9. En su visión nocturna, Pa-
mejor remunerados, y se concedía sólo por un año, y únicamente a los
blo experimenta una ratificación de la promesa que Jesús glorificado le
miembros más respetables del senado romano. La toma de posesión te-
hizo en el momento de su vocación (9,15). El oráculo no se refiere a la
nía lugar, por lo general, a principios de verano. Por tanto, si Galión
situación interna del apóstol; de hecho, el narrador ni alude ni quiere
era ya procónsul a principios del año 52, esto quiere decir que ya lle-
aludir a un posible miedo que haya invadido a Pablo y que necesite ser
vaba en funciones desde primeros de verano del año 51. Su encuentro
disipado por medio de una intervención divina. Más bien, la nota domi-
con Pablo ocurre precisamente durante este período de su gestión pro-
nante de todo el oráculo es el aspecto teológico y eclesial de la misión
consular. Pero, ¿cómo se puede sincronizar el año y medio de actividad
del apóstol. Lo que se quiere dejar bien patente es que la actividad de
de Pablo en Corinto (v. 11) con el período del proconsulado de Ga-
Pablo realiza y pone en práctica la propia actuación de Jesús glorificado
lión? El texto de Hch 18 no ofrece el menor indicio para suponer que
y el encargo que él mismo ha confiado a su elegido. El hecho de que el
el suceso narrado en los vv. 12ss ocurriera nada más empezar el ejerci-
Señor mismo haya decidido, por propia iniciativa, constituir en Corinto
cio administrativo de Galión, o para admitir que este acontecimiento
«un pueblo» decididamente suyo determina y traza las líneas de la tarea
hubiera obligado a Pablo a marcharse de Corinto. En cambio, el v. 18a
encomendada a su testigo y enviado. Nadie podrá poner obstáculos a
parece suponer que Pablo permaneció en la ciudad todavía una buena
Pablo en el cumplimiento de esa misión. Aquí, igual que en 15,14, la
temporada, después de aquel conflicto. Así que no nos queda otro
palabra «pueblo» se refiere a la Iglesia, que Dios mismo ha escogido de
punto de referencia más que el dato del v. 2 sobre la persecución de
entre los paganos, para consagrarla «a su nombre».
Claudio. Esta tuvo lugar poco antes de que Pablo llegase a Corinto. A
11. Ahora Pablo sabe perfectamente lo que tiene que hacer; per- esto hay que añadir algunas consideraciones sobre las fechas habituales
manecerá en Corinto año y medio, para ir edificando la Iglesia en esa de viaje. Pablo habría llegado a Corinto en otoño, y habría abando-
ciudad. La indicación de tiempo se refiere, con toda probabilidad, a la nado la ciudad en la primavera del año subsiguiente. Tenemos en-
duración completa de la estancia de Pablo en Corinto, y no únicamente tonces, como fechas más probables de la estancia de Pablo en Corinto,
al período que siguió a su confrontación con los judíos. su llegada a la ciudad en otoño del año 50 y su marcha en la primavera
* del 52. El encuentro con Galión bien pudo haberse producido al princi-
12a. El episodio siguiente ratifica e ilustra, al mismo tiempo, la pio del ejercicio proconsular del funcionario romano. (Para ulteriores
promesa que Jesús glorificado acaba de hacer a Pablo. Cualquier clase detalles sobre problemas de cronología, cf. el comentario a 11,27 y
de hostilidades o de intrigas que puedan producirse no lograrán obsta- 15,1.)
culizar la evangelización de Pablo en Corinto, porque se trata de una
tarea sostenida y alentada personalmente por el Señor.
La relación que se establece entre la actividad de Pablo y la presen-
12b. Los judíos toman la determinación de hacer intervenir al po-
cia del procónsul Galión es un dato extremamente significativo para la
der civil en su lucha contra Pablo. Se apoderan de él por la fuerza y lo
investigación histórica, ya que nos proporciona un punto de apoyo bien
arrastran al tribunal del procónsul, para presentar su acusación ante la
determinado y decisivo, en orden a establecer las grandes líneas crono-
suprema autoridad jurídica. De aquí en adelante, la escena se desarro-
lógicas del cristianismo primitivo.
lla en la plaza mayor (agora), donde se halla reunida una gran multitud
en torno a la sede oficial del juez (bema).
Galión y la cronología del cristianismo primitivo. Lucio Junio Galión 13. La acusación de los judíos está formulada de manera bastante
Anneano era hijo del retórico M. Anneo Séneca, natural de Córdoba, confusa. Igual que en 16,20, los cargos que se le imputan a Pablo ven-
366 18,1-17: Pablo en Corinto 18,18-23: Etapas de viaje 367

drían a decir lo siguiente: este hombre no hace más que provocar albo- mosos 39 azotes (2 Cor 11,24; cf. Mt 10,17). Pero parece que la
rotos públicos, por medio de su predicación; lo cual implica una contra- sinagoga de Corinto había perdido gran parte de su fuerza y de su pres-
vención de la ley civil. tigio, e incluso probablemente había llegado a ser suplantada por la co-
munidad cristiana con tanta fuerza, que ya no era capaz de oponerse
14. El procónsul se da cuenta inmediatamente de que todo este efectivamente a Pablo y a sus compañeros. La escena de Galión nos da
montaje no es más que una burda maniobra de los judíos. Su res- una imagen bien clara de la debilidad y falta de consistencia de la acu-
puesta, en la que el aristócrata romano esgrime sarcásticamente todo el sación judía, hasta el punto de que los miembros de la sinagoga se ven
desprecio que siente por los judíos, explica el caso como una cuestión incapaces aun de prestar ayuda al apaleado Sostenes.
de diferencias entre ellos mismos, y en la que él no puede mezclarse en
virtud de su jurisdicción. De hecho, no se puede demostrar que Pablo
haya incurrido en un reato concreto que implique una violación de la
ley civil, como sería, por ejemplo, provocar tumultos y desmanes pú- 8. Etapas de viaje (18,18-23)
blicos.
15. Las cuestiones tocantes a la doctrina judía, a sus tradiciones y 18
Pablo se quedó en Corinto todavía algún tiempo. Luego se
a esa ley suya religiosa son problemas que los judíos tienen que resol- despidió de los hermanos y se embarcó para Siria, en compañía
ver entre ellos mismos de la manera más satisfactoria posible, sin tener de Priscila y Aquila. En Cencreas se rapó la cabeza, porque ha-
que venir a importunar a la autoridad civil con esas bagatelas. bía hecho un voto.
19
16. Y sin esperar a la réplica de los judíos, Galión manda despejar Al llegar a Efeso, se separó allí de sus acompañantes y se
el tribunal. Otro gesto que bien se puede interpretar como signo del fue a la sinagoga, donde se puso a predicar a los judíos. 20Ellos
antijudaísmo del procónsul. Pero, en realidad, la interpretación lucana le pidieron que se quedara más tiempo, pero no accedió, 21y se
del comportamiento del magistrado consiste en proponer un ejemplo despidió diciendo:
más de la protección que las autoridades romanas ejercen, sin darse —Ya volveré por aquí, si Dios quiere.
cuenta, sobre la persona de Pablo. Aquí se perfila ya un elemento que Zarpó de Efeso 22y desembarcó en Cesárea. Luego subió a
va a ser el tema dominante en la última parte del libro de los Hechos.
saludar a la comunidad y, a continuación, bajó a Antioquía.
23
17. La conclusión de la escena tiene un aspecto burlesco y, al Pasado algún tiempo partió de nuevo y fue recorriendo por
mismo tiempo, inesperado. La multitud, que se había apiñado en torno etapas la región de Galacia y Frigia, confortando a todos los dis-
a la sede del tribunal, se abalanza sobre Sostenes, jefe de la sinagoga y cípulos.
portavoz de los judíos, y le da una verdadera paliza. El desprecio de
Galión por los judíos —conviene evitar la palabra «antisemitismo», acu-
ñada recientemente por impulsos racistas— es la chispa que enciende la 18-23. Este sumario de viaje es bastante confuso, de modo que re-
cólera de la muchedumbre y la lleva a desfogarse contra el desafortu- sulta difícil explicar con precisión los diversos elementos que contiene.
nado Sostenes. Sin duda que este personaje era el sucesor de Crispo La mención de las diferentes etapas en los vv. 18b.22.23 provienen in-
(v. 8) al frente de la sinagoga. Carece de todo fundamento la explica- dudablemente de una tradición; pero los datos son tan escuetos, que no
ción que se ha propuesto alguna vez, que habrían sido los mismos ju- permiten hacerse una idea clara del desarrollo del viaje y de los mo-
díos, y no los paganos, los que se pusieron a apalear a Sostenes —iden- tivos que lo determinaron. Por eso, las conclusiones a las que llega el
tificado como el futuro colaborador de Pablo (1 Cor 1,1)— porque éste comentarista no pueden ser en modo alguno apodícticas. De todos
se habría convertido secretamente al cristianismo y por eso no había modos, lo que sí se puede afirmar con seguridad es lo siguiente: la
defendido con el vigor suficiente la causa judía. Si hubiera sido así, exégesis tradicional, que pretende ver en este sumario una transición
Lucas no nos habría privado de un final tan efectista. del «segundo» al «tercer» viaje misionero, no tiene ningún fundamento
Pero hay otra pregunta mucho más importante. ¿Hasta qué punto ni en la situación histórica que aparece aquí delineada a grandes rasgos
ni en la propia presentación lucana (cf. excurso a 15,36, pp. 318ss).
supone para Pablo un triunfo y la posibilidad de proseguir su trabajo de
evangelización en Corinto el hecho de que Galión minimizara su caso, El hecho de que Pablo vuelva a visitar Antioquía, después de los re-
reduciéndolo a un problema que había que resolver dentro del propio sultados obtenidos en Galacia, Macedonia y Acaya, sólo puede deberse
círculo del judaismo? Las asechanzas de los judíos le habían obligado a a su intención de restablecer sobre nuevas bases los vínculos que le
marcharse de Tesalónica y de Berea (17,9.18). Por otra parte, la comu- unían con la cuna del cristianismo proveniente de la gentilidad, suavi-
nidad sinagogal disponía de la posibilidad de tomar medidas discipli- zando antiguas tensiones y convirtiendo en realidad su deseo de mante-
nares muy severas contra sus miembros rebeldes, hasta llegar a los fa- ner la unión eclesial. Pero de ninguna manera se puede interpretar esta
368 18,18-23: Etapas de viaje 18,18-23: Etapas de viaje 369

visita como signo de que Pablo pretendiera pasar de nuevo a depender nombre de Priscila se mencione antes que el de su marido. Habrá que
de la comunidad de Antioquía. No faltan indicaciones de que el motivo pensar, más bien, que este detalle no hace más que reflejar el enorme
concreto de estos nuevos contactos consistió en la planificación y en los papel que desempeñó esta mujer en el desarrollo de la misión paulina.
preparativos para llevar a cabo una colecta en favor de la comunidad Es bien posible que Priscila y Aquila corrieran con los gastos del viaje
de Jerusalén (cf. el comentario al v. 23). En cualquier caso, este viaje de Pablo hasta Efeso. Más adelante, cuando el apóstol fijó su residen-
no significa más que una breve interrupción de la actividad misionera cia en la ciudad, aunque no se diga expresamente que este matrimonio
de Pablo por las regiones del mar Egeo. Antes de poner rumbo a le procuró trabajo y alojamiento, es fácil suponer que fuera así, dada la
Efeso, la etapa más importante de su próximo futuro, Pablo se dirige estrecha relación que mutuamente se había establecido entre ellos.
una vez más hacia Oriente, para salvaguardar las obligaciones que vin- La indicación de que Pablo, antes de zarpar de Cencreas, el puerto
culaban su actividad misionera con la Iglesia universal. De hecho, du- oriental de Corinto, se rapó la cabeza porque había hecho un voto, no
rante la ausencia de Pablo, Aquila y Priscila, y probablemente algunos deja de ser enigmática. No hay duda de que el hecho se refiere a Pa-
otros colaboradores del apóstol, empezaron ya a trabajar en la evange- blo, y no a Aquila. Aunque esto último sería posible, desde el punto de
lización de Efeso. En este sentido habrá que interpretar no sólo el vista puramente gramatical, la concentración de elementos narrativos
v. 19a, sino también los vv. 24-28. recae indiscutiblemente sobre la persona del apóstol. Pero, ¿de qué
La presentación que Lucas nos da de este viaje está determinada clase de voto puede tratarse? Generalmente se ha pensado en el voto
por su propósito de mostrar la transición de la actividad de Pablo desde de nazireato. El nazireo, que hacía este voto como acción de gracias
Corinto a Efeso dentro de la mayor continuidad posible, a pesar de la por la liberación de algún peligro determinado, se comprometía a abs-
necesaria interrupción que implica el viaje del apóstol a Siria. Por eso, tenerse durante un cierto tiempo del uso de bebidas alcohólicas, y a no
en los vv. 19-21, indiscutiblemente redaccionales, Lucas acentúa con cortarse el pelo durante ese período. Esta clase de voto sólo se podía
particular énfasis la parada de Pablo en Efeso, de camino para Oriente, llevar a término en el templo de Jerusalén (cf. 21,23s). Allí el votante
refiriendo su predicación en la sinagoga y sus planes de una posterior y se sometía a un rapado de cabeza y presentaba una oblación (Bill. II
más amplia evangelización de aquella ciudad. Aunque Lucas no podía 749ss). Por tanto, la indicación contenida en este pasaje difícilmente
negar sus derechos a la tradición que atribuía la fundación de la comu- puede referirse a las formalidades requeridas por la terminación del pe-
nidad de Efeso a personas no relacionadas con Pablo, no se resignó a ríodo del voto. Pero, por otra parte, ¿no podría significar esta observa-
privar al apóstol por lo menos del honor de haber sido el primero en ción que Pablo se cortó el pelo por última vez, antes de emitir ese
predicar la palabra en la gran metrópolis de Asia Menor. voto? En este caso, el hecho sería perfectamente comprensible, porque
el voto estaría en relación con los peligros que previsiblemente impli-
18. La permanencia de Pablo en Corinto queda indicada en una caba el viaje que Pablo iba a emprender enseguida, y que de hecho
frase genérica, que marca una cierta distancia entre la salida del apóstol —al menos, según la concepción de Lucas— había de terminar en Jeru-
y el episodio de Galión (vv. 12-17). Pablo abandona la ciudad por pro- salén (cf. v. 22). Pero el texto presenta inequívocamente el rapado de
pia iniciativa, no porque le obliguen a ello determinadas circunstancias cabeza como uno de los requisitos —y no como una mera prepara-
externas. El destino del viaje se indica globalmente como la provincia ción— del voto en sí mismo; lo cual constituye un obstáculo decisivo
de «Siria». Esta mención podría, en realidad, referirse también a Pales- para esta última interpretación. Así que no nos queda otro remedio que
tina, ya que en aquella época esta región, desde el punto de vista polí- acudir a la conjetura y pensar que Lucas, poco familiarizado con las re-
tico, formaba parte de la provincia romana de Siria (cf. 20,3); pero lo glamentaciones cúlticas del judaismo, no entendió con exactitud este
más probable es que la fuente usada por Lucas hiciera referencia a la dato que había encontrado en sus fuentes. Si consignó esta noticia, fue
capital, concretamente Antioquía. porque ella le brindaba la ocasión de demostrar la fidelidad de Pablo a
El dato de que Pablo hizo el viaje de Corinto a Efeso en compañía las instituciones judías (cf. el comentario a 16,3).
de Aquila y Priscila tiene todas las trazas de ser auténticamente histó-
rico. Este matrimonio, que de aquí en adelante pasa a formar parte del 19. Efeso, situada en la desembocadura del río Cayster, era una de
círculo de los más estrechos colaboradores del apóstol, trasladó su resi- las ciudades más grandes del Imperio romano. En la actualidad, el im-
dencia a Efeso (1 Cor 16,19) y se puso totalmente a disposición de la ponente testimonio de sus ruinas conserva aún las huellas de su esplen-
estrategia misionera de Pablo, tanto en su vida privada como en su si- dor de antaño. Después de que el rey Átalo III legara a los romanos, el
tuación profesional. La movilidad de que gozaba este matrimonio pre- año 133 a. C , todo el reino de Pérgamo, Efeso incluida, la ciudad se
suponía un alto grado de independencia económica. Unos años más convirtió en capital de la provincia romana de Asia y sede del procón-
tarde ambos cónyuges volvieron a Roma (Rom 16,3-5), probablemente sul. Efeso gozaba de una floreciente economía, debido a su carácter de
como precursores de Pablo. Sin duda que no es pura casualidad que, emporio comercial entre Oriente y Occidente. A ello contribuyó de ma-
tanto en este pasaje como en el v. 26 y en Rom 16,3; 2 Tim 4,19, el nera decisiva su incomparable puerto, hoy soterrado por una sedimen-
370 18,18-23: Etapas de viaje 18,18-23: Etapas de viaje 371
tación de siglos. Equiparable a su relevancia política era el renombre nominación «la comunidad» (he ekklésia) estaba reservado únicamente
de Efeso como centro religioso. El culto de Artemisa se había difundido a la Iglesia madre, la comunidad de Jerusalén (cf. el comentario a 8,3).
ampliamente, rebasando los límites de la ciudad. La estatua de la diosa Sin embargo, una visita de Pablo a Jerusalén, precisamente en esta oca-
se erguía en su magnífico templo, que era una de las siete maravillas sión, es muy improbable. Si realmente hubiera tenido lugar, Pablo no
del mundo antiguo (cf. el comentario a 19,24). habría dejado de mencionarla en su carta a los Gálatas, escrita poco
Ya mucho antes, al comienzo de su gran viaje a Occidente y des- tiempo después, y en la que se da cuenta, en tono más bien crítico, de
pués de haber recorrido las regiones interiores de Asia Menor, Pablo sus relaciones con la comunidad de Jerusalén (Gal 1-2). Por tanto, lo
había acariciado el propósito de llegar hasta Efeso. Pero ese plan, por más probable es que se trate de una conclusión errónea de Lucas, que
diversos motivos, no había podido convertirse en realidad (16,7). En encontró en sus fuentes una indicación de que Pablo había desembar-
vez de ello, Pablo había sido impulsado a dirigirse hacia Macedonia y cado en Cesárea y de ahí dedujo que la finalidad de este hecho no po-
Acaya. Pero ahora, después de haber fundado las primeras comuni- día ser otra que la de hacer una visita a la comunidad de Jerusalén.
dades cristianas en Grecia, era natural que Pablo sintiera la necesidad
de viajar de nuevo hacia Oriente, para trabajar en las regiones que 23. La estancia de Pablo en Antioquía debió de consistir funda-
hasta ahora no había podido recorrer, y con la intención de erigir un mentalmente en tratar con aquella comunidad el modo de reactivar y
bastión del evangelio precisamente en el centro de la importante pro- dar nuevo impulso a la colecta en favor de Jerusalén. En principio, esa
vincia romana de Asia. Sólo después de haber llevado a cumplimiento colecta había sido encomendada únicamente a la comunidad de Antio-
esa tarea podría tender su mirada hacia el más lejano Occidente quía, incluyendo también las regiones cuya evangelización había sido
(19,21). asumida por la comunidad antioquena. Sin embargo, es natural que Pa-
blo tuviera interés en comprometer también en esta empresa a las co-
20. La escena de la sinagoga le ha salido a Lucas bastante descolo- munidades fundadas por él mismo, con el fin de significar visiblemente
rida y desmadejada. La predicación de Pablo encuentra un eco favora- la unidad de la Iglesia, compuesta de judíos y de paganos (cf. 2 Cor 8-
ble entre los judíos. Con este resultado cabría esperar que el apóstol se 9; Rom 15,25-33). Pero para esto necesitaba el asentimiento de la co-
decidiera a prolongar considerablemente su estancia en Efeso. Pero, en munidad de Antioquía. En este contexto habrá que situar también la
vez de permanecer en la ciudad, prosigue inmediatamente su viaje; lo inclusión de Tito, de origen antioqueno, entre los colaboradores de la
cual no deja de causar sorpresa, sobre todo porque no se da razón nin- misión paulina. Tito, que al tiempo del concilio de Jerusalén ya era uno
guna de su marcha. Únicamente el texto occidental apunta una explica- de los colaboradores de Pablo (Gal 2,ls), pero que probablemente no
ción, al poner en boca de Pablo la frase siguiente: «Es absolutamente le había acompañado en la misión por tierras de Grecia, empieza desde
necesario que yo pase la próxima fiesta en Jerusalén». Pero a Lucas no ahora a desempeñar un papel importante en el círculo paulino, y preci-
le importan estas asperezas del relato; lo único que pretende es presen- samente en conexión con la colecta. De hecho, Pablo lo envía a Co-
tar al lector, ya desde este momento, la imagen de Pablo como evange- rinto, para hacer propaganda en favor de Jerusalén y para organizar la
lizador de Efeso. recolección de fondos (2 Cor 8,16; 12,17s). Hay que reconocer, con
todo, que Lucas no hace ninguna mención de todo esto; como, por lo
21. La fórmula «si Dios quiere», con la que Pablo se despide de la demás, omite toda referencia a la colecta en general (cf. el comentario
comunidad y le promete una nueva visita, era perfectamente usual en el a 21,15-26).
mundo antiguo (Epicteto* Dis. I 1,17) y en la tradición cristiana (1 Cor
Desde Antioquía, Pablo se pone otra vez en camino, recorriendo las
4,19; 16,7; Heb 6,3; Sant 4,15).
comunidades de Galacia (cf. 16,6). Esta nueva visita, confirmada indi-
22. También el resto del itinerario plantea sus problemas. En vez rectamente por Gal 4,13, se orienta fundamentalmente a la consolida-
de dirigirse hacia Seleucia, el puerto de Antioquía, como se podría es- ción de las comunidades y a la propaganda en favor de la colecta. Sin
perar de la indicación del v. 18a, Pablo desembarca en Cesárea. Tal vez duda, poco después de este nuevo recorrido de Pablo empezaron a sur-
se pueda explicar este cambio de rumbo por las condiciones atmosfé- gir los primeros corruptores de la auténtica doctrina predicada por el
ricas reinantes. Durante el verano soplaban fuertes vientos del nor- apóstol; y esto fue lo que motivó la carta a los Gálatas.
deste, que dificultaban enormemente la arribada a Seleucia de los El itinerario de Pablo continúa hacia el oeste, a través de Frigia, si-
barcos procedentes de Efeso. guiendo la carretera principal que conducía hasta la costa del mar
Mayores dificultades aún crea la observación que sigue inmediata- Egeo. La meta es Efeso, que va a convertirse en el principal centro de
mente: «subió a saludar a la comunidad». No hay duda de que Lucas se actividad de esta última fase de la misión paulina.
refiere a una visita de Pablo a Jerusalén. En primer lugar, el verbo «su-
bir» no se usa más que para significar un viaje a Jerusalén (cf. 11,2;
15,2; 21,15; Le 18,31, etc.); pero, sobre todo, el uso absoluto de la de-
18,24-28: Apolo en Efeso y Corinto 373
9. Apolo en Efeso y en Corinto (18,24-28) del apóstol; en realidad, Pablo no tenía ningún derecho a imponerle sus
24
instrucciones (1 Cor 16,12). En general se puede decir que la relación
Llegó a Efeso un judío llamado A p o l o , natural de Alejan- entre Pablo y Apolo era de una extraña ambivalencia. A pesar de que
dría, h o m b r e elocuente y muy versado en la Escritura. 2 5 Había Pablo respetaba el entusiasmo y la dedicación de Apolo (1 Cor 3,6),
sido instruido en el camino del Señor y hablaba con gran entu- apenas podía ocultar un cierto distanciamiento de carácter crítico, con
siasmo de espíritu, enseñando con exactitud la vida de Jesús, respecto a la figura del predicador (1 Cor 3,12-15). Probablemente Pa-
a u n q u e no conocía más que el bautismo de Juan. blo estaba preocupado, y no sin razón, porque la predicación de Apolo,
A p o l o se p u s o a h a b l a r a b i e r t a m e n t e en la s i n a g o g a . de carácter más bien carismático y de un cierto misticismo (cf. v. 25),
C u a n d o lo oyeron Priscila y Aquila, lo tomaron por su cuenta y podía fomentar y dar alas a la tendencia de los corintios a dejarse llevar
le explicaron con mayor exactitud el camino de Dios. de un entusiasmo incontrolado.
C o m o él tenía intención de pasar a Acaya, los hermanos lo Pero, ¿qué clase de personaje era Apolo, antes de su encuentro con
Aquila y Priscila? Este es el problema central del pasaje. Según la pre-
animaron y escribieron a los discípulos de allí, para que lo reci-
sentación lucana, debió de tratarse de un misionero cristiano, que ya
bieran bien.
había recibido el don del Espíritu y que conocía perfectamente el sig-
Su presencia, con la gracia de Dios, contribuyó en gran ma- nificado de la historia de Jesús. Parece que lo único que le faltaba era
nera al provecho de los creyentes, 2 8 pues rebatía vigorosamente una comprensión del bautismo cristiano y de su necesidad salvífica, ya
a los judíos, hablando en público y demostrando con la Escritura que no conocía más que el bautismo de Juan (v. 25). Pero toda esta
que Jesús es el Mesías. presentación tiene francamente muy pocas probabilidades de responder
a la realidad. De hecho, jamás se ha dado un cristianismo que, al cono-
cer plenamente la personalidad de Jesús, pueda ignorar sus diferencias
24-28. Antes de ponerse a contar la actividad de Pablo en Efeso, con respecto al Bautista y no sepa que la llamada de la fe está intrínse-
Lucas introduce un breve relato sobre los comienzos de aquella comu- camente vinculada a la exigencia del bautismo. Por eso, muchos comen-
nidad, en los que la figura del apóstol está totalmente ausente. Desde taristas (E. Kásemann, E. Haenchen, H. Conzelmann) se inclinan a
el punto de vista narrativo, ésta es una técnica muy apropiada, porque pensar que Apolo era, en realidad, un misionero cristiano, que no tenía
el relato intermedio llena el vacío que se produce por la ausencia de nada que ver con Pablo. Lucas habría tenido interés en presentarlo
Pablo (cf. el comentario a v. 19). Cuando el apóstol vuelva a Efeso, ve- como un cristiano a medias, y hasta un tanto sospechoso, con la inten-
remos cómo va a encontrar una comunidad floreciente, debido a los ción de poder introducirlo en su relato. Para ello, habría inventado la
desvelos de Priscila y Aquila; una comunidad dinámica, plenamente in- escena de la instrucción completa del personaje, llevada a cabo por los
tegrada en la orientación de las demás comunidades paulinas y en ac- compañeros de Pablo, para ponerlo en sintonía con la misión paulina e
tivo intercambio con ellas (v. 27). Por otra parte, el relato se puede incluirlo entre las figuras de la Iglesia apostólica. Pero, en este caso, lo
considerar auténticamente histórico, porque las tradiciones que le sir- más normal hubiera sido que el relato nos presentara a Pablo encar-
vieron de base a Lucas para su composición, y que consistían funda- gado personalmente de perfeccionar la formación cristiana de Apolo y
mentalmente en algunos datos sobre la personalidad de Apolo y su con- que, al menos de pasada, mencionase la comunicación del Espíritu, en
versión (vv. 24-26) e igualmente sobre su traslado de Efeso a Acaya paralelo con la presentación de la actividad de Pedro en Samaría (8,14-
(v. 27), pertenecen indudablemente a los primeros orígenes de la comu- 17). Por eso, lo más probable es que Apolo fuera, en realidad, un mi-
nidad, ya antes de la llegada de Pablo. Así se deduce también de la pri- sionero judío, que posiblemente había entrado en contacto con el movi-
mera carta a los Corintios, en la que encontramos una serie de datos miento creado en torno al Bautista. Sin duda, esto es lo que quiere de-
sobre Apolo que están en sorprendente consonancia con este pasaje de cir su caracterización como «judío» (v. 24), término que, en los Hechos
Hch y, al mismo tiempo, completan la figura que aquí se traza de este de los Apóstoles, se aplica casi invariablemente a los judíos no
personaje tan relevante en la historia del cristianismo primitivo. creyentes (p. ej. 14,4; las únicas excepciones son 10,28; 21,39 y 22,3,
Después de la estancia de Pablo en Corinto, dedicada a la fundación donde la referencia explícita al origen judío de los cristianos juega un
y consolidación de aquella comunidad local, Apolo había desarrollado papel decisivo en el relato).
una actividad misionera de predicación; y de una manera tan personal, No hay duda de que las informaciones sobre la actividad de Aquila
que le hacía aparecer ante la comunidad como totalmente indepen-
y Priscila ya se encontraban en la tradición usada por Lucas, donde ori-
diente de Pablo (1 Cor 1,22). Probablemente ambos personajes no ha-
ginariamente se referían a la conversión de este matrimonio. También
bían tenido precedentemente ningún contacto. Cuando Pablo escribió
los datos relativos a la elocuencia de Apolo y a su conocimiento de la
su primera carta a los Corintios, Apolo estaba ciertamente en Efeso (1
Cor 4,6), pero no pertenecía al círculo más estrecho de colaboradores Escritura (vv. 24-25) formaban parte de la tradición prelucana. Pero
Lucas no interpretó correctamente esos datos, y así presentó a Apolo
374 18,24-28: Apolo en Efeso y Corinto 19,1-7: Pablo en Efeso 375

como ya convertido al cristianismo. La idea de Lucas es que uno que entonces como predicador ambulante, pero ahora bajo el signo de la
conoce perfectamente el Antiguo Testamento tiene que reconocer que dedicación cristiana. Así que, con el deseo de preparar la actividad ul-
únicamente en Jesús se da el auténtico cumplimiento de la Escritura terior de Apolo en Acaya, los cristianos de Efeso escribieron a los her-
(cf. 17,3.11). Por eso, según su mentalidad, lo que en la fuente original manos residentes en aquella provincia una carta de recomendación en
era una verdadera conversión queda reducido a una mera instrucción favor del misionero. El hecho de que Apolo no tomara parte en la mi-
orientada, en el caso de Apolo, a completar su formación cristiana y sión de Pablo y sus compañeros, sino que siguiera su propio camino,
que debió de consistir en una explicación más profunda y exacta de la nos da una idea clara sobre su voluntad de mantener una total indepen-
doctrina referente al Espíritu y al bautismo en el nombre de Jesús. dencia.
24. Apolo, como nombre propio, es una abreviatura de Apolonio 28. Llegado a Corinto, Apolo se pone a predicar a los judíos; y
(el texto occidental da el nombre completo). La referencia a su ciudad concretamente «en público», ya que, después de la ruptura entre la co-
de origen, Alejandría, centro de la cultura exegética y filosófica del munidad local y el judaismo (v. 6), resultaba imposible predicar en la
mundo helenístico-judío, contribuye a caracterizar la personalidad de sinagoga.
Apolo. Indudablemente, se trata de un personaje culto, educado en la
retórica y en la exégesis, y formado en la escuela alejandrina.
25. Las calificaciones ulteriores dibujan la figura de Apolo como 10. Pablo en Efeso: encuentro
r
un orador brillante y un teólogo muy fino, especializado en la exégesis v con los discípulos de Juan (19,1-7)
bíblica.
La expresión «el camino del Señor» es típicamente judía y se refiere 19 'Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó la me-
esencialmente al comportamiento ético, es decir, a la conducta que el seta y llegó a Efeso. Allí encontró a ciertos discípulos 2 y les pre-
Señor exige del hombre (Jr 7,23; Dt 5,33; Ex 32,8, etc.; cf. también guntó:
1QS VIII 13s e igualmente Me 12,14). El «gran entusiasmo de espíritu»
— ¿ H a b é i s recibido el Espíritu Santo, al abrazar la fe?
que se atribuye a Apolo no era probablemente, en principio, más que
una caracterización de su elocuencia apasionada y fascinadora; pero Ellos contestaron:
Lucas lo interpreta como un don del Espíritu Santo (cf. Rom 12,11). —Ni siquiera hemos oído hablar de que exista un Espíritu
Igualmente habrá que considerar como puramente lucana la referencia Santo.
3
a Jesús como contenido central de la predicación de Apolo. El bau- Pablo volvió a preguntarles:
tismo que «conocía» el predicador era únicamente un bautismo de peni- — E n t o n c e s , ¿qué bautismo habéis recibido?
tencia, en línea con el movimiento judío que se había creado en torno Ellos respondieron:
al Bautista y que tenía a Juan como su máximo exponente. Pero no te- —El bautismo de Juan.
nía nada que ver con el bautismo cristiano en el nombre de Jesús, que 4
Pablo les dijo:
implicaba una incorporación en el radio de actividad del Espíritu Santo. —El bautismo de Juan no era más que un signo de arrepenti-
26. Priscila y Aquila —otra vez se menciona en primer lugar a la miento. Su verdadero mensaje consistía en exhortar al pueblo a
mujer (cf. el comentario" al v. 18)—, dado su carácter de judeocris- que creyera en el que iba a venir después de él, es decir, en
tianos, acuden fundamentalmente a la sinagoga. Y allí precisamente es- Jesús.
5
cuchan la predicación de Apolo. Al terminar el servicio litúrgico, tienen Al oír esto, se bautizaron en el n o m b r e del Señor Jesús. 6 Y
la oportunidad de encontrarse personalmente con él; y como resultado al i m p o n e r l e s P a b l o las m a n o s , b a j ó s o b r e ellos el E s p í r i t u
de este encuentro se produce la conversión del predicador, presentada Santo, y empezaron a hablar en lenguas y a profetizar.
por Lucas como una explicación más exacta del camino de Dios. 7
Eran en total unos doce hombres.
27. Sin previa indicación, y como de paso, nos enteramos de la
existencia en Efeso de una comunidad cristiana. Es imposible saber Pablo pasó en Efeso más de dos años (19,10; cf. 20,31). Si se tiene en
hasta qué punto la dedidación del matrimonio Aquila y Priscila contri- cuenta que el viaje a Siria y la visita a las comunidades de Galacia (cf.
buyó a la fundación y desarrollo de esa comunidad. Bien se puede 18,18-23) debió de durar aproximadamente un año, resulta que la per-
suponer que, dado el considerable influjo que el judaismo ejercía en la manencia en Efeso, según la cronología que hemos establecido ante-
metrópolis, existiese ya con anterioridad un grupo de judeocristianos. riormente (cf. el comentario a 18,1), tuvo que comprender, más o
En todo caso, Apolo debió de ponerse inmediatamente al servicio menos, desde la primavera del año 53 hasta principios de verano del
de la misión, continuando así la actividad que había desarrollado hasta 55. El mero hecho de una estancia tan prolongada —la más larga de la
376 19,1-7: Pablo en Efeso 19,1-7: Pablo en Efeso 377

gran misión paulina por las costas del Egeo— da a esta etapa un al- nos cuenta acerca de la actividad de Pablo en Efeso. Prueba de ello es
cance particularmente significativo. Por otra parte, las cartas del após- el discurso del apóstol en Mileto (20,17-38), en el que Lucas añade un
tol proporcionan numerosos indicios de la importancia capital que tuvo aspecto tan importante como la estructura interna de la comunidad.
este período en orden al crecimiento y la consolidación interna de las Pero lo que realmente le interesa en este momento, cuando ya está
comunidades paulinas. Además, no hay que olvidar que la etapa de para terminar la gran misión paulina, es dibujar una imagen lo más tí-
Efeso fue especialmente prolífica en acontecimientos, más bien dramá- pica posible de la situación en la que se encontraba la Iglesia prove-
ticos, que configuraron el desarrollo de la misión. niente del paganismo y que vivía inmersa en un ambiente pagano. Y
Durante este tiempo se escribe la carta a los Gálatas, en la que Pa- este procedimiento es tanto más apropiado cuanto que la tradición local
blo reacciona enérgicamente contra la intromisión de sus adversarios ju- de Efeso contenía evidentemente una serie de elementos que inducían a
daizantes, que pretenden desestabilizar las comunidades de Galacia. pensar que el tema del ambiente religioso circundante constituía real-
Esta carta constituye, al mismo tiempo, el primero de los grandes es- mente una tentación para la vida de la comunidad cristiana.
critos paulinos dedicados a desarrollar el mensaje de un evangelio libe-
rado de las constricciones de la ley, y la doctrina de la justificación por 1-7. Una de estas tradiciones, la primera que nos presenta Lucas,
medio de la fe. También pertenecen a esta época la primera carta a los trata de la conversión de un grupo de discípulos del Bautista, en la que
Corintios y la aparición de las primeras divergencias con aquella comu- Pablo interviene personalmente. El movimiento que se originó en torno
nidad, que obligaron a Pablo a hacer una rápida visita a Corinto (2 Cor al Bautista se extendió rápidamente desde la región oriental del río Jor-
2, 1-11). Y como esa visita personal no obtuvo grandes resultados, el dán hasta alcanzar Asia Menor, donde fue ganando adeptos entre al-
apóstol creyó necesario escribir a aquella comunidad una nueva carta gunos círculos judíos más bien heterodoxos. Esta secta llegó a conver-
(posiblemente 2 Cor 10-13; cf. 7,8). Igualmente hay que colocar en este tirse en una verdadera concurrencia con el movimiento cristiano, hasta
período la minuciosa organización de la colecta en favor de la comuni- el punto de constituir una amenaza para la vida de la comunidad, ya
dad de Jerusalén, que trajo como consecuencia una consolidación de las que, desde el punto de vista de la organización sociológica externa, re-
relaciones existentes entre las diversas comunidades cristianas fundadas sultaba muy difícil que los paganos pudieran distinguir las caracterís-
hasta el momento. ticas de una y otra corriente (cf. Jn 3,25s). La peculiaridad fundamental
de ambos movimientos residía en el rito de incorporación, que consistía
Aparte de estas peripecias, no faltan indicios de que, durante este
en el baño bautismal. Por otra parte, ambas sectas basaban su constitu-
tiempo, Pablo y sus colaboradores, con base en Efeso, se adentraron
ción en pequeños grupos locales de discípulos, cuyo rasgo distintivo co-
por las regiones del interior, para evangelizar las ciudades situadas en
mún era la ruptura con la sinagoga. Esta aparente proximidad queda
los valles del Hermo y del Meandro, que el Apocalipsis (Ap 2-3) nos
reflejada incluso en nuestro mismo relato, que probablemente no es de
presenta como sede de antiguas comunidades cristianas. Y parece tam-
origen lucano. Efectivamente, Pablo, en un primer momento, no llega
bién que, durante la estancia de Pablo en Efeso, estalló en la ciudad
a identificar a los secuaces del Bautista como extraños al cristianismo.
una enconada controversia con los judíos, que puso al apóstol en una
En el v. 1 aparecen simplemente como «discípulos», pero inmediata-
situación particularmente dramática, de la que sólo a duras penas logró
mente se constatan las diferencias por medio de un diálogo que clari-
salir airoso (2 Cor 1,8).
fica, desde el punto de vista cristiano, la divergencia radical que separa
Acerca de todo esto, Lucas guarda el más absoluto silencio. Pero lo ambos grupos (vv. 2-4); de hecho, los secuaces del Bautista no conocen
que más llama la atención es que Lucas, al contrario de lo que hace el bautismo en el nombre de Jesús y no saben nada de la poderosa pre-
normalmente en sus relatos de misión, apenas da relieve a las tensiones sencia del Espíritu Santo. En realidad, no se puede excluir, sin más,
entre Pablo y la sinagoga local, y a la ruptura entre la comunidad que que este diálogo sea un ejemplo de cómo la tradición primitiva transmi-
se iba formando en Efeso y el mundo judío circundante (19,8-10). El tió las disputas emergentes entre las comunidades cristianas y los
interés de Lucas se centra en una temática muy distinta. Concreta- grupos afines al movimiento creado en torno al Bautista. En todo caso,
mente, sus esfuerzos se dirigen a aislar a la comunidad de cualquier in- la tesis ampliamente defendida —entre otros, por E. Kásemann— de
flujo que pueda ejercer sobre ella el ambiente de paganismo sincretís- que Lucas concibe a estos «discípulos» como cristianos a los que sólo
tico en el que se mueve. Por eso, dirige su mirada, en primer lugar (vv. les falta su pertenencia oficial a la Iglesia apostólica, ignora tanto la es-
1-7), a los círculos afines al Bautista, caracterizados por su sincretismo tructura interna del relato, como su función en el contexto. Es muy
judío; luego se fija en el ambiente de la magia (19,11-20); y, final- poco probable que Lucas haya querido establecer una estrecha relación
mente, en una determinada muestra de religiosidad popular profunda- entre esta escena y la historia de Apolo (18,24-28); en realidad, el
mente anclada en la vida social (19,23-40). Esta concentración en una único punto de contacto es la mención del bautismo de Juan en ambos
temática tan concreta difícilmente se puede explicar por una pura coin- pasajes (18,25).
cidencia entre los intereses personales de Lucas y los datos que le sumi-
nistraban sus fuentes. Ciertamente Lucas sabía mucho más de lo que
378 19,1-7: Pablo en Efeso 19,8-10: Ruptura con la sinagoga 379
1. El principio de la narración empalma perfectamente con 18,23. 5. En consecuencia, el único bautismo legítimo, más aún, el único
Pablo llega a Efeso, atravesando la meseta de Anatolia, es decir, las re- posible en la actualidad, no puede ser otro que el bautismo en el nombre
giones de Galacia y Frigia. de Jesús. Por eso, el hecho de que los discípulos de Juan acepten bauti-
El relato entra inmediatamente en acción. Pablo encuentra en la ciu- zarse no significa que con ello reciban un nuevo bautismo, o que el sa-
dad un grupo de «discípulos». La ocasión y las circunstancias inme- cramento cristiano actúe en ellos como complemento del bautismo de
diatas del encuentro no le interesan al narrador; su técnica narrativa Juan, sino que ahora sucede algo radicalmente nuevo, que les obliga a
consiste en dejar pendiente una caracterización más precisa y determi- reconocer el cambio absoluto que se ha producido en la historia de la
nada de este grupo. Tanto Pablo, como los lectores del libro, piensan salvación.
naturalmente que se trata de un grupo cristiano, ya que, en Hch, la pa- 6. Después del rito bautismal, Pablo les impone las manos y todos
labra «discípulos» designa casi invariablemente a la comunidad cris- reciben el Espíritu Santo. No se trata de un don especial, diverso del
tiana. don del bautismo, sino precisamente ese mismo Espíritu que, en la con-
2. Pero una pregunta decisiva de Pablo pone en claro la verdadera cepción de Lucas, es constitutivo del bautismo cristiano. La transmisión
situación. Pablo quiere cerciorarse de que aquellos «discípulos», al ser del Espíritu por medio de la imposición de las manos, después de la ce-
admitidos en la Iglesia, han recibido el Espíritu Santo. «Abrazar la fe» remonia bautismal, refleja probablemente la práctica litúrgica de la
no significa el acto subjetivo inicial de asentimiento, sino la ratificación Iglesia de Lucas (cf. el comentario a 10,44ss). El hecho de que la trans-
externa del hacerse cristiano (cf. 2,44; 4,32; 9,42; 15,5; 17,12.34; 18,8, misión del Espíritu se mencione por separado subraya una vez más la
etc.). La pregunta, en definitiva, se refiere al bautismo. La primera res- diferencia absoluta que existe entre el bautismo cristiano y el de Juan.
puesta que da el grupo pone de manifiesto que Pablo presuponía una La realidad de haber recibido el Espíritu se manifiesta inmediatamente
situación que, en realidad, no existe. Los «discípulos» no han llegado en los neoconversos, que empiezan a hablar en lenguas y a pronunciar
realmente a «abrazar la fe», puesto que no saben nada del Espíritu. No palabras inspiradas (cf. el comentario a 10,46).
se trata aquí de un conocimiento puramente teórico de la existencia del
7. El pasaje concluye —de manera un tanto extraña— con una in-
Espíritu Santo; ya el propio Juan Bautista había anunciado la venida dicación numérica que, en sí, carece de significación relevante. Los nú-
del Espíritu para el final de los tiempos (Mt 3,11; Le 3,16). Con todo, meros redondos —«unos doce»— quieren decir que se trataba de un
para Juan y sus discípulos, el Espíritu no significa lo mismo que para grupo relativamente reducido.
los discípulos de Jesús. Estos lo concebían como una realidad determi-
nante de la historia presente, en la que ya empieza a cumplirse la total
renovación del mundo prometido por Dios.
11. Ruptura con la sinagoga (19,8-10)
3. En consecuencia con lo anterior, la segunda pregunta de Pablo
se refiere directamente al bautismo, porque la donación del Espíritu a 8
Pablo fue a la sinagoga y durante tres meses predicó abierta-
los creyentes se hace realidad plena precisamente en conexión con este mente el reinado de Dios, tratando de persuadirlos. 9Como algunos
sacramento (cf. el comentario a 2,38; 8,17). La formulación misma de se obstinaban en no dejarse convencer y desacreditaban el camino
la pregunta refleja inequívocamente la concepción propia del cristia-
nismo. Para un cristianó; «bautismo» no puede significar otra cosa que
aquél delante de la asamblea, Pablo rompió con ellos y formó un
«bautismo en el nombre de Jesús» (2,38; Rom 6,3; 1 Cor 1,13.15; grupo aparte de discípulos. Y todos los días predicaba en la escuela
12,13; Gal 3,27). La curiosa expresión con la que se formula la res- de Tirano.
puesta de los discípulos del Bautista, a saber, que han recibido «el bau- '"Esto duró dos años; de modo que todos los habitantes de la
tismo de Juan», pretende evitar la concepción de que pueda existir un provincia de Asia, tanto judíos como griegos, pudieron escuchar
bautismo «en el nombre de Juan», análogo al bautismo «en el nombre la palabra del Señor.
de Jesús».
4. La réplica de Pablo expresa con toda claridad la relación que 8-10. Aquí aparece por última vez el esquema fundamental con el
existe entre ambos ritos. El bautismo de Juan no significaba más que el que se presenta la misión paulina en el libro de los Hechos: 1) Co-
arrepentimiento; tanto ese bautismo como la predicación que lo acom- mienzo en la sinagoga. 2) Obstinación de los judíos, que provoca la
pañaba no tenían otra función más que preparar la venida de Jesús y ruptura de la comunidad con la institución israelítica.
exhortar a la fe en él (cf. Le 3,5ss.l5ss; Hch 13,24). De modo que ese El carácter sintético de la presentación y el cúmulo de giros y for-
bautismo, por su misma naturaleza, ha quedado totalmente abolido por mulaciones típicamente lucanas indican que el pasaje es obra de Lucas.
la presencia de Jesús y por la venida del Espíritu Santo. De todos modos, las indicaciones temporales y espaciales tienen que
380 19,8-10: Ruptura con la sinagoga 19,11-20: Triunfo de Pablo sobre la magia 381
provenir de alguna tradición, cuya forma concreta nos es imposible de- metrópolis como centro de expansión, ir evangelizando todo el territo-
terminar. rio de la provincia. Por lo demás, es bien probable que, durante sus es-
8. Ya anteriormente, con ocasión del viaje de Pablo a Siria, Lucas tancia en Efeso, Pablo y sus colaboradores se dedicaran personalmente
nos había presentado al apóstol en Efeso, predicando en la sinagoga y a evangelizar las regiones del interior.
con una acogida favorable (18,19s). Aquí, en cambio, no hace ninguna
referencia a aquella situación precedente, ni da explicación alguna de la
duración comparativamente larga —tres meses— de la actividad de Pa- 12. Triunfo de Pablo sobre la magia
blo en la sinagoga de Efeso. Con la expresión «reinado de Dios» Lucas y el sincretismo (19,11-20)
pretende resumir el contenido de la predicación sobre la persona de
Jesús (cf. el comentario a 8,12; 20,25; 28,23.31). " D i o s hacía por mano de Pablo prodigios extraordinarios,
12
9. Pero finalmente la actividad de Pablo termina por provocar la hasta el p u n t o de que bastaba aplicar a los enfermos pañuelos
oposición interna de una parte de la comunidad judía. Algunos «se obs- o p r e n d a s q u e él llevaba encima p a r a a h u y e n t a r las enferme-
tinan», es decir, se cierran culpablemente al mensaje de salvación (cf. dades y expulsar los espíritus malos.
13
28,27), y públicamente, en presencia de toda la asamblea reunida en la Algunos exorcistas judíos ambulantes probaron también a
sinagoga, se ponen a insultar y a calumniar a la comunidad cristiana, pronunciar el n o m b r e del Señor Jesús sobre los poseídos por es-
mencionada aquí, otra vez, con la antigua denominación «el camino» píritus malos, diciendo:
(cf. el comentario a 9,2). El tumulto que se organiza constituye para — O s conjuro por ese Jesús que Pablo predica.
Pablo una señal de que tiene que trasladarse a otro sitio. La diferencia 14
Entre los que hacían esto estaban siete hijos de un tal Es-
entre esta situación y las producidas anteriormente en circunstancias si- cevas, sumo sacerdote judío. 1 5 Pero el espíritu malo les replicó:
milares consiste en que aquí la comunidad cristiana, que hasta el.mo- — A Jesús lo conozco y Pablo se quién es; p e r o vosotros,
mento había frecuentado la liturgia de la sinagoga, se retira de ella y se ¿quiénes sois?
traslada a un nuevo local, en compañía de Pablo. Es de suponer, desde lft
Y el poseído por el espíritu malo se abalanzó sobre ellos, se
luego, que la comunidad de Efeso, independientemente de estas reu-
niones catequéticas, también se reunía en casas privadas para celebrar apoderó de todos y los redujo a la impotencia; de modo que tu-
la comida en común, igual que la comunidad primitiva de Jerusalén en vieron que huir de aquella casa desnudos y malheridos.
17
sus comienzos (cf. 2,42-46). La nueva sala de reuniones le proporciona E1 suceso se divulgó entre los habitantes de Efeso, lo mismo
a Pablo la oportunidad de volcarse al exterior y alcanzar con su palabra judíos que griegos, y todos se llenaron de temor. Y se procla-
un público mucho más numeroso. La «escuela de Tirano», donde Pablo maba la grandeza del n o m b r e del Señor Jesús.
18
predicaba diariamente —la sinagoga no estaba disponible más que los Muchos de los que ya habían abrazado la fe iban a confesar
sábados—, era probablemente un local privado, donde el maestro de públicamente sus malas prácticas. 19 Y buen número de los que
retórica, Tirano, impartía sus lecciones. El texto occidental, con preci- habían practicado la magia hicieron un montón con sus libros y
sión un tanto purista, añade que Pablo enseñaba «desde la hora quinta los q u e m a r o n a la vista de todos. Calculado el precio de los li-
hasta la décima», es decii*. desde las once de la mañana hasta las cuatro bros, resultó ser de cincuenta mil monedas de plata.
de la tarde, horas dedicadas generalmente al descanso de mediodía, du- 20
Así, con gran despliegue de poder, la palabra del Señor se
rante las cuales Tirano no usaba su propia aula. A estas sesiones, de
difundía y se consolidaba.
carácter misionero y claramente distintas de las reuniones litúrgicas que
se tenían el «domingo» (= «el día del Señor») por la tarde, acudía tam-
bién la comunidad, para manifestar con su presencia que apoyaba ple- 11-20. La comunidad cristiana, al vivir en un ambiente pagano, te-
namente al predicador. nía ante todo que luchar por mantener su espacio vital, en concurrencia
con las demás religiones y movimientos cúlticos circundantes. Pero al
10. A los «dos años» de predicación en la escuela de Tirano hay mismo tiempo debía oponer la más viva resistencia a la continua ame-
que añadir los «tres meses» de los que se hace mención en el v. 8 (cf. naza de contaminación de los principios fundamentales de su fe por ele-
el comentario a 20,31). El radio de acción se extiende, de modo que mentos de otras religiones, es decir, por un sincretismo religioso. El
todos los habitantes de la provincia de Asia —es decir, de las regiones sincretismo, dada su naturaleza, ejercía su fuerza de atracción especial-
de Misia, Lidia, Jonia, Frigia y Caria— tienen la oportunidad de escu- mente sobre los niveles más primitivos de la religiosidad popular. Exor-
char el evangelio. Esta observación, evidentemente exagerada, repro- cistas y magos se servían, para sus prácticas sospechosas, de un amasijo
duce con toda exactitud los objetivos de la misión paulina. Tomando la caótico de nombres sagrados y fórmulas crípticas de las más variadas
382 19,11-20: Triunfo de Pablo sobre la magia 19,11-20: Triunfo de Pablo sobre la magia 383

religiones, sobre todo del judaismo. En aquella época, Efeso era preci- cuentra, parece más probable que el interés narrativo de Lucas vaya
samente el centro más conocido de la magia; los libros mágicos llegaron realmente en otra dirección bien distinta. Lucas quiere subrayar la ac-
a llamarse «escritos efesinos» (Plutarco, Mor. 706e). Por eso, no es ex- ción de Dios; es Dios mismo el que actúa «por mano de Pablo» (cf.
traño que sea precisamente una tradición procedente de Efeso la que se 14,3). La distinción entre un legítimo testigo de Jesús y uno que se de-
enfrente con este tema. dica a la magia o al ilusionismo consiste en que el testigo no se atribuye
Da la impresión que los vv. 14-17 reproducen esa tradición, aunque poderes personales que le permitan manipular a Dios o disponer, a su
de manera muy abreviada. La tradición originaria ciertamente contenía propio arbitrio, de las fuerzas sobrenaturales, sino que es puro instru-
detalles sobre el lugar, el motivo y la situación del hecho narrado. Pero mento, sometido a la soberana actuación de Dios.
de todo eso el texto actual no ha conservado más que la mención de
una «casa»; una mención que, por cierto, no se encuentra motivada en 12. Para Lucas no existe contradicción alguna entre este principio
el contexto narrativo del pasaje. Sin embargo, los datos textuales dan fundamental y su manera de presentar a Pablo como un personaje reli-
pie para sacar algunas conclusiones sobre el género literario del relato y gioso, imbuido hasta en su misma corporeidad por un fluido sobrenatu-
sobre el ambiente en el que se originó esa tradición. En ella se muestra ral de fuerzas benéficas. De hecho, no sólo su palabra (cf. 9,40; 14,10)
claramente, tomando como ejemplo lo que les ocurrió a unos exorcistas y el contacto de sus manos son capaces de realizar curaciones, sino que
judíos, que usar irresponsablemente el nombre de Jesús puede traer hasta los objetos que han tocado su cuerpo quedan impregnados de
consecuencias muy peligrosas. A pesar de algunos rasgos burlescos, que fuerza curativa, aunque el propio Pablo no sea consciente de tales vir-
saltan a la vista, la narración tiene su m o r a l e j a , e x p r e s a m e n t e tualidades (cf. 5,15; Me 5,27ss). De modo que los habitantes de Efeso
subrayada en el v. 17, a modo de coro final. El acontecimiento produce organizan una verdadera caza de indumentos del apóstol para aplicár-
entre los habitantes de la ciudad un saludable temor, porque muestra selos a los enfermos y curarlos, o para expulsar los demonios. La pala-
con toda claridad lo que les espera a los que usan el nombre de Jesús bra «prendas» se refiere probablemente al turbante o al velo que le cu-
con fines puramente mágicos. Todo da a entender que la narración es bría la cabeza. Pero la significación concreta de «pañuelos» no se puede
de tipo legendario, escrita para proteger la validez permanente de una fijar con precisión; puede tratarse de un verdadero pañuelo, que se lle-
norma concreta. Desde luego que no se puede decir, sin más, que la vaba en la mano para secarse el sudor del rostro, o también del delan-
tradición estuviera ya desde el principio relacionada con Pablo; con tal que la gente se ponía para el trabajo.
todo, hay elementos que inclinan a pensar que la mención del nombre Lucas se guarda muy bien de dar una valoración de estos sucesos; ni
del apóstol en el v. 15 es un dato de tradición y no pura composición los critica como muestras de una exagerada religiosidad popular, no
lucana. exenta de una cierta tonalidad de paganismo primitivo, ni los presenta
Lucas ha colocado esta tradición en el centro de una composición como una manifestación normal de la religiosidad cristiana. El Pablo
personal en tres partes. Para ello probablemente se ha valido también que aquí nos describe Lucas es bien distinto del Pablo histórico, que
de otros datos de tradición local, como la quema de los libros de magia reacciona con extrema reserva a las expectativas milagrosas que se ci-
(v. 19). En la sección introductiva (vv. lis) Lucas presenta los prodi- fraban en su persona (cf. 2 Cor 12,12), porque para él la verdadera
gios que realizaba Pablo como factor determinante del relato siguiente marca del apóstol era la cruz, que él llevaba impresa aun en su propia
y como su antítesis positiva. La narración propiamente dicha (vv. 14- apariencia externa (2 Cor 12,9s).
16) se completa con una»exposición genérica (v. 13), que inscribe el re-
lato concreto en un contexto mucho más amplio. La parte final (v. 17- 13. Con todo, hay que reconocer que esta presentación no resulta
20) está notablemente más desarrollada que en las fuentes primitivas. tan extraña, si se tiene en cuenta que no constituye una finalidad en sí
Además del efecto producido por el suceso entre los habitantes de la misma, sino que es una preparación de lo que sigue. El éxito arrollador
ciudad (v. 17), Lucas describe la reacción de la propia comunidad cris- del verdadero autor de milagros, el misionero cristiano, espolea a la
tiana (vv. 18-20). parte contraria, que intenta por todos los medios adquirir el dominio de
esas fuerzas activas, sin darse cuenta de que esos poderes escapan a
11. La proclamación de la palabra va acompañada de la acción sal- toda clase de control humano. Así aparecen esos exorcistas ambulantes,
vífica. Uno de los rasgos típicos de la imagen que Lucas nos da de los gente de la misma ralea que el mago Elimas (cf. el comentario a 13,4-
testigos, ya desde los comienzos, es el poder que poseen para realizar 12), que se sirven del nombre de Jesús para pronunciar sus conjuros
signos y prodigios extraordinarios (5,12; 9,32-43). Es opinión bastante (cf. Me 9,38s). De hecho, poseemos hasta la fórmula, según nos la ha
común que la intención lucana en este pasaje, que da tanto relieve a la transmitido un papiro mágico de la antigüedad helenística: «Te conjuro
capacidad de Pablo para hacer prodigios, consiste en establecer un pa- Por Jesús, el dios de los hebreos» (PGM 4, 3()19s). Los exorcistas care-
ralelismo con el sumario que describe los prodigios realizados por Pe- cen de toda relación personal directa con Jesús; para ellos es solamente
dro en Jerusalén (5,15). Sin embargo, dado el contexto en que se en- «el que Pablo predica».
384 19,11-20: Triunfo de Pablo sobre la magia 19,11-20: Triunfo de Pablo sobre la magia 385

