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CEREBRUM – ASEDH |1

LAS BASES NEURALES DE LAS EMOCIONES Y DEL CONVIVIR CON LOS DEMÁS
Katherine Romero
INTRODUCCIÓN
El cerebro emocional ha existido antes que el cerebro pensante e incluso ha sido la base
desde donde este último se construyó. Sin embargo, su estudio y abordaje ha sido pasado
por alto durante muchos años debido a que está compuesto de sistemas altamente
complejos aunque ancestrales y por encontrarse involucrado en la nebulosa de la dicotomía
mente-cuerpo, emoción-cognición.
Todo empezó hace siglos cuando los filósofos y psicólogos plantearon la independización y
distinción entre pensamientos y sentimientos, emociones y cogniciones. Aquí nace la
creencia de que las unas entorpecen a las otras, una brecha que sigue cobrando
consecuencias hasta ahora.
A pesar que las investigaciones anteriores estuvieron muy enfocadas en el desarrollo
cognitivo, sin considerar la estrecha relación existente entre éste y el desarrollo
socioemocional; hoy sabemos que no se puede educar ciudadanos responsables y
comprometidos enfocándose solo en la inteligencia y el desarrollo cognitivo. Es
imprescindible considerar las emociones, los sentimientos y el mundo afectivo, desde una
mirada integral del ser humano.
En la edad moderna, el estadounidense William James inicia el debate entre diferentes
posturas que van de un extremo a otro, cuando publica el artículo What is emotion? (¿Qué
es la emoción?) en 1884; provocando diversas inquietudes en el campo científico dando un
giro al enfoque de los estudios:
¿Dónde se ubican a nivel cerebral las emociones y los sentimientos?
¿Qué relación existe entre los datos emocionales del ser humano y el desarrollo de sus
capacidades intelectuales?
¿Qué procesos químicos pueden desencadenar una sonrisa o el mal humor?
¿Por qué somos seres sociables?

Actualmente, el estudio de la neurobiología de las emociones y sentimientos se encuentra


en construcción y validación científica con las investigaciones neurocientíficas que brindan
interesantes y significativos aportes. En este marco, las recientes investigaciones refuerzan el
postulado sobre la íntima relación e integración afinada y funcional entre emoción–razón y
cuerpo–mente a través de diversos neurocientíficos como Le Doux, Gazzaniga, Damasio,
Morgado, Adolphs, Davidson, Shapiro, Mayer y Salovey, entre otros.

Texto: Las bases neurales de las emociones y del convivir con los demás // Autor: Katherine Romero
Material exclusivo de Cerebrum.
Así mismo, en los últimos 30 años se viene dando una revolución en relación a la
importancia de las emociones y el proceso de socialización del ser humano desde la primera
infancia. La investigación científica nos dice que el (vínculo desarrollo socioemocional)
empieza muy temprano, y tiene gran impacto a lo largo de la vida de una persona.

1. LO QUE NOS HACE HUMANOS

1.1 Evolución del cerebro emocional y social


El cerebro emocional
existe desde hace
Los estudios indican que el inicio del cerebro emocional se
millones de años en la
remonta al periodo Cámbrico, cuando en las especies
evolución biológica y
existentes se conformaron unas nuevas células (las neuronas) sigue cumpliendo un rol
que se multiplicaron y unieron conformando “el cerebro”. En fundamental en la actual
ese momento, las neuronas tenían la tarea de controlar el evolución del ser
funcionamiento del cuerpo y la conducta del organismo y, de humano.
esta manera, permitir la supervivencia del mismo (Morgado,
2007).
Así se originan las emociones como especializaciones de la conducta y respuestas fisiológicas
controladas por el cerebro para “permitir la sobrevivencia de un organismo frente a
entornos amenazantes y garantizar su procreación” (Le Doux, 1999).
¿Por qué la evolución permite que los mecanismos emocionales se conserven a través de las
especies?
Si bien la corteza cerebral se ha ido desarrollando y especializando y, con ello, muchas
funciones han variado entre las especies, la evolución ha permitido mantener las emociones
como reacciones reflejas y automáticas, sobre todo aquellas relacionadas a la protección y
supervivencia de un individuo (la defensa contra el peligro, la alimentación, la procreación,
entre otras), porque con ello se garantiza la transmisión genética de una generación a otra.
En el siglo XIX, Darwin expuso su teoría de la evolución por selección natural y señaló que
los rasgos se transmiten y mantienen en una especie porque son útiles para su supervivencia
en un determinado medio e incluyó a la mente y la conducta, como parte de sus
postulados. También manifestó que algunas de las emociones son innatas debido a la
similitud de los gestos en una misma especie y entre especies distintas, sobre todo en las
expresiones de las emociones básicas.
Por ejemplo, la expresión de la ira es similar en animales y humanos:
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Para Darwin, una función importante en la expresión de las emociones es la comunicación


