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Causas externas
USA
La declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776 de Gran Bretaña sirvió como un
ejemplo para los criollos de que una revolución e independencia en Hispanoamérica eran posibles.
La Constitución estadounidense proclamaba que todos los hombres eran iguales ante la ley
(aunque, por entonces, dicha proclamación no alcanzaba a los esclavos), defendía los derechos de
propiedad y libertad y establecía un sistema de gobierno republicano.
FRANCIA
A su vez, desde finales del siglo XVIII se habían comenzado a difundir los ideales de la Revolución
francesa de 1789, en la cual una asamblea popular finalizó con siglos de monarquía con la
destitución y ejecuciones del rey de Francia Luis XVI y su esposa María Antonieta y la supresión de
los privilegios de los nobles. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, cuyos
principios eran Liberté, égalité, fraternité («libertad, igualdad, fraternidad»), tuvo una gran
repercusión entre los jóvenes de la burguesía criolla. La Revolución francesa motivó también la
expansión en Europa de las ideas liberales, que impulsaban las libertades políticas y económicas.
Algunos liberales políticos influyentes de dicha época, opuestos a las monarquías y al absolutismo,
eran Voltaire, Jean-Jacques Rousseau, Montesquieu, Denis Diderot y Jean Le Rond d'Alembert,
mientras que el principal representante de la economía liberal era Adam Smith, autor del libro La
riqueza de las naciones que proponía el libre comercio.
Las ideas liberales alcanzaron incluso al ámbito eclesiástico, Francisco Suárez (1548-1617)
sostenía que el poder político no pasa de Dios al gobernante en forma directa sino por
intermedio del pueblo. Éste sería entonces, de acuerdo con Suárez, el que posee el poder y
lo delega en hombres que manejan al estado y si dichos gobernantes no ejercieran
apropiadamente su función de gerentes del bien común se transformarían en tiranos y el
pueblo tendría el derecho de derrocarlos o enfrentarlos, y establecer nuevos gobernantes.2
CAUSAS INTERNAS
A lo largo del siglo XVIII, las reformas en el Imperio Español llevadas adelante por la Casa
de Borbón —que reemplazó a la Casa de Austria a partir del 16 de noviembre de 1700—
transformaron la Hispanoamérica de aquel entonces de "reinos" relativamente autónomos,
en colonias enteramente dependientes de decisiones tomadas en España en beneficio de
ella.3 Entre las principales reformas borbónicas en América se destacó la creación del
Virreinato del Río de la Plata en 1776, que reunió territorios dependientes hasta entonces
del muy extenso Virreinato del Perú, y dio una importancia principal a su capital, la ciudad
de Buenos Aires, que había tenido una significación secundaria hasta ese momento.4
1- Los que reclamaban el comercio libre para importar directamente con cualquier país sin
tener que necesariamente comprar todas las mercaderías trianguladas por España.
Dentro de este grupo del comercio libre pueden distinguirse a su vez a un grupo de
poderosos contrabandistas criollos o españoles asociados a los mercaderes ingleses que
fomentaban la nula protección de la manufactura local y por el otro lado a un grupo que si
bien quería romper el monopolio español, no deseaba una desprotección de la manufactura
y producción locales (Mariano Moreno).
2- Los comerciantes monopolistas, autorizados por la Corona española, quienes rechazaban
el libre comercio y propugnaban por la continuidad del monopolio ya que si los productos
entraban legalmente disminuirían sus ganancias.
La rivalidad entre los habitantes nacidos en la colonia y los de la España europea dio lugar
a una pugna entre los partidarios de la autonomía y quienes deseaban conservar la situación
establecida. Aquellos a favor de la autonomía se llamaban a sí mismos patriotas,
americanos, sudamericanos o criollos, mientras que los partidarios de la realeza española se
llamaban a sí mismos realistas. Los patriotas eran señalados despectivamente por los
realistas como insurgentes, facciosos, rebeldes, sediciosos, revolucionarios, descreídos,
herejes, libertinos o caudillos; mientras que los realistas eran a su vez tratados en forma
despectiva como sarracenos, godos, gallegos, chapetones, matuchos o maturrangos por los
patriotas.
...como se les ha concedido que las guardias las den los patricios, y que las mande el joven
Díaz Vélez, quedan habilitados para hacer entrar a la plaza las turbas que los siguen, y
rechazar a la parte sana del vecindario; de modo que aquella será una batahola, y saldrá lo
que ellos quieren y vociferan, que es la destitución del señor virrey.31
El cabildo abierto se prolongó desde la mañana hasta la medianoche, contando con diversos
momentos, entre ellos la lectura de la proclama del Cabildo, el debate, «que hacía de suma
duración el acto», como se escribió en el documento o acta, y la votación, individual y
pública, escrita por cada asistente y pasada al acta de la sesión.