14. No sabemos de ningún sumo sacerdote judío que se llamase 19. La renuncia de los cristianos a la magia y al sincretismo se de-
Escevas. Lo más probable es que los siete exorcistas no fueran más que muestra públicamente en un acto impresionante. Todos sacan sus libros
una banda de prestidigitadores, de origen dudoso, que para acrecentar de magia y sus papeles con las fórmulas de los conjuros, que hasta
su prestigio ante la plebe se jactaban de estar relacionados con una re- ahora habían guardado en secreto, y hacen con ellos una enorme ho-
cóndita aristocracia judía. guera. La indicación del valor de la mercancía quemada subraya la im-
portancia de aquel acto. Una moneda de plata (= denario) correspon-
15. La réplica con que el demonio, por boca del poseído, responde día a la remuneración diaria de un trabajador (cf. Mt 20,2).
al conjuro de los exorcistas va al centro de la cuestión. Por una parte, 20. La solemne frase conclusiva (cf. 5,41s; 9,31; 15,35) proyecta el
el demonio da a entender que el nombre de Jesús posee un poder radi- acontecimiento en una perspectiva más amplia y traza una síntesis final
cal sobre él, porque todas las potencias del mal tienen que estar some- de la gran misión paulina. La Iglesia de los paganos está consolidada
tidas a Jesús (Le 4,31-37). Pero, por otra parte, niega a esos exorcistas interna y externamente. La existencia cristiana es una prueba mani-
todo derecho a referirse a Jesús. Nadie puede usurpar este nombre, fiesta del poder de la palabra del Señor.
que sólo causa efecto si lo pronuncian los que legítimamente pueden
hacerlo, por estar consagrados y sometidos al poder de Jesús.
El demonio, además, establece una diferencia bastante sutil entre
Jesús y Pablo. A Jesús «lo conoce», es decir, reconoce su poder y se re-
conoce a sí mismo sometido a él; en cambio, con respecto a Pablo,
«sabe quién es», es decir, sabe que es el único representante legítimo
del poder de Jesús.
La última pregunta, «pero vosotros, ¿quiénes sois?», es puramente
retórica y no hace más que calificar a los exorcistas como gente absolu-
tamente desconocida y totalmente irrelevante para el demonio, porque
no representan ningún poder del que él pueda tener miedo.
16. Después de pronunciar estas palabras, el demonio pasa inme-
diatamente a la acción. Y, en concreto, de una manera que demuestra
palpablemente que no teme ser vencido por unos usurpadores del nom- \
bre de Jesús. El poseído, en una demostración de fuerza sobrehumana,
se abalanza sobre los exorcistas, les arranca los vestidos y se pone a
apalearlos. Desnudos y malheridos, tienen que huir de la casa.
17. Ante la opinión pública, el fracaso de los exorcistas se con-
vierte indirectamente en una manifestación del poder de Jesús. El
mismo ha salido por sus fueros, tomando postura contra el abuso de su
nombre. El suceso es una clara advertencia para todos los que hasta el
momento creían que poílían ejercitar la magia impunemente, aprove-
chándose abusivamente de este nombre. La explosión de alabanza al
nombre de Jesús que se produce en la ciudad significa que mucha gente re-
conoce y acata el poder salvífico de ese nombre, es decir, que la misión
cristiana va ensanchando sus conquistas.
18. Con todo, el mayor énfasis recae sobre las consecuencias que
el suceso comporta para la vida interna de la comunidad. Muchos de
los recién convertidos confiesan públicamente, ante la comunidad, sus
prácticas mágicas. Con eso manifiestan que a ellos les ha pasado lo
mismo que anteriormente le había ocurrido en Samaría a Simón Mago
(cf. 8,13), es decir, que su conversión a Cristo no había sido más que
puramente externa, como medio para conseguir tener acceso al dominio
de fuerzas misteriosas y ocultas. Así, poco a poco, se va erradicando de
la comunidad el peligro de sincretismo que flota en el ambiente.
V
PABLO, TESTIGO DEL EVANGELIO
ENJERUSALEN Y EN ROMA
(19,21-28,31)

1. Prólogo: Decisión de Pablo de ir


a Jerusalén y a Roma (19,21-22)

21
Cumplido todo esto, Pablo decidió en su interior ir a Jeru-
salén atravesando Macedonia y Acaya. Y dijo:
—Después de haber estado en Jerusalén, tengo que visitar
también Roma. 22 Entonces envió a Macedonia a dos auxiliares
suyos, Timoteo y Erasto, mientras que él se quedó aún algún
tiempo en la provincia de Asia.

21-22. Los datos del v. 22 provienen de la tradición, probable-


mente tomados del «itinerario». Pero inmediatamente antes, en el v.
21, Lucas introduce por su cuenta una observación personal. De esta
manera consigue llamar la atención sobre un aspecto de capital impor-
tancia, que da un giro nuevo a la narración. La actividad misionera de
Pablo ha llegado a su fin. Ahora empieza una nueva etapa, la última de
su recorrido, jalonada por dos hitos fundamentales: Jerusalén y Roma.
La función del v. 21 con respecto a la última parte del libro de los He-
chos es comparable al significado de 1,8 para el libro en su totalidad.

La última parte de Hch. La parte final (19,21-28,31) es la menos cono-


cida y la más descuidada de todo el libro de los Hechos de los Após-
toles. Las escenas que se han grabado con mayor fuerza en la concien-
cia del cristianismo son las de la primera parte del libro. A esto hay
que añadir la impresión de monotonía que puede engendrar en un lec-
tor superficial la continua sucesión de pasajes prácticamente idénticos.
El mismo final (28,31), aparentemente un final abierto, puede dejar la
sensación de algo inacabado y fragmentario. Sin embargo, nada más
falso que la persuasión de que en esta última parte se puede constatar
una disminución de la intensidad literaria y teológica de Lucas. Todo lo
contrario. Con lo que aquí nos encontramos es con la parte estructural-
mente más compacta y unitaria de todo el libro, su punto culminante.
El no darse cuenta de este aspecto se debe únicamente a que el lector
se acerca a estos capítulos lleno de prejuicios y de falsas esperanzas.
Por eso, vamos a dar por adelantado un par de referencias a las princi-
pales características formales y temáticas.
388 ' Excurso: La última parte de Hch 19,21-22: Decisión de ir a Jerusalén y a Roma 389
a) El ritmo narrativo cambia radicalmente con respecto a las partes contra su vida (20,22s; 21,10s). La misma existencia en Jerusalén de la
anteriores de la obra. Las escenas breves van desapareciendo gradual- primitiva comunidad cristiana no logra iluminar esta imagen sombría
mente y se sustituyen por amplias unidades narrativas que se suceden en (21,15-26). De ahora en adelante, el definitivo pueblo de Dios, la Igle-
perfecta concatenación. De este modo, el lector llega a tener la impresión sia, no va a permanecer radicado en Jerusalén; Dios mismo le señala
de estar asistiendo a una panorámica continua y sin cesuras. un nuevo centro: Roma. Allí, en el corazón del mundo pagano, encon-
b) Pablo ocupa el centro del espectáculo. Desde luego, no como el trará amplio espacio para desarrollarse libremente y sin trabas (28,31).
gran evangelizador de los paganos o el fundador de comunidades, sino e) El viaje de Pablo desde Jerusalén a Roma no es un camino
como testigo de Cristo, marcado por el sufrimiento, tanto en Jerusalén triunfal, sino un viacrucis. Pablo es el testigo del evangelio, marcado
como en Roma. Así se comprende que los numerosos discursos que ja- por el sufrimiento; el anuncio hecho en 9,16 se cumple. Lucas presenta
lonan esta parte, a excepción del discurso de Mileto, sean una auténtica muchos paralelos entre la pasión de Jesús y los padecimientos de Pablo
apología del Evangelio ante judíos y paganos (22, 1-21; 24.10-21; 26,1- (p. ej. 21,11; 22,30-23,9). El testigo de Jesús tendrá que reproducir en
23; 28,17-28). sí mismo la imagen, plasmada por el mismo Jesús en su pasión, del tes-
c) Toda la sección está atravesada por una serie de tensiones que timonio que hay que dar ante el mundo sobre la causa de Dios, por
trazan un arco, cuyos pilares descansan sobre las bases fundamentales medio del sufrimiento. No se puede dudar que Lucas tenía conoci-
de Jerusalén y Roma. Pero, una vez en Jerusalén, parece que la hostili- miento del martirio de Pablo en Roma (20,25). El no hablar de ello al
dad de los judíos va a truncar su destino y cortar las posibilidades de su final del libro puede deberse a motivos relacionados con la situación in-
viaje a Roma (21,27-30). Sin embargo, en ese preciso momento, es terna de la comunidad de Roma, ya que Lucas escribe desde una pers-
cuando entra en acción Roma, representada por el ejército (21,35-40; pectiva romana.
23,10.14-35) y los procuradores (24,22-27; 25,1-26,32) romanos, que ac-
túan, sin saberlo, como protectores de Pablo contra la agresión de los
judíos. Gracias a los romanos, Pablo puede alcanzar finalmente el obje- 21. La expresión «cumplido todo esto» deja entrever la importan-
tivo que Dios le había fijado, Roma; aunque llegue como prisionero, cia del momento. Es una mirada hacia atrás, a la actividad desarrollada
pero llega. La tensión narrativa salta en cada línea, porque el logro de por Pablo hasta el presente, y que abarca, por lo menos, la época de la
ese objetivo, confirmado una vez más expresamente en una visión de gran misión paulina (cf. 14,26). Pablo ha llegado felizmente a la meta
Cristo glorificado (23,11), estará continuamente amenazado tanto por de un camino interminable; y ahora se pone a hacer nuevos planes. En
las asechanzas de los judíos de Jerusalén (25,1-3) como por las mismas realidad, no hay ningún acontecimiento externo que le obligue a ello.
fuerzas de la naturaleza que se desatan en forma de tempestad (cap. Entonces, ¿por qué?, ¿cuál es el motivo de esta decisión? Desde el
27) y de mordeduras de serpiente (28,3-6). Cuando Pablo, por fin, llega punto de vista histórico, sabemos que todo se debió a la colecta para la
a la capital del mundo (28,16), a pesar de todas las dificultades, el lec- Iglesia de Jerusalén (Rom 15,25); pero Lucas, consecuente con sus
tor puede estar seguro de que esto significa que la causa de Dios ha lo- planteamientos, se calla todo esto. En la perspectiva lucana, el verda-
grado su propósito. dero motivo de la decisión de Pablo es el plan previsto y querido por
Dios.
d) En este viaje a Roma se cumple de lleno el encargo que el Re-
El camino hacia Jerusalén deberá pasar por Macedonia y Acaya, las
sucitado había dado a &us discípulos en 1,8. Y esto no sólo en el sen-
tido de una ulterior penetración del evangelio en el ambiente pagano, regiones en las que Pablo desarrolló su actividad evangelizadora en Eu-
cuyo centro es la capital del mundo, sino además —y esto sí que es im- ropa (16,9-18,18). Sin duda que es intencionado el paralelismo con la
portante— en el sentido de que la historia de salvación ha alcanzado decisión de Jesús de ir a Jerusalén para consumar allí su pasión (Le
una de sus metas fundamentales. Esta historia atraviesa toda la última 9,51, d o n d e t a m b i é n a p a r e c e el v e r b o poreuomai = ir; cf. Le
parte de Hch, marcada por la tensión Jerusalén-Roma. Ambas ciudades 22,23.33.39). Pero Jerusalén no va a significar para Pablo el final de su
no se pueden reducir a meras etapas de viaje, sino que son auténticos vida; él «tiene que» visitar también Roma. Aquí encontramos el verbo
símbolos de la historia de la salvación. El caso es evidente. A la vez impersonal dei (= tener que, ser necesario), que se refiere a un destino
que centro de la historia de Israel, es también —y Lucas lo subraya determinado por Dios (p. ej. Me 8,31; 9,11; 13,7.10; Le 21,9; Hch 1,16;
enérgicamente— el lugar donde Dios lleva a cumplimiento su actuación 3,21; 4,12). El viaje de Pablo a Roma tiene que realizarse, porque en-
en Jesús y donde crea su Iglesia como definitivo Israel (2,1-41). Lo que tra en el plan de Dios; por eso, ni siquiera la oposición que va a encon-
no deja de llamar la atención es que, a partir de 19,21, Lucas presenta trar en Jerusalén podrá impedirlo.
a Jerusalén con una luz distinta. De ahora en adelante se convierte en
centro de los enemigos del evangelio, corazón del judaismo que se obs- 22. De acuerdo con su decisión, Pablo envía por delante a dos co-
tina en cerrarse a la actuación de Dios y, para Pablo, ciudad que atenta laboradores suyos: Timoteo, cuya especial relevancia no aparece con
claridad en Hch (16,1; 20,4), y Erasto, personaje totalmente descono-
390 19,23-40: Motín de los plateros en Efeso 19,23-40: Motín de los plateros en Efeso 391
cido, difícilmente identificable con el tesorero de Corinto, mencionado —¡Viva Artemisa de Efeso!
en Rom 16,23 (cf. 2 Tim 4,20). Este envío de Timoteo no puede ser el 3b
E\ canciller de la ciudad logró calmar a la gente y les dijo:
mismo que se anuncia en 1 Cor 4,17; 16,10, por la sencilla razón de —Efesios, ¿quién hay en el mundo que no sepa que la ciudad
que este último tuvo lugar mucho antes. de Efeso es la encargada de proteger el templo de la excelsa
No hay ningún motivo para poner en duda la historicidad del hecho. Artemisa y su estatua caída del cielo? 36 Esto es indiscutible. Por
Lo más probable es que Timoteo y Erasto, junto con Tito, que no apa-
rece mencionado en este pasaje (cf. el comentario a 18,23), hubieran tanto, es menester que conservéis la calma y no obréis precipita-
sido comisionados para organizar la colecta (2 Cor 2,12s; 7,6; 12,18), damente. 37 Estos hombres que habéis traído no son ni sacrilegos
mientras que Pablo se quedó aún algún tiempo en Efeso (el nombre de ni blasfemos contra nuestra diosa. 3lSSi Demetrio y sus compa-
la provincia, «Asia», sustituye aquí al nombre de la capital; cf. Hch ñeros artesanos tienen querella contra alguno, para eso están las
20,16). audiencias públicas y los procónsules; que presenten allí sus que-
rellas. 39 Y si tenéis alguna otra demanda, se proveerá en la
asamblea ordinaria. 40 De hecho, corremos el riesgo de ser acu-
2. Motín de los plateros en Efeso (19,23-40) sados de motín por lo que ha pasado hoy, pues no hay ningún
23 motivo que podamos alegar como justificación de este alboroto.
Por aquellos días se produjo un grave tumulto a propósito
del «camino». Y con esto disolvió la asamblea.
24
Un tal Demetrio, platero, que labraba en plata reproduc- 23-40. El último de los tres relatos dedicados a describir la situa-
ciones del templo de Artemisa, proporcionando no poca ganancia a ción de la Iglesia de Efeso en el ambiente religioso circundante (cf.
los artesanos, -^reunió a éstos con los otros obreros del ramo y 19,1-7.11-20) ilumina nuestra concepción de la religiosidad popular del
les dijo: paganismo. En este caso, no se trata de plantear un problema, como
—Señores, bien sabéis que de esta industria depende nuestro sucedía en las confrontaciones directas durante la etapa de la misión
bienestar. 26 Ahora bien, estáis viendo y oyendo decir que ese Pa- (cf. 14,8-18; 17,16-34). La intención consiste, más bien, en esclarecer,
blo ha logrado persuadir a bastante gente a cambiar de idea, no por medio de un análisis extraordinariamente agudo, los presupuestos
sólo en Efeso, sino prácticamente en toda la provincia de Asia, socio-culturales de la religiosidad pagana. De esta manera aparecerá
diciéndoles que no son dioses los que se fabrican con las manos. claramente la combinación de religiosidad, patriotismo e intereses eco-
27
Por eso, no sólo hay peligro de que se desacredite nuestro ofi- nómicos para formar un todo indisoluble.
cio, sino también de que se desprestigie el santuario de la gran La narración es de un colorido local extraordinariamente denso. A
Artemisa y sufra detrimento la majestad de la diosa que venera esto contribuye el hecho de que se introduzcan personajes como el ju-
toda el Asia y el mundo entero. dío Alejandro (v. 33) y el canciller de la ciudad (v. 35) sin previa pre-
2 sentación, como si se tratara de personas bien conocidas. No se puede
*A1 oír aquello se pusieron furiosos y empezaron a gritar: negar que la sombra de Pablo está flotando en toda la narración (v.
—¡Viva Artemisa de Efeso! 26); sin embargo, su aparición directa se limita a un breve apunte pura-
2y
El revuelo cundip por la ciudad y la gente se precipitó en mente marginal (vv. 30s), que nos da pie para pensar que probable-
masa hacia el teatro, arrastrando a dos macedonios, Gayo y mente ha sido el mismo Lucas el que lo ha introducido por su cuenta.
Aristarco, compañeros de viaje de Pablo. Falta un verdadero protagonista del relato, porque el platero Demetrio
30 no aparece más que en la introducción; el auténtico protagonista es la
Pablo quería meterse entre la multitud, pero los discípulos
no se lo permitieron. 31 Algunos senadores, amigos suyos, le población de Efeso.
mandaron recado aconsejándole también que no apareciera por La base narrativa es una tradición local en la que se conservaba
el teatro. fresco el recuerdo de una situación crítica por la que pasó la comunidad
32
Cada uno gritaba una cosa, porque la asamblea estaba he- de Efeso en sus comienzos. La experiencia de aquellos momentos fue
cha un lío y la mayoría ni sabía para qué se habían reunido. decisiva y quedó fijada en la tradición como algo fundamental para la
comunidad.
•"Algunos de los presentes aleccionaron a un tal Alejandro, a La lucha cristiana contra el politeísmo se mueve dentro de los lí-
quien los judíos habían empujado adelante. Alejandro hizo señas mites de la legalidad; por eso, no se puede iniciar una acción jurídica
con la mano de que quería dar explicaciones a la concurrencia. contra los cristianos (v. 37). Por lo que se refiere a la historicidad de
34
Pero en cuanto cayeron en la cuenta de que era judío, se pusie- los sucesos, se puede preguntar si la severa crisis que Pablo tuvo que
ron a gritar todos a una por casi dos horas: soportar en Efeso y que casi le llevó a «perder toda esperanza de vivir»
392 19,23-40: Motín de los plateros en Efeso 19,23-40: Motín de los plateros en Efeso 393

(2 Cor 1,8) fue consecuencia directa del motín provocado por los orfe- nión, con el fin de discutir el peligro que supone la predicación de Pa-
bres. Si en realidad fue así, habría sido Lucas, o incluso la misma tradi- blo para este ramo de la industria de la ciudad.
ción que le sirvió de base, el que hubiera suavizado los aconteci- 26. Si los misioneros cristianos llegan a convencer no sólo a los ha-
mientos. Pero hay que reconocer que el texto no ofrece la más mínima bitantes de Efeso, sino a muchos más de la provincia, de que los dioses
base para esta suposición. Más bien, la crisis debió de originarse en co- de siempre en realidad no son dioses y que, por tanto, tienen que re-
nexión con unos sucesos que Lucas pasó por alto, igual que ha hecho probar sus imágenes, esto supondrá una quiebra del negocio, que no se
con otros muchos acontecimientos que tuvieron lugar durante el pe- puede tolerar pasivamente. La recriminación dirigida contra Pablo, a
ríodo que Pablo pasó en Efeso. saber, que él piensa que los dioses fabricados con las manos no son ver-
23. La narración comienza con una enunciación del tema. Se trata daderos dioses, está formulada desde la perspectiva de una ingenua re-
de «un grave tumulto a propósito del "camino"». (Para la denomina- ligiosidad popular (cf. el comentario a 17,29).
ción del cristianismo como «camino», cf. 9,2; 19,9).
27. La transcripción del discurso de Demetrio descubre con ironía
24. Artemisa, la diosa de Efeso, no tenía originalmente nada que ver no disimulada una mezcla confusa de religión, patriotismo e intereses
con la diosa de la caza, venerada por la mitología griega. Más bien se comerciales. No es que el narrador quiera poner en tela de juicio la sin-
trata de la «gran madre» asiática, estrechamente relacionada con Ci- cera convicción subjetiva de Demetrio, sino que realmente lo presenta
beles, a la que los frigios adoraban como divinidad maternal. El nom- como uno que expone unas ideas que configuran su vida en todos los
bre de Artemisa (Artemis, en griego) le vino por influjo de las inter- aspectos. Según la ideología del orfebre, su industria es un servicio que
pretaciones que los griegos daban de las religiones orientales. Su ha de redundar en una más profunda veneración de Artemisa y en un
imagen ocupaba el recinto más interno del famoso Artemision. Las mayor renombre de la ciudad, tan íntimamente vinculada a la diosa. Si
principales características de esta imagen son bien conocidas por la infi- el negocio diese en quiebra, esto supondría una verdadera catástrofe no
nidad de reproducciones escultóricas. La parte inferior del cuerpo, fa- sólo en el campo económico, sino también en el aspecto religioso.
jada con cintas, se va estilizando hacia abajo, mientras que la parte
superior aparece cubierta de numerosos pechos —tal vez, originaria- 28. El discurso causa su efecto. La concurrencia se exalta y estalla
mente, testículos de toro— como símbolo de fertilidad. Sobre su ca- en un grito espontáneo de fervor religioso: «¡Viva Artemisa de Efeso!»
beza, una media luna en la que se inscriben unas almenas, como atri- Esto, en definitiva, no es más que un intento desesperado de compen-
buto de la divinidad local. El Artemision tenía unas dimensiones sar la quiebra de sus fundamentos ideológico-religiosos, buscando refu-
gigantescas; ocupaba un rectángulo de 120 x 70 metros, rodeado de gio en la explosión colectiva de un entusiasmo delirante. Lo que debe-
ciento veintiocho columnas de diecinueve metros de altura. Estas di- ría ser demostración de una sólida coherencia interna entre los devotos
mensiones reflejan la importancia del culto, que radicaba en Efeso, de Artemisa, no hace realmente más que poner de manifiesto su fragili-
pero que irradiaba por toda la región y atraía continuamente una gran dad. A la fe de la comunidad cristiana, que radica en la unión personal
afluencia de peregrinos. Revestía una importancia particular la esplen- de cada uno de sus miembros con el Señor resucitado y en la experien-
dorosa fiesta que, en honor de la diosa, se celebraba anualmente en el cia de ese Señor, presente en el Espíritu, no pueden oponer más que
recinto del Artemision. „, una autoafirmación ensordecedora de la multitud que, a pesar de todos
La animación que despertaba este culto suponía para la ciudad unos sus esfuerzos, no es capaz de presentar algo realmente fidedigno y ni si-
considerables ingresos económicos. Gran cantidad de artesanos encon- quiera de disimular esa carencia de manera verosímil.
traban pan y trabajo en la industria relacionada con los objetos del 29. Una exaltación febril se apodera de la ciudad. No se puede sa-
culto. Es verdad que la arqueología no ha encontrado en Efeso ninguna ber exactamente si el revuelo público que crece por momentos ha sido
reproducción en plata del Artemision, que es lo que aquí se menciona provocado intencionadamente por Demetrio y sus secuaces. El texto
como el objeto más importante. Pero bien puede ser que Lucas se re- occidental es el único que interpreta el suceso en esta dirección, al pre-
fiera a cierto tipo de amuletos de plata que representaban en relieve la sentar a esa gente «echándose a la calle» y dando vivas a la diosa. La
imagen de la diosa, en medio de un pórtico de columnas que simboliza- multitud se precipita hacia el enorme teatro de la ciudad que, con su
ban el templo. Es bien conocido un relieve de Cibeles, en terracota, capacidad para 24.000 espectadores, era el lugar más idóneo para este
que responde perfectamente a esta representación. Posiblemente De- tipo de asambleas multitudinarias. Alguien ha logrado localizar a dos
metrio era el jefe del gremio de artesanos dedicados a esta industria del colaboradores de Pablo: Aristarco, oriundo de Tesalónica, y Gayo, na-
culto, por lo cual le incumbía a él la representación oficial de los inte- tural de Derbe. Les echan mano y los arrastran al teatro, evidente-
reses gremiales. mente para entregarlos a la muchedumbre, como blanco de sus iras. El
25. Demetrio convoca a los artesanos y a sus aprendices a una reu- peligro que corren los compañeros de Pablo es extremo.
394 19,23-40: Motín de los plateros en Efeso 20,1-6: Ultimo viaje de Pablo a Grecia 395
30. Pablo no quiere dejarlos abandonados a su suerte. Pero al- los efesios. La fama de Efeso y de su magnífico templo es tan sólida,
gunos miembros de la comunidad logran impedir que se meta en aquel que nada ni nadie podrá menoscabarla. Pasa luego a recordar uno de
hervidero en ebullición. los mayores timbres de gloria de la ciudad, que consiste en ser «encar-
31. Improvisadamente intervienen también algunas personalidades gada de proteger el templo de Artemisa»; y prosigue con una alusión al
importantes de la vida pública, es decir, «algunos senadores» ( = origen divino de la famosa estatua de la diosa. (Era muy frecuente en
«asiarcas»), advirtiendo a Pablo del peligro. Se trataba de diputados del la Antigüedad la convicción de que muchas imágenes de dioses e innu-
Consejo regional de la provincia de Asia, que se reunían una vez al año merables piedras sagradas habían caído del cielo.)
para discutir cuestiones de política interior y problemas religiosos. 36. ¿Quién quiere ahora, de repente, poner todo esto en tela de
Lucas aprovecha esta oportunidad para mostrar que la comunidad cris- juicio? El único peligro estaría en los propios habitantes de Efeso que,
tiana de Efeso contaba con simpatizantes incluso en las altas esferas de con manifestaciones tan tumultuosas y precipitadas como la presente,
la sociedad. podrían deteriorar la imagen positiva que se tiene de la ciudad.
32. Entretanto el tumulto se ha convertido en un auténtico caos. 37. Ahora el canciller aborda concretamente las recriminaciones de
Sólo unos cuantos de los que vociferan desaforadamente en el teatro Demetrio contra los cristianos, representados por Gayo y Aristarco.
saben el verdadero motivo de la manifestación. Indudablemente éste Explícitamente los declara inocentes del delito de profanación del tem-
habría sido para Demetrio el momento más adecuado para pronunciar plo y de blasfemia contra el santuario. Con esto no desmiente en abso-
un discurso contra los cristianos, enderezado a canalizar todo aquel ba- luto la afirmación fundamental de los cristianos de que los dioses de los
rullo de emociones en la dirección que él se había prefijado; pero sor- gentiles no son dioses en realidad (v. 26), sino que lo único que dice es
prendentemente, no hay tal discurso. que esta conducta no constituye un delito punible.
33. Entra en escena una nueva figura, el judío Alejandro. El texto 38. Con esto, la querella de Demetrio queda públicamente desesti-
del v. 33 no nos permite deducir con claridad el motivo de su aparición. mada. Por más que el canciller deja al buen criterio de Demetrio y su
Probablemente los judíos tienen razones suficientes para temer que las gente la posibilidad de interponer recurso contra los cristianos por los
iras del populacho puedan descargar también sobre ellos. Por eso, in- medios ordinarios del procedimiento jurídico.
forman a Alejandro —tal vez, uno de los «ancianos» de la comunidad
judía— del peligro que les amenaza, y le instan a que haga algo por 39. Las instancias competentes para este recurso eran las audien-
conjurarlo. Alejandro, en un esfuerzo desesperado, intenta dejarse oír, cias públicas que el procónsul celebraba regularmente en las grandes
en medio de aquella muchedumbre (cf. 21,40). con el fin de defender a ciudades de la provincia, y las asambleas generales ordinarias, que se
los judíos de una posible sospecha de que también ellos han tomado convocaban periódicamente, y en las que tenían derecho a participar
parte en la acción propagandística de Pablo contra las imágenes de la todos los hombres adultos de la circunscripción.
diosa. 40. El discurso termina con una advertencia. Todo alboroto infun-
dado puede traer consecuencias desagradables. Dada la formulación, un
34. Pero Alejandro no consigue más que el efecto contrario. Al tanto hesitante, no se puede saber con precisión si se alude a verda-
darse cuenta la gente de que se trata de un judío, el alboroto crece deras sanciones decretadas por la autoridad romana, o simplemente a
hasta el paroxismo. La rriultitud atrepella brutalmente al pobre Alejan- posibles perjuicios, que vayan a repercutir en la reputación de la ciu-
dro y se ponen a gritar a coro, durante dos horas, renovados vivas a dad. En cualquier caso, el discurso logra su propósito. La asamblea se
Artemisa (v. 28). Este proceder no es sólo una prueba más de la hostilidad disuelve; y el peligro que amenazaba a la comunidad queda conjurado.
contra los judíos que reinaba en las ciudades helenísticas (cf. 18,14ss),
sino que muestra, sobre todo, que la población pagana de Efeso consi-
deraba a los cristianos como una rama más radical del judaismo, que
osaba defender públicamente y de manera más agresiva la animosidad 3. Ultimo viaje de Pablo a Grecia (20,1-6)
de la sinagoga contra las imágenes de la divinidad.
35. Ahora entra en acción el Consejo administrativo de la ciudad, 20 'Cuando se apaciguó el tumulto, Pablo mandó llamar a los
por medio de su canciller, un alto funcionario de la magistratura, encar- discípulos para confortarlos. Luego se despidió de ellos y salió
gado de redactar los acuerdos de las asambleas populares. Consigue para Macedonia.
2
que la multitud le preste atención y pronuncia un breve discurso, en Después de recorrer aquella región exhortando a los discí-
tono francamente conciliador. Con gran habilidad retórica, empieza por pulos con frecuentes conversaciones, llegó a Grecia, 3 donde pasó
adular a la muchedumbre, poniendo de relieve el sentido patriótico de tres meses.
396 20,1-6: Ultimo viaje de Pablo a Grecia 20,1-6: Ultimo viaje de Pablo a Grecia 397

C o m o los j u d í o s h a b í a n p l a n e a d o c o n t r a él un a t e n t a d o , pide de los discípulos. Ya no volverá a verlos; únicamente va a encon-


cuando se preparaba a zarpar para Siria, decidió volverse por trar otra vez a los ancianos de la comunidad (cf. vv. 17-38).
Macedonia. 4 Lo acompañaban Sópater, hijo de Pirro y natural
2. El objetivo principal de este viaje que, según nuestros cálculos
de Berea; Aristarco y Segundo, de Tesalónica; G a y o , de D e r b e , cronológicos (cf. el comentario a 18,18-23), debió" de tener lugar entre
y T i m o t e o ; a d e m á s , F o r t u n a t o y T r ó f i m o , naturales de Asia. los años 55 y 56, era la consolidación de las comunidades fundadas an-
Estos se adelantaron y nos esperaron en T r ó a d e . 6 Nosotros, en teriormente y, además, la recaudación de la colecta en favor de Jerusa-
cambio, al terminar los días de los ácimos, nos hicimos a la mar lén, cosa que Lucas no menciona. Aparte de esto, no faltaron de vez
en Filipos y a los cinco días los alcanzamos en T r ó a d e . Allí nos en cuando algunas nuevas incursiones misioneras. La primera parte del
detuvimos una semana. viaje estuvo ensombrecida por el recrudecimiento de la crisis que se ha-
bía producido en la comunidad de Corinto (cf. H.-D. Wendland, Die
1-6. En el v. 2b Lucas reanuda el hilo de su relato de viaje, que Briefe and die Korinther, introd.). Poco antes de abandonar Efeso, Pa-
describe el camino de Pablo y sus compañeros desde Efeso a Jerusalén, blo había enviado allí a Tito (2 Cor 2,4.13), como portador de la lla-
y que llega hasta 21,18. Este relato, caracterizado por una enumeración mada «carta escrita con lágrimas» (2 Cor 10-13). El, por su parte, se
aproximativa de las diversas etapas del viaje y por una serie de indica- puso en camino, probablemente por tierra, siguiendo la costa de Asia
ciones temporales muy precisas (p. ej. vv. 6.15s; 21,4.7s.18), proviene Menor y pasando por Esmirna»y Pérgamo, hasta llegar a Tróade. Allí
indudablemente de la tradición. Con todo, es difícil que esté tomado esperaba encontrarse con Tito, que ya había salido de Corinto y hacía
del mismo «itinerario» que había servido de base para los capítulos 16- el viaje también por tierra, a través de Macedonia. Pero Tito aún no
19 (cf. excurso a 15,41, pp. 318ss). Es más probable que aquí Lucas había llegado, y Pablo se llevó una gran decepción. Por eso, tremenda-
haya usado una fuente distinta, a saber, un acta oficial del viaje organiza- mente preocupado, decidió abreviar su estancia en Tróade, a pesar de
do con motivo de la colecta. Esto es lo que sugiere, ante todo, la lista de las espléndidas posibilidades de evangelización que se le presentaban
nombres que aparece en el v. 4 y que enumera los diversos encargados allí, para ir a Macedonia en busca de Tito (2 Cor 2,12s). En Macedonia
de la colecta, con su nombre y lugar de origen, ordenados en una artís- —tal vez, en Filipos— encontró por fin a Tito, que pudo darle buenas
tica simetría rítmica de dos miembros paralelos, cada uno quiástica- noticias sobre los últimos desarrollos que se habían producido en Co-
mente estructurado. La referencia a las actas de la colecta explica tam- rinto. Según los datos de Rom 15,19, Pablo, después de haber visitado
bién, con la mayor naturalidad, la reaparición en el v. 5 de la primera las comunidades fundadas durante el viaje anterior, se decidió a hacer
persona del plural («nosotros»), que no volverá a desaparecer hasta el una incursión misionera por la región occidental de Macedonia, que da
final del relato. Por otra parte, la circunstancia de que esta forma plu- al Adriático, y desde allí siguió viaje por toda la costa hasta llegar a
ral se reanude precisamente en Filipos, es decir, donde había terminado Acaya. El texto del v. 2 no habla de «Acaya», según la costumbre nor-
anteriormente (16,16), no da pie para deducir que en el v. 5 se vuelva a mal de Lucas, sino que trae la denominación más general «Grecia».
usar la misma fuente que quedó interrumpida en el cap. 16. Como tam-
poco se puede sacar la conclusión de que aquí vuelve a sonar la voz del 3. Probablemente llegó Pablo a principios de diciembre y se quedó
propio Lucas, que se había separado de Pablo en Filipos, para encon- allí todo el invierno. Durante estos tres meses, mientras se apaciguaba
trarse de nuevo con él en ese mismo lugar. En todo caso, no hay duda la situación de la comunidad de Corinto, escribió la carta a los Ro-
que el v. 4 pertenece a la tradición. manos. Su plan primitivo era coger el primer barco directo a Siria y Pa-
El primitivo relato del viaje, que parece no haber sufrido grandes lestina (cf. 18,18), a principios de temporada, es decir, hacia mediados
modificaciones a lo largo de 20,2b-6.14-16; 21,1-17, queda interrumpido de marzo. Esto le habría dado la posibilidad no sólo de pasar la Pascua
en dos ocasiones, primero por el episodio que tiene lugar en Tróade en Jerusalén, sino también de ir a Roma, y tal vez hasta de pasar a Es-
(20,7-13), y luego por el discurso de despedida en Mileto (20,17-38). paña (Rom 15,24) aquel mismo año. Pero se vio obligado a recortar ese
Además de estas dos interrupciones, hay que atribuir a la mano de plan, porque se enteró de que en aquel mismo barco que él pensaba to-
Lucas la introducción a todo el pasaje (v. 1) y la mención de Timoteo mar —seguramente un barco de peregrinos judíos que iban a Jerusalén
en la lista de nombres del v. 4; aparte de que da la impresión que esa a celebrar la Pascua— se había tramado una conspiración contra su
lista ha quedado reducida a los nombres de los delegados de sólo unas vida. Como lo más probable era que en cualquier otro barco que zar-
cuantas comunidades (Filipos y Corinto). pase de Corinto habría de correr el mismo peligro, se decidió a volver
por Macedonia, aunque tuviese que dar un rodeo. La vuelta, al menos
1. Pablo pone fin a su estancia en Efeso por decisión propia, y no en parte, la hizo por mar, bordeando la costa.
porque se vea obligado a ello como consecuencia del motín de los orfe- 4. Algunos de los recaudadores de la colecta, posiblemente Fortu-
bres. En el curso de una reunión comunitaria, convocada por él, se des- nato y Trófimo —es difícil que todos fueran juntos (cf. comentario a v.
398 20,7-12: Resurrección de Eutiquio 20,7-12: Resurrección de Eutiquio 399
5)—, zarparon de Corinto directamente a Tróade, para esperar allí a 9
U n joven, llamado Eutiquio, estaba sentado en el alféizar de
Pablo y a los demás, y probablemente también para informarse de los la ventana, m u e r t o de sueño. Mientras Pablo hablaba y hablaba
barcos que salían de allí y ver cuál era el que más les convenía. le iba e n t r a n d o cada vez más sueño, hasta que por fin, vencido
Como Lucas no habla en absoluto de la colecta, la impresión es que
por él, se cayó del tercer piso abajo. Lo levantaron ya cadáver.
todos los aquí mencionados habían sido colaboradores regulares de Pa-
blo durante la misión. Pero esto sólo es verdad en el caso de Timoteo "Entonces Pablo bajó, se echó sobre él, lo abrazó y dijo:
(recordemos que Lucas lo ha introducido en la lista por su propia — N o os alarméis, que ya respira.
11
cuenta). Aun suponiendo que los encargados de entregar el producto Volvió a subir, partió el pan y cenó. Y siguió conversando
de la colecta fueran miembros acreditados de las respectivas comuni- largo, hasta el amanecer. Por fin, se marchó.
12
dades y hubiesen colaborado con Pablo en sus territorios correspon- En cuanto al muchacho, lo trajeron vivo; y todos se sintie-
dientes, gozando de la confianza del apóstol, todavía queda por probar ron con gran alivio.
que iban a Jerusalén en calidad de delegados oficiales de sus comuni-
dades, para dar testimonio manifiesto de que existía realmente una 7-12 Lucas interrumpe el prosaico relato del viaje mediante la in-
Iglesia de los paganos y que estaba en comunión con la Iglesia madre, troducción de un episodio aislado, pero de carácter dramático. Su con-
residente en Jerusalén. En concreto, Aristarco de Tesalónica es cierta- tenido pone de manifiesto que no se trata de un puro cambio en el
mente el Aristarco de Macedonia mencionado en 19,29 y 27,2 como ritmo de la narración. En realidad, lo que hace este espisodio es pre-
uno de los colaboradores y acompañantes de Pablo. En cambio, Gayo sentarnos a Pablo en su función de dirigente de la comunidad y centro
de Derbe es probablemente distinto del Gayo de Macedonia, que apa- de cohesión de la vida cristiana. Con ello se revela un aspecto impor-
rece también en 19,29; la única coincidencia es el nombre, pero hay tante de la figura del apóstol, que hasta ahora había aparecido práctica-
que tener en cuenta que se trata de un nombre bastante corriente en mente limitada a su actividad como misionero. Parece que Lucas quiere
aquella época. A Fortunato se le menciona en Col 4,7; Ef 6,21; 2 Tim preparar con este episodio el próximo discurso en Mileto (20,17-38),
4,12; Tit 3,12, como enviado de Pablo para las comunidades de Asia donde este aspecto quedará ampliamente desarrollado.
Menor. Trófimo de Efeso volverá a aparecer en 21,29 como uno de los Estamos ante una leyenda de Pablo, que probablemente circulaba
acompañantes de Pablo (cf. además 2 Tim 4,20). con independencia de las demás, y que Lucas transmitió sin grandes
cambios redaccionales. Lo único que puede atribuirse al autor es la co-
5-6. Por el momento, la comitiva de viaje se divide en dos grupos.
nexión narrativa en el v. 7a y la continuidad de la primera persona del
Mientras el primero, que ha salido antes, espera en Tróade a que lle-
plural, que fluye a lo largo de toda la narración del viaje. Por su forma,
guen los demás, Pablo, en compañía del grupo más numeroso —englo-
este pasaje se distingue claramente de las leyendas de Pedro recogidas
bado en el «nosotros», que vuelve a emerger en el relato— atraviesa
en 9,32-43. En éstas, todo gira en torno al prodigio en sí; aquí, el prodi-
Macedonia y se queda en Filipos, su comunidad predilecta, para cele-
gio se cuenta con una absoluta frialdad y como de pasada. Con todo,
brar la fiesta de Pascua. «Los días de los ácimos» son los siete días que
hay que reconocer que los elementos corrientes del relato de milagro
preceden a la fiesta de Pascua (12,3), en los que todo judío estaba obli-
no están del todo ausentes; por ejemplo, el gesto del taumaturgo (v.
gado a guardar descanso. Pablo observaba con toda naturalidad esta
10) y la reacción de los espectadores (v. 12). Pero estos elementos es-
costumbre judía.
tán subordinados a la finalidad principal de la narración, que pretende
El cambio de planes aparece aquí con toda claridad (cf. v. 16). Pa- ilustrar la poderosa actuación de Pablo como jefe de la comunidad. El
sada la semana de fiesta, se reanuda el viaje, ahora por mar, hacia dinamismo y el señorío de su figura constituyen el auténtico tema de
Tróade. Anteriormente, con ocasión del primer viaje a Europa (16,11), esta narración.
la travesía en dirección contraria se había hecho en sólo dos días; pero
Algunos comentaristas (M. Dibelius, E. Haenchen, H. Conzelmann)
ahora, a causa del viento desfavorable, se necesitan cinco días.
han querido ver en el v. 11 una desafortunada interpolación de Lucas,
que perturba la fluidez del relato primitivo, en el que a la realización
del prodigio (v. 10) seguía inmediatamente su constatación por el pú-
4. Resurrección de Eutiquio (20,7-12) blico (v. 12). Pero ese relato tan «puro» no ha existido jamás. En reali-
dad, ya en la leyenda primitiva se ponía de relieve la imperturbable na-
7 t u r a l i d a d con la que P a b l o , i n m e d i a t a m e n t e después de h a b e r
E1 primer día de la semana nos reunimos a partir el pan. Pa- resucitado al muerto, continúa el acto litúrgico; ahí precisamente se
blo les estuvo hablando y, como iba a marcharse al día siguiente, manifiesta su dominio. La constatación del prodigio (v. 12) aparece
p r o l o n g ó su discurso hasta m e d i a n o c h e . 8 H a b í a l á m p a r a s en como puramente marginal.
abundancia en la sala donde estábamos reunidos. En cuanto al fondo histórico de la narración, no podemos hacer más
400 20,7-12: Resurrección de Eutiquio 20,13-16: De Tróade a Mileto 401

que conjeturas. La mención del nombre «Eutiquio» inclina a pensar en lacionadas con ciertos ritos obscenos antinaturales? Esto es tan
un suceso que le pasó realmente a un miembro de la comunidad improbable como la opinión de que, en realidad, se trataría de un sim-
—probablemente de Tróade— y que era bien conocido, hasta el punto bolismo de la luz, especialmente relacionado con la liturgia cristiana
de transmitirse su nombre. Posiblemente lo que en los principios de la primitiva.
tradición oral no era más que una reanimación se convirtió muy pronto
9. Mucho más normal es una explicación relacionada con lo que
en una verdadera resurrección.
viene después. La sala está tan repleta, que el joven Eutiquio no ha po-
7. Esta narración es uno de los documentos más antiguos donde dido conseguir más que un puesto en el alféizar de la ventana. Pero el
aparece el domingo como fiesta de los primeros cristianos. El «primer chico está muy cansado y, a pesar de la fuerte iluminación, sus es-
día de la semana» es el día siguiente al sábado (1 Cor 16,2; Did 14,1). fuerzos por mantenerse despierto resultan inútiles. Y como el discurso
Es «el día del Señor» (Ap 1,10; Did 14,1; cf. Ignacio, Magn. 9,1), el día de Pablo sigue y sigue, y no termina nunca, sucede el accidente. Euti-
en que el Señor resucitó, para reunir consigo a los suyos (Le 24,1.36; quio se queda dormido, pierde el equilibrio y se cae de la ventana al
Jn 20, 19.26). patio interior de la casa. Algunos de los presentes se precipitan a ver
La indicación de la hora no es del todo clara, porque según el cóm- qué ha pasado, pero sólo pueden constatar que el muchacho está
puto judío el día ya se cuenta a partir de la noche precedente. De ahí muerto.
la opinión de que tal vez haya que poner esa liturgia nocturna ya en la 10. El narrador no quiere decir que, mientras la gente lo da por
noche del sábado al domingo. Pero esto es poco probable, porque muerto, Pablo sabe que aún está vivo. Nada de eso. El narrador piensa
Lucas sigue, por lo general, el cómputo romano, en el que el día va de en una auténtica muerte y en una verdadera resurrección. La actuación
medianoche a medianoche (cf. 4,3; 23,31s); además, hay una carta del de Pablo se describe con muy pocas palabras. El revuelo de la gente le
procónsul Plinio al emperador Trajano, escrita en el año 112, en la que hace interrumpir su discurso; baja a toda prisa y, antes de que nadie se
se menciona la costumbre cristiana de celebrar sus comidas litúrgicas lo pida o empiece a lamentarse, se hace cargo de la situación. Se echa
el domingo por la tarde (Plinio, Epist. X 96). sobre el cadáver y lo abraza; gestos todos que recuerdan las resurrec-
La parte más importante de la celebración, el «partir el pan», da el ciones realizadas por Elias (1 Re 17,21) y por Elíseo (2 Re 4,34). Sus
nombre a toda la acción litúrgica (cf. 2,42.46). También la expresión palabras no pasan de ser una lacónica indicación del prodigio realizado.
«reunirse» es un término técnico para significar la celebración de la li- En un tono que no admite réplica, da por concluido el incidente. No
turgia (4,31; Mt 18,20; 1 Cor 5,4; Did 16,2; 1 Clem 34,7). Empezaba hay por qué alarmarse; el muchacho está vivo.
ésta con la proclamación de la palabra, y luego, por medio de algunas
fórmulas fijas, se pasaba a la auténtica celebración de la cena (1 Cor 11. Y como si allí no hubiera pasado nada, continúa la liturgia y a
16,20-23). En el caso presente, hay que suponer que se siguió el orden aquellas horas de la noche celebra con la comunidad la cena del Señor.
establecido desde un principio en las comunidades paulinas, y que apa- Y aún tiene energías suficientes. Después de terminar la celebración li-
rece en 1 Cor 11,23, en el que la comida real aún no estaba separada túrgica, ni siquiera piensa en dormir, sino que sigue predicando hasta el
de la comida y bebida propiamente sacramental. Por tanto, podemos amanecer. Sus responsabilidades con respecto a la comunidad le llevan
imaginarnos la situación, más o menos, así: La comunidad se ha reu- a aprovechar al máximo las últimas horas que le quedan antes de mar-
nido para la celebración litúrgica normal del domingo por la tarde; Pa- charse.
blo, obsesionado por la idea de que tiene que marcharse a la mañana 12. Sólo entonces, cuando la figura dominante de Pablo ha desapa-
siguiente, prolonga de manera insólita la proclamación de la palabra, recido, la narración vuelve a ocuparse del acontecimiento prodigioso,
de modo que la cena no puede empezar hasta pasada la medianoche. en una breve frase, que suena a suplementaria. La gente se cerciora de
Por tanto, no es extraño que los participantes, después de todo un día que Eutiquio está realmente vivo y lo llevan a casa. La comunidad ex-
de trabajo, estén hambrientos y muertos de cansancio. • perimenta un gran alivio. Todos sus temores y preocupaciones se han
8. El lugar de la celebración era una casa privada, porque se cena- mostrado realmente infundados.
ba a la mesa y, por tanto, en las casas particulares (cf. 2,42.46).
Además, en aquella época, los cristianos no disponían aún de sus pro-
pios lugares de reunión para celebrar su liturgia. El hecho de que la 5. De Tróade a Mileto (20,13-16)
«sala» estuviera en el tercer piso —según nuestro modo de contar, en el
segundo— lleva a concluir que se trata de una casa grande, alquilada 13
para estas ocasiones. No se sabe a qué viene la mención de las lám- Nosotros nos embarcamos con antelación y zarpamos rumbo
paras. ¿Tal vez para deshacer las sospechas de los paganos, que pensa- a Aso, donde teníamos que recoger a Pablo, pues él había dis-
ban que las reuniones cristianas se tenían en la oscuridad y estaban re- puesto hacer el viaje por tierra.
402 20,17-38: Despedida de Pablo en Mileto 20,17-38: Despedida de Pablo en Mileto 403
I4
Cuando se encontró con nosotros en Aso, lo tomamos a dios que a griegos a convertirse a Dios y a creer en nuestro Se-
bordo con nosotros y pusimos rumbo a Mitilene. 15 Zarpamos de ñor Jesús.
allí y al día siguiente llegamos a la altura de Quíos. Al otro, cos- 22
Ahora me dirijo a Jerusalén, encadenado por el Espíritu,
teamos en dirección a Samos y un día después llegamos a Mileto. sin saber lo que allí me espera. 23Sólo sé que el Espíritu Santo,
16
Pablo había decidido no hacer escala en Efeso, para no per- de ciudad en ciudad, me asegura que me aguardan cadenas y lu-
der tiempo en Asia. Iba con prisa, a ver si lograba estar en Jeru- chas. 24 Pero la vida para mí no cuenta, con tal de completar mi
salén para el día de Pentecostés. carrera y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser tes-
tigo del evangelio de la gracia de Dios.
25
13-16. La narración vuelve a recoger el hilo del relato del viaje (cf. Y ahora mirad, yo sé que ninguno de vosotros, entre
comentario a los vv. 1-6). Pablo se separa de sus compañeros. Mientras quienes he predicado el Reino, volverá a ver mi rostro. 2<sPor
ellos, por barco, van bordeando el cabo Lectón, Pablo decide ir a pie, eso, declaro hoy que no soy responsable de la sangre de nadie,
por un camino más corto, para embarcar en el puerto de Aso, situado 27
porque no me he retraído de anunciaros enteramente la volun-
en la costa meridional de la península de Tróade. El relato no men-
ciona ningún motivo para este viaje por tierra. Tal vez quisiera evitar tad de Dios.
28
esta travesía, especialmente peligrosa por los fuertes vientos que sopla- Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño en el que el
ban del nordeste. Espíritu Santo os ha constituido supervisores para apacentar la
La próxima escala es Mitilene, situada en la costa oriental de la isla Iglesia de Dios, que él se adquirió con su propia sangre. 29 Ya sé
de Lesbos. Y de allí directamente, en tres días de navegación, llegan a que cuando yo me vaya se meterán entre vosotros lobos feroces
Mileto. En estas aguas costeras tan peligrosas, probablemente se nave- que no perdonarán al rebaño, 30 e incluso de entre vosotros
gaba sólo de día; cuando empezaba a anochecer, se fondeaba el barco. mismos saldrán algunos que corromperán la doctrina, arrastrando
Se van reseñando con meticulosa precisión los lugares escogidos para en pos de sí a los discípulos. 31 Por eso, estad alerta. Recordad
pernoctar. La primera noche la pasan a la altura de la isla de Quíos, la que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de acon-
segunda junto a Samos. sejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. 32 Ahora
Se da particular énfasis a la circunstancia de que este viaje no va a os dejo en manos de Dios y de la palabra de su gracia, que tiene
tocar en Efeso, durante tantos años centro de la actividad misionera de poder para construir y dar la herencia a todos los consagrados.
Pablo. El apóstol había elegido con toda intención este barco, que no 33
No he deseado dinero, oro ni ropa de nadie. 34Sabéis por
iba a hacer escala allí, porque tenía prisa. Además había suficientes
motivos para suponer que una nueva visita a Efeso no se podría limitar, experiencia que estas manos han ganado lo necesario para mí y
sin más, a un par de días. Esta explicación parece bien plausible. Mu- mis compañeros. 35 En todo os he hecho ver que hay que trabajar
cho más que la opinión, basada en 2 Cor 1,8-10, de que Pablo no se así para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras
arriesgó a visitar otra vez Efeso por razones de seguridad'personal. En del Señor Jesús: «Hay más dicha en dar que en recibir.»
36
realidad, el pasaje citado de 2 Cor no ofrece la más mínima base para Cuando terminó de hablar, se puso de rodillas con todos y
esta hipótesis. *• rezó. 37 Todos rompieron a llorar, se echaron al cuello de Pablo y
no cesaban de besarlo. 38 Lo que más pena les daba era lo que
había dicho de que no volverían a verlo. Luego, lo acompañaron
hasta el barco.
6. Despedida de Pablo en Mileto (20,17-38)
17-38. Lucas vuelve a interrumpir el relato del viaje, para hacer
17 una pausa. Pero ahora se trata de una interrupción importante, que
Desde Mileto mandó recado a Efeso y llamó a los ancianos marca un momento decisivo, desde el punto de vista histórico. Pablo
de la comunidad. 18 Cuando se presentaron, les dijo: abandona definitivamente el mar Egeo; su infatigable actividad misio-
—Sabéis cómo me he p o r t a d o entre vosotros todo este nera ha terminado. Esta situación tan singular incide profundamente
tiempo, desde el día en que por primera vez puse pie en Asia. sobre el discurso de Mileto y le confiere un puesto especial dentro de
19
He servido al Señor con toda humildad, entre las lágrimas y los discursos de Pablo en el libro de los Hechos. Es el único discurso
pruebas que me han procurado las maquinaciones de los judíos. dirigido a un auditorio cristiano; y es también el único que no responde
Sabéis que en nada que fuera útil me he retraído de predicaros a una situación determinada, más o menos típica —como es el caso de
y enseñaros en público y en las casas, 21 instando lo mismo a ju- los demás discursos—, sino que traza una síntesis de presente, pasado y
404 20,17-38: Despedida de Pablo en Mileto 20,17-38: Despedida de Pablo en Mileto 405

