Вы находитесь на странице: 1из 12

Revolucion de mayo

La Revolución de Mayo fue una serie de acontecimientos revolucionarios ocurridos en la ciudad


de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, dependiente del rey de España, que se
sucedieron durante el transcurso de la llamada Semana de Mayo, entre el 18 de mayo de 1810,
fecha de la confirmación oficial de la caída de la Junta Suprema Central, y el 25 de mayo, fecha en
que se destituyó al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y se lo reemplazó por la Primera Junta de
gobierno.

Causas externas
USA
La declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776 de Gran Bretaña sirvió como un
ejemplo para los criollos de que una revolución e independencia en Hispanoamérica eran posibles.
La Constitución estadounidense proclamaba que todos los hombres eran iguales ante la ley
(aunque, por entonces, dicha proclamación no alcanzaba a los esclavos), defendía los derechos de
propiedad y libertad y establecía un sistema de gobierno republicano.

FRANCIA

A su vez, desde finales del siglo XVIII se habían comenzado a difundir los ideales de la Revolución
francesa de 1789, en la cual una asamblea popular finalizó con siglos de monarquía con la
destitución y ejecuciones del rey de Francia Luis XVI y su esposa María Antonieta y la supresión de
los privilegios de los nobles. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, cuyos
principios eran Liberté, égalité, fraternité («libertad, igualdad, fraternidad»), tuvo una gran
repercusión entre los jóvenes de la burguesía criolla. La Revolución francesa motivó también la
expansión en Europa de las ideas liberales, que impulsaban las libertades políticas y económicas.
Algunos liberales políticos influyentes de dicha época, opuestos a las monarquías y al absolutismo,
eran Voltaire, Jean-Jacques Rousseau, Montesquieu, Denis Diderot y Jean Le Rond d'Alembert,
mientras que el principal representante de la economía liberal era Adam Smith, autor del libro La
riqueza de las naciones que proponía el libre comercio.

Las ideas liberales alcanzaron incluso al ámbito eclesiástico, Francisco Suárez (1548-1617)
sostenía que el poder político no pasa de Dios al gobernante en forma directa sino por
intermedio del pueblo. Éste sería entonces, de acuerdo con Suárez, el que posee el poder y
lo delega en hombres que manejan al estado y si dichos gobernantes no ejercieran
apropiadamente su función de gerentes del bien común se transformarían en tiranos y el
pueblo tendría el derecho de derrocarlos o enfrentarlos, y establecer nuevos gobernantes.2

En Gran Bretaña, mientras tanto, se inicia la revolución industrial, y para satisfacer


ampliamente las necesidades de su propia población necesitaba nuevos mercados a los
cuales vender su creciente producción de carbón, acero, telas y ropa. Gran Bretaña
ambicionaba que el comercio de las colonias españolas en América dejara de estar
monopolizado por su metrópoli. Para lograr este fin intentó conquistarlas –intentona fallida
en el Río de la Plata mediante las dos Invasiones Inglesas, de 1806 y 1807– o bien
promovió su emancipación.

En Europa se desarrollaban las Guerras Napoleónicas, que enfrentaron al Imperio


Napoleónico francés contra Gran Bretaña y España, entre otros países. Francia tuvo una
gran ventaja inicial y, mediante las abdicaciones de Bayona, forzó la renuncia de Carlos IV
de España y su hijo Fernando VII. Estos fueron reemplazados en el trono español por José
Bonaparte, hermano del emperador francés Napoleón Bonaparte. La monarquía española
intentó resistir formando la Junta Suprema de España e Indias o Junta Suprema Central y,
tras la derrota de ésta, el Consejo de Regencia de España e Indias o Consejo de Regencia.

