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Los aloinjertos óseos en Cirugía Ortopédica

y Traumatología (1)
Bone allografts in Orthopedic Surgery (1)
Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica Vicario Espinosa C.
Centro de Rehabilitación FREMAP
Majada honda (Madrid)

RESUMEN ABSTRACT
El empleo de aloinjertos óseos en Cirugía Ortopédica y Employment of bone allografts in Orthopedic Surgery and
Traumatología continúa siendo en la actualidad una técnica Traumatology is actually a common surgical technique in the
quirúrgica habitual en el tratamiento de los diferentes tipos de treatrnent of different kinds of bone defeds.
defectos óseos. In the present review some basic concepts about bone allo-
En el presente artículo de revisión se desarrollan una serie grafts are developed and a brief comparisson with other bone
de conceptos básicos en el empleo de los aloinjertos óseos jun- substitutes is done.
to a una breve comparación con otros tipos de sustitutos óseos. Characteristics of Bone Banks are later reviewed, and an
Posteriormente se revisan las características de los Bancos analysis of several proccesing techniques of bone allografts is
de Huesos, así como los diversos medios de procesamiento de performed. Finally, a description of the main biological and im-
las piezas obtenidas, para finalmente hacer un repaso a los pro- munological procceses involved in bone allogmfi incorporation
cesos biológicos e inmunológicos que suceden tras la implan- is done.
tación de un aloinjerto óseo. lhis paper will be followed by another one in which actual
La presente revisión será continuada en un próximo núme- indications and usefulness of bone allografts in Orthopedic
ro por otro de similares características en el que se recogerán Surgery are reviewed.
fundamentalmente las indicaciones y utilidades actuales de los
aloinjertos en Cirugía Ortopédica y Traumatología.
Palabras clave: Aloinjerto óseo, sustituto óseo. Key words: Bone allografis, bone substitute.

Vicario Espinosa C Vicario Espinosa C


Los aloinjertos óseos en Cirugía Ortopédica y Traumatología (1) Bone allografts in Orthopedic Surgery (1)
ktologi'a del Aparato Locomotor; 2004; 2 (3): 2 14-232 htologi'a del Aparato Locomotor, 2004; 2 (3): 2 7 4-232

Correspondencia:
C. Vicario Espinosa
Centro de Rehabilitación FREMAP
Ctra. Pozuelo, 6 1
28220 Majadahonda (Madrid)
E-mail: cvicario@iespana.es

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Los aloinjertos óseos en Cirugía Ortopédica y Traumatología (1)

INJERTOSÓSEOS Recientemente se ha demostrado la capacidad


de células mesenquimales pluripotenciales de
«Engran número de operaciones ortopédicas adquirir capacidad osteogénica mediante la varia-
es necesario utilizar injertos óseos. En ocasiones ción de substratos sintéticos y de su ambiente (20,
no es posible extraerlos del propio enfermo (hue- 21 ), lo cual abre la puerta a la capacidad de dotar
so autógeno o autólogo), y resulta útil el hueso de capacidad osteogénica a diversos biomateria-
de otro ser humano (homogéneo u homólogo) o les.
de otro animal (heterogéneo o heterólogo)~(1 ).
Casi medio siglo después de publicadas estas
palabras del profesor Sanchís Olmos, la pérdida Osteoinducción
de masa ósea continúa siendo uno de los pro-
blemas más frecuentes a los que se enfrenta el La osteoinducción consiste en el reclutamiento
cirujano ortopédico en su práctica quirúrgica dia- de células de tipo mesenquimal que pueden dife-
ria, ya sea para rellenar o sustituir defectos óseos, renciarse en células formadoras de cartílago o for-
ya sea para favorecer la consolidación tras frac- madoras de hueso. La osteoinducción está media-
turas o pseudoartrosis (2-4). Ante un defecto óseo da por factores provenientes del injerto y es escasa
la actitud más frecuentemente adoptada por el en los injertos mineralizados (cuya máxima capa-
cirujano ortopédico continúa siendo el empleo cidad osteoinductora proviene de las células vivas
de sustitutos óseos. La única excepción la cons- que portan) y muy importante en los no minera-
tituyen las técnicas de transporte óseo (técnica de l i z a d o ~(22-24). La matriz ósea contiene diversas
Ilizarov) (S), indicadas en defectos traumáticos proteínas morfogenéticas, factor transformante B,
mayores de 6-7 cm (6, 7) y discrepancias de lon- factores similares a insulina I y II, factores de cre-
gitud de miembros entre los 5 y 10 cm (8), y que cimiento fibroblástico ácido y básico, factor de
no están exentas de graves complicaciones (9, crecimiento derivado de plaquetas, interleucinas,
1O). factores estimuladores de colonias de granuloci-
tos y de granulocitos-macrófagos, etc. (25, 26),
los cuales inducen la diferenciación de las célu-
Funciones de los injertos óseos las mesenquimales en células formadoras de hue-
so. U n buen estado del lecho sobre el que asien-
Osteogénesis ta el injerto osteoinductor es clave para su éxito
ya que éste depende del reclutamiento de célu-
El término osteogénesis hace referencia a la las del huésped. Por ejemplo, en un lecho muy
formación de nuevo hueso sin indicación del ori- fibrótico y previamente irradiado la formación de
gen celular (1 1, 12). El injerto osteogénico de refe- hueso alrededor del injerto dependerá casi exclu-
rencia es el autoinjerto de cresta ilíaca no trata- sivamente de la capacidad osteogénica del mis-
do. Cuando se forma hueso sobre el injerto o a mo y no de su capacidad osteoinductora (17).
su alrededor, éste puede tener su origen en el pro- Sin embargo la osteoinducción no es una pro-
pio injerto (células que sobreviven al tratamien- piedad exclusiva de la matriz ósea y sus proteí-
to del injerto) o en células del huésped (13). Se nas, puesto que recientemente ha sido descrita
ha demostrado que con un adecuado manejo pue- para los aloinjertos óseos esterilizados y conser-
den sobrevivir células en la superficie de los injer- vados (27) y para diversos biomateriales como el
tos corticales y esponjosos (14-1 6), siendo estas titanio (28).
células clave para la formación de callo óseo en
las primeras cuatro a ocho semanas tras la implan-
tación (17). Lógicamente, el hueso esponjoso, gra- Osteoconducción
cias a su mayor superficie, puede albergar más
células aquiescentes y, por tanto, tiene una mayor La osteoconducción es el proceso tridimen-
capacidad para formar hueso desde el propio sional de crecimiento de brotes vasculares, teji-
injerto que el injerto de cortical (18). La osteoge- do perivascular y células osteoprogenitoras des-
nicidad de un injerto puede alterarse y mejorar- de el lecho del receptor al interior del injerto. La
se gracias a diversos compuestos y biomateriales osteoconducción puede ocurrir por una neofor-
como el fosfato octacálcico (19). mación ósea activa por osteoinducción o puede

