La dialéctica del amo y el esclavo es el modo en el que Hegel (1770-1831) piensa
que comienza la historia humana, entendida esta como el origen de las relaciones humanas. Hegel, como la mayoría de los intelectuales de su época, estaba ilusionado con la Revolución Francesa y veía que la expansión de esta por parte de Napoleón Bonaparte suponía la conclusión de un ciclo histórico, en el que los hombres conciliados a pesar de ser contrarios comerían perdices y serían felices. Según Hegel la historia comienza cuando los individuos A y B tienen dos deseos incompatibles. A desea ser el objeto de deseo de B, es decir, A desea que B desee a A, y B desea ser el objeto de deseo de A, esto es, B desea que A desee a B. Puesto que el deseo de ser deseado por A que tiene B es incompatible con desear a A y, viceversa, el deseo de ser deseado por B que tiene A es incompatible con desear a B, A y B deciden intentar someter al otro (A a B y B a A). Y esta lucha de deseos se fundamenta en la misma naturaleza humana. Hegel, si hablara con sencillez, podría decir: “así somos”. Nos diferenciamos del resto de animales en que estos desean cosas, de las cuales se alimentan. Nosotros, como se ve, deseamos deseos.
La historia humana en tres momentos: afirmación-negación-negación de la
negación.
La dialéctica del amo y el esclavo representa la dialéctica de la historia. En un primer
momento, en el de la afirmación, se da la afirmación de dos deseos: el deseo de A de ser deseado por B y el deseo de B de ser deseado por A. Este momento desemboca en el segundo: la negación. Cuando B somete a A, niega el deseo de A. Sin embargo, la inevitable ociosidad de B lleva al tercer momento de la historia: la negación de la negación. A niega la negación de B sobre su deseo de ser deseado por B, gracias a su labor servil que, paradójicamente, lo convierte en un ser libre (por ejemplo, un zapatero puede hacer unos zapatos rojos si le apetece). Termina el sometimiento de B por A y la dialéctica del amo y el esclavo finaliza.