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Entre la vida y las lecturas esta vi-

LA HISTORIA, sión de la historia ha ido tejiéndose con


un árbol protector* hilos cada vez más finos, perfeccionado
ese oficio de artesano –coordinación del
alma, del ojo y de la mano– que es el
Rhina Roux**
trabajo del historiador. En esa larga tra-
vesía que es también el aprendizaje del
oficio, Adolfo Gilly ha encontrado una
constelación: la configurada en las ideas
y en el trabajo de seis pensadores –to-
dos ellos del siglo XX– que, provenien-
tes de diversas latitudes, tradiciones de
pensamiento y experiencias personales
Una visión de la historia está expuesta convergieron, cada uno a su modo, en
en el libro más reciente de Adolfo Gilly, un manera de mirar la historia: Walter
Historia a contrapelo. Una constelación. Benjamin, Karl Polanyi, Antonio
Madurada a fuego lento, construida en Gramsci, Edward P. Thompson, Ranajit
un trabajo ininterrumpido de muchos Guha y Guillermo Bonfil Batalla. La
años, esta visión de la historia –cuenta selección de estos autores no es por su-
el autor– nació casi como intuición hace puesto arbitraria. Los une a todos, y al
50 años en tierras bolivianas: ese mun- autor con ellos, ese misterioso juego
do encantado que le reveló el papel ac- de las afinidades electivas: un modo de
tivo de una civilización subalterna y la mirar el mundo, su rabia y su ética.
tenaz persistencia en el presente de un Siguiendo las huellas de estos auto-
pasado aún vivo. Fue esta percepción res, recuperando ideas, problematizando
de la historia la que, en el itinerario del tesis para pensar también este tiempo
autor, estuvo en un modo de mirar la nuestro, Gilly expone en estas páginas
Revolución Mexicana, pero también en una visión crítica de la historia. Una que,
el esfuerzo por comprender la utopía sin pretender hacer a un lado rabia e
cardenista. indignación moral, busca explicar y
comprender el mundo. Se trata de una
visión alternativa a aquella que entien-
* Texto leído en la presentación del libro de
de la historia como una sucesión cro-
Adolfo Gilly, Historia a contrapelo. Una conste-
lación, Ediciones Era, México, 2006. Facultad
nológica de hechos muertos y cuyo
de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, 25 de registro, depositado en archivos y do-
mayo de 2006. cumentos, sólo hay que saber desem-
** Politóloga. Profesora-investigadora de la polvar. Una mirada crítica del tiempo
UAM-Xochimilco. continuo dibujado siempre en la histo-

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ria de los vencedores o de la historia tidos para poder descubrir eso que per-
confeccionada a modo como discurso del manece oculto desde el mirador de la
poder. Una que pone en cuestión aque- política y las instituciones estatales:
lla otra visión que acompañando a la mi- la esfera autónoma de la política de los
tología de la modernidad –asumida subalternos. Cepillar la historia a con-
incluso acríticamente por un marxismo trapelo, llama Gilly a este policromo mé-
simplificado–, concibió la aventura hu- todo haciendo suya una metáfora de
mana como si fuera un proceso lineal y Walter Benjamin.
ascendente: la de la historia como “pro- ***
greso”. Crítica además de una cierta tra- Pasar por la historia el cepillo a contrape-
dición del pensamiento que, atrapada lo. Son muchas las implicaciones teóri-
en las redes del fetichismo del capital, cas y metodológicas contenidas en esta
miró la historia como si se tratara de alegoría benjaminiana. Trataré de resu-
una estructura sin sujetos, disolviendo mir lo que en mi lectura de Historia a
la trama humana en ciclos económicos, contrapelo encuentro como significados
leyes impersonales o fluctuaciones de la precisos de esta metáfora.
tasa de ganancia. Crítica también, ra- Cepillar la historia a contrapelo signi-
dicalmente crítica, de esa visión elitista fica recuperar y preservar eso que Gilly
propia de la “conciencia dirigente” o llama el principio activo de la historia:
“vanguardia”, que ve en las clases subal- la acción humana. Ese ámbito que des-
ternas eternos menores de edad. de los griegos fue pensado, justamente,
Frente a esas visiones, otra manera de como definitorio de la vida y la liber-
mirar la historia se propone en estas tad humanas: vita activa (praxis) y no
páginas. Una que enfoca como objeto simplemente reproducción biológica,
central de rastreo y reflexión no el tra- común a todos los seres vivos (zoé). El
bajo muerto, sino las acciones huma- historiador, dice Gilly siguiendo a Ben-
nas. Una que, frente a la superficial jamin, “tiene que recuperar cada mo-
percepción de la fugacidad del aconte- mento de la aventura humana del tra-
cer, subraya la historicidad del mundo bajo viviente y no tan sólo el registro de
humano. Una que, frente a la encegue- su acumulación en artefactos, bienes
cedora luz de los reflectores puestos en culturales, en tanto trabajo objetivado
las élites –dirigentes, caudillos, gober- o trabajo muerto”.
nantes– decide voltear la mirada hacia Pero cepillar la historia a contrapelo
el mundo subalterno: ese inmenso océa- quiere decir también restablecer este
no de actores anónimos que no suelen principio activo –la acción– en el tiem-
dejar registro escrito de su vida y sus po. En otras palabras, significa no olvi-
acciones. Una que, por ello mismo, nos dar la historicidad constitutiva del mundo
propone abrir el lente y aguzar los sen- humano: considerar la presencia viva del

