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Luis Manuel Valdés-Villanueva

LA LINEA Y LA CAVERNA EN "LA REPUBLICA" DE PLATON


Author(s): John L. Austin and Luis Ml. Valdés
Source: Teorema: Revista Internacional de Filosofía, Vol. 10, No. 2/3 (1980), pp. 109-125
Published by: Luis Manuel Valdés-Villanueva
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/43046041
Accessed: 21-03-2019 20:48 UTC

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LA LINEA Y LA CAVERNA
EN LA REPUBLICA DE PLATON

J. L. Austin

Esta reconstrucción de los puntos de vista de Austin se basa en


tres fuentes. Existen unas notas que datan de los años treinta, concebidas
como una réplica a un artículo (no publicado hasta ahora que yo sepa) de
W. D. Ross sobre la metafísica de La República y el Fedón. Estas notas son
muy completas y la primera parte del artículo que ahora se publica las si-
gue muy fielmente ; las alteraciones consisten principalmente en eliminacio-
nes de los comentarios sobre Ross que no pueden leerse provechosamente
sin el artículo de Ross y que no hacen avanzar la argumentación de Austin.
Las últimas partes de esas notas se apoyan fuertemente sobre el punto de
vista de que Platón, al igual que Aristóteles, usó siempre la palabra "hipóte-
sis" con el significado de postulado existencial; Austin llegó a dudar de esto
más adelante. Por consiquiente, para la segunda parte del artículo he hecho
un uso considerable de las propias notas de Austin para una clase que dio
en Oxford al final de los años cuarenta, y de notas tomadas en esta clase
por el profesor Hugh Lloyd-Jones, con una tesis modificada sobre la natu-
raleza de las hipótesis. Estoy agradecido al profesor Lloyd- Jones por permi-
tirme ver sus notas. Transcribo y traduzco lo que Austin dejó en griego. Yo
soy el responsable, y no él, de la traducción de los nombres propios que co-
rresponden a los segmentos de la línea.

J. O. Urmson

Se han escrito ya demasiadas cosas sobre la interpretación


de la Línea y la Caverna en La República de Platón (509-18). En
Gran Bretaña han aparecido en el presente siglo, omitiendo otras
referencias, elaboradas discusiones en la edición de Adam de La
República ; en los artículos de Ferguson del Gassical Quarterly
de 1921, 1922 y 1934; de Stocks en el Gassical Quarterly de
1911 ; de Murphy en el Gassical Quarterly de 1934; de Patón en
los Proceedings of the Aristotelian Society de 1921-22; y de
Hardie en su Study in Plato de 1936. En este artículo supondré
que el lector está al corriente de esta literatura. Pero no la discuti-
ré; más bien intentaré presentar las doctrinas de Platón de la ma-
nera más exacta posible.
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A Aa
gnosis (conocimiento) episteme (ciencia)
de de
noeta (inteligibles) eide (formas)
por por
el filósofo el dialéctico

Ab
dianoia (pensamiento)
de
?

por
el matemático

B TT fe-
doxa (creencia) pistis (convicción)
de de
doxasta (objetos de animales, etc.
creencia) por
por el filòsofo natural [físico]
el philotheamon (el B
amigo de la vision)
JL Bb
1 eikasia (véase p. 120)
de
sombras, etc.
por
el hombre ordinario

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Podemos comenzar obedeciendo las instrucciones de Pla-


tón y trazar la línea. Debe ser vertical, no horizontal, y de una
longitud adecuada.
El primer segmento importante de la línea, A, simboliza
gnosta (cognoscibles), noeta (inteligibles) u onta (realidades). El
segundo, B, simboliza aquellas cosas diversamente llamadas gigno-
mena (lo que deviene), aistheta (perceptibles), doxasta (objetos
de creencia), u horata (visibles). Algunos han insistido en el he-
cho de que los objetos de B se denominan efectivamente visibles
cuando la línea se traza por primera vez (509d8). Pero una lectu-
ra de 507a-c muestra claramente que "visión" se usa metafórica-
mente para incluir nuestra creencia sobre lo bueno y lo bello; lo
"visible" es el dominio total de lo que se distinguía en el libro V
como doxa (creencia). De nuevo, en 534a se dice explícitamente
que el segmento principal B más bajo de la línea simboliza los
doxasta (objetos de creencia).
Una vez que hemos dividido la línea en los dos segmentos
principales, se nos pide que, a continuación, dividamos cada uno
de esos segmentos de la misma manera en que fue dividida origi-
nalmente la línea. Se verá entonces que tenemos en nuestras ma-
nos seis segmentos, agrupados en pares, y en cada par un segmen-
to más largo y uno más corto en la misma proporción. Es comple-
tamente esencial retener esto y no hablar casualmente de que la
línea "está dividida en cuatro segmentos". Grabemos esto en
nuestras mentes usando la nomenclatura del diagrama que es, se-
gún pienso, apropiada y fácil de seguir. Llamo A y B a los segmen-
tos originales grandes; A está subdividido en Aa y Ab; B está sub-
dividido en Ba y Bb. Cuando dos segmentos están en la propor-
ción mencionada diré que están en la proporción AB y que las co-
sas que simbolizan están en la relación AB; similarmente, hablaré
de "un segmento A", "una clase A de objetos", y "un estado de
mente A".
Mencionemos aquí un punto que ha sido discutido a me-
nudo. Si los pares que Platón menciona y en los que está interesa-
do han de estar todos en la misma proporción, se trata de una
simple consecuencia matemática consistente en que las denomina-
das "dos subsecciones medias" Ab y Ba, deben ser iguales en Ion-

