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RITOS INICIALES
Se revisten los ministros con ornamentos blancos. El templo debe estar medianamente
iluminado, destacando la ausencia de luminosidad.
ENTRADA
Guía: Hermanos, nos reunimos este día en torno a nuestro obispo Administrador Apostólico
Don Fernando Ramos Pérez y nuestro párroco el padre Carlos Cepeda Montalva, para rogar
al Señor que unja con el poder de su Espíritu el nuevo altar de nuestra Iglesia.
Luego, saluda al pueblo con estas u otras palabras tomadas preferentemente de la sagrada
Escritura:
Terminado el rito de entrada, el obispo bendice el agua para rociar al pueblo en señal de
penitencia y en recuerdo del bautismo. Los diáconos llevan el agua al obispo, que está de
pie en la cátedra. El obispo invita a todos a orar con estas palabras:
Obispo: Queridos hermanos, al dedicar a Dios nuestro Señor este altar,supliquémosle que
bendiga esta agua, creatura suya, con la cual seremos rociados, en señal de penitencia y en
recuerdo del bautismo. Que el mismo Señor nos ayude con su gracia, para que, dóciles al
Espíritu Santo que hemos recibido, permanezcamos fieles en su Iglesia.
El obispo, acompañado por los diáconos, rocía con agua bendita al pueblo. Luego, rocía
también el altar.
Obispo: Dios, Padre de misericordia, con la gracia del Espíritu Santo, purifique a quienes
somos templo vivo para su gloria. Amén.
ORACIÓN COLECTA
Obispo: Oremos. Dios, Padre Nuestro, que quisiste que todo fuera atraído por tu Hijo,
elevado en el ara de la cruz; derrama tu gracia celestial sobre estos hijos tuyos que hoy te
dedicamos este altar, alrededor del cual nos congregas a la unidad, donde con paternal
providencia nos alimentarás, y por la efusión del Espíritu Santo constituirás de día en día
un pueblo consagrado. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo…
R. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
Todos se sientan y el obispo recibe la mitra. Luego, sigue la liturgia de la Palabra; las lecturas
se toman de los textos de la feria del día.
Para el evangelio no se llevan ciriales ni incienso.
Después del evangelio, el obispo hace la homilía, en la que explica las lecturas bíblicas y el
sentido del rito.
LITURGIA DE LA PALABRA
GUÍA: La Palabra de Dios nos convoca a prepararnos a celebrar la Pascua con la alegría del
perdón, la reconciliación y la fiesta. Escuchemos con atención.
Terminada la homilía, se dice el Credo. En cambio, se omite la oración de los fieles, ya que
en su lugar se cantan las letanías de los santos.
Después del Credo, el obispo invita al pueblo a orar, con estas u otras palabras parecidas:
OBISPO: Oremos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso, quien de los corazones
de los fieles ha hecho para sí templos espirituales, y juntemos nuestras voces con la
súplica fraterna de los santos.
Acabadas las letanías, el obispo (si está arrodillado, se pone de pie), con las manos
extendidas, dice:
OBISPO: Te pedimos, Señor que, por la intercesión de la santa Virgen María y de todos los
santos, aceptes nuestras súplicas, para que este altar que va a ser dedicado a tu nombre
sea mesa de salvación y de gracia, donde el pueblo cristiano, reunido en la unidad, te adore
con espíritu y verdad y se construya en el amor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
GUÍA: Según una antigua tradición, los altares consagrados al Señor son custodiados con
una reliquia de un santo, la cual se deposita en el ara del altar. Ahora procederemos de
depositar la reliquia de la Virgen y Martir Santa María Goretti. Roguemos al Señor una fe
firme que sea custodiada por la intercesión de esta santa y gocemos de la dicha de la
salvación.
El obispo se dirige al altar. El diácono lleva la reliquia al obispo, quien las coloca en el
sepulcro preparado para recibirlas.
ORACIÓN DE DEDICACIÓN
Hecho lo anterior, el obispo, de pie y sin mitra, junto a la cátedra o junto al altar, dice en
voz alta:
Luego, el obispo se retira la casulla y toma un gremial, va al altar con los diáconos y otros
ministros. El diácono lleva el recipiente con el crisma, y procede a la unción del altar, tal
como se describe más adelante. El obispo, de pie ante el altar, dice en voz alta:
OBISPO: El Señor santifique con su poder este altar que vamos a ungir, para que expresen
con una señal visible el misterio de Cristo y de la Iglesia.
Luego, vierte el crisma en el medio y en los cuatro ángulos del altar, y es aconsejable que
unja también toda la mesa. Terminada la unción del altar, el obispo regresa a la cátedra y
se sienta. Los acólitos le traen lo necesario para lavarse las manos. Luego, se quita el gremial
y se pone la casulla
Después del rito de la unción, se presenta al obispo el turiferario. El obispo echa incienso en
el incensario, diciendo:
OBISPO: Suba, Señor, nuestra oración como incienso en tu presencia y, así como esta casa
se llena de suave olor, que en tu Iglesia se aspire el aroma de Cristo.
Terminada la incensación, algunos ministros secan con toallas la mesa del altar y la tapan,
si es necesario, con un lienzo impermeable; luego, cubren el altar con el mantel; colocan
adecuadamente los candelabros con los cirios requeridos para la celebración de la misa y
también la cruz.
Después, el diácono se acerca al obispo, el cual, de pie, le entrega un pequeño cirio
encendido, diciendo en voz alta:
OBISPO: Brille en la Iglesia la luz de Cristo para que todos los hombres lleguen a la plenitud
de la verdad.
Luego, el obispo se sienta. El diácono va al altar y enciende los cirios para la celebración de
la eucaristía.
Entonces, se hace una iluminación festiva: se encienden todos los cirios y todas las lámparas
de la iglesia, en señal de alegría.
LITURGIA EUCARÍSTICA
OFERTORIO
El diácono y los ministros preparan el altar como de costumbre. Algunos fieles traen el pan,
el vino. El obispo recibe los dones. Cuando todo está preparado, el obispo va al altar, deja
la mitra y lo besa.
La misa continúa como de costumbre, pero no se inciensan los dones ni el altar.
GUÍA: Los dones del pan y vino son los productos de la tierra y del trabajo del hombre que
presentamos para celebrar la fiesta de la Pascua del Señor.
Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, te pedimos descienda tu Espíritu Santo sobre este
altar, para que santifique los dones que tu pueblo te presenta, y purifique el corazón de
quienes van a participar de ellos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
GUÍA: Cristo, quien se ofrendó por nosotros en el altar de la cruz se encuentra presente en
medio de nuestra comunidad. Él mismo ha consagrado este altar para que, atentos a su
mensaje de vida, disfrutemos del banquete de su Cuerpo santísimo. Con espíritu devoto,
pasemos a comulgar.
Entonces, el obispo, con las manos extendidas sobre el pueblo, lo bendice diciendo:
El Dios, que los ha enriquecido con el sacerdocio real, les conceda cumplir fielmente sus
deberes para poder participar dignamente del sacrificio de Cristo.
R. Amén.
Quien nos congrega junto a su altar y nos alimenta con un mismo pan, les conceda tener
un mismo pensar y sentir.
R. Amén.
Para que cuantos escuchen el anuncio que les hacen de Cristo, se sientan atraídos por el
testimonio de su amor fraterno.
R. Amén.