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CASTIGO. UN ANÁLISIS A LA
POTESTAD SANCIONATORIA DE LA
ADMINISTRACIÓN EN EL MARCO
DE NUEVA INSTITUCIONALIDAD
AMBIENTAL
Between redemption and punishment.
An analysis of the Administrative
Punitive Law under the new
environmental institutions
Fernando E. Ochoa Tobar*
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Por otro lado, a las mayores demandas sociales por regulación, también
viene aparejada una necesidad de sanciones para asegurar que la regulación
sea acatada.4
2
Soto (2005) p. 81.
3
Cárcamo (2010) p. 13.
4
Nieto (1994) p. 29.
5
Soto (2005) p. 81.
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Sancionador, puesto que ambos son manifestaciones del ius puniendi propio
del Estado6, decisión que si bien es pragmática, genera dificultades producto
del tratamiento que el legislador da a la materia.
6
Tribunal Constitucional. Ley n° 4.601, rol n° 244 (1996).
7
Rebollo (2010) pp. 50 -5 1.
8
Tribunal Constitucional. Ley n°4.601, rol n°244 (1996); Ley n°18410, rol n°479 (2006) y
Ley n° 18.410, rol n°480 (2006).
9
Nieto (1994) p. 36.
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10
Velásquez (2004) p. 10.
11
Ya en su primer trámite constitucional, el profesor Jorge Bermúdez señaló ante la mencionada
Comisión que entre las funciones que se le entregaban en razón de esta competencia, se
destacan las de fiscalización, competencias interpretativas, de regulación y sancionatoria,
y que estas funciones interpretativas y sancionatorias son justamente funciones propias de
una superintendencia. Vid. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile (2010) p. 171.
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Dentro de los cuales encontramos diversos grupos intermedios tales como Organizaciones
no Gubernamentales (tales como la Fundación Terram, Chile Sustentable, la Fiscalía del
Medio Ambiente, entre otras), Centros de Pensamiento (entre los cuales se contó con la
intervención del Instituto Libertad, Libertad y Desarrollo, el Centro de Estudios Públicos,
etc.), y representantes del comercio, la industria y la producción (entre los cuales
encontramos a la Cámara Chilena de la Construcción, la Confederación de la Producción
y el Comercio, el Consejo Minero, la Sociedad de Fomento Fabril, entre otras), tal y como
quedó constancia en la Historia de la Ley n° 20.417. cfr. Ídem., pp. 99 y ss.
110
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13
Ídem., pp. 174 y 175.
14
Ídem., p. 786.
15
Ídem., p. 172.
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Ídem., p. 708.
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Tribunal Constitucional. Ley n° 18.410, rol n° 244 (1996).
18
Conviene tener presente que el principio de legalidad comprende una vertiente formal
conocida como reserva legal y una material conocida como principio de tipicidad, en
tal sentido, Bueno (2010) p. 114. Desde la perspectiva del Derecho Penal nacional,
Rodríguez (1992) p. 379, sostiene que “la norma constitucional da cabida a todas las
manifestaciones del principio de legalidad, las cuales, siguiendo un criterio tripartito,
pueden resumirse de la siguiente forma: exclusividad (sólo la ley puede obrar como fuente
de delitos y penas), tipicidad (el precepto que crea el delito debe encontrarse redactado
en términos estrictos) e irretroactividad (la ley penal sólo puede aplicarse a hechos que
ocurran después de su entrada en vigencia)”.
19
Tribunal Constitucional. DFL 458, rol n°437 (2005).
20
Rebollo (1991) p. 139.
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La primera de estas denominaciones, sin embargo, es considerada inexacta por la doctrina,
toda vez que sugiere una norma carente de contenido lo que sería inconstitucional, pues
encubriría una deslegalización. Debe tenerse presente que se trata de una colaboración y
no de una sustitución de la ley. Cfr. Nieto (1994) p. 264.
22
La idea de la ley en blanco es perfectamente conocida y admitida por el Derecho Penal, de
donde ha pasado al Derecho Administrativo Sancionador y cuya configuración dogmática
se atribuye a Binding. Vid. Nieto (1994) p. 264 y ss.
Al decir de Van Weezel (2011) p. 117, el tipo penal en blanco surge cuando la definición
de alguno de los elementos del contexto en que se sitúa la conducta que se sanciona
queda entregada a un precepto distinto (o a varios preceptos distintos) del que menciona
la conducta.
