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Construcción de Ciudadanía 3° año

ESTADO Y POLÍTICA

La formación del estado –concepto de estado(responde a una construcción histórica) La formación del
Estado Argentino-Modelos de estados y juventud en Argentina- El Estado Desarrollista y el Estado
Burocrático Autoritario-Los jóvenes y la actividad política- El contexto de movilización social y protesta
obrera, estudiantil y popular es pues el telón de fondo donde se desarrollan los acontecimientos- El Estado
terrorista implementado a partir del golpe de estado de marzo de 1976, cobró entre sus principales víctimas
a los jóvenes-Acerca de lo legal y lo legitimo. Desconfianza de la ciudadanía hacia el Estado. La violencia
institucional, para el caso en su formato extremo de terrorismo de Estado. La extensión de la legitimación
de la justicia por mano propia, la proliferación de alarmas y guardias de seguridad, la idea de que el Estado
“no hace nada”. Otras formas que existen de relación entre los y las adolescentes y jóvenes y el Estado. Los
crímenes cometidos “a través de” o “desde el Estado”
Lo político y la acción política. Participación y democracia. Existen distintos tipos de participación: la
simbólica, la decorativa, la manipuladora. Adolescentes, jóvenes y participación política- La irrupción de
los y las jóvenes en la escena pública y en el campo de la política se puede ubicar en los movimientos
estudiantiles de finales de la década de los sesenta.-Incidir en las políticas públicas. La importancia de las
políticas públicas en particular y del Estado en general. El enfoque interrelacionar nos permite ver de qué
manera interactúan Estado y sociedad. Estado y política es el ámbito para situar los intereses de las y los
jóvenes en su vinculación con el Estado, la política (en su sentido más tradicional)

EL ESTADO EN ARGENTINA

Definición del concepto de Estado


GUILLERMO O’DONNEL

Estado: componente específicamente político de la dominación de una


sociedad territorialmente delimitada.

Dominación: capacidad actual y potencial de imponer regularmente la voluntad sobre


otros (incluso pero no necesariamente sobre su resistencia).
Lo político: parte analítica del fenómeno de la dominaciónàrespaldada por
marcada supremacía en el control de los medios de coerción física (terreno delimitdo).

Característica fundamental:
Obediencia por parte de individuos e instituciones en un territorio delimitado. Puede
obtenerse a través del uso de la fuerza pero fundamentalmente a través
del “CONTROL IDEOLÓGICO”/convencimiento en la legalidad
y LEGITIMIDAD del sistemaàsi hay agotamientoàcoerción física.
LA FORMACIÓN DEL ESTADO1

El concepto de Estado no es universal sino que responde a una construcción histórica. Se


atribuye a Nicolás Maquiavelo (1469-1527) el ser el primero que acuñó el término en su
obra El príncipe, al proponer la unificación de las ciudades italianas a partir del poder
coactivo del príncipe. Entre otras definiciones, para el sociólogo alemán Max Weber
(1864-1920), el Estado es el “instituto político de actividad continuada, cuando y en la
medida en que un cuadro administrativo mantenga con éxito la pretensión al monopolio
legítimo de la coacción física para el mantenimiento del orden vigente” (Weber, 1944:53),
es decir, la institución que se arroga el ejercicio del monopolio de la fuerza legítima o del
uso de la violencia legítima. Para Karl Marx (1818-1883), es el órgano político, jurídico
e ideológico que defiende los intereses de la clase dominante, es decir, en el modo de
producción capitalista, la burguesía.
A partir de las luchas por la independencia se produce la desestructuración del estado
colonial. Si bien estas luchas favorecen la formación de la conciencia nacional, sin
embargo la constitución efectiva de un estado nacional fue retrasada por los
enfrentamientos internos y por la falta de un proyecto político y económico que integrase
los intereses de Buenos Aires, el Litoral y el interior. Recién a partir del período de la
Organización Nacional comenzó a vislumbrarse la posibilidad de articular y
compatibilizar los diferentes intereses regionales con un sustento material, político y de
valores compartidos. Recién entonces podríamos hablar de un estado nacional en la
Argentina. La etapa que comienza en 1852 es la de la construcción de un nuevo estado-
nación y en 1880 puede considerarse que esta etapa está cerrada en la medida en que ha
culminado con éxito la instauración del estado nacional.

