Вы находитесь на странице: 1из 56

EL INSPECTOR

GOGOL

1 / 56
PERSONAJES:

ANTON ANTONOVICH (ALCALDE)

ANA ANDREEVNA (MUJER DE ANTON)

MARÍA ANTONOVNA (SU HIJA)

FEDOR

LUCKA LUKICH (DIRECTORA DE ENSEÑANAZA)

AMMOS FEDOROVICH (JUEZ)

ARTIEMI FILIPOVICH (DIREDTORA DE LA BENEFICENCIA)

IVAN KUSMICH (JEFE DE CORREOS)

STEPAN UJOVERTOV (POLICÍA)

PETER BOBCHINSKI

PETER DOBCHINSKI

IVAN ALEXANDROVICH JESTAROV

OSIP (SU CRIADO)

ADVOTIA (CRIADA DE LA CASA DEL ALCALDE)

CRIADA DE LA FONDA

TRES MUJERES COMERCIANTES

ACTO 1º: Pág. 3


ACTO 2º: Pág. 16
ACTO 3º: Pág. 20
ACTO 4º: Pág. 29
ACTO 5º: Pág. 36
ACTO 6º: Pág. 44
ACTO 7º: Pág. 48

2 / 56
ACTO PRIMERO
(LOS ALTOS MANDATARIOS DE LA CIUDAD REUNIDOS: EL ALCALDE, EL JUEZ,
LA JEFA DE ENSEÑANZA, LA JEFA DE LA BENEFICENCIA, UN POLICÍA Y FEDOR,
UN HOMBRE EN SILLA DE RUEDAS)

ALCALDE: Los he reunido aquí, señores, para comunicarles una noticia muy
desagradable. Nos ha sido enviado un inspector.

AMMOS: Cómo, ¿un inspector?

ARTIEMI: ¡Un inspector!

FEDOR: Sí, uno que inspecciona, siga Alcalde…

ALCALDE: Un inspector de Petersburgo de incógnito y portador de una misión


secreta.

FEDOR:¡Vaya sorpresa!

AMMOS: ¡Estamos buenos!

ARTIEMI: No teníamos preocupaciones y miren ahora.

LUCKA: ¡Dios mío, y con una misión secreta!

FEDOR: Y, ¿Por qué tanto miedo?, ni que fuese a inspeccionarles el alma, ¡tanto
aspaviento!

ALCALDE:Yo, es como si lo presintiera, debo decirles que me he pasado la


noche soñando con dos ratas muy extrañas.

FEDOR: ¿No tiene la conciencia tranquila?. ¡Ay, yo tampoco!

LUCKA: ¿Qué dice de la conciencia…?

ALCALDE: Es que unas ratas así, nunca las había visto: eran negras y de un
tamaño sobrenatural; vinieron, olieron y se marcharon. Bueno, he aquí la carta
que he recibido de Andrei Ivanovich, escuchen: (lee) “Me apresuro, entre otras
cosas, a informarle que ha llegado un funcionario con atribuciones para

3 / 56
inspeccionar toda la región y especialmente tu distrito. He sabido esto por
personas de toda confianza. Se hace pasar por un particular y como yo sé que
tú, como cualquier otro, tienes tus pecadillos, por ser persona inteligente…”
(pausa) éstas son cosas mías… “Por eso te aconsejo tomes todas las
precauciones, pues puede llegar a cualquier hora…”:

FEDOR: ¡Uy!

ALCALDE: (Sigue leyendo) “…Si no ha llegado ya y está residiendo en algún


sitio de incógnito… ¡Con que ahí tenéis el asunto!

AMMOS: En efecto, el asunto es sencillamente extraordinario.

FEDOR:¡A ver si viene buscándome a mí!

ARTIEMI: No digas idioteces

LUCKA: Y ¿para qué, y ¿por qué?, ¿por qué nos mandan a un inspector?

FEDOR: Aquí manda el que manda y nos lo manda quien nos manda, así de
sencillo.

ALCALDE: Pues así es el destino, hasta hoy lo enviaban a otras ciudades pero
ahora nos ha llegado el turno.

AMMOS: Yo creo Anton Antonovich, que esto tiene una causa muy delicada y
tal vez política.

FEDOR: Qué va, es solamente para saber si robáis al Estado, así de sencillo.

AMMOS: ¡Bah! Rusia quiere la guerra y el Ministerio ha enviado al funcionario


para saber si hay traición en alguna parte.

LUCKA: ¡Qué traición!, pero si aquí no hay ningún ser pensante en kilómetros
ala redonda.

ALCALDE: ¡Vaya!, ¿a donde va usted a parar? Una persona tan inteligente como
usted, ¿traición aquí? ¡Pero si de aquí no llegas ni en tres años a ningún estado!

ARTIEMI: No es eso. Usted sabe que los superiores siempre piensan cosas
bastante alejadas de la realidad y, aunque estén lejos, siempre quieren
dominarlo todo.

4 / 56
ALCALDE: La cuestión es ésta, yo ya les he advertido a ustedes. Que mire cada
cual lo suyo. Yo ya he tomado por mi parte algunas medidas y les aconsejo que
hagan lo mismo.

FEDOR: Yo, desde luego, no tengo que tomar ninguna medida…

ALCALDE: Usted lo mejor que puede hacer es esconderse

FEDOR:Efectivamente… ¿por qué?, ¿acaso el funcionario va racionarme mi


porción de aire y mi pequeña parcelita de sol?

ALCALDE:Sin duda que el funcionario querrá visitar los establecimientos


benéficos…

FEDOR:Está claro, viene a fisgar en qué se distribuyen los fondos del Estado,
¡obvio! Al colectivo de mujiks parados por congelación o…

ALCALDE: Usted cuidado con su lengüecita…

FEDOR: ¡Arma mortífera, Alcalde!, pero si es el único órgano que me funciona


meramente bien…

ALCALDE: Usted, Artiemi Filipovich, debe procurar que todo esté bien.

ARTIEMI: ¿Qué todo esté bien? ¿Para usted o para el funcionario? ¿Qué es eso
de bien?

FEDOR: Eso. ¿Qué es lo bueno y qué es lo malo? Eso Alcalde, piense, piense por
fin.

ALCALDE: Que los gorros estén limpios, ¡ay!, y los enfermos no parezcan
fogoneros.

FEDOR: ¡Acabáremos! Ya lo veis, aunque se mueran tísicos perdidos.

ARTIEMI: Eso es fácil, los gorros… quizás si, se les pueden poner limpios…

ALCALDE: Y algún detallito… escribir a la cabecera de la cama en latín, en


cualquier otro dialecto, la enfermedad de cada uno o cuando se puso enfermo,
eso ya es asunto suyo, Artiemi Filipovich. No está bien que sus enfermos fumen
un tabaco tan fuerte, que le haga estornudar al entrar… y sería mucho mejor
que haya menos enfermos, ¡porque tantos!, enseguida se piensa que la
asistencia es mala y el médico no es competente…

5 / 56
FEDOR: Así es.

ARTIEMI: Cuanto más cerca se esté de la naturaleza, mejor. Nosotros no


empleamos medicamentos caros… El hombre sencillo si muere, muere y si se
cura, se cura sin nada, así es que podemos dar de alta a unos cuantos y que
tomen el aire.

ALCALDE: A usted, también le aconsejaría, Ammos, que fijara su atención en los


establecimientos públicos… siempre colas… ahora nada de colas… ¡Que la
gente esté alegre, que se le regale algo!, nada de gritos y que se haga gratis. Y
por favor, esos armarios siempre llenos de papeles empolvados… ¡que todo se
agilice! ¡Que las oficinas no huelan, que parecen bodegas! Eso no está bien, yo
quise hace tiempo decirle todo esto, pero al llegar el momento no recuerdo con
qué me distraje.

AMMOS: ¡Uy, eso es imposible de corregir! Pero si ya desde que usted era
pequeñito, prácticamente todo sigue igual… me refiero a lo de sus pecadillos…

FEDOR: Antiguamente era todo de otra forma… no sé, era más…

ALCALDE: Yo se lo digo sólo por decir algo… ¡algo habrá que hacer!

FEDOR: ¿No entiende usted, Ammos? ¡Que parezca, que parezca que todo
funciona bien!

ALCALDE: Es extraño que diga la carta eso de los pecadillos… No hay persona
que no tenga sus pecados… Esto lo ha dispuesto el mismo Dios, aunque los
volterianos digan lo contrario…

FEDOR: No irá a comparar sus pecadotes con nuestros pecaditos…

AMMOS: ¿Y qué entiende usted, Anton Antonovich, por pecadillos…? Yo digo a


todo el mundo abiertamente que si soborno un poco a la gente… es cuando…

ALCALDE: (Irritado) ¡Pero qué dice ahora de soborno!... “ni mut” de este
asunto.

AMMOS: ¡Pero si usted no cree en Dios y no va nunca a la iglesia!... ¿De qué se


escandaliza tanto?:

6 / 56
ALCALDE: ¡Pero hijo, no tenga usted tanto ingenio!, es contraproducente tener
tanta inteligencia. Además, es raro que nadie vaya a inspeccionar su juzgado de
distrito, es una institución prácticamente de origen divino. Ya me encargo yo…
Usted Lucka, como Jefa de Educación, tendrá que ocuparse de manera especial
de todo cuanto se refiera a profesores y alumnos…

LUCKA: Todos ellos, los profesores, son gente erudita…

ALCALDE: Pero algunos son raros. Uno de ellos, por ejemplo… ése que tiene la
cara tan gorda… no me acuerdo de su apellido… Ése habla que no se le
entiende y con el dedo índice y esa uña tan larga se hurga… (señala la nariz),
eso no está bien…

LUCKA: Ah, ese es el profesor de arte… lo hace sin malicia… lo hace de buen
corazón…

ALCALDE: Sí, sí, pero si hace este gesto al funcionario, ¿qué pensará de
nosotros?

FEDOR: Ji, ji, ji, ¡que somos unos guarros eruditos!

LUCKA: ¿Y qué puedo hacer yo con él? Si hablo le voy a reprimir su ego artístico,
y si no hablo recibiré una reprimenda por inculcar libertad de pensamiento a la
juventud…

ALCALDE: También tengo que hacerle una observación sobre el profesor de


historia… ¿No habría forma de entenderlo, oiga? ¡Que no se sabe qué dialecto
habla…!, eso son ya palabrotas… Y explica con tanto ardor, que se olvida de sí
mismo. Una vez fui a escucharle: pues bien, mientras hablaba de los tirios y
babilonios no pasó nada, pero cuando llegó a Alejandro de Macedonia, ya no
puedo decir lo que ocurrió. A fe mía que pensé que había fuego. Bajo corriendo
de la cátedra, cogió la silla y con toda su fuerza empezó a pegar en el suelo…
¡Claro que Alejandro de Macedonia es un héroe…!, pero para qué romper una
sillas… ¡eso es sólo una pérdida para el Estado!

FEDOR: Profesor: dícese del ente que enseña el arte y la ciencias… ¡ay, pero
cómo lo enseñan!

ALCALDE: Por favor, que hablen correctamente, que escriban correctamente,


les pregunta usted la lección y nada de vodka, ¿ve qué fácil? ¿Entiende? Ni
teatralización corporal, ni contenidos procedimientos, ni nada….

7 / 56
FEDRO: Todos quieren demostrar que son personas inteligentes, y cuanto más
lo quieren demostrar, más tontos parecen. Siempre se provoca el efecto
contario, ¡lástima!

ALCALDE: Tomen sus medidas, tomen sus medidas para nos ser sorprendidos.
Y si de improvisto entra y dice: “¡Ajá! ¡Aquí están ustedes! A ver, ¿quién es el
Juez aquí y quién el Jefe de Beneficencia…?”

FEDOR: Oigan, ¿es que ustedes no tienen la conciencia tranquila? Ah, es que no
tienen conciencia.

(MÚSICA)

(ENTRA EL JEFE DE CORREOS)

JEFE DE CORREOS: ¡Explíquenme señores quién es ese funcionario que va a


venir!