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gitud. A partir de este hecho, no mencionado por Platon, no pue-


de hacerse ningún tipo de inferencias. Sin duda Platon, como ma-
temático que era, se dió cuenta de este punto, pero que nosotros
sepamos no le concedió especial importancia. Algunos, como Sir
David Ross, han pensado que esta igualdad es un defecto que Pla-
tón, si se hubiera dado cuenta de él, hubiese deseado eliminar; pe-
ro esto es completamente injustificado, pues si el símbolo de
Platón fuese tan inadecuado, podría fácilmente haber elegido
otro. Dos razones avanzadas a favor del punto de vista de Ross
son erróneas en aspectos importantes. En primer lugar piensa que
"el continuo avance en claridad a medida que pasamos de eikasia
mediante pistis y dianoia a noesis , y en realidad a medida que pa-
samos de los objetos de cada uno de esos estados de mente a los
objetos del siguiente", no estaría adecuadamente representado en
la línea a menos que esta igualdad, que abre la puerta a la herejía
de Ferguson, se eliminase.
Ahora bien, no entiendo completamente en qué consiste es-
te problema sobre continuidad, pero parece claro que Ross piensa
que la continuidad se quiebra si alguna vez llegamos a practicar un
corte en la línea que no dé lugar, en uno u otro de sus lados, a
dos segmentos en la proporción AB. Pero la línea es ya en ese as-
pecto satisfactoria y no hay necesidad alguna de que Ab y Ba es-
tén en esa proporción. Pues el corte medio de la línea es el corte,
no por cierto entre Ab y Ba, sino entre A y B. Esto está enfatizado
por la alegoría de la "Caverna" que, dice Platón en 517b, debe
ligarse a la narración precedente, y que yo considero que es para-
lela, en el viejo sentido, a la de la Línea: pues aunque el progreso
en la educación de un hombre sea suficientemente continuo, es
evidente que no existe una relación especial entre las estatuillas
que son transportadas a través de la caverna, que son paralelas al
segmento Ba, y los reflejos sobre la superficie de la tierra, que son
paralelos al segmento Ab. No debemos pensar que el hombre, en
este estadio, está pasando de mirar las estatuillas a mirar los refle-
jos sobre la superficie de la tierra, sino como pasando del reino de
los objetos iluminados por el fuego al reino de los objetos ilumi-
nados por el sol. El paso no es de convicción ( pistis ) a pensamien-
to {dianoia), sino de creencia {doxa) a conocimiento {gnosis ). En

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el resumen del Libro VII en 534a, tan claramente como en la ex-


