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ria de los vencedores o de la historia tidos para poder descubrir eso que per-
confeccionada a modo como discurso del manece oculto desde el mirador de la
poder. Una que pone en cuestión aque- política y las instituciones estatales:
lla otra visión que acompañando a la mi- la esfera autónoma de la política de los
tología de la modernidad –asumida subalternos. Cepillar la historia a con-
incluso acríticamente por un marxismo trapelo, llama Gilly a este policromo mé-
simplificado–, concibió la aventura hu- todo haciendo suya una metáfora de
mana como si fuera un proceso lineal y Walter Benjamin.
ascendente: la de la historia como “pro- ***
greso”. Crítica además de una cierta tra- Pasar por la historia el cepillo a contrape-
dición del pensamiento que, atrapada lo. Son muchas las implicaciones teóri-
en las redes del fetichismo del capital, cas y metodológicas contenidas en esta
miró la historia como si se tratara de alegoría benjaminiana. Trataré de resu-
una estructura sin sujetos, disolviendo mir lo que en mi lectura de Historia a
la trama humana en ciclos económicos, contrapelo encuentro como significados
leyes impersonales o fluctuaciones de la precisos de esta metáfora.
tasa de ganancia. Crítica también, ra- Cepillar la historia a contrapelo signi-
dicalmente crítica, de esa visión elitista fica recuperar y preservar eso que Gilly
propia de la “conciencia dirigente” o llama el principio activo de la historia:
“vanguardia”, que ve en las clases subal- la acción humana. Ese ámbito que des-
ternas eternos menores de edad. de los griegos fue pensado, justamente,
Frente a esas visiones, otra manera de como definitorio de la vida y la liber-
mirar la historia se propone en estas tad humanas: vita activa (praxis) y no
páginas. Una que enfoca como objeto simplemente reproducción biológica,
central de rastreo y reflexión no el tra- común a todos los seres vivos (zoé). El
bajo muerto, sino las acciones huma- historiador, dice Gilly siguiendo a Ben-
nas. Una que, frente a la superficial jamin, “tiene que recuperar cada mo-
percepción de la fugacidad del aconte- mento de la aventura humana del tra-
cer, subraya la historicidad del mundo bajo viviente y no tan sólo el registro de
humano. Una que, frente a la encegue- su acumulación en artefactos, bienes
cedora luz de los reflectores puestos en culturales, en tanto trabajo objetivado
las élites –dirigentes, caudillos, gober- o trabajo muerto”.
nantes– decide voltear la mirada hacia Pero cepillar la historia a contrapelo
el mundo subalterno: ese inmenso océa- quiere decir también restablecer este
no de actores anónimos que no suelen principio activo –la acción– en el tiem-
dejar registro escrito de su vida y sus po. En otras palabras, significa no olvi-
acciones. Una que, por ello mismo, nos dar la historicidad constitutiva del mundo
propone abrir el lente y aguzar los sen- humano: considerar la presencia viva del
qué hacer, advierte Gilly, pero nos per- mino vaciamiento. Benjamin, Polanyi,
mite comprender y descubrir el arco de Thompson –dice Gilly– nos permiten
posibilidades contenido en los diversos también ver la actualización de ese pro-
pasados que se combinan para hacer la ceso desde el lado oscuro del espejo:
plenitud y riqueza del presente. Es des- “hambre, destrucciones de pueblos y
de esta certidumbre, a contrapelo del culturas, sida, pestes, migraciones, des-
discurso dominante, que Gilly no sólo empleo, trabajo barato, inhumanas fá-
reflexiona sobre la historia y sus méto- bricas sin ley, simbióticas redes finan-
dos. Es desde esta convicción que el lec- cieras y criminales, inseguridad, miedos,
tor encontrará también en este libro una violencia y guerra se están también
lectura del siglo XX, en cuyas luces y globalizando”.
sombras, en cuyas guerras y revolucio- Y como un eje central de ese secular
nes el autor encuentra elementos para proceso histórico hoy renovado Gilly
iluminar este turbulento tiempo del subraya la acumulación por despojo: esa
mundo, situando a la violencia en su que destruyendo la base material y cul-
centro. tural de muy antiguas socialidades en
Mirada en los tiempos largos de la todos los rincones del globo, incorpora
historia, y no desde la economía o la po- al capital territorios y bienes comunes
lítica, la globalización aparece enton- desplegándose con los mismos métodos
ces como actualización de la violencia de robo y pillaje analizados por Rosa
secular de la modernidad capitalista: Luxemburg, ahora infinitamente afina-
esa violencia ejercida en la incorpora- dos con las innovaciones tecnológicas y
ción de naturaleza, vida, territorios, co- la ruptura de barreras espacio-tempo-
nocimiento y trabajo en los circuitos rales.
de valorización de valor. Ese “estado de La globalización aparece entonces
excepción permanente” con el que Ben- fundada en una triple violencia: violen-
jamin, invirtiendo la figura jurídica cia contra la “economía natural”, vio-
schmittiana y reflexionando en medio lencia –real o potencial– implicada en
de la guerra y el holocausto, trataba de el nuevo monopolio planetario de la
dar cuenta de la crisis de la modernidad, coerción física y violencia contenida en
condensada en la experiencia humana de la competencia entre capitales, que vis-
un “progreso” vivido como catástrofe: lumbra ya en el horizonte los contor-
como destrucción de la naturaleza, rup- nos de una guerra clásica. A esta violen-
tura de solidaridades, cosificación de la cia constitutiva de la expansión del
vida social y despersonalización de las capital se opone también, sin embargo,
relaciones humanas. Marx, por cierto, ese momento activo constitutivo, en este
se refirió en los Grundrisse al significado caso, de la voluntad humana: la resis-
vital de este proceso utilizando el tér- tencia. Una doble resistencia al despojo
salida. ¿Es posible desligar los bie- se dibuja antes en una imagen que en
nes comunes y los derechos tradicio- un concepto, quisiera resumir la visión
nales de su atadura a los usos y cos- de la historia contenida en este libro con
tumbres locales y, preservándolos, una bella imagen surgida del alma y de
llevarlos a la modernidad como de- la mano de su autor:
rechos humanos y bienes universa-
les?, ¿es posible recuperar nuestra En un sentido muy concreto, la his-
herencia y nuestros pasados sin per- toria no es sólo un relato de desas-
der nuestro presente, que se está vol- tres, sino también una fuente de es-
viendo pasado mientras estoy aquí peranza implantada en este mundo
hablando? nuestro y no en algún más allá de la
vida. Nos permite pensar posibilida-
Éste sería el significado y el contenido des ocultas y alternativas prácticas.
de una economía moral en este tiempo Jorge Luis Borges nos legó la ficción
nuestro. “No significa esto, en ningún del jardín de los senderos que se bi-
sentido imaginable, la utopía de restau- furcan. Prefiero imaginar a la histo-
rar un pasado que se ha desvanecido para ria no bajo la forma de una línea, un
siempre, excepto como herencia común círculo, una espiral, un laberinto o
de todos nosotros”, advierte Gilly: “de- un sendero, sino como un árbol con
bería ser más bien imaginado como el su tronco de incontables anillos, sus
proyecto humano de una sociedad li- ramas cada vez más extensas y sus ho-
bre y protectora provista de todos los jas de un verde perpetuo, un ances-
modernos recursos tecnológicos”. tral árbol protector de las generacio-
Si la verdad del mundo nos es tam- nes sucesivas.
bién accesible en una experiencia que