Hubo dos posiciones principales enfrentadas: los que consideraban que la situación debía
mantenerse sin cambios, respaldando a Cisneros en su cargo de virrey, y los que sostenían
que debía formarse una junta de gobierno en su reemplazo, al igual que en España. No
reconocían la autoridad del Consejo de Regencia de España y de Indias argumentando que
las colonias en América no habían sido consultadas para su formación.32 El debate abarcó
también, de manera tangencial, la rivalidad entre criollos y españoles peninsulares, ya que
quienes proponían mantener al virrey consideraban que la voluntad de los españoles debía
primar por sobre la de los criollos.
El primer orador fue el obispo de Buenos Aires, Benito Lué y Riega, máxima autoridad de
la iglesia local, que sostuvo la primera postura:
No solamente no hay por qué hacer novedad con el virrey, sino que aún cuando no quedase
parte alguna de la España que no estuviese sojuzgada, los españoles que se encontrasen en
la América deben tomar y reasumir el mando de ellas y que éste sólo podría venir a manos
de los hijos del país cuando ya no hubiese un español en él. Aunque hubiese quedado un
solo vocal de la Junta Central de Sevilla y arribase a nuestras playas, lo deberíamos recibir
como al Soberano.33
Juan José Castelli habló a continuación, y sostuvo que los pueblos americanos debían
asumir la dirección de sus destinos hasta que cesara el impedimento de Fernando VII de
regresar al trono.
Desde la salida del Infante don Antonio, de Madrid, había caducado el Gobierno Soberano
de España, que ahora con mayor razón debía considerarse haber expirado con la disolución
de la Junta Central, porque, además de haber sido acusada de infidencia por el pueblo de
Sevilla, no tenía facultades para el establecimiento del Supremo Gobierno de Regencia; ya
porque los poderes de sus vocales eran personalísimos para el gobierno, y no podrían
delegarse, ya por la falta de concurrencia de los Diputados de América en la elección y
establecimiento de aquel gobierno, deduciendo de aquí su ilegitimidad, la reversión de los
derechos de la Soberanía al pueblo de Buenos Aires y su libre ejercicio en la instalación de
un nuevo gobierno, principalmente no existiendo ya, como se suponía no existir, la España
en la dominación del señor don Fernando Séptimo.20
Pascual Ruiz Huidobro expuso que, dado que la autoridad que había designado a Cisneros
había caducado, éste debía considerarse separado de toda función de gobierno, y que, en su
función de representante del pueblo, el Cabildo debía asumir y ejercer la autoridad.
El fiscal Manuel Genaro Villota, representante de los españoles más conservadores, señaló
que la ciudad de Buenos Aires no tenía derecho a tomar decisiones unilaterales sobre la
legitimidad del virrey o el Consejo de Regencia sin hacer partícipes del debate a las demás
ciudades del Virreinato. Argumentaba que ello rompería la unidad del país y establecería
tantas soberanías como pueblos. Juan José Paso le dio la razón en el primer punto, pero
adujo que la situación del conflicto en Europa y la posibilidad de que las fuerzas
napoleónicas prosiguieran conquistando las colonias americanas demandaban una solución
urgente.34 Adujo entonces el argumento de la hermana mayor, por la cual Buenos Aires
tomaba la iniciativa de realizar los cambios que juzgaba necesarios y convenientes, bajo la
expresa condición de que las demás ciudades serían invitadas a pronunciarse a la mayor
brevedad posible.35 La figura retórica de la «Hermana mayor», comparable a la gestión de
negocios, es un nombre que hace una analogía entre la relación de Buenos Aires y las otras
ciudades del Virreinato con una relación filial.
El cura Juan Nepomuceno Solá opinaba que el mando debía entregarse al Cabildo, pero
sólo en forma provisional, hasta la realización de una junta gubernativa con llamamiento a
representantes de todas las poblaciones del virreinato.
Que considerando la suprema ley la salud del pueblo y advertido y aun tocado por sí mismo
la efervescencia y acaloramiento de él con motivo de las ocurrencias de la Metrópoli, para
que se varíe el Gobierno, que es a lo que aspira, cree de absoluta necesidad el que así se
realice, antes de tocar desgraciados extremos, como los que se persuade habría, si aún no se
resolviese así en la disolución de esta Ilustre Junta; repite por los conocimientos que en los
días de antes de ayer, ayer y anoche ha tocado por sí mismo, tranquilizando los ánimos de
los que con instancia en el pueblo así lo piden».36
Luego de los discursos, se procedió a votar por la continuidad del virrey, solo o asociado, o
por su destitución. La votación duró hasta la medianoche, y se decidió por amplia mayoría
destituir al virrey: ciento cincuenta y cinco votos contra sesenta y nueve. Los votos
contrarios a Cisneros se distribuyeron de la siguiente manera:37
La Junta Conservadora, compuesta por los diputados de las provincias que se encontraban
en Buenos Aires y por los que llegaran después del interior, coexistía con el Triunvirato,
integrado por Feliciano Antonio Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso, actuando
Bernardino Rivadavia como secretario, sin que se encontrasen claramente delimitadas las
funciones de una y otro.
