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5 FEBRERO, 2014- AGRESION EN ESTACION DE SERVICIO

Las empresas son responsables de los daños que sus dependientes provocan a clientes

El STJ desestimó un recurso presentado por los titulares de una estación de servicio a quienes se les había extendido la
responsabilidad civil y condena indemnizatoria por los golpes que propinaron sus empleados a un cliente.

En septiembre del 2008 un hombre ingresó al local comercial de una estación de servicio "Parador en Curuzú Cuatiá a comprar
una bebida, abonando con billete de $50. El dependiente manifestó que no disponía de cambio y que lo buscara en la playa de
la estación de servicios. El comprado replicó que la obligación de conseguir el cambio no le correspondía a él sino al comercio, lo
cual derivó en un altercado verbal entre ambos y la decisión del hombre de desistir de la compra. A metros del lugar fue
alcanzado por el dependiente quien, junto a otro compañero de trabajo, le propinaron una golpiza.

Para los propietarios del comercio, estaba claro que “el hecho ilícito de sus dependientes no ocurrió ni con motivo ni en ocasión
de sus funciones” ya que se produjo a más de 50 metros del lugar de trabajo, y no se alejaron de la estación de servicio por
motivos relacionados con sus tareas.

Por último, añadieron que lo decisivo era la inexistencia de relación de causalidad entre la conducta de los trabajadores y sus
funciones: “es absurdo pensar que dentro de sus tareas estuviera la de golpear al cliente, tanto más si se tiene presente que los
golpes fueron consecuencia de la agresión del propio comprador”.

En primera instancia los dependientes fueron procesados penalmente por la comisión “prima facie” del delito de lesiones graves
por exceso en la legítima defensa. En forma posterior la Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial y Laboral de Curuzú Cuatiá
extendió a los propietarios la responsabilidad civil y condena indemnizatoria declaradas en primer grado. Por su parte y
disconformes, los titulares de la empresa acudieron al STJ.

Los Ministros de la Corte Provincial indicaron que "La obligación del que ha causado un daño se extiende a los daños que
causaren los que están bajo su dependencia (…)" y que "Las personas jurídicas responden por los daños que causen quienes las
dirijan o administren, en ejercicio o con ocasión de sus funciones. Responden también por los daños que causen sus
dependientes o las cosas”.

Sostuvo el doctor Guillermo Horacio Semhan: “ninguna duda me cabe que quienes ocasionaron daño al demandante no obraron
en ejercicio de sus respectivas funciones. (…) pero no menos verdadero es (…) que en la actualidad nadie duda -en doctrina ni
en jurisprudencia- en considerar también incluidos en la responsabilidad del principal los daños causados por el dependiente
con ocasión de la función, esto es, por actos ajenos o extraños a la función pero llevados a cabo por el dependiente en tal
calidad y por mediar esa función”

"La agresión física al actor provino o fue consecuencia del altercado verbal con el dependiente ocurrido en el local comercial de
la estación de servicios y acaeció durante el horario de trabajo de los agresores" añadió.

Los doctores Fernando Augusto Niz y Juan Carlos Codello coincidieron con el doctor Semhan, dictando la sentencia que
desestimó la pretensión de los propietarios del comercio.

http://www.juscorrientes.gov.ar/prensa/las-empresas-son-responsables-de-los-danos-que-sus-dependientes-provocan-a-
clientes/

Fallo completo:

http://www.juscorrientes.gov.ar/wp-content/uploads/jurisprudencia/fallos-recientes/pdf/2015/2013-S121-civil-LXP-
2380.pdf?iframe=true&width=95%&height=95%%22
8 OCTUBRE, 2015- CUANTIFICACION DE LA INCAPACIDAD

Empresa, chofer y mutual de seguros deberán abonar $461.766,72 a albañil atropellado

El Juzgado Civil y Comercial N°6 condenó a la empresa El Tigre, a un chofer y a la empresa de seguros a pagar $461.766 en
concepto de indemnización de daños patrimoniales y no patrimoniales a un albañil atropellado por un colectivo. Se efectuó una
novedosa cuantificación de la incapacidad establecida en el Nuevo Código Civil y Comercial.

La doctora Patricia Alvarez Marasco, titular del Juzgado Civil y Comercial N°6, condenó a J.F.C., a la empresa El Tigre SATICAF y a
Protección Mutual de Seguros del Transporte Público de Pasajeros en los límites del contrato de seguro a abonar al albañil la
suma de $ $461.766,72 en concepto de indemnización de daños patrimoniales y no patrimoniales.