ALCALDE:¿No se ha enterado usted?

JEFE DE CORREOS: Algo me han dicho…

ALCALDE: ¿Y que piensa usted de todo esto?

JEFE DE CORREOS: ¿Que qué pienso? Pues que habrá guerra con los turcos…

FEDOR: ¡Vaya majadería!

AMMOS: Lo mismo creo yo.

ALCALDE: No dan ustedes en el clavo.

JEFE DE CORREOS: A mí me parece que habrá guerra con los turcos por culpa
de los franceses.

FEDOR: ¿Pe, pe, pero qué dice de trucos y franceses, señor Alcalde?

ALCALDE: ¡Qué guerra con los turcos ni qué ocho cuartos…! Que he recibido
una carta…

JEFE DE CORREOS: Ah, si es así, no habrá guerra con los turcos…

8 / 56
ALCALDE: Yo… no es que tenga miedo… un cosquilleíto aquí, sí que tengo…
los comerciantes y los civiles me preocupan un poco. Dicen que les he hecho
algunas jugadas, pero a fe mía que si me he quedado con alguna cosa de
alguien, ha sido sin mala intención. Se me figura que debe de haber habido
alguna denuncia, porque ¿para qué tiene que venir, en resumidas cuentas, un
inspector?... Escúcheme, ¿no sería mejor por el interés general y el de cada uno
abrir con mucho cuidado todas las cartas que entren y salgan en Correos y…
leerlas, por si contienen alguna denuncia o comunicación… sencillamente? Si no
la hay, se puede volver a cerrar la carta o entregarla abierta.

FEDOR:Por el interés general y de cada uno… ¡hala!, y se queda tan tranquilo.

JEFE DE CORREOS: Ya sé, ya sé… Eso lo hago yo, no tanto por preocupación
como por curiosidad. Me encanta conocer las novedades que pasan en el
mundo. Es una lectura interesantísima, hay cartas deliciosas. La descripción de
algunos paisajes es más instructiva que el periódico.

ALCALDE: Bien… y dígame, ¿no ha leído usted nada referente a un funcionario


de San Petersburgo?

JEFE DE CORRESO: No, de Petersburgo no hay nada, pero de Kostroma y


Saratov se habla mucho. Es una lástima que no lea usted las cartas, tienen
trozos magníficos. Hace poco un teniente escribía a un amigo haciéndole una
descripciones tan… ¡chispeantes!... Muy bien, muy bien las hacía… “Mi vida,
querido amigo, se desliza entre empirismos. Aquí hay muchas señoritas. Suena
la música…” Con mucho sentimiento lo describía todo. Me he quedado con la
carta, ¿quiere que se la lea?

ALCALDE: No, ahora no es el momento. Por favor, Iván, si po9r casualidad


tropieza usted con alguna queja o alguna denuncia la detiene usted sin
miramiento, ¡es por el bien social!

JEFE DE CORREOS:Lo haré con mucho gusto.

AMMOS: ¡Cuidado no les vaya a costar caro eso…!

JEFE DE CORREOS: ¡Ay, Dios mío!

9 / 56
ALCALDE: No hay que apurarse. No se trata de ningún asunto público, sino de
cosas particulares. Y nadie va a enterarse.

AMMOS: La verdad es que no es nada agradable este asunto.

ALCALDE: La verdad es que siente uno un peso… Está uno esperando que de
un momento a otro se abra la puerta y… ¡zas!, salte la liebre.

(MÚSICA)

(ENTARN BOBCHINSKI Y DOBCHINSKI PRECIPITADAMENTE)

BOBCHINSKI: ¡Un acontecimiento inesperado!

DOBCHINSKI: ¡Una noticia inesperada!

TODOS: ¿Qué? ¿Qué pasa?

DOBCHINSKI: Un asunto sorprendente. Íbamos a la fonda…

BOBCHINSKI: (Interrumpiendo)… Llegaba con Dobchinski a la fonda…

DOBCHINSKI: …El… ¡Bobchinski, déjeme que yo lo cuente!

BOBCHINSKI: ¡No, déjeme a mí, por favor!. Usted no tiene facilidad de palabra.

DOBCHINSKI: Y usted puede confundirse y no acordarse de todo.

BOBCHINSKI: Me acordaré, ¡a fe mía que me acordaré! No me moleste, déjeme


contar. No me moleste. Señores, hagan el favor de intervenir para que
Dobchinski no me moleste.

ALCALDE: ¡Hablen, hablen de una vez, por favor! ¿Qué pasa? ¡Tengo unas
palpitaciones! Siéntense señores, tomen asiento. Bobchinski, aquí tiene usted
su silla. Bueno, vamos a ver, ¿qué pasa?

BOBCHINSKI: Óiganme señores, yo lo referiré todo por su orden: cuando


acababa de tener el gusto de salir de su casa… en el momento en que se
encontraba usted tan apurado con la carta que había recibido, en ese preciso
instante fui yo… ¡haga el favor Dobchi9nski de no interrumpirme, que yo lo sé
todo, todo lo sé! Entonces, como decía, me fui a casa de Korobkin que no
estaba, y a la de Rastakovski, que también había salido, y a la de Ivanm

10 / 56
Kusmich, para anunciarle la noticia que acababa usted de recibir. Y al salir de allí
me encontré con Dobchinski…

DOBCHINSKI: …Delante del puesto de las tortas.

BOBCHINSKI: …Delante del puesto de las trotas. Al encontrarnos le dije a


Dobchinski: “¿Ha oído usted la noticia que ha recibido Anton Antonovich?” Pero
Dobchinski ya se había enterado por Advotia su ama de llaves, que se lo dijo
cuando iba de camino a casa de Filip para un recado…

FEDOR: ¡Con esto del funcionario, aquí no se vive ya!

DOBCHINSKI: …A buscar el tonel para la vodka francesa.

BOBCHINSKI: (Apartándolo con la mano)… A buscar el tonel para la vodka


francesa.

ALCALDE:Venga, venga, venga.

BOBCHINSKI: Bueno, pues entonces…

DOBCHINSKI: …Fuimos a casa de Pocuchew.

FEDOR: (Alzando las manos en ademán de súplica) ¡Por favor, no le interrumpa!

BOBCHINSKI: ¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Fuimos a casa de Pocuchew, y en el


camino éste me dijo: “¿entremos en la taberna?, como no he comido nada esta
mañana…”

DOBCHINSKI: …Oigan tenía un temblor de estómago que…

BOBCHINSKI: Éste me dijo: “En la taberna hay salmón fresco, podemos tomar
un poco.”

ALCALDE: Siga, se lo suplico, acabe de una vez.

DOBCHINSKI: Y…

BOBCHINSKI: Entramos en la taberna en-el-pre-ci-so-mo-men-to en que un


joven…

DOBCHI NSKI: …De exterior muy agradable y bien vestido…

ALCALDE: El Inspector.

11 / 56
BOBCHINSKI: …De exterior muy agradable y bien vestido paseaba por la
habitación con el aire meditabundo de quien tiene mucho aquí dentro (señala la
frente). Yo presintiendo algo, le digo a éste: “aquí hay gato encerrado”.

DOBCHINSKI: Yo mientras ya había llamado al con el dedo al tabernero Blas,


que por cierto su mujer ha dado a luz hace tres meses a un chico muy hermoso,
que algún día será tabernero como su padre…

BOBCHINSKI: (Con rabia) ¡Aaaay! Bueno, pues como les decía éste le preguntó
al tabernero: “¿quién es ese joven?” y Blas le contestó: “Es…”

DOBCHINSKI: “Es…”

BOBCHINSKI: ¡Pro favor, Dobchinski, no me interrumpa! Si usted no lo podría


contar… ¡a fe mía! ¡Cecea usted y se le escapa el aire por un diente! “Es un
joven funcionario que viene de Petersburgo”

ALCALDE:El Inspector.

BOBCHINSKI: Que se llama Ivan Alexandrovich Jlestarov. Se dirige a la provincia


de Saratov y se comporta de una manera muy extraña. Ya hace dos semanas
que vive en la fonda y todavía no ha pagado nada. Al oír esto lo comprendí todo
y dije: “¿Eh?”

DOBCHINSKI: No, fui yo el que dije: “¿Eh?”

BOBCHINSKI: Primero lo dijo usted y luego lo dije yo: “¿Eh?”, dijimos yo y usted,
“¿por qué tiene que detenerse aquí este joven cuando su camino es Saratov?”
Sí, sin duda es el funcionario… del que ha tenido usted noticia, el Inspector.

ALCALDE:¡Dios mío, sí, debe ser él!

DOBCHINSKI: A ver. No paga. No se va. ¿Quién puede ser sino él?

FEDOR: ¿Y cómo andaba, así, con la cabeza sobre los hombros, así tiesa?

DOBCHINSKI: (Asiente)

FEDOR: Malo… Y… ¿cómo se reía, así con la boca abierta o con el colmillo
retorcido?

DOBCHINSKI: No le hemos visto reírse, ¿verdad?

BOBCHINSKI: Nada. De reírse, nada.

12 / 56
DOBCHINSKI: Es él, es él. Parece muy observador, se fija en todo. Ha visto que
estábamos comiendo salmón, ¡y nos miraba los platos! Es un observador tan
grande que me dio mucho miedo

ALCALDE: ¡Dios, ten piedad de nosotros, pecadores! Y ¿dónde vive?

DOBCHINSKI: En el número cinco.:

ALCALDE: ¿Y hace mucho que está aquí?

DOBCHINSKI: Por lo menos ya dos semanas

ALCALDE: ¡Dos semanas! ¡Santos del cielo! ¡En esta semana ha sido azotada la
mujer de un alférez! ¡A los arrestados no se les dio comida! ¡Las calles
estuvieron hechas una porquería! ¡Que vergüenza! ¡Qué deshonra! (Se lleva las
manos a la cabeza)

FEDOR: Ji, ji, ji. No tenga ningún miedo. Alcalde, debe ser un bribón como
usted.:

ARTIEMI: Entonces, ¿qué, Alcalde? ¿Iremos todos de gran gala a la fonda?

AMMOS: No, no. Dejemos que primero vaya el clero, luego los comerciantes…

ALCALDE: Dejadme a mí. He tenido casos difíciles en la vida pero de todo he


salido bien y hasta me han dado las gracias.

FEDOR: ¿Por qué no me lleváis a mí? Digo me lleváis, por que yo no puedo ir.
¡Que yo tengo un ojo!... De piernas nada, pero a ojos no me gana nadie.:

ALCALDE: ¿Dice usted que es joven?

BODCHINSKI:sí, es joven, tendrá veintitrés o veinticuatro años.

FEDOR: Llévenme a mí y le haré un buen diagnóstico, yo también soy joven y


también tengo muy buen olfato.

BODCHINSKI: ¡Pero cómo va a ir usted como representante…!

FEDOR: ¡Uy! ¿Es que no tengo corazón y alma como usted? Además, si yo les
contara… Conozco las entradas y salidas de la Corte así… (hace un gesto con
las manos), pero ustedes no me escuchan…:

13 / 56
ALCALDE: Chiss… (como pensando) A un joven se le conoce antes… sí, lo malo
es cuando se trata de un viejo diablo… pero un joven es transparente…

FEDOR: Pe, pe, pero, ¡Alcalde! ¿Dónde tiene usted la inteligencia…?


Transparentes sólo son las medusas…

ALCALDE: Bueno, señores, cada uno a lo suyo. Iré yo solo… No, mejor con
usted, Bobchinski. Vamos dando un paseíto a la fonda, sólo para ver si los
viajeros están bien atendidos.

ARTIEMI: Vamos, Ammos, vamos. En realidad puede ocurrir algo


desagradable…

AMMOS: ¿Y usted de qué tiene miedo? ¡Ponga los gorros limpios y ya está…!