Entre nosotros, la existencia de estas leyes penales en blanco se debe, entre otras razones
como afirma Rodríguez (1992) pp. 384 y 385. a que “el texto definitivo de la disposición,
que figura en art. 19 n°3, inc. 8 de la Constitución actual, eliminó la exigencia de que
las conductas se hallaran ‘completamente’ descritas en el tipo respectivo. La diferencia,
aunque sutil, reviste extraordinaria importancia, pues la supresión de aquel adverbio
implica un claro reconocimiento de que las leyes penales preceptivas pueden ser
complementadas por una disposición diversa”.
Una perspectiva diferente sustenta Aróstica (1987) p. 79, para quien “al igual que lo que
sucede en la esfera criminal, problema mas arduo es hacer frente a las ‘leyes penales
en blanco’, esto es aquellas en que ha sido el mismo legislador el que se remite a un
reglamento para fijar o complementar el supuesto de la infracción. Si se admite que el
inciso final del art. 19 n° 3 CP ha tenido la virtud de acabar con estas leyes, exigiendo que
ellas se basten a sí mismas en la configuración del hecho punible, del mismo modo, la
integración de las leyes que nos ocupan por medio de simples reglamentos debe tenerse
como posibilidad proscrita en nuestro ordenamiento jurídico” (sic).
Para Fernández (2006) pp. 203 y 204, “es menester distinguir el principio de legalidad del
de tipicidad que, conectados entre sí, son distintos y operan con diferente intensidad, ya
que el poder constituyente originario –en una interpretación que debe ser abandonada–
flexibilizó el segundo de ellos, en materia sancionadora, pero no el primero. Por ello,
en ese ámbito, no resulta admisible la potestad reglamentaria de ejecución y menos
todavía su homónima autónoma. Sin embargo, si se admiten las leyes penales en blanco
impropias, entonces, la revisión de constitucionalidad debe alcanzar tanto a la ley como al
reglamento que la complementa, sin que el juez –sea ordinario, especial o constitucional–
pueda solo revisar el apego de alguno de esos preceptos a la Carta Fundamental y no del
otro, pues en ambas se contiene la descripción de la conducta que se reputa antijurídica”.
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23
Nieto (1994) p. 266.
24
Ídem., p. 267.
25
Vergara (2004) p. 310.
Extendiendo la crítica formulada por Vergara Blanco, Navarro (2005) p. 128, estima
que “no es lícito que la autoridad administrativa pueda ‘crear’ por sí y ante sí sanciones
administrativas al margen de las autorizadas legalmente. Por ello, ni siquiera es posible
aplicar sanciones a través de la analogía, como tampoco de la potestad reglamentaria”. Sin
perjuicio de la posición reseñada, otros autores estiman que la colaboración reglamentaria
no supone, realmente, una excepción a la reserva de ley, sino una modalidad de su
ejercicio, en tal sentido Vid. Nieto (1994) p. 264.
Tratándose de las leyes penales en blanco, el Tribunal Constitucional parece reconocer
tres especies diversas de tipos penales en blanco: a) las leyes penales en blanco impropias
o ‘normas de reenvío’, que describen claramente la conducta punible y remiten a
otra norma rango legal; b) las leyes en blanco propias, que se caracterizan porque el
complemento descriptivo de la conducta se encuentra en una norma infralegal, o bien
porque aun remitiéndose a una norma legal, la descripción de la conducta resulta genérica,
imprecisa o parcial; y, c) las leyes penales en blanco abiertas, donde la descripción de la
conducta punible queda ampliamente entregada al juez. Sobre la base de esta distinción,
la magistratura constitucional ha establecido que únicamente están permitidas dos clases
de leyes (tipos) penales en blanco: las leyes penales en blanco propias, y las leyes penales
que no se remiten a otra ley, pero que reúnen dos requisitos copulativos: (1) describen el
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Tribunal Constitucional. Ley n°18.410, rol n°479 (2006) y Ley n° 18.410, rol n°480 (2006).
