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reborde alveolar; fracturas parieto temporal derecha irradiada a la base del cráneo, orbita
derecha, peñasco derecho y fracturas occipitales derecha a izquierda”.
A juicio del Ministerio Público, estos hechos son constitutivos del delito consumado de
homicidio calificado previsto y sancionado en el artículo 391 N°1 del Código Penal, en adelante
CP, con la circunstancia cuarta, esto es, haber obrado con ensañamiento, aumentando deliberada
e inhumanamente el dolor del ofendido, en el que atribuye al acusado, participación en calidad
de autor, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 15 N° 1 del citado texto legal, por haber
tomado parte en su ejecución de una manera inmediata y directa; al que estima le benefician las
minorantes que prevén los numerales 6 y 9 del artículo 11 del estatuto punitivo, por lo que
conforme a ello, requirió se imponga al acusado la pena de quince años de presidio mayor en su
grado medio, más las penas accesorias del artículo 28 del Código Penal, el comiso de las especies
ofrecidas como prueba material, se ordene la determinación de la huella genética del acusado y
su incorporación al Registro de Condenados, de acuerdo a lo establecido en el artículo 17 de la
Ley 19.970, y se le condene al pago de las costas del procedimiento en conformidad con los
artículos 45 y siguientes del Código Procesal Penal, en lo sucesivo CPP.
TERCERO: Que, la parte querellante presentó acusación particular, que recayó en los
siguientes hechos: “Entre la noche del día 30 de abril de 2016 y madrugada del 01 de mayo de
2016, en la casa habitación de la víctima, ubicada en calle El Bosque N°80, interior, Dalcahue, el
imputado JOSE LUIS BAQUEDANO HERRERA, utilizando un elemento contundente (hacha),
agredió, con intención homicida, en varias ocasiones a la víctima EFRAIN ALBERTO ALVEAR
JARAMILLO, en la zona de la cabeza, provocando al menos catorce traumas contundentes en cara
y cráneo, estando la víctima viva durante el tiempo que se desarrollaban los golpes y teniendo
cada uno de ellos la capacidad de causar la muerte, falleciendo finalmente la víctima en el mismo
lugar, luego de agonizar, producto del accionar del imputado que le provocó politraumatismo
encefalocraneano, fracturas múltiples de cráneo y la totalidad de los huesos de la cara, según el
siguiente detalle: herida contusa frontal derecha irregular, estrellada de 4.5 cm con exposición
ósea; herida contusa temporal derecha irregular con otorragia derecha; herida contusa parietal
derecha con exposición de huesos fracturados; heridas contusas frontales irregulares derecha a
izquierda, herida interparietal de 3.5 cms de bordes irregulares; heridas contusas múltiples
occipitales en un área de 4 por 5 cms.; herida contusa ciliar derecha con fractura frontal; herida
contusa malar derecha con fractura del malar y el maxilar superior y reborde dental superior
completo; herida contusa y fractura de todos los huesos de la nariz; herida contusa irregular
mejilla izquierda; fractura del malar izquierda; heridas contusas mentonianas con fracturas
conminuta del maxilar inferior y reborde alveolar; fracturas parieto temporal derecha irradiada a
la base del cráneo, orbita derecha, peñasco derecho y fracturas occipitales derecha a izquierda”.
Sostuvo el mismo planteamiento de la fiscalía en cuanto a la calificación jurídica de los
hechos y la intervención que se atribuye al encartado, pero estimó que no concurren
circunstancias modificatorias de responsabilidad penal que considerar, y solicitó la aplicación de
una pena de veinte años de presidio mayor en su grado máximo, más las accesorias del artículo
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28 del Código Penal, el comiso de las especies ofrecidas como prueba, se ordene la
determinación de la huella genética del acusado y su incorporación al Registro de Condenados,
de acuerdo a lo establecido en el artículo 17 de la Ley 19.970, y se le condene al pago de las
costas del procedimiento en conformidad con los artículos 45 y siguientes del CPP.
CUARTO: Que, el representante del Ministerio Público sostuvo en su alegato de apertura,
que la víctima Efraín Alvear era un dentista colombiano que trabajaba en Dalcahue desde hace
cinco años; la noche del 30 de abril estaba compartiendo en su casa con el acusado, quien lo
atacó con un hacha con el lado contrario al filo, lo golpeó en varias ocasiones, cayó al suelo,
donde siguió siendo golpeado, tragó sangre, y continuó la agresión, calculándose al menos 14
traumas, y pese a que cada trauma por sí sólo podía causarle la muerte, el acusado insistió en su
accionar, lo que se demostrará con diversas probanzas testimoniales y científicas que darán
cuenta de la configuración de la calificante de ensañamiento.
En sus alegatos de clausura y réplica, sostuvo que lo discutido es determinar si se trata de
un homicidio calificado o simple, estimando que en este caso el dolo va más allá del dolo de
matar, pues existieron a lo menos 14 lesiones, en zonas vitales, cara y cráneo, y aunque cada
agresión pudo haber causado la muerte, la persona no falleció de inmediato; quedando asentado
que el acusado agredió a la víctima cuando estaba de pie, lo siguió golpeando en la cabeza, la
víctima agonizó, gesticuló, habló y tragó sangre, lo que debió ver el encartado, y pese al
inminente final de la víctima, continuó golpeándolo en la cabeza mientras estaba con vida y luego
todo terminó; agregando la perito Bustos que estaba consciente y que existió un tiempo máximo
de 4 horas, por lo que el periodo antes de fallecer fue considerable, no falleció ni quedó
inconsciente con el primer golpe, trataba de hablar y se movía.
El dolo del acusado se reflejó en la certeza con que actuó, pues los golpes se centraron en
la cabeza, y pese a haber tenido una visión directa, continuó con su accionar, golpeando siempre
dicha zona, pese a estar la víctima vencida y siendo inminente su deceso, rompiéndole todos los
huesos de la cara; y aunque no basta con el número de golpes, que fueron a lo menos 14,
importa el lugar y el elemento contundente empleado, que en este caso fue la parte posterior del
hacha y no su filo; por ello el asistente del médico legista dijo que éste habló de una especie de
tortura, pues existió un dolor objetivable, destacando que no es lo mismo morir simplemente
que morir sufriendo con intensidad, por lo que el injusto que contempla toda la situación es
captado por la figura del homicidio calificado, ya que el acusado tuvo la posibilidad de detener su
acción, pero perseveró en ella pese a estar frente a una víctima agonizante, como quedó claro
con la prueba pericial.
Acotó que la perito Bustos habló de sufrimiento, que es sinónimo de dolor y que de
acuerdo a la dinámica que refirió, quedó claro que la víctima no falleció con el primer golpe, y
aunque iba a morir, el acusado perseveró en sus acciones posteriores, destacando que no fue
una agresión a tontas y a locas, sino que se focalizó en la cabeza de la víctima; refiriendo también
que no se presentó prueba para demostrar la concurrencia de la atenuante del artículo 11 N° 5
del CP, ya que más que un arrebato u obcecación, hubo un accionar certero del encartado, y no
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legislación, no solo habría una redundancia, sino una oposición conceptual de la forma en que
debe sancionarse y la consideración de causales de agravamiento.
SEXTO: Que, la Defensa del encartado sostuvo en su alegato de apertura, que el acusado
debe ser absuelto del homicidio calificado, primero, porque no se describe en las acusaciones
fiscal y particular el contenido de la calificante, pese a que debe estar desarrollado en su tesis
fáctica, sólo indica que estaba vivo, lo que es una condición necesaria del homicidio simple, ya
que lesionar a un muerto no es una figura punible, solo se indica en la calificación del hecho. En
segundo término sostiene que se trata de un homicidio simple, ya que existió una reunión social
con consumo de alcohol y drogas por parte de víctima e imputado, pero el ensañamiento
requiere un elemento objetivo que es provocar en el ofendido un dolor magnificado, y uno
subjetivo, que es el ánimo de causar ese dolor o sufrimiento; sin embargo en este caso se habla
de disminución o pérdida de consciencia, lo que aminora la posibilidad de ensañamiento, y
autores como Etcheberry, Labatut y Centeno, sostienen que de la multiplicidad de golpes y el
número de las heridas causadas no se puede deducir el ensañamiento, si no se demuestra el
sufrimiento causado, y en este caso, el gran número de golpes solo persiguió asegurar el
resultado buscado.
Agregó que la Fiscalía reconoció al acusado dos atenuantes, las de los numerales 6 y 9 del
artículo 11 del Código Penal, y además estima concurrente las minorantes de arrebato y
obcecación causada por el abundante consumo de alcohol y droga, que en su caso es desde
temprana edad, y además, por el tiempo que transcurrió hasta su detención y los viajes que
realizó estuvo en condiciones de eludir la acción de la justicia, por lo que se configura asimismo la
minorante del artículo 11 N° 8 del Código Penal.
En sus alegatos de clausura y réplica, señaló que el Código Penal entrega la definición de
ensañamiento como calificante y como agravante, que en la causa RIT 1-2006, este tribunal
desarrolló los elementos para que se configure la exasperante que califica el homicidio, el
objetivo constituido por el dolor o sufrimiento excesivo e innecesario producido a la víctima para
causar la muerte y el elemento subjetivo, que es la intencionalidad o dolo directo de aumentar el
dolor, acompañado del ánimo insensible o despiadado del actuar, y en el fallo RIT 29-2010 se
señaló que no constituye ensañamiento dar golpes a la persona que se encuentra inconsciente, y
la Corte Suprema sostuvo que los padecimientos a la víctima ajenos a la acción de matar, no
están comprendidos en la noción en estudio, ya que la ley no sanciona la causación de dolores,
sino el aumento inhumano e inherente para la causación del deceso, se trata de matar haciendo
sufrir innecesariamente a la víctima (Rol N° 23.589-2014); mientras que el profesor Kunsemuller
sostiene que el fundamento de la agravante es la perversidad en tanto que inhumanamente se
prolongan los sufrimientos de la víctima, atormentándola de manera innecesaria, generándose
desde la fría, reflexiva y despiadada conformación de la voluntad del que mata, que la brutalidad
de la agresión objetivada por la contundencia o efecto de los golpes, no es en sí misma y por sí
sola determinante del ensañamiento, pues esta circunstancia es de carácter subjetivo, marcada
por la complacencia en el sufrimiento ocasionado a la víctima, provocando con conciencia y
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voluntad decidida, más dolor a la víctima, y el profesor Mazza sostiene que el ensañamiento
supone una mayor perversidad del agente, porque innecesariamente se causan males
innecesarios para el objeto que el sujeto activo busca.
En juicio declararon dos peritos y un testigo, sobre aspectos de la calificante, quienes
indicaron situaciones que no describieron en ningún informe, incluso hipotetizaron, ya que en los
informes del médico legista San Martín, de la Dra. Bustos y la declaración del paramédico Blanco,
nunca se indicaron intentos de hablar, tiempo entre primer y último golpe, tiempo en que se
produjo el fallecimiento o sensación de dolor, aseveraciones que de acogerse se vulneran
derechos de la defensa, porque no puede reaccionar frente a dichas imputaciones. La Dra. Bustos
en el informe dijo que con el primer golpe es posible una pérdida de conciencia, y al responder al
tribunal manifestó que pudo haber quedado conciencia, además los médicos vinculan la
conciencia con la deglución de sangre, pese a que sin rigor científico se indicó que había 600 cc.
de líquido hemorrágico, pero no se estableció que era sangre, solo fue una apreciación visual, no
se trajeron fotografías y además la sangre estaba mezclada con alcohol, en cantidad tal que
justifica la elevada alcoholemia de la víctima; adicionalmente, intentando demostrar que la
conciencia de la víctima se debilitó, invocaron la supuesta agonía, pero el doctor Jesús Blanco
que nunca vio el cuerpo ni declaró en fiscalía, y señala que medió un tiempo de agonía entre 20 y
40 minutos, lo que no tiene correlato en otros dichos.
Agregó que la Dra. Bustos entregó 3 elementos que descartan el ensañamiento: primero,
que el ataque se dirigió y focalizó en una zona vital, lo que no parece razonable para quien quiere
aumentar el dolor de la víctima, lo que excluye el ánimo subjetivo del ensañamiento; además dijo
que la intensidad de los golpes explica que cada uno por sí solo era capaz de causar la muerte, y
por último, señaló que el efecto del conjunto de traumas tiene como única condición aumentar la
velocidad con que se progresa a la muerte, lo que evidencia que los golpes evitaron la agonía y
provocaron aceleradamente la muerte del sujeto; adicionalmente no se demostró el ánimo
perverso del hechor, el plus adicional del animus necandi; la prueba de cargo hipotetizó que la
persona pudo haber quedado consciente, además la testigo pese a haber sido entrevistada tres
veces por la policía, nunca señaló la sensación que degollaban a la víctima, ni que escuchó que lo
retaban, por lo que el tribunal debe condenar al acusado, pero solo por el homicidio simple de la
víctima.
Finalmente indicó, que si bien la Dra. Bustos habló de sufrimiento, aludió a la focalización
de los golpes y el número de ellos, que son aspectos que no constituyen ensañamiento de
acuerdo a lo señalado; nadie vio lo que pasó, las demás pruebas son solo hipótesis, y no es
menor que la cocaína provocan cambios en el sistema nervioso central como euforia, paranoias
transitorias, y de acuerdo a lo demostrado en juicio, el acusado sí había consumido esa droga, lo
que debilita la prueba de cargo que existe en contra de su representado.
En relación a la atenuante del artículo 12 N° 4 del CP, señaló que se han recogido respecto
de ella las mismas exigencias que respecto a la calificante, por lo que no es posible su
configuración, existiendo en que se está frente a un delito de homicidio simple, sin agravantes.
