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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Ciencias Económicas y Sociales


Escuela de Antropología
Departamento de Arqueología y Antropología Histórica
Antropología Histórica II

SANTOS JULIÁ Y SU DIVISIÓN DEL


TRABAJO ENTRE HISTORIADORES Y SOCIÓLOGOS.

Miguel Reveco
V.-19.370.328

Caracas, 2010.
INTRODUCCIÓN

El libro de Santos Juliá muestra en alguna forma lo que sería la Historia1; una
disciplina que se ha ocupado principalmente de la narración de acontecimientos
ligados a figuras importantes o “héroes” y las políticas desarrolladas por dichos
ellos, donde el colectivo es simplemente un background que adorna las acciones y
epopeyas del protagonista.

Pero este enfoque teórico no ha perdurado, los historiadores (en su mayoría) no han
permanecido ligados a esta anticuada manera de estudiar el pasado que se asemeja
mucho más a lo que es la llamada “Historia Patria”, sino que han tomado un giro
distinto inclinándose por una reconstrucción de tiempos pretéritos donde las voces
importantes, tal como diría Bajtín en su concepción de la Heteroglosia, provienen
no únicamente de los grupos dominantes sino también de grupos subalternos;
quienes engrosan realmente a la sociedad de algún espacio temporal particular.
Nace con ello una Nueva Historia que toma de cómo punto de partida un objetivo
distinto, apropiándose de la teoría que aportan las ciencias sociales y poder
construir una narración de las voces que han permanecido en silencio.

El problema no está limitado realmente a que la Nueva Historia tenga un nuevo


objeto de estudio, sino realmente a que otras disciplinas del ámbito social también
se encargan de utilizar el pasado como herramienta para conocer la estructura de
sociedades ubicadas en períodos remotos, entrando en conflicto la Historia y las
ciencias sociales respecto a quien debe ser la encargada de ocuparse del estudio del
hombre en tiempos pretéritos, llegando a considerar incluso como una opción
legítima la desaparición de la otra, al ser asimilada por la “más” idónea para

1
A lo largo del presente trabajo se utilizará el término Historia para referir de manera específica a la
disciplina encargada de estudiar el pasado, diferenciándose de la historia como cadena de
acontecimientos pretéritos.
ocuparse de tan importante tarea.

Es así como después de exponer un amplio resumen sobre el desarrollo histórico y


posturas teóricas de la Historia y la Sociología (a su parecer la máxima
representante de las ciencias sociales), Juliá decide ofrecer su aporte donde indica
una alianza no competitiva entre ambas disciplinas para poder abordar un objeto de
estudio de amplitud sin igual, como sucede con los eventos pasados.

Con el trabajo aquí presentado se desea entonces realizar un resumen del libro
Historia Social/Sociología Histórica y presentar algunas objeciones al respecto que
puedan servir de aporte a quien desee en un futuro abordar el tema referente a la
compenetración entre Historia y Antropología Histórica.
CAPÍTULO I: UNA HISTORIA “DE LOS HÉROES” Y EL TRÁNSITO A
LA NUEVA HISTORIA.

“…La historia debe concebirse como una ciencia social…”2

Ante una afirmación tal, relacionada a la clásica visión de la Historia como una
ciencia o de tipo rankeana, es importante notar (sin ahondar en el hecho de que la
misma no califique como ciencia más de lo que sería la antropología o la
sociología) que en un inicio la disciplina histórica estaba plenamente ligada a la
construcción de la narración de la historia del Estado, donde las voces de los
individuos “sin nombre” eran olvidadas al ser poco importantes.

Con esto empieza a suceder que en algún punto la Historia se plantea el objeto de
una construcción positivista ligada a un único sector de la sociedad, que en general
no aportan información realmente útil para conocer la causalidad diacrónica que
han llevado a un grupo en particular a convertirse en quienes son durante el
momento presente. Así es como se desarrolla un planteamiento novedoso que
indica que es la sociedad quienes producen los cambios y no únicamente las figuras
notorias de un período específico, algo completamente revolucionario en su
momento puesto que surge una nueva carrera para interpretar los textos y conocer
la manera en que los mismos contribuyeron a los acontecimientos.

El problema para la Historia era la carencia de elementos teóricos que le


permitieran comprender el funcionamiento de las sociedades del pasado, por lo
cual tuvieron que apropiarse de los productos de las ciencias sociales, estrechando
en alguna manera lazos con ellas. Surge lo que en un momento sería una nueva
visión del objeto de estudio del pasado, ya no como elementos meramente políticos
sino más bien enfocándose en historia económica y social de dichas sociedades.
2
Historia Social/Sociología Histórica, página 4.
Al volver sus esfuerzos en el análisis de elementos económicos del pasado, la
Historia encontró un problema que lo colocó en desventaja frente a una contendora
que poseía herramientas muchísimo más complejas que las propias (principios
matemáticos y lógicos), que daban un matiz mucho más científico natural a sus
planteamientos frente a meras narraciones. Es por lo tanto que en algún momento
la Historia decide alejarse de los estudios económicos y concentrarse en lo social,
mucho menos definido y con ilimitadas posibilidades.