ARTIEMI: ¿Gorros, eh? Está mandado que se dé sopa fina a los enfermos y por
los pasillos huele a col que hay que taparse alas narices…

AMMOS: ¡Bah! Yo estoy tranquilo… ¿A quién se le va a ocurrir ir al juzgado? Y si


acaso viene y quiere mirar algún documento, no quedará muy contento, por
que el mismísimo Salomón no podría sacar de estos papeles lo que es verdad y
lo que es mentira…

ALCALDE: (A un policía que ha estado junto a al puerta todo el rato) ¿Pero qué
hace usted ahí tan parado?

POLICÍA: ¿Y qué quiere que haga?

ALCALDE: pues dar órdenes, dar órdenes… Que cada uno coja la escoba y barra
n las calles… Algo… algo, que le dé movimiento a la cosa…

POLICÍA: ¡Cuantas más cosas haya en construcción mejor, más se verá la


actividad del Alcalde…!

ALCALDE: ¡Ah!, por cierto, al lado de la cerca del zapatero hay muchísima
basura, lo había olvidado… ¡vaya, vaya y haga algo!...

No, espere, no se vaya. Ahora que están aquí toditos, si el funcionario recién
llegado les pregunta si están contentos con el trabajo, contesten todos:
“Estamos muy contentos, Vuestra Señoría…”

FEDOR: (Por lo bajo) Es que no tiene ni siquiera sentido común… ¿Quién puede
estar contento con el trabajo?:

14 / 56
DOBCHINSKI: (Tose atragantándose)

ALCALDE: Y si alguien está descontento, ya verá el descontento que yo le daré


luego…

DOBCHINSKI: Están los que chupan del bote y los que miran, siempre ha sido
así…

ALCALDE: Si preguntan por qué no se ha construido todavía la iglesia de la


Institución Benéfica…

DOBCHINSKI: ¡No hay dinero!

ALCALDE: No, estúpido, hace cinco años recibimos una suma, pero no sé qué
ha pasado que se ha traspapelado… No olvidéis, que empezó a construirse…
pero que se ha quemado…eso es, se ha quemado.

POLICÍA: Pero Alcalde, ¿se da usted cuenta de las mentiras que está
improvisando en un momento?... ¡Voy a tener que taparme los oídos!

ALCALDE: ¡Usted cállese! ¡Usted está con quien manda y se acabó…! Vámonos.
Vámonos, que estamos todos muy nerviosos.

(MÚSICA)

15 / 56
ACTO SEGUNDO
(LA MUJER DEL ALCALDE, ANA, SU HIJA MARÍA Y FEDOR)

ANA: ¿Dónde están? ¡Ay dios mío!. (Se dirige a María) Tú tienes la culpa de todo:
¡que si el alfilerito!, ¡que si al mantillita! Ahora se han marchado y no podemos
enterarnos de nada… (Se asoma a la ventana): ¡Anton!, ¡Anton!, ¿ya ha
llegado…el inspector?, y ¿tiene bigote?, ¿qué clase de bigote?... ¿Qué?,
¿después?... Brr ¡qué fastidio!...

(Sigue asomada)

FEDOR: (Desde la puerta se dirige a María) ¿Me ayuda usted?

MARÍA: ¡Oh sí, no le había visto!

FEDOR: Ya veo que su madrecita está muy preocupada por el bigote…

ANA: Después, después, yo no quiero después. Necesito una palabrita. Que sí,
sí, que si tal… (Se vuelve). ¡Ah está usted aquí!, siempre está aquí…

FEDOR: Está muy agitad por este evento, ya veo…

ANA Esta tonta venga a arreglarse, no sé a quién tiene que ver… y claro, hemos
llegado tarde. (Fedor y María se miran) ¡Venga a hacer monerías delante del
espejo…!

MARÍA: ¡Qué le vamos a hacer mamaíta! ¡De todas maneras dentro de dos
horas lo sabremos todo!

ANA: ¿Dentro de dos horas? ¡Vaya una contestación! ¿Cómo no se te ha


ocurrido decir dentro de un mes lo sabremos mejor todavía?... Detalles: ¿quién
es?, ¿cómo es?, cómo tiene los ojos… si son negros o no… (Da vueltas de un
lado para otro).

FEDOR: ¡Y mira a ver si tiene alma!

MARÍA: (Poniendo su mano sobre el hombro de Fedor) ¡Usted tiene un


alma…enorme, Fedor!

FEDOR: ¡Pero ya ve en qué cuerpo!

16 / 56
MARÍA: Eso es para despistar…

FEDOR: Todos están preocupados por la buena presencia…

MARÍA: Le arreglamos un poco por aquí… (Le arregla el brazo y la chaqueta),


otro poco por allá… (El pelo).

ANA: ¡Ahora quiere arreglarle a usted! ¡Que no tiene arreglo, con perdón! ¡Esta
chica no tiene dos dedos de frente…! (Se va).

MARÍA: (Coge una flor de un florero y se la pone en la solapa) Y por fin… Ve,
qué elegancia… (Se ríen)

FEDOR: (Está encantado mirándola. Coge la flor y se la da) Permítame que se la


dé yo a usted, María (se miran). Usted me trata con tanto afecto… Es usted
como esa flor, bellísima por fuera y por dentro…

MARÍA: ¿Y cómo lo sabe?

FEDOR: Por que sus ojos miran de frente y sus manos son firmes y …

MARÍA: (Carraspea) Bueno, y ¿qué piensa de nuestro visitante?

FEDOR: ¿Del funcionario? Pues que están todos muy nerviosos… a mí no me


hacen tanto caso, claro que por qué tenían que hacerme caso si apenas me
conocen… Si supiera lo que pienso…

MARÍA: ¿Qué piensa?

FEDOR: No puedo decírselo. Cuando uno recibe un golpe como éste, se le


agudiza mucho el ingenio, ¿sabe?

MARÍA: A mí me interesa mucho lo que usted piensa y cómo lo dice… parece


un hombre muy cultivado… me interesa lo que dice y lo que no dice…

FEDOR: ¡María, no me dé esperanzas!

MARÍA: No, si yo sólo digo la verdad, ¿es eso dar esperanzas?

FEDOR: Es que su padre es el Alcalde, nada menos, usted su única hija, y yo


fíjese… y usted es una joven con clase…

17 / 56
MARÍA: ¡Una joven tan agradable merece mucho más…! ¿Quizás el joven
funcionario? Y si además es alto, rico, viene de la capital, pues… fíjese qué
partido, ¿no es así?... pero, ¿y si es un bribón?

FEDOR: ¿Y usted qué sabe?

MARÍA: Lo sé, me lo dice su mirada.

FEDOR

¡Ah, luego usted no es tonta, como dice su mamaíta!

MARÍA: ¡Ay, ella cree que sólo pienso en el vestido azul de volantitos o quizás
en el vestido salmón, que le va mejor a mis ojos oscuros! ¡No, bobadas! Eso lo
hago para despistar…

FEDOR: ¿Para despistar a quién?

MARÍA: ¡Uy, de qué se extraña!, ¿usted no despista también? Pues despisto a la


boba de mi madre, ¡pobre!... Yo sé bien lo que quiero… Además, usted se pone
tan contento cuando me ve, lleve volantitos o no.

FEDOR: ¿Y cómo lo sabe?

MARÍA: Me lo ha dicho usted hace un momento, ¿o era un cumplido…?, ¿no se


acuerda?

FEDOR: No, no, es la verdad.

MARÍA: Yo creo todo lo que dice, Fedor, no sé por qué, tiene algo
especial…que…me turba…

FEDOR: ¡Ay, María no se fíe…!

MARÍA:¿Ve? Habla así y me seduce…

FEDOR: Pero si soy feísimo y malísimo y retorcidísimo y en este momento una


preocupación social… ¡a saber de dónde he salido yo!

MARÍA: ¡Sí, pero a mí se me estremece el corazón!

FEDOR: ¡Chiss, cuidado no le oiga su mamaíta!

MARÍA: No guardaré bien el secreto.

18 / 56
FEDOR:(Asustado) ¿Qué secreto?, ¿sabe usted algo?

MARÍA: ¡Uy, pues el del funcionario!, ¿cuál va a ser?

MÚSICA)

19 / 56
ACTO TERCERO
(HABITACIÓN DE FONDA: CAMA, MESA, MALETA, BOTELLA VACÍA. ZAPATOS,
CEPILLO DE ROPA… UN HOMBRE TUMBADO)

OSIP: (Echado en la cama, habla para sí) ¡Diablos, qué hambre! En mi vientre
hay tanto ruido, que parece que tengo un regimiento tocando trompetas.
¡Dudo que lleguemos a casa! ¡Qué le vamos a hacer! Ya hace un mes que salimos
de San Petersburgo. Se ha ido todo el dinero.: “¡Eh, Osip, ve y busca la mejor
habitación!, ¡encarga la mejor comida!, ¡yo no puedo soportar la comida mal.
Necesito que sea buena…!”: Si fuera alguien importante…, pero total, un
insignificante funcionario que juega a las cartas…: ¡Ah, estoy harto de esta
vida! La del campo res mucho mejor: te casas con una buena mujer y puedes
pasarte el siglo entero tumbado, comiendo torta rellena. ¡Claro que la vida en
San Petersburgo es la mejor de todas!, lo único que se necesita es dinero, la
vida allí es muy fina: teatros, vida social… Todo el mundo habla con finura y con
etiqueta, como los nobles. Si vas al mercado, los comerciantes te llaman:
estimado. ¡Ay, no te aburres nada!... Y comes hasta hartarte, claro que otras
veces estallas de hambre, como yo ahora, y todo por su culpa: ¡Que no sé que
ha hecho con el dinero que le manda su padre! Empieza a darle aire: toma un
coche todos los días, saca entradas para el teatro… y al cabo de una semana a
la plaza a vender el frac nuevo, que valdrá por lo menos 150 rublos, y luego lo
vende por 20. ¡Pues y los pantalones, más vale no hablar…!: ¿Y por qué todo
esto? Por que no hace nada serio: en lugar de ir a la oficina se marcha a pasear
por la avenida o a jugar a las cartas… ¡Si es preciso trabajar, hay que trabajar…!:
¡Je!, ahora el tabernero dice que si no le pagamos no son dará de comer… ¡Ay,
Dios mío!, si pudiera comer tan sólo un caldito (Llaman) ¡Ah!, seguramente es él.
(Se levanta de la cama).

JLESTAROV: Toma (le da el gorro y el bastón) Ah, ¿con que otra vez estabas
tumbado?

OSIP: ¿Para qué voy a tumbarme? Con las cosas que tengo que hacer…

JLESTAROV: Mira a ver si en el paquete hay un poco de tabaco.

OSIP: ¿Dónde quiere usted que haya tabaco?, ¡hace 4 días que se ha fumado
usted el último!

20 / 56
JLESTAROV: (Pasea por la habitación, abriendo y cerrando la boca) ¡Eh, Osip,
Escúchame!

OSIP: ¿Qué manda usted?

JLESTAROV: Vete y…

OSIP: ¿A dónde?

JLESTAROV: Abajo, al mostrador… pide que me den de comer.

OSIP: No, no quiero ir.

JLESTAROV: ¿Cómo te atreves majadero?

OSIP: Es igual que vaya o no vaya, no vamos a sacar nada, el dueño ha dicho
que no nos dará de comer más.

JLESTAROV: ¿Cómo puede atreverse a semejante cosa? ¡Qué tontería!

OSIP: Además dice que irá a quejarse al Alcalde. Ya hace tres días que el señor
no paga… dice: “tú y tu señor sois unos bribones: ¡ya conocemos a eso pillos y
canallas!”

JLESTAROV: Y tú, animal, tan contento de podérmelo contar, ¡bestia!. Ve y dile:


“es usted un bruto sin sensibilidad”.

OSIP: Mire, es mejor que llame al dueño para que venga a verle.

JLESTAROV: ¡Ya está bien! ¡Que te lleve el diablo!, vete a llamar al dueño. (Sale
Osip).

¡Qué hambre tengo!, ni el paseo me ha quitado el hambre…. Sí, es verdad, si no


hubiese juergueado tanto, habría tenido dinero suficiente para llegar a casa,
pero las cartas me han matao. ¡Maldito capitán de infantería!, en un cuarto de
hora me ha desplumado… A pesar de esto, tengo muchísimas ganas de volver a
batirme con él.:¡Qué asco de ciudad!, en las tiendas nadie fía nada. Es una
verdadera infamia.: (Silba una canción rusa).:

(ENTRA LA CRIADA DE LA TABERNA)

CRIADA:El Amo me ordena preguntarle qué es lo que desea.