plicación de la linea en el Libro VI, se agrupan solamente los pa-
res creencia y conocimiento, ciencia y pensamiento, convicción y
eikasia; de hecho, en 534a la relación de pensamiento con convic-
ción se omite significativamente -significativamente puesto que
aquí Platón menciona más bien la analogía entre pensamiento y
eikasia.
En segundo lugar, Ross tiene una razón más específica
para su punto de vista de que la igualdad de Ab y Ba es desafortu-
nada. Parece pensar que lo que Platón nos dice efectivamente so-
bre la relación entre pensamiento y convicción corresponde exac-
tamente a lo que él nos dice sobre las relaciones entre los miem-
bros de cada uno de los otros pares de estados de mente (pathe -
mata) que están en la relación AB. Esto me parece que es falso
y que tiene malas consecuencias. Lo que Platón nos dice es que
el hombre en el estado de pensamiento ( dianoia ) usa como imáge-
nes ( eikones ) aquellos mismos objetos de los que son imágenes los
objetos del segmento Bb. Pero jamás se nos dice que el hombre en
un estado de convicción usa los objetos de Bb como imágenes, so-
lamente que esos objetos son, de hecho, imágenes. Entonces no se
traza aquí ningún paralelo verbal entre las relaciones pensamien-
to-convicción y convicción-eikasia . Sin embargo, no insistiré en
este punto por la razón siguiente: pienso que es altamente proba-
ble que Platón pensase que el hombre en un estado de mente A
( pathema ) usa los correspondientes objetos B como imágenes. Ve-
remos brevemente que la razón por la que se da poca importancia
a este hecho consiste en que, en el caso de al menos dos de los
tres pares de estados de mente que están en la relación AB, el es-
tado de mente superior debe dejarse más o menos oscuro. ¿Por
qué entonces menciona Platón el hecho de que los objetos de con-
vicción se usan en el pensamiento como imágenes? No es para re-
lacionar pensamiento y convicción sino, como resulta obvio según
el contexto, para contrastar ciencia y pensamiento. Esto resulta
confirmado, si es necesario hacerlo, por otros hechos. Por ejem-
plo, si Platón hubiese deseado relacionar cuidadosamente pensa-
miento y convicción en la relación AB, difícilmente podría haber
dejado de darse cuenta de que un objeto Bb serviría precisamente

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tan bien como diagrama para el matemático, como lo haría un ob-


jeto Ba. Además en 5 1 Id y 533d se dice que el pensamiento es al-
go intermedio entre creencia y conocimiento; pero si entre pensa-
miento y convicción se mantiene la relación AB, habría dicho de
manera completamente clara "convicción" y no "creencia".
En resumen pues, no veo necesidad de ningún tipo para
suponer que Platón sostuviese que Ab y Ba están en la propor-
ción AB, o que considerase su igualdad como algo significativo. Es
por lo tanto desafortunado el que tanta gente use la relación entre
esos dos segmentos, que les parece a ellos lo más fácil y familiar,
para explicar la relación AB misma y, de esta manera, el simbolis-
mo total de la línea. Esto es un error fatal; la relación entre esos
dos segmentos no explica de ninguna manera la relación AB.
¿Cuál es entonces la relación AB? Resulta importante cap-
tar aquí que la proporción AB entre cada par de segmentos de la
línea tiene una doble significación simbólica, como el mismo Pla-
tón dice. Los segmentos de la línea simbolizan, desde luego, tanto
clases de objetos como estados de mente. Lo que nosotros debe-
mos descubrir, entonces, es lo que simboliza la proporción AB,
primero, en el caso de los objetos, segundo, en el caso de los esta-
dos de mente. La relación entre los objetos A y B es comparativa-
mente clara: están relacionados como "original" con "copia" o
"imagen" ( eikasthen a eikon). Es evidente que en el caso de cada
par AB, este lenguaje metafórico de eikon y eikasthen tendrá un
significado preciso diferente, pero las posiciones ocupadas por los
objetos A y los objetos B, uno respecto a otro, serán siempre aná-
logas y reconociblemente describibles como las de "original" e
"imagen" respectivamente. La metáfora es, desde luego, suma-
mente aplicable de manera directa en el caso de Ba y Bb. En 510a
Sócrates pide permiso para considerar la metáfora como aplicable
también a la relación entre los segmentos principales A y B. Clara-
mente la extensión al caso de los objetos de Aa y Ab, ninguno de
los cuales es, por cierto, visible, debe ser aún más metafórica. No
discutiré en este momento qué son todos esos objetos; pero, co-
mo quiera que la interpretemos, la línea debe tener aquí sentido.
El problema siguiente consiste en qué relación existe entre
los estados de mente A y B. Parece suponerse comúnmente que

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esto no necesita ninguna explicación: el estado de mente A es


aquel que se ocupa de la clase de objetos A; el estado de mente B
es aquel que se ocupa de la clase de objetos B. Pero Platón nos di-
ce muchas más cosas -y por cierto distintas- que esto.
En primer lugar, como Hardie señala en su A Study in Pla-
to , debemos comprender la metáfora, constantemente recurrente,
del soñar. Fue usada en primer lugar y cuidadosamente explicada
en el Libro V, al que se nos remite más tarde enfáticamente ; es en
el libro V donde se describe con detalle la relación entre conoci-
miento ( gnosis ) y creencia (doxa) simbolizadas como A y B en la
línea. Lo que Platón hace en el libro VI es subdividir a cada uno
de ellos en estados de mente relacionados de la misma manera que
conocimiento y creencia. En el Libro V esta relación se denomina
metafóricamente la relación de estar despierto con dormir y se
describe cuidadosamente diciendo que consiste en el hecho de
que el hombre en el estado de mente B comete un cierto error
complicado que el hombre en el estado de mente A no comete.
Puede comprobarse a través de todo el texto que esta relación in-
tenta aplicarse a lo largo de toda la Línea; no obstante solamente
mencionaré evidencia suficiente para remachar el asunto.