1
Véase https://www.casarosada.gob.ar/nuestro-pais/historia
Los modelos de Estado en la Argentina
Una de las características del estado que se configuró a partir de la segunda mitad del
siglo XIX es que se constituyó con la fuerza de un gobierno central, que se impuso
ganando el control del espacio social y territorial. Esa centralización del poder político
no hubiera sido posible sin el concurso de una fuerza militar. Por otra parte a este dominio
del territorio contribuyó la formación de un mercado nacional, que unificó el espacio
interior para integrarlo en la economía internacional. El ingreso de capitales extranjeros,
además, se llevó a cabo a través del modelo agroexportador. El modelo agroexportador
imperante en nuestro país en el siglo XIX se apoyaba en una clara división internacional
del trabajo por la cual Gran Bretaña era la proveedora de productos manufacturados
mientras que Argentina era la proveedora de materias primas. En ese contexto el estado
argentino promovió la plena inserción al mercado mundial. La conformación del estado
nación en la Argentina tuvo, además, características particulares en tanto coincidió con la
incorporación de una gran masa inmigratoria proveniente de Europa occidental. El
proceso de organización nacional terminó a partir de los ’60 con las autonomías
provinciales a través del ejército nacional, llevando a cabo obras de infraestructura y
comunicaciones y extendiendo las relaciones capitalistas a todo el territorio nacional. El
elemento productivo central de este modelo de acumulación agroexportador fue la
estancia, que terminará simbolizando el sistema de autoridad económica y política
cultural de la clase dominante. Se constituyó un régimen político censitario, centralizado
en la presidencia bajo la forma del “unicato”, de control de las provincias. El gobierno y
los asuntos nacionales se estructuraban de tal forma que servían y satisfacían a un círculo
restringido de intereses y de individuos privilegiados de la oligarquía.

El Estado nacional-popular o social


Este modelo de estado es producto de la crisis del capitalismo del ’30 y la sustitución de
importaciones en los países periféricos. El estado comienza a adquirir nuevas
características al tiempo que pierde hegemonía el sector oligárquico; la sociedad civil ha
sufrido transformaciones con el advenimiento de nuevos actores, el empresariado
industrial y el proletariado urbano. La necesidad de superación de la recesión y el
estancamiento que generaba el capitalismo del laissez faire dieron una respuesta de
carácter estatista. La incorporación de los trabajadores y la desarticulación de relaciones
que se arrastraban del tipo de dominación oligárquica se realizaron a través de líneas
nacional-populares. Es el contexto de surgimiento de lo que se conoció como el estado
benefactor, momento de incorporación de grandes masas y de necesidad de contrarrestar
las grandes crisis del capitalismo. El estado deja de concebirse como gendarme y
exclusivo protector de los derechos individuales para convertirse en garante de los
derechos sociales. Surge la imperiosa necesidad política de atender las demandas de los
nuevos sectores sociales constituidos en actores en la escena política. Es un modelo que
se caracteriza por la intervención, por su acción en forma de prestaciones sociales,
dirección económica y distribución del producto nacional. El modelo de acumulación
característico de este tipo de relación Estado-sociedad en la Argentina se basó en un
modelo de industrialismo sustitutivo que reemplazó al agroexportador. En lo social se
producirá una profunda transformación demográfica y social en la que resultarán de
significativa importancia las migraciones internas de zonas del interior hacia las regiones
del litoral industrializadas. Este modelo está asociado en nuestro país con el peronismo.
Basa su legitimación en la respuesta del estado a las demandas populares, en el
distribucionismo y el liderazgo carismático como articulador de la movilización popular.
El reto consistía, en que en n inédito contexto político y social de masas, el Estado debía
adaptarse al mismo con nuevas alianzas y con la ampliación efectiva del régimen político
sobre la base de una mayor participación. Esta nueva articulación Estado-sociedad
significó el tránsito de una política de incorporación restringida a otra con participación
ampliada de nuevos sectores. En lo económico el estado pasó a tener un papel activo en
la producción de insumos básicos y en la aplicación de instrumentos de políticas, cuotas
de importación, crédito industrial, promoción sectorial, etc. El estado adquirió así un rol
protagónico en la promoción del crecimiento económico