JLESTARO: ¡Vaya chica! (para sí). Buenos días, ¿qué tal va la salud?

21 / 56
CRIADA: Bien, gracias.

JLESTAROV: ¿Y qué tal todo en la fonda?, ¿todo va bien?

CRIADA: Bien, gracias a Dios, todo bien.

JLESTAROV: ¿Hay muchos viajeros?

CRIADA: Sí, hay bastantes.

JLESTAROV: Escucha: es que todavía no me han traído la comida. Si fueras tan


amble que activaras la cosa, para que me la trajeran enseguida, por que
después tengo mucho que hacer.

CRIADA: Ha dicho el amo que no le servirá de comer. Hoy quería ir a quejarse al


Alcalde.

JLESTAROV:¿Quejarse?, ¿quejarse? Razona por ti misma, ¿para qué? Tengo que


comer, si no quiero consumirme… Fuera broma: tengo mucha hambre.

CIRADA: Pues sí, el a mi dice: “No le daré más de comer hasta que me pague
todo lo que me debe”. Así me contestó.

JLESTAROV: Háblale tú, convéncele.

CRIADA: ¿Y qué voy a decirle?

JLESTAROV:Explícale seriamente que yo necesito comer. Lo del dinero es


aparte. Si él puede pasar un día sin comer es cosa suya, no es razón para que a
los demás nos suceda lo mismo.

CRIADA:Está bien, se lo diré (sale).

JLESTAROV:Esto se pone mal… je, no voy a vender los pantalones… No, es


mejor pasar pero volver a casa con traje. ¡Podría incluso alquilar un carruaje!, y
llegar a casa… ¡que pasmao se quedaría todo el mundo! (Llaman) ¿Quién será?,
¿qué pasa…? (Entra Osip).

OSIP: Ya traen la comida.

JLESTAROV: ¡La traen, la traen! (palmotea).

CRIADA:EL amo le sirve por última vez.

22 / 56
JLESTAROV: ¡Vaya con el amo!... ¿Qué hay ahí?

CRIADA: Sopa y carne.

JLESTAROV: Cómo, ¿solamente dos platos?

CRIADA: Solamente, señor.

JLEASTAROV: Dile que esto es muy poco.

CRIADA: Pues el amo dice que es mucho todavía.

JLESTAROV: ¿Y la salsa?

CRIADA No hay.

JLESTAROV: Y ¿por qué no hay?, si yo he visto mucha esta mañana en la cocina.


En el comedor, esta mañana, había señores comiendo salmón y muchas cosas
más.

CRIADA: EL caso es… que hay y … no hay.

JLESTAROV: ¿Cómo que no hay?

CRIADA: Sí que no hay

JLESTAROV: ¿Y el salmón y el pescado y las croquetas?

CIRADA: Eso es para los de más fiar.

JLESTAROV: ¡Eres idiota!

CRIADA: Sí, señor

JLESTAROV: ¿Qué es eso de que ellos coman y yo no ¿ ¿por qué narices no


puedo comer yo también? ¿acaso ellos no son viajeros como yo?

CRIADA: Iguales no son.

JLESTAROV:¿Pues cómo son?

CRIADA: Se sabe cómo son, señor: pagan.

JLESTAROV: ¡Qué tonterías son esas! (se sirve la sopa) ¿qué por quería de sopa
es esta?, esto es agua. Sencillamente, sólo apesta. No la quiero.

23 / 56
CRIADA: Me la llevará, señor, pero el amo ha dicho: “Si no la quiere, pero para
él”.

JLESTARTOV:Espera, espera, está bien… Estás acostumbrada a proceder así


con otros, pero yo no soy igual que otros. (Comiendo) ¡Dios mío, qué sopa!,
aquí nadan las plumas en lugar de la grasa. ¿ay, qué gallina! (le da a Osip). Ha
sobrado un poco de sopa, puedes tomártela, Osip. Trae la carne. ¡Vaya una
carne!, ¡eso no es carne!.

CRIADA: Entonces ¿qué es?

JLESTAROV: El diablo sabrá lo que es, pero carne no. Es un hacha frita, en lugar
de carne. ¡Bribones!, ¡pero si es como la corteza de un árbol y empiezan a
dolerme las mandíbulas!... ¿no queda nada más?

CRIADA: Nada más.

JLESTAROV: Algún pastelillo, alguna otra cosa… pillos.

(LACRIADA SE LLEVA LOS PLATOS YSE VA. LA SIGUE OSIP)

JLESTAROV:Prácticamente no he comido. Si tuviera calderilla, al menos


mandaría al mercado a por un bollo. (Entra Osip).

OSIP: Dicen que ha llegado el Alcalde y pregunta por usted.

JLESTAROV:(Con miedo) ¡Qué cosa más rara!. Les ha faltado tiempo para
quejarse… ¿y si en efecto me llevan a la cárcel?. Si fuera cortésmente, aún…
No, de ninguna manera, no quiero. ¿Quién se creen que soy?, ¿un comerciante?,
¿un artesano?. Yo le diré claramente… (Entra el Alcalde) ¿Cómo se atreve
usted?, ¿quién es usted?

ALCALDE: Mis respetos (Entra también Dobchinski).

JLESTAROV: Bueno días.

ALCALDE: Perdóneme.

JLESTAORV:No hay de qué.

ALCALDE: Mi obligación como alcalde de esta ciudad es preocuparme de todos


los viajeros y todas las personas honradas, para que no sufran ninguna
molestia.

24 / 56
JLESTAROV: ¡Qué le vamos a hacer! ¡yo no tengo la culpa!, ¡la culpa la tiene él!
La sopa que me da, Dios sabe lo que habrá echado ahí, tuve que tirarla por la
ventana. Todos los días me deja muerto de hambre, y eso no puede ser. ¿Y el
té?, es tan extraño, apesta a pescado, no a té… ¿Por qué todo esto? ¡Vaya
manera de acogerá los visitantes!

ALCALDE:(Azarado) Perdóneme. ¡Yo no tengo la culpa! En el mercado la carne


siempre es muy buena. La traen comerciantes, gente muy sobria y de excelente
conducta. No sé de dónde la sacarán, pero si algo no le gusta… permítame
ofrecerle cambiar de piso…

JLESTAROV: No, no quiero. Ya sé lo que significa cambiar de piso. Quiere usted


decir ir a la cárcel, ¿no es eso?. Pero ¿qué derecho tiene usted?, ¿cómo se
atreve?, ¿cómo se permite? Yo trabajo en Petersburgo… yo… yo…

ALCALDE: (Aparte) ¡Dios mío, qué enfadado está! ¡Lo sabe todo, se lo han
contado los malditos comerciantes!

JLESTAROV: Aunque venga usted con todo su regimiento, no iré. Me dirigiré al


ministro.

ALCALDE:¡Por compasión, cálmese! ¡No me pierda usted, tengo mujer y niños!...


¡no me haga usted un desgraciado!

JLESTAROV: Pues vaya, sí que estamos bien… ¿y a mí que me importa?, ¿Por


qué tenga usted mujer y niños voy a tener que ir yo a la cárcel? No, se lo
agradezco mucho…

LACALDE: (Temblando) Ha sido todo por falta de experiencia, un sueldo del


Estado no alcanza ni para comprar té y azúcar. Si ha habido un poco de
soborno, ha sido en pequeñeces… por ejemplo, es cosas para la casa o algún
que otro vestido. Y en cuanto a lo de la viuda del sargento, al comerciante, que
dicen que yo he azotado… eso es una calumnia que se han inventado mis
enemigos.

JLESATROV: Bueno, ¿y yo que tengo que ver con todo esto? (reflexionando).
No comprendo pro qué me habla usted de sus enemigos o de esa viuda del
sargento. Una cosa es la viuda del sargento y otra cosa soy yo. Porque usted a
mí no va a atreverse a azotarme. Yo pagaré todo, pero ahora no puedo… por
que no tengo dinero.

ALCALDE: (Aparte) ¡Oh qué trampa tan ingeniosa!, ¿mira adónde va a parar!,
¿es para despistarnos!. (En voz alta) Bueno, si es verdad que lo necesita usted

25 / 56
es dinero o cualquier otra cosas, yo estoy dispuesto a servirle desde este mismo
momento. Mi deber es prestar ayuda a los viajeros.

JLESATAROV: Deme. Sí, présteme y entonces pagaré enseguida al tabernero.


Unos doscientos rublos serán suficientes.

ALCALDE: Aquí tiene usted doscientos rublos exactamente. No es preciso que


los cuente. No se moleste en contarlos.

JLÑESTAROV: Se lo agradezco mucho. YA se los devolveré desde mi finca. Es


una cosa tan rara esto que me ha pasado… Ahora veo que es usted una
persona muy honorable. Ahora es otra cosa.

ALCALDE: (Aparte) Muy bien, Gracias a Dios ha tomado el dinero. Parece que el
asunto va mejor. Le he dado, en lugar de doscientos, cuatrocientos rublos.

JLESTAROV: ¡Eh, Osip! ¡Qué venga la criada de la taberna y traiga la cuenta!

ALCALDE: Usted no se moleste, dígale a la criada que se le enviará el dinero…

JLESTAROV: Pero, por favor, hagan el favor de sentarse… siéntense. Ahora veo
la franqueza de su carácter y su cordialidad… le confieso que había empezado a
pensar mal…

ALCALDE: (Aparate) ¿Quiere guardar el incógnito? Muy bien, hagamos un poco


de comedia. Vamos a hacer como si no supiéramos quién es.:Pues sí, íbamos
aquí el terrateniente y yo paseando por asuntos de mi cargo y nos hemos dicho:
“entremos en esta fonda para informarnos de si los viajeros están bien
atendidos”. Por que yo no soy como los otros alcaldes que no se interesan por
nada… y en recompensa, como puede verse, hemos tenido a oportunidad de
este agradable encuentro.

JLESTAROV: Yo también estoy muy contento. Les confieso, que si no hubiese


sido por usted, hubiera tenido que quedarme aquí por mucho tiempo. No sabía
cómo pagar…

ALCALDE: (Aparte) Sí…sí. ¡No sabía cómo pagar!, ¡nos está probando! (En alto)
Y ¿a dónde piensa dirigirse ahora?

JLESTAROV: Voy a la región de Saratov, a mi finca. Me reclama mi padre.

ALCALDE: ¿Y piensa estar aquí mucho tiempo?

26 / 56
JLESTAROV: No lo sé con seguridad. Yo no puedo vivir sin Petersburgo. Mi
padre es terco y cerrado, tiene la cabeza dura como un alcornoque… no
comprende que mi alma desea cultura… otras apetencias…

ALCALDE: Tiene usted muchísima razón. ¿Qué se puede hacer en el campo?.


Aquí, por ejemplo, uno no duerme en toda la noche, por esforzarse en servir a
la patria… aunque la recompensa no se sabe cuándo llegará… (Mira alrededor)
Este cuarto parece algo húmedo.

JLESTAROV: Es muy mala habitación… y los chinches muerden como perros…

ALCALDE: ¡Pero hombre!, ¡un individuo tan ilustre, víctima de unas chinches
inmundas, que no deberían haber nacido jamás!... ¡Además, esta habitación
parce muy oscura!

JELSTAROV:Uy… sí, sí, muy oscura. El dueño ni acostumbra a dar velas. A veces
uno quiere hacer algo… leer, o le da la fantasía de escribir alguna cosa, y no
puede hacerlo por lo oscuro que está.

ALCALDE: No sé si atreverme a preguntarle… pero no, no soy digno de ello…

JLESTAROV: ¿De qué?

ALCALDE: No, no, no soy digno, no soy digno.

JLESTAROV: ¿Pero de qué se trata?

