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"Entonces Judas, el que lo había entregado, viendo que era condenado, devolvió
arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos,
diciendo: --Yo he pecado entregando sangre inocente. Pero ellos dijeron: --¿Qué
nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Entonces, arrojando las piezas de plata en el
templo, salió, y fue y se ahorcó. Los principales sacerdotes, tomando las piezas
de plata, dijeron: --No está permitido echarlas en el tesoro de las ofrendas,
porque es precio de sangre. Y, después de consultar, compraron con ellas el
campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros. Por lo cual aquel campo se
llama hasta el día de hoy: «Campo de sangre».
Hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura que el Espíritu Santo, por
boca de David, había anunciado acerca de Judas, que fue guía de los que
prendieron a Jesús, y era contado con nosotros y tenía parte en este ministerio.
Este, pues, que había adquirido un campo con el salario de su iniquidad, cayó de
cabeza y se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Y fue
notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se
llama en su propia lengua, Acéldama (que significa "Campo de sangre")"
Para comenzar este tema debemos decir que en la biblia existen muchos registros
de gente que se suicidó. Los dos casos más conocidos son la muerte de Judas y
la muerte de Saúl. Los enemigos de la biblia dicen que hay contradicciones y
errores en los relatos de ambos sucesos (Judas se ahorcó o murió por accidente,
Saúl ¿se quitó la vida, o lo mató el joven amalecita?). En cuanto a Judas no hay
contradicción alguna en estas versiones. ¡Ambas son ciertas! Una contradicción
ocurre cuando una declaración excluye la posibilidad de otra. Contradicciones sí
ocurren con frecuencia inesperada, en el Corán. Pero en la Biblia, ¡estas
contradicciones no existen en lo absoluto!
Lo que obviamente sucede entre estas dos versiones del mismo suceso es que
una dice que Judas, perseguido por su horrenda sensación de culpabilidad "fue y
se ahorcó", mientras que la otra fuente histórica nos amplía y nos dice que su
cuerpo "cayó de cabeza y se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se
derramaron"
En otras palabras, cuando Judas se colgó, la rama del árbol o el lazo que usó para
colgarse, se partió y su cuerpo cayó al suelo y sus entrañas se derramaron.
Además note que Mateo 27:3-8 nos dice específicamente cómo Judas murió,
colgándose. Sin embargo, Hechos 1:16-19 no nos dice cómo murió, sino que nos
dice lo que sucedió con su cuerpo. Cuando un accidente ocurre, la policía
entrevista a personas que estuvieron presentes. Personas ubicadas en ángulos
diferentes proporcionan datos que otras personas no pudieron proporcionar por
el ángulo en que se encontraban.
Estas dos escrituras bíblicas se complementan entre sí. Una dice la forma en la
que Judas murió, y la otra nos dice lo que sucedió con su cuerpo una vez murió.
1. Lo hizo Saúl (1° Samuel 31:4) - "Entonces dijo Saúl a su escudero: «Saca
tu espada y traspásame con ella, para que no vengan estos incircuncisos a
traspasarme y burlarse de mí». Pero su escudero no quería, pues tenía gran
temor. Tomó entonces Saúl su propia espada y se echó sobre ella...”
2. Lo hizo el Amalecita (2°. Samuel 1:8-10) - "Me preguntó: "¿Quién eres tú?"
Yo le respondí: "Soy Amalecita". Luego me dijo: "Te ruego que te acerques
y me mates, porque se ha apoderado de mí la angustia; pues aún sigo vivo".
Yo entonces me acerqué y lo maté, porque sabía que no podía vivir
después de su caída. Tomé la corona que llevaba sobre su cabeza y el
brazalete que tenía en su brazo, y se los he traído aquí a mi señor."
Como vemos, la mentira no paga. El Amalecita pensó que como Saúl andaba
persiguiendo a David, él se alegraría de la muerte del Rey Saúl, pero fue todo lo
contrario. Hubo justicia divina aquí. Al mentiroso siempre le llega su día.
Es extraño oír hoy un predicador que hable del tema del suicidio y de sus efectos
en la eternidad, muchos eluden hablar de lo que establece tan claramente la
Palabra de Dios. Hoy, sin embargo, tenemos que contestar a interrogantes tales
como este: ¿Está bien suicidarse y todavía marcharse al cielo? ¿Está bien
incinerar el cuerpo de un cristiano que ya partió a la presencia del Señor?
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir,
para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” 2°. Timoteo 3:16-17.
¿Qué es el suicidio?
Cuando alguien se quita la vida, deja en la familia y los amigos hondas cicatrices
emocionales y provoca sentimientos de soledad, culpabilidad y desorientación.
