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1.2.
1.2.1. Ética y moral.
Para eliminar confusiones necesitamos profundizar en la definición de ética, moral,
derecho, etc. Asimismo hay que distinguir la ética empresarial, como filosofía, de
otros términos más actuales, o comunes, como la acción social o la responsabilidad
social5 (a partir de ahora RS), distinción ésta, dicho sea de paso, no siempre clara,
ni siquiera para los expertos en la materia.
Ética y moral, aunque usados comúnmente como sinónimos, han de distinguirse
para ganar en rigor y permitir que cada una de ellas realice su labor. La moral implica
la adhesión a unos valores, y cada individuo puede tener distintos valores o distintas
escalas de valores. Hablamos así de distintas morales individuales. La ética es una
disciplina filosófica que reflexiona sobre el hecho de la moralidad con la intención
de legitimar o deslegitimar a ésta.
No puede haber ética sin moral, puesto que la ética existe para analizar a aquélla.
Sí puede haber moral sin ética, por ejemplo, una moral inmoral, es decir, una moral
sin razón de ser, sin derecho a reclamar respeto puesto que ella no respeta. ¿Qué
hace que una moral sea éticamente legítima? ¿Cómo determinar -cómo distinguir-
lo que es bueno o malo? ¿Cómo distinguir o priorizar entre distintos valores o
morales? La ética es la filosofía que reflexiona sobre la moral, y pretende legitimarla,
o deslegitimarla, a partir de unos principios éticos. Éstos últimos son universales, ya
que deben ser compartidos y respetados por cualquier individuo,
independientemente de sus valores, de su moral.
De ahí que también se defina a la ética como el conjunto de principios y reglas
morales que regulan el comportamiento y las relaciones humanas.
La ética, como filosofía, se pregunta desde la razón el porqué de lo que se hace, y
lo hace a partir de esos principios éticos que son punto de partida ineludible en
cualquier razonamiento sobre morales. La moral se pregunta sobre qué se debe
hacer, a partir de la adhesión voluntaria a unos valores, una adhesión que no implica
necesariamente que se haya reflexionado sobre ellos. La moral tiene que ver con
las normas y con los juicios. Las normas son las reglas genéricas de
comportamiento, y los juicios, la aplicación de las normas a un caso particular. Los
principios éticos son universales, al contrario de las morales que, en general, son
relativas a los contextos culturales.
No obstante, aunque la moral sea una cuestión personal y siempre es el individuo
el que toma decisiones, no es relativa a cada uno. Nuestra visión del bien y del mal,
nuestra moral, influencia nuestras decisiones y acciones que a su vez generan
consecuencias que pueden afectar a los demás, y por eso ante ellos debemos poder
argumentar que nuestra moral, aparte de ser nuestra, es legítima. La ética permite
dar validez a la moral porque lo importante no es tanto tener valores morales como
valores morales legítimos. Por eso, como apuntábamos más arriba, pueden darse
morales inmorales (o no éticas). En las organizaciones existen diversas morales
según los individuos que las configuran. Es función de la ética de la empresa
legitimar la moral de todos sus individuos sobre la base de unos principios éticos de
autonomía, justicia, no maleficencia y beneficencia, teniendo en cuenta los fines
que, como empresa, la legitiman. Estos principios no son rígidos y, aunque todos
son importantes, en la realidad unos pueden primar sobre otros.
Cuando las decisiones se toman en representación de una organización, la moral
individual es insuficiente, puesto que entra en juego otra escala de valores que
puede ser distinta de la moral personal. La ética empresarial, como reflexión crítico-
racional, pretende crear un espacio de diálogo contando con la libertad de los
individuos, para realizar, convertir en reales, los valores empresariales, reflexionar
sobre las consecuencias de cualquier decisión efectuada en o desde la empresa, y
asumir responsabilidades. En la siguiente figura se refleja la diferencia entre ética y
moral:
Cuando hablamos de la razón de ser de una moral, tenemos que diferenciar las
razones del corazón de las razones de la razón. Las razones de la razón son
aquellas que pueden ser compartidas por cualquiera, parten de motivaciones
lógicas, de principios formales; son razones fruto de la capacidad de pensar y
argumentar. Por otro lado, las razones del corazón son de tipo psicológico, religioso,
social, etc. No todo el mundo vive igual esas razones ni tiene porqué entenderlas o
compartirlas. Sin desprestigiar las razones del corazón, las razones estrictamente
racionales son las que nos interesan aquí, son las que nos permiten hablar de
fundamentación de la ética y, a partir de ella, de la legitimación de las morales.
Siguiendo la tradición kantiana10, la ética se centra en la coherencia (no en el
sentimiento), y por ello requiere unos principios éticos, pues busca legitimar la moral
a partir de unos criterios que todo el mundo pueda respetar y compartir. Estos
principios éticos, en último término, suponen un determinado concepto de persona,
a saber un ser libre, que busca la autodeterminación, que tiene dignidad (principio
de autonomía), que es sensible (principio de no maleficencia), social (principio de
justicia), y con aspiraciones felicitantes (principio de beneficencia). No reducimos el
concepto de persona a un sujeto que tiene precio, que se mueve para maximizar
sus intereses y que pacta con los otros como un medio estratégico para aumentar
esos intereses. En definitiva, no se puede hablar de ética en la empresa sin
consensuar los conceptos de persona y dignidad humana, ni sin estar de acuerdo
sobre lo que realmente significa el respeto a una persona. La ética empresarial
supone un consenso sobre el modelo de persona, de sociedad y de empresa. La
empresa además es un importante agente de cambio social y desde allí propone
una gestión de las personas en la empresa. Ni mucho menos podemos hablar de la
gestión de los recursos humanos (a partir de ahora RRHH) sin tener muy claro estos
modelos. Y es que las organizaciones juegan un papel fundamental para que la
persona pueda ser persona, puesto que garantizan el acceso a unos bienes
prioritarios como son la riqueza, la seguridad laboral, el desarrollo íntegro del
individuo (no sólo su desarrollo profesional), etc.