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SEPTIMO: Declaración del acusado. Que, el acusado JOSE LUIS BAQUEDANO HERRERA,
previamente advertido por el Tribunal y en presencia de sus abogados defensores, en la
oportunidad procesal contemplada en el artículo 326 del Código Procesal Penal, renunció a su
derecho a guardar silencio y prestó declaración, manifestando en síntesis, que era amigo del
“finao”, había estado ausente de Dalcahue más de un año, aunque tiene familia en esa ciudad,
Marcia y su hija Valentina; luego volvió a Dalcahue, venía a trabajar al sur, porque es armador y
buzo, pero éste siempre lo llamaba a Talcahuano y Lirquén; ese día fue a verlo, pero antes se
quedó como dos o tres veces donde la víctima, que tenía comportamiento agresivo con otras
personas, con él solo había discutido, vio que tenía plantación de marihuana, vivía como
cualquier persona, tomaba harto trago; ese día andaba celebrando con su hija, fue a la casa de su
amigo Simón, lo fue a dejar con su suegro a la casa del “finao” en Pasaje El Bosque N° 80, interior,
llevó cerveza, estaba con otro joven que no había visto nunca, le pidió las cervezas y entró a la
casa, cuando llegó estaban fumando marihuana, él aceptó, empezó a discutir que los chilotes
eran hediondos, cahuineros, que los chilenos eran malos para la pelota, él le dijo que no era así,
que le estaban dando la mano en Chiloé, pero se espantó, trató de agredirlo con su hacha, fue él
quien causó el problema, está arrepentido porque estaba con trago y drogado, andaba contento
porque tenía trabajo, es padre, esposo y tiene nietos, además hacia tres meses que había muerto
su mamá y le habían robado un vehículo, está ofendido porque lo han basureado mucho, en el
Diario La Estrella, tiene a su familia con depresión, lo han señalado como un monstruo.
Al fiscal señaló que esto ocurrió el 30 de abril de 2016, llegó a la casa de la víctima como a
las ocho, Efraín Alvear estaba con otra persona a la que no había visto nunca, era un joven, no
recuerda si se presentó o dijo su nombre, se fue cree que como a las dos horas. Cuando quedó
solo en la casa con Efraín consumieron droga, fumaron harta marihuana, cocaína y tomaron
mucha cerveza, él siempre tenía cervezas porque era un alcohólico, y además le pidió que llevara
cervezas ese día. Efraín trató de atacarlo con un hacha que tenía en una estufa a gas, por si le
hacían una mexicana porque tenía marihuana, empezó a discriminar a los chilotas, que eran
hediondos, él los miraba por el hombro, decía que eran superiores a ellos, él lo atacó con el
hacha a él, forcejearon los dos, como estaba con trago y cocaína, sucedió eso, ir a la casa del
“finao” fue su peor tragedia. Logró quitarle el hacha, golpeó a Efraín en la cabeza, cayeron los
dos, lo golpeó con la parte de atrás del hacha, cree que le pegó tres o cuatro veces, pero como
estaba drogado… no sabe cuánto tiempo duró, no se percató del momento en que falleció Efraín,
mientras lo golpeaba no recuerda si se movía, porque estaba drogado con cocaína y con el trago
que tenía. Los golpes se produjeron en el comedor, luego de los golpes no recuerda donde quedó
Efraín. Cuando dejó de pegarle, no entendía lo que pasaba, y trató de escapar, pescó el hacha en
una bolsa de nylon y la tiró al agua a la orilla del mar en Dalcahue. Salió de la casa de madrugada,
lo único que quiso hacer fue escapar, porque no entendía lo que estaba sucediendo, recorrió
como cien metros desde la casa de Efraín a la playa donde arrojó el hacha. Se fue a su casa donde
arrendaba en calle Jorge Torres en Dalcahue, y llegó a acostarse. Entregó su ropa, se la sacó y la
lavó, pero él se entregó porque su conciencia no lo dejaba tranquilo y confesó el hecho el 30 de
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junio de 2016, durante ese periodo declaró en la fiscalía, pudo haberse ido o escapado para las
Huaitecas, no hallaba que hacer, dijo que había salido de ahí, le preguntó al abogado Víctor
Carreño, fue a la fiscalía y declaró con una señora ese día, en ese momento trató de evadir la
justicia, pero su conciencia no lo dejó tranquilo, por eso se entregó y confesó, porque nunca fue
un asesino. Dijo que se había ido, y la ropa con la que andaba. Le parece que declaró en fiscalía el
21 de mayo; Efraín era amigo de él, nunca pensó en hacer lo que sucedió, pide disculpas a la
familia, el 30 de junio conversó con carabineros del OS9, ellos llamaron al fiscal Calisto y le tomó
declaración en presencia de los funcionarios. A su pareja Marcia Tureuna Collupe, nunca le contó
lo que había ocurrido.
Cuando confesó le preguntaron por la ropa que vestía, la había entregado por el abogado
Carreño, entregó un gorro Fratta de hilo, lo llevaba puesto cuando salió de la casa de la víctima, y
el arma era un hacha de mano. Mientras golpeaba a Efraín no decía nada, todos los golpes que le
dio fueron en el suelo, el arma era de él, solo fue a compartir a la casa de Efraín.
Al querellante, señaló que fue varias veces y se alojaba de vez en cuando en la casa de
Alvear, antes habían aspirado cocaína juntos, hace años que se conocían, era cliente de él, ya que
le había sacado una muela, eran buenos amigos, compartían su once, ya que él estaba solo; en su
declaración del 21 de mayo fue acompañado con su pareja, que es “chilotita”, que siempre lo ha
querido y lo ha acompañado, aunque estaba separado de ella, nunca debieron haberla
involucrado en lo que sucedía, pero ella también declaró.
A la defensa manifestó que cuando Efraín ninguneó a la mujer chilota, sintió rabia e
impotencia, porque ella es su familia y la madre de su hija Valentina, que está criando con el
corazón; desde que se cometió al delito se quedó siempre en Chiloé, tenía buenos contactos para
trabajar en lo que hace él, incluso llamó a su tía Violeta Alvarado Villarroel, que vive en Salinas,
Talcahuano, para entregarse, quería que ella viniera a Chiloé, para explicarle, porque realmente
estaba angustiado; además tiene familia en Lirquén y Lota, que lo habrían recibido allá, y también
tenía trabajo en esa región, que es zona de buceo.
Cuando declaró ante el OS9 no tenía abogado presente en ese momento, había como
cinco o seis carabineros, estaba con el abogado Carreño, pero no sabía lo que se le venía como
persona, después se sintió mal, por todo el tiempo que ha estado preso. Conoció al abogado
Carreño porque estaba en el tema de una partición de una herencia, cuando sucedió esto fue
donde él, por la consulta cuando fue a declarar, le pidió treinta mil pesos y después le cobró
cinco millones por el caso, para mantenerlo libre, y él le pagó, abonándole de quinientos, de lo
que incluso tiene vales.
En la oportunidad prevista en el artículo 338 del Código Procesal Penal, pidió disculpas
públicas a la familia, está arrepentido por lo sucedido y que se encomienda a Dios.
OCTAVO: Convenciones Probatorias. Que, según consta del motivo sexto del auto de
apertura remitido a este Tribunal, los intervinientes no acordaron convenciones probatorias.
NOVENO: Contradictorio. Que, conforme a lo expuesto por los intervinientes en sus
alegatos de apertura y cierre, no habiendo cuestionado la defensa la participación del acusado en
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la muerte de la víctima, los aspectos debatidos en el presente juicio, se centran en tres temáticas;
primero en determinar si la imputación fáctica de las acusaciones fiscal y particular, describe o no
las exigencias legales de la calificante, lo que según la defensa descarta el encuadre de los hechos
en la figura de homicidio calificado, pues de lo contrario se afectaría el principio de congruencia.
En un segundo orden de ideas, la controversia recayó en la calificación que debía
atribuirse a los hechos, sosteniendo los acusadores que éstos configuran un delito de homicidio
calificado por ensañamiento, mientras que la defensa sostiene que la prueba de cargo resultó
insuficiente para demostrar los elementos que configuran dicha calificante.
Finalmente, en el ámbito de las circunstancias modificatorias de responsabilidad penal,
cuestionó el querellante la concurrencia de las minorantes de los numerales 6 y 9 del artículo 11
del CP, que en cambio acogió la fiscalía; también cuestionaron ambos acusadores la calificación
de la colaboración sustancial prestada por el encartado en los términos que prevé el artículo 68
bis del mismo cuerpo legal, y la configuración de las atenuantes que contemplan los números 5 y
8 del citado precepto legal, invocados por la defensa en favor del encartado; mientras que los
defensores solicitaron el rechazo de la agravante que contempla el numeral 4 del artículo 12 del
CP, sobre la que el tribunal invitó a debatir a los intervinientes en uso de la facultad que confiere
el artículo 341 del Código Procesal Penal.
DECIMO: Tipo penal y bien jurídico. Que el delito de homicidio calificado es una figura
especial que prevé el artículo 391 N°1 del estatuto punitivo, que se estructura en torno a la
conducta básica del homicidio, y que se ve agravada por la concurrencia de alguna de las
circunstancias referidas en los diversos numerales del inciso primero del mencionado precepto;
razón por la cual, ha sido definido como “la muerte causada a otra persona que no constituyendo
parricidio o infanticidio, se lleva a cabo con alguna de las cinco circunstancias que se enumeran
en el artículo 391 N° 1” 1. Ello implica que para su configuración se requiere en el ámbito de la
tipicidad objetiva, la convergencia de dos elementos: 1) una acción positiva consistente en
“matar a otro”, que exige a su vez la concurrencia de tres elementos objetivos, a saber: a) un
comportamiento humano, sea activo u omisivo; b) un resultado, constituido por la muerte de la
víctima y c) un nexo causal entre ambos; y 2) que dicha conducta se ejecute con algunas de las
cinco circunstancias calificantes que contempla el precepto legal, en este caso, con aquella que
prevé el numeral cuarto, consistente en obrar con ensañamiento, aumentando deliberada e
inhumanamente el dolor del ofendido.
Además de lo anterior, el resultado de muerte debe ser posible de imputar
objetivamente, vale decir, ser atribuible de modo objetivo, como acto propio a un sujeto dado;
habiendo sido superado por la doctrina mayoritaria que sea el homicidio, un delito que sólo
pueda ser calificado por el resultado – o como de resultado- con prescindencia de la voluntad del
hechor, elemento esencial al representar la culpabilidad, y que permite el reproche penal al
autor; al decir del profesor Garrido Montt, aparece superado el criterio de que la objetividad del
resultado, prima para la calificación de los hechos sobre la voluntad del agente. En este sentido,
1 Derecho Penal, Tomo III, Parte Especial, Mario Garrido Montt, pág. 52.
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2 María Cecilia Ramírez, Lecciones de Derecho Penal Chileno Parte General páginas 178 a 180
3 Garrido Montt, Mario, Derecho Penal, Tomo III, parte Especial, Editorial Jurídica de Chile, p. 22
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Código Penal consiste en matar a otro, vale decir, quitarle la vida, conforme lo define el
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española; elemento que en el caso sublite no fue
controvertida en juicio por la Defensa, quedando además asentada la muerte de la víctima Efraín
Alberto Alvear Jaramillo, conforme al mérito del Certificado de Defunción de la víctima,
emanado del Servicio de Registro Civil e Identificación, que da cuenta de su fallecimiento,
ocurrido el día 1 de mayo de 2016, a las 04:00 horas, en Dalcahue, indicando como causa de la
muerte “Traumatismo encefalocraneano/agresión-homicidio/”; antecedente que guarda
correspondencia con el testimonio prestado por Sandra Elizabeth Catepillán de la Torre, y del
funcionario de carabineros Jorge Rodrigo Villarroel Huerta, que concurrió al sitio del suceso,
quienes expusieron de manera conteste que el día 2 de mayo de 2016, alrededor de las 20:00
horas, la primera echó de menos a Efraín Alvear Jaramillo, a quien arrendaba una vivienda
ubicada en el Bosque N° 80 interior de la ciudad de Dalcahue, mismo sitio en el que se
encontraba su casa, al que había visto por última vez la madrugada del 30 de abril, ingiriendo
bebidas alcohólicas con unas personas, y desde entonces la casa estaba sin luz, por lo que dio
cuenta a la Tenencia de Carabineros de Dalcahue, concurriendo al lugar el carabinero Villarroel
Huerta, quien en compañía de la denunciante, golpearon la puerta de la vivienda arrendada por
Efraín Alvear Jaramillo, que se encontraba sin luz, y al no obtener respuesta, ingresaron y
revisaron la casa con la luz de los celulares, encontrando el cuerpo de éste, tendido al lado de
una cocina a leña, en un espacio de un metro de ancho, el que se encontraba fallecido, ya que no
tenía signos vitales y presentaba golpes en la cara con objeto contundente; lo que también
presenció el testigo Giovani Paolo Escobar Barría, presentado por la parte querellante, que
estuvo presente en el sitio del suceso, debido a que la denunciante Sandra Catepillán, que es su
cuñada, le pidió que la acompañara porque iban a ingresar con carabineros a la casa de la
víctima.