(1) En 510a8 la división principal A-B de la Línea se describe


como siendo, por lo que a la verdad respecta, como lo
creído es a lo conocido.

(2) Con respecto a los dos pares subordinados: Aa y Ab se


describen, como observa Hardie, al igual que en el Libro
V, en el sentido de estar relacionados de la misma manera
que lo están estar despierto y dormir en 533c.

(3) Por lo que respecta a la relación Ba-Bb, en 515a-c los pri-


sioneros de la caverna, que están en el estado de mente
Bb, se describen cuidadosamente en el sentido de que co-
meten un error del género descrito precisamente en el Li-
bro V como el género de error cometido por los que duer-
men. Sin embargo, este tipo de error se describe de nuevo,
con especial atención a los objetos sensibles, en el Teeteto
158, y se denomina allí una vez más, el error cometido al

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soñar. No usaré evidencia de otros sitios, pero más addan-


te daré razones de por qué el Teeteto no solamente puede
sino que debe usarse al interpretar La República.

¿Cuál es el error en cuestión, error que es tipico del hom-


bre en el estado de mente B? Es compuesto, en el sentido en el
que cuidadosamente se describe en el Libro V. Dando por sentado
que existen dos clases de objetos relacionados como originales
con copias:

(i) El piensa que existe solamente un conjunto, a saber: aquel


que es más obvio y está "ante" él. Si se le sugiriese, él ne-
garía que hubiese un segundo conjunto.
(ii) El piensa que este conjunto es aquel que nosotros, que he-
mos distinguido dos conjuntos, llamaríamos los originales;
esto es: él adscribe al conjunto que está ante él, del cual
piensa que es el único conjunto, las propiedades que noso-
tros adscribiríamos a los originales y que nosotros rehusa-
ríamos adscribir al conjunto que él reconoce, dado que so-
lamente se trata de copias.

De un hombre en este estado se dice que "no entiende"


( noun ouch echein ), una frase que recurre constantemente, los
objetos que pretende describir, aquellos que son verdaderamen-
te originales.
Se verá entonces que es completamente incorrecto decir
que el estado de mente B se distingue por el'hecho de ocuparse
de la clase de objetos B. Se ocupa en cierto modo de ambas clases
de objetos, confundiéndolas de una cierta manera definida.
Ahora bien, ¿qué sucede con el estado de mente A, deno-
minado el estado de estar despierto? El hombre que está en este
estado reconoce que existen dos clases de objetos relacionados co-
mo los originales con las copias. Además este hombre reconoce
que los objetos que están obviamente ante él son solamente las
copias. Y, pienso , él no es capaz de apartarse de las copias y
"echar un vistazo" a los originales, sino que lo que él puede hacer
es usar las copias simplemente como copias para inferir sobre

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La línea y la caverna en La República de Platon 1 1 7

aquello en lo que está interesado realmente: los originales. Pero


esto no es completamente cierto.
¿Por qué describe Platón el primer estado como el soñar?
Porque el error que se comete es tipificado precisamente por el
error que cometemos en sueños cuando, teniendo ante nosotros
imágenes oníricas, no solamente no distinguimos entre ellas y las
cosas materiales, sino que damos por sentado que lo que está su-
cediendo ante nosotros son cosas materiales. Esto lo describe Pla-
tón en el Teeteto cuando en la página 158 discute los sueños.
Asi pues, tenemos seis segmentos en la línea, agrupados en
tres pares, cada par simboliza en primer lugar dos conjuntos de
objetos, relacionados como los originales con las copias o como lo
más con lo menos real; en segundo lugar dos estados de mente, re-
lacionados de la misma manera que lo están estar despierto con
estar dormido.