entre los individuos: mostrar a los demás el estado emocional en el que nos encontramos es
necesario para sobrevivir (Le Doux, 1999) y vincularnos (Gazzaniga, 2012)
Otro punto importante de la teoría evolucionista es que permitió realizar estudios sobre los
mecanismos cerebrales de las emociones en modelos animales, sobretodo en vertebrados,
dado que varias funciones primitivas del procesamiento emocional no son exclusivas del
cerebro humano y son básicamente iguales en muchas especies.
Actualmente, muchos científicos asumen esta posición y los hallazgos en experimentos con
animales se extrapolan al ser humano. Por ejemplo, John Tobby y Leda Cosmides explican
que probablemente el pasado de las especies ayude a explicar el estado emocional actual
del ser humano (Gazzaniga, 2010).
A pesar de esto, varios estudiosos, incluyendo a Darwin, consideran que existen emociones
con mayor antigüedad evolutiva que otras, por ejemplo el miedo y la ira se consideran
ancestrales mientras que la tristeza y la ansiedad serían más cercanas a la evolución del
propio hombre.
En el marco de este proceso evolutivo, el cerebro conformado inicialmente por respuestas
inmediatas y reflejas, básicamente emocional, pudo ir generando respuestas cada vez más
complejas y precisas que permitieron que se relacione con su entorno de diversas maneras.
Entonces se puede afirmar que la existencia de estructuras neurales encargadas del cerebro
emocional, conforman y subyacen al cerebro social.
Las razones de este salto evolutivo son diversas: bipedalismo, construcción y utilización de
herramientas, aparición del lenguaje, cocción de la carne, pero sobretodo el sedentarismo
que generó el establecimiento de un mayor grado de organización e interacción con los
otros, y que a su vez, repercutió en el establecimiento de nuevos aprendizajes (redes
neuronales) los cuales ocasionaron cambios estructurales y funcionales en sus cerebros.
Sin embargo, lo que actualmente está siendo muy investigado y encuentra cada vez mayor
sustento es que fueron, y siguen siendo, las mismas exigencias de las interacciones sociales
las que procuran los cambios más drásticos y significativos en el cerebro humano
(Gazzaniga, 2010) conviertiendo al ser humano en un ser social por excelencia.
Además de ello es importante destacar que la expresión y conducta emocional tiene un alto
componente social, existiendo una permanente retroalimentación entre estas dos áreas
configurando la dimensión socioemocional del ser humano.

1.2. Estructuras neuroanatómicas relacionadas al cerebro emocional y social


En los últimos años se describía al sistema límbico, “Puede ser que no haya
conformado por diversas estructuras subcorticales como el un solo cerebro
emocional, sino muchos”

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núcleo amigdalino, hipocampo, hipotálamo y tálamo, como
el eje central de las respuestas emocionales.
En la actualidad, sin embargo, se sostiene que el cerebro emocional no sólo está
conformado por el sistema límbico sino también por estructuras corticales para lograr un
adecuado proceso emocional; entre ellas tenemos a la corteza prefrontal, la ínsula y la
corteza cingulada.
Los núcleos profundos del área subcortical y las zonas corticales se activan durante la
detección de situaciones tanto amenazantes como beneficiosas para el organismo. Además,
ambos se encuentran relacionados a la percepción, expresión y regulación de las emociones.
Así como en el proceso mismo de las interacciones sociales que establecemos día a día.
Por ello, muchas de las estructuras y circuitos nerviosos que instrumentan nuestras
interacciones son las mismas que conforman el cerebro emocional, entendiendo que se
establece una maravillosa y compleja red socioemocional.
Es importante revisar y conocer estas estructuras para comprender de manera integral el
procesamiento emocional y social del ser humano. Entre las principales se encuentran:
a) El núcleo amigdalino o amígdala

Es una estructura par, pues se encuentra en ambos hemisferios (derecho e izquierdo) y está
conformada por varios núcleos. Está ubicada en la parte anterior y medial de cada uno de
los lóbulos temporales. Tiene el tamaño y la forma de una almendra y por eso se le llama
amígdala.
Recibe información sensorial (sobre todo auditiva, visual y táctil) procedente del tálamo y
está especializada en detectar situaciones de
peligro y alerta, así como en la lectura de
expresiones emocionales de los rostros,
sobre todo los que representan una posible
amenaza. Se sabe que esta capacidad de
detectar las emociones en la expresión facial
en otro ser humano es una estrategia
evolutiva necesaria para la supervivencia y
desenvolvimiento social.
Los núcleos laterales de la amígdala reciben
información tanto del tálamo como desde
zonas corticales y dirigen la información a las
neuronas del área central, las cuales se
comunican directamente con el hipotálamo y
algunos núcleos del tronco encefálico para que se genere la reacción emocional en todo el
cuerpo a través del sistema nervioso autónomo.
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La amígdala desempeña una función primordial en el procesamiento emocional. Los


actuales estudios demuestran que está íntimamente vinculada con las emociones de miedo,
ira y asco.
Algunos estudios la relacionan también a la prosodia de la voz en la comunicación
socioemocional. Además se encuentra altamente ligada a los sistemas nerviosos distribuidos
para el contagio emocional que es imprescindible en el contacto social.
La amígdala es una estructura clave en cuanto a la memoria y el aprendizaje emocional.

b) El diencéfalo: tálamo e hipotálamo

El tálamo se desempeña como centro de relevo para la entrada sensorial (excepto la


olfativa) y hace el nexo de doble vía con la amígdala y las diversas cortezas sensoriales.
El hipotálamo, por su parte, está encargado de regular el proceso de homeostasis de las
funciones vitales de todo el organismo y, debido a sus conexiones con el sistema nervioso
autónomo (SNA) y endocrino, procesa y efectúa la salida de información hacia los sistemas
neuroendocrino y neurovegetativo. Asimismo, permite que se produzcan las diversas
reacciones fisiológicas que sustentan a las emociones.
A escala de reacciones emocionales, el hipotálamo se encuentra altamente ligado a las
respuestas de defensa y a la respuesta frente al estrés (cortisol).

c) Hipocampo
Es una estructura par ubicada a la altura de los lóbulos temporales y cuya forma parece la
de un caballito de mar, la razón de su nombre. Se encuentra altamente relacionado con la
amígdala en el proceso de memoria emocional y se relaciona al condicionamiento
contextual de las emociones.
El hipocampo es dañado a nivel funcional e incluso estructural si es que el organismo es
sometido a un continuo y elevado nivel de estrés tóxico.
Como ya se sabe, el hipocampo y la amígdala, junto con el bulbo olfatorio, son estructuras
en las que se ha confirmado que existe neurogénesis.
d) Las cortezas premotora y motora
Se encuentran en el lóbulo frontal y participan en la planificación e iniciación de los
movimientos voluntarios. Se encuentran muy ligadas a la expresión motora del área
socioemocional y en la toma de decisiones ya que unos milisegundos antes de realizar un

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movimiento, la corteza premotora ya ha iniciado la planificación del mismo, por lo cual se
activa en la preparación para la acción. En un área de esta zona fue donde se encontraron
por primera vez neuronas espejo.

e) Corteza prefrontal
Es la zona más noble de la corteza frontal y por ello, la última en madurar y mielinizarse. Se
considera que su proceso de maduración finaliza aproximadamente en la tercera década de
vida del ser humano (Morgado, 2007).
Tiene múltiples funciones cognitivas y emocionales de nivel superior, entre las que ejerce en
el campo emocional están:

Permitir al individuo adaptarse a los cambios permanentes en


su mundo emocional.
Participar en el reconocimiento, expresión y regulación
emociones, mediar la actividad de los centros subcorticales
(sobre todo de la amígdala) y regular el comportamiento
social.

