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De estos señalamiento descritos, como sucesos propios de la Guerra de los Ricos o guerra
burguesa, es que se generan las ideas proyectadas para la realización de las más nobles
conquistas reivindicativas y sociales, logradas con sangre y sacrificios infinitos de los
pueblos del planeta Tierra, donde pueden observarse los más heroicos sucesos de las clases
explotadas y oprimidas, cuyas luchas se han transformado en importantes victorias que
lograron cambiar el curso social de la humanidad entre estos podemos señalar los
acontecimientos de Chicago de mayo de 1886, (entre muchos otros acontecimientos que
trataremos de recordar en posteriores entregas), donde la clase obrera logra la relevante
victoria reivindicativa para los trabajadores del mundo, conquistando la reducción de la
jornada de trabajo de 18 horas diarias, para ese entonces, a 12 horas, costándole la vida, la
libertad y la persecución a muchos trabajadores, lográndose con el tiempo, a través de la
lucha sindical, consecutivas reivindicaciones a pesar de la imperante guerra de los ricos,
empresarios que se han hecho dueños de los medios de producción a expensas de la
plusvalía que es el producto que genera el trabajo creador de los hombres y mujeres que
laboran en las fábricas, que el burgués se roba y convierte en capital, que multiplica
aplicando la usura y la especulación con la venta de los productos que han salido del
esfuerzo mancomunado de los trabajadores. “Y a esto se refiere – según Marx y Engels-
tanto a la producción material, como la intelectual (…) ya que la burguesía no puede existir
sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y con ello
todas las relaciones sociales” y para lograrlo obligatoriamente debe mantener al pueblo
sometido a su permanente guerra. Pero la historia nos ha dicho que el pueblo no se ha
dejado someter mansamente por el su enemigo común: la burguesía, sino que desde su
trinchera de paciencia, lucha, resiste y resiste hasta lograr la victoria final.
Así vemos hoy día, en Venezuela la guerra de los ricos desatada en visceral odio, realizando
destrozos materiales y asesinando a venezolanos de la manera más vil donde queman vivos
a seres humanos para imponerse mediante el escarmiento, que ha sido utilizado
históricamente contra el pueblo, como lo hicieron con los precursores: José Leonardo
Chirino, José María España, José Félix Ribas, Guaicaipuro, Túpac Amaru, Ana Soto y tantos
héroes latinoamericanos que decidieron irrumpir con el ímpetu popular ante la guerra de
los ricos.
A partir de allí hemos visto cómo la burguesía apoyada por el imperio norteamericano ha
irrumpido en múltiples acciones en el intento por derrocar al gobierno revolucionario, como
el golpe de estado y secuestro del Presidente Chávez, en abril del año 2002, el paro
petrolero, luego de ese fallido golpe, la guarimbas de 2013, cuando se desató la “arrechera”
de Capriles que produjo una serie de fallecidos, luego Leopoldo López “con la salida” con
más venezolanos asesinados, el permanente acoso al gobierno del Presidente Maduro,
hasta el 2017, cuando se han desatado los más crueles demonios de la guerra de los ricos,
que han puesto en jaque a una minúscula porción del territorio venezolano, donde
grupúsculos violentos han venido desde hace unos 90 días creando zozobra en puntos muy
focalizados en Caracas y en otras ciudades importantes del país, lo cual ha generado
terribles molestias a los habitantes de las urbanizaciones donde viven la mayoría de
burgueses, lo que deja entrever, que a los jefes de la oposición se les ha escapado el control
de las manifestaciones, que ellos han llamado “pacíficas”, pero ha servido como caldo de
sustancia para los medios internacionales manipuladores de la información, gobiernos de
la derecha reaccionaria, al imperio estadounidense, al secretario general de la OEA Luis
Almagro, para el impulso de una insolente posible intervención a nuestra patria.
Mientras esto sucede en el sector opositor, el pueblo resiste por la paz, desde tantas
trincheras de patria, que nos ha aportado el gobierno revolucionario y que hoy nos toca
defender con fuerza y valor revolucionario con el impulso de la ASAMBLEA NACIONAL
CONSTITUYENTE EL PROXIMO 30 DE JULIO.
Como podemos ver esta guerra de los ricos ya es de muy vieja data y nos fue declara en
todo el territorio Abya Yala, hoy América, el 12 de octubre de 1492, cuando el navegante
conquistador Cristóbal Colón, llegó a tierras de Guanahaní, con apoyo imperial, por parte
de los señores, reyes católicos de España, para iniciar el saqueo y robo de nuestras riquezas
naturales y el exterminio de las culturas y pueblos originarios.