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C. Vicario

suceder pasivamente sin la participación del pro- ideales de este autoinjerto quedan limitadas a de-
pio injerto, como sucede en la mayoría de aloin- fectos menores de 6 cm sobre un lecho bien vas-
jertos corticales. La osteoconducción no es un cularizado y no infectado (10, 36, 37) (Fig. 3).
proceso aleatorio y sigue un patrón espacial orde- Con el fin de ampliar las indicaciones de los
nado y predecible determinado por la estructura autoinjertos de esponjosa se han desarrollado
del injerto, el aporte vascular desde los tejidos diversas técnicas de autoinjertos óseos vasculari-
colindantes, el ambiente mecánico y la presen- zados, ya sean pediculados procedentes del pero-
cia de otros biomateriales (17, 19, 29). né (38, 39), de la cresta ilíaca (39, 40), de tercio
dista1 de radio (41), etc.; ya sean libres, entre los
que el de peroné es con diferencia el más fre-
Autoinjertos cuentemente usado (10, 42). Sin embargo, aun-
que aportan algunas ventajas evidentes, también
En la actualidad el patrón oro para los susti- presentan limitaciones, especialmente derivadas
tutos óseos continúa siendo el autoinjerto de es- de la cantidad de injerto disponible, la dificultad
ponjosa, habitualmente obtenido de la cresta ilía- técnica y la morbilidad del sitio donante (43).
ca ( 2 ) (Fig. 1). Las principales ventajas de este
autoinjerto de esponjosa son que es fuertemente
osteogénico, que es fáci lmente revascularizado y
que se integra rápidamente en el huésped (17,
30); sin embargo, tiene varias limitaciones: en
primer lugar, debemos tener en cuenta la morbi-
lidad del sitio donante, que incluye la aparición
de dolor postoperatorio, en ocasiones muy inten-
so, la posibilidad de infección, y más raramente
la anestesia en el muslo, la herniación muscular,
la meralgia parestésica, la subluxación de la cade-
ra y la consiguiente prolongación de la estancia
hospitalaria (31-34) (Fig. 2); en segundo lugar, su
principal factor limitante es la escasez de volu-
men de injerto disponible, especialmente en niños
(2); y por último, el autoinjerto de cresta ilíaca
proporciona un escaso soporte mecánico, lo cual Fig. 2. Fractura de la espina ilíaca anterosuperior tras
limita su empleo en situaciones en las que se pre- toma de autoinjerto de esponjosa.
cisa un injerto estructural (35). Por todo esto, pare-
ce generalmente aceptado que las indicaciones

Fig. 3. Reducción abierta y fijación interna de fractura


femoral con autoinjerto de cresta ilíaca.

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Los aloinjertos óseos en Cirugía Ortopédica y Traumatología (1)

Debido a las limitaciones referidas en el em-


pleo de autoinjertos se han desarrollado dos tipos
de estrategias diferentes cuando se precisa un
injerto óseo: por un lado, el empleo de aloinjer-
tos, y por otro, el de sustitutos óseos sintéticos.

Sustitutos óseos sintéticos

Se calcula que de los 500.000 a 600.000 injer-


tos óseos empleados anualmente en Estados Uni-
dos, el 10% aproximadamente corresponden a
sustitutos óseos sintéticos, y esta cifra está aumen-
tando de manera significativa en los últimos años
(44, 45).
Estos sustitutos óseos sintéticos pueden estar
compuestos por hidroxiapatita, fosfato tricálcico,
sulfato cálcico o una combinación de estos mine-
rales. La técnica de fabricación, la cristalinidad, las
dimensiones del poro, las propiedades mecánicas
y la tasa de reabsorción pueden variar (44) (Fig. 4).
En la actualidad se están publicando numero-
sísimos estudios sobre el empleo clínico de diver-
sos compuestos de este tipo, y las indicaciones
no están aún claramente establecidas, pero en
muchas ocasiones parecen superponerse a las de
los auto y aloinjertos (28,45-49).
Sin entrar a analizar las diferencias entre los
diversos compuestos disponibles en el mercado,
los sustitutos óseos sintéticos comparten diversas
ventajas sobre los auto y los aloinjertos, inclu-
yendo la ilimitada disponibilidad, la facilidad para
su esterilización y su almacenaje (44). Sin embar-
go, presentan diversas limitaciones, como la va-
riabilidad en su carácter osteoconductor, las di-
ferencias entre la repoblación celular de las
diferentes matrices, los efectos potencialmente
adversos sobre el remodelado óseo normal, los Fig. 4. Diferentes formas e indicaciones del empleo de
aspectos comerciales relacionados con su utili- fosfato tricálcico en una fractura de meseta tibia1 y en una
zación; pero la principal limitación práctica que artrodesis lumbar posterolateral.
presentan de forma conjunta es la escasa capa-
cidad de proporcionar soporte mecánico lo que
contraindica su uso como injertos estructurales
(44, 46, 49-58). ALOINJERTOS ÓSEOS
Por todos estas razones el empleo clínico de
los aloinjertos en cirugía ortopédica y traumato- En ocasiones, la terminología empleada en los
logía continúa siendo mayoritario, de modo que trasplantes de tejidos resulta confusa, por ello es
en Estados Unidos se calcula que se emplean conveniente iniciar este apartado aclarando deter-
entre 150.000 y 200.000 aloinjertos musculoes- minados conceptos y definiciones. Un aloinjerto
queléticos al año (17, 35), constituyendo el teji- es un tejido transferido entre dos individuos gené-
do más frecuentemente injertado en la práctica ticamente diferentes de la misma especie; es un
médica y quirúrgica (59, 60). concepto que debe ser claramente diferenciado