El Estado desarrollista
Luego de la Revolución Libertadora cambia el régimen político, pero la intervención del
estado en el desarrollo continúa con un nuevo subtipo del estado social: el estado
desarrollista. Este tipo de estado, impulsado como idea fuerza por la CEPAL, dominó la
escena latinoamericana hasta la segunda mitad de los años sesenta. El estado desarrollista
era intervencionista más que estatista y, aunque preconizaba un fuerte sector público el
orden económico seguía basado en el mercado, pero en un mercado regulado por la
planificación. Invierte la dirección del movimiento y cambia la conexión populista
fundamental, centrándose primariamente en la promoción del crecimiento económico.
Ello implicaba la postergación del estado benefactor. En Argentina se desarrolla en el
marco de una democracia con proscripción, con una estrategia económica que amplía las
estructuras tecno burocráticas, distinguiéndose de la estrategia nacional popular en
cuestiones de énfasis: mientras la última consideraba al estado en función de la
distribución y la autonomía nacional, la desarrollista lo hizo a favor del aumento de la
inversión y la integración a este proceso del capital extranjero. Este modelo otorgaba un
rol mayor al empresariado, a la racionalidad del sector público y menor para los sindicatos
y la movilización popular. El énfasis fundamental del estado desarrollista estuvo
orientado al crecimiento económico mientras que en el populista éste era esencialmente
redistribustivista.

El Estado burocrático autoritario


Posteriormente, en 1966 –y en la década del ‘70-se inicia la fase burocrático-autoritaria
del estado. Esta se caracterizó por la exclusión política y la presencia de corporaciones
industriales al poder. Suponía que la única restricción al proyecto de desarrollo y
modernización del país residía en el alto nivel de conflictividad social de la época, la
forma en que se había realizado la incorporación de la clase obrera y la ineficacia de la
política demoliberal. Este régimen autoritario estaba fundado en la hipótesis de una guerra
interna de carácter ideológico, articulada en torno al conflicto entre capitalismo y
comunismo, y asentada en le retórica de la modernización y la inserción en la civilización
occidental y cristiana. El diagnóstico en el que se asentaban era el de una situación donde
prevalecía una creciente movilización de masas que desbordaban al estado, con el riesgo
de una amenaza incontrolable para el orden social vigente. Adopta la forma inédita de un
estado militar que no dependía de un caudillo sino que es producto de operaciones
planificadas por los estados mayores de las FF.AA. En el mismo las posiciones superiores
de gobierno estarán ocupadas por personas que accedían provenientes de organizaciones
complejas y altamente burocratizadas (fuerzas armadas, grandes empresas). Este era un
sistema de exclusión política y económica, despolitizante, que se corresponde con la etapa
de profundización del capitalismo periférico y dependiente pero también dotado de una
extensa industrialización Estos regímenes militares eran partidarios del libre juego del
mercado, al que concebían como el ámbito por excelencia de la libertad individual. En
tanto la esfera de responsabilidad del estado debía ser subsidiaria. El estado autoritario
era un estado gendarme entre cuyas funciones ese encontraba garantizar y resguardar el
mercado como órgano regulador económico y social básico.

El Estado neoliberal
Desde fines de la década del ’70 comienza a dejarse atrás un modelo basado en la
industrialización sustitutiva, la política de masas y el desarrollo industrial; se asiste a la
crisis de ese modelo de industrialización sustitutiva basado en le demanda interna. El
impacto del endeudamiento y de la necesidad de políticas de ajuste se impone junto a la
necesidad de lograr una nueva inserción a nivel internacional. Desde las posturas
neoconservadoras se diagnosticó la crisis del estado de bienestar señalando el excesivo
tamaño adquirido por el sector público, la necesidad de reducir los costos del Estado y
fomentando el desarrollo de un amplio sector privado de servicios. En los ’80, con la
democracia, explota la crisis de la deuda y al fin de la década se produce la profundización
de la crisis del Estado, que hace eclosión con la hiperinflación. Este modelo se inserta en
un contexto internacional impactado por la globalización de la economía y por la difusión
a nivel mundial de las pautas de la economía de libre mercado. Desde fines de los ’80
predomina, entonces, el enfoque neoliberal del estado que se expresa en términos
económicos como lucha contra la inflación y a favor de una separación estado sociedad
civil para alcanzar la estabilidad económica. Este modelo destaca el excesivo tamaño
adquirido por el sector público, crítica al exceso de burocracia y la descontrolada
expansión del gasto fiscal, promueve mayor libertad para el mercado. En los ’90 se encara
un proceso de redimensionamiento del estado y del papel prestado por el sector privado,
delineándose un nuevo modelo de acumulación. El eje del proceso económico deja de ser
el trabajador y su organización pasa a ser el mercado, el consumidor y el management.
En muchos casos se apeló a la privatización de empresas públicas prestadoras de
servicios, a la descentralización y a la reducción del papel del estado en aspectos
vinculados con la función social del estado. Esta modelo impulsa además, la
flexibilización laboral y da lugar a la precarización de las relaciones laborales. Se asiste
al pasaje de un modelo cultural vinculado a lo público estatal, de solidaridades nacionales
hacia otro vinculado al mercado, a la sociedad civil y la competencia. En este contexto se
verifica el pasaje de la centralidad que adquiría la figura del “trabajador” a la del
“consumidor”. La relación Estado-sociedad se modifica y el estado se reestructura tanto
en relación con los factores internos como con los externos, emergiendo un nuevo
modelo: el estado neoliberal. El mismo se constituye en garante de las nuevas reglas de
juego, de los equilibrios macroeconómicos, la competencia y la diferenciación estado y
sociedad civil, en un marco de un modelo de acumulación orientado al mercado externo.