Contenido
En la primera sección se trata acerca de la misma Junta Conservadora atribuyéndole las facultades
de declarar la guerra, la paz, la tregua, celebrar tratados de límites, de comercio, crear nuevos
impuestos, empleos o tribunales, nombrar los integrantes del Ejecutivo, en caso de muerte o
renuncia del los que lo componen. Dispone que con la apertura del Congreso cesarán en sus
funciones los diputados, con lo cual se le da al organismo un carácter provisorio. En la segunda
sección se fijan como atribuciones del Triunvirato la defensa del estado, la organización de los
ejércitos, el cumplimiento de las leyes, la seguridad personal de los ciudadanos, conferir los
empleos militares y civiles de la administración pública, etc. y se le prohíbe ejercer funciones
judiciales. Finalmente, la tercera sección está dedicada a la Audiencia, a cuyo cargo se encuentra el
poder judicial.
La Junta Conservadora estaba compuesta por los diputados de las provincias que se
encontraban en la Capital y por los que llegaran después del interior y coexistía con el
Triunvirato sin que se encontrasen claramente delimitadas las funciones de una y otro. Con
la finalidad de reglar sus respectivas competencias la Junta Conservadora aprobó un
Reglamento de 27 artículos y lo remitió al Triunvirato, integrado por Feliciano Antonio
Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso, actuando Bernardino Rivadavia como
secretario, pero éste lo rechazó, disolvió la Junta y dictó en su reemplazo el Estatuto
Provisional.
En el artículo 2° se disponía que el gobierno no podrá resolver sobre los grandes asuntos
del estado, que por su naturaleza tengan un influjo directo sobre la libertad y existencia de
las Provincias Unidas, sin acuerdo expreso de la asamblea general.
Por el artículo 3° el gobierno se obligaba a tomar las medidas conducentes para acelerar la
apertura del congreso de las Provincias Unidas, ante la cual sus integrantes, así como los
secretarios, serán responsables por sus conductas, y si después de dieciocho meses aún no
se hubiere abierto el congreso, deberán responder ante una asamblea general.
Administración de justicia
Juramento y publicidad
En el artículo 9° después de establecer que “La menor infracción de los artículos del
presente reglamento será un atentado contra la libertad civil” dispone que el gobierno y las
autoridades constituidas jurarán solemnemente su puntual observancia y que se dé a
publicidad el Reglamento juntamente con el decreto de la libertad de la imprenta de 26 de
octubre de 1811, y de la seguridad individual.
Libertad de imprenta
Para las obras que tratan de religión el artículo 8° disponía la previa censura del eclesiástico
con posibilidad de reclamación ante una junta formada por el mismo diocesano asociado de
cuatro individuos de la Junta Protectora. Finalmente, el artículo 9° disponía que los autores
eran responsables de sus obras o los impresores no haciendo constar a quien pertenecen.
Seguridad individual
El decreto del 23 de noviembre de 1811 disponía que ningún ciudadano puede ser penado,
ni expatriado sin que preceda forma de proceso, y sentencia legal (artículo 1°). Tampoco
podía ser arrestado sin prueba, al menos semiplena, o indicios vehementes de crimen, que
se harán constar en proceso informativo dentro de tres días perentorios. En el mismo
término se hará saber al reo la causa de su detención, y se remitirá con los antecedentes al
juez respectivo (artículo 2°). El decreto u orden que disponga el arresto de un ciudadano,
pesquisa de sus papeles, o embargo de bienes, debe individualiza el nombre o señales que
distingan su persona, y objetos, sobre que deben ejecutarse las diligencias, de la cual deberá
tomarse inventario, que firmará el reo, y al cual se le dejará copia (artículo 3°).
El artículo 6° dispone que “Siendo las cárceles para seguridad y no para castigo de los reos,
toda medida que, a pretexto de precaución, sólo sirva para mortificarlos, será castigada
rigurosamente” y el artículo 7° dispone para todos los hombres la libertad para permanecer
en el territorio del estado o abandonar cuando guste su residencia.Por el artículo 9° se
dispuso que “Sólo en el remoto y extraordinario caso de comprometerse la tranquilidad
pública o la seguridad de la patria, podrá el gobierno suspender este decreto mientras dure
la necesidad, dando cuenta inmediatamente a la asamblea general con justificación de los
motivos, y quedando responsable en todos tiempos de esta medida”.