Llegamos ahora al segundo punto importante: la interpre-


tación detallada del simbolismo en el caso de cada uno de los tres
pares de segmentos.
No diré mucho sobre su interpretación en el caso del par
A y B. Las clases de objetos, como dice repetidamente Platón,
son: aquellos objetos que son {onta) y aquellos que devienen (gig-
nomena). El error que comete el hombre ordinario consiste en
que no distingue los gignomena perceptibles de los onta, sino que
piensa que existen solamente un conjunto de objetos, los visibles,
a los que, sin embargo, él adscribe propiedades tales como "reali-
dad" que pertenecen solamente a los onta. No se nos dan muchos
detalles sobre los dos estados de mente, puesto que Platón intenta
señalar más adelante que no se trata de una supersimplificación y
que cada estado de mente requiere una subdivisión.
Consideremos más bien el par Ba y Bb, convicción ( pistis )
y eikasia. Sin duda el propósito de la línea es primariamente dis-
tinguir entre pensamiento {dianoia) y ciencia {episteme) , y es por
esto por lo que no se dedica demasiada atención a eikasia y pistis
en el Libro V. Pero la distinción entre Ba y Bb es, sin embargo,
importante, particularmente en conexión con la interpretación de
la Caverna. Pues me parece que la Línea y la Caverna con paralelas
en el sentido tradicional; y por consiguiente esto es tan cierto co-

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mo pueda serlo que el hombre ordinario, en ausencia de educa-


ción filosófica, vive toda su vida en un estado de eikasia, mientras
que pistis es meramente el primer estadio efímero e insatisfac-
torio cuando ese hombre comienza su educación. Quizás aquellos
que piensan que la elucidación de la relación Ba-Bb no es impor-
tante lo hacen porque no se dan cuenta de que tienen fácilmente
a mano una interpretación que la convertiría en importante. Pero
tal interpretación está fácilmente a mano y la voy a desarrollar
brevemente.
Puesto que intento usar ciertas doctrinas del Teeteto , ex-
plicaré por qué pienso que esto es legítimo, a pesar del hecho de
que este diálogo es probablemente más tardío que La República .
Las doctrinas en cuestión, sobre datos sensoriales, son doctrinas
de los heracliteanos, especialmente de Cratilo. Ahora bien, el pro-
pio Cratilo fue maestro de Platón en su juventud, quizás incluso
antes de que estuviese bajo la influencia de Sócrates. Piénsese lo
que se piense de la narración que Aristóteles hace del desarrollo
de Platón, mucho de lo que dice es seguramente incuestionable.
Por lo tanto esas doctrinas eran conocidas ciertamente por Platón
cuando escribió La República (y desde mucho antes). Además se
trata de doctrinas que nadie, una vez adiestrado en ellas, olvida
fácilmente. Por lo tanto podemos considerar como altamente pro-
bable que Platón las tuviese presentes cuando escribió La Repúbli-
ca.

En el Teeteto (153-8) pues, se da una explicación comple-


tamente tradicional de los datos sensoriales no distinta a la de
Descartes: todo lo que nosotros percibimos está en un nivel -los
sueños están en el mismo nivel que nuestras sensaciones de la vi-
gilia. Los objetos materiales son quizás solamente grupos de sensa-
ciones ( athroismata ), pero no se opta por ninguna explicación de
ellos; lo que se hace claro es que nosotros no percibimos, contra-
riamente a nuestra opinión ordinaria, objetos materiales, puesto
que, por lo que respecta a lo que nosotros percibimos, se trata
justamente de lo mismo si estamos despiertos o dormidos. No
digo que Platón tenga razón en esto, sino meramente que él lo
creía. Doctrinas similares se encuentran en el Timeo en las páginas
45,61 y 67.

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Volvamos ahora a La República : ¿cuáles son los dos con-


juntos de objetos que corresponden a Ba y a Bb? Ba consta de
animales, árboles, etc. -objetos materiales. ¿Qué sucede con Bb?
Bb consta de sombras, ecos, reflejos en objetos pulimentados, y
"todas las cosas de esta clase". ¿En qué consiste esta clase? Sen-
cillamente, digo yo, en "datos sensoriales". Los ejemplos están
seleccionados puesto que son los mismos objetos que usan los
filósofos modernos cuando quieren, si lo hacen, sugerir a sus pupi-
los ¡que no perciben objetos materiales! Toman como ejemplos
alucinaciones, ruidos, imágenes de un espejo y cosas por el estilo.
Que Platón estaba bien enterado de la doctrina de los datos senso-
riales se muestra, por ejemplo, en el Libro X, donde se nos dice que
el pintor no copia la cama material sino una apariencia de ella.
Ahora bien, me parece que se ha sostenido a menudo, especial-
mente por aquellos que confían en el argumento extraído del so-
ñar, que la relación entre los datos sensoriales y los objetos mate-
riales es la existente entre el original y la copia. Tales filósofos pien-
san que el hombre ordinario vive en un estado de "realismo inge-
nuo", confundiendo datos sensoriales con objetos materiales y
sin alcanzar a distinguir entre ellos precisamente de la manera des-
crita como típica de un hombre que está soñando y representada
en 515a-c como conciencia solamente de sombras y ecos, que se
considera que son la única realidad.
Por lo que respecta al estado de mente superior, convic-
ción (pistis), existe aquí una dificultad que reside en el hecho de
que el propio Platón no creía en la existencia de objetos físicos
como los datos sensoriales: por eso tenemos solamente "estatui-
llas" a la luz del fuego de la Caverna; por eso, también, permane-
ce mirando las estatuillas, aunque distinguir entre ellas y las som-
bras del muro es un primer estadio necesario de la educación.
Ciertamente Platón no cree que sea posible abstenerse de mirar a
los datos sensoriales y mirar en cambio a los objetos materiales:
incluso el guardián, cuando vuelve a la Caverna, mira las sombras
y no las estatuillas. Pero el hecho de que el estado superior de
mente no sea aquí completamente genuino explica por qué Platón
nos dice tan poco sobre él; pero se supone que el hombre con
convicción no usa datos sensoriales como imágenes a partir de las