CAUSAS INTERNAS

A lo largo del siglo XVIII, las reformas en el Imperio Español llevadas adelante por la Casa
de Borbón —que reemplazó a la Casa de Austria a partir del 16 de noviembre de 1700—
transformaron la Hispanoamérica de aquel entonces de "reinos" relativamente autónomos,
en colonias enteramente dependientes de decisiones tomadas en España en beneficio de
ella.3 Entre las principales reformas borbónicas en América se destacó la creación del
Virreinato del Río de la Plata en 1776, que reunió territorios dependientes hasta entonces
del muy extenso Virreinato del Perú, y dio una importancia principal a su capital, la ciudad
de Buenos Aires, que había tenido una significación secundaria hasta ese momento.4

En el Virreinato del Río de la Plata el comercio exterior era un monopolio de España y


legalmente no se permitía el comercio con otras potencias. Esta situación era altamente
desventajosa para Buenos Aires ya que la corona española minimizaba el envío de barcos
rumbo a dicha ciudad. Esta decisión de la metrópoli se debía a que la piratería obligaba a
enviar a los barcos de comercio con una fuerte escolta militar, y ya que Buenos Aires no
contaba con recursos de oro ni de plata ni disponía de poblaciones indígenas establecidas de
las cuales obtener recursos o someter al sistema de encomienda, enviar los convoyes de
barcos a la ciudad era mucho menos rentable que si eran enviados a México o Lima. Dado
que los productos que llegaban de la metrópoli eran escasos, caros e insuficientes para
mantener a la población, tuvo lugar un gran desarrollo del contrabando, que era tolerado
por la mayoría de los gobernantes locales. El comercio ilícito alcanzaba montos similares al
del comercio autorizado con España.5 En este contexto se formaron dos grupos de poder
diferenciados:

1- Los que reclamaban el comercio libre para importar directamente con cualquier país sin
tener que necesariamente comprar todas las mercaderías trianguladas por España.

Dentro de este grupo del comercio libre pueden distinguirse a su vez a un grupo de
poderosos contrabandistas criollos o españoles asociados a los mercaderes ingleses que
fomentaban la nula protección de la manufactura local y por el otro lado a un grupo que si
bien quería romper el monopolio español, no deseaba una desprotección de la manufactura
y producción locales (Mariano Moreno).
2- Los comerciantes monopolistas, autorizados por la Corona española, quienes rechazaban
el libre comercio y propugnaban por la continuidad del monopolio ya que si los productos
entraban legalmente disminuirían sus ganancias.

En la organización política, especialmente desde la fundación del Virreinato del Río de la


Plata, el ejercicio de las instituciones residentes recaía en funcionarios designados por la
corona, casi exclusivamente españoles provenientes de la metrópoli, sin vinculación con los
problemas e intereses americanos. Legalmente no había diferenciación de clases sociales
entre españoles peninsulares y del virreinato, pero en la práctica los cargos más importantes
recaían en los primeros. La burguesía criolla, fortalecida por la revitalización del comercio
e influida por las nuevas ideas, esperaba la oportunidad para acceder a la conducción
política.

La rivalidad entre los habitantes nacidos en la colonia y los de la España europea dio lugar
a una pugna entre los partidarios de la autonomía y quienes deseaban conservar la situación
establecida. Aquellos a favor de la autonomía se llamaban a sí mismos patriotas,
americanos, sudamericanos o criollos, mientras que los partidarios de la realeza española se
llamaban a sí mismos realistas. Los patriotas eran señalados despectivamente por los
realistas como insurgentes, facciosos, rebeldes, sediciosos, revolucionarios, descreídos,
herejes, libertinos o caudillos; mientras que los realistas eran a su vez tratados en forma
despectiva como sarracenos, godos, gallegos, chapetones, matuchos o maturrangos por los
patriotas.

Martes 22 de mayo (DEBATE)

De los cuatrocientos cincuenta invitados al cabildo abierto solamente participaron unos


doscientos cincuenta. French y Beruti, al mando de seiscientos hombres armados con
cuchillos, trabucos y fusiles, controlaron el acceso a la plaza, con la finalidad de asegurar
que el cabildo abierto fuera copado por criollos.

Díaz Vélez, desde la mañana del 22, controló el acceso a la reunión.