El ser humano descubre la agricultura alrededor de aproximados 8000 a 10000 años antes
de nuestra era, y desde allí utilizó métodos de control de plaga y fertilización a través de
productos orgánicos no tóxicos, pero es a lo largo del siglo XX cuando se desarrollan
diferentes plaguicidas. Algunos de ellos han alcanzado una altísima toxicidad como el
insecticida DDT que resultó ser muy resistente en el ambiente, que fue aplicado en toda el
área rural de Venezuela dentro de las casas para erradicar los vectores de la malaria y otras
enfermedades endémicas del capo venezolano de la época de las décadas de los años 40 y
50, mataba desde una un microorganismo hasta animales domésticos y silvestres, trayendo
serias consecuencias en la salud humana y el ambiente, que aún persisten.
A todo esto podemos agregarle: que si bien es sabido por todo el mundo, que el uso de las armas
biológicas, químicas y bacteriológicas han sido prohibidas por las Naciones Unidas, sin embargo
grandes compañías transnacionales cuentan con arsenales de esos productos químicos, ya no para
utilizarlas en una guerra propiamente dicha, sino para “fines diferentes” según ellos, pero que no
dejan de seguir siendo mortíferos y destructivos para la humanidad, como la utilización en la
agricultura, causando serios daños al ambiente que van directamente al deterioro de la vida en el
planeta, lo cual podíamos decir que no es más que una guerra biológica encubierta en contra de los
pobres que beneficia grandemente a las grandes transnacionales que elaboran estos productos
venenosos para la producción de alimentos envenenados, para el consumo alimentario. Por lo que
podemos inferir, en que, es otra de las formas de la guerra encubierta en contra de la humanidad
entera, incluyendo a la propia burguesía. Pero ellos, el afán de riqueza a costa de humanidad, no les
permiten ver esta terrible realidad, llevándose por delante al mundo entero.
Pero veamos que es la guerra biológica o bacteriológica, según Wikipedia: “es una forma singular
de combate, en la cual se emplean armas de diferentes tipos que contienen virus y bacterias
capaces de infringir daños masivos sobre fuerzas militares y/o civiles”.
Si bien es sabido por todos, que el uso de armas biológicas, químicas y bacteriológicas han sido
prohibidas por las Naciones Unidas, sin embargo grandes compañías transnacionales cuentan con
arsenales químicos, ya no para utilizarlas en una guerra propiamente dicha, sino para “fines
diferentes”, que no dejan de ser mortíferos y destructivos para la humanidad, como la utilización
en la agricultura causando serios daños al ambiente que van directamente al deterioro de la vida en
el planeta, lo cual podíamos decir que no es más que una guerra biológica encubierta en contra de
los pobres que beneficia grandemente a las grandes transnacionales que elaboran estos productos
venenosos para la producción de alimentos envenenados. Por lo que podemos inferir en que es otra
de las formas de guerra encubierta en contra de la humanidad entera.
ha sido por ejemplo el sistema de fumigación que se aplicaron en el marco del Plan Colombia (1999),
para la erradicación de la coca y la mariguana, que no tuvo ningún resultado positivo en cuanto a la
erradicación de cultivos ilícitos, los que sí fue un éxito positivo fue el desplazamiento de miles de
campesinos que tuvieron que abandonar sus territorios donde habían cimentado años de vida
arraigados al laborioso trabajo agrícola, según Alejandro Sánchez Ramírez: “Las cifras (…) dan
cuenta del grave problema de desplazamiento que provocan las aspersiones: 1.311.662 fueron
desplazados en estos cinco años del Plan Colombia; para el año 2000, 150.000 personas habían sido
expulsadas por causa de las campañas de erradicación”. Y un informe de un órgano adjunto de
la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), reconoce que 9.000 personas
huyeron del Putumayo ente enero y noviembre de 2002 debido a la fumigación. Para el año 2003
un total aproximado de”27.044 personas fueron desplazadas (…) de zonas en las cuales se registró
fumigaciones de cultivos de uso ilícito”. Se evidencia entonces que las fumigaciones son otra causa
real y directa del desplazamiento que no se encuentra tipificada en la legislación colombiana puesto
que “no existe ley que lo contemple, porque el Consejo Nacional de Estupefacientes solo se
preocupa por expedir resoluciones contra la droga, sin atender a otros problemas”, y se perpetúa la
condición de las familias campesinas que tras las fumigaciones pierden los cultivos ilícitos, sobre los
cuales basan su economía, o los cultivos lícitos y animales bases de su alimentación” así lo refleja el
informe.
Tras la suspensión de las aspersiones aéreas con el químico Glifosato por parte de Colombia, en
2015, después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicara un informe según el cual
este químico podría producir cáncer y otras enfermedades en humanos, Estados Unidos ha
emprendido una presión hasta los máximos niveles para que el país reanude la estrategia de
anteriores gobiernos aplicada por aviones y uso masivo de este herbicida. El propio Donald Trump
se lo planteó al presidente Juan Manuel Santos en su reciente entrevista en la Casa Blanca y el
asunto ha sido motivo de la última intervención del Secretario de Estado, Rex Tillerson en la
Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, señalando directamente a Colombia: “Es necesario
volver a la aspersión”.
