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PLAN LECTOR INSTITUCIÓN EDUCATIVA Nº 88400 “JESÚS DE NAZARETH”

LA ESCUELA
“Sí, querido Enrique; el estudio es duro para ti, como dice tu madre: no te veo ir a la
escuela con aquel ánimo resuelto y la cara sonriente que yo querría. Tú eres algo
terco, pero escúchame: piensa un poco y considera qué despreciables y estériles
serían tus días si no fueses a la escuela. De rodillas y con las manos juntas pedirías
al cabo de una semana volver a ella, consumido por el hastío y la vergüenza, cansado
de tu existencia y de tus juegos. Todos, todos estudian, Enrique mío. Piensa en los
obreros que van a la escuela por la noche, después de haber trabajado todo el día;
en las mujeres, en las muchachas del pueblo que van a ala escuela los domingos
después de haber trabajado toda la semana; en los soldados que echan mano de
libros y cuadernos cuando vienen rendidos de los ejercicios militares; piensa en los
niños mudos y ciegos que, sin embargo, estudian; y hasta en los presos, que también
aprenden a leer y escribir. Y de mañana, cuando sales, recuerda que a la misma hora,
en la misma ciudad, otros treinta mil niños se encaminan como tú hacia la escuela.
¡Pero qué más! Piensa en los innumerables niños que, se puede decir que a todas
horas, van a la escuela en todos los países; míralos con la imaginación cómo van por
las callejuelas solitarias de la aldea, por las concurridas calles de la ciudad, por las
orillas de los mares y de los lagos; ya bajo un sol ardiente, ya a través de la niebla;
embarcados, en los países cortados por canales; a caballo, por las grandes llanuras;
con zuecos sobre la nieve; por valles y colinas, cruzando bosques y torrentes; por los
senderos solitarios de las montañas, solos, por
parejas, en grupos, en largas filas, todos con los
libros debajo del brazo; vestidos de mil modos,
hablando miles de lenguas; desde las más
remotas escuelas de Rusia, casi perdidas entre
los hielos hasta las últimas de Arabia, a la
sombra de las palmeras, millones y millones de
seres que van a aprender, en mil formas
diversas, las mismas cosas. Imagina este
vastísimo hormiguero de niños de mil pueblos,
este inmenso movimiento, del cual formas parte,
y piensa que si este movimiento cesase la
humanidad caería en la barbarie. Este
movimiento es el progreso, la esperanza, la gloria del mundo.
Valor, pues, pequeño soldado del inmenso ejército. Tus libros son tus armas; tu clase
es tu escuadra; el campo de batalla, la tierra entera; y la victoria, la civilización
humana. ¡No seas un soldado cobarde, Enrique mío!. -Tu padre"
EDMUNDO DE AMICIS
PLAN LECTOR INSTITUCIÓN EDUCATIVA Nº 88400 “JESÚS DE NAZARETH”

COMPRENDO LO QUE LEO


NOMBRE:______________________________________________________________________
GRADO/SECCIÓN: 5º “B” FECHA: _______/______/______
MANOS A LA OBRA

I. Después de leer atentamente, completa las palabras que faltan en estas oraciones:

a. Piensa en los obreros que van a ______________ de ______________.


b. Los soldados que ______________ manos de libros y cuadernos ______________ vienen
rendidos de sus ______________.

II. Responde:
a. ¿Cómo fue tu primer día de clase en la escuela?
_______________________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________________________
b. ¿Qué opinas de las personas que vencen todos los obstáculos y asisten a la
escuela?
_______________________________________________________________________________________
__________________________________________________________________________________________
c. ¿Qué ocurriría si no existiesen escuelas?
_______________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________
d. ¿Cómo es el estudio para ti? ¿Por qué?
_______________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________
e. ¿Qué consejos rescatas de esta narración? Menciona 3
_______________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________
III. Escribe un acróstico con la palabra:
PLAN LECTOR INSTITUCIÓN EDUCATIVA Nº 88400 “JESÚS DE NAZARETH”

AMIGOS
Hace tiempo, al estar en mi casa, siendo como las
11:00 de la noche, recibí la llamada telefónica de
un muy buen amigo mío. Me dio mucho gusto su
llamada y lo primero que me preguntó fue: -
“¿cómo estás?” Y sin saber por qué, le contesté:
"solísimo".
-¿Quieres que charlemos? Le respondí que sí, y
me dijo: -¿quieres que vaya a tu casa? Y respondí
que sí. Colgó el teléfono y en menos de quince minutos él ya estaba tocando a mi
puerta.