Los hechos se produjeron el 31 de marzo de 2010, cuando el albañil circulaba en su bicicleta por Av. Maipú y fue sobrepasado
por la unidad ESY 375 conducido por J.L.C., quien le cerró el paso sin advertir su presencia. A raíz de ello el actor fue enganchado
y golpeado con el pasamano delantero y arrojado al piso. El conductor pisó con las ruedas duales traseras el pie derecho del
hombre provocándole fractura expuesta de pierna derecha: tibia, peroné y talón, con lesión muscular grave. Como
consecuencia de las lesiones, éste fue intervenido quirúrgicamente dos veces con posteriores de curaciones permanentes. El
albañil contaba en ese momento con 41 años, buen estado de salud, y contribuía con su familia paterna, con quien convivía.

El hecho dio lugar a actuaciones penales tramitadas ante el Juzgado de Instrucción N° 6, en el que se dictó fallo N° 13 del
07/05/2015 y se sobreseyó al conductor imputado y declaró extinguida acción penal por prescripción. Por lo tanto, aquí no se
analiza la responsabilidad penal del demandado, que carece de toda influencia en sede civil. En la presente causa se investiga el
modo de ocurrencia del accidente, la responsabilidad que pudiera corresponder a la demandada y la conducta de la víctima
para determinar si esta incurrió o no en culpa.

El nuevo Código Civil y Comercial no tiene ninguna previsión específica en materia de daños, por lo que hay que atenerse a la
norma general del art. 7° que establece que cuando se trata de situaciones jurídicas en curso que no han generado situaciones
consolidadas ni derechos adquiridos en el momento de entrar en vigencia la nueva ley, ésta entra a regular dicha situación en el
estado en que esté, sin perjuicio de que se respeten los ya surtidos bajo la ley antigua.

La norma es clara en cuanto a la aplicación inmediata remite a los hechos y relaciones futuras, y la aplicación retroactiva, a los
hechos y relaciones del pasado, cuando sus consecuencias están consolidadas o extinguidas; el problema se presenta –explicó la
doctora Alvarez Marasco- en ese espacio que se generaba entre los hechos y relaciones causadas en el pasado, pero cuyas
consecuencias fácticas y jurídicas se mantienen hasta hoy. Más aún cuando se trata de un daño por incapacidad permanente,
como es el caso.

Lo mismo ocurría con las normas sobre procedimiento de cuantificación de la indemnización, porque en tanto aún no fue
determinada, se trataba de una “consecuencia” no consolidada ni extinguida.

Sostuvo la magistrada que tenía por probado que el perjudicado se desempeñaba como albañil pero no el monto de sus
ingresos, por la informalidad de su actividad independiente. En ese contexto –y para poder efectuar los cálculos- tuvo en cuenta
el salario de un ayudante de albañil en Corrientes, en mayo de 2010, que ascendía estimativamente a $1730,32 mensual. Con
esa pauta analizó los rubros y su cuantificación.

Sobre la incapacidad total y temporaria, la magistrada reconoció tres meses de sueldo, lo que arrojaba $5.190,96. Ello, porque
no se probó el lapso de incapacidad total.

En cuanto a la incapacidad parcial y permanente, indicó que no correspondía adoptar un cálculo lineal simple, porque no se
ajustaba al art.1746 CC y C, el cual exigía determinar el valor presente de una renta constante no perpetua. Para ello siguió las
pautas de la fórmula “Méndez” o (“Vuoto II”), con la salvedad de que incluyó también aquellas consecuencias patrimoniales que
no derivaban de una merma de ingresos laborales exclusivamente, sino que se producían por la pérdida de la aptitud de la
víctima para realizar para sí misma todas las actividades con contenido económico.
En concreto, tomó en cuenta: a) la edad de la víctima a partir de la cual debe computarse el valor de su incapacidad futura y la
edad promedio de vida; b) los ingresos constantes que percibiría desde esa edad en adelante; c) la variación por su incremento,
en consideración a las chances concretas de haber aumentado su nivel de ingresos a lo largo de los años; d) el porcentaje de
incapacidad; e) las consecuencias patrimoniales no laborales; f) la tasa de interés de descuento a aplicar sobre el capital que así
se obtuviera.

Y de ello resultó: a La edad: tenía 41 años a la fecha del accidente. El promedio de vida es de aproximadamente 75 años en
Argentina, por lo que le restaban 34 años promedio; b Ingreso laboral perdido: formuló su reclamo en base a un salario nominal
a la fecha del accidente, y en base a la edad que tenía en ese momento, esos parámetros de salario y edad se toman como
pauta para la liquidación; c- Chances de mejorar ese ingreso hasta una determinada edad: era de presumir que aún hubiera
podido desarrollar capacidades para avanzar en su profesión, hacia categorías más altas con mejores ingresos; e- Repercusiones
patrimoniales no laborales de la incapacidad: en el caso, podía presumirse que el hombre realizaba en su propio beneficio
actividades con contenido patrimonial, aunque no en el ámbito laboral; por ejemplo, cuidado y mantenimiento del hogar, y
además contando con plena salud, podía trasladarse en forma autónoma caminando; y en la actualidad era un discapacitado.

