Claudia Gaete Cisternas

Ayudantía introducción al psicoanálisis II

Ayudante María Jesús Rojas Jaraquemada
Ficha 4

Datos bibliográficos:
Autor: Sigmund Freud
Título: El porvenir de una ilusión, el malestar en la cultura y otras obras (1927-1931) tomo
XXI (capítulos III y V)
Traducción directa del alemán: José Luis Etcheverry
Editorial: Amorrortu
Año publicación por editorial: Primera edición en castellano, 1979. Buenos Aires.

El malestar en la cultura, es un escrito perteneciente a los llamados textos culturales de Freud,

llamados así porque en ellos se plasma el resultado tras poner un ojo en lo psíquico y el otro ojo
en la cultura. Situando lo que sería el origen de la neurosis “se descubrió que el ser humano se
vuelve neurótico porque no puede soportar la medida de frustración que la sociedad le impone en
aras de sus ideales culturales” (Freud, 1930, p. 86). Lo expuesto en esta cita, es la de alguna
manera la síntesis del malestar en la cultura, sin dejar de lado otras denegaciones en la vida
pulsional del hombre que serían el costo por vivir en cultura (Freud, 1930).

Para comenzar a situar todas estas ideas, hay que primero definir de mano de Freud lo que se
entiende por cultura “cultura designa toda la suma de operaciones y normas que distancian
nuestra vida de la de nuestros antepasados animales” (Freud, 1930, p.88). Los animales se
distancian de los humanos por medio de la cultura entonces, o sea los humanos somos
culturizados, y alejados de conductas animales que serían a-culturales, por ejemplo, una ley que
impera en toda la teoría psicoanalítica: el incesto. Los animales gozan de una libertad sexual, sin el
dique psíquico de la vergüenza, por eso, en ese sentido pueden exponer sus actos sexuales al
público. (recordar el acto sexual de los perros, donde no consideran la privacidad). Y tampoco
tienen incorporado no realizar el acto sexual con sus hermanos. Por lo tanto, siguiendo esta
seguidilla de ideas, lo que hace al hombre ingresar al sistema cultural es la renuncia a un goce, y
este goce tiene un carácter principalmente sexual (Freud, 1930).

Pero como se verá más adelante, la renuncia no es solamente sexual, también hay una renuncia a
una cierta agresividad inherente al hombre (Freud, 1930), agresividad que muy bien conoce la
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cultura y que por eso ha diseñado ciertas vías de escape. Y el aparato psíquico hace lo propio,
como señala Freud, una de estas vías es la sublimación (1930), donde, por ejemplo, la creación
literaria sería un acto de sublimación.

Volviendo el título de esta obra freudiana, vale la pena hacer énfasis en una afirmación que allí se
desarrolla “el malestar en la cultura” (1930) HAY MALESTAR, Y ES LA CULTURA LA QUE LO CAUSA.
La cultura y sus represiones, y todo lo mencionado anteriormente. Y esto puede remitir a una
pregunta presente en el escrito del padre del psicoanálisis “¿Qué de nos vale una larga vida, si ella
es fatigosa, huera de alegrías y tan afligente que no podemos sino saludar a la muerte como
redentora?” (Freud, 1930, p. 87). Y la respuesta a esta pregunta se podría encontrar en el propio
cuerpo de la misma: “larga vida” y esta larga vida, en la mayoría de los casos, solo es posible si hay
cultura y avances suficientes para que haya la producción de medicamentos y tecnología. O estas
renuncias se juegan en favor de algo llamado justicia y comunidad donde “la convivencia humana
solo se vuleve posible cuando se aglutina una mayoría más fuerte (…) ahora el poder el individuo
se contrapone, como “derecho” al poder del individuo” (Freud, 1930, p.94). a pesar de los
avances, de los adelantos tecnológicos, de los aportes intelectuales, del orden, del control, de la
vida en comunidad, la seguridad y la justicia, algo que podría asemejarse con un Dios, a pesar de
todo esto “el ser humano de nuestros días no se siente feliz en su semejanza con un dios” (Freud,
1930, p.91).

Y Freud plantea, que esta hostilidad del hombre hacia la cultura o particularmente hacia la vida en
cultura, se debe a la renuncia pulsional que este debe hacer, reduciendo así las satisfacciones en
su vida anímica, para poder cumplir con los estatutos culturales. (1930) y “son justamente estas
frustraciones (denegaciones) de la vida sexual de la vida sexual lo que los individuos neuróticos no
toleran” (Freud, 1930, p. 105). esto, podría indicar entonces que todos los individuos de la
sociedad si es que no subliman lo suficiente son a lo menos neuróticos, ya que es un requisito para
integrarse de buena manera a la cultura.

Freud en el capítulo V de “el malestar en la cultura” (1930) instala ideas muy interesantes que
remiten a imperativos que el cristianismo a adoptado como propios: “amarás a tu prójimo como a
ti mismo” (Freud, 1930, p.106). y el otro “ama a tus enemigos” (Freud, 1930, p.107). y esto,
complica aún más la tarea de culturizarse, puesto que como señala Freud, la tarea de lograr algo
que no está intrínsecamente en el ser humano, es una tarea que significa un potente gasto
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energético (1930), puesto que “el ser humano no es un ser manso, amable (…) sino que es licito
atribuir a su dotación pulsional una buena cuota de agresividad” (Freud, 1930, p.108). por lo tanto,
aquí entra en juego otra resignación del hombre: resigna su agresividad, para dar paso al
altruismo.

Si se analiza la actualidad, o quizá no tan actual, ya que este ejemplo puede sonar discordante con
la concepción que se tiene de un sacerdote, o del mismísimo papa Francisco. Este icono podría ser
todo lo que espera la cultura: un hombre que concretamente resigno sus pulsiones libidinosas y
sexuales para seguir el camino del señor; y un hombre que domino, o mejor dicho hizo
desaparecer, sus pulsiones agresivas y destructivas solo por amor a Dios y amor puro al prójimo. Si
se analiza con detención este sería el hombre ideal del emblema cultural.

Sin embargo, el hombre común no renuncia tan fácilmente, es hostil, o libera su necesidad
pulsional por otras vías, desarrollando de una manera una neurosis como resultado del conflicto
psíquico.

Cntexto

Guerra psicológica entre l cultura y el barbarismo

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Referencias:

Freud S. (1998). Tótem y tabú (1913 [1912-13]). O.C. Vol. 13. Buenos Aires: Amorrortu. Caps. 1 y 4.
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