Sobre este último fallo, Fernández (2006) p.203, afirma que “siendo acertado sostener que
el Derecho Administrativo Sancionador se encuentra sujeto al principio de legalidad y
que, más aún, a él se aplican los principios y reglas que la Constitución ha contemplado,
en materia penal, en su artículo 19° N° 3, el Rol N° 480, aunque manteniendo la
jurisprudencia y lo sostenido por la doctrina, flexibiliza aquel principio, así como también
el de tipicidad, admitiendo las leyes penales en blanco propias e impropias. Unas y otras,
sin embargo, resultan inconstitucionales, pues lesionan la seguridad jurídica, en el primer
caso, y el principio de legalidad, precisamente, tratándose de las impropias”.
28
Tribunal Constitucional. Ley n°18.410, rol n° 479 (2006).
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Tribunal Constitucional. Ley n° 18.410, rol n°480 (2006).
30
Vergara (2004) p. 324.
31
Alarcón (2010) p. 359.
32
El registro de sanciones y la denuncia de órganos sectoriales del art. 47 también
contribuyen a este fin.
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Generalmente, esta faceta no es tratada por la doctrina nacional fuera del Derecho
Penal, rama en la cual además de tener consagración expresa en el art. 63 del Código
Penal a logrado un importante grado de vigencia, llevando incluso a la derogación de
disposiciones de dicha codificación
34
Alarcón (2010) p. 368, Abogacía General del Estado (2009) vol. I, p. 330.
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35
En este sentido, adquiere trascendencia la suspensión del procedimiento sancionatorio
para el caso que se presente un programa de cumplimiento aprobado por la
Superintendencia, entendiéndose por tal el plan de acciones y metas presentado por el
infractor, para que dentro de un plazo fijado por la Superintendencia, los responsables
cumplan satisfactoriamente con la normativa ambiental que se indique (art. 42).
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Al decir de Román (2009) p. 200 que este principio consiste en que la imposición de
una sanción administrativa sea siempre el resultado de un procedimiento idóneo seguido
por un organismo administrativo, El mismo autor cita a propósito de este principio la
sentencia del Tribunal Constitucional. Código Orgánico de Tribunales, rol n° 747 (2007).
37
Román (2009) p. 199.
38
Ello ocurrirá si el órgano toma conocimiento de los informes expedidos por los organismos
y servicios con competencia en materia de fiscalización ambiental, los que deberán
contener en especial la descripción de las inspecciones, mediciones y análisis efectuados
así como sugerir las medidas provisionales que sean pertinentes decretar (art. 47 inc. 2).
39
Con la figura del instructor se buscaba superar la crítica de falta de imparcialidad al
reunirse en la Superintendencia los roles de juez y parte.
40
Estos cargos deberán contener, según el art. 49 inc. 3, la descripción precisa y clara de
los hechos que se estiman constitutivos de la infracción y la fecha de su verificación, la
norma, medidas o condiciones eventualmente infringidas, la disposición que establece la
infracción y la sanción asignada.
41
Tribunal Constitucional. DFL 458, rol n° 437 (2005) y Orgánica Constitucional sobre
sistema de inscripciones y registro electoral, rol n° 38 (1986).
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Una vez emitido este dictamen, el instructor debe elevar los anteceden-
tes al Superintendente, quien resolverá en el plazo de 10 días. Para ello debe-
rá dictar una resolución fundada en la cual absolverá al infractor o le aplicará
una sanción44, sin perjuicio de lo cual, siempre podrá ordenar la realización
de nuevas diligencias o la corrección de vicios de procedimiento (art. 54).
En todo caso ninguna persona puede ser sancionada por hechos que
no hubieran sido materia de cargos (art. 54 inc. final). Debe entonces existir
congruencia entre los cargos que se formulan y hechos que se sancionan, lo
cual cautela nuevamente el derecho a una debida defensa jurídica, al permi-
tir conocer de que se es imputado y no ser sancionado por otros cargos que
aquellos que ha podido defenderse.
42
Debe tenerse presente que según el art. 51 inc. 1, los hechos investigados y las
responsabilidades de los infractores podrán acreditarse mediante cualquier medio de
prueba admisible en derecho, los que se apreciarán conforme a las reglas de la sana
crítica.
43
Dicho dictamen deberá contener: la individualización del o de los infractores, la relación
de los hechos investigados y la forma como se ha llegado a comprobarlos, y la proposición
al Superintendente de las sanciones que estimare procedente aplicar o de la absolución
de uno o más de los infractores (art. 53).
44
Se agrega además que las resoluciones que impongan multas serán siempre reclamables
y aquéllas no serán exigibles mientras no esté vencido el plazo para interponer la
reclamación, o ésta no haya sido resuelta (art. 56 inc. 2°).