MODELOS DE ESTADO Y JUVENTUD EN ARGENTINA


La irrupción de la juventud en la escena pública en Argentina coincide históricamente
con los intentos políticos de implementación de dos modelos de estado fuertemente
excluyentes de amplios sectores de la sociedad: El Estado Desarrollista y el Estado
Burocrático Autoritario. Por un lado, El Estado desarrollista propuesto sobre todo, a partir
de la presidencia de Frondizi hacía hincapié en el desarrollo de una industria pesada en el
país a partir de la afluencia de capitales extranjeros al mismo tiempo, que se volvía
fuertemente represiva en el campo de lo social. El marco político es la proscripción del
peronismo –entonces el partido mayoritario de la sociedad– y la constante intromisión de
las FF.AA en el ámbito público. Por otra parte, la implementación del Estado Burocrático
Autoritario (EBA), según la conceptualización de Guillermo O’Donnell, coincide con la
dictadura militar instaurada después de golpe de Estado de 1966 y que se prolonga hasta
1973 autodenominada “Revolución argentina”. El EBA es producto de una crisis global
de hegemonía del conjunto de la clase dominante, es decir de la imposibilidad de que
algún sector de la sociedad imponga su dominación legítima y por lo tanto su proyecto
económico, político y social. Este rasgo produce dentro de los sectores más reaccionarios
de la sociedad una idea de “amenaza” de que los sectores populares puedan imponer un
proyecto más allá de los parámetros de las sociedades capitalistas. Frente a esta “amenaza
comunista”, se impone un Estado que se caracteriza por anular los mecanismos políticos
y democráticos con el fin de restablecer un determinado orden social y económico que
había resultado alterado por una considerable organización autónoma de la población y
en especial de los trabajadores. Lo que se pretende reestablecer es el modelo económico
desarrollista basado en la incorporación de capitales transnacionales.
Los y las jóvenes, que, por esos años, se constituían en un grupo etario identificable en el
campo público fueron el sector más castigado por esas políticas. Se hicieron campañas
contra las minifaldas, los cabellos largos de los jóvenes y las vestimentas de colores
vistosos de manera paralela a acciones tales como corte de cabellos con bayonetas de la
policía, humillaciones y represión policial, arrestos en comisarías, razzias en lugares
públicos, hoteles alojamiento y clubes mal iluminados. Se prohibió la actividad política
de los estudiantes y se anuló su tradicional derecho a participar, junto con los académicos
y los graduados, en el tradicional sistema tripartito de la administración universitaria. Una
de las cúspides de todas estas medidas represivas fue la llamada “Noche de los bastones
largos” el 29 de julio de 1966 cuando los policías montados federales irrumpieron a
caballo en la Universidad de Buenos Aires, ordenaron a los estudiantes y a los docentes
que la desalojaran, usaron sus porras con indiscriminada ferocidad contra los
desobedientes e hicieron centenares de detenciones a la par que sesenta estudiantes debían
ser hospitalizados. Dos meses después, en una manifestación estudiantil, la policía de
Córdoba hería mortalmente al joven Santiago Pampillón. Tres años después, los hechos
protagonizados por estudiantes y obreros en la ciudad de Córdoba –obreros de fábricas
transnacionales paradigmáticas del modelo económico desarrollista– denominado bajo el
nombre de “Cordobazo” significa el comienzo del fin de modelo que pretendió imponer
el EBA. El Estado terrorista implementado a partir del golpe de estado de marzo de 1976,
cobró entre sus principales víctimas a los jóvenes. Según los cuadros estadísticos
proporcionados por el Nunca más, casi del 45 % de los desaparecidos por el terrorismo
de Estado se hallan en la franja etaria de los 16 a los 25 años, un 26 % restante se ubica
entre los 26 y los 30 años. Estas experiencias de participación llegan a su fin con la brutal
represión y el terrorismo de Estado impuesto en el país a partir del golpe de 1976. Ese
año finalmente la ideología del golpismo fue todavía más revolucionaria respecto al golpe
del 66: intentó instaurar un disciplinamiento social y esbozar un cambio en la estructura
económico-social del país; la confluencia de la Doctrina de Seguridad Nacional junto a
un proceso de desindustrialización y apertura económica.
Paralelamente, entre los años 1950 y 1970, los jóvenes se convertían en uno de los actores
políticos y culturales más dinámicos de la Argentina. La emergencia de la figura del
estudiante universitario politizado, que aspiraba a romper las tradiciones, impulsando y
adaptándose a los cambios, constituye un ejemplo de ello. En este marco, junto con la
música orientada a una juventud despreocupada, alegre y conformista, emergió, en la
segunda mitad de los años ’60, el rock nacional como un movimiento creado y sustentado
por los propios jóvenes, auténtico, creativo, opuesto a lo inauténtico y prefabricado,
producido por adultos, como “El Club del Clan”. De esta manera, se pasó de la inercia a
la rebeldía y grupos como Moris, Sui Generis, Los Gatos y Pedro y Pablo, entre otros,
expresaron en sus canciones la difícil situación política de la Argentina, además del
rechazo a la represión ejercida, tanto por el gobierno de Onganía como por el gobierno
dictatorial posterior.
El mismo reconfiguró el espacio público y privado, perdiendo dichas esferas su
diferenciación (Filc: 1997). El Estado desde su autodefinición como guardián de la nación
interpeló el rol de las familias ante la “enfermedad” subversiva que corroía la sociedad.
Ese lugar de amor “natural”, unidad mínima de una nación pensada como gran familia
debía ser la encargada de preservar a la juventud, enderezarla, cuidar a los verdaderos
hijos impidiendo que se transformen en subversivos. En el discurso y en la práctica “la
concepción de la nación como familia daba lugar a la definición de las relaciones políticas
entre el Estado y los ciudadanos como familiares, de modo que los derechos y deberes de
la ciudadanía eran reemplazados por la obediencia filial (Filc, 1997:47).

