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Asociación de Graduados en Ciencias de la Educación (AGCE)

Cuartas jornadas nacionales


“Experiencias, debates e intercambios”
Buenos Aires, 5 y 6 de diciembre de 2011

Eje temático Nº 7 “Universidad: docencia, investigación y extensión”

“EXPERIENCIAS FORMATIVAS PARA LA PROFESIONALIZACIÓN DEL


LICENCIADO EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN”

Hebe Roig, UBA. heberoig@gmail.com


Melina Masnatta, UBA. melina.masnatta@gmail.com
María Alicia Rodríguez Jensen, UBA. rodriguezjensen1@hotmail.com
Patricia Castagnino, UBA. pacastagnino@gmail.com

Palabras clave: didáctica de nivel superior, profesionalización, evaluación de la


educación.

RESUMEN

El presente trabajo relata y analiza la propuesta didáctica de una cátedra de nivel


superior. Refiere particularmente al curso “Evaluación de Proyectos y Sistemas” de la
Licenciatura en Ciencias de la Educación de la UBA. La cátedra, desde sus inicios, ha
buscado generar propuestas de enseñanza que ofrezcan a los estudiantes mejores
oportunidades para el aprendizaje de formas de pensamiento y de prácticas propias del
campo profesional de la evaluación. En esa búsqueda, el estudio de casos ha sido
privilegiado y considerado como método de enseñanza que permite un puente entre la
formación universitaria y el campo laboral.
Se presenta el recorrido a través del cual los estudiantes, partiendo de la lectura histórica
y la revisión crítica de experiencias evaluativas paradigmáticas y de las teorías que las
sustentan, diseñan evaluaciones de proyectos y analizan diferentes estrategias de
implementación en campo real.
La participación activa de los estudiantes en este recorrido, que culmina con la
devolución a los destinatarios de la evaluación, genera también la posibilidad de
resignificar la universidad no sólo como espacio formativo sino como agente
involucrado en el cambio y la transformación del sistema educativo.
DESARROLLO

Con este relato buscamos dar cuenta de una propuesta de enseñanza de la evaluación de
proyectos educativos que se ha ido reconstruyendo a lo largo de los años, buscando
ofrecer mejores oportunidades a la comprensión y aprendizaje de los estudiantes sobre
los temas nodales del campo.
Es un desafío enseñar evaluación de proyectos en los actuales contextos de intensa
apelación a la evaluación como herramienta emblemática de cambio y mejora. Hoy los
argumentos políticos suelen ser claramente reconocidos, pero al mismo tiempo,
predomina un ostensible desconocimiento sobre sus dimensiones histórica, social,
epistemológica y metodológica que permiten propuestas alternativas orientadas al
cambio de las prácticas educativas.
Nuestra tarea docente se enmarca en la carrera de Ciencias de la Educación de la
Universidad de Buenos Aires, donde a partir del plan de estudios de 1986, se incorporó
“Evaluación de proyectos y sistemas” como asignatura del área focalizada de
Tecnología Educativa, en el último tramo de la carrera. Esta incorporación tiene una
raíz histórica en el lugar que se le dio a la evaluación en las décadas de los años 60 y 70
donde se busca la modernización de la educación a través de herramientas técnicas
como el planeamiento y la evaluación misma, particularmente, en el lugar que se le
asignó en el análisis de los resultados de proyectos educativos experimentales y de las
reformas educativas de la época.
En nuestro medio, hasta la década de los años 90, la evaluación de proyectos ha
ocupado principalmente un lugar en la intimidad de experiencias innovadoras, pero sin
el cariz público y la exigencia de las políticas posteriores que encontraron en el discurso
de la rendición de cuentas una forma de argumentar racionalidad para la distribución del
presupuesto educativo.
En estos últimos 20 años, la evaluación de la educación en Argentina ha recorrido un
largo camino implementando e institucionalizando diversos dispositivos sobre los
cuales hoy podemos analizar críticamente su impacto.
La evaluación de los fenómenos educativos es una práctica que atraviesa todos los
espacios de la educación, ya sean estos ámbitos de educación formal o no formal.
Existen en torno a esta práctica un conjunto de teorías y desarrollos de las Ciencias de la
Educación que hoy la consolidan tanto como objeto de investigación, como campo de
conocimiento científico.

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La evaluación es un campo que se entrama en políticas educativas, concepciones
epistemológicas y metodológicas que sustentan enfoques y modelos que pueden ser
antagónicos entre sí. Los debates sobre sus funciones de control y sus posibilidades para
el impacto en procesos de mejora están vigentes.
En este contexto, la cátedra tiene como objetivos, por un lado, apoyar la
profesionalización del estudiante de Ciencias de la Educación brindándole herramientas
teóricas y prácticas, así como también, alentar la construcción de alternativas y
experiencias de evaluación para la mejora a la luz del análisis crítico de los modelos
racionalistas de evaluación.
En este sentido, los estudiantes abordan una lectura histórica del campo, desarrollan una
revisión crítica de experiencias evaluativas paradigmáticas y las teorías que las
sustentan, y obtienen elementos para diseñar evaluaciones de proyectos y analizar
estrategias diferentes de implementación.