futuro, que trasciende cualquier situación concreta. Y finalmente, es el a) El lenguaje y el estilo son absolutamente lucanos.
único discurso cuyo tema es la propia personalidad de Pablo y su actua- b) La situación eclesial que se refleja en el discurso corresponde a
ción en general. una época posterior a Pablo. Se presupone la institución colegial de las
La cuestión sobre el trasfondo histórico del discurso no es de fácil corporaciones de ancianos (v. 17) que, en aquella época, aún no se ha-
respuesta. Ciertamente Lucas se toma grandes libertades en su presen- bían implantado en las comunidades paulinas (cf. el comentario a
tación de acontecimientos y situaciones, pero no se puede decir que in- v. 28).
vente nada por su cuenta. Por eso, no se puede rechazar, sin más, la
posibilidad de que ya el mismo relato del viaje diese alguna indicación c) La perspectiva en la que se nos presenta la figura de Pablo per-
sobre un encuentro de Pablo con los responsables de la comunidad de tenece igualmente a una época más tardía. Cierto que en sus cartas el
Efeso, y que Lucas hubiera aprovechado este dato para montar sobre él apóstol se pone muchas veces como modelo de los cristianos en su com-
su propia composición de la escena. Caso de que todo hubiera sido portamiento moral, y les invita a imitarle (1 Cor 4,16; 11,ls; Gal 4,12;
pura invención de Lucas, ¿por qué no habría podido tomarse también Flp 3,17). Pero aquí se trata de algo más; se trata del carácter impe-
la libertad de inventarse un marco —y bien adecuado, por cierto— para rioso de la herencia paulina, que compromete obligatoriamente a las fu-
el discurso, como hubiera podido ser una escala de Pablo en Efeso, du- turas generaciones. Pablo aparece en la luz transfigurada de un pasado,
rante su viaje de vuelta (cf. v. 16)? Pero siempre hay una dificultad, hacia el que una Iglesia que vive circunstancias bien distintas vuelve
que consiste en cómo compaginar lo que dice el v. 17, que implica una continuamente su mirada (vv. 29s), con el fin de encontrar en él la ins-
pérdida de tiempo, y las prisas que apremian a Pablo, según el v. 16. piración que oriente sus nuevos caminos. Pablo es el pastor y el jefe
En cualquier caso, no se puede excluir la posibilidad de que Pablo se ideal, que en su vida de servicio ha trazado una norma que necesaria-
quedara unos cuantos días en Mileto, esperando la salida del próximo mente habrán de seguir los futuros ministros de la comunidad.
barco en dirección a Siria, y que hubiera aprovechado esta estancia for- La temática general del discurso y la reelaboración de muchos de
zosa para ponerse en contacto con los responsables de la comunidad de sus elementos indican claramente que se trata de un «discurso de des-
Efeso. pedida». Tanto en el Antiguo Testamento como en el judaismo posbí-
Por lo que se refiere al discurso, se puede decir que es, con mucho, blico encontramos una serie de alocuciones en las que los grandes ele-
el más paulino de todos los que Pablo pronuncia en la obra de Lucas. gidos de Dios, ante la proximidad de su muerte, hacen balance de su
Vamos a reseñar algunos de los paulinismos más destacados. Pablo cali- vida, en presencia de sus discípulos y sucesores, y obligan a éstos a con-
fica su ministerio como un «servir al Señor» (v. 19; cf. Rom 7,6; 12,11; servar la herencia que les dejan. Por ejemplo, todo el libro del Deute-
14,18; Flp 2,22); se siente llamado a dar testimonio lo mismo a judíos ronomio se considera como el gran discurso de despedida de Moisés
que a griegos (v. 21; cf. Rom 1,16; 10,12. 1 Cor 1,24; 10,32; 12,13. Gal (cf. además Gn 47,29-49,33; Jos 23,1-24,30; 1 Sm 12,1-25; Tob 14,3-11;
3,28); el contenido de este testimonio es el «Evangelio», la Buena Noti- 1 Mac 2,49-70; Jub 20,1-10; 21,1-25; 22,7-30; 4 Esd 13; ApBar [sir] 31-
cia (v. 24; cf. Rom 1,1; 15,16; 2 Cor 11,7), por medio de la cual, la 34). Como típicos de este género literario aparecen los motivos si-
«gracia de Dios» se apodera del hombre (Rom 5,2.15; 1 Cor 1,4; 3,10, guientes: constatación de la proximidad de la muerte, congregación del
etc.), aunque hay que tener en cuenta que la expresión «evangelio de auditorio, exhortación, mirada profética hacia el futuro, autojustifica-
la gracia de Dios» no aparece en las cartas paulinas; Pablo «aconseja» a ción del moribundo, muerte o desaparición. La situación ambiental en
los fieles (v. 31; el verbo nouthetéo se encuentra, en el Nuevo Testa- la que se desarrolla este género de discursos es la orientación histórica
mento, solamente en las cartas de Pablo, p. ej. Rom 15,14; 1 Cor 4,14; que toma una institución o un grupo humano, en virtud del recuerdo de
1 Tes 5,12.14); el punto central de sus afirmaciones cristológicas es la la herencia que se les ha confiado. El interés se centra no tanto en el
redención por medio de la «sangre», es decir, la muerte expiatoria de destino concreto de esa figura central del pasado, sino en la actuación
Jesús (v. 28; cf. Rom 3,25), que apenas aparece en Lucas. histórica ulterior que nacerá como fruto de esa personalidad. La gene-
ración siguiente sólo llegará a comprender su propia situación si logra
Sin embargo, todo este cúmulo de resonancias paulinas no consti- hacerse una idea clara de los condicionamientos que le imponen la he-
tuye una base suficiente para atribuir el discurso directamente a Pablo, rencia que ha recibido del pasado y los elementos de esa herencia que
ni hace verosímil la idea de que Lucas haya usado las cartas del apóstol podrá conservar en el futuro. De aquí resulta claro que los discursos de
para su composición. Todos estos paulinismos no son más que indicios despedida son de importancia primaria en una situación en la que re-
de que Lucas tuvo acceso a tradiciones que aún se conservaban vivas en sulta problemática la continuidad histórica. Y éste fue el caso del cris-
las comunidades fundadas por Pablo, y en las que habían cobrado tianismo, al pasar de la segunda a la tercera generación. Por eso, el
forma los recuerdos de la predicación y de la actividad del apóstol. En Nuevo Testamento contiene una serie de discursos de este tipo, que
general, se puede decir que el discurso se presenta como una composi- pertenecen todos precisamente a esta época. Además de los discursos
ción del propio Lucas. Y esto por varios motivos: de despedida de Jesús (Le 22,14-38; Jn 13-17), encontramos también el
406 20,17-38: Despedida de Pablo en Mileto 20,17-38: Despedida de Pablo en Mileto 407

de Pedro (2 Pe) y, sobre todo, el de Pablo. Igualmente la segunda carta 20. Después de haber descrito la imagen externa y el campo de ac-
a Timoteo se presenta como una despedida del apóstol de los paganos. ción de su ministerio, pasa a exponer el contenido central de su actua-
Esta carta, y las Pastorales en general, constituyen, dentro del Nuevo ción, que ha consistido en «dar testimonio» de la palabra. Tanto en su
Testamento, la analogía más próxima al discurso de Mileto. predicación pública, en su calidad de misionero (cf. 19,9), como en su
La estructura del discurso es relativamente fluida. Los elementos instrucción privada «en las casas», durante las celebraciones litúrgicas
fundamentales, que atraviesan toda la composición en intercambio con- comunitarias, Pablo no ha sustraído una sola palabra al contenido del
tinuo, son: retrosprección y perspectivas —con referencia, unas veces, a mensaje salvífico (cf. v. 27). Su predicación ha propuesto siempre la
Pablo y otras, a los representantes de la comunidad—, consolación y pura y simple totalidad del evangelio.
advertencias. En líneas generales, se podría distinguir entre una parte Esta frase de Lucas encierra probablemente un ataque contra ciertos
preponderantemente personal (vv. 18-27) y otra de carácter más bien grupos gnósticos contemporáneos, que sostenían que Pablo les había
parenético (vv. 28-35). Pero en ambas partes la sucesión de temas traza enseñado a ellos una serie de doctrinas esotéricas que no había comuni-
un llamativo paralelismo: servicio a la comunidad (vv. 18s = v. 28), tes- cado a la gran masa de los convertidos al cristianismo (cf. Col 1,28; 1
timonio de la palabra (vv. 20s =vv. 29-31), incertidumbre del futuro Jn 2,20). Contra esta presunción, Lucas afirma tajantemente que la
(vv. 22-25 =v. 32). doctrina que se ha ido transmitiendo en la Iglesia, en continua referen-
cia a los grandes testigos del principio, contiene toda, absolutamente
17. Mileto, situada frente a la desembocadura del río Meandro, en
toda, la verdad cristiana. En el futuro habrá que atenerse a este men-
la costa sur de una ensenada que, en la Antigüedad, entraba profunda-
saje, y sólo a éste.
mente hacia el interior, pero en la actualidad víctima de progresivas se-
dimentaciones, era una de las ciudades griegas de la costa occidental de 21. El contenido de esta doctrina no se desarrolla aquí detallada-
Asia Menor que gozaba de más ricas tradiciones. Testimonio de su mente; basta una referencia a los discursos, ya conocidos del lector,
magnificencia son, todavía hoy, los imponentes cimientos de su antiguo pronunciados ante auditorio judío (p. ej. 2,14-36; 13,16-41) o dirigidos
teatro. La distancia por carretera entre Efeso y Mileto es de unos se- a paganos (14,15-17; 17,22-31). El contenido unitario del kerigma pre-
senta kilómetros. Por tanto, suponiendo que los datos sean histó- dicado a cada uno de estos dos grupos se expresa por medio de la fi-
ricos, Pablo habría tenido que esperar unos cinco días hasta que llega- gura literaria del entrecruzamiento de elementos, o «quiasmo». La ca-
ran los ancianos de Efeso. El marco narrativo del discurso habla de racterística del mensaje a los judíos es «la fe en el Señor Jesús»,
«ancianos», pero en el texto mismo de la alocución se les llama «super- mientras que a los paganos se les predica «la conversión a Dios».
visores» (episkopoi: v. 28). Esta doble denominación indica cómo esta- 22. Ahora Pablo se centra en su propio futuro, mediante una ve-
ban organizadas las comunidades de Asia en tiempos de Lucas. En lada predicción de los sufrimientos que le esperan (vv. 22-25). Esta es-
aquella época se habían fusionado dos tipos de organización: la corpo- pecie de profecía desempeña la función de anuncio de la proximidad de
ración de supervisores, de origen paulino (Flp 1,1), y el consejo de an- la muerte, uno de los elementos constitutivos del género literario «dis-
cianos, de origen palestino y, en un principio, ajeno a las comunidades curso de despedida» (p. ej. Gn 47,29; 1 Re 2,1; 1 Mac 2,49; TestXII
fundadas por Pablo (cf. el comentario a 14,23; 15,6). Este mismo desa- Jud 1,1; TestXII Jos 1,1). Desde luego que Pablo no puede predecir su
rrollo ulterior aparece también en 1 Tim 3,1-7; Tit 1,5-9. futuro —ni, por tanto, disponer de él— en sus detalles concretos; lo
18-19. Pablo comienza la primera parte de su discurso con una mi- que le espera está totalmente en manos del Espíritu, que lo lleva a Je-
rada retrospectiva sobre su actividad personal en Asia, es decir, en rusalén como su prisionero. Pablo se ve a sí mismo encadenado por el
Efeso y alrededores. Ya aquí empiezan a mezclarse elementos perso- Espíritu, sin poder ni querer eludir el destino que Dios mismo le ha de-
nales y parenéticos. Pablo, al despedirse de aquella su Iglesia, represen- parado (cf. el comentario a 19,21). Positivamente, esto significa que su
tada por el grupo de ancianos, y dejarle como legado la imagen de su camino ulterior está radicalmente sometido a la manifestación de la
propio ministerio, instituye una norma a la que tendrá que adaptarse en iniciativa del Espíritu (cf. Le 2,25.27).
el futuro todo aquel que sea responsable de un «servicio» al «Señor», 23. El Espíritu le ha anunciado ya una cosa: que en Jerusalén le
es decir, a Jesús, como Señor de la Iglesia. Pablo ha servido al Señor, aguardan persecuciones y agobios. Al mencionar aquí esta premoni-
en la medida en que se ha dedicado a servir a la comunidad por medio
ción, Lucas está aludiendo, ya por anticipado, a las tradiciones que va a
de una actividad sin tregua y una dedicación absoluta (cf. 2 Cor 4,5ss).
Esto se ha manifestado de manera especial en su «humildad», es decir, reproducir más adelante en 21,4.11.
en su renuncia a toda ambición de poder, en sus «lágrimas», es decir, 24. Esta frase no se puede interpretar más que como un anuncio
en el empeño con que se ha preocupado de cada uno en particular (cf. de la muerte de Pablo, que ya se avecina. La perífrasis «completar la
2 Cor 2,4), y en su disponibilidad para cargar con la persecución (cf. 2 carrera» (cf. 13,25; 2 Tim 4,7) es una clara alusión a la muerte. Pablo
Cor 4,8ss; ll,23ss). entrega su vida de buena gana, con tal de completar su carrera y llevar
408 20,17-38: Despedida de Pablo en Mileto 20,17-38: Despedida de Pablo en Mileto 409
a cumplimiento el servicio que se le ha encomendado. Y lo hace así, sino «supervisores». Lucas escoge en este momento la palabra epis-
porque está convencido de que el depositario de una misión tan espe- kopos, cuya traducción como «supervisores» se queda corta, y que ha
cial de servicio (diakonia; cf. 1,17), confiada por el mismo Jesús, tiene dado origen a la palabra española «obispo». La razón de haber elegido
que estar dispuesto a comprometerse hasta el fondo y ante todo el esta palabra es doble: en primer lugar, su deseo de atribuir a Pablo la
mundo con la dolorosa existencia del testigo marcado por el sufrimiento combinación de dos modalidades de un mismo ministerio eclesial
(9,16), a ejemplo de Jesús. —cosa ya admitida en la situación de la Iglesia que vive Lucas— y que
25. Con una tonalidad más intensa vuelve a resonar el tema de la son, por una parte, el cargo de ancianos, enraizado en el judaismo y,
muerte en estas palabras del apóstol, que presentan su despedida como por otra, el oficio de supervisores, proveniente del mundo helenístico.
un adiós definitivo. Ahora el auditorio se ensancha; Pablo ya no se di- La segunda razón consiste en la capacidad intrínseca que posee el
rige únicamente a los responsables de la Iglesia de Efeso, sino a todas concepto de «supervisores» —mucho mayor que la denominación «an-
las comunidades fundadas por él. Ninguno de estos discípulos volverá a cianos»— para describir teológicamente la naturaleza y los objetivos del
verle. Con esta formulación, Lucas «pone, en cierto modo, sobre la ca- ministerio de dirección de una comunidad. Para fundamentar su elec-
beza de Pablo la corona del martirio» (M. Dibelius). Al mismo tiempo, ción, Lucas podría remontarse a una tradición que interpretaba desde
esta afirmación excluye categóricamente la posibilidad de que Lucas una ideología bíblica el concepto de episkopos, procedente del lenguaje
haya tenido conocimiento de una posterior actividad de Pablo en administrativo helenístico, relacionándolo con la imagen veterotesta-
Oriente, después de su cautividad en Roma. El martirio de Pablo signi- mentaria (Zac 11,16; 10,3; Ez 34,lis) del pastor que guía su rebaño (1
fica para la comunidad el sello que certifica definitivamente que el Pe 2,25; 5,2; cf. Ef 4,11). Una analogía con este proceso de interpreta-
apóstol ha cumplido su misión de «servicio» (cf. Ef 4,1; Flm 9). ción se encuentra en la secta de los esenios, que también relacionaba el
oficio de su «supervisor» (nfbaqqér) con la imagen de la vida pastoril
26. Este solemne testimonio que Pablo da de su inocencia hace de (CD XIII 7ss). Ahora bien, es muy importante constatar que, en el
bisagra entre la parte personal y la parte parenética de su discurso; en Nuevo Testamento, la imagen del pastor tiene casi siempre una conno-
realidad, es el centro de toda la alocución. Pablo subraya con toda tación cristológica. Y se puede decir que, en nuestro pasaje, también
energía que ha llevado a cabo su ministerio de manera irreprochable y está presente esa connotación, aunque de manera indirecta. En reali-
en absoluta conformidad con el encargo recibido. Este tipo de autojus- dad, Jesucristo es el verdadero Pastor (1 Pe 2,25), cuyo oficio consiste
tificación es uno de los elementos más frecuentes en los discursos de en reunir y guardar las ovejas dispersas (cf. Me 14,27p; Mt 10,6; 15,24;
despedida (1 Sm 12,2-5; 1 Cr 29,2-5.17; Jub 21,2s, etc). «Responsabili- Le 19,10; Jn 10,lis; 21,15ss). El transfiere a los pastores el cuidado de
dad de sangre» no significa aquí culpabilidad por la destrucción de una la Iglesia, que él se adquirió con su sangre y que, por eso, es y será
vida corporal, sino responsabilidad por la condenación eterna de una siempre posesión suya; y cuando vuelva, pedirá cuentas a esos pastores
persona. Si un miembro de la comunidad cristiana no alcanza la salva- del servicio cumplido (Le 12,41-48). Por tanto, según la concepción de
ción y cae en la perdición, nadie podrá imputárselo a Pablo (cf. 18,6). Lucas, el ministerio de dirección de la comunidad pertenece a la esen-
cia de la Iglesia y extrema la inalterable continuidad que determina su
27. La frase siguiente alega un fundamento más preciso de la afir-
vida ulterior en el curso de la historia.
mación anterior, repitiendo el v. 20 con ligeras variaciones. Pablo ha
predicado la voluntad de Dios por entero, sin cercenarla ni desfigu- A este punto es necesario hacer una precisión importante. Siempre
rarla; no ha omitido absolutamente nada que fuera necesario para la se ha atribuido a Lucas la idea de que esta continuidad depende del he-
salvación de sus oyentes (v. 20). Pablo ha realizado de manera intacha- cho de que el ministerio, que procede de Jesús y de los apóstoles, se ha
ble su misión de testigo, llamado a transmitir a la Iglesia el evangelio transmitido en la Iglesia a través de una sucesión de ministros histórica-
que funda su existencia y alienta su vida. Si, a pesar de todo, hay al- mente verificable. Sin embargo, hay una serie de razones que contradi-
guno que se pierda, la culpa la tendrán los falsos maestros, falsifica- cen esta imagen de Lucas como abanderado del principio de la «suce-
dores y detractores de la verdad, que surgirán cuando él haya desapare- sión apostólica»:
cido (vv. 29s). Las palabras de Pablo comprometen ya desde ahora,
aunque indirectamente, a los encargados de la comunidad. Ahora que a) El ministerio de Pablo como «testigo» directamente acreditado
Pablo se va, les toca a ellos cargar con la responsabilidad de que en el por el mismo Jesús en persona está limitado, igual que el ministerio de
futuro se siga predicando en la Iglesia la Buena Noticia en su totalidad. los «Doce», a la época de los comienzos de la Iglesia y se extingue con
la muerte de su portador. Lucas no da la menor indicación sobre la po-
28. En la parte parenética se aborda directamente la cuestión de la sibilidad de que ese ministerio sea transmisible. El mismo discurso de
continuidad de la Iglesia, que es el tema dominante de todo el discurso. Mileto no dice más que los ancianos van a desempeñar una función
Los portadores de esa línea continua son los hombres puestos al frente parcial, que Pablo había percibido como inherente a su propia misión,
de la comunidad. Aquí no se les llama «ancianos», como en el v. 17, y que consiste en la dirección de la comunidad.
410 20,17-38: Despedida de Pablo en Mileto 20,17-38: Despedida de Pablo en Mileto 411

b) Es imposible interpretar el v. 28 como una transmisión del mi- fuera, calificados, en continuidad con la imagen pastoril del v. 28, como
nisterio. Cierto que Lucas sabe que la constitución de ancianos en las «lobos feroces» (Mt 7,6; Le 10,3; Jn 10,12).
diversas comunidades fue obra de Pablo (cf. el comentario a 14,23), 30. Pero, por otra parte, también surgirán embaucadores de entre
pero esta idea no tiene la menor relevancia en ese pasaje. Lucas no las mismas filas de la comunidad. Y éstos serán incluso más peligrosos,
considera el ministerio de los dirigentes comunitarios como directa- porque con su pretensión de presentar el mensaje cristiano con mejor
mente derivado del ministerio de Pablo, sino que insiste en el carácter conocimiento y con mayor eficacia que la predicación habitual lograrán
de vocación, es decir, en su relación directa con el Señor glorificado; persuadir a muchos cristianos desprevenidos para que se hagan secuaces
Jesús mismo, «por medio del Espíritu Santo, los ha constituido supervi- de sus ideas, y así los llevarán a la defección. Lucas alude una vez más,
sores». como ya lo había hecho en los vv. 20 y 26, a la seria amenaza que
c) No hay instrucciones concretas sobre la transmisión del ministe- supone el gnosticismo.
rio, como cabría esperar en una perspectiva que implicase el principio
31. Los dirigentes de la comunidad pueden afrontar esa amenaza
de sucesión.
únicamente con una actitud de vigilancia. A ejemplo de Pablo (v. 19),
d) Además, no hay ningún principio que pueda servir de base a tienen que dedicarse a atender con extrema solicitud a cada uno de los
una diferenciación entre los diversos ministros. Eso se encuentra, por extraviados y a los que corren peligro de serlo, para reintegrarlos al ca-
primera vez en el Nuevo Testamento, sólo en 1 Tim 5,17. Lucas parece mino de la verdad.
suponer que en cada comunidad existe una corporación de ancianos,
que ejerce una función común, sin especificaciones individuales. Tam- 32. Lo mismo que el propio destino ulterior de Pablo (vv. 22-25),
bién esta realidad se opone a la idea de sucesión. también el futuro de los ancianos y el de la misma Iglesia, representada
Los ancianos son pastores de «la Iglesia de Dios». Su servicio no por ellos, está sometido a la actuación trascendente del Espíritu. Pablo
queda limitado a la comunidad local, sino que, como lo indica la fór- deja a la comunidad en manos «del Señor y de la palabra de su gracia»
mula tradicional «Iglesia de Dios» (1 Cor 1,2; 10,32; 15,9; Gal 1,13, et- (cf. 14,23); así se pone en primer plano lo que realmente crea la conti-
cétera), está en relación con la actuación universal de Dios, que reúne nuidad de la Iglesia. En la concepción de Lucas, no es el ministerio —a
a la comunidad salvífica, su pueblo auténtico y definitivo, sin limitación pesar del profundo significado que él le atribuye— el que garantiza la
de fronteras. eficacia del Espíritu; más bien, el ministerio está subordinado a la po-
La frase relativa que viene a continuación plantea dificultades insu- derosa actuación del Espíritu, que se hace presente en la palabra. Sólo
perables. La afirmación de los patripasianos de que fue Dios mismo el la palabra de Dios tiene poder para «construir» la Iglesia y abrir a los
que sufrió la muerte redentora queda totalmente descartada, incluso en creyentes la puerta de la salvación futura. En estas expresiones resuena
esta primera época. Igualmente, es poco probable la opinión que pro- con toda claridad la espléndida imagen, tan frecuente en el Nuevo Tes-
pone traducir la frase de la manera siguiente: «con la sangre de su pro- tamento, de la Iglesia como definitivo templo de Dios (1 Cor 3,9-
pio (Hijo)», de su unigénito. En realidad, el Nuevo Testamento no 14.16s; Ef 4,12, etc.). El ministerio es, por tanto, un instrumento al
ofrece ningún paralelo en el que la expresión «el propio» se refiera al servicio de la palabra. Igualmente queda de manifiesto que Lucas no
Hijo. Lo más probable es que Lucas haya yuxtapuesto dos fórmulas identifica la palabra con un determinado depósito de tradición inaltera-
tradicionales, sin señalar Ja diversidad de sujetos en una y otra. La pri- ble, transmitido a los ministros por los primeros testigos. La palabra se
mera fórmula sería «la Iglesia de Dios», y la otra consistiría en una in- manifiesta en la tradición, pero no queda absorbida por ella. Pablo, al
terpretación del sacrificio expiatorio de Jesús, en la que se decía que despedirse de los ancianos, no les transmite la palabra como si fuera un
Cristo había redimido a los suyos «con su propia sangre» (cf. 1 Pe 1,19; depósito de doctrina fijo e inmutable, sino que más bien les somete a la
Ef 1,7; Ap 1,5). En cualquier caso, se trata de fórmulas tomadas de la palabra, como fuerza de Dios que actúa salvíficamente en la historia.
tradición, porque cuando Lucas formula por su cuenta evita mencionar (Para una visión distinta, cf. 1 Tim 6,20; 2 Tim 1,12.14.) La energía
el carácter expiatorio de la muerte de Jesús. Con todo, el v. 28 de- con que Lucas subraya esta realidad prueba su condición de teólogo de
muestra que Lucas presupone, en mayor o menor grado, la muerte ex- la palabra.
piatoria, aunque esta idea no desempeñe un papel central en su propia 33-34. La última parte del discurso desarrolla con amplitud inusi-
concepción teológica. tada la cuestión del sustento de los ministros de la comunidad. De
29. Ahora el locutor dirige su atención hacia el futuro, presen- nuevo aparecen fusionados en la expresión lo personal y lo parenético.
tando los peligros inminentes que amenazan a la comunidad por parte Pablo ha renunciado a depender de la comunidad para su propio sus-
de falsos maestros. Es un deber de los ministros responsables conjurar tento; con ello ha dado a los ministros un ejemplo de desinterés, que
esos peligros, mediante el testimonio de la palabra. La amenaza va a ellos tienen que imitar necesariamente en su propio comportamiento.
venir de un doble frente. Por una parte, habrá falsarios que vengan de No hay duda de que esta renuncia será una de las características más
412 20,17-38: Despedida de Pablo en Mileto 21,1-14: De Mileto a Cesárea 413

importantes para evidenciar la distinción entre los auténticos ministros daciones de Jesús sobre la esplendidez a la hora de dar limosna (Le
de la comunidad y los falsarios que se introduzcan en ella desde fuera 6,38; 10,30-37).
(cf. 1 Tes 2,3s), o que broten de su mismo seno (Gal 4,17; 2 Cor 11,8s; 36. Al componer la escena de la despedida, Lucas se ha dejado
12,13; 2 Tim 3,2.6-9; Tit 1,11; 2 Pe 2,3; Did ll,5s.9.12), caracterizados llevar de su predilección por las situaciones emotivas (cf. 9,39; 12,13ss;
todos ellos por una codicia que no busca más que el propio interés. 21,13s). Terminado el discurso, Pablo se pone de rodillas, los ancianos
Pablo muestra a su auditorio sus manos encallecidas, como testimo- se arrodillan con él y todos rezan en común. El gesto de arrodillarse
nio fehaciente de que, durante su actividad entre las diversas comuni- para orar (cf. Ef 3,14) es una costumbre que los cristianos provenientes
dades, ha trabajado con sus propias manos (cf. el comentario a 18,3), del paganismo tomaron de la práctica judía (1 Re 8,54; Esd 9,5; Dn
no sólo para ganarse su manutención personal, sino también para pro- 6,11).
veer a las necesidades de sus colaboradores. No se puede negar que
esta presentación de Lucas simplifica notablemente la realidad histó- 37-38. Terminada la oración, las emociones se desatan y todos,
rica. Cierto que Pablo, en algunas ocasiones, especialmente cuando ha- tanto los ancianos como el mismo Pablo, son presa del dolor de la des-
bía peligro de que su actitud se interpretara equivocadamente, renunció pedida, sobre todo porque saben bien que se trata de un adiós defini-
a recibir de la comunidad lo necesario para su propio sustento (1 Cor tivo.
9,15); sin embargo, también defendió decididamente los derechos que
tenían él y los demás misioneros a ser mantenidos (1 Cor 9,3-15), y de
hecho aceptó la ayuda económica que le proporcionaron las comuni- 7. De Mileto a Cesárea (21,1-14)
dades de Macedonia (cf. 18,5ss; Flp 4,10-20). En realidad, era imposi-
ble que el producto de su propio trabajo diera para mantener a todos
sus colaboradores. Lo que en el caso de Pablo fue una excepción, de- 21 d e s p u é s de separarnos de ellos, navegamos derecho a Cos,
bido a sus circunstancias personales, Lucas lo ha convertido en princi- al día siguiente a Rodas y de allí a Pátara. ¿Y como encontramos
pio genérico, válido para todos los dirigentes comunitarios; de ninguna allí un barco q u e hacía la travesía directamente a Fenicia, nos
manera deben aceptar ser mantenidos por la propia comunidad. Es difí- embarcamos y zarpamos. 3 Después de avistar Chipre y dejarla a
cil que este rigorismo refleje la situación real de las comunidades pau- babor, seguimos r u m b o a Siria y desembarcamos en Tiro, donde
linas en tiempos de Lucas (cf. 1 Tim 5,17); más bien, habrá que inter- el barco tenía que descargar.
pretarlo como un ejemplo de la radicalidad con que Lucas —y esto es 4
E n c o n t r a m o s a los discípulos y p a s a m o s una s e m a n a con
típico en él— critica la propiedad y la riqueza (cf. el comentario a 4,32- ellos. Movidos por el Espíritu, le decían a Pablo que no subiera
35). a Jerusalén. 5 P e r o al cabo de la semana, los dejamos y conti-
n u a m o s el viaje. T o d o s , incluso las mujeres y los niños, nos
35. Los dirigentes comunitarios tienen que trabajar con sus propias a c o m p a ñ a r o n hasta las afueras de la ciudad. E n la playa nos
manos no sólo para dar credibilidad a su ministerio, sino también —y a r r o d i l l a m o s p a r a r e z a r , 6y l u e g o n o s d e s p e d i m o s . N o s o t r o s
éste es un nuevo elemento parenético— para dar a la comunidad un subimos a b o r d o , y ellos se volvieron a sus casas.
ejemplo de lo que realmente es el estilo de vida cristiana. Hay que tra- 7
Siguiendo el viaje por mar, desde Tiro llegamos a Tolemaida;
bajar, para no resultar gravoso a nadie y para poder socorrer a los más
débiles (cf. 2 Tes 3,7-12). La actitud fundamental del cristiano consiste saludamos allí a los hermanos y nos q u e d a m o s un día con ellos.
8
en dar. Z a r p a m o s al día siguiente y llegamos a Cesárea.
La última frase del discurso es precisamente una justificación de Fuimos a ver a Felipe, el evangelista, uno de los Siete, y nos
esta postura. Para ello Pablo apela a una palabra del Señor, cuya auto- hospedamos en su casa. 9 Felipe tenía cuatro hijas solteras, que
ridad es la instancia suprema a la que el apóstol se considera vinculado. tenían el don de profecía.
10
La palabra atribuida a Jesús es, en realidad, un proverbio griego. Se- Cuando llevábamos allí varios días, bajó de J u d e a un pro-
gún Tucídides (II 97,4: «es mejor dar que recibir»), se trata de un feta llamado A g a b o . 1 ! Vino a vernos, cogió el ceñidor de Pablo,
axioma originario de Persia (cf. Plutarco, Mor. 173d; Vit. Caes. 16). Es se ató con él los pies y las manos y dijo:
posible que Lucas lo hubiera encontrado en la tradición parenética de — E s t o dice el Espíritu Santo: Al d u e ñ o de este ceñidor lo
su comunidad de Roma (1 Clem 2,1) y lo tomara erróneamente como atarán así los judíos en Jerusalén y lo entregarán en manos de
un dicho de Jesús. Por su forma original, el proverbio se parece mucho los paganos.
a las bienaventuranzas pronunciadas por Jesús (Le 6,20ss; Mt 5,3ss); de 2
Al oír aquello, nosotros y los del lugar le instábamos a Pa-
ahí, lo fácil que resulta aplicarlo al comportamiento cristiano. Posible-
mente Lucas interpretó este axioma como un resumen de las recomen- blo a que no subiera a Jerusalén. 1 3 Pero él replicó:
414 21,1-14: De Mileto a Cesárea 21,1-14: De Mileto a Cesárea 415

— ¿ A qué viene ese llanto?, ¿queréis partirme el corazón? ron en Tiro, puerto de Fenicia con una gran tradición, se debieron a
una espera de este tipo, o a que tuvieron que hacer tiempo hasta que el
Por mi parte estoy dispuesto no sólo a llevar cadenas en Jerusa-
barco descargase toda su mercancía, para seguir viaje. En cualquier
lén, sino incluso a morir por el n o m b r e del Señor Jesús.
14 caso, Pablo aprovechó la ocasión para visitar'la pequeña comunidad
Como no hubo manera de persuadirlo, desistimos diciendo: cristiana que había en la ciudad y cuya fundación se remontaba, sin
— Q u e se haga la voluntad de Dios. duda, al período de actividad de los helenistas (cf. 11.19; 15,3).
El enorme peligro que suponía para Pablo su viaje a Jerusalén tenía
1-14. Desde aquí hasta la llegada a Jerusalén (v. 17) la narración que ser evidente para cualquiera que tuviese la más mínima noción de
sigue el hilo del relato de viaje redactado por los delegados para la co- las circunstancias que reinaban en la ciudad. Ya el propio Pablo había
lecta (cf. comentario a 20,1-6). Una característica de ese relato es la emprendido este viaje con muy malos presentimientos (Rom 15.30ss).
exactitud verdaderamente meticulosa con la que indica las etapas de Por eso, no es extraño que la comunidad de Tiro hiciera todo lo posible
viaje, especificando hasta los días y los sitios donde pararon a pernoc- para disuadirle de su propósito con toda clase de advertencias, que
tar. Las dos advertencias que se le hacen a Pablo con respecto a los pe- ellos interpretaban con plena honestidad y convicción como auténticas
ligros que le amenazan en Jerusalén (vv. 4b. 10-14) parece, a primera mociones del Espíritu Santo.
vista, que no cuadran en este marco narrativo. Sin embargo, no faltan
razones para pensar que, por lo menos el v. 4b y el núcleo del episodio 5-6. De la reacción de Pablo no se dice ni una palabra. Lo que sí
de Agabo (vv. 10-14), ya existían en el primitivo relato y, por tanto, se menciona es la efusiva cordialidad con que los hermanos de Tiro
no son pura composición de Lucas. En primer lugar, en 20,23 Lucas despidieron al apóstol. Algunos detalles de esta escena recuerdan mu-
hace referencia al testimonio del Espíritu que Pablo experimenta «de cho la despedida de Mileto (20,36-38). ¿Será que Lucas usó esta escena
ciudad en ciudad»; y esto supone que Lucas disponía de datos de tradi- de Tiro como modelo para componer aquélla?
ción a este respecto. Además, sería difícil que Lucas hubiera introdu-
7. De aquí en adelante, el barco irá siguiendo la costa. En Tole-
cido por sí mismo estas advertencias del Espíritu para disuadir a Pablo
maida hacen una escala de un día, y Pablo aprovecha esta nueva opor-
de su ida a Jerusalén, porque eso estaría en flagrante contradicción con
lo que se afirma en 20,22. Por otra parte, era natural que los compa- tunidad para saludar a los hermanos de aquella ciudad. Un día más de
ñeros de Pablo, al relatar este viaje presidido por un destino inexora- navegación y llegan a Cesárea. Fin de la travesía.
ble, dieran especial relevancia a estos presagios y premoniciones de una No deja de llamar la atención que Pablo se resigne a aguantar una
desgracia inminente. Aunque, desde luego, hay que reconocer que semana en Tiro, para llegar a Cesárea por mar, en un viaje, por añadi-
Lucas ha reproducido el episodio de Agabo bastante libremente, con dura, bastante azaroso y que suponía un nuevo retraso a causa de la es-
objeto de introducir en él su interpretación del camino de Pablo. cala intermedia, mientras que podría haber hecho ese mismo recorrido
a pie en sólo tres o cuatro días. Tal vez esto se pueda explicar por el
mero hecho de que Pablo no se atrevió a correr el enorme riesgo que
1-2. Desde Mileto, el barco fue costeando hasta arribar a Pátara. comportaba un viaje a pie, debido a que sus acompañantes eran los de-
En el puerto de esta ciudad de Licia, a donde llegaron después de tres legados de la colecta y llevaban consigo el producto de la recaudación.
días de navegación, al atardecer, Pablo y sus compañeros aprovecharon
la oportunidad de hacer transbordo. Así que dejaron el barco más 8-9. En Cesárea, Pablo y su grupo se alojan en casa de Felipe, an-
lento, que iba bordeando fa costa, y tomaron otro que iba directamente tiguo miembro del círculo de «los Siete» helenistas (cf. 6,5) e iniciador
por alta mar con rumbo a Fenicia, dejando a babor la costa sur de Chi- de la evangelización de la costa (8,4-40). Aparentemente, Felipe había
pre. abandonado entretanto su predicación errante y se había establecido en
Cesárea. Aquí aparece, igual que al principio, como representante de
3. Esto suponía ganar mucho tiempo, porque en mar abierto se un movimiento de marcada orientación carismático-profética (cf. el co-
podía navegar también de noche. Con viento favorable, la travesía po- mentario a 8,26-40), que queda consignado en la mención de sus cuatro
día hacerse en unos tres días. La descripción del viaje, con sus conti- hijas, solteras y con el don de profecía. Resulta difícil explicar el título
nuas escalas y transbordos, nos da una idea bastante gráfica de las difi- de «evangelista» que se atribuye a Felipe. La Iglesia antigua conside-
cultades que comportaban los viajes de entonces. Si no se tenía la raba a los evangelistas como sucesores de los apóstoles, encargados,
suerte —muy rara, por cierto— de encontrar un barco directo, no había igual que éstos, de la supervisión de enteras provincias eclesiásticas
más remedio que aprovechar una o varias eventuales combinaciones; y (Eusebio, Hist. Ecl. V 10,2; III 37,2s). Pero es poco probable que esa
si se perdía una de éstas, había que resignarse a quedarse en puerto designación se use aquí en este sentido. Habrá que pensar, más bien,
días y días, o incluso semanas enteras.
que es una manera de referirse a la función de dirigente de la comuni-
4. No sabemos si los siete días que Pablo y sus compañeros pasa- dad, como en 2 Tim 4,5.
416 21,1-14: De Mileto a Cesárea 21-15-26: Acogida en Jerusalén 417
10. Ahora que Pablo ya no tiene que estar pendiente de las co- dadero significado y piensan que se trata de una mera advertencia so-
nexiones marítimas y cuando no le queda más que un corto trayecto bre el destino que le espera a Pablo en Jerusalén, y que él aún podría
hasta Jerusalén, se toma las cosas con calma, hasta el punto de permi- eludir; por eso, quieren disuadirlo de que suba a la ciudad. Pablo, en
tirse una estancia de varios días en Cesárea. Esto no parece cuadrar cambio, ha entendido perfectamente las palabras de Agabo.
muy bien con las prisas a que estaba sujeto su viaje a la capital (cf. el
comentario a 20,16). Una de dos, o Pablo pudo permitirse este retraso, 13. Pablo, ciertamente, no se muestra ajeno a los sentimientos que
porque estaba seguro de poder llegar a Jerusalén para el día de la fiesta bullen a su alrededor, y que Lucas expresa una vez más con su viveza
de Pentecostés, o es que Lucas ha introducido por su cuenta estas indi- característica. Al ver sollozar a sus amigos, a Pablo se le parte el cora-
caciones de tiempo, con la intención de hacer una nueva pausa narra- zón. Pero resiste a todos los intentos de apartarle de su plena acepta-
tiva antes de la llegada de Pablo a Jerusalén. ción de la voluntad de Dios, a la que ha dado un sí categórico e incon-
La improvisa aparición del profeta Agabo en un ambiente tan satu- dicional (cf. Me 8,33). Está dispuesto no sólo a padecer prisiones en
rado de profecía como el que reinaba en casa de Felipe no deja de ser Jerusalén, sino —y aquí las palabras de Pablo van significativamente
sorprendente. Pero aún sorprende más la circunstancia de que Lucas lo más allá del anuncio de Agabo— hasta sufrir la misma muerte por el
presente como una figura desconocida para el lector, siendo así que ya nombre del Señor Jesús (cf. 15,26). Cuando Pablo sobrepasa la predic-
anteriormente, en 11,28, nos ha contado una intervención de este per- ción de su sufrimiento, transformándola en anuncio de su propia
sonaje. Indudablemente esto último es un indicio de que Lucas se deja muerte, no se refiere a una mera posibilidad hipotética, sino a una ver-
llevar aquí por los datos de sus fuentes. dadera y trágica realidad. Pablo pronuncia una vez más, y con absoluta
decisión, su enfático sí al martirio.
11. Agabo predice aquí, igual que en 11,28, la desgracia que se
avecina. Al mismo tiempo realiza una acción simbólica que, en cada 14. Ante estas palabras, todos enmudecen dándose por vencidos.
uno de los detalles, se parece a las acciones simbólicas de los profetas Con una sola frase expresan su conformidad con la decisión irrevocable
del Antiguo Testamento (p. ej. 1 Re ll,29ss; Is 8,1-4; 20,lss; Jr 19,lss; de Pablo: «que se haga la voluntad del Señor». No cabe duda que aquí
27,2ss; Ez 4-5). Le quita a Pablo el ceñidor, y él mismo se ata con él. la voluntad del Señor se refiere a la voluntad de Dios, y no a la de
Este ceñidor no era un cinturón de cuero, sino una tira larga de tela Jesús (cf. 9,15s; 18,21; 22,14).
que se enrollaba al cuerpo en varias vueltas y se usaba como faja (Bill. I Toda la vida y la actividad de Pablo, desde el momento de su voca-
564s). La acción va acompañada de una interpretación que se califica ción (9,15), están bajo el signo de la «necesidad» (del) de que se cum-
como palabra de Dios y que, por tanto, garantiza la futura realización pla el plan de Dios. Aquí radica el paralelismo entre Pablo y Jesús, que
del anuncio. La expresión «esto dice el Espíritu Santo» corresponde se hace patente de una manera especial en el ámbito del sufrimiento.
exactamente a la fórmula con que en el Antiguo Testamento se intro- Ciertamente no es puramente casual la resonancia en este pasaje de las
duce al mensajero y su mensaje: «esto dice el Señor». El hecho no es mismas palabras con las que Jesús, en Getsemaní, acepta su pasión
una mera demostración pedagógica, que pretenda visualizar de modo como voluntad del Padre (Le 22,42).
concreto diversas posibilidades futuras, sino que, más bien, posee una
gran densidad histórica. El profeta, por encargo de Dios, anticipa sim-
bólicamente, por medio de su acción, el hecho que se anuncia en las
palabras del mensaje, garantizando de esta manera que el anuncio se 8. Acogida en Jerusalén (21,15-26)
hará realidad en el futuro. Agabo no dice a Pablo lo que tiene que ha- 15
cer o dejar de hacer; lo único que hace es predecir lo que va a suceder. Pasados aquellos días, nos preparamos para partir y em-
Cuando llegue a Jerusalén, Pablo va a ser maniatado por los judíos y prendimos la subida a Jerusalén. lfe Desde Cesárea nos acompaña-
entregado a los paganos. En realidad, los judíos no maniataron a Pablo ron algunos discípulos y nos procuraron alojamiento en casa de
ni se lo entregaron directamente a los romanos (vv. 30.33), pero sí se un cierto N a s ó n , natural de C h i p r e , discípulo de la p r i m e r a
comportaron de tal manera —y así se cumple la profecía, desde el época.
punto de vista del narrador— que dieron ocasión a los romanos para 17
Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron
poner a Pablo en prisión. Aparte de todo esto, no hay que excluir la con mucha afabilidad.
posibilidad de que Lucas haya añadido por cuenta propia la entrega de 18
A1 día siguiente fuimos con Pablo a casa de Santiago, d o n d e
Pablo en manos de los paganos, para equiparar con mayor viveza el
anuncio de Agabo a la tercera predicción que el propio Jesús hace de e s t a b a n t a m b i é n t o d o s los ancianos. 1 9 Pablo los saludó y les
su futura pasión (Me 10,33p). contó punto por punto lo que Dios había hecho entre los pa-
ganos por ministerio suyo. 2ÓA1 oírlo, alabaron a Dios y le dije-
12. Los presentes no alcanzan a interpretar la profecía en su ver- ron:

\
418 21-15-26: Acogida en Jerusalén 21,15-26: Acogida en Jerusalén 419
—Hermano, ya ves cuántas decenas de miles de judíos han El panorama se ilumina si comparamos este relato a una partitura
abrazado la fe, y siguen siendo fanáticos de la ley. musical, en la que se ha suprimido precisamente la melodía. Lo que
21
Por otra parte, han oído ciertos rumores acerca de ti, que suprime Lucas es que Pablo y sus compañeros, representantes de las di-
dicen que tú enseñas a todos los judíos que viven entre paganos versas comunidades del área evangelizada por el apóstol, llevaban a Je-
que renuncien a Moisés, recomendándoles que no circunciden a rusalén la recaudación de aquella gran colecta, que durante muchos
sus hijos ni vivan según las tradiciones. 22 ¿Qué va a pasar? Por años había constituido el centro de toda la planificación y de todas las
supuesto, se van a enterar de que has llegado. 23 Por eso, sigue preocupaciones de Pablo, porque esa colecta representaba para él una
nuestro consejo. Hay aquí cuatro hombres que tienen que cum- demostración simbólica de la unidad de la Iglesia compuesta de judíos y
plir un voto; 24 llévatelos, purifícate con ellos y costéales tú el paganos. Si ahora introducimos en la partitura esta melodía que fal-
taba, veremos cómo las tonalidades más estridentes y los temas más
afeitado de cabeza. Así sabrán todos que no hay nada de lo que
dispares se acordan orgánicamente en perfecta armonía. Pablo había
se dice, sino que también tú mantienes la observancia de la ley. emprendido el viaje a Jerusalén con una gran inquietud, porque no es-
25
Por lo que toca a los paganos que han abrazado la fe, ya les taba seguro de que la comunidad madre estuviera dispuesta a aceptar el
comunicamos por escrito lo que habíamos decidido: que se abs- obsequio que le enviaban de corazón los cristianos provenientes del pa-
tengan de comer carne sacrificada a los ídolos, sangre y carne de ganismo (Rom 15,30s). El rechazo de esta oferta significaría para él el
animales estrangulados, y de contraer matrimonios ilegales. fracaso de toda su vida, dedicada a consolidar la unidad de la Iglesia.
26
Entonces Pablo se llevó a aquellos hombres, se purificó con Estos temores crecían de día en día, porque la situación interna y
ellos al día siguiente, y entró en el templo para avisar cuándo externa de la comunidad de Jerusalén había ido empeorando desde el
terminaban los días de la purificación, hasta que se ofreciera la concilio apostólico. Nada más subir Nerón al trono (año 54 d . C ) , em-
oblación por cada uno. pezó a cobrar fuerza en Judea el movimiento nacionalista judío, se hizo
sentir con más fuerza y con mayor vehemencia el influjo del partido ze-
lota, y empezó a propagarse abiertamente un terror casi instintivo hacia
V. 26: Nm 6,13-20. todo lo griego, que llevaba todas las trazas de convertirse en un verda-
dero conflicto político-religioso (Josefo, Ant. XX 159s).
15-26. En su forma actual, este relato deja en suspenso una serie En todo este proceso se iba gestando irresistiblemente la catástrofe
de cuestiones. Pablo y sus compañeros se encuentran con los dirigentes de la guerra judía (año 66 d . C ) . La comunidad cristiana de Jerusalén
de la comunidad madre en Jerusalén. A juzgar por el marco narrativo resultaba sospechosa a los ojos de los nacionalistas, por sus relaciones
que introduce la escena (v. 18), el encuentro reviste un carácter casi tan con gente de cultura griega. Por eso, la única solución para mantenerse
oficial como el concilio apostólico (cf. 15,4-6); pero, en realidad, no sa- incólume era dar prueba constante de su fidelidad a la ley. Condicio-
bemos cuál fue el motivo de la reunión. ¿Es concebible que no se tra- nada por estas circunstancias externas, había ido cambiando también la
tase más que de escuchar un relato de las andanzas misioneras de Pablo constitución interna de la comunidad. El ala más estrictamente legalista
(vv. 19-20a)? Por otra parte, las palabras de Santiago, como portavoz había terminado por imponerse, y Santiago, el pariente del Señor, que
de los ancianos, parecen indicar, con un tono de velada amenaza, que en las primeras controversias (cf. el comentario a 11,1-18; 15,13-21) ha-
la llegada de Pablo a la,,ciudad puede provocar una situación bastante bía defendido la línea más conservadora, se veía poco a poco arrastrado
comprometida (v. 22). Entonces, ¿por qué no le aconsejan que se mar- hacia la izquierda. No hay ninguna indicación de que Santiago llegara a
che cuanto antes, para evitar así el peligro y restablecer la situación pa- revocar su asentimiento inicial a la misión entre los paganos, que los li-
cífica, amenazada por su presencia? Más aún, ¿por qué, en vez de eso, beraba de la observancia de la ley (15,19; Gal 2,9), ni a la participación
le invitan a que haga una demostración pública de su fidelidad a la ley? en las comidas con los paganocristianos. Pero él vio con suficiente clari-
De todo esto se deduce que el problema no pudo deberse únicamente a dad que, si aceptaba la colecta incondicionalmente, la mayoría de la co-
la repentina presencia de Pablo en Jerusalén. Pues, entonces ¿cuál era munidad, de tendencia estrictamente legalista por su afinidad con el
realmente el problema? Es difícil que se tratara de una cierta tensión partido fariseo, le negaría su apoyo. Por otra parte, estos círculos con-
de relaciones personales entre Pablo y algunos miembros de la comuni- servadores echaban en cara a Pablo que había violado los acuerdos del
dad, representantes del ala más radicalmente conservadora de la obser- concilio. Y fundaban la denuncia con referencias a su actuación en las
vancia de la ley (vv. 20s), ya que Pablo no dependía en absoluto de comunidades mixtas de judíos y paganos convertidos al cristianismo (v.
éstos. Por tanto, la invitación de los ancianos tuvo que referirse no 21). A esto había que añadir que la aceptación, sin más, de un dinero
tanto a los intereses personales de Pablo cuanto a los de la propia co- procedente de incircuncisos podría empeorar las ya tensas relaciones de
munidad. Y precisamente éste es el punto sobre el que se nos niega los judeocristianos de Jerusalén con sus compatriotas.
toda clase de información. Como político sagaz, Santiago se propuso tender un puente entre
420 21,15-26: Acogida en Jerusalén 21,15-26: Acogida en Jerusalén 421

ambas facciones. Pablo debería emplear una parte de la colecta en pa- judeocristiano de origen helenista, como Nasón, pudiera habitar en Je-
gar a cuatro judeocristianos pobres la disolución de su voto de nazi- rusalén.
reato, y al mismo tiempo participar en los ritos cultuales que compor-
17. Al llegar a la capital, la delegación recibe una cordial acogida
taba esa ceremonia. Santiago tenía esperanzas de que esa demostración
por parte de los «hermanos». Sin duda que aquí no se trata del primer
de fidelidad a la ley y al culto, por parte de Pablo, podría refutar la
encuentro con la comunidad como tal, porque eso estaría en contradic-
acusación que se le hacia de incitar a los judíos de la diáspora a aposta-
ción con el v. 22. Lo que eso quiere decir es que algunos miembros de
tar de la ley. De esta manera, Pablo no perdería nada de su prestigio ni
la comunidad salieron a recibir a Pablo y a sus acompañantes.
de sus convicciones, y al mismo tiempo los judeocristianos más radi-
cales depondrían su actitud hostil contra la aceptación de la colecta. 18. Al día siguiente se tiene la reunión decisiva con los dirigentes
Esta reconstrucción de los acontecimientos tiene la ventaja de expli- de la comunidad. No se trata de una visita privada a Santiago, sino de
car también el silencio de Lucas sobre esta cuestión. Lucas ha omitido un encuentro de marcado carácter oficial. Con toda exactitud, como si
cualquier mención de la colecta no porque él creyera que se trataba de se fuera a levantar acta, se anota la presencia de todos los ancianos. La
algo irrelevante, sino —y aquí está la paradoja— porque sabía muy escena es semejante a la relatada en 15,6ss; sólo que aquí faltan los
bien que tenía una importancia de primer orden. Por sus fuentes estaba apóstoles. Estos, es decir, los Doce, según la concepción lucana (cf.
enterado de que la comunidad de Jerusalén no había querido aceptar el apéndice a 1,26), ya hacía tiempo que habían desaparecido de Jerusa-
donativo de las comunidades paganocristianas. Por otra parte, es incon- lén.
cebible que, después del fracaso espectacular de la demostración de Pa-
blo (vv. 27-36), la comunidad se hubiera decidido, a pesar de todo, a 19. Después de los saludos protocolarios, Pablo hace un informe
aceptar aquel dinero. Por tanto, Lucas tenía que callar esta tremenda detallado de su actividad misionera. El tema dominante es el mismo
frustración de todos los esfuerzos de Pablo por significar de algún modo que en 15,4.12 (cf. 11,18; 14,27); todo lo que Pablo ha hecho es, en de-
la unidad de la Iglesia. Si no lo hubiera hecho, habría puesto en tela de finitiva, actuación de Dios.
juicio, en un momento decisivo, uno de los aspectos fundamentales de 20. La reacción de alabanza a Dios, con la que los oyentes ratifi-
su propia teología, que consiste en presentar la imagen de una Iglesia can el relato de Pablo, refleja igualmente el tema de la exposición (cf.
en la que no cuenta el origen judío o pagano, sino la convivencia en la 11,18). Inmediatamente, Santiago —naturalmente es él, aunque no se
más estrecha unidad. diga expresamente, el portavoz de los ancianos— aborda la cuestión
No cabe duda que la presentación lucana está basada en tradiciones que a todos les preocupa. Con un cierto dejo de amenaza refiere que
fidedignas. Pero también es cierto que el autor ha operado una tal se- en la comunidad son ya «decenas de millares» los judíos convertidos
lección de materiales, que resulta imposible reconstruir con una cierta que viven estrictamente según las exigencias de la ley. Este número es
verosimilitud la forma y el origen de la tradición primitiva. Se podría tan convencional como los que aparecen en los primeros capítulos del
pensar, con todo, que el relato escrito por los delegados de la colecta libro, a propósito de las conversiones en masa (2,41.47; 4,4; 5,14). Pero
(cf. comentario a 20,lss) no terminaba con la llegada a Jerusalén (v. tanto este número como los demás obedecen a una definida intención
17), sino que contenía además un informe sobre los intentos de entre- de Lucas, que aprovecha estas oportunidades para informar a sus lec-
gar la recaudación. Precisamente ese informe habría sido utilizado por tores del crecimiento que ha ido experimentando la comunidad de Jeru-
Lucas. Pero también sería posible que Lucas hubiera recurrido a infor- salén (cf. 9,31; 15,5), de modo que ya una gran parte de Israel ha en-
maciones orales procedentes del grupo que acompañó a Pablo en su contrado el camino que le ha llevado a formar parte de la Iglesia.
viaje.
21. Los fariseos convertidos al cristianismo ven con muy malos
15-16. Para cubrir la distancia entre Cesárea y Jerusalén —unos ojos el proceder de Pablo en las comunidades por él fundadas, donde
cien kilómetros— se necesitaban por lo menos dos días, aun en el caso los judeocristianos conviven con los paganos conversos. Se dice que, en
de usar un vehículo. Algunos cristianos de Cesárea acompañan a la co- esas comunidades, Pablo induce a los judíos a apostatar de la ley y a
mitiva y se encargan de prepararles alojamiento. El texto no dice con comportarse como los paganos. Lucas, por su parte, considera esos ru-
claridad si la casa de Nasón fue el sitio donde Pablo y sus compañeros mores como totalmente infundados; todos sus esfuerzos se han dirigido
pernoctaron durante el camino, o su lugar de residencia en Jerusalén. a presentar a Pablo como un judío cabal y observante de la ley (cf. el
Pero el texto occidental introduce una variante, que acepta la primera comentario a 16,1-3). Sin embargo, los hechos reales tienen un matiz
posibilidad: «llegamos a una aldea y nos alojamos en casa de Nasón». bastante diferente. Aquí se trata, en concreto, de un problema que sur-
Posiblemente sea ésta la lectura original, ya que el relato de base difí- gió en las comunidades mixtas, como consecuencia del concilio de Jeru-
cilmente omitiría la mención de la última parada antes de llegar a Jeru- salén. Precisando los términos, se podría formular así: ¿están obligados
salén. Aparte de que es poco probable que, dadas las circunstancias, un los judeocristianos que viven en comunidades paganocristianas a seguir
422 21,15-26: Acogida en Jerusalén 21,27-36: Prisión de Pablo 423

observando los preceptos de la ley mosaica? (cf. el excurso a 15,1-34, tocarlo aquí, ya que ha quedado resuelto por el decreto del concilio, en
pp 300s). Para la comunidad de Jerusalén, con Santiago a la cabeza, es la línea propugnada por Jerusalén.
evidente que tiene que ser así. Pablo, en cambio, no ha impuesto a los ju-
deocristianos la observancia de la ley, sino que les ha dejado absoluta 26. La sumisión con la que Pablo acata las recomendaciones de
libertad en esta cuestión. Está bien claro que él personalmente de algún Santiago queda reseñada de una forma sumamente concisa. Al día si-
modo les ha inducido a abandonar las prácticas de la ley. Con lo cual guiente, Pablo se presenta en el templo con los nazireos, inicia los ritos
resultan totalmente falsos los cargos que se le imputan. Más aún, él de su propia purificación, y notifica la ofrenda, que ha de efectuarse
mismo, en su conducta personal, se ha mantenido fiel a las costumbres nada más acabar el período de los siete días.
judías. La pregunta brota espontáneamente: ¿es concebible que el Pablo
histórico, que no dudó en rechazar sin contemplaciones las prácticas de
22-24. La presencia de Pablo en Jerusalén —y deberíamos añadir, la ley como camino de salvación, hubiera podido comportarse de esta
llevando el donativo de los paganos— no puede pasar inadvertida; se- manera? Pues sí. Todas las dudas que pudiera provocar una conducta
guro que sus detractores van a enterarse. Por eso, hay que hacer algo de este tipo son fundamentalmente de carácter emocional y chocan con-
para acallar sus críticas. A este punto, Santiago sugiere a Pablo que tra una serie de argumentos históricos y teológicos. En síntesis se puede
tome parte activa en un acto cúltico, para demostrar su fidelidad a la decir que, desde el punto de vista histórico, todo confirma que Pablo
ley públicamente. cumplió realmente todo lo que se le había invitado a realizar. Nadie ha-
Aquí se le ha escapado a Lucas, poco versado en las sutilezas del bría tenido el más mínimo motivo para atribuirle falsamente la puesta
culto judío —y con toda probabilidad también a su fuente— un pe- en práctica de tales sugerencias. Desde el punto de vista teológico, hay
queño error. Es imposible que Santiago recomendara a Pablo que se que dejar bien claro que Pablo, al proceder de esta manera, en ningún
«purificase» en compañía de los cuatro cristianos nazireos (para el con- momento fue infiel a sus principios. Lo único que hizo fue ejercitar
tenido de este voto, cf. 18,18), con la intención de asociarse a su nazi- personalmente la libertad que él mismo había convertido en su propia
reato durante siete días, ya que la duración mínima del voto era de bandera, ser judío con los judíos (1 Cor 9,20). Su postura fue decidida-
treinta días. Lo que realmente pretendía Santiago era que Pablo pagase mente contraria a cualquier intento de poner la salvación en la obser-
a aquellos cuatro judeocristianos pobres los cuantiosos gastos que supo- vancia de la ley, pero jamás se opuso a que los judíos mantuvieran su
nía la conclusión de su nazireato. La ceremonia tenía lugar en el tem- fidelidad a las prescripciones mosaicas.
plo. El sacerdote cortaba el pelo al nazireo y a continuación se presen-
taba una ofrenda (expiatoria, de comunión, holocausto); el pelo
cortado se arrojaba al fuego sobre el que se cocía el animal sacrificado.
Era uso corriente que la gente rica pagase «el afeitado», es decir, los 9. Prisión de Pablo (21,27-36)
ritos relacionados con la disolución del voto (cf. Bill. II 755ss). Ahora
27
bien, si el que quería disolver su voto estaba contaminado por alguna Cuando estaban para cumplirse los siete días, los judíos de
causa especial, por ejemplo, por haber estado en el extranjero, tenía Asia, que lo vieron en el templo, alborotaron al gentío, agarra-
que purificarse antes de la ceremonia de disolución, rociándose dos ron a Pablo 28 y se pusieron a gritar:
veces con agua ritual, concretamente los días tercero y séptimo del pe- — ¡ A u x i l i o , i s r a e l i t a s ! E s t e es el i n d i v i d u o q u e a t o d o el
ríodo de purificación, que empezaba a contar cuando se avisaba al m u n d o y por todas partes enseña doctrinas contra nuestro pue-
sacerdote. A estas reglamentaciones se refieren, sin duda, los «siete días» blo, contra la ley y contra este lugar. Y ahora hasta ha introdu-
que se mencionan en el v. 27. Por consiguiente, lo primero que tuvo cido a unos griegos en el templo, profanando este lugar santo.
que hacer Pablo, después de haber estado tanto tiempo en el extran- 29
jero, fue recobrar en el templo su pureza levítica, antes de que pudiera Era que antes habían visto por la ciudad a Trófimo, el de
celebrarse la ceremonia de disolución del voto de los cuatro nazireos. Efeso, en compañía de Pablo, y habían pensado que Pablo lo ha-
bía introducido en el templo.
30
E1 revuelo cundió por toda la ciudad, y hubo una avalancha
25. Las recomendaciones de Santiago terminan con una referencia
al decreto apostólico (cf. el comentario a 15,20). Esto no es puramente de gente. A g a r r a r o n a Pablo, lo sacaron del templo a rastras e
casual, sino que encaja perfectamente en el contexto. Lo que quiere inmediatamente cerraron las puertas.
decir Santiago es que el problema decisivo, que se ha hecho crucial con •"Intentaban matarlo, cuando llegó noticia al tribuno de la
la venida de Pablo, es cómo deben comportarse los judeocristianos que guarnición q u e t o d a Jerusalén a n d a b a revuelta. ^ I n m e d i a t a -
viven en una comunidad mixta. El otro problema, concerniente a la si- mente cogió a unos cuantos soldados y a un par de centuriones y
tuación de los paganocristianos en dichas comunidades, no hay por qué bajó corriendo. Al ver al tribuno y a los soldados, dejaron de
424 21,27-36: Prisión de Pablo 21,27-36: Prisión de Pablo 425

golpear a Pablo. -"El tribuno se abrió paso, detuvo a Pablo y sentación del oficial romano que, aunque manda arrestar a Pablo, al
dio orden de que lo ataran con dos cadenas. Luego preguntó mismo tiempo lo salva de las manos de los judíos (vv. 35s).
quién era y qué había hecho, ^ p e r o en el gentío cada uno gri-
taba una cosa. No pudiendo sacar nada en limpio, por el barullo, 27. El último día de su purificación (cf. el comentario a los vv.
o r d e n ó que lo condujeran al cuartel. 35 A1 llegar a la escalinata 24.26) Pablo se presenta en el templo, para someterse a las últimas ce-
era tal la violencia de la gente, que los soldados tuvieron que lle- remonias rituales y, al mismo tiempo, cumplimentar los requisitos para
var a Pablo en volandas, 3 6 pues el pueblo en masa venía detrás la disolución del voto de los cuatro nazireos. En ese preciso momento,
gritando: cuando está a punto de cumplirse la condición más difícil sugerida por
—¡Fuera con él! Santiago, sobreviene la fatalidad. Unos judíos de la diáspora, proce-
dentes de Asia, es decir, de Efeso, reconocen a Pablo, su mortal ene-
27-36. La prisión de Pablo da un nuevo giro a la narración. Desde migo. Se apoderan de él y dan la voz de alarma entre la multitud cir-
aquí hasta el final del libro, Lucas va a presentarnos —al menos, en el cunstante.
curso externo de los sucesos— únicamente a un prisionero y las vicisi- 28. La primera acusación que lanzan contra Pablo, formulada por
tudes cambiantes de su destino. Sin embargo, su técnica narrativa no va el propio Lucas, es un resumen genérico de los motivos que han provo-
a permitir en ningún momento que aflore la impresión de que Pablo es cado la hostilidad de los judíos contra el apóstol. Se le acusa, en gene-
un puro objeto pasivo, en manos de las autoridades por las que va a ir ral, de que su predicación es un ataque continuo al pueblo de Dios y a
pasando. Todo lo contrario. En cada una de las ocasiones, y siempre sus más sagradas instituciones, la ley y el templo (cf. 6,13). La segunda
con nuevas facetas, Lucas presenta a Pablo como la figura central que acusación, más concreta y mucho más peligrosa, nace de las circunstan-
domina la escena, aunque el apóstol no pueda dirigir por sí mismo el cias del momento; Pablo ha introducido en el recinto sagrado a unos in-
curso de los acontecimientos. Pablo, aun cargado de cadenas y ago- circuncisos, demostrando así su desprecio por la sacralidad del templo.
biado por el sufrimiento, es el instrumento elegido para hacer realidad
A los no israelitas sólo les estaba permitido el acceso al atrio exte-
el plan de Dios que dirige activamente la historia. Incluso el ritmo de la
rior; la entrada en el recinto interno estaba prohibida bajo pena de
narración cambia, a partir de 21,27, haciéndose más amplio y fun-
muerte. Al pie de la escalinata que conducía a la terraza superior, si-
diendo, sin cesuras, episodios concretos, ricos en detalles, de modo que
tuada ante el atrio interno, había una barrera que señalaba el límite
prácticamente resulta un relato seguido de la prisión de Pablo.
hasta donde estaba permitido el acceso a los paganos. En unas excava-
Disponía Lucas indudablemente de un copioso material de tradi- ciones se ha descubierto una de las lápidas que estaban colocadas en
ciones bien conservadas y absolutamente fidedignas, desde el punto de aquel lugar para advertir la prohibición de paso. El texto, escrito en la-
vista histórico. Las comunidades paulinas, aunque geográficamente tín y en griego, dice así: «Prohibido el paso a los no judíos más allá de
lejos, seguían con vivo interés las incidencias del destino de su funda- la barrera que rodea el santuario. El que traspase los límites se hace
dor (Flp 1,12-17) y se intercambiaban las informaciones que recibían de responsable de un delito que se castigará con pena de muerte» (Bill. II
los círculos más cercanos al apóstol (Col 4,7; Ef 6,21). Es natural que 761s).
ya desde el principio se fuera componiendo un relato unitario a base de
todas estas noticias sueltas, aunque no dispongamos de pruebas feha- 29. Esta segunda acusación es totalmente infundada, como lo ad-
cientes sobre la existencia de ese relato. A pesar de todo, hay muchos vierte el propio narrador. Los judíos de Efeso habían visto poco antes a
indicios que hacen suponer que Lucas no fue el primero en escribir un Pablo por la ciudad en compañía de Trófimo, también natural de Efeso
relato completo, a base de informaciones fragmentarias; es muy proba- (20,4) y, en seguida, pensaron que Pablo lo había llevado al templo, co-
ble que él tuviera a disposición un relato bastante amplio sobre la cauti- metiendo así un delito que ellos achacaban a su notoria hostilidad con-
vidad de Pablo en Jerusalén y en Cesárea, cuyas huellas se pueden en- tra el santuario. «Fanático que sospecha, error que comete» (J. A. Ben-
contrar en 21,27-36; 22,24-29; 23,12-24,23.26s; 25,1-12. El relato gel).
primitivo no le proporcionó a Lucas más que las líneas fundamentales
de la sucesión cronológica y los hechos más salientes. Por lo demás, él 30. Inmediatamente estalla un alboroto que, desde el templo, se
compone su propio relato, de modo que los sucesos mismos reflejen la propaga por toda la ciudad. Arrastran a Pablo fuera del «santuario» y
interpretación teológica que él les atribuye. Concretamente en este pa- lo sacan a la explanada, con intención de lincharlo. El interior del tem-
saje, el horizonte interpretativo de Lucas se manifiesta en los tres plo no puede quedar desacralizado por un asesinato (2 Cr 24,20ss; Mt
puntos siguientes: 1) La energía con que subraya que «todo Jerusalén» 23,35). En seguida, la policía del templo, todos ellos levitas, cierran las
arremete a una contra Pablo (v. 30). 2) El relieve narrativo que da al puertas que daban al atrio de las mujeres, para cortar a Pablo toda po-
fatídico momento en que el apóstol es encadenado (v. 33). 3) La pre- sibilidad de escaparse y buscar asilo en el santuario.
426 21,27-36: Prisión de Pablo
31. Entonces precisamente, en el momento de mayor peligro, apa- 1U. Discurso de Pablo en
recen las fuerzas romanas de ocupación. La compañía estacionada en la fortaleza Antonia (21,37-22,29)
Jerusalén, que constaba de unos mil soldados, tenía su cuartel en la for- 37
taleza Antonia, situada en el ángulo nordoccidental del recinto y domi- Cuando estaban para meterlo en el cuartel, Pablo dijo al
nando toda la explanada del templo. Desde allí se podía detectar inme- tribuno:
diatamente cualquier tumulto que se desatara en el templo y tomar —¿Me permites decirte dos palabras?
medidas para controlarlo en seguida. Esto era especialmente impor- El tribuno le contestó:
tante, en ocasión de las grandes peregrinaciones festivas. —¿Hablas griego? 3 8 Entonces, ¿no eres tú el egipcio que
32. El alboroto ha tomado tales proporciones y de un cariz tan in- hace poco amotinó a aquellos cuatro mil sicarios y se echó al
quietante, que el mismo tribuno, al frente de su guarnición, se presenta campo con ellos?
inmediatamente en el lugar de la escena. El tribuno —más adelante nos Pablo contestó:
enteraremos de que se llamaba Claudio Lisias (23,26)— llega en el mo- —¿Yo? Yo soy judío, natural de Tarso, ciudad de Cilicia,
mento justo, para impedir el linchamiento de Pablo. que tiene cierto renombre. Por favor, permíteme hablar al pue-
33. Sin perder un momento, ordena que arresten a Pablo, sin duda blo.
40
porque piensa que se trata de un alborotador, rebelde a la ocupación Le dio permiso, y Pablo, de pie en las gradas, hizo una seña
romana. El arresto se describe con extraordinario graficismo: Pablo al pueblo con la mano. Se hizo un gran silencio, y entonces les
queda maniatado con dos cadenas. Así se cumple la profecía de Agabo dirigió la palabra en hebreo:
(cf. 21,10). El tribuno, con buen juicio, no quiere dar la impresión de 22 l—Padres y hermanos míos: escuchad la defensa que os
que considera a Pablo víctima de excesos injustificados. presento ahora.
2
34. Las preguntas del tribuno se dirigen no a Pablo, sino a los ju- A1 oír que les hablaba en hebreo, el silencio se hizo aún
díos; con ello les da oportunidad de formular sus cargos contra el pri- mayor. Pablo continuó su discurso:
3
sionero. Pero esta condescendencia no logra su objetivo. Las preguntas —Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en
concretas se pierden en el griterío exaltado de la multitud (cf. 19,32). esta ciudad. Fui alumno de Gamaliel, me eduqué en todo el ri-
gor de la ley de nuestros padres y fui un fanático de Dios, como
35. Más aún, cuando los soldados se disponen a llevarse al prisio- vosotros ahora.
nero para encerrarlo en la torre Antonia, el tumulto adquiere unas pro- 4
porciones realmente amenazadoras. Para impedir que Pablo pueda ser Yo perseguí a muerte este nuevo camino, deteniendo y metien-
presa de la avalancha humana, los soldados tienen que llevarlo en vo- do en la cárcel a hombres y mujeres, 5 como pueden atestiguarlo el
landas, escalera arriba, hasta la fortaleza. mismo sumo sacerdote y el Consejo de ancianos. Ellos me dieron
cartas para los hermanos de Damasco, y fui allí para traerme
36. El gentío, por su parte, al ver que se les escapa definitiva- presos a Jerusalén a los que encontrase, para que fueran casti-
mente su presa, da libre curso a la impotencia de sus iras, estallando en
un griterío salvaje, que resuena en toda la explanada del templo y alre- gados.
6
dedores, y pidiendo desaforadamente la muerte de Pablo (cf. 22,22). Es Pero en el viaje, ya cerca de Damasco, hacia mediodía, de
posible que la realidad histórica no fuera tan dramática. El hecho de repente, una luz cegadora relampagueó desde el cielo en torno a
que los soldados tuvieran que subir a Pablo en volandas se puede expli- mí. 7Caí por tierra y oí una voz que me decía: «Saulo, Saulo, ¿por
car fácilmente, si se tiene en cuenta que Pablo, después de una paliza qué me persigues?» 8 Yo pregunté: «¿Quién eres, Señor?» Me
que le puso a punto de muerte, apenas podría caminar por su propio respondió: «Yo soy Jesús, el Nazareno, a quien tú persigues».
9
pie. Con todo, la intención de Lucas en su descripción de esta escena Mis compañeros vieron el resplandor, pero no oyeron la voz del
es bien clara. Jerusalén ha rechazado total y definitivamente la oferta que me hablaba. 10Yo pregunté: «¿Qué debo hacer, Señor?». El
del evangelio; de lugar de salvación se ha convertido en sitio de con- Señor me respondió: «Levántate y sigue hasta Damasco, allí te
dena. Es verdad que aún queda en Jerusalén una comunidad cristiana, explicarán toda la tarea que se te ha encomendado». n Como yo
pero esto no cambia las cosas. Jerusalén ha perdido su puesto en la his- no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros
toria de salvación. De hecho, Lucas no volverá a decir una sola palabra
sobre la comunidad de Jerusalén. me llevaron de la mano hasta Damasco.
12
Un cierto Ananías, hombre muy religioso según la ley y de
gran prestigio entre todos los judíos de la ciudad, l3 vino a
verme, se puso a mi lado y me dijo: «Saulo, hermano, recobra la
428 21,37-22,29: Discurso de Pablo 21,37-22,29: Discurso de Pablo 429

vista». Inmediatamente recobré la vista y pude verlo. 14E1 me al marco narrativo, lo primero que llama la atención es la actitud del
dijo: «El Dios de nuestros padres te ha elegido para que cono- tribuno. Resulta incomprensible que un oficial, que sólo a duras penas
cieras su designio, vieras al Justo y escucharas las palabras de su ha logrado rescatar al prisionero de las manos de una multitud desenca-
denada, no tome toda clase de medidas para ponerlo al seguro cuanto
boca, 1 5 porque vas a ser su testigo ante todos los hombres de lo
antes, dentro de la fortaleza. Tan incomprensible como que acceda, sin
que has visto y oído. 16 Y ahora, ¿por qué vacilas? Levántate,
más, a la petición del prisionero de pronunciar un discurso ante la
bautízate y lava tus pecados invocando su n o m b r e » . gente. Es igualmente inverosímil que Pablo, con un mero gesto de la
17
Regresé a Jerusalén, y estando en el templo caí en éxtasis. mano, logre transformar a un populacho sediento de sangre en un audi-
18
Y lo vi a él, que me decía: «Date prisa, vete en seguida de Je- torio dispuesto a escucharle pacientemente (v. 40). Y en cuanto al dis-
rusalén, porque no van a aceptar tu testimonio acerca de mí». curso propiamente dicho, ¿por qué no hace la más mínima alusión a lo
ly
Y o repliqué: «Señor, si ellos saben que yo era el que metía en que acaba de pasar en la explanada del templo, que casi llegó a provo-
la c á r c e l a t u s f i e l e s y l o s h a c í a a z o t a r e n las s i n a g o g a s . car el linchamiento del orador? De hecho, Pablo no dice nada de lo
20
A d e m á s , cuando se d e r r a m ó la sangre de Esteban, tu testigo, que cabría esperar en una situación semejante. En vez de rechazar la
estaba yo presente a p r o b a n d o aquello y guardando la ropa de los acusación fundamental de que ha profanado el templo introduciendo en
que lo mataban». 2 1 Pero él m e dijo: «Vete, que yo te voy a en- él a un pagano (21,28), se pone a hacer un panegírico de la vida que ha
viar lejos, a los paganos». llevado hasta el momento, precisamente ahora que los judíos de Jerusa-
22 lén lo rechazan definitivamente. Hay que deducir, por consiguiente,
H a s t a estas palabras lo estuvieron e s c u c h a n d o , p e r o en- que el verdadero destinatario de ese discurso no es la multitud apiñada
tonces empezaron a gritar: junto a la fortaleza Antonia, sino el lector del libro de los Hechos. En
—¡Quita de en medio a ese individuo, que no merece vivir! todo caso, es posible que el segundo diálogo con el tribuno, en el que
23
C o m o seguían vociferando, tirando los mantos y echando Pablo aduce su condición de ciudadano romano (22,24-29), se remonte
polvo al aire, - 4 el tribuno dio orden de que metieran a Pablo en a una tradición que formaba parte del relato primitivo sobre el que
el cuartel y ordenó que lo interrogaran a latigazos, para averi- Lucas construyó su propia narración (cf. el comentario a 21,27-40).
guar por qué gritaban así contra él. Pero tampoco esto se puede afirmar con seguridad, ya que el relato de
25 Lucas tiene todas las características de su técnica narrativa.
M i e n t r a s lo estiraban con las c o r r e a s , Pablo p r e g u n t ó al
centurión, que estaba presente:
— ¿ O s está permitido azotar a un ciudadano r o m a n o , sin pre- 22,1-21. Casi todo el discurso está basado en materiales ya conocidos
via sentencia? por el lector, concretamente en la leyenda de la conversión de Pablo
26
A1 oírlo, el centurión fue a avisar al tribuno y le dijo: (cf. el comentario a 9,1-22). Sólo se añaden un par de datos biográficos
(22,3), que Lucas podría haber tomado de las tradiciones orales que
— ¿ Q u é vas a hacer? Ese hombre es r o m a n o .
27 circulaban en las comunidades paulinas. El único elemento nuevo real-
E1 tribuno acudió inmediatamente y le preguntó: mente importante es el relato de la visión que Pablo tuvo en el templo
— D i m e , ¿tú eres romano? (22,17-21) y que aquí ocupa un lugar paralelo a 9,19-30, donde se habla
Pablo respondió: de la predicación de Pablo en Damasco y en Jerusalén. El origen de
—Sí. * este elemento nuevo es enigmático. Difícilmente se puede considerar
28
E1 tribuno añadió: como pura invención lucana. Tal vez haya que atribuirlo a una determi-
— A mí la ciudadanía romana me ha costado mucho dinero. nada corriente, dentro de las tradiciones sobre la figura de Pablo, que
Pablo contestó: acentuaba la vinculación del apóstol con la ciudad de Jerusalén.
— P u e s yo la tengo de nacimiento. Pero en este discurso, en concreto, más que los materiales en sí
29
Los que iban a interrogarlo se retiraron en seguida; y el tri- mismos, interesa el modo como se utilizan. Lucas recoge todo ese ma-
b u n o tuvo miedo de haberle puesto cadenas, al enterarse de que terial y lo pone al servicio de una argumentación extremadamente ló-
era ciudadano r o m a n o . gica. Con ello consigue presentar los acontecimientos en una perspec-
tiva que sorprende por su novedad, como lo demuestra una compara-
21,37-22,29. Según su costumbre, Lucas pone de relieve el significado ción con 9,1-22. El discurso se presenta inicialmente como una apología
especial de una determinada situación, mediante una escena particular- personal. Pablo quiere demostrar que él nunca ha renunciado a sus
mente gráfica, dominada por un discurso. A la vista de las numerosas raíces judías, que le vienen por raza y por nacimiento (vv. 1-3), y que
inverosimilitudes de este relato, es imposible suponer que se trate de puede reivindicar para sí, con todo derecho, el título de «fanático de
una auténtica reproducción de sucesos realmente históricos. En cuanto Dios» (v. 3). El acontecimiento de Damasco no le ha alejado del autén-
430 21,37-22,29: Discurso de Pablo 21,37-22,29: Discurso de Pablo 431
tico judaismo, sino todo lo contrario. Cualquier fariseo cabal habría de- no estaba al corriente de que la mayoría de los judíos residentes en
bido comportarse, en su caso, de la misma manera que él (vv. 4-16). Egipto hablaban griego perfectamente. Sin embargo, su intención al in-
En este pasaje, todo está premeditadamente ordenado a crear una troducir esta referencia es bien clara. Tiene que ser un representante
tónica de solidaridad entre Pablo y sus adversarios. El mismo aconteci- del poder romano el que ratifique expresamente la diferencia radical
miento de Damasco está «coloreado», hasta cierto punto, de tonalidad que existe entre Pablo —es decir, entre el cristianismo— y cualquier
judía (vv. 12.14). Todo lo que pudiera herir la sensibilidad de unos clase de movimientos revolucionarios políticamente peligrosos.
oyentes judíos queda difuminado. Por ejemplo, no dice que la visión de
39. Pablo responde, no sin un cierto dejo de orgullo, que él es judío
Damasco supuso para él una ruptura con la concepción tradicional de la
de la diáspora y natural de Tarso, ciudad bien conocida. Sin embargo,
ley, según la interpretación de los fariseos. Esto no es una insignifican-
no dice, de momento, que es también ciudadano romano. Pablo em-
cia de la composición lucana, sino que aquí se prepara ya el punto cen-
pieza el juego guardándose un triunfo; ya tendrá ocasión de jugarlo
tral de la última parte del discurso (vv. 17-21), donde lo que inicial-
más adelante, en el momento oportuno (22,24-29).
mente parecía mera defensa se convierte en una ofensiva de un
inaudito radicalismo. Jesús, el profeta rechazado por los judíos, se apa- 40. Lucas renuncia a explicarnos por qué el tribuno accedió a la
rece en el lugar más sagrado del judaismo y pronuncia contra su pueblo demanda del prisionero, en una situación tan crítica como aquélla. No
la sentencia condenatoria que ahora Pablo repite públicamente en ese hay necesidad de acudir a motivaciones psicológicas. En la concepción
mismo lugar. No es Pablo, con su fe en Jesús en quien se cumplen de Lucas, el extraordinario dramatismo de la escena tiene para el lector
todas las promesas, el que se ha hecho infiel al judaismo, sino sus una explicación bien sencilla. Es la última vez que Pablo está en el tem-
mismos adversarios. Estos, al rechazar el testimonio sobre Jesús, han plo, cargado de cadenas y rodeado de todo Jerusalén, que pide a gritos
rubricado su propia rebeldía. Por eso, el futuro de la promesa está en su muerte. Con un gesto típico, Pablo se pone en actitud de orador (cf.
los paganos (cf. 28,28), mientras que Jerusalén y el templo quedan ex- 12,17; 13,16; 26,1). Para Lucas, dada la autoridad que atribuye a su hé-
cluidos de la historia de salvación. En resumen, este discurso es el úl- roe, es plenamente natural que baste ese gesto para imponer de golpe
timo testimonio de Pablo ante el pueblo judío. el más absoluto silencio en aquel griterío atronador. Pablo habla «en
hebreo» —es decir, en arameo corriente— y con eso se legitima como
21,37. Ya en la cima de la escalinata, y antes de que los soldados pue- judío entre judíos (cf. 22,2).
dan cerrar las puertas de la fortaleza Antonia, Pablo consigue hablar
con el tribuno. Y lo hace con estudiada cortesía y en su mejor griego. 22,1-2. El discurso es tremendamente respetuoso. Según la costumbre,
sólo se daba el título de «padres» a los miembros del Consejo (cf. 7,2).
38. El oficial romano se sorprende de que Pablo hable griego, por-
Pablo califica su discurso como una apología personal, con la que pre-
que creía que se trataba de aquel judío egipcio que hacía poco tiempo
tende justificarse de los cargos que se le imputan. Concretamente, se
había urdido una conspiración y, después de su fracaso, había desapare-
refiere a la acusación de difundir doctrinas contrarias al pueblo de
cido misteriosamente. El hecho nos lo cuenta el historiador Josefo
Dios, a la ley y al templo (21,28a). En cambio, la inculpación de que
(Ant. XX 169; Bell. II 261-263s). El egipcio en cuestión había reunido a
ha profanado el templo introduciendo en él a un pagano (21,28b) ni se
sus secuaces en el campo, luego los llevó al desierto y, finalmente, al
toma en consideración.
Monte de los Olivos. Desde allí pretendió lanzar una ofensiva contra
las murallas de Jerusalén,«como en tiempos lo había hecho Josué contra 3. Ya los datos biográficos con que empieza su alocución están
las murallas de Jericó. El procurador Félix le presentó batalla, venció al orientados al objetivo fundamental del discurso. La expresión «yo soy
egipcio y dispersó a todos sus guerrilleros. judío» es prácticamente el lema de todo lo que va a decir a continua-
En su versión del caso, a Lucas se le ha escapado un solo error, el ción. Pablo quiere probar que, desde los comienzos de su existencia,
número de los sediciosos. Probablemente se debe a una equivocación; hasta el momento presente, no ha dejado de ser un verdadero judío.
Lucas confundió la letra griega que tiene el valor numérico de cuatro No se puede negar que hay numerosas afinidades entre este pasaje y
mil con otra muy parecida, cuyo valor es treinta mil. También hay que Flp 3,2-7, donde Pablo se remonta igualmente a su pasado judío, pero
notar que la denominación de «sicarios», aplicada a las huestes del para significar la ruptura y el cambio total de valores que supuso para
egipcio, no es del todo correcta. Con este término latino (sicarii = pu- él el encuentro con Cristo. Sin embargo, a pesar de las semejanzas ex-
ñaleros) se designaba a los terroristas judíos francotiradores que desde ternas, ambos pasajes son totalmente distintos.
la meseta irrumpían en la capital y sembraban el terror entre los habi- La enumeración de los datos concretos sigue un esquema corriente
tantes (Josefo, Bell. II 224s). Pero parece que muy pronto esta designa- en el helenismo, que distingue tres estadios en la formación de la per-
ción llegó a aplicarse, en general, a toda clase de insurrectos. Es muy sona humana: nacimiento, infancia y educación. En los dos primeros
difícil creer que Pablo hubiera podido probar que él no era aquel egip- estadios, lo que más cuenta es la dimensión local. Pablo realmente na-
cio, por el mero hecho de hablar griego correctamente. Tal vez Lucas ció en Tarso, pero ya desde pequeñito se crió en Jerusalén, de manera

I
432 21,37-22,29: Discurso de Pablo 21,37-22,29: Discurso de Pablo 433

que puede considerar a esta ciudad como su verdadera patria (cf. 23,16- impresión que Lucas, en este pasaje, quiere subrayar que el diálogo si-
22). Por lo visto, su familia se trasladó a Jerusalén cuando Pablo era to- guiente (v. 10) se desarrolla exclusivamente entre Jesús y Pablo. En el
davía un niño. Es significativo que aquí, al revés que en 21,39, Tarso, v. 10, las instrucciones que Jesús le da a Pablo tienen una resonancia
su ciudad natal, se mencione puramente de pasada. No es precisamente especial; en Damasco se le explicará «la tarea que se le ha encomen-
su procedencia de una metrópolis cultural del mundo helenístico lo que dado». Sin duda que aquí, al revés que en 9,6, se piensa ya en la mi-
puede impresionar a los judíos de Jerusalén; la escala de valores de un sión de servicio que se le ha confiado a Pablo. Finalmente, en el v. 11,
judío es distinta de la de un tribuno romano. Para todos estos datos la ceguera se produce «por el resplandor de aquella luz», con lo cual
Lucas se valió, sin duda, de los recuerdos que aún tenían de Pablo y de pierde el carácter de castigo que tenía en 9,8.
su vida las diversas comunidades, y que esencialmente se remontaban a
lo que el propio Pablo les había contado, aunque naturalmente se ha- 12. En la segunda parte del relato de la conversión (vv. 12-16), las
bían ido embelleciendo con todo lujo de detalles, fruto de la imagina- diferencias son más acusadas. En primer lugar, el relato es más breve
ción. Los datos sobre su nacimiento e infancia son ciertamente histó- que en 9,10-18. Esto parece indicar que Lucas supone que sus lectores
ricos; los que se refieren a sus estudios rabínicos como alumno de ya conocen lo que pasó entonces y que aquí no está más que somera-
Gamaliel (cf. el comentario a 5,34ss) probablemente son también au- mente esbozado. Por otra parte, en este relato se acentúan más algunos
ténticos. A pesar de la afirmación de Gal 1,22 (cf. el comentario a aspectos nuevos. Se omiten las dos visiones simultáneas (9,10-16). Sin
9,ls), no existen argumentos serios para negar que Pablo, antes de su previa explicación, Ananías va a ver a Pablo. La presentación del per-
vocación, hubiera pasado un largo período en Jerusalén, como discípulo sonaje corresponde plenamente al enfoque del discurso; Ananías es un
de algún rabino. La expresión literal «estar sentado a los pies de» es judío observante de la ley y goza de gran prestigio entre sus correligio-
una formulación que refleja la práctica concreta de la enseñanza; el ra- narios de Damasco. Sólo el lector sabe que Ananías, por aquel en-
bino estaba sentado en una especie de cátedra, mientras que los tonces, ya era miembro de la comunidad cristiana.
alumnos se sentaban en el suelo delante de él (Bill. II 763ss). No se 13-14. Ananías empieza por realizar la curación de Pablo, narrada
puede excluir, sin más, que el maestro de Pablo fuera Gamaliel, el en estilo muy conciso, pero fiel a las fórmulas propias de este género
nieto del famoso Hillel; de hecho, en los escritos de Pablo se pueden de relatos (cf. 9,40; Me 10,52p; Le 18,42). En seguida se pasa a dar una
descubrir huellas de la tradición hillelita. detallada interpretación del acontecimiento (vv. 14-16). También aquí
La última frase del v.3 da el salto al presente. Pablo se considera aparece en primer plano la tonalidad judía. El que actúa en la curación
unido a su auditorio por un vínculo común enraizado en la ley: su fana- y el que confía a Pablo su cometido no es, como en 9,17, «el Señor»,
tismo por Dios. sino «el Dios de nuestros padres» (cf. 3,13; 5,30); Dios es el que ha es-
4-5. De igual modo, la referencia a su actividad como perseguidor cogido a Pablo y le ha hecho ver al que él ha resucitado de entre los
del cristianismo (cf. 9,ls) conserva el matiz de solidaridad con sus muertos. Igualmente se omite el nombre de Jesús, odiado por los ju-
oyentes. Por eso, llama «hermanos» a los judíos de Damasco, mientras díos, y queda sustituido por el título mesiánico, más neutral, de «el
que a los cristianos de la ciudad los designa como «el camino» (cf. el Justo» (cf. 3,14). Mucho más importante, porque es capital para la ima-
comentario a 9,2), en una perspectiva que da la impresión de un cierto gen que Lucas nos da de Pablo, es la presentación que, tanto aquí
distanciamiento. El sumo sacerdote y el Consejo son llamados en causa como en el cap. 9, se hace del acontecimiento de Damasco, entendién-
como testigos de la fidelid'ad a la tradicidón judía con la que Pablo ac- dolo como una vocación que viene directamente del Resucitado. Por
tuó en aquella ocasión. eso, Ananías no hace más que interpretar lo que ya ha sucedido en el
encuentro de Pablo con Jesús. El sentido del acontecimiento no admite
6-11. Sigue ahora el relato de su conversión (vv. 6-16) que, en su dudas; Dios ha elegido a Pablo para que conozca, y vea y escuche. El
primera parte (vv. 6-11), es perfectamente paralelo a 9,3-9. Con todo, conocer está directamente relacionado con el ver y el escuchar. El he-
hay algunos elementos nuevos. Por ejemplo, en el v. 6, la precisión cho de que Pablo haya visto al Resucitado y haya escuchado su voz le
«hacia mediodía» y la calificación de la luz como «cegadora» (la grada- ha llevado a conocer el designio de Dios, un designio salvífico, cuyo
ción es manifiesta: la luz llega a eclipsar la claridad del sol de medio- centro es la resurrección de Jesús.
día); en el v. 8, la aposición «el Nazareno», que cuadra muy bien en un
discurso a oyentes judíos (cf. el comentario a 2,22); en el v. 9, la reac- 15. A continuación, Ananías indica las consecuencias que de ahí se
ción de los acompañantes que, comparada con la misma observación en derivan para el camino ulterior de Pablo. Convencido como está de la
9,7, se menciona anticipadamente y se invierten los términos. Aquí los actuación de Dios en Jesús, su misión consiste ahora en dar testimonio
acompañantes ven la luz, pero no oyen la voz; en cambio, en 9,7 oyen ante todos los hombres de lo que ha visto y oído. Este pasaje sitúa a
la voz pero no ven al que habla, lo que no quiere decir que no hubie- Pablo en un nivel inmediato al de los Doce, al establecer su función de
ran percibido el resplandor de donde procedía la voz de Jesús. Da la testigo del Resucitado (cf. el excurso a 1,15-26, pp. 21s).
434 21,37-22,29: Discurso de Pablo 21,37-22,29: Discurso de Pablo 435
16. Las palabras de Ananías terminan con una invitación a recibir lo más categórico. Pablo tiene que marcharse de Jerusalén; su actividad
el bautismo. Queda indicada la significación del rito —purificación de ulterior se desarrollará entre los paganos, de acuerdo con la misión que
los pecados (cf. 2,38)—, pero no se menciona la donación del Espíritu el propio Jesús le confiará en el futuro. Si se toman a la letra estas pa-
(9,17). labras, habría que deducir lógicamente que todos los esfuerzos de Pablo
17-18. El discurso alcanza su punto culminante cuando Pablo re- por ganar a los judíos, y a los que Lucas concede tanto espacio, ha-
lata la visión que tuvo en el templo de Jerusalén. Según la presentación brían ido, en definitiva, contra el mandato de Jesús. Pero no es así
lucana, esta visión tuvo lugar durante la primera visita de Pablo a Jeru- como razona Lucas. El interpreta estas palabras del Señor en un sen-
salén, después de su vocación (cf. el comentario a 9,26-30). Lucas no tido proléptico. Ciertamente habrán de hacerse realidad en la actuación
había mencionado este episodio en 9,29s, probablemente con toda in- ulterior de Pablo, pero sólo después de que todos los esfuerzos del
tención. En este momento, el único motivo por el que Pablo tiene que apóstol por ganarse a su pueblo hayan fracasado rotundamente.
salir de la ciudad es la conjuración tramada por los judíos helenistas El punto realmente más provocativo del discurso es esta aseveración
para asesinarlo. Aquí la situación es totalmente distinta. Pablo está en lanzada a los oyentes. Al rechazar a Pablo, que ha vivido unas convic-
el templo haciendo oración; un rasgo que subraya la naturalidad con la ciones judías más auténticas que las de ninguno de los presentes, ellos
que él sigue practicando sus deberes religiosos como buen judío. De re- mismos dan la prueba definitiva de su total y absoluta obstinación.
pente, cae en éxtasis (cf. 10,10s; 11,5) y ve a Jesús en el esplendor de 22-23. El auditorio comprende la provocación. Y sin el menor mi-
su gloria. La aparición de Jesús en el templo —prueba, al menos indi- ramiento y rabiando de ira, estallan en un griterío salvaje. Las voces
recta, de su soberanía sobre el santuario— constituye la primera gran enfurecidas de una multitud que pide su muerte ahogan la voz de Pa-
provocación para los oyentes del discurso, a pesar de que se suaviza li- blo. Ciertamente esta violenta interrupción del discurso por los gritos
geramente con la omisión del nombre de Jesús. de la plebe no es más que un recurso literario (cf. 4,1; 17,32; 23,7). En
Con frecuencia se ha interpretado esta escena como una visión de realidad, ya está dicho todo lo que había que decir.
vocación, en paralelismo con el acontecimiento de Damasco. Pero esto
resulta insostenible, al menos desde un análisis de la narración, tal 24. La orden del tribuno de meter a Pablo de una vez en la forta-
como la tenemos. No se puede negar que hay algunos elementos de las leza sirve de transición a un nuevo episodio de gran tensión narrativa.
escenas de vocación, pero lo curioso es que esos elementos aparecen al- Pablo va a ser interrogado. El derecho penal romano permitía habitual-
terados de una manera extraña. Por ejemplo, Jesús no le manda a Pa- mente la tortura durante el interrogatorio de los extranjeros y de los es-
blo que predique en Jerusalén, sino que abandone cuanto antes esa ciu- clavos. Por tanto, la orden de interrogar a Pablo acudiendo a la tor-
dad hostil a su testimonio. tura no es una estratagema especial que se le ocurre al tribuno, sino el
procedimiento más corriente para averiguar si Pablo es un transgresor
19-20. Uno de los rasgos típicos de las escenas de vocación (9,13; de la disciplina del templo, cuya vigilancia corría a cargo de los ro-
10,14; cf. Jr 1,6) es la objeción del destinatario. Aquí esta objeción no manos, o un sedicioso subversivo.
se refiere al mandato de predicar, sino —y esto supone otra alteración
de la fórmula— a la prohibición de predicar a Israel. Pablo apela a su 25. Ya está Pablo atado a un camastro y los guardias dispuestos a
propia historia. Si hay alguno capaz de conseguir que el mensaje de sal- azotarlo, cuando se oye una protesta. Pablo apela a su ciudadanía ro-
vación llegue al pueblo de„Israel, ése tendría que ser precisamente uno mana (cf. el comentario a 16,22s). Torturar a un ciudadano romano du-
que haya demostrado su intachable judaismo, hasta el punto de haber rante un interrogatorio, o simplemente cargarle de cadenas sin senten-
sido perseguidor de los cristianos; su propia vida sería el testimonio cia firme, estaba terminantemente prohibido por dos leyes, la Lex
más válido en favor de la ideología que propugna. Si los judíos no escu- Porcia y la Lex Julia.
chan al antiguo perseguidor del cristianismo, ¿a quién podrán escuchar? 26-27. El centurión que presidía el interrogatorio se precipita a
20. Como punto álgido de su actividad persecutoria, Pablo men- avisar al tribuno, y éste se presenta inmediatamente. Queda tan sor-
ciona la parte que él tuvo en la lapidación de Esteban (7,58). Con esta prendido de tener ante sí a un ciudadano romano, que pide a Pablo
ocasión se le da a Esteban el título sublime de «testigo» y precisamente que se lo confirme expresamente con sus propias palabras.
en un contexto de derramamiento de su «sangre», es decir, de dar su
vida por Jesús. Aquí se refleja ya la concepción primitiva del «mártir» 28. Durante el diálogo, la consideración del tribuno hacia el prisio-
(= testigo) como el que da testimonio con su propia sangre. Algunos nero se hace cada vez mayor, sobre todo al enterarse de que Pablo po-
manuscritos son mucho más explícitos, al introducir la variante textual: see la codiciada ciudadanía romana, no por haberla comprado, como en
«tu primer testigo». su propio caso, sino por derecho de nacimiento.
Este breve episodio pretende destacar la superioridad de Pablo. Su
21. Jesús rechaza la objeción de Pablo con una última palabra de categoría social es superior incluso a la de un oficial del ejército ro-
436 22,30-23,11: Pablo ante el Consejo 22,30-23,11: Pablo ante el Consejo 437
mano. Sin embargo, no hay por qué entrar aquí en cuestiones psicoló- — N o encontramos ningún delito en este h o m b r e . ¿No podría
gicas. Al narrador no le interesan las relaciones personales entre Pablo haberle hablado un espíritu o un ángel?
y el tribuno, sino el papel que juega la ciudadanía romana en el pro- 10
E1 altercado arreciaba. Entonces el tribuno, temiendo que
ceso de Pablo, y que aquí se manifiesta por primera vez.
hicieran pedazos a Pablo, m a n d ó que bajaran los soldados para
29. La conclusión del episodio crea un cierto problema. Es verdad sacarlo de allí y llevárselo al cuartel.
que el interrogatorio no se lleva a cabo, y también es verdad que el tri- " L a noche siguiente se presentó el Señor a Pablo y le dijo:
buno, lleno de miedo, reconoce que obró contra la ley mandando mania- — ¡ A n i m o ! Lo mismo que has d a d o testimonio de mi causa en
tar a Pablo. Pues, entonces, ¿por qué no ordena inmediatamente que lo Jerusalén, es necesario que lo des también en R o m a .
desaten, sino que lo deja encadenado, por lo menos durante toda aque-
lla noche (v. 30)? Ya algunos manuscritos antiguos, conscientes de esta 23,3: Ez 13,10-15; 23,5: Ex 22,27.
contradicción, trataron de resolverla añadiendo la inmediata liberación
de Pablo. 22,30-23,11. Desde el punto de vista histórico, este relato es, sin com-
paración, el más inverosímil de toda la obra lucana. Efectivamente, re-
sulta incomprensible que el tribuno romano, en vez de proceder inme-
d i a t a m e n t e a l i b e r a r a P a b l o de sus c a d e n a s e i n t e r r o g a r l o
11. Pablo ante el Consejo (22,30-23,11) personalmente, sin la sombra de la tortura, lo retenga preso hasta la
mañana siguiente y, para averiguar la verdad sobre el prisionero, acuda
30 a una corporación judía. Igualmente es inconcebible que un tribuno pu-
Al día siguiente, queriendo poner en claro de qué lo acusa-
diera tener autoridad para convocar por sí mismo al Consejo y que,
ban los judíos, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los siendo pagano —y por tanto, impuro—, le fuera permitido asistir a la
sumos sacerdotes y el Consejo en pleno, bajó a Pablo y lo hizo sesión, posiblemente acompañado de su escolta personal (v. 10). Y
comparecer ante ellos. aunque hubiera sido así, ¿cómo habría podido seguir las incidencias del
23 ' P a b l o , mirando fijamente al Consejo, dijo: debate, si se hablaba en arameo? Aparte de esto, el mismo desarrollo
— H e r m a n o s , yo hasta ahora he procedido ante Dios con la de la sesión es de lo más inverosímil. El sumo sacerdote ordena golpear
mejor conciencia. a Pablo (v. 2); Pablo insulta al sumo sacerdote (v. 3) e inmediatamente
2
A esto, el sumo sacerdote Ananías ordenó a los presentes pide disculpas por no haberlo reconocido (v. 5); Pablo consigue enzar-
q u e le dieran un golpe en la boca. zar de tal manera a fariseos y saduceos, que se produce una disputa
3 teológica y la escena termina en un alboroto colosal (vv. 6-10). Final-
Pablo replicó:
— D i o s te golpeará a ti, pared blanqueada. Estás ahí sentado mente, el carácter mismo de la sesión es confuso. Según 22,30, se trata
para juzgarme conforme a la ley, ¿y violas la ley m a n d a n d o que de un nuevo interrogatorio; en cambio, según 23,6, parece que es un
me peguen? verdadero proceso. Si a todo esto se añade que el episodio no tiene el
menor influjo en el curso ulterior de los acontecimientos (cf. 23,12-15),
Los presentes dijeron:
no resulta difícil emitir un juicio sobre el valor histórico de la escena.
— ¿ C ó m o te atreves a insultar al sumo sacerdote de Dios? La narración no está basada en un hecho real ni en una tradición ante-
5
R e s p o n d i ó Pablo: rior; es pura invención de Lucas.
— H e r m a n o s , no sabía que él fuera el sumo sacerdote. D e he- Si ahora consideramos el relato desde el punto de vista literario y
c h o , la Escritura dice: «No maldecirás al jefe de tu pueblo». teológico, resulta más difícil formarse una idea exacta. No es fácil sus-
6
C o m o Pablo sabía que una parte de ellos eran fariseos y otra traerse a la impresión de que, en este caso, Lucas no alcanza el nivel
saduceos, gritó en medio del Consejo: de las demás escenas nacidas de su creatividad. La escena parece cons-
— H e r m a n o s , yo soy fariseo, hijo de fariseos; y estoy proce- truida con mucho trabajo. Lo que Pablo dice o hace no añade nada
sado por causa de la esperanza en la resurrección de los muertos. nuevo a su imagen, ni orienta significativamente el curso de los aconte-
7
A p e n a s dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y cimientos. Pablo no es más que un hábil estratega que consigue salir ai-
saduceos, y la asamblea q u e d ó dividida. 8 Los saduceos sostienen roso de una situación comprometida, a base de subterfugios un tanto
q u e no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus; en cambio, los equívocos. Suponer simplemente que Lucas ha pretendido con esta es-
fariseos admiten todo esto. 9 Se a r m ó un griterío enorme y al- cena crear un paralelismo con el interrogatorio de Jesús ante el Con-
gunos doctores del partido fariseo se pusieron en pie protestando sejo (Le 22,66-71) carece de todo fundamento textual, porque no hay
enérgicamente: ninguna resonancia directa ni indirecta entre ambos episodios. En-
tonces, ¿cuál fue la intención de Lucas? Si partimos de la constatación
438 22,30-23,11: Pablo ante el Consejo 22,30-23,11: Pablo ante el Consejo 439
de que el punto clave del relato está en la disputa entre fariseos y sadu- asesinado por los zelotas, que io tenían por amigo de los romanos (Jo-
ceos (vv. 7-10), tal vez podamos dar una respuesta. Lucas quiere mos- sefo, Bell. II 441s). Su conducta muy poco protocolaria —ordena a uno
trar que el judaismo, al cerrarse obstinadamente al mensaje de salva- de los ujieres que le dé al acusado un golpe en la boca— expresa sim-
ción, ha perdido su propia identidad interna y su credibilidad externa. bólicamente que considera la declaración de Pablo como una mentira
El partido fariseo, auténtico representante del verdadero judaismo, por descarada.
no estar dispuesto a admitir que su propia fe alcanza su cumplimiento
3. Pablo reacciona con la famosa fórmula judía de maldición:
en el cristianismo, se ha quedado sin rumbo. Mientras el camino de la
«Dios te golpeará a ti» (Sebu. 4,13). Posiblemente haya que interpretar
historia de salvación se va alejando de Jerusalén, allá quedan los di-
esta respuesta como una predición del futuro asesinato de Ananías. El
versos bandos judíos enzarzados en una discusión absurda.
insulto: «pared blanqueada» alude a Ez 13,10. El sumo sacerdote es
El episodio termina con el relato de una visión nocturna (v. 11), de como un hombre que da una mano de blanco a una pared de adobe
cuño indudablemente lucano. La intención de Lucas consiste en ayudar resquebrajada, para dar la impresión de que la casa está en perfectas
al lector para que, entre tantos episodios sueltos, no pierda de vista la condiciones, «y así induce a los moradores a estar orgullosos de la soli-
línea temática fundamental. Pablo ha dado en Jerusalén su último testi- dez del edificio» (W. Zimmerli). Con esta metáfora, el locutor indica el
monio a favor de la causa de Jesús; ya se encargará el propio Jesús de resquebrajamiento interno y la hipocresía del judaismo, representada
que Pablo pueda dar ese mismo testimonio en Roma (cf. el comentario por el sumo sacerdote.
a 19,21).
4-5. Pero cuando advierten a Pablo que ha insultado al sumo
22,30. El conato del tribuno de llevar a cabo un interrogatorio me- sacerdote, retira inmediatamente sus palabras y pide disculpas; no fue su
diante tortura ha fracasado. Por eso, a la mañana siguiente, intenta un intención violar la Tora, que prohibía la insubordinación a los supe-
nuevo procedimiento para poner en claro la situación del prisionero. Su riores. Según la concepción de Lucas, las palabras de Pablo demuestran
punto de partida es la convicción de que Pablo ha transgredido las leyes su incondicional fidelidad a la ley.
del judaismo. Por eso, su primera medida consiste en ponerse en con-
tacto con el Consejo, como suprema instancia judía. Pero no se con- 6-7. Inmediatamente después de este incidente, Pablo toma de
tenta con el mero hecho de recibir sus informaciones, sino que convoca nuevo la iniciativa. Con una maniobra táctica, aprovecha las tensiones
una asamblea plenaria, con el fin de promover un careo entre las teológicas latentes entre los dos grupos del Consejo, los fariseos y los
partes. Formalmente, el procedimiento se mantiene a nivel de interro- saduceos, y se presenta como un fariseo fiel a sus ideas y consecuente
gatorio. Y como Pablo es un prisionero de Roma —más aún, posee la con sus principios. De hecho, se encuentra bajo proceso —expresión
ciudadanía romana— queda excluida toda clase de superioridad por que contradice abiertamente la concepción de la escena como un nuevo
parte de la jurisdicción del Consejo. (Para la composición de este orga- interrogatorio— por profesar una doctrina teológica rechazada por los
nismo y su lugar de reunión, cf. el comentario a 4,5.) El tribuno en saduceos, a saber, la resurrección de los muertos (cf. 4,ls). Si los fari-
persona acompaña a Pablo, liberado ya de sus cadenas, y asiste a la se- seos se ponen en contra de Pablo y de su mensaje, no harán, en defini-
sión. tiva, otra cosa que defender los intereses de sus adversarios teológicos,
los saduceos. De esta manera, Lucas ofrece una vez más una imagen
23,1. Ya desde el comienzo se violan las ordenanzas del procedi- simplificada del cristianismo, presentándolo como la auténtica realiza-
miento jurídico. Antes de que el sumo sacerdote, que preside la vista, ción de las convicciones fariseas.
pueda presentar los cargos —tal vez, la supuesta profanación del tem-
plo (21,28)— y abrir el interrogatorio, Pablo toma la palabra y, mi- 8. La visión lucana del sistema saduceo no es ciertamente menos
rando fijamente a los miembros del Consejo, declara con toda valentía simplista. Para Lucas, los saduceos no son más que unos escépticos bas-
que su conciencia está limpia, porque toda su vida ha procedido con la tante bien instruidos, que rechazan todas las doctrinas religiosas refe-
mirada puesta en Dios y en el cumplimiento de su voluntad. Esta decla- rentes a realidades sobrenaturales, incluso la existencia de ángeles o de
ración lapidaria alcanza su pleno sentido, si se interpreta como un resu- espíritus en general. Sin embargo, los saduceos eran, en realidad, unos
men del testimonio que acaba de dar ante los judíos de Jerusalén (22,1- tradicionalistas radicales que, si rechazaban la resurrección, era porque
21). En esa ocasión Pablo proclamó abiertamente que toda su vida ha- en la Tora no había pruebas de esa doctrina.
bía estado determinada por el principio de fidelidad a la ley y a las pro-
mesas. 9. A pesar de que la maniobra de Pablo es tan evidente, logra su
objetivo. Algunos doctores del partido fariseo no se dejan escapar la
2. Ananías ejercitaba las funciones de sumo sacerdote aproximada- oportunidad que se les brinda de reportar un triunfo sobre sus adversa-
mente desde el año 48 (Josefo, Ant. XX 103). Fue depuesto durante el rios saduceos, y declaran, en tono más bien provocativo, que la apari-
mandato del procurador Félix (Josefo, Ant. II 180) y posteriormente ción de Jesús referida por Pablo bien pudiera ser una prueba de que la
440 23,12-35: Conjura contra Pablo 23,12-35: Conjura contra Pablo 441