Para obtener el capital indicado por el art. 1746 CC y C según fórmula “Ménez” la jueza formuló el siguiente procedimiento:
Sueldo mensual: $ 1730.32 – Sueldo anual (con SAC): $ 22494

Edad: 41 – Porcentaje de incapacidad: 46,4%. Entonces; C = a * (1 – Vn) * 1 / i * % incapacidad (donde C: es el capital a percibir;
a: es la sumatoria de las remuneraciones percibidas durante el año anterior al accidente o daño sufrido por el trabajador,
incluyendo el sueldo anual complementario, multiplicado por el coeficiente de ajuste (60/edad); Vn = Es el coeficiente
financiero del valor actual 1 / (1+i)n , i: la tasa de interés anual, que para este caso es de 0,04 (4%); n: es la cantidad de años
restantes hasta el límite de vida útil de 75 años).

La indemnización resultante era de $ 278.787,97 , capital que representaba la indemnización por incapacidad en relación a los
ingresos que dejó de percibir en el ámbito laboral. A ello, la jueza agregó un porcentaje del 10%, para incluir también las
proyecciones no vinculadas estrictamente a ingresos laborales, sino a la proyecciones económicas no laborales del daño
patrimonial, llegando a la suma de $306.575,76.

En consecuencia, la jueza admitió la demanda por: a) $5.190,96 pérdida de ingresos por tres meses; b) 306.575,76 por
incapacidad parcial permanente; y c) $150.000 por daño moral, un total de $461

http://www.juscorrientes.gov.ar/prensa/empresa-chofer-y-mutual-de-seguros-deberan-abonar-461-76672-a-albanil-
atropellado/.766,72.

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Se condena a la empresa de transporte y a su aseguradora a indemnizar a una pasajera que cayó de la unidad de la cual
descendía, quedó atrapada por la puerta y fue arrastrada debido a una maniobra intempestiva el chofer.

Ed. Microjuris.com Argentina en 6 octubre 2017

Partes: Chaile Sabina Alcira y otro c/ Transporte Lope de Vega y otro s/ daños y perjuicios

Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil

Sala/Juzgado: C
Fecha: 9-may-2017

Cita: MJ-JU-M-106238-AR | MJJ106238 | MJJ106238

Se condena a la empresa de transporte y a su aseguradora a indemnizar a una pasajera que cayó de la unidad cuando descendía
y quedó atrapada por la puerta siendo arrastrada debido a una maniobra intempestiva del chofer.

Sumario:

1.-Corresponde condenar a la empresa de transporte y a la aseguradora a raíz de los daños sufridos por una pasajera como
consecuencia de la caída sufrida al descender de la unidad, cuando quedó atrapada con la puerta y fue arrastrada por el
vehículo, producto de una maniobra brusca de su conductor, toda vez que si bien la demandada y su dependiente
desconocieron la calidad de pasajera y las lesiones invocadas, no alegó ninguna de las causales que autoricen a presumir que la
caída obedeció a un hecho ajeno que autorice a tener por fracturado total o parcialmente el nexo causal

2.-Si bien los relatos no resultan totalmente coincidentes con lo manifestado en la demanda, en rigor, nadie puede pretender
que cinco años después del infortunio, una persona recuerde con precisión todos y cada uno de los detalles del accidente que
hubiera presenciado. Más aún, llamaría verdaderamente la atención y no generaría suficiente fuerza convictiva que sus
declaraciones hubieran sido puntillosas (art. 386 y 456 CPCCN.), y tampoco parecen testigos complacientes como para desterrar
-sin más- su declaración como elemento válido de prueba.

3.-Si bien podría decirse que un simple boleto -que no es nominativo- no acredita por sí mismo que la víctima hubiera sido
pasajera, existen en autos suficientes indicios que revelan que la actora revestía tal carácter; así, a la declaración de los testigos,
la exhibición de las constancias médicas y del boleto ante la instrucción, se suma la concurrencia prácticamente inmediata a la
consulta médica.

4.-Si bien se encuentra probado que la víctima es madre de ocho hijos todos mayores de edad, que vive junto a dos de ellos en
una vivienda alquilada y que trabaja en el cuidado y atención a personas mayores, tal circunstancia no enerva la procedencia de
una partida para atender las lesiones causadas por el hecho, en la medida que quedó probado que las limitaciones no sólo
afectan su faz productiva sino también su vida de relación en general.

5.-La aplicación de la tasa activa no representa un enriquecimiento indebido, ello, al no tenerse por acreditado que su aplicación
altere el significado económico del capital de condena.