...como se les ha concedido que las guardias las den los patricios, y que las mande el joven
Díaz Vélez, quedan habilitados para hacer entrar a la plaza las turbas que los siguen, y
rechazar a la parte sana del vecindario; de modo que aquella será una batahola, y saldrá lo
que ellos quieren y vociferan, que es la destitución del señor virrey.31
El cabildo abierto se prolongó desde la mañana hasta la medianoche, contando con diversos
momentos, entre ellos la lectura de la proclama del Cabildo, el debate, «que hacía de suma
duración el acto», como se escribió en el documento o acta, y la votación, individual y
pública, escrita por cada asistente y pasada al acta de la sesión.

El debate en el Cabildo tuvo como tema principal la legitimidad o no del gobierno y de la


autoridad del virrey. El principio de la retroversión de la soberanía planteaba que,
desaparecido el monarca legítimo, el poder volvía al pueblo, y que éste tenía derecho a
formar un nuevo gobierno.

Hubo dos posiciones principales enfrentadas: los que consideraban que la situación debía
mantenerse sin cambios, respaldando a Cisneros en su cargo de virrey, y los que sostenían
que debía formarse una junta de gobierno en su reemplazo, al igual que en España. No
reconocían la autoridad del Consejo de Regencia de España y de Indias argumentando que
las colonias en América no habían sido consultadas para su formación.32 El debate abarcó
también, de manera tangencial, la rivalidad entre criollos y españoles peninsulares, ya que
quienes proponían mantener al virrey consideraban que la voluntad de los españoles debía
primar por sobre la de los criollos.

El primer orador fue el obispo de Buenos Aires, Benito Lué y Riega, máxima autoridad de
la iglesia local, que sostuvo la primera postura:

No solamente no hay por qué hacer novedad con el virrey, sino que aún cuando no quedase
parte alguna de la España que no estuviese sojuzgada, los españoles que se encontrasen en
la América deben tomar y reasumir el mando de ellas y que éste sólo podría venir a manos
de los hijos del país cuando ya no hubiese un español en él. Aunque hubiese quedado un
solo vocal de la Junta Central de Sevilla y arribase a nuestras playas, lo deberíamos recibir
como al Soberano.33

Juan José Castelli habló a continuación, y sostuvo que los pueblos americanos debían
asumir la dirección de sus destinos hasta que cesara el impedimento de Fernando VII de
regresar al trono.

Desde la salida del Infante don Antonio, de Madrid, había caducado el Gobierno Soberano
de España, que ahora con mayor razón debía considerarse haber expirado con la disolución
de la Junta Central, porque, además de haber sido acusada de infidencia por el pueblo de
Sevilla, no tenía facultades para el establecimiento del Supremo Gobierno de Regencia; ya
porque los poderes de sus vocales eran personalísimos para el gobierno, y no podrían
delegarse, ya por la falta de concurrencia de los Diputados de América en la elección y
establecimiento de aquel gobierno, deduciendo de aquí su ilegitimidad, la reversión de los
derechos de la Soberanía al pueblo de Buenos Aires y su libre ejercicio en la instalación de
un nuevo gobierno, principalmente no existiendo ya, como se suponía no existir, la España
en la dominación del señor don Fernando Séptimo.20

Pascual Ruiz Huidobro expuso que, dado que la autoridad que había designado a Cisneros
había caducado, éste debía considerarse separado de toda función de gobierno, y que, en su
función de representante del pueblo, el Cabildo debía asumir y ejercer la autoridad.
El fiscal Manuel Genaro Villota, representante de los españoles más conservadores, señaló
que la ciudad de Buenos Aires no tenía derecho a tomar decisiones unilaterales sobre la
legitimidad del virrey o el Consejo de Regencia sin hacer partícipes del debate a las demás
ciudades del Virreinato. Argumentaba que ello rompería la unidad del país y establecería
tantas soberanías como pueblos. Juan José Paso le dio la razón en el primer punto, pero
adujo que la situación del conflicto en Europa y la posibilidad de que las fuerzas
napoleónicas prosiguieran conquistando las colonias americanas demandaban una solución
urgente.34 Adujo entonces el argumento de la hermana mayor, por la cual Buenos Aires
tomaba la iniciativa de realizar los cambios que juzgaba necesarios y convenientes, bajo la
expresa condición de que las demás ciudades serían invitadas a pronunciarse a la mayor
brevedad posible.35 La figura retórica de la «Hermana mayor», comparable a la gestión de
negocios, es un nombre que hace una analogía entre la relación de Buenos Aires y las otras
ciudades del Virreinato con una relación filial.