El área ventromedial de esta corteza se encuentra ligada a la toma de decisiones de carácter


emocional debido a la interconexión que realiza entre los circuitos corticales y subcorticales
de las emociones. La motriz suplementaria es otra área de la corteza prefrontal que actúa
como desencadenante de las emociones. Por lo cual cumple un rol decisivo al momento de
interactúar con los demás. Las lesiones en esta zona muestran una alteración muy evidente
en la competencia social del individuo que le pueden llevar hasta experimentar situaciones
de inadaptación al relacionarse con otros.
La corteza órbito frontal (COF) se encuentra muy ligada a la regulación de la amígdala
tanto a nivel emocional como social ya que cumple un rol sobresaliente en la evaluación las
expresiones faciales de las emociones. Además, desarrolla un control inhibitorio sobre la
reactividad de la amígdala.
f) Corteza cingulada
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Es la zona ubicada en la cara medial del cerebro y en la parte superior que rodea al sistema
límbico. Está muy relacionada a los sentimientos, recibe e integra información interna
porque une los pensamientos, emociones y conducta para generar un área de interface
entre el input emocional y el output de la expresión motora.
También está relacionada con la generación de emociones que pueden ser evocadas desde
dentro del cerebro como el dolor, los recuerdos y las ensoñaciones durante el sueño REM.
Se activa sobre todo cuando una persona
emite juicios emocionales.
En el campo social, dirige la atención y
coordina los pensamientos y emociones y, la
respuesta del cuerpo a los sentimientos
percibidos. Algunos estudios han evidenciado
una mayor activación de esta zona en personas
que tienen una fuerte conciencia interpersonal,
eso significa que saben cómo perciben las otras
personas una situación social.
g) Ínsula
Es un repliegue de la corteza cerebral lateral,
como una isla interior del lóbulo temporal. Se
le considera un centro de conexión e interoperabilidad entre el sistema límbico y la corteza
cerebral.
La parte anterior está conectada a los centros olfativos y
gustativos y recibe información de neuronas que responde
a la visión de los rostros. Asimismo, la parte posterior está
conectada a zonas corticales auditivas, somatosensoriales y
premotoras. Por ello su importante rol a nivel de la
respuesta visceromotora como parte de la comprensión
socioemocional, también se encuentra ligada a la empatía.
Está siendo muy estudiada por su relación con la
percepción del asco, ya que se ha encontrado que su lesión provoca alteración de esta
sensación.
Esta estructura tiene un alto nivel de activación cuando estamos siendo parte de una
interacción social o somos testigos de la misma.

Todas estas áreas y estructuras componen los diversos mecanismos cerebrales que se activan
en los circuitos corticales y subcorticales del cerebro emocional y social

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Circuitos neurales de la respuesta socioemocional
Los dos principales circuitos de respuesta emocional son (Le Doux 1999):
a) Circuito sub cortical

Que estas vías se hayan


 Está conformado por estructuras como la amígdala,
mantenido durante los
hipotálamo, hipocampo y tálamo.
 Recibe directamente las aferencias sensoriales. Es millones de años de
automático, inconsciente e impulsivo. evolución, sugiere que
 Prepara al organismo para actuar inmediatamente, por cumplen un rol muy
lo que sus funciones están ligadas directamente a la importante en la
supervivencia del organismo. supervivencia y
 Las conexiones que posee son rápidas y de acción protección de los
imprecisa. Procesa 200 trillones de datos por segundo organismos.
y su velocidad de respuesta es de 125 milisegundos.

b) Circuito cortical

 Está compuesto por diferentes zonas de la neocorteza, sobre todo la corteza


prefrontal, la ínsula y la cingulada.
 Posee conexiones con muchas neuronas y por ello es menos rápida y más compleja.
 Su actividad es consciente, precisa, reflexiva y analizada.
 Procesa representaciones sensoriales más exactas y detalladas.
 Procesa de 4 a 7 datos por segundo y su velocidad de respuesta es de 500
milisegundos.
 Su función principal es controlar y modular la reacción emocional del circuito
subcortical.

Los diversos estudios demuestran que las vías neurales que van del tálamo a la amígdala son
más densas de las que van de la corteza a la amígdala. Además, también existe mayor
densidad de vías radiales que van de la amígdala a la corteza prefrontal que las que
retornan de ésta a la amígdala. Esto podría explicar por qué muchas veces es difícil el
control consciente de las emociones.
Entonces, teniendo en cuenta que los circuitos cerebrales son de doble vía (van y vienen),
los que se encuentran relacionados al proceso emocional estarían representados de esta
manera:
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Vías cerebrales de la reacción de


defensa

2. DESARROLLO EMOCIONAL
“Las emociones están representadas en el teatro del cuerpo y los sentimientos en el teatro
de la mente”
Antonio Damasio
2.1. Definición de emociones y sentimientos
Los científicos siguen discutiendo sobre la naturaleza de las emociones y sentimientos, ya
que existen múltiples teorías y definiciones sobre ellos. Sin embargo, los diferentes estudios
sobre el cerebro emocional brindan valiosas luces y nuevas perspectivas para conocer,
entender y conceptualizar las emociones y los sentimientos.
La palabra emoción proviene del verbo latino “motere” que significa moverse, e indica una
propensión a actuar.
Las emociones se pueden considerar como estados afectivos, reacciones subjetivas al
ambiente, acompañadas de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato,
influidas por la experiencia y que tienen función adaptativa.
Suelen ir acompañadas de expresiones faciales, tono de voz, lenguaje corporal y respuestas
motoras particulares a cada emoción. Surgen como reacción a una situación externa
concreta, aunque puede provocarla también una información interna del propio individuo
(pensamientos, imágenes, recuerdos).