Lo expuesto por los testigos, se encuentra también en armonía con el atestado del
funcionario del Laboratorio de Criminalística de Carabineros, en adelante Labocar, Iván Yáñez
Hernández, quien se constituyó en el sitio del suceso correspondiente a la casa arrendada por la
víctima, ubicado en calle El Bosque N° 80 interior, de la ciudad de Dalcahue, por instrucción del
fiscal de turno, realizando diversas diligencias investigativas, entre ellas, el examen externo del
cuerpo de la víctima, cuya posición decúbito lateral izquierdo, al lado de una pared, con
abundante cantidad de sangre depositada en las superficies por adherencia, aposamiento,
proyección y goteo fijó en las fotografías 3, 14, 15 y 16 del Set de 93 que reconoció en estrados;
destacando que presentaba 10 lesiones de alta energía en cara y cráneo, todas vitales y de
bordes irregulares, con un patrón en forma de V, por lo que concluyó que fueron causadas con
un objeto contundente, las que fijó en las fotografías 20 a 41 del mismo Set, destacando que la
Lesión 1, presenta forma de V y se ubicaba en el borde supraciliar derecho; la Lesión 2,
corresponde a una herida cortante en la orbitaria del ojo derecho de 4 centímetros; la Lesión 3,
estaba en la zona nasogeniana y medía 3 centímetros de longitud; la Lesión 4 correspondía a un
golpe asimétrico en el dorso de la aleta nasal, fractura de nariz; la Lesión 5, era una herida
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un patrón, por lo que estima que se ocasionaron con elemento contundente con un reborde
metálico.
DECIMO QUINTO: Que, conforme al conjunto de expresiones vertidas en estrados por los
testigos y peritos mencionados, que impresionaron a estos sentenciadores como creíbles, pues
provienen de personas que pudieron percibir los hechos que describen a través de sus sentidos,
lo que les ha permitido dar razón circunstanciada de ellos, y además resultaron precisos, lógicos y
coherentes, desde una perspectiva individual, sin que se evidenciara algún defecto de idoneidad
que pudiera afectar su credibilidad subjetiva, siendo a la vez, plenamente concordantes y
unívocos, en una valoración conjunta; concluyó de manera racional el tribunal, que el deceso de
la víctima Efraín Alvear Jaramillo no es atribuible a causas naturales, sino que se produjo por
múltiples heridas contusas que le provocaron fractura de cráneo y de todos los huesos de la cara,
todas vitales y coetáneas, como quedó asentado conforme al testimonio del médico legista Jesús
Blanco Duarte, las que le provocaron un politraumatismo craneoencefálico que fueron la causa
de su muerte, conclusión experta que permite sostener racionalmente que el deceso de la
víctima es atribuible como resultado a la acción de un tercero.
Adicionalmente, el análisis de la prueba rendida en estrados, permitió tener por
establecido el marco espacial y temporal en que se produjo el fallecimiento de la víctima, toda
vez que los elementos aportados por los testigos Sandra Catelicán de la Torre y el menor René,
dan cuenta de las circunstancias previas al deceso de la víctima acaecidas desde alrededor de la
17:30 horas del día 30 de abril de 2016, en particular, la ingesta alcohólica de la víctima en
compañía del acusado José Luis Baquedano, que se habría prolongado al menos hasta la
medianoche, en el interior de la casa habitación que arrendaba Efraín Alvear Jaramillo a la última
testigo mencionada, de acuerdo a los antecedentes aportados por ella, que aludió también a
fuertes golpes provenientes de la misma vivienda aproximadamente a las cinco de la madrugada,
momento en el que despertó y observó la casa de su arrendatario hasta ver la salida sigilosa de
una persona que no conocía, que llevaba una bolsa en la mano; de lo que se desprende que la
agresión que causó la muerte a Efraín Alvear Jaramillo se produjo entre la noche del día 30 de
abril y la madrugada del 1 de mayo de 2016, en el interior de su casa habitación ubicada en calle
El Bosque N° 80, interior de la ciudad de Dalcahue, emplazada detrás de la casa de Sandra
Catelicán, específicamente en la dependencia destinada a cocina comedor, al lado de una cocina
a leña, lugar en el que fue encontrado su cuerpo dos días después; inmueble que contaba con
una entrada independiente de la casa principal, a través de un pasillo lateral ubicado a 20 metros
de la vivienda, que mantenía un desnivel de unos 4 metros en relación con la vía principal, como
lo refirió e ilustró el perito Iván Yáñez Hernández en la fotografía 5 del Set de 93 que reconoció
en estrados; por lo que el tribunal acogió la propuesta fáctica contenida en este sentido en las
acusaciones fiscal y particular, considerando además que similar referencia temporal y locativa
efectuaron en estrados el carabinero Jorge Villarroel Huerta y el funcionario de la SIP, Luis
Ortega Rodríguez, que realizó diversas diligencias al inicio de la investigación, antecedentes que
recoge también el certificado de defunción del afectado.
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DE CASTRO
DECIMO SEXTO: Acción Homicida. Que para determinar la forma en que se produjo la
agresión a la víctima Efraín Alvear Jaramillo, es decir, la objetivación de un accionar humano en el
mundo material al que pueda imputarse, tanto natural como jurídicamente, el resultado típico
que constituye la muerte de la víctima, previamente acreditada, el tribunal consideró en primer
término, los dichos del menor René, quien expuso que era amigo de la víctima, al que vio con
vida por última vez un día sábado, él lo pasó a buscar al Centro Médico en el que trabajaba como
dentista, fueron a su casa a hacer una cena y luego se fueron a la vivienda de Efraín, que está en
camino al Bosque en Dalcahue, al lado de su casa; más tarde, lo mandó a comprar una pichanga,
pero como no había, regresó con Efraín, y como a las nueve de la noche, llegó un hombre, cuyo
nombre no recuerda, que llevaba una bolsa de nylon con cervezas, el que dijo que era buzo, tenía
poco pelo, andaba con una chaqueta café, y usaba gorro como de hilo. Estuvo conversando un
rato con el hombre, pero luego le dijo al tío Efraín que debía regresar a su casa, o su madre no le
permitiría visitarlo más, él le insistió en que se quedara, pero él se despidió y se fue, quedando
en la casa solo las dos personas, conversando en la mesa, destacando que Efraín tenía un hacha
de mano que estaba encima del calefactor a gas, la que no volvió a ver después de su deceso.
Dichos testimonio se complementó con lo expuesto por Sandra Catelicán de la Torre, en
cuanto refirió que el día sábado 30 de abril de 2016, Efraín Alvear pasó a su casa, le pagó el
arriendo y le dijo que se iba donde una señora a cocinar una comida colombiana, y más tarde,
como a las 17:30 horas -de acuerdo a la precisión entregada por el funcionario del OS9 Ricardo
Díaz Barría-, lo vio pasar con una olla junto a otro joven para comer la comida; en forma posterior
ella salió a la casa de su mamá y llegó como a las 22:30 horas, fue a su pieza, miró la casa de
Efraín, que está muy cerca, vio luz en la cabaña y escuchó que una conversación, pensó que podía
ser gente de su nacionalidad, luego se fue a acostar, y se durmió como a las doce de la noche,
después de revisar sus correos, pero despertó como a las 05:05 horas de la mañana, con un ruido
muy fuerte e intenso, pensó que Efraín picaba astillas de leña en la cocina, con un hacha de
mano, como lo hacía cuando tenía frío, miró hacia abajo y vio luz en la cabaña, sintió que una
persona como que lo retaba o lo insultaba, pero no era la voz de Efraín, luego escuchó dos o tres
golpes muy intensos y escuchó un ruido fulminante de golpe, como que estaban degollando a
alguien, cree que cuando lo mataron, luego sintió unos pasos muy intensos y rápidos, se
encendió la luz del dormitorio por uno o dos minutos, después sintió caminar rápido por la
cocina, estaba encendido el computador, le subieron el volumen y en seguida lo apagaron e igual
que la luz de la cocina; sintió que abrieron la puerta, vio salir a un hombre con una bolsa en las
manos, le pareció extraño a esa hora, se levantó de la cama, se fue a la cocina, vio caminar a la
persona con los sensores de la luz, luego abrió la reja despacio, la cerró con cuidado, caminó dos
pasos, miró hacia adentro, percatándose si había gente mirando o si estaban apagadas las luces,
y luego se fue hacia el lado de la playa; desprendiéndose del contrainterrogatorio de la defensa,
que ante personal de la SIP y del OS9, la referida testigo solo refirió que al ir a acostarse vio luz en
la cabaña de la víctima, escuchó su voz y la de otra persona, que decían puras incoherencias, y
como si discutieran entre ellos, ya que levantaban el tono de la voz, sin mencionar que oyó un
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TRIBUNAL DE JUICIO ORAL EN LO PENAL
DE CASTRO
último golpe, ni que tuvo la sensación que lo estaban degollando, tampoco mencionó que
mientras se producían los golpes escuchaba una voz que estuviera retando o insultando a Efraín
Alvear, lo que omitió también fiscalía, por lo que el tribunal restó valor a esa información
novedosa para la defensa, de la que el acusado quedó impedido de defenderse; sin perjuicio de
lo cual, la versión de dicha testigo se encuentra en armonía con los dichos de Giovani Escobar
Barría, quien señaló que el 30 de abril de2016, Efraín pasó a su negocio, como a las 17:00 horas,
dejando olvidada una cámara que tomaba radiografías; el 1 de mayo, él estaba invitado a un
evento de un club deportivo, como a las 20.00 horas, en el que estuvo como hasta las 0500 horas
de la madrugada, luego cerró su local y se fue caminando a su casa, que está cerca de la vivienda
de Sandra, al llegar, estando a unos 15 metros de la casa de Efraín, escuchó un golpe fuerte en el
interior, pensó que Efraín estaba ebrio y que en ese estado estaba picando leña con un hacha, lo
que era habitual, y como no escuchó gritos o señales de auxilio, no le pareció sospechoso y se fue
a acostar.
Los referidos testimonios, encontraron respaldo también en los dichos del funcionario de
la SIP Luis Ortega Rodríguez, en cuanto corroboró los dichos de los dos primeros testigos
mencionados, a los que entrevistó dentro de las primeras diligencias; destacando que el menor
René dio cuenta de la existencia de un hacha de mano en el interior de la casa de la víctima, la
que no se encontró durante el registro del sitio del suceso, lo que complementó con la exhibición
de las fotografías 19 y 20 del Set de 20 que confeccionó la SIP, que corresponde a imágenes de
Efraín Alvear en el interior de la cabaña que arrendaba, obtenidas en la red social Facebook, en
las que se aprecia que éste mantenía un hacha de mano, de mango negro con amarillo, sobre una
cocina a leña; información que fue refrendada en estrados por el funcionario del funcionario del
OS9 de Carabineros, Ricardo Javier Díaz Barría, quien también dio cuenta de las declaraciones
que obtuvieron del menor René Guerrero y de la testigo Sandra Catelicán, los que reprodujo de
manera sucinta en estrados, precisando que el hacha de mano a que hicieron referencia los
testigos no fue encontrada en el sitio del suceso; declaraciones que consideradas en conjunto, se
encuentran en armonía con la ausencia de señales de fuerza en la puerta de acceso de madera, y
de otras efracciones en los sistemas de seguridad de la casa, como lo sostuvo el perito del
Labocar Iván Yáñez Hernández, al reconocer las fotografías 7 a 9 del Set de 93 que se le
exhibieron en estrados, quien aseveró haber buscado con su equipo pericial el arma homicida en
el sitio del suceso, sin encontrarla, lo que reforzó la posibilidad que ella correspondiera al hacha
de mano de propiedad de la víctima.
Tales probanzas, se complementaron a su vez con la diligencia de Reconstitución de
escena que expuso el perito de Labocar Joseph Saldaña Elgueta, en reemplazo del titular Adrián
Alderete Molina, con apoyo de un set de 43 imágenes, en las que se fijó el sitio del suceso
correspondiente a la vivienda ubicada en calle El Bosque 80, interior de Dalcahue (1), y además la
versión del menor René Guerrero entre las fotografías 4 a 25, quien indicó que el día de los
hechos, alrededor de las 20:00 ingresó con Efraín (4), ambos se dispusieron a compartir y lo
hicieron dentro de la casa (5 y 6), antes de las 21:00 horas el testigo salió de la casa para comprar
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TRIBUNAL DE JUICIO ORAL EN LO PENAL
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una pichanga (7), al no encontrar regresó a la casa de la víctima (8); conversó con Efraín Alvear
(9), luego ingresaron de nuevo a la casa, donde siguen compartiendo (10 y 11); René se dirigió a
la puerta para atender al que estaba tocando (12), abrió la puerta y entrevistó a una persona de
contextura media delgada alta, con gorro, chaqueta y zapatos café, en una de sus manos portaba
unas bolsas con cervezas al parecer (13); el desconocido saludó de mano a Efraín y luego se sentó
(14), dejó el paquete o bolsa en un lugar cercano, casi frente a la cocina (15), los 3 se sentaron en
la mesa, René en la silla cerca de la pared, al centro el desconocido y la víctima cerca de la estufa
a gas (16), continuaron compartiendo (17), René se paró a buscar cerveza para servir al resto de
las personas y la sirvió (18 y 19), se vuelve a sentar y siguieron compartiendo (20). Agregó que
como a las 21:30 horas miró su celular, ya era tarde, su madre le había dado permiso hasta esa
hora, tenía que irse (21), se despidió de Efraín y del desconocido para irse (22), se despidió de
mano del desconocido (23), y se retiró en dirección a su casa (24 y 25).