El cura Juan Nepomuceno Solá opinaba que el mando debía entregarse al Cabildo, pero
sólo en forma provisional, hasta la realización de una junta gubernativa con llamamiento a
representantes de todas las poblaciones del virreinato.

El comandante Pedro Andrés García, íntimo amigo de Saavedra, comentó al votar:

Que considerando la suprema ley la salud del pueblo y advertido y aun tocado por sí mismo
la efervescencia y acaloramiento de él con motivo de las ocurrencias de la Metrópoli, para
que se varíe el Gobierno, que es a lo que aspira, cree de absoluta necesidad el que así se
realice, antes de tocar desgraciados extremos, como los que se persuade habría, si aún no se
resolviese así en la disolución de esta Ilustre Junta; repite por los conocimientos que en los
días de antes de ayer, ayer y anoche ha tocado por sí mismo, tranquilizando los ánimos de
los que con instancia en el pueblo así lo piden».36

Cornelio Saavedra propuso que el mando se delegara en el Cabildo hasta la formación de


una junta de gobierno, en el modo y forma que el Cabildo estimara conveniente. Hizo
resaltar la frase de que

(...) y no queda duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando.

A la hora de la votación, la postura de Castelli se acopló a la de Saavedra.

Luego de los discursos, se procedió a votar por la continuidad del virrey, solo o asociado, o
por su destitución. La votación duró hasta la medianoche, y se decidió por amplia mayoría
destituir al virrey: ciento cincuenta y cinco votos contra sesenta y nueve. Los votos
contrarios a Cisneros se distribuyeron de la siguiente manera:37

 Fórmula según la cual la autoridad recae en el Cabildo: cuatro votos


 Fórmula de Juan Nepomuceno de Sola: dieciocho votos
 Fórmula de Pedro Andrés García, Juan José Paso y Luis José de Chorroarín: veinte
votos.
 Fórmula de Ruiz Huidobro: veinticinco votos
 Fórmula de Saavedra y Castelli: ochenta y siete votos
Reglamento de división de poderes de 1811 de Argentina
El Reglamento de división de poderes de 1811 fue aprobado el 22 de octubre de 1811 por la Junta
Conservadora de los derechos de Fernando VII, el organismo con atribuciones legislativas que
había sucedido a la llamada Junta Grande en Buenos Aires, con pretensión de ampliar su cometido
a todo el territorio del virreinato del Río de la Plata mediante la incorporación de diputados del
interior.

Origen del Reglamento

La Junta Conservadora, compuesta por los diputados de las provincias que se encontraban
en Buenos Aires y por los que llegaran después del interior, coexistía con el Triunvirato,
integrado por Feliciano Antonio Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso, actuando
Bernardino Rivadavia como secretario, sin que se encontrasen claramente delimitadas las
funciones de una y otro.

El Reglamento, que se considera la primera Constitución posterior a la Revolución de


Mayo, tenía como finalidad organizar los poderes del estado y su redacción se atribuye al
Deán Funes. Está compuesta por una introducción y 27 artículos divididos en 3 secciones
que corresponden a cada uno de los órganos del poder: legislativo, ejecutivo y judicial.

