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LA TUTELA
1.- Etimología:
2.- Naturaleza:
Conforme a la legislación romana, esta institución así como la patria potestad
experimentó los mismos cambios que la institución de la familia. La “tutela
impuberum respondía a una finalidad diametralmente opuesta a la que
persigue nuestra tutela de menores. En efecto, la tutela impuberum lejos de
aparecer con la finalidad de proteger al pupilo de su propia incapacidad, nació
con la finalidad de proteger los intereses patrimoniales de la familia del pueblo,
especialmente los intereses patrimoniales de sus presuntos herederos contra el
riego de que los actos jurídicos del impúber mermaran su propia fortuna y por
vía de consecuencia el caudal hereditario que podía transmitir. Por esta razón
la tutela de impúber otorgaba el tutor un derecho que se ha caracterizado como
una presucesión”.
3.- Definición:
Esta definición de la tutela, no era cierta para la época primitiva, pues, en esa
época no era interés del hijo como se había establecido esta potestad, sino en
interés de la familia, para salvaguardar la conversación de los bienes a favor de
sus presuntos herederos.
Esta definición de la tutela, no era cierta para la época primitiva, pues, en esa
época no era interés del hijo como se había establecido esta potestad, sino en
interés de la familia, para salvaguardar la conversación de los bienes a favor de
sus presuntos herederos.
La palabra tutela deriva de la voz latina tutor, que significa defender, proteger.
Tutelar por lo tanto significa, cuidar, proteger y ésta es cabalmente una de las
misiones más importantes que debe cumplir el tutor: proteger los intereses del
pupilo, tanto personales como patrimoniales. Así, se puede decir que el papel
del tutor es el proteger la persona del incapaz, procurando siempre su
rehabilitación y su bienestar; y administrar el patrimonio del mismo de manera
que rinda al máximo de sus beneficios siempre en provecho del pupilo
5.-Deberes del Tutor
1. Representar al tutelado.
2. Alimentar y educar al tutelado.
3. Procurar que el tutelado adquiera o recobre su capacidad.
4. Hacer inventario de todos los bienes del tutelado.
5. Solicitar autoridad judicial para todo lo que requiere el Código Civil que
así se haga.
6. Administrar los intereses del tutelado como un buen padre de familia.
7. Dar cuenta de su administración al concluir la tutela.
Prohibiciones al Tutor
El tutor no puede:
1. Donar o renunciar cosas o derechos del tutelado.
2. Cobrar los créditos que le correspondan sin previa autorización del
Tribunal.
3. Comprar los bienes del tutelado.
Fin de la Tutela
La tutela concluye:
4.-Análisis:
De la misma se desprende: a) que la tutela, así concebida, prevalece en el
derecho justinianeo; b) que el hecho de considerar la tutela como un ius ac
potestas, nos hace pensar en ella como un derecho del tutor y que son los de
protección y salvaguarda del incapaz: c) que al considerar al pupilo como una
cabeza libre, se le asigna el status de sui iuris; d) que comprende tanto a las
mujeres, como a los impúberes; e) que los objetivos que se persiguen, a través
de la tutela, son los de protección y salvaguarda del incapaz; f) que la tutela, se
instituyó como medio para subsanar la incapacidad del impúber -por su edad-
ya que no podía defender sus derechos por sí mismo, y; g) que la tutela es
reconocida por el derecho civil y discernida por la ley.
LA CURATELA
Se define como una institución del derecho civil que permite representar y
asistir a aquellas personas que por una causa particular o accidental, se
encontraban incapacitadas para administrar su patrimonio.
CLASES DE CURATELA
El furiosus era el que tenia intervalos lúcidos, y el mente captus, el que no los
tenía, el idiota. Esto conforme a la opinión general
En esta materia, el progreso del derecho fue doble, por una parte, se proveyó
al curador al mente captus, y por otra parte, tanto para el mente captus como
para el furiosus se organizó la curatela, no ya en interés de la familia, sino en
interés del incapaz mismo y para su protección, por lo tanto, al lado de la
curatela legítima, se admitió la curatela deferida para el magistrado.