Actualmente, a través de diversas técnicas de neuroimágenes, sobre todo la resonancia


magnética funcional, pueden observarse las diversas zonas que se activan en el cerebro al
percibir distintas emociones, y para su detección fisiológica se mide el reflejo
electrodérmico, la variabilidad de la frecuencia cardíaca, el tono muscular y el reflejo de
sobresalto, entre otros.
A diferencia de las emociones, se considera que “los sentimientos sólo pueden producirse
cuando un mecanismo de supervivencia está presente en un cerebro que también tiene
conciencia” (Le Doux, 1999); es decir, que la persona es capaz de percibir los cambios
orgánicos del propio organismo, sentir sus propias emociones (Damasio, 2001).

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A partir del conocimiento de que las emociones se basan en los mecanismos cerebrales de
las sensaciones interoceptivas del propio cuerpo para generar los sentimientos, se entiende
cómo se pueden activar de manera consciente los sentimientos a partir del estado físico de
nuestro propio cuerpo. Por ejemplo, un rostro y un cuerpo rígido con un alto nivel de
contracción muscular podrá desatar sentimientos de enojo o ansiedad en una persona, o al
contrario, un rostro y cuerpo distendido y músculos relajados crearán un estado de
bienestar que podrán ser entendidos como alegría o placer. Esto también puede provocarse
al imaginar o recordar situaciones emocionales, lo cual produce que se tengan las mismas
sensaciones fisiológicas y sentimientos relacionados a la situación en sí.

2.2. Clasificación de las emociones


Las emociones se clasifican en primarias o básicas y secundarias o complejas.

a) Emociones primarias o básicas Son aquellas que no necesitan conectarse con la conciencia.
Están presentes en animales y humanos por igual y pueden actuar sin la menor forma de
participación cognitiva y consciente. Son conductas
inconscientes e instintivas, entre las que tenemos:
Así tenemos las siguientes reacciones propias de algunas
emociones (Goleman, 1999):
 Miedo: la sangre va a los músculos esqueléticos
grandes y el rostro se queda pálido. Se genera
una alerta general que lleva a la inmovilidad o al
escape. Aceleración cardíaca, sensación de frío en
manos y pies. Aumenta presión sanguínea. La
atención se centra y fija en la amenaza que
puede ser real o imaginaria.
 Alegría: respuesta parasimpática que produce un estado
“Resulta difícil
general de calma y satisfacción. Se relaciona íntimamente
imaginar las
al placer. Facilita la cooperación y acción productiva.
emociones sin sus
 Tristeza: se ralentiza el metabolismo del cuerpo y se manifestaciones
genera una caída de energía. Aislamiento introspectivo. físicas”
 Ira: la sangre fluye a las manos. El ritmo cardíaco se eleva
y se produce un torrente de energía que permitiría una William James
acción vigorosa o violenta.
 Asco: el labio superior torcido a un costado mientras que la nariz se frunce ligeramente
buscando bloquear las fosas nasales para evitar un olor nocivo o escupir el alimento
perjudicial.
 Sorpresa: se elevan las cejas para permitir un mayor alcance visual y que llegue más luz
a la retina para obtener mayor conocimiento y poder evaluar el estímulo inesperado.
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Las expresiones faciales de estas emociones primarias son universales y comunes en muchas
culturas. Este último postulado lo observó y describió Darwin, y luego fue muy estudiado
por Paul Ekman.
Con sus experimentos sobre los sentimientos ha demostrado
que si alguien sigue las instrucciones de un investigador y
coloca los músculos de su rostro de determinada manera (sin
que el participante pueda ver su rostro) y al hacerlo expresa
una determinada emoción, llega a sentir los sentimientos
relacionados a esa emoción. Estos sentimientos pueden
llegar a ser sentidos en su propio cuerpo por un observador
externo. Esto está relacionado con el “contagio emocional”,
que se verá más adelante.

b) Emociones secundarias o complejas

Son aquellas que están conectadas con la conciencia y también se conocen como emociones
aprendidas o sociales. La mayoría están presentes solo en el ser humano y se aprenden con
la experiencia. Actúan con participación cognitiva y con el procesamiento previo de la
conciencia. También han evolucionado por su valor adaptativo, y resultan de un trabajo en
conjunto de estructuras cerebrales corticales y subcorticales con un alto componente de
aprendizaje social y cultural”.
Entre ellas están:
 Celos
 Vergüenza
 Culpa
 Orgullo, entre otros

2.3 El desarrollo evolutivo de las emociones en la primera infancia

Al momento de nacer, el cerebro humano es inmaduro en las áreas corticales, pero las
subcorticales ya se encuentran en plena actividad. Por ello, el cerebro del infante está
claramente marcado por un dominio de emociones básicas: la corteza inmadura aún no
puede controlar a la poderosa amígdala.
A lo largo de los años, se desarrolla la madurez cortical, que se ve influenciada tanto por la
práctica como por la educación emocional. Los niños a quienes se les enseña a expresar y
conocer sus emociones, probablemente se vuelvan emocionalmente más estables que