Contenido
En la primera sección se trata acerca de la misma Junta Conservadora atribuyéndole las facultades
de declarar la guerra, la paz, la tregua, celebrar tratados de límites, de comercio, crear nuevos
impuestos, empleos o tribunales, nombrar los integrantes del Ejecutivo, en caso de muerte o
renuncia del los que lo componen. Dispone que con la apertura del Congreso cesarán en sus
funciones los diputados, con lo cual se le da al organismo un carácter provisorio. En la segunda
sección se fijan como atribuciones del Triunvirato la defensa del estado, la organización de los
ejércitos, el cumplimiento de las leyes, la seguridad personal de los ciudadanos, conferir los
empleos militares y civiles de la administración pública, etc. y se le prohíbe ejercer funciones
judiciales. Finalmente, la tercera sección está dedicada a la Audiencia, a cuyo cargo se encuentra el
poder judicial.

Conflicto con el Triunvirato


La Junta remitió el Reglamento aprobado al Triunvirato pero nunca se aplicó pues éste lo rechazó,
disolvió la Junta y el 22 de noviembre de 1811 dictó en su reemplazo un Estatuto Provisional.

Estatuto provisional de 1811 de Argentina


Ir a la navegación Ir a la búsqueda

El Estatuto Provisional de 1811 de Argentina fue aprobado el 22 de noviembre de 1811


por el Triunvirato, uno de los órganos que gobernaba en Buenos Aires, en reemplazo del
Reglamento que había sido aprobado el 22 de octubre del mismo año por la Junta
Conservadora de los derechos de Fernando VII y que nunca tuvo aplicación.
Origen del Estatuto

La Junta Conservadora estaba compuesta por los diputados de las provincias que se
encontraban en la Capital y por los que llegaran después del interior y coexistía con el
Triunvirato sin que se encontrasen claramente delimitadas las funciones de una y otro. Con
la finalidad de reglar sus respectivas competencias la Junta Conservadora aprobó un
Reglamento de 27 artículos y lo remitió al Triunvirato, integrado por Feliciano Antonio
Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso, actuando Bernardino Rivadavia como
secretario, pero éste lo rechazó, disolvió la Junta y dictó en su reemplazo el Estatuto
Provisional.

Contenido del Estatuto

El Estatuto consta de 9 artículos y en ellos se utiliza el vocablo “gobierno” para referirse al


Triunvirato.

Procedimiento de designación de integrantes del Triunvirato

El Estatuto dispuso en su artículo 1° que los vocales del gobierno se removerían


alternativamente cada seis meses, empezando por el menos antiguo en el orden de
nominación y que debían turnar la presidencia en igual período por orden inverso. El nuevo
integrante sería elegido por una asamblea general convocada al efecto, compuesta del
ayuntamiento, de las representaciones que nombren los pueblos, y de un número
considerable de ciudadanos elegidos por el vecindario de esta capital, según el orden, modo
y forma que prescribirá el gobierno en un reglamento. En cuanto a las ausencias
temporales, ellas serían suplidas por los secretarios.

Limitaciones de facultades del Triunvirato

En el artículo 2° se disponía que el gobierno no podrá resolver sobre los grandes asuntos
del estado, que por su naturaleza tengan un influjo directo sobre la libertad y existencia de
las Provincias Unidas, sin acuerdo expreso de la asamblea general.

Futuro congreso general

Por el artículo 3° el gobierno se obligaba a tomar las medidas conducentes para acelerar la
apertura del congreso de las Provincias Unidas, ante la cual sus integrantes, así como los
secretarios, serán responsables por sus conductas, y si después de dieciocho meses aún no
se hubiere abierto el congreso, deberán responder ante una asamblea general.

Administración de justicia

Por el artículo 5° se disponía que la administración de justicia está a cargo de las


autoridades judiciarias y que para resolver las apelaciones –“asuntos de segunda
suplicación”- se sumarán al gobierno de dos ciudadanos “de probidad y luces”.
Funciones del gobierno

El artículo 6° disponía que al gobierno correspondía velar sobre el cumplimiento de las


leyes, y adoptar cuantas medidas crea necesarias para la defensa y salvación de la patria,
según lo exija el imperio de la necesidad y las circunstancias del momento.”

