Вы находитесь на странице: 1из 12

INVESTIGACIÓN SOCIAL APLICADA AL TRABAJO SOCIAL COMUNITARIO

Autor: Arizaldo Carvajal Burbano*

Línea Temática: Metodologías de intervención e investigación social comunitaria

Silvia Navarro, en su artículo Contra los puentes levadizos: la formación de

trabajadores sociales en clave comunitaria (2000), manifiesta que los diferentes

espacios formativos de los futuros trabajadores sociales demandan incorporar

elementos y estrategias que les ayuden a descubrir la práctica comunitaria y a

tomar partido por ella, no sólo desde una perspectiva teórica o instrumental, sino,

sobre todo, desde una perspectiva existencial y comprometida, firmemente

arraigada dentro de su proyecto vital y profesional. Lo cual requiere “coherencia

entre lo que pensamos, lo que decimos, aquello que hacemos y cómo lo

hacemos”. Expresa:

A los docentes no nos debe preocupar únicamente el contribuir a que nuestros

alumnos descubran conceptual y procedimentalmente la intervención colectiva, sino

también y por encima de todo, que descubran existencialmente el sentido de su “ser

profesional” en relación con la comunidad (Navarro, 2000:185).

*
Sociólogo y Especialista en Teoría y Métodos de Investigación en Sociología de la Universidad del Valle.
Magíster en Cooperación Internacional para el Desarrollo y Estudios de Doctorado en Antropología Social en
la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de la Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano de la
Universidad del Valle, Cali, Colombia. Correo electrónico: aricarvajal@yahoo.es
Comparto con esa autora la idea de que la intervención profesional y la formación

impartida orientadas hacia la comunidad, sólo cobrarán verdadero sentido y

legitimidad si son capaces de traducirse de forma tangible en prácticas, de

provocar dinámicas, de multiplicar oportunidades de creatividad, de alentar

reflexividades constructivas. Creo que en este contexto de la teoría y la práctica

del trabajo social comunitario, la investigación juega un papel fundamental, no sólo

como un instrumento para dicho trabajo sino como escenario de reflexión, de

creatividad, de construcción de nuevas prácticas sociales, de constitución de

sujetos sociales y políticos, de compromiso con el otro; rescatando, como diría

Castillejo (2000), “una poética de la alteridad”. Y esto nos remite a la dimensión

ético-política de la investigación y del trabajo social comunitario.

En muchos manuales de investigación y en propuestas de formación de

investigadores –como lo señala Alfonso Torres (1998)- figura la falacia de creer

que el solo manejo de metodologías, instrumentos y técnicas reemplaza la

capacidad de pensar, comprender e interpretar por sí mismos. Añade el autor que:

La actitud y capacidad investigativa requiere una formación que involucre los

conocimientos sobre la temática desde una o varias disciplinas, una visión amplia

del abanico de posibilidades metodológicas y técnicas acumuladas por las ciencias

sociales, pero, especialmente, de gran motivación por emprender la investigación y

de imaginación creativa para asumirla.

2
Habría que volver a hacer la pregunta sobre el tipo de formación en investigación

social que se está impartiendo en las escuelas de trabajo social en general1, y

para el trabajo social comunitario en particular.

Cada vez hay mayor conciencia sobre la importancia de la investigación social

aplicada, de su papel en el conocimiento de una realidad, de un contexto; un

conocimiento pensado para la intervención social, para la acción, para una

transformación social. En otras palabras, “un conocer para actuar”.

Con independencia de la convicción acerca de si el trabajo social es una disciplina o

no, la formación en investigación para los trabajadores sociales desde los espacios

universitarios no es relevante solamente para académicos, compromete a la

profesión y al ámbito de proyección de la misma. La capacidad de aportar

conocimientos sobre las dinámicas sociales que cotidianamente intervienen los

trabajadores sociales y sobre los aspectos operativos de su intervención contribuye

a hacer realidad el sueño de un ejercicio profesional más eficiente, más pertinente y

de mayor impacto. La investigación aplicada a la manera de investigación

diagnóstica, evaluativa y sistematización de experiencias constituyen tipologías de

indagación estrechamente vinculadas con la práctica del trabajador social y, por

consiguiente, con los procesos de desarrollo humano y social propios de su ejercicio

profesional (Gartner, 2006:34).

