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Laura Fobbio1
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Becaria Postdoctoral, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Investigadora
en el Centro de Investigaciones y docente de la Escuela de Letras, Facultad de Filosofía y
Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba.
que tenga a su cargo el ‘relato-acción’ (modo en que re-nominamos la fábula aristotélica,
y que permite conjugar lo verbal y paraverbal que componen al discurrir dramático-
teatral), valiéndose de su voz como medio principal, aunque no excluyente.
Situados en esa vocinglería que compone al teatro actual, analizamos aquí dos
clases de monologantes que pueden coincidir o no en una misma obra y cuyas presencias
sitúan al monólogo en liminalidad respecto del diálogo: el monologante dramático y el
monologante dramatúrgico. El primero es una figura próxima al monologante
convencional, lleva adelante el relato-acción que, por lo general, tiene que ver
directamente con su historia. Suele emplear la primera persona, y se interpela a sí mismo
con su voz o mediante otra voz u otras voces, valiéndose del desdoblamiento y/o la
multiplicación. El monologante dramático puede interpelar, además, a otras figuras
consideradas por la obra, entre las que se destaca el lector-espectador.
Por otra parte, está el monologante dramatúrgico, figura enfatizada en el teatro
de las últimas dos décadas.2 De allí que lo situemos en el espacio del entre -espacio
característico de las escrituras actuales (Fobbio, 2014c, 2014b)-, donde se conjuga lo
dramático y lo escénico, para constituir lo dramatúrgico.
El monologante dramatúrgico discurre a veces desde un cuerpo dicente reconocible
en la escena; otras, a través de una voz en off y, por lo general, está rodeado de cuerpos
que aguardan sus indicaciones. Podría pensarse como una figura próxima al Recitante que
proponen las obras Monólogo y Solo de Samuel Beckett (2010: 457 y 462) -“monólogos
narrativos” desde las conceptualizaciones de Sanchis Sinisterra (2012: 14)-, y en las obras
de finales del siglo XX y principios del XXI, a veces aparece nominada como narrador o
locutor. Se trata de una figura fundamentalmente reflexiva y metaficcional, ya que ordena,
parece regir el devenir del relato-acción, de la obra, y metacomunica, es decir, se
comunica acerca de la interacción que constituye la obra. De allí que lo concibamos como
una posible representación del autor, del director, del dramaturgista (figura situada entre
2
Desde Pavis (2000: 302), recuperamos el calificativo “dramatúrgico” que permite, desde lo
analítico, “abarcar con una sola mirada la estructura dramática y su puesta en forma escénica”.
Esta caracterización dialoga con las respuestas ensayadas por Joseph Danan al interrogante ¿Qué
es la dramaturgia? (2012) quien propone una “concepción amplia” de dramaturgia donde se
vinculan diferentes categorías: la dramaturgia del texto, la que excede lo textual (la acción, el
espacio- tiempo del drama, etcétera) y la escritura escénica de estas categorías en la representación
(2012: 34): “hay dramaturgia desde el momento en que en el contacto, actual o anticipado, con la
escena, un pensamiento se busca y se ordena en la indagación de sus propios signos” (2012: 35).
la puesta y el texto)3 y, en algunos casos, constituiría una actualización de la caduca figura
del apuntador. El monologante dramatúrgico podría ubicarse entre los hacedores y el
monologante dramático y demás figuras, articulando características de todos ellos.
Además se sitúa entre la obra y el lector-espectador, valiéndose en algunos casos de los
artificios del aparte. En su libro Narraturgia, Sanchis Sinisterra plantea una taxonomía
que presentará modulaciones, gradaciones entre dos puntos distantes:
…en un extremo de la clasificación, un personaje narra a otros(s), de principio
a fin, el suceso o circunstancia que debe transmitir y, en el extremo opuesto,
la sustancia narrativa se configura gradualmente al hilo de las interacciones
verbales de su “portador” con el (o los) personaje(s) que debe(n) recibirla
(2012: 19).
3
Respecto de la figura del dramaturgista, en la entrevista que le hicimos en 2012, Tantanian
recupera la figura de Lessing en relación con la gestación de la dramaturgia (Danan hace lo propio,
2012: 17) y de la figura del dramaturgista: “En la tradición del teatro alemán (de Lessing hasta
hoy) la figura del dramaturgista es la de aquel que trabaja junto al director para producir sentidos
sobre la puesta en escena que devengan del texto”.
Un hombre recorriendo la escena es el monologante dramatúrgico que enuncia
lo que podrían señalar las acotaciones, al intervenir en la escenografía, en la iluminación,
en los movimientos, y más... Refiere a los deseos que ‘deben’ entrar en juego en los
personajes, como si sugiriera a los actores cómo construir esas figuras dramático-
teatrales. Explicita lo que va a pasar, mientras los personajes aguardan en la fina línea
entre la ficción y la metaficción, con los gestos suspendidos y el discurso obstaculizado.
En correspondencia con algunos de los recursos descriptos, Beatriz Trastoy refiere a los
procedimientos narrativos del teatro argentino de finales del siglo XX, y advierte:
…la presencia escénica del actor/narrador que glosa, explica, parafrasea,
dirige a los otros personajes, implica una oposición a las formas más
tradicionales del realismo elaborado estéticamente a partir de la noción de
cuarta pared ya que, por un lado, plantea una serie de ambigüedades en torno
del origen del discurso (¿quién habla?, ¿el personaje, el autor, otro que busca
imponer su propia focalización de lo enunciado?) y, por otro, quiebra la
ilusión dramática al presentarla como autónoma, como ofrecida sin la
mediación autoral (2002: 28. La cursiva es de la autora).