Designación y reemplazo de secretarios

El artículo 7° encomendaba al gobierno que en caso de renuncia, ausencia, o muerte de los


secretarios, nombre a los que reemplazantes con obligación de presentar el nombramiento
en la primera asamblea siguiente.

Nombre y tratamiento a utilizar

Conforme al artículo 8° el gobierno se titulará Gobierno superior provisional de las


Provincias Unidas del Río de la Plata, a nombre del Sr. Don Fernando VII, su tratamiento
será el de Excelencia y de “vmd, llano a cada uno de sus miembros en particular”. La
abreviatura vmd corresponde a Vuestra Merced don …”.

Juramento y publicidad

En el artículo 9° después de establecer que “La menor infracción de los artículos del
presente reglamento será un atentado contra la libertad civil” dispone que el gobierno y las
autoridades constituidas jurarán solemnemente su puntual observancia y que se dé a
publicidad el Reglamento juntamente con el decreto de la libertad de la imprenta de 26 de
octubre de 1811, y de la seguridad individual.

Libertad de imprenta

En el artículo 4° se declaró que “Siendo la libertad de la imprenta, y la seguridad individual


el fundamento de la felicidad pública, los decretos en que se establecen, forman parte de
este reglamento. Los miembros del gobierno, en el acto de su ingreso al mando, jurarán
guardarlos y hacerlos guardar religiosamente.”

Decreto sobre libertad de imprenta

El decreto de la libertad de imprenta del- 26 de octubre de 1811 que se incorporaba al


Estatuto disponía en su artículo 1° que “Todo hombre puede publicar sus ideas libremente y
sin censura previa.” Los límites están dados en el artículo 2°, según el cual “El abuso de
esta libertad es un crimen, su acusación corresponde a los interesados, si ofende derechos
particulares; y a todos los ciudadanos, si compromete la tranquilidad pública, la
conservación de la religión católica, o la Constitución del Estado. Las autoridades
respectivas impondrán el castigo según las leyes.”. Para el juzgamiento de estos delitos el
artículo 3° creó un tribunal especial denominado “Junta Protectora de la libertad de la
Imprenta” integrada por 9 miembros. A este efecto el Cabildo confeccionaría una lista de
cincuenta ciudadanos honrados, que no estén empleados en la administración del gobierno
y de ellos se eligirían los miembros de la Junta en una votación en la que intervendrían el
prelado eclesiástico, alcalde de primer voto, síndico procurador, prior del Consulado, el
fiscal y 2 vecinos de consideración, nombrados por el Ayuntamiento.

Para las obras que tratan de religión el artículo 8° disponía la previa censura del eclesiástico
con posibilidad de reclamación ante una junta formada por el mismo diocesano asociado de
cuatro individuos de la Junta Protectora. Finalmente, el artículo 9° disponía que los autores
eran responsables de sus obras o los impresores no haciendo constar a quien pertenecen.

Seguridad individual

El decreto del 23 de noviembre de 1811 disponía que ningún ciudadano puede ser penado,
ni expatriado sin que preceda forma de proceso, y sentencia legal (artículo 1°). Tampoco
podía ser arrestado sin prueba, al menos semiplena, o indicios vehementes de crimen, que
se harán constar en proceso informativo dentro de tres días perentorios. En el mismo
término se hará saber al reo la causa de su detención, y se remitirá con los antecedentes al
juez respectivo (artículo 2°). El decreto u orden que disponga el arresto de un ciudadano,
pesquisa de sus papeles, o embargo de bienes, debe individualiza el nombre o señales que
distingan su persona, y objetos, sobre que deben ejecutarse las diligencias, de la cual deberá
tomarse inventario, que firmará el reo, y al cual se le dejará copia (artículo 3°).