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pasado en el presente tal y como se pre- so y cuidadosamente meditado, pre-


serva en la mente, la memoria, los mi- supone un imaginario común entre
tos, el lenguaje, los hábitos y las rela- aquellos que se rebelan. Este imagi-
ciones cotidianas de los seres humanos. nario no proviene de las teorías o los
Experiencia y cultura, insistía Thompson programas de las élites cultas. Es un
al subrayar esta especificidad del modo racimo de ideas, creencias y senti-
del vivir humano, actualizando aquello mientos enraizados en la historia.
que en la antigüedad era nombrado
como ethos: el hábitat espiritual, la dis- Asoma aquí el tercer movimiento im-
posición o actitud ante el mundo y ante plicado en este modo de cepillar la his-
los otros, la naturaleza moral “puesta” toria: el mundo subalterno entrando en
sobre la naturaleza física originaria. los primeros planos. “A medida que al-
Si esto es así, cambia entonces la per- gunos de los actores principales de la
cepción de las formas de dominación, historia se alejan de nuestra atención
de mando y obediencia, pero también de –los políticos, los pensadores, los em-
la resistencia y la insubordinación. “No presarios, los generales”, escribe Gilly
es en la economía ni en la política, sino citando a Thompson, “un inmenso re-
en la historia (en cada historia específi- parto de actores secundarios, que ha-
ca), en sus tiempos largos y en su com- bíamos tomado por meros figurantes del
plejo entramado de relaciones de proceso, ocupa el primer plano de la es-
dominación y dependencia, donde se cena”. Cepillar la historia a contrapelo es
puede descifrar el código genético de también seguir y no perder las huellas
cada revolución”, advierte Gilly en es- de esos actores anónimos.
tas páginas. Subraya así una convicción Cepillar la historia a contrapelo signi-
compartida por todas las estrellas de su fica además, en la búsqueda de claves
constelación: la historicidad de la con- explicativas de esas formas históricas de
ciencia y de la politicidad de las clases sub- relacionalidad humana que son el man-
alternas: los modos de hablar o de callar, do y la obediencia, la dominación y
de negociar o confrontar, de obedecer o subordinación, centrar la atención, en
rebelarse. Configuradas en los tiempos cada caso específico, no en “los de arri-
largos, modeladas en la cultura y la ex- ba” o “los de abajo”, sino en su interac-
periencia, esas formas de politicidad ción dinámica y conflictiva. Encuentra
subalterna condicionan también los aquí Gilly en los escritos de Gramsci
modos, tiempos y ritmos de la insubor- una revolución metodológica:
dinación:
un cambio radical en el orden del dis-
Una rebelión, que para sus partici- curso de la historia: empezar por el
pantes es un acontecimiento peligro- conflicto, no por el consenso; por la

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escisión, no por la unidad; por la ac- presenta la línea de juntura de la domi-