1
Sobre este punto se recomienda analizar el texto de Gartner y Cifuentes(1999) La formación en
investigación y la producción investigativa en las unidades académicas de trabajo social colombiana y las
Memorias del Encuentro Nacional (2006) sobre Formación investigativa en trabajo social, Cali: Conets.

3
Si el trabajo social se asume como una “profesión - disciplina” (de intervención y

de producción de conocimiento), la investigación (léase teórica, empírica,

diagnóstica, evaluativa, de sistematización de experiencias) entra a jugar un papel

fundamental.

Sabemos que gran parte del trabajo social comunitario se desarrolla en contextos

multiétnicos y pluriculturales. De ahí la importancia de mirar la relación desarrollo-

cultura (Carvajal, 2007a); la Inserción Intercultural Profunda (Mijangos, 2006). Es

en el espacio de la vida comunitaria, donde adquiere sentido comprender a fondo

y reflexionar las formas culturales de participación y organización. Así, el

Trabajador social es un lector y dinamizador de contextos, de cultura.

Por su parte, Robertis y Pascal (2007) llaman la atención sobre un rebrote de

interés por el trabajo social con dimensión colectiva, una movilización creciente de

los profesionales para abordar los problemas sociales colectivos con métodos y

herramientas también de dimensión colectiva y una búsqueda de nuevas formas

de intervención más adaptadas a la problemática actual. Añaden que se requiere

ayudar a construir un poder social, entendido como “la capacidad para

comprender y actuar en todos los campos de la vida social”. Proponen esquemas

de análisis y de acción que pueden ser modificados, adaptados a las realidades de

cada lugar de intervención, por los trabajadores sociales, en un doble movimiento

de acción y reflexión.

4
La acción interroga, cuestiona, y finalmente, modifica el marco de comprensión

teórica; esta última orienta e ilumina la acción. Conocimiento y acción están

indisolublemente ligados en una praxis cuyo sentido está dado por los valores y los

principios éticos que son los del trabajo social, como parte del cual nos

reivindicamos.

También quiero llamar la atención sobre las metodologías participativas de

investigación social en el trabajo comunitario, haciendo fructífera la relación

investigación-intervención. Hay que resaltar metodologías construidas con el otro,

donde este sea el protagonista, sea también el lector de su realidad (lo cual

requiere de facilitadores, dinamizadores, en la formación de investigadores

populares). Aquí es pertinente el método cualitativo de investigación social.

La principal característica de la Investigación Cualitativa es su interés por captar la

realidad “a través de los ojos” de la gente que está siendo estudiada, es decir, a

partir de la percepción que tiene el sujeto de su propio contexto (Bonilla y

Rodríguez, 1997). En otras palabras, se parte de una experiencia “que se trata de

interpretar en un contexto y bajo los diversos puntos de vista de los implicados”

(Valles, 1999). Se da una recuperación de la subjetividad real de las relaciones

sociales, devolviendo el protagonismo y la voz a los propios sujetos. Se descubre

“el sentido, la lógica y la dinámica de acciones humanas y concretas (Sandoval,

1997). Dentro de la investigación cualitativa se utilizan diversas técnicas:

observación, conversación (entrevistas, historias de vida, grupos focales, grupos

5
de discusión) y documentación. Es importante el manejo de estas técnicas –ya

sea en investigaciones “convencionales” o investigaciones participativas– por

parte de un trabajador social u otro profesional (Carvajal, 2008).

Por cuestiones de espacio no me detengo en cada una de ellas. Sí quiero llamar la

atención –en relación con el tema que nos ocupa– sobre las historias de vida,

como “una estrategia investigativa dirigida a obtener narrativas vitales y

documentos personales de un individuo con respecto a su propia biografía, sus

vivencias, sus experiencias, sus valoraciones y sus relaciones con la sociedad”

(Pujadas, 1992). Los relatos de vida no son sólo narraciones, “son una

herramienta para brindar el reflejo de realidades y procesos en la semántica de

individuos de carne y hueso”. Y como lo señala Fals Borda, constituyen una

alternativa que persigue como fin rescatar la historia olvidada o prohibida y

registrar, además, aquella historia viva que se agita inédita ante nuestros ojos. Es

el reconocimiento de sujetos “anónimos” (dar voz a los sin voz).