Yo empecé y hablé horas y horas. Hablé de todo: de mi trabajo, de mi familia, de mi


novia, de mis deudas..., y él, atento siempre, me escuchó. Se nos hizo de día. Yo estaba
totalmente cansado. Me había hecho mucho bien su compañía y sobre todo que me
escuchara y que me apoyara y me hiciera ver mis errores.
Me sentía muy a gusto, y cuando él notó que yo ya me encontraba mejor, me dijo:
“Bueno, pues me retiro; tengo que ir a trabajar.”
Yo me sorprendí y le dije: -“Pero por qué no me habías dicho que tenías que ir a
trabajar; mira la hora que es, no dormiste nada, te quité tu tiempo toda la noche”. Él
sonrió y me dijo: - “no hay problema, para eso estamos los amigos”. Yo me sentía
cada vez más feliz y orgulloso de tener un amigo así.

Lo acompañé a la puerta de mi casa... y cuando él caminaba hacia su automóvil, le


grité desde lejos: -“Oye amigo, y a todo esto, ¿por qué llamaste anoche tan tarde?”.
Él regresó y me dijo en voz baja… -“Es que te quería dar una noticia...” -y le pregunté:
-¿qué pasó? Y me dijo: “Fui al doctor y me dice que mis días están contados; tengo
un tumor cerebral, no se puede operar, y solo me queda esperar...”
Yo me quedé mudo... Él me sonrió y me dijo: -“Que tengas un buen día, amigo...” Se
dio la vuelta y se fue...

Pasó un buen rato hasta que asimilé la situación, y me pregunté una y otra vez, por
qué cuando él me preguntó ¿cómo estás?, yo me olvidé de él y sólo hablé de mí. Cómo
tuvo la fuerza de sonreírme, de darme ánimos, de decirme todo lo que me dijo,
estando él en esa situación?... esto es increíble…

Desde entonces mi vida ha cambiado. Suelo ser más crítico con mis problemas y
suelo disfrutar más de las cosas buenas de la vida.
Ahora aprovecho más el tiempo con la gente que quiero... por ejemplo él... todavía
vive y procuro disfrutar más el tiempo con él y hablamos. Sigo disfrutando de mi
amigo: de sus chistes, de su locura, de su seriedad, de su sabiduría, de su temple,...
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Comprueba si has comprendido sobre el texto: LOS AMIGOS

NOMBRE: _____________________________________________________________________
GRADO/SECCIÓN: 5º “B” FECHA: ……………………..

1.- ¿Quiénes son los personajes?


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2.- El autor del texto, ¿cómo se sintió al recibir la llamada de teléfono?
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3.- ¿Cómo estaba el autor antes de recibir la visita?
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4.- ¿Dónde fue el amigo después de la visita?
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5.- ¿Cómo eran los problemas del autor comparados con los del amigo?
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6.- ¿Cómo se quedó el autor cuando el amigo le hizo su confidencia?
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7.- ¿De qué forma ha cambiado el autor a partir de la visita?
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8. ¿qué mensaje nos deja la lectura?
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LA PIEDRA EN EL CAMINO