Peter Szondi, al analizar las tensiones entre diálogo y monólogo en las obras del
drama moderno (en un recorte que va de 1880 a 1950), reconoce un “yo o relator épico”
que le otorga autonomía a recursos como el aparte, para llevar adelante el relato escénico
(2011: 199 y ss.). Por su parte, Jean-Pierre Sarrazac en “El drama en devenir” retoma y
discute con Szondi y otros teóricos al estudiar la presencia de lo épico en el teatro de la
segunda mitad del siglo XX, y afirma que estaríamos ante una manifestación de la pulsión
rapsódica de la escritura dramática contemporánea, con la que se pretende “Dejar que una
voz diferente a la de los personajes se abra camino […] la voz dudosa, velada, tartamuda
del rapsoda moderno. Una voz que sería la voz de un mal sujeto” (2009: 15). Sarrazac
ejemplifica tal recurso con la interpelación al público del Locutor/Speaker que, en la obra
Calderón de Pasolini, habla en nombre del autor. Se trata de una voz que narra, anuncia,
exhibe, denuncia; una voz que es gesto y es acción:
Voz del cuestionamiento, voz de la duda, de la palinodia, voz de la
multiplicación de los posibles. Voz irregular que embraga y desembraga,
que se pierde, que divaga, pero siempre comentando y problematizando…
Voz de la oralidad en el momento mismo en que desborda la escritura
dramática […] coser y descoser, deshacer el diálogo tradicional (del tipo
lateral y cerrado sobre sí mismo que denunciaba Blanchot) para ensamblar
bloques de palabras gestuales –esas “parlerías” o “palabrerías” que
profieren los personajes uno en frente del otro, pero siempre tomando al
público como testigo (Sarrazac, 2009: 16).
Tal cita nos remite a la construcción del personaje moderno tardío, ya que el
Hombre, como figura dramática, es creado y al mismo tiempo fragmentado, atomizado,
disuelto por la obra misma. Hacemos un paréntesis para mencionar que encontramos una
intensificación del empleo de la figura del monologante dramatúrgico, estallado en lo
dramático y escénico, en El pasado es un animal grotesco de Mariano Pensotti, obra de
2010. En ella, cada actor alterna, en las diferentes escenas, su participación como cuerpo
de un personaje y como narrador en off de la historia de los otros personajes, para recorrer,
ni más ni menos que la historia argentina de la primera década del siglo XXI.
Retomando la obra de Tantanian, reconocemos que la peste se ubica entonces entre
la ficción y la metaficción, la vida y la muerte, el comienzo y el final que es comienzo,
cuando las moscas migran hacia otras ¿pestes? y, según indica la última frase del
monologante dramatúrgico: “Y cuando creímos haber llegado al final, simplemente
nacemos” (Ensayo sobre la Peste, Tantanian, 1997: 7). Ante tal problemática –dramático-
teatral, existencial, filosófica–recuperamos una inquietud que Tantanian se formuló años
más tarde de la escritura de Ensayo sobre la Peste, pero que dialoga, desde nuestra
perspectiva, con lo que plantea en dicha obra:
¿Se puede seguir hablando de lo real en una sociedad desbordada por la
representación? Tal vez el teatro deba dejar de posar su mirada sobre lo real
que construye ficción, para posarla sobre la ficción que construye realidad
(Tantanian, 2005a: 238-239).
Por todo ello, interpretamos que Ensayo sobre la peste sitúa al lector-espectador en
un lugar incómodo debido a la interpelación de la figura del monologante dramatúrgico
que lo ubica próximo a él y cerca del autor y del director; lugar que apela a una
complicidad que promueve la reflexión: por un lado, sobre su rol como figura dramática
de la obra, de la cual participa activamente dada la ambigüedad y la polisemia estructural
y temática; y, por otro, sobre su rol como sujeto social y político, que interactúa con esa
‘realidad’ que construye la ficción que lee-escucha.
Beckett, Samuel. 2010. Teatro reunido. Trad. José Sanchis Sinisterra, Ana Moix y Jenaro
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Danan, Joseph. 2012. Qué es la dramaturgia y otros ensayos. Trad. de Victor Viviescas.
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de finales del siglo XX. Tesis Doctoral en Letras, Fac. de Filosofía y Humanidades.
Córdoba, UNC. Inédita.
―2014b. “El paisaje del entre en la dramaturgia de Alejandro Tantanian”, proyecto
postdoctoral, becado por CONICET. Período 2014-2016.
―2014c. “El ‘entre’ como figura dramatúrgica: una aproximación poética”, en Actas de
las VI Jornadas Nacionales y I Jornadas Latinoamericanas de Investigación y Crítica
Teatral, organizadas por la Asociación Argentina de Investigación y Crítica Teatral.
Buenos Aires, mayo de 2014. Trabajo aprobado para su publicación. En prensa, Buenos
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facilitado por el autor en 2013. Mimeo.
―2005a. Muñequita o juremos con gloria morir y otros textos. Buenos Aires, Libros del
Rojas.
―2005b. Follyk I. Buenos Aires, Colihue.
―2010. “Alejandro Tantanian y el nombre de las cosas”, entrevista realizada por Laura
Fobbio en Telondefondo. Revista de Teoría y Crítica Teatral, año 6, n° 11, julio. Facultad
de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. En línea:
http://www.telondefondo.org/ articulo.php?cod=254.
―2012. Entrevista realizada por Laura Fobbio. Inédita.
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