ACERCA DE LO LEGAL Y LO LEGÍTIMO


Los/las adolescentes y jóvenes son de los grupos sociales más afectados por las prácticas
de violencia institucional. Los casos de “gatillo fácil” en los cuales, de acuerdo al informe
de la Correpi para 2003 y 2004, “casi todas las víctimas responden a una misma definición
de clase: jóvenes pobres, desempleados y excluidos” (Informe Correpi: 2003 y 2004),
sirven de ejemplos paradigmáticos para mostrar una característica relevante de la relación
entre este sector social y algunas agencias estatales. Desde la experiencia de esos casos,
que se acumulan en la memoria repetitivamente porque no dejan de suceder mes tras mes,
nombre tras nombre, en una consecución de acciones injustas e ilegales, se aprende una
relación de ciudadanía que entraña desconfianza y temor ante algunos agentes del Estado.
La violencia institucional como son y el melodrama de la inseguridad restringen el
ejercicio ciudadano, llevando a un incremento de la desconfianza hacia las instituciones
estatales, pese a lo cual la escuela continúa gozando de amplia legitimidad. La historia
nacional y su reconstrucción en la memoria colectiva, lleva la impronta de que la violencia
institucional, para el caso en su formato extremo de terrorismo de Estado, coloca una mira
especial en las nuevas generaciones: el 60% de los detenidos desaparecidos en la
dictadura militar eran jóvenes. Esta marca histórica se reactiva en cada acción violenta
sobre los y las jóvenes. La ocupación de la esfera pública luego de Cromañón sirve como
muestra de la re-creación de una consigan que une simbólica y fácticamente dos
momentos de la historia, encadenando memorias y reclamos: “Ni olvido ni perdón por las
víctimas de Cromañón”. Es imperioso dar visibilidad a otras formas que existen de
relación entre los y las adolescentes y jó- venes y el Estado. Los crímenes cometidos “a
través de” o “desde el Estado”, en el sentido tanto del terrorismo de Estado como de
vejaciones de derecho por agentes o agencias estatales en democracia, sientan las bases
de una enseñanza de inaccesibilidad al cumplimiento de derechos y responsabilidades en
la sociedad; erosionando, carcomiendo, el sentido de comunidad política, por la ausencia
de un marco reconocido subjetiva y objetivamente por los sujetos, un criterio y sentido
común o consensuado, de construcción de legalidad y legitimidad. Lo que claramente las
y los jóvenes nombran como “acá las reglas no son iguales para todos”.