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C. Vicario

del de xenoinjerto, que es el tejido transferido meros esfuerzos eficaces en el almacenaje de


desde un individuo de otra especie. Además hay aloinjertos y su empleo en cirugía programada.
otros dos aspectos que conviene aclarar cuando En 1946 Wilson (73) comienza a emplear su pro-
se habla de trasplantes, en este caso óseos, como pio banco de huesos conservados por congela-
son el de injerto ortotópico, que es aquel que se ción provenientes de donantes vivos en Nueva
coloca en una localización anatómicamente apro- York. En España el primer banco de huesos lo crea
piada; mientras que el injerto heterotópico es el profesor Sanchís Olmos en el Hospital Provin-
aquel que se coloca en un lugar anatómicamen- cial de Madrid (1) en 1951 empleando huesos
te inapropiado (17). provenientes de amputaciones, en ocasiones trau-
máticas y otras por gangrenas gaseosas y conser-
vándolas con Timerosal. Posteriormente, en 1953
Introducción se constituyó el Banco Nacional de Huesos como
una sección del Instituto de Hematología y Hema-
El primer antecedente histórico de trasplante toterapia (74, 75)
de un miembro pertenece más bien al terreno de Es a comienzos de los sesenta cuando empie-
la leyenda que al de la ciencia: según la tradición, zan a aparecer grandes series de casos de recons-
en el siglo vi los santos Damián y Cosme reali- trucción con aloinjertos tras la constatación empí-
zaron un milagro que consistió en el trasplante rica de que la congelación y descongelación de
de la pierna enferma de un sacristán por la de un los mismos reducía significativamente la respuesta
moro recién fallecido. Este hecho fue objeto de inmune (76, 77). En estas primeras series (78-80)
numerosas representaciones artísticas en el rena- ya se pudo valorar que las técnicas de recons-
cimiento (61). trucción con aloinjertos aunque proporcionaban
El primer trasplante óseo dentro de un ámbi- resulados alentadores, no estaban exentas de com-
to más científico del que tenemos noticia fue rea- plicaciones frecuentes y graves, como la infec-
lizado por un cirujano holandés llamado Job van ción (9-15%), la fractura (29-41%) o la reabsor-
Meekeren en 1668, y trasplantó con éxito el crá- ción del injerto (4-14%).
neo de un perro a un defecto craneal de un sol- En la actualidad podemos afirmar que inclu-
dado (62). so, a pesar de sus potenciales riesgos, como la
En términos estrictamente científicos, el con- transmisión de enfermedades contagiosas, el uso
cepto de preservación de injertos óseos ya fue de aloinjertos óseos conservados ha demostrado
considerado en el siglo xix por Ollier (63), y es en ser una buena y, en ocasiones, única alternativa
1881 cuando Macewen publica el primer caso para la reconstrucción de defectos óseos inde-
conocido de trasplante óseo en un defecto de ter- pendientemente de su causa (35, 81-94).
cio proximal de húmero realizado dos años an- Sin embargo, el principal inconveniente del
tes (64). Lexer, en 1908, publica el caso de un empleo de aloinjertos óseos es el riesgo teórico
trasplante de una hemiarticulación (65), y gracias, de transmisión de enfermedades contagiosas, lo
entre otros, a trabajos posteriores del mismo autor cual obliga a establecer el funcionamiento de un
(66) se inicia un interés creciente de los cirujanos banco de huesos, cuya organización supone la
ortopédicos de comienzos de siglo xx por el em- creación de una serie de infraestructuras com-
pleo de los aloinjertos masivos para la reconstruc- plejas que han de abarcar los procesos que están
ción de los grandes defectos esqueléticos. Por otro involucrados desde la selección del donante has-
lado, resulta destacable en este sentido el traba- ta la conservación y distribución previas a utili-
jo de Albee (67) que usaba injertos óseos prove- zación clínica de la pieza en cuestión.
nientes de miembros amputados para favorecer
la fusión vertebral y la consolidación de psuedo-
artrosis. De esta misma época datan los trabajos Banco de huesos
de Tuffier (68, 69) y Bauer (70) en Europa y de
Carrell (71) en Estados Unidos gracias a los cua- La necesidad de injertos seguros tanto bioló-
les se asientan las bases del empleo de aloinjer- gica como bacteriológicamentehace que el desa-
tos provenientes de donantes fallecidos. rrollo de un banco de huesos y tejidos sea un pro-
En los años cuarenta se inician, con los traba- ceso complejo y sometido rigurosos controles
jos de lnclan en La Habana, Cuba (72), los pri- legales y técnicos.