El último día del mes de enero de 1813 inició sus sesiones la Asamblea General Constituyente -
convocadas por el Triunvirato el año anterior- con dos objetivos muy claros: declarar la independencia
y dictar una constitución para el estado naciente.
Esta Asamblea despertó muchas expectativas, tranquilizó el panorama político, y aunque algunos
dudaban de sus alcances y representatividad, las provincias del interior enviaron sus diputados a la
misma. José Gervasio de Artigas, aunque se manifestaba descontento con la política localista de Buenos
Aires vio en la Asamblea la posibilidad de darle una nueva estructura políitica al país.
A diferencia de lo que sucedido con los órganos de gobierno anteriormente, los miembros de la
Asamblea no juraron fidelidad al rey Fernando VII de España y ésta declaró soberana, es decir superior
a cualquier otra autoridad, inclusive al Triunvirato que la había convocado. Pero, lamentablemente, no
pudo concluir con ninguno de los objetivos que se había propuesto.
Las derrotas sufridas por el Ejército del Norte, en Vilcapugio y Ayohuma, empeñado en la lucha
contra las fuerzas realistas enviadas desde el Virreinato del Perú complicaron la situación interna. El
avance realista sobre territorio argentino era una posibilidad cercana, que ponía en peligro la causa de
la revolución.
Dispuso la creación de un órgano ejecutivo que concentraba todo el poder en una sola persona,
con el nombre de Director, y un Consejo de Estado, con fines de asesoramiento al nuevo ejecutivo.
Mandó a abolir el escudo de Armas de España, y la efigie de los antiguos monarcas fue sustituida
en las monedas por el escudo nacional. En los documentos públicos se suprimió toda invocación al rey
de España, reemplazándola por “la soberanía de los pueblos, cuya voluntad representan los diputados”.
Estableció la libertad de vientres, que garantizaba la libertad e igualdad a todos los hijos de
esclavas que nacieran en adelante en el territorio de las Provincias Unidas. Suprimió los títulos de
nobleza y eliminó el mayorazgo, por el cual desde antiguo, heredaba toda la fortuna del padre el hijo
mayor. Suprimió también las encomiendas y las mitas.
Por último declaró fiesta cívica al 25 de Mayo y encargó la composición de una canción patria,
que sería nuestro himno nacional.
El Estatuto provisional de 1815 fue un instrumento legal cuyo nombre completo era
Estatuto provisional para Dirección y Administración del Estado, que fue aprobado el 5
de mayo de 1815 por la Junta de Observación para regir en forma provisional en las
Provincias que habían integrado el Virreynato del Río de la Plata hasta que se reuniera un
Congreso General. El Estatuto, que reemplazaba al Estatuto del Supremo Poder Ejecutivo
que había sido aprobado en 1813, no recibió el apoyo mayoritario de las provincias.
Contenido
El estatuto tenía un capítulo sobre los deberes de todo hombre en el Estado en el cual
disponía la obligación de respetar y obedecer a las leyes y a los magistrados y funcionarios.
Prevé la organización del gobierno sobre la base de la división de poderes y dispone que el
Poder Legislativo sea ejercido por la Junta de Observación hasta la celebración del
Congreso general. En cuando al Poder Ejecutivo, reitera las normas vigentes, esto es su
carácter unipersonal con el nombre de Director del Estado, con un mandato por un año y
facultades restringidas. El Poder Judicial se establecía independiente de los otros poderes.
Disponía que fueran designados por elecciones populares el Director del Estado, los
Diputados Representantes de las Provincias para el Congreso General, los Cabildos
seculares de las Ciudades y Villas, los Gobernadores de Provincia y los miembros de la
Junta de Observación.
En materia de derechos personales estableció que todo individuo arrestado debía ser puesto
dentro de veinte y cuatro horas a disposición de los respectivos Magistrados de Justicia con
toda la independencia que corresponde al Poder Judicial, pasándoles los motivos para su
juzgamiento. También establecía la inviolabilidad de la correspondencia y diversas
garantías para el supuesto que fuere necesaria su intercepción.
En el estatuto se incorpora por primera vez la representación de la campaña. En relación al
criterio de de distribución de la cantidad de representantes por territorio, se establece que la
cantidad sea en relación a la cantidad de habitantes, produciendo un cambio importante con
respecto a la legislación anterior que asignaba un número fijo a cada agrupación territorial.