Reivindicar la investigación cualitativa no implica desconocer la importancia de la

investigación cuantitativa ni de la llamada integración metodológica. Muchos

prefieren hablar de “triangulación metodológica”, de “matrimonio cuantitativo-

cualitativo”, “investigaciones multimétodo”, de “cruce de enfoques”, de “enfoques

mixtos”. De hecho, esta integración se aplica en un campo relevante del trabajo

social comunitario: la planeación del desarrollo local.

6
En estos procesos de desarrollo local (puede leerse desarrollo comunitario) es

básico que el trabajador social disponga de buenas herramientas teóricas y

metodológicas: sobre desarrollo y modelos de desarrollo (Carvajal, 2009), sobre

planeación participativa (Carvajal, 2006), sobre metodologías participativas de

investigación, historias de vida (para rescatar la historia, la memoria, de dichas

localidades), cartografía social, etc. Recordemos que la planeación ha sido un

tema central en los discursos y las prácticas del desarrollo en general y del

desarrollo local en particular. La planificación es considerada como una

herramienta vital para pensar y crear el futuro, es a la vez “proceso y escenario”:

un proceso técnico, social, político y cultural. En este marco, Obando (2003)

plantea ocho estrategias de la planeación participativa: estrategia de formación de

identidad, de formación de sujetos políticos, estrategia para la construcción propia

del territorio, estrategia social y política para la construcción de lo público, para la

superación de conflictos, para la gestión territorial del desarrollo, estrategia de

inclusión y estrategia para la construcción de una política democrática. Estas son

estrategias –podríamos decir de transformación social– que debe tener en cuenta

el trabajador(a) social en su intervención en este campo. Para algunos (Fernández

y López, 2008), el Trabajo Social Comunitario tiene como finalidad principal

afrontar los desafíos que para la inclusión social demandan una respuesta

colectiva de la ciudadanía; constituyendo una comunidad de intereses y de acción.

Es importante pensar en las cuatro preguntas básicas de la intervención

profesional (Rozas, 2002): sobre qué, para qué, cómo, con quién.

7
En relación con el ciclo de la planeación (y en otros procesos) considero

significativo resaltar el papel de la sistematización de experiencias2 o prácticas en

desarrollo comunitario. Como bien lo expresa Valdés (1992), la sistematización, en

sus diferentes modalidades, ha facilitado que muchos trabajadores sociales,

educadores populares y otros profesionales ligados a la acción social hayan “dado

cuenta” de su práctica, de las experiencias en que han participado, hayan

generado nuevas formas de intervención para enfrentar los problemas y las

necesidades sociales que abordan. En las prácticas mismas, la sistematización ha

permitido descubrir nuevos caminos, nuevas actividades y cursos de acción, un

cambio de perspectiva para mirar la intervención, recuperar los sentidos más

profundos de la acción. “Para el Trabajo Social como profesión, la sistematización

ha permitido sacar de la invisibilidad su intervención”. Es importante resaltar el

carácter transformador de la sistematización. “No sistematizamos para

informarnos de lo que sucede y seguir haciendo lo mismo, sino para mejorar,

enriquecer, transformar nuestras prácticas”. También hay que resaltar que esta

vivencia evidencia las relaciones indisolubles teoría-práctica, investigación-

intervención. Con frecuencia escuchamos decir que “no hay nada más práctico

que una buena teoría”. También podríamos agregar que no hay nada más teórico

que una buena práctica. Y la sistematización aporta a formar –como diría Shon-

profesionales reflexivos en la acción.

2
La sistematización es “un proceso teórico y metodológico, que a partir de la recuperación e interpretación de
la experiencia, de su construcción de sentido y de una reflexión y evaluación crítica de la misma, pretende
construir conocimiento, y a través de su comunicación orientar otras experiencias para mejorar las prácticas
sociales”. Sistematizar es mucho más que “ordenar”: es interpretar, es atribuir un sentido (Carvajal, 2007b).