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Los aloinjertos óseos en Cirugía Ortopédica y Traumatología (1)

Se define un banco de huesos a la institución y osteoeogénica de este tipo de injertos, y en la


sin ánimo de lucro encargada de la obtención, actualidad su utilización clínica está limitada a
procesamiento, preservación y almacenamiento los injertos osteocondrales (110-112) que pueden
de tejidos humanos con vistas a su distribución estar indicados en determinadas lesiones osteo-
para aplicación clínica como aloinjertos (95). condrales especialmente en la rodilla (113) (Fig.
En España la Organización Nacional de Tras- 5) y en las secuelas de las fracturas de meseta
plantes, adscrita al Ministerio de Sanidad y Con- tibia1 (114).
sumo, se encarga de todas las actividades rela- Para disminuir la respuesta inmunológica que
cionadas con la donación, extracción, distribución despiertan estos injertos y evitar la transmisión de
e intercambio de órganos y tejidos. Por otro lado, enfermedades se han desarrollado técnicas de
la Asociación Española de Bancos de Tejidos, criopreservación del cartílago a pesar de una ma-
creada en 1994, ha elaborado unas recomenda- yor lentitud en su reincorporación y una menor
ciones y estándares (96) basada entre otros en las tasa de supervivencia condrocitaria (115, 116),
realizadas por la American Association of Tissue sin embargo su aplicación clínica no ha sido peor
Banks (97) y la European Association of Tissue que la de los aloinjertos frescos (117, 118).
Banks (98) con el fin de garantizar la seguridad y
la calidad en la manipulación, almacenamiento
y aplicación clínica de células y tejidos. Esterilización del aloinjerto
La Food and Drug Administration (FDA) ha ela-
borado una guía estandarizada para la selección Desde que en 1992 Simonds y cols. (119) de-
de los donantes de tejidos muscuIoesqueléticos, mostraron la infección por el virus de la inmuno-
en la que se basan la mayor parte de protocolos deficiencia humana adquirida (VIH) desde un do-
disponibles en la actualidad (99). Una vez selec- nante seronegativo para dicho virus en un aloinjerto
cionado convenientemente el donante, tras la óseo, se ha cuidado especialmente rigurosa la se-
extracción de la pieza de forma conveniente (95, guridad de los aloinjertos en los bancos de huesos.
100-106), con el fin de evitar su contaminación
durante la extracción, y salvo en el caso de los
aloinjertos en fresco, es necesario iniciar los pro-
cesos encaminados a su conservación.
Los injertos pueden ser obtenidos en condi-
ciones estériles y conservarse congelados a diver-
sas temperaturas sin ninguna esterilización adi-
cional; o bien pueden ser sometidos a diversos
procesos de esterilización como la radiación gam-
ma, el óxido de etileno o el autoclavado, para
después ser conservados mediante la congelación
o la liofilización, ya que los procesos de selec-
ción del donante han demostrado no ser sufi-
cientes para la exclusión de los donantes infec-
ciosos (107).

Aloinjertos en fresco

El empleo de aloinjertos en fresco en la actua-


lidad está muy limitado principalmente por dos
factores (108, 109): 13 provocan una intensa reac-
ción inmunológica en el huésped que puede de-
sembocar en el rechazo del aloinjerto, y 2.") el ries-
go de transmisión de enfermedades infecciosas.
Estas desventajas no suelen compensar la teó- Fig. 5. Aloinjerto osteocondral criopreservado en defec-
rica capacidad osteoinductiva, osteoconductiva to osteocondral de rodilla.

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C. Vicario

Tras la selección rigurosa del donante y la cia a la producción y propagación de microfrac-


obtención de la pieza ósea en condiciones esté- turas en aloinjertos corticales (132).
riles adecuadas (96-98) con frecuencia se some- Sin embargo, los aloinjertos las propiedades
te a las piezas a algún proceso de esterilización, mecánicas del hueso esponjoso han demostrado
que comprenden entre otros: la irradiación gam- una buena resistencia al efecto deletéreo de la
ma, el óxido de etileno y el autoclavado. Uno de irradiación gamma. Fragmentos de cresta ilíaca
los gestos más comunes a todas estas técnicas sometidos a dosis por encima de 20-25 kGy no
durante la extracción o antes de su empleo en el alteran de forma significativa su módulo elástico,
huésped es el lavado de la pieza con diversas so- su resistencia a la compresión o a la fatiga (102,
luciones que contienen antibióticos, sin embar- 109, 133); incluso algunos estudios se han publi-
go, se ha demostrado que el lavado a baja pre- cado con dosis de hasta 51 kGy sin haber encon-
sión con suero salino estéril puede ser más eficaz trado grandes modificaciones en las propiedades
para eliminar las bacterias que pudieran conte- mecánicas de pequeños bloques de hueso espon-
ner (120). joso de tibia (134).
Una de las grandes desventajas que introdu-
ce el empleo de estos procesos de esterilización
es que de un modo u otro han demostrado que Óxido de etileno
pueden interferir en las propiedades mecánicas
y biológicas del injerto (121-123). Veremos algu- El mecanismo de actuación del óxido de eti-
nos de estos aspectos por separado en referencia leno como esterilizador de aloinjertos óseos es
a las diferentes técnicas. mediante la inactivación química de los micro-
organismos, incluyendo entre otros el HIV, y en
general es considerado como mejor agente este-
Irradiación gamma rilizador que la radiación gamma para la des-
contaminación superficial (35).
Probablemente la esterilización con rayos gam- Sin embargo, el empleo de óxido de etileno
ma sea el método de esterilización más emplea- como medio para la esterilización de los injertos
do en el mundo (124). Los rayos gamma destru- óseos es controvertido y en general es usado ex-
yen eficazmente el riesgo de contaminación cepcionalmente por dos motivos principalmente
bacteriana y hepatitis (109); pero son menos efi- (17, 122, 124). En primer lugar por la persisten-
caces en la destrucción del VIH. La dosis mínima cia de gas residual en el tejido implantado que
eficaz a la que destruyen dicho virus es de 25 kGy causa irritación (135-1 37) y alteraciones en la
(125, 126), pero se recomiendan dosis de al osmosis tisular (138) y, por otro lado, la obstacu-
menos 30 kCy para su erradicación (127). Los lización de la capacidad osteoconductora y la
priones y quizá otros virus podrían incluso ser pérdida de capacidad osteoinductiva de los aloin-
aún más resistentes que el HIV (128). jertos tratados de este modo (102, 139, 140), que
Por otro lado, la irradiación gamma sobre los en algunos casos ha sido involucrado en el fra-
aloinjertos ha demostrado tener efectos deleté- caso de una técnica quirúrgica como la fusión
reos sobre las propiedades mecánicas y biológi- posterior toracolumbar en escoliosis (141 ), que
cas de los aloinjertos, y este efecto parece ser do- con otro tipo de aloinjerto ha tenido buenos o
sis-dependiente (104, 107, 129). excelentes resultados (142-144).
La dosis más frecuentemente empleada en la Sin embargo, otros estudios contradicen estas
práctica oscila entre los 5 y 30 kGy aunque algu- afirmaciones. Por ejemplo Kearney y cols. no en-
nos bancos de huesos prefieren dosis más altas contraron residuos tóxicos en la matriz de injer-
(102). Para el hueso cortical la irradiación gam- tos óseos sometidos a esterilización con óxido de
ma ha demostrado reducir las propiedades mecá- etileno (145); por su parte, Zhang y cols. no en-
nicas referidas a su elasticidad, a su resistencia a contraron una pérdida de capacidad osteoinduc-
la ruptura ante la torsión y ante la acción de do- tiva en los injertos tratados de este modo (146); y
blarse (129, 130), e incluso su asociación con la algunos autores recomiendan determinados ges-
liofilización parece reducir aún más estas pro- tos como la aireación de los injertos, su conser-
piedades mecánicas (131). Se ha demostrado que vación durante más de 15 días y su lavado para
dosis de 27,5 kGy producen una mayor tenden- reducir la cantidad de óxido de etileno que por-

