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SÁTELITES CIENTÍFICOS: Tienen como principal objetivo estudiar la tierra: superficie, atmósfera
y entorno.
8. SATÉLITES MILITARES Son aquellos que apoyan las operaciones militares de ciertos países,
bajo la premisa de su seguridad nacional .
https://es.slideshare.net/Sanoh17/los-satlites-y-sus-aplicaciones
USO EN METEOROLOGÍA: Aunque las imágenes del tiempo proporcionadas por el Meteosat
aparecen todos los días en las televisiones europeas, la mayoría de nosotros no nos damos
cuente de hasta qué punto dependemos de las previsiones meteorológicas precisas.
Solamente en términos de ahorro de recursos, la contribución de la meteorología europea es
considerable.
El primero de la serie fue puesto en órbita en noviembre de 1977. Se trataba del Meteosat-1,
seguido del Meteosat-2 en junio de 1981. El Meteosat-3 fue llevado al espacio en junio de
1988; en marzo de 1989 le tocó el turno al Meteosat-4, llamado también MOP-1; en marzo de
1991 partió el Meteosat-5 o MOP-2 y, en noviembre de 1993, el Meteosat-6 o MOP-3.
Actualmente, tres de ellos todavía están en activo: el MOP-1, el MOP-2 y el MOP-3, que giran
alrededor de la Tierra a 36.000 km de altura en órbita geoestacionaria.
Constituyen la familia más numerosa, si se exceptúa la de los utilizados con fines militares. Ello
es así por varias razones: en primer lugar, el espacio que circunda la Tierra es poco conocido;
desde muchos puntos de vista interesa conocer la distribución de las radiaciones que abarcan
toda la gama del espectro, desde los rayos X a las ondas de radio, meteoritos, capas ionizadas,
campos magnéticos de origen no sólo terrestre, sino también solar e interplanetario, etc.
Algunos satélites han sido diseñados para obtener información sobre diversos aspectos
relacionados con nuestro planeta: las capas ionizadas que lo rodean, la densidad y
composición de la alta atmósfera, la intensidad de la radiación térmica recibida por la Tierra y
el porcentaje que vuelve al espacio al reflejarse en las nubes o en la superficie, la confección
de un mapa del campo magnético en torno al planeta, la naturaleza y energía de las partículas
que componen los cinturones de radiación, características de la ionosfera en cuanto a
transparencia a diversas frecuencias de radio, etc.
El Global Positioning System es todavía más preciso. Establecido y controlado por las fuerzas
armadas estadounidenses, utiliza una red de 24 satélites Navstar, 21 de los cuales están en
activo y tres son de reserva, colocados en seis planos orbitales que se cruzan a una altura de
20.000 km. El primero de estos satélites fue lanzado en 1978, pero el sistema no llegó a ser
operativo hasta 1987, cuando hubo en órbita 12 satélites; en diciembre de 1993, la red quedó
completada.
REGISTRO DE METEORITOS: Desde los primeros años de la investigación espacial, uno de los
puntos de estudio más importantes fue investigar acerca de la abundancia y distribución de
micro-meteoritos en las proximidades de la Tierra. Estos son partículas que en general no
superan el milímetro de diámetro y que, moviéndose a enormes velocidades, a veces entran
en la atmósfera terrestre, donde la fricción del aire los desintegra.
Al principio se exageró mucho acerca del peligro que los meteoritos representarían de cara a
futuros viajes espaciales tripulados. Hoy se sabe que las partículas de más de un milímetro de
diámetro son muy raras, tanto que una nave podría permanecer en el espacio durante años sin
encontrar ninguna en su camino. En cuanto a los granos de polvo cósmico, aunque más
abundantes, tampoco ofrecen motivo de preocupación. Por lo general se volatizan al chocar
contra las paredes del vehículo, por muy delgadas que éstas sean.
Ø ESTUDIO DEL MAGNETISMO: El campo magnético que rodea nuestro planeta es el resultado
de la superposición de varios campos de origen diverso: el propio campo magnético terrestre,
el solar y el de origen galáctico, que en conjunto originan un cuadro de enorme complejidad,
sujeto, además, a incesantes variaciones.
Por lo general, los magnetómetros de que van provistos los satélites artificiales son
instrumentos tan sensibles que pueden ser perturbados incluso por las corrientes eléctricas
que circulan por los equipos de a bordo del satélite o por sus piezas metálicas. Por tanto, los
dispositivos sensores se mielen situar en el extremo de largas pértigas que se despliegan
automáticamente al entrar en órbita.