Según el analista Antonio Caballero, colaborador de “Público”: “La guerra contra la droga ha
fracasado, pero la voluntad del Gobierno de Washington es que esa guerra siga, porque la
prohibición, y solo ella, es la causa de que sea el mejor negocio del mundo. La guerra contra la droga,
como todas las guerras, es también un negocio. http://www.unodc.org/documents/peruandecuador/Informes/Informes-
Analiticos/Informe_Analitico_Agroquimicos.pdf
En este libro analiza la historia de una población en EE.UU en la que se pulveriza DDT, un
plaguicida muy común que pretendía acabar con una invasión de escarabajos que son los insectos
más fuertes del mundo. Esta acción desencadenó una cascada de fatalidades, los escarabajos
muertos atrajeron a las aves insectívoras, muchas de ellas murieron al ingerir los insectos
envenenados y las que lograron sobrevivir no pudieron reproducirse por que esta sustancia impide
que la cáscara del huevo se endurezca. Explica también cómo el agua de la lluvia arrastró la sustancia
afectando seriamente a las lombrices y contaminando los lagos y manantiales, lo que provocó la
muerte masiva de conejos, zorros, ardillas, ratas almizcleras y exterminó a los gatos. Mientras mayor
era el nivel trófico, la concentración del DDT en los tejidos animales era mayor.
Según las estadísticas de la Organización mundial de la salud, “cada año terminan envenenados por
plaguicidas 3 millones de personas, la mayoría en países en desarrollo, de las cuales muren unas
200000,(el universo.com)
Un estudio elaborado para la ONU por Hilal Elver y Baskut Tuncak , presentado
en ONU el 7 de marzo del 2017
http://www.lavanguardia.com/natural/20170309/42701670609/plaguicidas-herbicidas-insecticidas-
muertes-intoxicacion-onu.html
para alejarse de las prácticas de la agricultura química, todavía hay mucha ignorancia acerca de
cómo el uso de los agroquímicos llegó a dominar las prácticas agrícolas del Siglo XIX para acá, y
ciertamente durante la segunda mitad del Siglo XX. Es una historia llena de sorpresas y
acontecimientos inesperados que, aparentemente, evolucionó no en base a lo que era bueno para
la humanidad, sino en base a lo que era bueno para los consorcios químicos
Inicialmente para los consorcios químicos ingleses y, especialmente, alemanes a través del cartel de
la I.G. Farben cuya contribución fue esencial para la realización del malogrado experimento Nacional
Socialista que condujo a la Segunda Guerra Mundial. Pero las empresas de dicho cartel no estuvieron
solas, habiendo contado con el apoyo de empresas químicas y petroleras norteamericanas, así como
con la colaboración de las compañías químicas suizas y sus banqueros
Hace apenas cien años, la enfermedad coronaria era prácticamente desconocida en Europa y
América. El primer caso descrito en la literatura médica apareció en 1910. Hoy en día es la causa de
muerte más importante. El cáncer, que hoy es responsable del 3,4 % de todas las muertes en Europa
y América, era causante de apenas el 1 por ciento de las muertes hace cien años. Hoy en día hasta
los neonatos y niños muy pequeños pueden ser víctimas de cáncer y leucemia. La diabetes es la 5
tercera causa más común de defunciones. En los Estados Unidos su incidencia era de 1 caso en
50.000, mientras que hoy es de 1 en 20.
en 1915, en un momento crítico para el aparato militar alemán cuando se estaba quedando sin
reservas de nitratos para la producción de explosivos en la Primera Guerra Mundial. Gracias al
proceso Haber-Bosch, las empresas químicas alemanas resolvieron el problema de la patria en
guerra, ganando inmensas fortunas produciendo explosivos, fertilizantes químicos, drogas y, como
“ñapa”, los gases venenosos que causaron 800.000 víctimas durante la guerra. Con el fin de las
hostilidades, las grandes cantidades sobrantes de gas fueron reformuladas y redirigidas para el
control de plagas. Las nuevas fuentes de nitrógeno, ya no necesarias para la producción de
explosivos, encontraron nuevos usos para la indiscriminada aplicación en los cultivos agrícolas,
debilitando su resistencia a las plagas, y creando un círculo vicioso cada vez más fuera de control.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial existieron, en los Estados Unidos, dieciocho fábricas de
sintetizar amoníaco por el proceso Haber-Bosch, todas ellas financiadas con los impuestos pagados
por los contribuyentes norteamericanos. Las compañías beneficiadas, entre ellas Dow, DuPont,
Monsanto y American Cyanamid, se encontraron ante una difícil situación: ¿qué hacer con la
enorme capacidad ociosa de sintetizar amoníaco?