Adicionalmente, reprodujo el perito la versión de la testigo Sandra Catelicán de la Torre,
que fijó entres las fotografías 26 a 43, indicando que dormía en su cama (26), a las 5:05 horas
despertó por una conversación elevada y golpes que provenían de la casa de Efraín y miró su
celular (27), luego miró por la ventana posterior de su casa para ver que sucedía (28 y 29), estaba
la luz de la cocina encendida (30), vio por la ventana del costado derecho, que la luz del
dormitorio también estaba encendida, pero luego se apagó (31), observó la salida de una
persona desconocida, de contextura delgada, alto, vestía gorro y chaqueta (32), que se retiró del
inmueble transitando por el camino que da a la vía pública, portaba una bolsa blanca entre las
manos (33), mientras avanzaba, se encendieron unos focos de movimiento que iluminaron a la
persona (34), ella se trasladó hasta la cocina (35), pasando por el living y comedor (36), se sube a
un sillón (37), mira al desconocido desplazarse lentamente hacia la salida (38), se encendió otro
foco del pasillo (39), lo ve llegar a la salida de la propiedad, cierra con cautela (40), lo ve retirarse
con la bolsa en la mano (41), y además fijó la Pared sur del inmueble de propiedad de la testigo
(42) en la que se aprecia el foco con sensor de movimiento, y el pasillo que da a la vía publica
ubicada al este de la propiedad, donde transita y al costado izquierdo mantiene foco con sensor
de movimiento activo (43).
DECIMO SEPTIMO: Que, sin perjuicio de lo expuesto, ante la ausencia de testigos
presenciales de la agresión a la víctima, resultó relevante como antecedente para formar la
convicción, el testimonio voluntario prestado por el acusado José Luis Baquedano Herrera ante el
fiscal y personal del OS9 de Carabineros, el 30 de junio de 2016 -como fluye también del Informe
de Lesiones N° 271175 extendido por el Hospital de Castro, respecto al encartado-, que
reprodujo en lo sustancial en audiencia el funcionario Ricardo Díaz Barría, en el que éste señaló
que el 30 de abril llegó a la casa de la víctima, llevaba cerveza en una bolsa, compartieron, estaba
el menor René, consumieron drogas, marihuana y cocaína, la víctima empezó a hablar mal de los
chilotes, se sintió mal porque su pareja es chilota y él se siente un poco chilote, la víctima intentó
agredirlo, no lo logró, tomó un hacha de mano que estaba encima de la estufa, se resistió, se
produjo un forcejeo, se paró el acusado, le dio golpes con la parte posterior del hacha de mano,
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se lavó las manos en el baño y se retiró del domicilio, y arrojó el hacha en la costanera de
Dalcahue; versión que se fijó el 14 de julio de 2016, por personal del OS9 en la fiscalía de Castro,
de acuerdo a lo referido por el funcionario Nelson Guzmán Guzmán, en un Set de 16 fotografías,
precisando que se montó en dicha sede una escenografía transitoria, representando una mesa,
dos sillas y una estufa a gas, el hacha de mano y una bolsa de nylon en que el encartado habría
guardado el hacha, de acuerdo a las fotografías 1 a 3 del Set antes referido, destacando que
ambos estaban conversando y bebiendo cerveza, sentados uno a cada lado de la mesa, el occiso
empezó a recriminar a los chilotes diciendo que eran flojos y copuchentos, no le pareció correcto
y se inició una discusión (fotografía 6), en un momento la víctima se levantó y lo golpeó en el
rostro (fotografía 7), luego lo tomó del cuerpo y asió el hacha de mano que la estufa a gas, con
claras intenciones de querer pegarle (fotografía 8); él le tomó la muñeca donde tenía el hacha, y
se produjo forcejeo (fotografía 9); se levantaron los dos, mientras él seguía tomándolo de la
muñeca (fotografía 10); en el forcejeo cayeron al suelo(fotografía 11), en un momento le
arrebató el hacha y golpeó a la víctima con el hacha, con la parte de atrás y no con el filo
(fotografías 12 y 13); luego se levantó con el hacha en la mano, la víctima quedó tendido en el
suelo, y guarda el hacha en la bolsa (fotografía 14); guarda el hacha en el interior de la bolsa de
nylon (fotografía 15) salió de la cabaña portando el hecha en el interior de la bolsa de nylon
(fotografía 16).
Para establecer la dinámica de los hechos, se contó también con el testimonio de la
médico legista y criminóloga Vivian Bustos Baquerizo, que en lo sustancial expuso, que en enero
de 2017 con el fin de establecer hitos y modo de ocurrencia de los hechos y definir si había
elementos para provocar un mayor dolor del afectado Efraín Alvear, revisó el Informe Científico
Técnico del sitio del suceso, la autopsia, que describía las lesiones que presentaba la víctima, así
como la presencia de sangre en el contenido gástrico mezclado con líquido, con volumen cercano
a los 600 cc y el resultado de la alcoholemia, con valor de 2,63 gramos por litro; además los dos
testimonios del imputado Baquedano Herrera, emitidos en presencia de fiscal, de junio de 2016 y
enero de 2017; estableciendo que las lesiones eran todas vitales, ya que presentaban sangrado,
eran alrededor de 14 heridas distintas, muchas asociadas a fracturas, no se advirtió seña de
reparación, por lo que ocurrieron en intervalo breve en tiempo cercano a la muerte, es decir,
coetáneas entre sí y coetáneas a la muerte, pero producidas en forma secuencial, causadas por
un elemento contuso, de particular dureza, mayor peso, o de alta aceleración o de estas
variantes conjugadas, como tenían forma de V o L arma tenía un canto fino, al no detectar
lesiones penetrantes estableció que su superficie era superior a los 13 cms. cuadrados, de
material metálico, por la ausencia de elementos ajenos, no encontrarse elementos ajenos, debía
corresponder a material metálico duro para no dejar parte de estructura en las heridas. Destacó
el uso de percusión para causar las lesiones, pero con apoyo de cráneo en una superficie dura y
rígida, siendo la cabeza la única zona objeto del trauma, incluida cara y cráneo.
En cuanto a la dinámica, señaló que las lesiones indicaban interacción física violenta de
tipo agresivo, que la cabeza debió tener a lo menos dos posiciones distintas a lo largo de la
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interacción, por la multiplicidad de lesiones semejantes, fueron causadas por un elemento único,
y por un agresor único, focalizándose la conducta agresiva en el sector alto del cuerpo por todos
sus lados, la inexistencia de lesiones del afectado podría indicar que el ataque pudo ser súbito o
intempestivo para el afectado y no tener la posibilidad de desarrollar maniobras defensivas y la
segunda posibilidad, que el primer golpe fuera de tal magnitud que le impidiera desarrollar este
tipo de conducta. En cualquiera de estas dos situaciones la alcoholemia era un factor
determinante para prever y desarrollar conductas defensivas.
Señaló en una perspectiva psicopatológica, que las lesiones provocaron sangrado externo
inmediato, y fracturas asociadas, generando un compromiso doloroso que pudo verbalizarse, y
las lesiones craneanas provocaron compromiso de conciencia inmediato, siendo todas las
lesiones consideradas aisladamente, por sí solas capaces de causar la muerte y que las lesiones
faciales también tenían la capacidad de causar la muerte del sujeto.
Sostuvo igualmente, integrando los fenómenos psicopatológicos, que se produjeron en 3
fases, en la última se generó la fractura de maxilar y dientes, pues el afectado mantuvo estos
dentro de su boca, porque no los inhaló, ni deglutió, por lo que existía un compromiso de
conciencia severísimo. En la primera fase, debió existir un trauma que generó sangrado del área
nasal, bucal o malar, que se extendió en el tiempo lo suficiente, para que se acumulara en el
estómago, a través de un acto consciente que es la deglución, lo que demuestra que no lo dejó
completamente inconsciente, y una fase intermedia en que debieron producirse las lesiones
cráneo encefálicas, que fracturaron hueso, que dejaron la sujeto inconsciente, hasta las que
dejaron los dientes dentro de la boca.
Consideró que los hechos acontecieron solo en la cocina, con la víctima con una
alcoholemia de 2,68 gramos, la sangre en la toalla es atribuible a una maniobra del imputado que
el mismo declaró, y sangre por goteo de altura indica el punto de inicio de la primera interacción,
con el sujeto de pie, y luego cambia de posición erguida a caída, estando la víctima consciente, de
acuerdo a la mancha de sangre en el muro por detrás de la estufa, en la que se aprecia la mano
derecha que se desliza por el muro, lo que indica que se produjo una lesión sangrante, que la
percibió y diagnosticó, que llevó su mano derecha a la zona sangrante, perdió estabilidad y
tendió a caer a posterior, pretendió evitar la caída apoyándose en el muro, donde también hay
sangre por proyección, y además se produjo un encharcamiento de sangre en el área superior de
la cabeza, que da cuenta que las lesiones se produjeron en ese lugar, que es el punto donde
fallece.
DECIMO OCTAVO: Cabe destacar, que si bien la versión del encartado no concuerda con
las múltiples lesiones que presentaba la víctima en cara y cráneo, de acuerdo a los antecedentes
aportados de manera conteste por los médicos legista Jesús Blanco Duarte, Vivian Bustos
Baquerizo y por el perito del Labocar Iván Yáñez Hernández, este último ratificó en juicio la
existencia de una toalla café claro en el interior del baño, a la que aludió el encartado, que
presentaba manchas rojizas, especie que fue levantada por personal de Labocar como E-5 y fijó
en las fotografías 47, 48 y 68 a 70 del Set de 93, y que además identificó al exhibírsele en
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ambos, lo que se condice con el hallazgo de dos latas de cerveza sobre la mesa, que de acuerdo a
las imágenes 83 a 89, fueron levantadas por Labocar como E-6 y E-7, encontrándose en la
primera sangre humana y células epiteliales en la segunda, de acuerdo al Informe Pericial de
Biología Forense N° 3449-2016, quedando establecido en el Informe Pericial de Genética
Forense N° 3449-01-2016, particularmente en la conclusión 4, que en ambas se obtuvo una
mezcla de perfiles genéticos, de al menos dos contribuyentes, siendo el mayoritario el de Efraín
Alvear Jaramillo, pero la segunda contribución, no resultó apta para comparación.
En relación al consumo de marihuana, no fue discutido que en uno de los dormitorios de
la casa de la víctima se encontraron seis plantas de cannabis sativa en crecimiento, como lo
refirieron los funcionarios Luis Ortega Rodríguez e Iván Yáñez Hernández, lo que se
complementó con prueba documental acompañada por la defensa, consistentes en Acta de
examen físico del arbusto cannabis sativa, la remisión de dichas especies al Servicio de Salud
Chiloé, mediante Oficio N° 50 de la Segunda Comisaría de Carabineros de Castro, de fecha 3 de
mayo de 2016, Acta de Recepción N° 64/2016, de fecha 5 de mayo de 2016, que da cuenta de la
entrega de las especies de presunta cannabis a la Encargada de Decomisos de Droga del Servicio
de Salud Chiloé, evidencias que permiten suponer de manera racional que la víctima mantenía
dichas especies para un eventual consumo, no obstante no haber arrojado el Informe
Toxicológico N° T-4485-17, la presencia de marihuana en la sangre de Efraín Alvear Jaramillo;
siendo relevante destacar, que si bien se acompañaron también un Protocolo de Análisis y un
Informe sobre tráfico de acción de la marihuana, el tribunal les restó valor ya que recaen sobre
sustancias recibidas mediante Acta N° 88, que no se incorporó a juicio, por lo que se desconoce
su origen; de tal suerte, que el único antecedente en que se sustenta la pretensión de la defensa,
recae en el Informe de Peritaje Social del Acusado, que confeccionó la perito Eli Volenski Burgos,
el que resultó insuficiente para demostrar el supuesto consumo problemático de alcohol y drogas
que presenta el acusado, ya que la única información en tal sentido, proviene de la testigo Marcia
Tureuna Collupe, ex conviviente del acusado, pero no encuentra respaldo en ningún informe
médico u otro documento que otorgue fiabilidad a la apreciación de la testigo, ya que por el
vínculo afectivo que mantenía con el acusado, resulta dudosa su objetividad, más aun cuando
quedó de manifiesto en juicio que inicialmente accedió a mentir para ayudar al encartado,
creyéndolo inocente.
Finalmente, es preciso señalar que de acuerdo al mérito del Informe Toxicológico que se
practicó a la sangre de la víctima, su muestra arrojó resultados positivos para la presencia de
metabolitos o derivados de la cocaína, y en ella se detectó benzoilecgonina, lo que cuenta de un
consumo de cocaína, en tiempo anterior a su fallecimiento, aunque no da certeza de la época
precisa en que se realizó el consumo, circunstancia que en cualquier forma no significa per se,
que el encartado José Luis Baquedano Herrera hubiese consumido cocaína tiempo antes de dar
muerte a la víctima, ya que no se incorporó un informe toxicológico de éste y los efectos que
dicha droga provoca en el organismo de acuerdo al Informe de efectos y peligrosidad de la
cocaína que incorporó la defensa, como la euforia o paranoia transitoria, no se evidenciaron en
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la conducta sigilosa que pudo advertir la testigo Sandra Catepillán de la Torre, mientras el
encartado salía de la casa de la víctima.
En cualquier forma, la circunstancia del consumo voluntario de drogas o alcohol, por
parte del acusado, aun cuando hubiese sido en compañía de la víctima, no lo libera de
responsabilidad por la agresión persistente y violenta que causó la muerte a Efraín Alvear
Jaramillo, en el mismo lugar en que se encontraban compartiendo.