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Los aloinjertos óseos en Cirugía Ortopédica y Traumatología (1)

tan, para poder usar este tipo de aloinjertos óseos gamma (153); la posibilidad de mantener las in-
con mayor seguridad (147). serciones tendinosas y musculares (154); la posi-
bilidad de emplear de forma segura piezas con
riesgo de infección por HIV, VHC, etc. (155); y
Autoclavado aunque en nuestro medio no es importante, sí
cabe destacar que en los países asiáticos, y por
Debido a las limitaciones expresadas para los motivos religiosos y culturales, es muy difícil la
métodos de esterilización mediante radiación a obtención y el empleo de aloinjertos frescos con-
altas dosis o mediante óxido de etileno, se han gelados, siendo más factible el empleo de los
desarrollado otras líneas de investigación (148), autoclavados (153, 156).
entre las que cabría destacar el autoclavado o tra- Entre las limitaciones del empleo de los aloin-
tamiento con calor de los aloinjertos desde los jertos autoclavados podríamos destacar la ausen-
experimentos de lnokuchi y cols. (149) y Naka- cia de consenso sobre cuál es el mejor protoco-
nishi y cols. (150) en los que demostraron la capa- lo de tratamiento a emplear, así, la mayor parte
cidad de inducir la formación ósea de los aloin- de publicaciones hacen referencia a tratamientos
jertos autoclavados (Fig. 6). de unos 135 "C entre unos 10 y 30 minutos (148,
Las principales ventajas del aloinjerto auto- 156-162); sin embargo, otros autores prefieren el
clavado son: la alta sensibilidad del HIV y otros tratamiento de las piezas con temperaturas más
virus a las altas temperaturas (151, 152); la faci- bajas y que oscilan entre los 60 a 80 "C (122, 161,
lidad de empleo, que no requiere de complejas 163), habiendo demostrado que estas tempera-
instalaciones como en el caso de la radiación turas mantienen la capacidad osteoinductiva (150,
164) y que no se afectan seriamente ni la revas-
cularización ni la neoformación ósea (153). Inclu-
so se ha visto que piezas de hueso cortical de vaca
tratadas a 350 OC podrían constituir un excelen-
te sustituto óseo para la carga de peso gracias al
buen mantenimiento de sus propiedades mecá-
nicas, cosa que no sucede cuando la temperatu-
ra se eleva hasta 700 "C (165). No existen estu-
dios clínicos comparativos sobre el empleo de
aloinjertos tratados a diferentes rangos de tem-
peratura.
Otra de las limitaciones para el empleo de los
aloinjertos óseos autoclavados es la pérdida de
propiedades mecánicas tras la esterilización. Di-
versos estudios experimentales han demostrado,
entre otros, alteraciones estructurales microscó-
picas que pueden provocar una pérdida de las
mismas (160). De hecho, cuando se han estudia-
do propiedades como la resistencia al máximo
estrés, el módulo de compresión, la rigidez del
injerto o la energía de fracaso se han recogido
pérdidas de estas propiedades que oscilan entre
el 25 y el 70% (158, 159, 161). Por ello, gene-
ralmente se acepta que el empleo de aloinjertos
autoclavados debe estar limitado a injertos no
estructurales, habiéndose recogido excelentes
resultados, por ejemplo en la cirugía protésica de
cadera (166). Aún así, existen casos publicados
con aceptables resultados tras aloinjertos auto-
Fig. 6. Pieza de aloinjerto cometido a esterilización clavados masivos tras resecciones tumorales
mediante autoclave. (156).