creencia en los ángeles y en los espíritus es una doctrina bien fundada. —Los judíos se han puesto de acuerdo para pedirte que ma-
Con esta ocasión, hasta llegan a admitir que es su deber declarar a Pa- ñana hagas bajar a Pablo al Consejo, porque desean examinar su
blo inocente. La escena termina en un altercado general. caso con más detalle. 21Tú no te lo creas, porque van a tenderle
una trampa más de cuarenta de ellos, que han jurado no comer
10. Los dos grupos se enzarzan en una disputa, que termina por ni beber hasta que lo eliminen. Ya están preparados; sólo aguar-
degenerar en una auténtica agresión. Los ánimos están tan acalorados,
que todos se olvidan del verdadero motivo de la reunión. En seguida, dan a que tú se lo lleves.
22
el tribuno manda intervenir a los soldados, para rescatar de aquel baru- E1 tribuno despidió al muchacho encargándole:
llo al prisionero y conducirlo de nuevo a la seguridad del cuartel. Prác- —No digas a nadie que me has denunciado esto.
ticamente se repite aquí la escena que tuvo lugar en la explanada del •"inmediatamente llamó a dos centuriones y les dijo:
templo (21,32-36). El oficial romano, por su parte, se queda sin saber —Para las nueve de la noche tened preparados doscientos sol-
exactamente qué es lo que Pablo ha hecho en realidad. dados de infantería, setenta de caballería y doscientos lanceros,
11. En medio de aquel confusionismo general, Pablo es el único para marchar a Cesárea. 24 Preparad también unas muías para Pa-
que puede tener certeza del futuro desarrollo de los acontecimientos. blo, de modo que lo llevéis sano y salvo al procurador Félix.
25
En una visión nocturna (cf. 18,9s; 27,23s) Cristo en persona le comu- Escribió además una carta en estos términos:
26
nica que logrará alcanzar la meta que Dios mismo le ha establecido. «Claudio Lisias saluda a su excelencia el procurador Félix.
27
La expresión «es necesario» es una perífrasis que se refiere al plan A este hombre le habían apresado los judíos y lo iban a matar.
de Dios. En el camino ulterior de Pablo se va a hacer realidad ese de- Al enterarme yo de que era ciudadano romano, acudí con la
signio, sin que la hostilidad humana ni la fuerzas desatadas de la natu- tropa y se lo quité de las manos.
raleza puedan obstaculizarlo (cf. 9,6; 19,21). 28
Decidido a averiguar el motivo por el que lo acusaban, lo
envié al Consejo judío. 29 Entonces me enteré de que la acusa-
ción se refería a cuestiones de su ley, pero no a un delito que
12. Conjura contra Pablo y su marcha mereciese la muerte o la prisión. 30A1 ser informado de que se pre-
hacia Cesárea (23,12-35) paraba un atentado contra este hombre, te lo remito sin dilación, y
12 notifico a sus acusadores que formulen sus querellas ante ti».
Por la mañana temprano tuvieron los judíos un conciliábulo y •"Siguiendo las órdenes recibidas, los soldados cogieron a Pa-
juraron no comer ni beber hasta que mataran a Pablo. 13Los blo y lo condujeron de noche hasta Antípatris. ~2A1 día si-
conjurados eran más de cuarenta. Se presentaron a los sumos guiente, dejaron que los de caballería se marcharan con él, y "
sacerdotes y a los ancianos y les dijeron: ellos se volvieron al cuartel.
—Hemos jurado solemnemente no probar bocado hasta que 33
E1 otro grupo llegó a Cesárea, entregaron la carta al procu-
matemos a Pablo. 15 Ahora vosotros, con todo el Consejo, pedid rador y le presentaron a Pablo. 34E1 procurador leyó la carta, y
al tribuno que os lo presente de nuevo, porque deseáis examinar
su caso con más detalle.»Nosotros estamos preparados para elimi- preguntó de qué provincia era. Al enterarse de que era de Cili-
narlo antes de que llegue. cia, dijo:
35
16 —Te interrogaré cuando se presenten tus acusadores.
Pero el sobrino de Pablo, hijo de su hermana, se enteró de Y mandó que quedase detenido en el palacio de Herodes.
la maquinación. Entonces se fue al cuartel, entró y se lo comu-
nicó a Pablo. 17Pablo llamó a un centurión y le dijo: 12-35. El relato, rico en detalles y con una notable variedad de cir-
—Lleva a este joven al tribuno, porque tiene algo que comu- cunstancias, está ciertamente basado en datos de tradición. No faltan
nicarle. argumentos para pensar que reproduce una parte de la primitiva narra-
18
E1 centurión se lo presentó al tribuno y le dijo: ción del proceso de Pablo (cf. el comentario a 21,27-36), en la que ve-
—El preso Pablo me ha llamado y me ha pedido que te traiga nía inmediatamente después de la escena que termina en 22,29. En
a este muchacho, que tiene algo que decirte. cualquier caso, no se puede negar que existe una tensión evidente entre
19
E1 tribuno lo cogió de la mano, se lo llevó aparte y, ya a este relato y el episodio anterior del interrogatorio de Pablo ante el
solas, le preguntó: Consejo (23,1-11) que, como hemos dicho, es obra del propio Lucas.
—¿Qué es lo que tienes que decirme? En el curso de la narración nos enteramos de que se va a proponer a

E1 muchacho contestó: las autoridades judías que soliciten un interrogatorio de Pablo ante el
442 23,12-35: Conjura contra Pablo 23,12-35: Conjura contra Pablo 443

Consejo (v. 15), y que el tribuno romano, en principio, no está en con- 12-15. La conjuración contra la vida de Pablo encaja perfecta-
tra de esa petición (v. 20). Sin embargo, no se dice en absoluto que ya mente dentro de la agitada situación interna que sacudió la vida política
se haya producido ese interrogatorio —aunque por iniciativa del tri- de Jerusalén durante el mandato de los procuradores Félix y Festo,
buno, y no del Consejo— ni se aduce ningún motivo que hubiera po- como sabemos por otras fuentes contemporáneas. Los conjurados de-
dido impulsar a los romanos a embarcarse, sin una razón jurídica seria, bían de ser componentes de un movimiento zelota de liberación, una
en un segundo experimento de tan inciertos resultados como el ante- banda de «puñaleros» (sicarii) que se dedicaban a perpetrar atentados
rior. Sobre todo, después que el primer interrogatorio había terminado contra gente que, en su opinión, habían mancillado la pureza de Israel,
en un fracaso tal, que no sólo no se había logrado sacar nada en lim- de su fe y de su templo. Tenían como modelo al sacerdote veterotesta-
pio, sino que se había llegado a poner en peligro la vida de un prisio- mentario Fineés (Nm 25,7ss), que, en un momento de absoluta necesi-
nero que, además, era ciudadano romano. Pero aun en el caso de que dad y saltándose las reglas de la administración de la justicia, había
se hubiera aducido alguna motivación, resultaría muy difícil creer, dado muerte a un pecador público ante los ojos de todo el pueblo. A
desde el punto de vista histórico, que el tribuno se hubiera avenido a ejemplo suyo, estos fanáticos se sentían llamados a tomarse la justicia
ello. Con todo, parece que Lucas no podía darse por satisfecho con la por su mano cuando la prosecución oficial de los transgresores de la ley
mera planificación, por parte de las autoridades judías, de un interroga- no funcionaba.
torio ante el Consejo, sin que éste se hubiera llevado realmente a la Sin duda que esto era lo que se temían desde el momento en que el
práctica. Su intención —y además, su obligación— era relatar un último proceso de Pablo cayó en manos de la justicia romana. En realidad, los
encuentro entre Pablo y los representantes oficiales del judaismo. Por zelotas odiaban a los saduceos, la aristocracia sacerdotal que tenía
eso introdujo en el relato primitivo una escena particular, compuesta mayoría en el Consejo, por considerarlos amigos de los romanos y trai-
por él (22,30-23,11). dores a la causa judía. A pesar de todo, es bien posible que ambos
Del resto, la narración, a pesar de todas sus anécdotas decorativas, grupos, unidos por el odio común contra Pablo, llegaran a un acuerdo.
refleja con bastante claridad las circunstancias históricas. De un lado De modo que los saduceos dieron su apoyo al atentado, como cóm-
están las autoridades judías. De momento, no pueden tener ninguna es- plices encubiertos.
peranza de que se entregue a su jurisdicción a un ciudadano romano, Los conjurados se comprometen bajo juramento a eliminar a Pablo
pero hacen todos los esfuerzos posibles para inclinar a su favor los re- sin dilación alguna. La fórmula del juramento es una especie de auto-
sultados del proceso romano que ya está en marcha. Además, apoyan maldición: «Que me muera si.../ si no...» (cf. Bill. II 767, donde tam-
con simpatía el plan propuesto por sus secuaces de liquidar por la bién se contempla la posibilidad de disolución del compromiso por un
fuerza al odiado adversario, sin esperar a los inciertos resultados del doctor de la ley). El momento más oportuno será cuando lo trasladen
proceso. De otro lado está el tribuno romano, poco versado en las de la fortaleza Antonia a la sala del Consejo (cf. el comentario a 4,5).
cuestiones religiosas del judaismo, y que para la investigación del caso Entonces, como si fuera lo más natural, los conjurados se aglomerarán
depende absolutamente de las informaciones que puedan darle las ins- en torno a Pablo y a los soldados de la escolta —por eso se dice que
tancias oficiales judías. Difícilmente hubiera podido llevar adelante el eran «más de cuarenta»— y en ese momento uno de ellos, como un
proceso por su propia cuenta. Dada su condición de ciudadano romano, rayo, le dará una puñalada mortal. Todo está tramado de manera que
Pablo, después de la instrucción preliminar de la causa, tenía que ser ninguno de los miembros del Consejo pueda resultar sospechoso.
presentado ante una instancia más alta, es decir, ante el procurador. 16. Pero, antes de que el atentado pueda perpetrarse, Pablo se en-
Pero, en realidad, esto no corría ninguna prisa. Hubiera bastado esperar tera por medio de su sobrino de la conjuración que se ha urdido contra
a que el procurador subiera a Jerusalén para tener la próxima audiencia él. Como el prisionero está en arresto menor, puede recibir visitas sin
judicial. Pero como el tribuno tenía fundadas razones para estar preo- formalidades particulares. Se podría pensar que el sobrino de Pablo
cupado por la suerte del prisionero, ordenó el inmediato traslado de —hijo de una hermana suya casada y residente en Jerusalén— habría
Pablo a Cesárea, para presentarlo ante el procurador. llegado a tener conocimiento de la conjuración por estar relacionado
En el plan de conjunto de toda la obra lucana, este pasaje tiene una personalmente con grupos de zelotas. Y esto no sería extraño, dada la
función decisiva. De hecho, significa que Pablo se despide definitiva- profunda raigambre de la familia de Pablo, que pertenecía al círculo ju-
mente de Jerusalén, calificada una vez más —y con marcado drama- dío de más estricta observancia de la ley (22,3; cf. Flp 3,5s). Con todo,
tismo —como ciudad de destrucción, y es entregado al poder de los ro- en el muchacho, los vínculos familiares prevalecen sobre su fanatismo
manos. Lucas subraya el acontecimiento en este sentido, introduciendo religioso.
una carta del tribuno al procurador (vv. 26-30). La carta pone de re-
lieve el papel de Roma que, sin darse cuenta, ha actuado como protec- 17-22. Pablo pide que su sobrino sea llevado a presencia del tri-
tora de los intereses de Pablo, y al mismo tiempo recalca la inocencia buno, para comunicarle un mensaje importante. La escena siguiente,
del prisionero, desde el punto de vista romano. cargada de repeticiones, pretende agudizar la tensión narrativa. ¿Lie-
444 23,12-35: Conjura contra Pablo 23,12-35: Conjura contra Pablo 445

gara el romano a darse cuenta del peligro? ¿Estará dispuesto a proteger menciona aquí por primera vez, fue un personaje más bien desvaído.
a su prisionero? En seguida veremos que el comportamiento del tri- En realidad, era un advenedizo. Liberto de origen, había llegado a ocu-
buno hace honor a la responsabilidad y sagacidad que cabe esperar de par un cargo importante por ser hermano de un valido del emperador
un oficial romano. El tribuno conduce al joven a un lugar apartado —él Claudio. Según Tácito (Hist. V 9), «ejerció el poder como un rey, pero
sabe que en Jerusalén las paredes oyen— y recibe amplia información con mentalidad de esclavo». A base de matrimonios amañados logró
sobre el atentado que se piensa perpetrar al día siguiente. (En el v. 20a prosperar en su carrera. Su primera mujer, una princesa romana des-
se da la indicación temporal correspondiente al v. 14). Con suma cau- cendiente de Antonio y Cleopatra, le facilitó el acceso a los círculos gu-
tela el tribuno manda al muchacho que no hable de ello con terceros; bernamentales. Más tarde, siendo ya procurador, se casó con Drusila,
así podrá ganar tiempo para tomar las medidas que aseguren la protec- una princesa judía, hermana de Agripa II (cf. el comentario a 24,24),
ción de Pablo. lo que le facilitó sus relaciones con los judíos. Las fechas de su man-
dato son bastantes dudosas. Según el cómputo más probable, tomó po-
23. Mientras los conjurados, ignaros de la denuncia, ultiman los sesión de su cargo hacia el año 52/53 (Josefo, Bell. II 247; Ant. XX
preparativos para el golpe, el tribuno ordena a una compañía de sol- 137s) y fue sustituido por Festo en el año 58. Mientras que el mandato
dados que den escolta a Pablo hasta Cesárea. Los datos sobre este des- de los procónsules de las provincias senatoriales, nombrados por el se-
pliegue de efectivos son claramente exagerados. De una manera indi- nado, estaba limitado a dos años (cf. el comentario a 18,12), el ejerci-
recta pueden indicar al lector el enorme peligro que suponía la cio de los procuradores de una provincia imperial, nombrados por el
amenaza de los conjurados. La guarnición romana destacada en Jerusa- propio emperador, como en el caso de Félix, no estaba sujeto a limita-
lén ascendía a mil hombres. Según los datos del texto, resultaría que ción de tiempo.
casi la mitad fue destinada a escoltar a Pablo. (Algunos manuscritos
añaden aquí una aclaración. El tribuno habría tomado unas medidas de 27-29. El cuerpo de la carta (vv. 27-30) empieza por recapitular,
seguridad extraordinariamente fuertes, porque tenía miedo de que, caso de manera sintética, el curso de los acontecimientos ocurridos desde la
de producirse un ataque contra Pablo, se le pudiese acusar de haber detención de Pablo. Lucas aprovecha esta oportunidad para inculcar al
sido sobornado por los judíos). lector los puntos más significativos, concentrados en un apretado resu-
La palabra griega dexiolaboi, que hemos traducido por «lanceros», men: 1) Pablo es ciudadano romano y, en cuanto tal, depende de la ju-
no se encuentra en la literatura de aquel tiempo, por lo que su signifi- risdicción del procurador. 2) Hay que agradecer al ejército romano la
cado es dudoso. De todos modos, la idea era que la compañía acompa- liberación del prisionero de manos de los judíos, que estaban decididos
ñara a Pablo durante la noche y a marchas forzadas, hasta atravesar la a asesinarlo. 3) Según el derecho penal romano, el imputado es absolu-
zona de mayor peligro, es decir, las cercanías de Jerusalén, y que luego tamente inocente. 4) Desde el punto de vista romano, los cargos que se
volviera a la ciudad; durante el resto del viaje debería ser escoltado por le imputan se reducen a meras diferencias religiosas entre judíos, que
la caballería (cf. el comentario al v. 31). Lo más probable es que Pablo caen fuera de la competencia de la jurisdicción romana.
hiciera el viaje a caballo ya desde el principio.
30. La carta termina con una referencia a lo que va a suceder a
24. La mención de las muías puestas a disposición de Pablo ha de- continuación. Una vez más es el lector el destinatario real de ese comu-
satado la fantasía de los comentaristas. Unos piensan en cabalgaduras nicado. El tribuno ha hecho saber a los acusadores que deberán presen-
de refresco, porque una sola no hubiera podido aguantar una galopada tar sus querellas ante el procurador. En realidad, el tribuno no pudo
hasta Cesárea. Otros —con menor probabilidad— opinan que se tra- hacer esta notificación hasta la mañana siguiente, cuando ya podía estar
taba de acémilas. seguro de que Pablo había logrado escapar de las asechanzas de los ju-
díos. Desde ahora, el proceso tendrá que desarrollarse ante el procura-
25-26. En este punto, Lucas introduce en su relato una carta del dor.
tribuno al procurador. La carta —en realidad, se trata de una composi-
ción del propio Lucas— es una muestra de la forma y estilo de la co- 31-33. Las indicaciones sobre la velocidad del viaje son también
rrespondencia particular en la época helenístico-romana (cf. el comen- poco objetivas. En una noche, y a marchas forzadas, se llega a Antípa-
tario a 15,22s); lo único que falta es el saludo final: «adiós», con el que tris, situada a sesenta kilómetros de Jerusalén, en el borde oriental de
de ordinario terminaban las cartas de este tipo (de hecho, gran número la llanura de Sarón, entre Lida y Cesárea. E inmediatamente, sin hacer
de manuscritos añaden este saludo final). un alto para descansar, la infantería emprende viaje de regreso a Jeru-
En el encabezamiento de la carta Lucas tiene que dar un nombre al salén. Pero, desde el punto de vista histórico, lo único probable es que
tribuno. Es muy poco probable que el nombre de Claudio Lisias haya la infantería y los lanceros no fueran más que una protección suplemen-
sido transmitido por la tradición; lo más seguro es que sea una inven- taria, con la misión de escoltar a los de a caballo por la zona más peli-
ción del propio Lucas. El procurador Antonio Félix, cuyo nombre se grosa de los alrededores de Jerusalén, es decir, unos cuantos kilómetros
446 24,1-23: Proceso ante el procurador Félix 24,1-23: Proceso ante el procurador Félix 447
9
más allá de las murallas de la ciudad. Al día siguiente, la caballería re- Los judíos corroboraron la acusación afirmando que así ha-
corre los cuarenta kilómetros restantes y llega a Cesárea, residencia del bían sucedido realmente los hechos.
procurador (cf. el comentario a 8,40). '"Cuando el procurador le hizo seña de que tomara la pala-
34-35. Nada más llegar la comitiva, Félix abre un interrogatorio bra, Pablo respondió:
preliminar muy breve, con el único objeto de clarificar sus competen- —El saber que desde hace muchos años administras justicia
cias en el caso. Según las normas jurídicas de entonces, lo habitual era en esta nación me anima a hablar en mi defensa.
que la competencia para iniciar un proceso correspondiera al procónsul "Puedes verificar por ti mismo que hace sólo doce días que
—o al procurador— de la provincia en la que se había cometido el de- subí a Jerusalén por motivos religiosos. 12Y no me han encon-
lito (forum delicti). Sin embargo, en principio, existía la posibilidad de trado discutiendo con nadie en el templo ni causando disturbios
remitir el proceso a la jurisdicción de la provincia de origen del acusado entre la gente en las sinagogas o por la ciudad. ^Tampoco pue-
(forum domicilii). den aducir pruebas de lo que ahora me imputan. l4 Una cosa sí
La pregunta por la provincia a la que pertenecía Pablo sólo tiene que tengo que reconocer en tu presencia: que sirvo al Dios de
sentido si se supone que el procurador deseaba informarse sobre la po- nuestros padres siguiendo este camino —secta lo llaman ellos—
sibilidad de eludir un caso tan delicado, remitiéndolo a la competencia creyendo todo lo que está escrito en la ley y los profetas, 15con
de otra provincia. Entonces, ¿por qué el procurador no hizo uso de esa
posibilidad? Tal vez porque, en aquella época, Cilicia, a pesar de que la esperanza puesta en Dios, como ellos mismos lo esperan, de
formaba parte de la provincia de Siria, conservaba aún su estatuto de que habrá una resurrección de justos e injustos. lñ Por eso tam-
distrito independiente, o quizá porque el gobernador de Siria había or- bién me esfuerzo yo por conservar siempre una conciencia irre-
denado que no se le importunase con pleitos tan irrelevantes como el prochable ante Dios y ante los hombres.
17
presente. Posiblemente influyó también la circunstancia de que Tarso, Después de muchos años volví aquí a traer limosnas para mi
ciudad natal de Pablo, era una civitas libera, cuyos ciudadanos no esta- pueblo y a ofrecer sacrificios. 18De eso me ocupaba yo cuando
ban sometidos a la jurisdicción provincial. me encontraron en el templo, después de mi purificación, sin
De hecho, Félix retrasa el interrogatorio propiamente dicho hasta turba ni tumulto; 19y fueron precisamente unos judíos de Asia.
que se hayan personado los acusadores judíos. Hasta ese momento, Pa- Ellos son los que habrían debido presentarse ante tu tribunal y
blo quedará detenido en el antiguo palacio de Herodes el Grande, que acusarme, si hubieran tenido algo contra mí. 20Y si no, que digan
funcionaba como sede oficial del procurador (domus praetoria). éstos qué delito encontraron cuando comparecí ante su Consejo,
21
fuera de estas únicas palabras que pronuncié ante ellos: «Si hoy
me encuentro procesado ante vosotros es por la resurrección de
13. Proceso ante el procurador Félix (24,1-23) los muertos».
22
Félix, que estaba bastante bien informado acerca del "ca-
24 'Al cabo de cinco días, el sumo sacerdote Ananías bajó a mino», les comunicó su decisión de aplazar la vista, diciendo:
Cesárea con algunos ancianos y un abogado, un tal Tértulo, y —Cuando baje el tribuno Lisias decidiré sobre vuestro caso.
presentaron ante el procurador querella contra Pablo. 23
Dio orden al centurión de que mantuviese a Pablo dete-
2
Cuando se hizo comparecer al acusado, Tértulo comenzó su nido, pero dejándole cierto margen, sin impedir que ninguno de
informe: lo suyos le prestara asistencia.
—La mucha paz que por ti gozamos y las mejoras hechas en
pro de esta nación gracias a tu providencia, excelentísimo Félix,
1-23. Pablo ha conseguido escapar del ambiente fatídico de Jerusa-
las reconocemos siempre y en todas partes, con la más profunda lén y ha pasado directamente al ámbito del poderío de Roma. Pero da
gratitud. 4 Pero no quiero importunarte demasiado; te ruego sólo la impresión de que ese cambio no es más que aparente. En efecto, los
que nos escuches un momento con tu acostumbrada indulgencia. representantes de Jerusalén, una delegación de los acusadores judíos,
5
Hemos descubierto que este individuo es una peste, que pro- vuelven a entrar inmediatamente en escena, para llevar adelante con
mueve alborotos entre los judíos del mundo entero, y que es ca- acrecentada energía su propósito de aniquilar a Pablo. Sin embargo, se
becilla de la secta de los nazarenos. 6a Incluso ha intentado profa- ve en seguida que, con el traslado a Cesárea, las circunstancias han
nar el templo; y por eso lo hemos detenido. cambiado radicalmente. La nueva confrontación de Pablo con sus ad-
8b
Interrógalo tú mismo, y comprobarás que nuestras acusa- versarios judíos se lleva a cabo en el terreno jurisdiccional de Roma.
ciones son fundadas. Ahora que el procurador romano se hace cargo del caso, empieza a
448 24,1-23: Proceso ante el procurador Félix 24,1-23: Proceso ante el procurador Félix 449

traslucirse la nube de sentimientos, intrigas y conveniencias personales importancia que tiene para él el caso de Pablo. No han pasado más que
que lo ensombrecían, de modo que se va perfilando claramente su si- cinco días desde la llegada de éste a Cesárea y ya se presenta en la ciu-
lueta. No cabe duda que la presentación lucana de la escena va en esta dad una delegación de miembros del Consejo, presidida nada menos
dirección. Su propósito consiste en caracterizar con la mayor exactitud que por el propio sumo sacerdote Ananías, para acusar formalmente a
posible la situación de fondo en la que se inserta el proceso de Pablo. Pablo ante el procurador. Con esto se da por iniciada oficialmente la
Lucas la concibe como una constelación triangular constituida por los vista de la causa. Se trata de un proceso judicial ante un tribunal ro-
judíos, Pablo y el juez romano. Los acusadores judíos intentan por mano y según las normas del derecho romano. Por eso los judíos tienen
todos los medios dar al caso un matiz político, denunciando a Pablo que ingeniarse para formular sus acusaciones de modo que no dé la im-
como un sedicioso. Pablo rebate esas acusaciones, insistiendo en su fi- presión que se trata únicamente de divergencias religiosas entre judíos,
delidad a las leyes de la nación. El juez romano da a entender con toda ya que este tipo de cuestiones cae fuera de la competencia de los tribu-
claridad que está convencido de la inconsistencia de la acusación y, por nales romanos (cf. 18,15; 23,29). Pablo tiene que resultar convicto de
tanto, de la inocencia del acusado; pero al mismo tiempo, aunque con haber cometido un delito punible por el derecho penal romano. Esta es
gran diplomacia, no disimula que se ve coartado en su actuación por ra- la misión de Tértulo, el abogado escogido por los judíos para presentar
zones políticas de una cierta deferencia con respecto a los judíos. la acusación. Pese al nombre latino, se puede suponer que era judío de
La escena está dominada por el duelo dialéctico entre Pablo y Tér- la diáspora; en cualquier caso, se trataba de un profesional, perfecto
tulo, el abogado de los acusadores. Los discursos de ambos oradores conocedor tanto del derecho romano como de la ley judía.
tienen una estructura muy semejante. Los dos empiezan con una dis- 2-4. Una vez que el procurador ha hecho comparecer al acusado,
culpa retórica que, en realidad, es una captatio benevolentiae (vv. 2- Tértulo da inicio a su informe fiscal. Los discursos forenses empiezan
4.10); siguen, en uno, la enumeración de los cargos (vv. 11-18); y en una serie de pomposas fórmulas retóricas en las que se exalta la be-
ambos terminan solicitando del procurador un nuevo interrogatorio, néfica actuación del magistrado y se pide su benevolencia para escuchar
para que pueda llegar a una convicción personal sobre el estado de la pacientemente la exposición de la causa. Como buen experto en su ofi-
cuestión (vv. 8b. 19-21). Lucas despliega aquí ante el lector, con toda cio, Tértulo no tiene el menor reparo en exagerar descaradamente. Es
claridad, una serie de argumentos y refutaciones, con el fin de que el cierto que Félix se había preocupado de mantener la paz del país, a
propio lector pueda sacar sus conclusiones personales con respecto a la base de medidas despiadadas contra los insurrectos judíos (cf. el co-
objetividad de la inocencia de Pablo. mentario a 21,38), pero sus atenciones con el pueblo, tan alabadas por
Se puede decir con relativa seguridad que la escena, por lo menos Tértulo, estaban muy lejos de resultar satisfactorias. En realidad, Félix
en sus datos esenciales, está basada en una tradición fidedigna. Es pro- era universalmente odiado por los judíos.
bable que Lucas la encontrara entre los materiales del relato primitivo
que le sirvió de base para su propia composición (cf. el comentario a 5. La acusación propiamente dicha contiene tres cargos fundamen-
21,27-36). Estos dos discursos, igual que los demás del libro de los He- tales:
chos, son fundamentalmente obra del propio Lucas. Con todo, existen a) Pablo no ha hecho más que provocar alborotos entre los judíos
indicios de que tanto los cargos de la acusación (vv. 5s) como los argu- del mundo entero. Los efectos de su aparición en un sitio determi-
mentos con los que Pablo los refuta (vv. 11-19) provienen, los primeros nado se pueden comparar a una epidemia contagiosa, que destruye el
en su totalidad y los segundos parcialmente, de la tradición primitiva. organismo de la convivencia ciudadana. Por eso, se le puede imputar el
Por ejemplo, llama la atención que sólo en este momento (v. 17) se delito de inducir a la rebelión (seditio) contra los poderes del estado.
mencione la colecta, siendo así que Lucas omite obstinadamente este Las palabras del acusador judío ratifican indirectamente que la activi-
particular (cf. comentario a 21,15-26). Igualmente no deja de ser cu- dad de Pablo ha tenido una irradiación universal. No cabe duda que la
riosa la cesura que aparece con toda claridad entre el v. 19 y el v. 20. resonancia en estas palabras de la acusación contra Jesús presentada
Cabría esperar aquí un desafío retórico a los judíos de Asia para que se por los judíos ante Pilato (Le 23,2) es intencional. Como el maestro,
presenten a testificar, de manera inequívoca, su acusación de que Pablo también el discípulo tendría que ser incriminado de sedición política y
ha profanado el templo (21,27s). Pero, en vez de eso, Pablo se encara de seducción popular.
directamente con los miembros del Consejo, provocándoles a que se
expliquen sobre el testimonio que él dio ante ellos en aquella ocasión b) En esto se funda el segundo cargo que se presenta contra el
(cf. 23,6). Parece que la intención de Lucas consiste aquí, lo mismo que acusado: Pablo es un cabecilla de la secta de los nazarenos. El mero he-
en el v. 15, en introducir de nuevo el tema, central para él, del testimo- cho de fundar una secta no constituye delito punible. La presentación
nio sobre la resurrección. que se hace aquí de la comunidad cristiana como una de las corrientes
—en griego, hairesis— que existían dentro del judaismo, por ejemplo,
los saduceos (cf. el comentario a 5,17), o los fariseos (15,5), corresponde
1. La manera de proceder del Consejo demuestra a las claras la
15
450 24,1-23: Proceso ante el procurador Félix 24,1-23: Proceso ante el procurador Félix 451
a la imagen de la comunidad que podía tener un extraño (cf. 28,22; Jus- religiosos. Por tanto, Pablo aduce como prueba una coartada. Los
tino. Dial. 17,1; 108,2). La existencia de diversas corrientes era, de por «doce días» empiezan a contar desde su llegada a Jerusalén. Días 1-2:
sí, perfectamente legítima. Pero lo realmente importante, lo decisivo, llegada (21,17) y negociación con la comunidad cristiana (21,18). Días
es el apelativo «nazarenos» (para esta denominación, cf. 2,22; 6,15), 3-9: purificación (21,27). Días 10-11: arresto en la fortaleza Antonia
que caracteriza a los secuaces de esta secta, igual que a su fundador, (22,30; 23,12). Día 12: traslado a Cesárea (23,32). Resulta curioso ob-
Jesús, como enemigos del Estado. El hecho de que proclamen, abierta- servar cómo Pablo reduce esta primera acusación. Mientras que el fiscal
mente que Jesús es el Mesías los hace sospechosos de conspiración con- lo ha acusado de provocar alborotos entre los judíos por todo el
tra el emperador (cf. 17,7). mundo, Pablo se limita a estos últimos días que ha pasado en Jerusa-
lén. Su argumentación parece presuponer que la jurisdicción de Félix
6a. c) Pablo se ha hecho reo de tentada profanación del templo. sólo es competente para delitos cometidos en la región sometida a su
Aquí se hace referencia, introduciendo una ligera y muy cauta modifi- gobierno, es decir, Judea y Samaría, y que puedan ser probados me-
cación de forma, a la acusación de los judíos de Asia, que había sido el diante testigos.
motivo inmediato para detener a Pablo (cf. el comentario a 21,28s). Y
como los romanos tenían obligación de proteger el templo (cf. el co- 14. b) Por lo que toca a la segunda acusación, Pablo no quiere
mentario a 21,28s), el delito de Pablo podía ser denunciado legítima- —ni puede— refutarla, pero va a darle su justa dimensión. Y esto, en
mente ante un tribunal romano. dos aspectos. En primer lugar, es verdad que él es uno de los dirigentes
8b. El orador termina su discurso, con una gran habilidad retórica, de la comunidad cristiana. Pero esa comunidad, según la comprensión
invitando al procurador a que él personalmente proceda a interrogar al que ella tiene de sí misma, no es una «secta», es decir, un grupo
acusado. Con esto quiere insinuar que los cargos son tan evidentes, que aparte, que pretenda presentar y desarrollar una identidad propia, aco-
Pablo no va a tener más remedio que confesar su culpabilidad. tando su propio terreno dentro de la sociedad. No. Esa comunidad se
comprende a sí misma como «el camino». Y esto significa, en todo el
(6b-8a). (El texto occidental y otros manuscritos, sin duda in- contexto, que ella se reconoce como el definitivo pueblo de Dios, depo-
fluidos por 24,22, ven en el v. 8a una referencia al tribuno Claudio Li- sitario de todas las promesas e incondicionalmente fiel al plan de Dios.
sias; y consecuentemente introducen entre el v. 6a y el v. 8b una adi- Así queda preparado el segundo aspecto, en el que Pablo corrige de
ción que cambia el sentido del v. 8b: « 6b nosotros queríamos darle manera decisiva la acusación de su oponente. El cristianismo no es una
muerte según nuestra ley. 7 Pero se presentó el tribuno Lisias y nos lo secta judía; en realidad, es el verdadero cumplimiento y la plenitud del
arrebató de las manos por la fuerza, 8y remitió a sus acusadores a tu auténtico judaismo. Ahora bien, si los adversarios acusan al cristia-
presencia. Si le interrogas a él [Lisias], podrás comprobar por ti mismo nismo de subversivo, incurren en una flagrante contradicción. Porque
todos los cargos de los que lo [Pablo] acusamos». Casi todos los críticos en realidad, reconocer y proclamar a Cristo no es más que ser conse-
rechazan la autenticidad originaria de esta variante textual). cuente con el pasado, viendo en esa postura el cumplimiento de la fe
9. Nada más acabar Tértulo, los miembros de la delegación procu- en «el Dios de nuestros padres», es decir, el Dios de Israel. Por eso, el
ran corroborar el informe, manifestando expresamente su asentimiento. cristianismo no supone ningún riesgo para el Estado romano, como
tampoco el judaismo. Pablo, al proclamarse cristiano, se proclama au-
10. Con una inclinación de cabeza, el procurador invita al acusado téntico judío (cf. 22,1-21).
a que responda a los cargos que acaban de imputársele.
Pablo, también en estilo protocolario, empieza pidiendo la benevo- 15. Como fundamento de esta declaración, Pablo aduce el conte-
lencia del procurador. Su modo de expresarse es mucho más reservado nido central de la fe judía. Junto a la fe en el Dios de los patriarcas y
que el de su oponente. Elogia a Félix por su buena información y expe- la fe en la ley y en los profetas, es decir, en la Escritura, Pablo men-
riencia como juez en los asuntos judíos; lo cual justifica su esperanza ciona con particular énfasis la esperanza en la resurrección universal,
de que el procurador comprenda plenamente la verdad de los hechos. para salvación y para condena (Cf. Dn 12,2; Jn 5,29; Mt 25,31ss; Ap
11-13. A continuación, pasa a definir su postura con respecto a las 20,12ss). Esto es llamativo, ya que, según la presentación del propio
tres incriminaciones que se han presentado contra él: Lucas, fue precisamente la idea de la resurrección la que abrió el
abismo infranqueable entre fariseos y saduceos (cf. 23,6-9). Pero es que
a) En cuanto a la denuncia de incitación a la rebelión, no es difícil Lucas considera a los fariseos como los únicos representantes serios del
refutarla, por lo menos en lo que se refiere al período de su última es- judaismo; por eso, no dudó en pasar por alto aquí la postura diferente
tancia en Jerusalén. Ha sido tan breve, que se puede abarcar de un vis- que mantenían los saduceos.
tazo. Durante esos doce días nadie puede haberle visto como un agita-
dor ni en el templo ni en cualquier otro lugar público. Se puede 16. Ahora Pablo retrocede al punto de partida de esta segunda
demostrar que su presencia en el templo se debía únicamente a motivos acusación. La fe de Pablo en la doble modalidad de la resurrección,
452 24,1-23: Proceso ante el procurador Félix 24,24-27: Félix y Pablo 453
que implica una fe en el juicio futuro, le impulsa a esforzarse por con- muertos implica una verdadera traición a uno de los puntos centrales de
servar una conciencia irreprochable ante Dios y ante los hombres. Esto su fe (cf. v. 15). En resumidas cuentas, eso significa que ellos mismos
significa, en la práctica, que habrá que esperar de él un estricto acata- reniegan de su propio judaismo.
miento de la ley civil y una conducta plenamente de acuerdo con el or- 22. Terminadas las intervenciones por ambas partes, se pronuncia
den establecido (cf. 23,1). el veredicto. Félix desestima la acusación, primero porque se ha con-
17. c) Para terminar, Pablo aborda la acusación de que ha inten- vencido de su inconsistencia, y segundo —y esto es una verdadera sor-
tado profanar el templo. Su refutación consiste en alegar una serie de presa para el lector— porque está bastante bien informado sobre el
datos sueltos, meramente insinuados y sólo comprensibles para el lector cristianismo y, por tanto, sabe que no constituye ningún peligro para
del libro, que ya conoce el desarrollo de los hechos. Lo único nuevo el Estado.
—y que, en realidad, proviene de la tradición— es la referencia a la co- En realidad, Félix tendría que haber dejado libre a Pablo. Pero en
lecta. vez de ello, adopta una táctica dilatoria, por consideración a las reac-
ciones de los judíos, y comunica su decisión de aplazar el proceso, por-
18. El hecho mencionado en el v. 17 constituye el fundamento de que tiene interés en examinar el caso con el tribuno Lisias.
las afirmaciones que se hacen en el v. 18. Pablo no fue al templo, como
le echa en cara su oponente, con intención de profanarlo, sino única- 23. A Pablo se le concede únicamente una mitigación del arresto,
mente para someterse a un rito de purificación. Y esto, a su vez, estaba con la posibilidad de recibir visitas de «los suyos», es decir, de los
relacionado con la finalidad de su viaje a Jerusalén, que consistió en miembros de la comunidad de Cesárea (cf. el comentario a 21,8-14).
entregar un donativo «para su pueblo» (cf. 21,15-26). Naturalmente ese
donativo no estaba destinado a los judíos en general, sino a la comuni-
dad cristiana de Jerusalén. Y esto, en la concepción de Lucas y aun en 14. Félix y Pablo (24,24-27)
el contexto de la argumentación que supone una continuidad entre ju-
24
daismo y cristianismo, no implica contradicción alguna, porque, según De allí a unos días se presentó Félix con su mujer, Drusila,
Lucas, la comunidad cristiana representa el verdadero Israel, que ha que era judía, y mandó llamar a Pablo para que le hablase de la
llegado ya a la plenitud de su historia salvífica. fe en Cristo Jesús. 25 Pero cuando Pablo empezó a hablar de la
19. A continuación Pablo hace referencia al fundamento, más bien honradez, del dominio de sí y del juicio futuro, Félix le replicó
dudoso, en el que se apoya este punto de la acusación. Su única base es asustado:
la afirmación de unos judíos de la provincia de Asia, que dijeron que —Basta por el momento; puedes marcharte. Cuando tenga
Pablo «había introducido en el templo a unos griegos» (21,28). Si esa tiempo te mandaré llamar otra vez.
2
prueba fuera contundente —dice el orador— difícilmente hubieran re- No perdía tampoco la esperanza de que Pablo le diera di-
nunciado los acusadores a presentar a esos hombres como testigos de nero. Por eso, lo mandaba llamar con relativa frecuencia para
cargo. Pero además de esto, lo que realmente parece indicar esta argu- conversar con él.
mentación es que no fue Pablo el que provocó aquel alboroto en el 27
Al cabo de dos años, Félix fue relevado de sus funciones, y
templo, sino precisamente esos judíos, que ahora no se atreven a ratifi- le sucedió Porcio Festo. Félix, como prueba de su benevolencia
car su declaración. * con los judíos, dejó a Pablo en la cárcel.
20-21. Con un abrupto cambio de tono, Pablo termina su defensa
interpelando a los miembros del Consejo allí presentes. Les recuerda el 24-27. Durante el proceso, Félix ha podido convencerse suficiente-
penoso espectáculo de aquel interrogatorio al que ellos le sometieron mente de la inocencia de Pablo. En consecuencia, tendría que haberlo
(22,30-23,11). En aquella ocasión ellos mismos fueron incapaces de pro- puesto en libertad, sobre todo porque el tribuno Claudio Lisias, cuya
barle un solo delito, fuera de —adición llena de marcada ironía— su llegada a Cesárea estaba esperando el procurador (v. 22), tuvo que ha-
profesión de fe en la resurrección de los muertos; pero esto, en el dere- berse expresado en el sentido ya anteriormente manifestado en su carta
cho penal romano, no constituye ningún delito. Así queda expresa- (cf. 23,29s). El hecho de que Félix, a pesar de todo, mantenga a Pablo
mente ratificada la suposición del tribuno Claudio Lisias, que no veía detenido necesita una explicación. Y esa explicación nos la dan los vv.
en aquella controversia entre Pablo y los judíos más que unas cuantas 26 y 27, donde se mencionan dos motivos que llevaron al procurador a
divergencias con respecto a su ley, que no interesaban para nada a los actuar de aquella manera. En primer lugar, la esperanza de que Pablo
romanos (23,29). Sin embargo, con esa referencia a la resurrección, le diera algún dinero (v. 26), y en segundo lugar, el deseo de congra-
Lucas quiere indicar algo más. La intención de los judíos de suprimir a ciarse con los judíos (v. 27). Estas dos explicaciones no se excluyen mu-
Pablo por haber proclamado su esperanza en la resurrección de los tuamente y, además, cuadran muy bien con el carácter de Félix, según
454 24,24-27: Félix y Pablo 25,1-12: Pablo apela al emperador 455

la imagen que nos han transmitido las fuentes contemporáneas (cf. el ni se plantea la pregunta. Difícilmente se puede afirmar que Lucas atri-
comentario a 23,26). Lucas tomó de la tradición ambos datos. El v. 27 buya esta actitud del procurador al hecho de que Félix, al oír la men-
y quizá también el v. 26 debieron de pertenecer originariamente al re- ción de la colecta (v. 17), hubiera llegado a concebir ciertas esperanzas,
lato del proceso de Pablo que Lucas utilizó para su propia composición. que luego, en realidad, resultaron falsas. Lo más probable es que Lucas
Por otra parte, el breve interludio de los vv. 24s no encaja del todo en haya transmitido con toda ingenuidad una serie de informaciones que
esa tradición, ya que nos da una imagen de Félix francamente positiva. circulaban sobre la conducta de Félix en este aspecto. El historiador Jo-
En sus encuentros con Pablo se muestra correcto y respetuoso, y hasta sefo cuenta de Albino, uno de los sucesores de Félix, que vendió la li-
interesado en su predicación, aunque, cuando llega el momento de sa- bertad de algunos prisioneros que habían quedado en la cárcel al expi-
car consecuencias prácticas para su vida personal, se retrae y sale con rar el mandato de su predecesor, a cambio de un cuantioso rescate
evasivas. La escena tiene que ser exclusivamente lucana. En ella se adi- pagado por las respectivas familias (Bell. II 272ss; Ant. XX 215).
vina el esfuerzo de Lucas por darnos una imagen de los representantes
de Roma como personas correctas, aunque reservadas, en sus rela- 27. Pablo pasó dos años en la cárcel. La posibilidad de que este
ciones con Pablo, pero en general benévolas e incluso simpáticas (cf. dato se refiera a la duración del mandato de Félix, y no al período de
21,37ss; 23,26ss; 26,30ss). Ciertamente no podía pasar por alto algunos reclusión de Pablo, es inadmisible por muchas razones (cf. comentario
hechos que oscurecen la figura de Félix, pero trató de relegarlos a un a 23,24). Al cabo de este tiempo. Félix es relevado como procurador.
segundo plano mediante la introducción de los vv. 24s. Era frecuente que, con ocasión de su relevo, los procuradores y los
procónsules pusieran en libertad a los prisioneros que cumplían con-
dena de reclusión menor. Y éste era el caso de Pablo. Pero Félix no
24. Drusila, tercera mujer de Félix, era una princesa judía de la
hace uso de esta prerrogativa y deja a Pablo en la cárcel, por conside-
familia escandalosamente célebre de los Herodes (cf. comentario a
ración a los judíos. Desde el punto de vista histórico, es muy probable
12,1). Era hermana de Agripa II y de Berenice (cf. 25,13). Con la
que éste fuera el verdadero motivo de su decisión.
ayuda del mago Átomos, natural de Chipre, Félix consiguió que Dru-
sila se divorciara de su primer marido, el rey Aziz de Emesa, y se ca- Félix tenía un hermano, Palante, favorito de Nerón. Al perder su
sara con él, a pesar de su condición de pagano (Josefo, Ant. XX 141ss). hermano la protección imperial, el propio Félix cayó en desgracia y fue
La referencia que hace Lucas al origen judío de la princesa tal vez pre- depuesto. Al mismo tiempo, llovían en Roma un sinfín de acusaciones
tenda motivar su interés por la persona de Pablo y por la doctrina que de los judíos contra él, por su desastrosa administración (Josefo,
predica. Más aún, el v. 25 ha dado pie a algunos comentaristas para en- Ant. XX 182ss). Acerca de su sucesor, Porcio Festo, no sabemos prácti-
contrar en esta escena un paralelo, creado intencionadamente por camente nada. El historiador Josefo no cuenta ningún escándalo de este
Lucas, con el enfrentamiento entre Juan Bautista y Herodes Antipas, procurador; lo que hace suponer que desempeñó su cargo con toda se-
por el matrimonio ilegal de éste con Herodías (Le 3,19). riedad y competencia (Bell. II 271-287; Ant. XX 185-196).