DECIMO NOVENO: Que, las probanzas que se vienen analizando, valoradas en su
conjunto, permitieron al tribunal una reconstrucción aproximada de la dinámica de la acción
homicida y de los sucesos previos y posteriores más cercanos, quedando asentado que Efraín
Alvear Jaramillo, llegó a su casa habitación alrededor de las 17:30 horas del día 30 de abril de
2016, en compañía del menor René, con la finalidad de compartir y degustar comida colombiana,
alrededor de las 21:00 horas envió a dicho menor a comprar comida, pero al no encontrar,
regresó a la casa de la víctima, a la que momentos después llegó el acusado, portando un pack de
cervezas en una bolsa de nylon, compartieron estas tres personas en el interior de la casa de
Efraín Alvear hasta aproximadamente las 21:30 horas, momento en que el testigo René se retiró
del lugar, quedando solos en la vivienda el acusado y la víctima, lo que siguieron compartiendo
en el mismo lugar al menos hasta la medianoche, como pudo constatarlo la testigo Sandra
Catepillán, al señalar que cuando llegó a su casa escuchó la voz de la víctima y de un chileno, en
un tono elevado, por lo que supuso que había una discusión, y aun cuando no existe certeza de lo
ocurrido en forma posterior y la hora exacta en que se tuvo ligar la agresión que causó la muerte
a Efraín Alvear Jaramillo, parece razonable sostener que esta se produjo alrededor de las 05:00
horas, momento en que la testigo Sandra Catepillán despertó con fuertes ruidos en la casa de la
víctima, advirtiendo desplazamientos en el interior, tras lo cual se apagaron las luces y vio salir a
una persona desde el interior, portando una bolsa, lo que se condice también con lo expuesto a
título de defensa por el acusado, al señalar que no sabía qué hacer luego de matar a la víctima y
decidió retirarse del lugar.
En cuanto a la dinámica de la agresión, el tribunal estimó razonable lo señalado por la
perito Vivian Bustos Baquerizo, en el sentido de que la víctima fue agredido por el acusado con
un elemento contundente, probablemente con el hacha de mano que mantenía en su domicilio,
como lo indicaron los testigos y lo reconoció también en juicio José Luis Baquedano Herrera,
existiendo mayor posibilidad que se encontrara de pie al momento de recibir el primer golpe, lo
que explica la sangre encontrada en el respaldo de la silla, por la parte interior, prácticamente en
el mismo lugar donde finalmente falleció la víctima, y aunque no pudo determinarse la primera
lesión inferida y el efecto que produjo en Efraín Alvear Jaramillo, quedó asentado que por su
avanzado estado etílico no estaba en condiciones de defenderse, lo que podría explicar que no
presente ninguna lesión que pueda atribuirse de manera unívoca a una defensa activa de su
parte y además que se encontraba con sus facultades motoras disminuidas, pudiendo sostenerse
de manera racional, que a consecuencia de ese golpe, cayó al suelo, lugar en el encartado
continuó agrediéndole con la parte posterior del hacha de manera sucesiva en el cráneo y en el
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Blanco Duarte, en reemplazo del legista Joel San Martín Rodena, sólo pudo ser ejecutada por el
encartado José Luis Baquedano Herrera.
VIGESIMO: Nexo causal. Todo lo expuesto demuestra además, la existencia de un vínculo
causal entre la conducta positiva del agente y el resultado típico –muerte de Efraín Alvear
Jaramillo-, entendida aquella como una causa en el sentido que le atribuye la teoría de la
equivalencia de las condiciones; mas, ello no basta para imputar objetivamente un resultado
causado por una conducta humana, sino que se requiere adicionalmente, siguiendo la teoría de
la imputación objetiva, que dicha acción haya creado un peligro jurídicamente desaprobado para
el objeto de protección y que ese peligro se haya materializado en el resultado típico4.
En el caso que nos ocupa, no cabe sino concluir que el resultado típico referido es
imputable objetivamente al encartado, ya que un análisis ex ante, permite establecer la
peligrosidad de su acción, al lesionar a la víctima, que se encontraba desarmado en ese momento
y en avanzado estado de ebriedad, con un elemento contundente en la cabeza y el rostro,
creando con ello un riesgo para el objeto de protección de la norma, constituido por el bien
jurídico vida plena o independiente, como se sostuviera con anterioridad, que no se encuentra
permitido por el ordenamiento jurídico, que se concretó o materializó en el fallecimiento de la
víctima, hecho que claramente se encuentra comprendido dentro del ámbito de protección del
tipo penal propuesto por el ente acusador, el que resultó vulnerado con el actuar del encartado,
lo que constituye además, un presupuesto indispensable para la procedencia y legitimación de la
sanción penal que en definitiva se imponga.
VIGESIMO PRIMERO: Calificante de Ensañamiento. Habiéndose expuesto las razones
conforme a las cuáles el tribunal tuvo por establecidos los elementos objetivos del tipo de
homicidio simple, corresponde analizar los fundamentos que los juzgadores tuvieron en
consideración para desestimar la calificante de ensañamiento, aumentando deliberada e
inhumanamente el dolor del ofendido, que prevé el artículo 391 N° 1 circunstancia 4° del CP,
invocada por los acusadores fiscal y particular.
Para tales efectos, ha de tenerse en consideración que existe acuerdo en doctrina que el
homicidio calificado con ensañamiento exige la concurrencia de un elemento objetivo que
consiste en intensificar excesiva e innecesariamente a la víctima el dolor para causarle la muerte;
aunque la sola concurrencia material de un aumento del dolor a ésta, es insuficiente para
configurar la calificante que requiere además, dado el empleo de la expresión “inhumanamente”,
la configuración de un elemento subjetivo consistente en el ánimo de provocar en el sujeto
pasivo un sufrimiento innecesario, que aumenta el injusto de la conducta y revela una mayor
perversidad en el hechor; debiendo además concurrir dolo directo en relación a esta
circunstancia, como fluye del empleo del vocablo “deliberada”, que alude al aspecto volitivo del
dolo5, esto es, de que el autor quisiera precisamente aumentar inhumanamente el dolor al
ofendido; en otros términos, se exige dolo directo en relación a esta circunstancia. De modo que
4 Lecciones de Derecho Penal, Parte General, Politoff, Matus y Ramírez, 2° edición, año 2010, páginas 178 a 180
5 Politoff, Grisolía y Bustos, Derecho Penal Chileno, Parte Especial, pp.183 a 187
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forma científica, sino únicamente con la observación del referido tanatólogo, omisión que en el
presente caso resultó esencial para la convicción del tribunal, al no contar con su presencia para
justificar las aserciones contenidas en su informe, y tampoco se le solicitó en forma posterior
información complementaria al respecto, lo que resultaba esencial para determinar si la
multiplicidad de lesiones ocasionadas en vida al ofendido pudieron aumentar su dolor,
considerando igualmente la alta probabilidad que desde el primer golpe perdiera la consciencia,
dada la ubicación, intensidad y el carácter sucesivo de ellos, lo que explicaría que ni Sandra
Catepillán de la Torre ni Giovanni Escobar Barría escucharan algún quejido o grito de auxilio en el
momento de la agresión, y que no existen otras lesiones que permitan sugerir que había
respuesta vital de defensa o intento de escape por parte de Efraín Alvear Jaramillo, como lo
afirmaron también en juicio los peritos Jesús Blanco Duarte y Vivian Bustos Baquerizo.
Por otra parte, la omisión en el informe pericial del médico legista Joel San Martín
Rodena, respecto de algunos aspectos médicos vinculados a la calificante que se analiza, intentó
ser subsanada por los acusadores fiscal y particular, con los dichos del testigo Luis Renato
Blanco González, quien refirió haber participado en la autopsia de Efraín Alvear Jaramillo que
realizó el referido profesional el día 3 de mayo de 2016, oportunidad en que llamó la atención del
perito la cantidad de golpes en el cráneo y la cara, que no habían visto antes, que la causa de
muerte fue traumatismo encéfalo craneano, y que al momento de recibir los golpes la persona
estaba consciente, no solo tendida en el suelo, sino sentada, y con imposibilidad de moverse;
indicando el perito Joel San Martín, que por la fuerza y el daño en rostro y cráneo pensó que
podía las lesiones fueron causadas con un garrote o también con la parte posterior de un hacha,
y en cuanto a la dinámica, sostuvo que según los comentarios del perito San Martín Rodena, el
occiso fue agredido en forma brutal, dando la impresión de haber sido torturado, pues estaba
consciente mientras era golpeado y no había lesiones de defensa, además advirtieron que había
sangre en el estómago, mientras lo golpeaban estaba con vida, probablemente hablaba y trataba
de expresarse y por esa condición tragaba la sangre de la boca y de la mucosa oral que estaba
siendo deglutido; sin embargo, la mayoría de estas aseveraciones no se encuentran contenidas
en el informe del fallecido perito, por lo que no es posible darles valor, lo que además significaría
en la práctica suplir un testimonio experto con los dichos de un testigo, que si bien pudo estar
presente en la autopsia, no presenta los conocimientos ni la experticia necesarias para dar
sustento a conclusiones basadas en la ciencia médica, por lo que en definitiva fueron
desestimadas por el tribunal.
A la luz de lo expuesto por los peritos médicos, cuya experticia no fue cuestionada por los
acusadores, es posible sostener que el estado de inconciencia de la víctima, que descartaría su
sensibilidad frente a las lesiones causadas, constituye un aserto factible desde una perspectiva
científica, aun cuando no se precisara por ninguno de ellos el momento exacto dentro de la
dinámica lesiva en que dicho estado de inconciencia pudo producirse, circunstancia que en
definitiva no fue dilucidada con la prueba aportada a juicio, careciendo los juzgadores en
consecuencia de antecedentes científicos objetivos para resolver este aspecto controvertido, que
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TRIBUNAL DE JUICIO ORAL EN LO PENAL
DE CASTRO
excede el conocimiento mundano y personal que pudieran tener los juzgadores, por lo que
cualquier aseveración en uno u otro sentido constituiría una apreciación arbitraria del tribunal,
carente de respaldo probatorio; considerando además según la perito Vivian Bustos Baquerizo,
las lesiones se ocasionaron de manera secuencial y en breve tiempo, acelerando la muerte de la
víctima, lo que desde una perspectiva racional descarta alguna acción de tortura, sin que existan
otros antecedentes válidamente aportados a juicio que puedan justificar dicha hipótesis.
Por otra parte, tampoco demostraron en juicio los acusadores, que el accionar del acusado
se encontrara informado por el ánimo provocar a la víctima un sufrimiento innecesario, ya que
no obstante la gran envergadura de las lesiones inferidas a Efraín Alvear Jaramillo en la zona del
cráneo y cara, todas ellas se verificaron en forma coetánea y sucesiva y en un breve lapso de
tiempo, como lo sostuvieron en estrados los peritos médicos que declararon en audiencia,
dinámica que no se condice con el propósito de incrementar el dolor del ofendido o de
torturarlo, sino más bien con el de asegurar el resultado perseguido que es el deceso de Efraín
Alvear Jaramillo; conclusión que se encuentra también en armonía la naturaleza de las lesiones,
las que de acuerdo a las opiniones médicas aportadas a juicio, cada una de ellas en forma
independiente o seguidas unas de otras eran capaces de producir la muerte de la víctima, que
además se encontraba en avanzado estado de ebriedad, según quedó asentado con su Informe
de Alcoholemia, que le impidió reaccionar frente a la agresión del acusado, siendo posible
presumir por ello que sólo hubo intención de matarla, pero no de torturarla; afirmación que
además es concordante con lo expuesto por el acusado en estrados al señalar que golpeó en
varias ocasiones a la víctima, hasta advertir que había muerto, tras lo cual se retiró del lugar.
Conforme a lo razonado, tampoco es posible justificar probatoriamente que la voluntad
del acusado estuviera dirigida a ocasionar sufrimiento o dolor innecesario a la víctima, es decir
que obrara con dolo directo en relación a la calificante de ensañamiento que se analiza, que
constituye también una exigencia legal y doctrinaria para su configuración; argumentos conforme
a los cuales el tribunal desestimó en definitiva la pretensión de los acusadores en orden a
tipificar los hechos como homicidio calificado con ensañamiento, sin embargo, concurriendo los
elementos típicos del delito de homicidio simple, que prevé el artículo 391 N° 2 del Código Penal,
se recondujeron los hechos a dicha figura penal, tal como se anunció en el veredicto
correspondiente; conclusión que en todo caso no descarta la posibilidad de configurarse en la
especie la agravante genérica de ensañamiento, que contempla el artículo 12 N° 4 del citado
texto legal, cuyos requisitos legales son diversos y menos exigentes que los previstos para la
calificante en comento, lo que advirtió el tribunal durante la deliberación, invitando a alegar a los
intervinientes respecto de dicha exasperante, la que será analizada en detalle en motivos
posteriores.
Tipicidad Subjetiva
VIGESIMO SEXTO: Que, habiéndose establecido la tipicidad objetiva del delito de
homicidio simple, que el Tribunal tuvo por concurrente, resulta indispensable analizar la tipicidad
subjetiva de dicha figura, para lo cual se tendrá en consideración que, a diferencia del delito de
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TRIBUNAL DE JUICIO ORAL EN LO PENAL
DE CASTRO
homicidio calificado, según la doctrina mayoritaria ésta se satisface tanto con dolo directo,
cuando se ha querido causar el deceso, como con dolo eventual, que existe cuando el sujeto sin
perseguir precisamente el resultado en que su acción se concreta, se representó la posibilidad de
ese resultado y no obstante, queda en posición de indiferencia sobre su acaecimiento; e
inclusive, con culpa o imprudencia, cuando la falta de cuidado en la realización de una acción
creadora de riesgo, se concreta en la muerte de otro 9.
