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Los mitos tienen por lo general un origen oral y tradicional, herencia de las épocas
primarias de las culturas, en las que era necesaria la construcción de un relato y
un imaginario narrativo para “explicar” el origen de las cosas o ciertos códigos de
conducta. Precisamente por ello, los mitos varían enormemente en su transmisión
a lo largo de las generaciones y por lo general existen distintas versiones de un
mismo mito.
El cuento puede ser relatado tanto de manera oral como escrita, aunque en sus
inicios era común hacer de forma oral. Asimismo, en el cuento se estampan
hechos reales y fantásticos con poco personajes que participan en acto central del
mismo.
La Real Academia Española por su parte señala que la palabra cuento puede ser
un relato indiscreto de un acto, puede ser un suceso falso o un engaño. Por
ejemplo, “Luis vino con el cuento de que no salió anoche”.
LA LEYENDA
Las leyendas relatan hechos sucedidos en un tiempo y lugar imprecisos, donde las
acciones tienen un carácter tradicional y se mezclan sucesos relacionados con la
patria, héroes populares, criaturas imaginarias, y ánimas. Con esta variada
temática no es extraño que los relatos hayan mutado a medida que se transmitían
de forma oral. Cada oyente que luego repite los relatos lo hace de manera propia
con sus propios recursos narrativos, agregando o quitando secciones y
profundizando descripciones.
Las leyendas son ricos recursos para el análisis de los pueblos, ya que en éstas
los expertos pueden ver de qué manera el pueblo percibe al entorno, su
religiosidad y su identidad.
LA FABULA Y MORALEJA
Se diferencian de los apólogos en que éstos son más generales y en ellos pueden
intervenir además hombres y personajes tanto animados como inanimados.
Pueden estar escritas en prosa o verso. En el Index motifs, catálogo de motivos de
relatos folclóricos de Antti Aarne y Stith Thomson (Aarne-Thompson), figura
clasificado como “cuentos de animales”.
Las fábulas y los apólogos fueron utilizados desde la Antigüedad grecorromana
por los esclavos pedagogos para enseñar conducta ética a los niños que
educaban. La moral educida de estos ejemplos era la del Paganismo: es imposible
cambiar la condición natural de las cosas, incluida la condición humana y el
carácter de las personas; el Cristianismo sustituyó esta concepción del mundo por
otra que presuponía en el hombre la posibilidad de cambiar su naturaleza.
Esopo y Babrio, entre los autores de expresión griega, y Fedro entre los romanos,
han sido los autores más célebres de fábulas y han servido de ejemplo a los
demás. En la Edad Media circularon por Europa numerosas colecciones de
fábulas pertenecientes a otra tradición autónoma, de origen indio (Hitopadesa,
Pancatantra), difundidas a través de traducciones árabes o judaicas españolas o
sicilianas. Muchas de ellas fueron a pasar a libros de ejemplos para sermones. El
más famoso fue sin duda la Disciplina clericalis del judío converso español Pedro
Alfonso, entre otros muchos. Durante el Renacimiento recibieron el interés de los
humanistas; Leonardo da Vinci, por ejemplo, compuso un libro de fábulas. Con la
revitalización de la Antigüedad clásica en el siglo XVIII empezaron a escribirse
fábulas; destacaron en esta labor los franceses Jean de La Fontaine y Jean Pierre
Claris de Florian, los españoles Tomás de Iriarte y Félix María Samaniego, los
ingleses John Gay y el alemán Gotthold Ephraim Lessing.
EL APOLOGO
Origen de la epopeya
Este poema épico fue inicialmente creado para moldear y brindar entretenimiento
a una sociedad en la que los guerreros y sacerdotes eran las mayores
representaciones de poder. Debido a esto, gran parte de los relatos se basan en
hazañas maravillosas que realizaban héroes, casi dioses o de sus encuentros con
divinidades.
Tipos de epopeya
Cada región del planeta posee sus costumbres y tradiciones, por lo cual es lógico
que la cultura afecte la narrativa de sus obras. Existen diversos tipos de epopeya y
se pueden clasificar según sus orígenes. Las más destacadas se describen a
continuación.
La Época Colonial, que abarcó de los siglos xvi al xix hizo una evolución histórica
trayendo consigo grandes escritores del habla castellana, fuertmente influenciados
por la Iglesia Católica, que dejaron una cultura escrita literaria sesgada hacia un
embellecimiento de la presencia española en las tierras guatemaltecas. Por
ejemplo, de esta época data la Recordación Florida de Francisco Antonio de
Fuentes y Guzmán6 la cual es un relato histórico escrito en 1690 en donde ya se
embellecen los hechos relacionados con la conquista española del xvi, y la
Rusticatio mexicana del poeta jesuita Rafael Landívar, que se refiere a los
destrozos provocados en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala
por los terremotos de 1751.7 Ambos personajes pertencían a las familias criollas
más solventes de su época.