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aquellos a quienes se les permite soltar sus impulsos emocionales sin ninguna regulación.
Bajo ese panorama, los niños que a menudo no activan y ejercitan los centros de regulación
emocional de sus cerebros, probablemente sean adultos con poco control de sí mismos.
Los niños tienen muchos más arranques emocionales que los adultos por la debilidad y
distribución difusa de las señales corticales. No controlan bien sus emociones porque los
axones que llevan señales de la corteza al sistema límbico
todavía tienen que madurar, así como los circuitos del lóbulo
prefrontal, donde se procesan racionalmente las emociones,
que terminarán su maduración en la edad adulta. Las
conexiones existentes entre el sistema límbico y la corteza
prefrontal ofrecen una base material de las relaciones entre las
esferas emocional y cognitiva (Changeux y Dehaene, 1989).
En lo que respecta al desarrollo evolutivo de las emociones,
entre los 6 y 12 meses, los bebés empiezan a tomar un papel
activo en la expresión emocional. En este mismo periodo se produce un desarrollo notable
del cerebro, específicamente el inicio de la maduración de los lóbulos frontales y la
elaboración de las interconexiones corticolímbicas. Numerosos teóricos han puesto de
relieve la conexión de doble sentido entre la maduración cerebral y el desarrollo
socioemocional. Los cambios estructurales del cerebro no solo subyacen a los avances
cualitativos en el desarrollo socioemocional, sino que los cambios mismos en los circuitos
cerebrales dependen del contexto socioafectivo.
Hacia el final del primer año, la emoción tiene evidentemente una influencia que guía la
conducta. Los sentimientos pasan a formar parte de la evaluación constante que hace el
bebé del suceso en contexto: hay una conciencia del afecto mismo.
El periodo entre los 12 y 18 meses, etapa de alto nivel de exploración, la madre (o figura de
apego) juega un rol principal como base segura para explorar el entorno y el afecto
empieza a predominar. En esta etapa, los niños están aprendiendo a tener control sobre la
expresión de sus emociones. Durante el primer año, desarrollan gradualmente la capacidad
de inhibir o minimizar la intensidad y duración de sus reacciones emocionales.
De los 18 a 24 meses, el surgimiento del concepto del “yo” caracteriza al niño en cuanto a
la aparición de los sentimientos. Respecto a las emociones complejas, la empatía, celos,
turbación o preocupación, son las que empiezan a aflorar. Asimismo, empiezan a utilizar el
lenguaje para definir sus estados emocionales.
Un aspecto que está siendo investigado es que a partir de los 2 años, los infantes pueden
“leer” las emociones en otras personas. Este proceso se llama referencia social, y ayuda a los
niños a determinar la forma de actuar en una situación particular, como cuando se
enfrentan a un extraño. A esta edad, los niños tienden a “consultar” a su madre antes de
actuar, la observan para ver si ella está molesta, alegre, etc.
El cambio principal en cuanto al desarrollo emocional a esta edad es que comienzan a
presentar habilidad para expresar y hablar de sus propias emociones a los demás, y al
mismo tiempo empiezan a entenderlas.
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A partir de esta edad cobra gran fuerza educativa la satisfacción ante el elogio o ante las
muestras de aprobación de aquellos a quien aprecia. Es así como aparecen el orgullo, la
vergüenza y la culpa.
Entre los 2 y 4 años, aumenta el vocabulario; el número de términos o palabras es cada vez
mayor y los ayuda a describir sus emociones de mejor manera. Asimismo, nombra de
manera correcta emociones simples de sí mismo y de los demás, y habla acerca de
emociones pasadas, presentes y futuras.
Entre los 4 y 5 años, los niños utilizan un léxico emocional “Los seremos
mediante términos como tristeza, miedo, enfado. Son humanos somos
capaces de expresar
capaces de comunicar experiencias y expresar sentimientos.
estas emociones
Por lo tanto, desarrollarán la conciencia de sus emociones.
desde que somos
A los 6 años, los niños empiezan a advertir que la bebés”.
manifestación de sus emociones es comprendida por los
demás, que permite el inicio de la regulación emocional.
A los 7 y 8 años, los niños adquieren conciencia de que la
emoción no perdura, sino que con el tiempo tiende a
disminuir su intensidad y que pueden modularla, pero aún les cuenta hacerlo.
Así como varias habilidades cognitivas se van desarrollando en la primera infancia, las
emociones y sus expresiones también pasan por un desarrollo evolutivo y por ello, los
cambios de comportamiento se van dando en función a esta evolución.
Además, es muy importante entender que el manejo de emociones de forma apropiada se
puede y debe desarrollar desde los primeros días de vida, ya que las emociones se expresan
desde el nacimiento.
Así, será necesario trabajar la educación emocional en la madre gestante como principio
clave de un real desarrollo emocional en un ser humano.
La seguridad del afecto de los padres es lo que permite al niño apartarse y dominar sus
emociones (sobre todo el miedo) para explorar a lo largo de toda su infancia.
Dado que los sistemas y mecanismos cerebrales que permiten formar y mantener relaciones
afectivas y emocionales se desarrollan durante la primera infancia e influirán
significativamente en el moldeado de estas habilidades a lo largo de la vida, debe ponerse
atención en las experiencias vividas durante estos vulnerables años del desarrollo evolutivo
de toda persona.
2.4 Las emociones y su rol en el aprendizaje “La disposición
Como hemos visto, las emociones están ligadas a un emocional del alumno
componente innato y vienen programadas en el genoma de determina su habilidad
todo organismo, lo cual permite que varias estén activas al de aprender”.

Platón (427 -
347 a. C.)

