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2.

5 CONCEPTO DE PREVENCIÓN

Es todo esfuerzo, acción o gestión que realiza la Policía Nacional con el propósito
de intervenir, mitigar o reducir las causas facilitadoras y los factores que originan y
generan riesgo.

Las acciones de prevención se abordan por medio de la ejecución de proceso y


procedimientos Institucionales, planteando estrategias para advertir lo probable y lo
posible con el fin de generar soluciones reales ante la problemática que amenaza
la armonía social. Asimismo, se puede ejecutar luego de conocer perfectamente el
fenómeno o problema, sin actuar sobre este en forma directa, sino sobre sus causas
y factores en forma corresponsable.

La idea tradicional de prevención hoy ha dado un viraje hacia la prevención


proactiva y ofensiva, lejos de la concepción de un policía pasivo. Cumpliendo solo
con hacer presencia, actualmente, el policía proyecta su servicio referenciado en
los avances del conocimiento y la tecnología, anticipándose a la ocurrencia de
hechos violentos. Los resultados se dan a mediano y largo plazo.

2.5.1 CLASES DE PREVENCIÓN

Prevención Social.

La prevención social actúa sobre factores de riesgo personales o psicológicos y


sociales, éstos últimos muchas veces de carácter estructural como son la pobreza
y marginalidad. Estas iniciativas pueden estar dirigidas a grupos de alto riesgo social
y van desde el ámbito familiar (prevención temprana de la violencia intrafamiliar)
hasta la educación (mediación de conflictos en la escuela) o la salud (programas de
nutrición infantil). La prevención social puede ser un tanto inespecífica en su
dimensión de seguridad, debido a que la seguridad sería un efecto a largo plazo del
esfuerzo concertado de diversas políticas públicas.

Prevención Situacional

La prevención situacional actúa sobre factores de proximidad o ambientales en


estrecha relación con las situaciones desencadenantes de la violencia y la actividad
delictual. Ellos cubren el ámbito urbano (recuperación de espacios públicos, mejor
iluminación), los programas de desarme y de vigilancia, y pueden beneficiar a la
población en general como estar dirigidos a grupos específicos. La prevención
situacional opera anticipándose al razonamiento del agresor, estableciendo
mayores dificultades para su accionar, como, por ejemplo, la utilización de rejas y
alarmas. Sin embargo, el accionar del agresor es siempre dinámico, buscando las
formas de sortear los obstáculos, por lo que las medidas situacionales deben estar
en constante revisión y actualización.
Prevención Comunitaria

La prevención comunitaria combina elementos de ambos ámbitos, el social y el


situacional, y su característica más definitoria ha sido la participación local,
especialmente definida como el barrio. Se incluyen, por ejemplo, las experiencias
de policía comunitaria, la creación de comités de vigilancia, así como el
involucramiento en proyectos de corto alcance enfocados a la prevención social o
situacional.

Enfoques de prevención de la violencia y la delincuencia

No hay una receta única frente a la inseguridad y el aumento de las tasas de delitos
en ningún territorio. Hay que trabajar en varios frentes a la vez, complementando
estrategias de control con iniciativas preventivas. El control y el castigo ante la
transgresión de la ley tienen un efecto preventivo en cuanto disuaden al potencial
transgresor. Resulta más iluminador evaluar el carácter preventivo de las iniciativas
por sus efectos observables en conductas futuras que por el tipo de soluciones que
implican en el corto plazo. En este sentido, las medidas preventivas toman más
tiempo en objetivar sus resultados, entre 5 a 10 años, y por lo general se evidencian
en cambios culturales que pasan necesariamente por aprendizajes a nivel familiar
y social más próximo.

Líneas de acción:

Próxima y permanente de la Policía en la comunidad, para la


disuasión y el control del delito, y apoyo a la ciudadanía
a. Fortalecer en los municipios, que para tal efecto se
prioricen, y en particular en las comunas, localidades y zonas
de mayor criminalidad, el Plan Nacional de Vigilancia
Comunitaria por Cuadrantes (PNVCC), con la flexibilidad
requerida en razón de la especificidad de cada ciudad.

b. Focalizar operativos y patrullajes en áreas identificadas


como de alta criminalidad en las zonas priorizadas, con el
propósito de garantizar la seguridad y convivencia ciudadana
en el marco del Plan Nacional de Vigilancia Comunitaria por
Cuadrantes.

c. Modernizar y unificar los sistemas de comunicación de la


Policía para informar y consultar en línea la identidad de los
ciudadanos, sus antecedentes delictivos y comportamientos
contrarios a la convivencia, facilitando así la labor policial,
en particular en las zonas priorizadas.

d. Impulsar, en el marco del Sistema Integrado de Emergencias


y Seguridad (Sies), de manera estratégica y gradual en los
municipios priorizados, el número único nacional 123, y
promover su uso responsable por la ciudadanía y una respuesta
institucional aún más efectiva.

e. Revisar los requisitos y procedimientos de expedición de


permisos para la tenencia y porte de armas y su identificación
balística, evitar la excarcelación por el porte ilegal de las
mismas, crear un registro único nacional de armas con acceso
en línea por parte de las autoridades y un seguro de porte
contra terceros.

f. Propugnar el establecimiento de tiempos mínimos de


permanencia de comandantes de policía, efectivos y policía
judicial, en especial en municipios con alta criminalidad, en
la medida en que las normas internas de la Policía Nacional y
las necesidades urgentes del servicio lo permitan.

g. Impulsar el programa Departamentos y Municipios Seguros


(DMS) para elevar la conciencia de las autoridades en los
niveles nacional y territorial, de quienes aspiren a cargos de
elección popular y de la ciudadanía sobre la importancia de la
seguridad y la PNSCC.