Fallo:

En la ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina, a los 9 días del mes de mayo de 2017, reunidos en Acuerdo los
Sres. Jueces de la Sala “C” de la Cámara Civil, para conocer de los recursos interpuestos en autos “CHAILE SABINA ALCIRA Y
OTRO C/TRANSPORTE LOPE DE VEGA Y OTRO S/ DAÑOS Y PERJUICIOS” respecto de la sentencia corriente a fs. 409/421, el
Tribunal estableció la siguiente cuestión a resolver: ¿Se ajusta a derecho la sentencia apelada? Practicado el sorteo, la votación
se efectuó en el orden siguiente: Sres. Jueces de Cámara, Dres. Álvarez Juliá y Diaz Solimine. Se deja constancia que la Vocalía
N°8 se encuentra vacante desde el día 1° de junio de 2016 conforme decreto PEN n°600/2016. Sobre la cuestión propuesta el
Dr. Álvarez Juliá dijo:

I.- La sentencia de primera instancia (fs. 409/421) admitió la demanda promovida, condenando a Transporte Lope de Vega SACI,
Aníbal Raúl Pader y Argos Mutual de Seguros del Transporte Público de Pasajeros -ésta última con los alcances del art. 118 de la
ley 17.418- a abonar a Sabina Alcira Chaile la suma de $115.500, con más sus intereses y las costas del juicio.
Se trata de un accidente que la actora denunció haber sufrido el día 28 de mayo de 2008, aproximadamente a las 19:15hs., en
circunstancias en que era transportada en el interno 1017 de la línea 56 de la empresa demandada. Denunció haberse caído al
descender de la unidad, producto de una maniobra brusca de su conductor, sufriendo las lesiones y traumatismos por los que
reclama en este juicio. Contra dicho pronunciamiento se alzaron las partes y la citada en garantía. La actora, que expresó sus
agravios a fs. 433/437, lo hizo por considerar reducidas las indemnizaciones otorgadas en concepto de incapacidad
sobreviniente y daño moral, y por el monto reconocido para cubrir los gastos de farmacia y asistencia.La parte demandada y la
citada en garantía se agraviaron, básicamente, de la procedencia de la pretensión entablada. También se quejaron de la
procedencia y cuantía de las indemnizaciones otorgadas, y de la aplicación de la tasa activa. Conferidos los respectivos
traslados, sólo fue contestado por las accionadas a fs. 453/455.

II.- Adelanto que las críticas formuladas por las emplazadas no habrán de tener favorable acogida ya que del material reunido -
tanto en la causa penal como en estas actuaciones civiles- surge la ocurrencia del accidente que es objeto de estudio.

En efecto, tal como se desprende de la causa criminal n°72.715 que tengo a la vista, la actora formuló la respectiva denuncia
policial el día 29 de mayo de 2008, es decir, un día después de la fecha en que sostuvo haber sufrido el accidente. Refirió en esa
oportunidad que el día 28 de mayo de 2008, alrededor de las 19:15hs., cuando viajaba a bordo del colectivo de la línea 56,
interno 1017, transitando por la avenida La Plata de esta ciudad, en su intersección con Independencia, se dispuso a descender
de la unidad. Que ya con un pie apoyado sobre el suelo, no llegando a estabilizarse con ambas piernas, el conductor reinició la
marcha, provocando con ello que quedara atrapada con la puerta de la unidad y fuera arrastrada por el vehículo, resultando
lesionado el hombro. Refirió que se dirigió a su domicilio, donde minutos más tarde comenzó a sentir fuertes dolores en su
hombro, razón por la cual solicitó una ambulancia del Servicio de Emergencias. Fue atendida por el Dr. Pakanowski, quien le
diagnosticó traumatismo de hombro. Terminó su declaración dejando constancia de querer instar la acción penal contra los
propietarios de la empresa de transporte por las lesiones sufridas. Exhibió tanto la constancia médica referida como el boleto
respectivo (fs. 1 y 4 de la C.P.). Al iniciar esta demanda civil, la actora aportó la declaración de dos testigos.