Por razones de espacio, voy a limitar mi respuesta a unas breves observaciones.
Distingamos en primer lugar entre suicidio y martirio, que es la decisión de
entregar la vida motivada por convicciones fundamentales e irrenunciables, e
incluye actos heroicos de sacrificio propio para preservar otras vidas (por
ejemplo, un soldado que cubre con su cuerpo una granada que va a explotar y
de ese modo salva a otros). Mientras que el suicidio niega el valor de la vida
presente por considerarla insoportable, los otros casos expresan respeto y amor
por la vida, y por el prójimo.
El impacto moral del suicidio puede evaluarse mediante una comprensión bíblica
de la vida humana: Dios la creó, y no somos dueños de ella como para usarla y
descartarla como nos plazca. El sexto mandamiento también tiene algo que decir
sobre el tema. Por lo tanto, un cristiano no debe considerar el suicidio como
solución moralmente válida al dilema de vivir en un mundo donde se
experimenta dolor físico y emocional.
Él nos entiende mejor que ningún otro. Debemos colocar el futuro eterno de
nuestros seres amados en sus manos amorosas. Además, con la ayuda de Dios,
debemos aceptar que quienes intentan suicidarse necesitan auxilio profesional
pero esencialmente espiritual y lamentablemente muchas veces no estamos en
condiciones de proporcionárselos.
“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en
vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque
el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” 1°. Corintios 3:16-17.
“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que
arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” Apocalipsis 21:8.
“Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo
Dios, que mate y dé vida…” 2°. Reyes 5:7.
“Jehová mata, y él da vida; El hace descender al Seol, y hace subir” Salmo 2:6.
El suicidio es pretender uno mismo hacer el papel de Dios y decidir cuándo debe
terminar nuestra carrera terrenal. En el fondo de este problema se puede percibir
la idea de que, al menos en ciertas circunstancias, uno puede hacer el papel de
Dios y que esto, está perfectamente bien. Una pregunta muy frecuente es:
“¿Puede un cristiano llegar a suicidarse?”. Y la respuesta de muchos hoy es: “Por
supuesto que sí, y lo único que le sucede es que llega antes que los demás a la
presencia de su Salvador”.
Note que tanto Saúl como su escudero, ambos suicidas, tuvieron temor. El miedo
es uno de los aliados del suicida en potencia. El temor de Saúl lo llevó al suicidio,
y el temor es el aliado de hombres y mujeres que viven en enemistad con Dios.
Ningún cristiano podrá jamás llegar a creer que sí se quita la vida, se le acabarán
sus problemas y así llegue más rápido a su encuentro con Jesús.
La Biblia dice: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera
el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido
perfeccionado en el amor” 1°, Juan 4:18. ¿Cómo es posible que un cristiano
recurra a la violencia del suicidio, el arma de Lucifer, quitándose la vida? Pero
Saúl y su escudero no fueron los únicos suicidas en la Biblia, sino que tenemos
más.
Lo que Ahitofel no había calculado era que sus consejos serían frustrados, porque
vino otro hombre de nombre Husai, a quien Absalón también le preguntó
porque quería estar seguro de que el consejo de Ahitofel era correcto. “Entonces
Husai dijo a Absalón: El consejo que ha dado esta vez Ahitofel no es bueno. Y
añadió Husai: Tú sabes que tu padre y los suyos son hombre valientes, y que
están con amargura de ánimo, como la osa en el campo cuando le han quietado
sus cachorros. Además, tu padre es hombre de guerra, y no pasará la noche con
el pueblo (...) Entonces Absalón y todos los de Israel dijeron: El consejo de Husai
arquita es mejor que el consejo de Ahitofel. Porque Jehová había ordenado que
el acertado consejo de Ahitofel se frustrara, para que Jehová hiciese venir mal
sobre Absalón (...) Pero Ahitofel, viendo que no se había seguido su consejo,
enalbardó su asno, y se levantó y se fue a su casa a su ciudad; y después de poner
su casa en orden, se ahorcó, y así murió, y fue sepultado en el sepulcro de su
padre” 2°. Samuel 17:7-8, 14-23.
Pretender que este hombre, por haber sido tan buen consejero de David, se fue
al cielo al suicidarse, es anti bíblico y completamente fuera de la realidad. Pero,
¿por qué se suicidó Ahitofel? Porque no se aceptó su consejo, porque descubrió
lo que se le venía encima, por su hipocresía y traición, tal vez porque ya no tenía
otra alternativa, ni siquiera le habría ayudado el arrepentimiento aunque lo
hubiera procurado.