Los genios de mercadeo no tardaron en encontrar la única solución posible (recalentando un ensayo
después de la Primera Guerra Mundial), al literalmente inventar un nuevo mercado, una nueva
necesidad sin la cual “no puede haber agricultura moderna y próspera”: la aplicación masiva de
abonos nitrogenados. Al mismo tiempo, estuvieron disponibles los nuevos compuestos
organoclorados y organofosforados desarrollados por ambos bandos durante la guerra, entre ellos
el DDT (diclorodifeniltricloroetano), el más tristemente célebre de los organoclorados. En realidad,
el DDT ya había sido sintetizado por Othnar Zeidler en 1874, pero no fue sino hasta el año 1940
cuando Paul Müller, un químico trabajando para la compañía Geigy, descubrió sus propiedades
insecticidas
Con la victoria de los Aliados en 1945, se dio inicio al uso indiscriminado del DDT hasta que el
compuesto llegó a depositarse en los cuerpos de prácticamente todos los animales y humanos en
los principales países industrializados, por no hablar de los países del Tercer Mundo. Las compañías
químicas reinvirtieron sus ganancias acumuladas durante la guerra en la búsqueda masiva de
nuevos plaguicidas sintéticos de amplio espectro.
Por otra parte, los agricultores —temiendo desastres debido a que sus cultivos, debilitados por el
exceso de aplicaciones químicas, estaban atrayendo cada vez más plagas— optaron por la aplicación
de más plaguicidas con la plena cooperación de las empresas químicas que siguieron sintetizando
nuevos compuestos, principalmente hidrocarburos clorados parecidos al DDT, como clordano,
heptacloro, dieldrin, aldrin y endrin, así como compuestos “organofosforados” como paratión,
malatión, DDVP, etc.
http://www.qcentro.org/Etica/tierra/100131/enlaces/OIKO-ElRetoOrganico.pdf
“Las compañías necesitan vender sus químicos. Estas empresas nunca antes se habían dedicado a
la producción de alimentos, son grande empresas agroquímicas – Monsanto es solo una de las seis
conocidas – y lo que a ellas les interesa es el monopolio de los alimentos (si se puede llamar alimento
lo que se construye en los laboratorios), ya que aquí se mueve una cantidad extraordinaria de dinero
y, por supuesto, lo que se pretende es tener el monopolio de la semilla de los alimentos”
http://www.vix.com/es/btg/curiosidades/4855/primavera-silenciosa-un-libro-de-divulgacion-
cientifica-que-cambio-al-mundo
http://www.unodc.org/documents/peruandecuador/Informes/Informes-
Analiticos/Informe_Analitico_Agroquimicos.pdf
“Hace cinco o seis años se presentaron dos fumigaciones con glifosato, perdimos todos los
cultivos que había en la finca Vista Hermosa. Los cultivos de cacao, plátano, yuca y hasta
los árboles maderables quedaron totalmente destrozados”, comenta Durango.
Según él, el balance hecho por las fundaciones y entidades que respaldan a las víctimas y la
erradicación con glifosato indica que le generó pérdidas que superan los 35 millones de
pesos por hectárea cultivada de cacao, un valor mayor a los 185 millones si también se le
suma la siembra de yuca, plátano y madera. Hasta el momento no ha recibido ninguna
indemnización por parte del Gobierno, comenta Manuel.
Este hombre considera que el uso del glifosato solo genera enfermedad y desigualdad, y
prueba de ello es que a pesar de tener su propia finca, debe trabajar cultivando el terreno de
otros y haciendo oficios varios para sobrevivir, pues en sus tierras nada crece luego de las
aspersiones. “Todo es rastrojo”, relata.
Para Manuel, el uso de esta sustancia también genera un problema social que se refleja en
el desplazamiento y en la siembra de más cultivos ilícitos, pues los ciudadanos se ven
obligados a emigrar a los cascos urbanos o a retornar a la siembra de coca. Este hombre
prefiere no se retratado por términos de seguridad.
“Esta sustancia es nociva para la siembra de productos agrícolas, la tierra afectada tarda
entre 20 y 25 años para volver a ser fértil, mientras que para la coca se convierte en un
‘abono’ en el que a los tres meses se puede volver a cultivar el negocio de la muerte”, dice.
PAOLA AVENDAÑO S.
ELTIEMPO.COM http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-15803737
http://www.publico.es/internacional/glifosato-eeuu-presiona-colombia-
reanude-fumigacion-aerea-glifosato-cultivos-coca.html