Había una vez un hombre muy rico que habitaba un gran castillo, cerca
de una aldea. Quería mucho a sus vecinos pobres y siempre estaba ideando
medios de protegerlos, ayudarlos y mejorar su condición. Plantaba árboles,
hacía obras de importancia, organizaba y pagaba fiestas populares. Junto al
árbol de navidad que preparaba para sus hijos, siempre hacía colocar otros
con regalos para los niños de la vecindad.
Pero aquella pobre gente no amaba el trabajo, y esto les hacía ser
esclavos de la miseria.
Un día el dueño del castillo se levantó muy temprano, colocó una gran
piedra en el camino de la aldea y se escondió cerca del lugar para ver lo que
ocurría al pasar la gente.
Poco después pasó por allí un hombre con una vaca. Gruñó al ver la
piedra, pero no la tocó. Prefirió dar un rodeo y siguió después su camino. Pasó
otro hombre tras el primero e hizo lo mismo. Después siguieron otros y otros.
Todos mostraban disgusto al ver el obstáculo. Algunos tropezaban con él,
pero ninguno la removía.
Por fin, cerca ya del anochecer, pasó por allí un muchacho, hijo del
molinero. Era trabajador y estaba cansado a causa de las faenas de todo el día.
Al ver la piedra, dijo para sí:
La noche va a ser oscura y algún vecino se va a lastimar contra esta
piedra. Mejor la retiro de aquí.
Y en seguida empezó a trabajar para quitarla. Pesaba mucho; pero el
muchacho empujó, jaló y se las ingenió para irla rodando hasta que logró
retirarla de en medio. Entonces vio con sorpresa que debajo de la gran piedra
había un saco lleno de monedas de oro. Dentro del saco, había un letrero que
decía. "Este oro es para el que quite la piedra"
El muchacho se fue contentísimo con su tesoro. El hombre rico volvió
también a su castillo, gozoso de haber encontrado un hombre de provecho
que no huía de los trabajos difíciles.
Anónimo
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COMPRENDEMOS LA LECTURA
I. Consulta el significado y construye una oración con cada palabra:

Aldea:
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Gruñir:
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Molinero:
………………………………………………………………………………………………
Faena:
……………………………………………………………………………………………………….
Gozoso:
…………………………………………………………………………………………………
Rodeo:
………………………………………………………………………………………………….

I. Responde:
• ¿Cuál es el escenario donde ocurren los hechos?
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• Según la lectura, ¿por qué en el pueblo había pobreza?
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• Menciona a los personajes del cuento y explica cómo era cada uno de
ellos.
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• ¿Cuál es la enseñanza que transmite la lectura?
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III. Realiza un dibujo de la lectura
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EL TORITO DE PIEL BRILLANTE

Éste era un matrimonio joven. Vivían en una comunidad. El hombre tenía una
vaquita, una sola vaquita. La alimentaban dándole toda clase de comidas,
gachas de harina o restos de jora. La criaban en la puerta de la cocina. Nunca
la llevaron fuera de casa y no se cruzó con macho alguno.
Sin embargo, de repente apareció preñada. Y parió un becerrito color marfil,
de piel brillante.
Apenas cayó al suelo mugió enérgicamente.
El becerrito aprendió a seguir a su dueño, como un perro iba tras él por todas
partes.
Y ninguno solía caminar solo, ambos estaban juntos siempre.
El becerro olvidaba a su madre; solo iba donde ella para mamar. Apenas el
hombre salía de casa el becerro lo seguía.
Cierto día el hombre fue a la orilla de un lago a cortar leña. El becerro lo
acompañó. El hombre se puso a recoger leña en una ladera próxima al lago,
hizo su carga, se la echó al hombro y luego se dirigió a su casa. No se acordó
de llamar al torito. Este se quedó en la orilla del lago comiendo la totora que
crecía en la playa.
Cuando estaba arrancando la totora, salió un toro negro, viejo y alto, del fondo
del agua.
Estaba encantado; era el Demonio que tomaba esta figura. Entre ambos
concertaron una pelea. El toro negro dijo al becerro:
–Ahora mismo tienes que luchar conmigo. Tenemos que saber cuál de los dos
tiene más poder. Si tú me vences, te salvarás; si te venzo yo, te arrastraré al
fondo del lago.
–Hoy no –contestó el torito –Espera que pida licencia a mi dueño; que me
despida de él.
Mañana lucharemos.
–Bien –dijo el toro viejo –Saldré al mediodía. Si no te encuentro a esa hora, iré
a buscarte en una litera de fuego, y te arrastraré a ti y a tu dueño.
–Está bien. A la salida del sol apareceré por estos montes, contestó el torito.
Así fue como se concertó la apuesta, solemnemente.
Cuando el hombre llegó a su casa, su mujer le preguntó:
– ¿Dónde está nuestro becerrito?
Sólo entonces el dueño se dio cuenta de que el torito no había vuelto con él. Y
dijo:
– ¿Dónde estará?
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Salió de la casa a buscarlo por el camino del lago. Lo encontró en la montaña.