Arnaldo Federico Cruz declaró a fs.131 que el día 27 de mayo -y no 28-, aproximadamente a las siete de la tarde, se encontraba
dando vueltas por las inmediaciones de la intersección de las avenidas La Plata e Independencia, ya que había terminado de
jugar a la pelota a las seis. Que si bien no vio exactamente el momento del accidente, observó que había un colectivo de color
verde y blanco, y una señora tirada en el piso. Dijo que el colectivo había arrancado sentido Rivadavia, que se acercó junto con
sus amigos a la señora, quien continuaba en el piso con dolores en la zona de la rodilla y el brazo, sin posibilidad de levantarse.
Dijo que estuvieron con ella un rato y que la levantaron. El testigo Julio César Ortiz declaró a fs. 132 que el accidente había
ocurrido en el año 2008, en el mes de abril o mayo, tirando a la noche. Que sucedió en la intersección de las avenidas La Plata e
Independencia y que el colectivo pertenecía a la línea 56. Dijo que él venía por Independencia y que al moverse la unidad, vio a
una persona -que luego reconoció que era la actora- cayéndose de rodillas a la vereda. Que se acercó y que observó que la
señora estaba muy dolorida, en la zona del hombro derecho y las rodillas. Refirió que el colectivo nunca se detuvo y que él con
sus amigos acompañaron a la señora a la comisaría que se encuentra debajo de la autopista, para que realizara la denuncia. Al
contestar las repreguntas, el testigo refirió que la actora se había golpeado con la puerta del colectivo, que vio que se había
apretado con la puerta y cayó, golpeándose contra el piso. Dijo que el colectivo paró donde debía parar pero que el chofer
reinició la marcha cuando la persona aún no había terminado de bajar de la unidad.Cuando se lo interrogó con relación a la
distancia que se encontraba respecto del accidente, dijo haberlo observado desde mitad de cuadra. Si bien los relatos no
resultan totalmente coincidentes con lo manifestado en la demanda, en rigor, nadie puede pretender que cinco años después
del infortunio, una persona recuerde con precisión todos y cada uno de los detalles del accidente que hubiera presenciado. Más
aún, llamaría verdaderamente la atención y no generaría suficiente fuerza convictiva que sus declaraciones hubieran sido
puntillosas (art. 386 y 456CPCCN). Muchas veces, la contradicción entre los dichos de los testigos y las manifestaciones de las
partes puede diferir en detalles que, valorados en conjunto, no parecen importantes sino parte de la natural subjetividad del ser
humano en la apreciación de los hechos. Tampoco me parecen testigos complacientes como para desterrar -sin más- su
declaración como elemento válido de prueba. Pero además, la demandante acompañó prueba documental que corrobora sus
dichos. A fs. 9 -y 5 de la C.P. cit.- se encuentra agregado el boleto de colectivo donde se lee perfectamente los datos de la
unidad, y la fecha y hora de expedición (Línea 53, Int. 1017, Chofer: 7838.N°00027416 02V 18.58 28/05/2008 Valor: $ 1.00), los
cuales coinciden con los extremos que se mencionan en la demanda. Podría decirse que un simple boleto -que no es
nominativo- no acredita por sí mismo que la víctima hubiera sido pasajera. Pero existen en autos suficientes indicios que, a mi
juicio, revelan que Chaile revestía tal carácter. Así, a la declaración de los testigos, la exhibición de las constancias médicas y del
boleto ante la instrucción, se suma la concurrencia prácticamente inmediata de Chaile a la consulta médica (v. fs. 10/16 de estos
autos). En efecto, a fs.327/328 de estas actuaciones se agregó el informe remitido por el Hospital Durand a quien se había
solicitado remitiera la historia clínica perteneciente a la actora, quien fuera asistida el 2 de junio de 2008, a raíz de la derivación
realizada por el médico del Servicio de Emergencias que acudió al domicilio. Allí fue evaluada clínica y radiológicamente y se le
indicó la realización de una resonancia, que efectivizó por su obra social, que confirmó la lesión de manguito rotador y sección
parcial de los tendones (fs. 205/212).

En consecuencia, toda vez que la valoración conjunta de la prueba producida permite reconstruir razonablemente el
acontecimiento dañoso, corresponde rechazar los agravios formulados por los accionados. Por tanto, tratándose en la especie
de un accidente causado en circunstancias en que la damnificada viajaba en un transporte público de pasajeros, resulta de
aplicación el art. 184 del Código de Comercio que consagra su responsabilidad objetiva, estableciendo una presunción “iuris
tantum” de responsabilidad de parte de la empresa transportista por los daños sufridos por los pasajeros durante la
efectivización del transporte e invirtiéndose la carga de la prueba. En el caso, si bien la empresa de transporte y su dependiente
desconocieron la calidad de pasajera y las lesiones invocadas, no alegó concretamente ninguna de las causales que autoricen a
presumir que la caída desde el colectivo obedeció a un hecho ajeno que autorice a tener por fracturado total o parcialmente el
nexo causal. Por tanto, despejada la existencia del hecho, la procedencia de la demanda contra las emplazadas se encuentra
sellada, por lo que corresponde analizar a continuación las quejas relacionadas con los montos indemnizatorios.