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PATOLOG~
C. Vicario

Otras técnicas (-1 60" a -1 80") no parece influir sobre las pro-
piedades mecánicas o biológicas del aloinjerto
Otras técnicas de esterilización de los aloin- (17, 170, 171). Sin embargo, cada una de estas
jertos óseos han sido descritas y evaluadas, sin técnicas requiere el empleo de diferentes infraes-
que ninguna de ellas haya sido usada de forma tructuras. Así, el uso de nitrógeno Iíquido requie-
frecuente en la práctica clínica. Entre ellas cabría re su renovación periódica, mientras que cuando
destacar el empleo de sustancias químicas como se emplean equipos de congelación es precisa la
el ácido-etanol peracético validado recientemente disponibilidad de equipos de suministro energé-
y que ha demostrado ser capaz de inactivar inclu- tico suplementarios (170).
so las esporas de Aspergillus niger (167), pero aún Se ha demostrado que la congelación conser-
se carece de estudios experimentales sobre incor- va la mayor parte de enzimas en casi todos los
poración y propiedades mecánicas tras su empleo. tejidos humanos sin afectar las propiedades mecá-
El tetrahidrofurano también ha sido evaluado co- nicas de los mismos (17, 35, 170). Además dis-
mo método de esterilización químico para injertos minuye la antigenicidad del injerto (172) y la
óseos ya que no provoca grandes cambios en el degradación del mismo por enzimas como la co-
comportamiento biomecánico de los mismos (159). lagenasa o las proteinasas (35), sin embargo no
Otra técnica descrita es la desmineralización está demostrado claramente que inactive los virus
y la desinfección a bajas temperaturas con plas- de la hepatitis o el HIV (173-175), o incluso algu-
ma (DEM-LTP), que ha mostrado una buena capa- nas bacterias (169).
cidad para la estimulación de la proliferación y Un aspecto muy discutido en la literatura es
diferenciación ósea (122). el tiempo máximo de conservación de los aloin-
Recientemente se ha descrito que el empleo jertos congelados, y aunque existen variaciones,
de un horno de microondas doméstico en la este- parece que el período recomendable como máxi-
rilización de cabezas femorales de aloinjertos mo se sitúa en torno a los tres años (173, 174,
puede ser una opción útil, sencilla y barata, aun- 176). Además, algunos bancos de huesos emplean
que aún no se han publicado estudios ni ensayos sustancias criopreservantes como el dimetilsul-
clínicos (168). fóxido para la crioprotección de los condrocitos
de los alointertos osteocondrales (115, 116, 177).
Conservación del aloinjerto La congelación se considera como el método
idóneo para la conservación de los aloinjertos de
En la actualidad la mayor parte de bancos de mayor tamaño (109).
huesos someten a sus piezas a alguno de los pro- Algunos autores han empleado temperaturas
cesos de esterilización anteriormente descritos más bajas, de unos -20 "C, para la conservación
(35), y tras él, las piezas deben ser conservadas. de los aloinjertos, y en algunos casos han publi-
El empleo de piezas únicamente sometidas a con- cado resultados satisfactorios con esta técnica
gelación a -80 "C puede no ser suficiente para (Burwell, 1969 ID: 351); sin embargo, algunos
garantizar la esterilidad de la pieza. En un recien- estudios han demostrado como la conservación
te estudio se ha publicado una tasa del 12% de a este rango de temperatura puede provocar la
cultivos positivos (la mitad eran S. epidermidis) liberación de factores favorecedores de la reab-
en aloinjertos congelados empleados en cirugía sorción ósea debido a la formación de cristales
de artrodesis vertebral, aunque sin un aumento de hielo y a la activación de enzimas proteolíti-
en la tasa de infecciones quirúrgicas (169). cas (176). Además se ha visto en un estudio con
Existen dos métodos ampliamente empleados cultivo de osteoblastos que la conservación de
para la conservación de los aloinjertos óseos: la las piezas a -20 "C durante más de seis meses pro-
congelación, ya sea en congeladores eléctricos voca importantes cambios en la respuesta de los
(-60" a -80 "C) o en nitrógeno Iíquido (-1 60" a osteoblastos, lo cual puede provocar alteraciones
-1 80 "C) y la liofilización (95). en su incorporación (178).

Aloinjertos congelados Aloinjertos liofilizados

La congelación mediante congeladores eléc- La liofilización consiste en la eliminación del


tricos (-60" a -80 "C) o en nitrógeno líquido agua de un tejido previamente congelado (-30 "C)

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Los aloinjertos óseos en Cirugía Ortopédica y Traumatología (1)