ALCALDE: Si yo me atreviera… Tengo en mi casa una habitación magnífica…


muy clara y tranquila. Pero no, yo mismo advierto que eso sería demasiado
honor para mí. No se enfade, a fe mía que se la ofrecía de todo corazón.

JLESTAROV: ¡Al contrario! Con muchísimo gusto. Para mí es mucho más


agradable vivir en una casa particular que en este figón.

ALCALDE: ¡Cuánto me alegraría entonces y cuánto se alegrará mi mujer! Mi


carácter es así, siempre tuve desde la niñez el sentido de la hospitalidad… y
sobre todo tratándose de una persona culta…

JLESTAROV: Se lo agradezco mucho.

ALCALDE: No piense que le digo todo esto para lisonjearle… no tengo ese
defecto.

27 / 56
JLESTAROV: A mí tampoco me gustan las personas hipócritas, me agradan
mucho y su hospitalidad.

ALCALDE: Tal vez le guste ahora visitar alguna institución de nuestra ciudad, o
algún establecimiento benéfico o e otra clase.

JLESTAROV:¿Cómo dice?

ALCALDE: Ver cómo van nuestros asuntos y cuál es nuestra organización y esas
cosas.

JLESTAROV: Con mucho gusto, estoy dispuesto.

ALCALDE: Después, si le agrada, podemos visitar la cárcel, par que pueda


enterarse de cómo viven los presos.

JLESTAROV:¿Para qué la cárcel? Mucho mejor los establecimientos benéficos…

ALCALDE: ¿Cómo quiere ir, en su coche o en el mío?

JLESTAROV: No, en el suyo, en el suyo.

ALCALDE: (A Dobchinski) Vaya corriendo a todo correr y lleve estas cartas una
a ala beneficencia y otra para mi mujer. (A Jlesatrov) Me atrevo a pedirle
permiso para escribir dos líneas a mi mujer, con objeto de que pueda
prepararse para recibir a tan estimado huésped.

JLESTAROV: ¿Pero para qué?... En fin, si gusta… aquí tiene tinta… lo que no sé
dónde está es el papel… Puede usted escribir sobre esta cuenta (se la entrega)

ALCALDE: (Escribe). Tenga (a Dobchinski), lleve esto rápido. (A Jlestarov)


Nosotros ya nos vamos tranquilamente… ¿quiere?

(MÚSICA)

28 / 56
ACTO CUARTO
(MARÍA Y FEDOR HABLAN ENTUSIASMADOS EN BOZ BAJA.ENTRA ANA)

ANA: (Los observa desde la entrada, ellos no se dan cuenta) ¡Eh, eh!, ¿pero de
qué habláis tan entusiasmados?

MARÍA: ¡Ay! Sí, llevamos aquí esperando…

ANA: Una hora esperando y nada (se asoma a la ventana). Por aquí parece que
viene… ¿Dobchinski? ¡Eh, oiga, venga aquí pronto! ¡Qué despacio va! (Entra
Dobchinski resoplando).

DOBCHINSKI: A fe mía, comadre, que vengo resoplando, ¡ay!, respirando. Mis


respetos, María.

MARÍA: Bueno días

FEDOR: Buenos días

DOBCHINSKI: Buenos días

ANA: ¡Déjense de cumplidos! Diga, diga, por favor, ¿y mi marido?, ¿y el


funcionario? Nadie me cuenta nada.

DOBCHINSKI: Su marido, el Alcalde, le envía esta carta.

ANA: ¡Por fin! ¿Qué tal es?, ¿es serio?, ¿es…?

DOBCHINSKI: ¡Ohh! ¿Qué empaque y qué porte el suyo!

ANA
¿Entonces es él?, ¿el que esperábamos?

DOBCHINSKI: El mismo, el Inspector, yo fui el primero en descubrirle.

FEROD: ¿Pero ustedes le han preguntado?, ¿les ah enseñado sus credenciales?

DOBCHINSKI: ¡No hace falta!, sería un despropósito.

29 / 56
ANA: Bueno, cuente, cuente, Dobchinski.

DOBCHINSKI: (Le escuchan intrigados) Pues eso, que … Bueno, al principio nos
recibió así como ceñudamente, decía que en la fonda todo andaba mal, como si
la culpa de todo la tuviera Anton Antonovich…

ANA:¿Mi marido? ¡Ya lo decía yo, si no tiene gracia “pa ná”!

DOBCHINSKI: …Pero luego reconoció la inculpabilidad de Anton Antonovich,


cambió de manera de pensar y todo comenzó a ir bien…

ANA: ¡Claro!, mi Anton se lo llevó al huerto… ¡algo habrá hecho!

DOBCHINSKI: Ahora está visitando las instalaciones benéficas… Yo pasé un


poco de miedo…

FEDOR: ¿Y usted de qué tiene que tener miedo, si no tiene ningún cargo?

DOBCHINSKI: Desde luego, pero usted sabe cuando habla un ser superior uno
tiene miedo.

ANA: Dejémonos de tonterías, ¿cómo es?, ¿es viejo?, ¿es joven?

MARÍA: ¿Tiene bigote?

FEDOR: ¿Es moreno o es rubio?

DOBCHINSKI: Es joven, unos 23 años, castaño, alto.

ANA: ¡Mmmmm!

DOCHINSKI Y: Tiene los ojos tan vivos que parecen bichitos.

ANA: Vamos a ver lo que me escribe en esta nota. (Lee) “Me apresuro a
informarte, querida, que mi situación ha sido muy triste, pero por… dos
pepinos salados extra y media ración de caviar, un rublo y veinticuatro
kopeks…” (para). Perop esto… no comprendo nada, ¿a qué viene esto de los
pepinos y el caviar?

DOBCHINSKI: A ver…¡Ay, es que escribió sobre una cuenta!

30 / 56
ANA: ¡Ah, sí!”…pero parece que todo irá bien y tendrá buen fin. Prepara
pronto habitación para huésped importante, la que está empapelada con papel
amarillo, que haya buen vino. ¡Besando tu manita! Dile al bodeguero que te
mande todo lo que necesites, `por que si no le cierro la bodega por alguna
quisquillosidad”. ¡Madre, mía, hay que darse mucha prisa!

DOBCHINSKI: Bueno, pues me voy corriendo.

ANA: ¡Váyase, vaya…no le detengo más…!

(ENTRA ADVOTIA, LA CRIADA DE LA CASA. ENTRA BARRIENDO)

ADVOTIA: Ha llegado el general y es guapísimo.

ANA: ¿Ah sí?, ¿te ha gustado?... pues que se te vaya quitando de la cabeza.

ADVOTIA: ¡Uy!, ¿no es eso lo que quería saber?, ¡ay, qué mujer…!

MARÍA: No digas más tonterías, mamaíta. Los nervios te hacen perder la


cabeza. ¡Bueno, habrá cosas que hacer!, ¿cómo nos organizamos?

ANA: Lo primerito es vestirnos decentes y bien monas, para que el general se


lleve buena impresión de las mujeres de esta ciudad.

FEDOR: A ver si se da cuenta…

ANA: ¡Usted, haga el favor, cállese si quiere quedarse aquí!

FEDOR:No se enfade, Ana Andreevna…, usted es la primera dama de esta


insigne ciudad, la esposa del excelentísimo señor Alcalde.

ANA: ¡Bueno, venga!, vamos s prepararlo todo por que pronto han de estar
aquí. Advotia, ¡atenta!, ¿eh? (Salen de escena todos)

(MÚSICA)

(ENTRA OSIP SIGUIENDO A LA CRIADA)

OSIP: ¿Es por aquí?

ADVOTIA: Aquí, aquí, pase, siéntese, descanse (lleva ella la maleta).

OSIP: (Se sienta) ¡Ay, qué hambre!

31 / 56
ADVOTIA: Entonces, ¿es más que un verdadero general?

OSIP: ¿Qué general?

ADVOTIA: Pues su señor.

OSIP: ¿Qué el señor es general?

ADVOTIA: ¿Es que no es general?, entonces ¿qué es?

OSIP: ¿General?

ADVOTIA: ¿Es más o menos que un verdadero general? Vamos, ¿cuánto manda?

OSIP: Uy, más, más que un general…

ADVOTIA: Por eso hay tanto barullo. Cuando aparece uno que manda más que
el que normalmente manda… ay, qué lío.

OSIP: Oye, tú eres muy espabilada, ¿eh?, ¿por qué no preparas algo de comer?

ADVOTIA: ¿Pero es que ustedes comen lo corriente? ¡No!, no va usted a comer


lo que yo. Tan pronto como su señor se siente a la mesa, le4 darán de comer a
usted los mismos platos.

OSIP: Y de comida corriente, qué dices, ¿qué tenéis?

ADVOTIA: Schi, kaska, piroj…

OSIP:No importa, trae, tare de so, comeré de todo. Mejor vamos a la cocina,
¿vale?, y nos llevamos la maleta… (Salen)

(ENTRA UN POLICÍA, JLESTAROV, EL ALCALDE, LA DIRECTORA DE LA


BENEFICENCIA, LA JEFA DE EDUCACIÓN, DOBCHINSKI Y BOBCHINSKI)

JLESATROV: Buena costumbre, que enseñen a los viajeros todo lo que tienen
en la ciudad. En otras ciudades no me han enseñado nada.

32 / 56
ALCALDE: Me permito exponerle… que… que aquí no hay otro pensamiento
más que el de mantener el buen orden y diligencia para merecer la atención de
los superiores.

JLESTAROV: El almuerzo ha sido buenísimo, estoy completamente lleno…


¿comen ustedes de la misma manera todos los días?

ALCALDE: ¡No…! Ha sido especial para tan honorable invitado.

JLESTAROV: ¿Dónde ha sido?, ¿en el hospital?... ¡Ah, sí!... Y los enfermos, ¿se han
curado? Me pareció que no había muchos.

ARTIEMI: Unas diez personas han quedado, los demás se curaron. Así está
dispuesto, ¡tenemos una organización…! Desde que yo me ocupo de la jefatura,
le va a parecer inverosímil, todos se curan como moscas. Apenas entra y ya se
ha puesto sano.

ALACALDE: Me permito exponerle lo difícil que es la obligación de un alcalde.


¡Cuántos asuntos tiene que resolver! ¡Sólo los referentes a limpieza, arreglos,
composturas…! Y mirar, mucho mirar. Mire, en una palabra, una persona más
lista habría tenido dificultades. Cualquier otro alcalde hubiera pensado más en
su propia ventaja…

ARTIEMI: ¡Pero qué talento!

JLESTAROV: Es verdad… Les confieso que a mí me gusta hacer trabajos


intelectuales… prosa, verso…

BOBCHINSKI: Juicioso, muy juicioso… ¡Qué observación! Se ve ha estudiado


ciencias

(ENTRAN ANA MARÍA)

ALCALDE: Me atrevo a presentarle a mi familia: mi mujer, mi hija.

JLESTAROV: ¡Qué dichoso soy, señora, de tener el placer de verla!

ANA: Nuestro placer de ver una persona como usted es todavía mayor. Le
ruego que se siente.

JLESTAROV: Sí, buena idea, les ruego que se sienten ustedes también.

33 / 56
ALCALDE: Sí, siéntese usted primero, eso es (se sienta). Asseyez vous (a los
demás).

JLESTAROV: La verdad es que odio las ceremonias y, además, les confieso que
siempre procuro pasar inadvertido… pero no puede uno ocultarse… tan
pronto voy a algún sitio me dicen: “ mira, ahí va Ivan Alexandrovich”. Una vez
me tomaron por un capitán general.

ANA: ¡Qué notable!

JLESTAROV: Pues sí, así es.

ALCALDE: Bueno, su Exce… su Excelencia, ¿no desea descansar? Aquí esta su


habitación y todo lo que haga falta.

JLESTAROV:Pues sí, si estoy dispuesto a descansar.

(SALEN ANA, MARÍA, EL ALCALDE Y JLESATROV. ENTRA FEDOR)

BOBCHINSKI: ¡Esto es un hombre!

DOBCHINSKI: Es más que general será el mismo generalísimo.