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Debe tenerse presente en este punto, que cuando la Superintendencia aplique las
sanciones de clausura temporal o definitiva y de revocación de la resolución de
calificación ambiental, la resolución que las contenga deberá siempre ser elevada en
consulta al Tribunal Ambiental (art. 57).
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Informe proyecto de Ley 34-2011, Oficio n°130, 5 agosto 2011. Disponible en el sitio
web del Senado <http://www.senado.cl/appsenado/index.php?mo=tramitacion&ac=getD
octo&iddocto=16394&tipodoc=ofic>,fecha de consulta: 23 septiembre 2011.
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Por otro lado, se sostuvo que las sucesivas modificaciones han excluido
totalmente a la Corte Suprema del proceso de designación de quienes se des-
empeñarán como jueces, perdiéndose por lo mismo la tuición de este Tribunal
en lo que a nombramientos se refiere y que tradicional e históricamente le ha
correspondido cuando a magistrados se refiere.48 Sobre el particular, el art. 2°
atribuye al Presidente de la República, con acuerdo del Senado, el nombra-
miento de cada uno de los tres ministros y dos suplentes que integran cada
Tribunal Ambiental a partir de una nómina de cinco personas que elaborará
la Corte Suprema previo concurso público.
47
Informe proyecto de Ley 39-2010, Oficio n°133, 10 de septiembre de 2010. Disponible
en el sitio web del Senado <http://www.senado.cl/appsenado/index.php?mo=tramitacion
&ac=getDocto&iddocto=15343&tipodoc=ofic>, fecha de consulta: 23 septiembre 2011.
48
Informe de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia recaído en el proyecto de
Ley que crea el Tribunal Ambiental, Disponible en el sitio web del Senado, <http://www.
senado.cl/appsenado/index.php?mo=tramitacion&ac=getDocto&iddocto=14299&tipodo
c=info>, fecha consulta: 23 septiembre 2011, p. 3.
126
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49
Ídem., p. 14.
50
Ídem., p. 16.
51
Ídem., pp. 20 y 21.
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Otra opción sería entender que la función de este ministro dentro del
contencioso ambiental es ejercer un control de mérito –circunstancia que
si justifica un pronunciamiento y examen de naturaleza técnica– respecto a
la resolución que impone sanciones, sin embargo, esto sigue careciendo de
justificación si se considera que, tal como lo establece el inc. 1° del art. 56 de
la normativa orgánica de la Superintendencia del Medio Ambiente que crea
el art. 2° de la Ley n°20.417, el reclamo de ilegalidad ambiental busca una
revisión de la juridicidad del acto cuestionado, no de mérito.
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sólo que con mayores trabas, pues el plazo para recurrir de protección no se
suspende por la interposición de recursos administrativos. Al mismo tiempo
que se privaría a los administrados de otros recursos jurisdiccionales sectoria-
les contemplados en leyes especiales, pues el procedimiento ambiental tiene
prevalencia por sobre las reclamaciones de la legislación sectorial en virtud
del art. 59.
Pese a todos estos esfuerzos, parece ser que muchas de las deficiencias
del Derecho Administrativo Sancionador Chileno se han traspasado a la nue-
va Institucionalidad Ambiental, pero con importantes atenuaciones, producto
de un procedimiento administrativo sancionatorio más pormenorizado que
otros vigentes en nuestro ordenamiento jurídico –con garantías procedimen-
tales incorporadas– y la expectativa de una instancia jurisdiccional especia-
lizada de revisión.
Bibliografía Citada
130
Ars Boni et Aequi (año 8 no1): pp. 105 - 134
Rebollo Puig, Manuel (1991): “Juridicidad, legalidad y reserva de ley como lí-
mites a la potestad reglamentaria del gobierno”, Revista de Administración
Pública (n°125) pp. 7 - 168.
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Ochoa Tobar, Fernando E. (2012): "ENTRE LA REDENCIÓN Y EL CASTIGO. UN ANÁLI-
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INSTITUCIONALIDAD AMBIENTAL"
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Ars Boni et Aequi (año 8 no1): pp. 105 - 134
Ley n° 19.300 sobre bases generales del Medio Ambiente. Diario Oficial, 9
de marzo de 1994.
Jurisprudencia CITADA
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