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nacer. Sin embargo, el entorno y las experiencias vividas
inciden sobre ellas, por lo que el proceso de aprendizaje y las
emociones están íntimamente ligados.
Las emociones también influyen significativamente en la memoria, la motivación, en la
toma de decisiones, las formas de pensamiento, en los sistemas del cuerpo y en el
movimiento.
El aprendizaje emocional, como cualquier otro tipo de aprendizaje, es posible porque el
cerebro posee neuroplasticidad, por lo cual es capaz de cambiar su organización interna y
su funcionamiento para almacenar información y reproducirla posteriormente (Morgado,
2010). Este aprendizaje se produce por la asociación de un estímulo con una respuesta
afectiva.
Las emociones también están muy ligadas a la memoria implícita donde se mantienen
recuerdos no declarativos sobre situaciones o personas amenazantes o peligrosas. Estos
recuerdos se crean a través del condicionamiento y se le conoce como memoria emocional.
De acuerdo a algunos autores, el recuerdo implícito de situaciones emocionales es más
intenso que el explícito de las situaciones no emocionales (Le Doux, 1999).
Tanto el aprendizaje como la memoria emocional están sustentados por estructuras del
circuito subcortical, en especial la amígdala. Esto se sustentó con múltiples investigaciones
realizadas con ratas y ratones, en donde se les condicionaba una respuesta de miedo.
En una de ellas, a las ratas se les hacía oír un sonido agudo (estímulo neutro) y se les
aplicaba luego una descarga eléctrica (estímulo incondicionado) que hacía que la rata se
quede inmóvil (respuesta incondicionada). Luego de varias repeticiones (en algunos casos
puede ser con solo una), la presentación del sonido (estímulo condicionado) hacía que la
rata se quede inmóvil (respuesta condicionada). El condicionamiento es uno de los
aprendizajes más simples y comunes y que ha servido mucho para las investigaciones y
estudios.
Sin embargo, si antes de realizar el condicionamiento, se le extirpaba la amígdala a una de
las ratas, no era capaz de asociar el sonido con la descarga, por lo que no se producía el
aprendizaje. Si la extirpación se realizaba luego del condicionamiento, se observaba que el
animal tampoco mostraba la reacción de miedo (inmovilizarse) ante el sonido, como si
hubiese olvidado la relación con la descarga (Le Doux, 1999).
Esto llevó a concluir que la amígdala está involucrada tanto en la adquisición y
almacenamiento como en la expresión del miedo condicionado (Morgado, 2010).
Otras estructuras importantes relacionadas al aprendizaje emocional son el hipocampo
(aprendizaje relacional) y los núcleos estriados (condicionamiento instrumental). En estos
diversos aprendizajes intervienen neurotransmisores como la adrenalina, el cortisol y en
especial la dopamina, la cual actúa al potenciar estados de placer y generar una sensación
de bienestar que redundará en la adquisición de los nuevos aprendizajes. Es necesario para
ello incentivar actividades grupales, de movimiento y compartir que permita intercambiar
ideas, reír y trabajar en equipo.
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También está comprobando que cierto nivel de adrenalina y cortisol son adecuados para la
fijación de información y la consolidación a largo plazo. Por ello, es importante plantear
tareas estimulantes y retadoras para activar su liberación. Así, tenemos que actividades
como los debates, búsquedas de propuestas y planes alternativos, respuestas y estrategias
divergentes y experimentación, los activan. Cuando la adrenalina y el cortisol son muy
elevados y permanentes, sin embargo, estos generan daños en los sistemas de memoria e
interfieren en el aprendizaje (Le Doux, 1999).

3. Características del Cerebro Social

La Neurociencia Social una rama de las neurociencias que se avoca a desentrañar lo que
ocurre en los cerebros que se encuentran en interacción tanto con otros seres humanos
como con su entorno.
Existen múltiples características del cerebro social que están en constante estudio e
investigación, entre las principales tenemos:

3.1 Mimetismo e imitación consciente

¿Cómo es posible que reconozcamos los estados emocionales de los demás? ¿es un hecho
automático o consciente? ¿desde qué edad está activa la capacidad de imitar?
La simulación o imitación en muchas oportunidades no es voluntaria, es inconsciente, de
dominio del circuito subcortical y se inicia sin participación cortical. En estos casos se le
denomina mimetismo.

“percibimos un estímulo emocional a través de nuestros sentidos y


automáticamente nuestro cuerpo responde al mismo simulando la emoción, que las
áreas racionales pueden reconocer o no”
(Gazzaniga, 2010)

Esto es muy importante porque marca la pauta para determinar el desenvolvimiento


socioemocional puesto que el reconocer las emociones, intenciones, estados mentales de
los otros y ponernos en su lugar, son condiciones indispensables para lograr saludables
interacciones y una adecuada convivencia.

Desde hace un tiempo que se sabe que la capacidad de imitar es innata y que es vital en los
inicios de la interacción social del ser humano (Goleman, 2006).

Texto: Las bases neurales de las emociones y del convivir con los demás // Autor: Katherine Romero
Material exclusivo de Cerebrum.
Existen muchos estudios que se enfocan en esta capacidad y actualmente se sabe mucho de
ella.

Por ejemplo, algunas investigaciones han demostrado que los bebés, desde los primeros
cuarenta y dos minutos hasta las setenta y dos horas, son capaces de imitar algunas
expresiones faciales con precisión ya que su cerebro cuenta con circuitos específicos para
identificar caras y movimientos faciales que están activos desde el nacimiento y que actúan
de manera automática como una estrategia clave de sobrevivencia.

Sin embargo, será recién a partir de los seis meses de edad que podrá reconocer
conscientemente las emociones manifestadas en las expresiones faciales de los demás
(Cavieres, 2007)

En otras investigaciones realizadas entre madres y bebés se ha observado el alto nivel de


contagio emocional que existe entre los mismos. Por ejemplo, las investigaciones que se
realizan con madres que se encuentran deprimidas demuestran que ellas influyen en el
mundo emocional de sus bebés. Ellos muestran menos expresiones de satisfacción, son más
irritables, menos activos, su nivel de excitación fisiológica es menor y presentan mayores
reacciones de estrés (Field, 1998)

La imitación involuntaria o mimetismo, permite que se imiten los gestos, posturas, tonos de
voz, entonaciones, maneras de hablar e incluso las mismas palabras de manera
inconsciente, sin que uno se percate de que lo está haciendo e incluso que lo está
percibiendo (funciona a nivel subcortical). Mucha de la información socioemocional que se
da cara a cara es un proceso inconsciente.

Por su parte, la voluntaria nos permite repetir conscientemente los movimientos del
cuerpo, rostro, tono de voz de la otra persona, con total intención como cuando se siguen
los pasos al aprender a bailar, cantar o tocar un instrumento.

Durante una interacción y conversación se puede observar la imitación inconsciente y


sincronizada de los movimientos corporales de los participantes, cuanto mayor sea el nivel
de mimetismo, mayor el nivel de sintonía entre los mismos. Pero esta imitación debe ser
espontánea, pues de otra manera el cerebro lo detecta y finaliza la conexión.
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Tanto la imitación voluntaria como la involuntaria se mantienen a lo largo de la vida.