25. En el texto no hay ninguna indicación de que las palabras de


Pablo acerca de «la honradez, el dominio de sí y el juicio futuro» pue- 15. Pablo apela al emperador (25,1-12) -,
dan encubrir una alusión al matrimonio de Félix. Estas expresiones
constituyen, más bien, urj resumen del contenido central de. la fe cris-
25 1A los tres días de llegar a la provincia, Festo subió de Ce-
tiana, adaptado a la situación específica de un alto funcionario romano.
Lo que presentan es una conducta responsable, orientada hacia Dios y sárea a Jerusalén.
2
que se mueve en una perspectiva del juicio futuro. Félix se asusta, es Los sumos sacerdotes y los judíos principales le presentaron
decir, se retrae ante las exigencias tan radicales que implica esa doc- querella contra Pablo, 3 pidiéndole como muestra de su benevo-
trina. Por eso, adopta la postura de un hombre extraordinariamente lencia que lo trasladase a Jerusalén. Pensaban prepararle una
ocupado, con una serie de compromisos urgentes, e interrumpe el diá- emboscada, para suprimirlo durante e! camino.
4
logo y da largas al asunto, citando a Pablo para otra ocasión. Con rela- Festo contestó que Pablo estaba preso en Cesárea y que él
tiva frecuencia Lucas termina los diálogos de manera semejante, para mismo iba a regresar allá muy p r o n t o . 5 Y añadió:
indicar que el interés que demuestran los interlocutores de Pablo es pu- — P o r t a n t o , pueden bajar conmigo los que tengan autori-
ramente superficial y dura bien poco (cf. 17,32; 26,28). dad entre vosotros y, si hay algo irregular en ese h o m b r e , que
26. Las entrevistas de Pablo con el procurador se multiplican, pero presenten la acusación.
6
ya sobre otro tema. Félix trata de persuadir a Pablo para que compre Festo se q u e d ó en Jerusalén ocho o diez días a lo más, y
su libertad a cambio de una cierta cantidad de dinero. ¿Qué le pudo luego bajó a Cesárea.
llevar a Félix a suponer que Pablo disponía de un capital? El narrador Al día siguiente t o m ó asiento en el tribunal y dio orden de
456 25,1-12: Pablo apela al emperador 25,1-12: Pablo apela al emperador 457
una explicación histórica, pero que si se consideran como expresión li-
que trajeran a Pablo. 7 Cuando compareció lo rodearon los judíos
teraria de la intención de Lucas adquieren un significado francamente
bajados de Jerusalén, aduciendo muchos y graves cargos que no positivo. Lucas persigue claramente dos objetivos:
podían probar. 8 Pablo se defendía diciendo:
a) Quiere a todo trance dar una imagen positiva de Festo. Como
—No he cometido ningún delito contra la ley judía ni contra
todos los funcionarios romanos, sean oficiales del ejército o dignatarios
el templo ni contra el emperador. de la administración, Festo representa el poder protector que, sin darse
9
Festo, que quería dar pruebas de benevolencia con respecto cuenta, Roma ejerce sobre Pablo; por eso, el procurador tiene que
a los judíos, preguntó a Pablo: comportarse de una manera digna y amistosa.
—¿Quieres subir a Jerusalén y que se juzgue allí tu caso en
b) Quiere presentar a Festo, igual que lo había hecho antes con
mi presencia?
Claudio Lisias (23,28s) y con Félix (24,22), como testigo de la inocencia
"Pablo contestó: de Pablo (vv. 18s). Pero de hecho lo que Lucas nos cuenta sobre la ac-
—Estoy ante el tribunal del emperador, que es donde se me tuación de Festo contradice abiertamente su propósito. La cosa es
tiene que juzgar. No he hecho ninguna ofensa a los judíos, como clara. Si Festo no puso en libertad a Pablo, sino que estaba decidido a
tú sabes perfectamente. "Por tanto, si soy reo de algún delito enviarlo a Jerusalén para que fuera sometido a un nuevo proceso, una
que merezca la muerte, no rehuyo morir. Pero si las acusaciones de dos: o estaba persuadido de la culpabilidad del prisionero, o era un
de éstos no tienen fundamento, nadie tiene derecho a entre- cínico, que decidía en contra de sus convicciones. Lucas salva la dificul-
garme a ellos sin más ni más. Apelo al emperador. tad con elegancia. Presenta al procurador expresando su decisión, nada
12 favorable para el prisionero, bajo forma de pregunta cortés y hasta con-
Festo, después de consultar con sus asistentes, contestó:
—Has apelado al emperador; pues irás al emperador. siderada. Otro punto que queda oscuro —intencionadamente— es el al-
cance de este segundo proceso. El procurador no habla más que de
trasladar a Jerusalén un proceso en el que él mismo actuará como juez
1-12. Es posible que el relato de la tradición sobre el proceso de (v. 9), pero Pablo lo entiende en el sentido de una entrega a la jurisdic-
Pablo (cf. el comentario a 21,27) terminara con su apelación al empera- ción del Consejo (v. 11; cf. v. 16). Lucas, por una parte, quiere sugerir
dor. Pablo pronuncia la palabra decisiva, que traslada su causa a la ju- a sus lectores que esta última es la interpretación exacta, pero por otra
risdicción de otro juez. Acerca de su prisión en Palestina ya no hay parte, no quiere ponerla directamente en labios del procurador, porque
nada más que contar. Pero para Lucas este aspecto puramente exterior si éste entregase a Pablo en manos de los judíos, cometería una infrac-
de la escena no señala el punto final de su relato. Su comprensión de la ción flagrante contra su propia ley. Un proceso iniciado ante un tribu-
importancia del acontecimiento le lleva a presentarlo con el máximo re- nal romano tenía que concluir ante ese mismo tribunal.
lieve. De ahí la función decisiva que le atribuye en la última parte de
su obra, donde la tensión narrativa alcanza su más alto nivel (cf. el co- 1. El nuevo procurador se enfrasca inmediatamente en su come-
mentario a 19,21). En este pasaje tiene lugar la decisión definitiva, que tido. El lector siente que soplan vientos nuevos, capaces de remover y
le abre a Pablo el camino que, según las predicciones del Señor, habrá acelerar la causa de Pablo. Ya a los tres días de tomar posesión del
de conducirlo hasta Roma; y justamente en el momento de la amenaza cargo, el procurador, dando muestras de su buena voluntad, se pone en
de Jerusalén, representada* por los judíos que han bajado de la ciudad, contacto con las autoridades judías en Jerusalén.
hace un último intento desesperado, y jugándose el todo por el todo,
para apoderarse de Pablo. Todo lo que hasta ahora se ha conseguido, 2. Nada tiene de extraño que, durante esos encuentros, se llegara
la prodigiosa liberación de todas las asechanzas tramadas por la ciudad en seguida a tocar el tema de Pablo.
hostil (23,12-35), vuelve a entrar en juego y todo queda en el aire 3. Los judíos se aprovechan de la inexperiencia del nuevo procura-
(v. 9). Pero en ese momento Pablo solicita una cosa, que introduce un dor para pedirle que, como signo de su buena voluntad, dé traslado del
cambio radical en la situación (v. 11). proceso de Pablo a Jerusalén. Basta una ligera insinuación para indicar
Las grandes líneas del relato son, con toda probabilidad, absoluta- lo que realmente buscan: una posibilidad de asesinar a Pablo. La treta
mente históricas. El nuevo procurador, Festo, tuvo que reconsiderar el de 23,12ss amenaza con repetirse, sólo que en esta ocasión el autor del
proceso de Pablo; y por otra parte, es natural que al principio de su go- plan es el propio Consejo.
bierno tratase por todos los medios de complacer a los judíos. De
modo que Pablo, si quería evitar un resultado negativo, no tenía más 4. Pero Festo, como buen diplomático, no entra inmediatamente
remedio que apelar al emperador. Al margen de esta reconstrucción en el juego, sino que se contenta con indicar que en Cesárea ya hay
histórica de las líneas fundamentales de la narración, la escena contiene quien se cuide de poner en marcha los trámites del proceso contra Pa-
una serie de tensiones, e incluso de contradicciones, que se resisten a blo.
458 25,1-12: Pablo apela al emperador 25,1-12: Pablo apela al emperador 459

5. Si los judíos tienen tanto interés en acelerar la vista de la causa, sino que piensa, más bien, en un proceso exactamente igual al que ya
que envíen en seguida a sus acusadores con el séquito del procurador a había tenido lugar ante el Consejo (22,30-23,11). El procurador no hará
su residencia de Cesárea. En sus declaraciones sobre el caso de Pablo, más que presidir la sesión, pero realmente serán los judíos los que inte-
Festo se muestra de lo más objetivo, sin pronunciarse sobre la cuestión rroguen a Pablo y, en definitiva, pronunciarán la sentencia (cf. v. 26).
de si realmente se ha cometido algún delito contra el código penal.
10-11. Pablo se da perfecta cuenta de la intención del procurador.
6. El nuevo procurador no altera el ritmo, más bien rápido, de los En su respuesta a tal insinuación, Pablo persiste en su derecho a que el
plazos que se ha prefijado. Se queda en Jerusalén únicamente el tiempo proceso se concluya ante el tribunal del emperador, que es la única ins-
indispensable; y al día siguiente de su regreso a Cesárea inicia el proce- tancia competente para decidir sobre su caso. Según el derecho ro-
dimiento judicial contra Pablo. Sobre la primera parte del proceso —in- mano, el procurador es el representante oficial del poder jurídico del
forme fiscal de la acusación y defensa de Pablo— Lucas no quiere emperador. Con su declaración Pablo indica claramente que un proceso
darnos más que un par de informaciones sumarias. Con esto indica sufi- en Jerusalén, aunque teóricamente estuviera presidido por el procura-
cientemente que las partes implicadas en la vista no tienen nada nuevo dor, de ninguna manera podría considerarse como un legítimo proceso
que añadir sobre lo ya expuesto ante el procurador Félix (24,1-23). romano. Sin olvidarse de la cortesía y respeto debido a un alto funcio-
nario imperial, Pablo formula un reproche que, en cuanto a su alcance
7. Los acusadores judíos presentan de nuevo sus consabidos concreto, no puede ser más duro. Si Festo no le deja en libertad, sino
cargos, insistiendo en la gravedad de los mismos (24,5s), pero una vez que decide reanudar el proceso en Jerusalén, llamando en causa a los
más son incapaces de aducir pruebas testificables (24,19). judíos, su proceder habrá que atribuirlo no a un deseo de conocer con
8. La defensa de Pablo queda reducida a una alusión a los tres mayor exactitud la situación, sino únicamente a un puro compromiso
puntos esenciales que constituyeron su propio alegato ante el procura- oportunista. Pablo afirma expresamente que nunca pensaría en sus-
dor Félix (24,11-19), aunque en distinto orden. Pablo no ha cometido traerse al castigo, si realmente lo mereciera; su respeto por la legalidad
ninguna infracción contra la ley; es decir, no es cabecilla de una secta es tan grande, que no le permitiría oponerse a la justicia. Pero si Festo
judía que fomente la insurrección, sino que representa el auténtico ju- lo entregara a los judíos, eso supondría una clara violación del derecho.
daismo (cf. 24,14-16). No ha profanado el templo (cf. 24,18s). No ha Por un momento se cambian los papeles. Festo, cuya misión es defen-
provocado ningún motín (cf. 24,lis). Ciertamente su declaración de der las ordenanzas del derecho público romano, no se atiene a ellas;
que no ha cometido ningún delito «contra el emperador» se refiere a Pablo, en cambio, es el que aboga por la inviolabilidad de esos princi-
esto último, porque la incitación a la revuelta (seditio) estaba conside- pios. Y lo hace echando mano del recurso legal más extremo del que
rada como crimen laesae maiestatis y tenía pena de muerte. Esta formu- dispone por su condición de ciudadano romano, la apelación al tribunal
lación de Pablo es importante, porque muestra con toda claridad que la del emperador en la misma Roma.
estrategia de los acusadores se fundaba en presentar a Pablo como un Pese al intenso trabajo de investigación que se ha llevado a cabo,
delincuente político. La declaración del prisionero bastaba para impedir muchos detalles del derecho de apelación, previsto por el derecho ro-
cualquier intento de socavar la competencia del tribunal romano; así mano, son todavía desconocidos. Lo único que se puede decir con una
que, dado el carácter de la acusación, quedaba totalmente excluida la cierta seguridad es que, en este caso, no se trata de la appellatio, es de-
posibilidad de someter el caso a la competencia del Consejo. cir, el derecho que asistía al condenado de apelar a otro magistrado dis-
tinto del que pronunció la sentencia o a un tribuno de la plebe, sino de
9. De aquí que ahora resulte aún más sorprendente el giro que to-
la provocatio, un derecho muy antiguo que prohibía torturar o ejecutar
man los acontecimientos. En vez de absolver a Pablo, como era lógico
a un ciudadano romano sin proceso previo, e igualmente dictar senten-
esperar del desarrollo de la vista, Festo manifiesta su intención de tras-
ladar el proceso a Jerusalén. Con esto parece que se ha decidido a cia condenatoria fuera de Italia. En este momento no se menciona ex-
aceptar las exigencias del Consejo, que había rechazado sólo unos días plícitamente la ciudadanía romana de Pablo (16,37ss), pero no cabe
antes (vv. 4s). La monstruosidad de este modo de proceder queda un duda que se presupone como fundamento jurídico de su apelación (cf.
tanto suavizada, aunque sólo externamente, por la forma de pregunta el comentario a 22,23-29). No se sabe exactamente si la apelación es-
con la que Festo expresa su intención. Ahora es el propio Pablo el que taba restringida a los procesos capitales, si se podía hacer antes o des-
tiene que decidir. Por otra parte, ¿quién se atrevería a oponerse a la in- pués de la sentencia pronunciada por el procónsul, y si dependía de la
tención, tan inequívocamente manifestada, de un procurador romano? aprobación de este último.
Como se dice expresamente, el nuevo proceso en Jerusalén habrá de 12. Concretamente, la presentación de Lucas supone que era nece-
desarrollarse bajo la presidencia del propio Festo. Pero Lucas no quiere sario el consentimiento del procurador, porque Festo no concede la
decir con esto que vaya a tratarse de un tribunal romano, en el que los apelación sin haber consultado antes con sus asistentes.
judíos no actúen más que como acusadores o como testigos de cargo, La solemne ratificación, con carácter de fórmula, pone ante los ojos
460 25,13-22: Festo y Agripa 25,13-22: Festo y Agripa 461
del lector el sentido del acontecimiento. En la concepción lucana, la propio Lucas. Pero, ¿qué pretendió con ellas? Su metodología de histo-
apelación a Roma es al mismo tiempo una requisitoria contra Jerusa- riador no consiste en subrayar con una serie de comentarios abstractos
lén. Pablo ha escapado definitivamente de las manos de los judíos. La los momentos decisivos de un desarrollo determinado, sino en poner
promesa de Jesús (23,11) ha dado un paso más en el camino hacia su ante los ojos del lector algunos episodios dramáticos, que expliquen el
cumplimiento. significado de los acontecimientos (cf. p. ej. 1,4-11; 10,1-11,18; 17,16-
34; 20,17-38). Por eso, estas dos escenas tienen la función de responder
sintéticamente a las cuestiones que han ido emergiendo en el curso del
16. Festo y Agripa (25,13-22) proceso anterior y presentar los sucesos en la perspectiva en la que el
lector debe contemplarlos.
13 La primera escena quiere, ante todo, clarificar la conducta de Festo
Pasados unos días, el rey Agripa y Berenice llegaron a Ce-
que según los vv. 1-21, puede parecer inconsecuente, oportunista y hos-
sárea para cumplimentar a Festo. ' 4 C o m o se entretuvieron allí til a Pablo. El diálogo entre el procurador y el rey Agripa, que es pura
bastantes días, Festo informó al rey del caso de Pablo, dicién- composición lucana, le da al autor la posibilidad de mostrar que Festo
dole: no sólo ha actuado como un correcto funcionario romano, sino que se
— H a y aquí un preso que ha dejado Félix. 1 5 Cuando fui a Je- ha dado perfecta cuenta de la inocencia de Pablo. Sus fallos son com-
rusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos de los judíos presen- prensibles, porque se basan únicamente en su incapacidad de aferrar el
taron querella contra él, exigiendo su condena. 16 Les respondí trasfondo religioso de la acusación judía. Desde el punto de vista for-
que no es costumbre romana entregar a un individuo, antes de mal, este diálogo corresponde exactamente a la carta de Claudio Lisias
que el acusado tenga un careo con sus acusadores, y así se le dé (23,26-30), que constituye un comentario, en perspectiva romana, de
ocasión de defenderse de lo que se le inculpa. los sucesos ocurridos desde el arresto de Pablo hasta su traslado a Ce-
17
Vinieron entonces conmigo aquí, a Cesárea, y yo, sin dila- sárea. En ambos casos Lucas se toma la libertad de introducir varia-
ción alguna, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé ciones internas de los personajes.
traer a este h o m b r e . fóPero, cuando los acusadores se presenta-
ron, n o adujeron ningún cargo grave de los que yo suponía; 19 se 13. Resulta que Festo, a los pocos días de su visita oficial a Jerusa-
trataba únicamente de ciertas controversias con él acerca de su lén (vv. lss), también él recibe la visita oficial de un eminente perso-
propia religión, y en particular acerca de un cierto Jesús, que naje. Es la última vez que en el Nuevo Testamento aparecen en escena
unos miembros de la indestructible dinastía herodiana (cf. comentario a
murió hace algún tiempo, pero que Pablo sostiene que está vivo.
20 12,1-23). Agripa II era hijo de Agripa I. El emperador Claudio, ante la
N o encontrando yo medio de instruir el proceso acerca de crítica situación nacionalista que reinaba en Palestina, no creyó opor-
aquello, le pregunté si quería ir a Jerusalén, para ser juzgado allí tuno nombrar a Agripa II sucesor de su padre como rey de Judea;
sobre estas cuestiones. Pero como Pablo apeló, pidiendo que lo pero, a pesar de todo, por la tradicional benevolencia de la casa impe-
dejase en la cárcel hasta que decida su Majestad, he dado orden rial hacia la familia de Herodes, le concedió el título de rey, con domi-
de mantenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al empera- nio sobre la región nordoriental de Palestina, que comprendía Gaulaní-
dor. tida, Batanea y Traconítida. Su hermana Berenice —su nombre exacto
22 era Ferenike, equivalente al nombre latino Verónica— con la que
Agripa le dijo a Festo:
— M e gustaría a mí también oír a ese individuo. Agripa vivía incestuosamente, fue una famosa «mujer fatal» de aquella
Festo contestó: época. En uno de sus matrimonios anteriores había estado casada con
— M a ñ a n a le oirás. su tío Herodes II, rey de Calcis. Posteriormente fue la querida del em-
perador Tito, que no llegó a casarse con ella sólo por consideración a la
opinión pública. Su hermana más pequeña, Drusila (cf. 24,24), era la
13-22. Pablo ha apelado al emperador. Eso supone que su proceso mujer del procurador Félix.
ante Festo ha quedado irrevocablemente zanjado. Lo único que le Con la presentación de esta pareja de hermanos, pertenecientes a la
queda al procurador es enviar cuanto antes a Roma al acusado y remi- familia real, Lucas no pretende hacer alusión a su vida privada, de re-
tir las actas del proceso. Las dos escenas (25,13-22; 25,23-26,32) que
putación más bien dudosa. Lo único que le interesa es la circunstancia
Lucas introduce antes del viaje a Roma detienen el movimiento de la
de que Agripa era el último rey judío.
acción narrativa. No hay ningún indicio de que la narración lucana de-
penda de tradiciones precedentes. Tanto el contenido como el estilo de 14. En una ocasión, durante los días que duró la visita, Festo sacó
ambas escenas demuestran claramente que se trata de una creación del la conversación sobre el caso de Pablo.
462 25,13-22: Festo y Agripa
15. Lo primero que cuenta el procurador es lo ocurrido en Jerusa- 17. Pablo ante Agripa y Berenice (25,23-26,32)
lén. Estos sucesos, comparados con el relato de los mismos en los vv. 23
Al día siguiente Agripa y Berenice llegaron con gran pompa y
2s, aparecen aquí en una perspectiva diferente. El Consejo en pleno
—y no sólo los sumos sacerdotes y el colegio de ancianos, como en el entraron en la sala de audiencias acompañados de jefes militares
v. 2— exige la condena de Pablo. Esto era una exigencia a todas luces y de las personalidades de más relieve de la ciudad. El procura-
ilegal. dor dio orden de que trajeran a Pablo. 24 Entonces Festo se diri-
gió a la asamblea:
16. Por esto Festo, con toda corrección y como pedían las obliga- —Rey Agripa y señores presentes: aquí tenéis a este hombre,
ciones de su cargo, rechazó esa demanda haciendo referencia a los prin- por cuya causa toda la población judía ha acudido a mí, en Jeru-
cipios fundamentales del derecho romano, que concedían al acusado salén y en esta ciudad, clamando que no debe vivir un día más.
amplia oportunidad de defenderse personalmente, y en el marco de un 25
Yo, por mi parte, estoy convencido de que no ha hecho nada
proceso regular, contra las acusaciones presentadas por los adversarios. que merezca la muerte. Pero como él personalmente ha apelado
17-19. A continuación, el procurador explica sus impresiones per- a su Majestad, he decidido enviárselo. 26 Sin embargo, no tengo
sonales con respecto al proceso. El había creído que los cargos que se nada preciso que escribir al soberano acerca de él. Por eso, lo
le imputaban a Pablo iban a ser verdaderos delitos, según el derecho hago comparecer ante vosotros, especialmente ante ti, rey
penal romano; pero no fue así. En realidad, no se trataba más que de Agripa, para recabar de este interrogatorio algunos datos para
meras divergencias religiosas entre judíos, que a él, como romano, le mi carta; 27 pues me parece absurdo enviar un preso sin indicar al
resultaban incomprensibles e irrelevantes. Lo único que había podido mismo tiempo los cargos que se le imputan.
captar— y así lo manifiesta expresamente— es que la controversia gi- 26 e n t o n c e s Agripa dijo a Pablo:
raba en torno a un punto concreto: la resurrección de un cierto Jesús
(cf. 24,14.21), que los judíos decían que estaba muerto, mientras que —Se te permite hablar en tu descargo.
Pablo sostenía que había recobrado la vida. Sobre la acusación de que Pablo, extendiendo la mano, empezó su defensa:
2
Pablo había cometido un delito de lesa majestad (v. 8) Festo no dice ni —Me considero dichoso de poder defenderme hoy ante ti,
una palabra. Y esto es perfectamente comprensible. rey Agripa, de todos los cargos que me imputan los judíos;
3
mayormente siendo tú experto en todo lo que a los judíos se re-
20. Según Lucas, la propuesta de trasladar el proceso a Jerusalén fiere, lo mismo en sus costumbres que en sus controversias. Por
se fundaba en la propia declaración de Festo de que la causa contra Pa- eso, te ruego que me escuches con paciencia.
blo no caía bajo su jurisdicción; lo cual sólo era posible en el caso de 4
que una acusación de tan marcado carácter político resultase totalmente Mi vida de joven, que pasé desde pequeño entre mi gente en
irrelevante. De esta manera, la conducta del romano vuelve a adquirir Jerusalén, la conocen todos los judíos. 5 Y como me conocen
una valoración positiva, porque se excluye la posibilidad de que Festo desde hace mucho tiempo, podrían atestiguar, si quisieran, que
hubiera pretendido entregar a Pablo en manos de los judíos por ra- he vivido como fariseo, la secta más estricta de nuestra religión.
6
zones puramente oportunistas. Aparte de eso, la declaración del procu- Ahora estoy aquí procesado por la esperanza en la promesa que
rador de que el caso de Pa,blo cae fuera de sus atribuciones jurídicas Dios hizo a nuestros padres, esa que nuestras doce tribus espe-
implica una declaración de la inocencia del prisionero. En definitiva, ran alcanzar dando culto a Dios asiduamente, día y noche. Pues
todo es cuestión de diferencias religiosas sin importancia. Por eso, el de esa esperanza, Majestad, hay judíos que me acusan. 8 ¿Por
único organismo competente para dictaminar sobre el caso es el Con- qué os parece increíble que Dios resucite a los muertos?
sejo judío. 9
Pues bien, yo pensaba que era mi deber combatir con todos
21-22. Festo había pensado, con la mayor ingenuidad, que el tras- los medios el nombre de Jesús Nazareno. 10Y así lo hice en Jeru-
lado de Pablo a Jerusalén habría sido equivalente, en la práctica, a una salén; autorizado por los sumos sacerdotes, metí en la cárcel a
liberación del prisionero. Por eso, el procurador no puede comprender muchos fieles, y cuando los ajusticiaban, manifestaba mi aproba-
que Pablo, en vez de aprovechar esa oportunidad, haya interpuesto una ción. "Repetidas veces, recorriendo todas las sinagogas, ensa-
apelación al emperador. Aparte de que, en esta situación, él mismo se ñándome con ellos, intentaba hacerlos blasfemar. Más aún, mi
ve obligado a informar del caso al propio soberano (v. 26).
furor llegó al extremo de perseguirlos incluso en las ciudades del
Agripa, por su parte, como esperaba el procurador, muestra su in- extranjero.
terés por un caso tan curioso y expresa su deseo de conocer personal- 12
mente a Pablo. Y Festo se lo promete, sin más, sin rodeos ni subterfu- Én esto, yendo una vez camino de Damasco, autorizado y
gios. Así habla un verdadero romano. comisionado por los sumos sacerdotes, 13a mediodía, Majestad,
464 25,23-26,32: Pablo ante Agripa y Berenice 25,23-26,32: Pablo ante Agripa y Berenice 465
32
vi por el camino una luz que venía del cielo, más brillante que el Agripa, por su parte, le dijo a Festo:
sol, que relampagueó en torno a mí y a mis compañeros de viaje. —Si no fuera porque ha apelado al emperador, se le podría
14
Caímos todos por tierra y oí una voz que me decía en hebreo: poner en libertad.
«Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Peor para ti si das coces
contra el aguijón». 15Yo pregunté: «¿Quién eres, Señor?» El Se- 26,14: Eurípides, Bac. 795; 26,17: Jr 1,8; 1 Cr 16,35; 26,18: Is
ñor dijo: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues. 16 Levántate y 42,7.16.
ponte en pie. Me he aparecido a ti precisamente para elegirte
como servidor y como testigo de que me has visto ahora y de lo 25,23-26,32. También esta escena, lo mismo que la anterior (25,13-
que te revele en adelante. Te salvaré de tu pueblo y de los pa- 22), con la que está íntimamente relacionada, es creación del propio
ganos, a quienes te voy a enviar 18 para que les abras los ojos y Lucas. Lo que ciertamente no deja de ser llamativo es la desproporción
se vuelvan de las tinieblas a la luz y del dominio de Satanás a entre el gran lujo de detalles acumulados en esta escena y su absoluta
Dios; para que, creyendo en mí, obtengan el perdón de los pe- irrelevancia, al menos externamente, para el curso ulterior de los acon-
tecimientos. Hay que recordar que el proceso de Pablo en Cesárea está
cados y tengan parte en la herencia de los consagrados». irrevocablemente cerrado. Por tanto, no se trata ni de un nuevo inte-
ly
Por mi parte, rey Agripa, no he sido desobediente a la vi- rrogatorio judicial —a pesar del v. 26— ni mucho menos de un nuevo
sión celeste. Al contrario; 20 primero a los de Damasco y a los de proceso. Cualquier novedad que pueda emerger de esta narración no
Jerusalén, y luego a los de toda la comarca de Judea y a los pa- tendrá el menor influjo en el desarrollo del proceso.
ganos, les he predicado que se arrepientan y que se conviertan a Por otra parte, se le nota a Lucas el esfuerzo que hace por encon-
Dios, portándose como corresponde al arrepentimiento. 21 Por trar alguna motivación externa que justifique este relato. Según el
este motivo me prendieron los judíos, estando yo en el templo, y v. 26, Festo no sabe exactamente qué puede escribir en su informe al
trataron de asesinarme. emperador; por eso, espera conseguir más información sobre Pablo me-
22 diante una comparecencia del prisionero ante el rey Agripa, experto en
Pero, favorecido con la protección de Dios, me he mante- cuestiones sobre el judaismo. Como si no le hubiera bastado con enviar
nido hasta el día de hoy dando testimonio a grandes y pequeños, a Roma las actas del proceso. Con todo, da la impresión de que el
sin añadir nada a lo que predijeron los profetas y el mismo mismo Lucas no atribuía una gran importancia a esa motivación, por-
Moisés: 23 que el Mesías tenía que padecer y que, siendo el pri- que al final del episodio (26,30ss) ni siquiera se vuelve a mencionar el
mero en resucitar de entre los muertos, anunciaría la luz a su informe al emperador. Lo que sí aparece a lo largo de toda la escena,
pueblo y a los paganos. tanto en su estructura como en su composición, es un motivo de otro
24
A este punto de la defensa, Festo le interrumpió gritando: género. Festo concibe la comparecencia de Pablo ante Agripa como un
—¡Estás loco, Pablo! Tanto saber te ha trastornado el juicio. tipo de diversión interesante y un tanto burlesca que puede ofrecer a
25
Pablo replicó: sus ilustres huéspedes (25,22; 26,24.28).
—No estoy loco, excelentísimo Festo; mis palabras son verda- Pero lo verdaderamente importante es que Lucas no ha compuesto
deras y sensatas. 26E1 r e j entiende de estas cuestiones; por eso, esta escena para divertir a sus lectores, sino para transmitirles, ahora
ante él hablo francamente. Estoy seguro de que no ignora nada que ya ha terminado el proceso, una apreciación global de todo lo suce-
de esto, pues no ha sucedido en un rincón. dido. Y concretamente bajo dos aspectos:
27
Rey Agripa, ¿crees en los profetas? Estoy seguro de que sí.
28 25,24-26,1. a) El primer aspecto se refiere al proceso en sí mismo.
Agripa le dijo a Pablo:
—Por poco me convences a portarme como cristiano. Precisamente porque Lucas no puede narrar la absolución de Pablo, se
29
Pablo le contestó: esfuerza por subrayar lo más categóricamente posible la absoluta
—Por poco o por mucho, quisiera Dios que no sólo tú, sino inocencia del apóstol en el sentido forense. Para eso, aduce dos testi-
monios importantes: el del procurador, que ya había reconocido la
todos los que hoy me escucháis, fuerais lo mismo que yo soy; inocencia de Pablo desde el punto de vista romano (25,18s), y el del
aunque naturalmente sin cadenas. rey Agripa, que completa el testimonio de inocencia desde la perspec-
j0
Se levantaron el rey, el procurador, Berenice y los demás tiva judía (26,32). Agripa es la persona más indicada para esta función,
participantes en la sesión. 31 Y al retirarse comentaban: ya que, por una parte, es judío —aunque sólo sea de nombre— y está
—Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte o la familiarizado con las cuestiones jurídicas judías (25,26), y por otra
prisión. parte, está muy distanciado de los círculos del judaismo oficial, confa-
466 25,23-26,32: Pablo ante Agripa y Berenice 25,23-26,32: Pablo ante Agripa y Berenice 467

bulados contra Pablo y contra la causa que él defiende. En contraposi- salientes. Todos los rasgos prodigiosos y estimulantes del aconteci-
ción con los miembros del Consejo, Agripa está en condiciones de re- miento de Damasco pasan aquí a un segundo plano. No se mencionan
presentar objetivamente el punto de vista del derecho judío. la ceguera y posterior curación de Pablo; la figura de Ananías y su fun-
El paralelismo entre esta escena y el proceso de Jesús ante Herodes ción de mediador desaparecen por completo. La peculiaridad más nota-
Antipas, que nos cuenta Lucas en su relato de la pasión (Le 23,6-12), no ble de este relato es que la vocación de Pablo proviene directamente de
es puramente casual. También en aquella escena el procurador romano, la palabra de Jesús glorificado, en el marco de la cristofanía (26,16-18).
convencido de la inocencia de Jesús, pero desconcertado por las de- Se ha intentado explicar estas divergencias postulando que Lucas sigue
mandas de los acusadores, acude al rey judío como perito en esas cues- en este pasaje una tradición distinta de la que usó en el cap. 9. Pero
tiones. Igualmente, el comportamiento del rey con respecto al acusado esta opinión carece de todo fundamento. Es mucho más razonable
obedece a pura curiosidad (Le 23,8); y el resultado es también una de- suponer que Lucas ha modificado la narración que él ya conocía, para
claración de inocencia, aunque se exprese de una manera simbólica adaptarla coherentemente a la finalidad kerigmática del discurso. La in-
(Le 23,11). tención de Lucas consiste en subrayar el papel desempeñado por Pablo,
mediante su testimonio, como instrumento efectivo de la realización de
26,2-23. b) El segundo aspecto concierne a la vida y al testimonio de la promesa; y esto se debe a que el mismo Jesús, en el que todo al-
Pablo. A ello está dedicado todo el discurso (26,2-23). Al revés que los canza su pleno cumplimiento, le ha encomendado a Pablo precisamente
discursos anteriores pronunciados por Pablo durante su proceso jurí- esa misión de servicio. De modo que ya no es Pablo el que predica,
dico, que, dada la situación concreta, no eran prácticamente más que sino, en definitiva, Jesucristo mismo, a través de la proclamación del
una apología contra sus adversarios o controversias con los acusadores apóstol (26,23b). Hay que notar que la palabra «luz» tiene en el con-
(22,1-21; 23,1.6b; 24,10-21), este discurso rebasa los límites estrechos texto una función de término clave. Es un símbolo de la verdad que se
de las circunstancias actuales que lo determinan. En el momento en le manifestó a Pablo en el momento de su vocación (26,13), y de la
que Pablo se dispone a abandonar para siempre el territorio de Judea, que, desde entonces, ha quedado constituido portador (26,18.23).
Lucas pone en labios de su personaje una panorámica de toda su vida y No cabe la menor duda que en esta presentación kerigmática del
de toda su actuación como testigo, enmarcada en un horizonte de histo- acontecimiento de Damasco aparece con la mayor claridad la concep-
ria de salvación. ción teológica de Lucas. No se trata de una conversión, sino de una vo-
El tema del discurso es la promesa hecha a Israel. La primera parte cación, en la que el Resucitado en persona comunica a Pablo un en-
(26,2-8) expone con toda claridad que lo que realmente se discute en el cargo único e inconfundible dentro de la historia salvífica, la misión de
proceso contra Pablo es la comprensión de esta promesa (26,8). Al testigo (26,26). En cuanto a la aparición de Cristo, Lucas no podía con-
mismo tiempo, Pablo manifiesta abiertamente su pretensión de que el siderarla como la última aparición del Resucitado (cf. 1 Cor 15,8), por-
modo auténtico de entender el significado de la promesa se personifica que, en su concepción teológica, la ascensión de Jesús señala el fin de
en su propia comprensión. El, que se ha educado en el más estricto fa- las apariciones pospascuales (cf. comentario a 1,1-11). Sin embargo,
riseísmo, imbuido en el espíritu de la promesa, se encuentra ahora so- para Lucas, no se trata de una visión como tantas otras, sino de un acto
metido a juicio precisamente por su esperanza en el cumplimiento de muy particular, en el que Jesús resucitado y glorificado se da a conocer
esta misma promesa. Y esto, en la concepción de Lucas, no significa personalmente a Pablo. En cualquier caso, lo que no se puede dudar es
otra cosa que la fe en la resurrección. En la segunda parte (26,9-21), que Lucas no habría podido transmitir esta interpretación, tan cercana,
Pablo aduce su propia biografía como prueba de que él, y no el ju- al menos en lo esencial, a la propia concepción del apóstol (Gal 1,10-
daismo oficial, es el que mantiene una fidelidad inquebrantable a la 16), si no hubiera tenido conocimiento de la significación que tenía
promesa. Una fidelidad que se demuestra en su entrega total a Jesús, para el propio Pablo el acontecimiento de Damasco.
en el que la promesa alcanza su pleno cumplimiento (26,19s), y que se
manifiesta en la misión de testimonio que el propio Jesús le ha con-
fiado. La última parte (26,22s) sintetiza el contenido de ese testimonio 25,23. Con la fastuosidad propia de su rango y acompañada por
en dos puntos que, al mismo tiempo, señalan las diferencias que subsis- una inmensa corte, la pareja real hace su entrada en la sala de audien-
ten entre Pablo y el judaismo: a) en la pasión y resurrección de Jesús la cias del palacio del procurador, donde va a tener lugar el anunciado es-
Escritura ha llegado a su cumplimiento; b) esta plena realización de la pectáculo. La descripción no carece de un cierto tono de ironía. Agripa
promesa tiene que proclamarse como auténtica «luz» no sólo a los ju- es ciertamente rey; pero Lucas sabe perfectamente hasta qué punto
díos, sino también a los paganos. llega lo ficticio de ese reino, que tiene que suplir el poderío que le falta
con un despliegue de ostentación vacía.
26,12-18. Si ya el segundo relato de la conversión de Pablo (22,6-16)
se diferenciaba notablemente del primero (9,1-22), las divergencias de 24-27. Festo hace comparecer a Pablo y abre la reunión con un
este tercer relato (26,12-18) con respecto a los otros dos son aún más breve discurso, en el que prácticamente repite las ideas que ya el día
468 25,23-26,32: Pablo ante Agripa y Berenice 25,23-26,32: Pablo ante Agripa y Berenice 469

anterior le había expuesto al rey (vv. 14-21). Una ligera variante pre- como su ciudad natal (22,3; cf. 23,34). Lo importante es que el centro
senta como adversarios de Pablo no sólo a los dirigentes judíos (cf. v. de su vida ha sido Jerusalén, la ciudad sagrada del judaismo, y que su
15), sino a todo el pueblo, que le ha pedido insistentemente la muerte educación ha sido estrictamente farisea, es decir, que su existencia ha
del prisionero. Se puede ver aquí una alusión bien clara a 21,36. Frente quedado marcada por la formación más pura y más consecuentemente
a las exigencias de la plebe, el procurador recalca su convicción de la judía. Lo que realmente ha determinado su vida como judío ha sido la
inocencia de Pablo (cf. 23,29; 25,18; 26,31). Su perplejidad se basa en fe en la promesa hecha a los patriarcas y consignada en la Escritura.
una manifiesta incongruencia, cuya causa es incapaz de comprender.
Un pueblo entero exige la muerte de un hombre que, a juicio de un 6-7. De repente, el discurso da un salto al momento actual. La
funcionario romano con una mentalidad jurídica de lo más rigurosa, es acusación que ahora se le hace a Pablo es precisamente su fe en la pro-
objetivamente inocente. ¿No será que se le ha escapado algún elemento mesa. Pero esto es absurdo. Porque, en definitiva, lo que su propio
decisivo? Por eso, espera que una confrontación del prisionero con el pueblo le reprocha es su fidelidad a los principios fundamentales del ju-
rey judío pueda arrojar alguna nueva luz sobre el asunto y, al mismo daismo. Por tanto, la consecuencia lógica de estas acusaciones es que
tiempo, le proporcione materia para su informe al emperador. el pueblo judío ha renegado prácticamente de la esperanza que, du-
En el v. 26 se encuentra el testimonio más antiguo que conocemos rante siglos, ha constituido el fundamento y la cohesión de su propia
sobre el uso absoluto del título kyrios (= soberano) aplicado al empe- existencia. El proceso argumentativo se basa en los siguientes presu-
rador. Por lo que sabemos por otras fuentes, esta denominación impe- puestos:
rial no llegó a generalizarse hasta la época de Domiciano. Es de supo- a) La esperanza en la resurrección, elemento típico de la interpre-
ner que Lucas retrotrae este título, corriente en su tiempo, a los años tación farisea, está predicha en todas las promesas de la Escritura de
de Nerón. En estas circunstancias es natural que la profesión de fe cris- una manera tan evidente, que, hasta cierto punto, se puede considerar
tiana, que reconocía a Jesús como único kyrios (1 Cor 8,6), provocase como la síntesis más perfecta de la fe judía.
una fuerte polémica con el culto al emperador; por más que en 26,15 b) La manifestación más completa de esa esperanza farisea es la
no se puede encontrar la más mínima huella de esta confrontación. concepción cristiana de la esperanza en la resurrección.
La terminología usada por Lucas pertenece al lenguaje jurídico, por
ejemplo, «comparecencia», «interrogatorio» (25,26), «defensa», «des- 8. La problemática que encierra este planteamiento argumentativo
cargo» (26,1). Así que da la impresión de que la escena esté concebida aparece con toda claridad en la pregunta retórica del v. 8. Si esto es
como un proceso extraordinario, aunque realmente el interrogatorio no así, los judíos no tendrían más remedio que reconocer la resurrección
se mueva dentro de los cauces oficiales de la procedura jurídica. de Jesús como el cumplimiento de su propia esperanza en la resurrec-
ción. Y esto no debería resultarles difícil, ya que, precisamente por esa
26,1. El procurador deja que Agripa, como experto convocado para esperanza, no es de ninguna manera «increíble» el hecho en sí de que
esta ocasión, introduzca la defensa, dando la palabra al acusado. Por «Dios resucite a los muertos».
eso, igualmente, el discurso de Pablo va dirigido al rey. El orador co- Con todo, no se puede negar que Lucas se precipita aquí dema-
mienza con el gesto típico de extender la mano (cf 13 16- 19 33- siado, al pasar por alto la circunstancia de que la esperanza cristiana,
21,40). ' ' ' ' determinada por el hecho salvífico de la cruz y de la resurrección de
Jesús, tiene una estructura que la distingue radicalmente de todas las
2-3. La primera parte def discurso (vv. 2-8) se abre a una elegante
captatio benvolentiae (cf. 24,3s.l0), en la que Pablo elogia la competen- esperanzas judías contemporáneas, entre las cuales la interpretación fa-
cia del rey para las cuestiones que se debaten, y le ruega que escuche risea no era la única. El cristiano espera la resurrección de los muertos
pacientemente su exposición. Pablo va a limitar su defensa a la refuta- no sólo como una futura actuación de Dios, en la que se van a cumplir
ción de los cargos presentados por los judíos, es decir, no va a tocar todas las promesas, sino que la fuerza de la experiencia cristiana radica
más que el aspecto religioso del caso. En cuanto a su inocencia en ma- en el hecho de que Dios, resucitando a Jesús, primicia de los muertos
teria política, puede suponer que los oyentes, dadas las explicaciones (1 Cor 15,23), ya ha puesto en marcha el futuro de sus elegidos (cf.,
anteriores, ya están suficientemente informados. sin embargo, v. 23).

4-5. Las indicaciones sobre su vida personal tienen las mismas ca- 9, La segunda parte del discurso (vv. 9-21) empieza con una visión
racterísticas que en 22,3. Lucas puede suponer que los lectores del libro retrospectiva de la actividad de Pablo como perseguidor del cristia-
ya se han ido familiarizando con los detalles de la biografía de Pablo; nismo (vv. 9-11). La motivación de su actitud brota indirectamente de
por eso, concentra la exposición en los elementos fundamentales para lo que acaba de exponer. Pablo pensaba entonces que tenía que comba-
el proceso argumentativo, es decir, la profunda radicación de Pablo en tir la fe cristiana, porque aún no estaba dispuesto —como tampoco lo
las tradiciones y en la vida judías. No hace ninguna mención de Tarso están ahora sus correligionarios judíos— a reconocer la resurrección de
470 25,23-26,32: Pablo ante Agripa y Berenice 25,23-26,32: Pablo ante Agripa y Berenice 471
Jesús como actuación de Dios y, por tanto, a aceptarla como objeto verdadero significado, por medio de las palabras que Jesús le dirige a él
de fe. En realidad, como fariseo creyente en la resurrección, tendría personalmente. La mención explícita del «hebreo» como lengua en la
que haber reflexionado entonces con mayor sensatez sobre sus propias q u e se e x p r e s a J e s ú s —en r e a l i d a d , t u v o q u e ser en a r a m e o
convicciones. El «nombre» de Jesús abarca todo el ámbito que cae bajo (cf. 21,40)— tiene probablemente la función de justificar el uso de la
su influjo, es decir, no sólo la persona de Jesús, sino también todos los forma hebrea del nombre de Pablo, «Saúl». Una novedad con respecto
que creen en él (cf. 4,17s; 5,28.40s; 9,15s). a 9,4; 22,7, aparece en la adición de un proverbio griego, como expan-
sión de la pregunta de Jesús. El proverbio, originario de Las Bacantes
10-11. En clara divergencia con 9,ls y 22,4s, aquí se habla de la de Eurípides (794s; cf. el comentario a 16,26), significa en este pasaje
actividad persecutoria de Pablo en la misma ciudad de Jerusalén más o menos lo siguiente: cualquier resistencia por tu parte contra mi
(cf. 8,3). Esta presentación sigue la línea trazada en el v. 4, donde el poder es tan inútil como las coces con las que un animal de tiro intenta
acento recae igualmente en Jerusalén. La intención del Pablo precris- defenderse contra la aguijada del que lo conduce. Jesús tiene a Pablo
tiano consistía en no dejar ni rastro del nombre de Jesús en la ciudad bajo su control y lo convierte en instrumento de su poder.
santa, con la que se sentía tan estrechamente vinculado. Había recibido
plenos poderes de los sumos sacerdotes para emprender una acción de 15-18. Así queda introducido el tema de la breve alocución de
captura contra todos los cristianos de Jerusalén; más aún, daba su apro- Jesús (vv. 16-18), como respuesta a la pregunta de Pablo en el v. 15
bación para ejecutarlos. Todo esto hace suponer que Lucas consideraba (cf. 9,5; 22,8). Las palabras de Jesús explican el contenido y la finali-
a Pablo como miembro del Consejo, perteneciente al partido fariseo. dad de la vocación de Pablo. La formulación está expresada en tér-
En cuanto tal, no ahorra esfuerzos para purificar a Jerusalén de lo que minos del lenguaje de la comunidad cristiana y cargada de reminiscen-
él consideraba como una herejía que había que desterrar. Por eso, re- cias del Antiguo Testamento, en las que resuena la terminología de las
corría las sinagogas de la ciudad y, si daba en ellas con algún cristiano, vocaciones proféticas, aunque no se aluda directamente a ningún pasaje
intentaba «hacerlos blasfemar» a base de latigazos. El verbo «blasfe- concreto; la única cita explícita se encuentra en el v. 17.
mar» se usa aquí en sentido cristiano, que significa la abjuración del
16. La alocución de Jesús empieza con una llamada (v. 16), que
nombre de Jesús y equivale a «renegar, apostatar» (cf. 13,45; 18,6).
caracteriza toda la cristofanía como escena de vocación. Cristo se ha
Sólo después de esto se menciona la extensión de su actividad persecu-
aparecido a Pablo para elegirlo como servidor y como testigo. Cada
toria a otras ciudades del extranjero —entre las que hay que incluir,
uno de los términos posee una relevancia particular. El verbo que des-
naturalmente, a Damasco; cf. 9,ls—, considerada como complemento
cribe la aparición (ophthén) es el mismo que se usa en los relatos más
de la «operación de limpieza» comenzada en Jerusalén. Pablo quería
primitivos de las apariciones del Resucitado (1 Cor 15,5ss; Le 24,34); el
encarcelar a todos los cristianos, incluso a aquellos que habían inten-
único cambio —lógico, dada la situación— consiste en que el verbo está
tado escapar a su acción exterminadora, huyendo de la ciudad. En ge-
en primera persona, y no en tercera (ophthe). Las otras dos expre-
neral se puede decir que la imagen que aquí se nos da de Pablo, como
siones: «servidor» (hyperetés; cf. Le 1,2) y, sobre todo, «testigo»
perseguidor del cristianismo, supera en virulencia no sólo la realidad
(martys; cf. 1,8; Le 24,48), son los términos preferidos de Lucas para
histórica, sino incluso la misma presentación que el propio Lucas ha he-
expresar la función del grupo de los Doce (cf. comentario a 1,8). Por
cho de esa figura en relatos anteriores. Pablo aparece aquí como el en-
tanto, la consecuencia lógica es que Lucas identifica, de hecho, el mi-
cargado oficial del Consejo para erradicar definitivamente la fe en
nisterio de Pablo con el de los «doce apóstoles». Lo mismo que éstos,
Jesús.
Pablo es testigo autorizado de Jesús y portador de sus recomendaciones
12-13. Sobre este fondo resalta con mayor relieve el cambio radical a la Iglesia.
que experimentó la vida de Pablo a las puertas de Damasco. La des- La expresión que describe el contenido de este servicio y de este
cripción de la cristofanía subraya con mayor énfasis que 22,6 el brillo testimonio es bastante complicada, desde el punto de vista lingüístico, y
deslumbrador de la luz que irradia desde el cielo; aun en pleno medio- difícil de comprender, en su contenido. Muchos comentaristas han lle-
día, esa luz es más brillante que la del sol. Una luz que, ya desde un gado a proponer una simplificación del texto: «... lo que has visto y lo
principio, es símbolo y medio de la revelación que Pablo va a recibir. que se te va a revelar»; pero esta lectura difícilmente se puede justificar
Ya no se habla de la ceguera; los rasgos primitivos desaparecen comple- como original. Pues bien, sin entrar detalladamente en los problemas
tamente de la narración (cf. 9,8s; 22,11). Igualmente, los compañeros textuales de la frase, se puede afirmar lo siguiente: en la concepción de
de viaje, aunque mencionados en el relato, carecen de toda función es- Lucas, el acontecimiento de Damasco es la base donde radica la fun-
cénica. ción de Pablo como testigo. Pero ese acontecimiento no es el único de-
terminante del contenido y de la forma de su testimonio. Más bien es el
14. Ante una potencia tan arrolladora como la de aquella luz, arranque de una serie de vivencias, en las que Cristo manifiesta a Pablo
todos caen por tierra (no así en 9,7); pero sólo Pablo comprende su sus planes y orienta los caminos de la actividad del apóstol. En este
i