El mente captus era incapaz, en forma absoluta, para realizar por si mismo
cualquier acto, el furiosus era incapaz igualmente en los intervalos no lúcidos,
pero era completamente capas de los intervalos lúcidos.
Conforme a la Ley de las XII Tablas era considerado pródigo la persona sui iurs
que disipaba los bienes que había recibido de sus parientes paternos por
herencia ab-itestato. La curatela se había realizado entonces, no en interés del
pródigo mismo sino en interés de la familia agnaticia, de modo que a falta de
agnados y de gentiles no había ninguna curatela.
El varón púber sui iuris era plenamente capaz, conforme al derecho civil, para
realizar toda clase de negocios jurídicos, capacidad esta que comenzaba
desde el momento en que había cumplido catorce años de edad, lo cual se
explica por el hecho de que en los primeros tiempos los actos jurídicos eran
bastante raros, ya que el comercio no se había desarrollado, y porque los actos
jurídicos estaban llenos de solemnidades que requerían a menudo la presencia
del magistrado y frecuentemente la de personas que sirvieran de testigos, todo
lo cual resultaba de hecho una protección indirecta para los menores.
Pero no fue lo mismo desde el día en que por virtud del desarrollo del comercio
y de la simplificación de las formas primitivas, los actos jurídicos fueron más
numerosos, más frecuentes y más fáciles de realizar, pues entonces la
necesidad de proteger al menor de veinticinco años de edad se hizo
sentir, y tal fue el objeto de la Lex Plaetoria, del siglo VI de Roma, que da
contra cualquier persona que engaña a un menor de veinticinco años, una
acción pública, que implica junto con la infamia ciertas privaciones políticas.
Según algunos autores la Lex Plaetoria acordó al menor una acción para
hacerse devolver lo que hubiera dado en cumplimiento de un convenio doloso
que hubiera celebrado, y después de introducido el procedimiento formulario,
había podido rehusarse a cumplir su obligación oponiendo una excepción de
dolo a la parte contraria que lo hubiera demandado judicialmente para lograr tal
cumplimiento. Pero, según opinan otros, la Lex Plaetoria no establecía más
sanción que la imposición de una pena al infractor, o sea que había sido una
ley minus cuam perfecta.
El derecho pretoriano llegó más lejos que la Lex Plaetoria, pues permitió al
menor no solamente engañado, sino simplemente lesionado por el acto que
había realizado, obtener la resolución del mismo por decisión del magistrado,
siendo sólo necesario para que se acordara esta restitución lo siguiente:
Los menores con curador eran incapaces, como lo pupilos en mayor infancia y
como los pródigos, ya que ellos por si mismos podían mejorar su condición,
pero no podían empeorarla sin el “consensus curatoris”.
Los menores que no tenían curador eran plenamente capaces para mejorar su
condición y para empeorarla, sin asistencia de nadie.
a. que podría en caso de lesión hacer rescindir sus actos pro lavia de in
integrum restitutio, y
4.- Los que adolecen de deterioro mental que les impide expresar su libre
voluntad.
5.- Los pródigos.
9.- Los que sufren pena que lleva anexa la interdicción civil.
Interdicción Civil
Requisitos:
También lo habrá aunque viva el padre o la madre en los casos que señala
este Código
Para los antiguos romanos, la patria potestad era "el conjunto de derechos que
tenía el jefe sobre las personas que formaban parte de la familia".
No habia, pues, solamente una relación entre el padre y loos hijos sino que aún
los descendientes de estos, estaban sometidos al pater familias.
Este conjunto de derechos era tan amplio, que los romanos "se vanagloriaban
de ser el pueblo que había reconocido una mayor autoridad al jefe de familia".
Los derechos de los padre sobre los hijos eran ilimitados. Tenían derecho de
vida y muerte sobre ellos, la facultad de venderlos, y la prerrogativa de
pertenecerles todo lo que adqirían los hijos.
Este poder se extendía aún mas alla de la mayoría de edad de los sometidos, y
terminaba solamente, por el fallecimiento del jefe, por haber perdido este o el
hijo la libertad o la ciudadanía, por la emancipación del hijo o por haberlo dado
en adopción. La pérdida de la libertad o la ciudadanía del padre o del hijo
implicaba también la pérdida de la patria potestad, puesto que esta solo se le
reconocía a los ciudadanos romanos y podía recaer solo sobre individuos de la
misma condición.