Reflejando, imitando, sintiendo los sentimientos de los demás, nuestro cerebro social va
aprendiendo, adaptándose y a la vez modificando el entorno.
“Un bebé imita las expresiones
faciales de su mamá para
3.2 Contagio emocional vincularse con ella como
estrategia de supervivencia”
Como vimos, cuando una persona ve a otra manifestar una emoción puede experimentarla
en su propio cuerpo mediante el contagio emocional que como ya se explicó permite

imitar automática e inconscientemente las expresiones faciales, vocalizaciones, posturas y


movimientos de otra persona y converger emocionalmente con ella. Esto último es aquello
que marca su importancia en el ámbito social y ensambla la cadena en el proceso de
empatía.

Los circuitos cerebrales que permiten que se genere el contagio emocional también
alimentan a la empatía como una característica de nivel superior.

Existen múltiples investigaciones realizadas están sustentando lo que ocurre a nivel


fisiológico y neurológico cuando se está produciendo el contagio emocional, sobretodo
estudios realizados sobre el asco y el dolor. A través de múltiples experimentos se
demostró que las mismas neuronas de la corteza cingulada anterior que se dispara al
experimentar un estímulo doloroso, lo hace también al preverlo y al observarlo.

Por ejemplo, Gazzaniga (2010) en una investigación sobre el asco, concluyó que “la
comprensión de las expresiones faciales de repugnancia en otra persona supone la
activación de la misma parte del cerebro que se activa normalmente cuando se
experimenta la respuesta visceral y cuando se siente esa misma emoción”.

3.3 Entonces ¿puedes hacer lo que hago? ¿Sentir lo que yo siento?

Empatía
El ser humano posee la capacidad de detectar la información emocional del otro, ser
consciente de la misma y preocuparse para actuar, lo que constituiría un alto grado de
compartir emocional al que se le denomina, empatía. Es tan intenso este mecanismo que la
palabra empatía proviene del vocablo alemán Einfühlung que significa “sentir dentro”.

Lo que se ha observado a través de las neuroimágenes es que en un momento de empatía


tanto las emociones como los sentimientos de una persona son impulsados por las mismas

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vías neurológicas que los de la otra persona. Esto significaría que el cerebro actúa
similarmente cuando percibimos una emoción que cuando la observamos en otro.

A pesar de que todas las personas o al menos la mayoría (porque los psicópatas presentan
una severa alteración o nulidad en la misma) poseen empatía, se sabe que el nivel de ésta
fluctúa entre una persona y otra dependiendo la expresión de múltiples factores como la
educación recibida, las experiencias, el aprendizaje, los factores biológicos (como la
conformación del cerebro y la acción de diversos neurotransmisores) y posiblemente
también los genéticos (aunque esto último aún no está definido) (Moya, 2011)

Algunos autores diferencian una empatía emocional de otra cognitiva.


De acuerdo a esto, la empatía cognitiva se enfoca en la toma de perspectiva y la fantasía.
Se centra en la comprensión y abstracción de los procesos mentales de otro individuo. La
toma de perspectiva implica la habilidad para comprender el punto de vista del otro y la
fantasía sería la capacidad de ponerse en situaciones ficticias. Su sustento neurobiológico
sería el circuito cortical.

Por su parte, la empatía emocional involucra la preocupación empática y el malestar


emocional, su objetivo es el acercamiento emocional al otro y a las reacciones que esto le
genera. En la preocupación empática se involucran los sentimientos de compasión, afecto e
inquietud ante el malestar del otro y en el segundo, se activan los sentimientos de desazón
que se producen al observar a otros vivir experiencias negativas o dolorosas. Se sustenta en
el circuito sub cortical.

Los experimentos sobre el dolor y asco, han permitido explicar que hay una relación entre
la conexión fisiológica y la exactitud de la evaluación realizada. Por esto mismo, en los
casos donde una persona por diferentes razones no puede leer o sentir una emoción,
tampoco podrá manifestar empatía hacia la otra persona respecto a dicha emoción. A esto
se le conoce como déficits paralelos (Gazzaniga, 2010).

Si bien es cierto que se conoce que los niños presentan un cierto grado de altruismo, como
pre requisito para la empatía, ésta parece mejorar desde la adolescencia hasta la adultez ya
que requiere de una posesión de una capacidad de mentalizar (teoría de la mente), poseer
autoconciencia y conciencia del otro.
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Por ello, se considera que como habilidad socioemocional, la empatía tarda en


desarrollarse, ya que está vinculada al proceso de neurodesarrollo y a la maduración de la
corteza prefrontal, sin embargo, es desde la primera infancia, que los adultos a su alrededor
necesitan ser empáticos y provocar situaciones de aprendizaje vinculadas a la empatía para
que el niño y niña vaya haciendo sus primeros ensayos, hasta llegar al dominio.

“la empatía no es completa hasta que el


otro siente que tú también sientes lo que
él mismo siente”.

Las bases neurales de la empatía: las neuronas espejo

De acuerdo
al propio
Gazzaniga,
“La observación de la emoción en otra persona la primera
puede generar activación en las mismas áreas y prueba
circuitos neurales que cuando se experimenta
concreta
directamente la emoción”.
del vínculo
neural
entre

Texto: Las bases neurales de las emociones y del convivir con los demás // Autor: Katherine Romero
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observación e imitación de una acción fue el descubrimiento de las “neuronas espejo”
(Gazzaniga, 2010)

Esta revelación se produjo en 1996, el investigador italiano Giacomo Rizzolati, Leonardo


Fogassi y Vittorio Gallese, descubrieron a las neuronas espejo, como muchos de los grandes
descubrimientos de la ciencia, sin querer hacerlo. Estaban en el laboratorio de la
Universidad de Parma mapeando el área motosensorial de cerebros de monos, usando
electrodos de rayos láser que podían ser implantados en neuronas individuales, y viendo
qué ocurría cuando el mono hacía movimientos específicos con la mano. Se encontraban
muy satisfechos al ver que podían observar que algunas neuronas de esa zona se activaban
exclusivamente para movimientos determinados.