472 25,23-26,32: Pablo ante Agripa y Berenice ^ 25,23-26,32: Pablo ante Agripa y Berenice 473
sentido, se podría pensar, ante todo, en la visión que Pablo tuvo en el a la revelación divina, en la que todas las esperanzas del pueblo alcan-
templo (22,17) y posiblemente también en otras visiones, como las rese- zan su cumplimiento definitivo.
ñadas en 16,9s; 18,9; 23,11. Pero hay que tener en cuenta que Lucas
no pone el acontecimiento de Damasco al mismo nivel que estas otras 20. Este breve resumen de su actividad misionera está presidido
visiones. La relación que existe entre una y otra vivencias es la de por el deseo de expresar gráficamente el alcance universal de su come-
causa-efecto. El hecho de que Jesús glorificado constituyese a Pablo tido (cf. v. 17). La predicación de Pablo ha tenido como primeros desti-
i n s t r u m e n t o d e su v o l u n t a d e n a q u e l l a o c a s i ó n p r i v i - natarios a los judíos, tanto en Damasco (cf. 9,19-22) como en Jerusalén
legiada es la raíz explicativa de las subsiguientes manifestaciones, que (9,28) y en toda Judea; sólo después se orientó hacia los paganos
van determinando una y otra vez la actuación concreta del instrumento (9,29). En esta perspectiva hay que entender la mención de «toda la co-
elegido. marca de Judea», que no aparece explícitamente ni en su propio relato
personal (Gal 2,7s) ni en la presentación que de su actividad nos da el
17. La vocación va seguida de una promesa de asistencia personal, libro de los Hechos.
que se proyecta sobre toda la actividad ulterior de Pablo. Nada tiene
que temer. Saldrá airoso de todas las asechanzas que le tiendan los ju- 21. Este carácter universal de su misión es el que le ha atraído el
díos y los paganos, porque a ambos pueblos se extiende su misión. Una odio implacable de los judíos, que han llegado hasta atentar contra su
misión que es análoga a la de los profetas del Antiguo Testamento, vida. Esta última observación se refiere concretamente al tentativo de
como queda expresamente indicado mediante una cita de la vocación lincharlo que tuvo lugar en la explanada del templo, y del que única-
de Jeremías (Jr 1,8). La misión de Pablo, según Lucas, tiene una mente la intervención romana logró salvarlo (21,31). Pablo no piensa
proyección universal; no sólo habrá de dar testimonio ante los paganos que sea necesario entrar una vez más en el contenido de la acusación
(cf. Gal 1,16), sino ante todos los hombres (22,15). Su testimonio reso- oficial presentada contra él por los judíos (24,5-8), ya que desde el
nará en la línea de sucesividad histórico-salvífica: «primero los judíos, principio está suficientemente probada su inconsistencia. Ahora ya no
luego los paganos» (cf. 22,17ss). queda más que descubrir la verdadera motivación oculta que mueve a
sus enemigos.
18. El objetivo de la misión de Pablo se define en el v; 18. Judíos 22-23. Y así Pablo llega por fin al momento actual. Ahora se en-
y paganos, por medio de la conversión y de la fe, tendrán que ser cuentra ante un procurador romano y ante un rey judío, precisamente
arrancados del dominio de Satanás y sometidos a la soberanía de Jesu- como testigo de Jesús y de la promesa que en él llega a su cumpli-
cristo. Este horizonte de la misión se expresa con una terminología miento. Las presiones de sus adversarios no han logrado desbaratar
llena de resonancias veterotestamentarias; por ejemplo, cuando se des- esta ocasión de dar testimonio ante paganos y judíos; la promesa de
cribe la conversión como «abrir los ojos» (Is 42,7) o «pasar de las tinie- Jesús glorificado (v. 17) se ha cumplido manifiestamente. Y eso le da
blas a la luz» (Is 42,16; cf. Ef 6,12; Sant 1,17). Pero la analogía más lla- motivos para esperar con confianza que su testimonio seguirá adelante
mativa es, sin duda, el paralelismo con las expresiones bautismales, en el futuro, sin que pueda impedirlo cualquier clase de oposición hu-
claramente litúrgicas, de Col 1,12-14. mana (cf. 28,31).
Todo el contexto da a la metáfora de la luz una significación cada Al hacer un resumen del contenido central de su testimonio, Pablo
vez más rica. Igual que la aparición de Cristo ha abierto los propios plantea, al mismo tiempo, las discrepancias que persisten entre Iglesia y
ojos de Pablo, así él, de ahora en adelante, tendrá que abrir los ojos de judaismo, y que provocan un rechazo por parte de los judíos; un re-
los demás, por medio de su predicación. El acontecimiento de Damasco chazo que, en definitiva, no es más que una clara desobediencia. La
ha puesto en marcha un proceso, que no puede limitarse al caso parti- primera discrepancia consiste en la interpretación de la figura de Cristo.
cular de Pablo, sino que tiene que extenderse a todos los hombres y a El judaismo se niega a admitir que Cristo muerto y resucitado es el
todo el mundo, para transformarlos a todos. cumplimiento de toda la Escritura (cf. 2,25-36; 3,22-24; Le 24,44-47); y
esto es incomprensible, porque Jesús, al resucitar de entre los muertos,
19. Dirigiéndose de nuevo directamente al rey (cf. v. 2), el orador ha quedado expresamente legitimado como la gran figura en la que, ya
indica que ya no es Cristo el que habla, sino que es él mismo el que desde el principio, estaban cifradas todas las esperanzas de Israel (cf.
continúa su discurso, para sacar las consecuencias de su exposición. Y vv. 6s). La segunda discrepancia radica en la pretensión de universali-
para ello acude una vez más a su biografía. Su actitud de obediencia to- dad reivindicada por el testimonio de Pablo. Jesús, cumplimiento de
tal a la misión que le ha sido encomendada por el Resucitado, en el todas las esperanzas, tiene que ser anunciado como «luz» a toda la raza
que la promesa se cumple en plenitud, presenta a Pablo ante su pueblo humana. El texto dice literalmente que habría de ser el propio Jesús,
como el legítimo defensor de esa promesa. Su misión no se funda en en cuanto el Resucitado, en el que se ha hecho realidad la esperanza
una decisión arbitraria con respecto a su pueblo, sino en la obediencia mesiánica, el que anunciase la luz a Israel y a los paganos. Y en reali-
474 25,23-26,32: Pablo ante Agripa y Berenice 27,1-44: Travesía y naufragio 475

dad, eso es lo que ha pasado. El ha sido el que con su propia vida ha vista retórico. Recoge las palabras del rey y transforma la ironía con la
hecho posible la transformación de Israel en el definitivo pueblo de que ha formulado su deseo en una auténtica posibilidad táctica. Pablo
Dios y, con sus recomendaciones, ha dispuesto la incorporación de los no se deja desviar de sus objetivos ni por abiertas contradicciones ni
paganos a ese nuevo pueblo de Dios. En todo ese proceso, Pablo no ha por distanciamientos irónicos, ya que está convencido de que, en defini-
sido más que un mero instrumento del Resucitado. tiva, va a ser Dios mismo el que abra paso a la verdad que él defiende.
Por eso, se atreve a presentarse como norma de imitación. Todos debe-
24. Una vez más queda interrumpido el discurso. No hay duda que rían ser como él, que ha pasado de las tinieblas a la luz. De esta ma-
se trata de un procedimiento literario de Lucas (cf. 17,32; 22,30), por- nera, su testimonio podrá capacitar a otros para dar el mismo paso. La
que, en realidad, ya está dicho todo lo que había que decir. Y otra vez, mención restrictiva de sus cadenas no deja de ser una referencia irónica
según su técnica habitual, presenta la reacción de los oyentes, que tra- a lo contradictorio de su situación actual. Es precisamente un prisio-
tan de sustraerse, con una maniobra elusiva, a las exigencias del men- nero el único que defiende la auténtica libertad, a la que todos están
saje (cf. 17,32; 24,25), aunque no dejan de expresar, al menos parcial e llamados por voluntad de Dios.
indirectamente, una cierta aprobación del discurso. Por ejemplo, el
procurador romano, desde la perspectiva limitada de su propio pragma- 30. La sesión ha terminado. Lo último que se le cuenta al lector es
tismo, se refugia en su concepción estrecha de la verdad; por eso, se el diálogo que se entabla entre el procurador y el rey, al abandonar la
cree capaz de suprimir el mensaje de la resurrección, por considerarlo sala.
un producto de especulaciones abstrusas y aberrantes, puros desvarios
de una mente desequilibrada. Con todo, se ve obligado a reconocer la 31. El tema de conversación no es, como cabría esperar, el in-
enorme sabiduría de Pablo. forme que Festo tiene que enviar al emperador y que fue el motivo del
interrogatorio (25,26), sino exclusivamente la inocencia de Pablo. El
25. Con toda cortesía, pero también con toda decisión, Pablo re- común acuerdo que existe entre ambos dignatarios sobre este tema es
chaza esa mentalidad. Su testimonio no está basado en ingenuas espe- la información decisiva que Lucas quiere comunicar a sus lectores,
culaciones, sino en un raciocinio coherente y bien fundado. En el como conclusión de todo el relato.
fondo, lo que refleja este pasaje es una antítesis, que aparece con fre-
cuencia en la literatura helenística, entre «locura» (extremismo incon- 32. Reviste particular importancia el comentario de Agripa, por
trolado del pensamiento) y «razón» (sensatez y realismo de criterios). tratarse de un observador neutral, cuando lamenta que Pablo haya ape-
lado al emperador. De hecho, esta apelación es el único obstáculo para
26. La proclamación de Pablo es «razonable», porque se funda en ponerlo en libertad, porque, dado como están las cosas, ésta debería
un acontecimiento real, que se ha manifestado en unas coordenadas haber sido la consecuencia lógica del proceso.
históricas concretas. La vida y la muerte de Jesús no son aconteci-
mientos que hayan tenido lugar en algún rincón secreto, sino que han
sido de lo más notorio que ha sucedido en Palestina. Cualquier judío 18. Travesía y naufragio (27,1-44)
está enterado de ello; y naturalmente, también el rey Agripa, a cuyo
testimonio apela el orador. Este aspecto de publicidad comprobable, 27 C u a n d o se decidió que emprendiésemos la travesía hacia
que caracteriza al acontecimiento Cristo, es una de las ideas centrales Italia, encargaron de Pablo y de varios otros presos a un centu-
de la teología lucana (cf. 2,22; Le 24,18; el propio Pablo da un enfoque rión de n o m b r e Julio, que pertenecía a la legión Augusta, e m -
distinto en 1 Cor 2,6-16).
b a r c a m o s en una nave con matrícula de A d r u m e t o , que salía
27. Ahora Pablo da un paso ulterior, dirigiéndose directamente al para los puertos de Asia, y nos hicimos a la mar. Nos acompa-
rey Agripa en cuanto judío. Como tal, no sólo tiene que estar al co- ñaba Aristarco, un macedonio de Tesalónica.
rriente de lo que ha ocurrido con Jesús, sino que además está familiari- 3
Al día siguiente, hicimos escala en Sidón, y Julio, con mucha
zado con las promesas de los profetas. Lo cual supone que el rey debe- amabilidad, permitió a Pablo visitar a los amigos para que lo
ría estar perfectamente capacitado para creer en el mensaje de Pablo. atendieran. 4 Z a r p a m o s de Sidón y navegamos al abrigo de Chi-
28. Pero Agripa se retrae ante esa intimación conminatoria y elude p r e , porque el viento era contrario. 5 Luego pasamos por alta mar
la respuesta con una evasiva. El rey no se compromete; con una frase frente a las costas de Cilicia y Panfilia, y llegamos a Mira de Li-
elegante, medio seria medio irónica, reconoce que los argumentos de cia.
6
Pablo no dejan de ser convincentes, pero personalmente no se ve im- E1 centurión encontró allí un barco de Alejandría que se di-
pulsado a aceptar sus exigencias. rigía a Italia, y nos m a n d ó embarcar. 7 Por muchos días la nave-
29. Pablo le replica con la misma elegancia, desde el punto de gación fue lenta y a duras penas llegamos a la altura de Cnido,
476 27,1-44: Travesía y naufragio 27,1-44: Travesía y naufragio 477
porque el viento no nos era favorable. Navegamos al abrigo de cia medianoche, los marineros notaron que nos acercábamos a
Creta, doblando el cabo Salmón. 8 Después de costear la isla lle- tierra. 28 Echaron la sonda y marcaba veinte brazas; poco más
gamos a duras penas a una localidad llamada Buenos Puertos, adelante volvieron a echarla, y marcaba quince. 2y Temiendo ir a
cerca de la ciudad de Lasea. encallar en una escollera, echaron cuatro anclas a popa, espe-
9
Habíamos perdido un tiempo considerable y la navegación rando con ansia que se hiciera de día.
30
era ya peligrosa, porque había pasado el ayuno de septiembre. Como los marineros trataban de escapar del barco y empe-
'"Pablo les hizo esta advertencia: zaban a arriar el bote al agua, con pretexto de echar también las
—Amigos: preveo que la continuación del viaje va a ser de- anclas de proa, 31 Pablo dijo al centurión y a los soldados:
sastrosa, con gran perjuicio no sólo para la carga y el barco, sino —Si ésos no se quedan en el barco, vosotros no podréis sal-
también para nuestras personas. varos.
n 32
P e r o el centurión daba más crédito al piloto y al capitán del Los soldados entonces cortaron las amarras del bote y lo
barco que a los avisos de Pablo. 12 Como, además, el puerto no dejaron caer al agua. 33 Pablo les insistía a todos para que, mien-
era a propósito para invernar, la mayoría se pronunció por zar- tras amanecía, tomaran algo, diciéndoles:
par de allí, a ver si podían alcanzar Fénix, puerto de Creta, —Con hoy lleváis ya catorce días en vilo y en ayunas, y se-
orientado a sudoeste y noroeste, y pasar allí el invierno. guís sin tomar nada. Insisto en que comáis; ayudará a salvaros,
13
A1 levantarse una suave brisa del sur, se figuraron que po- porque ninguno perderéis ni un pelo de la cabeza.
drían realizar su proyecto. Levaron anclas y fueron bordeando el Dicho esto, cogió un pan, dio gracias a Dios delante de
litoral de Creta. Pero de allí a poco se desencadenó del lado de todos, lo partió y se puso a comer. 36 Todos se animaron y tam-
tierra el huracán conocido como «euraquilón». 15E1 barco, arras- bién se pusieron a comer. 37 Eramos en total doscientas setenta y
trado por el viento, no podía hacerle frente; así que nos dejamos seis personas a bordo. 38 Una vez satisfechos, aligeraron el barco,
llevar a la deriva. 16A1 pasar al abrigo del islote que llaman arrojando el trigo al mar.
3
Cauda, a duras penas pudimos recobrar el control del bote. 17Lo Al hacerse de día, no reconocían la tierra, pero divisaron
izaron a bordo y tomaron medidas de emergencia; reforzaron el una ensenada con su playa y decidieron varar el barco allí como
casco de la nave ciñéndolo con cables. Temiendo ir a encallar en pudieran. 40 Cortaron las anclas de ambos lados dejándolas caer
los bajíos de la Sirte, soltaron un flotador y siguieron a la deriva. al mar, aflojaron al mismo tiempo los cables de los timones, iza-
18 ron la vela de proa y a favor de la brisa se fueron acercando a la
A1 día siguiente, como el temporal seguía zarandeándonos playa. 41 Pero toparon con un bajío y encallaron; la proa se hincó
con violencia, aligeraron la carga. 19A1 tercer día arrojaron al en la arena y quedó inmóvil, mientras la popa se deshacía por la
mar con sus propias manos el aparejo del barco. 20 Por muchos violencia del choque.
días no vimos ni el sol ni las estrellas, y teníamos encima un tem- 42
poral tan violento, que llegamos ya a perder toda esperanza de Los soldados resolvieron matar a los presos para que nin-
salvarnos. guno se escapase a nado. 43 Pero el centurión, decidido a salvar a
r
21 Pablo, les impidió llevar a cabo su propósito. A los que sabían
Llevábamos mucho tiempo sin comer. Entonces Pablo se nadar les mandó echarse al agua los primeros a salir a tierra; 44a
puso de pie en medio y les dijo: los demás les dijo que se valiesen de tablas o de restos del barco.
—Amigos: debíais haberme hecho caso y no zarpar de Creta; Así todos llegaron a tierra sanos y salvos.
os habríais ahorrado este desastre y estos perjuicios. 22 De todos
modos, ahora os recomiendo que no os desaniméis. Pérdidas per-
1-44. En la Antigüedad, emprender un viaje era una verdadera
sonales no habrá, sólo se perderá el barco. 23 Esta noche se me aventura, que implicaba toda clase de peligros, incluso de la vida. En 2
ha presentado un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien Cor 11 Pablo menciona algunas situaciones en las que su vida corrió
sirvo, 24y me ha dicho: «No temas, Pablo. Tienes que compare- verdadero peligro, durante sus innumerables viajes. Con esta ocasión,
cer ante el emperador, y Dios te ha concedido la vida de todos se fija especialmente en la experiencia de sus viajes por mar: «He te-
tus compañeros de navegación». 25 Por eso, ánimo, amigos. Yo nido tres naufragios, y pasé una noche y un día en el agua» (2 Cor
me fío de Dios y sé que sucederá exactamente como me lo han 11,25). Por eso, no debemos extrañarnos de que el relato de su último
dicho. 26 Tenemos que ir a dar en una isla. viaje sea una narración amplia y circunstanciada de una dramática
27
Llevábamos catorce noches a la deriva por el Adriático. Ha- aventura, a pesar de que el estilo y el vocabulario, en su acumulación
478 27,1-44: Travesía y naufragio 27,1-44: Travesía y naufragio 479
de términos náuticos, hacen de esta narración un caso único en todo el perderá la vida (cf. vv. 10 y 21; 24 y 34). Suprimiendo las interven-
Nuevo Testamento. Lo que sí es extraño es que Lucas, en sus relatos ciones de Pablo, se obtiene una narración perfectamente fluida y de la
de los innumerables viajes del apóstol, nunca haya mencionado, hasta más absoluta coherencia.
ahora, los azares que pusieron en peligro la vida de Pablo, sino que se c) El uso de la primera persona del plural no deja de ser chocante,
haya limitado a darnos únicamente un par de indicaciones sobre los si- al menos en dos momentos decisivos (vv. 1 y 6). Da la impresión que el
tios por donde pasaba y la ruta que iba siguiendo. Con toda seguridad narrador y todos los demás, incluidos en la forma plural «nosotros»,
hay que suponer que Lucas conocía perfectamente las tradiciones sobre son obligados a embarcar en compañía de Pablo como prisioneros.
este aspecto determinado de la vida de su protagonista. Pero, en realidad, bien pudiera tratarse de uno o varios acompañantes,
El relato está escrito, casi todo, en primera persona del plural. Y que viajaban como pasajeros normales en el mismo barco que Pablo,
hay que reconocer que, entre todas las narraciones de este tipo (cf. el para estar a su lado y poder prestrarle las debidas atenciones. Por
comentario a 16,11), ésta es la única que tiene todas las características tanto, si la primera persona del plural ha sido introducida aquí por el
que cabría esperar de un relato escrito por uno que vivió personalmente propio Lucas, no se puede excluir, al menos, la posibilidad de que ocu-
los acontecimientos. El colorido de las descripciones y la precisión de rra lo mismo en el resto de los pasajes escritos en esa forma plural. Por
los detalles concretos nos lleva a asumir la presencia de un testigo ocu- consiguiente, se trataría de un mero procedimiento estilístico de la com-
lar. Pero, a pesar de todo, hay argumentos serios en contra de esta posición lucana.
suposición. Resulta muy difícil atribuir a un compañero de viaje del Estas observaciones han llevado a algunos investigadores (M. Dibe-
apóstol, o incluso al mismo Lucas, un relato que reproduzca con exacti- lius, H. Conzelmann) a creerse obligados a deducir que el cap. 27 no
tud histórica los sucesos de esta última travesía de Pablo. reproduce en absoluto recuerdos auténticos de un testigo ocular. Por
a) El papel que Pablo desempeña durante el viaje es totalmente tanto, una de dos: o bien Lucas ha tomado como base un relato perte-
inexplicable, desde el punto de vista histórico. El relato nos lo presenta neciente a la literatura contemporánea y se ha servido de él para sus
aconsejando al capitán del barco y al oficial romano (vv. lOs), aren- propios fines, introduciendo las escenas de Pablo; o bien, la narración
gando a la tripulación (vv. 21-26.33s) y tomando la iniciativa en los mo- entera es obra de su propio ingenio, inspirada en el género literario de
mentos decisivos para conjurar el peligro (v. 31); Pablo es realmente el la novelística antigua, con la que Lucas estaba bien familiarizado.
protagonista de la escena. Pero ciertamente la realidad histórica debió Ahora bien, una posición tan radical peca de exagerado extremismo.
de ser muy distinta. Pablo no viajaba como un pasajero importante, ob- Un examen más detenido del relato permite individuar, a lo largo de
jeto de todas las preferencias, sino como un prisionero más entre tantos toda la narración, una serie de rasgos particulares, que la distinguen ne-
otros, y probablemente pasó la mayor parte de la travesía en la bodega tamente de las típicas descripciones de tempestades y naufragios, con
del barco. las que los escritores antiguos solían entretener a sus lectores. El des-
pliegue de elementos dramáticos en la descripción lucana de la tempes-
b) Al relato le falta cohesión interna. Las intervenciones de Pablo tad es notablemente más modesto; prácticamente no es más que el final
(vv. 9b-ll.21-26.31.33-37), tanto por su lenguaje como por su conte- de una travesía adversa que, a causa de los vientos contrarios y las co-
nido, crean una cierta tensión con el contexto. Por ejemplo, la funesta rrientes submarinas, va sufriendo demora tras demora, hasta meterse
decisión de continuar el viaje tiene dos explicaciones totalmente dis- en la estación más desfavorable para la navegación. La Antigüedad no
tintas. Según los vv. 9b-ll, se»,debe a que el centurión, el piloto y el ca- nos ha transmitido ninguna descripción de viajes marítimos con una te-
pitán del barco tomaron a la ligera las advertencias de Pablo; en cambio, mática semejante a la de Lucas. Por lo demás, el relieve que se da a la
según el v. 12, se trata de una decisión mayoritaria de los responsables mención de Aristarco, el macedonio (v. 2), es un indicio muy acusado
de la travesía —a los que no pertenece Pablo— porque no les parece de que Lucas escribe basándose en materiales auténticos. Aristarco,
conveniente invernar en Buenos Puertos. Igualmente hay una contra- uno de los miembros de la delegación para la colecta (19,29; 20,4), pa-
dicción en el modo de interpretar el incidente del bote. En los vv. rece que acompañó a Pablo durante su viaje a Roma, y más tarde fue
30.32, la pérdida del bote parece deberse a una precipitada reacción en informando a las diversas comunidades sobre los incidentes de la trave-
cadena, que en seguida va a tener fatales consecuencias (vv. 39-44); sía. Su relato se puede reconstruir con una cierta aproximación. Proba-
pero en el v. 31 aparece, más bien, como una decisión motivada por la blemente comprende 27,l-9a.12-20.27-30.32.38-44; 28,1.11-13.14b.16b y
iniciativa de Pablo, con vistas a la salvación de todos los pasajeros. Hay la continuación del viaje, desde la salida de Malta hasta la llegada a
determinadas expresiones y algunos elementos concretos que sólo se Roma.
encuentran en las escenas en las que aparece Pablo y que constituyen Lucas reelaboró totalmente ese relato primitivo, adaptándolo a su
una especie de resonancia temática bastante llamativa. Por ejemplo, la propia perspectiva, sobre todo mediante la introducción de las interven-
poca gana de comer que tienen los pasajeros (vv. 21.33) le brinda a Pa- ciones de Pablo (vv. 9b-ll.21-26.31.33-37). Su proceso de redacción
blo la oportunidad de dirigirles una exhortación y asegurarles que nadie está claramente presidido por una doble finalidad:
480 27,1-44: Travesía y naufragio 27,1-44: Travesía y naufragio 481

a) El relato primitivo no tenía realmente mucho que contar sobre tica. Por eso, no deja de llamar la atención que Lucas renuncie en este caso a
el prisionero Pablo (vv. 3.43); sin embargo, Lucas ha convertido a éste todo colorido vetero testamentario, siendo así que éste es su procedimiento
en la figura central de su propia narración. Lo mismo que antes, en el habitual, cuando quiere establecer una asociación con otros pasajes bíblicos.
relato del proceso jurídico, Pablo ocupaba el centro de la escena, tam-
bién aquí, en su último viaje, aunque externamente no es más que un 1. La autoridad romana decide que Pablo sea trasladado a Roma
prisionero, en realidad es el personaje que determina el curso de los con el próximo cargo de prisioneros. El centurión encargado de la ex-
acontecimientos. Bajo la pluma de Lucas, la figura de Pablo va cre- pedición pertenecía a un regimiento destacado en Siria que, al igual
ciendo y agrandándose, tanto aquí como en el cap. 28, hasta alcanzar que otras tropas auxiliares, estaba autorizado a llevar el título honorí-
unas proporciones sobrehumanas. Pablo es el único que, en todo mo- fico de Cohors Augusta.
mento, tiene una visión perfectamente clara de las circunstancias (vv.
10.21.31); es el único que, en medio del pánico y del desconcierto ge- 2. El transporte se realizaba en barcos privados que, además de la
neral, es capaz de crear una esperanza que contagia a todos los pasa- carga, llevaban un buen número de pasajeros. Por eso, Aristarco y los
jeros (vv. 33ss); el único que, en nombre de Dios, asegura a todos que demás que, sin duda, acompañaron a Pablo hasta Roma, no debieron
sus vidas están a salvo (vv. 24.34). de encontrar grandes dificultades para embarcarse con él. La primera
etapa se hizo en una nave con matrícula de Adrumeto, ciudad situada
b) Por otra parte, Lucas se vale de la tempestad y el naufragio al sudeste de Tróade, que fue tocando todos los puertos de la costa oc-
como recursos narrativos para subrayar que, a pesar de todo, tiene que cidental de Asia Menor. La designación «Asia» no se refiere aquí a
cumplirse el plan de Dios, según el cual Pablo tiene que llegar a Roma toda la provincia, en sentido estricto, sino a la región cuya capital era
sano y salvo. Primero fue Jerusalén, «símbolo de destrucción», la que Efeso.
intentó frenar a Pablo; pero todos los esfuerzos del judaismo fracasa-
3. La primera escala es la antigua ciudad fenicia de Sidón. Las
ron, y la apelación al emperador pareció abrir nuevos caminos hacia
operaciones de carga y descarga hacen que el barco permanezca en
Roma. Ahora son los elementos de la naturaleza los que se desatan
puerto unos cuantos días. Con este motivo, y como deferencia especial,
contra el apóstol, intentando cerrarle el paso. Pero tampoco éstos po-
el centurión da permiso a Pablo para visitar a «sus amigos», es decir,
drán impedir que Pablo alcance su objetivo, porque Roma es una meta
los miembros de la comunidad cristiana de aquella ciudad (cf. 3 Jn 15;
que Dios mismo le ha señalado (v. 24).
Jn 15,4; Le 12,4), y poder así disfrutar de sus atenciones y descansar un
Pero, aparte de todo esto, ¿se pueden encontrar en la narración poco de las fatigas del viaje. Sin duda que, durante esa salida a tierra,
otros elementos teológicos? Ante todo, la escenografía del relato podría Pablo estuvo bajo la vigilancia de un soldado (cf. 28,16). Es difícil que
sugerir un paralelismo intencionado con la historia de Jonás (Jon 1). Lucas se haya inventado este episodio; pero, por su parte, lo aprovecha
Pablo, obediente al encargo recibido del Señor, y cuya presencia va a para dar una nueva prueba de la corrección y benevolencia con que tra-
salvar a todo el pasaje de perecer en la tempestad, sería el antitipo de tan a Pablo los representantes de Roma (cf. el comentario a 22,22-29;
Jonás, desobediente a la misión divina, cuya sola presencia basta para 24,24-27).
poner en peligro la integridad de la nave. Sin embargo, como la única
resonancia directa de la historia de Jonás en nuestro pasaje (v. 19 = 4-5. Al zarpar de nuevo, la navegación se hace dificultosa, por el
Jon 1,5) puede ser perfectamente casual, habrá que proceder con mu- viento contrario. Así empieza la cadena de contrariedades atmosféricas,
cha cautela a la hora de emitir un juicio, sobre todo porque no es abso- que van retardando la travesía. Para resguardarse de los fuertes vientos
lutamente seguro que Lucas hubiera tenido conocimiento de la narra- del oeste que, a principios de otoño, suelen soplar en esta zona del Me-
ción profética. Aún menos fundada parece ser la opinión de algunos diterráneo, el barco va navegando al reparo de la costa oriental de Chi-
comentaristas que atribuyen a Lucas la intención de presentar en este pre. Sigue a continuación costeando el litoral de Cilicia y Panfilia, para
cap. 27 la muerte de Pablo en paralelismo con la muerte de Jesús, y la aprovechar las fuertes corrientes que se forman cerca de la costa y que
llegada a Roma como una imagen de su resurrección. lo empujan en dirección oeste, y al mismo tiempo para sacar partido de
No se puede negar que en el Antiguo Testamento la inundación y la los vientos que, durante la noche, soplan desde la costa hacia alta mar.
violencia desatada de las aguas, que amenazan con devorar al hombre, Así pueden seguir rumbo al oeste, aunque con grandes dificultades.
son imágenes típicas del peligro extremo y aun de la misma muerte (p.
ej. Sal 42,8; 66,12; 69,2s.l5; Is 43,2); por otra parte, en el Nuevo Testamento, 6. En el puerto de Mira se presenta la oportunidad de cambiar de
la suerte de Jonás arrojado al agua es una imagen de la muerte de Jesús (Mt barco. No era raro que, dadas las condiciones de los vientos, el trans-
12,40; Jon 2,1). Pero, a pesar de todo, si Lucas hubiera pensado en esta porte de grano desde Egipto a Roma hiciera escala en Mira. De este
relación, ciertamente no habría dudado en ofrecer explícitamente al lector modo no le debió de resultar muy difícil al centurión encontrar un
una serie de resonancias del Antiguo Testamento, pertinentes a esta temá- barco que se dirigiese a Italia. Naturalmente, sólo embarcan los presos;
16
482 27,1-44: Travesía y naufragio 27,1-44: Travesía y naufragio 483
los acompañantes de Pablo, ya que se trata de pasajeros normales, tie- 12. Después de la inserción, en el v. 12 se continúa el relato primi-
nen que quedarse en tierra (en el comentario genérico hemos explicado tivo, que presenta la situación de manera diversa (cf. el comentario al
la persistencia, a lo largo de toda la narración, de la primera persona v. 9). Dada la inseguridad de la bahía de Buenos Puertos —pese a su
del plural). nombre— para invernar en ella, la mayoría de los pasajeros decide se-
7. Ahora las dificultades meteorológicas arrecian. La navegación guir viaje, hasta alcanzar el puerto de Fénix, mucho más seguro para
se hace más lenta, porque el barco tiene que luchar contra un fuerte pasar allí el invierno. Fénix es probablemente la actual bahía de Phini-
viento del oeste. Primero se pone rumbo hacia el norte, en dirección a kia, situada al oeste del cabo Kakomuri. Hoy día es imposible fondear
Rodas; luego hacia el sur, pasando a la altura de Cnido, para dirigirse en ella, pero hay que tener en cuenta que, desde los tiempos de Pablo,
finalmente a Creta. Doblando el cabo Salmón, punta nordoriental de el nivel del fondo se ha elevado unos cinco metros.
Creta, el barco logra ponerse al abrigo de los vientos. 13. Se levanta una suave brisa del sur, y con ella parece llegar la
8. Ahora ya puede seguir su ruta, costeando la parte oriental y anhelada oportunidad de cambiar de puerto. El barco abandona la en-
luego el sur de la isla, hasta arribar, por fin, a Buenos Puertos. Es senada y, al abrigo de la costa, emprende de nuevo el viaje con la in-
prácticamente imposible localizar en estos momentos con exactitud la tención de llegar en un día al puerto de Fénix, distante sólo unos
bahía de Buenos Puertos (Kaloi Limenes). Y lo mismo pasa con la ciu- ochenta kilómetros.
dad de Lasea, en cuyas cercanías se encontraba dicha ensenada. Es 14. Pero al poco tiempo, nada más doblar el cabo Melisa, se de-
probable que se tratase de un amplio fondeadero abierto hacia el sata desde la imponente cordillera que bordea la costa un violento hu-
oriente, situado al este del cabo Lithinos. racán que, al encajonarse por entre las gargantas rocosas, se abate so-
9. La travesía hasta aquí había llevado mucho tiempo, y el mes de bre el barco y lo empuja mar a d e n t r o . El nombre «euraquilón»
octubre ya se había echado encima. La indicación de tiempo sigue el pertenece a la terminología náutica del período helenístico; en realidad,
cómputo judío; ya había pasado el período de ayuno, es decir, los cinco es un híbrido de griego y latín (euros, en griego = viento este-sudoeste;
días anteriores a la gran fiesta de la Expiación, que se celebraba el día aquilo, en latín = viento norte), cuyo significado encierra propiamente
10 del mes Tisri (septiembre/octubre). Del 15 de septiembre en ade- un contrasentido. Lo más probable es que se tratase de un huracán del
lante, la navegación por alta mar se consideraba peligrosa; y desde el 1 nordeste.
de noviembre hasta el 10 de marzo estaba en vigor el axioma: «mare 15. El intento desesperado de poner proa al vendaval y echar el
clausum» (= prohibido hacerse a la mar). Por tanto, ni pensar en se- ancla en aquel punto fracasa rotundamente. De modo que el barco
guir viaje hacia Italia. Lo único que había que decidir era si quedarse a queda a merced del temporal, navegando a la deriva y arrastrado en di-
invernar en Buenos Puertos, lo que no carecía de riesgos, o lanzarse a rección sureste.
buscar un puerto más seguro (cf. el comentario al v. 12).
16. A la altura del islote de Clauda (o Cauda) se agudiza el peli-
10. Con todo, Lucas introduce aquí (vv. 9b-ll) una intervención gro. El bote, indispensable para la maniobra de atraque y desatraque,
de Pablo, que da una imagen distinta de la situación. En efecto, las pa- que hasta entonces, como era habitual, se llevaba a remolque, se estre-
labras de Pablo son claramente un intento disuasivo, que advierte a los lla contra el casco de la nave por la violencia de las olas y amenaza con
responsables del barco de los*peligros que encierra la continuación del abrir una vía de agua. Después de muchos esfuerzos y probablemente
viaje hacia Italia. Y es que para Lucas es evidente, en primer lugar, aprovechando el reparo que proporcionaba la isla, lograron izarlo a
que Pablo, dada su gran experiencia como viajero, conoce mejor que la bordo.
misma tripulación lo peligroso de las condiciones meteorológicas; pero
sobre todo, Pablo posee el don profético de conocer el futuro (cf. vv. 17. No se pueden determinar con exactitud las «medidas de emer-
23ss). gencia» tomadas por la tripulación. Desde el punto de vista gramatical,
podrían referirse a lo anterior; y entonces significarían el esfuerzo por
11. Otra equivocación de Lucas consiste en atribuir al centurión izar el bote a borde, accionando un aparejo apropiado. Pero también
romano la capacidad de tomar decisiones sobre el viaje, cosa que, en puede referirse a lo que sigue, es decir, a la operación de asegurar el
realidad, era pura competencia del capitán y armador del barco, que, barco ciñéndolo con cables, que luego se apretaban por medio de un
como era habitual entonces, solía participar en los viajes de sus propias cabrestante; con ello se podía conseguir una mayor resistencia de la
naves. Pero Lucas considera a estas dos personas únicamente como nave. Como la tempestad no amainaba, se empezó a temer que el
consejeros del centurión, que es el que, en definitiva, decide continuar barco fuese arrastrado hacia los peligrosos bajíos de la Sirte, a unos
un viaje fatídico, dando más crédito a los responsables de la navegación seiscientos kilómetros de distancia. Naturalmente, eso no era más que
que a las advertencias de Pablo. un síntoma del pánico que había cundido entre los pasajeros. La solu-
484 27,1-44: Travesía y naufragio 27,1-44: Travesía y naufragio 485
ción con que se quiere conjurar esa nueva amenaza tampoco se puede para expresar que Pablo es enviado y testigo del verdadero Dios. Por la
determinar con absoluta precisión. Lo que nos parece más probable —y misma razón, en vez de hablar de una aparición de Cristo, que habría
en este sentido va nuestra traducción— es que se soltara al mar una es- requerido una explicación bastante larga y complicada (cf. 23,11), re-
pecie de boya de madera, aparejada con un lastre en la parte de abajo fiere la aparición de un ángel, que resulta más inteligible para los pa-
y con un flotador en la parte de arriba, de modo que pudiera mante- ganos.
nerse en posición vertical, y sujeta a la popa por medio de un cable re-
sistente. De este modo, al ser arrastrada por el barco, frenaba hasta 25. También la exhortación que sigue está condicionada por la
cierto punto la velocidad de la navegación. Con todo, no hay que ex- misma reserva. Pablo no puede invitar directamente a los paganos a po-
cluir la posibilidad de que se tratara de la simple maniobra de arriar las ner su confianza en un Dios que todavía no les ha sido predicado; lo
velas. único que puede hacer es darles ánimo con su propio ejemplo de con-
fianza absoluta en el Dios que nunca deja de cumplir sus promesas. De
18-19. Pero esos esfuerzos no bastan, y hay que tomar nuevas me- esta manera, los no creyentes quedan englobados en el ámbito de la fe
didas. Lo primero es aligerar el barco, que ya empieza a hacer agua, ti- personal de Pablo.
rando por la borda una parte del cargamento. Pero en seguida hay que
acudir también a deshacerse de las vergas y de las jarcias, quedando la 26. El discurso termina con una predicción profética; la nave ter-
nave sin aparejo. minará por arribar a una isla.

20. Como en aquella época aún no se conocía la brújula, el rumbo 27. El barco lleva ya dos semanas a la deriva por el «Adriático».
se determinaba únicamente por las estrellas. Pero como el cielo estaba El nombre no se refiere al mar interior que separa Italia de los Bal-
cubierto, la desorientación era absoluta; de modo que el desánimo hizo canes, sino al que se extiende entre Sicilia y Creta, que los antiguos
presa en todos los pasajeros. geógrafos (Claudio Tolomeo, Geogr. III 4,1; 15,1; cf. Josefo, Vit. 15)
consideraban como parte del mar Adriático.
21. En este punto introduce Lucas una nueva intervención de Pa- En plena noche los marineros perciben signos de que se están acer-
blo. El carácter marcadamente literario del discurso no cuadra en una cando a tierra. No se dice concretamente cuáles fueron esos signos; tal
situación como la presente. Resulta muy difícil imaginar que en unas vez llegó a sus expertos oídos el estruendo de las olas que batían contra
circunstancias en que una violenta tempestad zarandea bruscamente la el litoral. Se trataba de la isla de Malta, cosa que el lector no sabrá
nave, Pablo se ponga a echar un discurso en un griego de lo más ele- hasta 28,1. Malta está a unos ochocientos kilómetros al oeste de Creta;
gante y precisamente a un auditorio agotado y aturdido ppr el mareo. lo que quiere decir que, durante la travesía, el viento tuvo que haber
Con una velada recriminación, Pablo empieza recordándoles el poco cambiado de dirección, soplando desde el este.
caso que hicieron a sus advertencias, cuando aún estaban a tiempo (v.
28. Se echa la sonda y da una profundidad de treinta y seis me-
10). Ahora pueden ver con claridad que él tenía toda la razón; por eso,
tros; al poco rato se hace otro sondeo, y ahora la profundidad es sólo
no es necesario insistir más.
de veintisiete metros. Con esto, la sospecha se convierte en seguridad.
22. El paso siguiente no es una nueva y más enérgica advertencia 29. Rápidamente hay que tomar todas las medidas para evitar que
sobre el desastre que se avecina, sino una predicción esperanzada de encalle el barco. Se echan las anclas, pero no a proa, como suele ha-
que todo va a salir bien. El harco se perderá, eso sí; pero ninguno de cerse, sino a popa, para que el barco no dé un viraje y pueda ofrecer
los pasajeros perderá la vida. todo el flanco al embate de las olas.
23-24. Pablo tiene sus razones para este cambio de opinión. Una 30-32. A continuación los marineros arrían el bote, para reforzar
visión nocturna le ha asegurado que el Dios a quien sirve le hará llegar desde él la estabilidad de la nave con las anclas de proa; una medida
sano y salvo a Roma, la meta que le ha sido prefijada, para dar testi- perfectamente lógica, dada la situación.
monio de su fe ante el emperador. La protección divina que le acom- Pero en ese momento se produce un incidente curioso. Los soldados
paña durante este viaje, y, que radica en la función que él tiene que des- piensan que la maniobra no es más que un pretexto y que, en realidad,
empeñar en la historia de salvación, se va a extender también a todos lo que quiere la tripulación es escapar a tierra con el bote, dejando a la
los demás pasajeros. Dios le ha «concedido» la vida de todos sus acom- nave y a los pasajeros a merced del destino. Para impedir la supuesta
pañantes; todos van a tener parte en la salvación que Dios proporciona fuga, los soldados cortan las amarras de las que colgaba el bote, de
a su testigo. Lucas se da perfecta cuenta de que Pablo se dirige a un modo que éste cae al agua y es inmediatamente barrido por el oleaje.
auditorio pagano politeísta. Por eso, pone en boca de Pablo una expli- Hay que excluir en absoluto que los marineros tuviesen realmente in-
cación de la visión nocturna fácilmente comprensible para sus oyentes. tención de escapar; porque meterse en un bote, en plena noche y sin
De ahí la circunlocución «el Dios al que pertenezco y a quien sirvo», conocer la costa, con intención de desembarcar, sería un verdadero sui-
486 27,1-44: Travesía y naufragio 27,1-44: Travesía y naufragio 487

cidio. En la situación en que se encontraban, el mejor refugio era indis- los números comprendidos entre 1 y 24— tenía que tener, para un lec-
cutiblemente el barco, bien estabilizado por las anclas. Cortar los cables tor de la Antigüedad, una serie de resonancias misteriosas, que Lucas,
del bote no fue más que una reacción provocada por el pánico en unos sin duda, provoca intencionadamente.
soldados poco expertos en las faenas de la mar. Tal vez en aquel mo-
mento de desconcierto les vino a la mente algún recuerdo de las histo- 38. Al rayar el alba se empiezan los preparativos para el desem-
rietas populares de entonces, parecidas a nuestros cuentos de piratas; barco. Si se quiere varar la nave en la playa, lo más importante es que
porque, en realidad, se trata de un elemento folklorístico de la narra- la línea de flotación esté lo más alta posible. Por eso, lo primero que se
tiva en general. De todos modos, su actuación fue decisiva para la pér- hace es tirar al mar el cargamento de trigo, que sin duda venía en
dida de la nave; porque, sin un bote para el desembarco, la única posi- sacos. Si se hubiera llevado almacenado en la bodega y cubierto única-
bilidad de llegar a tierra consistía en varar la embarcación. mente por unas tablas, como era lo corriente, la operación de descarga
habría requerido varias horas.
Lucas, por su parte, considera el intento de fuga como el verdadero
motivo de la actuación de los soldados. Por eso, introduce por cuenta 39. Al romper el día ya se puede divisar la costa. No es extraño
propia el v. 31, en el que presenta a Pablo como responsable del fra- que los marineros no reconozcan la tierra, porque la ruta normal no pa-
caso del plan de fuga y como salvador de todos los pasajeros. saba por la isla de Malta. La ensenada en que se encuentran es proba-
33. En la última intervención de Pablo vuelve a aparecer su carác- blemente la actual «bahía de San Pablo», situada en la extremidad nord-
ter liberador (vv. 33-37). Se da cuenta en seguida de las necesidades occidental de la isla.
más urgentes. Tanto la tripulación como el pasaje llevan ya catorce días 40. Para facilitar el desembarco, tiran al mar los cabos de las an-
luchando contra el temporal, y están mareados y exhaustos. Sólo si se clas y aflojan los cables de los timones, que habían quedado bien
deciden a comer algo, para recuperar las fuerzas, podrán aguantar las sujetos durante el anclaje, de modo que se puedan maniobrar de
próximas horas, que van a ser decisivas. nuevo. Luego izan el foque, para que el viento dé un suave impulso a
la embarcación.
34. Por eso, todavía en plena noche, se dirige a esos hombres ago-
biados por el temor y totalmente desanimados, para exhortarlos a que 41. Pero ahora se pagan las consecuencias de la pérdida del bote;
tomen alimento y así puedan reponer energías. La predicción de Pablo con él se habría podido encontrar algún canal suficientemente pro-
recuerda algunas expresiones veterotestamentarias, conocidas como fundo. Por eso, el barco da en un bajío, en la misma embocadura de la
proverbiales (1 Sm 14, 15; 2 Sm 14,11; 1 Re 1,52; cf. Le 21,18). bahía, y la proa se rompe, debido a la violencia del choque. Incluso ac-
tualmente, a la entrada de la bahía de San Pablo, se encuentra un
35. Imitando al cabeza de familia judío, pronuncia la acción de banco de arcilla blanda; sólo que hoy está a seis metros de profundi-
gracias sobre el pan (cf. Me 6,41p; 8,6p) en presencia de todos los pa- dad, mientras que en la época de Pablo no estaba más que a cuatro
sajeros, y se pone a comer. metros.
36. Con esto se rompe la apatía general. Todos siguen su ejemplo 42. Una vez más el pánico se apodera de los soldados (cf. v. 32),
y empiezan a comer, hasta hartarse. Algunos manuscritos añaden que que quieren matar a los prisioneros, por temor a ser llamados a
Pablo distribuyó el pan entre los asistentes, con lo que dan a esta co- cuentas, si éstos logran escapar.
mida una interpretación eucarística. También algunos comentaristas
modernos comparten esta línea interpretativa. Pero difícilmente tienen 43-44. Pero el centurión, con toda su autoridad, les impide ejecu-
razón. La idea de una celebración eucarística ante un grupo mayorita- tar sus planes y toma las riendas de la situación, para que todos puedan
riamente pagano es totalmente extraña a la concepción de Lucas. Para abandonar la nave, ya totalmente destrozada, con la mejor disciplina y
él, esta comida de Pablo, aunque descrita en paralelismo con el ritual la mayor seguridad posible.
cristiano y judío, tiene más bien una función de estímulo para los pre- El narrador vuelve a subrayar (cf. v. 3) la especial benevolencia del
sentes; y tal vez no se pueda excluir un cierto carácter de prodigio, con oficial romano con respecto a Pablo.
el que Pablo cura la apatía y la indiferencia que le rodeaba. La operación de desembarco, a pesar de todas las dificultades, ter-
mina felizmente; todos llegan a tierra sanos y salvos. La predicción de
37. Precisamente ahora es cuando se da la cifra de pasajeros a Pablo se ha cumplido.
bordo. Con ello se pretende llamar la atención sobre el gran número de
personas que se salvaron, por mediación de Pablo. La cifra, en sí, no es
exagerada, porque en aquella época un barco podía llevar hasta seis-
cientos pasajeros (Josefo, Vit. 15). El hecho de que el número dos-
cientos setenta y seis sea múltiplo de tres —y además, la suma de todos
28,1-10: Pablo en Malta 489
dios. En realidad, no hay ninguna indicación que permita considerar
19. Pablo en Malta (28,1-10)
estas historias como partes constitutivas de alguna tradición cristiana
con respecto a Pablo. Lo único que se podría pensar es que los vv. 2-6
28 ^ n a vez a salvo, nos enteramos de que la isla se llamaba reproducen, en cierta manera, una tradición popular que, a la luz de las
Malta. palabras de Jesús en Le 10,19, habría interpretado la inmunidad de Pa-
2
Los indígenas nos t r a t a r o n con toda clase de a t e n c i o n e s . blo contra la mordedura de una víbora como signo de que era real-
C o m o estábamos empapados por la incesante lluvia y ateridos de mente un enviado de Jesús.
frío, encendieron una hoguera y nos invitaron a acercarnos. Entonces, ¿qué es lo que pretende Lucas con esta narración? Desde
3 luego, seríamos injustos, si quisiéramos ver en ella únicamente la ex-
Pablo recogió una brazada de ramas secas y la echó en la ho-
guera. E n t o n c e s saltó una víbora, huyendo del fuego, y le mor- presión de una ingenua y precipitada exaltación del protagonista, que
dió en la m a n o , sin soltarla. 4 Los indígenas, al ver el animal col- va más allá de los límites permitidos por una sana visión teológica. Un
gándole de la m a n o , comentaban: examen más detenido del relato muestra claramente que, a pesar de su
innegable ambigüedad, desempeña una función bien precisa e intencio-
—Seguro que ese individuo es un asesino; se ha escapado del
nada dentro de la presentación global que Lucas nos da de la figura de
mar, pero la justicia divina no va a consentir que siga viviendo. Pablo. En efecto, antes de que el viaje a Roma llegue a su conclusión,
5
P a b l o , por su p a r t e , sacudió el animal en el fuego, y no hay que poner de relieve una vez más los dos aspectos del personaje,
sufrió ningún d a ñ o . 6 Los otros esperaban que de un m o m e n t o a que Lucas ha hecho resaltar a lo largo del cap. 27: 1) Pablo tiene que
otro empezaría a hincharse o cayese muerto de repente. Aguar- lograr su objetivo de llegar a Roma, porque está bajo la protección di-
daron un buen rato, y al ver que no le pasaba nada anormal, vina (cf. 27,23ss); 2) Pablo se manifiesta una vez más como protector y
cambiaron de parecer y empezaron a decir que era un dios. salvador de todos los que le rodean (cf. 27,31.33-37).
7
En los alrededores tenía unas fincas el principal de la isla,
a) El episodio de la víbora (vv. 26) muestra que Pablo goza de
que se llamaba Publio. Este nos recibió con toda amabilidad y una especial protección de Dios. Primero fue salvado de perecer en la
nos hospedó tres días. tempestad, y ahora un milagro lo salva de una muerte segura. De esta
8
Sucedió que el padre de Publio se puso enfermo de disente- manera, Dios ha dado un doble testimonio de sus planes, que quiere
ría y tuvo que guardar cama por la fiebre. Pablo entró a verlo y realizar por medio de Pablo. Lucas ha aprovechado para esta narración
se puso a rezar, le aplicó las manos y lo curó. dos elementos universalmente conocidos: el juicio de Dios y la justicia
' C o m o consecuencia de esto, los demás enfermos de la isla vindicativa. Antiguamente reinaba la convicción de que la liberación
fueron acudiendo y Pablo los curaba. 10 Nos colmaron de honores prodigiosa de un peligro de muerte era una ratificación divina de la
y, al hacernos de nuevo a la mar, nos proveyeron de todo lo ne- inocencia de un determinado individuo (Bill. II 772, para los paralelos
cesario. en la cultura judía). Por otra parte, las narraciones corrientes y la sabi-
duría popular compartían la concepción de que la voluntad justiciera de
la divinidad terminaba siempre por alcanzar al malhechor.
1-10. Dentro del relato del viaje a Roma, tomado de la tradición b) El otro episodio, la curación del padre de Publio (vv. 8s),
(cf. el comentario a 27,1-44), 'Lucas ha introducido dos episodios de ca- vuelve a presentar a Pablo como figura protectora e instrumento de sal-
rácter prodigioso, que tienen a Pablo como protagonista. Su inclusión vación. Dadas las resonancias de vocabulario entre esta escena y Le
en el libro de los Hechos tiene un sentido muy peculiar; mientras que 4,38s, es posible que Lucas haya compuesto este episodio en analogía
los demás prodigios realizados por los apóstoles están siempre relacio- con la curación de la suegra de Pedro. Así el último prodigio realizado
nados con el mensaje salvífico, estos dos parece que no tienen nada por Pablo es un reflejo del primer prodigio realizado por Jesús.
que ver con él. En este caso, el prodigio no es una manifestación de la
potencia del nombre de Jesús, orientada hacia la fe, sino más bien una
1. A partir del desembarco en Malta no hay prácticamente nin-
demostración de los poderes sobrenaturales del taumaturgo. Da la im-
guna indicación que nos recuerde que Pablo es un prisionero. Los sol-
presión que su finalidad consiste en enaltecer la figura de Pablo, pre-
dados y los guardias desaparecen del texto, sin dejar rastro; únicamente
sentándolo incluso con rasgos de personaje divino (vv. 6.10). De hecho, en el v. 16 se hará una mención fugaz de uno de ellos. La forma de la
no se dice que Pablo actúe como testigo de Jesús y no en nombre pro- narración en primera persona del plural se mantiene, pero las personas
pio; como tampoco se refuta la opinión de los indígenas, que lo tienen a las que se refiere no son las mismas que en el cap. 27. Allí quedaban
por un dios (v. 6; cf. el caso contrario en 14,15ss). Y esto es tanto más englobados todos los pasajeros de la nave; aquí sólo se trata de Pablo y
extraño cuanto que Lucas, en este caso, no ha acudido a tradiciones de los cristianos que le acompañan. Esta distinción no queda reflejada
precedentes, sino que ha compuesto por su propia cuenta ambos episo-
490 28,1-10: Pablo en Malta 28,11-16: Pablo llega a la meta 491
expresamente en el texto. Lo cual es signo evidente de que el plural en hospitalidad del mundo antiguo. Desde luego, hay que excluir como
los vv. 1-10 no es más que un procedimiento estilístico de Lucas. motivo de la invitación de Publio la esperanza de encontrar un mila-
grero que pudiera curar la enfermedad de su padre. Lucas, en realidad,
2. El sustrato de la población maltesa era de origen púnico; y su no establece ninguna correlación narrativa entre la llegada de Pablo y
lengua, un dialecto fenicio. La designación de «indígenas» —literal- la enfermedad del aristócrata.
mente, «bárbaros»— con la que Lucas presenta a los habitantes de la
isla expresa el natural distanciamiento que siente un helenista culto con 8. Según la presentación de Lucas, parece que el padre de Publio
respecto a una gente que no entiende el griego ni el latín. Los indí- cayó enfermo cuando Pablo estaba ya hospedado en su casa. A Pablo
genas acuden a prestar ayuda a los náufragos, concretamente a Pablo y no hay que hacerle ninguna petición; él mismo, espontáneamente, toma
a sus compañeros. Como en las proximidades de la bahía no hay nin- la iniciativa y hace lo que se debe hacer en estos casos. Primero, ora
guna cabana donde cobijarse, los isleños hacen una hoguera en la por el enfermo; y luego viene el gesto de curación. La secuencia de
misma playa, para que los supervivientes, ateridos de frío y calados gestos es importante, porque significa que Pablo, al revés que Jesús (Le
hasta los huesos, puedan calentarse un poco y secarse los vestidos. 4,40), no actúa en virtud de sus propios poderes, sino que, por medio
de su oración, transmite la fuerza salvífica que dimana del propio Jesús
3. Pablo, como casi siempre (cf. 27,10s.31.33s), toma la iniciativa y (cf. 9,34.40).
se hace cargo de la situación, recogiendo leña seca para mantener el
fuego. En el momento en que va a echar al fuego una gran brazada de 9-10. Consecuencia del suceso es que la fama de Pablo como tau-
ramas, le salta una víbora, espantada por el calor, y le muerde en la maturgo se extiende por todos los rincones de la isla. La conclusión del
mano sin soltarse. relato tiene acentos de un exultante coro final; todos los enfermos acu-
den masivamente a ser curados por Pablo (cf. 19,11), y como signo de
4. Los indígenas, que saben por experiencia que la mordedura de agradecimiento le colman de honores a él y a sus compañeros. ¿Quiere
víbora es mortal, interpretan el incidente con sus categorías religiosas. esto decir que los malteses homenajearon a Pablo como a un dios? (cf.
Un individuo que a duras penas acaba de escapar de la muerte en el v. 6).
naufragio y que ahora está a punto de caer muerto por el veneno no El hecho es que Pablo no predicó en Malta; al menos el relato no
puede ser más que un asesino, victima de la venganza de Dike, diosa menciona esta actividad. Y es natural. De hecho, todo el mundo sabía
de la justicia. Poco importa saber si también la mitología púnica tenía que Pablo no habría proclamado el evangelio en aquella isla. Por
una diosa de la justicia, correspondiente a la Dike griega; el caso es tanto, Lucas, como historiador, no podía —ni quería— falsear la reali-
que Lucas pone en boca de los isleños un razonamiento típicamente dad histórica.
griego.
5-6. Impávidamente, Pablo sacude el animal, que cae en la ho-
20. Pablo llega a la meta (28,11-16)
guera. Todos esperan que de un momento a otro el veneno haga
efecto; pero no es así. Nada; ni siquiera un hinchazón que indique el H
efecto retardado del veneno. Así que la opinión de los indígenas sobre A 1 cabo de tres meses zarpamos en un barco que había in-
Pablo cambia bruscamente hasta el extremo opuesto. No se trata de un vernado en la isla. Era de Alejandría y llevaba por mascarón a
asesino sobre el que descarga la justicia divina, sino de un dios, que po- los Dióscuros. 1 2 Hicimos escala en Siracusa y nos detuvimos allí
see el privilegio de la inmortalidad. Y Lucas no corrige esta opinión. tres días. 1 3 Desde allí, costeando, arribamos a Regio. Al día si-
Lo que le interesa en este momento no es, como en la escena de Listra guiente se levantó viento sur y en dos días llegamos a Putéoli.
(14,15), la desorientación religiosa del politeísmo pagano y la respuesta Encontramos allí algunos hermanos y nos dejamos convencer a
que puede darle el evangelio. Lo único que pretende demostrar es que pasar una semana con ellos. Y así llegamos a R o m a .
la mano de Dios guía los caminos de Pablo de un modo tan evidente, 15
Los h e r m a n o s de R o m a , q u e h a b í a n t e n i d o noticias de
que incluso los paganos lo reconocen y se ven obligados a expresarlo, nuestras peripecias, salieron a recibirnos al Foro A p i o y a las
aun con todas sus deficiencias, dentro de sus categorías religiosas.
Tres T i e n d a s . Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró
7. Sin transición alguna se pasa a la segunda escena, que se desa- ánimos.
rrolla en una espléndida finca de los alrededores. Su propietario, Pu- 16
Cuando entramos en R o m a , le permitieron a Pablo tener su
blio, probablemente no era romano, como se puede deducir del título: domicilio particular, con un soldado que lo vigilase.
«principal de los malteses», sino un personaje importante de la aristo-
cracia local. No sabemos el motivo por el que Publio invitó a Pablo y a 11-16. Lucas reanuda de nuevo el hilo del relato primitivo sobre el
sus compañeros a pasar en su casa los tres días que eran de rigor en la viaje a Roma, cuyo autor hemos creído poder identificar en Aristarco
492 28,11-16: Pablo llega a la meta 28,11-16: Pablo llega a la meta 493
(cf. el comentario a 27,1-44). Pero Lucas no lo reproduce servilmente. más de tres meses. Si se supone que la arribada a la isla debió de tener
Hay una serie de indicios que manifiestan una reelaboración considera- lugar a principios de noviembre, habría que situar la marcha, según los
ble de los materiales primitivos. Uno de estos indicios es la doble men- datos del texto, hacia mediados de febrero. Ahora bien, los viajes por
ción de la llegada a Roma (vv. 14b. 16a). Desde luego que el v. 14b se mar no comenzaban, de ordinario, antes de principios de marzo.
podría interpretar como una anticipación narrativa, con la que se quiere El barco egipcio que se hace cargo de los prisioneros lleva el signo
indicar que la entrada en Roma ya comienza con el primer encuentro protector de los Dióscuros; esto podría ser en forma de mascarón de
de Pablo con los cristianos de la ciudad imperial (v. 15). Pero es claro proa, o con las dos figuras de Castor y Pólux grabadas a ambos lados
que esta explicación tan simple no basta, ya que el v. 14b tiene todas del casco de la nave. Nos consta que el culto de estos dos dioses ge-
las características de una anotación redaccional. En realidad, resulta melos, como protectores de la navegación marítima, estaba muy exten-
históricamente incomprensible que Pablo, de camino hacia Roma como dido en Egipto.
miembro de una caravana de prisioneros, pueda decidir por su propia
cuenta pasar siete días en Putéoli. Pero entonces, si el v. 14b es redac- 12-14. Después de una escala en Siracusa, el viaje prosigue con
cional, también tiene que serlo el v. 15; porque la salida de los cris- una rapidez sorprendente. El trayecto entre Regio —el actual Reggio di
tianos de Roma para encontrarse con Pablo presupone que la noticia de Calabria— y Putéoli —hoy, Pozzuoli—, que es de unos trescientos cin-
la venida del apóstol ha llegado a la ciudad mientras él estaba aún en cuenta kilómetros, les lleva dos días.
Putéoli. En consecuencia, Lucas ha ampliado el relato primitivo, que Putéoli era en aquella época el principal puerto de Italia para el co-
comprendía los vv. 11-13.14b. 16b, introduciendo personalmente los vv. mercio marítimo; sólo más tarde fue suplantado por el puerto de Ostia.
14a. 15.16a con el fin de transformar el mero relato de la última etapa La última parte del trayecto, que suponía unos cinco días de viaje,
de viaje en una verdadera entrada triunfal. se hace a pie. En primer lugar, se tomaba la Via Campana hasta Ca-
No hay la más mínima indicación de que, en realidad, se trata de un pua, para continuar luego por la Via Appia. También aquí, como en
grupo de prisioneros. El narrador parece empeñado en hacernos olvidar los vv. 1-10, la primera persona del plural se refiere únicamente a Pa-
que aún está en juego, igual que antes, la vida de Pablo. La realidad blo y sus acompañantes. Al llegar a Putéoli se ponen en contacto con la
histórica queda sacrificada a lo que de veras le interesa a Lucas, y que comunidad cristiana de la ciudad y disfrutan de su hospitalidad durante
consiste en presentar a Pablo llegando triunfalmente a la meta, que toda una semana. La impresión que nos da el relato es que Pablo
supone la culminación de un largo viaje sembrado de dificultades. El puede disponer de su tiempo como mejor le plazca.
plan de Dios con respecto a Pablo —y, por tanto, con respecto al evan- 15. Mientras tanto, la comunidad cristiana de Roma ya se ha ente-
gelio, representado por el apóstol— llega a su cumplimiento, a pesar de rado de la inminente llegada del apóstol. Una primera delegación de la
todas las adversidades. Pablo ha dejado atrás, y para siempre, el ám- comunidad sale a recibirlo al Foro Apio, a unos sesenta y cinco kilóme-
bito insidioso y homicida de Jerusalén. Ante él se abre ahora Roma, la tros de Roma; y otra delegación se encuentra con él en Tres Tabernae
capital del mundo, que va a ser, según el plan de Dios, el nuevo espa- (= Tres Tiendas), a cincuenta kilómetros de la ciudad. La observación
cio vital del evangelio. Roma representa para Lucas el ámbito de la li- de que Pablo, ante aquel encuentro, dio gracias a Dios y cobró ánimos
bertad. Por eso, suprime consistentemente cualquier detalle que pueda no quiere decir que su estado psicológico precedente fuera de desa-
recordar que Pablo entra en la ciudad como prisionero. liento. Lucas no ha ahorrado esfuerzos para presentarnos a Pablo siem-
Pero hay algo en este pasaje que llama poderosamente la atención. pre animoso (cf. 27,23ss.36). Esta observación encierra, más bien, un
La comunidad romana, que llega a enviar dos delegaciones para recibir juicio positivo sobre la comunidad de Roma. Pablo da gracias a Dios
triunfalmente a Pablo, sólo se menciona aquí, y luego desaparece por por la presencia de los hermanos y, al verlos, se llena de alegría.
completo. Es como si se construyera un gran arco de triunfo, para en- 16. Al llegar a Roma, se le concede a Pablo la forma más mitigada
trar en el vacío más absoluto. Hay que pensar que Lucas tenía buenos de prisión, que se practicaba con los prisioneros pendientes de juicio.
motivos para guardar silencio, y que su actitud se debe a las circunstan- En vez de meterlo en la cárcel, se le permite instalarse en una casa al-
cias históricas concretas por las que atravesaba su propia comunidad de quilada, con un soldado que lo vigile. Algunos manuscritos represen-
Roma (cf. el comentario a 28,17-31). Para no hablar de estas cues- tantes del texto occidental añaden la precisión de que la casa se encon-
tiones, que indudablemente le tenían que resultar penosas, Lucas narra traba «fuera del cuartel de los pretorianos».
únicamente el encuentro de Pablo con algunos miembros de la comuni-
dad romana, que apreciaban su labor y que salen a recibirle fuera de la
ciudad, en vez de detenerse a describir las relaciones del apóstol con la
población cristiana de la capital.
11. La permanencia en Malta durante el invierno tuvo que durar
28,17-31: Pablo en Roma 495
21. Pablo en Roma (28,17-31) 17-31. El libro de los Hechos termina con una presentación de la
actividad de Pablo en Roma. Y cae el telón, sin que lleguemos a saber
17
Tres días después, invitó a los judíos principales a un en- qué fue de su proceso ante el emperador y cuál fue su destino.
cuentro. Cuando se reunieron, les dijo: Esta conclusión tan abrupta ha llevado a algunos a pensar que el li-
—Yo, hermanos, sin haber hecho nada contra el pueblo ni las bro de los Hechos es una obra incompleta, o que Lucas había planeado
tradiciones de nuestros padres, estoy preso desde que Jerusalén un tercer libro, que no llegó a escribir. Pero no hay ningún argumento
me entregó a los romanos. 18Me interrogaron y querían ponerme que apoye esas teorías. Por eso, hay que pensar, más bien, que Lucas
en libertad, porque respecto a mí no existía ningún cargo que ha construido esta escena personalmente y sin materiales de tradición,
mereciera la muerte. 19 Pero como los judíos elevaron querella, como un grandioso final de todo el libro. La escena conclusiva mani-
fiesta a plena luz la finalidad que persigue toda la narración lucana, no
me vi obligado a apelar al emperador, aunque sin intención al- sólo el libro de los Hechos, sino incluso su propia recensión evangélica,
guna de acusar a mi pueblo. 2<)Este es el motivo por el que os ro- que encuentra en este último pasaje la perspectiva más indicada para su
gué poder veros y hablar con vosotros, pues precisamente por la comprensión. Pablo ha llegado a Roma. Y con ello se cumple la misión
esperanza de Israel llevo encima estas cadenas. encomendada por el Resucitado a sus testigos: llevar el mensaje del
21
Ellos le contestaron: evangelio hasta los confines de la tierra (1,8). Más aún, la escena de
—Nosotros no hemos recibido ninguna carta de Judea acerca Roma pone fin a toda una época de la historia de salvación, caracteri-
de ti, ni ha llegado ningún hermano con malos informes o ha- zada especialmente por la actividad de dar a Israel el testimonio sobre
blando mal de ti. 22Sin embargo, nos gustaría que nos expusieras el reinado de Dios (v. 23). Una época que empezó con la predicación
tus ideas, porque lo único que sabemos de esa secta es que en de Juan, el Bautista (13,24), alcanzó su punto culminante con la pala-
todas partes encuentra oposición. bra y la acción de Jesús, y se prolongó en la historia con el testimonio
23 de los Doce y el de Pablo. Y ahora viene el final, protagonizado por
Fijaron un día y vinieron a verlo a su alojamiento un grupo Pablo, como último testigo comisionado directamente por Jesús. Pablo
muy numeroso. En su exposición, Pablo les dio testimonio sobre ha salido de Jerusalén, la ciudad donde tenía que cumplirse la promesa
el reinado de Dios, y trataba de convencerles de quien era Jesús, hecha a Israel y donde ha cristalizado la primera célula del verdadero
alegando la ley de Moisés y todos los profetas. Así estuvieron pueblo elegido, y llega a Roma, al corazón del mundo pagano. Jerusa-
desde la mañana hasta la tarde. 24 Unos se dejaban convencer por lén ha rechazado a Pablo y al evangelio que él representaba (22,22),
lo que decía, pero otros seguían escépticos. pero Dios no ha ahorrado esfuerzos para salvarlo de todos los peligros
Se despedían ya sin estar de acuerdo entre ellos, cuando Pa- y abrirle el camino hacia Roma, con objeto de que su testimonio re-
blo añadió esta única palabra: suene en el centro del paganismo. El encuentro de Pablo con los repre-
—Con razón dijo el Espíritu Santo a vuestros padres, por me- sentantes del judaismo romano le sirve a Lucas para expresar con la
dio del profeta Isaías: máxima evidencia el cambio radical que se ha producido en la historia.
26
«Vete a ese pueblo y dile: Pablo constata definitivamente la obstinación de Israel (vv. 26s) y pro-
Por mucho que oigáis no entenderéis, clama solemnemente la decisiva e irreversible orientación del evangelio
hacia los paganos: «ellos sí escucharán» (v. 28). Se acabaron los in-
por mucho que miréis no veréis, tentos de atraer al pueblo de Israel para que se incorpore en el verda-
porque está embotado el corazón de este pueblo. dero y definitivo pueblo de Dios. La gran misión que Dios confía a sus
Son duros de oído, han cerrado los ojos, enviados consiste en hacer de los paganos su auténtico pueblo. La Igle-
para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, sia sin más, la dueña del futuro, es la Iglesia paganocristiana.
ni entender con el corazón, Pero esta Iglesia paganocristiana, en las circunstancias de finales del
ni convertirse, para que yo los cure». s. I, sólo puede adentrarse en este futuro si llega a adquirir plena con-
28
Por tanto, sabed que esta salvación de Dios se envía a los ciencia de su propia identidad. Y Lucas quiere ayudarla en esa em-
paganos; ellos sí escucharán. presa, aduciendo una prueba de que, aunque las apariencias externas la
30
Vivió allí dos años enteros en su casa alquilada, recibiendo distinguen radicalmente de la Iglesia primitiva, de hecho está en conti-
a todos los que acudían, 31 predicándoles el reinado de Dios y en- nuidad indisoluble con la Iglesia de los comienzos. Lucas, al presentar
señando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad y la actuación salvífica de Dios, despliega ante los ojos de esta nueva co-
sin obstáculos. munidad un panorama que demuestra que ella es la verdadera Iglesia,
como Dios la ha ido construyendo a lo largo de toda la historia de sal-
Vv. 26: Is 6,9s; v. 28: Sal 67,3. vación. Al mismo tiempo, trata de avivar el recuerdo de que, gracias a
496 28,17-31: Pablo en Roma 28,17-31: Pablo en Roma 497

