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Angie Carolina Farfán Ortiz 201611944

Sinopsis del libro confesiones de San Agustín


Universidad de la Sabana

Todo el libro está escrito como una oración de San Agustín hacia Dios, en la cual el reconoce
sus pecados y la obra que Dios realizó en su vida convirtiéndolo a la fe católica. Este libro es
una serie de 13 libros en forma de autobiografía donde el autor relata aspectos de su vida antes
y después de su conversión.
Elegí este libro, porque como, así como yo, San Agustín busco la verdad para poder conocer a
Dios, primero perdiéndose y finalmente encontrándose en él y dejándose convencer por los
actos que el hizo en su vida. San Agustín experimento personalmente la acción de la gracia de
Dios y formulo la conclusión de su búsqueda hacia la sabiduría. Anteriormente, él había
adoptado el lema "Entender para creer", y esto en vez de llevarlo a la solución de sus dudas lo
dejaba en las puertas del ateísmo.
Para iniciar, quiero citar mi cita favorita, en el libro 10 capitulo. 27, nos dice lo siguiente: “Tarde
os amé, Dios mío, hermosura tan antigua y tan nueva; tarde os amé. Vos estabais dentro de mi
alma y yo distraído fuera, y allí mismo os buscaba; y perdiendo la hermosura de mi alma, me
dejaba llevar de estas hermosas criaturas exteriores que Vos habéis creado. De lo que infiero
que Vos estabais conmigo y yo no estaba con Vos; y me alejaban y tenían muy apartado de Vos
aquellas mismas cosas que no tuvieran ser si no estuvieran en Vos. Pero Vos me llamasteis y
disteis tales voces a mi alma, que cedió a vuestras voces mi sordera. Brilló tanto vuestra luz,
fue tan grande vuestro resplandor, que ahuyentó mi ceguedad. Hicisteis que llegase hasta mí
vuestra fragancia, y tomando aliento respiré con ella, y suspiro y anhelo ya por Vos. Me disteis
a gustar vuestra dulzura, y ha excitado en mi alma un hambre y sed muy viva. En fin, Señor,
me tocasteis y me encendí en deseos de abrazaros.”
El libro se divide en dos partes. La primera, un relato detallado de su camino por la vida antes
de conocer a Cristo. La segunda, sus vidas después de conocerlo. El autor menciona a su madre
Mónica recurrentemente a lo largo del libro. El reconoce que entre tantos errores que cometió
antes de convertirse, el peor fue el hacer sufrir a su madre, la cual describe como muy devota y
piadosa, en uno de los libros de la obra escribe que “Ella empapaba el suelo cada día con sus
lágrimas por mí”.
Por eso, entre las varias lecciones que nos otorga las Confesiones de Agustín, su amor por su
madre nos recuerda la necesidad y el incalculable valor de la intercesión de los padres por los
hijos, en especial cuando se trata de corregir el mal camino que ha tomado sus vidas.
El libro narra ciertas experiencias que marcaron la vida de Agustín. Quizá la historia del robo
de peras junto a sus amigos, es uno de los momentos que lo ayudó a comprender la naturaleza
de su maldad de una manera autocritica. Tras autoexamen acerca de las motivaciones que lo
llevaron a robar y de las oscuras emociones que lo acompañaron, se horroriza por la bajeza de
su corazón.
La muerte de un amigo cercano, después de una profunda tristeza, despertó un gran temor por
la muerte. Esa interrogante acerca de esta realidad lo persiguió por años e influyó mucho para
su conversión. Agustín dejó su ciudad natal para emprender una nueva etapa como maestro en
la ciudad de Roma, que lo llevaría hasta la ciudad de Milán.
Ese viaje sería el inicio de su transformación, ya que fue precisamente en Milán que Agustín
conoció al Obispo Ambrosio, quien era un muy buen predicador, lo cual llamo la atención del
autor quien era un aficionado de la retórica. Dios estaba martillando el corazón de Agustín con
las palabras de Ambrosio, quien más adelante se convirtió en una especie de maestro para él.
Mi parte favorita del libro se encuentra en la descripción de su dramática conversión estando a
las afueras de un hotel junto a su amigo Alipio. Su nuevo nacimiento fue precedido por una
lucha interna en su mente y corazón, pues no estaba dispuesto a abandonar sus pasiones. Pero
en esa lucha Dios lo doblegó y reconoció que “salió toda mi miseria a la vista de mi corazón,
se levantó una fuerte tempestad que trajo una caudalosa lluvia de lágrimas” (122).
Mientras lloraba, escuchó desde atrás el cántico de un niño que decía: “Toma y lee, toma y lee”.
Agustín tomó estas palabras como una señal divina y cuando abrió su Biblia sus ojos dieron
con un pasaje del Nuevo Testamento. La última parte del libro se enfoca en su nueva vida como
creyente, destacando que su conversión y crecimiento espiritual solo fueron posibles a través
de la gracia divina. Agustín finaliza el libro haciendo una consideración acerca de la creación
y la verdad descubierta, inclinándose en reverencia y adoración ante tal majestad.
Al final Agustin se deja caer en los brazos intangibles pero omnipotentes y omnipresentes del
Dios que había acabado de conocer. Si, ahora Mónica, su madre, podrá estar tranquila porque,
ella, le rogaba a la providencia por su pronta el cual estaba corrompido por el vicio, que lo
llevaba a permanecer distante de Dios.
Este libro me llevo a cuestionarme acerca de la vida que llevo, si viviéndola de esta manera
conoceré a Dios como quiero llegar a hacerlo, porque solo de esa manera la majestad, santidad
y gracia divina toman una dimensión justa el corazón. En otras palabras, mientras más se
reconoce la bajeza, las equivocaciones, mayor será nuestra convicción, admiración y devoción
por la grandeza de Dios, tal como lo experimentó Agustín, ya que esto nos convierte en personas
nobles de corazón.

Bibliografía
LIBRO “LAS CONFESIONES DE SAN AGUSTÌN”, AUTOR SAN AGUSTÌN, EDITORIAL
SAN PABLO, NO. DE PAGS. 416, XIII LIBROS EN SUS CONFESIONES, IDIOMA
CASTELLANO, AÑO 1990.

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