Aclarado lo anterior, resulta indispensable considerar que, de acuerdo a las circunstancias
fácticas que el Tribunal tuvo por establecidas, conforme a las versiones del menor René y del
funcionario del OS9 Nelson Guzmán Guzmán, que recreo la versión del enjuiciado, sumados a
declaración que José Luis Baquedano Herrera prestó a título de defensa, la agresión a la víctima
se produjo en el momento en que ambos se encontraban solos en el interior de la casa
habitación de Efraín Alvear Jaramillo, donde previamente habían estado juntos en el comedor
cocina de la vivienda, en particular, sentados en torno a la mesa de comedor que existía en dicha
dependencia, encontrándose Efraín Alvear Jaramillo de pie entre la mesa del comedor y la cocina
a leña que existía en el lugar, el acusado procedió a agredirlo de manera intempestiva,
golpeándola en la cabeza con un elemento contundente, probablemente con la parte posterior
de un hacha de mano de propiedad de la víctima y que estaba en el lugar, pese a que se
encontraba desarmado y en avanzado estado de ebriedad, como se desprende del informe de
alcoholemia N° 4356/2016, que arrojó un resultado de 2,63 gramos por mil de alcohol en la
sangre, tras lo cual éste cayó al suelo hasta quedar en decúbito lateral izquierdo sobre el piso, y
en esa posición continuó golpeándola con el mismo elemento en el cráneo y cara, hasta causarle
la muerte.
En este sentido, puede sostenerse que es tanto una máxima de la experiencia como un
conocimiento científicamente afianzado, que existen ciertas zonas vitales del cuerpo humano,
como ocurre con la cabeza y la zona cervical, donde es sabido, se alojan órganos y sistemas
esenciales para el funcionamiento físico biológico del organismo, como el cerebro y la vía aérea
superior, deviniendo un probable deceso del receptor si estos se ven afectados por un accionar
de la entidad suficiente para afectarlos, como ocurre en el evento de utilizarse un elemento
contundente como la parte posterior de un hacha, afirmación que no requiere conocimientos
especiales en medicina y que es manejada por la generalidad de la población; de lo que se
desprende que en el asunto sub judice, al dirigir el hechor su accionar directamente a zonas
como la cabeza y cráneo de la víctima que sabía vitales, imprimiendo en su accionar una fuerza
importante, que provocó diversas fracturas del cráneo y de todos los huesos de la cara, sin
detenerse hasta asegurarse de la muerte de la víctima, revelan que este era precisamente el
propósito que perseguía el agente.
También indiciarias de la finalidad aludida son las lesiones inferidas a la víctima, que por
su naturaleza, magnitud, ubicación y gravedad, eran necesariamente mortales, ya que según los
dichos de los médicos legistas Jesús Blanco Duarte y Vivian Bustos Baquerizo, cada lesión,
9 GARRIDO MONTT, Mario, Derecho Penal, Tomo III, Parte Especial, pp. 43 y 46
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97 del referido informe, mientras que Ortega Rodríguez lo identificó en la fotografía 18 del Set
de 20 imágenes; contribuyendo también dicha circunstancia a establecer la vinculación que
existía entre José Luis Baquedano Herrera y la víctima.
A ello se sumó lo expuesto por el hermano de la víctima David Armando Alvear Jaramillo
quien expuso que Efraín estaba en Chile desde hacía 8 años, hablaba todos los días con su
hermano que está en Venezuela, y que recibieron por redes sociales la fotografía de una persona
que Efraín había mantenido en su casa dos o tres días y que había tenido que echar,
desconociendo los motivos, la que entregó a fiscalía cuando llegó a Chiloé, fotografía que le fue
exhibida en estrados, reconociendo en ella a la persona del acusado.
Relevante para formar la convicción del tribunal resultó el testimonio de los funcionarios
del OS9 Ricardo Díaz Barría y Nelson Guzmán Guzmán, quienes entre otras diligencias, ubicaron
al acusado el 30 de junio de 2016, y estuvieron presentes en la declaración que prestó al fiscal
reconociendo su autoría en el homicidio de Efraín Alvear Jaramillo, manifestando que eran
amigos, por lo que estaba arrepentido, versión que el segundo funcionario referido fijó en un Set
de 16 fotografías que ilustraron respecto a la dinámica que habría desplegado para agredir a la
víctima; dando cuenta además Ricardo Díaz Barría que ubicaron a Jorge Torres Barrientos, quien
arrendaba una pieza a José Luis Baquedano desde el 3 de abril de 2016, informando que el
sábado 30 de abril lo vio salió de su domicilio, y volvió a verlo el 1 de mayo de 2016, alrededor de
las 14:00 horas, pudiendo observar desde la cocina de su casa que había lavado ropa, en
particular, un gamulán de color café, el que retiró como a las 17;00 horas. Además, entrevistaron
nuevamente a Marcia del Carmen Tureuna Collupe, quien reconoció que había mentido en su
primera declaración a petición del imputado, pues se juntaron el 30 de abril de 2016, pero no se
encontró con él el día 1 de mayo, versión que la testigo reiteró en estrados, precisando que ella
se enteró el martes de la muerte de la víctima, lo que comentó al encartado, indicándole él que
era sospechoso, pues era amigo de la persona fallecida, y le pidió que declarara en la comisaría
de Dalcahue que había llegado mareado a la casa como a la una de la madrugada, y con
posterioridad le pidió que lo fuera a ver a Castro, y después, que se fueran a vivir juntos a
Quellón.
Finalmente, el funcionario Díaz Barría manifestó que se levantaron algunas vestimentas
del acusado desde el domicilio de la testigo Marcia Tureuna, destacando un gorro de hilo color
azul con franjas blancas y rojas, que reconoció en juicio, destacando que correspondía a la
prenda que describieron los testigos Sandra Catepillán y el menor René, que vieron al acusado el
día de los hechos en la casa de la víctima.
Tales testimonios y probanzas, ponderados racionalmente de manera conjunta,
constituyen un conjunto de indicios que permiten sostener fundadamente la participación del
encartado, ya que fue posicionado en el sitio del suceso por dos testigos, que luego la policía
constató el deceso de Efraín Alvear Jaramillo en el interior de su casa habitación, donde había
estado compartiendo con éste desde horas de la noche del día 30 de abril de 2016, desde donde
salió aproximadamente a las cinco de la mañana; los que además resultan coincidentes con la
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TRIBUNAL DE JUICIO ORAL EN LO PENAL
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declaración prestada a título de defensa por el acusado José Luis Baquedano Herrera, en la
oportunidad procesal contemplada en el artículo 326 del Código Procesal Penal, cuya síntesis se
transcribió en el motivo séptimo de este fallo; la que en virtud del principio de libertad de prueba
contenido en el artículo 295 del Código Procesal Penal, será valorada por estos juzgadores en el
sentido de constituir un antecedente más, ya que coincide y refuerza lo concluido por el Tribunal
acerca de la participación en calidad de autor, que conforme a lo dispuesto por el artículo 15 N° 1
del Código Penal, le correspondió en la perpetración de los hechos que se han tenido por
acreditados y que configuran el delito de homicidio simple en la persona de Efraín Alvear
Jaramillo, por cuanto se situó en el lugar de los hechos, y reconoció haber golpeado a la víctima
en la cabeza y cráneo con la parte posterior de un hacha de mano que este mantenía en su casa
habitación, en múltiples ocasiones, para luego huir del lugar al advertir el deceso de la víctima,
arrojando el arma homicida a la playa.
VIGESIMO OCTAVO: Culpabilidad. Que, habiéndose establecido la responsabilidad del
encartado José Luis Baquedano Herrera en los hechos que fijó el tribunal, y que han resultado
constitutivos de un delito de homicidio simple en la persona de Efraín Alvear Jaramillo, cabe
destacar que en la especie, no fueron alegadas por la Defensa circunstancias que eliminen la
culpabilidad del agente, ni se advirtió por el Tribunal alguna que permita excluirla.
VIGESIMO NOVENO: Audiencia de determinación de pena. Que, en la audiencia referida,
el representante del Ministerio Público, reconoció a favor del acusado las atenuantes de los
numerales 6 y 9 del artículo 11 del Código Penal, pero se opuso a la configuración de la
minorante del artículo 11 N° 8, por lo que concurriendo dos atenuantes y una agravante, deben
ponderarse dichas circunstancias, debiendo dársele mayor plus a la exasperante, por lo que
solicitó la aplicación de una pena de catorce años; indicando que además debe considerarse la
extensión del mal causado, pues era un profesional que desarrollaba funciones en la comunidad,
no logrando la defensa afectar su imagen por las plantas de marihuana que se encontraron en el
lugar, y además hay una afectación de su madre y su familia, que están en el extranjero.
Por su parte, la querellante solicitó el rechazo de todas las atenuantes invocadas por la
defensa, aduciendo respecto a la que prevé el artículo 11 N° 5, que no se demostró que el
acusado hubiese consumido marihuana o cocaína, el informe que se acompañó corresponde a la
víctima, y los efectos de la marihuana son discutidos a nivel mundial, por lo que es una causal
improcedente; en relación al artículo 11 N° 6, sostuvo que el acusado no posee irreprochable
conducta anterior, pues no está exento de censura, ya que se está frente a un ebrio y un
drogadicto, al que se le había solicitado el abandono de la casa por sus malas costumbres;
además refirió que no beneficia al acusado la atenuante del artículo 11 N° 8, ya que no se
denunció ni confesó el delito; y respecto de la minorante del artículo 11 N° 9, sostuvo que no
existió colaboración sustancial, pues botó el arma, y mintió en su primera declaración, por lo que
corresponde el máximo de pena, de 20 años que pidió en la acusación.
Por último, la Defensa sostuvo que no es discutido que las minorantes tienen mayor peso
que las exasperantes, que en este caso concurren las atenuantes de los numerales 6 y 9 del
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TRIBUNAL DE JUICIO ORAL EN LO PENAL
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artículo 11, por el extracto sin mácula del acusado y la ausencia de antecedentes en contrario,
encontrándose también establecido que la intervención policial se desencadenó con la
declaración incriminatoria del acusado, pues los días previos no se realizaron actuaciones
tendientes a la detención; y también se configura la minorante del número 8 del mismo artículo,
ya que el encartado pudo eludir la acción de la justicia, al menos de manera potencial, pues tiene
su origen en la octava región y se le ofreció ir para allá, trabajaba en Lirquén y tenía medios
económicos, desde que contrató un abogado privado, y le depositó la suma de quinientos mil
pesos como parte de sus honorarios, y su denuncia fue de participación. Sostuvo que
concurriendo tres atenuantes y una agravante, luego de la compensación racional subsisten dos
atenuantes, por lo que solicitó la rebaja de la pena en un grado conforme a lo dispuesto por el
artículo 67 del CP, y la aplicación de la pena de cinco años y un día, y para el evento de estimar
que no concurre la minorante del artículo 11 N° 8 del mismo texto legal, se estime que la
colaboración sustancial, por su entidad, tiene el carácter de muy calificada en los términos que
prescribe el artículo 68 bis; agregando que las sanciones solicitadas por los acusadores son
ilegales y además pidió el abono del tiempo que se representado ha permanecido privado de
libertad y la exención del pago de las costas de la causa.
Circunstancias Modificatorias de Responsabilidad Penal
TRIGESIMO: Atenuante 11 N° 6. En relación a la minorante que prevé el artículo 11 N° 6
del Código Penal, resulta relevante consignar previamente, que si bien el legislador no define qué
debe entenderse por irreprochable conducta anterior, la mayoría de la jurisprudencia nacional,
en una interpretación favorable a los acusados, ha aceptado el reconocimiento de dicha
atenuante en mera ausencia de anotaciones penales y a falta de prueba en contrario, en el
entendido que un comportamiento anterior exento de infracciones a la normativa jurídico-penal,
demostraría el ánimo del sujeto de abstenerse de obrar mal y ajustar su conducta a los
requerimientos éticos con significación social, circunstancia que permite una morigeración de su
responsabilidad.
Conforme a lo expuesto, en concepto de los sentenciadores, la irreprochable conducta
anterior del acusado se encuentra plenamente justificada con el mérito de su extracto de
filiación y antecedentes, carente de anotaciones penales y condenas por actos de violencia
intrafamiliar pretéritas, morigerante que además fue reconocida expresamente por el persecutor
fiscal; siendo procedente señalar que si bien el acusador particular sostuvo que la conducta
pasada del enjuiciado no era irreprochable, ya que era un hecho conocido que se trataba de una
persona drogadicta y alcohólica, ninguna probanza se aportó a juicio para justificar dichas
aserciones, y tampoco se demostró que hubiese incurrido en otras conductas moralmente
reprochables, como lo insinuó también el querellante en sus alegaciones, por lo que el tribunal
desestimó su petición en orden a rechazar la minorante que se analiza en favor del encartado.
TRIGESIMO PRIMERO: Atenuante 11 N° 9. Que, la Defensa solicitó se acogiera en favor del
acusado la atenuante contemplada en el artículo 11 N° 9 del Código Penal, por haber colaborado
sustancialmente al esclarecimiento de los hechos, la que además debe tenerse como muy
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calificada conforme a lo establecido en el artículo 68 bis del Código Penal; morigerante que sólo
fue reconocida por el Ministerio Público, aunque ambos acusadores rechazaron la calificación de
ella conforme a la disposición legal citada.