Venía mugiendo de instante en instante.
– ¿Qué fue lo que hiciste? ¡Tú dueña me ha reprendido por tu culpa! Debiste
regresar inmediatamente – le dijo el hombre muy enojado.
El torito contestó:
– ¡Ay! ¿Por qué me llevaste, dueño mío? ¡No sé qué ha de sucederme!
– ¿Qué es lo que ha ocurrido? ¿Qué puede sucederte?–preguntó el hombre.
–Hasta hoy nomás hemos caminado juntos, dueño mío. Nuestro camino
común se ha de acabar.
– ¿Por qué? ¿Por qué causa? – volvió a preguntarle.
–Me he encontrado con el poderoso, con mi gran señor. Mañana tengo que ir
a luchar con él. Mis fuerzas no pueden alcanzar sus fuerzas.
– ¡Ya no volveré! Me ha de hundir en el lago –dijo el torito.
Al oír esto, el hombre lloró. Y cuando llegaron a la casa, lloraron ambos el
hombre y la mujer.
– ¡Ay, mi torito! ¡Ay, mi criatura!, ¿Con qué vida, con qué alma nos has a dejar?
Y de tanto llorar se quedaron dormidos.
Y así, muy al amanecer aún quedaban sombras, muchas sombras, cuando aún
no había luz de aurora, se levantó el torito y se dirigió a la puerta de la casa de
sus dueños y les hablo así:
–Ya me voy, quédense, pues, juntos.
– ¡No, no! ¡Note vayas!–le contestaron llorando –aunque venga tu señor, tu
encanto, nosotros le destrozaremos los cuernos.
–No podréis–contestó el torito.
- Si; hemos de poder. ¡Espera! Pero el torito salió hacia la montaña.
Subirás a la cumbre, y muy a ocultas, me verás desde allí - dijo.

El hombre corrió, le dio alcance y se colgó de su cuello. Lo abrazó


fuertemente. - ¡No puedo, no puedo quedarme!-le decía el torito.
-¡Iremos juntos!
- No, mi dueño. Sería peor, ¡me vencería! Quizá yo solo, de algún modo,
pueda salvarme.
- ¿Y cómo ha de ser mi vida si tú te vas? - decía y lloraba el dueño.
En ese instante el sol salía, ascendía en el cielo.
- Juntos viviréis, y os ayudaréis, mi dueño. No me atajes más, mira, el sol ya
está subiendo. Anda a la cumbre, y mírame desde allí. Nada más - rogó el
torito.
- Entonces ya no hay nada que hacer - dijo el hombre: y se quedó en el
camino. El torito se marchó. El dueño subió al cerro y llegó a la cumbre. Allí
se tendió; oculto en la paja miró al lago. El torito llegó a la rivera; empezó a
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mugir poderosamente; escarbaba el suelo y echaba el polvo al aire. Así


estuvo largo rato, mugiendo y aventando tierra; solo, muy blanco, en la gran
playa.
Y el agua del lago empezó a moverse; se agitaba de un extremo a otro; hasta
que salió de su fondo un toro negro, grande y alto como las rocas.
Escarbando la tierra, aventando polvo, se acercó hacia el torito blanco.
Se encontraron y empezó la lucha.
Era el medio día y seguían peleando.
Ya arriba, ya abajo, ya hacia el cerro, ya hacia el agua, el torito luchaba; su
cuerno blanco se agitaba en la playa. Pero el toro negro lo empujaba, poco a
poco, hacia el agua. Y, al fin le hizo llegar hasta el borde del lago, y de un gran
astazo lo arrojó al fondo, entonces el toro negro, el Poderoso, dio un salto y se
hundió tras su adversario. Ambos se perdieron en el agua. El hombre lloró a
gritos; bramando como un toro descendió la montaña; entro en su casa y cayó
desvanecido.
La mujer lloraba sin consuelo.
Hombre y mujer criaron a la vaca, a la madre del becerrito blanco, con grandes
cuidados, amándola mucho, con la esperanza de que pariera un torito igual al
que perdieron. Pero transcurrieron los años y la vaca permaneció estéril. Y
así, los dueños pasaron el resto de vida en la tristeza y el llanto.
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José María Arguedas

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