El decreto declara en el artículo 4° que “La casa de un ciudadano es un sagrado, cuya


violación es un crimen” por lo cual su allanamiento procederá sólo en el caso de resistirse
el reo, refugiado a la convocación del juez. La diligencia debe hacerse con la moderación
debida, y personalmente por el juez de la causa. Si algún motivo urgente impide su
asistencia, dará al delegado una orden por escrito, y con la especificación que contiene el
artículo 3°, dando copia de ella al aprehendido y al dueño de la casa si la pide. Después de
su declaración el detenido sólo podrá estar incomunicado por un término de hasta diez días
(artículo 5°).

El artículo 6° dispone que “Siendo las cárceles para seguridad y no para castigo de los reos,
toda medida que, a pretexto de precaución, sólo sirva para mortificarlos, será castigada
rigurosamente” y el artículo 7° dispone para todos los hombres la libertad para permanecer
en el territorio del estado o abandonar cuando guste su residencia.Por el artículo 9° se
dispuso que “Sólo en el remoto y extraordinario caso de comprometerse la tranquilidad
pública o la seguridad de la patria, podrá el gobierno suspender este decreto mientras dure
la necesidad, dando cuenta inmediatamente a la asamblea general con justificación de los
motivos, y quedando responsable en todos tiempos de esta medida”.

Reemplazo del Estatuto


La Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata en su sesión del 27
de febrero de 1813 aprobó el Estatuto del Supremo Poder Ejecutivo, mediante el cual se organizó
el Poder Ejecutivo y se fijaron sus facultades, reemplazando en esa forma al Estatuto Provisional
de 1811.

ASAMBLEA DEL AÑO 13

El último día del mes de enero de 1813 inició sus sesiones la Asamblea General Constituyente -
convocadas por el Triunvirato el año anterior- con dos objetivos muy claros: declarar la independencia
y dictar una constitución para el estado naciente.

Esta Asamblea despertó muchas expectativas, tranquilizó el panorama político, y aunque algunos
dudaban de sus alcances y representatividad, las provincias del interior enviaron sus diputados a la
misma. José Gervasio de Artigas, aunque se manifestaba descontento con la política localista de Buenos
Aires vio en la Asamblea la posibilidad de darle una nueva estructura políitica al país.

A diferencia de lo que sucedido con los órganos de gobierno anteriormente, los miembros de la
Asamblea no juraron fidelidad al rey Fernando VII de España y ésta declaró soberana, es decir superior
a cualquier otra autoridad, inclusive al Triunvirato que la había convocado. Pero, lamentablemente, no
pudo concluir con ninguno de los objetivos que se había propuesto.

Las derrotas sufridas por el Ejército del Norte, en Vilcapugio y Ayohuma, empeñado en la lucha
contra las fuerzas realistas enviadas desde el Virreinato del Perú complicaron la situación interna. El
avance realista sobre territorio argentino era una posibilidad cercana, que ponía en peligro la causa de
la revolución.

En el ámbito internacional, el fracaso de la campaña de Napoleón Bonaparte en territorio ruso


significaba la desintegración de su imperio, y consecuencia, los monarcas europeos retornaban a sus
tronos usurpados. En estas circunstancias, el rey Fernando VII de regreso a España, se proponía
recuperar sus posesiones, disponiendo pera ello el envío de refuerzos para luchar contra los
revolucionarios americanos.

Estos acontecimientos sumieron en la indecisión a la Asamblea, temerosa de adoptar medidas de


fondo que luego no pudiera sostener.

A pesar de no realizar los principales fines propuestos, la Asamblea se abocó al dictado de


numerosas disposiciones fundamentales.

Promulgó leyes sobre la organización de la administración pública como un Reglamento de


Justicia, creando las Cámaras de Apelaciones. Prohibió la aplicación de tormentos para investigación de
la verdad.

Dispuso la creación de un órgano ejecutivo que concentraba todo el poder en una sola persona,
con el nombre de Director, y un Consejo de Estado, con fines de asesoramiento al nuevo ejecutivo.