Si rechazamos esa única solución que Dios nos ofrece, Satanás muy pronto
ofrecerá la suya; el suicidio. Dios promete perdonarnos y restaurarnos, pero
Satanás trata de convencer a sus víctimas que para ellos es mucho mejor la muerte
que la vida (Mateo 4:5-6, Juan 8:44, Juan 10:10, Apocalipsis 9:11). Todos cuantos
se suicidaron entre los personajes bíblicos, conocieron a Dios, tuvieron la
oportunidad de servirle, arrepentirse y corregirse, fueron creyentes pero de igual
manera se quitaron la vida; ¿habrán ido al cielo? ¡Claro que No! Hay una gran
diferencia entre un pecador que tiene la oportunidad de reconciliarse con Dios,
y un pecador que cierra todas las puertas. La única que le queda ampliamente
abierta es la “garganta del diablo” que se llama suicidio y muchos cristianos
agobiados, deprimidos o desesperados han cometido suicidio.
Judas conocía muy bien al Señor, fue discípulo, fue un creyente tuvo todas las
oportunidades de arrepentirse y pedir perdón a Dios, pero de manera deliberada
optó por la traición sin creer nunca que su carrera terminaría en el suicidio y el
infierno. Es necesario que recordemos también que Judas asistió a la mejor
escuela teológica del mundo. Jamás ha habido un grupo de estudiantes tan
afortunados como ese puñado de 12 hombres que estudiaron a los pies del Señor
Jesucristo. Judas se suicidó cuando recapacitó y se dio cuenta de lo que le había
hecho al Señor. Creo que si Judas viviera hoy, más de un psicólogo y consejero
en alguna de nuestras iglesias le animaría a que olvidara el pasado, a que saliera
de esa depresión, a que evitara esa recurrencia cíclica.
El cristiano y su cuerpo
Antes de optar por el suicidio, cada hombre y cada mujer deberían detenerse por
un momento y reconocer que el cuerpo que tiene no es de su propiedad, sino
que es sólo la habitación, el lugar en que viven. El cristiano debe recordar siempre
que su cuerpo es morada del Espíritu Santo. Jesús habló de esto cuando dijo: “Si
me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro
Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al
cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve, ni le conoce; pero vosotros le
conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” Juan 14:15-17. Jesús
le dijo esto a los suyos, mucho antes que el cuerpo del redimido se convirtiera en
morada del Espíritu Santo. Todo cristiano debe reconocer la presencia tan
sublime del Espíritu Santo en su cuerpo.
Pero si el asunto del suicidio es tan serio, ¿qué debemos hacer entonces cuando
se tiene esta inclinación? Es posible que Satanás tiente al hombre o a la mujer
salvos para que acaben con su vida, él siempre tienta a todos valiéndose de todos
los medios, el cristiano puede evitar la tentación del suicidio en momentos de
terrible depresión. Quien está deprimido, acongojado, preocupado o frustrado,
aun siendo cristiano, debe conocer los recursos que Dios tiene para tales casos.
La oración es uno de ellos, es necesario platicar con el Señor. La lectura de la
Biblia, especialmente los Salmos, proporcionan gran ayuda. Asimismo ayuda, el
conversar con alguna persona amiga de reconocido testimonio cristiano, sensible
al dolor ajeno y dispuesto a socorrer.
Note bien que Pedro nos dice que debemos humillarnos delante de Dios. No
tenemos que elevar nuestra autoestima, sino humillarnos voluntariamente.
Debemos tener presente que Dios tiene cuidado de nosotros y que el diablo anda
como león hambriento buscando a los cristianos débiles para destruirlos.
También nos dice que en lugar de buscar consejeros, magos, adivinos o a
profesionales encargados de nuestra condición emocional, le resistamos firmes
en la fe, porque nadie jamás nos ayudará tanto en esta lucha, como la fe
depositada en nuestro Salvador. Nos dice que debemos recordar siempre que
nuestros hermanos también sufren padecimientos en todo el mundo. Tal vez
usted piense que es un mal cristiano y por eso sufre, pero otros cristiano en el
mundo también pasan por experiencias muy parecidas a la suya. El apóstol
también nos dice que sólo debemos acudir al “Dios de toda gracia”, porque él
tiene la virtud de perfeccionarnos, afirmarnos, establecernos y fortalecernos.
Podemos muy bien decir con el Salmista: “Conoce Jehová los días de los
perfectos, y la heredad de ellos será para siempre. No serán avergonzados en el
mal tiempo, y en los días de hambre serán saciados (...) Por Jehová son
ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. Cuando el hombre
cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano” Salmo 37:18, 19,
23, 24.