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Ensayo de Reflexión

Adolfo Rosas

si blando al riguroso
volviste, bien podrás volver sereno
un corazón de nubes rodeado.

La tarea de sistematizar una ​teleología social de la literatura resulta no menos pudorosa que
la de sistematizar los mecanismos de la propia sensibilidad. En lo personal, e íntimamente,
las preguntas en apariencia básicas sobre las propias elecciones y posturas respecto a la
literatura (y el arte) han sido respondidas con silencio. Un silencio militante, por cierto, que
grita: aquello que no debe ser nombrado no será nombrado. He querido, durante la mayor
parte de mi vida intelectual consciente, acercarme al fenómeno artístico sin realmente tocarlo.
Pienso, la gota de rocío sólo puede serlo, en toda su extensión, sin que mi ojo ni mi mano la
alcancen. De las interrogantes fundamentales sobre las causas finales de la literatura he
erguido un sistema propio: silencioso, íntimo, pequeño. Una pagoda transparente y secreta;
muda. Por las armas de la inteligibilidad he pasado solo los simulacros del rostro de mármol:
he entregado a la máquina lógica, razonable, productiva, moderna y ajena las migajas de mi
sensibilidad. De las preguntas fundamentales erguí una fortaleza.
Y sin embargo las preguntas permanecen. Trepidantes, permanecen; qué, por qué, cómo. Y
vibran una sobre otra y enlazadas todas en el espacio vacío del silencio. Ruge de dolor el
esqueleto de mi liturgia personal... qué, por qué, cómo. Entonces, se hace urgente aventurarse
y concretar objetos y motivos: un qué, un porqué y un cómo que aterricen la propia
valoración del arte, más allá (o más acá) de fenómeno sublime, en un espacio cultural y social
dinámico. Conviene, para este objetivo, ceder e intentar sistematizar aquello que se concibió
silencioso, y comenzar, como es natural, por el principio.
Quizás distante de la definición formal y aceptada de literatura1, personalmente concibo la
literatura como un proceso productivo adscrito al arte y a la ciencia en su doble función de
conocer y dar a conocer. El estudio de la sinergia particular del fenómeno literario como
disciplina humanística es de interés intelectual y es casi una búsqueda personal por un

1
Véase definición de literatura en DIccionario de la Lengua Española disponible en
https://dle.rae.es/?id=NR70JFl
sentido, lo que significó considerar una educación universitaria al rescpecto. El conocimiento
de la forma y el fondo de la nube espesa del fenómeno literario fue la expectativa; un flujo
inagotable de momentos solitarios, reflexión y más silencio fue lo que encontré.
Estos aspectos, propios de un trabajo solitario e individual (tan solitaria e individual como
puede ser una actividad crítica), encuentran un correlato material, histórico y social
precisamente en la urgencia, que de toda actividad sensible nace, por alcanzar a un ​otro​.
Si bien al inicio de este trabajo se exploró el carácter silencioso, solitario y eminentemente
sublime de la literatura y su universo circundante, cabe apuntar que es improbable un
fenómeno como el literario sin la existencia de una comunidad. Mucho se ha escrito respecto
a esta comunidad, que no solo en lo abstracto funciona y se mueve de acuerdo a las dinámicas
propias, las cuales son siempre culturales y autorreflexivas, y no es más que parte del
universo circundante al fenómeno literario. Aquí quiero hablar de la imposibilidad de la
literatura sin, por ejemplo, lectores, editores, gestores. La materialidad del libro debe ser
gestada y es aquí que, según mi particular apreciación, se alcanza inexorablemente al ​otro;​ no
un ajeno, no un enemigo, un némesis. No es solo la mano que escribe el poema la mano que
alcanzo, es la mano de corta el papel, pega el lomo, alza las cajas, apila las montañas de
papel. Es banal el ejercicio de visitar un hogar impropio, husmear los títulos en la estantería
ajena y hojear los que nos parecen interesantes, conocidos o anhelados. Comentar nuestro
interés o anhelo al dueño de los libro y conseguir que al menos uno vuelva con nosotros. Eso
es comunidad literaria: ambas manos (la dadidativa y la receptora) forman un puente entre
mundos sublimes y silenciosos. Pareciera ser, entonces, que todo lo que rodea los silencios
lectores, contemplativos, sublimes y fenomenológicos configuran un secreto; la importancia
yace en lograr que todo el mundo comparta el secreto. ​Secreto seguro deleitoso2; un océano
de silencios interconectados, cada cual más tibio que el anterior. Y esto solo se logra a través
de la práctica social. Ya no es el hogar impropio, es la urbe propia a la que acudiremos a
empaparnos del fenómeno íntimo de la lectura, juntos.
Esta tarea no puede ser lograda sin arrojarse al quehacer social o socialmente relevante. Es
relevante, entonces, generar proyectos concretos que pragmáticamente acercan la lectura, en
tanto todo lo mencionado anteriormente, a las personas. Creo, es prudente que alguien
dedicado profesionalmente a la lectura cuente con las herramientas para hacer esto: el oficio

2
​ ray Luis de León. Disponible en
​Oda a la vida retirada. F
https://www.poemas-del-alma.com/fray-luis-de-leon-oda-i---vida-retirada.htm
de facilitador, como cualquier otro, solo puede ser si es puesto en práctica: editoriales
cartoneras,​ actividades abiertas, concursos literarios, conferencias y conversatorios abiertos.
Todo esto, si la mano invisible y siniestra del dinero lo permite, y si la marea negra que
aprieta a veces las tripas de todos y cada uno, lo dejasen a uno buscar los espacios silenciosos
de la experiencia lectora. No se puede pretender, entonces, que busquemos todos la cápsula
del silencio, ni podemos todos levitar en su tibio líquido. Tenemos todos que reptar por la
vida (​mira un miserable en cárcel dura3), y aguantar las bofetadas (​como el odio de Dios4) y,
con un poco de suerte, verle el rostro a la deidad apenas un segundo antes de morirse. Y con
todo y tristeza, buscar, sin fatiga, que nademos todos juntos. Si la lectura, ejemplo
paradigmático de liturgia sensorial y sublime, logra en un cuerpo y un alma ajenos a mi
provocar lo que aquí he dicho experimentar, vale la pena intentarlo (¿​quién habla de
victorias?5).
Pedregoso camino el de, aparentemente, banalizar la burbuja olímpica del arte y bajarla al
vulgo. No. Nada más pedestre que la carcajada y el llanto que indistintamente provocan los
poemas de Claudio Bertoni o Erick Pohlhammer; nada más humano que la tumba, el niño, la
palabra, la madre, la cruz, la mano, el trino, la uva, el Sol, la nieve, la montaña; poesía.
Acercarse a la literatura es acercarse a lo más sencillo y primordial. Y acercar (a alguien) a la
literatura puede ser, quizás, lo contrario a un sepulturero, un cobrador, un abogado.

3
​Oda a Nuestra Señora.​ Fray Luis de León. Disponible en: ​http://www.poesi.as/fll21.htm
4
​Los Heraldos Negros.​ César Vallejo. Disponbiel en: ​https://www.poesi.as/cv18030.htm
5
​¿Quién habla de victorias? Sobreponerse es todo.R​ ainer Maria Rilke. Disponible en:
https://anfisbenablog3.wordpress.com/2017/03/11/poema-de-rilke/

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