(ENTRA EL ALCALDE)

ALCALDE:¿Habéis visto como hablaba?...con tantas alegorías… Va a palacio,


juega las ácratas con embajadores, condes, príncipes…

FEDOR: Desde luego, sin mentir un poco no se pronuncia ningún discurso.

ALCALDE: ¡Qué comportamiento tan fino!... ¡qué ademanes!

FEDOR: ¡Qué todo!

(ENTRA OSIP)

ALCALDE: (A Osip) ¿Qué?, ¿duerme?

34 / 56
OSIP: Se estira un poquitín.

ALCALDE: ¿Te han dado bien de comer?

OSIP: Sí, señor, muy agradecido.

FEDOR: ¿Qué grado tiene tu señor?

OSIP:EL que tiene…

ALCALDE: (Interrumpiendo) ¿Es severo?, ¿le gusta regañar o no?

OSIP: Sí, le gusta el orden, todo tiene que estar bien hecho.

FEDOR: Pero, ¿qué grado tiene tu señor?

ALCALDE: Me gusta mucho tu cara, amigo, tú tienes que ser una buena
persona. Cuando uno va de viaje le gusta tomar un vaso de té de más, ten (saca
dinero del bolsillo) dos rublos para el viaje.

OSIP: Gracias, gracias.

ALCALDE: ¿Y qué?, ¿qué tal?, ¿qué es lo que mas le gusta a tu señor cuando va
de viaje, eh?

OSIP: Eso depende, lo que más le gusta es que le reciban bien y que la comida
sea buena y también que todo lo que yo coma sea bueno. Me dice: “Osip, ¿te
han dado bien de comer? Mal su señoría. ¡Ay! –dice- este patrón no es bueno”.

ALCALDE: ¡Claro! Muy bien todo lo que dices. Ya te he dado para té, toma (saca
dinero), además para rosquillas. Bueno, tú, amigo, puedes marcharte, vete a
preparar todo lo que haga falta para tu señor (sale Osip). Y aquí, ni mut, que
está durmiendo. Que no pase nadie y si alguien trae alguna queja de mí o
parece que puede hacerla, mandarle a paseo. ¡Chisss! (les hace ademán de
salir).

35 / 56
ACTO QUINTO
(FEDOR Y MARÍA)

AMBOS: ¿Qué piensas? (se ríen)

FEDOR: Tú primero.

MARÍA: Nada, ¿y tú?

FEDOR: Nada:

MARÍA: Pues que poco piensas.

FEDOR: Te miro.

MARÍA:¿Y qué?

FEDOR: ¡Mmmm!

MARÍA: Yo también miro.

FEDOR: ¿A quién? ¿No será a ese individuo?

MARÍA: Miro tus manos. Tus ojos, que son como los de un príncipe.

FEDOR: (Carraspea) ¿Cómo?

MARÍA: Pues que me corre por aquí una cosa…

FEDOR: Por eso te pones roja.

MARÍA:¿Sí?, ¿me pongo roja? ¡Vaya contrariedad!

FEDOR: A mí también me entra la coas aquí (señala el estomago).

MARÍA: ¿Tienes miedo al general, tú también?

FEDOR: ¿Qué general?… No, mujer, lo que me temo es… es…

MARÍA: ¿Qué?, ¿qué?

36 / 56
FEDOR: Me temo que estamos enamorados, hija. ¡Madre mía, la que se va a
armar, aparte de lo del funcionario!

MARÍA: ¿Es que es malo esto que nos pasa? Si yo tengo ganas de saltar de
alegría, y hasta mi madre me parece encantadora, y tengo ganas de besar a
todos…

FEDOR: ¿Y a… a tu padre también?

MARÍA: ¿Mi padre? Mi padre estas ahora muy ocupado con el visitante, ya se le
pasaran los nervios.

FEDOR: ¡Ay, María, los nervios no se le vana a pasar!, cuando se entere de que
una garrapata como yo… pretende a su hija… ¡Cuando sepa quién soy!

MARÍA:Chisss, parece que vienen, mejor retirarnos de este lío (salen)

(ENTRTA JLESTAROV):

JLESRAROV: ¿De donde sacarán estos colchones de plumón? ¡Vaya lo que he


dormido! Aquí se pasa muy bien, me gusta la cordialidad de esta gente… y la
hija del Alcalde no está nada mal, monísima… me gusta una vida así.

(ENTRA EL JUEZ)

AMMOS: ¡Hasta me tiemblan las rodillas! ¡Ay Jesús! (Cuadrándose ante él)
Tengo el honor de presentarme; Juez del Tribunal, asesor colegiado, Ammos
Fedorovich.

JLESTAROV: Le ruego que se siente. ¿De modo que esta usted aquí de juez?

AMMOS Desee 1816

JLESTAROV: ¿Y qué tal?, ¿es ventajoso ser juez?

AMMOS: En estos nueve años he recibido la condecoración de San Wladimir y


elogios por parte de los superiores, (para sí) y el dinero que tengo en la mano,
que me parece que me arde en llama…

JLESTAROV: Eso de Wladimir me gusta.

AMMOS: ¡Ay, qué sudores tengo! No sé dónde estoy sentado, parece que
debajo de mí tengo un aguijón.

37 / 56
JLESTAROV: ¿Qué es lo que tiene usted en la mano?

AMMOS Nada, nada, señor. ¡Ay Dios mío!

JLESTAROV: ¿Cómo que nada?, se le ha caído a usted el dinero… ¡es dinero! (lo
recoge). ¿Sabe una cosa?, ¡présteme ese dinero!

AMMOS: No faltaba más, con muchísimo gusto… ¡ánimo, ánimo!

JLESTAROV: ¿Sabe?, en el viaje he tenido muchos gastos, que si una cosa, que si
otra… Yo se lo mandaré enseguida desde la finca.

AMMOS: ¡Por Dios, no faltaba más!, ¡es un honor para mí! No me atrevo a
molestarle más con mi presencia. ¿Tiene usted alguna orden que dar?

JLESTAROV: ¿Orden?, ¿de qué?

AMMOS: Si quiere dar alguna orden al tribunal del distrito.

JLESTAROV: ¡Ah! Benevolencia, hijo benevolencia…

AMMOS: (Saluda y se retira) Mis respetos.

JLESTAROV: El juez es un a buena persona.

(ENTRA EL JEFE DE CORREOS)

JEFE DE CORREOS:(Entra erguido) Tengo el honor de presentarme: Jefe de


Correos, Consejero, funcionario Kusmich.

JLESTAROV: ¡Ah, muchísimo gusto!, ¡siéntese usted! ¡Me gusta mucho esta
ciudad claro que no hay mucha gente!... Pero esto no es la capital, ¿no es
verdad?

JEFE DE CORREOS: Ésa es la verdad exacta.

JLESTAROV: En la capital no se ven provincianos gansos, ¿qué opina usted?, ¿no


es así?

JEFE DE CORREOS: Exactamente así, señor.

38 / 56
JLESTAROV: ¿Verdad que una pequeñas ciudad también se puede vivir muy
feliz?

JEFE DE CORREOS: Sí, señor.

JLESTAROV:Lo que hace falta es que te quieran sinceramente, ¿no es verdad?

JEFE DE CORREOS:Perfectamente justo.

JLESTAROV:Le confieso que me gusta mucho que sea usted de mi opinión. Me


llaman raro, pero mi carácter es así…:¡Qué caso tan extraño me ha ocurrido en
el viaje! Me he gastado casi todo mi dinero. ¿Podría usted prestarme trescientos
rublos?

JEFE DE CORREOS: ¿Por qué no? Lo consideraría una dicha enorme (lo saca).
Aquí los tiene usted, señor. Estoy dispuesto a servirle con toda el alma.

JLESTAROV: Se lo agradezco mucho, no me gusta nada pasar privaciones


durante el viaje, ¿para qué?, ¿no es así?

JEFE DE CORREOS: Exactamente así, señor (se levanta para irse). No me atrevo
a molestarle más con mi presencia. ¿No tiene que hacer ninguna observación en
referencia a la Jefatura de Correos?

JLESTAROV: No, ninguna. (Se va). Este jefe de correos es una buena persona.
Por lo menos es muy servicial, y a mí me gustan las personas así.

(ENTRA ARTIEMI)

ARTIEMI: Tengo el honor de presentarme: Directora de la Beneficencia,


Consejera, funcionaria Filipovich.

JLESTAROV Buenos días, siéntese por favor. ¿Quiere fumarse un puro?

ARTIEMI ¡Qué cosa! Ahora no sé si tomarlo o no tomarlo.

JLESTAROV Ayer parecía usted más bajita… ¿verdad? ¡Fume usted, mujer! (Le
da fuego de la vela) Pero no de es lado.

39 / 56
ARTIEMI: ¡Diablos, qué nerviosa estoy!... Mire usted, el Jefe de Correos de aquí
no hace nada, el Juez sólo hace que cazar liebres y, en cuanto a su conducta, es
de lo más vituperable: (habla bajito) cuando Dobchinski se va de su casa, a él se
le ha visto con su mujer.

JLESTAROV: ¿Ah, sí? ¡Nunca lo hubiese pensado!

ARTIEMI: Y la Directora de Enseñanza no digamos…

JLESTAROV: ¿Cómo era rubia o morena?

ARTIEMI: ¡Yo no sé lo que enseña!... ¡Unos jeroglíficos…!, ¡uy… unas exigencias


ridículas!... ¿No quiere usted ordenarme que se lo ponga todo por escrito?

JLESTAROV: Muy bien, si usted quiere. A mí, ¿sabe usted?, cuando me aburro
me gusta leer algo curioso…

ARTIEMI: No me atrevo a molestarle más con mi presencia, ni a absorber su


tiempo, destinado a sagradas ocupaciones.

JLESTAROV: No, nada de eso, todo lo que usted cuenta es muy gracioso… ¡Ah!,
Directora de la Beneficencia, me ha pasado un caso muy extraño: en el viaje,
pues… me lo he gastado todo… Gastos de representación, ¡ya sabe!... ¿No
tendrá cuatrocientos rublos para prestarme?

ARTIEMI:Sí que los tengo… Tenga.

JLESTAROV:Mire qué bien, ¡hale, adiós! (Sale).

(ENTRAN DOBCHINSKI Y BOBCHINSKI)

DOBCHINSKI: Buenas.

BOBCHINSKI: Buenas.

JLESTAROV: (A Bobchinski) ¿Tiene usted dinero?

BOBCHINSKI: ¿Dinero? ¿Cómo, dinero?

JLESTAROV:Sí, para prestarme unos mil rublos.

40 / 56
BOCHINSKI: Jo esa suma no la tengo, soy un vecino de esta ciudad, no tengo
ningún cargo. ¿La tiene usted, Dobchinski?

JLESTAROV: Bueno, si no tiene mil, cien, sólo cien.

BOBCHINSKI: (Se registra los bolsillos) ¿Y usted, Dobchinski, no tiene cien


rublos? Yo sólo tengo cuarenta billetes.

DOBCHINSKI: (Mira su cartera) Yo sólo tengo veinticinco rublos.

BOBCHINSKI: Busque usted mejor.

JLESTAROV: Bueno, con sesenta y cinco rublos va bien, es igual.

DOBCHINSKI: Me atrevo a pedirle algo sobre un asunto muy delicado. Mi hijo


mayor, sabe usted, es anterior a mi matrimonio.

JLESTAROV: ¿Sí?

DOBCHINSKI: Sí, y yo quiero que sea mi hijo ante la ley y que se llame
Dobchinski como yo.

JLESTAROV:Bueno, que se llame, es posible.

DOBCHINSKI: Yo no lo hubiera molestado si no fuera por sus capacidades, es


un chiquillo listísimo, sabe usted.

JLESTAROV: Me ocuparé de este asunto. Y usted (a Bobchinski), ¿no tiene nada


que decirme?

BOBCHINSKI: Sí traigo una petición muy importante.

JLESTAROV: ¿Y qué es?, ¿de qué se trata?

BOBCHINSKI: Yo le pido que cuando vaya a Petersburgo diga usted a los


senadores y almirantes: “Excelencia, en tal ciudad vive Ivanovich Bobchinski”.