tividad cotidiana de los subalternos, nación, donde duele, donde arde, don-
no por la de los gobernantes. Pero no de está más viva y menos cristalizada la
olvidar nunca que los unos no exis- relación, donde la actividad se manifiesta
ten sin los otros y que gobernantes y y se rebela dentro de una hegemonía
subalternos sólo son inteligibles den- que, para seguir siendo tal, se ve obli-
tro de esa unidad que es la forma de gada a adaptarse y cambiar”.
Estado existente, esa relación de do- Cepillar la historia a contrapelo signi-
minación/subordinación reconocida fica entonces, como corolario de esta
por todos como legítima, ese marco visión activa de la historia, saber buscar
común discursivo y de referencia que y comprender las acciones autónomas
se llama hegemonía: de los subalternos: esa historia “oculta,
Lo que en la propuesta de Gramsci clandestina, negada”, como la describía
llamó revolución metodológica es, Bonfil Batalla. Es disponerse a escuchar
dentro de este marco discursivo co- las voces subalternas, incluidas las de las
mún, la alteración o la subversión del mujeres. Aquellas voces cuyo registro
orden del discurso, es decir, por quién queda silenciado o subordinado en las
y por dónde empezar: no por “los de narraciones de las élites. “Si el historia-
arriba”, ni por “los de abajo”, sino dor sigue esta propuesta hasta el fin”,
precisamente por ese punto de fric- advierte Gilly extrayendo las conclusio-
ción donde se opera la juntura; don- nes epistemológicas y hermenéuticas de
de la actividad se llama resistencia; esta revolución metodológica,
donde la creación y la actividad de
las clases subalternas se revelan como entonces el sujeto de la narración y
propias y no como si fueran una sim- la voz que la refiere y la racionalidad
ple función del mando dominante. que aquella expresa, es decir, el or-
den del discurso –en los diversos sen-
Resultado natural de esta revolución tidos del término “orden”– será dife-
metodológica, seguida hasta sus últimas rente y divergente en relación con
consecuencias por Ranajit Guha y su cualquier otra versión de la misma
escuela de los Estudios Subalternos, será historia. Tal vez ninguna de ellas sea
rastrear, en el complejo entramado vi- falsa, pero su orden no será nunca el
tal de la dominación y la hegemonía, mismo.
los indicios de la acción autónoma de ***
las clases subalternas. “En esos rastros, La historia no es solamente reconstruc-
huellas, indicios de iniciativa autóno- ción del pasado. Es también, en ese tra-
ma”, escribe Gilly siguiendo esta pro- bajo de reconstrucción “a contrapelo”,
puesta metodológica, “es donde se iluminación del presente. No nos dice

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qué hacer, advierte Gilly, pero nos per- mino vaciamiento. Benjamin, Polanyi,
mite comprender y descubrir el arco de Thompson –dice Gilly– nos permiten
posibilidades contenido en los diversos también ver la actualización de ese pro-
pasados que se combinan para hacer la ceso desde el lado oscuro del espejo:
plenitud y riqueza del presente. Es des- “hambre, destrucciones de pueblos y
de esta certidumbre, a contrapelo del culturas, sida, pestes, migraciones, des-
discurso dominante, que Gilly no sólo empleo, trabajo barato, inhumanas fá-
reflexiona sobre la historia y sus méto- bricas sin ley, simbióticas redes finan-
dos. Es desde esta convicción que el lec- cieras y criminales, inseguridad, miedos,
tor encontrará también en este libro una violencia y guerra se están también
lectura del siglo XX, en cuyas luces y globalizando”.
sombras, en cuyas guerras y revolucio- Y como un eje central de ese secular
nes el autor encuentra elementos para proceso histórico hoy renovado Gilly
iluminar este turbulento tiempo del subraya la acumulación por despojo: esa
mundo, situando a la violencia en su que destruyendo la base material y cul-
centro. tural de muy antiguas socialidades en
Mirada en los tiempos largos de la todos los rincones del globo, incorpora
historia, y no desde la economía o la po- al capital territorios y bienes comunes
lítica, la globalización aparece enton- desplegándose con los mismos métodos
ces como actualización de la violencia de robo y pillaje analizados por Rosa
secular de la modernidad capitalista: Luxemburg, ahora infinitamente afina-
esa violencia ejercida en la incorpora- dos con las innovaciones tecnológicas y
ción de naturaleza, vida, territorios, co- la ruptura de barreras espacio-tempo-
nocimiento y trabajo en los circuitos rales.
de valorización de valor. Ese “estado de La globalización aparece entonces
excepción permanente” con el que Ben- fundada en una triple violencia: violen-
jamin, invirtiendo la figura jurídica cia contra la “economía natural”, vio-
schmittiana y reflexionando en medio lencia –real o potencial– implicada en
de la guerra y el holocausto, trataba de el nuevo monopolio planetario de la
dar cuenta de la crisis de la modernidad, coerción física y violencia contenida en
condensada en la experiencia humana de la competencia entre capitales, que vis-
un “progreso” vivido como catástrofe: lumbra ya en el horizonte los contor-
como destrucción de la naturaleza, rup- nos de una guerra clásica. A esta violen-
tura de solidaridades, cosificación de la cia constitutiva de la expansión del
vida social y despersonalización de las capital se opone también, sin embargo,
relaciones humanas. Marx, por cierto, ese momento activo constitutivo, en este
se refirió en los Grundrisse al significado caso, de la voluntad humana: la resis-
vital de este proceso utilizando el tér- tencia. Una doble resistencia al despojo