Es así como la Historia Social finalmente consigue un nicho para trabajar, pero que
según Juliá tendrá el claro inconveniente de una falta de base o teoría unificadora,
donde nadie sabe exactamente cual es el criterio que une al objeto de estudio de
esta nueva tendencia de la disciplina más allá de los investigadores que dicen
realizarla. Podemos verlo en palabras del autor con lo siguiente:

“…la teoría social es, por su origen y desarrollo posterior, plural,


multiparadigmática: no ofrece ni puede ofrecer a la historia, ni a ninguna otra
ciencia, un único paradigma ni, por consiguiente, una sola metodología y ni
siquiera un instrumental conceptual listo para ser utilizado como quien lo toma de
un anaquel.”3

La ciencia social lamentablemente (o afortunadamente) no es como las ciencias


naturales en su componente teórico, donde existe una forma única de analizar el
dato, sino más bien encontramos múltiples posturas que ofrecen lecturas
completamente distintas a un mismo tema (fundamental dentro de una visión
postmoderna). Por ello la Historia no tiene la posibilidad de utilizar un modelo
único sino debe elegir el que se identifique más con su usuario (curiosa analogía
con la oferta de productos en un mercado) y su visión. Esto entonces permite que
3
Ídem, página 25
surjan distintas corrientes de interpretación de los textos, donde en algunos casos
no se puede comprender el cambio social (Annales) mientras que en otros si
(Materialismo Histórico) y cada cual desarrollará su propio cuerpo teórico a
medida que va avanzando la disciplina.

Es así que lo indicado anteriormente permite pensar que en el estado actual de la


Historia, la misma ha ido a la par de la antropología en sus diversas
interpretaciones de un mismo hecho (en nuestro caso sea estructuralista,
funcionalista, neoevolucionista, materialista histórico). La única conclusión
evidente en todo esto es que la relación entre ambas “ciencias” pisan el área de
trabajo que usualmente se consideraba “propiedad” de la otra, pudiendo
enriquecerse la una de la otra en una postura postmoderna al ofrecer diversas
narraciones (que hayan sido falseadas) que amplíen el conocimiento de nuestras
disciplinas.

CAPÍTULO II: UNA CIENCIA SOCIAL NO AHISTÓRICA.


Aunque para Santos Juliá y su libro el limita el concepto de ciencia social a la
sociología, es imposible dejar de considerar a la antropología dentro de todo este
análisis dado que es principalmente la disciplina de la que esta surgiendo el análisis
del texto de dicho autor (sin mencionar de la cual poseo un mayor conocimiento).
Es así como han existido diversas fluctuaciones dentro de la utilización del
componente temporal dentro de los análisis de los fenómenos sociales, en algunos
casos siendo un elemento clave (evolucionismo, materialismo histórico) y en otros
considerándosele algo que no merece mucha atención (funcionalismo y
culturalismo). Como realmente lo que nos interesa es la utilización del pasado
dentro de la antropología (y particularmente considero la imposibilidad de realizar
estudios antropológicos atemporales), iniciaremos indicando como la sociología en
cierto momento de su historia, empezó a comprender la necesidad de un análisis
pluricausal del pasado para corroborar sus modelos teóricos que permitan explicar
la sociedad de manera universal.

Es de esta manera que la antropología dentro de este campo particular desarrolla


narrativas (utilizando lo que dice el otro) que contengan comprensiones teóricas de
las estructuras inconscientes de dichas sociedades (cultura) ya desaparecidas,
utilizando la misma metodología que los historiadores pero con análisis distintos.

Realmente es complicado llegar a pensar la posibilidad de emprender una


antropología social que no utilice el pasado como herramienta para comprender a
una sociedad particular (aunque la misma se encuentre en el presente). A pesar de
esto las diferencias entre Antropología Histórica e Historia son cada vez más
claras: por tener objetos de estudio similares no se puede decir que dos disciplinas
realicen lo mismo, puesto que el análisis siempre será único aunque tengan en
ciertos momentos áreas comunes.
CAPÍTULO III: DIVISIÓN DEL TRABAJO.
Para Juliá, la tesis central de Historia Social/Sociología Histórica es que al final
ambas disciplinas no deben buscar la desaparición o asimilación de la otra puesto
que el objeto es realmente amplio como para que una sola se dedique a la tarea de
estudiarlo por si sola, teniendo la posibilidad de retroalimentarse y ofrecerse
aportes mutuos.

Aunque el planteamiento final del autor puede llegar a mostrarse como algo
sumamente conciliador que muestra la posibilidad de que ambas se beneficien de
este tipo de relación, considero de manera personal que es realmente idealista por
los siguientes motivos:

- Si la Historia utiliza componentes teóricos de las ciencias sociales (entre


ellas la antropología), significa que por si misma está realizando alguna forma de
“parasitismo” con las mismas. Es utilizar herramientas de otros para hacer algo que
no se diferencia completamente de la ciencia social que estudia fenómenos del
pasado. Sería más conveniente que dichos investigadores se hayan formado dentro
de una disciplina como la sociología o antropología en todo caso.
- La relación de mutuo beneficio es relativo si es observado desde la óptica
de que el antropólogo no utiliza los análisis del historiador puesto que son en
alguna forma “superficiales” al no abordar el tema de la cultura y su análisis de
manera directa. Por ello el único beneficio que le otorga la Historia a la
Antropología serían las narrativas que desarrollan de acontecimientos pasados
como lo haría un etnógrafo (no entrenado en lo que debe ver); ofreciendo textos
para ser analizados.

Es por esto que aunque no propongo una desaparición de la Historia puesto que
puede ser útil por lo expresado en el segundo argumento (darnos las fuentes
primarias masticadas por así decirlo), no se puede decir que tenga realmente un
beneficio analítico de completa validez que permita ampliar el corpus teórico de la
antropología, ya que ni siquiera con una visión postmoderna de múltiples visiones
de un mismo tema serviría, al no ser de carácter completamente antropológico.

BIBLIOGRAFÍA

Juliá, Santos. 1989. “Historia Social/Sociología Histórica” Siglo Veintiuno


Editores, SA. Madrid.

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