JLESTAROV: Muy bien.

BOBCHINSKI: Y si pudiera usted decírselo al Emperador, dígaselo también.

JLESTAROV: Muy bien.

BOBCHINSKI: Perdóneme que le haya molestado con mi presencia.

41 / 56
DOBCHINSKI: Sí, perdóneme que le haya molestado con mi presencia.

JLESTAROV: Nada, nada, ha sido muy agradable. (Salen)

42 / 56
ACTO SEXTO
(ENTRA FEDOR)

JLESTAROV: Pe, pero… (se levanta).

FEDOR: ¡Vaya!

JLESTAROV: Pero, ¿qué hace usted aquí?, pero ¿qué le ha pasado?, pero ¿estoy
soñando o qué?

FEDOR: ¡Calle, siéntese! Pero, ¿y tú?, ¿qué haces tú aquí? ¿No serás tú el
funcionario ése, que es un general?

JLESTAROV

¡Ay, hijo, digo su Excelencia, príncipe Federico!, ¡me han vuelto a confundir!
¡Qué majaderos! Pero usted… toda la Corte os anda buscando… ¿qué le pasó?,
¿cómo está así? Menuda sorpresa.

FEDOR: Tuve un accidente en un carruaje y decidí ocultarme hasta reponerme


totalmente de las heridas que traía y de la vida que llevaba. Aquí creen que soy
un pobre diablo huérfano, no saben quien soy, pero estoy muy bien, muy bien.

JLESTAROV:(Se lleva la manos a la cabeza) No puedo creerlo, vaya confusión. Y


ahora, ¿qué hacemos? Su Excelencia, creo que estamos metidos en una gran
mentira. ¿Cómo voy yo a salir de aquí? Yo me largo.

FEDOR:Querido amigo, ambos somos unos bribones, somos compañeros de


juegos de la infancia y tenemos secretos el u8no del otro, ¿no es así? ¿Pues por
qué no añadimos uno más? Puede hacer lo que quiera, yo no le voy a delatar.
Pero ahora escúchame (lo coge por la solapa): yo soy otro hombre, este golpe
del destino ha cambiado mi vida y no voy a renunciar, ¿entiendes?

JLESTAROV: Sí, sí, entiendo… Creo que lo mejor será huir de aquí… ¡Menuda
noticia!

FEDOR: ¡Por favor, se lo suplico, calle, no me descubra! Si me descubre, le


denunciaré yo, irá a la cárcel. Pienso decir la verdad en el momento oportuno.

JLESTAROV: ¡Pero es que no lo entiendo! Tiene lo que quiera a su alcance:


fiestas, bailes, inauguraciones, dinero a manso llenas… muchachas rubias,

43 / 56
morenas… Todos postrados a sus pies, toda Rusia os anda buscando, no
entiendo… prefiere esta vida miserable.

FEDOR: Soy libre, Jlestarov, soy libre, sé lo que es el Amor verdadero.

JLESTAROV: Ya veo que no tiene usted ni la arrogancias ni la altivez que le era


peculiar… ¡Quizás sea otro! … Creo que se ha enamorado, ¿no es así? Pero eso
es una aventurilla, hombre, no se ponga usted tan dramático…

FEDOR: Bueno, basta, no me va a convencer.

JLESTAROV: Lo mejor es que salga de esta pocilga cuanto antes. Ahora me voy,
pero tendrá noticias mías, vendré a buscarle (se levanta para irse).

FEDOR: (Lo coge de la manga) No, por favor, no lo haga, quédese… Se oyen
pasos. Adiós, amigo (sale).

JLESTAROV: (Pasea pensativo) Nadie lo va a creer… Voy a escribir todo esto a


Triapichkin, debe saberlo todo. ¡Eh, Osip, tráeme papel y tinta!

OSIP: (Se asoma) Enseguida.

JLESTAROV: ¿Qué?, lo estás pasando bien, ¿eh?

OSIP: Sí, gracias a Dios, sólo que, ¿sabe usted?

JLESTAROV: ¿El qué?:

OSIP: Márchese usted de aquí.

JLESTAROV: ¿Por qué me dices esto?:

OSIP: Porque sí, se ha divertido, pero de aquí a dos días puede venir algún otro
y…

JLESTAROV: ¿Algún otro? ¡Nadie mayor que el que yo he visto…!

OSIP: ¿A quien ha visto?

JLESTAROV: Ha sido en sueños, tonto.

OSIP: ¡Ay, no me asuste! ¡Vámonos!, aquí hay bueno caballos, ¡vayámonos!, yo


creo que le toman por algún otro… Si…

44 / 56
JLESTAROV: Sí, las apariencias siempre engañan… Bien, bien (cuenta el
dinero): trescientos del Juez, trescientos Correos y tanto la Beneficencia y tal…
Pasa de los mil… uau… Vámonos, pero lleva primero esta carta. Que los
caballos sean buenos, a los cocheros les daré un rublo de propina si me llevan
como a un mariscal. Si éste es un idiota, yo qué voy a hacer, quiere renunciar,
renunciar… Saldrá un buen artículo, un gran noticia… (escribe)… Toma
llévatela.: (Se oyen protestas de varias mujeres) ¿Qué pasa, Osip?

OSIP: Unas mujeres que quieren entrar…

JLESTAROV:Mmmmm, que pasen.

(ENTRAN TRES MUJERES HABLANDO)

UNA: ¡Háganos justicia a nosotras!

DOS: ¡Déjenos pasar!

TRES: ¡Que nos escuchen oiga!

JLESTAROV: Pero ¿qué es lo que ocurre?

UNA: Mire, venimos decirle la verdad.

JLESTAROV: ¿Ah, sí?

UNA: El Alcalde es un bribón, te dice: “¡Eh ,tú! Esto y esto llévalo a mi casa”,
coge de la tienda y no paga…

DOS: ¿Y qué vamos a hacer sino llevárselo?

UNA: ¡Claro!

TRES: Su santo es el día de San Anton, y ese día le ll4evas de todo y siempre
resulta que es poco.

DOS:Dice que el día de Sana Onofre también es su santo, y ¿qué vamos a hacer?,
le llevamos también por San Onofre.

JLESTAROV: ¡Vaya bandido! Debería ir a Siberia, ¿eh?

UNA: ¡Ayúdenos! Aquí le traemos sal, azúcar, vino… (saca del bolso).

45 / 56
JLESTAROV:Yo no acepto soborno. Ahora bien, si ustedes quieren ofrecerme
como préstamo trescientos rublo, ésa es otra cuestión, como préstamo, si

UNA: ¡Aquí, aquí los tiene, padrecito!... ¿Trescientos?, mucho mejor


quinientos…

TRES: Que toda su familia reviente, y si tiene suegra, también.

DOS: ¡Eso!

JLESTAROV:Muy bien, como préstamo lo cogeré

DOS: Por favor, coja también la bandejita, no la desprecie.

JLESATROV: Bien, podemos tomar la bandejita…

TRES: ¡Coja también el azúcar!

JLESATROV: ¡Oh, no!

OSIP: ¿Por qué no lo acepta, su Señoría? Cójalo, en el camino todo hace falta.,
Traiga, tráigalo todos, ¿Qué es lo que hay ahí?... (Mira dentro del bolso de otra),
¿una cuerdecita? Eso también

JLESTAROV: Vayan, vayan. ¡Ah!, y gracias.

(SALEN. ENTRAN ANA Y MARÍA)

JLESTAROV: Esto no tiene fin.

ANA: Pasa, chica, pasa.

MARÍA: ¡Pero mamaíta, estará en cosas importantes!

ANA: ¡Cállate, aguafiestas!

JLESATROV: De ninguna manera puede usted molestarme.

ANA: ¿Has visto, María?, ¡habla como en la Corte!

JLESATROV: A una persona tan hermosa como usted, ¿puedo atreverme a


ofrecerle una silla?

OSIP: (Hace gestos de marcharse) Yo me largo…

46 / 56
JLESATROV:(Se sientan y él la mira curioso) Ahora lo entiendo todo. Conque es
usted, ¿eh?. Efectivamente, sus ojos valen más que una corona real.

MARÍA: ¡Ay!, pero, ¿qué dice usted?

ANA: ¡Será tonta! ¿Ha visto mi chiquilla?, ¿qué?

MARÍA: ¡Qué tiempo tan raro hace hoy!, ¿no?

JLESATROV: Niña, soy un hombre arrollador, cuando me decido soy capaz de


hacer lo que sea… pero no me merecéis, alteza…

OSIP: Mi amo se esta volviendo loco. (Carraspea) Bueno, tenéis una cita, ¿no lo
recordáis? Los caballos están dispuestos.

ANA: ¡Como!, ¿se va usted ahora?

JLESATROV: Si, tengo que marcharme.

ANA (Sale y grita) !Anton, Anton! ¡Que se marcha le general!

ALCALDE: Gracias a Dios

JLESATROV: Adios, Anton Antonovich, estoy muy reconocido a su hospitalidad.


En ningún sitio me han recibido así. No lo olvidare, se lo aseguro.

ALCALDE: No nos atrevemos a retenerle, se va usted tan deprisa…

JLESATROV: Adiós, salude a todos… (a Osip) Recuérdeme que le mande al


Alcalde un nombramiento. Adiós, hasta siempre (se van)

(MÚSICA)

47 / 56
ACTO SÉPTIMO

ALCALDE: ¡Ay, por fin todo acabó! (se sienta).

ANA: ¿Has oído lo del nombramiento? ¡San Petersburgo, bailes, honores,


buenas maneras!

ALCALDE: La alcaldía que se la lleve el diablo. Tal vez podría yo llegar a general,
¿no, Ana Andreevna?

ANA: Desde luego, ¡claro que sí!, ¡claro que puedes llegar!

ALCALDE: ¡Diablos! Qué agradable debe ser, ser general. Te cruzan por el
pecho una banda. ¿Qué banda te parece mejor al roja o la azul?

ANA: Recuerda que tienes que cambiar de vida, ¡eres tan basto! Eso estaba
bien cuando eras alcalde.

(ENTRAN LAS TRES MUJERES COMERCIANTES)

UNA: Muy buenos días, padrecito

ALCALDE: ¿Qué hay, amiguitas? ¡Tramposas, holgazanas, requeté…! ¿Qué le


habéis contado al general? ¡Qué os oí, que os oí! Reciben ustedes una contrata
del gobierno y le engañan en cien mil rublos vendiendo el paño podrido… ¡ajá!

DOS:Somos culpables.

ALCALDE: ¿Quién os ayudó?, ¿quién?

TRES: ¡Somos culpables, pídenos lo que quieras, pero no te enfades…!

ALCALDE: ¿Ahora estáis a mis pies por que voy a ser general y tenéis miedo!
(ríe). Vayan, vayan sólo que ahora ya podéis tener cuidado (salen).

(ENTRAN BOBCHINSKI, DOBCHINSKI, ARTIEMI, AMMOS, LUCKA)

48 / 56
LUCKA ¡Que acontecimiento tan grato!

BOBCHINSKI: ¡Tengo el honor de felicitarle!

DOBCHINSKI: ¡Y yo!

ARTIEMI: ¡Todo acabó bien gracias a usted!

AMMOS: ¡Yo siempre dije lo que usted valía!

ALCALDE:Gracias, gracias, les ruego que se sienten y descanses, han sido unas
horas tan intensas… (se sientan).

AMMOS: Pero, dígannos, por favor: ¿como ha sucedido esto del nombramiento,
así a la primera…?

ANA: Una persona tan bien educada se dio cuenta enseguida de la valía de mi
querido esposo. Ya se lo decía yo: “tú para ministro vas que ni pintao…”

ARTIEMI: ¿Pero es que va a ser ministro?

AMMOS: ¡Diablos, no puedo creerlo! ¡Bueno, pues no nos deje de su mano!

LUCKA: ¡Atiéndanos como a pobres huerfanitos!

ALCALDE: Estoy dispuesto a todo.