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cuales hacer inferencias sobre objetos materiales.


En cuanto a los nombres pistis y eikasia , de los cuales he
traducido pistis como "convicción" y he dejado eikasia sin tradu-
cir, no es razonable dar demasiada importancia a los significados
ordinarios griegos (o castellanos) de estas palabras. Seria muy sor-
prendente que el griego ordinario tuviese cuatro palabras que for-
masen precisamente una escala del tipo que Platón intenta descri-
bir. Eikasia no significa, como se piensa a menudo, "conjetura",
sino que es una palabra rara y artificial, conectada con el verbo
eÍKáÇeiv, y que no significa "conjeturar"; de hecho no tiene un
equivalente castellano exacto. La idea raíz es "tratar una cosa
como semejante a otra"; puede significar entonces "comparar", y
en algunos contextos, tales como la frase obç ebiáoai , puede signi-
ficar "conjeturar" en el sentido de "guiarse por semejanza". La
palabra pistis es usada por Platón en otra parte casi en un sentido
técnico. Está más próxima a "fe" que a "creencia". Su uso en el
Timeo es casi técnico; véase, por ejemplo, el comienzo de la ex-
plicación del mundo físico en el Timeo , donde se dice que la ex-
plicación no es conocimiento sino solamente pistis. En 29c se nos
dice que "verdad es a pistis lo que ser es a devenir"; en 49c se ha-
ce una referencia a una "explicación pistos" ' en 37b se nos dice
que una "explicación de lo perceptible" proporciona solamente
"opiniones y pistéis ", mientras que una "explicación de lo inteli-
gible" proporciona "razón y ciencia". Por lo tanto en el Timeo
pistis es el mejor estado sobre el mundo físico que podemos lo-
grar nosotros mismos.
Volvemos ahora al estado superior de la línea donde las di-
ficultades son de un género completamente diferente. No son es-
tas dificultades las que han llevado a Ferguson y otros a negar el
paralelismo de la Línea y la Caverna. La distinción entre los dos
segmentos superiores Aa y Ab se enuncia esmeradamente al final
del Libro VI. Pero incluso así Platón dice finalmente que no ha
logrado hacer la distinción realmente clara; de hecho él mismo lo
repite unas cinco veces en términos casi idénticos. No está hacien-
do, entonces, lo que debía hacer si ha de aplicar el simbolismo de
la Línea claramente. Debe primero explicar la distinción entre dos
clases de objetos y, a continuación, mostrar cómo el hombre en el

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estado de mente Ab los confunde y el otro los distingue. Pero na-


da se dice allí sobre las dos clases de objetos, y nada sobre cómo
el matemático las confunde y el dialéctico las distingue. ¿Qué di-
ce entonces al final del Libro VI? Hay dos cosas que dice una y
otra vez sobre el matemático; en primer lugar que éste usa hipóte-
sis para proceder a partir de ellas a extraer conclusiones; en segun-
do lugar que hace uso continuamente de diagramas sensibles. Por
el contrario, Platón dice que si un hombre ha de alcanzar verdade-
ro conocimiento tendrá que destruir las hipótesis, usándolas como
puntos de partida en la búsqueda de un arche anhypothetos , un
punto de partida no hipotético.
Tenemos que explicar en primer lugar la palabra "hipóte-
sis". Hardie señala en su A Study in Plato , que en Aristóteles hay
un término más o menos técnico que significa postulado existen-
cial. Cuando Aristóteles establece los archai o puntos de partida
de las ciencias incluye theseis que son definiciones e hypotheseis
que son postulados al efecto de que los objetos que corresponden
a algunas de esas definiciones existen. Euclides no usa la termino-
logía precisa de Aristóteles, pero sigue su procedimiento. El no
necesita postular que los objetos que corresponden a todas sus de-
finiciones existen, puesto que puede probar por medio de cons-
trucciones que existe alguno cuando ha supuesto la existencia del
resto.