esta actuación histórico-salvífica de Dios, la nueva Iglesia está en una lación de la comunidad cristiana de Roma con respecto a Pablo fue
continuidad irrevocable con Israel y con su historia. Esta Iglesia es la muy ambigua. Una serie de indicios confirman esta opinión. Por ejem-
heredera de todas las promesas; y esto quiere decir que ella es el verda- plo, las frases de 1 Clem 5,2ss, que aluden a la muerte de Pedro y Pa-
dero Israel. Ahora bien, en la concepción lucana, la continuidad in- blo en Roma «debido a celos y envidias», hay que interpretarlas en el
terna y permanente de la nueva comunidad con la Iglesia primitiva, e sentido de que las controversias y los partidismos que surgieron en el
incluso con el mismo Israel, tiene un símbolo y un garante: la figura de seno de la comunidad contribuyeron, al menos indirectamente, a la
Pablo. El cristianismo de Pablo es el verdadero y auténtico judaismo muerte de ambos apóstoles.
(cf. 26,6s.22s); por eso, su traslado de Jerusalén a Roma y su definitiva En consonancia con esta interpretación se pueden aducir las
orientación a los paganos no significa una ruptura de la continuidad del amargas quejas de Pablo sobre las divisiones que destrozaban la comu-
pueblo de Dios, sino su verdadera salvaguardia. Pablo y, con él, los pa- nidad de Roma, como lo dice el propio apóstol en su carta a los Fili-
ganocristianos no han abandonado el auténtico Israel; más bien, han penses, escrita probablemente durante el período de su cautividad ro-
sido sus adversarios judíos los que han consumado esa ruptura, al re- mana (Flp l,15ss). Es evidente que la comunidad cristiana de Roma no
chazarlo a él y su mensaje. se puso totalmente a favor de Pablo. Y hasta se puede pensar que una
El carácter tan llamativo de esta orientación de Hch hacia Roma se serie de intrigas, alimentadas por las rivalidades entre los diversos
explica perfectamente en el supuesto —que, por otra parte, tiene mu- grupos, hubieran podido contribuir al funesto desenlace de su proceso
chos argumentos a su favor— de que Lucas fuera miembro de la comu- judicial ante el emperador. Lucas no quiere hablar de esta situación,
nidad romana. Es evidente que Lucas quiere interpretar la llegada de posiblemente para no enconar viejas heridas de su comunidad romana,
Pablo a Roma como el acontecimiento decisivo, que fundamenta y ex- o para no enturbiar al final de su obra la imagen que tanto se ha esfor-
plica la situación de su propia comunidad, incluso en el momento pre- zado en presentar de una espléndida armonía eclesial.
sente. No cabe duda que la última escena de Hch significa para el autor
que Roma se ha convertido en el centro de la Iglesia; una centralidad 17. A los tres días de su llegada a Roma, Pablo se pone en con-
que Jerusalén ha perdido por completo. Esta autocomprensión de la co- tacto con la comunidad judía de la capital. El motivo de este encuentro
munidad romana es prácticamente la misma que se refleja en la pri- no responde, como de ordinario, a su programa de empezar su activi-
mera carta de Clemente, escrita también en Roma hacia el año 96. la dad dirigiéndose a los judíos (cf. p. ej. 13,14; 14,1; 18,4, etc.), sino más
visión que nos da Lucas del futuro de la Iglesia, enraizada en Roma, es bien está en conexión con su inminente proceso ante el tribunal del em-
decididamente optimista. Roma va a dar a la Iglesia lo que le ha ne- perador. Pablo quiere averiguar si los judíos de Roma tienen intención
gado Jerusalén; concretamente, espacio para un desarrollo sin fron- de hacer valer su influjo en la capital en contra de él. Estos temores no
teras, y posibilidad de una proclamación del evangelio sin obstáculos carecían de fundamento, porque de hecho la colonia judía en Roma go-
(v. 31). zaba de muy buenas relaciones con la corte imperial. El historiador Jo-
Este final tan optimista habría resultado mucho más convincente si sefo cuenta un caso en el que intervinieron la mujer de Nerón, Popea
Lucas hubiera podido referir que el tribunal del emperador dictó sen- Sabina, afecta al judaismo, y su actor preferido, el judío Alituro (Vit.
tencia absolutoria en el caso de Pablo. Pero no pudo cerrar su narra- 13-16).
ción con este final feliz, porque la realidad histórica evidentemente no Se puede imaginar que los «principales» de los judíos, invitados por
fue tan atractiva. Lucas sabe rfluy bien que Pablo terminó su carrera en Pablo, fueron los ancianos y los jefes de las sinagogas. Lucas no hace
Roma con el martirio; y así lo deja entrever en varias ocasiones (cf. ninguna alusión a las razones que pudieron mover a esta representación
20,25.38). Si aquí prefiere no hablar de ello, es porque no desea en- judía a aceptar la invitación de un correligionario suyo que les resultaba
sombrecer la imagen de Roma, como espacio de libertad para el evan- totalmente desconocido. En unas breves palabras de presentación (vv.
gelio y sus mensajeros. En este contexto hay que interpretar, sin duda, 17b-20) Pablo les informa de su persona y de su caso. La frase sinté-
su silencio —no menos llamativo— sobre las relaciones de Pablo con la tica, en la que afirma que no ha hecho nada contra «el pueblo», es de-
comunidad cristiana de la capital del Imperio (cf. comentario a los w . cir, contra Israel, ni contra «las tradiciones de los padres», hay que in-
11-16). Algunos investigadores (E. Haenchen, H. Conzelmann) han t e r p r e t a r l a como un resumen de lo e x p u e s t o en sus apologías
pensado que Lucas no menciona a la comunidad cristiana en los vv. 17- precedentes en 22,1-16 y 26,2-23. Lucas no repite otra vez en este pa-
31, porque quiere causar la impresión de que fue Pablo el primero que saje toda la argumentación de Pablo, que ya es suficientemente cono-
predicó en Roma el evangelio, hasta entonces desconocido en la ciu- cida.
dad. Pero en ese caso también habría debido omitir el v. 15, donde se
menciona la existencia en la capital de algunos grupos cristianos. Por el 18-19. Viene a continuación un resumen de todo el proceso, tam-
contrario, es mucho más probable la opinión de que el silencio de bién muy concentrado. En realidad, Pablo no fue entregado a los ro-
Lucas en este punto haya que atribuirlo a su conocimiento de que la re- manos por sus adversarios judíos, presentados aquí sintéticamente en
498 28,17-31: Pablo en Roma 28,17-31: Pablo en Roma 499
una palabra: «Jerusalén», como símbolo de destrucción (cf. 21,31ss), ni 23. Hay que reconocer, con todo, que este primer encuentro ter-
fueron las protestas de los judíos las que frustraron la intención de los mina abierto a la esperanza. De hecho, los judíos manifiestan su deseo
romanos de ponerlo en libertad (25,11). Lucas simplifica los aconteci- de conocer más a fondo la doctrina defendida por Pablo; por eso, fijan
mientos, para poner de relieve lo que, en su opinión, constituye el as- una nueva entrevista en una fecha determinada por ellos mismos.
pecto decisivo y fundamental. Los judíos han resultado ser los verda- Prácticamente sin cesuras, la narración pasa a este nuevo encuentro,
deros enemigos de Pablo, al actuar con él de la misma manera que lo en el que toman parte no sólo los dirigentes de la comunidad judía de
hicieron anteriormente con Jesús, «entregándolo en manos de los ro- Roma, sino también un grupo numeroso de representantes de las di-
manos» (cf. 21,11) y reclamando insistentemente su muerte, a pesar de versas sinagogas locales. Lucas no llega a plantearse el problema que le
su bien probada inocencia. En cambio, los romanos estaban persua- supone a Pablo recibir en su casa a un grupo tan nutrido de visitantes.
didos, ya desde el primer momento, de que Pablo no había cometido Bajo la pluma de Lucas, la casa se convierte en una especie de sina-
ningún delito, y actuaron consecuentemente. Pero, a pesar de todo el goga imaginaria (cf. 2,1.6), en la que Pablo pronuncia su último dis-
mal que le ha causado su propio pueblo judío, Pablo no le guarda ren- curso a los judíos. El tema de conversación ya no es la conducta de Pa-
cor. De ningún modo va a servirse de su apelación al emperador para blo ni su inminente proceso ante el e m p e r a d o r . Ahora se trata
incriminar a Israel. Lo único que pretende en esta ocasión —impuesta, únicamente de proclamar el mensaje de salvación; y Pablo lo hace en
en definitiva, por su pueblo— es llana y simplemente reclamar sus de- su calidad de testigo cualificado. Vuelven a hacer acto de presencia su
rechos, o —como añade el texto occidental a modo de explicación— fidelidad inquebrantable y su incansable dedicación a la palabra (cf.
«tratar de salvar su vida». 20,11.20); la conversación se prolonga durante todo el día. La temática
se resume en dos palabras, que al lector de Hch le tienen que resultar
20. Pablo ha invitado a los dirigentes de la comunidad judía de bien conocidas: 1) «El reinado de Dios», como tema fundamental, que
Roma a encontrarse con él, para ofrecerles la oportunidad de constatar incluye globalmente todo el mensaje de salvación (cf. 8,12-19,8). 2) La
por sí mismos que él no es un adversario del judaismo, sino el más acé- «personalidad de Jesús» —literalmente, «lo que se refiere a Jesús»— es
rrimo defensor de la verdad fundamental que constituye la fe y la espe- decir, la actividad y el desenlace de la vida de Jesús, como contenido
ranza de Israel. Por la esperanza en la resurrección, que es la clave de central de ese mensaje salvífico. Y todo ello, como lo dice expresa-
la fe judía, Pablo se presenta ante ellos cargado de cadenas. Esta úl- mente el contexto, centrado especialmente en la Escritura, tratando de
tima constatación es igualmente un resumen apretado de toda la argu- demostrar que en la vida de Jesús se cumple de manera absoluta todo
mentación anterior, ya conocida de los lectores (cf. 23,6; 24,15; 26,6s). el Antiguo Testamento (cf. 3,21ss; 10,43; 17,3; Le 24,26ss).
21. La respuesta de los judíos es sorprendente. Según ellos, no 24-25. La reacción de los judíos es decepcionante; todo termina en
han recibido ninguna comunicación oficial de las autoridades de Jerusa- una división interna. La narración no da especial relevancia al hecho de
lén, ni tampoco informaciones privadas contra la conducta de Pablo. que algunos se dejen convencer por las palabras de Pablo —y es muy
Pero desde el punto de vista histórico resulta difícil admitir esta afirma- significativo que no se diga expresamente que llegaron a abrazar la
ción; en primer lugar, por los contactos tan estrechos que el judaismo fe—, sino que subraya la desavenencia y la controversia que produce la
de Roma mantenía con Palestina, y sobre todo, por la agresiva animosi- proclamación del mensaje. Esto es una nueva demostración de que Is-
dad de las autoridades judías contra Pablo (cf. 14,19; 17,13; 21,27s; rael, en cuanto tal, permanece obcecado con respecto a la fe y rechaza
Rom 15,31). el camino que se le ofrece para entrar a formar parte del verdadero
22. Tampoco tiene mucha credibilidad la otra afirmación de los ju- pueblo de Dios, que es la Iglesia compuesta de judíos y paganos. Al
díos romanos, cuando manifiestan su casi total ignorancia con respecto mismo tiempo, queda bien patente que Israel, debido a su obstinación,
al fenómeno cristiano. Lo único que saben —según ellos— es que se pierde su propia identidad y rompe su vinculación con la fe y la espe-
trata de un movimiento judaico independiente, o de una especie de ranza de los patriarcas (cf. 23,9s). La imagen de esas rivalidades in-
secta (cf. 15,5; 26,5), rechazada sin contemplaciones por todas las ternas es un indicio claro de que es imposible cifrar cualquier clase de
demás tendencias del judaismo. Sin duda que existía en Roma, ya esperanzas en la conversión del judaismo.
desde los primeros tiempos del cristianismo, una numerosa comunidad 26-27. Con el «trompetazo de una cita de Isaías» (A. Harnack),
cristiana, que tuvo que tener sus roces y conflictos con la comunidad lo- Pablo da por terminada la discusión. La cita, tomada de la vocación del
cal judía (cf. 18,2). Lucas aprovecha todos estos elementos para sus profeta (Is 6,9s), reproduce el mandato que Dios da a Isaías de predi-
fines como escritor, ya que esto le permite —así parece, al menos— car a un pueblo de dura cerviz. Es una palabra misteriosa, que el cris-
crear una situación típica, en la que los judíos, dados sus prejuicios tianismo primitivo utilizó repetidas veces para responder a una pre-
contra Pablo y contra el cristianismo, manifiestan su cerrazón a las pre- gunta inquietante: ¿por qué el mensaje del evangelio no ha encontrado
tensiones del evangelio. la resonancia adecuada en los oyentes? (cf. Me 4,12; Mt 13,14s; Le
500 28,17-31: Pablo en Roma 28,17-31: Pablo en Roma 501

8,10; Jn 12,40). La cita reproduce normalmente —a excepción de Jn aquí —y de una manera especial, por tratarse de la última— concluye
12,40— el texto de los LXX, que suaviza el tenor del texto original he- con un breve epílogo, que presenta a grandes rasgos el significado de
breo, al interpretar la obstinación del pueblo no como un efecto de la esta etapa final. La actividad de Pablo en Roma cierra todo el arco de
actuación de Dios, por medio de la palabra del profeta, sino como una la narración, que empezó allá en 1,8. Es verdad que Pablo es un prisio-
constatación de la culpabilidad del pueblo mismo. Lucas, por su parte, nero que está pendiente de juicio y que no puede abandonar su domici-
interpreta esta cita como una predicción hecha por el Espíritu Santo de lio (cf. v. 16), pero el dinamismo de su actividad compensa las limita-
lo que sucederá en el futuro; en boca de Isaías, el anuncio iba dirigido ciones de su situación externa. Su casa se convierte en un foco de
a los antepasados de Israel y habría de cumplirse en la actualidad de la predicación y en un lugar de encuentro para innumerables personas.
situación presente. De la misma manera que el Espíritu Santo había Lucas no nos dice qué clase de gente era la que iba a visitar a Pablo;
prometido en la Escritura el gran acontecimiento salvífico de Cristo (cf. probablemente se trataba no sólo de paganos, ansiosos de escuchar la
1,16; 4,25), también había predicho la obstinación de Israel. Pablo no ha buena noticia, sino también de algunos miembros de la comunidad cris-
escatimado esfuerzos en su predicación para lograr que los judíos llega- tiana de Roma (cf. comentario a v. 15). El contenido del mensaje se
ran a ver, escuchar y comprender; pero ellos han cerrado sus ojos, sus expresa una vez más con las fórmulas ya conocidas: «el reinado de
oídos y su corazón ante el mensaje. Esta actitud les ha llevado a salirse Dios» (cf. 1,3; 19,6; 28,23) y «el Señor Jesucristo» (cf. v. 23).
del ámbito de la salvación. Y este acontecimiento, por enigmático que La armonía del conjunto se ve levemente perturbada por la indica-
sea, hay que interpretarlo como parte del designio histórico de Dios ción de tiempo: los «dos años enteros» que dura la actividad de Pablo.
anunciado en la Escritura. La cita de Isaías ratifica la irrevocabilidad Lucas sabe perfectamente que ese despliegue de energías acabó por ex-
definitiva de ese acontecimiento. Cierto que en el futuro habrá algunos tinguirse y que la suerte de Pablo no fue precisamente un final feliz (cf.
judíos individuales que lleguen a abrazar la fe, pero ya no se puede es- 20,25.38). Pero él se encarga de eliminar esas sombras mediante las dos
perar una conversión de Israel, en su totalidad constitutiva como pue- palabras conclusivas que trazan todo un programa para el futuro desa-
blo. El horizonte histórico-salvífico en que se mueve Rom 9-11, al con- rrollo de la Iglesia. La actividad de Pablo en Roma «con toda libertad y
templar una futura conversión de Israel en la que quedará anulada la sin obstáculos» es, en la concepción lucana, el modelo más adecuado
obstinación presente es ajeno a la concepción de Lucas. que se le ofrece a la Iglesia del futuro para desarrollar su propia activi-
dad. Pero esa perspectiva, al menos en su relación con el poderío ro-
28. La frase lapidaria con la que Pablo termina su alocución ru- mano, no resultó libre de problemas. La convicción de Lucas de que el
brica una vez más lo que ya se podía entrever en las palabras de Isaías. Imperio no iba a poner obstáculos a una Iglesia que, a ejemplo de Pa-
Se produce un cambio radical, definitivo e irreversible. En situaciones blo, se esforzaba por mantener una actitud de lealtad con respecto a las
anteriores, por ejemplo en Antioquía de Pisidia (cf. 13,46) y en Corinto instituciones cívicas, sino que más bien iba a brindarle espacio para su
(18,6), Pablo ya había anunciado su ruptura con los judíos, para dedi- creciente desarrollo, se estrelló pocos años más tarde contra la persecu-
carse a los paganos. Pero lo que ahora sucede está a otro nivel. Ya no ción desatada por Domiciano (cf. Ap 13; 17). Pero lo que nunca ha fra-
se trata de que la misión tome un nuevo rumbo, debido a las limita- casado, sino más bien ha sido ratificado por la experiencia histórica, es
ciones de una u otra comunidad; ahora se trata de la proclamación de el hecho de que la Iglesia, cuando se lanza, como Pablo, a proclamar al
un principio fundamental, que va a marcar en el futuro la norma uni- mundo el mensaje que se le ha encomendado y lo hace con toda liber-
versal de la misión cristiana. De ahora en adelante, y por principio, la tad, es decir, con su confianza puesta en el poder que le da el Espíritu,
salvación de Dios se ofrece a los paganos. De ellos sí que se puede es- no encuentra resistencias externas que puedan obstaculizar el cumpli-
perar una actitud ante el mensaje radicalmente opuesta al rechazo con miento de su misión.
que Israel ha reaccionado ante la proclamación: una actitud de escucha.
La última palabra que Lucas pone en boca de Pablo es una nueva cita
de Isaías (Is 40,5). Una cita con la que el propio Lucas, en su evange-
lio, abre programáticamente todo el ministerio público de Jesús: «Y
toda carne verá la salvación de Dios» (Le 3,6).
(29). (El texto bizantino, e igualmente el texto occidental, introdu-
cen aquí un v. 29, que subraya el resultado negativo de la escena ante-
rior (vv. 23-28): «Y cuando él dijo esto, los judíos se marcharon discu-
tiendo acaloradamente»).
Abreviaturas utilizadas 503

ABREVIATURAS UTILIZADAS Epist. Séneca, Epistulae


Et. Nic. Aristóteles, Ethica Nicomachea
Gorg. Platón, Gorgias
Escritos judíos (siglos II-I a.C.) Hell. Jenofonte, Hellenica
CD Documento de Damasco (texto de la geniza de El Cairo) Leg. Platón, Las leyes
Henet Henoc etiópico ( = 1 Henoc) Memor. Jenofonte, Memorabilia
Jub Libro de los Jubileos Met. Ovidio, Las metamorfosis
LXX , Setenta Mor. Plutarco, Moralia
3 Mac 3 o . Macabeos Or. Dión de Prusa, O radones
4 Mac 4". Macabeos Phaenom. Arato, Phaenomena
OrSib Oráculos Sibilinos Samn. Apiano, Samnitica
1QH Himnos de acción de gracia (Qumrán) Tim. Platón, Timeo
1QM Manuscrito de la Guerra (Qumrán) Vita Cl. Suetonio, Vita Claudii
1QS Regla de la Comunidad (Qumrán)
4QFlor Florilegio (Qumrán) Escritos cristianos (siglos I-II d.C.)
4QTest Testimonios (Qumrán) Ad Tit. Jerónimo, Ad Titum
TestGad Testamento de Gad Adv. Haer. Ireneo, Adversus Haereses
TestJos Testamento de José Apol. Justino, Apología
í 1 Clem I a . Epístola de Clemente
Escritos judíos (siglos I-II d.C.) 2 Clem 2 a . Epístola de Clemente
Abot Abot (tratado de la Misná/Talmud) Dial. Justino, Diálogo con Trifón
ApEsd Apocalipsis de Esdras Did. Didajé
AsMo Asunción de Moisés EvHeb. Evangelio de los Hebreos
Barsir Apocalipsis siriaco de Baruc ( = 3 Bar) EvPe Evangelio de Pedro
4Esd 4 Esdras Herm(s) Hermas, Similitudines
De Migr De migratione Abrahami (Filón) Herm(v) Hermas, Visiones
De Speg • Leg. De specialibus legibus (Filón) Hist. Ecl. Eusebio, Historia Eclesiástica
De Vita Mos. De Vita Mosis (Filón) Horn. Act. Juan Crisóstomo, In acta apostolorum homilía
Hag Hagiga (tratado de la Misná/Talmud) IgnEf Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios
Ant. Josefo, Antiquitates Judaicae IgnMagn Ignacio de Antioquía, Carta a los Magnesios
Bell. Josefo, Bellum Judaicum IgnRom Ignacio de Antioquía, Carta a los Romanos
Vit. Josefo, Vita MartPol Martirio de Policarpo
JyA José y Asenet Pap Fragmentos de Papías
R. Rabbah (indica un comentario del Midrás Rabbah) Praep. Evang. Eusebio, Praeparatio Evangélica
San. Sanhedrin (tratado de la Misná/Talmud) Trad. Hipólito, Traditio Apostólica
Sebu. Sebuot (tratado de la Misná/Talmud)
Sab. Sabbat (tratado de la Misná/Talmud) Ediciones modernas de fuentes y textos
Bill H. L. Strack/P. Billerbeck, Kommentar zum Neuen Testament
Escritos romanos y griegos no cristianos aus Talmud und Midrasch, I-IV, 1922-1961.
Ann Tácito, Anales
Apol. Platón, Apología de Sócrates Hennecke- E. Hennecke, Neutestamentliche Apokryphen in deutscher Uber-
Aristóbulo, Fragm. Aristóbulo, Fragmenta Schneemelcher setzung, ed. por W. Schneemelcher, I, 1959, II, 1964.
Bac. Eurípides, Las bacantes
Cleantes, Fragm. Cleantes, Fragmenta
De Sacrif. Luciano, De sacrificibus
Dis. Epicteto, Dissertationes
Empédocles, Fragm. Empédocles, Fragmenta
En. Virgilio, Eneida
índice onomástico y temático 507

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y TEMÁTICO catálogos Cristo 1,9-11; 2,22; 3,21; 10,36; 13,32;
de apóstoles 1,13.26. 18,9s.
de nombres 1,13.26; 6,5; 13,1; 20,4. cristología (—> exaltación, humilla-
Elaborado por Walter Kotschenreuther
de pueblos 2,9-11. ción, Jesús): excurso a 2,21; 2,36;
Cena (fracción del pan) l,4s; 2,42.46; 3,13-15; 3,22; 5,30-32; 7,17-53; 8,
16,34; 19,9; 20,7.11; 27,36. 35; 10,36.41s; 13,26-31.
César (culto al) 1,12; 12,1-23; 25,26. cronología (de la Iglesia primitiva):
Cesárea 8,40; 9,30; 10,1; 21,7; 23,24s. nota a 18,12; 3,13ss; 9,ls; 9,23-30;
Cilicia 9,23-25; 15,24. 9,32-43; l l , 2 7 s s ; 12,1-23; 1 5 , 1 ;
Abrahán 3,25; 7,2ss; 13,26 *. Ascensión 1,1-12; 1,12. 18,ls.12.18-23; 19,1-7.10; 20,2s.31;
circuncisión 11,3; 15,5; 16,1.
Actividad de Dios 10,44; 16,9s; 18,9s; Asia 6,9; 16,6; 19,22.26; 21,27. 23,24.
ciudadanía romana 16,22s.37; 22,25ss;
19,11; 23,11; 27,23. Atenas 17,16. crucifixión de Jesús (pasión) 3,13;
23,28; 25,10s.
adeptos 8,1.27; 10,2; 13,16; 17,4; autoridades (actitud frente al cristia- 13,27.
18,7s. Claudio 18,12s; 23,26.
nismo) 11,26; 13,12.50; 16,20s.38s; cuarenta días 1,3; 13,31.
Agabo 11,28; 21,10. 17,6s.l6s; 18,14ss; 19,31s.35ss; 24, Claudio Lisias 21,31; 23,23.26;
culpabilidad de los judíos 2,37;
Agripa I 10,1; 12,1-23; 12,20.21s. 20s; 25,19ss; 27,2. 24,19.22. 3,13.17; 18,6.
Agripa II 23,25; 25,13.23; 26,1. ayuno 9,9; 13,2; 14,23. Códice D —• Texto occidental. culto
altar en Atenas 17,23. colecta 11,27-30; 17,12; 18,23; 20,1-6; cristiano 2,46s; 10,44; 13,2; 19,6.
Altísimo, el 7,48; 16,17. Bar-Jesús Elimas 13,6s. 20,4; 21,15-26; 24,17. judío 3,1; 10,14s; 16,13; 18,18;
Ananías Bautismo Comunidad (—> Iglesia) 20,5s; 21,22-24.26.
de Damasco 9,10; 22,12. en general: excurso a 2,38; 18,25; autocomprensión 1,15; 2,39.41; 15, pagano 18,19; 19,24.
sumo sacerdote 23,2; 24,1. 19,2s. 15-17. cumplimiento 2,1; 13,37; 26,22s.
y Safira 5,1-11. de una «casa» 16,15.33; 18,8. autodescripción 2,21; 5,11; 9,2.15.
Anas 4,5s. de penitencia 2,38; 13,24; 18,25; 21.30. Chipre 11,19; 13,4.
ancianos (en las comunidades cris- 19,4s. crecimiento 1,15; 2,41.47; 4,4; 5,14;
tianas) 11,29; 14,23; 15,2.6; 20, y Espíritu Santo 2,38; 8,17; 10,45s; 6,7; 9,31; 11,25; 12,24; 13,43s; Damasco 9,3.10ss.23s.27.
17.28; 21,18. 19,2. 15,5; 17,4; 19,20; 21,10. David 2,25-30; 7,45s; 13,22s.36.
ángeles —» apariciones. impedimentos 8,36; 9,18; 10,47. Comunidad salvífica 4,34s; 5,11. Decreto apostólico 15,20s; 15,1-33;
Antioquía (de Pisidia) 13,14. sectas, movimientos 13,24s; 18,25; c o m u n i ó n de b i e n e s : e x c u r s o a 21,25.
Antioquía (de Siria) 9,23-25; 11,19- 19,3. 4,36s; 2,44s; 4,36s; 5,1-11; 4,32-35; dedicatoria del libro 1,1.
26.27-30; 12,24; 13,1-3; 15,ls.35.36- Berea 17,10; 20,4. 6,1; 11,29. Demetrio, motín de 19,23-40.
41; 18,22. Berenice 23,25; 25,13.23; 26,1. comunión eclesial 1,14; 2,42.46; 4,24; Demonio (exorcismos) 8,6; 16,18;
apariciones Bernabé 4,26.36; 9,27; ll,22s; 5.12.42; 15,19s.25.31. 19,12-16.
de ángeles 1,10; 5,19; 8,26; 10,2-4; 13,1.4.13ss; 14,12.14; 15,12; Concilio de Jerusalén 15,1-33. desaparición l , l s . l 2 ; 8,39.
12,6.23; 27,23s. * 15,36-39. Consejo judío 4,1-22; 4,5s; 5,21; diácono 6,2.6.
de Cristo 7,55s; 9,3.10; 18,9; 22,17; 6,12ss; 7,2; 22,4.30; 24,1.20s; 25,15. diakonia —> ministerio, servicio.
23,11; 26,14. camino, el (autodenominación de los conversión Diana (Artemisa) 19,24.
Apolo 18,24ss; 19,1. cristianos) 9 , l s ; 18,25; 19,9.23; en general 2,19.38.40; 3,18s; 4,11; diáspora judía 2,5; 6,9; 9,29; 13,14;
Apóstol Introd. 2,4; excurso a 1,25; 22,4; 24,14.22. 5,31; 8,22; 10,42; 13,11.38. 18,ls; 19,17.33; 21,27s.39; 28,17.
l,ls.3.21s; 1,15-26; l,21s; 8,1; 14,1- carismáticos 8,5.29.39; 21,8s. relatos de 8,26; 16,14.30-34; 18,27; Dionisio Areopagita 17,34.
7; 14,4. cartas en Hch 15,23-29; 23,25-30. 22,6-16; 26,15s. Dios
Aquila (y Priscila) 18,ls. 18.26. carta a los Gálatas (relación con Hch) Cornelio 9,10ss; 10,1; 15,7; 26,18. manifestación —» teofanía.
Arabia 9,23-30. Introd. 2.1; excurso a 15,1-33; 9,1- creación, creador 14,14s; 17,23-27. plan de, voluntad de 1,16; 2,22s;
Aristarco 19,29; 20,4; 27,2. 22.26-30; 15,1-33; 18,22. 3,18; 4,28; 8,26; 9,15s; 14,27;
Crispo 18,8.
arrepentimiento —> conversión. cartas de Pablo: excurso a 17,34; 18,21; 20,22; 2 1 , 1 3 ; 22,13-15;
cristianismo y judaismo 2,22.29.36;
asamblea comunitaria 4,23; 5,12.42; 16,22s; 17,2; 18,1-17; 18,5.7.18.24- 23,11; 28,6.26s.
4,5-21; 5,17-42; 11,19-26; 13,46;
6,2; 12,12; 13,2; 14,27; 15,4.22ss.30. 28; 19,1-7.22; 20,2s.l7-38.33s. dioses
18,6s.l8; 19,8-10; 26,22s; 28,26s (->
* Estos números remiten a los capítulos y w. del texto de Hch. judaismo). en general 17,23.
508 índice onomástico y temático índice onomástico y temático 509
Apolo 2,4; 16,16. Santo») 1,6-8; 2,2s.l7ss; 4,8; 8,28; hambre ll,28s. relaciones con el cristianismo 3,2;
Artemisa (Diana) 18,19; 19,24ss. 13,2; 16,7; 19,2s; 20,22.32; 28,26s. helenismo 17,16-34. 13,45.50; 14,5; 17,5 ( ^ Sina-
Dike (justicia) 28,4. esquema antitético: excurso a 2,21; helenistas goga).
Dióscuros (Castor y Pólux) 28,11. 2,22-40; 3,13; 4,9s; 5,30-32; 10,39; en g e n e r a l 6,1-7; 8 , 1 ; 9,19-26; judaizantes 11,2;15,22s.24s;
Hermes 14,12. 13,26.30. 13,1.4. 16,1-3; 21,20.
Zeus 14,12s. Esteban 6,5.8; 7,55; 8,2; 11,19; 22,20. misión de los 11,19; 15,3; 21,4. Judas el Galileo 5,36s (—> sicarios).
dirección comunitaria 1,15.20; l,24s; eucaristía —» Cena. Herodes Agripa I —> Agripa I. Judas Iscariote 1,15-26.
5,32; 6,2; 11,29; 13,1; 15,6s.28; Eutiquio 20,9. Herodes Agripa II —> Agripa II. Judea8,4; 9,31; 11,1; 15,1.
20,28; 21,18. evangelio 9,26-30; 19,10; 20,20. Hijo judeocristianos 1,6-8.15; 11,1-2; 13,
discursos exaltación 1,6-11; 2,33s; 5,30-32; 7,56; de David 2,25-28; 13,36s. 13; 16,1-3; 18,26; 21,20s.
Areópago: excurso a 17,34; 17,16- 8,32s. de Dios 2,33; 8,37; 9,20; 13,33. Juicio final 17,31.
34. exorcismos —> Demonio. del hombre 7,56; 10,42; 17,31. justificación 10,43; 13,38s; 15,10;
despedida (Mileto) 20,17-38. exorcistas judíos 13,4ss; 19,13ss. historia de salvación 3,13; 9,1-22; 17,30.
Esteban 7,2-53. expectación mesiánica 1,12; 2,36; 13,17-25.40s; 19,5; 21,36; 26,2-23; Justo, el 3,14; 7,52; 22,14.
Pablo 13,15-41; 14,15-17; 17,22-31; 5,36s; 8,5; 21,38. 27,24s; 28,17-31.
éxtasis 2,4; 10,10ss.46; ll,5ss; 18,25; lapidación 7,57s; 14,19s.
20,18ss; 21,lss; 22,1-21; 24,10-21; hostilidad de los judíos 16,22s;
19,1; 22,17. Ley 6,14; 7,36-38; 10,1-11,18; 13,20;
26,2-23; 27,21s. 18,14ss; 19,16.34.
15,1-33; 21,21.
Pedro 2,14-41; 3,12-26; 4,8-12; 5,29- humillación 2,21; 8,32s; 17,3.
Lida 9,32.
32; 10,34ss; 11,5-17; 15,7-11. fariseos 4,2.5s; 5,17; 15,5; 23,6s.9;
idolatría 7,42s; 14,12s; 17,29; 28,6. Lidia 16,14.
Santiago 15,13-20. 26,7s.
Iglesia l,4s.9-11.15; 2,41; 5,11.42; liturgia 4,31; 13,2s; 20,7.
Tértulo 24,2-8. fe 2,44; 3,6.16; 4,32; 6,7; 9,42; 13,38s; LXX --> Setenta
Doce, los —> apóstol. 14,22; 15,9; 17,12.34; 18,8; 19,2; 8,17; 9,31; 20,28-30.32.
doctrina, maestros 2,42; 11,26; 13,1; 20,21. Imposición de manos 6,6; 8,17; Macedonia 16,9s; 18,5; 19,21; 20,1.
20,20. Felipe 6,5; 8,5; 21,8s. 9,12.18; 10,44; 13,3; 19,6. magia, magos 3,12; 8,4-25; 8,6.9;
dolores (mesiánicos) 2,24; 11,28; Félix 21,38; 23,2.25; 24,1.22.24-27. incidente de Antioquía 15,1-34; 15,36- 13,8; 16,16-24; 19,11-20; 19,13.18s.
14,22. Festo —> Porcio Festo. 41. Malta 27,27.39; 28,1.
domingo 19,9; 20,7. Filipos 16,14; 20,2.5s. independencia de Dios 17,25 manifestación de Dios —> teofanía.
don del Espíritu 2,33; 8,17s; 8,14ss; flagelación 5,40; 16,22s; 18,17; 22,19; intercesión —> oración. Marcos —> Juan Marcos.
9,18; 10,44ss; 11,28; 13,9; 15,9; 26,11. interrogatorio judicial —• proceso de María
18,25; 19,2s. formas (—> discursos, exorcismos, fór- Pablo. madre de Jesús 1,14.
Drusila 24,24. mulas, profesión de fe, relatos de Israel 2,22s.36; 3,12; 5,35 ( ^ pueblo madre de Juan Marcos 12,12.
curación): Introd. 1; 2.4; l , l s ; 3,1- de Dios). martirio 7,54-60; 7,58; 20,24s.38;
Efeso 18,19ss; 19,lss; 19,22; 20,2. 10; 15,22s; 17,16-34; 20,17-38; itinerario 13,1.5; 18,lss; 20,2ss. 21,11-13; 22,20.
Egipto, egipcios 7,22; 21,38. » 23,25. Mileto 20,17.
elección 1,2; 2,39; 7,10; 9,15; 13,2.17. fórmulas 2,32; 3,15; 4,12. Jafa 9,36. ministerio 6,1-7; 6,6; 14,4.23; 20,17-
Elimas —» Bar-Jesús. fracción del pan —* Cena. Jerusalén l,4s; 8,25; 9,1.26; 18,22; 35; 20,28 (—» ancianos, apóstol,
escatología —> parusía. Frigia 18,23; 19,1. 21,36; 26,6. maestros, obispo).
Escritura fuentes 9,1-22.32-43; 13,1-3.6-12.13s. Jesús l , l s ; 3,13.26; 10,37ss; 13,1 (-• misión
comprensión 2,25ss.33s; 4,25.27ss; 43-45.49.52; 20,2-6.14-16; 21,1- cristología, humillación, Pablo y centros de 13,3; 16,6; 17,16-34;
7,47; 8,30-35; 13,33.36. 17.27-36. Jesús). 19,10.
prueba escriturística 1,16.20; 2,16. José (AT) 7,9. discursos de —> discursos.
25-28; 3,13.21s; 4,11; 10,43; Galacia 14,21; 16,6; 18,23; 19,1. Juan (hijo de Zebedeo) 12,2. itinerante 8,1.4.26.39; 13,3; 14,4;
15,15-17; 17,3.11; 18,28; 28,23. Galilea, galileos 2,7; 9,31; 14,8. Juan Bautista l,4s; 13,24s; 24,24s. 18,27; 21,8s.
tipología 2,1; 3,22; 7,17-43; 13,22. Galión: excurso a 18,12; 18,12ss. Juan Marcos 12,12.24s; 13,5.9; 15,37. relatos de 13,1-3; 19,1-7.
escuelas filosóficas 17,18.27s. Gamaliel 5,33; 22,3. judaismo servicio misionero 9,22; 13,5; 19,9.
esenios: excurso a 4,34; 1,17; 5,11; Gaza 8,26. diáspora judía 6,9; 9,29; 13,14; Moisés 3,22; 7,17-43.
15,15; 20,28. gnosis; excurso a 8,25; 8,10.' 18,2; 19,17.33; 21,27s; 28,17. motivos apologéticos 3,13; 20,20;
espíritu (de Dios, de Jesús, «Espíritu glosolalia 2,4; 8,17; 10,46; 19,6. de Palestina 6,12; 23,12-15. 21,21.38; 23,28s; 24,22; 25,18;
510 índice onomástico y temático índice onomástico y temático 511

25,23-26,32; 26,24-27; 26,31; 28,17. en general 14,16; 16,16; 17,29; profecía, profetas Siervo de Dios 3,13; 8,32s; 13,46.
muerte expiatoria 8,32; 13,27; 20,35. 19,21-40. del AT 2,4.17-21; 3,22-24; 7,39.52s: Siete, los (^> helenistas) 6,1-7; 6,5.
misión a 8,1; 10,1-11,18; 11,19-26; 8,28.32ss; 13,27s; 25,15s.l7. signo 9,8; 13,11 (-* prodigio).
13,13.40s.46; 14,8-18.15-17.27; del cristianismo 11,27; 13,1; 15,32s; Silas (—> colaboradores de Pablo)
Nazareno, el 2,22; 3,6; 4,10; 6,14;
15,7; 17,16-34; 19,26; 22,21 ( ^ 21,8s.ll. 15,22s.40; 17,14s; 18,5.
22,8; 26,9.
misión de los helenistas, a los sa- profesión de fe (fórmulas) 2,34; Simón Mago: excurso a 8,25; 8,9s.l8s
nazarenos, los 6,14; 9,2; 24,5.
maritanos). 8,10.37; 10,36.42; 11,20. (-» magia).
nazireato, voto de —> voto.
palabra promesa 1,4; 2,21.39; 3,13.18; 7,5; Sinagoga 6,9; 9,2.20; 13,5.14s; 14,1;
nombre de Jesús 3,6.16; 5,27s; 16,18;
de Dios 4,25.31; 20,32. 13,24s.27; 20,3; 26,2-23.22s. 15,21; 16,13; 17,1.10.17; 18,4.7.17;
19,13.15.17.
juegos de 8,29s; 13,10. propiedad —> comunión de bienes. 19,8s; 22,19; 24,12; 26,11.
«nosotros» (pasajes en primera perso-
«la Palabra» 4,4; 8,4; 10,44; 11,13; pueblo de Dios (—» Israel) 1,6-8.15; sincretismo 8,10; 11,19-26; 13,4ss. 12;
na del p l u r a l ) 1 1 , 2 8 ; 16,10-17;
17,11. 2,18.39s; 5,11; 14,27; 15,15-17.31; 19,1-7.11-20.
16,16; 20,5-15; 20,6; 21,1-18; 27,1-
servicio de la 6,4; 18,5. 24,14. sociedad 13,4-12; 16,16.19; 18,19;
44.
parusía reino de Dios 1,3; 8,12; 14,22; 18,12; 19,12.24-28.
números 1,3.15; 13,20; 19,6.
espera de la 1,6-8.9-11; 3,20s. 19,8s; 20,25; 28,23.31. soltería 21,9.
inminencia de la 1,6-11; 3,12-26; relatos de curación —* prodigio. sueño 16,9; 18,9.
obispo (—» ministerio) 1,20; 6,2; 3,20s; 6,14; 10,35; 14,22; 17,31. resurrección l,ls.3; 2,24.32; 4,2; 7,54; sufrimiento 3,14; 5,41; 9,16; 19,12;
20,28. Pascua —» resurrección. 20,24s; 21,11.
oficios manuales 9,lss; 16,14; 18,3; Pedro 1,15; 3,1; 4,8; 5,lss; 5,29; 9,32- 10,44; 13,33.36; 17,18.32;
22,13s; 23,6s; 26,8.24s. sumarios 1,13; 2,42-47; 4,32-35; 5,12-
19,24. 35.36-43; 10,1-48; 12,3-17; 15,2.7. 16.42; 9,31; 15,35; 19,20.
oración 1,14.24; 2,42.46; 3,1; 4,24-30; penitencia —> conversión. restauración universal 3,21.
6,4; 7,59s; 8,24; 10,2; 12,5; 13,3; Pentecostés 2,1-13. Roma 1,6-8; 19,21; 23,11; 27,23s; sumos sacerdotes 5,21; 12,30; 23,2;
28,14.16.17-31. 24,1; 25,2.
20,36. persecución 3,lss; 5,33; 8,1-3; sustento (y renuncia al) 18,3-5;
9,ls.23ss; 12,1-22; 14,5.19s; 17,6s.9; sábado 1,12; 13,14.44; 15,21; 16,13; 20,33s.
Pablo 18,12. 17,1; 18,4; 20,7. Tarso 9,30.
biografía 7,58; 8,1.3; 9,11.30; 13,9; pilares, los tres 15,1-33. sacrificio expiatorio 13,27. templo (de Jerusalén) 2,1.46; 3,2.11;
20,2s; 21,26.39; 22,3.20. piso superior 1,13; 9,39; 10,9; 20,7. saduceos 4,ls; 5,1.7; 23,6; 25,1; 5,12s; 6,14; 7,44.48ss; 21,18-31.
colaboradores 9,27; 12,24s; 13,5.13; pobres (atención a los) 4,32; 6,ls; 26,23. teofanía 2,2; 9,37; 26,15s (—> manifes-
15,22s.40; 18,ls.5.17.23; 19,22.29; 9,36; 10,2.4. salvador 5,30-32; 13,23. tación de Dios).
20,4; 27,2. poder Samaría, samaritanos Tértulo 24,1-2.
figura, según Lucas 9,26-30; 13,5.9; del demonio —> Demonio en general 1,8; 8,1.5.9.14.25; 9,31; Tesalónica 17,1; 20,4.
de Dios —» actividad de Dios. 15,3. testigos l , l s ; 2,32; 4,20; 13,31; 19,11;
14,1-7; 20,17-38; 26,15-17.
misionero excurso a 15,40s; 9,28; politarcas 17,1. misión 8,25. 20,20.27; 22,20.
13,13; 15,4.12; 18,9s; 19,1-7.21; politeísmo —> idolatría Santiago (hijo de Zebedeo) 1,26; testimonio 1,21; 2,32; 3,15.17; 4,8.31;
20,2.20; 21,19; 26,20. Porcio Festo 24,27; 25,1; 26,24.32. 12,2. 5,30-32; 26,22s.
Pablo y Jesús 21,13; 22,30-23,10; Pórtico de Salomón 3,11; 5,12. Santiago (pariente del Señor) 1,14; Texto occidental 1,14; 3,11; 5,1-34;
25,32-26,23. prescripciones 12,17; 15,7.13. 8,36; 11,28; 13,8; 18,7.20; 19,9.29;
perseguido 7,58; 8,1.3; 26,9.10s. alimentarias 10,14s; 15,22. Santo, el 3,14; 13,34s. 21,15s; 24,6-8; 28,18.
proceso 21,27-36; 24,1-23; 25,6-12; rituales (pureza ritual) 10,14s; santos, los 9,13.32. Timoteo 16,1; 17,14s; 18,5; 19,22;
28,17-31. 15,22; 21,22-24. segunda venida —» parusía. 20,4.
relación de Hch con cartas paulinas Priscilla 18,ls. 18.26. Señor (Kyrios) 2,21.36; 9,27s; 10,36; Tito 18,23; 20,2.
Introd. 2.3; 9,1-22.23-25.26-30; proceso de Jesús 4,26s; 25,23-26,32. ll,20ss; 17,24; 25,24-27. Troáde 16,8; 20,2.6.
13,5.13; 14,22s; 15,38s; 17,2; p r o c u r a d o r r o m a n o 8 , 4 0 ; 1 3 , 7 ; servir, servicio 1,17; 6,2.6; 11,29; Via Egnatia 16,11; 17,1.10-15.
18,16. 18,12; 19,12ss; 19,35ss; 23,34s. 20,18s. visión 7,56; 9,10-12; 10,3.lOss; ll,5ss;
vocación 9,1-22; 22,4-16; 24,14s; p r o d i g i o 2 , 4 3 ; 3,1-10; 4 , 3 0 . 3 3 ; Setenta (LXX) 4,24; 5,19; 7,14ss; 16,9s; 18,9s; 22,17-21; 23,11; 27,23s.
26,6-18. 5,12.12-16.19; 6,7; 9,32-43; 12,4- 8,32; 28,26s. viudas (atención a las) 6,1; 9,39.
paganocristianos 15,1-33. 11; 13,4-11; 14,8-14; 14,3; 16,24- sicarios 21,38; 23,12-15 (-* Judas el voto 18,18; 21,22-24; 23,12-15.
paganos, paganismo 34; 19,lis; 20,7-12; 28,1-10. Galileo, zelotas). zelotas 5,36s; 23,12-15.

Вам также может понравиться