8
Este es un texto abierto, inacabado, lleno de interrogantes. Sabemos que un

espacio profesional se caracteriza fundamentalmente por las preguntas que

declara pertinentes. Como lo expresa Joaquín García Roca (1996) “la acción

social no siempre se ejerce desde la certeza sino también desde la incertidumbre

y la perplejidad”. Las preguntas en el horizonte del trabajo social comunitario son

múltiples. En relación con el desarrollo, Serge Latouche (2007), anota que poner

radicalmente en cuestión el concepto de desarrollo es hacer subversión cognitiva,

y este es el prólogo y la condición de cualquier cambio político, social y cultural. Es

“deshacer el desarrollo / rehacer el mundo”. ¿Requiere el trabajo social

comunitario de una subversión cognitiva en sus discursos y sus prácticas, en sus

teorías y metodologías?

BIBLIOGRAFÍA CITADA

Autores Varios (2006) Formación investigativa en trabajo social, Cali: Conets.

Bonilla-Castro, E. y Rodríguez P. (1997) Más allá del dilema de los métodos. La

investigación en ciencias sociales, Bogotá: Editorial Norma.

Carvajal Burbano, A. (2009) Desarrollo y postdesarrollo: modelos y alternativas,

Cali: Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano-Universidad del Valle.

9
Carvajal, A. (2008) Elementos de investigación social aplicada, Documento de

trabajo No. 9, 2ª. Edición, Cali: Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano,

Universidad del Valle.

Carvajal, A. (2007a). Desarrollo y cultura. Elementos para la reflexión y la acción,

2ª. Edición, Cali: Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano-Universidad del

Valle.

Carvajal, A. (2007b). Teoría y práctica de la sistematización de experiencias, 3ª.

Edición, Cali: Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano-Facultad de

Humanidades, Universidad del Valle.

Carvajal, A. (2006) Planeación participativa: Diagnóstico, plan de desarrollo y

evaluación de proyectos, 2ª. Edición, Cali: Editorial Facultad de Humanidades

Universidad del Valle.

Fernández García, T. y López Peláez, A. (2008) Trabajo social comunitario:

Afrontando juntos los desafíos del siglo XXI. Madrid: Alianza Editorial.

García Roca, J. (1996) “Preguntas y perfiles del trabajo social”, en Francisco J.

Bermejo (coordinador). Ética y trabajo social, Madrid: Universidad Pontificia

Comillas.

10
Gartner, L. y Cifuentes, R. (1999) La formación en investigación y la producción

investigativa en las unidades académicas de trabajo social colombianas,

Manizales: Universidad de Caldas.

Gartner, L. (2006). “Modelo gerencial para la formación investigativa en trabajo

social”, en Autores Varios. Formación investigativa en trabajo social, Cali: Conets.

Latouche, S. (2007) Sobrevivir al desarrollo. De la descolonización del imaginario

económico a la construcción de una sociedad alternativa. Barcelona: Icaria.

Mijangos, J. C. (2006) Educación popular y desarrollo comunitario sustentable.

Una experiencia con los Mayas de Yucatán. México D. F.: Flacso - Plaza y Valdés

Editores.

Navarro, S. (2000) “Contra los puentes levadizos: la formación de trabajadores

sociales en clave comunitaria”, en Revista Cuadernos de trabajo social, No. 13,

Madrid: Universidad Complutense de Madrid.

Obando, Á. et al. (2003) La planeación participativa. Una apuesta de ciudad,

Medellín: Corporación Región.

Pujadas, J. J. (1992) El método biográfico: el uso de las historias de vida en

ciencias sociales, Madrid: CIS.

11
Robertis, C. y Pascal, H. (2007) La intervención colectiva en trabajo social. La

acción con grupos y comunidades. Buenos Aires: Editorial Lumen Humanitas.

Rozas, M. (2002) Una perspectiva teórica metodológica de la intervención en

trabajo social. Buenos Aires: Espacio Editorial.

SandovaL, C. A. (1997) Investigación cualitativa, Bogotá: Icfes-Aciup.

Torres, A. (1998) Enfoques cualitativos y participativos en investigación social.

Aprender a investigar en comunidad II, Bogotá: UNAD.

Valdés, X. (1992) “Las cuentas pendientes de la sistematización”, en María de la

Luz Morgan. Salud comunitaria y promoción del desarrollo. Módulo V:

Sistematización de experiencias de trabajo en salud, Lima: Celats.

Valles, M. (1999) Técnicas cualitativas de investigación social, Madrid: Editorial

Síntesis.

12

Вам также может понравиться