ADOLESCENTES, JÓVENES Y PARTICIPACIÓN POLÍTICA


Los y las jóvenes suelen ser protagonistas cuando se generan hechos políticos: las
marchas de silencio por el crimen de María Soledad Morales, movilizaciones en reclamo
de justicia por el conscripto Omar Carrasco (asesinado a golpes mientras cumplía el
servicio militar obligatorio); por Walter Bulacio (asesinado por la policía despué de ser
detenido al salir de un recital del grupo Los redonditos de ricota), por Sebastián Bordón
(muerto en circunstancias misteriosas después de haber sido detenido por la policía
mientras estaba en su viaje de egresados), por las víctimas del incendio de la discoteca
Repú- blica Cromañon; por el crimen del maestro Carlos Fuentealba asesinado por la
policía en el marco de una manifestación por mejoras salariales. Y también hubo jóvenes
en las movilizaciones después de la crisis económica, política y social de diciembre 2001
y están en los movimientos de desocupados/as. El devenir histórico muestra que los y las
jóvenes han participado y participan en política de diferentes maneras. Participar en
política no implica solamente votar, ocupar cargos en el gobierno o formar parte de un
partido político. Sino también, entre otras acciones, asistir a manifestaciones; supervisar
las acciones de los representantes y autoridades públicas; reclamar, opinar, apoyar o
criticar las decisiones de los gobernantes; deliberar, dialogar y confrontar pacíficamente
las ideas sobre los asuntos de interés público; poner en práctica la decisión de la mayoría,
respetando las minorías; informar y ser informado/a de los asuntos públicos, es decir, de
aquellas cuestiones que afectan al conjunto de los integrantes de una asociación, una
comunidad o el Estado. La palabra política proviene etimológicamente del término griego
polis, generalmente traducido por ciudad – Estado, en alusión a la autonomía política de
las ciudades griegas antiguas, y en ese sentido, la participación política incluye todas las
actividades y acciones que realizan las personas en relación con el Estado y los asuntos
públicos. Grafittis, flores, pancartas, canciones, murales, pintadas, murgas, centros de
estudiantes, antorchas: diversos símbolos o formas de expresión han identificado a lo
largo del tiempo, la relación entre juventud y participación política. Esos símbolos toman
en la actualidad sus propias formas, y es responsabilidad de los adultos que puedan
visualizarse como prácticas políticas y cómo formas de informarse, hacer expandir o
hacer valer sus derechos. Canciones como La marcha de la bronca, Los dinosaurios, ¿Por
qué cantamos?, Como la cigarra representan consignas políticas de diferentes momentos
de nuestro país, así como Todo preso es político, La memoria, o ciertas canciones de La
Renga, del reggae suburbano o de la cumbia villera lo son para períodos más actuales.
Adolescentes y jóvenes de estos tiempos parecen encontrarse imbuidos/as por un
optimismo individual pero un pesimismo sobre cuestiones sociales, sin por eso dejar de
interesarse por la “cosa común”. Una serie de investigaciones desarrolladas en los últimos
años señalan estos elementos para otros grupos de jóvenes

Bibliografía consultada
http://servicios.abc.gov.ar/lainstitucion/organismos/consejogeneral/disenioscurriculares/docu
mentosdescarga/secundariaciudadania.pdf

• García Delgado Daniel, Estado y sociedad. La nueva relación a partir del cambio estructural,
Editorial Norma, Bs.As. ,1994

• Graciarena Jorge, El Estado latinoamericano en perspectiva. Figuras, Crisis, Prospectiva, EN:


Revista de Economía Política, 1984

• O’Donnell Guillermo, El Estado burocrático Autoritario, Ed. Belgrano, Bs As, 1982 Strasser
Carlos, Teoría del Estado, Abeledo Perrot, Bs As

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