Para decidir la cuestión debatida, se tuvo en consideración que esta minorante se vincula a
la conducta que el delincuente despliega una vez que se ha iniciado la persecución penal en su
contra, y a falta de concepto legal, la expresión colaboración sustancial debe entenderse, de
acuerdo al sentido literal de ambos términos en el Diccionario de la Real Academia Española de la
Lengua, como “contribuir”, esto es, según el mismo diccionario, “ayudar con otros al logro de
algún fin” y por “sustancial”, aquello que “constituye lo esencial y más importante de algo”,
siendo entonces sinónimo de principal o esencial y determinante para dilucidar el hecho punible y
la participación que se le atribuyó, por lo que resulta indispensable para su configuración, que no
se limite a proporcionar detalles intrascendentes, constituyendo un aporte efectivo y serio al
éxito de la investigación, aun cuando ello no se traduzca efectivamente en resultados
concretos 10. Sin perjuicio de lo anterior, se tendrán en cuenta los parámetros que sobre el mismo
tema entregó la Excma. Corte Suprema de Justicia, en sentencia dictada en el RIT Nº 12-2008 de
14 de julio de 2008, donde se sostuvo que esta minorante procedía siempre “en el evento que la
colaboración del inculpado haya sido decisiva para la clarificación del suceso de manera tal que la
cooperación a que alude la norma consista en una disposición total, completa y permanente de
contribución al esclarecimiento de los hechos, en todas las etapas del proceso, de suerte que los
datos aportados en todos sus aspectos, tanto respecto de los partícipes, los medios y formas de
comisión del ilícito y las circunstancias mismas que lo rodearon, sean perfectamente
concordantes con los demás antecedentes reunidos en el juicio, pues se trata evidentemente de
la obtención de un beneficio procesal trascendente, como es la configuración de una minorante
de responsabilidad penal, lo que requiere un máximo celo y voluntad de participación en la
entrega de datos, todos los cuales deben ser compatibles entre sí y que impliquen
verdaderamente un tributo, sin que el órgano jurisdiccional, deba confrontar o recurrir a otros
antecedentes para determinar la certeza o no de los datos aportados”.
En este sentido, quedó establecido durante la secuela del juicio, que el encartado renunció
a su derecho a guardar silencio y declaró en dos ocasiones durante la fase investigativa, el 21 de
mayo y el 30 de junio de 2016; en la primera ocasión, de acuerdo a lo referido por el funcionario
de la SIP Luis Ortega Rodríguez, asesorado por el abogado Víctor Carreño, negó su
responsabilidad en los hechos manifestando que había regresado a la casa de su ex conviviente
Marcia Tureuna Collupe, como a la una de la mañana y mareado, lo que fue ratificado por dicha
testigo en su declaración fiscal, aclarando ésta en estrados que en principio mintió a petición del
acusado, quien le manifestó que era sospechoso del homicidio porque era conocido y amigo de la
víctima, lo que aceptó, pensando que no tenía responsabilidad en los hechos; mientras que en la
segunda declaración, que prestó ante el fiscal y personal del OS9 de Carabineros a raíz del
10 CURY URZUA , ENRIQUE, Derecho Penal, Parte General, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2005, p. 497.
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En este orden de ideas, aun cuando el tribunal estima que es posible calificar una
atenuante cuando sólo ella subsiste luego de la compensación racional de las agravantes y
morigerantes concurrentes, por no descartarlo el tenor del artículo 68 bis del Código Penal,
concordando en este punto con el planteamiento de la defensa; aparece de manifiesto que si
bien los datos aportados por el acusado respecto a las acciones desplegadas por él sobre la
víctima con la parte posterior de un hacha de mano, resultaron ser perfectamente concordantes
con los demás antecedentes reunidos en el juicio, lo que facilitó la labor investigativa del ente
persecutor y la decisión jurisdiccional, no significó, en opinión de estos sentenciadores un aporte
adicional a la prueba de cargo, no superando el estándar exigido para la configuración de la
propia atenuante, siendo insuficiente para ello que el acusado confesara en una segunda
instancia su intervención en los hechos, como lo sostuvo el defensor en sus alegaciones, puesto
que ya existían a esa fecha otros antecedentes en su contra; y teniendo además en consideración
que la calificación requerida resulta facultativa para los juzgadores, según el tenor literal del
artículo 68 bis del estatuto punitivo, en definitiva no se dará lugar a la solicitud formulada por la
Defensa en orden a calificar la atenuante del artículo 11 N°9 del Código Penal.
TRIGESIMO TERCERO: Atenuante 11 N° 5. Que, el tribunal desestimará la referida
atenuante, teniendo en consideración en primer término, que si bien la Defensa hizo alusión a
ella en su alegato de apertura, no reiteró su petición al momento de la clausura, por lo que se
entiende que prescindió en definitiva de dicha pretensión; y en segundo lugar, debido a que la
defensa no acreditó en juicio el consumo de alcohol y drogas, marihuana y en especial de
cocaína, por parte del encartado Baquedano Herrera, que según su propio planteamiento
constituye el estímulo externo al acusado, capaz de provocar en la generalidad de las personas
un trastorno profundo y especial en su ánimo, que exige el artículo 11 Nº 5 del CP, y tampoco
logró demostrar que la víctima Efraín Alvear Jaramillo hubiese querido agredirlo con golpes de
puño y luego con el hacha, estimando además los juzgadores que los dichos de la víctima, de
acuerdo a la versión del encartado, no producen en la mayoría de los individuos un arrebato, es
decir, en un acceso súbito e intenso de pérdida de control de los actos propios o del dominio de
sí mismo, o bien, una obcecación que no es otra cosa que la alteración de la facultad de razonar
del agente, por lo que parece insuficiente para motivar la conducta homicida del acusado, que el
tribunal tuvo por establecida en motivos precedentes.
TRIGESIMO CUARTO: Atenuante 11 N° 8. Que respecto de la atenuante del N°8 del
artículo 11 del Código Penal, a la que se opusieron los acusadores, se ha de tener en
consideración para resolver, que esta se configura con la concurrencia de tres exigencias: a) que
el sujeto haya estado en condiciones de eludir la acción de la justicia, elemento que según los
profesores Cury y Garrido Montt, se satisface con la sola circunstancia que el hechor haya tenido
la posibilidad de fugarse u ocultarse, aun cuando no haya hecho uso de ella; b) que se denuncie
ante la autoridad, condición que no requiere una denuncia formal, sino que se satisface cuando
el agente se presenta o comparece ante la justicia; y c) que confiese la comisión del hecho, es
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DE CASTRO
decir, que reconozca su participación en el ilícito, aun cuando alegue causales de justificación o
de exculpación.
Que, como primer aspecto, es preciso destacar que en concepto de los juzgadores no
existe incompatibilidad entre la minorante en análisis con aquella que prevé el artículo 11 N° 9
del Código Penal invocada también por los acusadores, por lo que pueden concurrir de manera
conjunta, puesto que si bien ellas dicen relación con la conducta del encartado con posterioridad
a los hechos, operan en momentos diversos, la primera -11 N° 8-, regula una hipótesis previa a la
denuncia de los hechos, y la segunda -11 N°9-, hace referencia a la actitud del acusado luego de
iniciada la investigación policial.
Aclarado lo anterior, es preciso señalar que en el caso subjudice quedó establecido en
juicio conforme a los dichos de los funcionarios policiales Luis Ortega Rodríguez y Ricardo Díaz
Barría, que el encartado José Luis Baquedano Herrera tuvo la posibilidad de eludir la acción de la
justicia, ya que luego de agredir a Efraín Alvear Jaramillo y que se produjera su deceso al interior
de la casa habitación que arrendaba, se retiró furtivamente de dicho inmueble, llevando consigo
el arma homicida, siendo visto solo por la testigo Sandra Catelicán, quien dio aviso a la policía de
la desaparición de la víctima dos días después, presentándose a declarar el acusado ante la
policía el día 21 de mayo de 2016, tiempo en el que pudo haber huido de la ciudad de Dalcahue y
de Chiloé, ya que el acusado tiene familiares en la octava región, donde al menos lo habría
acogido la testigo Violeta del Carmen Alvarado Villarroel, de acuerdo a lo referido por ella en
estrados, quien vive en Talcahuano, según consta del Certificado extendido por la Municipalidad
de esa ciudad, con fecha 5 de julio de 2016, que da cuenta que dicha testigo es Presidenta del
Taller Laboral de Discapacitados “Las Carmelitas”, que incorporó la defensa; y además el acusado
tenía dinero para tales efectos, ya que de acuerdo a la misma testigo, tenía una buena situación
económica gracias a su trabajo en la pesca y como buzo, lo que se condice con la suma de
$500.000 que el acusado pagó al abogado Víctor Carreño el 18 de mayo de 2016, como consta
del Comprobante de depósito en dinero efectivo.
Adicionalmente, se estableció que el encartado prestó una nueva declaración el 30 de
junio de 2016, es decir, dos meses después de la ocurrencia del ilícito, confesando en esa
oportunidad su autoría en la muerte de la víctima, pese a describir circunstancias que podrían
establecer la antijuricidad del hecho o eximirlo de culpabilidad; sin embargo, quedó claro que si
bien el encartado colaboró con la investigación ya iniciada, no se denunció en forma previa a la
noticia criminis de la denunciante Sandra Catelicán, lo que es relevante, considerando la
hipótesis que regula la minorante en análisis, de manera que, no habiéndose demostrado la
concurrencia de una de las exigencias legales indispensables para su configuración, el tribunal
desestimó en definitiva la pretensión de la defensa.
TRIGESIMO QUINTO: Agravante de ensañamiento. Respecto a la agravante del N°4 del
artículo 12 del estatuto punitivo, consistente en aumentar deliberadamente el mal del delito
causando otros males innecesarios para su ejecución, cabe señalar que la expresión
“deliberadamente” alude a un elemento subjetivo, por lo que se requiere que el autor, dirija su
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TRIBUNAL DE JUICIO ORAL EN LO PENAL
DE CASTRO
voluntad a exacerbar el perjuicio inherente a la actividad típica, y trate de causar otros males,
sabiendo que son innecesarios para la consumación del delito; y objetivamente, su conducta
debe causar un mal superior a aquel que es normal conforme a la acción realizada y fines
perseguidos por ella. En ese entendido, el Tribunal estimó que en el caso sublite concurren
ambas exigencias, toda vez que tratándose del tipo penal de homicidio simple, contenido en el
artículo 391 N° 2 del Código Penal, cuyo propósito es ocasionar la muerte de la víctima, desde un
aspecto objetivo, bastaban para que el encartado consumara dicha finalidad, cualquiera de las
múltiples lesiones contusas que le provocaron fractura de cráneo, o bien las fracturas de los
huesos de la cara, que por el elemento contuso empleado (la parte posterior de un hacha de
mano) y la intensidad de los golpes, habrían lesionado el encéfalo y habrían provocado también
el deceso de la víctima, de acuerdo a lo aseverado por la médico legista Vivian Bustos Baquerizo,
que no fue cuestionado por la defensa; de lo que se despende que la conducta de inferir al
menos 14 lesiones vitales a la víctima, todas en la zona del cráneo, al extremo de fracturar todos
los huesos de su cara, incluso con exposición de ellos en la zona mentoniana, resultaba
innecesaria para los fines perseguidos por el hechor; siendo relevante destacar en el aspecto
subjetivo, que si bien el encartado manifestó al declarar como medio de defensa, que cree haber
golpeado a la víctima en tres o cuatro veces en el suelo, tal aseveración no resulta verosímil, y fue
desvirtuada con los dichos del médico legista de reemplazo Jesús Blanco Duarte y de la perito
criminalista Vivian Bustos Baquerizo, que no solo dieron cuenta del número y naturaleza de las
lesiones inferidas a la víctima, sino que la última descartó además que todos los golpes fueran
inferidos estando la víctima en el suelo, lo que demuestra que decidió continuar la agresión hasta
asegurarse de su deceso, tras lo cual no le prestó ningún tipo de ayuda, preocupándose
únicamente de no ser sorprendido y de deshacerse del arma homicida, sin informar ni siquiera en
forma anónima del estado de la víctima en el interior de su hogar, lo que provocó que éste
permaneciera abandonado en ese lugar por dos días, hasta la denuncia de su arrendadora.
En este orden de ideas, parece claro entonces que el encartado aumentó deliberada e
innecesariamente los males del delito, ya que la víctima se encontraba con vida en el momento
en que se le ocasionaron las 14 heridas contusas, que en forma independiente o conjunta
habrían sido suficientes para causarle la muerte, y aun cuando es posible suponer que en algún
momento de la agresión perdió la conciencia, ninguno de los 3 peritos médicos que depusieron
en estrados pudo entregar precisión al respecto, por lo que en definitiva y luego de escuchar a
los intervinientes, los juzgadores estimaron que se configuraba en la especie la agravante de
ensañamiento.
TRIGESIMO SEXTO: Determinación de la pena. Que en este caso, el acusado José Luis
Baquedano Herrera es autor de un delito consumado de homicidio simple, sancionado por la ley
con la pena de presidio mayor en sus grados medio a máximo; que concurren en su favor dos
circunstancias morigerantes de responsabilidad penal correspondientes a los numerales 6 y 9 del
artículo 11 del Código Penal, y le perjudica la agravante que prevé el numerales 4 del artículo 12
del mismo texto legal; configurándose la hipótesis que regula el inciso final del artículo 68 de
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libertad por esta causa, esto es, desde el día 30 de junio de 2016, según consta del motivo
noveno del auto de apertura remitido a este tribunal; por lo que hasta la fecha de la presente
sentencia registra un abono de 553 días.
TRIGESIMO OCTAVO: Registro de ADN. Atendido el carácter condenatorio de la presente
sentencia respecto del acusado José Luis Baquedano Herrera, como autor del delito consumado
de homicidio simple, previsto y sancionado en el artículo 391 N° 2 del Código Penal, contemplado
en el Párrafo 1° del Título VIII del Libro II de dicho texto legal, expresamente comprendido en
dicho precepto, se dispone la inclusión de su huella genética en el Registro de Condenados,
eliminándola del Registro de Imputados; y para el evento que no se hubiere determinado su
huella genética durante el procedimiento criminal, en calidad de imputado, procédase a su
determinación, previa toma de muestras biológicas si fuere necesario, por personal del Servicio
Médico Legal o de las instituciones públicas o privadas que se encontraren acreditadas para tal
efecto ante dicho Servicio, e inclúyase en el Registro de Condenados.