Me gustaría decir, y lo diré en algún sentido, que la pala-


bra "hipótesis" significa lo mismo en Platón, aunque no tiene este
significado preciso. A menudo Platón la usa justamente de esta
manera, pero en otros casos más vagamente, de modo que signifi-
que "una suposición", "una definición sugerida", o algo por el es-
tilo. El pasaje del Menón (86-7), por ejemplo, no encaja con el
sentido de "postulado existencial". Quizás era esta imprecisión la
que indujo a Aristóteles y a Euclides a ser tan cuidadosos en sus
usos de la palabra "hipótesis". Los ejemplos de Platón no son lo
que nosotros llamaríamos hipótesis sino "el [número] impar, el
[número] par y los tres géneros de ángulo". Creo que él quiere de-
cir que el matemático da definiciones de esas tres cosas y a conti-
nuación procede a sus demostraciones. Pero lo que Platón desea
señalar es que él ha supuesto y no ha probado que los objetos de

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1 22 La linea y la caverna en La República de Platon

estos tres tipos existen realmente. El matemático contemporáneo


de Platón no enuncia aparentemente estas suposiciones como lo
hizo Euclides, sino que daba solamente definiciones. Presumible-
mente fue aquí la crítica de Platón la responsable de este cambio.
Podemos ver ahora la fuerza de la crítica de Platón del uso
hecho por los matemáticos de los diagramas sensibles. Lo que él
tiene presente es que el matemático dice: "Estoy demostrando
la naturaleza y propiedades del círculo", y a continuación dice,
señalando su diagrama: "No me refiero a esto, pero esto será sufi-
ciente para continuar". El hecho de que tenga el diagrama sensi-
ble lo capacita para pasar por alto la necesidad de mostrar que
sus demostraciones son sobre algo real en un grado aún mayor.
Platón se queja de que aunque el matemático pretende hablarnos
sobre realidades no sensibles, todo lo que él, de hecho, va a mos-
trar son sus definiciones y sus diagramas sensibles. Pero nada es
conocimiento real excepto lo que es sobre algo real. Entonces po-
demos ver que Platón creía que el matemático confundía el logos
que él tenía con un ser indemostrado que no tenía, de tal manera
que estaba también soñando sobre la realidad, pero dentro del
reino de lo inteligible.
Así pues, necesitamos otra explicación de los objetos de la
matemática para complementar la que da el matemático. El tiene
solamente logos , definiciones y no tiene ningún conocimiento
real; y esto no podemos tenerlo a menos que podamos mostrar
mediante un nuevo método que los objetos suprasensibles existen
realmente. El punto de partida no hipotético es aquel que no re-
quiere ningún postulado existencial. Platón no declara si ve cómo
hemos de alcanzarlo, pero insiste en que tiene que alcanzarse si ha
de justificarse cualquier búsqueda diseñada para adquirir conoci-
miento de lo supra-sensible. El argumento tradicional a favor de
las formas "a partir de las ciencias" supone que el conocimiento
matemático es real, y argumenta que, por lo tanto, sus objetos de-
ben existir. Platón está diciendo aquí que, en efecto, este argu-
mento pone el carro delante de los bueyes. La realidad de los ob-
tos debe probarse primero para mostrar que la matemática es
ciencia.

El matemático se parece al hombre que sueña por el hecho

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La linea y la caverna en La República de Platon 1 23

de que no logra darse cuenta de la distinción entre el logos y la


forma misma. Platon considera el logos como la imagen (« eikon ,
eidolon) de la forma y, a menudo, usa este lenguaje. En ningún
otro lugar habla con tal rigor sobre este tema como aquí, pero de-
berían compararse las observaciones del importante Cratilo en
423-32 y 438-39 sobre realidades (onta), los nombres ( onomata )
y los logoi que son imágenes ( eikones ). En la Carta Séptima
(343) Platón dice que en el llegar a saber sobre algo hay cinco
factores -el nombre, el logos, la ilustración (eidolon), la cosa mis-
ma (on) y la ciencia (episteme). El círculo es su ejemplo, ejemplo
que es relevante para nuestros presentes intereses. Es éste un pasa-
je muy importante, en parte porque no está en un diálogo sino
que es un enunciado hecho por el mismo Platón en persona.
Podemos, por lo tanto, dar sentido a lo que Platón dice so-
bre la relación Aa-Ab en la línea superior. Mi exposición de la
Línea es, entonces, completa. Pero hay otros puntos que han de
considerarse.