Desde el derecho de vida y muerte que el paterfamilia tenía sobre sus hijos se
fue pasando a un régimen muy distinto.
En la ley de las XII Tablas se estableció que tres ventas consecutivas traían por
consecuencia libertar al hijo del poder del padre.
Más tarde la jurisprudencia llegó a más: llegó a establecer que la primera venta
producía la libertad del hijo. Llegamos así a la época de Justiniano, en la que el
derecho del paterfamilias se ve tan modificado, que queda reducido a la
corrección moderada y bajo la vigilancia de la autoridad. Se pudo llegar en esa
forma a establecer una perfecta distinción entre los derechos del padre sobre
sus hijos, y el poder sobre los esclavos y las cosas.
La reducción del poder de los padres viene establecida por las legislaciones,
pues la función de la patria potestad tiene como límite el interés superior de los
hijos y su beneficio, quedando en manos de los poderes públicos la posibilidad
de que, velando por los intereses del menor, retiren la patria potestad a los
progenitores.
LA CAPACIDAD:
Un ejemplo esclarecedor
Para referirnos concretamente al tratamiento que el ordenamiento jurídico
positivo dispensa generalmente a la cuestión de la capacidad genérica o de
goce, hemos considerado oportuno referirnos, a título de ejemplo, a aquel caso
que, a menudo, suele ser equivocadamente empleado en la docencia para
explicar el alcance de la capacidad de goce y que proviene del ordenamiento
jurídico peruano. Aludimos a aquella situación relacionada con la regulación
constitucional peruana del derecho de propiedad del extranjero en cierto sector
del territorio nacional.
En lo que atañe a la específica limitación impuesta por el ordenamiento jurídico
peruano a la capacidad del extranjero cabe señalar que, tanto la Constitución
anterior de 1979 como la vigente de 1993, prescriben que él no puede adquirir
ningún tipo de propiedad, ni directa ni indirectamente, dentro de los cincuenta
kilómetros de la frontera. Esta es la restricción que determina la ley.
En efecto, el segundo párrafo del artículo 71º de la Constitución peruana de
1993 prescribe sobre el caso que estamos exponiendo lo siguiente: “Sin
embargo, dentro de los cincuenta kilómetros de las fronteras, los extranjeros no
pueden adquirir ni poseer, por título alguno, minas, tierra, bosques, aguas,
combustibles ni fuentes de energía, directa ni indirectamente, individualmente
ni en sociedad, bajo pena de perder, en beneficio del Estado, el derecho así
adquirido. Se exceptúa el caso de necesidad pública expresamente declarada
por decreto supremo aprobado por el Consejo de Ministros de acuerdo a ley”.
Frente al caso propuesto, nuestro ilustre y recordado profesor, siguiendo la
tendencia doctrinal y legislativa de su tiempo, aseveraba que el dispositivo
constitucional antes glosado, se refería a una restricción a la capacidad
genérica o de goce. Se nos decía, en aquel entonces, que el extranjero, en la
situación mentada por el artículo 71º de la Constitución, carecía de la aptitud o
capacidad de goce para ser propietario. Por un tiempo, aunque no veíamos
clara la diferencia entre capacidad genérica o de goce y capacidad de ejercicio
o de obrar, aceptamos con titubeos la mencionada explicación. Luego de un
tiempo, cuando estuvimos en el trance de enseñar la materia, al recordar el
ejemplo de nuestro catedrático, nos asaltaba una pregunta. Ella incidía en
saber, sobre cuál sería la capacidad de ejercicio del extranjero si la de goce era
la de no poder ser propietario dentro de una franja de terreno de cincuenta
kilómetros de las fronteras. Durante un buen lapso, no encontrábamos
respuesta a esta pregunta hasta que, en algún momento, luego de reflexionar
por cuenta propia, llegamos a esclarecer el asunto con el precioso auxilio de la
iusfilosofía. O para decirlo mejor, a partir del ser humano. La vida, nuestra
experiencia personal, nos ha llevado a la convicción que hurgando en la
naturaleza del ser humano podemos descifrar muchos “misterios” del derecho,
anudados en un fárrago conceptual a menudo férreo e impenetrable. Cada vez