Mandó a abolir el escudo de Armas de España, y la efigie de los antiguos monarcas fue sustituida
en las monedas por el escudo nacional. En los documentos públicos se suprimió toda invocación al rey
de España, reemplazándola por “la soberanía de los pueblos, cuya voluntad representan los diputados”.
Estableció la libertad de vientres, que garantizaba la libertad e igualdad a todos los hijos de
esclavas que nacieran en adelante en el territorio de las Provincias Unidas. Suprimió los títulos de
nobleza y eliminó el mayorazgo, por el cual desde antiguo, heredaba toda la fortuna del padre el hijo
mayor. Suprimió también las encomiendas y las mitas.

Por último declaró fiesta cívica al 25 de Mayo y encargó la composición de una canción patria,
que sería nuestro himno nacional.

Si bien esta Asamblea no hizo la explícita declaración de la Independencia, su fecunda labor


legislativa ratificó, indirectamente, la vocación independentista de los patriotas.

Estatuto provisional de 1815


Ir a la navegación Ir a la búsqueda

El Estatuto provisional de 1815 fue un instrumento legal cuyo nombre completo era
Estatuto provisional para Dirección y Administración del Estado, que fue aprobado el 5
de mayo de 1815 por la Junta de Observación para regir en forma provisional en las
Provincias que habían integrado el Virreynato del Río de la Plata hasta que se reuniera un
Congreso General. El Estatuto, que reemplazaba al Estatuto del Supremo Poder Ejecutivo
que había sido aprobado en 1813, no recibió el apoyo mayoritario de las provincias.

Contenido

El estatuto tenía un capítulo sobre los deberes de todo hombre en el Estado en el cual
disponía la obligación de respetar y obedecer a las leyes y a los magistrados y funcionarios.
Prevé la organización del gobierno sobre la base de la división de poderes y dispone que el
Poder Legislativo sea ejercido por la Junta de Observación hasta la celebración del
Congreso general. En cuando al Poder Ejecutivo, reitera las normas vigentes, esto es su
carácter unipersonal con el nombre de Director del Estado, con un mandato por un año y
facultades restringidas. El Poder Judicial se establecía independiente de los otros poderes.

Disponía que fueran designados por elecciones populares el Director del Estado, los
Diputados Representantes de las Provincias para el Congreso General, los Cabildos
seculares de las Ciudades y Villas, los Gobernadores de Provincia y los miembros de la
Junta de Observación.

En materia de derechos personales estableció que todo individuo arrestado debía ser puesto
dentro de veinte y cuatro horas a disposición de los respectivos Magistrados de Justicia con
toda la independencia que corresponde al Poder Judicial, pasándoles los motivos para su
juzgamiento. También establecía la inviolabilidad de la correspondencia y diversas
garantías para el supuesto que fuere necesaria su intercepción.
En el estatuto se incorpora por primera vez la representación de la campaña. En relación al
criterio de de distribución de la cantidad de representantes por territorio, se establece que la
cantidad sea en relación a la cantidad de habitantes, produciendo un cambio importante con
respecto a la legislación anterior que asignaba un número fijo a cada agrupación territorial.

En consonancia con la nueva concepción de soberanía el Estatuto establece la cualidades


que deben poseer las personas para poder elegir. Tienen derecho a votar todo hombre libre,
nativo o residente, mayor de 25 años. Este derecho lo pierden las personas que se las
considera dependientes.

Repercusión en las provincias


El Estatuto fue aceptado por Salta y por Tucumán, cuyos gobernadores eran, respectivamente
Martín Miguel de Güemes y Bernabé Aráoz. En Cuyo, provincia que se había separado
recientemente de Córdoba, y cuyo gobernador era José de San Martín, se aceptó al nuevo Director
pero no se juró el Estatuto por considerar que había establecido un Poder Ejecutivo excesivamente
débil. Artigas, si bien inicialmente aceptó al Director electo, terminó rechazando al mismo y al
Estatuto cuando no se reconoció la segregación de Santa Fe como provincia autónoma. A la misma
posición se adhirieron Córdoba, la Banda Oriental, Corrientes y Entre Ríos.

Вам также может понравиться