y su conservación al vacío (17). La principal ven- sic. El receptor desarrolló el síndrome de inmu-
taja como medio de conservación es que las pie- nodeficiencia adquirida. Si el donante hubiese
zas pueden ser almacenadas a temperatura am- estado sometido a los controles actuales de selec-
biente por un tiempo indefinido siempre que el ción de donantes habría sido desestimado, basán-
envase mantenga el vacío (170), además como la dose en la serología y en la historia previa de uso
médula ósea y la sangre son eliminadas, dismi- de drogas por vía parenteral y de linfadenopatía.
nuye el riesgo teórico de transmisión de enfer- El segundo caso lo constituye un donante mul-
medades a través de la médula ósea (35). tiorgánico que transmitió la enfermedad a los cua-
Entre las desventajas que se describen para la tro receptores de otros órganos y a tres de los cua-
conservación de los aloinjertos mediante la liofi- tro receptores de aloinjertos musculoesqueléticos
lización cabe destacar el impacto de la misma so- no procesados (ambas cabezas femorales y un
bre las propiedades mecánicas del injerto, pro- injerto hueso-tendón-hueso patelar). Los otros 48
vocando una disminución de la resistencia a la injertos musculoesqueléticos que fueron someti-
torsión y al doblado, pero no a las fuerzas de com- dos a procedimientos de procesado y conserva-
presión axial (16, 179, 180). ción no transmitieron la enfermedad. Esto ilustra
que la combinación de procedimientos de selec-
ción de los donantes y de procesamiento de las
Seguridad de los aloinjertos piezas puede eliminar prácticamente el riesgo de
transmisión de enfermedades virales.
Desde 1982 la principal discusión sobre el em- En cualquier caso, la mayor parte de autores
pleo de aloinjertos ha estado centrada en la posi- parecen coincidir en que en la actualidad el ries-
bilidad de transmisión del VIH (155, 181), aun- go para la transmisión de enfermedades virales
que otras infecciones, como la de los virus de la en aloinjertos no procesados es muy bajo y se
hepatitis B y C, no deben desestimarse, ya que situaría en torno al uno por millón (17, 103, 105,
hay casos descritos de transmisión de los mismos 109, 155).
a través de los aloinjertos óseos (155, 182). Otro aspecto importante es el de los cultivos
La principal dificultad para la detección de positivos para bacterias en las piezas de aloinjer-
estas infecciones es que en el donante infectado to óseo, es decir, cuando se produce una conta-
existe un período inicial de viremia en el que los minación durante su extracción o procesamien-
niveles de virus o de anticuerpos frente a estos to, en cuyo caso la recomendación generalizada
virus sea indetectable para las pruebas diagnós- y más sensata es la exclusión como implante (188,
ticas disponibles (183, 184). Por ejemplo, los anti- 189); sin embargo, recientemente se ha descrito
cuerpos frente a hepatitis B o VIH pueden no ser la falta de implicación patogénica en los casos
detectables hasta cuatro semanas después del con- en que la contaminación y, por tanto, la positivi-
tagio (17, 185). dad de los cultivos de las piezas de aloinjertos
En 1989 se estimaba que el riesgo de obtener sucede durante su implantación, siendo los cul-
un aloinjerto de un donante HIV positivo no reco- tivos previos negativos, tanto en casos de fusio-
nocido era de aproximadamente 1 por 1.600.000 nes vertebrales posteriores (190) como de plas-
donantes (186), y a pesar de que desde entonces tias de ligamento cruzado anterior (169).
la prevalencia de la enfermedad ha aumentado y Un aspecto importante y que no es frecuente-
las pruebas diagnósticas han mejorado con la in- mente abordado es la posibilidad de afectación
clusión de la reacción en cadena de la polime- del injerto por enfermedades tumorales como lin-
rasa, no parece que este riesgo haya disminuido fomas, plasmocitosis, etc. Por ello, Sugihara y cols.
desde entonces (105). (191 ) analizaron histológicamente 137 cabezas
Desde 1980 se han recogido dos casos de femorales obtenidas de artroplastias de cadera y
transmisión del VIH como consecuencia del susceptibles de ser empaladas como aloinjerto.
empleo de una pieza de aloinjerto óseo por el Encontraron alteraciones significativas en la his-
Centro de Control de Enfermedades de Estados tología de estas piezas en el 3,6% y por ello reco-
Unidos (CDC) (119, 187). En el primer caso, una mendaban el examen histológico de todas estas
cabeza femoral de un donante sometido a artro- piezas para excluir las anómalas. Sin embargo,
plastia de cadera fue implantada a un paciente otros autores han publicado incidencias mu-cho
sometido a una artrodesis vertebral por escolio- menores, entre el 1,3 y el 0,7% (192, 193) y por

71 PATOLOG~DEL APARATO LOCOMOTOR, 2004; 2 (3): 214-232 223


C. Vicario

ello resulta dudoso que el estudio histológico sis- co del huésped aproximadamente al año de la
temático de este tipo de piezas sea eficaz y ren- cirugía (17).
table y en general no se realiza de forma habi- El aloinjerto de matriz ósea desmineralizada
tual. Una línea actual de escaneo de las piezas y además de mantener la capacidad osteoconduc-
que puede tener una cierta incidencia para des- tora puede ser moderadamente osteoinductor,
cartar la presencia de enfermedades óseas meta- aunque esta propiedad está íntimamente relacio-
bólicas es la realización de una biopsia ósea sis- nada con las condiciones de procesamiento y al-
temática de cresta ilíaca en el momento de la macenaje. Por ejemplo, su conservación a tem-
obtención del aloinjerto (194). peratura ambiente durante 24 horas antes del
procesamiento provoca su inactivación biológi-
ca (197), o la esterilización mediante óxido de
etileno o con radiación mayor de 2,5 Mrad pue-
Biología de los aloinjertos den incluso limitar la capacidad osteoconducto-
ra (136, 137, 198). El aloinjerto de matriz ósea
La capacidad de estímulo biológico de los desmineralizada provoca en el huésped una res-
aloinjertos está determinada por la suma de su puesta diferente a la que despierta el autoinjerto,
actividad biológica inherente (células vivas y sus y se caracteriza inicialmente por fenómenos de
productos), de su capacidad para estimular los agregación plaquetaria, formación de hematoma,
tejidos circundantes, y de su capacidad para sos- inflamación y reclutamiento de polimorfonuclea-
tener el tejido que el huésped produce (17). El res en las primeras 18 horas. En los alrededores
proceso de incorporación del aloinjerto está ínti- del injerto se agrupan células mesenquimales
mamente relacionado con estos factores, pero durante los cinco primeros días que posterior-
casi nunca va a ser independiente de los factores mente se diferencian en condrocitos que pro-
mecánicos que analizaremos en otro apartado. ducen matriz cartilaginosa. Esta matriz se mine-
La mejor forma de analizar la respuesta que raliza, y en el 10-12." día se inicia la invasión
inducen los diferentes tipos de aloinjertos en el vascular acompañada por la colonización por
huésped es comparándola con la que producen células osteoblásticas a la vez que los condroci-
los autoinjertos. tos inician su degeneración. Desde este momen-
to y hasta la integración completa se inician los
fenómenos de remodelación ósea (17).
Injertos de esponjosa y de matriz ósea Los equivalentes al autoinjerto de esponjosa
desmineralizada entre los aloinjertos son tanto el injerto de espon-
josa como el aloinjerto triturado, ya sea de espon-
La respuesta del huésped al autoinjerto de es- josa o de cortical, cuya función es exclusivamente
ponjosa ocurre en varias fases que se superponen osteoconductora. La respuesta que provocan en
y forman un continuo (17): tras la cirugía predo- el huésped transcurre también en varias fases,
minan los fenómenos de hemorragia e inflama- como para el autoinjerto, pero la principal dife-
ción, muchas de las células del injerto mueren, rencia es que estos aloinjertos no son osteoin-
en especial los osteocitos de las lagunas trabe- ductores, ya que no tienen células vivas. Según
culares, pero muchos de los osteoblastos de su- algunos autores (17) su reabsorción no es nece-
perficie sobreviven y son capaces de producir saria para su revascularización y, por tanto, no
nuevo hueso rápidamente (195). Debido a la poro- sufren mermas en su resistencia mecánica duran-
sidad de la esponjosa, los vasos del huésped, los te su incorporación, disminución que sí ocurre
osteoblastos y sus precursores pueden infiltrar el durante la incorporación de los autoinjertos.
injerto desde la periferia en menos de 48 horas
(196). Según avanza la neovascularización del
injerto, los osteoblastos comienzan a producir Injertos corticales
matriz osteoide mientras que los osteoclastos
comienzan a reabsorber las trabéculas muertas; Los autoinjertos no vascularizados de cortical
es el comienzo de la remodelación del injerto, proporcionan soporte mecánico, en cierto modo
que puede durar varios meses. Finalmente el injer- son osteogénicos y se revascularizan lentamente
to se integra en la estructura de soporte mecáni- (195). Este retraso en la revascularización puede