Bajo la dirección de Edith Litwin, en el año 1999, en el encuentro Expo Cátedra de la


UBA, presentamos la propuesta de enseñanza que asumíamos para encarar estas metas.
En ese momento, organizamos el curso a través de la enseñanza por casos como
estrategia orientada a la profesionalización de los estudiantes. El trabajo con casos nos
permitía visualizar las dimensiones política, epistemológica, metodológica y ética de la
evaluación.

La cátedra consideró valiosa la propuesta de estudio de casos como método de


enseñanza, como estrategia educativa que permitía un puente entre la formación
universitaria y el campo laboral.
Los casos son instrumentos educativos complejos que se expresan a través de una
narrativa particular e incluyen una multiplicidad de información y datos. Aunque en
general se centran en áreas temáticas específicas, son por naturaleza interdisciplinarios
lo cual los constituye como situaciones potentes para la enseñanza. Permiten abordar en
el aula un recorte de la realidad y analizarla en su complejidad.
Se considera que los buenos casos promueven el análisis de problemas y la puesta en
escena de nodos transversales de la materia, facilitando el tratamiento de contenidos
claves para su resolución.
Los abordajes cuantitativos, los cualitativos, los desafíos en la confección de
instrumentos, los cuestionamientos políticos y los análisis epistemológicos sobre el

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sentido de la evaluación se ven reconocidos a partir del tratamiento de los casos
seleccionados.
En otras palabras, los casos permiten la integración contextualizada de diferentes
conocimientos y diferentes puntos de vista a fin de comprender la complejidad de un
espacio educativo real como los programas y proyectos abordados en la cursada. En este
horizonte los aportes de S. Wasserman (1999), proveyeron un marco teórico para la
organización de las actividades en las que se involucraba a los estudiantes.
La actividad de análisis de casos paradigmáticos es acompañada por un trabajo práctico
en el que los estudiantes construyen una propuesta de evaluación sobre un proyecto.
En un primer momento, el trabajo práctico consistió en el diseño de una evaluación. Allí
se contemplaba la selección de alguna experiencia educativa, una aproximación
cualitativa al campo en términos de sondeo, la construcción del diseño y la
argumentación sobre la pertinencia del diseño evaluativo construido para esa situación
particular.
Más tarde, la revisión de la propuesta nos dejó ver que en el trabajo práctico de diseño
cobraba valor central la problemática metodológica. Nuestro trabajo docente quedaba
ligado más a la revisión de cuestiones metodológicas de investigación que a los
problemas nodales de la evaluación misma, en términos de lograr la apreciación del
objeto estudiado y servir de base a procesos de cambio o de mejora. Así, avanzamos a
proponer un proceso en el que los estudiantes avanzaban a implementar esos diseños en
el campo real, analizando la información y produciendo un informe final de evaluación.
Tras la corrección y aprobación por la cátedra, posteriormente los estudiantes podían
entregar su informe a los destinatarios, quedando esta entrega librada a la voluntad de
los estudiantes.
Al igual que en el marco de la elaboración de un diseño, este trabajo práctico era
acompañado por el equipo de cátedra y, normalmente, culminaba al finalizar el
cuatrimestre con la entrega de la producción a la cátedra. En algunas ocasiones, incluso,
la cátedra también siguió acompañando procesos de evaluación iniciados en la cursada
hasta una construcción suficientemente sólida para su entrega a los destinatarios.
Este cambio marcó la necesidad de modificar la estructura del programa por casos y
organizarlo distinguiendo objetos de evaluación, dando así centralidad a la comprensión
de los objetos evaluados. La evaluación asume rasgos específicos en función del objeto
que aborda. En este sentido, definimos las unidades del programa considerando la
evaluación institucional, la evaluación curricular, la evaluación docente, la evaluación