En primer lugar, algunos piensan que los dos conjuntos de


objetos entre los que Platón distingue en la línea superior son los
mathematica , creencia que se atribuye a Platón por Aristóteles en
la Metafísica , y las formas; tanto Hardie como Adam sostienen es-
te punto de vista. Ciertamente en la consideración abstracta de es-
tar ontològicamente entre formas y cosas perceptibles y de ser
muchos mientras que las formas son unitarias, los mathematica
parecen cumplir algunas de las condiciones necesarias. Pero hay
muchas dificultades, (a) Esta doctrina es mucho más oscura y di-
fícil que lo que los editores y comentaristas confiesan. Cook Wil-
son y sus seguidores fueron demasiado precipitados, puesto que
los enunciados de Aristóteles sobre este tema son muy oscuros.
Cook Wilson dice que los mathematica fueron postulados porque „
en las demostraciones matemáticas hablamos, por ejemplo, de la
intersección de dos círculos, pero no existe evidencia a favor de
esto, (b) No tenemos ninguna evidencia fuera de este pasaje de
que Platón sostuviese esta doctrina en la época en que escribió La
República. Aquellos que intentan mostrar que las observaciones
de otros diálogos podrían implicarlo fuerzan sus interpretaciones,
(c) Si Platón hubiese intentado aludir a ellos habría sido perverso

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1 24 La linea y la caverna en La República de Platon

al usar para describir los objetos de la matemática un lenguaje casi


igualmente apropiado a las formas mismas (< d ) ¿Cómo aquellos
que piensan que Platón estaba interesado en señalar que el mate-
mático estaba interesado solamente en los mathematica pueden
explicar por qué dice tantas cosas sobre las hipótesis y los diagra-
mas al final del Libro VI? ¿Qué tienen que ver estas cosas con la
distinción entre formas y mathematical ¿Cuál es la relación entre
confiar en los postulados existenciales y la doctrina de los mathe-
matical
En segundo lugar, cuando Platón denuncia a los matemáti-
cos por su confianza en los diagramas sensibles, él observa que los
diagramas sensibles usados pertenecen al segmento Ba y a conti-
nuación exhibe una relación entre los objetos de Ab y de Ba. Este
hecho propende a desorientar puesto que la gente piensa que la
relación entre los objetos del matemático y los objetos de Ba debe
ser típica de la relación AB. Pero Platón jamás implica esto. Supo-
ner que podemos considerar el uso de los diagramas por parte del
matemático como típico de la relación AB es erróneo. Platón
menciona solamente este punto para dar lugar al contraste entre
pensar {dianoia) y ciencia (episteme).
Finalmente quiero señalar que otros filósofos han sentido
dificultades similares respecto a la matemática. Descartes, que es
el filósofo moderno más afín a Platón, dice en su explicación del
método de la duda cosas estrechamente análogas a lo que Platón
dice en La República. Descartes comienza diciendo que el testi-
monio de los sentidos carece de valor y ambos están de acuerdo
en esto. Descartes se vuelve entonces hacia las matemáticas donde
nuestras ideas son, al menos, "claras y distintas". Descartes dice
que de lo que es tal no puede dudarse como puede dudarse del
testimonio de los sentidos. Pero a pesar de esto Descartes plantea
dudas sobre las matemáticas; ¿quién ha de decir si existe alguna
realidad que corresponda a esas ideas? Podría suceder que un
archiembaucador se las ingenie de modo que nuestras ideas difie-
ran de la realidad. Tanto Platón como Descartes tienen que en-
contrar algún punto de partida cuya misma naturaleza garantice
la existencia de algo real que corresponda a ellas; sabemos dónde
lo halló Descartes y cómo lo usó para validar las matemáticas. Sa-

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La linea y la caverna en La República de Platon 125

bemos también que Platon sostuvo que el punto de partida sin


postulados era la Forma de lo Bueno; pero en La República no
pretende llevarnos a ese punto de partida.

Versión castellana: Luis Ml. Valdês Villanueva

NOTA. El presente ensayo de J.L. Austin (1911-1960) es postumo y


su versión original no ha visto la luz hasta 1979. Oxford University Press
ha cedido a Teorema los correspondientes derechos.

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