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Evidenciar el orden del discurso para Foucault sería, en primer lugar, reconocer su
manera de discurso no es más que plegarse a una larga cadena de otros discursos que lo
anteceden "...Me hubiera gustado darme cuenta de que en el momento de ponerme a hablar ya me
precedía una voz sin nombre desde hacía mucho tiempo: me habría bastado entonces con
encadenar, proseguir la frase" (Foucault, 1992, p.2). Para Foucault es evidente que no hay nada
más que el discurso y reconoce la labor imposible que sería tratar de desligarse de él. Porque,
como dice, es la herencia de una voz que nos precede desde hace tanto tiempo que carece ya de
nombre y resulta imposible trazar su origen. Incluso situaciones que ameriten, digamos, un gesto
están signadas por la capacidad que tiene el discurso de materializar o condensar todo lo que
existe. Podríamos decir que el discurso para Foucault es un cuerpo de ideas que se concretan a
través del lenguaje, que tiene tanto un carácter maleable, porque puede transformarse en el
tiempo, y con él transformar las realidades y las ideas que la delimitan; como otro inamovible, ya
que puede también establecer verdades en los imaginarios y fundar instancias de poder a través
deseo de no tener que empezar… un deseo semejante de encontrarse, ya desde el comienzo del
Foucault distingue dos ámbitos que conforman el discurso, ambos perseguidores de una
misma inquietud, la de aprehender su realidad material. Porque saber qué es y cómo entenderlo
implica control, tanto como peligro, para los órdenes establecidos una vez entendido el potencial
que acarrea el generar y hacer proliferar nuevos discursos. Uno de esos ámbitos, el de la
proliferación de los discursos. El otro ámbito, el del deseo, pugna con ese orden y se refiere a él
como una circunstancia abierta más propensa a producir verdades. Ambos configuran las regiones
del discurso en donde operan con más ahínco las prohibiciones: la política y la sexualidad, como
instrumento para privilegiar posiciones de poder y ejercer control, para regular su producción
y lo azaroso.
circulación con respecto a su utilidad. Lo verdadero o lo falso surgen desde las instancias de los
discursos y verdades políticas en la América Latina de los últimos veinte años, instaurados desde
las susceptibles relaciones entre el poder y la historia. Incluso internamente, el discurso se ordena
y clasifica en respuesta ante el azar. Nociones como las del texto primario o primer texto otorgan
permanencia a los discursos, y, por otro lado, la noción de autor los afianza y unifica para
Una vez reconocidas todas estas estructuras impuestas sobre el discurso para encauzarlo,
la mirada de Foucault sobre él es otra, emerge ese otro lado posible del discurso que significa
abordarlo desde una perspectiva alternativa que permita "no empezar" a atarlo a sus prohibiciones
y, por consiguiente, a pre-fabricarlo. Foucault propone el análisis de los acuerdos que han
analizarlos desde una óptica histórica, pero del pensamiento, ahondando en el cómo y el porqué
de esos procedimientos. Lo que abriría la posibilidad de descubrir que puede no existir un punto
de partida para el discurso más que una consecución de azares sin un origen único, sino, por el
contrario, es una larga fila de yuxtaposiciones, donde el único origen posible sería nuestra propia
existe un discurso en particular que llene de sentido a todos, lo que -como todo en la vida es
profundas verdades. El discurso sería una enorme red de relaciones múltiples entre discursos que
único, y que a través del arbitraje que ejercemos sobre los objetos genera los conocimientos. La
intensión de evidenciar todas estas nociones que describen al discurso radica en liberar su
cuerpo de ideas de todo origen para plantear nuevas nociones de verdades que trastocarían todos
Al igual que Foucault, para Bajtín "las diversas esferas de la actividad humana están todas
relacionadas al uso de la lengua" (Bajtín, 1999, p. 248). Su análisis, en cierta medida más
forma regulan el carácter del discurso. Si habríamos de hacer un paralelismo entre ambos,
podríamos valernos de la noción de lo que serían las sociedad discursivas en Foucault para definir
el papel que, según Bajtín, juega la Lingüística como comunidad, que a través de lo que reconoce
como ficciones discursivas alejan al discurso de su vitalidad y dan un "concepto distorsionado del
En Bajtín podría reconocerse ese otro lado del discurso en lo que él llama la
comunicación discursiva, esa instancia de la lengua donde, dice, la abstracción llamada –desde la
hacer del discurso un fenómeno real en cuanto a que implica un relacionamiento entre enunciados
géneros discursivos, en tanto enunciados hecho desde distintas esferas. Ante la convención que
suponen los conceptos lingüísticos, el enunciado dota de realidad al discurso otorgándole calidad
comunicativo real lo sitúa en esa búsqueda de las nuevas verdades que nos refiere Foucault,
porque a través del intercambio discursivo, la relación entre enunciados produce una realidad que
no es única, sino múltiple en tanto varíen las esferas y los sujetos discursivos. Entonces, a pesar
de que el discurso tanto en Foucault como en Bajtín lo abarca todo, ambos vislumbran la
posibilidad de generar regiones de alteridad donde ese todo sea múltiple y, en consecuencia,
discursivos que solo cobran sentido real en la réplica, y los vaivenes de enunciados de un
hablante a otro, para dar lugar a una respuesta infinita y siempre diversa. Esos espacios de la
comunicación y el poder del discurso que permiten generar respuestas y nuevas verdades son, en
Bajtín, M., (1999). El problema de los géneros discursivos. En Estética de la creación verba,