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Un ángel
en la lluvia
Como todas las tardes, llueve. Al mediodía se
puede cocinar sobre el asfalto. De noche refresca.
Por la mañana hay inversión térmica: Envuelto en
capas de ozono, plomo y otros tóxicos que han
reemplazado al viejo aire, Jack el destripador ace-
cha el paso de sus víctimas. Aunque, con menor
dramatismo pero igual efectividad, si alguien
sale a correr por el parque en horas tempranas,
no necesita topar con el destripador, igual caer
muerto en el estanque de los patos. A partir de las
siete A.M. irrumpen furiosas manadas de bestias
metálicas. La ciudad es prisionera del ruido y el
hollín de quinientos millones de automóviles.
Este expulsado de la pampa húmeda, natural de
un pueblo donde circulan doce automotores por
hora (sin contar caballos ni bicicletas) y el sonido
ambiente se relaciona con gallos cantores, pe-
leas de perros y madres que llaman a sus hijos,
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R O LO D I E Z
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Rolo Díez
Junín, Argentina, 1940
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Gerardo de la Torre
Cómo explicárselo
a mamá
A Juan Trigos
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–¿Estás contento?
–Sí.
–¿Quieres comer algo, tomar un refresco, una
cerveza?
- No.
Conversación con una máquina disparadora de
monosílabos. ¿Cómo pude convencerlo, enton-
ces, de que me acompañara a la cantina...? ¡Claro!,
el hermano buenalma aceptando por bondad,
regocijándose con la vieja imagen del ángel de
la guarda. Pero eso nadie lo creerá, y menos mi
madre... ¿Cómo explicárselo a mamá?
Seguramente nuestra madre ya se habrá en-
terado del accidente por los periódicos. Ahora se
estará preguntando qué hacía Saúl (el bueno, el
santo, el reflexivo) en un lugar de ésos. Con segu-
ridad, dirán los vecinos, la influencia perniciosa
del hermano, sí, ocho años mayor y (aquí la voz
muy baja) los cinco años que pasó en la cárcel
y las malas compañías y la envidia, ese diablo
amarillo e irascible que todo el tiempo lo estaría
incitando contra Saúl. La gente calentándole la
cabeza a mamá. Todos rodeando la mesa donde
ella tiene extendido el periódico y todos santi-
guándose y tenía que ser y un sorbo a la taza de
café y una lágrima enjugada discretamente. Mi
madre muy seria, con los ojos enrojecidos, pero
sin lágrimas, escuchando serena las patrañas de
aquellos imbéciles.
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G E R A R D O D E L A T O R R E
se dejó conducir.
Pedí la última copa, pero sin intenciones de
beberla. Con el rostro entre las manos y los co-
dos apoyados en la mesa, pensé en mi hermano
Saúl, arrojado a la misma pendiente por la que
años antes comencé a resbalar. En aquel absurdo
silencio que ni siquiera fue turbado por lamentos,
gemidos o cualquier tipo de ruidos eróticos pro-
cedentes del piso superior, reflexioné largamente.
De pronto un estruendo terrible y un relámpago
y el burdel en llamas. Sin pensarlo corrí hacia la
calle, alejándome del fuego. Después, muy lejos,
a decenas de metros, recordé a mi hermano. Volví
a la carrera a la casa. Intenté entrar, pero una masa
de vigas y escombros ardientes me impidió el
paso. Demasiado tarde. Pensé en Saúl, en las seis
prostitutas saltando desnudas entre el humo y las
chispas. Demasiado tarde...
¿Cómo explicárselo a mamá?
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Gerardo De la Torre
Oaxaca, 1938
CHAPULTEPEC
7:00 A. M.
Poemas
Estos poemas están dedicados
a todos los corredores y caminantes
del Bosque de Chapultepec
EL LAGO
La luz se mece.
Sobre el lago amanece.
El agua es oro.
En la calzada,
puntitos de colores:
los corredores.
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LOS ÁRBOLES
Un gran sabino
rojas capas despliega
entre los pinos.
Los eucaliptos
su envoltura desechan
¡qué piel tan blanca!
Alrededor
zancadillas le tienden
al corredor.
LA LLUVIA
Desde un ciprés
se escuchan ya los truenos:
uno, dos, tres.
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E L S A C R O S S
Sobre el abeto
sopla el viento con furia:
¡llueven agujas!
¡Rayos y truenos!
Llueven los troenos hojas
y agua el cielo.
La lluvia forma
en sauces y eucaliptos
nidos de aromas.
Todo mojado.
Se aventuran lombrices
fuera del prado.
En las baldosas
teje verdes alfombras
¡qué resbalosas!
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LUNES
El día se eriza
en vuelos y graznidos.
Escaramuzas.
Restos de pic-nic:
banquete de gorriones
y de ratones.
Tórtolas bajan,
entre tanto desorden
buscan migajas.
Piar extraño.
A la rama me vuelvo
¡es una ardilla!
Corre feliz:
un dorito se lleva
a la nariz.
Altas se erizan
las palomas en celo
por las cornisas.
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E L S A C R O S S
¡Gran alharaca!
Dos palomos que riñen
por la muchacha.
¡Qué pavoneos
entre picos tan pardos!
¡qué contoneos!
Golas hinchadas,
alevosos ataques,
crestas picadas.
Súbito vuelo.
La paloma desdeña
tanto revuelo.
Vivo color,
en sus alas se enciende
el sol que asciende.
LA URRACA
Sobre la cerca,
pincelada exquisita,
la urraca negra.
Trazo sutil
el vuelo que la lleva
hasta el pretil.
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Al vuelo pasa
con su rojo abalorio
que guarda en casa.
LA LUNA
En viva plata
la luna se derrama
sobre las ramas
Entre la niebla
los árboles desnudos:
almas en pena.
La sombra cubre
con sus manos de frío
el mes de octubre.
Luna perdida.
Por mucho que la busques
sigue escondida.
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E L S A C R O S S
La ves, y oculta
detrás de los manteles
sus cascabeles.
Sale a pasear,
asoma y se detiene
del barandal.
Lleva en su prisa
un cascabel de plata
y otro de risa.
Su vuelo cruza
callada y comedida
una lechuza.
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ELSA CROSS
Ciudad de México, 1946
Los territorios
de la tarde
… la nostalgia es una tristeza
que no se cansa nunca…
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Rafael Ramírez Heredia
Tampico, Tamaulipas, 1942-2006
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Germán Dehesa
Están
aventando gente
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G E R M Á N D E H E S A
Marzo 7, 1990
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Germán Dehesa
Ciudad de México, 1944.
49,000 ejemplares