III.- Los daños: a. Incapacidad sobreviniente y tratamiento psicológico:

El Sr. Juez de primera instancia fijó la suma de $60.000 por incapacidad sobreviniente -entendida como daño físico-, la suma de
$25.000 por daño psíquico y la de $4500 por tratamiento psicoterapéutico.En primer término diré que, conforme lo ha decidido
esta Sala en reiteradas oportunidades, los perjuicios físicos y psíquicos, si de secuelas permanentes se trata, deben ser
valorados bajo la órbita de un único rubro: la incapacidad sobreviniente. Esta tiene por finalidad cubrir no sólo las limitaciones
de orden laborativo, sino también la proyección que aquella tiene con relación a todas las esferas de su personalidad, es decir,
la disminución de su seguridad, la reducción de su capacidad vital, el empobrecimiento de sus perspectivas futuras, etc. (CNCiv.,
Sala C. 18/09/1989, L. 49.512; Llambías, J. J., Tratado de Derecho Civil – Obligaciones, IV-A, 120, núm. 2373; Kemelmajer de
Carlucci, en Belluscio – Zannoni, Código Civil y leyes complementarias, comentado, anotado y concordado, 5, 219, núm. 13;
Cazeaux – Trigo Represas, Derecho de las obligaciones, III, 122; Borda, G. A., Tratado de Derecho Civil Argentino – Obligaciones,
I, 150, núm. 149; Mosset Iturraspe, J., Responsabilidad por daños, II-B, 191, núm. 232; Alterini – Ameal – López Cabana, Curso
de Obligaciones, I, 292, núm. 652).

En suma, el resarcimiento por incapacidad comprende, con excepción del daño moral, todos los supuestos susceptibles de
reparación patrimonial, incluso los daños a la salud y a la integridad física y psíquica, es decir, todas las consecuencias que
afecten la personalidad íntegramente considerada. En cuanto a la determinación del capital indemnizatorio, si bien el
cumplimiento de los lineamientos contenidos en el artículo 1746 del Código Civil y Comercial puede -desde algún punto de
vista- implicar la utilización de fórmulas o cálculos aritméticos o actuariales en donde queden básicamente involucrados los
porcentuales de incapacidad, la edad del afectado y su expectativa productiva, el resultado que tales operaciones arrojan no
obliga al juzgador, sino que servirá como pauta referencial a los efectos de arribar a un justo resarcimiento según las
circunstancias de cada caso.Es que, por un lado, las indemnizaciones tabuladas, atendiendo estrictamente a los porcentajes de
incapacidad, tiene su ámbito de aplicación primordialmente en los juicios laborales por accidentes de trabajo, y por otro la
reparación plena del daño consagrada en el artículo 1740 del mismo cuerpo legal y de índole constitucional (Fallos, 308:1139,
308:1160, 321:487 y 327:3753 ) requiere necesariamente un margen de valoración amplio y un criterio flexible para decidir.

Como se señaló, como consecuencia del accidente, Sabina Alcira Chaile fue asistida en su domicilio por un médico del Servicio
de Emergencias y luego derivada al Hospital Durand, donde le realizaron radiografías y luego continuó asistiéndose por su obra
social, donde le efectuaron una resonancia de hombro derecho, que evidenció una ruptura parcial de espesor completo a nivel
de las fibras del supraespinoso, infraespinoso, con una brecha aproximadamente de 5 mm, y se constató que el tendón del
subescapular se encontraba engrosado y con cambios en la señal, atribuible a una tendinosis. Finalmente fue intervenida
quirúrgicamente en la Clínica Esperanza. El perito médico legista designado en autos, Dr. Héctor Oscar Spina, determinó que la
actora, como consecuencia del accidente, sufrió luxación de hombro derecho y síndrome del manguito rotador. Al momento del
examen físico, las secuelas que presentó la actora correspondían a la limitación de la movilidad del hombro en sus distintos
arcos -conf. se detalla a fs. 369-, que, a criterio del experto, guardan nexo de causalidad con la mecánica del accidente. En
definitiva, estimó que por las lesiones y secuelas descriptas la actora presenta una incapacidad parcial y permanente del 18% (v.
fs. 361/371). En lo atinente al daño psíquico, el cuadro que presentó la actora se corresponde, según la experta designada en
autos, Lic. Ana M.Acevedo, con un Desarrollo Depresivo Reactivo de carácter leve, que corresponde al grupo de las
denominadas neurosis, siendo esta una alteración parcial de la personalidad, que, de acuerdo al baremo allí indicado, la
incapacita de manera parcial y permanente en un 10%, guardando verosímilmente relación de concausalidad con el accidente
sufrido y con sus secuelas físicas actuales. La experta aconsejó también la realización de un tratamiento psicológico de 6 meses
de duración (fs. 340/346). En respuesta a las quejas esbozadas por las partes, cabe destacar que las conclusiones transcriptas
resultan meramente indicativas para el Tribunal y que la cuantificación del daño dependerá de las limitaciones concretas que las
secuelas ocasionen en la vida de relación de la damnificada. A eso se suma que se reconoce una suma para la realización del
tratamiento psicoterapéutico aconsejado que, si bien es indicado para evitar la profundización del cuadro que la aqueja, en
alguna medida, apuntará a minorarla. En función de ello, se encuentra probado que la víctima tenía 56 años al momento del
accidente, que tiene pareja (pero no convive), es madre de ocho hijos todos mayores de edad y vive junto a dos de ellos en una
vivienda alquilada y que trabaja en el cuidado y atención a personas mayores. En este punto, si bien sólo se acreditó que a junio
de 2013 sus ingresos ascendían a la cantidad de $6500 (fs. 26 del expediente sobre beneficio de litigar sin gastos n°34.921/09),
tal circunstancia no enerva la procedencia de una partida para atender las lesiones causadas por el hecho, en la medida que
quedó probado que las limitaciones no sólo afectan su faz productiva sino también su vida de relación en general.Por tanto, en
virtud de las pautas indicadas precedentemente, propongo al Acuerdo elevar la indemnización por daño físico a la cantidad de
$108.000 por daño físico, a la de $40.000 por daño psíquico y la partida para atender los gastos de la terapia aconsejada a la
cantidad de $7500 (art. 165 CPCC).