Pero lo que estaban por descubrir los dejó perplejos. En un momento de descanso, uno de
los investigadores ingresó al ambiente de laboratorio con un cono de helado, y grande
sería la sorpresa de todos al escuchar que la máquina registraba la activación neural de una
neurona motosensora cuando el mono observó a este investigador llevarse el cono a la
boca.

Inmediatamente, repitieron el proceso y así fue descubrieron que una serie de neuronas
presentes en el área F5 del área premotora se activaban puntualmente frente a
determinados movimientos, tanto cuando lo realizaba el propio mono como cuando
observaba a otro mono hacerlo o a algún experimentador por eso las denominaron
“neuronas espejo”.

Esta activación se iniciaba inmediatamente antes de que se iniciara el movimiento, como si


fuesen neuronas que prevén o preparan los movimientos a llevarse a cabo (Rizzolatti,
2006).

En otras investigaciones se observó que también estaban presentes este tipo de neuronas en
la corteza parietal inferior.

Luego de estos descubrimientos, se iniciaron las investigaciones en seres humanos donde se


ha encontrado que existen sistemas de neuronas espejo que tienen áreas de acción de
movimiento en todo el cuerpo y están activas en varias áreas del cerebro humano. Se
descubrieron que también estaban presentes en el área de Broca, lo cual ha llevado a
afirmar que han tenido y tienen un rol muy importante en la evolución del lenguaje.
Actualmente, hay investigaciones que han demostrado que existen neuronas espejo en la
ínsula.

Los sistemas de neuronas espejo en los humanos está involucrada en la copia inmediata y
en comprender la intención del movimiento y esto permite predecir una probable
correspondiente acción futura no observada. También participan en el aprendizaje por
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imitación y el reconocimiento de las emociones puesto que estarían involucradas en la


observación y comprensión socioemocional.

Las neuronas espejo también pueden ser activadas cuando no hay objetivo concreto alguno.
Por ejemplo se activan cuando alguien hace una acción, ve a otro hacer una acción, repasa
mentalmente la acción, dice que la vas a hacer o imagina que la hace.

3.4. Cognición Social


De acuerdo a Adolphs (2003) la cognición social es un proceso complejo en el que existen
mecanismos para percibir, procesar y evaluar los estímulos, lo que estaría permitiendo
realizar una representación permanente del entorno social.
En este procesamiento se estaría relacionando factores asociados al campo cognitivo,
afectivo y motivacional del ser humano que daría como consecuencia la emisión de las
diversas conductas sociales que se pueden observar.
Diversas estructuras y regiones están involucradas como el lóbulo temporal, giro fusiforme,
surco temporal superior, amígdala, corteza órbito frontal, cingulada anterior y posterior y
la corteza somatosensorial derecha. A ellas se unen los ganglios basales, la corteza motora y
el hipotálamo.
En algunos estudios se ha relacionado el hemisferio derecho a la cognición social (Adolphs,
1999). Aunque en realidad, es un proceso que viene siendo recientemente estudiado y en el
que aún quedan muchas interrogantes que resolver.
Como parte de la cognición social se encuentran la teoría de la mente y la empatía que se
relacionan con una compleja red neural pues tienen áreas cerebrales de activación común.
Finalmente, de acuerdo a lo revisado se podría afirmar que la capacidad de entender y
representar las mentes de los otros y de interactuar con ellas ha sido uno de las fuerzas
claves para la evolución humana.

Bibliografía

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(12) 469-479.
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en la esquizofrenia. Implicancias clínicas y neuropsicológicas. Revista Chilena Neuro-
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Davidson, R. (2012) El perfil emocional de tu cerebro. Barcelona: Ediciones Destino.
Field, T (1984) Early interactions between infants and theri postpartum depressed mothers.
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Gazzaniga, M. (2012) ¿Quién manda aquí? Barcelona: Paidós.
Goleman, D. (2006) Inteligencia Social. La nueva ciencia para mejorar las relaciones
humanas. México: Planeta.
Kandel, E. (2001) Principios de neurociencia. España: McGraw Hill.
Morgado, I. (2006) Emociones e Inteligencia Social. Las claves para una alianza entre los
sentimientos y la razón. Barcelona: Ariel.
Moya, L. (2011) La violencia: la otra cara de la empatía. Revista Mente y Cerebro.
Rizzolatti, G. (2006) Las Neuronas Espejo. Los mecanismos de la empatía emocional.
Barcelona: Paidós.
Sánchez-Navarro, J. y Román, F. (2004) Amígdala, corteza prefrontal y especialización
hemisférica en la expresión emocional. Anales de Psicología. Vol. 20(2)
Tirapu-Ustárroz, J. (2007) ¿Qué es la teoría de la mente? Revista de Neurología. 44(8),
479-489
Links de información:
Videos
 “No éramos únicos, ahora lo somos”
http://www.rtve.es/alacarta/videos/redes/redes-eramos-unicos-ahora-
somos/1050233/
 El cerebro social
http://www.youtube.com/watch?v=EXqeIOZXsi8 (parte 1)
http://www.youtube.com/watch?v=2V5NtezNfCg (parte 2)
 Las neuronas espejo, entrevista de Eduardo Punset a Marco Iacoboni
http://www.youtube.com/watch?v=NORRb11M05k
 Somos seres supersociales por naturaleza
http://www.youtube.com/watch?v=l4Mpcn5gzwc
Lecturas
C E R E B R U M – A S E D H | 23

http://emotion.caltech.edu/papers/adolphs2003cognitive.pdf
http://www.uam.es/personal_pdi/psicologia/cgil/eto%20y%20neuro/Tirapu-
Ustarroz_2007.pdf

Texto: Las bases neurales de las emociones y del convivir con los demás // Autor: Katherine Romero
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