224 PATOLOG~DEL APARATO LOCOMOTOR, 2004; 2 (3): 214-232


Los aloinjertos óseos en Cirugía Ortopédica y Traumatología (1)

ser explicado porque la penetración de las yemas sibilización frente a antígenos de clase I y10 II
vasculares es el resultado de la reabsorción oste- en humanos receptores de aloinjertos óseos
oclástica periférica y de la invasión vascular de (221). Estos dos aspectos parecen indicar que el
los canales de Havers y de Volkmann (199). Este aloinjerto óseo despierta en el huésped una res-
tipo de injertos permanecen significativamente puesta inmunológica que en determinadas cir-
más débiles que el hueso normal durante mu- cunstancias podría estar involucrada, al menos
chos años dependiendo de su tamaño, a la vez en teoría, en los fenómenos de reabsorción del
que es frecuente encontrar grandes porciones de injerto.
cortical muerta durante largos períodos (17, 195, En algunos pacientes el grado de compatibili-
199). dad antigénica del aloinjerto y el huésped puede
En cuanto a los aloinjertos corticales o corti- afectar la histología (216, 222) y la radiología
coesponjosos la respuesta inicial en el huésped (211) de su incorporación; incluso se ha visto que
es similar a la que despiertan otros injertos y se esta falta de compatibilidad puede afectar a los
caracteriza por fenómenos de inflamación, de in- resultados clínicos del mismo mediante la acti-
vasión vascular y migración de mediadores de la vación de una respuesta con linfocitos T citotó-
inflamación. Posteriormente, el injerto es penetra- xicos (223).
do lentamente por vasos y por hueso del huésped Sin embargo, los diversos estudios publicados
hasta un grado limitado (200). Si esta vasculari- reflejan una gran variabilidad en cuanto a la res-
zación no es suficiente, el injerto puede fractu- puesta tanto humoral como celular que despier-
rarse (200-203). Los aloinjertos de cortical son tan los antígenos del donante en el receptor, así
más débiles mecánicamente que los autoinjertos como una muy variable repercusión sobre la
de cortical durante largos períodos de tiempo, incorporación de los mismos (17,220,224-229).
aunque en condiciones de estabilidad mecánica Por otro lado, parece existir una cierta evidencia
y de carga de peso la mayor parte estos aloinjer- de que la respuesta inmunológica puede ser más
tos tienen un comportamiento mecánico y es- importante a largo plazo porque puede tener una
tructural similar a los autoinjertos a pesar de relación con la remodelación del hueso injerta-
que mantienen más cantidad de hueso necrótico do y con la aparición de complicaciones tardías
(204). También el modo de procesamiento del como las fracturas o la infección (172, 200, 209,
aloinjerto parece modificar la respuesta del hués- 219, 230, 231), lo cual podría verse refrendado
ped; por ejemplo, el hueso cortical sometido a por el hecho de que los autoinjertos siempre han
esterilización por autoclave puede ser revascula- mostrado unos mejores resultados que los aloin-
rizado, aunque lentamente, casi por completo jertos, aunque sus causas aún no están muy cla-
(205). ras. En cualquier caso, los aloinjertos no vascu-
larizados no poseen un árbol vascular ni células
vivas, que son el objetivo habitual de la respues-
ta de rechazo a los trasplantes, y este aspecto in-
Inmunología de los aloinjertos fluye notablemente en la variabilidad de la res-
puesta de rechazo a los aloinjertos óseos (232):
Numerosos estudios en animales han demos- Incluso en un modelo de aloinjerto vasculariza-
trado que los aloinjertos óseos procesados indu- do en ratas se ha podido determinar que no exis-
cen una respuesta inmune específica, especial- ten variaciones a largo plazo en cuanto a la incor-
mente celular, detectable tanto sistémica (1 7, poración del aloinjerto a pesar del empleo de
206-21 l), como localmente (35,212); sin embar- inmunosupresión prolongada (233).
go los estudios realizados en humanos han mos- De todos modos, en la actualidad la implan-
trado resultados variables en cuanto a la positivi- tación de aloinjertos no histocompatibles se ha
dad o negatividad de esta respuesta inmune en el mostrado como una técnica de resultados satis-
huésped (213-218). Otros estudios en perros (212, factorios y no parece estar justificado cambiar las
21 9) y en humanos (220) han demostrado la pro- indicaciones de los mismos aunque la tendencia
ducción de anticuerpos específicos para antíge- es que en el futuro y gracias a la creación de redes
nos leucocitarios del donante en trasplantes no de conexión entre bancos de huesos se puedan
compatibles. Por otro lado, se ha visto que hasta mejorar las condiciones de histocompatibilidad
en el 67% de las ocasiones se produce una sen- de las piezas injertadas (95, 101).

73 PATOLOG~DEL APARATO LOCOMOTOR, 2004; 2 (3): 224-232 225


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