ANA: No te apresures a prometer nada a esta gentecilla

(ENTRA EL JEFE DE CORREOS CON UNA CARTA ABIERTA EN LA MANO Y MUY


AGITADO)

JEFE DE CORREOS: ¡Un asunto extraordinario!... Señores, el funcionario que


hemos creído todos que era un inspector… ¡no es inspector!

TODOS: ¡Atiza!: ¿Qué no?: ¿Qué no es le Inspector?: ¿Pero cómo que


no?: ¿Qué?: (Cada uno dice una frase, se arma barullo).

JEFE DE CORREOS: No es en absoluto inspector. Lo he sabido por esta carta.

ALCALDE: ¿Qué dice usted, majadero?, ¿qué está usted diciendo?, ¿por qué
carta?

49 / 56
JEFE DE CORREOS: Por esta carta, que él mismo mandó y yo he abierto para
ver si nos denunciaba de algo…

ALCALDE: Pero, ¿cómo se ha atrevido usted a abrir la carta de una persona tan
importante?

JEFE DE CORREOS: ¡Pero si la cosa es que no es tan importante… ni persona…!

ALCALDE:¿Entonces qué es?

JEFE DE CORREOS: El diablo sabrá lo que es. No crea, que mientras me invadía
un impulso irrefrenable de abrir la carta, me corría un frío glacial por la venas,
temiendo lo peor…

ALCALDE: ¡Le voy a encarcelar…!

JEFE DE CORREOS ¡Pero si yo soy un mandao…! Mejor será que lea la carta.

TODOS Lea, lea.

JEFE DE CORREOS: (Lee) “Me apresuro a comunicarte, querido Triapichkin, los


milagros que me están sucediendo en el viaje: un capitán de infantería me
desplumó de tal manera que el fondista pensaba ya meterme en la cárcel. Pero
de pronto, toda la ciudad, por mi cara petersburguesa y mi traje, me tomó por
el gobernador general. Pero eso no es todo… ¿Te acuerdas de los días negros
que pasamos juntos? Casi no comíamos, y una vez el 0astelero me cogió por el
cuello por que me había comido pasteles a cuenta del rey de Inglaterra… Ahora
es otra cosa, todos me prestan cuanto quiero… te morirías de risa… Sé que
escribes pequeños artículos, estaría bien que tomaras notas: en primer lugar, el
Alcalde es tonto como una oca parda…

ALCALDE: No puede ser, no dice eso.

JEFE DE CORREOS: Lea, lea.

ALCALDE: (Lee)… Como una oca parda… No puedes ser, lo ha escrito usted.

JEFE DE CORREOS:¿Yo?, ¿cómo iba a escribirlo yo?... ¿Ah, y eso no es todo!, hay
sorpresas…

ARTIEMI: Lea, léalo todo… Traiga, permítame que lo lea yo (se pone las gafas y
lee): “La Directora de Beneficencia y… y…

JEFE DE CORREOS:¿Por qué se ha parado usted…?

50 / 56
ARTIEMI: Es que la letra no está muy clara, pero se ve que es un canalla.

AMMOS:Démela a mi que tengo mejores ojos.

ARTIEMI: ¡No!... si ya se ve claro… “La Directora de Beneficencia es un


verdadero cerdo con gorro… y la Directora de Enseñanza apesta a cebolla…”

ALCALDE: (Le da un ataque de risa)

AMMOS: Yo creo que esta carta es demasiado larga… parece que de mi no dice
nada.

ARTIEMI: ¿Qué no?

AMMOS: No lea más

ARTIEMI:“El Juez es un tonto rematado, pero resulta gracioso… A pesar de


esto la gente es buena y muy hospitalaria…”

ANA: ¡Vaya reprimenda más inesperada!

ALCALDE: ¡Me han matao!, ¡no veo nada!, ¡veo unos morros de cerdo en lugar
de unas caras y nada más!

AMMOS: Yo además le he prestado trescientos rublos.

ARTIEMI: ¡Ah!, yo también trescientos rublos.

JEFE DE CORREOS: (Suspirando) Uy, yo también.

BOBCHINSKI: Y yo.

DOBCHINSKI: Y yo.:

AMMOS:¿Pero cómo ha podido ocurrir esto señores? ¿Cómo hemos podido


hacerlo todo tan mal?

ALCASLDE: Pero si hasta ahora mismito todo iba tan bien… ¿Qué resorte se ha
soltado? ¡Yo, yo, viejo bobo, he perdido el juicio!, ¡si todos los pillos y bribones
no han podido conmigo…!

ANA: Pero esto no puede ser, Anton, somos víctimas de algún error…
¡Déjenme, déjenme la carta, que o saben ni leer…! (Lee y llega a un punto de la
carta en el que grita “¡AH!” y se desmaya).

51 / 56
ALCALDE: (Gritando) ¡Ana, Ana Andreevna! (le da palmadas en la cara). ¡Aire,
darle, aire! ¡María, María, tu madre…!

(ENTRA MARÍA)

ANA: (Vuelve en sí, señala la carta y quiere decir algo pero no le sale)¡Ay, ay,
qué soponcio!

MARÍA: ¡Mamaíta! ¿Pero qué le ha pasado? Ten un poco de té…

(ENTRA FEDOR)

ANA: (Señala la carta) ¡Ahí, ahí!

MARÍA: Pero mamá, que dices: ¿ay o ahí?

ALCALDE: (A sí mismo) Todo es por mi culpa, idiota, imbécil, so burro. (A


Fedor) Y usted, nariz gorda, ¿qué mira?

FEDOR: ¡Ay!, oí gritos y…

ALCALDE: Y Y usted Dobschinski, ¿dónde tiene los ojos en el trasero?

DOBCHINSKI: (Le da un ataque de risa)

ALCALDE: ¿En qué se parecía este tunante a un inspector? En nada, y todos: el


Inspector, el Inspector…

AMMOS: ¡Ellos, ellos lo han inventado todo! ¡Chismosos, hongos tripudos!

LUCKA:¡Majaderos, cotorras de alas cortas!

ALCALDE: Y harán una comedia con esto y la gente irá a reírse y a aplaudir.

ARTIEMI: ¡Vaya ridículo!

FEDOR: Bueno, pues creo que ha llegado el momento, no encontraré mejor


ocasión: Anton Antonovihch (se quedan todos expectantes), quiero pedirle la
mano de su hija.

52 / 56
ANA: ¡Ay! (se desmaya otra vez).

ALCALDE: Pero, pero… (da una vuelta a sí mismo), usted, ¿qué dice?, ¿es que
tengo cara de pescao o qué? ¡Ana, Ana Andreevna! ¡Que me la van a matar! (Le
dan aire y palmaditas)

JEFE DE CORREOS: Ya les decía yo que habría sorpresas.

ANA: (Vuelve en sí) Eso, eso… (señala al Jefe de Correos) Hable, hable…

ALCALDE: Denme, denme tila, ¡que estoy volviéndome loco, eso es! (A Fedor)
¡Que se vaya de mi vista!, ¡que lo lleven a la Beneficencia!

ANA:¡No!, ¡no! (llora)

MARÍA: ¡Ay, mamaíta, clámate!

ALCALDE: ¿Pero es que esto se puede hacer con un hombre en sólo una horas?
Tu rango, tu prestigio, tu honor, todo por tierra y ahora, qué soy?, ¿una lagartija,
un sapo?

FEDOR: Yo…

ALCALDE: ¡Cállese, por favor!

ANA: ¡No…!

JEFE DE CORREOS: No se apresure, Alcalde, relájese… y acabe de leer la carta

AMMOS: Sí, eso, tranquilícese.

ANA: (Espabilada) ¡Sí, sí, léela Anton, léela!... y cállate, no metas más la pata.

ALCALDE: “…La gente es muy buena y muy hospitalaria, y entre ella, ¿a que no
sabe a quién he encontrado? –(todos se intrigan)-. Es un secreto de Estado. Voy
para ahí, para prepararlo todo, por que voy a necesitar ayuda para salir de esta
comedia…” (Mientras lee se va entonando) ¿A quién ha encontrado? (se miran
unos a otros).

FEDOR: A mí.

ALCALDE: ¿Y usted quién es?

FEDOR:Nunca me lo preguntó, Anton Antonovich.

53 / 56
JEFE DE CORREOS: Lea, lea.

ALCALDE: ¡Que lea otro!, ¡tengo miedo de perder el juicio!

JEFE DE CORREOS: Traiga (le coge la carta y lee): “… para salir de esta comedia,
en la que el destino mismo me ha guiado, ¡’pues he encontrado al príncipe
Federico Ivanovich! Ruego guardes el secreto…

ALCALDE: (A Fedor) ¡Usted?…¡Aire, aire, denme , aire, agua…!

MARÍA: ¡Ay, un príncipe! (se desmaya)

ANA: ¡Niña, niña!, ¿qué haces? (le da aire)

ALCALDE: ¿Quééé?, ¿Qué sois el príncipe Federico Ivanovich? ¿Entonces qué soy
yo? ¡Una rata inmunda… eso es lo que soy!... ¡Niña…!

AMMOS:¿Pero que despropósito es éste?

(BARULLO, SE ECHAN LAS MANOS A LA CABEZA)

ARTIEMI: ¿Cómo?

BOBCHINSKI: ¿Y ahora qué va a pasar?

DOBCHINSKI: ¡Ay, Dios mío!, ¡mi paga!, ¡mis hijos!

JEFE DE CORREOS: Esto sí que es un notición de los gordos.

(ENTRA UN POLICIA)

POLICIA: Un funcionario acaba de llegar con un alto mandato de San


Petersburgo, les manda que se presenten ustedes con él. Se hospeda en la
fonda.

(CUNDE EL PÁNICO: GRITOS Y APSAPVIENTOS)

54 / 56
FEDOR: ¡Calma, no se asusten! Gendarme, dígale al alto funcionario que se
presente aquí mismo, viene buscándome a mí. Dígale que el príncipe de
Volkonsky, Federico Ivanovich, esta hospedado en casa del Alcalde.

(SUSPIROS DE ALIVIO)

FEDOR: Yo… yo.

ALCALDE: ¡Chisss!, ¡silencio! ¡Hable su Excelencia!

FEDOR: Yo quiero… perdónenme por haberme aprovechado de ustedes


ocultando mi identidad y causándoles tanta molestias..

JEFE DE CORREOS: Ven, ¡que golpe!

ALCALDE: ¡Que se callen!

FEDOR: (Se levanta de la silla de ruedas, ante el asombro de todos) Les ruego
me disculpen. Yo debo darles las gracias a todos, he aprendido mucho de
ustedes. Se lo agradeceré, les recompensaré…

ALCALDE: ¿Y qué es lo que ha aprendido?, ¿mentira?, ¿sobornos?... ¿Dónde


tengo yo el seso? ¡Detrás de un pobre hombre puede haber un apersona
importante! (asombrado por el descubrimiento)

AMMOS:¡Pero si le hemos tratado como un trapo sucio!

ARTIEMI: Es usted el que debe perdonar nuestra indiferencia…

FEDOR: No se preocupen, no se hagan ningún reproche, todo ha sucedido para


bien. (Acercándose a María) Detrás de esta carita he encontrado oro y piedras
preciosas. (Le besa la mano) ¡María, tenéis un alma muy hermosa!

AMMOS: ¿En que situación legal estamos, señores? ¿Legales o ilegales? ¿Somos
unos sinvergüenzas o nos van a dar una medalla?, ¿somos uno héroes o somos
imbéciles?... Usted es la máxima representación del país hablad, os lo suplico…

FEDOR: Creo, señores, que todos los presentes estamos en deuda, podríamos
ser amonestados por un motivo otro, ¿no es así?... ¿Y si intercediéramos unos
por otros, para ser liberados de nuestras torpezas? ¿Por qué no perdonarnos los

55 / 56
unos a los otros?, ¡por qué no ser un poco idiotas?... Yo, por mi parte, reitero mi
petición: Anton Antonovich, ¿daría usted su consentimiento para que su hija
María sea mi esposa? Ella vale mucho para mí.

FIN

56 / 56

Вам также может понравиться