TRIGESIMO NOVENO: Comiso. Que teniendo presente que las especies que se
incorporaron a juicio como prueba material por los acusadores fiscal y particular, no constituyen
instrumentos o efectos del delito en los términos que prevé el artículo 31 del Código Penal, no se
decretará el comiso de ellas.
CUADRAGESIMO: Costas Que, no obstante el carácter condenatorio de la presente
sentencia, teniendo en consideración que el acusado ha permanecido ininterrumpidamente
privado de libertad por esta causa desde el 30 de junio de 2016, y que se encuentra patrocinado
por la Defensoría Penal Pública, siendo aplicable a su respecto lo dispuesto en el artículo 600 del
Código Orgánico de Tribunales, se le eximirá totalmente del pago de las costas del
procedimiento, por estimar que dichas circunstancias configuran, a juicio del Tribunal, las razones
fundadas a las que alude el artículo 47 del Código Procesal Penal.
Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en los artículos 1°, 2, 11 N° 5, 6, 8
y 9, 12 N° 4, 14 N°1, 15 N°1, 18, 21, 24, 25, 28, 31, 50, 68, 68 bis, 69, 391 N° 1 y 2 del Código
Penal; 1°, 4°, 8°, 45, 47, 53, 59, 98, 102, 103, 145, 180, 181, 188, 193, 194, 205, 282, 284, 285,
286, 289, 290, 291, 295, 296, 297, 306, 307, 309, 310, 315, 319, 324, 325, 326, 327, 328, 329,
330, 332, 333, 338, 339, 340, 341, 342, 343, 344, 346, 348, 351 y 468 del Código Procesal Penal;
600 del Código Orgánico de Tribunales; 1, 4, 8 y 15 de la Ley N° 18.216, y 17 de la Ley N° 19.970;
SE DECLARA:
I.- Que se CONDENA a JOSE LUIS BAQUEDANO HERRERA, ya individualizado, a la pena de
DIEZ AÑOS Y UN DIA de presidio mayor en su grado mínimo, a las accesorias de inhabilitación
absoluta perpetua para cargos y oficios públicos y derechos políticos y la de inhabilitación
absoluta para profesiones titulares durante el tiempo de la condena, como autor de un delito
consumado de Homicidio Simple, que prevé y sanciona el artículo 391 N° 2 del Código Penal, en
la persona de Efraín Alberto Alvear Jaramillo, perpetrado en la ciudad de Dalcahue, entre la
noche del 30 de abril y la madrugada del 1 de mayo de 2016.
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II. Que no resulta procedente conceder al sentenciado Baquedano Herrera ninguna pena
sustitutiva que contempla la Ley 18.216, por no reunirse las exigencias legales para ello,
debiendo en consecuencia, cumplir íntegra y efectivamente la pena privativa de libertad
impuesta, la que se le contará desde el día 30 de junio de 2016, fecha desde la cual permanece
ininterrumpidamente privado de libertad por esta causa, conforme a lo expuesto en el motivo
noveno del auto de apertura remitido al tribunal, por lo que a la fecha registra un abono de 553
días.
III. Que, en cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 17 de la Ley N° 19.970, se decreta la
inclusión de la huella genética del sentenciado José Luis Baquedano Herrera en el Registro de
Condenados, debiendo determinarse en caso necesario por las instituciones acreditadas para tal
efecto, e inclúyase en dicho Registro, una vez ejecutoriada la presente sentencia.
IV. Que teniendo presente lo dispuesto por el artículo 31 del Código Penal, no se decreta
el comiso de las especies incorporadas a juicio como prueba material de los acusadores fiscal y
particular.
V. Que se exime al sentenciado Baquedano Herrera del pago de las costas del
procedimiento.
Hágase devolución a los intervinientes de los documentos, evidencia material y otros
medios de prueba, incorporados durante las audiencias de juicio oral y del artículo 343 del
Código Procesal Penal.
Acordada con la prevención del magistrado don Jaime Rojas Mundaca, quien fue de
parecer de rechazar la calificante de ensañamiento como la agravante del artículo 12 N°4 del
Código Penal, conforme a los siguientes fundamentos:
1°.- En rigor la expresión “sólo se puede probar lo que se ha imputado”, no es algo que
derive de la mera imaginación del juez que previene. Dicha expresión no es más que la
formulación lingüística del principio de congruencia e imputación normativa, que subyace al
principio de legalidad obligatorio para todos los juzgadores.
En efecto, el principio de congruencia, no solo debe ser examinado al amparo del artículo
341 del Código Procesal Penal, en cuanto a que la sentencia no puede exceder el contenido de la
acusación. Sino que dicho principio, debe ilustrase con todo el régimen regulatorio de la prueba
que puede ser incorporada al juicio oral, consagrado en el artículo 276, cuando en base a
consideraciones epistemológicas, autoriza la exclusión en sede cautelar, de aquellas pruebas
ofrecidas que fueren manifiestamente impertinentes, (inciso primero) o que no guarden
pertinencia sustancial con la materia que se someterá a conocimiento del tribunal de juicio oral.
(Inciso segundo in fine).
La determinación del sustrato fáctico, sobre el cual debe resolver el juez cautelar, las
objeciones de pertinencia, se ilustran de acuerdo a lo consagrado en el inciso final del artículo
259 del mismo cuerpo legal, esto es, “la acusación solo podrá referirse a hechos y personas
incluidos en la formalización de la investigación, aunque se efectuare una distinta calificación
jurídica”. Solo puede devenir de lo anterior, que “hechos” y calificación jurídica son asuntos
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distintos, lo que palmariamente se recoge en la primera parte del inciso segundo del artículo 341
del mismo texto. Lo que se viene diciendo no es más que reconocer la triada entre formalización
– art. 229- acusación –art. 259 – y sentencia – artículo 341- como los pilares sobre los que se
construye el contenido epistemológico del juzgamiento penal, en orden a cuál es la verdad que
se debe verifica en el juicio.
2°.- Dicho lo anterior, esto es, que lo que determina el contenido probatorio del juicio,
como la dinámica del mismo, al establecer las causales de objeción, - art. 330- como las
facultades de dirección y disciplina en el debate –art. 292 – es el pormenor fáctico de los hechos
atribuidos al acusado.
Debe significarse entonces, como una segunda cuestión, y en esto creo estaremos todos
de acuerdo, que lo que imputan los acusadores en toda acusación, es un presupuesto fáctico que
describe un hecho típico, antijurídico y culpable, en rigor, un delito, pues si aceptamos que el
acusador pueda imputar hechos cuya naturaleza jurídica no sea un delito, debemos aceptar
también que este tribunal no tiene competencia para conocer de los mismos.
Si es cierto lo que venimos afirmando, en orden a que el acusador imputa hechos que
tienen la naturaleza jurídica de un delito, entonces, siguiendo cualquier teoría, al menos desde la
escuela neokantiana en adelante, se podrá tener como algo pacífico, que el tipo penal, posee un
componente objetivo y uno subjetivo, al que llamamos dolo, en aquellos casos en que el agente
conocía y quería verificar su acción criminal. Entendemos acción, de acuerdo a la opinión más
extendida, como una conducta humana significativa en el mundo exterior, que es dominada o al
menos dominable por la voluntad. 11 Esta acción es la que debe ser típica, o sea en una palabra,
coincidir con una de las descripción consagradas en el código penal. En el caso que nos ocupa,
aquella descrita en el artículo 391 N°1 del sustantivo, circunstancia Cuarta, o al menos esa ha
sido la pretensión de los acusadores en la especie.
Ahora bien, si aceptemos de igual manera, que la acción ha de ser además antijurídica,
esto es, prohibida por el ordenamiento jurídico, no podemos sino concluir que el “injusto” en la
especie, está compuesto por el tipo descrito en el artículo en referencia y la ausencia de causales
de justificación.
En rigor el tipo penal demanda, que se de muerte a una persona con ensañamiento,
aumentando deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido.
3°.- No cabe duda que el animus necandi es el dolo de la figura en concurso, y que el
ensañamiento con que se ejecuta dicha muerte, esto es provocando de propósito un aumento
deliberado e inhumano del dolor con que deviene la muerte, son elementos subjetivos distintos
del dolo que forman parte del tipo penal. En efecto, nadie podría dudar que la figura del
homicidio calificado, constituye un injusto compuesto por elementos objetivos y subjetivos,
todos lo que indudablemente deben ser imputados al momento de construir el relato fáctico con
el que se pretende imponer el castigo al justiciable.
11 Roxin, Claus: Derecho Penal Parte General Tomo I, Thomson –Civitas -2a. edición, pp. 194
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4°.- Que debería resultar pacífico en la especie asumir, que los acusadores no imputaron
dichos elementos subjetivos distintos del dolo que forman parte de la tipicidad de la figura que
pretendían concurrentes, lo que en definitiva importa asumir que en caso de aceptar el relato
factico imputado – que es lo máximo que se puede probar- no podrían ser subsumidos dichos
hechos en la figura del artículo 391 N°1 regla cuarta, pues de hacerlo, no solo se estaría
vulnerando el principio de congruencia con su referente al derecho a defensa, sino que
principalmente porque realizar dicha falacia importaría vulnerar el principio de legalidad,
obligatorio para los jueces del grado.
5°.- Finalmente, si aceptamos la palmaria verdad que los elementos subjetivos del tipo
que gobiernan la figura atribuida al acusado, no han formado parte de los hechos contenidos en
la acusación, debemos preguntarnos, si es necesario que el acusador impute dichos elementos
subjetivos, esto no es sino tener una opinión en torno a si el acusador debe imputar un animus
necandi – como lo hizo en la especie- o solo debe relacionar un resultado de muerte para un
caso en que pretenda una condena por homicidio simple, o solo el resultado lesivo grave en caso
que pretenda una condena por homicidio frustrado.
6°.- Al respecto, solo traer a este capítulo, lo afirmado por Ragués, citado por Van Weezel
en sus “Notas sobre el Estado de la teoría del delito”, cuando indica que “lo que alguien conoció o
integró cognoscitivamente en un momento determinado apenas lo sabe el que actúa unos
instantes después. De manera que se trata de ser honestos y reconocer que lo que realmente
interesa no es lo que a alguien se le pasó por la cabeza en un momento determinado, sino lo que
la sociedad (el tribunal) estima que, sobre la base de los antecedentes objetivos, de los hechos
externos, del contexto, a ese alguien –si se le supone respetuoso del derecho- debió pasársele
por la cabeza. El dolo antes de probarlo en juicio debe ser imputado, y con esto, venimos
reconociendo que el dolo es una cuestión fáctica, por más que el acusador pretenda que este
deviene o subyace fuera de la imputación que condiciona el juicio.
7°.- Que a mayor abundamiento si la acusación, en último término, es o importa una
descripción fáctica, pero que debe reunir a lo menos una descripción típica, y debemos convenir
que el dolo no es más, ni menos, como se viene diciendo tipicidad subjetiva. No lo expresa de
manera distinta, la Excma. Corte Suprema, en fallo redactado por el profesor Cury, 12 que en lo
pertinente señala:"…la concurrencia o inconcurrencia del dolo y del "animus rem sibi habendi"
son cuestiones de hecho - y, por cierto, de la mayor relevancia en todo proceso - como se
reconoce ampliamente por la doctrina más autorizada. Y, por lo demás, ha sido reiterada y
enfáticamente declarado por esta Corte de casación en numerosísimas oportunidades. Por
supuesto, dolo y ánimo apropiatorio son hechos psicológicos, no materiales, pero no por ello
puede negárseles su condición de componentes fácticos del comportamiento punible."
8°.- Que los mismos argumentos relacionados con precedencia respecto a la calificante
son los que sirven para desechar la posibilidad de agravar la responsabilidad del agente por la
12Fallo de fecha diez de julio de dos mil dos, recaído en la causa RUC 010005195-7, Rol Interno del Tribunal de Juicio Oral de Temuco y Rol Nº
142-2002 R.P.P. de la Iltma. Corte de Apelaciones de Temuco, motivo cuarto, literal b.
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agravante genérica del artículo 12 N°4 del sustantivo, desde que toda agravante, no solo tiene un
contenido objetivo, sino que además, un elemento subjetivo que debe ser atribuido en la
relación de hechos que abre el juicio.
Que conforme a los argumentos que se han expresado solo es posible dictar sentencia
absolutoria en favor del acusado, en calidad de homicidio calificado y condenarlo en calidad de
autor de un delito de homicidio simple sin la concurrencia de agravante alguna en su ejecución,
pues la condena del justiciable agregando los componentes subjetivos de su conducta en el fallo,
vulnera la triada que se ha descrito, y en tal medida excedería el contenido de la acusación, lo
que importaría la infracción absoluta de nulidad consagrada en el artículo 374 letra f del Código
Procesal Penal, en su vinculación con el principio de legalidad e imputación normativa.
Redactada por la Magistrada Loreto Yáñez Sepúlveda y la prevención, por su autor.
REGÍSTRESE y COMUNÍQUESE, en su oportunidad, al Juzgado de Garantía de Castro para
los fines previstos en el artículo 468 del Código Procesal Penal, hecho ARCHÍVESE.
No firman los magistrados Jaime Rojas Mundaca y Angélica Monsalve Vásquez, pese a
haber asistido a la audiencia de juicio oral, el primero por haberse reintegrado a su tribunal de
origen, y la segunda, por encontrarse subrogrando en el Tribunal Oral de Puerto Montt.
RIT N° 64-2017
RUC N° 1600422841-7
Dictada por las juezas titulares del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Castro, Angélica
Monsalve Vásquez, quien presidió, Loreto Yáñez Sepúlveda, y por el juez titular del Tribunal
Oral de Puerto Montt, Jaime Rojas Mundaca, subrogando legalmente.
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