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UAPA
NOMBRE
Juan Marcos Fernández María
ASIGNATURA
Derecho Civil III
PROFESOR
VINICIO RESTITUYO LIRANZO
MATRICULA
17-3684
Introducción
GENERAL:
ESPECÍFICOS:
Nuestro Código Civil en los artículos de 1708 al 1831, nos habla de dos
categorías de arrendamientos: El Arrendamiento de Cosas y el Arrendamiento
de Obras.
Arrendamiento de Cosas.-
Arrendamientos de Obras.-
“Pero, en el Código Civil, esa aproximación no posee sino una razón histórica,
sin corresponder a la menor realidad las reglas que se aplican a las dos
categorías de arrendamiento son diferentes, y la legislación del trabajo, como la
de alquileres, han acentuado más aun la falta de paralelismo.
La venta de un bien que esté fuera del comercio es nula; en tanto que el
arrendamiento de una cosa que esté fuera del comercio es posible. Sin
embargo, si se trata de bienes de dominio público, el mismo arrendamiento
está prohibido: hay que acudir a una “concesión”, por la cual la administración
se reserva poderes que excedan de los del derecho común.
El art. 1708 enuncia claramente los dos tipos de contrato de arrendamiento que
hay: el de cosas y el de obra, este último siendo el de análisis en esta
oportunidad.
Reglas particulares.-
Los artículos 1792 al 1799 y el 2270 de CCD, contienen las reglas particulares
para el contrato de empresa de construcción, de instalación o de conservación
de los edificios. (Ver CCD).
Convenciones de responsabilidad.-
Los obreros del contratista, cuando no se les abonen sus salarios, pueden
ejercer la acción oblicua contra el dueño de la obra, el deudor de su propio
deudor, contratista (art. 1116). No obstante, la jurisprudencia, el art. 1798, crea,
a favor de los obreros, una acción directa contra la persona que haya
encargado los trabajos. Esa interpretación está consagrada por el legislador en
el art. 47 del Libro I del Código de Trabajo.
Esta acción, acción directa, por tener un carácter excepcional, se les niega a
los subcontratistas que no trabajen por si mismos; porque no proceden “con un
pensamiento de especulación y con vista a realizar una operación comercial”,
haciendo “ejecutar la obra por su propia cuenta con la finalidad de conseguir un
beneficio con la ejecución de los trabajos” están protegidas, pues las ganancias
provenientes del trabajo, y no los demás beneficios.
Los subcontratistas.-
La contrata de segunda mano es peligrosa para los obreros: por recibir una
remuneración del contratista según la importancia de los trabajos ejecutados,
tiene tendencia a exigirle a los obreros un trabajo agotador por un salario
reducido. Por eso, el decreto del 2 de marzo del 1848 (art. 30, inciso B, y el art.
310 del Libro I del Código de Trabajo) prohibió la contrata de segunda mano:
“queda prohibida” la explotación de los obreros por medio de subcontratistas o
de contratas de segunda mano. Pero, sin embargo, la Corte de Casación,
extrayendo literalmente el texto legal, considera como ilícita no la contrata de
segunda mano en si, sino solamente el hecho de que el cuadrillero, jefes de
obreros, obtenga “provecho abusivo del trabajo que emplee”.