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universal encuentra Gilly en su análisis ***


de este tiempo del mundo. La que se “El pasado es una acumulación de de-
juega dentro de la relación capital: la que sastres humanos, pero es también nues-
proviene del trabajo vivo, subjetividad tro reservorio de conocimiento, razón y
humana deseante, gozosa, sufriente, esperanza”, escribe el autor. La historia
creadora, actuante; alteridad humana no solamente nos permite iluminar la
rebelde a su ontologización por el capi- catástrofe, sino descubrir en el presente
tal (trabajo vivo como “existencia no- posibilidades ocultas. Entronca aquí la
objetivada”, resumía el Marx de los reflexión de Gilly sobre la historia no
Grundrisse). Es la que aparece bajo la sólo con la “imagen dialéctica” de Ben-
forma de una disputa jurídica entre jamin: la imagen del pasado fallido
desregulación y protección, como la como resorte que impulsa la emancipa-
expresada en las recientes revueltas en ción de lo fallido actual, pieza basal de
Francia. La otra es la que proviene de su idea de la “redención”. Conecta tam-
la memoria, lazos y sentimientos de la bién con la utopía concreta de Ernst
antigua comunidad: la resistencia de Bloch: esa que anclaba el principio espe-
comunidades, pueblos, barrios y nacio- ranza no en el diseño de sociedades fu-
nes a la mercantilización universal: la turas o en la recuperación de paraísos
que se expresa en la rebelión de las co- perdidos, sino en la imagen-deseo (el
munidades indígenas zapatistas, pero “sueño diurno”) de una posibilidad ins-
también en Atenco y la lucha del pue- crita en lo real: lo aún-no-advenido.
blo boliviano. Y yo agregaría una terce- En esta mutación epocal entendida
ra: la de los excluidos –incluso racial- como proceso abierto anclado en la his-
mente–, la de los criminalizados, como toria Gilly dibuja, me atrevo a afirmar,
la expresada en las revueltas de los un horizonte transmoderno: no el decli-
inmigrantes pobres de los suburbios ve de la razón, el fin de la historia o de
parisinos o en esas formas novedosas los grandes relatos, pero tampoco la
de conflictividad contenidas en las idealización del pasado, sino la recupe-
movilizaciones de los migrantes mexi- ración de las reglas protectoras del mun-
canos en Estados Unidos, excluidos en do antiguo en la modernidad de los
ambos lados de la frontera. derechos humanos y los bienes univer-
“En la globalización”, concluye Gilly, sales. Gilly lo formula a modo de inte-
“se están conformando nuevas relacio- rrogante:
nes entre dominación, resistencia y vio-
lencia. Si esto es así, la globalización lleva La gran transformación está incon-
consigo el germen de nuevas guerras y clusa. Tienen que ser los humanos,
revoluciones donde la violencia, como y no las fuerzas irracionales del mer-
razón última, redefinirá esas relaciones”. cado, quienes decidan cuál será la

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salida. ¿Es posible desligar los bie- se dibuja antes en una imagen que en
nes comunes y los derechos tradicio- un concepto, quisiera resumir la visión
nales de su atadura a los usos y cos- de la historia contenida en este libro con
tumbres locales y, preservándolos, una bella imagen surgida del alma y de
llevarlos a la modernidad como de- la mano de su autor:
rechos humanos y bienes universa-
les?, ¿es posible recuperar nuestra En un sentido muy concreto, la his-
herencia y nuestros pasados sin per- toria no es sólo un relato de desas-
der nuestro presente, que se está vol- tres, sino también una fuente de es-
viendo pasado mientras estoy aquí peranza implantada en este mundo
hablando? nuestro y no en algún más allá de la
vida. Nos permite pensar posibilida-
Éste sería el significado y el contenido des ocultas y alternativas prácticas.
de una economía moral en este tiempo Jorge Luis Borges nos legó la ficción
nuestro. “No significa esto, en ningún del jardín de los senderos que se bi-
sentido imaginable, la utopía de restau- furcan. Prefiero imaginar a la histo-
rar un pasado que se ha desvanecido para ria no bajo la forma de una línea, un
siempre, excepto como herencia común círculo, una espiral, un laberinto o
de todos nosotros”, advierte Gilly: “de- un sendero, sino como un árbol con
bería ser más bien imaginado como el su tronco de incontables anillos, sus
proyecto humano de una sociedad li- ramas cada vez más extensas y sus ho-
bre y protectora provista de todos los jas de un verde perpetuo, un ances-
modernos recursos tecnológicos”. tral árbol protector de las generacio-
Si la verdad del mundo nos es tam- nes sucesivas.
bién accesible en una experiencia que

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