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de recursos para la enseñanza y la evaluación de programas sociales. Cada uno de estos
objetos interpela a la práctica evaluativa desde el saber específico del fenómeno que se
pretende evaluar. Es así que la práctica evaluativa puede ser estudiada en sus rasgos y
dilemáticas constitutivas y a la vez, en los desafíos que plantea al evaluador cuando
pone en cuestión su conocimiento de los fenómenos educativos.
La realización por parte de los estudiantes de un proceso de construcción de un objeto
de estudio, una propuesta para su evaluación con un diseño metodológico, el trabajo de
campo y la elaboración de un informe final, dio lugar a experiencias integradoras de la
formación recibida en la carrera y la visualización del rol de asesor que puede ocupar un
egresado en Ciencias de la Educación cuando se incorpora en los espacios laborales.
Actualmente, avanzamos a incorporar también como objeto de experiencia y análisis, la
misma instancia de devolución de los resultados de la evaluación a los destinatarios.
Tal como venimos trabajando en años anteriores, en una primera etapa, los estudiantes
trabajan con diversas lecturas que dan cuenta de la evolución histórica del campo de la
evaluación. Posteriormente se les acercan diferentes experiencias evaluativas
paradigmáticas para desarrollar una revisión crítica de las mismas realizando pequeños
bosquejos metaevaluativos a partir de la deconstrucción del caso y el descubrimiento del
diseño evaluativo que las sustenta.
Estas propuestas y actividades conforman insumos para la realización del trabajo final
que se desarrolla a lo largo de toda la cursada. La selección del caso a evaluar por los
estudiantes debe cumplir con dos requisitos: que el proyecto amerite ser evaluado, es
decir, que haya preguntas genuinas que movilicen un esfuerzo de evaluación, y que los
actores involucrados en el espacio educativo objeto de evaluación se manifiesten
interesados en un trabajo destinado a ofrecerles elementos de juicio o criterios para el
mejoramiento de su proyecto.
Cabe destacar la experiencia que se logró en la última cursada donde reconstruimos el
sentido pedagógico de esta última instancia de devolución a los destinatarios.
Este año, los proyectos se caracterizaron por tener tecnologías de la información y la
comunicación como elemento estructurante. Abordamos el Programa Secundario de
Adultos a Distancia (SAD) y el campus virtual de la Facultad de Filosofía y Letras,
ambos de la UBA. A partir del interés de sus responsables, estos fueron los escenarios
reales en los cuales nuestros estudiantes se involucraron para llevar adelante la
experiencia evaluativa propuesta por la cátedra.

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Las entrevistas a los responsables de los proyectos permitieron a los estudiantes
determinar intereses y demandas que configuraron los sucesivos recortes del objeto a
evaluar. Así se definieron como objetos de evaluación “Las prácticas tutoriales en el
campus virtual del Programa Secundario de Adultos a Distancia” y “El uso del campus
virtual de la Facultad de Filosofía y Letras”.
Luego de atravesar las tareas de diseño, desarrollo de instrumentos, la implementación
en todas sus fases del relevamiento de información, interpretación y análisis de datos, y
la elaboración del informe, invitamos al aula a los responsables de la gestión de estos
proyectos para participar en la presentación final de los resultados.
Durante la presentación de los informes, en el marco del aula, los responsables se
posicionaron como expertos frente a estudiantes trabajando. Por su parte, el rol
cumplido por los estudiantes mostró honestidad profesional al presentar su proceso de
trabajo y las conclusiones a las que arribaban. Este encuentro se constituyó en una
nueva instancia de formación profesional.
Los responsables valoraron la propuesta original de la cátedra que habilita este tipo de
experiencias donde estudiantes, docentes y profesionales invitados trabajamos juntos,
pensando y revisando los proyectos educativos sobre la base de un trabajo sistemático
de evaluación.
Nuestra búsqueda de propuestas educativas relevantes para el campo de actuación de un
profesional en Ciencias de la Educación hace que lo que enseñamos, la evaluación, sea
un elemento sustantivo para construir propuestas superadoras en el marco de la cátedra.
A través de los años, hemos relevado que estas formas de abordaje permiten el
despliegue del pensamiento crítico, reflexivo e incluso, creativo en los estudiantes. Los
casos, seleccionados de modo que garanticen un acercamiento al campo profesional,
permiten que los estudiantes se encuentren con el desafío de poner en actuación roles
específicos del licenciado en Ciencias de la Educación. Se involucran en un escenario
que los prepara en el ejercicio de dar respuestas a las exigencias del mundo actual, en el
que deben desarrollar perspectivas múltiples para enfocar la complejidad de las
situaciones. Estas experiencias sustantivas de práctica en el campo profesional, han
permitido incluso la posterior inserción laboral de algunos estudiantes en el programa o
proyecto abordado en su trabajo práctico.
Para finalizar el relato de estas experiencias, queremos destacar que creemos que este
tipo de propuestas de enseñanza no sólo permiten aprendizajes relevantes a los
estudiantes, sino que también nos posicionan frente al lugar que queremos que ocupe la

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universidad: más allá de ser espacio formativo, revalorizamos el lugar de la universidad
como agente de cambio y herramienta clave para la transformación de la educación, a
través del compromiso nuestro y de los estudiantes en acciones de intervención reales.

Referencias bibliográficas:

Eisner, Elliot (1998) El ojo ilustrado. Barcelona: Paidós.


House, E. (1994) Evaluación, ética y poder. Madrid: Morata.
Krotsch, P. y otros (2007). Evaluando la evaluación. Políticas universitarias,
instituciones y actores en Argentina y América Latina. Buenos Aires: Prometeo.
Litwin, Edith (2008) El oficio de enseñar. Condiciones y Contextos. Buenos Aires:
Paidós.
Perrenoud, P. (2008) La evaluación de los alumnos: de la producción de la excelencia a
la regulación de los aprendizajes: entre dos lógicas. Buenos Aires: Colihue.
Stufflebeam, D. y Shinkfield, A. (1987) Evaluación sistemática. Barcelona: Paidós.
Wassermann, Selma (1999) El estudio de casos como método de enseñanza. Buenos
Aires: Amorrortu.

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