h. Precisar y reforzar mecanismos de comunicación, construcción


de confianza y servicio permanente a la comunidad por la
Policía Nacional, fortaleciendo la credibilidad de la
institución y de sus efectivos en razón de su conducta ética y
eficiente. Despliegue estratégico y focalizado para la
reducción de crímenes de alto impacto, de acuerdo con una
priorización nacional y territorial.

i. Fortalecer los mecanismos e instrumentos de inteligencia de


la Policía Nacional en los centros urbanos para combatir el
crimen, en especial la delincuencia organizada, las expresiones
urbanas de las BACRIM y los grupos armados ilegales.

j. Asignar e incrementar los efectivos de la Policía Nacional


según criterios de priorización municipal y requerimientos
específicos en razón de la criminalidad por contrarrestar, y
sin perjuicio del fortalecimiento estratégico del Plan Nacional
de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes.

k. Realizar, en coordinación con la Fiscalía General de la


Nación, acciones estratégicas contra grupos urbanos de
delincuencia organizada, y las manifestaciones de las bandas
criminales (redes o estructuras) y los grupos armados
ilegales.
Tercer eje: justicia, víctimas y resocialización

La justicia es un componente esencial de la seguridad y la convivencia ciudadana.


Es garantía del respeto al ordenamiento legal y de los derechos individuales y
colectivos en el marco de un Estado social de derecho. Un sistema judicial
independiente y efectivo es fundamental para la democracia, el progreso y la
reducción de la violencia. En ese orden de ideas, es necesario contribuir a fortalecer
las instituciones encargadas de garantizar el cumplimiento de las normas y la
aplicación efectiva de la ley penal para adultos y el Sistema de Responsabilidad
Penal para Adolescentes (SRPA), fortalecida con una resocialización efectiva, el
impulso a mecanismos alternativos de aplicación de justicia y la orientación y apoyo
a las víctimas del delito.

l. Crear grupos especializados contra la extorsión y la microextorsión, con el apoyo


de la Fiscalía General de la Nación, para desarticular sus organizaciones y redes
delictivas, sobre todo en las ciudades donde el fenómeno se ha afianzado o
amenaza con hacerlo.

m. Avanzar en la ejecución de acciones especializadas contra el tráfico y la


compraventa de sustancias psicoactivas, específicamente para erradicar las redes
y organizaciones de microtráfico y micromenudeo, con el apoyo de la Fiscalía
General de la Nación y demás autoridades del Estado.

n. Llevar a cabo operativos de control y desarme, en particular en áreas críticas;


fortalecer la interdicción al mercado y el tráfico ilegal de armas y municiones, y
profundizar en el estudio independiente del mercado de armas y municiones, legales
e ilegales, en el país.

o. Impulsar mecanismos estratégicos, regulados y excepcionales, de incentivos por


información precisa y efectiva que conduzcan a la identificación de victimarios
recurrentes, así como al desmantelamiento de redes y organizaciones
delincuenciales y de carácter criminal.

El enfoque epidemiológico de la violencia

Este tema ha inspirado diversos trabajos en prevención, basándose en conceptos y


metodologías de la epidemiología y la salud pública. La violencia se entiende como
un problema de salud pública, cuya génesis es multicausal y sobre el cual
intervienen una serie de factores de riesgo. Consecuentemente, al focalizarse en
dichos factores es posible disminuir la ocurrencia de la violencia y de la actividad
delictual.
Los factores de riesgo pueden clasificarse en:

Estructurales

• Factores como la pobreza y la marginalidad se consideran de carácter estructural


o mediato y sus modificaciones son de largo plazo. El trabajo sobre ellos aumenta
las posibilidades de integración a la vida productiva y disminuye la percepción de
privación y frustración, reduciendo las probabilidades de conductas violentas en el
futuro.

De proximidad

• El porte de armas o la ingesta de alcohol actúan como eventos contingentes que


gatillan o instigan a la violencia, de modo inmediato. El trabajo sobre este tipo de
factores de proximidad implica medidas de control directas. Al igual que la salud, la
seguridad es un aspecto fundamental de la calidad de vida, por lo que hoy se habla
de “comunidades seguras y vigorosas”. Así la prevención tendría un doble sentido:
1) atacar los factores que favorecen la criminalidad y 2) enraizar en la población una
actitud o reflejo preventivo dirigido a buscar causas y soluciones frente a esta
problemática.

Niveles de intervención: Primaria, Secundaria y Terciaria.

Prevención Primaria: dirigida a la población en general y, comúnmente, responde


a necesidades inespecíficas, actuando sobre los contextos sociales y situacionales
que favorecen la violencia.

Prevención Secundaria: dirigida a grupos de riesgo específicos y sus necesidades


(niños, jóvenes o mujeres), que ya han tenido algún problema producto de la
violencia y que requieren tratamiento y apoyo para evitar la revictimización, o bien
para que no se conviertan en futuros victimario.

Prevención Terciaria: va dirigida a grupos específicos de personas que han


cometido infracciones a la ley, que han ingresado al sistema penal, buscando
promover su rehabilitación.

El enfoque epidemiológico identifica estos tres niveles de intervención, de acuerdo


a las características y necesidades del grupo objetivo. En estricto rigor, sólo la
prevención primaria sería prevención propiamente tal, mientras que la secundaria
implica tratamiento y la terciaria, rehabilitación. Sin embargo, las tres implican
efectos futuros preventivos, por lo que deben darse en conjunto.

Para cerrar el presente Modulo es de vital importancia conceptualizar tres términos


que acompañan el trabajo de la Policía Nacional, específicamente en los temas de
convivencia y seguridad. (Percepción, política pública, planeación prospectiva
y la prevención en el marco del MNVCC)

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