b.- Daño Moral. El daño moral importa en definitiva, una alteración o modificación disvaliosa del espíritu (Mosset Iturraspe,
Jorge “El daño moral” Responsabilidad por Daños, V, RubinzalCulzoni Ed.) o más explícitamente, una “modificación disvaliosa
del espíritu en el desenvolvimiento de su capacidad de entender, querer o sentir, y que se traduce en un modo de estar de la
persona diferente de aquel (en) que se hallaba antes del hecho, como consecuencia de éste y anímicamente perjudicial”. Así
surge de la recomendación que el autor citado, junto a Stiglitz, Pizarro y Zavala de González, entre otros, hiciera en las II
Jornadas de San Juan (1984).

En otras palabras, es todo sufrimiento o dolor que se padece independientemente de cualquier repercusión de orden
patrimonial (cfr. Orgaz, A., “El daño resarcible” Ed. Depalma, Buenos Aires, 1967, pág. 184). En el caso, el daño moral fue fijado
por la Sra. Juez de grado en la suma de $25.000. Mientras que para la accionante resulta reducida, la parte demandada y su
aseguradora cuestionan su procedencia y cuantía. En este tipo de perjuicio extrapatrimonial no existe pauta rígida alguna de
índole objetiva para su determinación, de modo que queda ello librado a la prudente estimación judicial, que debe fijarse según
las características del evento dañoso, las consecuencias físicas que éste produjo, la índole de los tratamientos y la incidencia que
ello produjera en el fuero íntimo del damnificado (esta Sala, agosto 3-2005, “Callan, Graciela M. c/ Tagliafico, E. y ot.S/ Daños y
perjuicios”, L.422.454). Me he referido ya a las consecuencias del impacto sufrido por la actora, a su inmediata atención,
tratamiento y cirugía, que no logró revertir el cuadro en su totalidad. Angustia en un primer momento y certeza hoy que una
incapacidad la acompañará de por vida. En función de ello, frente a las características del suceso de autos y a la naturaleza de
sus implicancias, entiendo que la indemnización resulta procedente y que la suma reconocida en la sentencia de grado resulta
reducida, por lo que propicio su elevación a la cantidad de $75.000 (art. 165 CPCC).

c.- gastos de farmacia y asistencia médica. Con relación a estos gastos, cabe destacar que no es necesaria una prueba directa de
su erogación, bastando su correlación con las lesiones sufridas al tiempo de su tratamiento (cfr. CNCiv., Sala D, marzo 23-993,
“García, Manuel c/ Cons. Prop. Junín 1194 y otro”, rev. J.A. 1994-I-118; íd., setiembre 18-992, “Goroso Carlos y otro c/
Transportes El Halcón S.A.”, rev. L.L. 1994-C-33). En la especie, teniendo en cuenta las lesiones padecidas, es dable presumir que
la actora debió realizar erogaciones en concepto de medicamentos (analgésicos, desinflamatorios, etc.), radiografías, atención
médica y rehabilitación. En su mérito, encuentro que la suma fijada en la sentencia de grado ($1000) resulta reducida, por lo
que propongo su elevación a la cantidad de $2000 (art. 165 CPCC).

III.- Intereses. En la instancia de grado se dispuso la aplicación de intereses a la tasa activa desde la fecha del hecho y hasta el
efectivo pago. De la aplicación de la tasa activa se quejan las emplazadas.