estamos más convencidos que hay que volver la mirada a Hermogeniano. El
derecho es hecho por el hombre, para el hombre, y sólo se le comprende
desde esta perspectiva. El texto del anteriormente transcrito segundo párrafo
del artículo 71º de la Constitución peruana contiene, a nuestro entender, una
precisa limitación dispuesta por el ordenamiento jurídico positivo que no
compromete la capacidad genérica o de goce del extranjero del ejemplo. En
este caso consideramos, contrariamente a una opinión generalizada, que lo
que se restringe es tan sólo la capacidad de ejercicio o de obrar. La capacidad
genérica o de goce ni se limita ni desaparece. Ella se mantiene como potencial
aptitud que se podrá convertir en
acto, que será posible ejercer cuando en el ordenamiento jurídico se derogue el
dispositivo legal en referencia. La restricción a la capacidad de ejercicio, como
sostiene Bianca, no incide en la capacidad genérica o de goce. La capacidad
genérica o de goce, la potencial capacidad a ser propietario se mantiene
incólume, inalterable. Se trata, en este caso, de la capacidad o aptitud para
ejercer el derecho de propiedad que corresponde a cualquier ciudadano
extranjero en tanto ser humano. Sin perder su inherente capacidad genérica a
ser "propietario", en cualquier tiempo y lugar, sólo se le suprime, por decisión
legal, la posibilidad de ejercer esta capacidad o aptitud, exclusiva y
específicamente, en relación con una franja de terreno en la frontera de un
determinado país por un tiempo incierto. Es decir, el ser humano extranjero, por
ser tal, conserva su capacidad de goce en cuanto a “ser propietario”. Sólo
pierde, por mandato de la ley, su capacidad de ejercicio o de obrar en un
tiempo y en un lugar concretos. La limitación a ejercer su inherente capacidad
genérica o de goce del extranjero del ejemplo en cuanto a “ser propietario”
podría, hipotéticamente, ser eliminada con el tiempo si cambiase la legislación
peruana en este singular aspecto. En esta última situación, no es que el
extranjero recupere su capacidad genérica o de goce, en cuanto posibilidad o
potencialidad a ser propietario, ya que nunca la perdió, sino que sólo se le
restituye la capacidad de ejercer concretamente su derecho genérico de
propietario en la mencionada faja de terreno fronterizo. Aún más, basta leer la
última frase del citado segundo párrafo del artículo 71º para comprender que ni
siquiera sería necesaria una modificación constitucional para restituir a los
extranjeros la posibilidad de ejercer su derecho de propiedad en dicha franja de
terreno fronterizo, sino que basta para ello que el Consejo de Ministros, por
decreto supremo, considere de “necesidad pública” el permitir que el extranjero
-que nunca perdió su capacidad de goce a ser propietario- pueda ejercer su
derecho de propiedad en dicho territorio. Ello, en virtud que nunca se limitó su
capacidad genérica o de goce que le es inherente en cuanto ser humano.
b) CAPACIDAD DE EJERCICIO
Esta supone la posibilidad jurídica de un sujeto para hacer valer sus derechos,
celebrar actos jurídicos, contraer y cumplir obligaciones, así como ejercitar
acciones ante los tribunales, es posible definirla de manera muy breve en la
aptitud de participar de manera activa y directamente en la vida jurídica de
manera individual y personal.
Existen 4 grados de incapacidad de ejercicio los cuales son:
a) En el caso del ser concebido, el cual requiere forzosamente de una
representación física y jurídica que vendrá a recaer en las figuras paternas,
primordialmente en la madre, en los casos de herencias, legados o donaciones,
la madre tiene la representación del no nato para adquirir y hacer valer
derechos.
b) El segundo grado se origina desde el momento del nacimiento hasta la
emancipación, esta incapacidad es tanto natural como legal, requiriendo de un
representante para poder contratar o comparecer a juicio.
En este supuesto, deberá exceptuarse los bienes obtenidos por el menor en
virtud de su trabajo, ya que la legislación le otorga la capacidad para actos de
administración relativos a dichos bienes