La doctrina plenaria sentada por esta Excma. Cámara en autos “Samudio de Martínez, Ladislaa c/ Transportes Doscientos
Sesenta s/ Daños y perjuicios” obliga a aplicar, conforme su punto III, la tasa activa cartera general (préstamos) nominal anual
vencida a treinta días del Banco de la Nación Argentina.Sin embargo, la convocatoria incluyó un cuarto punto referido al tiempo
en que dicha tasa debía aplicarse, lo que deja al descubierto que, a pesar de la amplia mayoría con que contara la mentada tasa
activa -luego de fracasar la moción sustentada, entre otros, por quienes entonces integrábamos esta Sala, en el sentido de dejar
libertad a los jueces para establecerla en cada caso particular- había una opinión generalizada de adecuar la aplicación de dicho
rédito atendiendo a diversas circunstancias como pueden serlo la forma de establecer el monto de la condena, las
indemnizaciones u otras obligaciones a las que pudiera aplicársele, la necesidad de acortar el tiempo de los procesos, etc.,
considerando así diversas tasas según el período en el que debía enjugarse el daño moratorio. Sin alterar, acertadamente, la
doctrina plenaria sentada en el fallo “Gómez c/ Empresa Nac. de Transportes” respecto al tiempo en que se produce la mora de
la obligación de indemnizar con relación a cada perjuicio (criterio ahora ratificado por el artículo 1748 del Código Civil y
Comercial de la Nación), ello no implica per se que hasta el efectivo cumplimiento deba aplicarse la votada tasa activa, sino que
será así siempre que no se alt ere el contenido económico de la sentencia, importando un desplazamiento injustificado de
bienes del patrimonio del deudor al del acreedor. En este contexto, cuando votara entonces en minoría al segundo interrogante
planteado en el plenario, recordé junto a otros distinguidos colegas la sabia enseñanza de Vélez en su nota al artículo 622 del
Código Civil. Fue ella la que me llevó desde siempre a sostener la inconveniencia de adoptar criterios rígidos o inflexibles en esta
materia y a seguir, en cambio, una postura que se adapte tanto a los factores micro y macroeconómicos, como a la cambiante
economía de nuestro país y las propias circunstancias de cada caso.Así, si bien en anteriores oportunidades he realizado un
distingo para calcular la tasa de interés a aplicar, según la fecha de determinación de los montos resarcitorios, una valoración de
la cuestión ante la coyuntura actual me lleva a modificar ese criterio y, en consecuencia, a juzgar que en el caso la aplicación de
la tasa activa prevista en el plenario no representa un enriquecimiento indebido. Ello, al no tenerse por acreditado que su
aplicación altere el significado económico del capital de condena. De allí que propicie desestimar la queja de la parte
demandada y la citada en garantía y la confirmación de lo decidido en la sentencia sobre el particular.

IV.- En síntesis. Si mi voto fuera compartido, propongo al Acuerdo: 1) Modificar el fallo apelado, elevando la indemnización por
daño físico a la cantidad de $108.000, la de daño psíquico a la cantidad de $40.000, la partida del tratamiento psicoterapéutico
a la suma de $7500, la de gastos de farmacia y asistencia médica a la de $2000 y la indemnización por daño moral a la suma de
$75.000. 2) Confirmar la sentencia en todo lo demás que decide y fuera motivo de agravios. 3) Imponer las costas de Alzada a
las accionadas sustancialmente vencidas (art. 68 CPCC).

El Dr. Diaz Solimine dijo : por razones análogas adhiero al voto del Dr. Álvarez Juliá. Con lo que terminó el acto.-
OMAR LUIS DIAZ SOLIMINE.- LUIS ÁLVAREZ JULIÁ.-

Buenos Aires, 9 de mayo de 2017

Y VISTOS: Por lo que resulta de la votación que instruye el Acuerdo que antecede, se RESUELVE: 1) Modificar el fallo apelado,
elevando la indemnización por daño físico a la cantidad de $108.000, la de daño psíquico a la cantidad de $40.000, la partida del
tratamiento psicoterapéutico a la suma de $7500, la de gastos de farmacia y asistencia médica a la de $2000 y la indemnización
por daño moral a la suma de $75.000. 2) Confirmar la sentencia en todo lo demás que decide y fuera motivo de agravios. 3)
Imponer las costas de Alzada a las accionadas sustancialmente vencidas (art. 68 CPCC). Se deja constancia que la Vocalía n°8 se
encuentra vacante. Regístrese, notifíquese, comuníquese a la Dirección de Comunicación Pública de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación (Acordada 15/2013) y devuélvase.-

OMAR LUIS DIAZ SOLIMINE

LUIS ÁLVAREZ JULIÁ

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